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Todos tenemos que admitir que la preocupación es una tentación común en la vida – para muchos es un pasatiempo favorito. Los Estados Unidos, la sociedad más influyente en el mundo, es también la sociedad más llena de preocupaciones – eso es si gastar en seguridad, enfermedades mentales y drogas son una indicación de esas preocupaciones. Los norteamericanos se preocupan; y la preocupación es un pecado. No es insignificante, ni inconsecuente. Y para el cristiano, es absolutamente contrario a la fe en Cristo.

Jesús categóricamente prohibió la preocupación en un pasaje conocido del Sermón del Monte – Mateo 6:25-34. Tres veces en ese breve pasaje, Él nos ordena: “¡No os afanéis!”; y la forma en que lo dijo muestra lo exhaustivo de su importancia. Él reconoce en el versículo 25 que la preocupación es una práctica común y dice: “deja de afanarte”; en los versículos 31 y 34, usa la misma palabra, pero en una manera que significa “ni siquiera empieces a preocuparte”. Continuar preocupándose por algo, o a empezar a preocuparse en primer lugar, es violar el mandamiento del Señor.

Si usted se preocupa, ¿qué clase de fe manifiesta? “Poca fe”, de acuerdo con Jesús (Mat. 6:30). Si usted es hijo de Dios, por definición tiene un Padre Celestial. Vivir como si no así no lo fuese –preguntándose nerviosamente, “¿Qué comeré? ¿Qué beberé? ¿Con qué me vestiré?” – es actuar como un incrédulo ante los ojos de Dios (vv.31-32).

Piénselo de esta manera: los cristianos que se preocupan, creen que Dios puede redimirlos, romper las cadenas de Satanás, llevarlos del infierno al cielo, colocarlos en Su reino y darles vida eterna. Pero no creen que les puede ayudar a sobrevivir los próximos días. Eso es ridículo, ¿no es cierto? Que podamos creer que Dios nos da un regalo grandioso y luego tropezar y no creer en Él por uno menor, revela una falta vergonzosa de fe.

 

El preocupado le asesta puños a Dios

Alguien puede decir, “¿Por qué hacer de la preocupación un gran asunto? Es un pecado trivial”. No, no lo es. Creo que una mayoría de enfermedades mentales y algunas enfermedades físicas están directamente relacionadas a la preocupación. Muchos casos de embriaguez y de adicción a las drogas son síntomas de la preocupación. Y a causa de la preocupación, muchos toman decisiones necias, cayendo en consecuencias dolorosas. La preocupación es devastadora. Pero aún más importante que lo que la preocupación le hace, es lo que le comunica a Dios preocupándose. Cuando usted se preocupa le está diciendo a Dios que no cree que pueda confiar en Él. La preocupación ataca a la persona y al carácter de Dios.

 

El preocupado no cree en la Escritura

Me rompe el corazón escuchar que algunos cristianos claman creer en la inerrancia de la Escritura; y después viven preocupados permanentemente. Si usted hace eso, está diciendo una cosa por un lado y otra cosa por el otro. Es incongruente decir cuánto cree en la Biblia y después preocuparse si Dios cumplirá lo que dice en Ella.

 

El preocupado es dominado por las circunstancias

Cuando se preocupa, está escogiendo ser dominado por sus circunstancias en vez de por la verdad de Dios. Los acontecimientos y las pruebas de la vida son mínimos en comparación a la grandeza de la salvación. Jesús quiere que se de cuenta que no puede creer que Dios puede salvarle del infierno eterno pero que no puede ayudarle en las cosas prácticas de la vida. El apóstol Pablo muestra un deseo similar en Efesios 1:18-19: “Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que Él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de Su fuerza”. Cuando vea que se está preocupando, acuda a la Escritura y permita que Dios abra sus ojos nuevamente.

 

El preocupado no confía en Dios

Cuando se preocupa, no está confiando en su Padre Celestial. Eso significa que no lo conoce muy bien. No se afane – hay un remedio efectivo: estudie la Palabra de Dios para descubrir quién es Él realmente y cómo ha suplido las necesidades de Su pueblo en el pasado. Eso le dará confianza para el futuro. Manténgase en la Palabra diariamente para que Dios esté en su mente. Si no, Satanás es capaz de entrar en ese vacío y tentarlo a preocuparse por algo. Permita que el camino de Dios registrado en las Escrituras y en su propia vida, le asegure que la preocupación no es necesaria debido la grandeza de Dios, no tiene sentido por las promesas de Dios, es inútil por su impotencia a hacer algo productivo y no tiene fe porque es una característica de los incrédulos.

 

La preocupación no es sabia por nuestro futuro

Jesús dijo, “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mat 6:34). Él decía, “No te preocupes por el futuro. Aunque tenga sus problemas, tienen una forma de resolverse en su propio tiempo. Enfréntalos a medida que vengan, porque no hay forma de solucionarlos antes de tiempo”. Proveer para el mañana es bueno, pero preocuparse por el mañana es pecado, porque Dios es el Dios del mañana así como es el Dios de hoy. Lamentaciones 3:23 dice que Sus misericordias son nuevas “cada mañana”. Él nos alimenta como lo hizo a los hijos de Israel – con el maná suficiente para ese día.

La preocupación lo paraliza, y no le permite hacer nada productivo. Buscará hacerlo llevando su mente hacia el mañana para que encuentre algo por lo cual preocuparse. Rehúse hacerlo. El Señor dice que tiene suficiente que tratar hoy. Aplique los recursos de hoy a las necesidades de hoy o perderá el gozo actual.

Dios le da el glorioso regalo de la vida hoy; viva en la luz y completo gozo presente, usando los recursos que Dios provee. No avance hacia el futuro ni deje el gozo del día por un anticipado mañana que tal vez no llegará. Hoy es todo lo que realmente tiene, pues Dios no permite a ninguno de nosotros vivir el mañana hasta que se convierta en hoy.

Entienda esto: Dios le da la fuerza un día a la vez. Él le da lo que necesita cuando lo necesita y no lo carga excesivamente. Probablemente, su peor temor sea pensar en cómo reaccionaría si falleciera un ser querido. Le aseguro que como pastor he estado con muchos cristianos que se encontraron en esa situación; y ésta es la actitud que más recuerdo: “¡Es tan extraordinario cómo Dios me sostuvo! Naturalmente extraño a mi ser querido, pero siento una fortaleza y confianza tan increíbles, y un contentamiento en mi corazón al saber que mi amado está con el Señor”. Dios nos da Su gracia en la hora en que la necesitamos.

Si nos preocupamos por el futuro hoy, empeoramos nuestro dolor sin tener la gracia para tratarlo. “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Eso significa que Él seguirá haciendo mañana lo mismo que hizo ayer. Si tiene alguna pregunta sobre el futuro, mire hacia el pasado. ¿Le sostuvo en ese entonces? No se preocupe – Él lo sostendrá en el futuro también.

 

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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