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Esta mañana de nuevo llegamos al décimo capítulo de Mateo, y quiero que me acompañe a ese capítulo Mateo capítulo 10. Hoy tenemos el privilegio gozoso de ver el capítulo que nos presenta los detalles del envío de los doce apóstoles. Ya hemos visto la semana pasada algunos pensamientos de introducción en el versículo 1, y hemos avanzado esta mañana para comenzar a ver los nombres de estos doce individuos en sí mismos.

Aunque probablemente no vamos a poder pasar un mensaje en cada uno porque la Biblia no nos da esa cantidad de información acerca de ellos, el primer nombre es suficiente para predicar muchos mensajes, ya que el primero en la lista no es ningún otro que Simón, quién es llamado Pedro. Y me gustaría que nos concentráramos, si podemos en ésta mañana en ése individuo en particular, en referencia a los doce. Pero primero, antes que veamos específicamente a Pedro, algunos pensamientos generales de introducción que podrían ayudarnos a entender el pasaje en su contexto.

Cuando era un niño pequeño, mi abuelo me dio una copia de un libro titulado, “Pláticas calladas del servicio”, escrito por un hombre llamado el Dr. S. D. Gordon. Y en ese libro el Dr. Gordon presenta una fantasía por así decirlo que es muy vívida. Muestra a Jesús caminando por las calles doradas del cielo. Él acaba de regresar de la tierra en su ascensión, y el cielo está pronto para saludarlo y darle la bienvenida, y el primero en saludarlo ahí es Gabriel. Y entonces, él y Gabriel van codo a codo caminando por la calle dorada y Gabriel lo involucra en una conversación que en la fantasía va algo así:

“Señor, tú moriste por el mundo entero ahí abajo, ¿no es cierto?” “Sí”. “¿Debiste haber sufrido mucho?” “Sí” dijo el Señor. “¿Y saben todos ellos lo que hiciste por ellos? respondió Gabriel. “Oh, no. No, solo unos cuántos en Palestina saben de eso hasta ahora.” Gabriel responde, “Bueno, Señor, ¿cuál es tu plan? ¿qué has hecho por decirle al mundo entero de que moriste por ellos, que derramaste tu sangre por todos ellos? ¿Cuál es tu plan?” Y el Señor supuestamente respondió: “Bueno, le pedí a Pedro y Jacobo y a Juan y a Andrés, y unos cuantos otros hombres, si se ocupaban en su vida de hablarle a otros. Y después a los que le dijeran podían hablarle a otros y después a los que les dijeran podrían decirle a otros, y finalmente llegaría al rincón más lejano de la tierra y todos conocerían la emoción y el poder del evangelio.” Se dice que Gabriel respondió, “Pero, supongamos que Pedro falla. Supongamos que después de un tiempo Juan simplemente no le dice a nadie. Y qué si Jacobo y Andrés se avergüenzan o les da miedo. Entonces, qué.” A lo cual Jesús dice, “Gabriel, no he hecho ningún otro plan, estoy dependiendo de manera total en ellos.” 

Esa es una fantasía, pero no está lejos de la verdad, porque esa es exactamente la manera en la que Dios diseñó que el plan diseñara. El pasaría su tiempo con los doce, los doce llevarían el mensaje, los que lo oyeran de ellos le hablarían a otros, y a otros, y a otros, y aquí estamos dos mil años después volviéndolo a contar a esta generación que le dirá a la siguiente generación. Pero todo comenzó con doce hombres, doce hombres. Éstos doce nos son presentados en la primera parte del capítulo 10 y son el cimiento de la iglesia. En Efesios 2:20 dice que el fundamento de la iglesia fueron los profetas y los apóstoles. Ellos son el cimiento con Cristo siendo la principal piedra del ángulo. Fueron escogidos, dice en el versículo 1 que él llamó a sí mismo a doce discípulos. Fueron enviados, dice en el versículo 2, que son apóstoles, enviados. Comenzaron como aprendices y se volvieron los enviados, después de que su preparación se acabó.

Recibieron revelación divina, fueron los que eran responsables por escribir la mayor parte del Nuevo Testamento, fueron aquellos a quienes se les entregaron los misterios del Nuevo Pacto, fueron a quienes se les prometió que Dios traería mediante su Espíritu todas las cosas a su memoria, lo que Jesús había dicho. Fueron aquellos que recibieron la revelación, fueron los que le escribieron para que la primera iglesia cuando se congregara la estudiara según Hechos, la doctrina de los apóstoles. Ellos no solo fueron los que fueron el cimiento en términos de liderazgo y autoridad, sino que fueron la fuente de revelación y fueron los que bosquejaron la teología.

Fueron dados a la iglesia, dice Efesios, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio para el cuerpo fuera edificado. Fueron dados para edificar al cuerpo, pero no fue únicamente lo que dijeron, lo que era importante era lo que fueron, fueron el primer grupo de ejemplos. Los primeros patrones para que la gente los viera, para que vieran virtud. Son llamados, y éste es un título importante, los apóstoles santos. Creo que ese es un término que indica la virtud en sus vidas. Y entonces, recibieron revelación. Habiéndola recibido, la enseñaron. Habiéndola enseñado la codificaron, por así decirlo. La bosquejaron en un sistema de verdad y teología.

Entonces, se convirtió en la sustancia que la iglesia enseñó y de la cual aprendió. También establecieron el patrón de una vida virtuosa, piadosa, santa. Y toda su autoridad fue confirmada mediante dones de milagros. Dice en 2 Corintios 12, que tuvieron las señales de un apóstol, las cuales fueron señales y maravillas y obras portentosas, pero Dios los confirmó con poderes milagrosos. Entonces, eran el cimiento, y es esencial, creo yo, que nosotros veamos como el Señor trabaja con ellos, y como él los discipula y cómo él los prepara y los envía como el patrón para éste siglo veinte, porque se nos llama a hacer esto, a discipular a otros y enviarlos a alcanzar al mundo.

Ahora, recordará usted, simplemente algo, mirar atrás un par de semanas, él Señor había estado viendo a la multitud, y después en el capítulo 9 los vio como oveja sin pastor. Habían sido objeto de abuso, devastadas, golpeadas, y casi muertas. Y él vio ésta masa de humanidad, como una cosecha que se estaba moviendo hacia el juicio. La inevitabilidad de la condenación, la inevitabilidad del infierno, la inevitabilidad del juicio divino. Y él se dio cuenta debido a la compasión de su corazón, que él necesitaba que algunos le ayudaran a alcanzarlos, para advertirles, para predicarles.

Y entonces, en el versículo 37 del capítulo 9, él señala el hecho de que la cosecha es tan grande de que toda esta masa de humanidad se mueve hacia el juicio, pero los obreros son pocos. Y éstas personas deben ser advertidas y entonces él les dice a sus discípulos, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Y después en el capítulo 10, él designa los primeros obreros, quienes son los discípulos mismos. Y aprendemos a lo largo de éste capítulo, como él básicamente los instruye en cumplir con el ministerio que él les da.

Ahora, mantenga esto en mente a partir de nuestro último estudio. Hubieron cuatro fases en la preparación de los doce: primero él los llamó a sí mismo a manera de conversión. Usted encuentra eso en Juan 1, a manera de creer en él hasta lo que ellos podían creer hasta dónde ellos entendían. Y después, fueron llamados a él para ser discípulos, expresar su fe. Hubo un segundo llamado, el cual él los llamó para alejarse de su vida normal, su carrera normal, para seguirlo diariamente en una relación permanente. Él los llamó por así decirlo, a la preparación de tiempo completo.

Y ahora, en el capítulo 10 llegamos a una tercera fase, en dónde él los envía como pasantes. Éste no es su envío final, ésta es la fase tres. Salen para empaparse, han sido instruidos quizás por 18 meses, van a tener otro período de muchos meses más de preparación, pero antes de que eso comienza él los envía. Él quiere que experimenten algunas cosas, él quiere que se peguen en el muro varias veces, él quiere que se caigan como también que tengan éxito, y van a salir y van a regresar y salen y regresan y él interactúa con ellos en ésta relación de enseñanza.

Y después, finalmente la cuarta fase viene en Hechos 1, cuando el Espíritu de Dios es enviado después de la ascensión. Y entonces, después son enviados al mundo entero para discipular a las naciones. Y entonces, los vemos en la fase tres, aquí en el capítulo 10, y ésta es su primera oportunidad de salir por sí mismos, salen de dos en dos, y él se queda muy de cerca para ver y ver cómo van y después enseñarles a partir de la experiencia que están a punto de enfrentar. Pero son esenciales, y quiero que entienda eso. Son esenciales para el futuro de la fe cristiana porque son el único plan. Y el Espíritu de Dios, en últimas, va a capacitarlos, van a salir, y son los que van a tocar a otro y va a seguir así.

Ya son discípulos, el versículo 1 los llama discípulos, están a punto de ser apóstoles. El versículo 2 los llama apóstoles. Han sido preparados, ahora van a ser enviados, y esa es la meta que Dios tiene para todos nosotros, ser preparados, ser enviados, y entonces vimos eso, y llamamos eso, la iniciación de los doce. Después también vimos el impacto de los doce, en el versículo 1. Usted recuerda que él les dio poder, él dice, potestad, les dio exousia, el cual significa poder, autoridad, o el derecho. Y en esa autoridad divina que les dio, podían hacer dos cosas, podían echar fuera los demonios viles, malos, miserables, inmundos, y podían sanar todo tipo de enfermedad y todo tipo de dolencia. Ese fue el don de milagros, el cual Pablo llama el don de milagros, es el don de dunamis, o de poder, y usted lo ve en los evangelios, es poder en contra de los demonios.

Entonces, él les dio el don de milagros, él les dio el don de sanidad. Y salieron sanando y echando fuera los demonios, y fue una confirmación de su mensaje. Lo primordial era que ellos predicaran, vaya al versículo 6, y versículo 6 dice, “a las ovejas perdidas de la casa de Israel, y conforme vayan prediquen diciendo: el reino de los cielos se ha acercado.” Su tarea primordial era predicar, pero si venían y predicaban, ¿por qué la gente iba a querer creer en ellos? ¿en base a qué la gente iba a oír su mensaje? El impacto vino cuando ellos hicieron éstas obras maravillosas de echar fuera demonios, mostrando que tenían poder sobre el reino de las tinieblas, y después curando, demostrando que tenía poder sobre la enfermedad.

Y entonces, salieron predicando. Y mientras que iban predicando, estaban sanando, y estaban echando fuera demonios como una afirmación de que de hecho eran representantes de Dios. Como Nicodemo había dicho cuando Jesús apareció, Nicodemo dijo: “sabemos que tú eres un maestro que ha venido de Dios, porque ninguno puede hacer las cosas que tú haces, excepto que Dios esté con él.” Y eso fue lo que Jesús quería que la gente dijera cuando vieron estos hombres también. Es obvio que deben ser de Dios por lo que pueden hacer.

Ahora, si usted ve un versículo muy importante, podría ayudarle a resumir ese pensamiento. En Hebreos 12, escuche lo que dice en el versículo 3 y 4, “Cómo escaparemos si descuidamos una salvación tan grande, la cual primero fue hablada por el Señor,” el primer predicador fue el Señor, él fue el primer vocero, “pero después fue confirmada a nosotros por aquellos que lo oyeron.” Y ahora, vamos a la segunda generación. El escritor de Hebreos dice, “la recibimos de aquellos que lo oyeron del Señor.” En otras palabras, la recibimos de los apóstoles, Y Dios dio testimonio con los apóstoles, señales y maravillas, y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo.” En otras palabras, la palabra de los apóstoles fue confirmada milagrosamente conforme ellos establecieron el fundamento de la iglesia, entonces, ese fue su impacto.

Ahora, en tercer lugar, para ésta mañana llegamos a su identidad. ¿Quiénes son éstos doce que son enviados? Habiendo sido preparados, y habían recibido ésta autoridad tremenda, conozcámoslos, versículo 2. “…primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé,” otro nombre para Bartolomé es Natanael, “Tomás y Mateo el recaudador de impuestos, Jacobo el hijo de Alfeo, y Lebeo, cuyo sobrenombre es Tadeo, Simón el zelote, y Judas Iscariote, quién también le traicionó.”

Ahora, francamente, simplemente son hombres comunes y corrientes. El único que pudo haber tenido alguna riqueza especial era Mateo, y la adquirió al ser un extorsionador, y trabajando para Roma. Ninguno de ellos, de lo que sabemos tenía algún trasfondo académico en particular, no eran los doctorados en filosofía de Galilea. Hasta donde sabemos ninguno de ellos tuvo ningún estatus social, no necesariamente el tipo de gente de clase alta, simplemente, gente común y corriente. Algunos de ellos todavía nos son desconocidos, de manera total. Lo único que conocemos son sus nombres, fueron escogidos entre la gente común y corriente para que fueran aquellos que serían la primera línea de agentes de Cristo para echar a andar la extensión del reino a lo largo de la historia del mundo. Crítico, nunca ha habido en la historia del mundo una tarea que se equipare a la tarea que recibieron éstos doce. Nunca. Lo más monumental, lo más increíble que jamás en la historia del mundo se le ha pedido a un hombre que haga, fue terminar la obra que Jesús comenzó.

Y eso es exactamente lo que dice en Hechos 1, versículo 1, “En el tratado anterior, he hecho Teófilo, de todo lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar.” Y lo que él comenzó ustedes lo van a continuar, y esa es la razón por la que él le apareció a los discípulos durante 40 días hasta su ascensión, hablando de las cosas que tenían que ver con el reino. Y después, dijo, ahora les he enseñado esperen hasta que el espíritu venga, y cuando él venga, él los va a capacitar y van a ir a todo el mundo y van a ser mis testigos. Y el plan se había echado a andar, pero todo dependía de estos doce.

Ahora, conforme usted ve la lista ahí, hay algunas cosas fascinantes que aprender, simplemente de la lista en sí. Permítame decirle porque, comienza de ésta manera. El primero, Simón, quién es llamado Pedro. Hay cuatro listas de estos discípulos en el Nuevo Testamento, una aquí en Mateo 10, una en Marcos capítulo 3, una en Lucas capítulo 6, y una en Hechos capítulo 1. Mateo 10, Marcos 3, Lucas 6, y Hechos 1. Ahora escuche, hay ciertas semejanzas maravillosas, en las cuatro listas Pedro es siempre primero, y cuando Judas es mencionado él siempre está en qué lugar, último. Eso es interesante. Pedro siempre es primero, ¿por qué fue el primero? ¿acaso él fue el primer escogido? No. Juan 1 presenta de manera clara que él no fue el primer escogido. Pero observe la palabra ahí, dice, el primero Simón quien es llamado Pedro. Usted tiene que entender la palabra ahí, protos. Esa es una palabra interesante, en este contexto significa el primordial en rango.

Dice usted, “ahora, espera un minuto, pensé que los doce apóstoles tenían doce tronos por igual en el reino. Pensé que los doce apóstoles todos tenían la misma autoridad, mismo poder, a todos se les dijo que predicaran, todos sanaran, y a todos se les dijo que echaran fuera demonios.” Todos se van a juntar y juzgar a las tribus de Israel, eso es correcto, pero cómo es posible que Pedro sea el primordial, ¿acaso no todos son iguales? La gente nos hace siempre esa pregunta todo el tiempo cuando pregunta acerca de los ancianos de la iglesia. Dicen, bueno, si tienes ancianos, ¿acaso no tienes tan solo un pastor y él es el que decide todo? ¿cómo puedes tener a todos ancianos? Digo, ¿no todos son iguales? ¿no todos predican y enseñan? Y todos son iguales y demás en toda área. Sí en términos de cargo, sí en términos de esencia, pero no en términos de función. Pedro era el primordial, el protos.

Permítame darle otro lugar dónde esa palabra es usada. Que tal esta. “Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida, que Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores,” 1 Timoteo 1:15, “de los cuales yo soy”, ¿qué? “el primero”. Esa es la misma palabra. Primero, usted podría traducirla, el primordial, el primordial de los doce era Pedro, tenían que tener un líder y él era su líder. Entonces, lo primero que vemos en la lista es que tenían un líder. No hay nada de malo con eso, hay líderes entre líderes, y su líder era Pedro.

Permítame llevarlo a un segundo pensamiento. En las cuatro listas hay tres grupos. Tres grupos. Grupo uno, ¿está listo para el grupo uno? Pedro, Andrés, Jacobo y Juan. Grupo dos, comienza en el versículo 3, Felipe, Bartolomé, Tomás y Mateo. Después viene el grupo 3, Jacobo el hijo de Alfeo, Lebeo o Tadeo, Simón el Zelote y Judas Iscariote. Siempre, ahora escuche, cada grupo siempre tiene a los mismos cuatro hombres en él. Nunca se salen de su grupo en las tres listas, siempre los mismos cuatro. Sus nombres pueden ser diferentes en orden, pero siempre están en el mismo grupo. Y permítame decirlo otra cosa interesante. Si usted ve el llamado de los doce, usted va a descubrir que los primeros cuatro fueron los primeros llamados. Los siguientes cuatro fueron los siguientes llamados, aparentemente. Y los últimos cuatro, fueron los últimos llamados.

Entonces, usted tiene estos tres grupos de 4. El primer grupo llamado, el segundo grupo llamado, y el tercer grupo llamado. Lo que también es interesante es que sabemos mucho de aquellos que están en grupo uno, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés, ¿verdad? Conocemos muy poco acerca del grupo dos, Felipe, y Natanael, Tomás y Mateo. No sabemos nada del grupo tres fuera de Judas. Y lo que sabemos de él no nos importaría saberlo. Hay una cantidad decreciente de información, hay una intimidad decreciente. El primer grupo ahí está Pedro, Jacobo y Juan fueron el más íntimo de todos.

Entonces, en esos grupos realmente creo que usted puede ver que el Señor estaba muy, muy cercano al grupo uno. Él de alguna manera estuvo cercano al grupo dos, no sabemos si estuvo cercano en absoluto al grupo tres. Y eso apunta a un factor muy importante en el liderazgo. Usted no puede tener intimidad con todo mundo, es imposible, es absolutamente imposible. Nuestro Señor inclusive de los cuatro, acercó a tres a él. Y de los tres él pasó la mayor parte de su tiempo, ¿con quién? con Pedro. Francamente él tuvo que pasar la mayor parte de su tiempo con Pedro, porque él no podía quitarse a Pedro de su espalda. Siempre he creído que Jesús caminó por el camino diariamente y él se detenía y Pedro salía corriendo detrás de él. Pienso que Pedro simplemente lo seguía por todos lados, él estaba haciendo todas las preguntas a él. Pero no hay manera en el liderazgo espiritual en la que usted pueda tener intimidad con todo mundo.

Y entonces, el Señor tenía a los cercanos y después el siguiente grupo, y después él les dio lo que pudo darle al tercer grupo, aunque su función era tan importante, su ministerio era tan maravilloso en un sentido. Usted notará que los escritores, no obstante, de la Escritura salieron del grupo uno y grupo dos, la mayoría del grupo uno. Entonces, usted aprende un poco acerca de cómo operaron juntos.  Ahora, permítame añadir otro pensamiento, cada uno de los tres grupos, los nombres van a ser mezclados en el grupo, en las listas diferentes, pero siempre el primer nombre es el mismo. En cada listo está Pedro en su grupo; el segundo Felipe en su grupo; y en la tercera, Jacobo el hijo de Alfeo en su grupo. Y así siempre es. ¿Sabe lo que eso significa? Eso significa que inclusive en los grupos individuales, ¿tenían qué? líderes. Ahora, así es como el liderazgo opera. ¿Se da cuenta?

Usted tiene a Pedro que en cierta manera es el principal sobretodo, y después bajo él usted tiene al grupo más íntimo, y después usted tiene a otro grupo, y tienen un líder y otro grupo, y tienen un líder. Y todo mundo funciona y así es entre los doce. Y entonces, entendemos algo de ese grupo, cuando Jesús los envió, los envió por primera vez en su tiempo de práctica, de dos en dos, entonces, salieron en grupos de cuatro, solo dos juntos. Ahora, es interesante, creo yo, ver el hecho de que todos están tan organizados. Pero era algo muy natural, muy cómodo, digo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés en cierta manera estaban todos relacionados. Eran hermanos y se conocían el uno al otro y eran los pescadores en el grupo.

Entonces, probablemente eran muy cercanos e íntimos en su relación. El siguiente grupo lo único que sabemos de ellos está un recaudador y nos dice, y no sabemos lo que Felipe hizo, no sabemos lo que Natanael hizo, no sabemos lo que Tomás hizo. Y el último grupo no tenemos idea de lo que hacían. Entonces, es cómo si ese grupo original, todos se conocían entre sí, todos eran los que fueron inicialmente llamados, fueron los clave que el Señor quiso usar. Y entonces, en cierta manera hubo una especie de desvanecimiento en términos de relación intimidad, de acercamiento, aunque no en la importancia en el ministerio apostólico.

Ahora, sus temperamentos también son diferentes, y simplemente le presento esto. Por ejemplo, Pedro fue un hombre de acción, él era impulsivo, él estaba dispuesto, lo llamo el apóstol con la boca tamaño de pie, porque metía el pie en todos lados. Pedro siempre se estaba equivocando, siempre hablando, siempre apresurado. Y en su grupo había otro hombre, llamado Juan. Lo único que Juan quería hacer era guardar silencio, meditar, contemplar, un corazón amoroso, reclinarse en el pecho de Jesús. Y debió haber sido interesante en ése pequeño grupo, que Pedro y Juan trabajaran juntos. En los primeros doce capítulos de Hechos, usted sabe el Señor puso a Juan con Pedro, lo cual debió haber sido una lección maravillosa para ambos. Pedro queriendo empujar todo el tiempo, diciendo, “Juan, por favor levántate, y haz algo.” “Bueno, simplemente estoy meditando, Pedro.” Y hombre, eso es frustrante cuando quieres avanzar.

Y después usted tiene en el grupo dos, un par de personas interesantes. Estuvo Natanael, o Bartolomé. Natanael creyó todo, él aceptó el hecho, Juan 1, simplemente no pareció dudar nada. Simplemente dispuesto a recibir todo. Y en su grupo, estuvo Tomás, quién tampoco creyó nada, a menos de que pudiera verlo, tocarlo, sentirlo. Escéptico. Y después usted tiene a Mateo, quien trabajó para el gobierno romano, extorsionando impuestos. Y usted tiene a Simón el Zelote, y un zelote era un revolucionario radical tratando de derrocar a Roma. Y le puedo prometer una cosa, si Simón se hubiera acercado a Mateo, pero entre los discípulos, él le habría metido un cuchillo.

Entonces, usted tenía las diferencias políticas, usted tenía las diferencias espirituales, usted tenía las diferencias emocionales básicas, y todo éste conglomerado de personas juntas, y el Señor iba a hacer algo de toda ésta mezcla para cambiar al mundo. La historia maravillosa es que no fallaron, no fracasaron. Ahora, para nuestro tiempo esta mañana, solo quiero ver al primero, Pedro, Simón Pedro. Y quiero que nos concentremos en éste pensamiento: ¿cómo es que Dios prepara a un líder? ¿Cómo es que Dios prepara a un líder? Porque éste hombre es la clave.

Los primeros doce capítulos de Hechos giran en torno a él. Él es la clave. Él predica el sermón en Pentecostés, él lleva a cabo el primer gran milagro en el templo, él enfrenta al Sanedrín, él es la clave, y Dios va a hacer un líder de éste hombre. Ahora, la semana pasada vimos como el Señor discipula, vimos su patrón entero de preparar a los doce, el proceso entero de discipulado en términos del grupo. Ahora, vamos a concentrarnos en un hombre, Pedro, vamos a verlo. Vamos a decir, ¿cómo es que el Señor prepara a un líder? Muy importante. ¿Cómo es que él hace esto? Porque el Señor en la actualidad está preparando líderes en su iglesia.

¿Y cómo hace él eso? Pedro realmente es la clave para entender esa lección. Los cuatro evangelios literalmente están llenos de Pedro. Digo, él está en todos lados. Después del nombre de Jesús, ningún otro nombre es usado tantas veces en los evangelios, cómo el nombre de Pedro. Nadie habla con tanta frecuencia como Pedro, y de nadie se habla tanto como de Pedro, por parte del Señor. Ningún discípulo es tan reprendido por el Señor, como Pedro, y ningún discípulo reprende al Señor más que Pedro. Ningún discípulo jamás confiesa con tanto denuedo, y reconoce de manera tan abierta el señorío de Cristo, y nadie lo niega de manera tan valiente como Pedro. Él es una contradicción constante, nadie es tan alabado y bendecido como Pedro, y nadie más es llamado Satanás más que Pedro. Él tuvo cosas más duras que decirle a Pedro que lo jamás le dijo a alguien más. Pero él lo estaba haciendo el hombre que él quería que fuera.

Ahora, ¿cómo es que Dios toma a una persona tan ambivalente, una contradicción en carne humana y lo hace un líder? Creo que hay varios elementos, permítame tan solo darle tres: básicamente número uno, usted tiene que tener el material bruto correcto. El Señor reconoció en Pedro el material correcto en bruto, para liderazgo. Digo, estoy convencido de que Pedro era el líder antes de que alguien lo reconociera. Creo que él simplemente se apoderaba. Así era, simplemente él era lo que era el material en bruto, el material en bruto del liderazgo. Studdert Kennedy, el gran poeta de Gran Bretaña, escribió frases que creo que realmente encajan con Pedro, escribió esto: “No hay nada en el hombre que sea perfecto, no hay nada que esté completo. Él no es más que un gran comienzo desde su cabeza hasta las plantas de sus pies.” Y Pedro era un gran comienzo, eso era él. Simplemente había potencial ahí.

Ahora, ¿cuál es el material en bruto que se busca en un líder? En primer lugar, hacen preguntas, hace él preguntas. La gente que no hace preguntas, no termina como líderes porque no se preocupan por problemas y soluciones. Si usted quiere encontrar su líder, busque a alguien que hace preguntas. En el registro del evangelio, Pedro hizo más preguntas que el resto de los demás combinados. Siempre hizo preguntas. Es Pedro quién pregunta el significado de un dicho difícil en Mateo 15:15, “Señor, ¿me vas a explicar eso?” Algunos de los otros hombres simplemente están de pie ahí, y absolutamente no entendieron nada, simplemente se quedaron ahí, nunca se llegaron a molestar por preguntar. Pero Pedro no puede vivir así, él tiene que preguntar, explícame esto, tengo que saber. Fue Pedro quién preguntó con qué frecuencia tenía que perdonar. El Señor está hablando de perdón y él dice, “¿cuántas veces debo perdonar? ¿siete veces?” El Señor dice, “No, cuatrocientos noventa veces.”

Por cierto, en todas sus preguntas él rara vez recibió la respuesta que esperaba. Fue Pedro quién preguntó cuál es la recompensa de aquellos que dejamos todo para seguir a Jesús. En Mateo capítulo 19, “ahora que hemos dejado todo para seguir, ¿cuál va a ser nuestra recompensa? Me gustaría saber.” Preguntas. Pedro, quién preguntó de la higuera cuando se secó, “Por favor, ¿me podrías explicar eso?” Marcos 11. Fue Pedro quién pidió el significado de las cosas que Jesús dijo acerca del acercamiento del fin, en Marcos 13. Él quería una explicación completa. Y después de que a Pedro se le dijo que iba a morir como mártir, él dijo, “Bueno, ¿qué hay acerca de Juan?” El Señor dijo, “No te debe importar si él vive hasta la segunda venida.” Y después los rumores se esparcieron por la iglesia que Juan iba a vivir hasta la segunda venida. Y el Señor tuvo que escribir eso al escribir unos cuántos versículos en Juan 21. Él siempre estaba haciendo preguntas, pero ese es el material en bruto del que está constituido el liderazgo.

Entonces, como puede ver, el liderazgo busca soluciones, hace preguntas. El Señor vio eso en Pedro. Hay un segundo elemento en liderazgo que creo que es importante, y es que, toma la iniciativa, toma la iniciativa. El liderazgo siempre toma la iniciativa, y usted ve eso con Pedro. Cuándo el Señor hace una pregunta, ¿quién le responde? Siempre Pedro. ¿Quién me tocó? Pedro responde, “ésta señora aquí.” O de otra manera, “¿qué quieres decir con hacer una pregunta así? hay mucha gente, te están empujando por todos lados.” Digo, él simplemente tomó la iniciativa. “¿Quién dicen los hombres que soy yo?” “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente.” “¿Te vas a ir?” “¿Nos vamos a ir?” siempre respondiendo, siempre tomando la iniciativa. Es Pedro quién inclusive hace preguntas del Cristo resucitado, Juan 21, quiere conocer todos los detalles. Esa es otra marca.

Y yo diría que la tercera cosa que usted ve en el liderazgo, en el material en bruto del liderazgo es que siempre están dónde está la acción, siempre ahí en medio de la acción. Viven la vida con una nube de polvo alrededor de ellos. Eso es simplemente parte del liderazgo, crean cosas. Digo, de todos los discípulos, ¿quién se aventó de la barca y caminó sobre el agua? Pedro. La gente siempre dice, “Oh Pedro no tienes fe, te hundiste.” ¿Cree usted que Pedro no tuvo fe porque él se hundió? Hay once hombres que ni siquiera se salieron de la barca. Entonces, antes de que usted acuse a Pedro, dese cuenta de dónde estaba él. La gente dice, “Bueno, Pedro negó al Señor.” Sí, pero él estaba en el lugar en dónde él fue confrontado con eso, porque él tuvo la suficiente valentía de seguir hasta la casa del sumo sacerdote. Los otros se habían ido. Digo, él siempre estuvo en medio de la acción.

Él siempre estaba en dónde estaban pasando las cosas, y cuando la resurrección vino, ¿quién fue el primero que estuvo ahí? Pedro y Juan. Ahí Pedro simplemente salió corriendo y rebasó a Juan quién se quedó ahí afuera, y entró a la tumba. Juan, en cierta manera bajó la velocidad conforme llegaron ahí, y usted sabe, Pedro siguió en medio de todo. Creo que el Señor vio ese material en bruto, ése deseo por conocer, ése tipo de espíritu iniciador, y dónde está la acción, sucedió cuando Pedro estaba ahí. Simplemente pasaron las cosas, digo, usted lo ve en el libro de Hechos por doce capítulos. Adónde quiera que él va cosas sorprendentes suceden por todos lados.

Ahora, aprendemos un poco de él acerca de ése material en bruto al considerar su nombre. Su nombre fue Simón, un nombre muy, muy común. Él fue el hijo de Jonás, o Juan. Él era un pescador por oficio, y él vivió con su hermano Andrés en una aldea llamada Betsaida, y más adelante se mudaron a Capernaum. Creen que han descubierto el lugar en dónde estaba su casa, y he estado ahí un par de veces, ahí junto el agua en la aldea de Capernaum, lo que queda de eso. Él estaba casado, porque el Señor sanó a su suegra, usted se acuerda de que estudiamos eso. Y también porque 1 Corintios 9, hay una palabra muy interesante, Pablo está diciendo ahí, él dice, “los apóstoles o los predicadores tienen el derecho de tener una hermana como esposa, (esto es una hermana cristiana como esposa), así como Cefas.”

Él estaba casado, y es probable a partir de lo que Pablo dice aquí, que de hecho se llevaba a su esposa con él en la misión apostólica. Él fue, adónde quiera que iba, con su esposa. Entonces, bien pudo haber sido que los doce también en cierta manera tenían ahí su escolta familiar que estaba con ellos también. Él estaba casado, él era un pescador llamado Simón, nombre común, oficio común, un estatus matrimonial común. Pero el hombre simplemente tenía cierto material en bruto que el Señor vio.

Entonces, debido a su naturaleza, él tendía a ser tan cambiante. Y él era vacilante. Creo que el Señor cambió su nombre para tratar de forzarlo en su manera de pensar subliminal para que fuera lo que él quería que fuera, y convirtió su nombre a Pedro, lo cual significa, ¿qué? piedra. Entonces, al principio debe de haber sido una especie de contradicción, ¿piedra? “Piedra, ven para acá.” Y cada vez que él decía eso él estaba pensando, tengo que ser sólido, tengo que ser firme, tengo que ser una piedra, porque eso básicamente no lo caracterizaba. Pero creo que el Señor le dio ese nombre, simplemente para comenzar a forzar su manera de pensar en cierta dirección. Cada vez que el Señor quería hablarle, podía designar lo que él quería decir, simplemente por la manera en la que se dirigía a él. Si él decía “Piedra”, Pedro entendía una cosa, un mensaje. Si Él decía “Simón”, él entendía otra cosa. Si Él decía Simón Pedro, Simón Piedra, había cierta ambivalencia.

Ahora, él es llamado Simón. Él es llamado Simón Pedro, y es llamado Pedro. Es interesante simplemente como un panorama general, no siempre es coherente, pero él siempre es llamado Simón en dos casos. Número uno, en el caso secular. Cómo dice Marcos 1, “en la casa de Simón.” O en Lucas 4, “la suegra de Simón.” O en Lucas 5, versículo 3, “la barca de Simón”, o en Lucas 5, creo que es el versículo 10, dice, “Simón”. Los compañeros de pesca de Simón, también dice en Hechos 10 que Cornelio encontró la ubicación de Simón. En otras palabras, cuando usted simplemente quiere designarlo de una manera secular, simplemente quiere identificarlo con una barca, una casa, un lugar o lo que sea, él simplemente es Simón. Ése es su nombre secular, terrenal.

Ahora, Simón también es usado cuando él está siendo reprendido por el pecado. Entonces él es Simón secular, y él es Simón pecaminoso. Cuando el Señor quiso concentrarse en su pecaminosidad, por ejemplo, él estaba ahí en la barca, él estaba dudando al Señor, y él probablemente estaba quejándose en silencio, en Lucas 5 dice, “esto es ridículo, sabes esto es ridículo.” Y el Señor dice, arroja tu red en cierto lugar de la barca, para que pesques y apenas puedes ver ahí al hombre, quejándose, “Hombre, esto es ridículo. Piensa que no sabe lo que estamos haciendo, pescamos de profesión, Él nos va a decir…” y él sacó tantos peces, inmediatamente dijo, “Apártate de mí Señor, porque soy” ¿qué? “un pecador.” El Señor desenmascaró su pecado y lo llamó Simón.

En Juan 21, cuando Él llegó a él y él había actuado en desobediencia, y fue cuando él se había ido a regresar a pescar, después de la resurrección, después de que él había sido llamado a predicar. Él regresó a pescar y el Señor lo confrontó tres veces en la costa, ahí en la playa y le dijo, “Simón, Simón, Simón.” Él estaba siendo pecaminoso. Él también es llamado Simón en un contexto pecaminoso en Marcos, creo que es el capítulo 14, versículo 37. Y ahí están en la parte de arriba del Monte de los Olivos, y están orando, y él vino y los encontró dormidos, y él le dice a Pedro, “Simón, ¿estás durmiendo?” Y él lo reprendió por quedarse dormido.

Entonces, él es Simón en su pecaminosidad. Simón es su identidad secular, así era él. Pero el Señor lo va a hacer una roca. Una piedra, firme, un cimiento, una piedra viva, como dice en su pequeña epístola, 1 Pedro. Usted puede bosquejar la vida entera de Pedro de ésta manera: Simón, Simón Pedro, Pedro. Ésa es la transición. Y creo que Juan lo conoció tan bien que él simplemente lo llamó Simón Pedro, porque él no podía discernir si estaba siendo Simón o Pedro. Ahora, ¿cómo es que usted toma un hombre, y toma éste tipo de material en bruto y lo hace un líder? En primer lugar, usted reconoce ése material en bruto, usted reconoce lo que está ahí, y nuestro Señor vio eso en él, y estuvo dispuesto a hacer lo que tenía que hacer para llevarlo a dónde quería que estuviera.

Y eso nos lleva al segundo punto, el Señor prepara un líder, número uno al escoger el material en bruto correcto, y número dos, al producir las experiencias correctas. Él trajo a su vida las experiencias correctas. Usted aprende primordialmente de la experiencia. Y él permitió que Pedro tuviera algunas experiencias que cambiaron su vida. Si iba a transformar al hombre, él tenía que traer algunas cosas a su vida. En primer lugar, lo que yo llamo, su revelación, su gran revelación. Él Señor le dio a Pedro, la más grande revelación. En Juan capítulo 6, Jesús había presentado el mensaje tremendo de Sí mismo como el Pan de vida en Galilea.

Y algunas personas no podían entenderlo, y algunos de sus discípulos se fueron, algunos de ellos simplemente lo dejaron y ya no lo siguieron, el versículo 66 dice. Y Jesús entonces le preguntó a los discípulos, “¿Acaso queréis iros también vosotros?” Y Simón Pedro dice, “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y creemos y estamos seguros de que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Yo creo que cuando él dijo eso, él se puso la mano en la boca y dijo, “¿De dónde salió eso?” porque esa fue una afirmación monumental. Creo que ésa fue una revelación de Dios. Creo que él comenzó a abrir su boca, y Dios simplemente habló a través de su boca.

Y él hizo también eso en el capítulo 16 de Mateo. El Señor dijo, “¿Y quién decís vosotros que soy yo?” E inmediatamente Cristo dijo, “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Tremenda afirmación. Y Jesús le dijo, “Carne y sangre no te lo revelaron, sino mi Padre que está en los cielos.” En otras palabras, él dijo, eso es una revelación. Él estaba transformando a éste hombre al decirle que Dios quería usar su boca, que Dios podía hablar a través de él. Él le dio una experiencia de la revelación porque un día, él iba a ponerse de pie en Pentecostés, y él iba a predicar de la revelación de Dios. Y un día él iba a tomar una pluma y él iba a escribir la revelación de Dios. Y Jesús lo preparó con una experiencia reveladora, le dio el sentido de que Dios estaba moviéndose, Dios estaba ahí, esta gran revelación, ¡qué gran experiencia!

Y después, lo llamo su gran recompensa. El Señor le dio una gran recompensa, una promesa tremenda en Mateo 16. Después de ésta confesión, Jesús dijo en el versículo 18, “Te digo, tú eres Pedro, tú eres Piedra, pero sobre ésta cama de roca (él usó un término diferente ahí) sobre la roca de tu confesión, edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” Ahora, observe, “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos.” Hombre, él le dice, Pedro, “voy a darte a ti las llaves del reino de los cielos.” ¿Qué es eso? Tú amigo mío, vas a abrir el reino. ¿En serio?

¿Quién predicó el primer gran sermón apostólico? Pedro, el día de Pentecostés. ¿A quién se los predicó? A los judíos. ¿Quién guio al primer gentil a Cristo? Pedro. ¿Quién fue? Hechos 10, Cornelio. Él abrió a los judíos, él abrió por así decirlo el reino para los gentiles. Él fue el que abrió la puerta. Y el Señor también le dio esa misma promesa, por cierto, al resto de los apóstoles, y la extendió a lo largo de todas las épocas a todos aquellos quienes por la proclamación del evangelio abrieron la puerta al reino. Cada vez que yo predico el evangelio tengo esa llave en mi mano, pero Pedro fue el primero. Una gran revelación, y un gran honor. Una gran recompensa, pero también tiene que ver su gran reprensión. Mismo capítulo Mateo 16, versículo 21, hombre, Pedro se está sintiendo bien, hombre, él está recibiendo revelaciones. Cuando él abre su boca él puede estar hablando, o Dios puede estar hablando. Y eso es bastante emocionante. No solo eso, él Señor dice, “Tienes la llave, vas a abrirlo.” Y él está sintiéndose como un líder.

Y entonces, a partir de ese momento, Jesús comenzó a mostrar a sus discípulos que él tenía que ir a Jerusalén a sufrir muchas cosas de los ancianos y de los principales sacerdotes, y los escribas, y ser matado y resucitar en el tercer día. Jesús está diciéndole que va a morir, él va a sufrir. Me gusta esto, versículo 20, “Después Pedro lo tomó”, ahora, espera un minuto, ¿lo tomó? Es correcto. “Y comenzó a reprenderlo.” ¿Tomo a quién? al Señor. Al Creador del universo. Él le dijo, “Ven conmigo, tenemos que corregirte.” ¡Increíble! El hombre, digo, él se estaba sintiendo bien, yo, yo soy un líder, tengo las llaves ahora, voy a comenzar a usarlas.

Tú eres el primero. Siempre es el peligro en el liderazgo, ¿verdad? No saben dónde están sus límites. Él tomó, y no sé si lo tomó del brazo, lo jaló a los arbustos o qué, pero, él dijo, reprendiéndolo, que esto nunca te acontezca. Mientras que yo esté a cargo no va a pasar, yo te prometo eso. Él debe haber tenido, usted sabe una especie de, de sentido de autoridad ahí. Él Señor lo vio y le dijo, “Quítate de delante de mí, Satanás.” Guau, esa es una lección muy clara. Me eres tropiezo, porque no miras las cosas que son de Dios, sino la que son las de los hombres. No conoces el plan de Dios, y estás pensando desde el punto de vista humano. Quítate de delante de mí, Satanás. Su boca acababa de ser usada para Dios, y ahora su boca fue usada para Satanás.

Y ahora, él estaba haciendo exactamente lo que Satanás había hecho en la tentación. Él estaba tratando de desviar a Cristo de la cruz, y Pedro, estaba tan disponible para el diablo como lo estaba para Dios. Esta es una gran lección que aprender para un líder. Usted se coloca en una posición en dónde Dios puede usarlo a usted, y entre mayor es el potencial de ser usado por Dios, mayor es el potencial de ser usado por Satanás. Esa es una gran lección. Él enseñó acerca de la capacidad de revelación, le enseñó acerca del poder en la recompensa de tener las llaves, le enseñó acerca del potencial de ser usado por Satanás. Experiencias tremendas. Aprendiendo mientras que lo hacía.

Después llegamos en cuarto lugar a lo que llamo a esta, gran rechazo, su gran rechazo. Sabe una cosa, él tiene tanta confianza y el hombre simplemente emanaba confianza, inclusive confianza torpe. Más allá de lo que es real, más allá de lo normal. Él tenía tanta confianza, versículo 33 de Mateo 26, “Pedro respondió y le dijo”, el Señor acababa de hablar de la profecía acerca del pastor siendo azotado, herido y las ovejas se iban a esparcir y él estaba que todos los discípulos me van a dejar, y van a huir. Pedro respondió y dijo, “Aunque todos los hombres te dejaren, debido a ti, yo nunca te dejaré.” Yo no soy como todos los hombres, yo estoy por encima de los demás. Ellos te pueden dejar, pero nunca haré eso. De cierto te digo que ésta noche antes de que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro le dijo, “aunque tenga que morir contigo no te voy a negar.” No voy a hacer eso, confianza.

Y me gusta esto, “Y también dijeron todos los discípulos, así como si fueran patos de hule, si Pedro lo dijo estamos de acuerdo. Él era el líder. Él era un líder. Pedro tiene razón, no vamos a hacer eso. Su gran, gran confianza. Pero él rechazó, él rechazó y negó a Jesús. Capítulo 26, versículo 69, él está afuera del patio y una joven vino a él diciendo, “Tú también estabas con Jesús de Galilea.” Lo negó delante de todos, “No sé lo que dices”. Cuando él se fue, otra mujer lo vio y les dijo a los que estaban ahí, “éste también estaba con Jesús de Nazaret”, y de nuevo él negó con juramento, “No conozco al hombre”. Y después alguien que estaba ahí le dijo a Pedro, “Ciertamente tú eres uno de ellos, porque tú manera de hablar te refleja.” Y él comenzó a maldecir y a jurar diciendo, “No conozco al hombre, e inmediatamente cantó el gallo. Y Pedro se acordó de las palabras de Jesús y salió y lloró amargamente.”

¿Cree usted que esa fue una lección? Hombre, que lección. Que lección. Que experiencia. Él tuvo una experiencia de una gran revelación, una gran recompensa, y una gran reprensión y un gran rechazo. Y después en últimas él tuvo una experiencia que llamo una gran re- comisión en el capítulo 21 de Juan. Simplemente, rápidamente. Juan 21, el Señor lo restauró. ¿Me amas? Versículo 15, Si. ¿Me amas? Versículo 16, Sí. ¿Me amas? Versículo 17, entonces alimenta mis corderos, alimenta mis ovejas, alimenta mis ovejas. Y finalmente al final del versículo 19 él dice, “Sígueme, Pedro. Sígueme.” Y Pedro finalmente siguió. Esa fue su re-comisión. Y no fue una experiencia muy emocionante, Pedro se había ido a pescar, y el Señor no lo dejó que pescara pescado alguno. Y él llegó a la playa y el Señor le dio una experiencia que nunca olvidaría mientras que viviera. Y él lo confrontó con su falta de amor, que fue demostrado por su desobediencia.

Ahora, usted puede añadir todo eso, su gran revelación, su gran recompensa, rechazo, reprensión, y re-comisión, todas esas. Esas fueron las experiencias claves de su vida, y guiaron a lo que yo llamo su gran realización. Él se volvió el hombre que Dios quería que fuera, él realmente se convirtió en ese hombre. Y todas esas experiencias fueron parte de hacerlo ese hombre. Pero hubo un tercer elemento. Jesús para hacer un líder, necesita el material en bruto correcto, las experiencias correctas, y en tercer lugar las lecciones correctas. No sólo fueron experiencias, Pedro también necesitaba ser instruido con ciertos principios.

Ahora, ¿cuáles son las cosas que un líder necesita saber? Bueno, veamos a Pedro y usémoslo como nuestro patrón. Y que es lo que un líder necesita aprender, usted tiende a ser alguien que tiene confianza, tiende a ser expresivo, tiende a ser agresivo. La primera lección que un líder necesita aprender es sumisión. Y entonces, él les enseño a Pedro eso. En Mateo capítulo 17, el Señor dijo, ahora Pedro tú vas a ir a pescar y vas a atrapar el pez, y el primer pez que pesques vas a meter tu mano en la boca y va a haber una moneda ahí, y entonces vas a poder pagar nuestros impuestos. Ahora, conociendo a Pedro usted podría haber asumido que Pedro no le habría puesto atención a los impuestos. Él no habría pagado nada de impuestos al sistema romano, él habría dicho, “Oye, estamos en éste asunto del reino, estamos avanzando, no tengo tiempo de meterme con los impuestos, no tengo tiempo de meterme con éste mundo pasajero”, pero Jesús le enseñó a ser sumiso a la autoridad que es ordenada por Dios.

Y él aprendió su lección, porque en 1 Pedro capítulo 2, él escribió esto, “Someteos a toda autoridad, por causa del Señor, sea al rey o a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores, y para alabanza de los que hacen bien, porque esa es la voluntad de Dios, como libres, pero no usando vuestra libertad como excusa para mandar. Honrar a todos, amad a los hermanos, temed a Dios y honrar al rey. Someteos a vuestros amos con todo temor.” En otras palabras, él aprendió la sumisión. Él aprendió que hay instituciones de Dios a las que tiene que someterse. Es importante que los líderes aprendan eso, hay límites.

Una segunda lección que un hombre como Pedro necesitaba aprender fue, refreno. Él necesitaba aprender refreno. El Señor tuvo que ponerle un freno en su boca y enseñarle refreno porque él era un hombre sin freno. En Juan 18, él está en el huerto y los soldados vienen a tomar a Jesús, ¿se acuerda? Y Pedro toma una espada y él está viendo a 500 soldados probablemente, de la Fortaleza Antonia y todos los siervos de los sumo sacerdotes y él simplemente toma una espada y la Biblia dice que había un hombre llamado Malco, y Pedro le cortó su oreja. Y sabe usted cómo también que yo que no iba por su oreja. Digo, él no era un cirujano, él no iba simplemente a curar su oreja. Digo, él iba por su cabeza. Él hombre tenía reflejos, él se agachó y perdió su oreja. Y el Señor le dio una nueva oreja, y dijo, “Guarda esa espada. Vives por la espada… ¿qué? mueres por la espada. Tienes que aprender a refrenarte. Deja que operen los planes de Dios, deja que Dios se encargue de estos asuntos.

¿Aprendió el refreno? Sí, en 1 Pedro capítulo 2 él dice, “Hemos sido llamados a sufrir como Cristo sufrió, dejándonos ejemplo para que sigamos sus pisadas, quién cuando le maldecían no respondía con maldición. Cuando sufría no amenazaba.” En otras palabras, lo vi con Jesús. Él lo aceptó como la voluntad de Dios. Él se refrenó a sí mismo y dejó que su vida estuviera a cargo de Dios. Aprendí la lección y se las estoy enseñando. Él aprendió el refreno.

Otra cosa que un líder necesita aprender es humildad. O lo aprendió. “Nunca te dejaré. Todos los hombres te pueden dejar, pero yo moriré antes de dejarte.” Pero lo hizo, y él aprendió su lección porque él escribió en 1 Pedro éstas palabras, “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia”, ¿a quienes? “a los humildes.” Él aprendió, también los líderes algunas veces necesitan aprender la lección del sacrificio. Sacrificio. Sabe una cosa, a él se le tuvo que decir, “algún día Pedro, Juan 21, versículo 19, “alguien va a venir y te va a tomar y te va a llevar a dónde no quieres ir. Y estoy hablando de la muerte que vas a morir por mí. Vas a ser un mártir, Pedro. Vas a ser un mártir, ¿estás listo para eso? Y es cuando él dijo, “Bueno, ¿qué hay acerca de Juan? Digo, ¿acaso él se salva de eso? Bueno, ¿qué acerca de él?” Y el Señor le dijo, “No te importa.” Y después él uso el pronombre enfático, tú sígueme.

Y esa fue la última vez que él tuvo que decir eso. Él aprendió su lección, la lección del sacrificio. Y él aprendió también, que escribió en 1 Pedro, “Bienaventurados” si se puede imaginar, “Felices son aquellos de ustedes que son vituperados por el nombre de Cristo. Si alguno padeciere como cristiano”, capítulo 4, versículo 16, “no se avergüence, sino glorifique a Dios. Y aquellos que sufren encomiéndense al cuidado de Dios.” Usted aprende el sacrificio.

Creo que también él necesitaba aprender amor. Como puede ver, los líderes tienden a estar orientados a las tareas, en lugar de la gente, y simplemente pueden pisar a la gente. Y él necesitaba aprender amor. Y Jesús le dijo en Juan 21, ¿Me amas? ¿Me amas? ¿Me amas? Eso es lo que quiero Pedro, quiero que me ames. Y creo que esa es probablemente la razón por la que Jesús puso a Juan con él, para enseñarle acerca de eso.

Y usted se acuerda en Juan 13, cuando él Señor estaba lavando los pies y él viene a Pedro y Pedro dice, “Nunca me lavarás mis pies”. El Señor dice, “Estoy tratando de enseñarte una lección, Pedro. No la entiendes ahora, pero la ves a entender.” Y él dice, “quiero un baño completo. Adelante.” Y después el Señor dijo, “Ámense unos a otros como yo los he amado.” Él les había dado una gran lección del amor, y Pedro entendió la lección y más adelante en 1 Pedro capítulo 4, él repite la lección que él aprendió, “Sobretodo, tened amor ferviente entre nosotros, porque el amor cubrirá,” ¿qué? “multitud de pecados”.

Él aprendió, creo que él necesitaba aprender la valentía. También, en Juan 21, Jesús dijo, “Si me vas a seguir te va a costar tu vida. ¿Estás dispuesto?” Pero ya para ese entonces aprendió. En Hechos 4 él va enfrente del Sanedrín y él dice, “No me importan lo que digan, voy a predicar porque obedezco a Dios y no a los hombres.” Y él les dijo, “Bueno, ya no puedes predicar” y fueron a una reunión de oración y oraron que Dios les diera más valentía y salieron y predicaron aún más.

Y él necesitaba aprender sumisión, el Señor se la enseñó. Él necesitaba aprender el refreno, el Señor se lo ensenó. Él necesitaba aprender humildad, el Señor se lo enseñó. Él necesitaba aprender gracia, y sacrificio, y amor, y valentía y todas esas lecciones el Señor se las dio. Ahora, ¿cómo es que el Señor hace un líder? Él toma el material en bruto correcto, lo coloca en la experiencia correcta, con la enseñanza correcta, y salió con Pedro. ¡Oh que líder fue él! Los primeros doce capítulos de Hechos, él es el líder de la iglesia. Él es que toma la iniciativa para reemplazar a Judas con Matías, capítulo 1 de Hechos. Él se convierte en el vocero de la iglesia en Pentecostés, Hechos 2. Él junto con Juan curó al hombre cojo, Hechos 3. Él desafió al Sanedrín en Hechos 4. Él enfrentó la hipocresía de Ananías y Safira, Hechos 5. Él enfrentó el problema de Simón el mago, en Samaria, Hechos 8.

Él curó a Eneas y resucitó a Dorcas de los muertos, Hechos 9. Él llevó el evangelio a los gentiles, Hechos 10 y 11, y él escribió dos epístolas maravillosas y gloriosas en las cuales él repitió todas las lecciones que Jesús le enseñó y las transmitió a nosotros. ¡Qué hombre fue él! Él fue un hombre a quien Dios había tocado con su gracia. Podríamos decir con el escritor del himno, “Oh a la gracia, cuán deudor tan grande soy yo diariamente, me veo obligado a hacer que tu bondad como una cadena ancle mi corazón que se desvía ti. Tiendo a desviarme Señor, lo siento. Tiendo a dejar al Señor que amo, toma mi corazón, oh tómalo y séllalo, séllalo para tus patios arriba.” Él era el corazón que se desviaba que finalmente la gracia de Dios cautivó.

¿Cómo terminó para él? La tradición dice que la crueldad llegó a su vida a manera de la muerte. Y la tradición nos cuenta que él fue crucificado, pero antes de que fuera crucificado se vio forzado a ver la crucifixión de su esposa. Él tradicionalista Eusebio, un historiador escribiendo en su historia de la iglesia, dijo: “Él estuvo de pie de la cruz de su esposa, y le estuvo repitiendo a ella, ‘recuerda al Señor, recuerda al Señor’. Y después de que ella murió, él mismo fue crucificado y rogó que fuera crucificado de cabeza, porque él era indigno de morir como su Señor.” Él fue un líder, y usted y yo estamos aquí hoy porque él fue fiel a su llamado.

Dios quiere tomar el material en bruto de algunos de ustedes, meterlo en la experiencia correcta, enseñarles las lecciones correctas, y formar a los líderes correctos. Creo que la vida de Pedro puede ser resumida en las últimas palabras que él jamás dijo, son registradas en el último versículo de la última epístola que él escribió, 2 Pedro 3:18, aquí está su palabra para usted, “Antes bien creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora, y por los siglos. Amén.” Él podría decirle a usted que creciera, porque eso es lo que él tuvo que hacer.

Padre, gracias por nuestro tiempo en ésta mañana, por tu palabra en nosotros. Estamos agradecidos de nuevo por cómo toca nuestros corazones, y nos habla. Gracias por el ejemplo de Pedro. Gracias por lo que aprendemos de él. Pedimos Señor que Tú continúes enseñándonos conforme el Espíritu de Dios nos aplica éstas verdades a nuestros corazones. Levanta a líderes aquí, líderes que sean los que tú escoges, moldéalos y refínalos. Hazlos lo que Tú quieras que sean para Tú propia causa y para Tú gloria. Que crezcamos en gracia y en el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo. Padre, ahora trae al cuarto de oración a aquellos que tú quieres que vengan, lleva a cabo tú obra en todo corazón, bendice inclusive la clase de bautizo que está por seguir. En el nombre de Cristo. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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