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Vayamos juntos a Mateo, capítulo 6. Mateo, capítulo 6. Estamos en nuestro onceavo mensaje de la oración de los discípulos y quiero leerle la oración y después, los dos versículos de comentario, versículos 14 y 15. Y después, entraremos a nuestro estudio para esta mañana. Mateo seis, comenzando en el versículo nueve: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”

El versículo 12 es la petición en lo que vamos a enfocarnos una vez más esta mañana por tercera vez. “Perdónanos nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.” La palabra perdón nos impacta de manera inmediata. El perdón quizás puede ser la palabra más maravillosa en cualquier idioma. No hay nada más maravilloso que saber que todos sus pecados han sido perdonados por Dios. No hay nada en la esfera humana más maravilloso que el saber cuando usted ha sido perdonado por alguien a quien usted ofendió de manera terrible o lastimó o hirió. El perdón es una palabra emocionante.

Hay un epitafio en un cementerio afuera de la ciudad de Nueva York. Es una piedra grande. No tiene en la piedra el nombre de la persona que está en la tumba. No dice cuándo nació o cuándo murió. No dice padre, madre, marido, esposa, hermano, hermana, hijo, hija amada. Simplemente, hay una palabra que va de un final a otro de la piedra y dice “perdonado”. Alguien quería que la gente supiera que murieron en paz porque fueron perdonados. Y eso es todo lo que realmente importa.

Henry Ward Beecher dijo, y cito: “déjame irme y cortar una rama de uno de los árboles que está en mi jardín. Y a lo largo del verano, habrá una cicatriz horrenda en donde se ha hecho el agujero. Ya para el próximo otoño, será perfectamente cubierta por las plantas y el otoño del año siguiente, será escondido de la vista. Y en 4 o 5 años, no habrá más que una pequeña cicatriz en donde esta rama ha estado. Y en 10 o 20 años, usted nunca sospechará que ahí hubo una amputación. Ahora, los árboles saben cómo crecer por encima de sus heridas y esconderlas. Y el amor no se espera tanto como los árboles.” Fin de la cita. Me gusta eso.

Pedro dijo que el amor cubrirá multitud de pecados. El amor tiene mucha más prisa que los árboles. El perdón es un elemento vital del amor. Ahora, Dios ha dicho en las Escrituras mucho acerca de esta área del perdón. El perdón, como puede ver, es la necesidad más profunda espiritual del hombre. Subraye eso. Es la necesidad espiritual más profunda del hombre, porque fuera del perdón, el hombre nunca entra en una relación con Dios. Fuera del perdón, él paga su propia carga por su pecado. Fuera del perdón, él pasa la eternidad en el infierno.

El perdón, entonces, se convierte en la necesidad espiritual más profunda del hombre. Esto es algo que él debe tener si él va a conocer a Dios si él va a disfrutar del cielo. Es la necesidad espiritual más profunda del hombre también porque es el único modo en el que él es librado de la ansiedad y la presión que la culpabilidad del pecado trae a su vida. Y entonces, cuando usted llega al versículo 12 a esto, la primera de dos peticiones espirituales en esta oración, usted está tocando al hombre en el punto más profundo de su necesidad. Llegar a Dios por perdón es lo más vital de todo. Creo que necesitamos hacernos algunas preguntas en esta mañana.

Debido a que el perdón es la necesidad espiritual más profunda del hombre, ¿ha experimentado usted el perdón que viene en Cristo? Ésa es la primera pregunta. Si lo ha experimentado, entonces inclusive como cristiano, conforme usted camina por el mundo, ¿está trayendo sus pecados al Señor, día tras día buscando esa limpieza que viene a usted día tras día, conforme Él lava el polvo del mundo de sus pies, conforme usted los llena de polvo? ¿Está usted experimentando la intimidad y el gozo que viene de la confesión diaria? ¿Qué hay acerca de perdonar a otros? ¿Ha liberado usted a otros de la esclavitud de una ofensa al perdonarlos de manera abierta y de todo corazón? Éstas son preguntas que yo creo que necesitamos hacernos. El perdón es una virtud bendita.

Ahora, hemos hablado de que Dios nos ha perdonado a nosotros durante dos semanas. Hoy, quiero hablar de nosotros perdonando a otros, porque al final del versículo 12 dice: “como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.” Y los versículos 14 y 15 dice que si perdonamos, somos perdonados y si no perdonamos, no somos perdonamos. Entonces, quiero ir al concepto de que nosotros nos perdonamos unos a otros.

Ahora, permítame comenzar al decir esto. Y quiero que usted lo subraye. Hay varias razones por las que debemos perdonarnos unos a otros. Le voy a dar una lista. Escríbalas, porque creo que necesita conocerlas.

Número uno, debemos perdonarnos unos a otros porque eso caracteriza a los santos. Ese es el carácter de los santos. Los cristianos se caracterizan como aquellos que perdonan. Mateo, capítulo 5, versículo 43. Retrocediendo al quinto capítulo, encontramos lo que los rabinos judíos tradicionales enseñaban. “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.” Ellos enseñaban que el principio era amar a tu prójimo y odiar a tu enemigo. Pero el Señor dijo “amen a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen, hagan bien a los que los odian, oren por los que los menosprecian y persiguen para que manifiestan que son hijos de su Padre.” En otras palabras, perdonar a otros, bendecir a ellos que maldicen, lo cual es sinónimo de perdón, amar a sus enemigos, lo cual es la misma idea, todo es una característica que manifiesta que usted es un hijo de Dios. Es característico de los santos perdonar. Digo, somos los perdonados, ¿no es cierto? ¿Acaso se nos ha olvidado lo que se nos ha perdonado y acaso no vamos a perdonar a otros?

¿Sabe una cosa?, como cristiano, cuando usted no perdona a alguien más, se coloca en una corte más elevada que Dios, porque Dios perdona de manera infinita y eso es idolatría, porque usted se está adorando a sí mismo como si fuera Dios. Usted ha usurpado lugar de Dios.

En segundo lugar, yo creo que debemos perdonarnos unos a otros no sólo porque caracteriza a los santos, sino porque sigue el ejemplo de Cristo. Primera de Juan 2:6 dice: “si decimos que permanecemos en Él, debemos andar como Él anduvo.” ¿Cómo anduvo Él? Él anduvo en perdón. Y esa es la razón porque en la que en Efesios 4:32 dice que debemos perdonarnos unos a otros así como Dios en Cristo nos, ¿qué? Nos ha perdonado. Cristo ha establecido un modelo, un patrón. Y la muerte de Cristo y el perdón de Dios a través de Cristo dado a nosotros no sólo es por causa de sí mismo. Es por Su propia causa y más allá de eso, para darnos un patrón de perdón. En la cruz, aquellos a los que habían clavado Sus manos, a los que Le habían escupido y se habían burlado de Él y Le habían metido una corona de espinas en Su cabeza bendita, Él dijo: “Padre, perdónalos.”

Y ahí está el modelo, la severidad de que cualquier ofensa hacia nosotros no puede llegarle a eso, como dice el escritor de Hebreos, ‘no habéis sufrido hasta la sangre’. Ninguno de nosotros ha soportado lo que Cristo soportó y Él perdonó a todos nosotros. Y Él estableció el patrón, el ejemplo y el modelo. Debemos perdonarnos unos a otros, porque es característico de los santos hacerlo. Y en segundo lugar, porque esto sigue el patrón de Cristo.

En tercer lugar, debemos perdonarnos unos a otros porque esto expresa la virtud más elevada del hombre. La virtud más elevada del hombre. Yo creo que el hombre manifiesta de la manera más clara la majestad de su creación en la imagen de Dios cuando él expresa perdón. Y yo creo que eso se indica en Proverbios, capítulo 19, versículo 11. Dice: “la cordura del hombre detiene su furor.” Y escuche esto: “y su honra es pasar por alto la ofensa.” La manera en la que exhibimos de manera más sublime la virtud de un hombre es que él pasa por alto una transgresión. Debemos perdonarnos unos a otros, porque es característico de los santos, debido al ejemplo de Cristo y porque es la virtud más elevada de un hombre.

En cuarto lugar, debemos perdonarnos unos a otros, porque libera a la conciencia de la culpabilidad. Libera a la conciencia de la culpabilidad. Cuando hay una necesidad de ser perdonado y de perdonar, hay culpabilidad. Pienso en David, quien en medio de una situación que no podía perdonarse, tiene todo tipo de problemas. Los líquidos de su vida se secan, el sistema linfático, el sistema de sangre, el flujo en su sistema nervioso, la saliva; todo estaba mal. Él estaba enfermo. Sus huesos estaban envejeciendo, por así decirlo. En su gemir, día tras día. Y un corazón no perdonador está conectado como una ventaja para Satanás según 2 Corintios 2, una raíz de amargura que crea todo tipo de problemas para la conciencia. Y entonces, debemos perdonarnos unos a otros para liberar a la conciencia.

¿Y sabe una cosa?, la gente que está amargada y que lleva una actitud de enojo hacia un individuo que sigue y sigue y sigue y no se alivia, se están literalmente hiriendo a sí mismos. Dale Carnegie cuenta una historia acerca de visitar Yellowstone para alimentar a los osos grizzly. Aparentemente, usted los alimenta a distancia. Pero estaba ahí y habían apilado mucha basura. Y el guía decía: ‘ahora, el oso va a venir y va a comer la basura’. Y así fue. El oso vino. Y un oso grizzly probablemente es el animal más feroz en el continente norteamericano. El único animal que quizás puede ahuyentar a un oso grizzly es el oso Kodiak o un bisonte salvaje que realmente está enojado. Pero un oso grizzly no tiene muchos enemigos. Básicamente, domina su propio escenario. Y este oso grizzly entró y comenzó a comer. Y no les gusta que nadie se meta en su territorio. El guía estaba diciendo esto y de pronto, esta pequeña cosa blanca y negra entró. Un zorrino. Y el zorrino simplemente metió su nariz en donde estaba el oso, simplemente comenzó a comer y a disfrutar. Disfrutaba mucho tiempo quitándole la comida al oso. Ahora, Carnegie dijo que él notó que al zorrino no le importó. Fue muy atrevido. Pero el oso no hizo nada. Y Carnegie preguntó por qué. La respuesta es simple: “el alto costo de estar parejos.” El oso no quería pagar el precio. Un oso inteligente. Mucho más inteligente que personas que yo conozco, que se meten en problemas tóxicos, en ataques al corazón y colitis porque están amargados.

Un padre con su hijo de 14 años entró en la oficina del doctor un día y le dijo al doctor: “Doctor, he venido a conseguir más píldoras para la colitis de mi esposa.” Y su hijo inmediatamente respondió: “¿con quién están teniendo colisiones ahora?” El doctor McMillan ha escrito un libro en el cual tiene un capítulo titulado “no es lo que usted come, es lo que lo come a usted.” Eso es lo que importa.

¿Por qué debemos perdonarnos unos a otros? En primer lugar, porque caracteriza a los santos. En segundo lugar, sigue el ejemplo de Cristo. En tercer lugar, en la expresión más elevada de la virtud del hombre. Y en cuarto lugar, libera la conciencia de la culpabilidad y la culpabilidad trae muchas enfermedades de la mente y el cuerpo.

En quinto lugar, debemos perdonamos unos a otros, porque nos libera de la disciplina. Nos libera de la disciplina. En donde hay un espíritu no perdonador, hay pecado. Y donde hay pecado, hay disciplina. Y todo hijo al que el Señor ama, Él azota y disciplina, dice Hebreos 12. Y en 1Corintios, su enemistad unos a otros y su amargura y su espíritu partidario y sus facciones, sus divisiones, habían convertido la festividad del amor en algo horrible, en algo muy vil. Y debido a eso, muchos de ellos eran débiles y estaban enfermos. Y algunos de ellos inclusive estaban muertos y el Señor los había disciplinado al punto de llegar a eso por una falta de una relación de amor apropiada entre sí mismos.

Ahora, todas esas son razones importantes por las que usted debe perdonar a otros. Pero hay una más que es más importante que todas esas. Más importante que esas cinco. Número cinco, debemos perdonarnos unos a otros porque si no lo hacemos, tampoco seremos perdonados. Y eso está en nuestro pasaje.

Ahora, ese es un conjunto de versículos bastante sorprendente, versículos 14 y 15. Muchas personas no entienden esos versículos. Y tengo que decirle esto, para aquellos de ustedes que no han estado aquí, necesita escuchar los últimos dos mensajes para tener el significado pleno de lo que voy a decir hoy, porque no puedo repetirle todo este trasfondo.

Pero voy a tratar de darle esto de la manera tan breve como pueda. Ahora, recuerde esto. En esta oración, estamos enfocándonos en esto: la primera petición tiene que ver con la necesidad espiritual del hombre. Las primeras tres tienen que ver con Dios: “santificado sea Tu nombre, venga Tu reino, hágase Tu voluntad.”

En otras palabras, antes siquiera de que usted llegue a sí mismo, Dios debe tener el lugar apropiado en su oración. Usted va hacer a un lado de manera inmediata todos sus deseos egoístas ya cuando los has filtrado por la profundidad de esas primeras tres peticiones. Después, usted reconoce que Dios es el sustento de su pan diario. Usted no va a tener una vida espiritual con necesidades sino tiene una vida para comenzar. Y entonces, Él tiene que encargarse de eso.

Y después, llega lo espiritual. Y aquí usted está lidiando inmediatamente con el pecado. Dios está en el lugar primordial y después, la necesidad del hombre, espiritual y física. Y conforme llegamos a este versículo, hemos compartido con usted que hay cuatro cosas que necesita saber: el problema, eso es el pecado, expresado por la palabra deuda y en los versículos 14 y 15, la palabra transgresión. La provisión del perdón, dos veces en el versículo 12.Dos veces en el versículo 14.Dos veces en el versículo 15. El problema es que somos pecadores. Y el pecado trae culpabilidad y condenación. La provisión es el perdón en base a la muerte de Cristo.

Ahora, ¿qué dijimos acerca del perdón? Dijimos que hay dos tipos de perdón, ¿se acuerda? La primera fue el perdón judicial; la segunda, el perdón paternal. Si usted no entiende esto, usted nunca va a poder interpretar estos versículos. El perdón judicial es ese perdón que Dios concede a un individuo no regenerado, no redimido, no salvo que viene, cree en Cristo, Dios le imputa la justicia de Cristo, lo declara eternamente justo, deja caer el martillo, perdonado, declarado justo, justificado para siempre. El perdón judicial incluye toda la eternidad y nos imputa la justicia de Cristo. Ése es un acto que queda cerrado para siempre. Eso se lleva a cabo de una vez para siempre. Todas sus transgresiones, totalmente perdonadas. Entramos a eso en detalle hace dos semanas atrás.

Y la pregunta, entonces, que se hace es: si he sido perdonado judicialmente, si todo pecado está bajo la sangre de Cristo, pasados, presentes y futuros y todo ha sido cubierto para siempre y nunca puede ser alterado, ¿qué estoy haciendo al decir ‘perdónanos nuestras deudas’? Usted dice que quizás esta es la oración de un incrédulo. No. ¿Cuáles son las primeras dos palabras en esta oración? “Padre nuestro.” Usted aquí no está hablando de un incrédulo. Usted tiene que estar en la familia para simplemente entrar en esta oración. Así es como usted ora como creyente.

Bueno, dice usted, si soy creyente y todo ha sido cubierto a nivel judicial, debido a la salvación, ¿por qué entonces estoy pidiendo perdón? Y esto es lo que llamamos perdón paternal. Esto no tiene que ver con el hecho de la salvación, tiene que ver con el gozo de la salvación. Y usamos esa ilustración magnífica y amplia en Juan 13, en donde Jesús le dice a Pedro: “te bañaste. No necesitas otro baño. Lo único que necesitas es que se limpien tus pies a lo largo del día.” Dios nos ha bañado la justicia de Cristo. Todo lo que Él quiere hacer es quitarnos el polvo de nuestros pies, que recolectamos conforme caminamos por el mundo.

Uno es un perdón posicional. El otro, es uno práctico. Uno, tiene que ver con nuestra posición y nuestro estado delante de Dios. El otro, tiene que ver con nuestra vida en el mundo. Y el Señor desempolva nuestros pies. Simplemente, es como Juan dijo en 1 Juan, ¿no es cierto? “Tenemos comunión con el Padre, pero les estoy escribiendo estas cosas no para que tengan comunión. Ya están en la comunión por salvación, sino para que vuestro gozo sea cumplido.” Es un gozo y utilidad y productividad y su bienestar espiritual. Ése es el punto aquí.

Y un creyente, cuando él se salva, es redimido judicialmente y todo es cubierto, no deja entonces de enfrentar el pecado y no se vuelve insensible al pecado. No ignora el pecado, sino que más bien continúa confesando el pecado. Primera de Juan 1:9, ¿verdad?, Como estilo de vida. Entramos por fe y dejamos la fe en ese punto, ¿y abandonamos la fe? ¡No! Andamos por fe. Entramos al confesar el pecado, no nos detenemos. Continuamos. Es un estilo de vida, dice Primera de Juan 2, que si amamos al Señor y si estamos en el Señor, continuaremos amando a nuestro hermano. Continuaremos siendo obedientes a las leyes de Dios. Usted regresa a 1Juan 1, está diciendo lo mismo. Si usted verdaderamente es un creyente, usted va a continuar confesando su pecado, debido al hecho que la sensibilidad al pecado será mucho mayor que jamás lo fue antes de que fuera salvo, porque antes de que fuera salvo, usted andaba en tinieblas, ¿verdad? Y nada era revelado.

Cuando usted se volvió cristiano, usted camina en la luz y todo es hecho manifiesto, inclusive su pecado. Entonces, aquí está hablando de ese lavado de pies que el Señor lleva a cabo día a día, conforme nos limpia, purifica; no para traernos salvación, sino para mantener la intimidad de esa comunión al nivel que debe ser.

Yo usaba la ilustración de mi familia. Si un hijo de mi familia peca en contra de mí, en contra de los estándares que yo establezco, no son expulsados de la familia. No tiene que hacer algo para regresar a la familia, sino que necesitan venir y corregir algunas cosas para que la intimidad de la comunión de una familia pueda ser mantenida y restaurada, ¿se da cuenta? De eso estamos hablando.

Y entonces, vimos que el problema era el pecado. La provisión, era el perdón y en tercer lugar, el ruego era confesión. El ruego mismo y la petición es que confesamos nuestros pecados, que los reconocemos ante Dios. Y les estoy diciendo amados, si ustedes no están haciendo esto, ustedes están haciendo un cortocircuito de su eficacia espiritual. Es así de simple. Bueno, dice usted, cuando dices confiesa, ¿qué quieres decir?

Bueno, no quiero pasar todo el tiempo en esta mañana en esto, pero permítame tan sólo decir esto: confesar pecados, la palabra confesar significa decir lo mismo. Es homologeō, decir lo mismo. Es estar de acuerdo con Dios acerca de su pecado. Es reconocer su pecado. Es arrepentirse de su pecado. Es dejar su pecado. Y es darle gracias a Dios por perdonarlo y cualquier otra cosa que es menos que eso no es confesión verdadera.

Estoy de acuerdo contigo, Dios, acerca de mi pecado. Tienes razón. Y tan pronto como usted hace eso, usted libera a Dios para disciplinarlo sin ninguna acusación. ¿Se da cuenta de eso? Porque usted acaba de admitir que usted lo merecía. Y Dios tiene el derecho de que usted admita eso. Porque cuando la gente no admite su pecado y Dios los disciplina, con frecuencia culpan a Dios. Esa es la razón por la que Josué le dijo Acán en Josué 7:19 “da gloria a Dios y confiesa tu pecado.” En otras palabras, Dios te va a juzgar. Más vale que admitas que lo mereces primero para que Dios todavía sea glorificado. Entonces, cuando usted reconoce su pecado, usted glorifica a Dios cuando Él disciplina, como alguien que tenía el derecho de hacer eso. Y después, usted debe arrepentirse de ello, usted debe dejarlo. Y usted debe darle gracias a Dios por perdonarlo. Eso es lo que Dios quiere hacer como parte diaria de la vida.

Primera de Juan 1:9, “somos los que continuamente estamos confesando nuestro pecado y somos los que estamos siendo perdonados.” Tiempo presente. Es un modo de vida. Y sin embargo, encuentro que muchos cristianos nunca confiesan sus pecados como debieran. De vez en cuando, usted se desespera y lo hace; y la frecuencia varía y la intensidad varía. Y algunas veces, en cierta manera se lo aventamos a Dios de una manera general. Como una bola grande. Pero debemos estar enfrentando nuestro pecado. Y creo que esto es parte de la médula de conocer la plenitud de la bendición en nuestras vidas. Y cada vez que usted expresa su pecado al Señor y se lo da de una manera muy específica, hay algo muy difícil acerca de recogerlo y volverlo a hacer. Y la contraparte de eso, creo que la mayoría de la gente no confiesa sus pecados específicamente porque quieren mantenerlo ahí en la parte de atrás un poco, en caso de que quieran volverlo a usar. Es bastante malo ser un pecador sin ser un mentiroso y entonces, simplemente no lo confiesan sus.

Ahora, ¿qué vamos a aprender entonces conforme examinamos el cuarto punto? Hemos visto el problema es pecado y la provisión es perdón; y eso sólo es el principio. Porque el ruego es por confesión. Pero también hay un pre requisito. Y el pre requisito es perdonar a otros. Perdonar a otros. Un pre requisito totalmente importante. Los versículos 14 y 15 amplían la afirmación al final del versículo 12: “como también nosotros perdonamos a los que nos deben”.

Ahora, piense conmigo. El pre requisito es perdonar a otros. Le he dado cinco razones al principio por las cuales usted debe perdonar a otros. Cinco razones para ser perdonador. La naturaleza de los santos, el ejemplo de Cristo, la gloria del hombre, la libertad de la conciencia, liberación de la disciplina y finalmente y aquí está: para recibir perdón, nosotros debemos perdonar a otros.

Observe el versículo 12 y permítame comenzar ahí. Usted podría traducirlo: “perdónanos nuestras deudas como nosotros hemos perdonado.” La idea aquí es que aún antes de que busquemos perdón, por nuestros propios opheilēma, por nuestro propio pecado en contra de Dios, por lo que estamos endeudados, antes de que lleguemos a hacer eso, ya hemos perdonado a aquellos que han pecado contra nosotros. Esto es bastante potente.

Primero, perdonamos. Después, somos perdonados. Ése es el orden aquí. Ahora, esa es otra razón por la que no puedo estar hablando de un incrédulo, porque un incrédulo no tiene la capacidad, no tiene virtud espiritual para realizar un acto de perdón, mediante el cual él pueda ganarse el perdón. Está hablando de un creyente. Antes de que nuestros pies sean lavados diariamente, antes de que traigamos nuestros pecados al Señor y digamos ‘Señor, límpiame otra vez y úsame’, tenemos que asegurarnos de que hemos perdonado a otros. Ese es el pre requisito.

Ahora, rastree sus pasos por un momento, ¿sería tan amable en hacer eso? Vea su vida y usted dice ‘John, vengo a la iglesia todo el tiempo. Leo la Biblia. Escucho CDs. Voy a seminarios o lo que sea. Pero no tengo el gozo que debería tener. No estoy siendo usado por Dios, siento que mi vida no es todo lo que podría ser. Estoy cansado de la rutina de tratar de vivir conforme cierto estándar espiritual.’ Y alguien dice: ‘necesitas orar más.’ Y entonces, intento eso. Me dicen que intente tomar una clase de crecimiento espiritual o que necesito leer mi Biblia. Que no estoy leyendo la palabra lo suficiente. O que hay un libro que puedo leer. O que analice todos estos datos. Y que analice todo este material y todas estas búsquedas para encontrar la realidad espiritual que no está ahí.’

Y quizás, la respuesta es muy simple. No estás confesando tus pecados. No estás acudiendo al Señor y diciendo ‘soy un pecador, lo reconozco. Lo admito. Y aquí están los pecados. Purifícame.’ Y dices ‘sí, estoy haciendo eso. John, he hecho eso. Yo voy al Señor y le digo Señor, tengo pecado en mi vida y aquí está.’ Algunas personas que he conocido inclusive tienen una lista, ¿sabía usted? Lo escriben. Y aun así, no tengo gozo. Y aun así, no tengo satisfacción. Y todavía no veo lo que debo ver en mi vida.

Usted no ha retrocedido lo suficiente. Un paso más. Quizás, toda esa confesión no es suficiente porque el Señor no le está dando liberación de esos pecados, porque usted todavía tiene algo en contra de alguien que no ha perdonado. Y usted ha hecho que haya un cortocircuito en su propio bienestar espiritual. Eso es lo que Jesús está diciendo. No son mis palabras; éste es el Señor Jesucristo y sabemos que Él sabe.

Comience a examinar su vida a ese nivel. Yo sé que estoy examinando mi vida ahí. Oswald Sanders dice: “Jesús aquí está afirmando un principio y Dios está enfrentando a Sus hijos. Él nos trata como nosotros tratamos a otros. Él no se mide por la vara que usamos para medir a otros. La oración no es “perdónanos porque perdonamos a otros,” sino perdónanos así como nosotros hemos perdonado a otros. Ésa es la idea. Él va a tratarnos como nosotros tratamos con él.

Otra ilustración que es muy clara. Jesús dijo esto: “da y te será dado.” En la medida en que tú midas, así es como Dios exactamente te va a medir a ti. ¿Qué hay acerca de esta? Siembra escasamente y cosecha escasamente. Siembra abundantemente y ¿qué? Recoge abundantemente. Dios nos trata como tratamos con Él. Lo que invertimos en Su Reino, nosotros recibimos. Si albergamos pecados y amargura y demás, nos aislamos de la bendición que puede ser nuestra debido a esas cosas.

Le hemos enseñado a usted eso tantas veces. Conforme usted da, conforme usted invierte con Dios, usted va a recibir de Él. Lo mismo es el caso en nuestra confesión de pecado y el buscar el perdón. Dios lo trata usted de la manera en que usted trata a otros. Y quizás el cortocircuito en su vida espiritual se debe a que usted está amargado contra ciertas personas y es constante y no los perdona.

Inclusive los judíos sabían esto. En el año 200 a. C. los judíos decían: el perdón de lo que su prójimo ha hecho mal en contra de usted significa que cuando usted ore, sus pecados también serán perdonados. Ellos lo sabían. Ellos podían entender ese principio espiritual. El Talmud, el comentario rabínico del Antiguo Testamento dice: “el que pasa por alto las faltas de otros, será tratado de manera misericordiosa por el Juez supremo mismo.” Fin de la cita. “¿Qué hay acerca de su vida? ¿Es usted perdonador? Porque si no lo es, Dios no lo va a perdonar a usted y usted va a caminar por el mundo con pies llenos de lodo.

Oh, judicialmente usted es justificado. Y la justicia de Cristo le es imputada a usted. Pero el gozo no está ahí. Y la intimidad no está ahí. Y la utilidad, desaparece. Ahora dice: “bueno John, si yo tengo amargura como está contra alguien, ¿cómo la enfrento?” Tres pasos. Creo que son prácticos. Número uno: llévelo a Dios como pecado. Ahí comienza todo. Llévelo a Dios como pecado. “Señor, está esta persona y me siento así hacia ellos y es un pecado y lo admito y lo siento y lo reconozco y me arrepiento de esto. Y lo dejo.” Ahí es donde usted comienza.

Paso número dos, vaya a la persona. Difícil, ¿verdad? Bueno, sólo le estoy diciendo esto para que pueda conocer gozo espiritual. Usted toma la decisión. Usted quiere dejar su amargura, su enojo. En segundo lugar, va a la persona y le dice: “quiero buscar tu perdón.” Y sabe una cosa, ha habido muchas personas que vienen a mí varias veces y veo la libertad que enfrentan, que viven. Y quizás, ya los perdoné. Quizás ni siquiera sé si hice algo en contra de ellos que les ofendió, pero vaya a la persona.

En tercer lugar, algo simplemente práctico: dele a la persona algo que usted estima mucho. Esto es algo muy práctico. Permítame decirle por qué. Jesús dijo: “donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” Usted está enojado, amargado contra alguien y quizás es alguien en su familia o fuera de su familia o alguien de la Iglesia. Sea lo que sea, por lo que usted está enojado contra alguien, debe ser enfrentado, número uno; número dos, vaya la persona y número tres, dele algo de valor. Y le voy a decir esto: usted coloca algo de valor, algo que es preciado para usted en sus manos y su corazón se va a ir con eso. Y usted cambiará el modo en el que usted los ve.

Voy a hacer una confesión verdadera en este punto. No voy a confesar todo, sino cosas selectas. Ha habido ocasiones en mi vida cuando he sentido algo hacia alguien que no debo sentir: una amargura, un sentimiento malo, me han ofendido. Y ha habido veces en las que me he liberado de la esclavitud de eso a través de este proceso. Y la clave fue cuando fui a ellos. Y quizás, fue un libro que compré. Quizás fue un cheque, lo que les di. Varió. Pero cuando les di el regalo, fue cuando realmente comencé a expresar la libertad en mi espíritu. No hay gozo como el gozo de dar. Eso es lo que el Señor nos está diciendo aquí: confiese al Señor todo lo que quiera, pero no va a disfrutar de la libertad del perdón hasta que usted lo haya enfrentado a nivel humano en primer lugar.

Ahora, veamos esto en otros pasajes y después, terminaré. Brevemente. Mateo 5:7. Simplemente, para señalar el principio. No tenemos tiempo para cubrirlos a detalle. Los hemos cubierto en el pasado. Mateo 5:7, escuche esto: “bienaventurados los misericordiosos.” Tenemos un capítulo de esto entero en el libro. Afirmación tremenda. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos recibirán misericordia. En otras palabras, si usted quiere recibir misericordia de Dios, entonces usted debe ser misericordioso. Es un principio de vida espiritual. La gente en el reino de Cristo son misericordiosos. Van a soportar los insultos de hombres malos. Y sus corazones, van a extender compasión.

Ahora, en ese contexto, eso tiene un significado mucho más amplio y no quiero regresar a eso nuevamente. Pero simplemente, el principio es el mismo. Puede ser comparado: ¿quiere misericordia? Dé misericordia.

Le voy a mostrar otro: capítulo 5, versículo 21: “habéis oído que fue dicho por los antiguos.” Esa es una afirmación que hace referencia a una tradición rabínica. Su tradición rabínica dice “no matarán y todo aquel que mate, estará en peligro de juicio.” En otras palabras, su enseñanza es esa y ciertamente tenía verdad en ella; pero no era toda la verdad, porque llegaba hasta ahí.

Su tradición dice simplemente no asesinen y está bien. Asesinen y ustedes estarán en problemas con la ley. Pero Yo les digo, “todo aquel que esté enojado contra su hermano sin causa, estará en peligro de juicio. Todo aquel que diga a su hermano raka, y por cierto, ésa es una frase que no se puede traducir, es como decir bueno, es como no decir nada, es como un tono de voz y es una palabra. Para ellos, sería como decir eres un torpe, lo que sea. ¿Alguna vez ha visto usted una caricatura en donde Charlie Brown se enoja y simplemente ve estrellas y símbolos? Esto es lo que es. Lo que sea. No se puede traducir.

Cuando usted le dice eso a alguien o le dice que es un necio, usted ha entrado en una categoría muy peligrosa, muy peligrosa. ¿Por qué? Versículo 23: “por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda, ve y reconcíliate con tu hermano. Después, ven y ofrece tu ofrenda y ponte de acuerdo con tu adversario pronto.”

Vamos a detenernos ahí. El punto es el mismo de nuevo. Nuevamente, el contexto es un poco diferente como vimos en nuestro estudio, pero el punto es el mismo. Usted no puede venir a ofrecerle al Señor algún sacrificio para enfrentar su propia vida espiritual hasta que usted no haya corregido lo que tiene que corregir con alguien más. Vaya y corrija eso.

Ahora, algunos de ustedes vinieron a adorar el Señor esta mañana, pero no lo pueden hacer. Pueden recibir instrucción, pero no pueden ofrecerle al Señor adoración porque Él no la va a aceptar. Usted viene a ofrecer a Dios adoración. Usted ha dicho ‘Señor, quiero que sepas que te alabo. Y Señor, quiero que me limpies hoy’; y usted se va a ir igual que como vino, porque usted tiene relaciones que no ha resuelto y usted no ha perdonado en algunas situaciones. Por lo tanto, usted no puede adorar verdaderamente. Deje el altar, regrese y corrija eso y después, regrese. Entonces, usted realmente no puede adorar el día de hoy y sus pecados no pueden ser cubiertos; pero usted puede ser instruido para comenzar el proceso que va a llevar a que eso sea una realidad.

¿Quién soy yo para no perdonar a alguien más? ¿Quién cree que yo soy? Bueno, yo ciertamente no te puedo perdonar. Dios los perdonó. ¿Quién me creo que soy? El Salmo 23 dice esto: “la misericordia me seguirá todos los días de mi vida, ¿por qué?, porque tengo que tener misericordia toda mi vida porque peco. Y si Dios es tan misericordioso sin que Su misericordia jamás disminuya, ¿quién soy yo para no ser misericordioso hacia alguien? No es sorprendente que gran parte del cristianismo enfrente un cortocircuito en su poder. Tantos conflictos no resueltos con la gente.

Entonces, váyase del altar hasta que corrija su vida. Si usted ha mirado la iniquidad en su corazón, el Salmo 66 dice: “el Señor no lo oirá.” Si usted está albergando algo, él no lo va a oír a usted. Y Santiago lo vuelve a decir. No sólo está en los Evangelios, Santiago lo dice en el 2:13: “porque Él mostrará juicio sin misericordia a quien no ha mostrado misericordia.”

Usted se ha colocado en una posición de disciplina. El Señor realmente va a descargar Su disciplina si usted no es misericordioso hacia otros. Digo, todo el mundo manifiesta la misma debilidad de maneras diferentes. Seamos perdonadores. Robert Louis Stevenson vivía en los mares del sur y era el hábito de su vida con sus hijos reunirlos alrededor de él diariamente. Al terminar su pequeña discusión juntos, ellos repetían la oración del Señor, como él la llama. Y él comenzaba a repetir la oración del Señor y a la mitad, él se levantaba y se iba. En ese momento de su vida, su salud estaba bastante mal y entonces, su esposa supuso que se sentía mal. Y ella se acercó a él y le dijo ¿estás bien? ¿Algo está mal? Él solo dijo: ‘no soy apto para orar esta oración el día de hoy.’ Bueno, creo que ahí es donde comienza, ¿no es cierto? Con un reconocimiento de que usted no es apto. No venga a pedir perdón cuando no está dispuesto a dar perdón.

Mateo, capítulo 18 se nos va a dar una mirada final para ilustrar esta verdad tremenda. Mateo, capítulo 18, versículo 21. El texto entero antes de esto, previo a esto, hasta el versículo 15, trata con lo mismo, pero no tenemos tiempo para entrar en esto. Cuando alguien ha pecado, usted va y busca reconciliación. Y después, lleva a alguien con usted. Y después, le dice a la Iglesia. Y todo está tratando con el pecado, todo esto, y con el perdón. Y entonces Pedro, en respuesta a lo que el Señor ha dicho con respecto al hermano que peca en la Iglesia y todo eso, Pedro dice: ‘bueno Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano que ha pecado contra mí?’

Ahora, los rabinos enseñaron tres veces. Tres veces debe perdonar. Pedro pensaba que él estaba siendo magnánimo. ‘¿Siete veces? Vamos a duplicar la tradición rabínica más uno?’ Jesús le dijo: ‘no te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete. Indefinidamente, , infinitamente, de manera interminable. ¿Por qué? Porque debemos perdonar como Dios por causa de Cristo nos ha perdonado. ¿Y cuánto nos ha perdonado? ¿Cuatrocientas noventa veces? Espero que no. Porque cuando usted llegue al 491 antes de que muera, está en problemas serios. Él nos perdona de manera indefinida. Eso es lo que nuestro Señor está diciendo.

Y después él dice, ‘permíteme ilustrártelo en el versículo 23: “por lo cual el reino del cielo es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía Diez mil talentos. Ahora, deténgase ahí por un momento. Este hombre era una rata verdadera. Quiero que sepa, lo peor. Diez mil talentos es tanto dinero que es muy difícil que nosotros lo concibamos. Y él debía diez mil talentos. Usted pregunta ‘bueno, ¿cómo era posible que un siervo pudiera llegar a deber tanto dinero? Él probablemente se robó la corona de joyas y las guardó y perdió todo eso en una mala inversión.

De alguna manera, él estaba robando el tesoro del rey. Llegar a en dudarse hasta ese punto es absolutamente inconcebible en esa época en la historia del mundo. Esos diez millones de dólares irían más allá de la capacidad de cualquier persona, inclusive de que alguien comprendiera. El hombre estaba robando al rey de manera sistemática.

Entonces, dice el versículo 25: “como él no pudo pagar.” Él quemó todo, todo. Si usted cree que es inconcebible pensar cómo lo obtuvo, imagínese cómo se deshizo de él. Qué persona tan necia. Usted dice que el hombre no sólo es un criminal, sino que es torpe. Una cosa es robarlo. Eso es ser un criminal, pero es bastante torpe perderlo todo.

Entonces, habiendo tenido que liquidar los únicos bienes que tenía, lo único que tenía eran su esposa y sus hijos. Y entonces, en el versículo 25, él dijo: “bueno, véndelos como esclavos y saca un poco de dinero y eso era lo único que iba a obtener.” Observe el versículo 26: “entonces, aquel siervo postrado le suplicaba diciendo ‘Señor, ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo.’” Eso es bastante torpe. ¿Qué quieres decir? El hombre es torpe por todos lados.

¿Y sabe una cosa? Que su reacción, normalmente sería estar totalmente enfurecido. Y quizás, podría haber tolerado a alguien que le debía 2000 y está en problemas. Pero mire, el Señor de ese siervo, movido a misericordia, lo soltó y le perdonó la deuda. Ahora, eso es sorprendente. ¿Adivina a quién representa este rey? A Dios. Adivine quién es el siervo. Todos nosotros. ¿Le debemos una deuda que no podemos pagar? Más vale que lo crea. Y Él perdonó. ¿Por qué? Porque Él fue compasivo. Usted pregunta cómo es que alguien podría perdonar algo tan astronómico como eso.

Quiero mostrarle algo más acerca de este hombre. El mismo siervo, versículo 28, “Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios;” ¿cuánto es eso? El trabajo de tres meses. No es nada. El siervo al que se le acababan de perdonar los diez millones, salió y encontró al hombre que le debía tres meses de trabajo. Y lo toma de la garganta, “Y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.”

Ahora, él no podía pagar la deuda mientras que él estuviera en prisión, porque no podía trabajar mientras que estaba encarcelado. Pero eso demuestra la maldad del corazón del hombre. “Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.”

Ése es el retrato de alguien que quiere tomar todo el perdón que Dios puede dar, pero no está dispuesto a dárselo a alguien más. ¿Se ve usted ahí? ¿Está usted amargado contra alguien? Oh, ¿acaso ha olvidado tan rápido? ¿Acaso tiene una memoria tan mala que no puede recordar la misericordia que ha recibido? Thomas Manton dijo: “no hay personas tan tiernas hacia otras como aquellos que han recibido misericordia, porque ellos saben cuán gentilmente Dios los ha tratado.”

Ahora escúchame, una de las razones por las que necesita reconocer su pecado y confesarlo por nombre de manera constante es que usted recordará constantemente lo pecador que es y lo constante que es el perdón de Dios hacia usted. Y por lo tanto, en medio de ese recordatorio, a usted se le facilitará más perdonar a otros. Pero conforme usted no reconoce su propio pecado, conforme lo cubre y no lo enfrenta, usted no sólo perderá su intimidad y su gozo y la plenitud de la utilidad, sino que se encontrará a sí mismo volviéndose en alguien que no perdona a otros, porque no está siendo honesto acerca de lo que Dios le está perdonando en su propia vida.

Lord Herbert, creo, lo expresó muy bien cuando dijo: “el que no puede perdonar a otros, rompe el puente sobre el cual él mismo debe pasar.” ¿Qué hemos aprendido? Tenemos un problema. Es pecado. Dios tiene una provisión, es perdón. El Señor hace un ruego, confesión. Hay un prerrequisito, perdonar a otros. Un cristiano que no perdona es una contradicción: una criatura orgullosa, egoísta, con memoria débil, que se ha olvidado que sus pecados han sido lavados. Aprendan a confesar, amados, y antes de que confiesen, aprendan a perdonar.

 

 

 

 

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