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Vayamos juntos a estudiar la Palabra de Dios. Mateo, capítulo 13. Parte de nuestra adoración es enfocarnos en la verdad que Dios nos ha concedido y podemos adorarlo mejor al entender mejor Su Palabra y Su voluntad. Al ver Mateo 13 comenzamos el día de hoy con una mirada en profundidad a las parábolas de este capítulo maravilloso. Ahora, le confieso que he esperado por mucho tiempo profundizar en estas parábolas debido a su importancia tremenda para nosotros en esta época.

Como aprendimos en las últimas dos semanas, las parábolas de Mateo 13 son dadas por nuestro Señor para describir la naturaleza del Reino entre Su rechazo y Su regreso. Y describen la época de la Iglesia como la conocemos. Éste período de tiempo que es llamado la forma en misterio del Reino. Cristo todavía es el Rey, Su Reino está aquí. Es la parte del Reino, no obstante, que no fue vista en el Antiguo Testamento. El Rey fue rechazado. Él regresará a establecer su Reino profetizado. Pero mientras tanto, está esta forma en misterio no vista en el pasado que conocemos como la época de la Iglesia.

E hicimos la pregunta en los últimos dos domingos ¿cómo será este período? ¿Cómo será? ¿Será predicado el Evangelio? ¿Será oído? ¿Será creído? ¿Qué le sucederá al Reino en este período? Y nuestro Señor da las respuestas a Sus discípulos en siete parábolas. Son dadas en este capítulo y explicadas de manera maravillosa a nosotros, la época misma en la que vivimos.

Ahora, esta mañana queremos ver la primera parábola. Comienza en el versículo 3. “Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.” Ahora, como le señalamos, el Señor sabe cómo tomar el mundo natural y usarlo como un arma de gran precisión al instruir con la verdad espiritual. Y Él toma algo que puedan entender. Lo presenta al lado de algo que no entienden y después, explica lo que no entienden. Y eso es lo que es una parábola. Es una comparación. Cada una de estas historias está llena de verdad espiritual profunda. Y he descubierto que entre más tiempo usted pasa estudiándolas, y más las estudia, más ricas y más plenas se convierten.

Esta semana, conforme estudie esta parábola una y otra vez, creo que paseé unas 15 horas o más en esta parábola, simplemente viéndola y escarbando en ella, se volvió más y más rica y más y más rica, hasta que tuve que restringirme de desarrollar una serie a partir de esta parábola. Lo que es sorprendente es que, con toda la riqueza, con todo el amplio rango de ramificaciones de lo que es dicho por nuestro Señor, es sorprendente ver cómo cada parábola es presentada de una manera tan simple. Cómo el Señor tiene esa capacidad sobrenatural de quitar todas las palabras innecesarias para concentrarse en los términos mínimos. Y, sin embargo, expresar una profundidad increíble.

Ahora, la afirmación al principio ahí en el versículo 3, “he aquí el sembrador salió a sembrar” abre nuestro entendimiento de esta parábola en particular. Jesús está en territorio familiar conforme Él habla acerca de esto, porque había mucha vida agrícola en esa parte del mundo. Todo el mundo entendía el sembrar la semilla. Todo el mundo entendía lo que se involucraba en eso. Pudo haber sido que Jesús, conforme estaba ahí, en la costa en el mar de Galilea, en un barco, sentado ahí enseñando a la multitud que estaba congregada ahí en la costa, podían haber visto a la distancia y ver que esto se llevaba a cabo. Podían haber visto a un hombre que subía y bajaba, aventando la semilla, y ellos llevaban ahí en el hombro, una bolsa. Y la bolsa estaba llena de semillas y tenía una apertura.

Y ya estaba preparada la tierra, y el hombre metía la mano y sacaba una semilla y con su mano, la aventaba. Y él esparcía la semilla por donde iba caminando. Y él lo hacía en pasos ordenados, en una línea recta; y cuando llegaba al final de la línea, él comenzaba y daba la vuelta e iba en una línea recta y nunca fallaba en dar un paso. Y continuaba aventando la semilla. Y así era como se sembraba el campo, al aventar la semilla usando el método de transmisión de donde obtenemos la palabra transmisión en español en la radio. Y él avienta esa semilla. Jesús aquí indica que hay cuatro tipos de tierra sobre la cual caerá esa semilla. Veámoslas.

Primero está lo que llama la semilla que está al lado del camino en el versículo 4. “Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Ahora en Palestina, la cual estaba literalmente llena de campos, los campos eran normalmente campos largos y estrechos; y los hombres podían cultivar esos campos, los campos estaban separados de otros campos y otros campos por caminos. Los caminos eran de metro, metro y medio de ancho, eran caminos estrechos. Y esos caminos eran usados por el granjero para poder entrar en medio de los campos, para poder llegar al campo al cual él quería llegar. También eran usados por los viajeros que iban de una parte del país a la otra. Inclusive, encontramos en Mateo, capítulo 12, que el Señor Jesucristo y Sus discípulos estaban caminando en medio de los campos de grano. Y sin duda alguna, estaban caminando por esos pequeños caminos que eran usados para ese propósito. No había cercos que rodeaban los campos, no había muros que rodearán los campos. Simplemente, estos estrechos caminos para los viajeros y para que el granjero pudiera llegar a su área.

Y sin duda alguna, esto es lo que el Señor tiene en mente cuando habla acerca de la semilla que cayó junto al camino. La tierra sería comprimida, no cultivada, nunca era aflojada. Y eso, mediante las pisadas continuas y debido a la sequedad de esa parte del mundo, era compactada al punto en el que era como un camino. Era tan duro como el pavimento. Y cuando venía el granjero y aventaba la semilla, e iba más allá del campo y llegaba a caer en esa superficie dura, no podía penetrar el suelo. Estaba ahí, se quedaba ahí en la parte de arriba y las aves, sin duda alguna, estaban revoloteando por ahí hasta que el granjero le daba la espalda a esa parte del campo. Y conforme él comenzaba a dirigirse al siguiente campo, las aves bajaban y aterrizaban sobre la superficie dura y se comían la semilla. Y lo que no comían, dice Lucas, era pisado por los pies de los hombres que estaban pasando ahí en medio de los campos. Esa es la que estaba junto al camino. Las aves y los hombres quitaban las semillas que no podían penetrar la tierra.

Después, usted llega la tierra de pedregales en el versículo 5. “Parte,” y esto sería muy cierto, debido al método de sembrar la semilla, conforme la iban aventando y caía en diferentes lugares, y ésta caía en pedregales, en donde no había mucha tierra. “Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.” Y Lucas añade que no tenían humedad. No había raíz para capturar la humedad.

Ahora, ¿qué es esto? Bueno, no está hablando de tierra con rocas, porque cualquier granjero que cultivaba un campo se asegurara de que todas las rocas fueran quitadas. Pero básicamente, Israel, en términos de su tierra, tiene plataformas de roca en muchos lugares. Estas plataformas de roca aparecen y están muy cerca de la tierra, de tal manera que está a centímetros abajo de la tierra; y abajo de la tierra había roca sólida, una plataforma de roca. Y cuando cultivaban el campo, quizás usted no veía eso, quizás no podía en el proceso de cultivo, romper esa plataforma de roca.

Y entonces, exactamente abajo de la tierra, está esta plataforma de roca. Y conforme la semilla cae, y comienza a germinar y trata de echar sus raíces, le pegan a la plataforma de roca. No tiene ningún lugar adonde ir. Toda la humedad y todo el sol está ahí y genera la vida, de tal manera que germina, probablemente, más alto que el resto del grano y las otras semillas que están cayendo en ambos lados, usando su energía para ir en ambas direcciones. Está, florece inmediatamente. Pero cuando el sol sale, se muere, porque sus raíces no son lo suficientemente fuertes como para mantener la humedad o para encontrar humedad. Y la plataforma de roca, las estorba y mueren en el calor del verano.

Ahora, el versículo 7 nos presenta la tierra con arbustos. En esta tierra hay malezas: “Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.” Se ve bien y se ve lista. Y la semilla cae ahí en esa área y comienza a germinar. Pero también hay raíces fibrosas de malezas que tienden a ahogar esa vida. Como puede ver, los matorrales son naturales en esa tierra. Pertenecen a esa tierra. Encajan en esa tierra. Están en casa en esa tierra. La siembra del grano es un elemento que no es parte de esa tierra, no es natural. Tiene que ser cultivada de manera cuidadosa. Y los matorrales, en su tierra natural, simplemente dominan de manera total y estrangulan y ahogan y crecen rápidamente; y sus hojas salen y proveen sombra de tal manera que no puede haber sol o humedad. Y no hay suficiente lugar para que todos compartan los nutrientes de esa tierra. Entonces, la buena semilla muere.

Finalmente, en el versículo 8 está la tierra buena. “Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.” Ahora, aquí hay tierra profunda, suave, limpia. Es suave, a diferencia de la tierra que estaba en el camino. Es profunda, a diferencia del suelo en donde está la plataforma de roca. Y es limpia, a diferencia de la tierra que está apestada de arbustos. Y ahí, la semilla irrumpe a la vida y trae una cosecha tremenda. A ciento, a sesenta, y a treinta por uno. Por cierto, se nos dice que el promedio debía haber sido siete punto cinco; una buena cosecha, sería un décimo. Entonces, estamos hablando de una cosecha tremendamente fructífera.

Ahora, la parábola es muy simple. Un hombre sale y avienta semilla. La semilla cae en cuatro tipos de lugares. Cae en un camino duro, donde nunca germinará. O es recogida por las aves y pisada bajo los pies de aquellos que caminan por el camino. Parte de la semilla cae en tierra pedregosa, germina por un tiempo debido a que el sol y el agua están ahí para comenzar; responde al crecer, pero su crecimiento es hacia arriba y no tiene raíz. Y cuando el sol arde y quema esa planta, no encuentra recurso abajo de esa planta y muere. Y después, esta esa semilla que cae en el suelo de arbustos y es estrangulada y ahogada por lo que ya vive ahí. Y lo que es natural para ese lugar. Y después, está esa semilla que cae en tierra suave, rica, profunda, buena, limpia. Y crece y produce una cosecha tremenda.

Ahora, el versículo 9 simplemente dice “el que tiene oídos para oír, oiga.” ¿Qué quiere decir eso? Si usted puede entender esto, entonces entiéndalo. Si puede entender el mensaje, entonces entienda el mensaje, porque es un mensaje importante. Usted dice: ‘bueno, ¿quién es el que puede oír?’ Bueno, es esa la razón por la que tiene los versículos 10 al 17, en donde entramos la última vez. El que tiene oídos para oír, oiga. El que puede entender esto, entiéndalo.

Y aprendimos la última vez que las únicas personas que pueden entender esto son las personas que creen en el Rey, ¿verdad? Son las personas que son redimidas que están en el Reino. Y debido a que usted está en al Reino, el Rey promete explicarle a usted el significado de esto.

Como puede ver, el beneficio de ser un cristiano no es que usted obtenga algún tipo de conocimiento académico instantáneo. Usted obtiene algo de sabiduría instantánea para poder entender todo por sí solo, ¿no? El hecho de que usted se haya convertido en cristiano no significa que usted entienda por sí solo algo mejor. No obstante, significa que Dios promete enseñarle a usted el significado de Su palabra. Y entonces, ahora Él dice, ‘si pueden entender, entonces entiendan’. Y la pregunta que surge inmediatamente es: ¿quién puede entender?

En primer lugar, él dice, ‘bueno, hay algo seguro: las personas con los corazones duros, y los oídos sordos, no pueden entender’. Y entonces, él cita ahí a Isaías y dice en el versículo 15: “porque el corazón de este pueblo se ha engrosado. Y con los oídos oyen pesadamente y han cerrado sus ojos y demás.” No van a ser las personas que me rechacen, no van a ser las personas que no me aceptan.

¿Quiénes van hacer? Versículo de 16: “Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.” ¿Quiénes pueden oír? Sólo ustedes pueden oír. Y sólo ustedes pueden oír. Esto, entonces, es dado para encubrirlo de aquellos que no creen y es revelado a aquellos que creen, porque el Señor va a enseñar. En Marcos 4, los discípulos vinieron a Jesús y le dijeron: “explícanos el significado de la parábola.” Y cuando ellos estaban apartados de la multitud, Él les explicó el significado de la parábola. Pero sólo aquellos que conocen al Rey tienen la promesa de que Él será su maestro.

Él comienza, entonces, en el versículo 18, a explicar el significado de la parábola. “Oíd, pues, vosotros…” Les dice. Entonces, dice el versículo 9: “El que tiene oídos para oír, oiga.” ¿Quiénes son ellos? Versículo 16: “Pero bienaventurados … vuestros oídos, porque oyen.” Por lo tanto, versículo 18 dice: “Oíd, pues, vosotros…” Ustedes pueden, entonces aprovechen esto. Escuchen lo que digo. Y creo que está hablando de que entiendan el mensaje espiritual, que entiendan la connotación más profunda. Aquí viene la interpretación. Veamos el versículo 18 y entremos a la interpretación. “Oíd pues, vosotros, la parábola del sembrador.”

Ahora, aquí tenemos que hacernos una pregunta, porque es obvio quién es el sembrador. ¿Quién es el sembrador? Bueno, parece ser más bien obvio que el sembrador es el Señor Jesucristo. Y esto confirmado más adelante en el capítulo, conforme el Señor es visto en otra parábola haciendo lo mismo. El versículo 37 dice: “el que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.” El Señor es el sembrador original. Él es el que coloca en primer lugar la semilla en la tierra.

Y usted dice: “bueno, ¿qué es la semilla?” Bueno, lo dice en el versículo 19: “cuando alguno oye la palabra del Reino…” La semilla es la Palabra, la semilla es la Palabra del Reino, es la revelación de Dios. Lucas 8:11, un pasaje paralelo dando la misma parábola dice “la semilla la palabra de Dios”. El mensaje acerca del Rey y su Reino es el Evangelio. Y el primer sembrador del Evangelio fue el Señor mismo.

¿Pero podría añadir algo? Cualquier persona que siembre lo que Jesús sembró primero, es un sembrador. Si usted repite el mensaje de Jesucristo, usted se vuelve en un sembrador. Si yo repito el mensaje de Jesucristo, yo me convierto en un sembrador. Marcos 14:11 dice que el sembrador sembró la Palabra. Entonces, cualquier persona que siembra la Palabra, se convierte en un sembrador. Jesús fue el primer sembrador, y nosotros, quienes lo seguimos al dar su mensaje, también somos los sembradores.

William Arnot dijo, y cito: “como toda hoja del bosque y toda la onda del lago, que en sí recibe un rayo de luz, puede volver a reflejar el sol y volver a esparcir la luz por doquier, de la misma manera, toda persona joven o persona de edad que reciba a Cristo en su corazón puede y publicará con su vida y sus labios ese nombre bendito.” Fin de la cita.

Entonces, todos somos los sembradores que aman a Cristo, que recibimos Su mensaje, que lo trasmitimos a otro. La semilla, entonces, es la Palabra de Dios. Entonces, estamos sembrando el Evangelio, el mensaje del Reino.

Y quiero apresurarme en explicar un punto aquí. ¿Y sabe una cosa?, semilla. La semilla, simplemente en su sentido natural, no puede ser creada. Si llegamos a perder las semillas, si perdemos la semilla, nunca podríamos causar que las cosas crecieran. Dependemos de aquello que crece y produce más semilla, porque, en su origen, vino de Dios. Dios es quien creó la semilla y las semillas se reproducen a sí mismas. Si llegamos a perder la semilla, nunca podríamos reproducirla. No podríamos crearla.

Y lo mismo es el caso de la semilla de la Palabra de Dios. Dios no nos llama a crear nuestro propio mensaje. Dios dice “tomen aquello que ha sido sembrado y vuélvanlo a sembrar.” No debemos producir una nueva producción de información. Debemos edificar sobre la revelación de la Palabra de Dios y dependemos, entonces de manera total de la revelación divina tanto de que Dios crea la semilla en primer lugar que se reproduce a sí misma y nos trae el fruto que comemos inclusive en la actualidad. Entonces, la semilla es la Palabra. La semilla es la Palabra.

Y simplemente quiero añadir como comentario al margen que la palabra incluye la palabra escrita; pero dentro de ella, está la palabra viva. Es como si la Biblia fuera del cascarón y el Cristo vivo es la semilla que está dentro del cascarón. Entonces, inicialmente es Cristo sembrando la Palabra de Dios, conteniendo la semilla la Cuál es el mismo. Él es tanto el sembrador como la semilla. Somos los sembradores que siembra la semilla. El cascarón, la cáscara, es la Palabra de Dios. Y adentro, está la vida del Señor Jesucristo.

Entonces, la parábola es acerca de esto. Es acerca de predicar el Evangelio. De eso es. Es acerca de predicar la Palabra acerca del Rey y Su Reino. Hablarles a los hombres que Jesús es el Rey, Él ha venido a traer un Reino. Hablar a los hombres de cómo es Él rey, de cómo entrar a Su Reino. Hablar a los hombres de cómo es Su Reino y lo que promete hacer en la vida y muerte y eternidad. Todo es acerca de las buenas noticias del Rey y Su Reino. Estar en el Rey, estar en el Reino, son lo mismo.

Entonces, estamos hablando de predicar. Ahora, llegamos a las tierras. Aquí está el enfoque primordial de la parábola. Es cómo los hombres responderán al Evangelio. Cuando es predicado, ¿cómo responderán? Ahora, hablemos de las tierras por un momento. Hemos visto que hay cuatro tipos de tierras. Permítame decir esto y quiero que entienda esto. Todas las tierras son básicamente lo mismo. La tierra es tierra, y es tierra sea tierra dura, suave, tierra con rocas debajo de ella o tierra con arbustos en ella; la tierra es tierra; y es tierra. Todo esto está hablando de la misma parte del mundo.

El tema no es específicamente la tierra; el tema es lo que ha influenciado a la tierra, la condición en la que se encuentra. Esto quiero decir, entonces, que todos los hombres pueden recibir la semilla, ¿verdad? Toda la tierra podría recibir la semilla si fuera abierta, si fuera limpiada de arbustos. Entonces, el punto es esto, aquí viene la clave de la parábola, el resultado de oír el Evangelio y la vida de un individuo depende de la condición del corazón de esa persona. ¿Escuchó eso? Eso es lo que Jesús está enseñando. El resultado de la predicación del Evangelio va a depender de la condición del corazón del oyente.

Ahora, sabemos que la tierra se refiere al corazón porque nos dice eso en el versículo 19. “Cuando alguno oye la palabra del Reino y no la entiende, viene el malo y mata lo que ha sembrado en su corazón.” Corazón es lo mismo que tierra. Como puede ver, el asunto es la condición del corazón. Eso determina la recepción del Evangelio. Y Jesús está diciéndole a estos discípulos, que en este punto están preguntando qué sucederá, ‘has sido blasfemado, has sido procesado, el Reino no puede venir… Todo está perdido… ¿Qué pasará ahora?’ Y Él les dice ‘les voy a decir lo que va a pasar, ustedes van a salir y van a salir, así como Yo salí y ustedes van a sembrar. Van a sembrar la semilla, la cual es la Palabra de Dios y van a predicar el mismo mensaje acerca del mismo Rey y el mismo Reino.’ ‘Pero Señor, ¿qué va a pasar?’ ‘Van a pasar muchas cosas, pero va a depender de la condición del corazón del oyente.’ Y creo que el punto básico de la parábola, y escuche esto, es alentar a los apóstoles, que habrá semilla que caiga al lado del campo. Tiene que saber eso, de lo contrario se va a desilusionar mucho. Y también habrá suelo con piedras. Y habrá suelo con arbustos. Pero también habrá suelo bueno, tierra buena, que va a dar frutos a treinta, sesenta y a ciento por uno. Es una parábola alentadora. Es una parábola para ayudarles a ver el ministerio con emoción, con expectativa de que Dios va a producir resultados.

Ahora, la marca de la salvación en las tierras es fruto. Y sólo una de cuatro lo demuestra. Y ése es un punto muy importante. La salvación es manifestada por el fruto. No por las hojas, sino por el fruto. Y si usted no entiende eso, usted se va a confundir en la parábola. Entonces, usted va a conocer a cuatro tipos de oyentes. Cuatro tipos de personas que responden al Evangelio. Y son característicos de nuestro día. Entonces, estas son las cosas que realmente vamos a poder identificar.

Número uno, vamos a llamar a este el oyente que no responde. El oyente del camino. Versículo 19: “Cuando alguno oye la Palabra del Reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Éste es el que fue sembrado junto al camino.” La semilla cayó en superficie dura, no pudo penetrar esa superficie dura. Las aves revolotearon por ahí, esperaron hasta que el hombre se fuera, descendieron y llegaron a la superficie y se comieron la semilla. Y el resto, dice Lucas, fue pisado.

Ahora, ¿qué es esto? Este es el hombre que es duro de corazón. Muy simple. Este es el hombre en el Antiguo Testamento que es llamado duro de cerviz. Este es el hombre que no responde, no responde. No pone atención, no le preocupa, es indiferente, es descuidado. No quiere tener nada que ver con ello. Simplemente, llega ahí y rebota. Y Satanás es visto como las aves. El maligno que viene y arrebata la semilla, de tal manera que aún como dijo el Señor antes en el capítulo, aquello que él tiene es perdido porque no responde a ello. Esto es descuido autodestructivo.

En otras palabras, esta es una condición del corazón humano que ha sido tan golpeado y golpeado y golpeado por las pisadas de las multitudes mezcladas de pecados que pasan por la vida, que simplemente no hay sensibilidad en absoluto. Éste es el corazón que no conoce el arrepentimiento, no conoce la tristeza por el pecado, no conoce la culpabilidad, no conoce la preocupación por cosas que realmente importan. Simplemente, se permite a sí mismo ser pisado y pisado y pisado por la multitud mezclada, ser pisado por los pies que marcan los pecados de la vida día, tras día, tras día, tras día. Nunca ha sido quebrantado, nunca ha sido suavizado por la convicción, un corazón duro, indiferente, que se ha endurecido.

Yo creo que esto podría ser mejor visto en el necio de proverbios. El necio que aborrece el conocimiento. El necio que aborrece instrucción. El necio que menosprecia la sabiduría. El necio que es duro de cerviz. El necio que tiene un corazón duro. El necio que dice en su corazón que no hay Dios. Este es el necio que no oye, cuya mente está cerrada, que no quiere ser molestado en absoluto, que dice ‘déjanos solos’. Y todos los hemos conocido, ¿no es cierto? Digo, usted ha aventado su semilla y simplemente rebota, nada, no hay penetración.

¿Y no dice ahí que mucho tiempo después, Satanás viene y se la lleva? La limpia. Usted pregunta qué es esto. Bueno, esto es lo mismo que 2 Corintios 4:4, en donde dice que Satanás, quien es el dios de este siglo, ha cegado la mente de aquellos que no creen, de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del Evangelio glorioso.

En otras palabras, cuando alguien no responde al Evangelio inicialmente, cuando están endurecidos de corazón y son duros de cerviz, Satanás simplemente arrebata la semilla. El simplemente los ciega para que no vean su valor verdadero. ¿Cómo lo hace? Bueno, hay muchas maneras diferentes. Un modo en el que lo hace es enviando falsos maestros para decir que todo eso era mentira. ‘No crean eso.’ Otra manera en la que él arrebata la semilla es por el temor del hombre. La gente no responde a ella porque les da miedo que puedan perder su reputación o puedan ser expulsados de su pequeño grupo o alguien pueda pensar que son un fanático religioso.

Algunas veces, Satanás usa el orgullo. La gente simplemente cree que lo sabe todo. Simplemente, no quieren admitir que necesitan algo de ayuda, que necesitan algo de información, que hay algunas cosas que no conocen. Algunas veces, Satanás la arrebata a través de la duda. Algunas veces, la arrebata través del prejuicio. Algunas veces, a través de la obstinación. Algunas veces, a través del amor al pecado. La persona no quiere dejarlo. Algunas veces, a través de ‘dejarlo para mañana’. Pero de una u otra manera, o en una combinación de maneras, cuando llega a este suelo duro, Satanás la arrebata y la persona olvida fácilmente que llegó a su vida. Que llegó a su corazón. Hay muchas personas así.

Y creo que usted debería examinar su corazón en este punto. ¿Es usted ese camino seco, duro, que está al lado del campo? Quizás usted esté en la orilla de la religión y la actividad, pero los pecados simplemente han pegado y pegado y golpeado y golpeado y han compactado, han comprimido la tierra de su corazón hasta que ha llegado un punto en el que no producen nada y no responde a Dios. Hay personas así. Y algunas de ellas, están en la orilla, muy cerca. Y muy cerca de la verdad. Entonces, esperamos eso. Esperamos eso cuando predicamos el Evangelio. Jesús dijo “espérenlo.”

Hay un segundo tipo. Y ese es el oyente del suelo pedregoso. Versículo 20: “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la Palabra, y al momento la recibe con gozo.” Ahora, éste me cae bien. Esta es la persona que oye la Palabra e inmediatamente la recibe con gozo. Y la indicación es que no hay mucho pensamiento aquí involucrado, no hay mucho análisis. Es algo así como una respuesta rápida. Una especie de respuesta sentimental, una especie de euforia emotiva, una especie de emoción instantánea sin calcular el costo, sin entender la importancia real.

Hay un afecto cálido, hay un buen sentimiento y hay mucho gozo y la semilla germina. Y hay mucha energía aquí y todo es externo y está por fuera, porque no hay nada por debajo. Porque esa plataforma de roca de resistencia todavía está ahí y se resiste al verdadero arrepentimiento, al quebrantamiento verdadero, a la tristeza verdadera por el pecado. Simplemente, hay una superficie suave, eso es todo. Y hay personas así. Realmente, nunca enfrentan los problemas reales. Ellos simplemente, en cierta manera, se suben al vagón de Jesús. Todo se ve también.

¿Y sabe una cosa?, los vemos y vemos que eso germina y hasta puede verse más alto y verse más rápido que el resto de las personas que realmente van a dar fruto, porque todo va hacia arriba. Y esos son los que vemos y decimos “ah, ése es real. Hombre, qué real, mira el gozo. Mira las lágrimas y el gozo, eso tiene que ser real.” ¿Alguna vez ha visto eso? Y tres meses después, ya no están. Se fueron. Y todo lo que había ahí, era euforia. Era todo emoción.

Quizás querían pertenecer o quizás eran casarse y de pronto, dijeron ‘yo soy cristiano’ y quizás querían casarse con usted y de pronto, usted dijo ‘soy cristiana’ y ellos dijeron muy bien. Y ellos están todos gozosos y resulta que no eran lo que es parecían ser. O quizás, la persona está saliendo de un problema profundo y busca el cristianismo. Y hay una especie de sentimiento instantáneo. Lo tengo ahora, Dios está de mi lado. O quizás, hubo aún evangelismo inadecuado. Y hay tanto de esto que se lleva a cabo en la actualidad que simplemente, se habla de obtener una relación con Jesús feliz y demás. Y se suben al vagón y ahora hay una felicidad y un gozo que viene porque pertenecen, porque encontraron aceptación. Usted ha sido amable con ellos. Tienen el sentido de que todo está bien y todo es en realidad maravilloso, pero realmente, nunca han escarbado debajo de la superficie. Son como el hombre que edificó la casa sobre ¿qué? Arena. Ellos construyen la casa, muy bien. Está ahí. La estructura religiosa está ahí, nada se sostiene. Gozo superficial.

Ahora, si usted ve el campo al principio, usted realmente no se da cuenta, no identifica a estas personas fuera de que sobresalen, porque son más altas que el resto de la gente. Usted dice “hombre, tiene que ser real. Míralo, ¿no es eso emocionante?” Y usted regresa un poco después cuando viene el verano y la humedad es muy limitada y el sol está muy caliente y usted los ve muertos. Y dice en el versículo 21 “pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la Palabra, luego tropieza, pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración.” Nunca fueron redimidos. Él, en cierta manera está aceptando la semilla, pero nunca realmente ha sido genuino.

Soporta por un breve tiempo, y ¿qué es lo que finalmente lo hace desertar? Tribulación y persecución, thlipsis. Presión y sufrimiento debido a la Palabra, debido a que usted pertenece a Cristo, debido a vivir la Palabra de Dios, debido a que se identifica con el Señor Jesucristo; de pronto, viene algo de presión. Quizás, haya algo de presión para comenzar a vivir realmente la vida cristiana. Quizás, enfrenta presión. La gente que le rodea usted dice: “quiero reunirme contigo en un estudio bíblico, quiero reunirme contigo para orar. Quiero discipularte.” Y, de pronto, usted comienza a sentir la presión que viene.

Y luego, hay persecución. Usted es un cristiano y habrá la gente comienza a decirle cosas acerca de usted. Comienzan a molestarlo, comienzan a criticarlo. Bueno, este tipo de persona no va a sobrevivir eso porque no hay raíz ahí, no hay profundidad. Esto los va a hundir. Y dan evidencia de que realmente no es real su respuesta inicial.

Ahora, esto nos ayuda tanto, ¿no es cierto? Es tan útil porque nos dice que debemos esperar esto. Yo sé que cuando yo oro por alguien para que reciba a Jesucristo, puede ser este tipo de persona. Y cuando usted ve una especie de respuesta muy inmediata e instantánea, y una especie de respuesta eufórica, hay algo en usted que dice ‘esto podría ser la tierra con piedras’. Esta podría ser la tierra pedregosa. ¿Dónde está la profundidad y el quebrantamiento y el calcular el costo?

William Arnot dijo en el año 1896, cuando él comentó acerca de esto, y cito: “si la ley de Dios nunca ha quebrantado el corazón de piedra y lo ha hecho contrito, de tal manera que esté herido, usted puede recibir el Evangelio en base a alguna suavidad superficial temporal y obtener su religión de manera más fácil y rápida que otros que se han visto quebrantados de manera más profunda. Pero usted, quizás no lo retenga. El que perseverare hasta el fin, éste será salvo. El que se queda a la mitad, no lo será.” Fin de la cita.

Y entonces, esperamos eso. Tribulación, presión, sufrimiento, por causa de Cristo. Todos los que quieran vivir piadosamente, dice 2 Timoteo 3:12, padecerán persecución. Y entonces, cuando la persecución y la presión vienen, se van. Los hemos tenido aquí. Los he bautizado, inclusive, he orado por alguno de ellos. Inclusive, he pasado horas discipulando a algunos de ellos. Y no puedo saberlo hasta que viene la presión. Hasta que viene la persecución.

Y después dice, al final del versículo 21, “tropiezan.” Son escandalizados. Significa básicamente la palabra de caer en una trampa. Son atrapados. Son ofendidos. Entonces, cuidado con la conversión que todo es risas y carece de la actitud de bienaventuranza. Cuidado con ese tipo de actitud que sucede con tanta frecuencia en la actualidad en las presentaciones superficiales del Evangelio que con mucha frecuencia se ve en la televisión y en otros lugares.

Ahora, como simplemente comentario al margen, la aflicción y la persecución, entonces, se convierten en algo muy importante para el Reino de Dios, porque la persecución y la aflicción van a hacer dos cosas. Una, la persecución y la aflicción van a matar a los creyentes falsos. Y, en segundo lugar, van a fortalecer a los creyentes verdaderos, ¿verdad? Primera de Pedro 5:10 dice: “después de que habéis sufrido, el Señor os perfeccionará.”

Entonces, realmente debemos desear esto, porque la aflicción y la persecución van a matar a los falsos y van a fortalecer a los verdaderos. Un elemento muy importante. Si su confesión de Cristo, no importa cómo la defina, si su confesión de Cristo - estoy hablando de usted a nivel personal - no emana, no sale de una convicción profunda, interna de su pecado, si no es el resultado de un sentido profundo de que usted está perdido, si no incluye un deseo tremendo porque el Señor lo limpie y lo purifique y lo guíe a usted; si su confesión de Cristo no involucra un hambre profunda por negarse a sí mismo y sacrificarse a sí mismo y una disposición a sufrir por causa de Él, entonces usted no tiene raíz. Y sólo es cuestión de tiempo. Y algo va a suceder y usted va a quemarse y morir, porque usted no está dispuesto, como dijo Jesús, a tomar su cruz y seguirlo. Y si usted no está dispuesto, usted no es digno de ser Su discípulo.

Sólo Dios puede quebrantar ese corazón de piedra. Y usted tiene que tener ese tipo de corazón. Usted necesita orar y pedirle al Señor por que haga lo que Él prometió hacer por Israel en Ezequiel 36:26, cuando Él dijo: “quitaré vuestro corazón de piedra y os daré un corazón de carne.”

En tercer lugar, aquí está el versículo 22: “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la Palabra,” note usted que todos oyen la Palabra. Y la Palabra, nuevamente, está indicando que eso es la semilla… “pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas,” lo cual es el corazón y el alma de la mundanalidad, vivir para lo mundano, vivir para las cosas de este mundo, los afanes de este siglo. Su carrera, su casa, su automóvil, su trabajo, su guardarropa, su prestigio, su apariencia. Y las riquezas engañan, son mentirosas. Traspasan muchos, muchos corazones. Lea 1 Timoteo 6. Son engañosas y el amor de las riquezas es la raíz de todos los males.

Y entonces, Él ahí dice: estos son los que oyen, pero nunca limpian la tierra. El mundo todavía está ahí. Y el dinero todavía está ahí. Esto es exactamente porque Jesús dijo “no podéis servir a Dios y a las riquezas”. O aborrece a uno y ama al otro, o ama a uno y aborrece al otro. Esa es la razón por la que Juan dijo “si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.”

Usted no puede ser un hombre de doble ánimo. La tierra que va a producir el fruto debe ser limpiada de eso. Y esa es la razón por la que estoy tan convencido en mi corazón que la verdadera salvación sólo ocurre donde hay arrepentimiento verdadero. Donde hay una disposición a enfrentar con el pecado en la vida. Y esa es una obra de Dios maravillosa y de gracia.

¿Sabe una cosa? El Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha diseñado un nuevo sistema interesante cuando están tratando de ayudar a los granjeros a plantar su semilla y demás. Han desarrollado una solución de alcohol etílico de 6%. Y cuando ellos van a un campo en el cual van a plantar, cubren ese campo con esta solución de alcor etílico al 6% y hace que los matorrales crezcan. Digo, a los arbustos les encanta. Y simplemente, germinan como locos. Y ése es el punto. Hacen que salgan todos los arbustos y una vez que los arbustos ya salieron y crecieron, ellos los pueden quitar de manera mecánica. Y lo que ellos descubrieron es que en lugar de limpiar por temporadas los arbustos, es un proceso que se extiende a largo plazo, más allá de cinco años antes de que tengan un problema, con los nuevos que llegan por el viento.

Yo creo que hay un paralelo interesante en ese sentido, que conforme usted como individuo viene al Señor Jesucristo, debe haber una disposición a enfrentar todo lo que hay en su vida, a sacarlo y quitarlo. Y creo que eso es parte de la verdadera conversión. En eso consiste. Y yo sé que hay personas que dicen ‘bueno, no tiene que hacer nada para ser salvo. Simplemente cree y eso es todo.’ Pero creo que eso se oye muy parecido a la tierra pedregosa. Y se oye muy parecido a la tierra con espinos o a la tierra de arbustos.

Ahora, la tierra es buena. Es simplemente impura. Alguien está tratando de aferrarse a algo al mismo tiempo que quiere la Palabra de Dios y quiere todo lo demás. Pero como puede ver, todo lo demás, y aquí este punto clave que mencioné hace algunos cuantos minutos atrás, todo lo demás es parte de la naturaleza de esa tierra. Los arbustos florecen, ése es su hogar natural. Cuando usted mete la semilla, que es un elemento que no es parte natural de esa tierra, tiene que ser cuidada y nutrida y cultivada. No puede sobrevivir. La tierra está limitada en lo que puede dar. Sólo hay cierto nivel de nutrición ahí. Y si está tratando de dar vida a todos los arbustos, no va a sobrevivir. No va a poder proveer lo que necesita la semilla para sobrevivir. Es un pensamiento importante. No hay nada de malo con este sembrador, por cierto. No hay nada de malo con la semilla. No hay nada de malo con la tierra tampoco. Nada más que es la condición en la que estaba. La gente no se salva cuando sus corazones todavía están ocupados con las cosas del mundo. La van a ahogar. La van a ahogar.

Ahora, todas estas palabras hasta aquí, nos dejan con un sentimiento negativo. Va a haber personas que se resistan de manera total y ¡hombre!, todos hemos visto eso. Habrá personas que germinan rápidamente. Y después, habrá personas que tratan de ir de la mano con el mundo. También hemos visto a éstas, ¿no es cierto? ¿Alguna vez se ha preguntado acerca de estas personas? Usted dice ‘bueno, usted sabe, vienen a la Iglesia y nunca parecen comprometerse.’ ¿Verdad? Siempre parecen están preocupados por las cosas del mundo: el dinero, la carrera, la fama, la fortuna; siempre quieren satisfacer los deseos de la carne.

Está esta persona que siempre dice que es cristiana pero, no puede ser fiel. No puede ser fiel en un matrimonio, que no le importa o parece no importarle una vida pura. O la persona que simplemente vive toda su vida para ganancia personal, el prestigio personal, el dinero personal, las empresas y ése es el objetivo de su vida. Y bien podría ser que esta persona simplemente es tierra con arbustos. Y, sí, germina la semilla y se ve tan bien. Pero eventualmente, es ahogada y en cierta manera, se desvanece.

Todos hemos visto a personas así. Hay algunos así que están sentados en este momento aquí. Algunos de ustedes. Realmente, nunca han quitado la basura, nunca han quitado al mundo ni a las preocupaciones de esta época ni el engaño de las riquezas; y la semilla es ahogada. Entonces, el Señor dice que ‘van a tener que esperar eso’.

Esto es tan profundo, no les puedo decir lo profundo que es esto. Cuando Jesús dijo esto, todo esto es profético y esto es exactamente lo que vemos en la Iglesia en la actualidad. Esto es lo que vemos en el Reino. Y todos nos rascamos la cabeza y decimos: ‘¿sabes una cosa?, quizás perdieron su salvación.’ Pero Jesús está diciendo aquí que nunca la tuvieron, ¿no es cierto? Ese es el punto. ¿Cuál es la marca de salvación en esta parábola? ¿Cuál es? Fruto. Fruto. Y siempre es así. En Juan 15, si usted no da fruto, Él lo corta usted y lo arroja al fuego. Ése es el infierno para la gente que no tiene fruto. Porque no están en la vid, esa no es salvación. Eso es apegarse a Jesús. Esa es la realidad. Lo que marca la salvación es dar fruto. En otras palabras, un verdadero creyente manifiesta fruto. Y eso nos lleva a la última tierra.

Versículo 23: “Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la Palabra”. Marcos dice “la acepta”. Lucas dice “persevera en ella”. “Y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” Ahora, esta es tierra muy productiva. Tres mil por ciento, seis mil por ciento, diez mil por ciento. Esta es su producción. Ahora, ¿sería tan amable de notar algo aquí? Esta es tierra como el resto de la tierra, pero era buena debido a su preparación. No había arbustos, no había rocas, no había superficie dura.

Y yo creo que este es el clímax de toda la parábola. Aquí es donde el Señor nos está probando. Aquí hay buena tierra ahí afuera. Realmente, la hay. Ahora, ¿no es esa una promesa maravillosa? Digo, todos nos hemos encontrado con la tierra dura, ¿no es cierto? Y usted se va y usted se desanima. Y todos nos hemos encontrado con la tierra que germina rápidamente. Y usted está tan emocionado y en cierta manera, cuando el pasa el tiempo, se desvanece y se muere y dice: “Ayy…” Y es muy desalentador. Y todos hemos conocido a esas personas en las que hemos invertido tiempo, pero son de doble ánimo y nunca sueltan al mundo. Y finalmente, se desvanecen y nos desanimamos y nos preguntamos si valió la pena todo esto. Pero después, viene esta última y el Señor dice: “la buena tierra está ahí afuera.” Esta ahí afuera. Usted sea fiel.

Amados, la marca definitiva de salvación es dar fruto, ser fructífero. ¿Qué es fruto? ¿Qué es? Es producto, es evidencia de vida divina. Si lo quiere oír de manera simple, Pablo lo expresó de esta manera: “el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.” En otras palabras, usted ve una vida, usted ve gentileza, paciencia, fe, mansedumbre, dominio propio, amor, gozo y paz. Y usted lo ve a largo plazo, de manera continua, porque el fruto es algo continuo. Ése es fruto de actitud.

Y después, nos dice Pablo al escribirle a los colosenses y a los tesalonicenses y a los filipenses, que debía haber fruto de conducta justa. De tal manera que el fruto es una actitud correcta y fruto es una obra correcta. Actos correctos. Pablo nos dice en Romanos que fruto es ganar a personas a Jesucristo. Él dijo: “quiero venir y tener algo de fruto entre ustedes como lo he tenido en otros lugares.” El fruto es Dios operando, manifestándose en la actitud y manifestándose en la acción. Fruto es Dios produciendo realidad espiritual en nuestra vida. Enséñeme usted a alguien que no tiene manifestación de esos atributos, alguien que no tiene manifestación de obras justas como Dios considera la justicia, y le voy a mostrar a alguien, sin importar cómo se puedan ver en la superficie, quien va a morir. El fruto es lo que importa. Inclusive en el Salmo 1 dice que la verdadera persona, el creyente verdadero es como un árbol plantado junto a corrientes de aguas que da ¿qué? Fruto a su tiempo. El fruto siempre es la marca de la fe verdadera.

En Juan 15, los pámpanos verdaderos produjeron fruto. En Efesios 2:10, Pablo dice: “vosotros sois hechura Suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Él preparó de antemano para quien anduviésemos en ellas.” No es que usted nunca va a hacer algo mal. Realmente es esto: que uno que verdaderamente es tierra buena, tiene un deseo consumidor por ser productivo, por dejar que Dios produzca a través de su vida. Inclusive cuando hay fracaso, hay gran quebrantamiento por el fracaso, porque el deseo es ver a Dios operando.

Ahora, observe también otro pensamiento. Dice que habrá algunos que darán fruto a ciento, algunos a sesenta y a treinta por uno. No todo el mundo es igualmente productivo. Dios usa a personas de manera diferente. Y hay algunos cristianos que realmente nunca caminan como debieran caminar y viven la vida dando futuro a treinta por ciento, cuando podrían dar fruto a sesenta o a ciento por uno. Y cuando decimos que los cristianos siempre van a ser fructíferos, no estamos diciendo que todos los cristianos siempre van a ser tan fructíferos como deberían ser o podrían ser. Porque cuando desobedecemos, restringimos eso.

Pero quiero apresurarme a añadir que todos los cristianos en este punto en la parábola comienzan. Y treinta y sesenta es tres veces lo que era inclusive normal. De tal manera que un creyente verdadero, no es alguien a quien usted tiene que estar examinando, buscando atrás de las hojas para tratar de encontrar un pedazo de fruto colgado en algún lugar. Un creyente verdadero es alguien cuyo fruto es multiplicado y es manifiesto. Y sólo es un fruto que es tremendo y obvio que es simplemente inconcebible en términos de fruto. Ése es el plan. Los verdaderos creyentes producen fruto.

Ahora, ¿qué es lo que el Señor está diciendo en la parábola? Escuche con mucha atención conforme extraemos lecciones de esta parábola. Él está diciendo esto: vayan y prediquen y reconozcan que conforme predican, van a encontrar resistencia. Y van a tener algunos convertidos a corto plazo, y van a tener a algunas personas de doble ánimo que no van a querer dejar el sistema; pero también van a tener a los reales. Y mantengan esto en mente: van a tener a un enemigo a lo largo del proceso. Y el enemigo nos es definido de manera muy clara. Primero, en el versículo 19 el maligno, ho ponēros, Satanás, el diablo. Él va a hacer todo lo que pueda por detenerlo.

En segundo lugar, la carne, versículo 21. La gente va a enfrentar persecución y no puede enfrentar la tristeza. Quieren estar cómodos. Quieren disfrutar de la comodidad y engordar y sin tener complicaciones en sus vidas. No están dispuestos a pagar el precio, a hacer el sacrificio. La carne es un enemigo. Y finalmente, en el versículo 22, los afanes de este siglo. Y el engaño de las riquezas. Habla del mundo.

Y ahí, usted tiene a los tres enemigos constantes del Evangelio que son: el mundo, la carne y el diablo. Y ahí estarán en el proceso de sembrar para tratar de detenerlo a usted. Ahora, en conclusión, y varias lecciones. Una es esta: evaluación personal. ¿Qué tiempo de tierra es usted? Esa es la lección previa aquí. ¿Qué tipo de tierra es usted? ¿En dónde encaja usted? Que Dios lo ayude a usted a ser la tierra, el suelo bueno. Y si usted es esa tierra dura, en donde las aves simplemente quitan las semillas, más vale que usted le pida a Dios que escarbe, que quebrante su corazón. Y si usted es ese suelo pedregoso que está debajo de un exterior suave y superficial, más vale que le pida a Dios que escarbe con mayor profundidad. Y si usted es esa tierra con arbustos, más vale que le pida al Señor que lo limpie, para que pueda recibir con pureza el Evangelio. La primera lección en la parábola es: vea su propia vida para ver qué tipo de suelo es usted.

Aquí está la segunda lección, y me encanta esto, la segunda lección es esta: el punto en a la parábola no es el talento del sembrador. ¿Escuchó eso? No es el talento del sembrador. Usted toma a ese pequeño niño descalzo, de cinco años de edad. Quiere salir y sembrar un campo con su papá. Su papá sabe cómo hacerlo de manera hermosa.

Hombre, él avienta esa semilla de manera hermosa. Y el niño pequeño simplemente está aventando semilla por todos lados. ¿Y sabe una cosa? Quizás no sea tanta semilla que llegue a tierra buena cuando el niño pequeño avienta la semilla comparada como cuando el padre la avienta. Pero cuando las semillas caen en tierra buena, no importa quién la aventó, ¿verdad? Va a crecer. No depende del talento del sembrador. Y es tan importante saber esto.

Algunas personas dicen ‘bueno, me gustaría predicar el Evangelio, me gustaría dar testimonio para el Señor, pero no soy muy talentoso.’ Eso no importa. Usted tiene la semilla, la Palabra de Dios. Aviéntela. El punto es la condición de la tierra, no el talento del sembrador. Siempre me sorprende oír a personas que dicen: ‘¡Oh!, ¿sabes una cosa? ¡Si pudiéramos hacer que tal y tal se salvara, cuántas personas podrían estar con el Señor!’ No, no, no, no. O: ‘si tal y cual fuera fiel, oh, ¡podría ser un gran ganador de almas!’ No, no, no, no. No, no es el talento del sembrador, es la naturaleza de la tierra.

Pero permítame decirle algo. Entre más avienta usted, más oportunidades hay de que esa semilla caiga en tierra buena. Digo, algunas personas dejan caer una semilla o dos anualmente. Y realmente es difícil. Usted siga aventando y aventando y le sorprenderá cuánta tierra buena hay por doquier. No importa lo incapaz que usted sea como sembrador.

Y después, recuerde esto. Algunas veces, el Señor prepara la tierra que no recibe la semilla a la primera. Así que no se dé por vencido. De hecho, ¿sabe una cosa?, algunas personas tenían una interesante manera de sembrar en Palestina. Primero, ellos arrojaban las semillas y luego, escarbaban. Algunas veces, usted simplemente tira la semilla. Usted la tira y antes de que las aves puedan llegar, viene el Espíritu Santo y abre la tierra.

Entonces, sea fiel. Tierra dura, tierra superficial, tierra con matorrales. Quizás no siempre se quede de ese modo. Por la gracia de Dios, Él puede abrir esa tierra. Entonces, continúe arrojando la semilla en ese mismo campo una y otra vez, una y otra vez, y otra y otra vez. Y vea si el Señor no abre la tierra. Bueno, las lecciones son muy claras. Revise su propia vida y asegúrese de que está siguiendo al Señor Jesús al sembrar la semilla.

Padre, te damos gracias de nuevo esta mañana porque podemos ver Tu Palabra. Ayúdanos, en primer lugar, a llegar al punto de examinarnos a nosotros mismos de manera honesta en nuestros propios corazones para ver qué tipo de tierra realmente somos. Sabemos que todos los hombres pueden recibir, pero las condiciones no están bien. Padre, si hay algunos con nosotros en esta mañana que son duros de corazón, que son duros de cerviz, rompe eso, escarba abajo de eso. Abre eso. Algunos, que son superficiales, llega Tú a la profundidad de su vida y llega a esos lugares duros, esos lugares difíciles, esos lugares resistentes; y quebrántalos.

Y para aquellos cuyas vidas están llenas de las raíces y las fibras de los arbustos, que todavía están llenos de los cuidados de los afanes de este siglo y el engaño de las riquezas, el sistema del mundo, los pecados de la vida, las cosas que ellos quieren de sus propios deseos, límpialos, Señor. Quizás, pueda haber arrepentimiento genuino y después, fe hacia el Señor Jesucristo.

Y Señor, para aquellos de nosotros que Te amamos, danos esos lugares en donde podamos encontrar tierra buena, ayúdanos a saber que no es el talento del sembrador, es la condición de la tierra y el poder de la semilla. Ayúdanos a estar arrojando la semilla para que pueda dar fruto a ciento, a sesenta y a treinta por uno. En el nombre de Cristo. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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