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Estos extractos de los Salmos están pensados especialmente para atacar la ansiedad. Los mismos se expresan vivamente y ofrecen consuelo a los que tienen pensamientos y sentimientos de ansiedad, los cuales todos hemos experimentado alguna vez. Para sacar el máximo provecho de esta colección, tal vez deseéis examinarlos todos y poner una marca en los que se relacionan más particularmente con vuestro caso. Entonces sería conveniente que volvieseis a leer con cuidado aquellos que habéis marcado, tal vez en diferentes versiones de la Biblia. De éstos, seleccionad aquellos que os ayudan de forma más personal, y luego examinadlos nuevamente a la luz de todo el contexto. Para ayudaros en vuestro estudio profundamente, tened a mano un buen comentario sobre los Salmos.

Salmo 3: “Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; mi gloria, y el que levanta mi cabeza. Con mi voz clamé a Jehová, y él me respondió desde su monte santo. Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sostenía. No temeré…Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío” (vv. 3-7).

Salmo 4: “Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; ten misericordia de mí, y oye mi oración. Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clame. Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en Jehová. Muchos son los que dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro. Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundan en grano y en mosto. En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (vv. 1, 3-8).

Salmo 5: “Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi lamento. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré. Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti.  Pero alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; en ti se regocijen los que aman tu nombre. Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor” (vv. 1-4, 11,12)

Salmo 6: “Jehová, no me reprendas en tu enojo, no me castigues con tu ira. Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque desfallezco; sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen.  Mi alma también está muy turbada; y tú, Jehová, ¿hasta cuando me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas. Mis ojos están gastados de sufrir…Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi llanto. Jehová ha escuchado mi ruego; ha acogido Jehová mi oración” (vv. 1-3, 6-9).

Salmo 7: “Jehová, Dios mío, en ti he confiado; sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame…Mi escudo está en Dios, que salva a los rectos de corazón. Alabaré a Jehová conforme a su justicia, y cantaré al nombre de Jehová el Altísimo” (vv. 1, 10, 17).

Salmo 8: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos…Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y la estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre, para que cuides de él? Le has hecho un poco inferior a los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste bajo sus pies” (vv. 1, 3-6).

Salmo 9: “Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo. Porque has mantenido mi derecho y mi causa; te has sentado en el trono juzgando con justicia…pero Jehová permanecerá para siempre; ha dispuesto su trono para juicio. Él juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud. Jehová será ciudadela para el oprimido, lugar fuerte para el tiempo de angustia. En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no desamparas a los que te buscan” (vv. 1,2, 4, 7-10).

Salmo 10: ¿Por qué estás lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la tribulación?...Tú lo has visto; porque miras los trabajos y la vejación, para dar la recompensa con tu mano; a ti se acoge el desvalido; tú eres el amparo del huérfano” (vv. 1,14).

Salmo 11: “En Jehová he confiado; ¿cómo decís a mi alma que escape al monte cual ave? Si se socavan los fundamentos, ¿qué podrá hacer el justo? (vv. 1, 3)

Salmo 13: ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo tendré congojas en mi alma, aflicción en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí? Mira, respóndeme, oh Jehová, Dios mío; alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte…Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se alegrará en tu salvación. Cantaré a Jehová por el bien que me ha hecho” (vv. 1-3, 5, 6).

Salmo 16: “Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. Oh alma mía, dijiste a Jehová; tú eres mi Señor; no hay para mi bien fuera de ti. Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú garantizas mi suerte. Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia. A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré zarandeado. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente…Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (vv. 1, 2, 5, 7-9, 11).

Salmo 18: “Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio…Las olas de la muerte me envolvían, y torrentes de perversidad me atemorizaron…En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos…Desde el cielo alargó su mano y me agarró, me sacó de las profundas aguas… Me sacó a lugar espacioso; me libró, porque me amaba… Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas. Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros. En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová; escudo es a todos lo que en él esperan… Quien hace mis pies como de ciervas, y en las alturas me sostiene sea el Dios de mi salvación” (vv. 1, 2, 6, 16, 19, 28-30), 33, 46).

Salmo 19: “La ley de Jehová es perfecta, que reconforta el alma; el testimonio de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos… Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío” (vv. 7, 8, 14).

Salmo 22: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no respondes; y de noche, y no hay para mí reposo. Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel. En ti esperaron nuestros padres; esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y fueron librados; confiaron en ti,  no fueron avergonzados… Mas tú, Jehová, no te alejes; fortaleza mía, apresúrate a socorrerme. Libra de la espada mi alma, de las garras del perro mi vida… Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré. Los que teméis a Jehová, alabadle; glorificadle, descendencia toda de Jacob, y temedle vosotros, descendencia toda de Israel. Porque no menospreció ni desdeño la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le escuchó” (vv. 1-5, 19, 20, 22-24).

Salmo 23: “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque pase por valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento… Ciertamente la bondad y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días” (vv. 1-4, 6).

Salmo 25: “A ti, oh Jehová, levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado… Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido… Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día… De los pecados de mi juventud, y de mis transgresiones, no te acuerdes; conforme a tu misericordia acuérdate de mí, por tu bondad, oh Jehová… Mis ojos están siempre vueltos hacia Jehová. Porque él sacará mis pies de la red. Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido. Las angustias de mi corazón se han aumentado; sácame de mis congojas.  Mira mi aflicción y mis trabajos, y perdona todos mis pecados… Guarda mi alma, y líbrame; no sea yo avergonzado, porque en ti confié” (vv. 1-5, 7, 15-18, 20).

Salmo 27: “Espera en Jehová; ten valor y afianza tu corazón; sí, espera en Jehová” (v. 14).

Salmo 28: “A ti clamaré, oh Jehová. Roca mía, no te desentiendas de mí, para que no sea yo, dejándome tú, semejante al os que descienden al sepulcro… Bendito sea Jehová, que oyó la voz de mis ruegos. Jehová es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui socorrida, por lo que exulta de gozo mi corazón, y con mi cántico le alabaré” (vv. 1, 6, 7).

Salmo 30: “Te ensalzaré, oh Jehová, porque me has puesto a salvo…Jehová, Dios mío, a ti clamé, y me sanaste. Oh Jehová, hiciste subir mi alma de Seol; me hiciste revivir de entre los que descienden a la sepultura… Por la noche nos visita el llanto, pero a la mañana viene la alegría. En mi prosperidad dije yo: no seré jamás zarandeado, porque tú, Jehová, con tu favor me afianzaste como monte fuerte… Has cambiado mi lamento en una danza;  desataste mi sayal, y me ceñiste de alegría. A fin de que mi alma te cante y no esté callada. Jehová Dios mío, te alabaré por siempre” (vv. 1-3, 5-7, 11, 12).

Salmo 31: “En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundo jamás… Inclina a mí tu oído, líbrame pronto; sé tú mi roca fuerte, y mi ciudadela para salvarme… En tus manos encomiendo mi espíritu… Me gozaré y alegraré en tu misericordia, porque has visto mi aflicción; has conocido mi alma en angustias. Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mis entrañas. Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar… mas yo en ti confío, oh Jehová; digo: Tú eres mi Dios, En tu mano están mis tiempos… Esforzaos, todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón” (vv. 1, 2, 5, 7, 9, 10, 14, 15, 24).

Salmo 32: “Mientras callé, se consumieron mis huesos en mi gemir de todo el día. Porque de día y de noche pesaba sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de estío. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Por esto orará a ti todo santo en el tiempo… Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él. Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás” (vv. 3-7).

Salmo 34: “Busqué a Jehová, y él me escuchó, y me libró de todos mis temores. Los que miraron hacia él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados. Este pobre clamó, y le escuchó Jehová, y lo libró de todas sus angustias. El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende… Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias. Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová” (vv. 4-7, 17-19).

Salmo 37: “No te impacientes… Confía en Jehová, y haz el bien… Pon asimismo tu delicia en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él actuará. Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía. Guarda silencio ante Jehová, espera en él… Deja la ira, y depón el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo… mas el que sostiene a los justos es Jehová… Por Jehová son afianzados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano… Porque Jehová ama la rectitud, y no desampara a sus santos… La salvación de los justos viene de Jehová, y él es su refugio en el tiempo de la angustia” (vv. 1, 3-8, 17, 23, 24, 28, 39).

Salmo 38: “Estoy debilitado y molido en gran manera; gimo a causa de la conmoción de mi corazón. Señor, delante de ti están todos mis deseaos, y mi suspiro no te es oculto… Porque yo estoy a punto de caer, y mi dolor está delante de mí continuamente… No me desampares, oh Jehová; Dios mío, no te alejes de mí. Apresúrate a ayudarme. Oh Señor, salvación mía” (vv. 8, 9, 17, 18, 21, 22).

Salmo 40: “Pacientemente esperé en Jehová, se inclinó hacia mí, y escuchó mi clamor. Me extrajo del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; afianzó mis pies sobre una roca, y consolidó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, un himno de alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová” (vv. 1-3).

Salmo 42: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío. Dios mío, mi alma está abatida en mí; me acordaré, por tanto, de ti” (vv. 5, 6, ver también 42:11 y 43:5).

Salmo 46: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida… Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (vv. 1, 2, 10).

Salmo 48: “Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado… Que así es Dios, nuestro Dios eternamente y para siempre; Él es nuestro guía perpetuo” (vv. 1, 14).

Salmo 54: “Oh Dios, sálvame por tu nombre, y con tu poder defiéndeme. Oh Dios, escucha mi oración; atiende a las razones de mi boca… He aquí, Dios es el que me ayuda; el Señor está con los que sostienen mi vida… Porque me has librado de toda angustia, y mis ojos han visto la ruina de mis enemigos” (vv. 1, 2, 4, 7).

Salmo 55: “Escucha, oh Dios, mi oración, y no te retraigas a mi súplica. Atiéndeme, y respóndeme; clamo en mi oración, y me desasosiego… Mi corazón se estremece dentro de mí, y terrores de muerte sobre mí han caído. El temor y el temblor vinieron sobre mí, y el espanto me ha cubierto. Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto. Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad… En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará… Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo… Pero yo en ti confiaré” (vv. 4-8, 16, 22, 23).

Salmo 56: “En el día en que tengo miedo, yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; en Dios he confiado; no temeré… Porque has librado mi alma de la muerte, y mis pies de caída, para que ande delante de Dios en la luz de los que viven”. (vv. 3, 4, 13).

Salmo 57: “Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me apararé hasta que pasen los quebrantos. Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece… Pronto está mi corazón, oh Dios… Cantaré, y trovaré salmos… Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, y hasta las nubes tu verdad” 9vv. 1, 2, 7, 10).

Salmo 61: “Oye, oh Dios, mi clamor; a mi oración atiende. Desde el confín de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmaye. Llévame a la roca inaccesible para mí” (vv. 1,2).

Salmo 62: “Solamente en Dios descansa mi alma; de él viene mi salvación. Solamente él es mi roca y mi salvación; es mi refugio, no resbalaré mucho” (vv. 1, 2).

Salmo 63: “Oh Dios, mi Dios eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, cual tierra seca y árida donde no hay aguas… Cuando me acuerdo de ti en mi lecho, cuando medito en ti en las vigilias de la noche. Porque has sido mi socorro, y así en la sombra da tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me sostiene” (vv. 1,2, 6-8).

Salmo 68: “Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación. Dios, nuestro Dios ha de salvarnos, y de Jehová el Señor es el librar de la muerte” (vv. 19, 20).

Salmo 69: “Sálvame, oh Dios, porque las aguas me llegan hasta el cuello. Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; he venido al fondo de las aguas, y me arrastra la corriente. Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios… Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son ocultos. No sean avergonzados por causa mía los que en ti confían, oh Señor Jehová de los ejércitos; no sean confundidos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel… Pero yo a ti oraba, oh Jehová, al tiempo de tu buena voluntad; oh Dios, por la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación, escúchame. Sácame del lodo, y no sea yo sumergido; sea yo libertado de los que me aborrecen, y de lo profundo de las aguas… Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia; mírame conforme a tu gran compasión. No escondas de tu servo tu rostro, porque estoy angustiado; apresúrate, óyeme. El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; y consoladores, y ninguno hallé… Mas en cuanto a mí, afligido y miserable, tu salvación, oh Dios, me ponga en alto. Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo ensalzaré con himnos de alabanza… Porque Jehová oye a los menesterosos, y no menosprecia a sus cautivos” (vv. 1-3, 5, 6, 13, 14, 16, 17, 20, 29, 30, 33).

Salmo 71: “En ti, oh Jehová, me he refugiado; no sea yo avergonzado jamás. Socórreme y líbrame en tu justicia; inclina tu oído y sálvame. Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza… Yo, en cambio, esperaré siempre, y te alabaré más y más. Mi boca publicará tu justicia y tus hechos de salvación todo el día… Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, hasta que anuncie tu poder a la posteridad, y tu potencia a todos los que han de venir… Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males, volverás a darme vida, y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra. Aumentarás mi grandeza, y volverás a consolarme” (vv. 1-3, 14, 15, 18, 20, 21).

Salmo 73: “Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón, sentía punzadas. Tan torpe era yo, que no entendía; era como una bestia delante de ti. Con todo, yo siempre estoy contigo; me tomaste de la mano derecha.  Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Estando contigo, nada me deleita ya en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre” (vv. 21-26).

Salmo 77: “Con mi voz clamé a dios, a Dios clamé, y él me escuchará. Al Señor busqué en el día de mi angustia; alzaba a él mis manos de noche, sin descanso; mi alma rehusaba consuelo… No me dejabas pegar los ojos; estaba yo quebrantado, y no hablaba. Consideraba los días desde el principio, los años de los tiempos pasados… y mi espíritu inquiría: ¿Desechará el Señor para siempre, y no volverá más a sernos propicio?... ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? Me acordaré de las obras de JAH; sí, haré memoria de tus antiguos portentos. Meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hazañas. Oh Dios, santo es tu camino; ¿qué dios es grande como nuestro Dios? Con tu brazo redimiste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José (vv. 1,2, 4-6, 9, 11-13, 15).

Salmo 84: “Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus camino… Irán de fortaleza en fortaleza; verán a Dios en Sión… Porque sol y escudo es Jehová Dios: Gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad. Jehová de los ejércitos, dichoso el hombre que en ti confía” (vv. 5, 7, 11, 12).

Salmo 86: “Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame. Porque estoy afligido y menesteroso> Guarda mi alma, porque soy piadoso; salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía. Ten misericordia de mí, oh Jehová; porque a ti clamo todo el día. Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, oh Señor, levanto mi alma” (vv. 1-4).

Salmo 89: “Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; nadará, oh Jehová, a la luz de tu rostro. En tu nombre se alegrará todo el día, y en tu justicia será enaltecido. Porque tú eres el esplendor de su potencia, y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder” (vv. 15-17).

Salmo 90: “Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. De mañana sácianos de tu misericordia, y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días. Alégranos a la medida de los días en que nos afligiste, y de los años en que vimos el mal. Descienda el favor del Señor, nuestro Dios, sobre nosotros, y ordena en nosotros la obra de nuestra manos” (vv. 13-15, 17).

Salmo 91: “El que habita al abrigo del Altísimo y mora bajo la sombra del Omnipotente, dice a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío, mi Dios, en quien confío… Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación” (vv. 1, 2, 14, 15).

Salmo 94: “Cuando yo digo: Mi pie resbala, tu misericordia, oh Jehová, me sustenta. En la multitud de mis preocupaciones dentro de mí, tus consolaciones alegran mi alma… Mas Jehová me ha sido por baluarte, y mi Dios por roca de mi refugio” (vv. 18, 19, 22).

Salmo 100: “Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones” (vv. 2, 5).

Salmo 102: “Jehová, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor. No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído; apresúrate a responderme el día en que te invoque… Mi corazón está marchito como la hierba cortada, y me olvido de comer mi pan. Por la voz de mis gemidos mis huesos se han pegado a mi piel… Me desvelo y gimo como el pájaro solitario sobre el tejado… A causa de tu enojo y de tu ira; pues me alzaste en vilo y me has arrojado… Habrá considerado la oración de los desvalidos, y no habrá desechado el ruego de ellos” (vv. 1,2, 4, 5, 7, 10, 17).

Salmo 103: “Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia. No recrimina para siempre, ni para siempre guarda el enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen… Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo” (vv. 8-11, 13, 14).

Salmo 107: “Yacían en tinieblas y sombra de muerte, aprisionados en aflicción y en hierros, por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová…Luego que clamaron a jehová en su angustias, los libró de sus aflicciones… Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión y a causa de sus maldades… y llegaron hasta las puertas de la muerte. Pero clamaron a Jehová en sus angustias, y los libró de su ruina. Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres… Más él levanta de la miseria al pobre. Y hace multiplicar las familias como rebaños de ovejas. Véanlo los rectos y alégrense, y todos los malos cierren su boca” (vv. 10, 11, 13, 17-21, 41, 43).

Salmo 112: “Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera… Por lo cual no será zarandeado jamás; en memoria eterna será el justo. No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en Jehová. Seguro está su corazón; no temerá” (vv. 1, 6-8).

Salmo 116: “Amo a Jehová, pues ha escuchado la voz de mis súplicas;  porque ha inclinado a mí su oído cuantas veces le he invocado en mi vida. Me rodearon ligaduras de muerte, me alcanzaron las angustias del Seol; en angustia y dolor me encontraba yo… Jehová guarda a los sencillos; estaba yo postrado, y me salvó. Recobra, oh alma mí, tu calma, porque Jehová te ha procurado bienes. Pues tú has librado mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, y mis pies de resbalar. Andaré delante de Jehová en la tierra de los vivientes” (vv. 1-3, 6-9).

Salmo 118: “En mi angustia invoqué a JAH, y me respondió JAH poniéndome en lugar espacioso. Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre… Me empujaste con violencia para que cayese, pero me ayudó Jehová. Mi fortaleza y mi cántico es JAH, y él me ha sido por salvación… No moriré, sino que viviré, y contaré las obras de JAH. Me castigó gravemente JAH, mas no me entregó a la muerte” (vv. 5, 6, 8, 13, 14, 17, 18).

Salmo 119: “Abatida hasta el polvo está mi alma; reanímame según tu palabra…Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra… Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado… Antes que fuera yo humillado, andaba descarriado; mas ahora guardo tu palabra. Bueno eres tú, y bienhechor; enséñame tus estatutos… Ha sido un bien para mí el haber sido humillado, para que aprendiera tus estatus… Desfallece mi alma por tu salvación, y espero en tu palabra. Desfallecen mis ojos por tu palabra, mientras digo: ¿Cuándo me consolarás? Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya habría perecido en mi desdicha… Afligido estoy en gran manera; hazme vivir, oh Jehová, conforme a tu palabra… Aflicción y angustia se han apoderado de mí, mas tus mandamientos son mis delicias… Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo” (vv. 25, 28, 50, 67, 71, 81, 82, 92, 107, 143, 165).

Salmo 120: “A Jehová clamé estando en angustia, y él me respondió” (v. 1).

Salmo 121: “Alzo mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová,  que hizo los cielos y la tierra… No dejará que tu pie titubee. Ni se dormirá el que te guarda… Jehová es tu guardián; Jehová es tu sombra a tu mano derecha… Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre” 9vv. 1, 2, 3, 5, 7, 8).

Salmo 123: “He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores… así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios, hasta que tenga misericordia de nosotros” (v. 2).

Salmo 126: “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas” (v. 6).

Salmo 130: “Desde lo profundo, oh Jehová, a ti clamo. Señor, escucha mi voz; estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica. JAH, si miras a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse en pie? Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado. Espero yo en Jehová,  espera mi alma; pendiente estoy de su palabra” (v. 1-5).

Salmo 131: “Jehová, no está envanecido mi corazón, no mis ojos son altivos; no ando tras grandezas, ni tras cosas demasiado sublimes para mí. Sino que me he calmado y he acallado mi alma  como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma. Espera, oh Israel, en Jehová, desde ahora y para siempre” (vv. 1-3).

Salmo 138: “El día en que te invoqué, me respondiste; fortaleciste el vigor en mi alma… Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo lo trata a distancia. Cuando camino yo en medio de la angustia, tú me vivificas… y me salva tu diestra. Jehová completará sus designios sobre mí; tu misericordia, oh Jehová, es para siempre” (vv. 3, 6-8).

Salmo 139: “Oh Jehová, tú me has escrutado y me conoces. Percibes desde lejos mis pensamientos. Escudriñas mi andar y mi reposo, y todos mis camino te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, te la sabes toda… ¿Adónde me iré lejos de tu espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia?... Si tomara las alas del alba y emigrara hasta el confín del mar, aun allí me alcanzaría tu mano, y me agarraría tu diestra… Porque tú formaste mis entrañas; tú me tejiste en el vientre de mi madre. Te alabo, porque formidables, prodigiosas son tus obras; prodigio soy yo mismo, y mi alma lo sabe muy bien… Mi embrión lo veían tus ojos, mis días estaban previstos, escritos todos en tu libro, sin faltar uno… Escudríñeme, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos;  y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (vv. 1-4, 7, 9, 10, 13, 14, 16, 23, 24).

Salmo 142: “Con mi voz clamo a Jehová; con mi voz suplico a Jehová misericordia. Delante de él expongo mi queja; delante de él manifiesto mi angustia. Cuando mi espíritu desfallece dentro de mí,  tú conoces mi senda” (vv. 1-3).

Salmo 143: “Y mi espíritu se angustia dentro de mí; está desolado mi corazón. Recuerdo los días de antaño; medito en todas tus obras; reflexiono sobre las obras de tus manos. Extiendo mis manos hacia ti. Mi alma hacia ti como la tierra sedienta… Hazme sentir por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde debo andar, porque hacia ti elevo mi alma. Líbrame de mis enemigos, oh Jehová; en ti me refugio. Enséñame a hacer tu voluntad, porque tu eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe por terreno llano” (vv. 4-6, 8-10).

Salmo 145: “Sostiene Jehová a todos los que caen, y endereza a todos los que ya se encorvan. Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su comida a su tiempo… Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras” (vv. 14, 15, 18).

Salmo 146: “Alaba, oh alma mía, a Jehová. Alabaré a Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva” (vv. 1, 2).

Salmo 147: “Alabad a JAH, porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; porque él es benigno, y conviene tributarle una alabanza armoniosa… El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas… Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito. Jehová levanta a los humildes, y humilla a los impíos hasta la tierra… Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia” (vv. 1, 3, 5, 6, 11).

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Extraído del libro, Venza la ansiedad escrito por el Pastor John MacArthur y publicado por Editorial Mundo Hispano.
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