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He titulado está área en particular del capítulo 20, Pablo Ve Su Ministerio. Y aquí tenemos la perspectiva de Pablo de su propio ministerio. Muchos grandes hombres nunca terminan lo que comienzan. Son esculturas incompletas, pinturas incompletas, libros incompletos, sinfonías incompletas; muchas cosas incompletas. Y en algunos casos, quizás el sueño más grande de la vida de un hombre, él murió viéndolo únicamente, a medias.

Pero la vida es así. En ese sentido, la vida es cruel. Para los impíos, para los infieles, no hay garantía de que ellos jamás verán el término de lo que sueñan hacer. No hay garantía en absoluto. Pero lo que sea que ellos buscan que pueda darle significado a la vida, no hay promesa de que jamás lo lograrán.

¿Pero sabe una cosa?, no creo que eso sea verdad para el cristiano. Y tanto como lo creo en mi corazón, tanto como es una confianza en las Escrituras, yo creo que Dios le da al cristiano el tiempo que él necesita para terminar el ministerio que Dios le da. Yo creo eso. Yo creo que para el cristiano está la promesa de que cuando Dios lo llama a usted, Él no sólo le dará a usted los dones espirituales, Él no sólo le abrirá las puertas, Él no sólo hará que el ministerio sea una oportunidad, sino que le dará el tiempo para terminarlo.

Y yo creo que eso se ve aquí en el testimonio del apóstol Pablo. En el capítulo 20, observe el versículo 24. Se le había advertido que no regresara a Jerusalén. Y le advirtieron en estos términos en el versículo 23: “el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio,” y claro, fue mediante un agente humano, “diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones. Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio…” Pablo sabía que él tenía cierta cantidad de tiempo. Y en ese tiempo, él terminaría su ministerio. Él tuvo esa confianza, porque él lo buscó y creyó que Dios le permitiría lograrlo. Yo creo que Dios prescribe los límites de la vida de todo hombre soberanamente.

Y si Dios lo llama a usted al ministerio, dentro de ese marco soberano, existe la posibilidad de que usted lo termine. Tengo que creer eso, porque Dios nunca lo llamaría a usted a un ministerio que sería imposible de terminar. Y yo inclusive tengo que creer que, si Él lo hizo en este tiempo, creo que, probablemente, gran parte de esto es gracia para las fallas en esta parte. Digo, tengo que creer que Dios espera que haya ciertos períodos de falla, ¿no lo cree? Digo, lo espero.

Pero Dios ha prescrito para un hombre que es cristiano un tiempo en el cual él acabe con un ministerio, si él hace su máximo esfuerzo. Yo creo que algunos cristianos mueren sin terminar su trabajo, porque lo comenzaron demasiado tarde o porque nunca llegaron a hacerlo.

¿Y sabe una cosa? Yo creo que Dios quizás se lleve a cristianos a casa antes de que inclusive empiecen. Si leo 1 Corintios 11, algunos continúan siendo carnales, expresando esa carnalidad en la Mesa del Señor y fueron matados por el Señor. Ananías y Safira cayeron muertos ahí, 1 Juan 5, el pecado de muerte. Podría ser que, si un cristiano falla en ello continuamente, el Señor, simplemente, lo quita porque él es más problema de lo que vale la pena. Por lo menos, en términos de un testimonio en el mundo.

Ahora, si un cristiano no cumple con su ministerio, no es cuestión de falta de tiempo, sino que es cuestión de un fracaso por su parte al no usar el tiempo. Por ejemplo, Pablo dice dos veces: “redimiendo el tiempo.” No redimiendo tiempo, redimiendo “el” tiempo. Tiempo definido. Un artículo definido. Un tiempo prescrito. Cómprelo. Redimir significa “compra el tiempo”. Y eso es lo que Pablo estaba haciendo. Él quería aprovechar al máximo todo momento. Él no desperdició el tiempo. Yo no creo que Dios, entonces, nos llama a un ministerio y no nos da el tiempo para cumplirlo. Pablo dice: pero tienes que comprarlo. Y Pablo, entonces, vivió su vida comprando en todo momento, con el fin de que él terminara su ministerio. Y cuando él lo terminara, él entonces, se iría.

Ahora, el Señor nos ha dado a todos los ingredientes. Usted sabe, si usted lee 1 Corintios 12, usted descubre que nos ha dotado a todos, ¿verdad? Nos los ha concedido el Espíritu. Hay muchas diversidades de ministerios y operaciones y administraciones y ministerios; y Él ha unido todo esto y tengo que creer que Él nos ha dado los dones y los ministerios, según Romanos 12:3, Él también nos ha dado la fe para operar esos dones. No serviría de nada tener cierta fe, y no tener la fe para operarlo; o tener un menor don, en un sentido, y tener más fe de lo que usted necesita y estar simplemente frustrado todo el tiempo.

Entonces, Él ha dado una medida equivalente de fe para el tipo de don que usted tiene. Y con todo este cuidado, seguro que Dios nos ha dado el tiempo para que podamos cumplirlo, si lo aprovechamos al máximo. Y supongo que la gente que va a oír: “bien, buen siervo y fiel,” son los que lo aprovecharon al máximo.

En Eclesiastés, simplemente para que piense en el tiempo, vienen de un cerebro humano, Eclesiastés siendo la sabiduría del hombre. Pero la sabiduría del hombre llega a hacer una intersección con la sabiduría de Dios periódicamente en Eclesiastés. Y quiero que observe Eclesiastés 3:1: “para todo hay un tiempo y para todo propósito bajo el cielo.”

Así como Dios guía a todos los otros factores de la existencia, Él guía el tiempo: un tiempo para nacer y tiempo para morir. Y yo creo que los límites de la vida de un hombre están diseñados soberanamente por Dios; en el versículo 17, “dije en mi corazón, Dios juzgará a los justos y a los impíos porque hay un tiempo para todo propósito y para toda obra.” Dios concede un tiempo para que toda obra se haga.

En 1 Pedro 1:17, una afirmación muy interesante, dice esto: “Y si invocáis por Padre a Aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno,” escuche, “conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación.” Pedro está diciendo: “tienen cierto tiempo, vívelo en el temor de Dios,” esto es lo que está diciendo. Pasa el tiempo de tu peregrinación, una designación muy personal del tiempo, el tiempo que se te ha dado de manera particular a ti. En 1 Pedro capítulo cuatro, versículo 2, él dice que: “para que ya no viva al resto de su tiempo en la carne para los deseos de los hombres, sino para la voluntad de Dios.”

Ahora, la idea aquí es que Dios ha prescrito el tiempo para que sea aprovechado al máximo para Su propia voluntad. En Hechos, capítulo 17, versículo 26, Pablo estaba predicando ahí en el Areópago en Atenas, y él dijo: “y Dios hizo de una sangre a todas las naciones para que moren sobre la faz de la tierra. Y Él les prefijo los tiempos y los límites de su habitación.” Dios determinó el tiempo. Job supo esto. Y usted recuerda, probablemente la primera parte de Job 14:14, pero me pregunto si conoce la última parte. La primera parte dice: “si un hombre muriere,” ¿qué?, Volverá a vivir.”

La segunda parte dice: “todos los días de mi tiempo designado esperaré hasta que mi cambio venga.” Job dice: yo sé que voy a ser cambiado, yo sé eso. Usted sabe, y él dice en otras partes, “que los gusanos destruirán este cuerpo, sin embargo, en mi carne veré a Dios. Sé que seré cambiado, espero que termine mi tiempo designado.” Sí, Dios ha limitado la vida de un hombre soberanamente en términos de tiempo.

Y hay suficiente tiempo para que usted acabe el trabajo que Dios le ha dado. Y creo que eso es tan importante. Eso me da un sentido tan tremendo de dirección en mi vida. Saber que, si yo lo aprovecho al máximo, entonces puedo terminar la obra, entonces, no me tengo que preocupar por morir, ¿se da cuenta? No tengo que preocuparme por la muerte. Si me preocupo simplemente por terminar el trabajo. Y no me refiero a preocuparme en el sentido de algo negativo, sino preocupación en el sentido de expectativa, si pienso en el hecho de que voy a aprovechar al máximo el tiempo, voy a terminar el trabajo. Y entonces, me iré a estar con el Señor en un sentido de cumplimiento.

¿Y sabe una cosa? Vamos a ir a Israel dentro de poco tiempo y están disparándole a muchas personas por allá. Y oí a una señora que dijo que iba a estar enfrente de mí, porque ella pensaba que mi tiempo no se había acabado, porque mi trabajo no se había acabado. Entonces, le dije: “muy bien, señora, pero no sé si su tiempo ya se acabó. Entonces, yo no me voy a acercar a usted,” usted sabe. Yo no estoy dispuesto tampoco a arriesgar eso. ¿Pero sabe una cosa? Es algo fantástico poder ver su vida en términos de eso. Si yo aprovecho al máximo mi vida y acabo el trabajo, entonces, me voy a ir. Eso es glorioso.

¿Y sabe una cosa? El apóstol Pablo fue un hombre que creía en usar el tiempo y no creía en esto solo para sí mismo, sino que lo propagó a otros. El escribió a Timoteo en 2 Timoteo 4:5 y él dijo esto, le dijo: “cumple tu ministerio,” en otras palabras, él dijo Timoteo, cúmplelo, hazlo, termínalo. A un individuo en particular, quien bien pudo haber sido el hijo de Filemón en Colosenses 4, versículo 17, le dijo a Arquipo: “cuida el ministerio que has recibido en el Señor, que tú lo cumplas.” ¿Se da cuenta? Él le dijo a este ministro joven, “cumple el tiempo”. Note que él dijo eso dos veces, una vez al joven Timoteo, una vez al joven Arquipo. Ese es el tiempo en el que usted necesita comenzar a aprovechar al máximo su ministerio, para aprovechar al máximo el tiempo, para redimir el tiempo.

Ahora, esto nos lleva, entonces, al capítulo 20 de Hechos. Y encontramos al apóstol Pablo como un hombre que va en contra del reloj en el sentido de que él se da cuenta de que conforme él termine su ministerio, él se va a ir con el Señor y él sabe, en su propio corazón, que eso es lo que él quiere. Eso es lo supremo. Recuerde que él les dijo a los filipenses: “son muy amables, me encantaría pasar tiempo con ustedes, pero mucho mejor estar con Jesús”. Entonces, esa fue la meta de su vida. Lo único para lo que vivió fue para terminar.

El versículo 24, él dice: “no me importa lo que se ha prometido acerca de cadenas, no me importa quién dice que me van a matar, eso no me importa en absoluto. ¿Por qué? Porque voy a acabar mi carrera con gozo. No voy a seguir y voy a estar pensando, ‘¡oh, uno de estos días me va a pasar y voy a seguir ministrando, aunque me vaya a pasar algo!’ No. Yo voy a seguir trabajando en esto con gozo; y voy a terminar el ministerio y lo que pase, pasará. Y lo único que va a hacer es liberarme de este mundo para estar de cualquier manera con Jesús.”

Él vivió para una cosa: él vivió para acabar la obra que el Señor le dio para que acabara. Eso es correcto. Y le voy a decir una cosa, eso es todo, ¿no es cierto?, ese es el resumen de la vida. Espero que esto sea para lo que usted vive. Espero que usted viva para terminar el trabajo que Dios le asignó a usted.

La gente con frecuencia me dice: “John, no puedes seguir yendo allá y seguir hablando. Tienes que descansar, tienes que aligerar la carga, haz un poco de ejercicio y descansa un poco.” Y sabe una cosa, eso está bien, cuida tu cuerpo y haz un poco de ejercicio y come bien, dentro de los límites de lo que es apropiado, claro. Pero, enfrentémoslo. Usted simplemente sigue haciendo lo que hace. Usted aprovecha toda oportunidad al máximo y cuando usted acaba, se va. Eso es la vida. Y esa es la única manera de vivir. Y no voy a dejar que la preocupación por la muerte robe el gozo de la vida. Simplemente, quiero acabar la obra.

Y usted dice: “bueno, es bueno tener ese deseo John, pero nunca vas a poder acabar la obra.” “¿Por qué?” “Porque es una obra vasta.” Bueno, sé que es una obra enorme y Dios no me pidió que ganara a todo el mundo en el mundo. Y sé que no voy a terminar con todo. Pero sé que Dios me colocó en un pequeño lugar aquí y dijo: “MacArthur, esta es tu área. Cúbrela.” Y eso es todo lo que necesito hacer.

¿Y sabe una cosa? El apóstol Pablo llegó al final de su vida en 2 Timoteo 4 y él dijo lo que me gustaría poder decir, pero probablemente nunca podría decir. Pero bueno, él lo dijo. El versículo 6 de 2 Timoteo 4, él dijo: “porque yo ya estoy para ser sacrificado.” Me encanta esto. Él simplemente dijo: Señor, ya me puedo morir. ¿Qué quieres decir, Pablo? ¿No sabes que hay un mundo entero que debe ser ganado? No, estoy listo para ser sacrificado. El tiempo de mi partida está cercano. Usted pregunta cómo él sabía eso, cómo él sabía que se iba a morir. Versículo 7, “he peleado la buena batalla. He acabado la carrera.” ¿No es eso tremendo? Al final, le quedó un poco de tiempo de gracia. Imagínelo. Él acabó la carrera.

Que Dios nos ayude a ver nuestra vida en términos de los límites de tiempo que Dios nos ha prescrito. Usted dice: “bueno, no estoy en el ministerio.” Oh, sí, usted lo está si es cristiano, ¿no es cierto? Todos somos ministros de Cristo. Todos nosotros. Sean cuales sean los dones espirituales y sea cual sea el ministerio que Dios le ha dado a usted, al cual lo ha llamado, debe ser aprovechado al máximo dentro de los límites de tiempo que Dios le ha dado a usted. Y cuando usted haya cumplido con eso en el marco de ese tiempo, el gozo y la gloria van a estar con Él; y es la recompensa.

Bueno, veamos el versículo 17; y retomemos la narración y después, le voy a dar un bosquejo ahí, alrededor del versículo 19. El versículo 17 dice: “Enviando, pues, desde Mileto,” y claro, esta no era la costa de Asia Menor en donde el barco se había detenido. Pablo, en su tercer viaje misionero se está despidiendo de su amada área del este del Mediterráneo. Él tiene un sentido en su corazón de que él nunca regresará, porque él conoce la persecución de los judíos. Él sabe lo que ha enfrentado. Es difícil para él y él siente que ésta es su última vez. Además, él va camino a Jerusalén y después, a Roma. Y después, a España. Entonces, él no ve en su propia mente que vaya a regresar a esta área otra vez. Y entonces, es un tiempo de despedida.

Y él llega aquí en una nave que se dirige a Jerusalén porque él quiere llegar para la fiesta de Pentecostés, dice el versículo 16. Y entonces, se detiene en Mileto, la nave se detuvo ahí por varios días. Y él tiene la oportunidad de enviar a Éfeso, la cual estaba aproximadamente a más de 30 km de distancia. Y entonces, él hizo llamar a los ancianos de la Iglesia, porque él simplemente quiere una vez más compartir con estos hombres a quien él ama. Éstos fueron sus propios discípulos. Él vino a Éfeso, no, pero no había cristianos ahí. Él simplemente llegó, bueno, quizás algunos que estuvieron expuestos al Evangelio, pero nada como una Iglesia. Nada establecido, nada sólido. Y él llegó ahí y él ganó a gente para Cristo y él fundó esa Iglesia. Y él explotó a partir de ahí y se involucró en todas las iglesias en Asia Menor, las que se mencionan en Apocalipsis; y probablemente, fue responsable por comenzar todas esas también.

Pero bueno, él llegó a Éfeso y ahí él ganó a estas personas para Cristo. Y durante tres años, él los alimentó y les enseñó; y crecieron y crecieron, hasta que tuvo un pequeño rebaño de cristianos maduros. Y a partir de ese rebaño, se levantaron esos hombres que fueron llamados por Dios para guiar, capaces, ancianos o pastores maduros, la misma idea exactamente, las mismas responsabilidades, el mismo ministerio, ancianos, son pastores.

Y entonces, aquí están estos hombres, que eran sus propios discípulos, sus propios hijos en la fe. Ahora, han llegado a ser por lo menos jóvenes espirituales o padres espirituales, quizás, en la terminología de Juan. Y entonces, él les llama para que se reúnan con él. Y creo que como hemos visto tantas veces, aquí está realmente el patrón bíblico para la Iglesia, que usted haga crecer a su propio liderazgo. Y Pablo lo había hecho ahí. Y ahora, él le había entregado la Iglesia a ellos para que siguieran con ella y la siguieran alimentando. Y él tiene una última vez que pasar con ellos.

Simplemente como un comentario al margen. Observe la palabra ancianos. Para efectos de definición, la palabra ancianos es presbutero, de la cual obtenemos presbiterio. De la cual usted obtiene presbiteriano. Simplemente, se refiere a un hombre maduro. Éstas fueron personas que fueron maduras. No sólo maduras, no sólo fueron hombres de edad, usted sabe, como el Antiguo Testamento, los cabellos grises, los cabellos blancos. No eran eso nada más, sino que eran maduros espiritualmente. Y algunas veces, la edad avanzada no necesariamente va de la mano con la madurez espiritual. Y algunas veces, hay hombres más jóvenes que tienen profundidad de madurez espiritual. Como Timoteo, quien ciertamente habría sido considerado como alguien que estaba en el rango de un anciano.

Y entonces, no es tanto la idea de que estos son hombres mayores, a quienes se les da el gobierno, sino la idea de madurez espiritual. Entonces, el término anciano en el versículo 17 tiene que ver con el hombre mismo.

Ahora, observe el versículo 28: “mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos.” Ahora, ahí hay otra definición. El hombre es titulado en el versículo 17, su deber es descrito en el versículo 28 como obispo o sobre veedor, esa es la palabra episcopai, de la cual usted obtiene episcopal. Y este es su trabajo. Un anciano es un hombre maduro y el guía al rebaño. Él guía a la congregación. Él tiene la supervisión. Él guía no con una vara grande, sino que él guía según las palabras de Pedro, por ejemplo. Mediante el ejemplo. Muy bien, entonces, Pablo les habla a estos líderes.

Ahora, su discurso que comienza en el versículo 18 es muy importante. Y le voy a decir por qué. Es el único discurso en todo el libro de los Hechos que Pablo le presentó a los cristianos. El único. El resto de sus mensajes son para incrédulos. Este es el único discurso que él le presentó a cristianos.

Ahora, créame, él presentó muchos, pero éste es el único que Lucas registró. Y realmente, es interesante. No tenemos el tiempo para hacer este estudio en particular, pero si usted quiere hacer un estudio en profundidad en algún punto, simplemente, tome todo esto - del versículo 18 hasta el versículo 27, inclusive puede llegar hasta el final del capítulo - y observe ahí cada frase que usted encuentra en las otras epístolas. Este pasaje entero aquí es como una muestra de Pablo. Todas las frases Paulinas se aparecen en este pasaje. Es como si él hubiera unido todo lo que él había estado escribiendo por todos lados y simplemente, lo unió en este pequeño discurso muestra. Entonces, es importante, no sólo desde el punto de vista de estudiar al apóstol Pablo en términos de su comunicación a creyentes.

Observe el versículo 18, y empecemos ahí con lo que les dijo, con su discurso. E incidentalmente, añado que probablemente ésta es una forma abreviada de lo que él dijo. “Cuando vinieron a él,” les dijo, vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo desde el primer día que entré en Asia.

Ahora, él dice que, “desde la primera vez que vine, ustedes saben cómo opero mi ministerio.” Y usted pregunta por qué comienza así. Bueno, podría ser un discurso apologético. En otras palabras, con eso quiero decir que él pudo haberse estado defendiendo a sí mismo. Alguien, en el año en el que él no estuvo pudo haber llegado y haber comenzado a atacarlo. Ellos hicieron eso, ¿no es cierto? Y entonces, quizás lo que está diciendo es esto: miren, ¿cómo es que ustedes, hombres, pueden comenzar a no confiar en mí? Ustedes saben desde el primer día en el que yo llegué, ustedes han conocido el estilo y el patrón de mi ministerio. Ustedes saben cuál fue mi ministerio.

Entonces, quizás hay una apologética aquí. Él quizás se estaba defendiendo en contra de algunas personas que habían tratado de atacarlo. Y claro, como usted sabe, si usted ve en los versículos 29 al 31, podría añadir un poco más de peso a la idea de que es una apologética, porque él dice: “yo sé que después de mi partida, lobos rapaces entrarán entre vosotros y no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres hablando cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos y demás.” Entonces, él puede estar diciendo: “miren, necesitan espera de esto”.

Por otro lado, quizás él no está hablando de manera apologética. Podría ser que él simplemente está expresando en su propia manera simple un patrón para el ministerio. Él pudo estar diciendo: “miren hombres, ahora, yo me voy y esto es de ustedes. Ahora, ustedes saben cómo operó mi ministerio desde cuando llegué por primera vez. Y aquí es cómo opero.” Y lo que está diciendo de hecho, es: “así es como quiero que lo hagan”. Entonces, podría ser apologético, podría ser simplemente una instrucción. Veamos entonces, comenzando en el versículo 19, la perspectiva de Pablo de su ministerio. Él está a punto de expresarles el patrón del ministerio.

Ahora, quiero apresurarme a añadir esto, simplemente. Este pasaje no es difícil de entender. Es muy simple. Los conceptos son simples, es elemental. Y al mismo tiempo que digo eso, yo los instruiría a escuchar cuidadosamente porque, aunque es básico, puede ser formativo en su propio ministerio.

Ahora, Pablo da cuatro perspectivas: el ministerio únicamente va en cuatro direcciones. Observe. Nuestro ministerio tiene una perspectiva hacia Dios, ¿verdad? Nuestro ministerio tiene una perspectiva hacia la Iglesia, salvar a la gente, hacia los perdidos y hacia nosotros. Esas son las cuatro dimensiones del ministerio. Mi ministerio será eficaz en términos de cómo me relaciono con Dios, con la Iglesia, con los perdidos y conmigo mismo. Eso es todo. Pero esa es la encarnación de todo. Y entonces, digo, es algo simple. Pero en su simplicidad, es muy elemental para cualquier ministerio.

Pablo dice, entonces, de hecho, aquí están las cuatro maneras en las que yo veo mi ministerio. Hacia Dios, lo veo como servicio a Cristo. Hacia la Iglesia, lo veo como enseñanza. Hacia los perdidos, lo veo como evangelismo. Hacia mí mismo, lo veo como sacrificio. Y esa es su perspectiva del ministerio.

Ahora, veamos la primera. Para Dios. Pablo vio su ministerio como servicio a Cristo. Y creo que nosotros tenemos que ver el nuestro también. Versículo 19, las primeras palabras: “sirviendo al Señor”. Él dice: “ustedes saben cómo llegué. Ustedes saben desde el primer día, el estilo de ministerio fue sirviendo al Señor.” En el capítulo 27 de Hechos, en el versículo 23. Pablo dice: “estuvo a mi lado esta noche un ángel de Dios. El ángel de quien soy y a quien sirvo.” Pablo siempre vio su ministerio primordialmente como servicio a Cristo y a Dios.

Ahora, esto es importante. Usted dice que eso es obvio, que eso es muy simple. Lo es. Pero es importante porque establece algunos pensamientos básicos que necesitamos ver.

En primer lugar, Gálatas 1:10. Pablo realmente presenta una comparación muy definida, esto es lo que dice: ¿acaso busco ahora el favor de los hombres o de Dios? ¿Busco agradar a los hombres? “Porque si todavía agradar a los hombres, no sería el siervo de Cristo.” Esa es una afirmación bastante poderosa, ¿no es cierto? Si su ministerio consiste en ser popular con la gente, usted ya falló, ¿verdad? Se acuerda usted del contexto de esto en Gálatas 1, él acababa de iniciar su carta a los Gálatas, y digo, él les hablo fuerte. Él dice, claro, permítame darle un trasfondo primero. Los judaizantes habían entrado y les habían dicho a los cristianos ahí en Galacia miren, la única razón por la que Pablo no les impuso la ley, la única razón por la que Pablo no les impuso la circuncisión es porque él quería ser popular. Él simplemente quería ganar el favor de ustedes. Ellos entraron y dijeron: tienen que circuncidarse, tienen que guardar la ley, así es como se salvan. Él dijo: Pablo viene y él simplemente es amable y dice “gracias”, simplemente para ser popular. Él sólo quiere ser popular, eso es todo.

Y entonces Pablo responde a esa crítica en el versículo 8 y él dice: “aunque nosotros o un ángel del cielo predicara otro Evangelio a vosotros diferentes del que os hemos predicado, sea anatema.” Y como hemos dicho antes, lo vuelvo a decir. Si algún hombre predicara algún otro Evangelio diferente del que os hemos predicado, del que han recibido, que sea anatema. Ahora, ¿me oigo como que quiero agradar a los hombres? Escuchen eso. ¿Me oigo como alguien que quiere ganar el favor de los hombres cuando digo eso? ¿Pronunciando maldiciones en esas personas? No. Él no agrada a los hombres. Usted tiene que escoger en su ministerio, tarde o temprano, si usted va a servir a los hombres o a Dios. Es correcto. Y cada uno de nosotros hace eso. Eso no significa que usted pisa a la gente, pero significa que su prioridad es hacia Dios y que usted no necesariamente considera la reacción de la gente si la demanda de Dios es clara. Usted hace lo que es lo correcto y deja que Dios se encargue de las consecuencias.

Ahora, esto se reduce a lo más simple. El servicio al Señor no sólo es lo opuesto a servir a los hombres, creo que necesitamos pensar en eso, porque tantas veces inclusive aquellos de ustedes que probablemente enseñan en una escuela dominical, con frecuencia piensan en esa escuela dominical como una obligación con el sistema. “Bueno, tengo que enseñar, porque ustedes saben, son las 8:30 y esos niños están ahí. Y entonces, voy a entrar,” usted sabe. O, “bueno, el supervisor es un hombre muy amable o es una señora muy amable ahí y ella no va a estar contenta. Y usted sabe, hay un niño ahí que siempre me causa problemas y necesita aprender y demás; y la Iglesia, y ahí está John y los ancianos, más vale que haga esto.” Usted tiene la perspectiva totalmente equivocada. Cuando usted entra ahí y les habla a esas seis pequeñas cosas que se mueven, lo que sea, esto es para Jesucristo. Y usted debe considerar esa obligación como si Cristo estuviera de pie ahí en el salón. Porque créanme, Él está ahí. Y así como si Jesucristo mismo fuera el supervisor, Él y los apóstoles fueran los ancianos de esta Iglesia, porque lo representamos a Él, su servicio no es para mí. Nunca me sirve a mí. Nunca diga: “bueno, no creo que es lo correcto, pero John piensa que debemos hacerlo.” Nunca haga eso. Usted sirve al Señor Jesucristo. Usted responde al liderazgo de la iglesia conforme ellos sirven a Cristo. Y usted da su dirección de Él. Pero usted está sirviendo a Cristo. Mantenga eso en perspectiva. Sea lo que sea que haga.

Pero permítame llevarlo a una dimensión más allá de esto. No sólo es en lo que usted hace en la Iglesia y lo que usted hace en términos de su ministerio activo. Pero observe Efesios 6. Este es uno muy interesante. Efesios 6:5, dice: “siervos,” empleados, dice siervos, pero significa empleados, “obedeced a aquellos que son sus jefes. Obedezcan a su jefe con temor y temblor.” Usted dice que eso hace. Bueno, muy bien, ya cubrió algo.

“Con sencillez de corazón,” en otras palabras, con un único propósito de dirigir su vida a cumplir aquello que Él le da a usted, ¿qué? Como para Cristo. ¿Por qué tiene que decir eso? ¿Quieres decir que yo tengo que obedecer a mi jefe como si él fuera Jesucristo? ¡No conoces a mi jefe! No tiene relación. Usted debe trabajar en su trabajo como si estuviera trabajando para Jesucristo mismo. ¿Puede imaginarse si Jesucristo entrara donde usted está un día y dijera: “me gustaría que hicieras esto para Mí”? Oh, sí, claro, lo que Tú quieras. ¡Claro! Usted sabe, todos nos caeríamos tratando de hacer eso.

Pero sabe, es muy importante que usted funcione de esa manera porque la Biblia dice que usted debe servir a quien sea su amo. Inclusive, si es un cristiano o un ateo, como si fuera Jesucristo mismo. Esa es su obligación como cristiano. Todo lo que usted hace desde el momento en el que usted abre sus ojos en la mañana hasta que usted los cierra por la noche, y se va a dormir, es servicio a Jesucristo. No hay una división entre lo secular y lo sagrado. Lo secular pertenece a los incrédulos y lo carnal, todo es servicio a Cristo. Todo es ofrecido a Él. Sea la operación de sus dones espirituales o sea que usted está registrando su asistencia en su trabajo, todo es lo mismo. Y las cosas que usted hace en esta vida son para Cristo. Están bajo Cristo.

¿Se acuerda en Mateo, capítulo 25, en donde los versículos 34 al 40, Jesús está hablando del juicio de las naciones está por venir en la segunda venida y Él les dice a las ovejas a Su derecha, les dice: “entren al Reino”? Y Él dice: “aquí está la razón: cuando tuve sed, me dieron de beber. Cuando tuve hambre, me alimentaron. Cuando estuve desnudo, me vistieron,” etcétera, etcétera. “Y ellos dijeron ¿cuándo hicimos esto? Y Jesús dijo: al hacerlo a uno de estos de los más pequeños de mis hermanos, ¿qué? A Mí lo hicisteis.” Lo que usted esté haciendo, recuerde, en la mente de Dios es visto como servicio hacia Cristo. ¿Qué tipo de servicio le está presentando usted va Él? Usted dice: “bueno, lo sirvo cuando vengo a la Iglesia.” Bueno, eso es muy amable. Esa es una hora de la semana. ¿Qué está haciendo usted el resto del tiempo? Todo es servicio a Él. Todo. Usted dice: “pero yo no estoy en el ministerio, yo simplemente soy un mecánico.” Esto es servicio a Cristo.

Nuestro servicio no es menos personal que si Jesús fuera nuestro jefe y la dicotomía debe ser recordada. Lo sirvo a Él, no sirvo a los hombres. No estoy agradando a los hombres. No estoy haciendo el esfuerzo en mi ministerio por agradar a los hombres, por decir lo que todo el mundo quiere oír. Y sabe una cosa, usted tiene tanto de esto, es sorprendente cuántas cosas son editadas porque la gente no quiere ofender al hombre que da la mayor cantidad de dinero.

Ahora, observe la palabra aquí que es la palabra sirviendo en el versículo 19. Sirviendo, esa esclavitud, literalmente en el griego. Servicio de esclavitud. Pablo la usa diecisiete veces en sus epístolas. Y él habla mucho acerca de la esclavitud. Fue un alto llamado a ser un esclavo de Jesucristo, créame. Ser un siervo del Rey de Reyes y del Señor de Señores, fantástico. Sea lo que sea que usted haga, es para Él. Yo sé que en el ministerio usted tiene actitudes de sobriedad, porque usted se ve a sí mismo como un siervo de Jesucristo y de vez en cuando, es un tema de responsabilidad. Pero de todas las responsabilidades sobrias que tengo, la que más me pesa es la responsabilidad de enseñar. Y el versículo que aterra mi mente repetidamente es el versículo que está en 2 Timoteo 2:15 que dice esto: “procura con diligencia presentarte a Dios.” Eso es una afirmación realmente fuerte.

Sabe una cosa, cuando yo preparo un sermón, mi pensamiento no es: “bueno, ¿le va a gustar a la gente este sermón?” Mi pensamiento es: “¿estará Dios contento con esto?” Y eso hace algo totalmente diferente de esto. Distinto, porque lo que estoy haciendo aquí en este momento conforme hablo, no quiero hacerlo para agradarles a ustedes, aunque quiero que aprendan y quiero que crezcan y quiero que perciban que hay amor. Quiero hacer esto para que sean instruidos. Y Dios es servido. Y no quiero hacer nada que pueda afectar o quitarle a Él, sin importar cómo les afectó a ustedes. Servicio a Cristo.

Ahora, dicho servicio a Cristo es presentado con dos cosas. Versículo 19: “sirviendo el Señor con toda humildad.” No algo de humildad, sino toda humildad. Sabe una cosa, una cosa es ser un siervo y otra cosa es tener el espíritu de un siervo. Ustedes que tienen empleados, ¿alguna vez han tenido a un empleado rebelde, desobediente? Siempre tienen a uno. Simplemente, siguen despidiéndolo y se consiguen a otro. En algún punto u otro, si tienen a mucha gente, siempre tienes a alguien que se queja. Pero el servir al Señor tiene que ser hecho con toda humildad, con un sentido total de que usted es un siervo y de que este es un llamado elevado y esto es algo que usted disfruta hacer. El espíritu de un siervo no es sólo servicio, sino el espíritu de servicio. Humildad.

Y Pablo tuvo esto. Por muy capaz que él fue, por muy astuto que él fue, por muy conocedor que él fue, él fue humilde. El versículo 9 de 1 Corintios 15 lo expresa: “porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la Iglesia de Dios. Pero,” dijo él, me gusta eso, “por la gracia de Dios, soy lo que soy y Su gracia, la cual me fue dada a mí, no fue en dada en vano, sino que me esforcé mucho más abundantemente que todos ellos. Sin embargo, no yo, sino la gracia de Dios estuvo conmigo.” Él les dice: no soy nada, no merezco nada, pero yo soy lo que soy por la gracia de Dios. Y mientras que él tuvo esta actitud, él sirvió al Señor con humildad. Él dijo: no me importa el sufrimiento. Ni siquiera me importa el aguijón en la carne. No me importa la persecución, no me importa la aflicción. No me importa nada de eso. Porque cuando soy débil, entonces, soy fuerte. Él dijo: simplemente, no puedo creer que Dios mostró la suficiente gracia como para dejarme ser un esclavo.

En 2 Corintios 3, versículo 5, escuche estas palabras: “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos. Sino que nuestra competencia viene de Dios.” No tenemos derecho de pensar nada de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios. Escuche, “quien también nos hizo ministros competentes.” La única razón por la que tenemos alguna capacidad para hacer algo es debido a Él. Humildad en su manera de pensar.

La palabra humildad significa sumisión devota. Humildad de mente significa una obediencia contenta. Ambrosio fue una de las grandes figuras en la primera Iglesia. Él fue un gran erudito, hombre de iglesia, lideró, gobernante de varias tres provincias romanas. Y él gobernó con tanta capacidad como un gobernante y con tanta sabiduría espiritual que cuando el obispo de la región murió, querían hacerlo el obispo y quitarlo de la política y meterlo a la teología. Él fue un cristiano, nos dice la historia. Él fue llamado a ser el sucesor del obispo muerto. Y los historiadores nos dicen que, para él, fue tan impensable, que él se dio la vuelta y salió corriendo del edificio, huyendo en la oscuridad en la noche, en lugar de enfrentar la responsabilidad. Correcto o incorrecto, lo persiguieron y lo convencieron de que Dios lo había escogido para la tarea.

Necesita haber, creo yo, en el sentido de nuestro servicio a Jesucristo, un sentido constante de ineptitud. No somos ineptos en Su poder, sino que somos ineptos en nosotros mismos y debemos descansar de manera total en Su poder.

John Knox, el gran predicador de Escocia, fue llamado a predicar. Y su biógrafo dice esto: “él irrumpió en lágrimas abundantes y se retiró a su recámara. Su semblante y conducta desde ese día hasta el día en el que fue obligado a presentarse a sí mismo en el lugar público de la predicación, declaró de manera suficiente la tristeza y turbación de su corazón.” Fin de la cita. Él se vio despedazado, fue llevado a las lágrimas por la responsabilidad aterradora de ser llamado predicar. La humildad es básica para el servicio del Rey, si es que va a ser eficaz.

Pero hay una segunda cosa, sirviendo al Señor con toda humildad, y claro, hemos hablado tanto de cómo usted define la humildad. La humildad es conocer a Jesucristo tan bien que usted se ve a sí mismo en perspectiva. Pero también, “con muchas lágrimas y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos.” Servir al Señor involucró humildad y sufrimiento. Segundo punto: sufrimiento. Eso es lo que le espera al siervo, usted sabe. Jesús se convirtió en un siervo y sufrió. El siervo sufriente de Isaías 53, el ejemplo perfecto. Y Pedro dice: “así como él fue un siervo sufriente, nosotros debemos seguir sus pisadas.”

Ahora, esto es simplemente es parte de esto, usted sabe, todos los que quieren vivir piadosamente en este siglo, van a sufrir persecución. Si usted realmente es un siervo humilde del Señor y usted realmente lo sirve, usted va a enfrentar algunas cosas, van a venir.

Pero hay 2 áreas de donde viene el sufrimiento. Observe el versículo 19, “con muchas lágrimas,” eso es sufrimiento interior, “y pruebas,” eso es externo. El siervo de Dios, quien sirve con un corazón entero, en toda humildad va a encontrar el sufrimiento va a venir y, en primer lugar, va a ser interno. Lágrimas de sufrimiento. No creo que usted realmente pueda servir al Señor con pasión, y estoy convencido, hasta cierto punto, yo mismo, no creo que usted realmente pueda servir al Señor a nivel interno con pasión a menos de que realmente sienta algo de sufrimiento interno. Y no quiere decir que es inventado. No quiero decir que es manufacturado. Digo, simplemente, es real. Pablo derramó lágrimas. Él dijo, ‘con muchas lágrimas’.

Su servicio al Señor un servicio que involucró lágrimas. ¿Por qué? Porque a él le dolía cuando Dios era deshonrado. Y él estaba triste cuando vio ciertas cosas en el mundo. Tres cosas lo entristecieron. Vi a lo largo del Nuevo Testamento, tratando de encontrar algunas cosas y encontré tres cosas que hicieron que Pablo llorara. Una, él lloró porque la gente estaba perdida. Romanos 9:2 y 3, en ese pasaje en donde él descubre su corazón, él dice, “tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne.” Él dice: “yo lloro todo el tiempo,” y casi desearía que yo mismo fuera maldecido si Israel pudiera ser salvo. Usted dice: “Oh, Pablo, eso es emocional.” Y él dice en el versículo 1: “verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo.” Estoy diciendo la verdad, me duelen los perdidos. Muchas lágrimas. Él lloró por los perdidos.

En segundo lugar, él lloró por los cristianos carnales. ¿Y sabe una cosa? Cuando él escribió 1 Corintios al grupo más grande de cristianos carnales que existía, y todo el tiempo, mientras que él escribió la carta, él lloró. Eso es preocupación. Eso es preocupación real. ¿Está así despreocupado usted por el cuerpo? ¿Estoy tan preocupado por un cristiano carnal?

Escuche 2 Corintios 2:4, él escribe su segunda carta a ellos y describe sus sentimientos cuando él escribió la primera. Él dice esto: “a partir de mucha aflicción y angustia de corazón, escribí a vosotros con muchas lágrimas. Escribí la primera carta llorando a lo largo del proceso entero debido a la carnalidad de ustedes y sus inconsistencias.” Él se preocupaba.

Una tercera cosa que lo hizo llorar, él se lloró por los falsos maestros, porque ellos atacan la obra de Dios. Hechos 20:31, él dice: “acordándoos que, por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.” Y él les acababa de decir que él había estado hablando de falsos maestros. Él les advirtió acerca de los falsos maestros llorando. Eso lo entristeció.

Filipenses 3:18, “acerca de muchos de los cuales les he dicho con frecuencia y ahora os vuelvo a decir, llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo.” Él está hablando a través de los falsos maestros. Él lloró por los perdidos. Él lloró por cristianos carnales y él lloró porque la gloria de Dios estaba siendo atacada por la enseñanza falsa. Muchas lágrimas. Servicio a Jesucristo, creo yo, tiene que involucrar algo de ese sufrimiento interno. Porque podemos servirle de todo corazón y le servimos apasionadamente.

Sin embargo, al mismo tiempo, mientras que está todo ese gozo y servicio, está ese conocimiento de que no hay fruto. Veremos en esta noche en Gálatas, en donde Pablo debió haber llorado algo, porque después de todo este pasaje, él escribe Gálatas y él cierra diciendo: “no sé qué hacer con ustedes.” He llegado al final de mis recursos.

Pero sabe una cosa, realmente creo que cuando existe ese tipo de ministerio, va a haber fruto. Yo creo que cuando una persona es así de apasionada, que derrama lágrimas por ese tipo de cosas, Dios realmente va a traer una cosecha.

Me acuerdo de leer acerca de Robert Murray McCheyne, quien murió y su Iglesia fue visitada por un pastor joven, quien estaba siendo guiado por la persona que cuidaba para que viera la Iglesia en donde McCheyne había predicado. Y lo metieron en un pequeño cuarto y ahí había un pequeño banco y el señor que cuidaba, ya mayor, le dijo, “Señor, ¿ve usted este banco?” Y él pensó que era extraño que le mostrara un banco. Y él dijo: “ése es el banco en donde el pastor McCheyne se arrodillaba y lloraba antes de que predicara.”

Y después, lo llevó al púlpito y vio esta Biblia grande en el púlpito y vio que estaba toda arrugada por agua; y que estaba manchada. Y él preguntó qué era eso que estaba en la Biblia. Y él dijo: “bueno, esas son las lágrimas que salían cuando el hermano McCheyne predicaba. Y él está muerto, pero él todavía está moviendo vidas.” Él tuvo un impacto. Y no estoy promoviendo un sentimentalismo torpe, estoy hablando de una compasión honesta.

Pero escuche el Salmo 126:6, una promesa hermosa: “los que salen, llorando, sembrando semilla preciada, sin duda alguna, regresarán con regocijo trayendo su cosecha con él.” Si podemos presentar un punto espiritual a partir de eso, y creo que por eso está ahí, la persona que sale llevando la Palabra de Dios, llevando la semilla preciada y tiene un corazón compasivo que se preocupa, tiene la promesa de que Dios lo va a traer de regreso con su cosecha. Va a haber una cosecha.

Sirviendo al Señor, entonces, involucra humildad y sufrimiento. Y el primer tipo de sufrimiento viene del interior. Cuando usted realmente ve su vida como servicio a Jesucristo, usted la ve en la perspectiva correcta y usted sabe que tiene que incluir algunas lágrimas.

La segunda cosa, hay sufrimiento de afuera, en Hechos 20. Él dice: “pruebas de los judíos.” Ellos tramaron en contra de él. Él dice, como usted sabe, simplemente es cuestión de persecución, de eso está hablando. Y siempre fueron los judíos, aparentemente, que lo molestaban y tramaban en contra de él. De hecho, inclusive en el capítulo 20, versículo 3, ellos trataron de matarlo aparentemente al tratar de empujarlo por la borda de un barco. Y entonces, él nunca ni siquiera se subió al barco. E incidentalmente, fue en este tiempo de su vida que él escribió 1 Corintios.

Y en 1 Corintios 15, creo que está en el versículo 30, él hace la afirmación en referencia a algunos de los problemas. Él dice: “estamos amenazados en todo momento”. Y después, en el siguiente versículo, “muero diariamente”. Él vivió en una amenaza constante en contra de su vida, inclusive en el momento que él estaba escribiendo eso, lo cual es previo al momento en el que lo encontramos en Hechos 20. Los judíos habían tramado continuamente en contra de él. Lo veían como un hereje, como una amenaza a su religión y demás.

Pero, ¿sabe una cosa? Como lo hemos visto tantas veces en el libro de los Hechos, el sufrimiento simplemente es parte de vivir una vida santa en un mundo impío, ¿no es cierto? El sistema no puede tolerar y reaccionan a ello. Supongo que es hay un sentido en el que usted puede medir su eficacia cristiana por las olas que usted causa. Si usted no causa ola alguna, usted realmente no es muy eficaz. Debe haber alguna reacción por parte del sistema en contra de usted. Y no quiere decir por parte de los cristianos. Si los cristianos están reaccionando en contra de usted, usted tiene un problema. Pero me refiero al sistema impío.

Bueno, eso realmente es una mirada al siervo del Señor. ¿Sabe una cosa? El mundo mide a un gran siervo de Dios si tiene su foto en toda revista cristiana, o usted sabe, si está en la lista de todos los dignatarios que están encabezando esto o aquello, o si él es influyente, si tiene un gran nombre o si tiene muchos títulos.

Pero, ¿sabe cómo es que Dios lo mide? Si su vida está alineada con la prioridad de servir a Cristo y lo hace con toda humildad y con una disposición a sufrir. Y créanme, cuando todo sea evaluado en el tribunal de Cristo, creo que algunas personas se van a sorprender en términos de quién recibe qué recompensa.

La segunda cosa, y simplemente vamos a ver esto porque únicamente es un punto breve, la segunda cosa que Pablo vio al ver el ministerio, fue la perspectiva de la Iglesia o hacia la Iglesia. Él vio su relación con Dios en términos de servicio, pero hacia la Iglesia, apuntando a la enseñanza. Su obligación para con la Iglesia fue enseñar, versículo 20. “Y como nada que fuese útil, he rehuido de anunciaros y enseñaros públicamente y por las casas.” Su ministerio hacia Dios fue visto como servicio. Hacia la Iglesia, es enseñanza. Él vio que la prioridad fue la instrucción. Eso fue muy claro. Y me gusta este pequeño pensamiento aquí, versículo 20: “como nada que fuese útil he rehuido de anunciaros.” Retener, rehuir, el mismo verso usado en el versículo 27, no he rehuido, no he evitado, no he contenido nada que no sea todo el consejo de Dios. Pablo no retuvo nada.

¿Sabe una cosa? Ese es uno de los peligros en el ministerio. Si usted comienza a pensar en cómo la gente es afectada por usted y se preocupa por su popularidad, usted hace eso tanto como yo. ¿Sabe una cosa? Usted dice: “bueno, si digo eso, el señor tal y tal, no sé… porque él piensa esto…” ¿y sabe una cosa? Y usted sabe, “tú, simplemente, no tienes mucho tacto”; y entonces, quizás usted pueda evitar ciertas cosas para no ofender a alguien. Ahora, usted debe hacer eso. Usted no debe ofender si es una opinión en particular. Pero si es la Palabra de Dios y la Verdad de Dios, y es cuestión de lo que está bien y lo que está mal, simplemente, sáquelo y déjelo volar.

¿Sabe una cosa? Creo que el gran ejemplo de Pablo fue cuando él estuvo en Antioquía y Pedro estuvo ahí. Y Pedro estaba disfrutando de un gran tiempo. Y él estaba comiendo ahí sus sándwiches de jamón y disfrutando su tiempo con los gentiles y sin problemas en absoluto. Y no le importó la ley. Y de pronto, llegó un grupo de la circuncisión, Pedro se separó de los gentiles, fue y se sentó con los judíos, hizo lo que era lo judío; y Pablo realmente se enojó con él.

Y en Gálatas 2:11, Pablo dice: “lo resistí cara a cara porque era digno de ser condenado.” Y en el versículo 13 ó 14 le dice: “Pedro, ¿qué estás haciendo, haciendo que estas personas hagan algo que tú ni siquiera hiciste?” Y él dijo: “y se lo dije públicamente delante de todo el mundo.” Dices: “bueno, vas a herir sus sentimientos”.

Espero que sí. Espero hacer más que eso. Espero afectar su teología. Pablo nunca contuvo nada. Él nunca fue culpable de evitar la obligación de enseñar. Él no retuvo doctrina alguna, ninguna exhortación, ninguna amonestación que fuera necesaria si él sabía que era la verdad de Dios y él sabía que necesitaba ser aplicada, la aplicó.

Y quiero decirle una cosa, hay muchas personas que no hacen eso. Dicen: “bueno, no queremos decir nada acerca de eso, porque tenemos dos hombres que dan mucho dinero y no piensan así. Entonces, simplemente evitamos eso.” “Bueno, tenemos a estos hombres en el consejo y, ¡hombre!, si digo eso…” oh, sí. Eso es agradar a los hombres. Un pastor me dijo: “bueno, no predicamos acerca de la segunda venida. No estoy seguro de lo que creo. Y hay diferentes posturas. Entonces, simplemente no hablamos de eso”. Ese es un pecado.

¿Cómo es que usted puede enseñar la Biblia y no hablar de la segunda venida? Eso es lo que todos estamos esperando. Un hombre me dijo: “bueno, simplemente evitamos asuntos doctrinales, usted sabe.” Ah, eso es muy bueno. Ajá. Un hombre me preguntó, él me dijo: “¿tú y tu Iglesia creen en la disciplina de la Iglesia, en donde si hay un miembro que está pecando, del cual sabes y demás, que deben ir a él como ancianos y disciplinarlos?” Y le dije: “¡Oh, claro que sí! ¿Y tú?” “Oh, ¿por qué? No he oído de eso. Y no se ha hecho en años.” Yo le dije: “bueno, lo hacemos. Y tú deberías hacerlo. Es correcto. Está en la Biblia.” Y él respondió que no podían. Dijo: “en primer lugar, ¿en dónde comenzaríamos?”

Y sabe una cosa, usted sabe, la cuestión de aplicar principios correctos, sea cual sea la consecuencia, es una cuestión que es respondida de manera simple por las Escrituras. Usted simplemente lo hace. Y con esto no quiere decir que usted no es amoroso. Simplemente, quiere decir que usted hace lo correcto. Usted no puede retener nada que sea útil. Usted no puede y cumplir su ministerio, ¿verdad? No. Usted dice: “¿quién dice lo que es útil?” Bueno, me sorprendió ahí. Él dice: “como nada que fuese útil he rehuido.” Usted dice: “bueno, ¿qué es útil? Digo, ¿acaso cada hombre no debe decidir eso? Quizás, no es posible disciplinar a esta persona y sacarlo de la Iglesia, quizás, lo va a dañar. Entonces, no es útil. O quizás, tal y tal doctrina no es útil.”

Entonces, ¿cómo sabe usted lo que es útil? Es muy fácil, ¿está listo para escuchar esto? “Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil.” Usted no sabía que eso estaba ahí, ¿verdad? Correcto. Todo el consejo. Versículo 27, “no he rehuido nada. Les he anunciado todo el consejo de Dios. ¿Cree usted que Dios nos dio verdad inútil? Todas las cosas aquí son para nuestra edificación. Sí, todo es útil.

Ahora, algo de esto es útil para doctrina, esto es para enseñar principios, algo para reprender. Y esa palabra es traducida cinco veces reprensión y una vez traducida - creo que es en Mateo 18 - para hablarle a una persona de sus fallas. Sí, la Biblia es útil también para decir: “mira, querido hermano, esto dice que estás haciendo cosas que desagradan a Dios.” Reprensión. Y tenemos esa obligación. También es útil para corrección. Una vez que usted ha reprendido.

Entonces, le da a usted las herramientas mediante las cuales corrige la conducta y finalmente, es útil para instruir en justicia. Entonces, una vez que ha reprendido, y ha colocado al hombre en el camino correcto, usted entonces continúa enseñándoles en una vida justa. Es útil. Eso no es nada más un concepto del Nuevo Testamento, escuche esto, David lo dijo en el Salmo 49 y 10, simplemente para darle una idea de la coherencia de Dios en el Antiguo Testamento. Escuche a David: “me deleita hacer Tu voluntad, Dios mío, sí, gracias porque Tu ley está dentro de mi corazón. He predicado justicia en la gran congregación. He aquí, no he refrenado mis labios, oh Señor, y tú lo sabes.”

Escuche esto: “no he escondido Tu justicia dentro de mi corazón, he declarado Tu fidelidad y Tu salvación, no he encubierto Tu misericordia y Tu verdad de la gran congregación.” ¿No es eso bueno? No retuve nada, les dije todo.

Sabe una cosa, a Ezequiel se le dio una comisión excepcional. Y creo que es una comisión que le pertenece a todo cristiano. Y está en el capítulo 33 de Ezequiel y le voy a leer tres versículos y voy a hacer una rápida aplicación. Escuche lo que Dios le dice a Ezequiel. Él lo llama el hijo del hombre. “Hijo del hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel. Tu eres mi hombre en Israel. Por tanto, tú oirás la palabra de Mí boca y les amonestarás de mi parte.” En otras palabras, lo que Yo te diga, tú les dices. Implícito está que a ellos no les va a gustar. No les van a gustar todas las reprensiones. “Cuando yo diga al impío, oh, impío, ciertamente morirás, ¿puede usted imaginarse tener la comisión del Señor de acercarse a alguien y decir eso? “Escucha, hombre impío, vas a morir.” Entonces, el Señor se adelantó a que Ezequiel estaría un poco inquieto en este punto. Y entonces, Él dice, “si Yo digo eso y si tú no les dices “advirtiendo al impío de su camino,” ese impío morirá en su iniquidad. Pero su sangre demandaré de tu mano.” En otras palabras, tú vas a ser castigado por no comunicar Mi palabra. Si, por otro lado, tú haces eso, no hay castigo.

Ahora, eso no está diciendo que usted va a ser enviado al infierno porque alguien más muera sin Cristo. Lo que está diciendo es esto, y creo esto, que la implicación es que el ministro cristiano es responsable de comunicar la verdad de Dios o estar en el lugar de la disciplina por no hacerlo. Entonces, cuando alguien me dice: “bueno, yo simplemente no hablo de eso.” Entonces mi afirmación, lo que les digo, es: “deberías leer Ezequiel 33, porque si no hablas de eso, puedes estar reteniendo aquello que Dios diseña que sea hablado. Y si ese individuo muere en sus pecados, entonces quizás tú sufras algo de disciplina por no comunicar lo que debes.” No es de cuestión de que si el hombre va a ser salvo o perdido en base a lo que usted diga o no diga, ese es el lado de la soberanía de Dios, porque el hombre muere en sus pecados en ambos casos. Simplemente, es cuestión de que si usted va a ser castigado o no por no ejercer su ministerio.

Ahora, si usted realmente va a advertirle a la gente acerca de las cosas de Dios y si usted va a declarar todo el consejo de Dios y si usted va a dar todo lo que es útil, entonces, su ministerio va a estar involucrado en hacer esto, ¿verdad?, enseñar este libro. Esa es la razón por la que estoy tan comprometido con el hecho de que debe enseñar expositivamente a lo largo de la Biblia, a lo largo de la Biblia, porque si usted hace eso, entonces, usted va a dar el consejo de Dios de manera sólida.

Muy bien. Entonces, les enseñó. Ahora, observe dos maneras en las que él enseñó: públicamente y por las casas. Él enseñó en público y él enseñó en casas. Ahora, la idea de enseñar públicamente es muy simple, él enseñó en primer lugar en la sinagoga durante dos meses, tres meses, creo. Y después, durante dos años en la casa de Tirano. Tuvieron reuniones públicas y la gente vino y aprendió. Y eso es maravilloso y esa es la razón por la que hacemos esto, porque somos llamados a enseñar públicamente. Pero él también lo hizo de casa en casa. ¿Sabe una cosa?, lo que he aprendido, y me encantaría, y ciertamente, estoy disponible para cualquiera de ustedes en cualquier momento, de ir a las casas y enseñar la Palabra de Dios. ¿Sabe por qué? Porque ahí usted puede reforzar y aplicar la Verdad que usted enseña aquí. Pablo sabía que una cosa era enseñarla, pero otra cosa era reunirse con alguien en algún lugar y satisfacer su necesidad específica y ayudarles a hacer una aplicación.

¿Sabe una cosa? Pablo hizo algo de enseñanza de casa en casa. He visto a gente tratar de defender los programas de visitación de casa en casa en base a este versículo. No está hablando de eso, esto está hablando de enseñanza. Y sabe una cosa, las visitaciones en donde usted va y toma un café y habla, está bien. Usted debe hacer eso y eso es algo agradable. Pero no confunda eso con Hechos 20:20. Eso no está hablando de eso. De lo que está hablando aquí es ir ahí y enseñar la Palabra de Dios en un estudio bíblico en casa o a una familia, estar disponible para instruir o para aplicar la verdad espiritual.

¿Y sabe una cosa?, yo sé que es lo que Pablo hizo en cada casa a la que él fue, porque, ¿qué es lo primero que usted haría si Pablo llegara a su casa? “Pablo, ¿podrías, por favor, explicarme este versículo?” Seguro que usted le preguntaría. Eso me sucede a dondequiera que voy. “Oh,” usted sabe, “¡me da tanto gusto verte, John!, ¿podrías ser tan amable de explicarme este versículo?” Eso sucede en todos lados. Usted sabe, digo, estaba el otro día en el supermercado y viene una señora y me dice: “Oh, John, me da tanto gusto verte, tanto gusto verte aquí. ¿Podrías, por favor, explicarme tal y cual versículo?” Y le dije: “bueno, espéreme, déjeme poner mis plátanos aquí.” Con mucho gusto lo hago, usted sabe. Eso está bien, digo, usted sabe, me da gusto hacer eso… si conozco la respuesta. Claro que hay ocasiones en las que yo presento ese gran versículo, el cual se ha convertido en mi versículo de por vida, Deuteronomio 29:29, las cosas secretas pertenecen al Señor.

Pero no es tan sólo la idea de que el ministerio cristiano es algo público, sino que usted debe ser capaz de llevar ese mensaje si usted lo propaga desde un púlpito a la casa de alguien y a la vida de alguien y hacerlo que funcione. Y me gusta el hecho de que Pablo fue de casa en casa, porque eso me dice que él fue una persona real y él se preocupaba y él estaba involucrado. Y su ministerio fue algo que usted podía probar y usted podía rebotar la vida de usted a partir de las verdades de él. Y eso funcionaría y permanecería en pie.

Escuche, mi obligación hacia Dios es servirlo. Así es como yo veo a mi ministerio. Mi obligación es a la Iglesia, es enseñar a la Iglesia, sea de manera pública o en privado, reforzar esa enseñanza y hacerla algo que se pueda vivir. Esa es la prioridad hacia Dios y hacia la Iglesia. Regrese la semana próxima y veremos las otras dos. Oremos.

Padre, Te damos gracias por las lecciones tremendas del ministerio que hemos aprendido de la vida de este querido hombre. Estamos emocionados cuando vemos la dimensión y la profundidad de su ministerio. Inclusive más emocionados por saber que tenemos el mismo Espíritu Santo morando en nosotros que estuvo en él, capacitándolos a hacer, en poder y en medida, esas cosas que fueron hechas a través de él.

Padre, oramos también porque podamos ver el ministerio de Cristo que nos ha sido encomendado en donde quiera que estemos como servicio a Jesucristo en todo. Y que podamos no ser personas que agradan a los hombres, sino que agradan a Dios. Y hacia la Iglesia, Padre, que podamos ver el ministerio visto como enseñanza e instrucción. Y aunque muchos aquí, Padre, la mayoría en este lugar, no son predicadores y quizás no están dotados con el don de la enseñanza, sin embargo, son responsables de comunicar el don que tienen y de instruirse unos a otros en la Verdad. Ciertamente, es la responsabilidad de todos nosotros. Entonces, Padre, que el ministerio en nuestras vidas sea lo que fue diseñado que fuera en el cielo, para que Dios sea glorificado y haya gente ganada para Cristo y santos edificados, en el nombre de Jesús oramos. Amén.

 

 

 

 

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