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En esta noche, queremos continuar con nuestro estudio del tema de los dones del Espíritu. Vamos a estar considerando varios pasajes seleccionados de las Escrituras.

En primer lugar, en esta noche vamos a tomar un paso más hacia adelante y vamos a hablar de la definición de los dones espirituales específicos. Cristo se reveló a sí mismo primero en un cuerpo humano, a través del cual fueron manifiestos todos Sus atributos. Y Él tiene un nuevo cuerpo el día de hoy debido a que Su cuerpo humano ya está en la gloria. Su nuevo cuerpo es la Iglesia, un cuerpo espiritual.

Aquellos de nosotros que conocemos al Señor Jesucristo somos ese cuerpo. Y todo cristiano es un miembro vital del cuerpo. Y así como los miembros de un cuerpo humano deben funcionar juntos y de manera total para que esté saludable, así también debemos funcionar en interdependencia unos hacia otros para ser un cuerpo unido.

Ahora, Dios ha establecido un plan para el funcionamiento apropiado del cuerpo. Y el plan es este: todo creyente tiene ciertos dones de gracia, charismata, ciertos dones espirituales. Y estos dones que el Espíritu Santo le da a un creyente y después, ministra a través de este don al resto del cuerpo, de tal manera que sus dones no son tanto para usted, como lo son para otros miembros del cuerpo de Cristo.

Entonces, a través de estos dones, el Espíritu Santo ministra a los otros miembros del cuerpo y esta red de ministerio mutuo interno fortalece a toda parte del cuerpo y permite que el cuerpo entero crezca en fortaleza y salud.

Ahora, la semana pasada vimos algunos de los principios básicos acerca de este plan divino. Permítame simplemente leérselos y hacer un breve comentario.

Principio número uno, los dones espirituales son importantes y esenciales para la salud del cuerpo. Pablo dijo en 1 Corintios 12:1: “porque no quiero hermanos que ignoréis acerca de los dones espirituales.” Y esa frase es una frase que utiliza sólo cuatro veces más. El Espíritu Santo utiliza sólo cuatro veces más en el Nuevo Testamento y cada vez que lo usa, lidia con uno de los aspectos cardinales de la salvación, de tal manera que en términos de importancia, los dones espirituales, el concepto de los dones espirituales está al mismo nivel de las doctrinas de la salvación básica porque es importante que nosotros entendamos esto. Es un asunto de vida o muerte en términos de la salud del cuerpo de Cristo.

Muy bien, en segundo lugar, el Espíritu Santo es la fuente de estos dones. No son buscados. Usted no puede buscarlos. Principio número dos, el Espíritu Santo es la fuente de estos dones.

Principio número tres, todavía estamos repasando. Si usted no estuvo aquí la semana pasada, los sermones están disponibles para que usted los escuche. Principio número tres, los dones no son capacidades naturales. Son manifestaciones del poder del Espíritu soberanamente concedidos a través de capacitación divina.

Y como dije la semana pasada, el Espíritu Santo puede escoger a un hombre en el área de su capacidad natural y dotarlo en esa área, pero puede no hacerlo. Algunas veces, son utilizadas nuestras aptitudes naturales. Algunas veces, no. Y el punto es que el Espíritu Santo da estos dones de manera soberana.

Principio número cuatro, no existe jerarquía en los dones. Todos los dones son iguales en importancia, iguales en necesidad e iguales en honra.

Principio número cinco, los dones no son señal o garantía de espiritualidad. Algunas personas tienen la idea de que si usted tiene cierto don, usted automáticamente es espiritual. Eso no es bíblico. Todos los creyentes los poseen, inclusive los carnales. Y el don puede ser falsificado u operado en la energía de la carne. Tener un don en particular no es garantía en absoluto de que usted sea espiritual.

Tampoco es garantía de que usted siempre está en lo correcto. Vimos como en 1 Corintios 14 inclusive dice que aquellos que eran profetas tenían que reunirse y tenían que oír la palabra de dos o tres de ellos antes de que pudieran llegar a una decisión.

Sólo porque usted tenga un don no quiere decir que usted siempre está en lo correcto. Los dones pueden ser utilizados de manera incorrecta. El ejemplo 4 vivo de esto fue el problema de los corintios. Estaban en medio de usar mal los dones. Entonces, vemos que la posesión de un don no garantiza espiritualidad o infalibilidad por parte del que lo ejerce.

Principio número seis, cuando los dones son utilizados de manera apropiada en el Espíritu, tienen la promesa de la energía divina. Cuando usted realmente opera su don dado por el Espíritu en la energía del Espíritu, usted descubre que hay poder como resultado de ello. No obstante, cuando es utilizado de manera equivocada, 1 Corintios 14:33, le va a mostrar lo que sucedió. Cuando usted ejerce su don de manera equivocada dice: “porque Dios no es autor de confusión sino de paz, como en todas las Iglesia de los santos.”

En otras palabras, cuando usted usa mal su don o lo usa en la carne, no promueve unidad, sino que trae confusión. Y entonces los dones, cuando son utilizados de manera correcta en el Espíritu, son la promesa de la energía divina. Esa es la razón por la que Pedro dice en 1 Pedro capítulo 4, versículo 10: “si vas a hablar y tienes el don, hazlo de una manera piadosa. Si hablas, habla según las palabras de Dios. Si ministras, hazlo lo según la capacidad que Dios da.” En otras palabras, usa tu don en la energía del Espíritu.

Principio número siete, cuando los dones usados, el cuerpo se beneficia. El cuerpo de Cristo debe ser el que es beneficiado, edificado y resulta en testimonio. La única manera en la que jamás seremos saludables y seremos edificados es si nos beneficiamos juntos. Y la manera en la que nos beneficiamos juntos es en el ejercicio de los dones. Tanto el que ejerce su don se beneficia como también el resto del cuerpo a quien el don es ministrado. Conforme yo le ministro a usted, usted es edificado, y usted me ministra, yo soy edificado.

Principio número ocho, los dones del Espíritu son distintos del fruto del Espíritu. Ahora, no entramos en esto la semana pasada. En Gálatas 5:22 y 23, tenemos un catálogo importante del fruto del Espíritu. Y dice lo siguiente: “porque el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.”

Ahora, el fruto del Espíritu son atributos que todo cristiano que anda en el Espíritu posee. El fruto del Espíritu son características, dones del Espíritu, son servicios. Esa es la distinción. Todo creyente andando en el Espíritu tiene amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; todo eso. Esas son características de un creyente que anda en el Espíritu. Los dones son el servicio de ese creyente. Y mientras que usted está sirviendo, esos dones también deben ser manifiestos.

Principio número nueve, usted puede tener un don y no estar usándolo en una gran manifestación teológica. La mayoría de los cristianos está en esa situación. Y esa es la razón por la que Pablo, hablándole de Timoteo, es un ejemplo cuando él le dice ‘aviva el don que está en ti’, puedes tener el don pero no utilizarlo.

Principio número 10, los dones de gracia espiritual vienen en combinaciones. Yo creo que los cristianos tienen más dones de los que creen que tienen. Veo al apóstol Pablo y no puedo poner el dedo en el don que él no tenía realmente. Usted ve ahí a Pablo escribiéndole a Timoteo, quien en un sentido es una luz menor en términos de popularidad que Pablo y en 2 Timoteo, capítulo 4, Pablo dice: “te mando delante de Dios y el Señor Jesucristo que juzgará a los vivos y a los muertos en Su manifestación y en Su reino, a que prediques la palabra.” Y él obviamente tenía el don de profecía, “a tiempo y fuera de tiempo, redarguye, reprende, exhorta,” él tenía el don de exhortación, “con toda paciencia y doctrina,” él también tenía el don de la enseñanza, “porque vendrá el tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme sus propias concupiscencias.” Y ahora, versículo 5: “sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista.” Él también tenía la capacidad de ser evangelista. “Cumple tu ministerio.”

Entonces, evidentemente Timoteo tenía una combinación de muchas cosas. Y eso es simplemente una ilustración. Ahí usted tiene 10 principios básicos acerca de los dones espirituales. Voy a dejarlo ahí y voy a dejar que usted busque esos versículos; y dejar que el Espíritu de Dios sea su maestro.

Ahora, queremos ver los dones de manera específica y quiero disculparme en este punto si usted no estuvo con nosotros en el pasado. Queremos cubrir mucho material. Y debido a esto, nos estamos saltando un repaso extenso. Y si usted quiere alcanzarnos, como le dije, tenemos esos sermones disponibles los cuales puede comprar o escuchar para ver los mensajes que llevan a este.

Y este es realmente un sermón técnico más bien desde ciertos ángulos. Muy bien, ahora llegamos a los dones espirituales. Y vamos a ver a estos dones de manera específica en esta noche y ver cómo es cada uno de ellos para que usted pueda entender cuáles son sus dones, para que pueda operar sus dones en la energía del Espíritu para que el cuerpo pueda ser saludable y para que nuestro testimonio pueda ser eficaz.

Ahora, hay dos tipos de dones espirituales, dones permanentes de edificación y dones temporales de señales de confirmación. Son dos tipos de dones, dones permanentes de edificación y dones temporales de confirmación de señales.

En primer lugar, están los dones permanentes los cuales edifican al cuerpo. Son los dones que no cesan, que comenzaron en la primera Iglesia y todavía están vigentes en la actualidad. El primero es el don de profecía. Ahora, en 1 Corintios capítulo 12, versículo 10 dice: “A otro,” ahí en la mitad del versículo, “profecía.” Ése fue uno de los dones espirituales. En Romanos, capítulo 12, no trate de seguirme en esto, se lo voy a leer. Romanos 12, versículo 6 dice: “teniendo entonces dones diferentes de acuerdo con la gracia que nos es dada sea profecía, úsese en profecía.”

Uno de los dones y el primero en la lista, el primer don permanente fue el don de profecía. Eso significa predicar. No significa predecir el futuro. No significa leer la bola de cristal. Es el don de predicación. Quiere decir proclamar. Eso es exactamente lo que significa, proclamar, declarar. Es el don de predicación.

Ahora, aquí viene algo muy importante y vamos a estar aquí metiendo algunas cosas que van a ayudarnos al final para entender todo esto. Y quiero que lo entienda. Esto es crítico para comprender. Un tema de interpretación. Hay un don llamado el don de profecía y el ministerio llamado un profeta. El don de profecía y el hombre que es un profeta son dos cosas diferentes.

Quiero que usted entienda esto, que me siga por un minuto. El don de la profecía no debe ser confundido con el oficio o la responsabilidad de un profeta. Y le voy a explicar lo que quiero decir. Primera de Corintios 12:28 nos enseña la diferencia. En el versículo 10 del capítulo 12 nos dice que la profecía es un don. En el versículo 28 dice: “y Dios puso a algunos en la Iglesia.” ¿Algunos qué? ¿Algunos apóstoles? “Algunos profetas, algunos maestros.” Ahora ése no es un don, ése es un hombre. ¿Se da cuenta?

En el versículo 10, usted tiene el don de profecía o predicación, en el versículo 28 y usted tiene el oficio o responsabilidad de un profeta; y son diferentes. Y a menos de que usted entienda esto, usted no va a entender la naturaleza de este don espiritual en particular. Observe ahora en el versículo 28 de 1 Corintios 12, nos dice ahí que a unos puso Dios. No es que Dios dio un don de gracia, lo cual, aquí cuando dice puso Dios, ethatah, significa Dios estableció. Dice Dios estableció, Dios puso. Y después, ahí no se refiere a dones, se refiere a hombres.

Ahora, ahí a la mitad del versículo 28 dice, y esto es muy importante, después de los maestros, dice “luego los que hacen milagros, después, los que sanan, los que ayudan.” En otras palabras, aquí se hace una diferenciación de los dones mediante la pequeña frase ‘luego’ o después. Dios estableció a ciertos hombres en la Iglesia y encima de eso, Dios dio ser ciertos dones. ¿Ve lo que estoy diciendo? El don de profecía es distinto del oficio o responsabilidad de un profeta. Y no estoy hablando de un profeta del Antiguo Testamento. Estoy hablando de un profeta en la Iglesia, un profeta en la primera Iglesia.

Ahora, quiero mostrarle otro versículo, Efesios 4:11, muy importante. Y aquí, usted tiene lo mismo. Estos no son dones en Efesios 4:11, estos son hombres. Podría expresarlo de esta manera. No son dones, son hombres dotados. Versículo 11, “y Él mismo constituyó a algunos,” note, no dones, no, “a algunos hombres apóstoles, a algunos hombres profetas, a algunos hombres, evangelistas, a algunos, más pastores y maestros.” Ahora, esos no son dones espirituales, son hombres dotados dados a la Iglesia.

Versículo 12: “A fin de perfeccionar a los santos, ¿se da cuenta? Nosotros necesitamos liderazgo en la Iglesia, ¿no es cierto? Y entonces, Dios no ha dado sólo a todo miembro del cuerpo de Cristo ciertos dones, sino que Él le ha dado a la Iglesia en total a ciertos hombres dotados. Y un profeta y el don de profecía, entonces, son distintos.

Ahora, permítame añadir esto, que un profeta, los profetas del Nuevo Testamento, los primeros profetas pertenecían a un llamado especial, escuche esto, para una época especial en la historia. Ellos pertenecen a la Iglesia del primer siglo, a la época apostólica. No hay profetas en la actualidad, así como lo hay apóstoles en la actualidad. No existe ninguno de ellos en la actualidad.

Sin duda alguna, tuvieron como uno de sus dones, el don de profecía, ¿verdad? Si eran profetas, sin duda alguna tenían este don. Pero eran un grupo especial para los primeros años de la Iglesia y ya cesaron de existir. Aunque los profetas han cesado, le voy a mostrar a usted en un momento por qué el don de profecía o predicación todavía continúa, ¿no es cierto? Espero que sí.

El don, todavía existe. El oficio o función de profeta ha cesado. Y la palabra griega como dije, para profecía, simplemente significa proclamar o un predicador. Y esa es la razón por la que en 1 Corintios 14:1 dice “seguid el don y procurad los dones espirituales,” de nuevo la expresión de su servicio, plural, “pero sobretodo que profeticéis o que prediquéis.” Cada vez que usted ve esa palabra, usted puede pronunciarla predicar.

Versículo 3: “Pero el que predica habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.” Aquí la compara con lenguas en el versículo 4. “El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia.” En otras palabras, la predicación era algo dominante.

Y usted sabe, hay una especie de corriente en la actualidad en donde la gente está menospreciando la predicación y simplemente, quiere reunirse en estos pequeños grupos y simplemente, usted sabe, nadie quiere ser el predicador y nadie quiere exaltarse supuestamente a sí mismo y eso es lo que usted tiene que hacer y si usted es predicador y en cierta manera, menosprecian la predicación. Pero la predicación todavía es un don del Espíritu y como tal, debe ser buscada en el ministerio y en la reunión de la Iglesia. Él dice: “busquen como cuerpo profetizar o predicar.” Ningún servicio del cuerpo estaría completo sin una declaración de la verdad de Dios.

La predicación de la cruz todavía es central en la reunión de la Iglesia. Y entonces, hay varios intentos para menospreciarla. Algunas iglesias tienen una predicación a la semana, el domingo por la mañana; y eso es todo. Bueno, eso no es colocar a la profecía en el lugar exaltado que pertenece la predicación. Es el don más grande desde el punto de vista de importancia porque edifica y construye al cuerpo.

Ahora, ¿cuál era el estándar de medida para la verdadera predicación? Versículo 37 del capítulo 14, éste es el estándar para la verdadera predicación, “si alguno se cree profeta,” en otras palabras, y esto de nuevo, si un individuo en la primera Iglesia pensaba que tenía el don de profeta, “o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor.”

¿Sabe cuál era el estándar para un profeta? Si sus palabras encajaban con las palabras de Jesucristo. Ése era el estándar. Ahora ya no hay más profetas, amigos míos, ¿pero sabe usted que el don de predicación es ejercido bajo el mismo estándar? ¿Cuál es el estándar conforme predicamos? Pedro lo dijo: “el que hable, hable conforme a las palabras de Dios.” Nuestro estándar para la predicación es el mismo. Es el mismo estándar para la predicación, no es la revista Time, Newsweek o la política. No es la filosofía de alguien o la evaluación de un libro de alguien. Es la palabra de Dios. Ésa es nuestra medida para la predicación.

Y Pablo sabía esto en 1 Corintios capítulo 2, una gran sección que habla de esto. “De manera hermanos, cuando vine a vosotros no vine con palabras persuasivas y humana sabiduría declarándoles el testimonio de Dios porque determiné no saber nada entre vosotros excepto a Jesucristo y a Él crucificado.” Usted dice que ahí hay un hombre ignorante. No, ese no es un hombre ignorante.

Versículo 3: “y estuve entre vosotros en mucha debilidad y temor y temblor y mi palabra y predicación no fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder.” Si yo puedo reclamar un versículo que me gustaría ver en mi propia vida, sería ese. “Para que vuestra fe no descanse en la sabiduría de los hombres.”

¿Ha conocido alguna vez a alguien cuya fe depende de la sabiduría de los hombres? Hombre, son vulnerables, sino en el poder de Dios. No obstante, hablamos sabiduría entre aquellos que son perfectos; sin embargo no sabiduría de esta época ni de este mundo ni de los príncipes de este mundo que no llegan a nada; sino que hablamos la sabiduría de Dios en misterio aún una sabiduría escondida que Dios ordenó desde antes del mundo, desde antes de las edades, para nuestra gloria, la cual ninguno de los príncipes de este mundo conoció porque si lo hubieran conocido, no habrían crucificado al Señor de la gloria.

El apóstol Pablo dice: “nuestro mensaje es claro.” Versículo 13 del mismo capítulo, “las cuales también hablamos no con las palabras que la sabiduría de los hombres enseñan, sino con las que el Espíritu Santo enseña comparando cosas espirituales con cosas espirituales.” El oficio de profeta ha cesado. Ha cesado con la Iglesia apostólica. El don de profecía continúa, y el estándar son las palabras de Cristo y la palabra de Dios. Ése es el estándar.

Y es interesante, creo que el verdadero predicador proclama la palabra en la energía del Espíritu. Ése es el verdadero predicador. Hay muchos falsos. Lo que también es interesante es el hecho de que la primera Iglesia, esto parece ser que el don estaba distribuido de manera amplia. Y simplemente, tener el don de predicación no necesariamente significa que tienes que ejercerlo en un sermón formal. En absoluto. El don de predicación podría ser a los niños. Podría ser a los jóvenes. Podría ser enseñar en una clase de adultos. Podría ser dos o tres o diez mil o lo que sea. El don de predicación es dado por el Espíritu, es una capacidad activada por el Espíritu para proclamar las verdades de Jesucristo en la la energía del Espíritu de Dios con resultados. Y no tiene que ser ponerse de pie en un púlpito. Puede ser en un grupo pequeño de cualquier edad.

Ahora, algunos de ustedes tienen el don de predicación. Quizás no se puede poner de pie aquí y predicar un sermón, pero tiene el don de predicación. Pueden declarar su fe a alguien en la energía del Espíritu con resultados dados por Dios. Y puede estar sentándose y estar diciendo ‘bueno, me pongo tan nervioso’. Le estoy tratando de decir, la semana pasada, no importa cuáles son, como le dije la semana pasada, cuáles son sus capacidades naturales o su falta de capacidad. Si usted tiene el don dado por el Espíritu de predicación y descubre que la Palabra de Dios viene a través de usted con poder y penetra en los corazones de la gente, no importa qué tan grande o pequeño sea el grupo, ese es el don de predicación.

Ahora, permítame añadir un pensamiento. Aún este es un don especial, y voy a añadir este pensamiento cada vez que vayamos analizando cada uno de estos dones, aunque es de hecho un don especial dado a algunos y sólo a algunos, todos los cristianos deben ser predicadores hasta cierto punto, ¿no es cierto? “Me seréis testigos todos vosotros.” Entonces, algunos tienen un don especial y sobresalen un poco, pero todos nosotros debemos ser predicadores hasta cierto punto, ¿muy bien?

Don número dos: el don de enseñanza. Romanos capítulo 12, versículo 7, no lo busque. Simplemente les leo estos versículos iniciales. “El que enseña en la enseñanza.” Otro don del Espíritu es el don de la enseñanza. Nuevamente, este don es distinto del maestro. Hay un don de enseñanza y también hay un maestro. Regrese a 1 Corintios 12:28 nuevamente. “Y a unos puso Dios en la Iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas y lo tercero, “maestros.”

Efesios capítulo 4, versículo 11 dice de nuevo lo mismo, apóstoles, profetas, evangelistas, pastor maestro. De nuevo amigos míos, ahí hay una distinción entre el don de enseñanza y el oficio o posición de ser un maestro. Usted dice ‘bueno, espera un momento. ¿El oficio de enseñanza terminó?’ No, no terminó. La posición de enseñanza todavía existe. Todavía continúa. Las únicas dos funciones, Dios ha establecido maestros, ¿no es cierto? Y ha establecido maestros pastores y estableció evangelistas. Los únicos dos que ya no tiene y que terminaron con la era apostólica son los apóstoles y los profetas.

Usted pregunta: ‘bueno, MacArthur ¿quién le da la libertad de hacer eso? ¿Cómo sabes que estas dos ya no existen?’ Muy simple, está en Efesios capítulo 2 y capítulo 3. Efesios 2:20, ahora él está hablando de la Iglesia, cómo fue edificada. ¿Está listo? Efesios 2:20 y él está hablando de todos los judíos y gentiles volviéndose uno en la Iglesia. Y dice en el versículo 20, “todo esto está edificado sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas.”

Ahora, pase al capítulo 3, versículo 5: “lo cual en otras épocas no había sido dado a conocer a los hijos de los hombres como ahora es revelado a nosotros por Sus santos apóstoles y profetas.” Ahora, los apóstoles y los profetas fueron el fundamento de la Iglesia. El doctor a Ironside dijo, y cito: “por favor, amigos, no coloquen el fundamento en el siglo XX.” El fundamento pertenece al principio. Y la Iglesia comenzó sobre un cimiento de apóstoles y profetas. Y después, pasó de ahí y continúa ministrando; y los ministerios que continúan pertenecen a maestros, pastores y evangelistas. Esos son los tres ministerios que existen que siguieron a los ministerios de fundación de apóstoles y profetas.

Y entonces, de nuevo vemos la misma dicotomía. Una cosa es tener el don de enseñanza y otra cosa es ser un maestro establecido. Los maestros fueron establecidos en la primera Iglesia y se les dio una posición específica para enseñar. Y eso es verdad todavía. Conforme Dios estableció a algunos hombres para ser maestros, obviamente han sido elevados sobre otros. Algunos de los grandes profesores en un seminario evangélico, algunos de los grandes maestros bíblicos que viajan por el mundo, algunos maestros que obviamente han sido colocados por Dios para enseñarles la palabra a las personas. Todos estos son maestros divinamente establecidos dados a la Iglesia.

Y encima de eso, ellos tienen el don de enseñanza, pero como creyente, puede usted tener el don de enseñanza y no traer designado en una función de enseñanza en términos de ministerio total a la iglesia ¿ve la diferencia? Y debido a que la enseñanza no es un ministerio de fundación, no está incluido en Efesios 2:20 o 3:5. Debido a que no es un ministerio de fundación, de cimiento, todavía se lleva a cabo y Dios todavía tiene Sus maestros, ¿no es cierto? Todavía los está designando como maestros que en cierta manera tienen un ministerio de pastoreo sobre el rebaño. Dios todavía da el don de enseñanza y todavía concede a ciertos hombres el ser maestros del cuerpo. Pero quiero añadir rápidamente que hay muchos miembros en el cuerpo no han sido llamados a una posición digamos de rango como maestros, pero que sin embargo tienen el don de enseñanza.

Ahora, usted pregunta cuál es la diferencia entre predicar y enseñar. Bueno, una es la proclamación y la otra es de estudiar o de investigación o comunicación o diálogo. Enseñar es la capacidad, dice Pentecost en su libro. Tomar a un bebé nuevo en Cristo y enseñarle al bebé las verdades de la Palabra de Dios. Una cosa es comenzar a declarar y proclamar y otra cosa es sentarse con un bebé recién nacido y ponerle el brazo, instruirlo en las cosas de Dios. Este es el don de enseñanza. Digo, podría ser en su escuela dominical, podría ser en una casa, podría ser en una situación de consejería. Podría ser con cualquier edad o enseñarle a cualquier número de personas.

Pero algunos tienen el don de proclamar y algunos tienen simplemente el don de ayudarle a ese bebé e instruirlo en las cosas elementales. Y entonces, algunos tienen ambos dones. Predicarle a una asamblea o a una congregación es una cosa y sentarse para instruir personalmente a un bebé en Cristo es algo diferente y eso era la enseñanza.

Los maestros en la primera Iglesia debían tomar a los nuevos convertidos y alimentarlos. Ese es el don de enseñanza. Ahora, aquí de nuevo, la enseñanza es un don especial. Todo cristiano no tiene el don de enseñanza, pero todo cristiano, en un sentido, debe ser un maestro, ¿no es cierto?

Todos somos responsables por esto en un sentido. Permítame mostrarle por qué digo esto. Obsérvelo ahí. Gálatas 6:6 dice esto, se lo voy a leer. “El que es instruido en la palabra,” ¿está escuchando eso? “El que es instruido en la palabra comparta con el que lo enseña en toda cosa buena.” En otras palabras, para todo creyente debe haber interacción de la verdad espiritual.

Y tiene lo mismo en 2 Timoteo capítulo 2, versículo 2. “Lo que has oído de mi entre muchos testigos, esto enseña a hombres fieles que puedan también enseñar a otros.” Versículo 14 del mismo capítulo, “recuérdales de estas cosas, mandándoles delante del Señor que no contiendan acerca de palabras que para nada aprovechan, sino para afectar a los oyentes, sino que procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.”

La responsabilidad de todo creyente es enseñar a cierto nivel. Versículo 24: “y el siervo del Señor, no debe estar contencioso, cualquier creyente que sirve, no debe ser contencioso sino amable para con todos, apto para enseñar.” Entonces, como puede ver, en un sentido todos debemos ser maestros, ¿no es cierto?

Sin embargo, a pesar de que todos nosotros somos maestros, algunos de nosotros tenemos el don de enseñanza y algunos sobresalen cuando tienen la posición o la función de maestro. Y quiero que observe que la enseñanza de la predicación es un ministerio equilibrado. Es un tipo de evangelismo y edificación. Es la predicación, la predicación es la motivación y la enseñanza es la instrucción, como puede ver. Van de la mano.

Tercer don, el don de la fe. Este es un don interesante. Primera de Corintios 12:9: “A otro fe por el mismo Espíritu,” fe es uno de los dones dados por el Espíritu. No hay duda al respecto. Versículo 2 del capítulo 13, “aunque tenga el don de predicación y entienda todos los misterios y todo conocimiento y aunque tenga toda la fe,” y ahora ahí, usted tiene bajo el término toda la fe el mismo concepto del don de fe.

Ahora, algunas personas tienen el don de fe. Todo creyente tiene fe como fruto del Espíritu, ¿verdad? Uno de los frutos del Espíritu es fe. Todos lo tenemos. Y como dije y como lo estoy diciendo, con todo don, todos debemos ejercerlo hasta cierto punto simplemente porque somos creyentes; pero algunos tienen el don de fe y ellos sobresalen por encima del cuerpo de Cristo para ejercer ese don a los otros miembros. Todos necesitamos tener fe, pero algunos tienen el don de fe. Ese es un don de gracia. Todos nosotros.

Digo, inclusive en Romanos 12, ¿no dice conforme a la medida de la fe? En otras palabras, sea cual sea el don que tenemos, tenemos la fe para operarlo y entonces, todos tenemos fe. Pero algunos, tienen el don de fe. Ahora, en lo personal, yo creo esto y creo que hay mucha corroboración escritural para esto; creo que esto también podría ser llamado el don de la oración. No es sólo fe en algo sin razón alguna. Cualquiera que pida, recibirá. ¿No es cierto? La fe es lo que mueve la mano de Dios. Esto bien podría ser el don de oración. Usted sabe, algunos cristianos simplemente tienen cierta manera de aferrarse a Dios en fe y activar al Espíritu, ¿no es cierto?

Les conté acerca de alguien, fue tan fantástico. Un hombre que tenía el don de la fe, el don de la oración. Les conté que una vez él oró pidiéndole a Dios que necesitaba algo para su misión. Él oró: ‘Dios, dame un automóvil.’ Y él recibió tres o cuatro de ellos en dos semanas. Ese hombre podía aferrarse del trono de Dios en oración. Él creyó en Dios y Dios fue activado por su fue. Algunos tienen el don de fe. Algunos de ustedes tienen el don; y tienen que ejercer ese don, porque el resto de nosotros necesitamos desesperadamente que usted lo haga, que lo ejerza.

El don de la sabiduría. Muy bien, el cuarto don, el cuarto don es sabiduría. Y eso está en 1 Corintios 12:1: “porque a uno es dado por el Espíritu palabra de sabiduría.” Sabiduría es un don espiritual. Ahora, hay un hombre que yo conozco que tiene este don y es Pablo. Ahí atrás acabamos de leer 1 Corintios 2. Ustedes saben, él seguía diciendo una y otra vez. Él dijo ‘hablamos sabiduría, no la sabiduría de esta época, hablamos la sabiduría de Dios.’ Escuchen, ese hombre tenía sabiduría. Él tenía el don de sabiduría.

Usted pregunta ¿cuál es el don de sabiduría? Es la capacidad de entender profundamente los misterios de Dios. Es el tipo de entendimiento que ve lo que el ojo natural no puede ver, que oye lo que el oído natural no puede oír y lo que el corazón natural no puede imaginar. Es la capacidad de tomar una frase simple de las Escrituras o una verdad simple de Dios y entrar a profundidad y extraer de ahí toda la verdad espiritual y el misterio que está ahí. Pablo tenía ese don. Y también el don de sabiduría es la capacidad de tomar eso y aplicarlo a la vida, ¿se da cuenta? Eso es sabiduría. Si usted quiere una definición simple de la sabiduría, es esta. La aplicación de la verdad espiritual. La capacidad de tomar la verdad espiritual y aplicarla a la vida. Escarbarla, extraerla y aplicarla, ponerla en práctica.

Ese es uno de los requisitos de los diáconos, usted sabe. Ellos tenían que ser capaces de hacer esto, no sólo de entender los misterios de Dios y las grandes verdades espirituales sino tener la capacidad de aplicarla. Ahora, algunas personas tienen el don de la sabiduría. Algunos, ustedes saben, usted se pregunta acerca de algunas personas. Usted sabe, ellas pueden tomar un versículo y lo ven y simplemente dicen ‘bueno, ¿no es ese un buen versículo?’ Y usted sabe, alguien viene y escribe 49 volúmenes acerca de ese versículo. Y la gente se pregunta ¿cómo obtuviste eso de ese versículo? Como pueden ver, algunas personas lo hacen, no es nada humano y no es nada que usted haya hecho y no es nada por lo cual usted es responsable. Es un don dado por el Espíritu que le permite a un hombre entrar y escarbar a los misterios de Dios y aplicarlos prácticamente a la vida.

Ahora nuevamente, todos los creyentes deben tener sabiduría hasta cierto punto, ¿no es cierto? Así como todos debemos tener fe y todos debemos enseñar y todos debemos predicar, todos debemos tener sabiduría. Colosenses 1:9, ahora no busque estos, se los voy a leer. Colosenses 1:9 dice: “por esta causa desde el día que lo oímos no cesamos de orar por vosotros, por los Colosenses, escuche, “para que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría.”

Pablo dijo ustedes creyentes, todos deben tener sabiduría. Santiago dijo en Santiago 1:5: “si alguno tiene falta de sabiduría, pídala a Dios.” En un sentido, todos debemos tener sabiduría pero algunos tienen el don de sabiduría. Ellos sobresalen para ministrarle al cuerpo de una manera única. Entonces, éste es el don de sabiduría.

Quinto, el don de conocimiento. Eso está en el capítulo 12, versículo 8 de 1 Corintios. La palabra de conocimiento. De ciencia. Ahora, si la sabiduría es la aplicación de la verdad, el conocimiento es simplemente los hechos y nada más. Ciencia o conocimiento es entender los hechos. Eso es todo, erudición en un sentido humano.

Ahora, usted sabe que hay mucha gente así, son eruditos que profundizan en las Escrituras y simplemente, pueden trabajar en investigación. Y algunas personas pasan su vida entera estudiando manuscritos antiguos y arqueología y todo tipo de problemas de erudición y se meten a toda la historia y todo tipo de otras cosas. Y pasan toda su vida… y oí de un hombre en una ocasión que dio una larga serie de conferencias acerca de la doctrina de ¿??. Y comenzó el lunes; y finalmente, el jueves ya entendimos de que estaba hablando.

Y él continuaba, y continuaba y continuaba y nadie ni siquiera sabía lo que estaba sucediendo. Y hay gente que por la capacidad del Espíritu de Dios puede pasar su vida escudriñando las cosas de Dios en términos de conocimiento de hechos y hombre, si usted quiere saber algo acerca de la obra de estos hombres, edificamos nuestra fe con su trabajo, ¿no es cierto? La Biblia no sólo se cayó del cielo así amigos. Fue a largo de años y años y años y horas y vidas de trabajo de determinar qué manuscritos estaban bien y los principios y la investigación de eruditos. Y si usted quiere saber algo, escuche, algunas veces los que tienen más conocimiento tienen menos sabiduría. Le llamamos el profesor chiflado. Todos los hechos y es distraído y se pega con las paredes y pierde sus papeles y no puede aplicar nada de esto a su vida.

Como puede ver, el conocimiento es el lado académico y algunos hombres tienen el don del conocimiento de la ciencia. La sabiduría es el lado de la aplicación. El conocimiento es académico, la sabiduría es aplicación. Ahora, algunas personas tienen ambos y gracias a Dios por eso. Pero algunos no tienen ninguno de los dos. Y algunos tienen uno. Ahora, acuérdese de que ninguno de estos opera en base a la capacidad humana. Sólo porque un hombre tiene un coeficiente intelectual de 165 no quiere decir que tiene el don de ciencia o tiene el don de sabiduría. Algunas de las personas más sabias que he conocido ni siquiera tenían un coeficiente intelectual como ese.

Pero ellas obviamente tenían el don dado por el Espíritu de sabiduría. Puedo pensar en una ilustración como una ilustración vívida, perfecta de un individuo así. Éstos son dones del Espíritu, no son intelectuales. No vienen mediante la educación, bien por un acto soberano del Espíritu. Y quizás no vienen a alguien que particularmente intelectual. Simplemente porque un hombre entienda las Escrituras no dice nada acerca de su coeficiente intelectual.

Ahora, permítame añadir a este pensamiento nuevamente. Aunque hay un don de ciencia, de conocimiento, ¿acaso no somos todos responsables de tener conocimiento? ¿Acaso no somos responsables de estudiar para presentarnos aprobados delante de Dios? ¿Acaso Pablo no le dijo a los colosenses ‘quiero que sean enriquecidos en todo conocimiento?’

En 1 Corintios 1:5, 1en todo habéis sido enriquecidos por Él en todo conocimiento. En el versículo 30 de 1 Corintios 1, él dice lo mismo. “Pero de Él, por Él estáis vosotros en Cristo Jesús que nos ha hecho por Dios sabiduría, justicia, santificación y redención.” En otras palabras, tanto la sabiduría, como el conocimiento deben pertenecer a todo creyente. Y sin embargo, aunque todos debemos tener estos, hay cierto sentido en el cual algunos sobresalen, porque han sido dotados de manera especial para ministrar al cuerpo como es el caso de cualquier otro don.

Sexto, el discernimiento de espíritus. Primera de Corintios 12:10 enlista este don. Algunos tienen el discernimiento de espíritus. Ahora, Dios quería proteger a la Iglesia de la falsa doctrina. Dios quería proteger al cuerpo de Cristo de que llegaran personas enseñando cosas equivocadas, y por ello, les dio a ciertos miembros del cuerpo la habilidad capacidad de determinar quiénes estaban equivocados y quiénes no lo estaban. Algunas personas tienen la capacidad de discernir espíritus. Esto es saber si es de Dios o de Satanás.

Ahora, debido a que el cuerpo enfrenta oposición continua por parte de una multitud de demonios y seres espirituales malignos, debido a que esto siempre se está llevando a cabo y estos demonios siempre se presentan como mensajeros de luz, tratando de falsificar los dones del Espíritu y quitar la energía de la Iglesia, debido a esto, Dios dio ciertos dones para que los hombres pudieran discernir qué era de Dios y qué era de Satanás; y el entendimiento natural no lo puede determinar. Y quiero decir algo más, ningún consejo o comité en la tierra puede determinarlo a menos de que haya alguien ahí que tenga el don de discernir espíritus.

Ahora, Pedro tenía el don del discernimiento de espíritus. Viéndolo de manera invertida. Creo que esto es simpático. Y eso le muestra cómo a Dios, de manera particular, no le importa cuáles son sus problemas o cuáles son sus aptitudes físicas. Él le da el don de Su propia voluntad, a través del Espíritu.

Hechos 5:3, escuche esto: “Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo?” Ahora, usted pregunta cómo Pedro supo eso. Y estoy seguro que eso es exactamente lo que Ananías dijo. ¿Cómo sabes que le mentí al Espíritu Santo? Le voy a decir cómo sabemos. Él sabe que tiene el don de discernimiento. Él sabía que Satanás había llenado el corazón de Ananías. Él pudo identificarlo en la energía del Espíritu. ¿Y quiere saber algo? Escuche, Pedro ni siquiera era muy hábil en esa área. Si usted regresa en su Biblia un poco a Marcos capítulo 8, usted oye que Jesús le dice a él: “quítate de delante de mí, Satanás.” Ahora, quizás eso ayudo un poco a Pedro a entender el problema. Y es el mismo Pedro a quien Satanás usó quien fue dotado por el Espíritu Santo para discernir cuándo un hombre había sido lleno por Satanás o uno de sus demonios.

Entonces, no tiene nada ver con su trasfondo o sus aptitudes naturales. Pero Pedro tenía este don. ¡Qué cambio! Sin embargo, ¿no es verdad que todo cristiano en un sentido debe discernir? Bueno, ciertamente es así. Si usted lee la Biblia con atención, usted leerá estas palabras. En 1 Juan 4:1, escuche: “amados, no creáis a todo Espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.” Todo creyente debe hacer eso. Todo creyente debe ser sensible a los espíritus para saber si son de Dios o de Satanás.

Entonces, como puede ver todo debemos hacer eso. Y sin embargo, algunos de nosotros somos dotados y discernimos para la salud del cuerpo. ¿Ve cómo funciona esto? Y usted va a ver aún más cuando concluya.

Don número siete, y con el don número siete llegamos a los dones de amor. Ahora, todos los dones deben operar en amor, ése es el significado del capítulo 13. No importa qué don usted tenga, sino opera en amor, es carnal. Todos deben operar en amor. Tienen que operar así. Observe ahí en el capítulo 13, 1 al 3, no importa lo que usted hace, sino es en amor, no es nada. Es inútil. Si su don no está operando en amor, no significa nada. ¿Por qué? Porque lo que Cristo quiere en el cuerpo es ¿qué? Amor. Amor es lo que Él quiere.

Entonces, todos los dones deben ser ministrados en amor. Ahora, él muestra tres dones de amor. Ahora, aunque todos los dones deben ser ministrados en amor y el amor es el fruto del Espíritu y todos debemos amar, hay sin embargo tres dones distintivos de amor que sobresalen para ministrarle al cuerpo.

El primero es el don de mostrar misericordia. El don de mostrar misericordia y eso está en Romanos 12:8. Ahora, realmente si usted quiere una traducción simple, significa ser bondadoso. Mostrar amabilidad. Significa los actos de amor. Ahora, algunas personas no pueden predicar un sermón, realmente no pueden expresarse, pero pueden hacer pequeñas obras o actos de bondad amorosa.

El don del Espíritu que sólo se manifiesta a sí mismo en amabilidad compasiva. No a un nivel humano. Sino que es el amor de Cristo manifestado por el Espíritu Santo a través del creyente al cuerpo. No es sólo empatía. No es ejercido motivado por un deber. Es un tipo de amor del Espíritu Santo y algunas personas, simplemente tienen ese don de amor compasivo que hace que ellos muestren, que lleven a cabo actos de bondad hacia las personas.

¿Sabe usted que el testimonio más grande en el mundo es dado sin hablar una palabra?, ¿Sabía usted eso? Y el amor es expresado sin decir una palabra. Usted dice ‘bueno, ¿entonces eso significa que si ciertas personas tienen el don de mostrar amor el resto de nosotros no tenemos que mostrarlo?’ No, no. Obviamente, todos debemos mostrarlo. Usted lo ve en Santiago 2:15. Y dice: “si un hermano o hermana está desnudo y privado de su sustento diario y uno de ustedes dice id de por allá, id en paz y sean calentados y saciados, sin embargo no les dan las cosas que necesitar para el cuerpo, ¿de qué sirve?” ¿No es eso bueno? Oh, tú estás desnudo, no tienes nada para comer. Bueno, vete en paz y espero que encuentres algo. Es muy bueno. En otras palabras, la implicación es obvia. Usted tiene la obligación de ser misericordioso. Si usted le ofrece un vaso de agua fría en Su nombre, es como si lo hubiera hecho a Él. Pablo, escribiéndole a los Gálatas, en cierta manera amarró esto, se enfocó en este mismo concepto básico en el capítulo 6, versículo 2: “sobrellevad los unos las cargas de los otros y cumplid así la ley de Cristo.” Eso es para todo cristiano, ¿no es cierto?

Piensa en otro, ¿verdad? Primera de Corintios 12:25, aquí está: “para que no haya división en el cuerpo, para que todos los miembros tengan la misma preocupación unos por otros.” Entonces, todos debemos estar mostrando bondad, amabilidad; y sin embargo, algunos tienen el don de amabilidad, de bondad, para ministrarle al cuerpo entero. Usted dice ‘bueno, no entiendo todas las distinciones.’ Bueno, yo tampoco, pero el Espíritu de Dios sí; y Él sabe lo que Él está haciendo.

Muy bien, el siguiente don de amor en la exhortación, número ocho. Y eso está en Romanos 12:8 también. Ahora, este don es muy importante y usted puede tener la impresión equivocada al leer la palabra exhortación. Permítame decirle lo que significa. La palabra griega es paraklesis o paraklesis. Veamos, no puedo acordarme en dónde está el acento. Pero bueno, es paraklesis. Y paraklesis es el acto hecho por el parakletos. Espero que eso lo corrija. ¡Gracias al Señor!

Muy bien, parakletos significa alguien que viene a ayudar. Y él para paraklesis es la obra hecha por el que viene a ayudar. La exhortación no ponerse de pie en el púlpito y estar pegándole a la gente. No es ni siquiera un don público. El don de exhortación es la capacidad de venir al lado de alguien y confortarlos con amor. Eso es exhortación. El don de paraklesis es uno de los dones más maravillosos y preciados de todos los dones de gracia. En la palabra de la cual obtenemos la palabra parakleto, la cual se refiere al Espíritu Santo, ¿no es cierto? Es el título del Espíritu Santo. Uno de los títulos. Jesús dijo: “si Yo me voy,” Juan 14, “les enviaré a otro Consolador,” otro parakleto “uno que vendrá a su lado a ayudarles.”

Jesús inclusive en 1 Juan 2:1 es así: “tenemos abogado para con el Padre a Jesucristo el justo.” La palabra abogado es parakleto. Uno que está al lado que viene a ayudar. El parakleto En el poder del verdadero del parakleto, el Espíritu Santo, es usado por el Espíritu para venir al lado de los miembros del cuerpo para ministrar, confortar, consolar, alentar, aconsejar, exhortar. Él no es un individuo que se pone de pie en el púlpito y le habla la gente de manera áspera. Él es energizado por el Espíritu para venir al lado de un creyente que necesita consuelo, cuidado, o ministerio, o consejo, amor; y simplemente, le ministra de esa manera. Eso es lo exhortación.

Así como al mostrar misericordia también podemos añadir esto, así como el don de mostrar misericordia son los actos de amor, el don de parakleto son las palabras de amor. Son las palabras de concejo. Son las palabras de consuelo. Son las palabras de exhortación.

Y de nuevo, aunque hay algunos de ustedes que tienen este don y algunos de ustedes tienen la capacidad dada por el Espíritu y su energía simplemente para confortar a la gente, tienen este amor. Y este deseo simplemente para mostrar empatía y compartir palabras de consuelo y palabras de consuelo. Algunos de ustedes que son consejeros, que son del grupo de consejeros, obviamente están respondiendo a este don y éste es el don que más los califica a usted que cualquier otro para ejercer el ministerio de consejería en el cuerpo de Cristo.

Pero en el sentido de que algunos de nosotros lo tenemos, también es verdad que todos debemos ser un parakleto, ¿no es cierto? Todos tenemos que abrazarnos unos a otros y ayudarnos; eso es lo que el escritor de Hebreos estaba tratando de decir en Hebreos 3:13.

Escuche esto, veamos, sí, Hebreos 3:13. “Sino exhortaos,” y es la misma palabra, “paraklesis, “vayan al lado el uno del otro diariamente.” Esto es para todo creyente, como puede ver. Debemos colocar nuestro brazo el uno sobre el otro diariamente y confortarnos y aconsejarnos y compartir. Y aunque esto debe ser el caso en todos nosotros, hay algunos que sobresalen y tienen el don de parakleto o paraklesis.

Pablo lo tenía. Realmente lo tenía. Él tenía todos estos dones. Pero claro, él era estratégico en la primera Iglesia, pero hombre, Pablo tenía esto porque usted lo ve en 1 Tesalonicenses, ¿y usted recuerda lo que le dijo a los Tesalonicenses? Él dijo: “yo no vine ustedes así, o así o así. Éramos como una nodriza cuidando a sus hijos. Éramos,” y me encanta esto, “fuimos gentiles entre ustedes.” Pablo tuvo ese don simplemente para expresarse en consejo gentil.

Después, el don número nueve, el don de dar. Ese es un don de amor. El don de dar, y me atrevo a decir que si la semana pasada que yo les hubiera pedido a todos encerraran en un círculo qué don les gustaría tener, hubieran pasado por alto este, esperando y orando que no lo tuvieran. Pero número nueve es el don de dar.

Ahora, este es un don de amor, amigos míos. Y este don tiene una referencia directa al ministerio material, comida, ropa, dinero, casa, lo que sea que usted desee dar. Este es un don dado por el Espíritu. Está relacionado con la supervisión del Espíritu Santo de todo lo que usted posee. Y no se relaciona con cuánto usted tenga. ¿Sabe usted que algunas de las personas que tienen el don de dar son las personas más pobres a su alrededor? Y estoy seguro de que hay algunas personas que tienen el don de dar, pero no lo ejercen. No, el don de dar no tiene nada que ver con su billetera. Sólo tiene que ver con la soberanía del Espíritu de Dios, quien le dio a usted el don de dar. Y esto quiere decir que usted viene para ayudar a aquellos que tienen necesidad. Ahora, me parece obvio que junto con la idea del don de dar, para algunas personas puede haber un ingreso adicional también para que puedan dar aún más. Eso también puede ser el caso.

Pero el don de dar está ahí para proveer para las necesidades de otros que no pueden suplir sus propias necesidades. Usted sabe, si nuestra Iglesia y la Iglesia de Jesucristo fuera una, debería ser que ni siquiera tuviéramos que estar ahí dependiendo de la seguridad social. Deberíamos estar cuidando de los nuestros. El Nuevo Testamento dice que debo cuidar de las viudas y de los huérfanos. Y debemos suplir las necesidades unos de otros. No hay razón por la que nosotros tengamos que estar dependiendo de agencias gubernamentales fuera de que nos hemos olvidado a lo largo de los años, de tal manera nos hemos enredado y ya no podemos desenredarnos. Pero idealmente, y apuntando hacia esa meta, debemos estar supliendo las necesidades unos de otros; y si aquellos que tuvieran el don de dar se liberaran a sí mismos y ejercieran este don en la energía del Espíritu, eso podría suceder.

Don número diez, y ahora quiero añadir nuevamente que todo cristiano debe dar, ¿no es cierto? Obviamente, 2 Corintios 9 dice eso. Permítanme mostrarle ese versículo rápidamente. Segunda de Corintios 9:7 y 8; y no deja que ninguno de nosotros perdamos el gozo de dar. “Cada uno,” cada uno, ¿lo oye? “Cada uno de como propuso en su corazón, no con tristeza ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” Este es el punto, cada hombre. Cada creyente.

Muy bien, 10; en el 10 tenemos dos dones que son los mismos, gobierno o guiar. Gobierno es el término en 1 Corintios y guiar es el término en Romanos 12. Estos son los dones de administración. Ellos pertenecen a aquellos que están en lugares de autoridad espiritual. Por ejemplo, aquellos pastores, maestros o evangelistas que ejercen este don en particular. En el lugar de autoridad, éste sería un don que es necesario y el Espíritu Santo lo da.

Y 1 Tesalonicenses capítulo 5, versículo 12 “os rogamos hermanos que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros y os presiden en el Señor Dios y os amonestan.” Algunas personas, simplemente están en el lugar de estar por encima de otros para cuidar de ellos, no para enseñorearse de ellos o para amartillarlos o sujetarlos, sino para enseñarles e instruirles. Y en el versículo 13: “y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra.” Entonces, más vale que amen a su pastor.

En Primera de Timoteo capítulo 5, nos da otro, versículo 17. “Los ancianos que gobiernan bien sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.” Y todo lo que soy en esta Iglesia en términos del Nuevo Testamento es ser un anciano. Yo no soy diferente de usted. Yo no soy el reverendo, sólo soy yo y soy un anciano y fue establecido por Dios para enseñar y enseñar la palabra y doctrina. Y como consecuencia, con eso, hay una gran responsabilidad; pero también con ello, por la gracia de Dios, hay honra.

Después, en Hebreos, capítulo 13, usted tiene lo mismo desde otro ángulo. Versículo 7: “Acordaos de los que os hablaron la palabra del Señor que están sobre vosotros, considerad cual haya sido el resultado de su conducta e imitad su fe.” Versículo 17: “obedeced a los que están sobre vosotros y someteos a ellos porque ellos cuidan de vuestras almas como los que han de dar cuenta.” Como puede ver, ése es el gancho. Podemos tener el honor por la gracia de Dios, pero también somos responsables ante Dios por el tipo de liderazgo. Y ellos van a rendir cuentas para que lo hagan con gozo y no con tristeza, porque esto no os es provechoso. Versículo 24: “saludad a todos los que están sobre vosotros y a todos los santos.” Nunca salgan de la puerta sin estrecharle la mano al pastor.

Oh, ¿vieron que eso no lo dice en ese versículo? Bueno, obviamente eso es estirarlo. Pero el pastor o el anciano o el presbítero o sea quien sea, y todo eso se refiere a un pastor, a quien se le da la responsabilidad de supervisar al rebaño, tiene el don de gobernar o de guiar. Y hay muchos otros ministerios en el mundo. Organizaciones misioneras, posiciones ejecutivas con todo tipo de cosas en donde también tienen este don.

Ahora, obviamente, no todos podemos tener el don de gobernar. De guiar. Si todos lo tuviéramos, habría muchos jefes y a nadie a quien guiar. Entonces, no todos podemos tener eso. Pero en el mismo sentido, ¿acaso la Biblia no enseña que todo creyente debe gobernar su propia casa, gobernar su propio espíritu y sujetar su propio cuerpo? Entonces, en un sentido, debemos cuidar esta área, ¿no es cierto? Todos.

Muy bien, el onceavo. Ministerio de ayuda o ministerio o servicio. Ahora, ambos, estos dos se refieren a servicios. Éstos son dones de asistencia. Y los primeros diáconos tuvieron este don. La palabra diácono viene de diaconía, diaconía significa servicio. Eso es todo lo que significa. Significa literalmente siervo. Diáconos significan siervos. Ellos tenían el don de ministerio o de ayuda. De servicio. Eran ayudantes, trabajadores, gente que labora tras bambalinas, quizás usted no tenga el don de enseñanza, quizás usted trabaja en alguna capacidad por aquí o por allá y descubre que el Espíritu de Dios está capacitándolo y hace que cosas maravillosas sucedan y el amor está ahí y la unidad está allí, ésa es la energía del Espíritu operando a través del don de ayuda o el don de ministerio.

Ahora, también quisiera añadir que este don como el resto es común en todos los cristianos, pero en un sentido menor. Todos debemos servir, ¿no es cierto? Ninguno de nosotros puede decir ‘bueno, yo no tengo donde servicio. Como consecuencia, yo no tengo que servir en nada.’ Bueno, todos nos servimos unos a otros. En Gálatas, capítulo 5, versículo 13 dice: “hermanos, porque a libertad habéis sido llamados. Sólo que no uséis la libertad para ocasión de la carne sino para serviros unos a otros en amor.”

Todos somos llamados a servir, pero algunos han sido dotados de manera específica por gracia para el servicio del cuerpo. Ahora, esos son los dones permanentes de edificación. Once. Ahora, quiero que vea la clave de todo de lo que he dicho. Aquí viene, y con esto vamos a detenernos y vamos a continuar con los siguientes dones la semana próxima. Ésta es la clave de todo. No la pierda.

Todo don, escuche esto, todo don que hemos mencionado fue característico de Jesucristo. ¿Escuchó eso? Todo don fue característico de Jesucristo. Él tuvo todos estos en su plenitud. ¿Muy bien? Él tuvo todos ellos, sin excepción. Él fue predicador. Él fue maestro. Él fue fiel. Fue la sabiduría personificada. Él fue el conocimiento en la carne. Él fue el que discernió espíritus, ¿no es cierto? Él fue quien mostró misericordia. Él fue el verdadero parakleto. Él fue el dador. Él dio más que cualquier otra persona jamás dio. Él fue el gobernador, esto es el guía, el líder, Él fue siervo y ministro.

Cada uno de estos dones fue una característica de Jesucristo. Y yo creo que si usted une estos once dones, usted tiene un retrato de Jesucristo. Él fue todas estas cosas.

Ahora escuche esto, Cristo en la carne fue todo eso. Ahora, aquí está la clave, cuando Cristo dejó este mundo, Él formó nuevo cuerpo, ¿verdad? ¿Y cuál es ese cuerpo? La Iglesia. Pero ese cuerpo, la Iglesia, debe hacer exactamente lo que Su cuerpo en la carne hizo, ¿no es cierto? ¿Manifestar Su naturaleza, verdad? Entonces, de manera natural, si todas esas cosas fueron parte de Su cuerpo carnal, todas estas también van a ser parte de Su cuerpo espiritual, la Iglesia. ¿Cuáles son esos dones? Amigos míos, son la reproducción de los atributos de Cristo en Su cuerpo, la Iglesia. Eso es lo que son. Todas estas ahora están en el nuevo cuerpo de Cristo, la Iglesia. Son dones de gracia danos a la Iglesia por el Espíritu Santo para que la Iglesia pueda ser la vida continua de Cristo. Para que en el mundo podamos radiar Su persona y Sus atributos; y amigos, esa es la razón por la que sino operamos estos dones, nosotros no radiamos a Cristo. Debemos ejercer el don si vamos a reflejar verdaderamente a Cristo.

Todos estos dones son dados al cuerpo para que el cuerpo pueda reflejar a Cristo. Ahora, voy a dar un paso más hacia adelante. Voy a aplicarlo a usted. ¿Acaso no dije también que todo don a lo largo de este estudio en un sentido menor que el don espiritual, cada uno de estos principios debe ser comunes a todos los cristianos? ¿No dije eso? Cada uno de nosotros, cristianos, debe tener cada uno de estos a un grado menor que el don. Usted pregunta por qué. Debido a esto, amigos míos, ¿sabe para qué usted ha sido llamado como cristiano? Fue llamado a ser ¿como quién? Jesucristo. Entonces, de manera natural, todo lo que lo caracterizó a Él, también debe ser verdad en usted. Y si su testimonio va a ser totalmente eficaz, el mundo va a tener que ver en usted el reflejo mismo de Jesucristo.

Ahora, ¿ve usted lo que podríamos hacer en este mundo si esto sucediera? Si usted y yo fuéramos ejemplos vivos de Cristo y si como cuerpo total reflejáramos la naturaleza total de Jesucristo, ¿puede imaginarse lo abrumador y contundente que sería nuestro testimonio? Sería un testimonio doble, el testimonio de todo miembro individual y el testimonio del cuerpo en total, ¿verdad? ¿Recuerda usted nuestro sermón del testimonio del cuerpo? Esas son exactamente las dos cosas que dijimos que debemos hacer. Ser testigos individuales como miembros en semejanza a Cristo, y ser testigos como cuerpo en semejanza a Cristo; y Cristo nos ha dado a todos todo ingrediente para que esto suceda. Lo que tenemos que hacer es estar dispuestos a hacerlo.

Usted ni siquiera debe vivir su vida. Pablo dijo “con Cristo estoy juntamente crucificado, pero no vivo yo, sino Cristo vive en mí.” Debemos reflejar a Cristo como miembros individuales. Debemos reflejar a Cristo en el ejercicio de los dones al siguiente nivel hacia arriba para que podamos ser como Él.

Y como Pablo dijo, “Él nos ha llamado para ser conformados a la imagen de Su Hijo.” ¿Ve usted realmente lo importante que es que nosotros conozcamos cuál es nuestro don espiritual y lo operemos? Para que nuestro testimonio como cuerpo sea eficaz y para que cada uno de nosotros a un grado menor que el don ejerza todos estos atributos para que podamos ser como Cristo. Amigos, es algo emocionante pensar en esto. Usted, individualmente, usted es el ministerio continuo de la vida de Jesucristo. ¿Escuchó un eso? Eso es algo serio. Usted es el ministerio continuo de Jesucristo. ¿Y quiere saber algo más? Juntos, también de manera colectiva como cuerpo somos el ministerio continuo de Jesucristo y cuando somos aquello para lo que se nos redimió, entonces el cuerpo será aquello para lo que fue dotado y el mundo verá un testimonio claro.

Padre, Te damos gracias en esta noche por Tu palabra. Te damos gracias por enseñarnos nuevamente principios que son absolutamente esenciales para la salud del cuerpo. Señor Dios, simplemente oramos porque cada uno de nosotros con entendimiento y en la energía del Espíritu podamos operar nuestros dones no en la carne, sino en el Espíritu. Y que podamos ser usados para hacer que el cuerpo de Cristo sea uno en amor y en testimonio. Y después, Padre, en nuestras propias vidas individuales, que nuestro testimonio sea claro porque somos como Jesucristo. Esto oramos en Su Nombre. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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