El arquetipo de liderazgo secular del primer siglo era, por supuesto, el emperador romano. Cada cultura bajo la influencia de Roma estuvo dominada por líderes autocráticos y estructuras de liderazgo despóticos. Dirigentes políticos, comandantes militares, amos de esclavos, jefes de los hogares e incluso los sacerdotes y los maestros de religión -eran todos variantes del mismo tema. La autoridad se administraba, por lo general, con mano de hierro.
Ese estilo dominante se desarrolló desde la cadena de mando de la oficina del emperador hasta la familia. El típico padre de familia romano era un dictador en su propia casa; y los miembros de la familia eran considerados como un mueble. Si él decidía hacerlo, podía vender a sus propios hijos como esclavos.
Israel, en particular, fue oprimido por múltiples etapas de liderazgo de mano dura. Sesenta y cinco años antes del nacimiento de Cristo, Roma había conquistado Judea. En el momento del nacimiento de Cristo, el Senado romano nombró a Herodes el Grande "Rey de los Judíos"; y por varias generaciones después de Cristo, la dinastía herodiana ejerció el poder en Israel con una crueldad eficiente. Los ejércitos de ocupación romanos y los procuradores romanos (incluido Poncio Pilatos) fueron también reconocidos por su brutal tiranía.
Inclusive el Sanedrín, el consejo de gobierno de la religión judía, utilizó la fuerza y la intimidación como los principales instrumentos de su liderazgo de manera habitual. El consejo era gobernado por el sumo sacerdote y muy ponderado por los miembros de una aristocracia sacerdotal que dominaba a la gente con amenazas de excomunión (Juan 9:22) o lapidación (Juan 8:59; 10:31-33, Hechos 23:12 -14).
Así que fue muy importante y profundamente contracultural para la iglesia primitiva reverenciar a la figura de un pastor como el principal modelo de liderazgo espiritual. La palabra pastor significa "guiar", y está cargada de implicaciones sobre cómo se supone que debe funcionar el liderazgo en la iglesia -en contra de todos los patrones de este mundo.
Según las palabras de Jesús: "Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. "(Mateo 20:25-28, énfasis añadido).
En efecto, la tarea del pastor era la antítesis de la extremadamente severa, tiránica dictadura política. En esa parte del mundo, sobre todo, el pastoreo involucraba constante atención del pastor a las ovejas. Los rebaños de Medio Oriente (aún hoy en día) no son generalmente conducidos por perros como la mayoría de las ovejas de la ganadería occidental, sino que son guiados por el pastor. "Él va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz" (Juan 10:4). A veces son cargadas por él (Isaías 40:11; Lucas 15:4-5).
En otras palabras, las lidera sirviéndoles, no conduciéndolas.
El liderazgo en la iglesia no es acerca de autoridad administrada por la fuerza. Los frutos de un liderazgo verdadero, como Cristo, son la humildad, la ternura, la abnegación y el afecto por las ovejas. Un buen pastor encarna lo que todos los líderes de la iglesia deberían esforzarse por ser: privados, pacientes, amables, activos y sacrificiales - conduciendo y alimentando al rebaño y vigilando por el bienestar de las ovejas, hasta el extremo de dar su vida por ellas si fuera necesario (Juan 10:11).
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