Si es tan amable en tomar su Biblia, y acompañarme Mateo capítulo 5. Mateo, capítulo 5. A veces pienso que entre más corto es el versículo, pienso en más cosas que decir. Y normalmente, eso es porque cuando usted sólo estudia un versículo, usted lo toma como un versículo porque está tan lleno de significado.
Está tan lleno de verdad y vamos a descubrir que conforme avanzamos a lo largo de las bienaventuranzas, conforme estudiamos una bienaventuranza a la vez, que, aunque son una afirmación simple y sólo un versículo, tenemos que tomarlas una a la vez porque están tan llenas de verdad tremenda.
Y entonces, en esta noche estaremos estudiando el versículo 3, el principio de las bienaventuranzas, la introducción del Sermón del Monte. El versículo 1 dice: “viendo la multitud, subió al monte y sentándose vinieron a Él Sus discípulos y abriendo Su boca les enseñaba diciendo “bienaventurados los pobres en Espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.””
Como estudiamos en nuestra última reflexión, Jesús vino a traer felicidad al hombre. Jesús vino a traerle bendición al hombre. Jesús vino a hacer significativa la vida. Y la clave del tipo de felicidad y el tipo de bienaventuranza de la que se habla en estas bienaventuranzas, la palabra bienaventuranza, fue nuestro tema para parte de nuestra explicación la última vez, la clave para ese tipo de bienaventuranza es seguir un nuevo estándar de vida, un nuevo tipo de vida. Y eso es lo que Jesús presenta en el Sermón del Monte.
En Mateo capítulo 5 al 7, nuestro Señor está estableciendo un estándar de vida que contrarresta todo lo que el mundo conoce y practica. Un nuevo enfoque para vivir que resulta en bienaventuranza, makarios. Y vimos que esta makarios es una felicidad interna profunda, un sentido profundo y genuino de bienaventuranza. Una felicidad que el mundo no puede ofrecer, no producida por el mundo, no producida por las circunstancias y no sujeta al cambio por el mundo o las circunstancias. No es producida externamente, no puede ser tocada externamente.
La promesa de Cristo, entonces, en el Sermón del Monte, se encuentra en el principio mismo. Él está diciendo que, si usted vive conforme a estos estándares, conocerá la bienaventuranza. Y entonces, en el versículo 3 es ‘bienaventurados’. En el versículo 4 es ‘bienaventurados’. En el versículo 5 es ‘bienaventurados’. En el versículo 6, versículo 7, 8, versículo 9, versículo 10, versículo 11. Y finalmente, como resultado de toda esta bienaventuranza, versículo 12, “gozaos y alegraos.” El Sermón del Monte entero se presenta a sí mismo como una promesa de bienaventuranza, felicidad, satisfacción profunda interna.
Ahora, también dijimos la última vez que esta bienaventuranza, este bienestar, esta felicidad, este gozo en el cual los creyentes viven y que disfrutan, realmente es un regalo de Dios. Porque makarios o bienaventuranza es característico de Dios. El entendimiento más grande posible en el término bienaventurados viene cuando usted entiende que Dios es bienaventurado.
Entonces, feliz es el pueblo cuyo Dios es el Señor. Bienaventurado es el pueblo cuyo Dios es el Señor porque Él sobre cualquier otro es bienaventurado. Bendito sea Dios, dice la Biblia. Bendito sea el Señor Jesucristo. Y si ellos son benditos, si tienen este gozo profundo interno, este sentido profundo de contentamiento y bienaventuranza, debido a la virtud de la naturaleza divina, entonces sólo aquellos que participan de esa naturaleza divina pueden conocer esa misma bienaventuranza. Sólo conforme participamos de la naturaleza misma de Dios, podemos ser benditos, bienaventurados, podemos conocer esta felicidad. No le pertenece a nadie fuera de aquellos que conocen a Dios.
Entonces, Jesús vino ofreciendo un nuevo estándar de vida. Y Su énfasis no fue en lo externo, sino en lo interno. Él no les estaba hablando de una nueva manera de vivir diariamente. Él les estaba hablando de una nueva manera de pensar en primer lugar. Que resultaría en una nueva manera de vivir diariamente. Él no estaba hablando sólo de conducta, Él estaba hablando de actitud. Él estaba diciendo que la parte interna de la vida de una persona es la verdadera clave para la felicidad. Y la semana pasada hablamos del hecho que usted puede apilar todo lo que quiera por fuera y nunca trae felicidad alguna en el interior.
Entonces, vemos que Jesús está ofreciendo bienaventuranza y felicidad en base a un nuevo estándar de vida. Un nuevo tipo de vida. Un estándar justo. Y por así decirlo, y ésta va a ser una palabra clave, un estándar abnegado. Un estándar abnegado. Éste gran sermón, el más grande sermón sin duda alguna jamás predicado, se enfoca en este tipo de felicidad, este tipo de bienaventuranza. Y lo sorprendente acerca de esto, como dijimos la vez pasada, las únicas personas que pueden conocer esta bienaventuranza son las personas que saben que no pueden vivir de esta manera por sí mismas. Y entonces, dependen de manera total de Jesucristo.
Ahora, recuerde que la última vez le dije que la multitud estaba ahí y estaban oyendo y estaban escuchando. Pero el mensaje realmente fue dirigido a los Doce, porque nadie fuera de la fe en Jesucristo jamás puede conocer esta bienaventuranza. Nadie que no tuviera el poder de Dios operando en su vida podría jamás funcionar de esta manera. Nadie que no hubiera llegado a este punto particular de humildad jamás podría conocer y experimentar algunas de estas grandes bendiciones. Sólo los participantes de la naturaleza de Dios pueden conocer esta bienaventuranza.
Y yo creo, amados, que este mensaje es para todos nosotros. Yo sé que históricamente algunos evangélicos se han objetado al Sermón del Monte y han dicho que es demasiado difícil. Mateo 5:48: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Eso es demasiado difícil, no es para nosotros. Es demasiado difícil, simplemente lo pasamos al Milenio. Pero hay muchos problemas con eso. Y realmente es imposible por muchas razones.
En primer lugar, el texto no dice que esto sea para el Milenio. En segundo lugar, Jesús lo predicó personas que no estaban viviendo en el Milenio. Para mí ese es el argumento más grande de todos. Tres, eso se vuelve algo sin significado cuando usted lo empuja al Milenio porque Él dice: ‘bienaventurados sois cuando os persigan por causa de la justicia. Bienaventurados sois cuando por Mi causa os persigan y os calumnien y digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo.”
Ahora en el Reino, amigo mío, nadie se va a salir con eso. El Señor va a gobernar con vara de hierro. Mateo 5:44, junto con otras cosas, se volvería sin significado. Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen y orad por los que os menosprecian y ultrajan. Es lo mismo. No va a haber nada de eso en el Reino.
Y, por cierto, otra razón por la que creo que esto es para todos los creyentes de todas las edades es porque todo principio que se encuentra en el Sermón del Monte se encuentra en otro lugar del Nuevo Testamento. Esto no es para algún súper santo viviendo en el Reino. Esto es para todos nosotros. Es el estilo de vida distintivo de un creyente de cualquier época. Nos llama a vivir conforme un nuevo estándar de vida. Es Jesús diciendo a nosotros: “mira, así es como debe vivir si vas a conocer la felicidad, si vas a conocer la bienaventuranza.”
¿Y no es maravilloso que Dios nos está ofreciendo eso? ¿Que no es un aguafiestas cósmico? ¿Que Dios no está encontrando Su gozo más grande en que usted sufra? Dios quiere que usted sea feliz. Dios quiere que usted sea bienaventurado. Y aquí nos da los principios.
Y sabe otra cosa que debemos decir acerca de esto, es que ésta es una vida distintiva. Usted va a vivir así, le prometo que será diferente. Realmente diferente. En muchas maneras creo que podríamos decir que los cristianos en la actualidad han perdido su naturaleza distintiva. Esta mañana estábamos hablando un poco acerca de esto, ¿verdad? Hemos sido moldeados por el mundo, hemos sido forjados por el mundo. La música del mundo, sus morales sobre el sexo, sus matrimonios, sus divorcios, su moralidad, sus movimientos de liberación, su materialismo, su enfoque al alimento, su enfoque en las bebidas alcohólicas, su enfoque en el baile, su enfoque en el entretenimiento, su enfoque en el deporte, su enfoque en todo tipo de cosas. Y somos empujados en eso y es muy fácil para nosotros perder nuestra marca distintiva.
Estamos viendo en nuestro día algo que sin duda alguna quebrantaba el corazón del Señor porque a lo largo de los años, desde que comenzó la Iglesia, es la corrupción del cristianismo. Y Jesús aquí realmente está diciendo que Dios quiere que usted viva de manera diferente. Dios no quiere que viva igual que el resto del mundo. Y si usted vive de esta manera, va a ser feliz. Y si vive de esta manera, será bienaventurado. ¿Y sabe una cosa?, siempre he creído que el fabricante sabe más del producto que cualquier otra persona. Y si tengo un automóvil y compro un vehículo, lo primero que hago es leer el manual que me dice qué hacer. Sé cómo meter la llave donde debe estar y hay otras cosas que necesito saber. O si compro algo, algún electrodoméstico, necesito leer el manual y quiero saber lo que dicen para ver cómo funciona. Me sorprende que el fabricante de todo el mundo que vive es Dios y, sin embargo, pocas personas quieren volverse a Él y saber cómo es que mejor pueden conocer la felicidad. ¿Cómo pudo conocer mejor la felicidad? ¿Cómo es que puedo conocer la satisfacción de la mejor manera? ‘Tú me hiciste, Tú dime,’ y Jesús lo hace aquí. Y Él está tratando con el interior.
Ahora, permítame añadir esto: la idea que Jesús trata con el interior y con nuestras actitudes y nuestros sentimientos y nuestro pensamiento no significa que no hay compromiso por fuera. Porque cuando lo de adentro está bien, lo de afuera está bien. La fe sin obras está ¿qué? Muerta. Va a haber algo externo. Usted fue creado en Cristo Jesús para buenas obras. Pero el verdadero exterior, el verdadero exterior sólo puede ser producido por el verdadero interior.
Creo que Martyn Lloyd-Jones nos da la mejor ilustración de esto que jamás he leído. Esto es lo que él dice: “tome, por ejemplo, la esfera de la música. Un hombre puede tocar una pieza de gran música de manera muy precisa. Él quizás no cometa ningún error, sin embargo, podría ser una realidad decir que realmente no tocó la sonata de Beethoven de Claro de Luna. Él tocó las notas correctamente, pero esa no fue la sonata. ¿Que estaba haciendo? Él estaba tocando las notas correctas de manera mecánica pero no tenía el alma y la interpretación genuina. Él no estaba haciendo lo que Beethoven quiso que hiciera y quiso decir. Creo que ahí está la dirección entre el todo y las partes. El verdadero artista siempre está en lo correcto. Aun el mejor artista no puede dejar a un lado las reglas y normas, pero eso no es lo que lo hace el mejor artista. Y esto es algo extra. La expresión es el espíritu, es la vida, es el todo que puede expresar.”
Ahí me parece que está la relación de lo particular con lo general en el Sermón del Monte. Usted no lo puede divorciar, no los puede separar. Y el cristiano, mientras que se enfoca en el espíritu, también está preocupado por la letra. Pero no está preocupado sólo por la letra. Él nunca debe considerar la letra fuera del espíritu. Por un lado, profesar el Espíritu sin vivir según la ley de Dios es ser un mentiroso. Por otro lado, tratar de vivir la ley sin el espíritu es ser un hipócrita. Ambos van de la mano. El espíritu es la actitud correcta. Y la letra es la obediencia que viene como un resultado. La verdadera espiritualidad, entonces, comienza en el interior y toca el exterior.
Ahora, conforme usted ve las bienaventuranzas, verá que son como paradojas sagradas. Son casi dadas en contraste absoluto a todo lo que el mundo conoce. Y permítame tan sólo decir algo que quiero añadir como un comentario al margen aquí. Usted ve la palabra bienaventurados. La palabra bienaventurados o benditos tiene una palabra opuesta en la Biblia. Lo opuesto de makarios es un ouai. Y la traducimos ‘Ay’. Lo opuesto de bendición es maldición. Lo opuesto de bienaventurados, dijo Jesús en el Sermón del Monte, ‘bienaventurados’ y se volteó a los fariseos más adelante y dijo “¡ay de vosotros!” Esos son opuestos.
Y permítame añadir rápidamente esto. La palabra bienaventurados y la palabra ay, ninguna de ellas realmente son un deseo. Son un pronunciamiento de juicio. Jesús no está diciendo “les deseo bienaventuranza”; Él está diciendo: “bienaventurado es el hombre que va de esta manera, camina así, hace esto, piensa de esta manera.” Y en otros lugares, “¡ay del hombre que hace esto!” Son pronunciamientos judiciales. No son simplemente deseos.
Ahora, conforme vemos estas bienaventuranzas, por esto pronunciamientos judiciales de Dios: “feliz es el que hace esto, el que piensa de esta manera.” Vemos una secuencia. Acompáñeme rápidamente al versículo 3. En primer lugar, vemos a los pobres en Espíritu. Pobres en Espíritu es la actitud correcta hacia el pecado, lo cual lleva a llorar en el versículo 4, lo cual lleva después de que ha visto su pecaminosidad y usted ha llorado, a una mansedumbre, un sentido de humildad, después a una búsqueda y hambre y sed de justicia. Usted puede ver la progresión.
Y eso se manifiesta a sí mismo en misericordia, versículo 7, en pureza de corazón, versículo 8, en un espíritu pacificador, versículo 9. El resultado de ser misericordioso y puro en corazón y pacificador es que usted es calumniado y es perseguido y es acusado falsamente ¿por qué? Porque cuando usted ha sido pobre en Espíritu, ha llorado por eso, se ha vuelto humilde, ha buscado la justicia, ha vivido una vida misericordiosa, pura y pacificadora, usted ha irritado de manera suficiente al mundo y ellos reaccionarán.
Pero cuando todo se ha acabado, versículo 12, dice que usted se puede gozar y alegrar porque grande es su recompensa en los cielos. Y cuando usted vive así, pobre en Espíritu, llorando, manso, buscando la justicia y como resultado de ello, volviéndose misericordioso y puro y pacificador y el mundo lo calumnia y lo persigue y dice todas estas cosas contra usted, entonces puede asegurarse de que el versículo 13 es verdad. Usted es la sal de la tierra. Eso es lo que se necesita. Usted es la luz del mundo. Usted no puede ser sal y luz, amado, usted no puede comenzar en el versículo 13 hasta que comience en el versículo 3.
Entonces, veamos el versículo 3: “bienaventurados son los pobres en Espíritu porque de ellos es el rey lo de los cielos.” Esto es tan básico, tan necesario. Y voy a hacerles cinco preguntas en esta noche y simplemente las voy a responder conforme vemos esta afirmación. ¿Por qué Cristo comienza con esto? ¿Por qué comienza con ser pobre en espíritu? Cuando Él está hablando de un nuevo tipo de vida, un nuevo estándar, un nuevo modo de vivir, ¿por qué comienza aquí? ¿Por qué es ésta la fuente de la felicidad?
Bueno, simplemente porque es la característica fundamental de un cristiano. Es lo primero que debe suceder en la vida de cualquier persona que jamás entra en el Reino de Dios. Nunca nadie jamás entró en el Reino de Dios en base al orgullo. Pobreza de espíritu es la única manera de entrar. La puerta al Reino del Señor Jesucristo es muy baja y las únicas personas que entran, se arrastran.
Jesús comienza al decir: “Hay una montaña que deben escalar. Hay altitudes que deben escalar. Hay un estándar que deben alcanzar,” pero, son incapaces de hacerlo; y entre más rápido se dé cuenta usted, más rápido estará camino a encontrarlo. En otras palabras, no puede ser ganado hasta que esté vacío. Usted no puede ser digno hasta que sea indigno.
¿Y sabe una cosa?, lo que me sorprende es que en el cristianismo moderno en la actualidad hay tan poco del concepto de abnegación personal. Veo muchos libros acerca de cómo estar lleno de gozo y cómo ser lleno de esto y cómo ser lleno del Espíritu y demás; veo muchos libros de cómo ser lleno. Pero no creo que jamás haya visto un libro de cómo vaciarse a sí mismo de usted mismo. ¿Puede imaginarse un libro llamado “Cómo Ser Nada”? Sería realmente un gran best seller en nuestro día. Como ser un don nadie.
¿Y sabe una cosa?, en gran parte, nuestro cristianismo moderno, el fariseísmo, se alimenta del orgullo. La pobreza del espíritu, por otro lado, es el cimiento de todas las gracias. ¿Y saben una cosa?, si no tienen pobreza de espíritu, amados, bien podrían esperar un fruto que naciera sin un árbol como las gracias de la vida cristiana crezcan sin humildad. No pueden. Mientras que no seamos pobres en espíritu, no podemos recibir gracia. Ni siquiera al principio, usted ni siquiera puede convertirse en un cristiano a menos de que sea pobre en espíritu.
Y conforme vive su vida cristiana, nunca conocerá las otras gracias de la vida cristiana, siempre y cuando usted viole la pobreza de espíritu. Esto es difícil. Jesús está diciendo: “comiencen aquí. La felicidad es para los humildes.” La felicidad es para los humildes. Hasta que somos pobres en espíritu, Cristo nunca es preciado para nosotros. Porque no podemos verlo cuando nos estamos viendo a nosotros mismos.
Antes de que veamos nuestros propios deseos y nuestras propias necesidades y nuestra propia desesperación, nunca vemos el valor sin paralelo de Cristo. Hasta que conocemos realmente qué tan condenados estamos, no podemos valorar qué tan glorioso en realidad es Él. Hasta que comprendemos lo condenados que estamos, no podemos entender lo maravilloso y Su amor para redimirnos. Hasta que vemos nuestra pobreza, no podemos entender Sus riquezas.
Y entonces, a partir del cadáver viene la miel. Es en nuestra mortandad que llegamos a vivir. Y ningún hombre jamás viene a Jesucristo, ningún hombre jamás entra en el Reino quien no se arrastre con un sentido terrible de pecaminosidad, arrepentimiento. Proverbios 16:5 dice “malditos son los orgullosos. Dios da gracia a los humildes.” Esto tiene que estar al principio mismo. Esa es la razón por la que es primero. Escuche, la única manera de venir al Reino de Dios es confesar su propia injusticia, confesar su incapacidad de satisfacer los estándares de Dios, confesar que no lo puede hacer. No lo puede hacer.
Pablo experimentó esto. Y creo, no tomaremos el tiempo de ver Filipenses, capítulo 3, pero los hombres lo estaban cantando esta noche de manera tan hermosa. Y Pablo, dice en ese pasaje, “en cuanto a la ley, era irreprensible.” Y él dice, “no obstante no tengo confianza en la carne.” Sin confianza en la carne. Y todo comienza aquí, usted entra al Reino de Dios con un sentido de inutilidad. Usted entra al Reino con un sentido de desesperación. Y si usted quiere conocer la felicidad conforme vive en este Reino, en Su Reino, usted mantiene ese mismo sentido de inutilidad y desesperación.
La Iglesia en Laodicea dijo “soy rico y no tengo necesidad de nada.” Y palabras de Jesús a ellos fueron: “y no saben que son pobres y ciegos y desnudos. Ustedes creen que son ricos. No lo son.” Cuántos necios hay en este mundo que nunca ven la Verdad, como la sierva de Séneca, quien le decía a todo el mundo debido a que ella nació ciega, “yo no soy ciega. El mundo está oscuro.” Necia. Hay personas en la actualidad que dicen: “no soy ciego. El mundo es oscuro. Así es el mundo.” Necios que no ven la realidad. “Soy rico y no necesito nada.” Y ellos están desesperados.
Jesús comienza aquí porque aquí es donde usted tiene que comenzar y aquí es en donde usted tiene que comenzar para ser salvo y aquí es donde usted tiene que comenzar para vivir la vida cristiana. En bienaventuranza. No hay lugar para el orgullo. Y como dije, el cristianismo en la actualidad en nuestro mundo se alimenta del orgullo. Simplemente se alimenta de él, de la exaltación del individuo.
Segunda pregunta. ¿Por qué comienza aquí? Porque aquí es donde tiene que comenzar. Usted no puede venir a Dios a menos de que usted reconozca que usted está en bancarrota espiritual; y así es como debe vivir su vida cristiana. Usted no tiene nada en su carne, nada.
Segunda pregunta. ¿Qué es lo que significa este término ‘pobre en espíritu’? Ahora sabemos por qué está aquí, porque es un comienzo, pero, ¿qué significa de manera específica? ¿De qué tipo de pobreza está hablando? Ahora, algunas personas sugieren que es pobreza material. Ellos toman Lucas 6:20 que dice “bienaventurados los pobres porque ellos heredarán el Reino.” Y ellos dicen “ve, es simplemente pobreza.” No.
Cuando usted tiene dos registros en la Biblia en los evangelios, usted los compara. Bienaventurados los pobres. ¿Qué pobres? Hay todo tipo de pobreza, ¿verdad? Puede ser pobre en términos de dinero. Puede ser pobre en términos de su educación. Puede ser pobre en términos de amigos. Usted puede ser pobre en término de muchas cosas. Entonces, cuando usted lee Lucas, diciendo “bienaventurados los pobres” y encuentra a Mateo, “bienaventurados los pobres en espíritu,” usted llega a la conclusión simplemente de que Mateo nos dice a qué tipo de pobreza se estaba refiriendo Lucas. Eso es todo. No hay problema serio. Simplemente, unimos ambos, comparando escritura con escritura.
¿Qué tipo de pobreza? Bueno, pobre, sin dinero; y hay muchas personas que han escrito acerca de este pensamiento que Dios simplemente bendice y da Su Reino a la gente pobre. Ahora, déjeme decirle algo. Si Él simplemente se refiere a gente sin dinero, entonces lo peor que como cristianos podemos llegar a hacer es darle a alguien dinero. Digo, aliviar a los pobres es terrible.
¿Y sabe una cosa?, alimentar a los hambrientos es ridículo. Debemos detenernos inmediatamente de ayudar a alguien que sea pobre. De hecho, lo que realmente deberíamos hacer es simplemente quitarle el dinero a todo el mundo para que puedan ser pobres. En cierta manera, seríamos como ladrones. Como puede ver, necesitamos obtener todo. Lo único es que, al hacerlo, nosotros, los que lo recibimos, la perdemos. Eso es torpe.
No podemos ir por todo el mundo aboliendo eso. Tendríamos que cerrar cada orfanato, cada hospital y todas las misiones y todo lo que busque ayudar a gente en necesidad. Y si bienaventuranza espiritual viniera de la pobreza material -no. Por otro lado, las riquezas realmente pueden echar a perder a las personas. Yo creo que las personas pobres van un paso hacia delante en la actitud correcta hacia la vida, créalo o no, porque en su desesperación, ellas buscan a una fuente que va más allá de sí mismos.
La autosuficiencia de los ricos hace que tengan más dificultad en conocer a Dios. Y esa es la razón por la que la Biblia dice que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al Reino porque confía en su riqueza. Un hombre pobre no tiene en qué confiar. Pero ha habido algunos justos que fueron ricos, no muchos. Nicodemo, José de Arimatea, algunos maravillosos en el Antiguo Testamento: Filemón, sin duda alguna tuvo dinero.
Pero, ¿sabe una cosa?, aquí Dios no está hablando de pobreza material. De hecho, ¿se da cuenta de que David dijo que en todos sus años él ‘nunca vio al justo desamparado ni a su descendencia mendigando pan’?
En la vida de Pablo, él tuvo tiempos de hambre y tiempos de sed; pero nunca fue un mendigo. Y el Señor Jesús nunca anduvo con sus doce mendigando, pidiendo alimento. Ellos fueron acusados de estar locos, los discípulos y el Señor, fueron acusados de ser ignorantes. Ellos fueron acusados de voltear de cabeza al mundo. Y créanme, si hubieran sido mendigos, habrían sido acusados de eso también. Pero ninguna acusación jamás se presentó contra ellos.
Bueno, entonces usted pregunta ¿qué tipo de pobreza es esa? Bueno, él les dice. “Pobres en espíritu.” Pobres en espíritu. Ahora, tomemos ese espíritu. La palabra pobre, ptōchos, una palabra interesante. De un verbo, ahora observe esto, el verbo griego significa “encogerse de algo o alguien en cobardía y encogerse como un mendigo.” Eso es lo que significa. Y en cierta manera, usted se acobarda y se encoge como lo hace un mendigo.
El griego clásico usa esta palabra para referirse a uno que es reducido a ser un mendigo, quien se encoge en una esquina, en un rincón de la oscuridad para rogar que le den algo. Y la razón por la que se encoge acobardándose es porque no quiere ser visto. Ha llegado a un nivel de vergüenza desesperada que ni siquiera quiere que sepan quién es. Los mendigos tienen todas estas cosas apiladas, esas cosas sobre su rostro y se tapan así, no sea que sean conocidos.
Por cierto, la palabra pobre aquí, la palabra misma, es la palabra usada en Lucas 16 cuando dice: “Lázaro, el mendigo.” Eso es lo que la palabra significa. No es sólo pobre, es un pobre mendigando. Y, por cierto, hay otra palabra en la Biblia que se refiere a pobreza normal, penēs. Penēs significa, usted generalmente y algunas veces hay un solapamiento, pero generalmente penēs significa que usted es tan pobre que tiene que trabajar simplemente para que poder vivir.
Ptōchos significa que usted es tan pobre que tiene que rogar. Usted es reducido a ser un mendigo que se acobarda, que se encoge. Penēs puede ganarse la vida. Usted puede ganarse su sustento. Ptōchos, usted realmente depende de manera total del regalo de alguien más. Y usted no tiene ningún beneficio, ninguna capacidad, nada. Y en muchos casos, usted no puede caminar, está ciego, está sordo. Es mudo. No puede funcionar en la sociedad y se sienta en el rincón con su brazo avergonzado en el aire, rogando por gracia y misericordia de alguien más. Usted no tiene recurso en usted mismo ni siquiera para vivir. Dependencia total de alguien más.
No sólo pobre, pobre mendigo. Ahora, eso dice Jesús, entiéndanlo, es un hombre feliz. Usted dice si Él estaba bromeando. Bueno, no está hablando acerca de mendigar en términos físicos, pobreza física; sino que está hablando de pobreza de espíritu. Escuche. Este es el mejor diagnóstico del hombre que jamás encontrará. El hombre está vacío, es pobre, inútil. ¿Puede hacer algo para ganarse su propia salvación? Él es un pobre penēs que simplemente puede hacer unas cuantas cosas y si se esfuerza lo suficiente y trabaja con suficiente fuerza puede entrar apenas al Reino ¿Cree usted que puede hacerlo? No. No es penēs, es un ptōchos. Él es absolutamente incapaz de nada y totalmente dependiente de la gracia de alguien más.
Entonces, Él dice: “felices los destituidos, los mendigos que se acobardan, que se encogen.” ¡Hombre, qué noticias! El mundo dice: felices los ricos y los famosos y los autosuficientes y los orgullosos. Bueno, ¿qué quiere decir en espíritu? Permítame hablar de eso por un momento. Significa en referencia al espíritu, lo cual es la parte interna del hombre, no el cuerpo, lo cual es la parte externa. Eso es todo. Él está rogando por dentro, no necesariamente por fuera.
Isaías lo expresó así, Isaías 66:2: “pero a este miraré.” Aquí está Dios hablando. Escuche. "Pero a este miraré, aquel que es pobre y humilde de espíritu y que tiembla a Mi palabra." Es el hombre que tiembla por dentro debido a su destitución. El Salmo 34:18 lo dijo de esta manera: “Jehová está cerca de los que son de corazón quebrantado y salva a los que son de espíritu contrito.” El Salmo 51:17: “los sacrificios de Dios son un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y contrito, Dios no despreciarás.”
Isaías 57:15 añade esto: “porque así dice el alto y sublime que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo, “Yo habito en la altura y la santidad y con el que es de espíritu contrito y humillado para avivar el espíritu de los humildes y avivar el corazón de los contritos.” Escuchen, Dios se identifica con personas que ruegan en el interior; no con personas que son autosuficientes; no con personas que pueden salvarse a sí mismas; no con personas que creen en sus propios recursos, sino aquellos que están destituidos y privados y que ruegan.
No significa pobre en Espíritu en el sentido de que carece de entusiasmo. No significa que es flojo o callado o indiferente o pasivo. No significa esto en absoluto. Un individuo pobre en espíritu es uno que no tiene sentido de autosuficiencia. Está en bancarrota.
Permítame darle una ilustración. Acompáñeme a Lucas 18. En Lucas 18:9 leemos una historia: “A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola,” aquí está lo opuesto. Aquí está lo opuesto de pobres en espíritu. Aquí están los orgullosos en espíritu. Que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros. Lo hacemos por nosotros mismos, tenemos todos los recursos, etcétera.
“Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, Te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo.” ¡Oh! Como un mendigo, está acobardándose. Ni siquiera va a mirar hacia arriba, ni siquiera va a mirar a Dios. “Sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.”
¿Quiere oír el diagnóstico que Jesús hizo? “Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.”
Escuche, eso es lo más claro que va a oír. Son los quebrantados y los contritos. “Bienaventurados los mendigos,” dice Jesús. Bienaventurados son aquellos cuyo espíritu está privado. Bienaventurados son los pordioseros espirituales, los que están vacíos espiritualmente. Los que están en bancarrota espiritual, quienes se encogen en un rincón y claman a Dios por misericordia. Ellos son los felices. ¿Por qué? Porque son los únicos que han llegado al recurso real de felicidad. Son los únicos que jamás conocerán a Dios. Son los únicos que jamás conocerán la bienaventuranza de Dios y de ellos es el Reino.
Santiago lo dijo de esta manera, no es sólo el Sermón del Monte, Santiago lo dijo, dice Santiago 4:10: “humillaos delante del Señor y Él os exaltará.” La pobreza aquí no es una pobreza contra la cual se revela la voluntad, sino que es una pobreza bajo la cual la voluntad se postra en dependencia profunda y sumisión. Me temo que esta es una doctrina no popular en la Iglesia en la actualidad. Enfatizamos a las celebridades y a los expertos y a las superestrellas y a los ricos, cristianos famosos. Pero la felicidad es para los humildes.
¿Puedo ilustrarle esto? Simplemente escuche. Jacob, Jacob tuvo que enfrentar la pobreza de espíritu antes de que Dios pudiera usarlo. Él peleó con Dios toda la noche en Génesis 32 y finalmente, Dios le dislocó la cadera a Jacob. ¿Se acuerda de eso? Él descolocó su cadera. Lo puso boca arriba y él dijo: “me rindo, no puedo hacerlo solo.” Y la Biblia dice en Génesis 32:29, me encanta: “y Dios lo bendijo ahí.” Dios lo hizo feliz.
Oh, pienso en Isaías, usado maravillosamente por Dios, pero él no podía ser usado en absoluto hasta que fuera pobre en Espíritu. Su gran lamentación por la muerte del rey Usías; el rey Usías murió y él estaba tan molesto; y él estaba pensando sólo en su pérdida, sólo en cómo era la vida sin tener al rey Usías. Y Dios, en Su gracia, invadió su vida. Y Dios le mostró quién era el que realmente importaba. Y no era Usías. Y se mostró a sí mismo alto y sublime en una visión. Y el resultado fue que Isaías dijo en Isaías 6: “ay de mi porque soy muerto, porque soy hombre de labios inmundos, porque mis ojos han visto al Rey.” Y en este punto, Dios lo bendijo. Y Gedeón, en Jueces 6:15, llegó a estar conscientes de su incapacidad y dijo: “oh, Jehová, ¿cómo es que yo salvaré a Israel? He aquí mi familia es pobre en Manases, y yo soy el más pequeño en la casa de mi padre. Debes tener la dirección equivocada.” Y el Señor dijo: “Jehová está contigo, hombre valiente.”
¿Sabe usted quién es el hombre más valiente que hay? El hombre que sabe que en sí mismo es impotente. Ese fue el espíritu de Moisés. Dios dijo a Moisés: “quiero que guíes a Mi pueblo.” Y él se veía a sí mismo de manera desesperada indigno de la tarea. Él estaba tan consciente horriblemente y con temor de su incapacidad, su insuficiencia, que Dios lo usara. Fue el corazón de David cuando dijo: “Señor, ¿quién soy yo que vengas a mí?
Vemos a Pedro, por naturaleza agresivo y autosuficiente y con confianza, y dice: “apártate de mí, oh Señor, porque soy pecador.” El principio de comienzo de Pedro. El apóstol Pablo reconoció que en su carne no tenía nada bueno. Él era el primero de los pecadores, blasfemo, perseguidor. Todo lo que él tenía era estiércol. Todas las cosas las tenía por basura, sin confianza en la carne. No era competente para nada. Y su fortaleza, fue hecha perfecta.
Entonces, en su debilidad. Escuche, cuando usted admite su debilidad, cuando admite que no es nada, ese no es el final. Ese es el principio. Pero eso, escuche, es lo más difícil que jamás hará. Es lo más difícil que usted jamás hará. Jesús está diciendo: lo primero que tiene que decir es “no puedo, no puedo hacerlo. No puedo.” Eso es pobreza del Espíritu.
Pienso en la parábola del siervo injusto, en Mateo 18. Verdad hermosa. El siervo injusto debía una fortuna que nunca podía pagar. Nunca. Digo, era una cantidad astronómica de dinero. Versículo 26: “se postró adorando a su amo y dijo: “Señor, ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo.” No estaba diciendo hombre, aguanta y yo tengo los recursos para hacerlo todo. Necio. No había manera en la que la deuda pudiera ser pagada. Y Jesús estaba diciendo en esa parábola qué necio decirle eso al Señor. Simplemente sé paciente. Yo lo voy a hacer todo.
Pobre en Espíritu, la ausencia de orgullo, la ausencia de independencia, la ausencia de autonomía. Debe vaciarse antes de que pueda ser llenado. Y así tiene que ser. Y así debemos vivir. No sólo para ser salvo, sino así es cómo debemos vivir.
¿Y sabe una cosa? Ves, tras vez, tras vez cuando enfrento la tarea de venir al púlpito para predicarle, pasa por mi mente “Señor, Tú tienes que hacerlo. Tú tienes que hacerlo. Yo conozco la mecánica Señor, pero eso es lo que no quiero. La mecánica. Tú lo tienes que hacer. Tú lo tienes que hacer.”
San Agustín, antes de su conversión, estaba orgulloso de tu intelecto. Él estaba orgulloso de su intelecto. Y él dice que lo retuvo de creer. Sólo después de que este vació a sí mismo de su orgullo llegó a conocer a Dios. Lutero, el gran Martín Lutero, cuando el tan sólo era un joven, entró a un monasterio. Y él entró a un monasterio para ganarse su salvación mediante la piedad. Pero tuvo dificultades en hacerlo. Y un día, despertó en su vida de sacerdote y se dio cuenta de que tenía un sentido agudo de fracaso. Todos esos años y todavía no estaba ahí. Él reconoció su propia incapacidad de agradar a Dios. Él se vació a sí mismo de sí mismo. Él basó todo en la salvación que Dios proveyó mediante la fe y ése fue el comienzo de la reforma.
Alguien ha escrito de manera hermosa, “pero, aunque no puedo cantar o decir o conocer la plenitud de Tu amor mientras que estoy aquí abajo, mi vaso vacío puedo traer libremente; Tú, quien eres amor, la fuente de vida, llena mi vaso. Yo soy un vaso vacío. Ni un pensamiento, mirada de amor jamás he traído a Ti. Sin embargo, vengo a Ti y a Ti vengo con esto: el único ruego el pecador vacío: Tú me amas.”
El resumen de la gran verdad es simplemente presentado. El primer principio del Sermón del Monte es que usted no puede hacerlo por sí mismo. Hay un nuevo estilo de vida que vivir y este nuevo estilo de vida promete felicidad eterna para usted, pero usted no lo puede hacer por sí mismo, de tal manera que el único estándar para vivir es para aquellos que saben que no lo pueden hacer.
Este concepto es visto, creo yo, la primera vez que se dio la ley en Sinaí. Cuando Dios dio Su ley -ahora piense conmigo, no había ídolos, no había adulterio, no había robo, no asesinato, usted sabe, y demás, no falso testimonio. Pero inclusive mientras que Dios lo estaba dando, la gente que estaba ahí abajo la estaba violando, ¿no es cierto? Dios se la estaba dando a Moisés y Aarón estaba guiándolos en una orgía. Entonces, desde el comienzo usted tiene el hecho de que los estándares de Dios no están dentro de la esfera de la posibilidad del hombre.
Algunas de las personas de Israel reconocieron esto. Reconocieron que no estaban guardando el estándar de Dios. Entonces, comenzaron a dar sacrificios y confesaron y vinieron de manera humilde; y Dios, en Su gracia dulce les perdonó. Pero hubo otros que pensaron que lo podían hacer y entonces, se jactaron de su justicia personal y trataron de guardar la ley. Bueno, tampoco lo pudieron hacer. Entonces, suavizaron la ley y esa es la razón por la que el rabino comenzó añadiendo tradiciones. Ellos acumularon tradiciones porque las tradiciones eran más fáciles de guardar que la ley de Dios.
Escuche. La ley que ha surgido en torno a la Torá, la ley talmúdica, la ley judía que ha nacido en torno a la Torá, la ley verdadera de Dios, no es nada más que un estándar reducido para que los hombres por lo menos puedan tener un sentido de satisfacción. Ahora, los rabinos decían que estaban tratando de proteger la ley de Dios; pero el hecho es que estaban rebajando el requisito de tal manera que cuando Jesús llegó, ellos estaban haciendo muchas cosas con las cosas periféricas y estaban viviendo diariamente en una violación de la ley verdadera de Dios.
Como puede ver, hubo algunas personas que pensaron que podían hacerlo. Pero no pudieron; y los que conocían a Dios eran los que dijeron: “no podemos, Dios.” Y humildemente y en penitencia ellos ofrecieron sacrificios de confesión y Dios los perdonó. Es lo mismo con el Sermón del Monte. Esta es la ley. Esta es la manera de vivir, pero usted no lo puede hacer y tiene que reconocerlo. Por medio del poder del Espíritu Santo y la dependencia en Jesucristo, usted debe desearlo. Y después, usted tiene que enfrentar sus fracasos en contrición y confesión humildes.
Jesús colocó el estándar arriba cuando dijo “Sed pues perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Él dijo: “porque os digo que, si vuestra justicia no excediere esa justicia periférica suavizada de los escribas y fariseos, no van a entrar en Mi Reino.” La sustituyeron, dice Mateo 15:9, “las tradiciones de los hombres por los mandamientos de Dios.” Eso no va a servir.
El propósito entero de la ley, como puede ver, escuche esto, el propósito del Sermón del Monte es el mismo que el propósito de Sinaí. Es mostrarle que no puede. El Sermón del Monte era para mostrarles que no podían hacerlo y que tenían que llegar a la pobreza en espíritu y a la dependencia total de Dios. Usted no puede sólo presentar esta estándar a un hombre no regenerado y esperar que viva con ellos. ¿Sabe cómo sería? Podría pensar, creo que James Boyce ha dado una ilustración. En el Reino, el león se va a costar con el cordero, ¿verdad? El león se va a acostar con el cordero. ¿No es eso maravilloso?
Si usted quiere intentar algo, vaya al zoológico y entre a la jaula del león y enséñele a ese león verdad milenaria. Le va a enseñar a ese león que se va a costar con un cordero y lo va a explicar de manera clara en su mente. Después, llévelo y colóquelo con el cordero. ¿Sabe lo que sucederá? No habrá más cordero. ¿Sabe por qué? Ese león no va a cooperar en base al sermón. El león tiene que tener una nueva naturaleza. ¿Se da cuenta? Usted no puede predicar el Sermón del Monte a una persona no regenerada y esperar que viva conforme al sermón. Él tiene que tener una naturaleza nueva. Todo esto comienza con pobreza de espíritu.
Entonces, hacemos dos preguntas: ¿por qué comienza Cristo con esto? Porque es el comienzo. ¿Qué significa? Significa humildad. Pobreza de espíritu. ¿Cuál es el resultado? Y estas son preguntas más cortas, así que pueden relajarse. ¿Cuál es el resultado? Bueno, observe “de ello es el Reino de los cielos.” La pronunciación es fantástica. “Porque de ellos es el Reino de los cielos.” Este es un anuncio, no un deseo. Aquí está. De ellos, y, por cierto, sólo de ellos, es el enfoque. Sólo de ellos.
¿A quién le pertenece el Reino de los cielos? Solo a los pobres en Espíritu. Los suyos, es mío. Yo estoy en ese ellos. Yo vine a Cristo en bancarrota en mi propia vida y le pedí a Dios una y otra vez que me ayudara a vivir diariamente en mi vida en este mismo sentido de humildad y dependencia. Y espero estar ahí diariamente. Sé que vine de esta manera y mi salvación es para siempre. Estoy adentro. Entonces, ¿sabe lo que eso me dice? Bienaventurados los pobres en espíritu porque de ustedes es el Reino de los cielos. Mío. Solo yo. Yo estoy ahí adentro. Es emocionante.
Y, por cierto, ese es un verbo en tiempo presente. De ellos, mío, nuestro es el Reino. No sólo estamos hablando acerca del milenio. Algún día, va a ser. Es suyo ahora. Hay un milenio futuro en el cual las promesas del Reino se van a cumplir de manera completa. Pero el Reino es ahora. El Reino de Cristo es ahora. Las felicidad es ahora. La bienaventuranza es ahora. El Reino de los cielos es el gobierno de Cristo. Tiene un aspecto futuro mesiánico. Tiene un aspecto actual. Ahora somos un Reino de sacerdotes. Ahora somos súbditos de Jesucristo. Ahora somos vencedores.
Ya lo dice en Efesios 2, hemos sido sentados en los lugares celestiales, los destinatarios de toda la gracia y bondad desde ahora por la eternidad. Tenemos la gracia ahora. Escuche. Tenemos la gracia ahora, la gracia del Reino. Tendremos la gloria después, en el futuro. El Reino, como lo ve, es gracia y gloria. Gracia ahora, gloria después. ¡Qué cosa tan tremenda! ¿Sabe lo que es poseer el Reino? Eso es lo que la palabra significa, poseer. Usted posee el Reino. Es de usted. El gobierno de Cristo, el Reino de Cristo. ¿Sabe lo que eso significa? Usted es Su súbdito, Él cuida de usted. Él le da lo que necesita, Él satisface toda necesidad de su corazón.
Alguien ha escrito: “Él nos mantiene abundantemente llenos, llenos de gracia, de misericordia y fortaleza. Lo que hay más adelante en el Reino, Él ahora, en la actualidad nos provee en una abundancia enorme de riqueza. Él siempre es fiel a nosotros y nos hace inmensamente contentos. Nos llena del gozo de que somos de Él. En Espíritu somos ricos, tenemos toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. Es aquí y ahora y algún día, aún más.
Bueno, dos preguntas más tenemos por delante. Sí, y esto es tan básico y tan importante, y sí, significa humildad y bancarrota espiritual, un sentido de incapacidad total. Y podría añadir que no hay nada, no hay nada tan nauseabundo, no hay nada tan nauseabundo al corazón de Dios como el orgullo espiritual. Viola todo esto. Es lo peor cuando usted cree que ha llegado a la espiritualidad en base a su propia fuerza en algo.
Dos preguntas finales. ¿Cómo nos volvemos pobres en Espíritu? Usted dice ‘John, veo el mensaje aquí: sé pobre en espíritu. ¿Cómo me vuelvo pobre en espíritu?” Bueno, no comience al tratar de hacerlo por usted mismo. Esa fue la necedad del monasticismo. Pensaron que podían ser pobres en espíritu al ir a algún lugar, vender todas sus posesiones, ponerse algún harapo, y sentarse en un monasterio en algún lugar y no ser dueños de nada. No. Esa fue la necedad del ascetismo, monasticismo, negación personal, mutilación. Algunas de ellos se amputaban, se cortaban algunos de sus órganos. Ellos pensaban que podían negarse a sí mismos de esa manera y alcanzar esto.
Y, por cierto, no lo puede hacer al verte a si mismo. Usted tampoco lo puede hacer al ver a otras personas. No trate de encontrar a alguien más que establezca el estándar. Sólo hay un lugar en donde buscar si quiere volverse pobre en espíritu y eso es concentrarse en Dios. Eso es lo primero. Vea a Dios. Lea Su palabra. Enfrente su persona en sus páginas. Vea a Cristo. Vea a Cristo constantemente. Y conforme usted mira a Jesucristo, usted se pierde a sí mismo. Se pierde a sí mismo.
En segundo lugar, no sólo vea a Dios. Le voy a dar tres principios simples. Si usted quiere saber lo que es ser pobre en Espíritu, vea a Dios y no a usted mismo. Vea a Dios. Dos, mate de hambre a la carne. ¿Sabe una cosa?, inclusive los ministerios, inclusive los ministerios de esta generación se alimentan de orgullo en tantos casos. Tenemos que buscar las cosas que despojan a la carne y la desnudan.
¿Sabe una cosa?, analicé algunas cosas en mi propia vida hace poco menos de un año atrás en donde creo que llegué a entender algo del significado de esto. Es una lucha para mi conocer este tipo de espíritu, pero creo que llegué a entender hasta llegar al punto en donde realmente busqué las cosas que desnudaban mi carne. Como puede ver, porque es fácil para mi aceptar los reconocimientos.
Es fácil para mí oír las voces diciendo “gracias John. Tu mensaje me bendijo.” O: “fui salvo cuando predicaste.” O: “Tu Iglesia es tan maravillosa.” O: “qué mensaje tan maravilloso dijiste.” Es muy fácil para mi recibir esto. Es muy fácil para mi recibir reconocimientos. No tengo que luchar con eso.
Pero por un tiempo, comencé a tener un hambre en mi corazón por buscar, ¿y sabe una cosa?, puede adoptar una actitud de pobres de mí, pero tuve hambre en mi corazón por buscar lo que despojaba, desnudara mi carne. Casi me encontré a mí mismo queriendo enfrentar una necedad porque me llevaba a la presencia de Dios; y en la presencia de Dios, estaba privado.
No hace mucho tiempo atrás, me vi confrontado con algunas cosas que molestaron profundamente a algunas personas. Y mi primera reacción fue, me lastimó mucho, me dolió mucho porque si yo estaba mal, yo no quise estar equivocado. Y entonces, de pronto, Dios empezó a hablar a mi corazón acerca del hecho de que más que cualquier otra cosa, era lo que necesitaba. Necesitaba ser confrontado con el hecho de que yo no era nada y en un suspiro, todo lo que yo jamás soñé o deseaba ser para Dios, lo cual, por cierto, no me necesita para hacerlo. Él puede hacerlo por sí mismo a través de mí, todo podía ser quitado así de rápido. Y en un sentido en mi privación y en mi pérdida y en mi fracaso y en mi sentido de necedad y lo que yo hice, estuvo mal, adquirí una medida mayor de consuelo de lo que jamás habría adquirido por lo que yo habría sido reconocido.
Eso le ayuda a matar la carne. Y yo diría algo más. Una tercera cosa. Hay tres cosas que veo en mi propia vida. Tengo que ver a Dios todo el tiempo. En segundo lugar, tengo que matar de hambre mi carne. No quiero acudir a lo que me reconoce. Pero hay una tercera cosa y creo que es simple. Pida. ¿Quiere ser pobre en espíritu? Pida. Hay algo acerca de un mendigo. El siempre está ¿qué? Pidiendo. ¿Alguna vez anotado eso? Siempre. Pida. “Señor,” dijo el pecador, “sé propicio a mí, pecador.” Jesús dijo: “ese hombre se fue a casa justificado.” Feliz es el mendigo en su Espíritu. Él es el que posee el Reino. ¿Por qué comenzó Jesús con eso? Porque es la base.
¿Qué significa? Significa estar en bancarrota espiritual y saberlo. ¿Cuál es el resultado? Usted se vuelve poseedor del Reino aquí y ahora y para siempre. ¿Cómo se convierte pobre en espíritu? Vea a Dios. Mate de hambre su carne. Y pida, ruegue. A Él no le importa.
Pregunta final: ¿Cómo sabré si lo soy?, ¿Cómo sabe si usted es pobre en espíritu? ¿Y sabe una cosa?, usted necesita hacer un inventario de su vida. ¿Cómo es que realmente sabe? Le voy a dar siete principios. Rápidamente.
¿Cómo usted que soy pobre en espíritu? Número uno. Usted se alejará de usted mismo. Usted se alejará de usted mismo, esto es, se negará a usted mismo. El Salmo 131:2 lo expresa de la siguiente manera: “mi alma es como un niño destetado.” Oh, qué gran pensamiento.
Uno que es pobre en espíritu, pierde un sentido de sí mismo. El sí mismo ya se va. Se va. En lo único que piensa es en Dios y Su gloria y los otros y sus necesidades. Usted se aleja de si mismo. De su persona.
Número dos. Usted estará perdido en la maravilla de Cristo. Usted estará perdido en la maravilla de Cristo. Usted estará en 2 Corintios 3:18, “mirando Su gloria.” Usted estará diciendo “muéstrame al Señor y será suficiente. Usted estará diciendo: “estaré satisfecho cuando despierte a Tu semejanza, perdido en la maravilla de Cristo.”
En tercer lugar, si usted es pobre en espíritu, usted nunca se quejará de situación. Usted nunca se quejará de su situación. Nunca. ¿Sabe por qué? Usted de cualquier manera no merece nada, ¿verdad? ¿Qué tiene que ofrecer? De hecho, entre más profundo va usted, más dulce es la gracia. Entre más necesita usted, mas provee Él de manera abundante. Cuando usted carece de todo, usted está una posición de recibir toda gracia. No hay distracciones, como puede ver. Sufrirá sin murmurar porque usted no merece nada. Y, sin embargo, al mismo tiempo, usted buscará Su gracia.
¿Cómo sabe que usted es pobre en Espíritu? Usted no pensará en usted mismo, estará perdido en la maravilla de Cristo y usted nunca se quejará acerca de su situación porque entre más profundo usted vaya, usted recibirá la gracia de manera más dulce.
En cuarto lugar: usted solo verá las virtudes de otros y sólo sus debilidades. Como puede ver, usted solo verá las virtudes de otros y solo verá sus propias debilidades. Pobre en espíritu, el es verdaderamente humilde, es el único que tiene que ver hacia arriba al resto de las personas.
En quinto lugar: usted pasará mucho tiempo en oración. ¿Por qué? Porque un mendigo siempre está mendigando. Él toca con mucha frecuencia la puerta del cielo y no se va hasta que sea bendecido. ¿Quiere saber si es pobre en espíritu? No está pensando en usted mismo, está perdido en la maravilla de Cristo, nunca se está quejando, sin importar cuál sea la situación, sólo ve las virtudes de otros y sólo ve su propia debilidad, pasa mucho tiempo rogando por gracia.
En sexto lugar: si usted es pobre en espíritu, usted va a someterse a Cristo en términos de Cristo, no los suyos. Usted va a someterse a Cristo en los términos de Él, no los suyos. El pecador orgulloso va a querer a Cristo y su placer, Cristo y su avaricia, Cristo y su inmoralidad. El pobre en espíritu esta tan desesperado que entregará todo simplemente para poder someterse a Cristo, ¿se da cuenta?
Thomas Watson dice: “un castillo que por mucho tiempo ha sido sitiado y está listo para ser conquistado va a rendirse en cualquier término para salvar su vida. Aquel cuyo corazón ha sido una cueva para el diablo y ha estado en mucho tiempo en oposición contra Cristo, una vez que Dios ha traído pobreza en espíritu a él y se ve a sí mismo condenado en Cristo, dejará a Dios prosperar. Dejará a Dios conquistar. Y él simplemente dirá: “Señor, ¿qué quieres que haga? Tienes razón.” Alguien que es pobre en espíritu se somete a Cristo en los términos de Cristo.
Finalmente, cuando usted es pobre en espíritu, usted alabará y agradecerá a Dios por Su gracia. Si hay una característica de alguien pobre en espíritu, es una gratitud abrumadora hacia Dios. ¿Por qué? Porque todo lo que usted tiene es un regalo de Dios. Y entonces, en 1 Timoteo 1:14, dice el amado apóstol Pablo: “la gracia de nuestro Señor fue excesivamente abundante hacia nosotros.” Aquellos que son pobres en Espíritu están llenos de gratitud.
Bueno, ¿cómo se mide usted? ¿Por qué las bienaventuranzas comienzan con ésta? Porque es el cimiento. ¿Qué significa? Oh, un sentido profundo de inutilidad espiritual. ¿Cuál es el resultado? La posesión actual del Reino de los cielos. ¿Cómo me vuelvo así? Mire a Dios, mate de hambre la carne, ore.
¿Cómo sé si estoy ahí? Acabamos de compartirlo con usted. No pensará en usted mismo. Estará perdido en la maravilla de Cristo, nunca se quejará de su situación. Se concentrará sólo en las virtudes de otros y sólo en su debilidad. Pasará mucho tiempo en oración. Se someterá a Cristo en Sus términos y le agradecerá a Dios por todo. El escritor del himno lo resume así: “nada en mi mano traigo.” ¿Cuál es el resto? “Simplemente a Tu cruz me aferro.” Oremos.
Oh, Padre, oramos porque no haya nada artificial en nuestras vidas, que no busquemos alguna pobreza producida, falsificada por nosotros mismos; sino que conozcamos la verdadera pobreza de Espíritu. Señor, ayúdanos a saber, como Pablo dijo, lo que somos, somos por Tu gracia y nada más. Fuimos blasfemos. Fuimos impíos. Fuimos inmerecedores y todavía lo somos. Y oh, Dios, ayúdanos a saber que sólo por Tu gracia existimos en Tu Reino.
Y si hay algunos con nosotros en esta noche que no han entrado en Tu Reino porque no han estado dispuestos a hacer lo más difícil que jamás harán, al decir: “no puedo. No puedo agradar a Dios. No puedo guardar Sus reglas. No puedo guardar Sus leyes. No puedo vivir así.” Que este sea el momento en el que dicen eso. Y al reconocer que no pueden, que ellos sepan que Tú puedes. Por Tu poder, que Tú puedes capacitarlos mediante Cristo para hacer lo que ellos nunca podrían hacer.
Padre, Te damos gracias porque algunos de nosotros hemos estado en ese lugar a los pies de la cruz, cuando nos arrastramos y entramos a Tu Reino en humildad y en un sentido de inutilidad e indignidad. Y Señor, después de que hemos entrado y hemos visto lo que has hecho a través de nosotros, es tan fácil ser orgullosos y jactarnos y olvidar, Señor, que somos sustentados por esta bienaventuranza. Somos sustentados en esa felicidad al sustentar esa pobreza de espíritu.
Haz que nos olvidemos de nosotros mismos. Piérdenos en la maravilla de Cristo para que verdaderamente seamos pobres en Espíritu, poseedores de Tu Reino y de la bendición, la bienaventuranza, la felicidad que le pertenece a esas personas. Que seamos tan diferentes del mundo que es obvio que Te pertenecemos a Ti. En el nombre de Cristo. Amén.
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