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Nadie se atrevería a argumentar que vivimos en un mundo de compromiso. De hecho, el compromiso es a menudo considerado como una virtud; es diplomático y razonable. Por otro lado, aquellos que se aferran a su integridad son vistos como duros, extremistas e insensibles al bien común. Usted puede entender por qué el mundo piensa de esa manera, pero ¿no deberían los cristianos ser diferentes?

Desafortunadamente, muchos creyentes se preocupan por lo que la gente va a pensar, decir o hacer si toman una posición sobre los principios divinos. Así que entonces, comprometen sus convicciones o las mantienen ocultas. Si usted es uno de esos cristianos pusilánimes, o si conoce a alguien que lo es, me gustaría animarle a tomar una lección de la vida de un hombre, un hombre con agallas.

La prueba de la integridad

Después de su primera invasión de Judá y el sitio a Jerusalén en el 606 AC, el rey Nabucodonosor tomó como rehenes a decenas de jóvenes judíos de clase (que estaban probablemente en su adolescencia) para ayudar a asegurar el éxito de sus planes a largo plazo para la dominación del mundo. Uno de esos jóvenes estaba especialmente destinado para la grandeza; y hoy su nombre es sinónimo de integridad y un espíritu inquebrantable. Su nombre es Daniel.

No fue el cautiverio que puso a prueba la integridad de Daniel, fue el privilegio. Cuando el rey ordenó a su oficial en jefe, Aspenaz, que eligiera de entre los israelitas, buscó a jóvenes con ciertas cualidades. No debían tener defecto, debían ser bien parecidos, "enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento" con capacidad de servir en la corte del rey (Daniel 1:4). Ellos iban a recibir instrucción privilegiada para posiciones privilegiadas.

El rey ordenó a Aspenaz "que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos", incluyendo las matemáticas, la astronomía, la historia natural, la agricultura y la arquitectura (Daniel 1:4). Debían comer la comida del rey y beber el vino del rey, y después de tres años, iban a tener una posición garantizada en el servicio personal del rey. Dudo que los otros exiliados se llevaran tan bien.

Ahora usted se preguntará: "privilegio, educación, buena comida y bebida, uno de los trabajos más buscados en el reino - ¿quién podría tener un problema con eso?" Daniel.

Daniel no contendió con la educación, el programa de entrenamiento y el futuro en la corte del rey. Ni siquiera se opuso cuando Aspenaz lo nombró Beltsasar, después de un dios caldeo. Daniel trazó el límite en donde lo hacía la Escritura - no comería la comida del rey, ni bebería la bebida del rey.

"Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía" (Daniel 1:8). Los bocados tentadores y vinos añejos - ventajas de servicio del rey - habían sido dedicados ritualmente a los falsos dioses de Babilonia. Lo que es más, comer alimentos preparados con los estándares babilónicos era probable que pusiera a los jóvenes exiliados en violación de las leyes de Dios acerca de los alimentos impuros (cp. Lev. 7:23-27; Lev. 11).

Daniel no quería participar en ninguna fiesta pagana, en lo más mínimo. Eso sería una forma de idolatría que provocaría la ira de un Dios celoso (Éxodo 20:4-5). Su decisión, aunque de inmediato se tratara de comida y vino, era en última instancia una decisión sobre a quién él adoraba.

Los resultados de la integridad

La decisión de Daniel constituye una parte fundamental de la integridad real y la vida sin concesiones: hay que poner los límites en donde la Escritura lo hace. Si la verdad de la Palabra de Dios se opone a la sabiduría del mundo en un determinado tema, debe alinearse con la Palabra de Dios.

Cuanto más usted lee y analiza la vida de Daniel, más claramente se hace patente su integridad. Su estilo de vida sin compromisos está en contraste agudo con la forma en que muchos creyentes viven sus convicciones. Muchos cristianos tienden a vacilar y ofrecen explicaciones ambiguas para abstenerse de ciertas actividades seculares. Pero esa no era la forma en la que Daniel aprovechó la oportunidad de expresar sus convicciones.

Audacia sin vergüenza

Si Daniel quería abstenerse de comer y beber lo que el rey proveía, podía haberlo hecho de muchas maneras. Podría haber tirado la comida cuando nadie miraba y haber sacado otros alimentos de la cocina sin que nadie lo viera; podría haber hecho arreglos con el personal de la cocina; podría haber comenzado un huerto en la parte trasera. Pero Daniel, después de haber tomado una decisión, optó por ser valiente. "Pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse" (Daniel 1:8). Era respetuoso, pero inflexible. Eso se llama coraje.

Protección sobrenatural

Daniel estaba en un país extranjero, en el mismo corazón del imperio que acababa de destruir su tierra natal. Y, sin embargo: "puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos" (Daniel 1:9). Él demostró la verdad de Proverbios 16:7: "Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, Aun a sus enemigos hace estar en paz con él." No ponga en peligro y pierda la protección de Dios. Manténgase firme en la obediencia a la Palabra de Dios y confíe en Él – Él cuidará de usted.

Persistencia sin obstáculos

En su osadía, Daniel no dudó en ir hasta lo más alto. Cuando Aspenaz temió perder su cabeza por permitir el menú especial, Daniel no se dejó intimidar. Apeló a un supervisor de menor rango que lo controlaba, supuestamente un hombre que no tendría tanto miedo de Nabucodonosor, ya que no dependía directamente del rey. Daniel mostró otro rasgo esencial de integridad: persistencia en hacer lo que es correcto.

Fe intachable

Cuando Daniel pidió permiso para hacer una dieta de agua y vegetales, demostró una fe inquebrantable en Dios. Él dijo: "Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días... Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey, y haz después con tus siervos según veas" (Dan. 1:12-13). Daniel hizo lo que era correcto, y confió en Dios por los resultados, sin importar cuáles fueran. En este caso, Dios hizo que Daniel se viera más saludable que el resto de los jóvenes (Daniel 1:15).

Si hubiera resultado que la apariencia de Daniel no pasaba el escrutinio del capataz, creo que él hubiera confiado en Dios sin vacilar, hubiera mantenido un estilo de vida sin compromisos y hubiera aceptado humildemente las consecuencias. También creo que todos los verdaderos cristianos mostrarán la misma fortaleza en medio de las pruebas.

Si usted ha caído en un modelo de compromiso, confiéselo como pecado al Señor. Arrepiéntanse y mire a Daniel como un ejemplo de integridad inquebrantable. A continuación, busque la ayuda del Señor para vivir como Él lo hizo. Debe establecer firmemente su corazón en temor del Señor como lo hizo Daniel; y solo en Él. Pídale prestado un poco de valentía a él; y usted vivirá su vida con integridad ante Dios.

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