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Abramos la Biblia en el capítulo 24 de Lucas, Lucas, capítulo 24. Hemos comenzado a estudiar los primeros doce versículos, los cuales son el tratado de la resurrección de Jesucristo por parte de Lucas. Y quiero leerle estos versículos para que los tenga en mente conforme los vemos. Lucas 24, comenzando en el versículo 1.

“El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. Entonces ellas se acordaron de Sus palabras, y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas,” esto es a los apóstoles, “y no las creían. Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.”

Éste es el relato de Lucas de la resurrección. Hay uno en Mateo, hay uno en Marcos y hay uno en Juan. Porque la resurrección del Señor Jesús no es sólo una característica del cristianismo. Es su verdad esencial. De hecho, sin la resurrección de Jesucristo, no hay cristianismo.

La resurrección del Señor Jesús no es el epílogo de la historia. No es el epílogo de la vida de Cristo. Es la meta de Su vida. Es el objetivo de Su vida. Es el propósito de Su vida. La Iglesia siempre ha entendido esto. De hecho, la Iglesia lo entendió desde el día de la resurrección y en adelante. Ya que, desde ese entonces, la Iglesia ha escogido congregarse el domingo. El primer día de la semana, el día en el que Jesús resucitó de los muertos para conmemorar el acontecimiento más importante en Su vida y el acontecimiento más importante en la historia humana: Su resurrección de los muertos. La Iglesia no escogió congregarse el viernes. La Iglesia escogió congregarse el domingo. Porque el domingo es la interpretación del viernes. La Pascua es la interpretación del viernes. La resurrección es la interpretación Divina de la muerte de Cristo. La resurrección es la justificación divina de la obra que Él hizo en la cruz. Sin la resurrección, la cruz no significa nada. Porque no tiene certificación, no tiene justificación, no tiene afirmación.

Pero cuando Dios resucitó a Jesús de los muertos, Él estaba afirmando y certificando y justificando el hecho de que Él de hecho había llevado nuestros pecados en Su propio cuerpo en la cruz y había satisfecho la justicia de Dios al llevar el pecado. Sin la resurrección, la cruz no significa nada, simplemente, otra muerte.

La resurrección es todo. La resurrección justifica la gran razón del Evangelio y de toda la redención. El propósito del Evangelio no es sólo que podamos experimentar el perdón del pecado. El propósito del Evangelio es que nosotros, habiendo recibido perdón de nuestros pecados, podamos entrar a la vida eterna y vivir en el gozo del cielo para siempre en santidad perfecta y en gozo perfecto. En cuerpos glorificados físicos resucitados.

La resurrección corporal es peculiar en el cristianismo. Y la resurrección corporal es esencial para el cristianismo. El Evangelio cristiano no está diseñado para librarlo a usted de sus problemas aquí en absoluto. Ni siquiera se acerca a eso. El Evangelio cristiano no es para que su espíritu pueda flotar a la eternidad de alguna manera nebulosa. El Evangelio cristiano no le promete a usted que vivirá de alguna manera expandiendo su influencia, ni el Evangelio está diciendo que Cristo vive en base a su influencia o que Cristo continúa viviendo en forma espiritual. El mensaje cristiano es que Jesucristo resucitó de la tumba en un cuerpo glorificado físico en alguna manera como el cuerpo que usted tiene ahora, nada más que despojado de todo aquello que es pecaminoso y fatal. Y que un día, nosotros recibiremos un cuerpo en semejanza a la gloria Suya, en semejanza a Su cuerpo glorificado y viviremos en un cuerpo resucitado, en forma resucitada corporal, a lo largo de toda la eternidad. Y ése es el mensaje cristiano. Ese no es el mensaje de las otras religiones en el mundo. No hay resurrección en el budismo. No hay resurrección del cuerpo en el hinduismo, simplemente una reencarnación recurrente cíclica en alguna forma diferente.

El cristianismo enseña una resurrección corporal y ésa es la meta de la redención para que podamos en cuerpos humanos glorificados vivir para siempre con nuestro Cristo glorificado y servirlo y adorarlo en gozo y paz. El cristianismo promete una resurrección física. Ahora, su cuerpo será diferente, y gracias a Dios por ello. No tendrá nada en él que sea fatal, terminal, nada que sea pecaminoso o impío. Nada que sea imperfecto. Pero será un cuerpo físico en una forma glorificada.

Usted pregunta cuál es el modelo para eso. El cuerpo glorificado del Señor Jesús. Podía ser visto, podía ser tocado. Tenía cicatrices. Él habló. Él caminó. Él habló. Él pensó. Él oyó. Él actuó en ese cuerpo en modos que eran conocidos para aquellos con los que Él estuvo.

Escuche la importancia de la resurrección en el lenguaje del apóstol Pablo en 1 Corintios capítulo 15: “si Cristo no ha sido resucitado, entonces nuestra predicación es vana. Vuestra fe también es vana.” Si Cristo no resucitó de los muertos en forma corporal, entonces toda la predicación del Evangelio es inútil, lo cual significa que el Nuevo Testamento es inútil porque ahí es en donde la primera predicación del Evangelio se llevó a cabo. Usted puede cancelar de manera total el cristianismo. No hay cristianismo sin la resurrección en absoluto. Si Cristo no resucitó, nuestra predicación es vana. Nuestra fe es inútil. Peor que eso, somos hallados como testigos falsos de Dios porque nosotros dimos testimonio en contra de Dios de que Él resucitó a Cristo cuando Él no lo resucitó, si de hecho los muertos no son resucitados. Y si los muertos no son resucitados, entonces Cristo no resucitó. Y no tenemos cristianismo y lo que hemos estado predicando es una mentira y un engaño. Pero, Cristo ha sido resucitado, versículo 20, de los muertos y son primicias de los que durmieron. Si Cristo no resucitó, no hay Nuevo Testamento en qué creer. No hay predicación acerca de Cristo que debamos creer. Su fe es vana. Pero Él ha sido resucitado. Y éste es el mensaje cristiano.

No es sorprendente entonces que los cuatro Evangelios traten con la resurrección. Cubren este acontecimiento monumental, sin paralelos, este acontecimiento tan importante, crucial, preeminente en su vida. Le damos mucho tiempo a la cruz y de manera apropiada, lo hacemos. Pero es Su resurrección lo que justifica la cruz. Y entonces, los cuatro Evangelios registran la resurrección. El libro de los Hechos registra la historia de la predicación de la resurrección conforme los apóstoles y los profetas y los otros predicadores y misioneros salieron predicando la resurrección de Jesucristo, que Él resucitó de los muertos en forma física y así también lo harán aquellos que confían en Él. Las epístolas siguen al libro de los Hechos y las epístolas nos dan la explicación o la explicación y las implicaciones de la resurrección -lo que significa y cómo uno debe entender la resurrección y cómo uno debe aplicar esa gran realidad a la vida de uno. El libro de Apocalipsis cierra el Nuevo Testamento con una culminación y nos dice en dónde vamos a estar en nuestra forma resucitada en las glorias del nuevo cielo y la nueva tierra que serán establecidas por el Cristo resucitado.

Entonces, cuando usted ve el Nuevo Testamento, incluye la resurrección. Antes de la resurrección Jesús dice que va a pasar. Después, sucede. Después, es predicada. Después, es explicada y aplicada y finalmente, cumplida en el libro de Apocalipsis.

Ahora, al ver los cuatro relatos de la resurrección, los cuatro relatos históricos a cargo de los escritores del Nuevo Testamento -Mateo, Marcos, Lucas y Juan, quiero que entienda que en esos relatos está lo que yo llamo una armonía implícita; una armonía implícita, quizás, mejor que una armonía explícita. Y eso es para decirnos que esto no está inventado, que algún comité no se sentó y dijo: “bueno, tenemos estos cuatro registros aquí y necesitamos amarrar estas cosas aquí y hace las precisas o de lo contrario, alguien va a cuestionar su validez.”

Hay un componente maravilloso natural en estos Evangelios, de tal modo que cada escritor escribe a partir de su propia experiencia con el Espíritu de Dios y su propio entendimiento del acontecimiento. Y es natural y es personal. Y al mismo tiempo, hay una armonía implícita mediante la cual podemos entretejerlo en un tejido, en un tapete perfecto de entendimiento. Cada uno de los escritores tiene sus propios énfasis e incluyen elementos de la resurrección que son únicos para cada uno. Pero todos están de acuerdo en cuatro verdades. Todos incluyen cuatro cosas que son críticas para la validez y las evidencias y la verificación de la resurrección.

Y esas cuatro son la tumba vacía. Todos hablan de la tumba vacía. Eso es crítico como evidencia de que Cristo está vivo. Todos hablan del testimonio angelical. Todos hablan acerca del hecho de que los ángeles trajeron un mensaje Divino explicando lo que había sucedido. Todos se refieren al testimonio de las mujeres, quienes habían visto al Cristo resucitado con sus propios ojos. Y lo tocaron y hablaron con Él. Y todos señalan la incredulidad de los apóstoles. La tumba vacía, el testimonio de los ángeles, el testimonio de las mujeres y la incredulidad de los apóstoles. Estas son las cuatro evidencias medulares de una resurrección real.

Ahora, regresemos brevemente a repasar las primeras dos que vimos la última vez. Número uno: la tumba vacía. Veamos nuestro texto. El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro. ¿Vinieron quiénes? Las mujeres. Las mujeres son identificadas en el versículo 10: María Magdalena, Juana y María madre de Jacobo y las demás con ellas. Marcos 16:1 señala a una, nombra a una como Salomé. Probablemente, una media docena, quizás, más mujeres.

La razón por la que vinieron, usted recordará, es porque estuvieron ahí en la cruz, ¿se acuerda? Estuvieron de pie ahí observando a Jesús mientras que Él estaba muriendo en silencio, en un silencio sorprendido. Y si usted regresa al capítulo 23, ellas están también ahí cuando Jesús es sepultado, versículo 55. Y las mujeres que habían venido con Él desde de Galilea siguieron a José de Arimatea, quien tomó el cuerpo y lo llevó a su propia tumba para sepultarlo, en la cual nadie jamás había sido colocado. Y estaban siguiendo y vieron la tumba y cómo Su cuerpo fue colocado. Vieron la muerte de Cristo, lo vieron morir. Estuvieron ahí cuando los soldados no rompieron Sus piernas, cuando perforaron Su costado y salieron la sangre y el agua. Estuvieron ahí cuando Él fue sepultado y vieron a Nicodemo apareciéndose con más de 30 kilos de especias, mirra y aloes para ungir al cuerpo de Cristo como un testimonio de su propio amor por Cristo. Y ellas determinaron que no iban a ser derrotadas por estos hombres José y Nicodemo, que ellos no iban a ser más que ellas. Hasta ahora, discípulos secretos. Y entonces, dice que regresaron, versículos 56 del capítulo 23, y prepararon especias y perfume. Se acuerdan de que colocaron a Jesús en la tumba el viernes, se fueron a casa, tuvieron unas cuantas horas, o quizás les quedaba una hora esa tarde antes de que comenzara el día del reposo a las seis de la tarde o un poco después. Y regresaron y prepararon especias porque no lo podían hacer el día de reposo. No podían hacerlo a ninguna hora. Lo hicieron y estaban listas ahora para traer esas especias de regreso el domingo cuando se había acabado el día de reposo, temprano en la mañana. Y ungir el cuerpo de Jesús como una expresión de su afecto por Él.

Y entonces, vinieron y trajeron las especias que habían preparado. Ahora es el amanecer del domingo por la mañana, domingo, muy temprano por la mañana. Encontraron la piedra removida de la tumba. Se acuerda que cuando ellas iban en camino, ellas estaban hablando de qué iban a hacer cuando llegaran ahí, porque la piedra estaría ahí y quién la podría mover. Pero cuando llegaron, para su sorpresa, la piedra había sido removida de la tumba. Cuando entraron, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús.

 

Y bueno, aquí está, domingo por la mañana. Aquí está el primer día de la semana y éste es el tercer día desde que Jesús murió. Y Él hizo exactamente lo que Él dijo que haría. Que Él resucitaría en el tercer día. Ahora, para tener un panorama completo de la historia, brevemente, recuerde esto: las mujeres probablemente están conectadas a lugares en Betania, la cual está a unos 3 km de distancia. Y en la mañana, parece que María Magdalena y la otra María, María la madre de José y Jacobo y la esposa de Cleofás comienzan juntas, según los otros registros de los Evangelios. Ellas comienzan juntas, las otras mujeres las están siguiendo. María Magdalena es supuestamente la más joven de ellas porque ella llega ahí primero.

De acuerdo con Juan 20, ella llega ahí cuando todavía es oscuro, en el amanecer. Y ella está sola cuando llega allí, porque Juan dice que María Magdalena llega ahí y ella ve en medio de la oscuridad ahí en la mañana. Y ella ve que la piedra estaba removida y ella llega a una conclusión inmediata: que alguien se ha robado el cuerpo de Jesús. Ella no entra a la tumba, ella no va y busca a las otras mujeres. Ella se vuelve y se regresa. En la oscuridad de la mañana, ellas no la vieron, quizás se fue por otro lugar, por otro lado. Habría habido muchas maneras de irse. Pero, de cualquier manera, ella se regresa. Juan nos dice que ella va de regreso a los apóstoles, a Pedro y a Juan, para decirles que alguien que ha robado el cuerpo de Jesús. Y de acuerdo con Juan, eso es lo que ella hace. Ella regresa, y en Juan 20, versículos 1 y 2, ella le dice a Pedro y a Juan que se han robado el cuerpo de Jesús. Ella ha llegado a esa conclusión. Ella no tenía ninguna expectativa de resurrección, nadie la tenía, ninguna de las mujeres la tenía, ella no la tenía, los apóstoles no la tenían, nadie la tenía.

Y Pedro y Juan, entonces, en respuesta a su mensaje, deciden que van a ir a revisarlo. Y entonces, se dirigen hacia la tumba. Bueno, probablemente antes de que María llegar ahí, las otras mujeres llegaron; y ahí es donde vemos la historia aquí. Las otras mujeres han llegado. Son un poco más pacientes para tratar de discernir lo que está pasando aquí. Y entonces, Lucas dice que entraron a la tumba. No encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Lo que encontraron fue la ropa en un lugar perfecto, como aprendemos más tarde, porque ese es el testimonio de Pedro y Juan.

María Magdalena, entonces, llega primero. Regresa los tres o más kilómetros para decirle a Pedro y a Juan. Mientras tanto, probablemente poco después de que ella se fue, llega el resto de las mujeres. Ellas no tienen idea de lo que ha sucedido; nadie la tiene. Mateo nos dice lo que ha pasado. En la oscuridad de la noche, Mateo 28:2 al 4 dice que la guardia romana fue colocada ahí. Los judíos fueron a Pilato, y dijeron: “queremos una guardia, tememos que alguien va a robar el cuerpo y el postrer engaño va a ser peor que el primer engaño.” Y entonces, necesitamos guardar esa tumba para que no lo roben y pretendan que hubo una resurrección.

Entonces, una guardia fue establecida ahí por motivos de seguridad. La guardia fue colocada ahí en la oscuridad de la noche y en algún punto en la oscuridad de la noche, Mateo 28:2 al 4 dice que un ángel descendió del cielo. Y simultáneo con el descenso del ángel, hubo un terremoto muy severo que sacudió el suelo. Y los soldados vieron el ángel, sintieron el terremoto, vieron al ángel refulgente brillante rodando la piedra y sentándose en ella. Y después, se desmayaron y entraron en un semi coma, estaban llenos de terror y de shock. Pero recordaron lo que habían visto hasta ese momento.

Cuando finalmente despertaron, el ángel ya no podía ser visto por ellos. Pero la piedra todavía había sido removida. Ellos debieron haber visto adentro para revisar. Ellos también vieron la ropa doblada ahí y habían sido dobladas así. Y estaban ahí colocadas y la prenda que había sido colocada en la cabeza estaban un lugar por sí sola. E inmediatamente, aún en la oscuridad de la noche, se dirigieron a los líderes judíos y cuando llegaron a los líderes judíos, dice Mateo 28:11 al 15 que les dijeron exactamente lo que pasó. Estuvimos ahí. Estábamos cuidando el lugar. Lo teníamos asegurado. Lo teníamos sellado y de pronto, hubo este terremoto horrendo y severo. Debió haber sido un terremoto local, porque los judíos no hicieron ningún comentario acerca del terremoto. No obstante, en medio del terremoto del cielo vino un ángel refulgente quien movió la tierra, se sentó en ella. Y revisamos la tumba y no hay nadie ahí. No hay cuerpo ahí.

Guau. Esto es tan importante. La respuesta de los líderes judíos es esta: no le pueden decir a nadie eso. No le pueden decir a nadie eso. Tienen que mentir. Tienen que mentir y decir que los discípulos se robaron el cuerpo. Y vamos a pagarles, aquí hay algo de dinero para que mientan.

Ahora, ¿por qué inventas una mentira? ¿Para cubrir qué? La verdad. Digo, aquí está el testimonio de los líderes judíos de que hubo una resurrección. Eso no les sorprende, porque Jesús tenía el poder de la vida, ellos sabían eso. Él dio vista a los ciegos. Él dio oído a los sordos. Él dio voz a los mudos. Él dio piernas a los que no podían caminar y Él resucitó a gente de los muertos. Los milagros lo habían seguido a todos lados durante tres años. Ellos nunca habían negado Sus milagros. Ellos nunca habían investigado Sus milagros, ellos nunca trataron de refutar o negar sus milagros mediante una investigación exhaustiva de ellos. Nunca. Esos milagros fueron constantes, evidentes. Fueron suficientes. Y eran verificables. Ellos sabían que estaban tratando con una persona muy poderosa, muy poderosa.

Y ellos sabían que cuando los soldados les dijeran lo que sucedió, eso es exactamente lo que sucedió; porque ellos sabían que nadie podía robarse el cuerpo, no con la guardia romana ahí. Entonces, lo único que podían hacer era cubrirlo. Y al encubrirlo, inventaron la mentira que probó la resurrección. Nunca pidieron una explicación; ¿no le parece interesante que no pidieron una investigación adicional? Que no dijeran “oye, oye, oye, ¿qué es esto? ¿Un qué? ¿Un terremoto y después, un ángel descendió? ¿Y un ángel refulgente como nunca antes habían visto ni conocían a alguien que jamás lo había visto? ¿Qué? Necesitamos investigar esto con mayor cuidado, de manera más exhaustiva.” Tenía mucho en juego, ¿no es cierto? Eran los que querían a Jesús muerto. Tenían mucho en juego, de hecho, si Él estaba vivo, ¿no pensaría usted que querían descubrir la realidad? Mire, era obvio que, si usted tiene una tumba vacía, usted tiene la ropa ahí colocada en donde estuvo, que estaba envuelta en el cuerpo y el cuerpo había atravesado por la roca de la tumba y estaban en el mismo lugar en donde estaba el cuerpo, y nadie se roba un cuerpo y deja la ropa así. Usted lo saca y corre y lo toma en la forma en la que está cuando llega ahí. Y los soldados estaban cuidando la tumba.

Lo que tenían era una resurrección. Ellos sabían que tenían una resurrección. Ellos sabían que no había otra explicación. Y ellos dijeron “mintamos al respecto”. Por cierto, tuvieron mucha más integridad que muchos de los escépticos y críticos liberales a lo largo de los años que han tratado de decir que los discípulos se robaron el cuerpo de Jesús. Inclusive los líderes judíos sabían que eso era verdad. Esa es la razón por la que se inventaron la mentira de que robaron Su cuerpo. La historia era creíble. La historia los satisfizo. Ellos nunca investigaron nada, nunca pidieron una explicación. Nunca cuestionaron la eficiencia de la guardia. Ellos nunca dijeron: ‘bueno, ¿qué estaban haciendo señores? ¿Estaban despiertos? ¿Qué tipo de seguridad proveen ustedes?’ Nunca cuestionaron eso. Ni siquiera cuestionaron la resurrección, nunca cuestionaron al ángel, nunca cuestionaron el terremoto.

La tumba vacía es evidencia poderosa. Poderosa. Ciertamente, ellos no ofrecieron alguna teoría absurda. Bueno, Jesús probablemente se desvaneció y salió por sí solo. No. No un hombre crucificado, no alguien que ha estado colgando en una cruz durante seis horas y sangrando por Sus heridas abiertas, alguien que está tan obviamente muerto que no le rompen Sus piernas, que le meten una lanza por el costado y la sangre sale de Su corazón. Un cuerpo después quitado de la cruz y es llevado y metido en un sepulcro. ¿Me quieres decir que Él se sintió mejor después de un par de días de estar ahí? ¿Y Él se levantó y despertó y caminó por una pequeña abertura con una piedra inmensa, pasando por una pequeña apertura y desde adentro, tuvo la fuerza y por qué ángulo, desde qué punto para empujar la piedra? Es ridículo. Ridículo. ¿Y dejó toda la ropa que traía ahí?

Ellos sabían. Ellos ni siquiera sugirieron una idea tan torpe. Y ellos sabían que los soldados habían regresado a la tumba para asegurarse de que no estaba ahí. Y estoy seguro de que los soldados les dieron el testimonio acerca de la ropa de la tumba y eso era tan convincente que eso es lo que convenció a Juan en primer lugar y creo que a Pedro -la ropa, la tumba vacía y la ropa de la tumba yaciendo ahí exactamente donde estaba el cuerpo.

Entonces, la primera línea de evidencia que los cuatro escritores de los Evangelios quieren que entendamos es que la tumba está vacía y no hay explicación fuera de una resurrección. La segunda línea de evidencia fuerte es la revelación de los ángeles, el testimonio de los ángeles, versículos 4 al 7. “Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes,” en la forma de hombres jóvenes que los ángeles, “y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.” Esta es la evidencia más importante, esta es la revelación divina. Dos ángeles vienen del cielo de Dios con la verdad y declaran que Él ha resucitado, Él no está aquí.

Entonces, usted tiene la tumba vacía y tiene el mensaje de los ángeles para verificar la resurrección. Tiene la evidencia a partir de los hechos y la evidencia a partir de la revelación divina. Ahora, eso nos lleva a la tercera y cuarta líneas de evidencia que nos dan los escritores del Nuevo Testamento.

En tercer lugar, el testimonio de las mujeres. El testimonio de las mujeres. Esto es maravilloso. Versículo 8: “Entonces ellas se acordaron de Sus palabras,” se acuerdan que estas eran las mujeres que estaban en Galilea, recuerden que estas eran las mujeres que lo siguieron desde Galilea. Lo oyeron enseñar ahí y ahora, Él está en Judea durante Su último año de ministerio. Pero mientras que Él estuvo ahí en Galilea, Él les dijo que sería entregado en manos de pecadores, crucificado y al tercer día, resucitaría, versículo 8, “Entonces ellas se acordaron de Sus palabras.” Fue por lo menos en tres ocasiones separadas que Jesús dijo esto. Se registra muchas veces en los cuatro Evangelios, pero por lo menos en tres ocasiones por separado, Él les dijo que Él sería entregado a hombres pecadores, Él sería crucificado y Él resucitaría en el tercer día. Y ahora, comienza a tener sentido. Los ángeles les traen una revelación que no pueden negar. Saben que son ángeles piadosos, por eso caen sobre sus rostros, se postran en terror ante estos seres santos. Ellos oyen el mensaje de Dios, recuerdan la conexión con lo que Jesús prometió. Y no sólo es amanecer por fuera, sino que es amanecer por dentro. Comienzan a entenderlo. Se acordaron de Sus palabras. Y después -me encanta esto- “y volviendo del sepulcro”. Se dan la vuelta y se van; ¿y a dónde van? Versículo 9: “dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás.” Todos se están escondiendo, por cierto. Todos se están escondiendo. Tiene miedo. Los hombres tienen miedo.

Ahora recuerde, se van a dar la vuelta y se van a ir. ¿Quién viene camino a aquí? Pedro y Juan. Pedro y Juan vienen camino aquí porque María ya regresó, ya les contó la historia de que alguien le robó el cuerpo. Pedro y Juan vienen camino aquí. Estas mujeres ahora comienzan su viaje, tienen una historia diferente que la de María Magdalena. María nunca vio la tumba, nunca vio la ropa en la tumba. Y nunca vio al ángel. Ella tenía una información equivocada. Estas mujeres tienen la información correcta. Y comienzan de regreso. Y me parece tan interesante, versículo 9. “Y volviendo del sepulcro, dieron nuevos de todas estas cosas a los 11 y a todos los demás.”

Pero espera; espera un momento. Algo pasó camino a aquí. Observe Mateo 28. Algo pasó camino a aquí. No sé cómo Lucas pudo haber dejado esto afuera excepto por obra divina. De camino. Esto es Mateo 28:8, “y se fueron rápidamente de la tumba en respuesta a lo que el ángel les dijo. Entonces, saliendo del sepulcro con temor,” versículo 8, mismo terror por estar en la presencia de ángeles santos, pero ahora se añade gran, ¿qué?, “Gozo,” esto comienza a tener sentido para ellos. Guau -y ahora están corriendo- “y corrieron a dar las nuevas a Sus discípulos.”

Me encanta esto “y he aquí,” versículo 9, “Jesús les salió al encuentro, diciendo: “buenos días damas.”” Simplemente, me encanta la simplicidad de eso. Simplemente, no hay factor sorpresa, no dice, de nuevo que la tierra se sacudió y se rasgó el cielo y cayeron las estrellas del agente tocó trompetas. Simplemente fue: “buenos días, señoras.” “Y ellas, acercándose, abrazaron Sus pies y le adoraron.” Lo vieron.

Ahora, entonces han visto la tumba vacía, han oído la revelación divina angelical y han visto al Cristo resucitado. Entonces, Jesús les dijo: “no temáis”. Ahora su gozo regresa a temor. “Dad las nuevas a Mis hermanos para que vayan a Galilea y allí me verán. Me van a ver. De hecho, me van a ver en Galilea. Oh, me van a ver antes de eso, pero quiero que estén en Galilea y va a haber una gran reunión en Galilea. Y eso es exactamente lo que pasó más adelante.

Entonces van camino allá. Van a contarle a los once, el cual es el título oficial para los apóstoles ahora que ya no hay doce de ellos, en lugar de ser llamado los doce, son llamados los once. De hecho, ahí hay sólo nueve, porque Pedro y Juan van camino a la tumba. Entonces, las mujeres, conforme van de regreso, ven a Cristo resucitado y su deseo de contarle a los apóstoles es confirmado. “Vayan y hagan eso.” ¡Qué experiencia! Usted pregunta si no es algo raro que son las mujeres las que son los testigos originales, iniciales de la aparición del Señor Jesús. Usted pregunta si eso es para elevar a las mujeres. Bueno, claro que hace eso. No sé de qué otra manera usted podría elevarlas más que eso.

Pero esa no es la razón principal. ¿Cuantos apóstoles estaban ahí viendo a Jesús ser crucificado? ¿Cuántos? Uno -Juan; eso no es suficiente, porque si algo iba a ser presentado como testimonio tiene que ser confirmado por boca de dos o tres testigos. ¿En dónde estaban los apóstoles? Oh, fueron las ovejas que se dispersaron cuando el pastor fue herido, ¿verdad? Estaban escondiéndose. Este es un testimonio maravilloso del amor de las mujeres, de la valentía de las mujeres y de la dignidad de las mujeres.

Pero más que eso, este es el mismo pequeño grupo de poco más de media docena que vio a Jesús morir, que vio a Jesús sepultado y que vio a Jesús resucitado. Y, por lo tanto, son las únicas que pueden ser testigos oculares creíbles. No tenemos a ningún hombre que vio a Jesús morir fuera de Juan. No tenemos a ningún hombre que lo vio sepultado, lo cual fue una confirmación de Su muerte. Y tienen que ser las mujeres porque ellas son las testigos oculares de todo lo demás. Y usted no puede tener una resurrección a menos de que tenga una muerte y una sepultura. Y tiene que dar testimonio de la verdadera muerte, la verdadera sepultura y la verdadera resurrección. Lo han visto todo, lo vieron morir. Sabían que estaba muerto porque no le rompieron Sus piernas. Sabían que estaba muerto porque entró esa lanza por Su costado y de ahí salió el fluido y el agua. Ellas sabían que estaba muerto porque lo vieron siendo sepultado. Y ahora, saben que está vivo porque lo han visto. Entonces, en el versículo 9, les reportaron todas estas cosas a los once y al resto. Usted tiene ahí a los nueve que quedan de los once, aunque son llamados los once porque ese es un título oficial. Y usted también tiene a los otros creyentes, el grupo de discípulos que estaban ahí, un par de ellos apareció en el camino a Emaús. Uno era llamado Cleofás. Entonces, eran otros discípulos que estaban ahí junto con los discípulos.

Después, en el versículo 10 esto es tan interesante, eran María Magdalena y Juan y María madre de Jacobo y las demás con ellas quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. Eso presenta un problema. ¿Qué quieres decir que estaba ahí María Magdalena? ¿Cómo entró en este grupo? Lo último que oímos de María Magdalena es que ella entró ahí, vio la tumba vacía, regresó con la información equivocada. Hasta ahora, hasta donde sabemos, ella no ha llegado a ninguna conclusión excepto que alguien robó el cuerpo. Ella le ha dicho a Pedro y a Juan su conclusión de que alguien robó el cuerpo, lo cual los envió de regreso.

¿Cómo es que ella entró en este grupo? Bueno, Lucas está condensando esta historia y le voy a decir cómo entró en este grupo. Pase a Juan 20, esto es simplemente tan maravilloso. ¿Cómo es que ella puede pertenecer al grupo de testigos oculares cuando ella no entró a la tumba vacía y ella no oyó a ningún ángel decir nada y ella se fue antes de que los ángeles hablaran o aparecieran y ella no había visto el Cristo resucitado? Entonces, ¿cómo puede ser ella uno de los testigos?

Respuesta: esta dama regresó a la tumba. Esta dama regresó a la tumba. En algún punto, ella decide que tiene que regresar. Y entonces, en Juan 20, versículo 11, la encontramos de pie afuera de la tumba llorando. Ella está sola. “Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; y vio a dos ángeles con vestiduras blancas,” ahora están sentados adentro. Estas son dos escenas diferentes en los tiempos diferentes. Esta es una cita privada para María. “… Que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras?” Digo, simplemente parece como que simplemente entras en una tumba vacía y un ángel te habla y simplemente te dice: “oiga, ¿por qué está llorando señora?” Es simplemente una conversación tan natural. “Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.” Todavía se apega a su teoría. “Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.” ¿Por qué? Quizás no podía ver más allá de sus lágrimas. Pero después, nadie después de la resurrección de Jesús podía realmente saber quién fue hasta que Él se reveló a sí mismo, ¿verdad?

Ese fue el caso de los discípulos en el camino a Emaús. Y Jesús hizo la misma pregunta: “¿mujer, por qué lloras?” “Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano,” el jardinero, “le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.” Eso es algo bastante torpe, ¿por qué el jardinero se va a robar un cuerpo de una tumba? Me encanta esto. “Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).” Y después, se aferró a Él, aferrándose a Sus pies y tobillos.

“Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a Mi Padre; mas ve a Mis hermanos, y diles: Subo a Mi Padre y a vuestro Padre, a Mi Dios y a vuestro Dios.” Ahora ve tú, María y diles que me viste. Estoy vivo, por un tiempo, no me puedes mantener aquí, voy a ascender al cielo, voy a regresar al Padre, pero voy a estar con todos ustedes en Galilea por un tiempo. De hecho, Él se reunió con ellos en esa noche y el próximo domingo por la noche también. Y muchas otras apariciones en los 40 días antes de que Él ascendió. Entonces, le dice a María “ve,” y esto es maravilloso, versículo 18, “Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que Él le había dicho estas cosas.”

                                                                                                                                                   

¿Puede entender lo que está pasando aquí? Estas mujeres están ahí. Ellas han llegado sin aliento de su encuentro con Jesús de regreso. Y les están diciendo esto a nueve hombres: “miren, les estamos diciendo que está vivo. Está vivo, lo vimos, Él dijo: “buenos días, damas. Y tuvimos una conversación con Él. Y vimos a ángeles. Y los ángeles nos dijeron que Él estaba vivo. Y eso fue exactamente lo que Él dijo que iba a hacer. Y lo hizo. Y lo hizo exactamente cuándo lo dijo que iba a hacerlo. Y estos nueve hombres están diciendo: “oye, oye, un momentito, tranquilas. Una a la vez.”

Y la verdad maravillosa es que todos están diciendo lo mismo. Todas están diciendo exactamente lo mismo. No necesita reconciliar las historias. Debieron haber tenido aliento y en el medio de toda esta discusión, al lugar llega corriendo María Magdalena. Y ella ha estado corriendo y entonces, no puede respirar. “He visto al Señor, he visto al Señor.” Y ella comienza a contarles lo que Él le dijo a ella. Ella ahora ha tenido una audiencia privada, ha     visto la tumba vacía y la ropa en la tumba, oyó una revelación angelical y tuvo una experiencia personal de Cristo. Por lo tanto, ella tuvo la misma experiencia que tuvieron todas las otras mujeres y puede ser incluida por Lucas en el capítulo 24 como una de las tres testigos oculares de un Cristo resucitado.

Los escépticos han dicho que fueron a la tumba equivocada. ¿En serio? ¿Y entonces también los ángeles? ¿Y entonces también los romanos? ¡Qué pensamiento tan ridículo! Entonces, ¿por qué no ir a la tumba correcta y sacar el cuerpo y terminar con el engaño? Otros han dicho: “no, de hecho, Jesús nunca estuvo en una tumba, por eso no estuvo ahí. Lo arrojaron en un foso para criminales.” ¿En serio? Entonces, inventaron la historia acerca de José de Arimatea. Creo que José habría terminado con esa historia porque su reputación estaba en juego y si lo acusaban de robar, de tomar el cuerpo de Jesús y sepultarlo, habría perdido con seguridad su lugar en el Sanedrín. Y si esto era verdad, él habría buscado refutar esto con mucha, mucha rapidez.

Ahora, todas estas mujeres están dando testimonio de lo mismo: éstas son testigos oculares múltiples. Esto es simplemente el comienzo. Él les aparece a dos discípulos en el camino a Emaús como veremos, Pedro lo vio en una aparición privada. Esa noche le apareció a los once, menos Tomás. Una semana después, le aparece a los once, con Tomás. Les aparece a los discípulos junto al mar de Tiberias. Después, Él aparece, esto es en Galilea, después a quinientos hermanos en una misma operación en Galilea. Después, le aparece a Jacobo. Después, les aparece a los once en un monte en Galilea en donde les dio la gran Comisión. Después, Él aparece en Jerusalén en el tiempo de Su ascensión. Después, Él le aparece a Saulo en el camino a Damasco, le aparece a Saulo nuevamente en el templo, le aparece a Esteban mientras está siendo apedreado. Muchos, muchos testigos oculares de un Cristo resucitado.

Y eso nos lleva a la línea final de evidencia, los discípulos incrédulos. Usted pregunta cómo es posible que eso pruebe la resurrección. Prueba la resurrección porque prueba el hecho de que ellos no inventaron una resurrección porque no esperaban una. Porque los críticos han dicho: “bueno, robaron el cuerpo y lo usaron para hacer como una resurrección”. Dijeron que tuvieron una alucinación masiva. Lo anhelaban tanto que alucinaron que había pasado. No lo querían mucho y no lo esperaban. No lo habrían inventado porque no lo esperaban. No lo habrían visto como una especie de experiencia híper ilusoria porque no tenían concepto de que eso sucedería. Encontramos eso y esto es tan importante, en Lucas 24, versículo 11: “mas a ellos les parecían,” esto es a los discípulos, “locuras las palabras de ellas.” Eso es lo que pensaban de la resurrección. Necio. La palabra griega es lēros, algún tipo de fábula, un cuento vacío.

¿Qué les pasa a estas mujeres? Y todas están diciendo lo mismo. Y sin importar que todas sus historias son idénticas y que todas habían pasado la misma experiencia, y era fresca -no era que habían pasado semanas desde que pasó, cuando estaban tratando de reconciliarla de nuevo. Todas estaban diciendo lo mismo. No importaba. No importaba que su historia era coherente, era sólida. No importaba que ellas dieron detalles que no tenían ninguna otra explicación. Ellos pensaron que todo esto era una ridiculez total. Y no les creyeron. Ellos no inventaron una resurrección; ellos ni siquiera pensaban que habría una.

Y después, Lucas añade una pequeña nota acerca de Pedro. Pedro se levantó más temprano, esto nos lleva de regreso, y él había ido a la tumba, se inclinó, miró y vio ahí los lienzos doblados. Se fue a su casa maravillándose de lo que había sucedido. ¿Qué cree usted que él estaba pensando? ¿Qué quieres decir con que estaba maravillándose lo que había sucedido? Thaumazō, él estaba traumatizado. Él estaba comenzando a pensar “esta es una resurrección, esta es una resurrección.”

Ahora, cuando Pedro fue a la tumba, fue antes de que María Magdalena regresara. Fue antes del testimonio completo de las mujeres. La cronología es clara en Juan, entonces, vayamos a Juan capítulo 20. Esto es maravilloso. El versículo 3, Pedro se va después de oír de María Magdalena, “y el otro discípulo,” así es como Juan se refiere a sí mismo, en su manera humilde. Pedro va a la tumba con Juan y están corriendo. Van a verificar la historia de María Magdalena de que alguien robó el cuerpo. Y el otro discípulo era más rápido que Pedro, lo cual, conociendo la personalidad de Pedro, fue algo que le molestó. Él siempre quería ser el primero.

Entonces, Juan era más rápido, más joven. Él llegó a la tumba primero. Y bajándose, miró hacia adentro. Él es un poco más tímido. Vio los lienzos puestos allí, pero no entró. Él está tratando de entender esto. “Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte.” No es que todo está arrugado y aventado en una esquina. Sino que estaba exactamente donde estaba Su cabeza. “Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó.” La tumba vacía y la ropa de la tumba fue lo que se necesitó.

Ahora, recuerde que en este punto sólo han oído al testimonio de María Magdalena, ¿verdad? No han oído a las otras mujeres. Se fueron cuando María les dijo que se fueran. Mientras tanto, las mujeres vinieron a la tumba, vieron a Jesús, regresaron a la historia. Entonces, todo lo que Juan tiene es una tumba vacía y ropa de tumba y eso es todo. Eso es suficiente. Él sabía que la tumba no pudo haber sido movida desde adentro por un Jesús muerto. Y él lo había visto muerto. Él estuvo ahí. Él sabía. No había otra explicación, sino que Él había resucitado y creyó. Porque aún hasta ese entonces no habían entendido las Escrituras, que era necesario que Él resucitara de los muertos. Pero él ahora entiende. Ahora.

“Y volvieron los discípulos a los suyos.” Eso es interesante, ¿no es cierto? Estoy seguro de que no sabían. ¿Qué hacemos ahora? Entonces, se fueron a casa. Regrese a Lucas y eso es lo que Lucas dice que Pedro hizo en el versículo 12. Después de que vio los lienzos solos, se fue a casa, maravillándose, maravillándose de lo que había sucedido.” Oiga, esta no es una escena de los ladrones de tumbas. Los ladrones de tumbas, si usted quería el cuerpo, usted simplemente toma el cuerpo intacto, no pierde el tiempo ahí quitándole la ropa y después, colocando todo en un orden perfecto. Usted toma el cuerpo y corre. Era muy convincente. Juan creyó. Pedro todavía está luchando mientras él va a casa. Mientras tanto, las mujeres tienen a estos otros nueve hombres en sus manos y están tratando de convencerlos de que esto realmente sucedió. Y no lo están creyendo en absoluto.

¿Por qué son tan obstinados? Vaya al versículo 19 de Lucas 24, esto es en el camino a Emaús y Jesús se aparece más tarde ese día. Éstos dos discípulos van caminando a Emaús. Jesús viene. Ellos no saben quién es. Y Él comienza a platicar con ellos. Y ellos se veían muy tristes. ¿Por qué están tristes? Bueno, versículo 19: “Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que Él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.” ¿Eh? Es el tercer día, no lo han visto. Las mujeres les han dicho que estaba vivo. Ellos no creen en eso. No lo creen. Es el tercer día, nada ha pasado. Estábamos esperando que pasara.

Y esto es clave: “Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; y como no hallaron Su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que Él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro,” esto es Pedro y Juan, “y hallaron, así como las mujeres habían dicho, pero a Él no le vieron.” Pedro y Juan no le vieron, pero dieron el reporte.” Oye, fuimos a la tumba, y podría estar vivo, pero no lo vimos. Todavía están digiriendo esto del lado de creer, pero no están plenamente convencidos. Y entonces, este es el reflejo de su indisposición obstinada a creer hasta que vean.

¿Y sabe una cosa? Culpamos a Tomás, porque él no creyó. Recuerde que él dijo: “si no veo los clavos en Sus manos y en donde entró la lanza en Su costado, no creeré.” Bueno, ellos eran tan malos como Tomás. Ellos no querían creer el testimonio de las mujeres. Y Pedro Juan regresaron y dijeron: “bueno, es algo raro. La tumba está abierta, la tumba está vacía. Y la ropa del sepulcro está ahí. ¿Y saben una cosa?, Él podría estar vivo.” Pero no están listos a comprometerse de manera plena.

Pero, antes de que el día termine, Él se aparece a todos ellos. Pero la razón por la que las Escrituras presentan la incredulidad de los discípulos es para disipar cualquier teoría ridícula de que ellos inventaron una resurrección. Porque ellos anhelaban una. Eso simplemente no es el caso.

Bueno, hay mucho más que decir. Pero permítame cerrar con algunos pensamientos. Cuando yo era un niño, solía cantar una pequeña canción llamada “Él vive, Él vive”. ¿Alguien se acuerda de eso? Él vive, Él vive, Él vive dentro de mi corazón. Hay una línea en esa canción que siempre me molestaba. “Me preguntas como sé que Él vive, Él vive dentro de mi corazón.” Bueno, eso es verdad.

Pero si usted me pregunta cómo sé que Él vive, tengo que darle más que eso. Porque eso no es verificable. Alguien podría decir: “bueno, me da gusto por ti. Me da gusto que Él viva dentro de tu corazón.” Eso no es universal, eso no es verificable, eso no va a llevar esto más allá de ti. Entonces, el sentimiento podría ser algo que nos ayuda emocionalmente. Quita algunas barreras emocionales para experimentar al Cristo vivo, barreras emocionales para creer digamos en la resurrección. Pero tiene que haber algo más que eso.

Usted dice: “bueno, no sólo puedes tener sentimientos, ¿qué hay acerca de los hechos?” Los hechos son buenos. Y a usted se le han dado hechos. Y todo lo que yo le he dado a usted son hechos. Mientras que los sentimientos enfrentan las barreras emocionales, los hechos enfrentan las barreras históricas. Y lo que estos hechos hacen, lo que estas líneas de evidencia hacen, esto es lo que el evidencialismo siempre hace, es que refuta, disipa, hace a un lado argumentos débiles, teorías necias. El sentimiento quita las barreras emocionales. Los hechos quitan las barreras intelectuales. Pero ninguna de esos salva necesariamente. Podría sentir en su corazón que Jesús resucitó de los muertos, podría decir: ‘bueno, los hechos parecen mostrar que Él resucitó de los muertos.’ Y usted estaría entre los líderes judíos, quienes estuvieron todos de acuerdo que eso fue lo que sucedió. Eso no lo va a salvar a usted. Sus sentimientos acerca de la resurrección e inclusive los hechos de la resurrección no lo van a salvar a usted. Lo único que lo va a salvar es la fe en la resurrección. Confesar con su boca que Jesús es Señor y creer en su corazón que Dios le levantó de los muertos; ahí es de donde viene la verdadera certeza.

No confíe en sus sentimientos. Y tiene que mover los hechos adentro y eso es lo que hace la fe. La fe abraza la verdad acerca de Jesucristo. Entonces, la próxima vez que alguien le diga a usted “¿cómo sabes que vive?” Usted dice: “número uno, los hechos indican que Él está vivo y eso quita mis barreras de intelectuales. Mi propia experiencia de Él en mi vida quita cualquier barrera emocional o psicológica. Pero más importante que eso, tengo una fe que me fue dada a mí por Dios mismo que tiene, con esa fe, certeza. No son los sentimientos los que dan la certeza. No son ni siquiera los hechos los que dan la certeza. Es la fe lo que da la certeza. Es un componente de la fe salvadora. Pídale a Dios que le dé a usted esa fe que hace que la resurrección sea cierta y confiese usted con su boca que Jesús es Señor, Aquel a quien Dios resucitó de los muertos.

Padre nuestro, Te damos gracias de nuevo por la grandeza de esta verdad. Gracias por la gloria de la resurrección. Estas son verdades que se encuentran en la cima de nuestra fe cristiana, del Evangelio cristiano, del cristianismo mismo. Todo tiene que ver con la resurrección, la de Él y la nuestra. Y ayúdanos a saber, Señor, que todo lo que el Evangelio busca hacer al final es llevarnos en forma corporal glorificada a la gloria eterna para servir y amar y alabarte por los siglos de los siglos. Y para estar satisfechos de manera plena en un gozo perfecto que nunca termina. Que entendamos el lugar crítico de la resurrección. Es la razón de toda la redención, para que haya rodeando a Tú trono una humanidad glorificada en una forma semejante a esta forma misma para alabarte por los siglos de los siglos. Esa es la promesa del Evangelio, no lo que sucede aquí nada más, sino lo que nos espera en la nueva creación, en los cielos nuevos y en la nueva tierra. Y más allá de eso, conforme vivimos a la luz de esa esperanza y conforme proclamamos al Cristo resucitado, en cuyo nombre oramos, amén.

 

 

 

 

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