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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez

Felices son los pacificadores                                           

Escritura: Mateo 5:9

Código: 2204

John MacArthur

Este es un mensaje del pastor John MacArthur, traducido y predicado en español para el mundo de habla hispana.

Acompáñeme si es tan amable, a Mateo capítulo 5. Mateo capítulo 5. Quiero volverle a leer los versículos que presentan el contexto de nuestros pensamientos, versículos 1 al 12, Mateo capítulo 5. “Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 1Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”.

Oremos juntos. Padre, de nuevo al venir en esta noche, a las palabras atesoradas de Nuestro Señor Jesucristo, nos sentimos inadecuados, ineptos. Las palabras con las que tropezamos, y pensamientos con los que tropezamos, y una mente humana que nunca podría expresar la profundidad de verdad en el corazón de nuestro querido Señor, conforme Él habló estas grandes afirmaciones. Pero, Padre, de alguna manera, por la capacidad del Espíritu de Dios, vuélvenos a equipar para adquirir un entendimiento por lo menos en parte de lo que el Señor quiso decir. Supera la incapacidad, el que abre la incapacidades de los que oyen, para que podamos ir más allá de nosotros mismos, y afuera de nosotros mismos, para percibir cosas más allá de nuestro entendimiento, conforme el Espíritu nos enseña. Oramos Señor que podamos entender lo que es ser un pacificador en un mundo que necesita de manera tan desesperada la paz. Y te agradeceremos en el nombre de Jesús. Amén.

La idea de la paz domina la Biblia. La Biblia abre compás en el huerto, la Biblia cierra compás en la eternidad. De hecho, usted podría rastrear el curso de la historia, en base al tema de la paz. Hubo paz en la tierra en el huerto; el hombre pecó, la paz fue interrumpida. En la cruz, la paz se volvió a convertir en una realidad, conforme Aquél que murió en la cruz se volvió nuestra paz. Y desde que el Señor Jesucristo ha provisto paz, puede haber paz en el corazón de un hombre o mujer que viene a conocerlo. Algún día en el futuro él regresará, su título será el Príncipe de Paz, Él establecerá un reino de paz, que finalmente entrará en una época eterna de paz. Entonces, la paz es una gran manera de ver el tema de la Biblia; la paz en el huerto, paz interrumpida, la paz regresa en los corazones de los hombres debido a la cruz; el Príncipe de Paz regresa a traer un reino de paz, que finalmente se convierte en una paz eterna. Hay 400 referencias en la Biblia a la paz.

Dios está preocupado de manera tremenda con la paz, es uno de sus grandes temas; de hecho, Él se llama a sí mismo el Dios de Paz. Dice usted: “Pero no hay paz”, no, no en el mundo, no ahora; pero hay una razón. La razón por la que no hay paz es debido a dos cosas: la oposición de Satanás y la desobediencia de los hombres; la caída de los ángeles y la caída del hombre ha causado que el mundo carezca de paz. No es que Dios no quiere paz, es que el hombre y Satanás están en guerra con Dios. ¿Y sabe una cosa? Usted solo puede tener paz con alguien siempre y cuando lo quieran, porque es un asunto que va en dos direcciones; y mientras que ellos no quieran tener paz, no habrá paz. Pero en esta noche llegamos al séptimo paso en la escalera que asciende a la bendición divina, la séptima de las bienaventuranzas: Pacificadores.

Casi parece como si Dios nos ha llamado en el mundo a un llamado muy especial: a restaurar y a experimentar algo que ha sido perdido desde la caída. Somos, por así decirlo, los que debemos restaurarle a este mundo la paz que fue perdida al pecado. Entonces, Dios ha designado un grupo de personas especiales que llama Pacificadores; son sus agentes en el mundo, y están aquí para hacer la paz; van más allá de cualquier persona que gana el Premio Nobel de la Paz, porque la paz que ellos ofrecen es paz eterna; la paz que buscan traer es una paz divina, una paz real. Entonces, Nuestro Señor Jesús dice que Dios ha prometido bendecir a personas que son sus agentes de paz, inclusive llamarlos hijos de Dios.

Ahora, Dios aquí mediante las palabras de Nuestro Señor Jesucristo, se está refiriendo a un pacificador que es diferente de cualquiera que conocemos en este mundo; no se está refiriendo a políticos, no se está refiriendo a estadistas, sin importar qué tan buenos son en lograr entrecomillas “una paz”; Él no se está refiriendo a diplomáticos, Él no se está refiriendo a árbitros, Él no se está refiriendo a reyes o presidentes o ganadores de Premio Nobel, Él no se está refiriendo a organizaciones como la Liga de las Naciones o las Naciones Unidas, Él no se está refiriendo a algún orden eclesiástico, Él no se está refiriendo a un concilio de iglesias; no son los Carter’s y los Kissinger’s del mundo, no son los Adapts ni los Vegans del mundo, y nadie así quienes son los pacificadores de Dios. Los pacificadores de Dios son totalmente diferentes, lo cual es bueno porque los pacificadores del mundo tienen un terrible registro de fallas.

Es sorprendente cómo hace unos meses atrás reconocimos la gran paz que había sido lograda cuando el presidente Carter se reunió con los líderes del Medio Oriente, y esa paz ya ha comenzado a colapsarse; no tenemos paz políticamente, y no tenemos paz económicamente, y no tenemos paz socialmente; no tenemos paz en las naciones, no tenemos paz en los países, no tenemos paz en grupos políticos, no tenemos paz en las organizaciones, no tenemos paz en los hogares, no tenemos paz en ningún lugar porque no tenemos paz en los corazones. Ese es el verdadero punto. Alguien dijo: “Washington tiene muchos monumentos de paz. Construyen uno después de cada guerra”. Nadie jamás ha tenido éxito en traer la paz. Nunca olvidaré el leer una estadística – la pregunta fue: ¿Cuántos tratados de paz han sido quebrantados? La respuesta: Todos. Como puede ver usted, la paz es ese momento breve glorioso en la historia, cuando todo mundo se detiene para recargar.

Las Naciones Unidas estaban preocupadas después de la Segunda Guerra Mundial con desarrollar una agencia de paz mundial, y entonces en 1945 las Naciones Unidas se constituyeron, y desde ese entonces no ha habido un solo día de paz sobre la tierra, ni uno. El mundo está lleno con problemas interminables. El lema de las Naciones Unidas se estableció en 1945, y cito: “Tener a generaciones venideras libres del azote de la guerra”, fin de la cita. Hasta ahora no lo han hecho ni por un día, es un sueño. El New York Times reportó en 1968, 10 años atrás, que había habido 14,553 guerras que supieron desde 36 años antes de Cristo; desde 1945 ha habido entre 50 y 70 guerras, 164 estallidos significativos a nivel internacional de violencia; de hecho, desde 1958, 82 naciones han estado involucradas en el conflicto.

Recuerdo cuando el que fue el presidente Nickson dijo: “La paz, una generación de paz”, su tema en su elección en 1970, y después dijo esto, y cito: “Tendremos una generación de paz, algo que nunca hemos tenido en esta nación”, fin de la cita. No hemos tenido un día de eso. Nickson dijo que tendríamos una generación de paz; ¡no hemos tenido 33 años de paz! Algunos historiadores dicen que hubieron dos generaciones de paz: 1815 a 1846, y 1865 a 1898; pero eso es porque no consideraron las guerras indias. Esos dos periodos de tiempo literalmente estuvieron bañados en la sangre de los indios. No hemos conocido en la historia de Estados Unidos una generación de paz; y por cierto, si usted cree que tenemos problemas en la escena política y en la escena mundial, hemos matado a más personas en Estados Unidos con pistolas a nivel privado, de lo que han muerto en todas las guerras que jamás hemos peleado; no hay paz, no tenemos la capacidad de llevarnos unos con otros, toda relación es frágil; tenemos dificultad a nivel personal, no hay paz; la gente tiene enfermedades mentales y emocionales al grado que nunca hemos podido catalogarlas como ahora.

Hay rompimientos familiares, lo tenemos en las escuelas; hay marchas, y hay manifestaciones y protestas ad infinitum ad nauseam. Parece que no hay fin a esto. Y la razón de todo esto es que el hombre no tiene paz en sí mismo. Entonces, su mundo, el cual es meramente una proyección de sí mismo, va a estar literalmente lleno de caos. Y si en algún punto se necesitaba un pacificador es ahora, este mundo necesita de manera desesperada los pacificadores, y Dios dice mediante Jesucristo en este maravilloso versículo, que Él va a bendecir de manera especial a aquellos que son pacificadores. Ahora, para entender lo que Nuestro Señor está diciendo aquí, tenemos que hablar de cinco verdades de la paz, cinco realidades de la paz. En primer lugar el significado de la paz, ¿qué queremos decir con paz? Cuando hablamos de paz, ¿qué es lo que realmente estamos diciendo? ¿Cuál es la definición de la paz? ¿Cómo la vemos como Dios la ve? ¿Cuál es la perspectiva divina de la paz?

Algunas personas creen que la paz es la ausencia de conflicto, que la paz es la ausencia de contienda; bueno, no hay contienda y no hay conflicto en un cementerio, pero difícilmente podemos usar un cementerio como un modelo de paz, ¿no? La paz como Dios la ve es mucho más que la ausencia de algo, es la presencia de algo. Y me apresuro a decir que, de una manera bíblica, la paz no es la ausencia de conflicto, tanto como es la presencia de justicia que lleva a tener relaciones correctas. La paz no es solo detener la guerra, la paz es crear la justicia que trae a las dos partes juntas en amor. Cuando un judío le dice a otro judío: “Shalom”, la cual es la palabra para paz, él no quiere decir que no tengas guerras, que no tengas conflicto, él quiere decir: “Deseo para ti toda la justicia que Dios puede dar, toda la bondad que Dios puede dar”. Shalom significa el bien más elevado de Dios para ti. Es una fuerza creadora para la bondad.

Entonces, si vamos a ser pacificadores no solo detenemos la guerra, la reemplazamos con la justicia de Dios, la reemplazamos con toda la bondad de Dios. Los pacificadores son aquellos que no solo llaman a una tregua, sino a una verdadera paz en donde todo se olvida, y se abrazan uno a otro, es un bien agresivo. Lo que estoy tratando de decir es que la paz no es crear un vacío, la paz no es crear la ausencia de algo, sino la presencia de algo. Ahora, permítanme mostrarle la diferencia, hay una diferencia entre la tregua y la paz. La tregua simplemente dice: “Depón las armas y no dispares por un rato”, esa es la definición del mundo, cuando todo mundo se detiene para ese momento glorioso breve cuando recargamos, eso es la tregua. La paz es cuando la verdad es conocida, el asunto está resuelto, y las dos partes se abrazan una a la otra.

Ahora, algunas personas cree que la paz es simplemente detener la guerra, y lo que necesitamos es que el mundo simplemente detenga el conflicto; lo único que eso hace es que hierva, y tenemos entonces una guerra fría, y la guerra fría es guerra. Ahora, algunas personas pueden decir: “Bueno, solo quiero asegurarme de que no haya conflicto, solo quiero en cierta manera cubrirlo y dejar de pelear”, y realmente al enfocarse en la paz de esa manera, al detener cualquier conflicto, podría desarrollar una situación mucho peor de lo que jamás desarrolló al dejar que siguiera, porque usted podría eliminar cualquier resolución en absoluto y sepultarlo hasta que destruya ambos lugares. Por ejemplo, si dos personas están en guerra la una con la otra, lo que hacen es separarlas para que no se vean la una a la otra; lo que debe hacer es unirlas para que puedan resolver el problema, para que puedan unirse en amor y abrazarse el uno al otro, y corregir todo, eso es paz, no tregua. La paz en la Biblia no evade la realidad, nunca evade el problema; la paz en la Biblia no es paz a cualquier costo, no es encubrimiento; la paz en la Biblia conquista el problema. ¿Ve la diferencia?

Conquista ese problema en un punto medio, de tal manera que ambos puedan unirse; edifica, construye un puente hacia los dos lados. Algunas veces significa lucha, algunas veces significa dolor, algunas veces significa angustia, algunas veces podría significar poco más de contienda, pero al final la verdadera paz puede venir. Quiero que observe lo que dice en Santiago 3:17, un versículo que necesita mantener en mente, y regresaremos al versículo 18 más adelante; pero por ahora el versículo 17: “Pero la sabiduría que es de lo alto”, ahora escuche, la sabiduría que es de lo alto es primeramente ¿qué?, pura; ¿después qué?, pacífica. Ahora, usted se puede tener ahí y dejar ese, vamos a regresar ahí más tarde. La sabiduría que es de Dios encuentra su camino hasta llegar a la paz mediante ¿qué?, la pureza; en primer lugar pura, después pacífica.

La paz nunca es buscada a expensas de la justicia. Usted no ha hecho la paz entre dos personas, a menos de que hayan visto el pecado y el error, y lo mal que está la amargura, y el odio, y hayan resuelto traerlo delante de Dios, corregir todo, y después mediante la pureza viene la paz. La paz que ignora la pureza no es la paz de la que Dios habla. En Hebreos 12:14 dice esto, y otra palabra que debe recordar: “Seguid la paz con todos los hombres y la santidad”, en otras palabras usted no puede divorciar la paz de la santidad, usted no puede divorciar la paz de la pureza, usted no puede divorciar la paz de la justicia. Salmo 85:10 dice: “La justicia y la paz se besaron”. En donde hay verdadera paz hay justicia, en donde hay paz real hay santidad, en donde hay paz real hay pureza, porque eso resuelve el problema. Ahora, todos queremos evitar la contienda innecesaria, hacer una familia o negocios o lo que sea, pero si lo hacemos al punto de sacrificar la verdad, entonces hacemos concesiones con nuestros principios, y no es paz en absoluto, solo es una tregua y todo el mundo está recargando.

En Mateo capítulo 10, versículo 34, palabra fascinante por parte de Nuestro Señor. Él dice esto: “No penséis (Mateo 10:34) que he venido para traer paz a la tierra, no he venido para traer paz sino espada”. Ahora dice usted: “¡Wow! Eso es totalmente opuesto a las bienaventuranzas”, esa es la antítesis misma de lo que Nuestro Señor estaba diciendo en Mateo 5. ¿Qué quiere decir cuando dice: “No he venido a traer paz sino espada?”. Ahora, lo que quiere decir es esto: Jesús no vino a traer paz a costa de lo que sea, Él sabía que tenía que haber contienda antes de que pudiera haber paz, Él sabía que el conflicto tenía que ser resuelto. Escuche, para el cristiano va a haber contienda, aún si somos pacificadores en el mundo, no va a ser fácil ser un pacificador, porque si vamos a ser un pacificador en términos de Dios, vamos a ser un pacificador que trae la verdad para que la paz sea real; y si traemos la verdad a un mundo que ama la mentira va a haber contienda antes de que pueda haber paz, ¿verdad?

Esa es la razón por la que he dicho al predicar el Evangelio, usted tiene que hacerlos enojar antes de que estén contentos, tiene que molestarlos antes de que pueda hacerlos sentir mejor, tiene que hacerlos sentir mal antes de que puedan llegarse a sentir bien, y así es con traer la verdadera paz al mundo; primero es una espada que cae, y después a partir de la espada, puede venir la paz porque es la espada de la pureza, es la espada de la justicia, es la espada de la santidad, y esa es la razón por la que en esa maravillosa epístola de Judas, en el versículo 3 dice: “Amados, mientras que quería hablaros de la común salvación que tenemos, me fue necesario escribiros y exhortarlos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”; en otras palabras, tenemos que contender por algunas cosas. Ser un pacificador no es decir: “Bueno, ciertamente no quiero ofender a esa querida alma, aunque no creen lo que nosotros creemos”, ciertamente no, eso no es hacer la paz, eso es una tregua que no hace nada para ayudar, porque el punto es justicia, santidad y pureza.

Y entonces, traemos el Evangelio y sacude y convence de pecado y trae contención y turbación y trae conflicto, pero cuando el conflicto es resuelto por la fe en Jesucristo hay una paz real, una paz real. Y entonces, ser un pacificador el significado no es que debemos abandonar el principio, el significado no es que debemos abandonar la doctrina, que debemos abandonar la convicción. Cuando Jesús dice: “Sé un pacificador en el mundo”, eso no significa que usted nunca habla de algo que es verdad si ofende a alguien, por el contrario, más vale que lo traiga a colación si es verdad, y más vale que lo ofenda al otro para que pueda superar eso y llegar a la paz real. La paz bíblica es paz real. No somos pacificadores en el mundo en el sentido de que nunca producimos contienda; producimos contienda todo el tiempo, causamos contienda a todo el mundo, pero somos pacificadores en el mundo en este sentido, que cuando la contienda se acabó la paz real está ahí, la paz bíblica es ese tipo de paz.

Ahora, no estamos de acuerdo con simplemente llegar a acuerdos sin enfrentar la verdad, vamos a enfrentar la verdad; y si usted va a enfrentar la verdad, amado, va a traer división, usted va a molestar, va a turbar, no hay manera de darle la vuelta a esto. ¿Y sabe una cosa? Y usted lo ve, ¿no es cierto? Usted va al trabajo y comienza a vivir para Cristo y comienza a dar su testimonio, y de pronto aquí está tratando de ser un pacificador y ayudar a la gente a hacer la paz con Dios, y ayudarle el uno al otro para tener paz el uno con el otro, y ayudarles a tener paz en su corazón; pero mientras que está haciendo su mejor esfuerzo porque tengan paz, lo único que hacen es que se enojan, porque la premisa de su mensaje es que tienen que enfrentar el pecado, y a la gente no le gusta oír eso y por eso se enojan mucho.

Nuestro Señor dijo en Lucas 12:51: “No penséis que he venido a traer paz a la tierra, os digo no, sino más bien división. Porque desde aquí habrán cinco en una casa divididos, tres contra dos y dos contra tres; el padre estará dividido contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija, la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”; en otras palabras Jesús dijo – es muy obvio al principio, que cuando la gente viene a Jesucristo habrá conflicto, y Él sabe que la paz verdadera solo puede venir cuando la verdad reina, y es más que una tregua, es una paz real. Y entonces, cuando alguien viene y dice: “Bueno, usted sabe, tienen una manera de pensar tan estrecha y necesita ser más ecuménico, necesita hacer a un lado aquello con lo que no está de acuerdo, y simplemente encontrar el punto de acuerdo y entrar; todos necesitamos unirnos y hablar de aquello en lo que estamos de acuerdo”.

Bueno, permítame decirle algo: Cristo nunca pronunció bendición para los apóstatas, y si hubo alguien a quien Él conoció que tenía un punto de error invariablemente, Él se enfocó en el punto de error, porque la única paz real viene cuando respondemos a la verdad. Si yo estoy en desacuerdo con alguien acerca de algo en la Palabra de Dios, alguna verdad grande que es importante en la Palabra de Dios, no puedo evadir eso, no puedo evitar eso y ser llamado un pacificador, porque mientras que pueda llamar a una tregua yo no he ayudado a ese individuo a hacer la paz con Dios y al final va a ser lo mismo. Entonces, los pacificadores bíblicos no son personas calladas, fáciles de tratar, que no causan olas, y no traen contienda; que carecen de justicia, que hacen concesiones, que son apaciguadores; no.

La gente dice: “Oh, es un pacificador tan bueno”, y con eso quieren decir que no tiene convicciones, ese no es el punto. Un verdadero pacificador bíblico no va a dejar que los perros se queden dormidos, él no va a mantener el status quo si la verdad debe ser traída al punto. Él no dice: “Bueno, yo sé que la persona está mal, pero oh, yo prefiero tener una situación pacífica. No queremos decir nada acerca de lo que mi hijo está haciendo, o lo que mi esposo está haciendo, nuestros amigos están haciendo; solo quiero mantener la paz”. Esa es una salida, la verdadera paz solo viene después de la verdad, entonces el significado de la  paz es paz real, no es solo paz a costa de lo que sea, no es mantener el status quo, no es llamar a que dejen de disparar mientras que recargamos, no es simplemente una tregua, no es reducirlo a una guerra fría, es resolverlo mediante la verdad, traer la justicia de Dios.

Segundo punto. El significado de la paz, paz real, como Dios la ve, ya lo hablamos. En segundo lugar, la amenaza a la paz. ¿Qué es lo que estorba a la paz? Bueno, es obvio. La amenaza a la paz es el pecado. Si el significado de la paz es justicia y verdad, entonces la amenaza a la paz es el pecado y el error o la mentira. Y si usted quiere saber por qué no hay paz en el mundo, es debido a que la amenaza a la paz domina. Jeremías 17:9 dice: “Engañoso es el corazón del hombre más que todas las cosas, y perverso”. Ahora escuche eso, Jeremías 17:9: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso”. Usted comienza con un corazón impío, ¿cómo se manifiesta a sí mismo un corazón impío? Isaías dice en el capítulo 48, versículo 22: “No hay paz, dijo Jehová, para el impío”; entonces Jeremías dice: “El hombre es impío”, Isaías dice que: “No hay paz para el impío”. En Isaías 57, en el versículo 21, de nuevo Dios dice: “No hay paz para el impío”.

Jeremías también tiene el mismo pensamiento en el capítulo 8, versículo 11: “Porque han ayudado a la herida de la hija de mi pueblo diciendo: Paz, paz, cuando no hay paz”; en otras palabras, hablan de ello, pero no está ahí, porque no puede haber paz para el impío. No hay paz para aquellos que son impíos. El hombre es impío, él nunca conoce la paz, entonces la amenaza de la paz es la impiedad del hombre. En Marcos 7, en el versículo 20, el Señor dijo: “Porque lo que sale del hombre, eso contamina al hombre, porque de dentro del corazón de los hombres proceden los malos pensamientos”, adulterios, fornicaciones, homicidios, robos, avaricia, impiedad, engaño, lujuria, un mal ojo, blasfemia, orgullo, necesidad, y todas estas cosas malas vienen de dentro del hombre y contaminan al hombre.

Ahora, lo que usted está enfrentando en la sociedad humana es un hombre internamente contaminado, un hombre de quien procede toda esta maldad; y ese tipo de corazón nunca puede producir paz, porque la paz es un resultado de la santidad, la paz es un resultado de justicia, la paz es un resultado de la pureza, y no será producida con este tipo de pecado interno. Ahora, esa es la razón por la que en Santiago 3:18, regresamos a ese mismo texto que vimos, dice esto: “El fruto de justicia es sembrado en paz por aquellos que hacen la paz”. Ahora, escuche esto: Los verdaderos pacificadores entonces siembran fruto justo. El ser un verdadero pacificador trae primero la justicia; usted nunca puede tener paz real hasta que haya traído la justicia. En otras palabras, si dos personas están peleando es porque hay pecado, elimine el pecado y se acaba la pelea; si dos personas están peleando, usted simplemente separa la gente, eso no hace nada; si algo está entre usted y Dios, y usted está en guerra con Dios, lo único que tiene que hacer es quitar lo que está en medio, lo cual es pecado, y Dios y el hombre se unen, ¿verdad?

Como puede ver, siempre un pacificador hace la paz al sembrar justicia, y esa es la razón por la que la sabiduría de Dios es primeramente pura, después pacífica. Escuche, lo digo, los únicos pacificadores en el mundo que valen algo como pacificadores, son aquellos que traen a los hombres a la justicia, a los estándares de Dios, a postrarse ante la verdad de Dios, y esa es la razón por la que todos los diplomáticos, y estadistas, y embajadores, y presidentes, y reyes de la historia del mundo, nunca podrían traer la paz. Por cierto, esto nos lleva de regreso al principio de las bienaventuranzas. Es correcto. Usted no puede ser un pacificador a menos de que siga las primeras seis, a menos de que haya enfrentado el pecado en su vida. Ahora, regrese al versículo 3: “Bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”; usted comienza con una actitud de mendigo hacia su propia pecaminosidad, usted se acobarda en una esquina encogiéndose en la oscuridad, estirando la mano como un mendigo a Dios, porque usted sabe que no puede ganarse nada por sí mismo. “Bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consolación”. Y después usted llora, y se lamenta, y su corazón arde y se duele por su pecaminosidad.

Y después: “Bienaventurados los mansos”, usted se ve a sí mismo ante un Dios absolutamente soberano y santo, y algo que no vale nada, y la mansedumbre nace del lloro que nace de la cobardía que nace de ver su propia pecaminosidad; y en ese punto, en mansedumbre, versículo 6, usted clama en un hambre y sed de justicia, y usted recibe según el versículo 7 la misericordia de Dios, y cuando usted ha recibido la misericordia de Dios el versículo 8 dice que usted se vuelve puro o limpio de corazón, y solo cuando usted es limpio de corazón usted puede ser ¿qué?, un pacificador, y ese es el punto entero; y por cierto, cuando usted se vuelve un pacificador el mundo no va aceptar eso, y entonces inmediatamente el versículo 10 dice: “Bienaventurados los que (¿qué) son perseguidos por (qué) causa de la justicia”, ¿por qué? Los pacificadores siempre están tratando de traer una solución justa, siempre están tratando de traer la justicia a una situación; y cuando usted trata de meter al mundo una paz que está basada en la justicia van a reaccionar de manera negativa a ella, porque no quieren enfrentar la realidad del pecado, no quieren conocer el tipo de paz que usted está tratando de traer; y entonces traemos a este mundo una paz justa. Solo cuando el pecado es enfrentado puede la paz llegar a existir.

No me importa si es paz en su propia vida, si usted está teniendo problemas de ansiedad, y usted tiene que ir a un consejero y tiene que tomar píldoras, y tiene que tomar drogas, y tiene todo tipo de problemas en su vida, le voy a decir lo que es: Tiene justicia en su vida, va a tener pureza de vida, va a tener santidad en su vida, y va a tener paz en su vida. Y si usted tiene problemas en su matrimonio, y hay conflicto en su matrimonio y conflicto en su familia o en su hogar, le voy a decir una cosa: Tiene justicia, santidad, pureza en su matrimonio y su hogar, y va a tener paz en su hogar, porque así es siempre; una vez que tiene justicia usted está en paz con Dios, paz con los hombres, paz con usted mismo. Y entonces, para ser un pacificador tiene que atravesar por todas las bienaventuranzas, tiene que llegar al punto en el que ve su propia pecaminosidad, se ve a sí mismo como un alma miserable que no merece nada, sin derechos ni privilegios, odiándose a sí mismo, clamando a un Dios santo, rogándole que le dé una justicia que nunca podría obtener, pero que debe tener.

Y Dios, en su gran, gran amor, le da misericordia, limpia su corazón, y entonces, y solo entonces llegará usted a ser un pacificador. Y le voy a decir una cosa: Es tan maravilloso vivir en este mundo, y ver cómo Dios puede usar a las personas más simples y humildes para ser los pacificadores del mundo; la gente que nunca gana los premios, la gente cuyo nombre nunca vemos en los titulares, y nunca nadie sabe de ellos, pero son los verdaderos pacificadores del mundo, son los que están trayendo la justicia a una vida individual, de tal manera que el corazón por primera vez conoce la paz. Son los que andan por todos lados trayendo justicia a una relación, de tal manera que la primera vez que sucede esas personas conocen la paz; van por todos lados predicando el Evangelio, y por primera vez un hombre puede conocer la paz con Dios. Esos son los pacificadores. No llegan a los titulares, pero son los únicos que realmente lo están haciendo, ¿y quiere saber algo? Hay un precio qué pagar, porque cuando usted trata de hacer eso, el mundo reacciona de manera negativa.

Y como puede ver, la verdad de ser un verdadero pacificador no es que queremos evitar el conflicto, no queremos nada de eso, no es eso, no es que nos mantenemos alejados del conflicto, es que para traer la verdadera paz vamos a entrar al conflicto más ardiente y sufrir lo que necesita sufrirse. Yo veo a Jesús, Jesús el más grande Pacificador de todos. ¿Evitó el conflicto? En absoluto. Fue clavado a una cruz; el conflicto definitivo, lo mataron. ¿Pero por qué lo hizo? Porque sabía que la paz se encontraría al final. El hombre puede buscar en el mundo de esquina a esquina, puede ir de consejero a consejero, puede reunirse de junta en junta, puede escribir tratado tras tratado tras tratado, puede ir de religión a religión y nunca encontrar la paz, ¿por qué?, porque la paz no se encuentra en nuestras circunstancias; el problema está en nuestra pecaminosidad innata, son nuestras pasiones fuera de control que nos roban la paz.

Si tenemos fiebre no es porque tenemos temperatura externa, es por el estado de nuestra propia sangre que está hirviendo. ¿Sabe una cosa? Es casi extraño nuestro mundo, exaltamos a la gente que rompe la paz. ¿No es maravilloso cuando tenemos un pacificador que nos ayuda a evitar la guerra, o que nos va a ayudar a mantener el precio del petróleo abajo o lo que sea? Pero cuando hablamos de la vida diaria realmente exaltamos a la gente que pelea, ¿ha notado eso? Digo, pagamos una fortuna para ir a ver a dos hombres que se suben al ring para golpearse el uno al otro. Los reinos mundanos por cierto, siempre le han dado el honor, el reconocimiento más elevado a los guerreros, ¿alguna vez ha notado eso? Siempre son los guerreros, los soldados y los que pelean. En la actualidad, nos postramos ante el gran dios macho, el viril, como usted puede ver, el que no toma nada de nadie, el duro, el salvaje, el autosuficiente, estos son los héroes; y las heroínas son las mujeres que guían el desfile de los derechos y demandas, y causan contienda, y pelean contra las tradiciones y los sistemas; somos una sociedad entera de personas peleando por nuestros derechos y exaltándonos el uno al otro.

Los sicólogos y psiquiatras y conductivistas nos dicen: “Saca lo más que puedas para ti mismo, no dejes que nadie te quite nada”, y entonces damos lugar a más contienda todo el tiempo; nuestra sociedad adora eso. ¿No es sorprendente que cuando llegamos a la sociedad y tratamos de traer la paz que el Evangelio trae, pelean en contra de nosotros?  ¿No es sorprendente que no quieren a Jesucristo? Esos judíos dijeron: “Queremos a alguien que va a venir aquí, y realmente va a golpear con un puño de hierro al gobierno romano. Queremos alguien que venga, que sea un Mesías, que estrangule; queremos alguien que venga, que sea un Mesías, y estrangule a César; queremos a alguien que venga y derroque al gobierno romano, lo quite de su poder. Queremos un gran guerrero”. Y cuando Nuestro Señor Jesús vino y dijo: “Bienaventurados los pacificadores”, estoy seguro que la gente escuchando eso pensaron: “Oh, ¿quién necesita eso?”, después venimos al mundo ofreciendo la paz del Señor Jesucristo, y la gente nos menosprecia; piensan que somos cobardes, débiles, y si somos valientes, si realmente predicamos a Jesucristo, pelean contra nosotros.

Pues, ¿sabe una cosa? No me siento tan mal por eso; digo, me da gusto tener algunos enemigos, siempre y cuando sean los enemigos correctos. Jesucristo fue el Príncipe de Paz, es correcto. Isaías 9:6: “Y será llamado Príncipe de Paz”, Él fue el Príncipe de Paz; sin embargo, a donde quiera que fue, Él produjo conflicto. ¿Se da cuenta de eso? A donde quiera que iba traía problemas. De hecho, Lucas 23:5 dice que Él agita al pueblo, Él agita al pueblo. A donde quiera que va hay conflicto, conflicto, conflicto. Pablo el Apóstol, el maravilloso embajador de la paz, el que dijo: “Oh, todos debemos predicar el mensaje de reconciliación, que el hombre debe reconciliarse con Dios”, el evangelio de la paz lo llamó, el que predicó el evangelio de la paz, a todo lugar que fue él causó problemas. Y dijeron acerca de él en Hechos 24:5: “Este hombre es una peste”, 2ª de Timoteo 3:12 dice: “Y también todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”, y entonces aquí estamos viniendo al mundo con el mensaje de la paz, estamos tratando de traer la paz de la manera correcta, la paz que tiene que venir mediante la justicia, santidad y pureza. ¿Y qué pasa? Simplemente más guerra y contienda porque no lo quieren oír.

Pero tenemos que estar dispuestos a enfrentar el conflicto, enfrentar, recibir los golpes como Cristo, tomar nuestra cruz, negarnos a nosotros mismos, pagar el precio, ser valientes y enfrentar lo que tengamos que enfrentar haciendo lo correcto. Si usted dobla la rodilla en esas situaciones usted no es un pacificador. Un pacificador está dispuesto a decir lo que tiene que ser dicho para traer la justicia en la situación. Si usted es un verdadero pacificador usted va a ser alguien que trae la justicia. Bueno, vemos el significado de la paz que es la plenitud de la bendición justa; el enemigo de la paz o la amenaza a la paz es el pecado, debe ser enfrentado.

¿Sabe una cosa? No es fácil. Quiero ser un pacificador, pero algunas veces eso es realmente difícil. Veo una persona viviendo en pecado, y si realmente fuera un pacificador como Jesús quiere que lo sea, yo iría a esa persona y le diría: “¿Sabes una cosa? Estás ofendiendo al Dios Santo, por tu vida misma estás en guerra con Dios, y quiero hacer la paz entre tú y Dios, y entonces te confronto con ese pecado, y te ofrezco el Evangelio de Jesucristo”, ahora eso es valiente. O si veo a dos cristianos en conflicto y peleando – no es un pacificador el que en cierta manera le da la vuelta al asunto, simplemente ignorar el punto y no sacudir a nadie; un verdadero pacificador va y dice: “Debe resolver esto de manera justa el uno con el otro”. Ser un pacificador no es fácil, no es evitar los problemas. ¿Quiere saber algo? Eso es dividirlo por la mitad, eso es lo que es.

En tercer lugar, el Hacedor de la Paz, el Hacedor de la Paz; usted sabe eso. ¿Quién es el que hace la paz? ¿Quién es la fuente de paz? Pablo lo dijo de manera directa en 1ª de Corintios 14:33, esta es su propia afirmación: “Dios no es autor de confusión, sino de paz”. Dios es el autor de paz, Dios es el hacedor de la paz, Dios es la fuente de la paz; fuera de Él no hay paz en lo absoluto. El Nuevo Testamento está literalmente repleto de afirmaciones del hecho de que Dios es el Dios de paz. Pablo dijo en Romanos 15:33: “Ahora el Dios de toda paz esté con vosotros, amén”. En 2ª de Tesalonicenses él habló de Cristo como el Señor de la paz; el autor de Hebreos escribe acerca del Dios de paz; el Antiguo Testamento simplemente está cargado de afirmaciones de que Dios es la fuente de paz; la paz pertenece a Dios, no le pertenece a los hombres en lo absoluto.

De hecho, ¿quiere oír algo? Desde la caída del hombre en Génesis 3, el hombre nunca ha conocido la paz a menos de que la recibiera como un regalo de Dios, porque el hombre no la tiene; Dios es paz perfecta. De hecho, Dios está en paz perfecta consigo mismo, Dios se caracteriza por unidad perfecta; la Trinidad tiene unidad perfecta, está absolutamente tranquila, está en armonía absoluta, está unida de manera perfecta; en la Trinidad no hay conflicto, solo hay paz, y eso emana de Dios; la única manera en la que jamás conoceremos la paz es si Dios viene a nosotros. Y me encanta la afirmación de Efesios 2:14 que nos dice que eso es exactamente lo que Él hizo, dice: “Porque Él, esto es Cristo, es nuestra paz”. Cuando Cristo vino al mundo, Él fue la paz de Dios viniendo a tomar la mano de Dios y la mano del hombre, y mediante su propio sacrificio hacer del hombre justo y unir su mano a Dios.

Me acuerdo de la historia que leí de una pareja en una audiencia de divorcio y no podían resolver el conflicto, y estaban discutiendo, y tenían un niño de unos 4 años de edad y él estaba muy afligido, él tenía lágrimas en los ojos porque veía el conflicto, y según este artículo él tomó la mano de su padre y después tomó la mano de su madre, y con lágrimas en sus ojos jaló ambas manos hasta que las unió; él se volvió paz. Y en un sentido eso es lo que Cristo hizo, Él proveyó la justicia que permite que el hombre tome la mano de Dios. Dios es la única fuente de paz, y un hombre nunca conocerá la paz, hasta que un hombre conozca la paz que solo Dios puede dar porque no hay otro. Colosenses 1:20 dice que Jesucristo habiendo hecho la paz mediante la sangre de su cruz, pudo reconciliar todas las cosas consigo mismo. Como puede ver usted fue la cruz que hizo la paz. Dice usted: ¿Cómo pudo la cruz ser paz? No hubo paz en la cruz. Una multitud caótica gritando y escupiéndole a Cristo, el sumo sacerdote, los líderes burlándose, maldiciendo su nombre, los discípulos huyeron, el relámpago, el trueno, todo lo que estaba pasando, la oscuridad terrible al mediodía, el Salvador sangrando, los criminales a los dos lados maldiciendo, ¿qué quieres decir que la cruz es paz?

¿Sabe por qué la cruz es paz? Porque la cruz proveyó la justicia que solo produce la paz real, siempre habrá conflicto cuando hay paz verdadera en últimas. ¿Sabe una cosa? Estaba leyendo esta semana de nuevo “El Hijo de Paz” por Don Richardson; si usted no ha leído ese libro, consígalo y léalo; es una tremenda historia en un misionero trabajando ahí en la tribu Sawi, ahí en la iaia de Irán, él no podía entender cómo hablarles de la importancia de la muerte de Cristo, él no podía entender cómo comunicarles a la gente ahí, cómo pudieron entender el significado de Cristo y su muerte; y los Sawi estaban teniendo un problema constante terrible con otra tribu, y no había manera alguna en la que iban a llegar a paz alguna. Y había una costumbre entre esas tribus, que si la paz se podía llegar a alcanzar, se alcanzaría cuando una persona de una tribu tomaba su propio bebé y daba ese bebé a la otra tribu y dejaba al bebé ahí y se iba, se lo entregaba como un regalo permanente; y según su costumbre, siempre y cuando el bebé viviera, tendrían que honrar la paz entre las tribus.

El problema no es que se odiaban tanto que no querían darse el uno al otro un bebé, una vida preciada; hasta que una persona, un hombre, tomó al único hijo que tenía, un pequeño bebé niño, tomó al bebé en sus brazos, y mientras que su esposa lo persiguió, pero fue demasiado tarde, él salió corriendo de su aldea a la aldea del enemigo y les presentó a ese bebé, y llamaron a ese bebé el hijo de paz; y mientras que el bebé viviera habría paz; y Don Richardson dijo: “Encontré mi analogía. Jesús es el hijo de paz, y mientras que Él vive hay paz”, ¿y por cuánto tiempo vive Jesús? Por los siglos de los siglos. Cristo es el Hijo de Paz. Todo su sufrimiento – debió haber habido angustia en el corazón del Padre conforme vio al Hijo morir, y puede imaginarse la angustia en el corazón de ese Padre conforme entregó al único bebé que salió de él a una tribu enemiga para nunca volver al hijo, pero el precio valió la pena por la paz, ¿verdad? Se acabó la contienda. Jesús es el Hijo de Paz.

Entonces, Dios es la fuente de paz, y Jesús es la manifestación de paz, y la Agencia de paz es el Espíritu Santo. Como puede ver, Dios es un Dios de paz, quien hizo a Cristo en la manifestación de la paz, y nos dio al Espíritu Santo quien es el Agente de la paz. En Gálatas 5:22 dice: “El fruto del Espíritu es amor, gozo, (¿qué?) paz”; y entonces cuando usted se convierte en cristiano Dios viene a vivir en su vida, el Dios de Paz; Cristo viene a vivir en su vida, el Príncipe de Paz; el Espíritu Santo viene a vivir en su vida, el Espíritu de Paz; no es sorprendente que la Trinidad entera es llamada el Señor nuestra Paz, Jehová Shalom. Y esta es la voluntad de Dios, amados, Dios quien es la fuente de paz quiere paz; Él creó un mundo con paz, y Él va a llevar en últimas al mundo a un destino de paz; es el periodo interino que tiene tanta contienda. Él trae a Cristo para traer paz, Él va a regresar para traer paz, Él va a establecer un reino de paz y una eternidad de paz, y eso es lo que Dios quiere.

Dios siempre ha querido paz, Dios no quiere conflicto. La gente dice: “¿Qué tipo de Dios tenemos? Ve las guerras”, Dios no quiere esas guerras, Dios no las quiere en lo absoluto. Alguien dijo: “¿Por qué Dios no detiene las guerras?”, y la respuesta es: “Él no las comenzó, no son sus guerras”. En Jeremías 29:11 el profeta dijo: “Porque yo sé los pensamientos que tengo para vosotros dijo Jehová, pensamientos de paz”, como puede ver, los pensamientos de Dios hacia los hombres son de paz, y Jesús dijo: “Estas cosas os he hablado a vosotros (Juan 16:3) para que en mí tengáis (¿qué?) paz. En el mundo tendréis aflicción, pero yo he vencido al mundo (¿por qué?) para darles paz”. Y entonces, amados, si vamos a ser pacificadores, tomamos esa paz de Dios; y una persona que no conoce a Dios, que no conoce a Cristo, que no tiene al Espíritu que mora en él, nunca podrá ser un pacificador, nunca. Oh, él puede proveer una tregua, pero no paz; él nunca puede dar paz a un corazón.

Ser un psiquiatra, un consejero y no conocer a Dios es no tener una fuente para darle paz a alguien; tratar de ayudar a una familia sin Dios es no tener fuente de paz; tratar de unir una nación sin Dios es no tener una fuente de paz; la paz en nuestros corazones es la serenidad tranquila que viene debido a que Dios ha llevado a cabo su justicia ahí, y se acabó la guerra. Y una vez que usted tiene la paz de Dios, el mundo puede seguir con sus problemas, y usted tiene un sentido de paz de cualquier manera, ¿no es cierto? Es sorprendente. Nosotros como cristianos simplemente permanecemos en el Señor, y la paz está ahí. Estaba leyendo de algo llamado “el colchón del mar”, ahí debajo de la superficie; y el mar en la superficie está agitado, y este nivel de turbulencia disminuye conforme uno baja y baja, y es más y más profundo; pero en la profundidad, debajo de la superficie, hay un área llamada “el colchón del mar”. Y como las pruebas han indicado, es una parte del mar que está absolutamente tranquila, sin turbulencia en lo absoluto.

Algunas investigaciones han descubierto que cuando se llega a la profundidad, a gran profundidad, se ven ahí los restos de vida animal y vegetal, y conforme los examinan se dan cuenta de que hay evidencia de que no han sido agitados por literalmente miles de años. Una cama del mar. Y creo que hay algo parecido a eso que le pertenece al cristiano; no importa cuánta turbulencia hay en el mundo, no importa cuánta ansiedad nos rodea; hay una cama de paz en el alma de una persona que conoce al Príncipe de Paz, quien tiene al Espíritu de Paz morando en él, dado como un regalo del Dios de Paz. Entonces, el significado de la paz: justicia. La amenaza a la paz: el pecado. El Hacedor de la paz: Dios.

Cuatro: Los mensajeros de paz. Los mensajeros de paz. ¿Quiénes son? Oh, esos somos nosotros. Ahora estamos en la bienaventuranza. “Bienaventurados los pacificadores”. Somos los mensajeros. 1ª de Corintios 7:15 dice: “Dios nos ha llamado a paz”, Dios nos ha llamado a paz. En 2ª de Corintios capítulo 5, esa gran afirmación en el versículo 18 y en adelante: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Jesucristo, y nos ha dado el ministerio de la reconciliación”. Y por cierto, eso es hacer la paz, esto es que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta su pecado, y nos ha encomendado la palabra de la reconciliación. Ahora, entonces somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por nosotros, o rogamos en nombre de Cristo: reconciliaos con Dios. Reconciliarse es otra palabra para pacificador. Podría leerse de esta manera: “Todas las cosas son de Dios, quien ha hecho la paz.

Nos ha dado el ministerio de ser pacificadores. Dios estaba en Cristo haciendo la paz con el mundo, y nos ha encomendado la palabra de hacer la paz; somos embajadores, y os rogamos que estén en paz con Dios”. Somos los pacificadores, somos la fuerza de paz de Dios en el sentido más puro, ese es nuestro llamado por el Espíritu de Dios. Hay muchas otras escrituras que hablan de esto. Colosenses 3 dice: “Y la paz de Cristo gobierne en vuestros corazones”. En Filipenses 4 dice: “La paz de Dios domine nuestra vida”, ¿por qué?, porque han hecho la paz con Dios; debido a que usted ha hecho la paz con Dios, usted puede disfrutar de la paz de Dios. Entonces somos los pacificadores. Dice usted: “Bueno, John”, como un pacificador, ¿qué hago?”, tres cosas; esta es la parte práctica.

Número 1: Un pacificador es el que ha hecho la paz con Dios mismo. Para ser un pacificador usted hace la paz con Dios. Eso significa que usted ha aceptado el evangelio de la paz. Me encanta esa frase, es usada en varias partes en el Nuevo Testamento; quizás una que es más conocida por usted sería Efesios capítulo 6, versículo 15: “Y calzados los pies con el evangelio de la paz”; el evangelio tiene todo que ver con la paz. Como puede ver, hubo un día cuando usted peleaba contra Dios, hubo un día cuando usted estaba en guerra contra Dios; pero cuando la justicia de Jesucristo le fue imputada a usted por fe, usted hizo la paz con Dios. El evangelio era el evangelio de la paz, la batalla se acabó, nunca nadie será un pacificador a menos de que haya hecho la paz con Dios, porque solo entonces Dios se vuelve la fuente de paz. Entonces, lo primero que caracteriza a un pacificador es que ha hecho la paz con Dios.

¿Puedo estirar esto un poco? Creo que para ser eficaz como un pacificador, usted tiene que mantener esa paz, y cada vez que hay pecado en su vida esa paz es interrumpida, ¿no es cierto?, cuando hay pecado en su vida usted no puede tener comunión con Dios de manera abierta, ¿o sí? Cuando hay pecado en su vida, Dios no puede bendecirlo a usted abiertamente, ¿verdad? Usted se mueve del lugar de la bendición, usted no puede ser un pacificador con otros sino hay paz entre usted y Dios; si hay una relación quebrantada, si usted ha pecado contra Dios, si usted está viviendo en desobediencia a su voluntad, si usted está viviendo satisfaciendo su pecado, usted no es pacificador. Para ser un pacificador tiene que estar en paz con Dios.

Entonces, un pacificador en primer lugar se concentra en su propia paz con Dios. Hombre, este es el principio, nada más va a pasar; usted nunca será un pacificador para nadie más, a menos de que haya paz entre usted y Dios. Usted debe comenzar con la Estrella de la Mañana y decir: “Señor, quiero estar en paz contigo”, y debe confesar todo lo que usted conoce en su vida que no está bien, y comenzar el día en paz, porque entonces usted puede ser un pacificador. Hay una segunda cosa: Un pacificador es alguien que ha hecho la paz con Dios, y en segundo lugar, que ayuda a otros a hacer la paz con Dios, uno que ayuda a otros a hacer la paz con Dios. Creo que Jesús tenía en mente aquí el evangelismo, creo que es lo más maravilloso acerca de hacer la paz, de ser un pacificador; usted puede ir con alguien que esté en guerra con Dios, y hacer la paz entre esa persona y Dios, ¿verdad?

Y le voy a decir algo más: Cualquier persona que no sea salva está en enemistad con usted también porque están fuera de la familia, son maldecidos por Dios, están fuera del reino; y el minuto en el que vienen a Jesucristo hacen la paz con Dios y la paz con usted, se vuelve un hijo de Dios y su hermano, ¿verdad? El evangelismo es hacer la paz. ¡Qué pensamiento tan fabuloso! La mejor manera de ser un pacificador es predicar el evangelio de la paz; impartirle a los hombres el evangelio, para que su aislamiento de Dios pueda ser terminado, para que su aislamiento de la iglesia, el cuerpo de cristo, de su comunión, pueda terminar y puedan estar en paz. No es sorprendente que dice Romanos 10:15: “Cuán bellos son los pies que predican el evangelio (¿de qué?) de paz”.

Como puede ver, es algo hermoso llevar a la gente a una relación de paz con Dios. ¿Quiere ser realmente un pacificador? Simplemente háblele a alguien de Jesucristo, eso va de manera infinita más allá de lo que algún político o estadista mortal jamás ha logrado en un sentido político; esa es paz real, eterna, definitiva. Somos los pacificadores. ¡Oh, qué condenación fue esta para los fariseos! Los fariseos quienes eran orgullosos, pensaban que tenían todo derecho de pelear contra Roma, pensaban que tenían todo derecho de promover su teología, pisaban los cuyos de la gente; no estaban interesados en que alguien estuviera relacionado con ellos, no les interesaba nada más que elevarse más y más; creaban problemas a donde quiera que iban, creaban contención a donde quiera que iban; menospreciaban a la gente, dividían a la sociedad en grupos, y Jesús les dice: “Están mal. Lo que Dios quiere no es alguna élite espiritual que cree que conoce todo, sino a un pecador, mendigo, pobre, que sabe que no tiene nada que ofrecer y que busca hacer la paz”.

Hechos 10:36 es una afirmación hermosa. Dice que la primera iglesia se caracterizaba por predicar la paz por Jesucristo. La paz es por Cristo. Cuando usted predica a Cristo usted predica paz. ¿Quiere ser un pacificador? Predique a Jesucristo. G. Campbell Morgan dijo: “Esta es la naturaleza propagadora del hombre quien siendo el resto de las bienaventuranzas, por lo tanto trae paz a donde quiera que va”. Gran afirmación. Entonces, los pacificadores son pacificadores porque han hecho la paz entre sí mismos y Dios, y ayudan a otros a hacer la paz con Dios. Y en tercer lugar, un pacificador es alguien que ayuda a otros a hacer la paz con los hombres. Ser un pacificador significa que usted puede unir a hombres, usted puede unirlos el uno con el otro. ¿Sabe una cosa? Eso no siempre es fácil, pero un pacificador puede hacer eso; un pacificador puede construir puentes entre la gente. Espero que usted esté consciente de eso. ¿Sabe una cosa? Hay muchas maneras en las que la Biblia habla de esto, y no tenemos tiempo de cubrir cada una de ellas, pero en Mateo capítulo 5 le voy a mostrar un par de ilustraciones; Mateo 5:21: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás. Y cualquiera que matare estará en peligro de juicio”. No asesine; usted sabe eso, la ley dijo eso. “Pero os digo, que si alguno estuviera enojado con su hermano, sin causa alguna, estará en peligro de juicio; y el que diga a su hermano raka estará en peligro ante el concilio”.

En otras palabras, esta palabra raka significa vacío, es como decirle a alguien cabeza hueca, torpe; estará en peligro del concilio. “Pero el que diga necio, (lo cual es más serio), estará en peligro del infierno de fuego. Por tanto si traes tu ofrenda ante el altar”, en otras palabras vas a adorar a Dios, “Y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti”, ¿no es eso interesante? No es que tú tienes algo contra tu hermano, es que tu hermano tiene algo contra ti, “Deja tu ofrenda, vete, y haz primero la paz con tu hermano y después ven a adorar”. Dios no quiere que vengas a la iglesia y lo adores si sabes que alguien tiene algo contra ti. Vete a casa, corrige eso y después regresa. Eso es ser un pacificador, porque como puede ver, el hecho de que usted no se vea el uno al otro la pelea no es el punto, el verdadero punto es paz que nace de la justicia real, y la justicia significa que usted elimina el pecado que está entre ustedes. ¿Se da cuenta?

Entonces, tiene que hacer la paz, tiene que hacer la paz el uno con el otro, tiene que estar de acuerdo, tiene que corregir las cosas. Más adelante, en el capítulo 5 él habla de cómo usted debe amar inclusive a sus enemigos, y bendecir a los que os maldicen, y hacerle bien a los que los odian y orar por ellos, los que los persiguen, me hacen todas estas cosas, ¿por qué?, porque entonces serán hijos de vuestro Padre. En otras palabras, probará que usted es un hijo de Dios si usted es un pacificador inclusive con sus enemigos. De regreso a las bienaventuranzas: “Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios”, es característico de un hijo de Dios ser un pacificador, esa es la razón por la que dijo lo que dijo en el capítulo 5 más adelante. En Mateo capítulo 18 dice: “Si tu hermano ha pecado”, ¿qué haces? Inmediatamente dice usted – va con él, ¿verdad?, y le habla de su pecado, le pide que se arrepienta, y si no se arrepiente, ¿qué hace? Toma a dos o tres ¿qué?, testigos; usted regresa y trata de llevarlo al arrepentimiento. Si no se arrepiente, entonces le dice a la iglesia para tratar de que se arrepienta, ¿por qué?, dice usted: “¡Hombre! Usted está agitando una controversia hermano. ¿Por qué no lo deja solo? Deja a los perros dormir”.

Usted sabe, así piensa la gente, la gente dice: “¿Qué quieres decir? ¿Andando por todos lados, haciendo que la gente se entere de esto?”, no, porque eso es simplemente guerra fría, eso simplemente es tregua, no paz. La paz dice usted trae justicia, usted lo resuelve de manera justa, y después hay paz real. Debemos ser pacificadores; no es fácil, pero es mandado por la Palabra de Dios. En una familia, marido y mujer, habla del hecho de que en 1ª de Pedro 3:7 un marido y una mujer deben vivir juntos con entendimiento, debemos entendernos el uno al otro para que nuestras oraciones no sean estorbadas. Escuche, si usted está teniendo problemas en su oración, quizá más vale que vaya a casa y corrija las cosas con su mujer; sus oraciones van a ser estorbadas, ¿por qué?, porque a menos de que haya paz real, no solo tregua, no nada más: “Muy bien Ethel, ya no vamos hablar de eso, especialmente  camino a la iglesia; vamos a adorar en esta mañana”, no, eso es guerra fría, eso no es paz, necesita resolverlo; y como dije algunas veces, hay un precio tremendo qué pagar.

Entonces, amados, creo que el mensaje es claro. Jesús dijo en Marcos 9:50: “Tengan paz unos con otros”. Si algo está mal entre ustedes dos, necesitan construir un edificio, ¿se da cuenta? ¿Alguna vez ha visto cómo construyen un edificio? ¿Alguna vez ha visto a alguien construir un puente? Construyen una base sólida de un lado, y una base sólida del otro lado, y entonces de un lado y del otro avientan una especie de cuerda, estiran algún tipo de cable, así es como comienzan. Y una vez que el cable va de un lado al otro, entonces regresan, van de un lado al otro, de un lado al otro, de un lado al otro, ¿y saben lo que pasa? Poco tiempo después construyen un puente, construyen un puente porque cuando ese cable está lo suficientemente pesado sacan algo así como el hierro, y cuando tienen suficiente hierro ahí afuera entonces pueden ahora colocar el concreto, y poco después de un lado al otro, de un lado al otro, han construido un puente; pero muchas veces el problema en hacer la paz es que nadie está dispuesto a comenzar desde su extremo con ese pequeño cable, ¿se da cuenta?, simplemente para iniciar.

Sea un pacificador, y quizá le cueste un poco; quizá va a tener que enfrentar algo de sufrimiento, pero eso es lo que hace un pacificador, eso es lo que Jesús hizo y Él es nuestro ejemplo. Bueno, el significado de la paz: justicia; la amenaza a la paz: el pecado; el Hacedor de la Paz: Dios; los mensajeros de paz: creyentes, somos nosotros, espero que usted sea un pacificador. ¿Sabe una cosa? Yo me esfuerzo de manera consciente en eso. Yo intento inclusive en situaciones, y podría añadir un cuarto punto a eso, una cuarta área en donde hablamos acerca de hacer la paz con Dios, y ayudar a otros en el evangelismo a hacer la paz con Dios, y hablamos de unir a personas, hermanos que están en conflicto; pero inclusive en una situación en donde no hay necesariamente conflicto, no hay una gran guerra, ¿sabe lo que hace un pacificador? Siempre encuentra un punto de acuerdo.

Hay algunas personas por ejemplo en mi vida y en mi mundo, debido a que me reúno con tantas personas en teología y en el trabajo de la iglesia y cosas, y no estamos de acuerdo teológicamente; no tenemos nada entre nosotros, no hay amargura, no hay nada más que amor, pero estamos en desacuerdo en la teología. Y cada vez que nos reunimos no digo: “Bueno, quiero regresar a ese punto en el que estamos en desacuerdo, tengo más cosas de las que te voy a hablar”, no llevo una bolsa cargada de cintas en mi punto de vista de algo, y en donde sé que un hombre está en desacuerdo conmigo y le digo: “Ahora quiero que escuches esto hermano, el Señor me dijo que te dijera que tienes que escuchar esto”, no.

¿Sabe lo que siempre trato de encontrar? Siempre trato de encontrar el punto de acuerdo, siempre trato de encontrar el punto de paz, porque una vez que usted ha establecido la paz usted puede construir sobre la paz; no hay sentido alguno en comenzar en ningún otro punto. Si alguien se me acerca y me dice: “Tengo un problema aquí”, y comienza a hablarme de cierta situación, usted sabe, siempre trato de encontrar un punto de paz, siempre. Siempre trate de encontrar un punto de paz. Bueno, eso es maravilloso, es maravilloso que se sienta así: “Oh, estoy de acuerdo con eso. Creo que definitivamente estamos de acuerdo con este punto. Ahora, claro, esta área podríamos estar en desacuerdo, ¿pero no es maravilloso que estamos de acuerdo aquí?”. Como puede ver, encuentre ese punto de paz. Esa sería una cuarta manera de ser un pacificador.

Finalmente, el mérito de la paz, el mérito de la paz. Dice usted: “John, si soy un pacificador, ¿qué significa eso? ¿Qué pasa?”. Bueno, el mérito, la promesa de Nuestro Señor es hermosa: “Porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Le voy a decir algo: No podría pensar en una mejor manera de ser llamado hijo de Dios, ¿usted sí? Me da gusto que el señor MacArthur – hay una gran familia antigua escocesa, me da gusto eso. Hay algunas personas buenas. Hubo un buen general con ese nombre; inclusive hubo un millonario llamado John MacArthur, no me ayudó nada, pero es un buen nombre. Me da gusto ser hijo de mi padre, me da gusto ser el nieto de mi abuelo maravilloso quien fue un gran hombre de Dios, me da gusto eso.

Pero nada, y digo nada se compara con ser un hijo de Dios, ese es el mérito que le pertenece a los pacificadores, eso enfatiza el honor del pacificador. Por cierto, dice hijos de Dios, ‘juios no tegna’ niños, ‘tegna’ es la palabra usada para hablar de afecto tierno; ‘juios’ es la palabra usada para hablar de dignidad y honor y posición. Y aquí no solo está hablando del afecto que pertenece a nosotros, él está hablando de la dignidad y el honor de ser un hijo de Dios; es un gran pensamiento. La palabra es usada para designar virtud, designar cualidad, esencia; la distinción es nuestra de ser hijo de Dios. ¿Sabe cómo usted puede distinguir un hijo de Dios? Según esta afirmación de Jesús, ¿el ser un qué?, pacificador, es correcto; será un pacificador.

La marca de un verdadero cristiano como con todas las otras bienaventuranzas, amados, y si usted ve su vida y usted no ve un pacificador, entonces una de dos cosas es verdad; y lo hemos dicho a lo largo del estudio: Usted no es cristiano en lo absoluto, o es un pacificador viviendo en pecado, y más vale que se examine a usted mismo, para ver si realmente está en la fe o no, si su vida se caracteriza por la discordia y la turbulencia, y el anhelo más profundo de su corazón no es ser un pacificador cuestiono si usted es un cristiano. Un pacificador, y me encanta, somos llamados hijos de Dios. Probablemente el antecedente o el sujeto del verbo es Dios, porque es solo Dios quien puede designar a sus hijos, ¿verdad?, y solo puede decir quiénes son sus hijos, y Dios nos llama hijos cuando somos pacificadores. Es un verbo futuro por cierto, lo cual es tremendo; seremos llamados los hijos de Dios, en cierta manera “ve hacia adelante”; nada más que es un futuro continuo.

De aquí en adelante a lo largo de la eternidad, continuaremos siendo llamados los hijos de Dios; qué gran, gran promesa. Y entonces es nuestra virtud de ser pacificadores. La manera en la que podemos ser reconocidos como hijos de Dios, ¿cómo identifica usted un cristiano? ¿Se acuerda de lo que dijimos hace unas semanas atrás? Le dice una persona: “¿Es usted un cristiano?”, “Oh, sí”, “Bueno, ¿cómo sabe usted que usted es cristiano?”, “Oh, me acuerdo cuando tomé una decisión, me acuerdo cuando caminé por el pasillo, me acuerdo cuando levanté mi mano, me acuerdo cuando firmé la tarjeta, el concilio estaba ahí, pasé al cuarto de oración”. No. “¿Cómo sabe si usted es un cristiano?”, “Oh, soy pobre en espíritu, lloro por mi pecado, soy manso ante un Dios Santo, tengo hambre y sed de su justicia, he visto su misericordia tocar mi vida y deseo dársela a otros; he experimentado limpieza de corazón. Sé lo que es ser un pacificador”.

Esa es, como puede ver, la respuesta correcta; esas son las condiciones que Jesús dio para ser verdaderamente un hijo del reino, de su reino. Y entonces Nuestro Señor dice aquí: “Los pacificadores son mis hijos verdaderos”. ¿Alguna vez ha pensado en lo que significa ser un hijo de Dios? ¿Alguna vez ha pensado en cómo Dios lo ve a usted? ¡Qué pensamiento tan tremendo! ¿Sabe una cosa? Le puedo decir como padre, amo a mis hijos más de lo que amo mi casa; le voy a decir algo: Dios tiene una casa bastante lujosa, bastante fantástica; su casa es el universo, y Él me ama más de lo que ama eso; amo a mi hijo más de lo que yo amo mi patrimonio, yo no tengo un patrimonio entonces eso es fácil; Dios lo ama más de lo que ama su patrimonio. Jacob valoraba y amaba a Benjamín más que todo lo que él poseía. Génesis 44:30 nos dice que la vida de Jacob estaba ligada a Benjamín, y así es con Dios, su gran amor está ligado en usted y en mí, somos sus hijos.

Me encanta cuando dice que somos la pupila de su ojo, ¡oh, qué gran afirmación es esa! La pupila de su ojo. ¿Sabe usted lo que el Hebreo quiso decir con la pupila de su ojo? La pupila, ahí está. ¿Alguna vez ha notado que es la parte más vulnerable de su cuerpo físico que está expuesta? Es correcto. Es la parte más tierna, más sensible del cuerpo humano, y usted la protege. Cuando algo se acerca hacia su ojo usted lo protege, nadie toca la pupila de su ojo, y eso es exactamente lo que Dios siente. Usted toca a uno de los hijos de Dios, y usted ha metido su dedo en su ojo, y eso lo irrita; somos la pupila de su ojo. Él dice en Malaquías que somos sus joyas, y vamos a ser parte de esa corona que Él hace cuando Él toma sus joyas y las hace suyas. ¿Sabe qué dice en el Salmo 56:8? Que Él guarda nuestras lágrimas en su redoma, en su botella, ¿no es eso fabuloso? ¡Somos sus hijos! Él hace un hombre eterno para nosotros, Él guarda nuestras lágrimas en una botella para recordarlas; esa era una antigua costumbre hebrea, cuando usted lloraba por algo usted guardaba las lágrimas en la botella para que la gente supiera cuánto había llorado usted.

Dios guarda nuestras lágrimas en su botella, y por ello él sabe la tristeza que hemos enfrentado. Y cuando morimos es lo más maravilloso de todo; Salmo 116 dice: “Preciada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos”. Como puede ver, realmente le importamos a Dios, somos sus hijos, Él nos hace sus hijos, Él nos hace príncipes, reyes, sacerdotes, coherederos; Él nos llama en el Salmo 16:3: “Los excelentes de la tierra”; en 2ª de Timoteo 2:21: “Instrumentos de honra”; simplemente tremendo. Y me encanta en Apocalipsis cuando dice que nos sentamos con Él en su trono, como niños pequeños que están saltando a las piernas de su padre.

¿Alguna vez ha considerado lo que significa ser un hijo de Dios? Dios tiene un amor personal eterno por usted, Dios soporta su debilidad y su pecado, Dios acepta su servicio imperfecto, Dios provee para cada necesidad que usted tiene, Dios lo protege de todo peligro, Dios le revela su verdad eterna, Dios lo perdona y continúa perdonándole todo pecado, Dios lo hace un heredero de todo lo que Él posee, Dios hace que todas las cosas sean para su bien, y Dios lo guarda de perecer para siempre, y Dios les da el cielo. No sé, pero si ser un hijo de Dios es así de maravilloso creo que quiero ser eso. Y Jesús dice: “Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Oremos.

Padre, no puedo evitar sino pensar en el número de la perfección, siete bienaventuranzas hasta este punto, siete cosas que una persona verdaderamente salva es y hace, siete características. Padre, oro porque aquellos que están aquí en esta noche vean sus propias vidas y se examinen para ver si son pacificadores. Jesús dijo que aquellos que lo son, son los hijos de Dios. Padre, oro también porque si algunos tienen que decir: “No soy un pacificador, no sé lo que es ser limpio de corazón, no sé lo que es recibir de Dios misericordia, no sé lo que es tener hambre y sed de justicia, no experimento esa mansedumbre, ese lloro, esa pobreza de espíritu”, oh Padre, que ellos se den cuenta que están fuera de tu reino, no lo heredarán, no serán saciados, no serán llamados tus hijos, no recibirán tu misericordia hasta que vengan a ti en tus términos, quebrantados y contritos, teniendo hambre de una justicia que necesitan de manera desesperada, que nunca podrán tener; sin embargo, la pueden recibir como un regalo.

Padre, pienso en el Apóstol Pablo, qué cambio. Él era Saulo, el que pensaba que era bueno en sí mismo, pensando que tenía todo lo que era necesario y que no le faltaba nada, orgulloso, que no necesitaba misericordia porque era justo debido a sus obras, su corazón estaba lleno de pecado que a donde quiera que iba tenía problemas, exhalando amenazas y matanza; y en un momento en el tiempo lo hiciste uno de los más grandes pacificadores en todo tu reino, lo hiciste uno que lloró por su pecado y clamó: “Oh, soy el primero de los pecadores”, uno que fue manso al punto en el que dice que se gloriaba solo en la cruz; uno que tenía hambre y sed de justicia al punto que clamó: “Oh, a fin de conocerle”, uno que podía decir: “Mas he recibido misericordia”, uno que podía decir: “Pero Dios, en Cristo, ha limpiado mi corazón miserable”, uno que ya no causaba guerra sino traía paz. Padre, que ese sea nuestro testimonio en esta noche, que seamos los pacificadores que somos tus hijos verdaderos.

Mientras que sus cabezas están inclinadas, ¿serían tan amables en mantenerse en oración por un momento? Este ha sido un tiempo tremendo, tremendo para nosotros el estudiar estas verdades. Y solo quiero que reflexione en este momento final en su vida. ¿Conoce a Jesucristo? ¿Le ha pedido perdón? ¿Ha entregado su vida a Él? ¿Ha venido a Dios con su pecado, y le ha pedido la justicia de Cristo para que le sea imputado a usted? ¿Ha reconocido la muerte, la resurrección de Cristo a favor de usted? ¿Realmente es su hijo? ¿O aún ve su vida y dice: “No soy un pacificador, no soy un hijo de Dios”? Si este es el caso de su vida, por qué no en silencio, ahí en su corazón, clama al Señor y le dice: “Señor, quiero ser tu hijo, quiero ser tu hijo, quiero ser un pacificador, quiero ser alguien que recibe misericordia y pureza y justicia, quiero a Cristo en mi vida, quiero dejar mi pecado, arrepentirme”.

¿Podría decirle eso al Señor en este momento? Si usted es cristiano y nunca quizás se ha sentido convencido de su pecado como en este momento de algunas cosas en su vida quizás y está diciendo: “No he hecho la paz. He causado problemas en casa, problemas en el trabajo, parece que yo soy el que siempre estoy causando problemas, o parece que siempre soy la mujer que estoy en problemas. Señor Jesús, hazme un pacificador. Que cada paso que tome traiga el olor de la paz divina, que yo sea conocido en todo el mundo como alguien que hace la paz, que siempre encuentre el punto de contacto en donde el amor puede crecer”. Padre, oro conforme oramos juntos en este momento en silencio en nuestros corazones Tú nos hables, haz que hagamos los compromisos que necesitamos hacer en el nombre de Jesús. Amén.

Usted ha escuchado a John MacArthur, maestro bíblico de “Gracia a Vosotros”. Para más información y acceso gratuito a todos los mensajes de John, así como una lista de libros incluyendo la Biblia de estudio, visite la página web en gracia.org. “Gracia a Vosotros”, y el pastor John MacArthur, se reservan toda protección y el derecho de autor bajo la ley que esté vigente. La información de derechos de autor está disponible en gracia.org, que incluye instrucciones para limitar la duplicación de este archivo digital. “Gracia a Vosotros” es una organización sin fines de lucro, dedicada a desarrollar recursos desde las enseñanzas del pastor John MacArthur, las cuales ofrecen la verdad de las Escrituras.

Por otra parte, estimado oyente, su apoyo en oración y sus donaciones al ministerio, nos ayudan a lograr este propósito para equipar a miles de personas de habla hispana. Si desea hacer una donación u ofrenda, puede hacerlo utilizando su tarjeta Visa, MasterCard, Discovery, o American Express. Si vive en Estados Unidos o Puerto Rico, puede llamarnos al 1-866-5-GRACIA, esto es 1-866-547-2242; o desde cualquier otro lugar ingresando a nuestra página web en gracia.org. Y de antemano, gracias por su apoyo.

 

 

 

 

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