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Para nuestro estudio en esta mañana regresamos a Efesios capítulo 6. Efesios, capítulo 6. Y estamos estudiando esta sección maravillosa de la armadura del cristiano. Quiero leerle el capítulo 6, versículos 10 al 17. “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de Su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la Verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del Evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.”

Ahora, aquí tenemos el gran texto en el libro de Efesios que bosqueja para nosotros la guerra del cristiano. Y hemos aprendido mucho acerca del andar del cristiano. Comenzando en el capítulo 4, versículo 1, nos encontramos con el concepto del andar digno. ¿Y qué era lo que involucraba un andar digno? Bueno, involucraba a andar en unidad, involucraba andar de una manera excepcional, por así decirlo; debemos ser diferentes que los gentiles. Debe ser un andar amoroso, dice el capítulo 5, un andar en la luz, un andar sabio, un andar en el Espíritu Santo y finalmente, debe ser una guerra.

Nuestra manera de vivir en este mundo será conflicto. Estamos en contra del enemigo. Pero como hemos estado viendo partir de este pasaje, no hay razón por la que debamos temer eso. No hay razón por la que debamos estar tristes, por así decirlo, volvernos fatalistas, porque la victoria es nuestra. Y para expresar esto, me gustaría que viera Romanos, capítulo 8, versículo 31 por tan sólo un momento. Romanos 8:31: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con Él todas las cosas?” En otras palabras, ¿quién nos puede derrotar? ¿Acaso Dios, quien nos dio a Cristo, no nos dará todos los recursos necesarios para ganar la batalla? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? En otras palabras, ¿quién va a oponerse a nosotros? Si Dios es la corte más elevada, y Dios dice que somos justos, ¿quién nos va a acusar?

Versículo 34: “¿quién es el que nos condena? ¿Cristo quien murió, el que resucitó?” En otras palabras, si Él resucitó para nuestra justificación, ¿nos condenará Él? El punto es que si Dios es la corte más elevada, si Cristo es el juez más grande y nos han declarado como justos, ¿quién nos condenará? ¿Quién puede acusarnos de manera posible? La respuesta obviamente es ninguno. Nadie.

Versículo 35: “¿quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, aflicción, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada?” Como está escrito, por Tu causa somos matados todo el día. Somos considerados como ovejas para el matadero. No. En todas estas cosas, ¿qué cosas? Tribulación, persecución, aflicción, hambre, desnudez, peligro, espada, matados todo el tiempo, considerados como ovejas para ser matadas. En todas estas cosas, somos súper conquistadores mediante el que nos amó. “Por lo cual estoy persuadido de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, nuestro Señor.” Somos híper conquistadores, súper conquistadores. El almirante Nelson, envió palabra a Inglaterra acerca de su triunfo en Trafalgar. Y esto es lo que dijo: “la victoria no es una palabra lo suficientemente fuerte para describir la escena. Es más que victoria. Es súper victoria.” Eso es lo que Pablo quiso decir en 1 Corintios 15:57 cuando dijo: “más gracias sean dadas a Dios quien nos ha dado la victoria mediante nuestro Señor Jesucristo.

Y en 2 Corintios 2:14, en donde dijo “gracias sean dadas a Dios quien siempre nos hace triunfar en Cristo.” Y lo que Juan quiso decir en 1 Juan 5:5 cuando dijo: “¿quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el hijo de Dios? Somos vencedores, estamos triunfando. Somos victoriosos en Cristo. Entonces, como puede ver, por la definición misma en Romanos 8, 1 de Corintios 15, 2 Corintios 2, 1 de Juan 5, somos victoriosos. Somos invencibles. Somos súper conquistadores.

Pero eso está hablando del panorama total, el retrato posicional, la guerra definitiva, la realidad es que para ganar diariamente la batalla tenemos que venir a Efesios capítulo 6. Porque ahí nos apropiamos de la armadura de Dios ha hecho disponible. Y al apropiarnos de esta armadura, podemos ser súper conquistadores día tras día. Podemos ser más que conquistadores. Podemos ir más allá de tan sólo ganar la batalla. Y podemos llevar el botín. Podemos ir más allá de tan sólo reclamar la victoria. Podemos heredar todas las posesiones del enemigo derrotado.

En Segunda de Crónicas capítulo 20, Josafat guía a Israel en una gran celebración de victoria. Y creo que sería apropiado para nuestros pensamientos como una ilustración. Segunda de Crónicas, 20:22: Israel viene a la batalla y de eso se habla en el versículo 22. “Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza,” eso es interesante, “Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá. Y se mataron los unos a los otros. Porque los hijos de Amón y de Moab y Moab se levantaron contra los del monte de Seir para matarlos y destruirlos. Y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir, cada cual ayudó a la destrucción de su compañero.”  

¿Saben lo que hizo el Señor? Simplemente dejó que todos los enemigos se mataran los unos a los otros mientras que Israel estaba ahí y alababa a Dios. Ni siquiera dispararon algo. “Y luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, y he aquí yacían ellos en tierra muertos, pues ninguno había escapado. Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres muchas riquezas, así vestidos como alhajas preciosas, que tomaron para sí, tantos, que no los podían llevar; tres días estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho. Y al cuarto día se juntaron en el valle de Beraca; porque allí bendijeron a Jehová, y por esto llamaron el nombre de aquel paraje el valle de Beraca, hasta hoy. Y todo Judá y los de Jerusalén, y Josafat a la cabeza de ellos, volvieron para regresar a Jerusalén gozosos, porque Jehová les había dado gozo librándolos de sus enemigos. Y vinieron a Jerusalén con salterios, arpas y trompetas, a la casa de Jehová. Y el pavor de Dios cayó sobre todos los reinos de aquella tierra, cuando oyeron que Jehová había peleado contra los enemigos de Israel.”

Ahora, aquí hay un retrato de súper conquista. Usted que ni siquiera tiene que pelear la batalla para comenzar. Eso es sorprendente. En segundo lugar, cuando la batalla se acabó, todos en la fuerza enemiga están muertos. Y después, todo botín es tuyo para que lo puedas disfrutar. Y después, regresaron a Jerusalén alabando y cantando a Dios. Y en últimas, el versículo 30 dice: “Dios les dio paz por todas partes.” Súper conquista, un enemigo totalmente aplastado, no quedó ni uno, el botín fue recolectado de manera total y tomaron tres días para poderlo recoger, regresando con gozo y nunca habiendo disparado nada. Nunca se involucraron en una lucha. La victoria entera dada por el Señor.

Ahora, eso es súper conquista. Y así es como es en la vida cristiana. Dios pelea todo, nos da la victoria y nos deja recolectar todo el botín y entrar en Su presencia con gozo. Ese es un súper conquistador. Ese es el modo en el que Dios espera que usted viva su vida día tras día, con ese tipo de vida victoriosa, con ese tipo de enfoque a la vida.

Ahora, para experimentar esa realidad posicional en la vida práctica, usted debe aplicar la armadura del cristiano diariamente. Y esa es la razón por la que estamos viendo Efesios 6:10 al 17. ¿Cómo es que un cristiano hecha a mano de esto diariamente? ¿Cómo es que entramos en el gozo y en el regocijo? ¿Cómo entramos en este tipo de experiencia como en ese entonces, cuando Israel ganó la gran victoria? ¿Cómo conocemos el mismo gozo, la misma emoción, la misma bendición de que la batalla sea peleada por el Señor? ¿Cómo podemos estar enriquecidos por el botín ganado?

Bueno, la clave está aquí. Regresemos entonces a Efesios 6 y descubrámoslo. Vemos aquí seis partes de la armadura para el cristiano. Mientras que las tengamos puestas, conoceremos la victoria y el botín que viene para los súper conquistadores. En primer lugar, en el versículo 14, “habiendo ceñido vuestros lomos con la Verdad.” A esto lo llamamos el cinto de la veracidad y le hemos dicho que esto significa compromiso, significa estar listos, significa preparación. En otras palabras, si vamos a pelear contra Satanás, si vamos a estar en la guerra, tenemos que reconocer que tenemos un enemigo muy fuerte, muy poderoso. Tenemos un enemigo real y tenemos que estar listos. Tenemos que ceñir nuestros lomos, un símbolo de preparación. Lo vemos en muchas de las ilustraciones de la cultura hebrea en la historia, en donde ceñían sus lomos para moverse durante un viaje. Y entonces, un soldado tenía que estar listo para la batalla. Ciñendo sus lomos, preparándose para la batalla.

En segundo lugar, el versículo 14 nos habla de la coraza de la justicia. La coraza de la justicia es aquello que nos indica santidad personal, vida justa y cuando el pecado entra en nuestras vidas, confesamos y nos arrepentimos y nos volvemos de él. Y de esta manera, mantenemos una coraza de justicia cubriendo nuestras áreas vitales, cubriendo nuestro corazón y nuestras entrañas, como lo veía el hebreo. El corazón, donde pensamos. Y las entrañas, donde sentimos. De tal manera que nuestros pensamientos y sentimientos están protegidos por la santidad y la justicia. Entonces, como cristianos, estamos listos para pelear. Todo está listo. Estamos totalmente comprometidos al 100%.

En segundo lugar, estamos viviendo una vida justa, santa. Lo tercero, y esto es lo que vimos la semana pasada, debemos tener puestos el calzado de la preparación del Evangelio de la paz. Nuestros pies deben estar cubiertos con el Evangelio de la paz. Le dije que los romanos tenían botas o semi botas, una especie de sandalia, que tenían una especie de metal que salía por la suela, una serie de clavos. Y ellos estaban de pie firme. Y vemos que el calzado que nos hace estar firmes contra Satanás está realmente hecho del Evangelio de la paz. Esto es las buenas noticias de que estamos en paz con Dios. Y Él está de nuestro lado. Y podemos estar de pie en Sus recursos. Lo mismo que le permitió a Pedro tomar una espada y comenzar a pelear contra el ejército romano entero en el huerto, porque él sabía que Jesús estaba a su lado. Y si él se metía en problemas, con una palabra Jesús podía derribarlos a todos. Y entonces, como cristianos, estamos firmes con la confianza de que Dios está de nuestro lado.

Ahora, entonces, ¿cómo le ganamos al ejército de Satanás? ¿Cómo derrotamos a su hueste de demonios? ¿Cómo paramos el antagonismo que nos ataca del reino de las tinieblas? Lo hacemos mediante compromiso, lo hacemos mediante santidad y lo hacemos mediante la confianza en que el poder de Dios y el recurso de Dios son suficientes.

Pero para esta mañana, quiero que pasemos a la siguiente parte de la armadura. Y simplemente vamos a hablar de una, el escudo de la fe. Observe el versículo 16, el escudo de la fe. “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.”

Ahora, sea lo que sea este escudo de la fe, es suficiente, porque apaga todos los dardos de fuego del maligno. Esa es una afirmación bastante amplia. Es suficiente para la totalidad de la necesidad.

Ahora, hay varios tipos de escudos usados por diferentes partes del ejército en tiempos romanos dependiendo de lo que usted estaba haciendo, en lo que usted estaba involucrado. Pero sobresalen dos: el primero es uno redondo, más bien pequeño. Una especie de frisbi o disco grande que estaba hecho en esa forma y era curvo en las orillas. Se amarraba con dos tiras, normalmente, al antebrazo, al brazo izquierdo del soldado. Debía ser muy liviano para que pudiera ser cargado cuando un soldado era un soldado que se movía a pie. Y lo usaban para poder detener los golpes en el combate mano a mano. En la mano derecha, había una espada y según el versículo 17, de la espada es una machaira, la cual es una palabra griega que significa daga, una espada corta.

Y ellos se metían en un combate mano a mano, en una mano estaba esta pequeña espada con la que estaban peleando y en la otra estaban cargando para poder detener los ataques del adversario con este escudo. Esa no es la palabra que se usa aquí, la palabra usada aquí es thureon y se refiere a un escudo totalmente diferente. Thureon es un escudo que era de 80 cm de ancho por 1.40 metros de alto. Era un pedazo de madera grande, ancho, grueso. Estaba cubierto por la parte de afuera con metal y algunas veces inclusive con piel, muy grueso, de tal manera que cuando eran disparadas las flechas, las flechas con fuego, le pegaban a ese metal y caían o entraban a la piel; y la piel tenía aceite, estaba tratada de tal manera que apagaba la flecha con fuego. Pero era un pedazo de madera enorme realmente de 80 cm por 1.40 metros. Y si usted recuerda, en esa época la gente era mucho más baja de estatura de lo que es en la actualidad. Inclusive en la época de la historia de Inglaterra y Escocia, y estuvimos ahí hace poco tiempo atrás viendo algunas armaduras, y si usted ha ido a la torre de Londres, usted ve lo mismo. Usted ve la armadura que ellos usaban y se pregunta cómo se podían haber metido en esto. Los únicos que podían haber entrado en eso eran sus hijos de edad de preparatoria o secundaria, eran tan pequeñas. Eran personas muy bajas de estatura. Y un escudo de 1,40 por 80 le habría dado protección total. Usted, simplemente lo fija en el suelo y se coloca detrás de él. Para eso era usado. Era diseñado para proveer protección total.

Ahora, cuando peleaba el ejército romano, normalmente ésta era la estrategia de batalla que seguían si era una batalla importante. Había una fila larga de estos soldados en la parte del frente de las tropas con estos escudos. Detrás de ellos, estaban todos los soldados con flechas y espadas y todo lo demás. Y conforme avanzaban, llegaban al enemigo. Colocaban estos escudos lado a lado, creando una especie de muro de protección enorme y detrás de ese muro, los arqueros disparaban sus flechas y salían volando, y poco a poco, esa muralla iba avanzando más y más cerca. Y finalmente, entraban en combate mano a mano, con frecuencia.

Pero eso era lo que pasaba. Y los hombres que estaban en la parte del frente proveían el muro, realmente, esa era la línea frontal del ejército. Y ellos protegían a esos soldados contra las flechas que disparaban. Y claro, una vez que llegaba toda esa ola de flechas, esos eran los hombres que tenían la mayor protección. Ahora, eso también es el caso inclusive con las tropas que estaban detrás. Había algunos que también llevaban estos escudos para protegerse a sí mismos. Pero usted se puede imaginar que, si no tenía un escudo como ese, de pronto llegaba una ola, una lluvia de flechas que venía detrás de la fila del enemigo y no era posible que usted pudiera repelerlas. Pero usted podía colocarse detrás de su escudo y ser protegido. Y entonces, esta es una profesión doble, una protección doble.

Ahora, escúcheme: usted notará que comienza en el versículo 16 con las palabras “sobre todo.” No significa que es lo más importante, ése no es el énfasis. No está hablando del tema de importancia; ése no es un punto con el que se trata en esta sección de la armadura del cristiano. De hecho, le dije antes que no hay nada aquí que se diga acerca de qué es más importante. Son todas esenciales, inclusive hay un solapamiento. Pero él está diciendo encima de todo lo demás, tiene su cinto, tiene su coraza, tiene su calzado ahora, además de eso, encima de todo eso, y, por cierto, encima de eso se refiere no sólo al escudo sino, a las últimas tres partes de la armadura. “Sobre todo,” dice, “tomando el escudo de la fe,” y después en el versículo 17, “y tomad el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu.”

Ahora observe y le voy a mostrar un pensamiento muy importante: “el sobretodo” introduce los tres elementos que quedan. E inclusive hay una distinción en los verbos para mostrar que hay una diferencia. Usted tiene en el versículo 14 el verbo “teniendo” como teniendo sus lomos, teniendo sus pies, teniendo la coraza; y la idea del verbo en el griego es que esto es algo que es permanente. Esto es lo que usted trae puesto. Esto es algo permanente, una preparación a largo plazo.

Por ejemplo, estaban ahí en la batalla. Y un soldado iba y descansaba, pero no se quitaba su coraza, no se quitaba su cinto, ni su calzado. Eso simplemente está siempre ahí. Lo tenían puesto todo el tiempo. Pero cuando la batalla arreciaba, el versículo 16, indica que él tomaba su escudo, versículo 17, él tomaba su yelmo o su casco y su espada. Entonces, los primeros tres elementos son para preparación a largo plazo. Los últimos tres son para preparación inmediata. Esto realmente es lo que usted debe tomar cuando arrecia la batalla.

Ahora, claro, si usted está comprometido, usted trae el cinto puesto y tiene santidad absoluta en su vida. Y su coraza está puesta y usted tiene con confianza en el poder de Dios, usted está de pie con sus pies calzados con la preparación del Evangelio de la paz. Esto parecería ser suficiente y realmente lo es. Nada más que el resto es en cierta manera una protección doble y es útil para cuando la batalla realmente enardece, cuando se vuelve más intensa.

Ahora, el resto usted lo trae puesto todo el tiempo. Y un creyente no debe tener que volverse a comprometer. Me acuerdo conforme crecía, y tantas veces asistía a conferencias y decían tantas veces: “vamos a tener una re dedicación. Queremos que todos re dediquen su vida.” Fui a una escuela donde solían hacer eso todo el tiempo. Teníamos reuniones mes, tras mes, tras mes. Alguien venía y les hablaba a los alumnos cristianos y llamaba para un re compromiso y re dedicación y una re consagración y las mismas personas atravesaban por lo mismo siempre y siempre haciéndolo.

Bueno, el punto es que simplemente regresaban a los tres puntos básicos. Ellos regresaban al compromiso, a la justicia y a la confianza en el poder de Dios, lo cual es algo que debieron haber tenido con ellos todo el tiempo, ¿se da cuenta? Pero cuando las flechas comienzan a volar, en una fuerza masiva, entonces debe tener el escudo de la fe. Entonces, se coloca el casco de la salvación. Y entonces, toma la espada del Espíritu. Es algo así como ver a un jugador de béisbol que se sienta en la banca. Y cuando se va a sentar en la banca no se quita el uniforme. Continúa con el uniforme puesto. Sigue con las protecciones puestas. Probablemente, también tiene puestas las rodilleras. Él también trae puestos su calzado especial. Pero cuando llega el momento de batallar, él se pone el casco y él toma el bate. ¿Por qué? Porque él ha estado preparado, pero ahora toma sus armas de esta guerra para la batalla.

Lo ve sucediendo en un juego de fútbol americano, el jugador se sienta ahí en la banca, se quita el casco y demás y cuando entra al juego, se lo vuelve a poner y se lo quita; y esa es esencialmente la distinción que el apóstol está mostrando aquí. Hay algunos elementos a largo plazo de preparación. Y algunos para estar listos de manera inmediata conforme la batalla se vuelve más intensa. Y entonces, encima de los primeros tres, los cuales están amarrados en cierta manera, están en su lugar, son inamovibles, vienen estos tres, los cuales son tomados por la mano para el momento inmediato de la batalla. Eso es algo maravilloso, amados, pensar en esto.

¿Sabe una cosa? Dios está ocupado en proteger doblemente a Sus hijos. Habría sido suficiente tener confianza en el poder de Dios con el calzado apropiado. Habría sido suficiente el tener la coraza de justicia, habría sido suficiente el tener el cinto del compromiso, pero Dios nos da una protección doble, lo cual es tan maravilloso y es como Él.

Estaba pensando en Juan 10, en donde dice que nuestras vidas están en la mano de Cristo. Somos Sus ovejas y Él nos ha colocado en las manos del Padre y nadie nos puede sacar de ahí. Entonces, usted tiene a Dios y a Cristo, ambos aferrándose al creyente, ambos asegurando al creyente, escondiéndonos juntos. Y entonces, este sentido doble de protección no es raro en la manera de pensar de Dios.

Y así también el soldado cristiano tiene una protección doble del enemigo. Cuando la batalla se vuelve más intensa, y las flechas comienzan a volar, él toma el escudo de la fe. Ahora, ¿para qué es? Versículo 16: “con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.”

Entonces, le digo una cosa: sea lo que sea, va a cumplir con lo que tiene que hacer, ¿verdad? Sea lo que sea el escudo de la fe es suficiente. Usted inclusive podría decir que es la única parte de la armadura que usted necesita. Así de amplio es, pero es una protección doble. Todos los dardos de fuego son apagados.

Ahora, ¿de dónde vienen? Al final del versículo 16 usted ve ‘el maligno’, en algunas versiones, el griego es el maligno. El maligno, quien es Satanás. El maligno, literalmente ponēros, significa el malo, el vil, el miserable. Satanás está disparando y utilizando sus demonios para disparar todos estos dardos de fuego. Y estamos apagándolos con el escudo de la fe.

Ahora, quiero que note ese término “el maligno” o “el malo” nos recuerda que esta batalla no es contra una filosofía. Es contra un ser personal. Ayer, en el periódico L.A. Times, había un artículo escrito por John Dart evaluando un nuevo libro escrito por un hombre llamado Jewett quien está diciendo que todas estas personas que están hablando de la venida de Jesucristo están realmente representando de manera equivocada la Biblia y representando de manera equivocada la Verdad. Él ha escrito un libro para atacar todo eso. Y una de las cosas que dice en el libro es que realmente no hay un diablo real. Eso no es verdad. ¿Por qué? Lo tenemos aquí al maligno en el versículo 11. El diablo ya ha sido mencionado. No hay duda acerca de esto. Él es la fuente. No estamos hablando de algo abstracto, impersonal. Cuando los jóvenes salen, como los nuestros anoche, a manifestarse en contra de un lugar de inmoralidad vil, no están peleando contra una filosofía, están peleando contra un ser. Cuando usted y yo escribimos cartas para detener los derechos de los homosexuales, cuando escribimos cartas para detener el aborto, no estamos peleando contra algún tipo de abstracción filosófica, impersonal. Estamos peleando en contra del diablo y sus demonios, quienes están involucrados de manera activa en un ataque agresivo en contra de la verdad de Dios y la persona de Dios y el pueblo de Dios.

Y entonces, eso es lo que Pablo ve aquí. Esto apaga los dardos de fuego del maligno. Ahora, necesitamos preguntarnos qué son los dardos de fuego. Qué es lo que estamos tratando de detener. Bueno, en la batalla de esos días, los arqueros sacaban sus flechas y les colocaban un material, alguna bola de algodón o algo semejante en la punta que era mojada en una cierta sustancia y se quemaba de manera lenta, pero muy caliente. Y metían eso en esa sustancia y antes de que dispararan la flecha, la encendían. Y cuando llegaba a su blanco, salpicaba esta sustancia y prendía con pequeños incendios la ropa del soldado o en donde había caído, y lo quemaba. Quizás, fuera cual fuere el objetivo que tenían en vista, si estaba hecho de madera. Y entonces, esto es lo que estaba en la mente de Pablo; y al tener este escudo cubierto de metal o de la piel que extinguía estos dardos, podría haber protección.

Ahora, ¿qué son los dardos de fuego de Satanás? Bueno, es simple, ¿no es cierto? Son tentaciones seductoras, engañosas, eso es todo. Él simplemente se está refiriendo a tentación. Satanás dispara flechas de impureza, flechas de egoísmo, duda, temor, desánimo, lujuria, avaricia, vanidad, todo se reduce a los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Él bombardea literalmente al creyente con las flechas, los dardos de fuego de la tentación engañosa para motivar en nosotros respuestas malas, que no agradan a Cristo, que son impías. Y la única defensa que tenemos en este punto, dice Pablo, es el escudo de la fe. Porque algunas veces simplemente llueve tentación. Vivimos en un mundo en donde realmente así es. Realmente, todo nuestro alrededor. Y debemos tener el escudo de la fe.

Ahora, ¿qué quiere decir con el escudo de la fe? Entendemos el retrato romano y tenemos el retrato del ejército y las fechas que están volando por todos lados. ¿Por qué la fe es un escudo contra la tentación? ¿Cómo es que la fe apaga las flechas? ¿Cómo es que la fe asegura la victoria?

Bueno, en primer lugar, permítame decir que el término fe se refiere a creer en Dios. Y esa es la médula, el meollo, de la fe cristiana. Ese es el fondo de todo lo que creemos. Todo a lo que nos aferramos. Todo aquello en lo que confiamos. El todo del cristianismo es un acto de creer que Dios es y que Él es galardonador de los que le buscan. Creer que Él escribió la Biblia, creer que Cristo es Dios, creer que Él murió, creer que Él resucitó, creer que Él va a regresar. Creer que por creer podemos entrar en Su Reino. Todo. Esa es la razón por la que Habacuc 2:4 dice: “el justo por la fe vivirá.” Romanos 1:17 dice: “el justo por la fe vivirá.” Gálatas 3:11: “el justo por la fe vivirá.” Hebreos 10, “el justo por la fe vivirá.”

Ahora, cuando Dios dice algo tantas veces, usted entiende el mensaje. El justo por la fe vivirá. La fe es nuestra vida. Es cuestión de creer en Dios. Ahora, toda persona vive por algo, toda persona tiene fe en algo. Se mete en su auto, y tiene fe que lo llevará a donde usted quiera ir sin que explote. Muchas personas se suben a un avión de American Airlines con la confianza que terminarán en Los Ángeles. Una dama dijo: “tengo que llegar a Los Ángeles, tengo que llegar a Los Ángeles, tengo que llegar a Los Ángeles.” Un hombre le cedió su asiento. Ella tenía toda la fe del mundo. No sólo estamos hablando de eso, como el hombre en el anuncio de la revista. Ellos tenían esta máquina enorme que movía la tierra, esa cosa enorme y el hombre se para ahí con sus brazos cruzados de este modo y dice: “lo llamó fe porque puede mover montañas.” Bueno, usted puede tener en esa fe en una máquina. Usted puede tener fe en un avión.

Siempre me acuerdo de leer en el Reader’s Digest acerca de la gente que tomó el agua en la ciudad de Kansas. Les llegaba por medio de algún tipo de sistema de tubería que salía de un tanque de reserva enorme. Y lo que fue fascinante de todo esto es que vaciaron el tanque de reserva y después, construyeron otro sistema. Y encontraron todo tipo de animales muertos en el fondo del tanque de reserva. Y a todo el mundo le dio disentería retroactiva. Una cosa es vivir por fe, pero más vale que su fe esté en lo correcto. Oliver Wendell Holmes con el pecho en alto dijo un día - y todo el mundo pensó que fue una gran afirmación - él dijo: “es fe en algo que hace que la vida valga la pena ser vivida.” ¿Fe en algo? No es fe en algo.

Un pequeño niño que jugaba en las ligas menores le dijo a su mamá, “creo que vamos a perder el juego de hoy.” Ella dijo: “no, no hijo. Piensa de manera positiva.” “Muy bien, yo estoy seguro de que vamos a perder el juego hoy.” La fe tiene que ser algo en lo que vale la pena creer. ¿Qué es fe? La fe es creer en Dios. Ahora escuche esto: “creer en Dios.” Y todo dardo de fuego que Satanás jamás disparó fue una mentira, ¿verdad? Y si usted la creyó y yo la creí, le creímos a él y no a Dios.

Cuando el gran misionero John Payton estaba traduciendo las Escrituras para la gente de las islas del mar del Sur, descubrió que no había una palabra en su vocabulario para creer. No había una palabra en su vocabulario para confiar o tener fe. Él no tenía idea de cómo podría expresársela a ellos debido a que no tenían palabra para expresarla. Un día, conforme él estaba traduciendo en su pequeña choza, una persona del lugar entró corriendo, llegó corriendo rápidamente y entró corriendo por las escaleras y entró corriendo al estudio de Payton. Y Payton estaba en una silla. Y le dijo a Payton: “me da tanto gusto descansar mi peso entero en esta silla.” Y John Payton dijo: “tuve mi palabra; la fe es descansar su peso entero en Dios.” Eso se volvió la palabra que entró en la traducción de su Nuevo Testamento que llevó a esa civilización entera de personas a Cristo.

Creer es colocar su peso entero en Dios. Es decir, si Dios lo dijo, es verdad y lo voy a creer. Ahora, ¿cómo es que esto opera en la tentación? Permítame mostrárselo. Dios llega al huerto del Edén. Crea un ambiente perfecto, crea a un hombre y una mujer perfectos. Perfectos en el sentido de que no tenían pecado, no en el sentido de una perfección que habían alcanzado, sin ser probados. Y ahí están. Y ahora, aquí viene Satanás disfrazado como una serpiente y ¿qué es lo que él dice? “¿Conque Dios ha dicho?” Y después, él dice: “¿sabes una cosa?, Dios no quiere que conozcas el bien y el mal porque serás como Él. Y a Él no le gusta la competencia. No puedes confiar en Dios porque Él tiene motivos que no te quiere revelar. No siempre puedes creer exactamente lo que Él cree.” Satanás estaba tentándolos a dudar en Dios y creerle. Eva fue una necia, ella le creyó al diablo y usted sabe lo que pasó. Toda tentación que jamás llegó a su vida, llegó con la frase “créeme a mí, no a Dios.”

Bueno, usted llega al Nuevo Testamento, el gran pasaje de la tentación está en Mateo 4. Y Lucas 4, la tentación de Jesucristo. Cristo ha estado ayudando durante 40 días y 40 noches, fue llevado al desierto por el Espíritu de Dios conforme Dios lo preparó para su ministerio.

Al final de ese tiempo, Satanás se acerca para tentarlo. ¿Y cómo es que lo tienta? Él lo tienta a no creer a Dios. Lo mismo. “No le creas a Dios, créeme a mí.” Y este es el enfoque: “toma estas piedras y conviértelas en pan.” Ahora, no hay nada de malo en hacer esto. Si usted es el Hijo de Dios, usted puede ser hacer que las piedras se conviertan en pan. No es algo moral. Algunas personas dicen que el pecado estuvo en comer el pan. No es pecado comer pan. Si es verdad, entonces todos somos pecadores. La mayoría de ustedes lo comió para desayunar. Ese no es el punto. No hay pecado alguno en comer pan y no hay pecado en hacer un milagro si usted resulta ser Dios. Aquí está el enfoque: Satanás le estaba diciendo: “oye, ¿cuál es el problema? Cuarenta días en el desierto sin nada que comer, cuarenta días aquí afuera en esta devastación olvidada por Dios, cuarenta días aquí afuera, ¿qué es lo que Dios ha hecho? ¿Te ha abandonado? Porque Dios dijo que cuidaría de Ti, Dios dijo que Te sustentaría, Dios dijo que proveería para Tu necesidad. Y Tú eres el Hijo de Dios, ¿qué está pasando? Disfruta de algo de satisfacción, no puedes esperar a Dios. Él Te ha olvidado.” Como puede ver, fue una tentación para desconfiar de Dios. Una tentación para no creerle a Dios. Una tentación para tomar las cosas en sus propias manos.

Y después, Satanás le dijo: “mira, ¿acaso Dios no prometió hacerte el Mesías? ¿Acaso Dios no prometió que toda rodilla se postraría ante Ti? ¿Acaso Dios no prometió que Tú serías el Rey y todas estas cosas? ¿Acaso Dios no Te prometió adoración, besar al Hijo y todas esas cosas? ¿Dónde está? Mira dónde estás aquí afuera, ven conmigo. Y vamos a ir al templo. Y Te vas a arrojar y van a decir: “¡Guau!, Éste es el Mesías.” Vas a encontrar a todas las cosas que has estado buscando.”

“Y, por cierto, ¿acaso Dios no Te dijo que Él Te daría todos los reinos del mundo? No estás muy bien, no tienes ninguno de ellos. Ven aquí conmigo y yo te lo voy a dar a Ti.” En otras palabras, no le creas a Dios. Él no guarda Su palabra. Él no te dio todo, Él no te dijo la verdad; créeme a mí; hazlo a mi manera.

Y así es como toda tentación viene a todo creyente cada vez que la enfrenta. Satanás viene y dice “Oh, sí, yo sé que la Biblia dice que no debes tener relaciones sexuales con alguien afuera del matrimonio. Pero es divertido.” Es como la revista Cristianismo Hoy, tuvo un artículo en donde entrevistaron a gente cristiana. Un hombre que había tenido más de 50 encuentros sexuales y no estaba casado dijo: “Dios hizo todo bueno y el sexo es parte de eso.” ¿A quién le está creyendo él? Él no le está creyendo a Dios. Él está creyendo las mentiras de Satanás. Cada vez que usted peca, usted ha creído la mentira de Satanás. Cada vez que usted peca.

Algunas personas dicen: “bueno, yo sé que la Biblia dice que sólo debe casarme con un cristiano y él no es cristiano, pero oh, tenemos esta relación tan maravillosa. El Señor va a hacer que esto funcione. Todos estamos orando por él. ¿Y sabe una cosa?, después de todo, el Señor es un Dios de gracia.” ¿Y sabe usted lo que ha hecho? Dios dice: “no lo hagas.” Satanás dice: “hazlo, hablo, hazlo.” ¿A quién le creyó usted? A Satanás. A Satanás. Dios dice: “no leas eso. No leas esta corrupción enfrente de ti. No leas esa revista sucia. No vayas a ver esa película sucia. No hagas trampa en tus impuestos. No hagas eso en la oficina que está mal. No deduzcas ese gasto que realmente no tienes en tus expensas. No hagas eso.”

Satanás dice: “hacerlo, hazlo. Vas a tener un poco más de dinero, vas a tener un poco más de emoción.” ¿A quién le cree usted cuando peca? Usted le cree al diablo. Es la conclusión, es tan simple. Cuando usted peca, usted le cree a Satanás. Cuando usted obedece, usted le cree a Dios. Ésa es la conclusión. Y el escudo es la protección doble. “Yo le creeré a Dios,” dijo Cristo. Vete, Satanás. Dios me alimentará cuando Él esté listo y Dios me ungirá como Mesías cuando Él esté listo y Dios me dará los Reinos del mundo cuando Él esté listo, en Sus términos. No te voy a creer a Ti.”

En Primera de Juan 5:10 dice: “si dudas de Dios, haces de Dios un mentiroso. ¿Es Dios un mentiroso? Tito 1:2: “Dios, que no puede mentir.” Dios no está mintiendo. Y, sin embargo, cada vez que usted peca, usted es lo suficientemente torpe como para creerle a Satanás y yo también. Y hemos sido engañados otra vez. “Oh, yo sé que debo darle esto al Señor. Esto es lo que debo dar al Señor, pero hombre, quiero comprar esto y quiero hacer esto y quiero ahorrar para lo otro.” Y entonces, hacemos lo que pensamos que vamos a ganar al hacerlo. Y al hacerlo, estamos haciendo a Dios en cierta manera a un lado. Lo colocamos en una esquina, todo va a funcionar, todo va a salir bien, usted sabe. Y lo que hemos hecho es perder la oportunidad de creer en Dios, ¿se da cuenta? Simplemente nos engañamos a nosotros mismos.

Dios está ahí con Sus manos abiertas y dice: “si tú me pides pan, ¿yo te voy a dar una piedra? No. Quiero abrir las ventanas del cielo y derramar bendición, tanta que no puedas contenerla.” ¿Quiero devolvértelo apretado, remecido? “Quiero bendecirte con toda bendición espiritual en los lugares celestiales. Quiero hacer mucho más abundantemente de lo que puedes creer o pensar. Quiero darte toda buena dádiva y todo don perfecto que desciende de lo alto, del Padre de las luces en quien no hay mudanza ni sombra de variación. Quiero descargar toda esta sustancia del cielo sobre ti mientras que vivas. Sí, quiero. ¿Y me vas a creer y me vas a obedecer para que pueda hacerlo?” Satanás viene y dice: “hazlo a mi manera y te va a gustar. Va a ser divertido. Te va a satisfacer. Vas a tener…” Es una mentira. Él es un mentiroso, Juan 8:44, el padre de mentiras. Y él siempre viene con una intención de mentira.

Cuando usted peca, usted está diciendo: “realmente no creo que Dios sabe lo que es mejor, Satanás sabe lo que es mejor.” ¿Usted cree en eso? No. Decimos: “oh, mi Dios suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” Y todos decimos: “amén, hermano, predíquelo.” Suplirá todas tus necesidades conforme a Sus riquezas en Cristo Jesús, no hay duda al respecto. Y después, perdemos el trabajo: “oh, Dios, ¿qué estás haciéndome? Oh…” ¿Lo ve? Desesperación, “el Señor nos ha dejado,” ¿lo ve? Si sabemos que la Biblia dice “nunca he visto al pueblo de Dios pidiendo pan,” oh, sí, “busca primeramente el Reino de Dios y su justicia y todas estas cosas ser añadidas.” Y andamos por la vida buscando todas las cosas que deben ser añadidas y perdiéndonos el Reino de Dios. Como puede ver, usted no puede andar simplemente por todos lados diciendo ‘creo en Dios, tengo fe en Dios, el justo por la fe vivirá y después,’ hace lo que quiere.

Proverbios 8:34 dice: “bienaventurado el hombre que oye Mi palabra y la guarda.” ¿Quiere ser feliz? Obedezca. Jeremías 15:16, Jeremías estaba viviendo en el medio de una sociedad en donde nadie escuchaba a Dios, absolutamente nadie. Y, sin embargo, él dijo: “fueron halladas Tus palabras y yo las comí y Tu palabra me fue por gozo, por alegría en mi corazón.” El Salmo 119 desde el principio al fin dice cuán maravilloso es obedecer la Palabra de Dios. Apocalipsis 1:3 dice: “bienaventurado es el hombre que lee esto y lo guarda.” Primera de Juan 1:4: “estas cosas os he escrito para que vuestro gozo sea cumplido.”

Si usted quiere gozo y bendición abundantes, obedezca la Palabra. Si usted quiere que su corazón arda como ardió en aquellos que andaban en el camino a Emaús, entonces deje que la Palabra eche raíces en su vida. Satanás viene y dice: “no creas en Dios, diviértete. No creas en Dios, haz lo que pienses que es correcto.” Y cada vez que usted peca, usted le cree al diablo. Es bastante torpe, ¿no es cierto? Pero seguimos haciéndolo. ¿Y sabe una cosa?, lo odio tanto que no quiero pecar, porque ni siquiera quiero darle tanta satisfacción a él, mucho menos perder la bendición de Dios.

Entonces, la única manera de apagar los dardos de fuego de Satanás es creer en Dios. La Biblia dice: “Abraham creyó en Dios y le fue contado por justicia.” ¿A quién le cree usted? Abraham le creyó a Dios. ¿A quién le cree usted? ¿Le cree a Dios? Segunda de Corintios 1:24 dice: “por la fe estáis firmes.” Es correcto, es el escudo que nos hace estar firmes. Fe en Dios. Créale a Dios y estará firme. Proverbios 30, versículo 5, oh, es una gran afirmación, “toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en Él esperan, o confían en Él. No añadas a Sus palabras, para que no te reprenda y seas hallado mentiroso.”

En otras palabras, lo que Dios dijo es verdad. Si usted lo cree y lo obedece, será un escudo. Si usted lo altera, sufrirá, ¿se da cuenta? Satanás viene y dice: “Oh, bueno, yo sé que Dios dijo eso, pero permítame añadir esto...” No. No. “Él es escudo a los que en Él esperan.”

Y después, en el Salmo 12, versículo 6, usted tiene una palabra parecida: “las palabras de Jehová son puras, como plata probada en horno de fuego, purificadas siete veces.” En el Salmo 18, versículo 30, encontramos esto: en cuanto a Dios, Su camino es perfecto. Probada es la palabra de Jehová; Él es escudo a los que en Él esperan.” Mientras que usted cree en Dios, su escudo está levantado. Espero que usted entienda esto, es así de simple. Satanás miente, usted cree su mentira y usted baja el escudo. Usted lo entiende. Confíe en Dios en todo. Primera de Juan 5:4: “ésta es la victoria que venció al mundo, nuestra fe.”

¡Oh, es correcto! Ganamos cuando le creemos a Dios, ganamos cuando confiamos en Dios. Y usted puede enfrentar dudas, y ansiedades, y temores, y preocupaciones, y problemas, y luchas, y tribulaciones, y aflicción y persecución. Mientras que usted crea en Dios, conforme usted crea en Su provisión, usted cree en Su Palabra, usted cree en Su poder, usted cree en Su promesa. Eso no tiene que ser un punto de pérdida. Puede ser un punto de fortaleza, un punto de ganancia.

En 1 Pedro 5:8 y 9, un versículo al que nos hemos referido muchas veces en este estudio, Pedro dice: “sed sobrios y velad porque vuestro adversario, el diablo, anda como león rugiente buscando a quién devorar,” ahora escuche esto, “al cual resistid firmes en la fe.” Firmes en la fe. Usted resiste al diablo al creerle a Dios.

Entonces, permítame resumirlo. El escudo de la fe es la aplicación constante de lo que creemos acerca de Dios en todo asunto de la vida. Ahora, si usted no confía en Él, entonces usted no lo conoce lo suficiente, ¿verdad? Porque si usted realmente lo conociera, confiaría en Él. Oh, cuanto más usted conoce a Dios, cuanto más profundo usted llega al corazón de Dios, cuanto más conoce acerca de Su Verdad y la Palabra de Dios y más medita en Su persona durante sus oraciones y tiempos de meditación, entre más conozca Dios, entre más confíe usted en Dios y más grande sea su confianza en Él, menos probable será que usted no le crea.

Y entonces, todo se remonta, como todo en la vida cristiana, a su relación con Dios. Está ahí, en la profundidad de su corazón. Si usted ama a Dios con todo su corazón, alma, mente y fuerzas, si usted cree que Dios es quien dice ser, si usted cree que todas las promesas que Él le ha dado son realmente verdad, entonces usted no va a pecar, porque usted va a estar firme en el lugar de la mayor bendición. Toda persona quiere ser bendecida, toda persona quiere lo mejor. Dios dice: “te lo voy a dar si lo haces a Mi manera.” Si usted lo hace a la manera de Satanás, usted acaba de no creer en Dios.

Pero entre más lo conoce usted, más confiará en Él, más le creerá. Génesis 15:1, Dios dijo: “no temas Abraham, Yo soy tu escudo.” ¿No es eso maravilloso? Yo soy tu escudo. Salmo 46: Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Proverbios dice: “torre fuerte es el nombre de Jehová, a Él correrá el justo y será levantado.” Salmo 84 dice: “Jehová Dios es un escudo.” Él está de su lado y Él quiere bendecirlo y Él quiere darle victoria sobre Satanás, pero tiene que creerle y hacerlo a Su manera. Guarde Su Palabra y obedézcala.

Entonces, estamos listos para la batalla, el cinto del compromiso, la coraza de la justicia, el calzado de la confianza de que Dios está de nuestro lado y después, cuando la batalla comienza, tomamos el escudo, lo levantamos y apagamos los dardos de fuego de la tentación al confiar en Dios de manera implícita.

Amados, no hay razón, no hay razón para perder la batalla, en absoluto, porque en últimas, la guerra es nuestra. Romanos 8, somos más que vencedores; ése es el panorama total, no hay sentido alguno en perder a lo largo del proceso. Si tenemos puesta la armadura, ganaremos. Oremos juntos. Conforme oramos, quiero usar una oración, una oración de un puritano antiguo, quien expresó lo que está en mi corazón. Ore conmigo.

Oh Dios, Te bendigo porque el asunto de la batalla es entre Tú y Satanás y nunca ha sido incierto. Y al final, terminará en victoria. Te doy gracias porque el calvario rompió la cabeza del dragón y lucho contra un enemigo derrotado, quien, con toda su sutileza y fortaleza, ya ha sido vencido. Cuando sienta a la serpiente en mi talón, que recuerde a Aquel cuyo talón fue herido, pero quien cuando fue herido, rompió la cabeza del diablo. Mi alma con gozo interno exalta al conquistador poderoso. Cúrame, oh Dios, de cualquier herida recibida en el gran conflicto. Si he recogido inmundicia, si mi fe ha sufrido daño, si mi esperanza es menos que brillante, si mi amor no es ardiente, si alguna comodidad terrenal ocupa mi corazón, si mi alma se hunde bajo la presión de la pelea, oh Tú, cuya toda promesa es bálsamo, cuyo todo toque es vida, acerca a Ti al guerrero cansado.

Refréscame, oh Señor, para que pueda volverme a levantar a luchar en la batalla y nunca cansarme hasta que mi enemigo sea aplastado. Dame tal comunión contigo que pueda derrotar a Satanás, a la incredulidad, a la carne, al mundo, con el deleite que viene no de una criatura y aquello que una criatura no puede manchar. Oh Señor, dame una bebida de la fuente eterna que yace en Tu amor eterno e inmutable; y entonces, mi mano nunca se debilitará, mis pies nunca tropezarán, mi espada nunca se oxidará, mi casco nunca se sacudirá, mi coraza nunca caerá. Mi fortaleza siempre descansará en el poder de Tu fuerza y mi fe me protegerá de toda tentación.

Padre, a esa oración quiere añadirle esto: si hay alguien que está con nosotros en esta mañana que nunca se ha unido al ejército, ni siquiera conoce al Señor Jesucristo, oh, Dios, que éste sea el día en el que abren sus corazones a Cristo. Y para aquellos que son cristianos, Señor, que tienen necesidades tan profundas, que tienen hambre por conocer la victoria, que éste sea el día en el que se ponen la armadura, para que conozcan esa victoria que Tú les has concedido a todos Tus súper conquistadores, Tus súper vencedores mediante el Cristo resucitado. En el nombre de Jesús oramos. Amén.

  

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