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Al llegar al capítulo 1, versículo 19 del Evangelio de Juan, llegamos a la sección histórica del libro. Los versículos 1 al 18 son teológicos, y presentan la naturaleza de Cristo predominantemente como Dios, con Dios, esto es, que Él es Dios y al mismo tiempo es distinto de Dios Padre. Él es el creador, Él es el Verbo, esto es, Él es la expresión de Dios, Él es la vida, Él es la fuente de todo lo que vive, Él es la luz, Él es la naturaleza brillante de Dios que brilla en la oscuridad de este mundo. Todo eso ha sido presentado. Versículo 14: “Aquel Verbo, Hijo de Dios eterno fue hecho carne y habitó entre nosotros”. Entonces, Juan nos ha presentado la naturaleza de Cristo en términos teológicos, y esa es un porción sin paralelos de las Sagradas Escrituras; entonces, si usted se perdió alguno de estos mensajes, haría bien en escucharlos, y encontrar buen material acerca de los primeros 18 versículos porque la lectura de ellos sería de gran beneficio y gran bendición para usted.

Pero Juan tiene un propósito único y singular en su Evangelio, y es claro, yo diría que es más claro que eso, digamos que es más claro que el propósito de Mateo, Marcos y Lucas; sabemos que están presentando a Cristo, pero Juan no solo está presentado a Cristo, su tema y su propósito lo expresa en el capítulo 20, versículo 31, al final cuando él dice: “Estas han sido escritas, estas palabras contenidas en este Evangelio, para que creáis que Jesús es el Cristo, el Mesías, el ungido, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre”. Entonces, su propósito es polémico: dando evidencia para que usted crea; y es evangelístico, para que creyendo pueda ser salvo y recibir vida eterna. Entonces, todo lo que Juan dice está dirigido a creer que Jesús es el Cristo prometido, el ungido, el Rey prometido, el Hijo de Dios; su deidad y su humanidad, y su ser, el Señor y Salvador, son el enfoque de Juan.

Entonces, Juan no pasa mucho tiempo hablando del trasfondo histórico, él no se concentra mucho en la narrativa como lo hace Mateo, Marcos y Lucas; son llamados los Evangelios sinópticos porque juntos cuentan la misma historia; ¿y por qué tres? Porque si no hay otra razón, Deuteronomio dice que la verdad debe ser confirmada por boca de dos o tres testigos, y, entonces tenemos estos tres testigos inspirados que nos cuentan la historia completa de nuestra Señor Jesús, y hay mucha teología en Él, claro, hay mucha teología en los sinópticos, pero Juan aquí nos dice solo lo que es necesario para probar que Jesús es el Cristo y para que creyendo en su nombre pueda usted encontrar el único camino a la vida eterna.

La primera línea de testimonio de Juan es otro Juan: Juan el Bautista; y esa es la razón por la que el versículo 19 comienza diciendo: “19 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? 20 Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. 21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. 22 Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? 23 Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. 24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25 Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? 26 Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. 27 Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado. 28 Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando. 29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo. 31 Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua. 32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. 33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. 34 Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”. Y ese  testimonio es el punto del libro entero.

36 El siguiente día otra vez estaba Juan y dos de sus discípulos. 36 Y mirando a Jesús que andaba por allí, les dijo: He aquí el Cordero de Dios. 37 Lo oyeron hablar los dos discípulos y siguieron a Jesús”. Ahora, vamos a cubrir esa sección del versículo 19 al 37, este es el primer testimonio que Juan, el apóstol registra acerca de la deidad de Jesucristo y es de Juan el Bautista, el último profeta del Antiguo Testamento y el primer predicador del Nuevo Testamento. Ahora, recuerde, Jesús dijo que Juan el Bautista fue el hombre más grande que jamás vivió hasta ese entonces, de acuerdo con Mateo 11:11; el hombre más grande que jamás había vivido hasta su época. Esa es una declaración asombrosa. Cuando piensa acerca de todas las grandes personas que vivieron remontándonos al periodo patriarcal, remontándonos a Abraham hasta Moisés, y hasta David y todos los demás, esa es una declaración bastante asombrosa.

Es asombrosa porque Juan el Bautista no fue un gran líder, Juan el Bautista no vivió en los salones de la influencia, Juan el Bautista no tuvo presencia social, Juan el Bautista no peleó ninguna batalla, no estableció ninguna institución; hasta donde sabemos, él no tuvo educación formal, él no dejó nada, hablando de instituciones o movimientos, él vivió totalmente alejado de la sociedad; él no tenía riquezas, él vivió como una persona pobre del campo, como nómada; y él vivió los primeros 30 años de su vida en la oscuridad del desierto de Judea. Su historia, la historia de él, es contada en Lucas 1, y puede leer Lucas 1, virtualmente toma el capítulo entero hasta el versículo 80, puede leer esa historia y es importante que usted sepa, conozca esa historia, para que usted sepa que sus padres eran estériles, nunca podían tener hijos; él es un hijo prácticamente producto de un milagro prometido por Dios a través de un ángel que vino a su padre, y la historia de todo esto y cómo le fue declarado a su padre que él vendría en el espíritu y poder de Elías, y que él convertiría los corazones de la gente hacía Dios y los prepararía para el Mesías.

La historia es muy importante y muy rica. Pero a Juan no le interesa, porque el interés no está en la historia. El interés de Juan está en la evidencia, el interés de Juan es un testimonio, el interés de Juan es dar testimonio de la deidad del Señor Jesucristo. Entonces, para Juan no le importa donde vivía, no le importa lo que él vistió, no le importa que él tenía un atuendo de pelo de camello, no le importa que comió langostas y miel silvestre, realmente no importa la historia de este hombre por muy maravillosa y asombrosa que fue; lo que importa es lo que dijo. Ahora, durante 30 años de su vida, no dijo nada. Ahora, recuerde, Juan el Bautista probablemente era primo de Jesús debido a que las madres, María y Elizabeth estaban relacionadas, eran parientes, y Juan el Bautista nació unos 6 meses antes de Jesús; y, entonces, en los mismos 30 años que Juan estaba esperando comenzar su ministerio, Jesús estaba esperando comenzar el suyo. Jesús esperó en Nazaret, en el hogar de José y María; José, probablemente murió en algún punto en ese periodo de tiempo.

Entonces, entre el resto de los hermanos y hermanas cuidaron de su madre trabajando ahí en el taller de carpintería. 30 años de oscuridad total con tan solo un vistazo a la edad de 12 años, pero durante esos mismos 30 años Juan el Bautista está en el desierto, y después de que usted concluye el capítulo de Lucas 1 acerca del Benedicto o ‘benedictus’ –más bien el latín– de Zacarías, cuando él pronuncia bendición y salvación sobre generaciones que están por venir, debido al ministerio de su hijo, presentando al mesías venidero, Juan desaparece de manera total. Podría usted decir que desapareció después de su circuncisión, y no volvió a ser visto durante 30 años siendo un nómada del desierto. No obstante, después de que esos años habían pasado, Lucas capitulo 3 nos da un punto en el tiempo; el año 15 del reinado Tiberio César, y eso lo coloca alrededor del 26 o 27 después de Cristo.

Poncio Pilato ahora es gobernador, Herodes es tetrarca, su hermano Felipe es un tetrarca, Herodes lo es en Galilea, Felipe en Iturea y en Traconite; Lisanias es tetrarca de otra área llamada Abilinia; Anás y Caifás son los dos sumos sacerdotes y están relacionados, son parientes, como usted sabe, por matrimonio; y, entonces, ellos fueron los arquitectos de la ejecución eventualmente de Jesús. Entonces, eso simplemente son algunas observaciones históricas. Entonces, estamos ya en las profundidades de la vida de Juan a los 30 años de edad, Jesús tiene 30, y leemos lo siguiente: “[…] vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. 3 Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, 4 como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas. 5 Todo valle se rellenará, Y se bajará todo monte y collado; Los caminos torcidos serán enderezados,

Y los caminos ásperos allanados; 6 Y verá toda carne la salvación de Dios”. Juan entró a un ministerio mediante una palabra de Dios. Escuche, Juan conocía su historia, él sabía de la visita angélica a su padre, aunque su padre, recordarán ustedes, no podía decir nada porque dudó tanto; el Señor cerró su boca hasta que Juan finalmente nació, y después atravesó por la purificación normal; él no podía decir nada hasta ese entonces, pero después de eso, créame, él pasó su vida entera contando la historia acerca de su hijo, y él debió haber pasado su vida entera esperando que Dios dijera algo a su hijo de quien sabía que estaba por ahí dando vueltas, ahí en la parte este de Jerusalén en el desierto.

Y finalmente, vino, y la palabra del Señor vino a él, Dios finalmente le habló a él, Dios lo comisionó, Dios lo llamó. Marcos 1:4 dice de Juan que de pronto apareció ahí en el distrito predicando; él simplemente salió de la nada, lo cual quiere decir que él no había estado predicando ante de eso. En Mateo 3:5: “Jerusalén y Judea y todas las demás gente de todos lados vinieron a oír a Juan”. Él era tan asombroso, tan poderoso, tan único, tan eficaz como predicador; y si estudia los evangelios sinópticos, los relatos de los evangelios sinópticos acerca de Juan, encuentra esas cosas acerca de él. Fue un hombre valiente, osado, poderoso, confrontaba a la gente, él le dice a los líderes de Israel cuando se aparecen: “Generación de víboras, ¿quién les advirtió que huyera de la ira venidera?”; simplemente fue un hombre muy valiente, prácticamente en línea con todos los grandes profetas del pasado.

La gente tenía mucho interés en Juan por la grandeza de su predicación, pero él tenía algo más a su favor y era el hecho de que él venía de una familia sacerdotal y los sacerdotes eran respetados; ellos sabrían sido la gente más respetada en la cultura. Había decenas de miles de sacerdotes por todo Israel viviendo en todas las áreas, quienes un par de veces iban a Jerusalén y desempeñaban sus funciones sacerdotales en el templo. Pero, en la mayor parte del año, estaban en sus comunidades y eran respetados como aquellos que representaban a Dios y enseñaban las Escrituras, y eran vistos como piadosos. Entonces, Juan 5:35 leemos que de la gente se dijo: “Vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz”. Él fue popular. Él fue un predicador popular, no solo por el poder de su predicación, sino porque él estaba diciendo: “El Mesías viene, el Mesías bien, el Mesías viene”, y ese es el mensaje que la gente quería escuchar.

Estaban cansados de los siglos que habían pasado, llenos de recordatorios acerca de profecías bíblicas acerca del Mesías que no se cumplían; estaban cansados de las fuerzas de ocupación que habían entrado a su tierra, la habían profanado porque eran gentiles; y ciertamente, estaban cansados de la presencia de los romanos. Y entonces, Juan fue muy popular porque la gente quería el mensaje que él le estaba dando acerca de la venida del Mesías, y eso es lo que añadió a su mensaje de arrepentimiento, eso fue lo que bajó el tono de su mensaje de arrepentimiento porque el arrepentimiento estaba conectado a la venida del Mesías; y entonces él venía predicando arrepentimiento y la gente venía y decía: “Muy bien, nos arrepentimos”, y él le decía: “Si ustedes realmente quieren arrepentirse y ser limpiados por Dios por dentro, entonces demuestren eso mediante un acto público de bautismo”, lo cual era un símbolo externo de ese deseo por ser limpiados internamente; y Juan tuvo un impacto asombroso.

Entonces, él es el primero que da testimonio, y es un testigo formidable que da testimonio de la deidad de Cristo. Él es absolutamente único. Usted entiende que no ha habido un profeta en Israel durante 400 años, no han oído de Dios en 400 años; este es un profeta, este es un profeta real, verdadero, y él está diciendo lo que todos querían oír: el Mesías viene. Y nos está diciendo que nos arrepintamos y preparémonos nuestras vidas, limpiemos nuestras vidas, preparemos nuestras vidas para la llegada, y entonces, se están regocijando por un tiempo en su vida. Recuerden, Juan 5:35 dice que él era una antorcha, una lámpara ardiente. Ahora, al ver este pasaje nos da el testimonio de Juan, y quiero darle una especie de panorama.

Hay tres cosas que va a ver en este pasaje, simplemente un panorama general, verlo de manera aérea, verlo de manera general, panorámica. La primera cosa que ve es el carácter de un predicador fiel. Usted ve –podemos decirlo de otra manera– la identidad de un predicador fiel, la naturaleza de un predicador fiel. Sí, Juan es esa antorcha, él es esa voz que clama en el desierto, esa es su función. Pero, ¿qué hay acerca de su identidad, su naturaleza? Bueno, su naturaleza, su identidad es revelada aquí creo de una manera muy clara. Si usted regresa al versículo 15, tiene una referencia – de regreso en los versículos 6, 7 y 8 a Juan el Bautista, y tiene una referencia Juan el Bautista en el versículo 15. Entonces, regresemos a la del versículo 15, inclusive antes de que su testimonio comience en el versículo 19. Juan dio testimonio de él y clamó diciendo, y este es Juan el Bautista, dando testimonio de Cristo: “Este es de quien yo decía, el que viene después de mí es antes de mí; porque era primero que yo”.

Este es una declaración muy importante: “Él existió antes de mí, aunque Él nació 6 meses después de mí”, esa es una afirmación de la eternalidad del Hijo de Dios; “Él nació después de mí, pero existió antes de mí. Él tenía un rango más elevado que yo”; y, usted sabe, en un sentido, eso es difícil de entender porque no ha habido un predicador 400 años, inclusive los últimos profetas en el Antiguo Testamento 400 años atrás no fueron tan populares como Juan. Digo, podría presentarse el argumento de que Juan había sido elevado a una posición por encima del resto de la gente. Ciertamente, desde un punto de vista popular, él había sido elevado por encima del sumo sacerdote, el padre del sumo sacerdote, el sumo sacerdote anterior, los saduceos, los fariseos, los líderes de los fariseos, los sumos sacerdotes que son los principales sacerdotes, los escribas, y el resto de la élite que estaba a cargo del sistema falso, apóstata, legalista del judaísmo, pero Juan no lo ve así.

Aunque él es el hombre, él es el predicador popular, él es el predicador elevado que dice: “El que viene detrás de mí, el que viene después de mí, tiene un rango más elevado que yo”. Y después, en el versículo 27, él dice lo siguiente: “Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado”; esa era la tarea para el esclavo más bajo, del más bajo rango, quitarle las sandalias al amo, lavarle los pies. Juan dice: “Yo soy tan bajo, yo soy más bajo que el más bajo de los esclavos, ni siquiera llego al nivel de un esclavo que lava los pies, así de bajo soy”. Y en el versículo 30, él dice lo mismo que dijo en el versículo 15: “Este es aquel de quien yo dije, después de mi viene un varón, el cual es antes de mí, porque era primero que yo”.

Entonces, ¿cuál es la identidad o la naturaleza de este predicador fiel? Humildad. En una palabra, humildad. Él no buscó honores, él no buscó dinero, no buscó paga, no buscó reconocimientos ni títulos, él no tiene títulos, no tiene palabras de adulación; él no buscó discípulos porque en el versículo 35 dice que él estaba con dos de sus discípulos, dos de sus aprendices, dos de sus alumnos; y él vio a Jesús conforme caminaba y dijo: “He aquí el Cordero de Dios”. ¿Y qué es lo que les está diciendo? “¿Por qué están aquí parados conmigo? Síganlo a él”. Los dos discípulos lo oyeron hablar y siguieron a Jesús. Él no quería nada, él no quería seguidores, él no quería discípulos, él no quería honores, él no quería títulos. El versículo 23 dice: “Soy una voz, yo soy la voz. Eso es todo lo que soy, una voz que clama en el desierto, clama en el desierto y estaba en el desierto”, era un desierto, pero no era un desierto físico geográfico, era un desierto espiritual de corazones estériles. “Yo solo soy una voz”, y ahí, ahí está el concepto correcto del predicador.

Un predicador fiel se caracteriza por la humildad; no busca honores, ni dinero, ni discípulos, ni títulos, ni adulación, él es una voz; y él dirige todo a uno que es más grande que él, todo. Lo segundo que usted ve aquí no es solo la identidad de un predicador fiel, sino que ve la identidad de un pueblo infiel. Va a conocer en esta sección de apertura al pueblo que rechazó al Señor, el pueblo que no estaba interesado en Cristo; son una delegación que usted conoce por primera vez en el  versículo 19, ahí dice: “Los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas”; entonces, Jerusalén, en cierta manera, es una central de religión. El sanedrín está a cargo del sistema religioso. El Sanedrín es el concilio judío de 70 ancianos más los sumos sacerdotes, y son los que toman las decisiones en el área religiosa, en esa religión apóstata.

El término ‘los judíos’ es un término que usted va a ver 70 veces en el Evangelio de Juan; nunca es usado de manera étnica, nunca es usado racialmente, siempre se ha usado en un sentido: es usado para identificar a los enemigos de Jesús. Es ese el término que escogió Juan. No lo encuentra en los otros Evangelios, lo encuentra aquí en el Evangelio de Juan. Es el término que Juan usa para el establecimiento religioso, la élite religiosa de los sumos sacerdotes hasta los fariseos, los saduceos, los sacerdotes, y el resto de la gente que eran los líderes apropiadamente constituidos del judaísmo apóstata que resintieron, odiaron a Cristo y, en últimas, fueron responsables por entregarlo a los romanos para ser ejecutado.

Entonces, usted conoce en este pasaje desde el principio, exactamente al principio, en el primer versículo del relato histórico del Evangelio de Juan, al pueblo infiel; y los va a ver a lo largo del Evangelio, va a ver estas personas, como dije, 70 veces se usa este término, y siempre se refiere a los enemigos de Jesús. Pero hay un tercer grupo que usted va a ver y ese es el pueblo fiel, el pueblo fiel; y usted encuentra un vistazo de ellos en el versículo 37 cuando esos dos discípulos oyeron lo que Juan dijo acerca del Cordero de Dios y siguieron a Jesús. Así es como este Evangelio se divide. A lo largo de este Evangelio, usted va a ver al pueblo infiel asociado con los líderes de Israel, y a los pocos fieles que siguieron a Cristo; esa va a ser la historia. Entonces, por lo menos, en un sentido amplio, conforme vemos este pasaje, vemos la identidad de un predicador fiel.

Él puede ser una antorcha brillante que está resplandeciendo, pero él se ve a sí mismo como nada más que una voz menospreciando toda adulación, todo seguidor, y llamando a todos a seguir al que es mucha más grande que él mismo. Vemos la identidad de un pueblo infiel, quien no importa cuáles son las señales que ven, no importa cuál es el testimonio, Juan el Bautista dio testimonio; usted sabe que Juan el Bautista le dijo a la gente después de que había bautizado a Cristo, que Cristo era el Mesías, porque el Padre  había dicho: “Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia”; el mismo Padre que lo había comisionado al ministerio. El Espíritu había descendido como una paloma; Jesús acababa de salir de la tentación triunfal sobre Satanás; Juan estaba dando todo este testimonio. Y no importa lo que Juan digo, los judíos no lo creyeron, y cuando Jesús vino y comenzó a dar testimonio no lo creyeron, no le creyeron.

Cuando Él hizo milagros no le creyeron, no los creyeron; cuando sus palabras eran las palabras de Dios, no las creyeron; y ese es el pueblo infiel que vemos a lo largo del Evangelio, y que claman por su sangre al final y son destruidos en la destrucción de Jerusalén; y están prácticamente esparcidos a lo largo de la historia, como también aquellos que confían en Cristo. Ahora, sé que les estoy dando muchos detalles, pero quiero que entiendan este panorama general porque realmente es muy importante para usted. Esta sección del 19 al 37 se desarrolla en tres días, y eso es muy raro, por cierto, en el Nuevo Testamento, encontrar algo que es identificado de una manera tan clara en un periodo de días secuenciales. Lo único que tiene usted cerca a esto, sería la semana de la pasión en donde usted, en cierta manera, puede acomodar las cosas que sucedieron el lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo, particularmente la cruz el viernes, la resurrección el domingo, y puede en cierta manera tejerlo todo con las cronologías que se dan.

Pero aquí encontramos realmente el único lugar en los cuatro evangelios en donde tiene específicamente un día, dos días, tercer día; es una mirada de tres días al ápice del testimonio de Juan el Bautista. Ahora, él ha estado predicando, no sabemos por cuánto tiempo, él va a seguir predicando, realmente no estamos seguros de cuánto tiempo, pero aquí lo vamos a encontrar en el punto más alto porque en el día dos, Jesús se acerca y dice: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Ese es el día dos. Y nos vamos a unir a él en el día uno, y vamos a estar ahí en el día tres, porque Juan nos ha dado este registro; tres días específicos que nos dan el testimonio secuencial de Juan el Bautista hacia el Señor Jesucristo.

Ahora, permítame retroceder un poco, y decirle cómo se desarrolla la escena. Éste hubiera sido el final del año 26 después de Cristo, quizás el principio del 27 cuando todo esto comienza a suceder, y Juan despega. Él recibe un palabra del Señor allí en el desierto para que comience a predicar (como le leí en Mateos 3) y él comienza su ministerio en el desierto. Alrededor del mismo tiempo, en términos generales, el Señor Jesús deja Nazaret; ha estado ahí 30 años trabajando en el taller de carpintería, cuidando de su familia en la muerte – debido a la muerte de su padre; Él no ha estado involucrado en ningún tipo de ministerio, fuera de cualquier ministerio a nivel personal que llevó a cabo, lo cual, claro, habría sido sorprendente; pero Él ahora va al va al valle del Jordán y tiene que llegar ahí hasta donde está Juan, porque ahí va a ser bautizado por Juan, porque eso es parte de que Él cumpla toda justicia. En otras palabras, haciendo todo lo que Dios demandaba de todos.

Entonces, Él se dirige al valle del Jordán, Él va a un lugar que se nos identifica ahí en el versículo 28 en donde dice: “Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán donde Juan estaba bautizando”. Ahora, permítame hacer un par de comentarios a cerca de eso. Realmente, no conocemos la ubicación exacta de ese lugar; sabemos que Betania está por Jerusalén, aún está ahí; está a dos millas al este de Jerusalén que serían prácticamente unos más de tres kilómetros al este de Jerusalén, ahí bajando por el Monte de los Olivos, un pequeño pueblo llamado Betania. María, Marta y Lázaro vivieron ahí, Jesús se quedó ahí; pero, como en muchos países, habían pueblos y villas que tenían los mismos nombres, entonces este no es ese. Esta no es Betania que estaba junto a Jerusalén, esta es Betania que está más allá del Jordán. Tiene que bajar por la parte de atrás del Monte de los Olivos hasta Jericó, y cruzar el río Jordán, y en algún punto allí en el desierto, más allá de esa parte, ahí hay otra Betania, y allí es donde está.

Necesitaba tener algo seguro que era agua, porque Juan era un presbiteriano, Juan los sumergía, los detenía ahí y después los sacaba. Entonces, Jesús parte y, prácticamente, viaja unas 13 millas al sur del Mar de Galilea, unas 26 millas al sur y este del Nazaret, y Él baja donde Juan esta bautizando. Esto es antes de este relato, porque en su relato, Juan está recordando el bautismo. Él recuerda el bautismo, versículo 32 y 33, entonces ya ha sucedido; y aquí es en donde Jesús inicia su ministerio, y aquí es donde Jesús entra en su ministerio.

Ahora, Juan está predicando arrepentimiento: “Prepárense para el Mesías, Jesús viene”. Juan realmente no sabe quién es. Versículo 31: “Yo no le conocía”, ahí muy importante, “yo no le conocía”, dice él. Y de nuevo, en el versículo 33: “Y yo no le conocía”, y eso le dice que el Señor no tenía algún tipo de aro, algún tipo de señal, y habían miles de personas que venían por toda Jerusalén, venía, a Judea está viniendo, y aquí simplemente viene otro hombre judío vestido como el resto de la gente, caminando unas 26 millas, más de 30 kilómetros desde su casa, o alrededor de esa distancia; y se aparece, se presenta a sí mismo, y Juan no quiere bautizarlo, y dice: “Tú tienes que bautizarme”, y él dice: “No. Tienes que bautizarme, para que cumplamos toda justicia. Todo lo que Dios demanda de su pueblo, Yo lo voy a hacer para mostrarles el camino de la obediencia”.

Entonces, Juan lo bautiza, y usted conoce la historia. El Espíritu desciende como paloma, y no quiere decir que el Espíritu vino como una paloma, por favor, supere eso; el Espíritu no es una paloma, nunca fue una paloma. Entonces, si tiene palomas por todos lados, eso no es el punto. Él descendió de la manera en la que una paloma desciende y aterriza. Digo, Él pudo haber sido un canario, Él pudo haber sido algún otro tipo de animal, de ave, un perdiz, cualquier cosa que descienda y aterriza; el Espíritu Santo descendió y reposó sobre Él, de la misma manera que una paloma desciende y reposa sobre Él. Todo lo que sabemos, quizás a partir de todo lo que sabemos, Él quizá se pudo haber manifestado en luz, o Él se pudo haber manifestado en fuego; y después el Padre habla desde el cielo: “Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia”, y Juan lo bautiza.

Ahora, no sabemos cuántas personas oyeron eso, no sabemos cuántas sabían lo que estaba pasando; y ahora, recuerde, hay miles de personas, y él simplemente está él hundiéndolas en el agua conforme llegan; y después Jesús desapareció, se fue; ¿a dónde fue? Él fue llevado por el Espíritu Santo, de acuerdo con Lucas 4 y Mateo 4, al desierto para ser tentado por el diablo, y aquí es en donde Él va a demostrar y probar su triunfo sobre satanás. Durante 40 días Él es tentado en el desierto, mientras tanto, a lo largo de estos 40 días, Juan sigue haciendo lo que ha estado haciendo: predicando, la gente viene, la gente realmente atraviesa por lo que en esencia es un bautismo de prosélitos; los judíos bautizaban gentiles cuando ellos querían entrar a la religión judaica como un símbolo de su deseo de ser limpiados por dentro.

Y ellos atravesaban por este lavamiento, este bautismo, lo cual significaba que los judíos que lo estaban haciendo, estaban diciendo: “Yo no soy mejor que un gentil”, esta es una confesión bastante seria de pecado para un grupo de personas, un pueblo que pensaban que eran los mejores, que tenían justicia personal, que pensaban que eran más santos que el resto de las naciones, y que eran espiritualmente orgullosos. Pero bueno, Jesús ya se fue, y está siendo tentado, y Juan sigue ministrando. Se acaban los 40 días, los ángeles vienen y ministran a Jesús; Él come, Él se fortalece, Él se levanta, recibe algo de fortaleza, de fuerza, y Él prácticamente va del este, y va prácticamente caminando por esas montañas, ese terreno escabroso que está por encima de la ciudad de Jericó, en esa área en algún punto, y Él comienza a bajar y llega de regreso hasta Juan, y en el día dos Él llega.

El ministerio de Juan el Bautista se ha estado llevando a cabo, pero éste va a ser el ápice; entonces, esta es la escena. ¿Entendió? Muy bien. Vamos entonces al versículo 19: “Este es el testimonio de Juan […]”, eso ocurrió durante ese periodo de tres días; día uno, y después día dos, y después día tres. Muy bien, entonces veamos el día uno: “Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen […]”, y demás. Viene el día dos, en el versículo 29, allí encontramos el día dos, porque en el versículo 29 comienza “el siguiente día”. Y el día tres comienza en el versículo 35, porque el versículo 35 comienza “el siguiente día”. Ahora, permítame explicarle cómo se desarrolló el testimonio de Juan. Día uno, Juan dijo: “Él está aquí, Él está aquí”; día dos, él dijo: “He aquí”; el día tres, él dijo: “Síganlo”.

Tres días, tres mensajes secuenciales, a tres grupos diferentes. En el día uno, él le está hablando a una delegación del Sanedrín; en el día dos, él le está hablando al pueblo en general; y en el día tres, él le está hablando a sus propios discípulos. Este es un vistazo maravilloso de los tres días más importantes en el ministerio del hombre más grande que jamás había vivido hasta este entonces, el último profeta del Antiguo Testamento, el primer predicador del Nuevo Testamento, éste es el testimonio de Juan. Día uno: Cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas; los judíos, ese es el establecimiento religioso hostil, o los enemigos de la verdad, son los enemigos de la justicia, son los enemigos de la piedad, son los enemigos de Juan, son los enemigos del arrepentimiento, y después serán los enemigos de Jesús.

Entonces, aquí tenemos una coalición, una delegación –por así decirlo– de sacerdotes y levitas; estas son personas comunes, los sacerdotes eran personas comunes, eran –como lo dije– decenas de miles de ellos, y eran religiosos, pero eran comunes, no son la élite, no son los escribas –usted sabe–, los teólogos religiosos, los teólogos elevados; no son los saduceos, la gente con todo el dinero y todo el poder; y después los levitas vinieron con ellos. ¿Quiénes eran los levitas? Hacían prácticamente trabajos insignificantes para apoyar a los sacerdotes; creo que una manera de decirlo sería que los sacerdotes – los sacerdotes eran los que cuestionaban, eran la delegación religiosa en donde – mientras que los levitas eran los protectores. Una de las cosas que los levitas hacían era trabajo en el templo, y trabajaban bajo el capitán del templo, y bajo los tenientes del capitán del templo, para controlar a las multitudes; los levitas trabajaban para mantener la paz, para guardar la paz; en cierta manera, era la policía que mantenía bajo control a los manifestantes, eran los oficiales.

Y entonces, aquí vienen los sacerdotes, y, como usted sabe, envían sacerdotes, y eso es bueno, porque sabían que Juan venía de una línea sacerdotal, eso debió haber sido conocido, porque cualquier persona en el mundo sacerdotal de hecho habría conocido eso. Zacarías, recordará usted, de hecho había estado ofreciendo un sacrificio en el templo durante el curso de su trabajo, mientras él estaba desempeñando sus labores sacerdotales, cuando un ángel llega a decirle que Juan nacería; entonces, él habría obtenido algo de kilometraje, habría aprovechado algo del hecho de ser parte de la línea sacerdotal; ese respeto podría ser la razón, o quizás una de las razones, por las que se regocijaron por un tiempo con su luz.

Entonces, aquí vienen los representantes de los judíos que son los enemigos de la verdad y la justicia, y Juan y el arrepentimiento, y Jesús; envían esta delegación digamos del tipo de personas normales, de los sacerdotes que no conocían las Escrituras, y no eran los tipos religiosos, eran prácticamente los líderes del vecindario, y su asistencia podía en cierta manera si era necesario controlar a las multitudes, pero son una delegación; y observe, en el versículo 24, que habían venido de los fariseos, habían sido enviados de los fariseos. Ahora, los fariseos nos acercan al problema aquí, porque no tenemos ilustraciones de fariseos que se hayan convertido, uno al final; eran los enemigos declarados de Jesús, que prácticamente guiaron esto en la dirección de la enemistad y el odio hacia Él.

El Sanedrín está tras de esto, y son el concilio gobernante de 70 ancianos más el sumo sacerdote, ellos envían a esta delegación. Los fariseos son prácticamente los que cuidan, los guardianes de la religión judía apóstata, ellos son los guardianes de la religión judía apóstata, y envían a estos sacerdotes comunes y levitas, y van a hacer preguntas de Juan, van a hacerle preguntas a Juan; esta es una misión del Sanedrín. Entonces dicen en el versículo 19: “¿Tú quién eres? ¿Tú quién eres?”, la implicación es: “¿Tú eres el Mesías? ¿Por qué dices eso?”, porque la respuesta indica que ese era el punto de la pregunta; “¿Tú quién eres?”, está bien pensada, es una manera respetuosa de hacer la pregunta. Yo no erraría en esto, es claro; ellos quieren saber si este hombre es el Mesías, o si cree que es el Mesías.

De acuerdo con Lucas 3:15, “mientras que el pueblo estaba en espera”, ¿por qué estaban en un estado de espera?, porque Juan está diciendo: “El Mesías está aquí”, y todos están preguntando en sus corazones si Juan es, o si es el Mesías; entonces, es natural que esté en la mente de todo mundo. “¿Eres tú el hombre? Yo sé que tú estás hablando de alguien más, de un rango más alto que nació después de ti, pero que existió antes de ti, pero, ¿eres tú el hombre?”, tenían que descubrirlo porque las masas de humanidad estaban llegando a la ciudad de Jerusalén y el área circunvecina, y querían oír a Juan, él estaba teniendo mucha más influencia religiosa que cualquier otra persona. Y en el versículo 20, confesó y no negó, sino confesó.

Y, por cierto, esa es una manera en español de tratar de traducir el griego, lo cual es muy, muy fuerte; él estaba molesto, él estaba indignado por la pregunta; él confesó y no negó, sino confesó: “Yo no soy el Cristo”. Ahora, por cierto, no estaban buscando un salvador, deben entender eso; ellos no estaban buscando un cordero, no estaban buscando un sacrificio, no estaban buscando que alguien quitara la ira de Dios; estaban buscando un rey porque pensaban que estaban bien; ese era un compromiso modesto con el arrepentimiento por causa de Juan y por causa de estar listos para el Mesías, pero no había un sentido en el que realmente estuvieran buscando un salvador.

Si usted pasa a Juan 3:25, encontramos ahí una discusión por parte de los discípulos de Juan con un judío acerca de la purificación; entonces, vienen a Juan, Juan el Bautista, y le dicen: “Rabí”, le dicen “Rabí”; entonces, ahí vemos que lo habían identificado no solo como profeta, y de la línea sacerdotal, sino como maestro. “Rabí” significa ‘maestro’. “Mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza y todos vienen a él”, y estos son discípulos de Juan, que van a Juan y dicen: “Nuestro maestro Juan, tienes que darnos la respuesta a una pregunta. La persona que tú señalaste, él tiene a todas las multitudes, todos van tras Jesús, todos te están dejando, todos se están yéndose tras él, y él ahora está bautizando”. Respondió Juan y dijo: “No puede el hombre recibir nada si no le fuere dado del cielo”. Aquí tiene usted un versículo sobre el cual puede edificar su vida. “Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de Él. Yo no soy el Cristo”.

En el siguiente versículo él usa una analogía: “El que tiene la esposa es el esposo, mas el amigo del esposo que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo, está cumplido”. “Yo no soy el novio, solo soy prácticamente el amigo del esposo; yo no soy el esposo, yo soy el amigo del esposo”. “Es necesario que Él crezca –versículo 30–, pero que yo mengue”. Entonces, Juan sabía que él no era el Mesías, y él de manera enfática dice: “Yo no soy el Mesías”; y entonces, le preguntaron, versículo 21: “¿Qué, pues, eres tú Elías?”. Bueno, ¿por qué hicieron una pregunta como esa? Elías ya desapareció de la escena hace mucho tiempo; ¿por qué preguntan eso? Ellos preguntan eso, porque el profeta final, Malaquías, dijo esto de la venida de Cristo, la venida del Mesías: “Voy a enviarles a Elías, el profeta”, prácticamente lo dice: “Voy a enviarles a Elías, el profeta, antes de la venida del gran y terrible día del Señor”, y esto lo vemos ahí en el profeta Malaquías.

Entonces, con el profeta Malaquías, ellos hacen esa pregunta, porque el profeta final, el último profeta Malaquías, dijo lo siguiente de la venida de Cristo, la venida del Mesías: “He aquí yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová grande y terrible; él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres; no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”. Previo al regreso del Señor Jesucristo en juicio, el gran y terrible día del Señor, Elías vendrá, esa es una promesa, esa es una promesa del Antiguo Testamento. Antes, en Malaquías 3, él es llamado ‘el mensajero’, el mensajero que viene antes del regreso del Mesías para establecer su reino; los rabinos lo entendieron, los judíos lo entendieron, los sacerdotes lo entendieron, los levitas lo entendieron, todos lo entendieron; antes de la llegada del Mesías vendrá Elías, pero es antes de la venida del Mesías a juzgar; entonces, podemos decir esto, solo para nuestro entendimiento, solo para entenderlo correctamente, que Elías vendrá antes de la segunda venida del Señor en juicio.

Algunos lo equiparan con uno de los testigos de Apocalipsis 11:3, los dos testigos que vienen al final; Elías nunca murió, ¿no es eso verdad? Él fue al cielo. ¿Qué? Sí, él fue al cielo en un carro. Entonces, Elías va a venir antes del regreso del Señor en el día grande y terrible. Entonces, ellos dicen: “¿Eres tú Elías?”, es lo que le preguntan a Juan, “¿Eres tú Elías? ¿Acaso esto significa esto es la venida del rey?”, y claro, pensaron que el juicio vendría sobre los impíos, sobre las naciones impías, y recibirían el reino; y él les dice: “No, no soy”. Dice usted: “Bueno, espere un momento, un momento. ¿Por qué dijo él: No soy?”, porque no lo era, él era Juan el Bautista, él no existió antes de que naciera, él no es Elías reciclado; no obstante, y aquí está lo que usted tiene que entender: el ángel dijo que vendría en el espíritu y poder de Elías, con ese tipo de poder y efecto profético, convirtiendo los corazones del pueblo de regreso a Dios.

Entonces, debe entenderlo de esta manera, dos venidas de Cristo; en la primera venida le es precedida por uno en el espíritu y poder de Elías; en la segunda venida, él es precedido por Elías. Entonces, Juan no es el Elías, pero él es el que viene en el espíritu y poder de Elías, y es bastante claro a lo largo del testimonio de Mateo y Lucas, que ellos entendieron eso, que Juan no era Elías, pero era el que vendría en el poder y espíritu de Elías. Usted recuerda al gran profeta, a ese gran profeta que habló la Palabra de Dios. Entonces, no estaban teniendo mucho éxito al tratar de identificar a este hombre, entonces le preguntaron: “¿Eres tú el profeta?”, el profeta; bueno, eso es bastante vago, ¿no es cierto?, realmente no; estaban hablando de una profecía específica en el Antiguo Testamento que se encuentra en Deuteronomio 18, en Deuteronomio 18 hay una profecía específica, versículo 15: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis”; “Yo levantaré un profeta de entre tus hermanos, voy a levantar un profeta de entre tus hermanos como tú, voy a colocar mis palabras en su boca y él les va a hablar todo lo que yo les mande”. Este es Moisés prometiendo la venida de un profeta, un gran profeta en el futuro, un profeta asociado con salvación, restauración, la revelación de la Palabra de Dios.

Los judíos, a lo largo de su historia, habían visto eso como una profecía de la venida del Mesías; fuera el Mesías, o alguien que venía en el momento del Mesías, hubiera sido ese profeta. Entonces, estas son preguntas que salen de su teología y su entendimiento del Antiguo Testamento; ellos preguntan si él es el Cristo, y después preguntan en base a Malaquías 4:5: “¿Eres tú Elías?”; y después, en base a Deuteronomio 18: “¿Eres tú el profeta?”. Y por cierto, si usted quiere saber a quién se refiere ese profeta, está en Hechos 3, porque Pedro en su segundo sermón acerca de Cristo, habla acerca del sufrimiento de Cristo, y él dice ahí en Hechos 3:19: “[…] arrepentíos, y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados, para que envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado”; y después él procede a hablar de Cristo, y dice lo siguiente: “22 Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable”, y eso es citado de manera directa Deuteronomio 18. Entonces, Pedro en su segundo sermón identifica ese profeta como ningún otro que Jesucristo, y así será que toda alma que no escuche ese profeta será destruido.

Esteban dio el mismo mensaje en el séptimo capítulo del libro de los Hechos, creo que está en el versículo 37: “Este Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos […]”. Entonces, “¿Eres tú el Mesías? ¿Eres tú Elías? ¿Eres tú el Profeta?”, y a las tres preguntas él dice: “No”, de manera enfática; y en el versículo 22 le dijeron: “Pues, ¿quién eres? Para que demos respuesta a los que nos enviaron”. Ahora, aquí está el asunto de comisión; habían sido mandados y enviados como una delegación oficial por parte del Sanedrín; “¿Qué dices de ti mismo? Necesitamos una respuesta”; y me encanta esto, él dijo: “Yo soy la voz, yo soy la voz de uno que clama en el desierto, enderezad el camino del Señor”. Me recuerda de Pablo, en Efesios 3:8, quien dijo que él era el más pequeño, el menor de todos los santos; Juan es una voz, esta es la esencia de la verdadera grandeza, la humildad. “¿Qué dices de ti mismo?”, “Yo soy el hijo de Zacarías, el sacerdote estimado; yo soy el hombre más grande que jamás vivió por cierto; yo soy un hombre que fue, simplemente para que lo sepan, lleno del Espíritu Santo cuando aún estaba en el vientre de mi madre”, él no dice nada de eso. Él simplemente dice: “Yo soy una voz”.

Me recuerda de Lucas 17:10 en donde dice que cuando hayamos hecho todo lo que deberíamos haber hecho, debemos decir únicamente: “Somos siervos inútiles, soy un esclavo, solo una voz, solo una voz; pero soy una voz que es única, soy una voz que clama en el desierto, enderezad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías; “Soy una voz, pero una voz cumpliendo una profecía del Antiguo Testamento en Isaías 40:3-5; yo soy el cumplimiento de Isaías 40:3-5”. ¿Y qué es lo que Isaías quiso decir cuando dijo: Una voz, la voz de uno que clama en el desierto? Isaías estaba hablando de la venida del Mesías, y que antes de que viniera el Mesías, sería precedido por una voz que estaba clamando en el desierto: “Enderezad el camino del Señor, aplanen el desierto, aplanen en el desierto, hagan en el desierto una carretera para nuestro Dios, que todo valle sea levantado, y todo valle sea aplanado; que el camino que es pedregoso, el camino que está accidentado, se aplane; que el terreno accidentado, sea un valle amplio.

Entonces, la gloria del Señor será revelada, y toda carne la verá, porque la boca de Jehová ha dicho esto”. Esta es una profecía de Juan el Bautista, y él dice: “Yo soy esa voz”. Ahora, escuche usted, él estaba en un desierto físico, él estaba en un desierto geográfico; pero ese no es el punto de la palabra ‘desierto’ en la profecía de Isaías, porque cuando Juan vino, él no vino con una máquina para aplanar, una buldócer, él no vino y comenzó a mover la suciedad, y empezó a rellenar los hoyos, y empezó a demoler montañas; entonces, ¿en qué sentido él le estaba aplanando montañas, elevando valles, y enderezando los caminos torcidos, y quitando los obstáculos del camino? Espiritualmente, espiritualmente lo estaba haciendo. El predicador de la verdad de justicia, una voz que no atraía gente a sí mismo, sino a uno de un rango más elevado que él, cuyas sandalias él ni siquiera era digno de desamarrar; y él estaba diciendo: “Enderezad el camino del Señor”.

Él dice en el versículo 23: “Enderezad el camino del Señor”; en otras palabras: “Crea una carretera en tu corazón”, es lo que está buscando. Cuando lo leímos, cuando explicamos eso conforme se los leí en otro pasaje, cubrimos ese detalle; los lugares más bajos, son las cosas más bajas en la vida, que necesitan ser sacadas a la superficie. Las cosas elevadas son cosas de justicia personal, orgullosas, hipócritas que necesitan ser rebajadas. Las cosas torcidas, son las cosas desviadas que necesitan ser enderezadas. La basura de la vida necesita ser limpiada, necesita ser quitada, para que el camino esté limpio. Esto es todo o parte del mensaje de arrepentimiento.

Enfrenta los asuntos del corazón, lo cual es tanto miserable en su elevación de sí mismo, como también es algo humillante en sí mismo. Y por cierto, en el momento mismo en el que Juan está respondiendo su pregunta en el día uno, Jesús está caminando hacia Juan, y va a llegar el día siguiente; “Soy una voz, no solo una voz en el sentido de voz y ya, soy la voz profetizada en Isaías que ha venido a clamar en el desierto de pecado y esterilidad, y torcedura, y de bajeza, y de justicia personal; enfrenta tu corazón, endereza el camino”, y habían sido enviados por los fariseos, y los que habían sido enviados por los fariseos, le preguntaron y le dijeron: “¿Por qué, pues, bautizas si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta? ¿Qué estás haciendo? ¿Quién eres?”, les voy a dar la respuesta a esa pregunta en la próxima ocasión. Bastante dramático, ¿no es cierto? Ni siquiera terminamos el día uno. Me apena.

Oremos. Padre, estamos tan bendecidos, y tan agradecidos por la riqueza que es colocada en nuestras mentes y nuestras manos; nuestros corazones en tu Palabra. Toda palabra, todo versículo, todo texto, todo relato, todo testimonio, simplemente es tan sobrenatural del cielo de una manera tan obvia, y hemos estado en comunión con el cielo el día de hoy, hemos ofrecido nuestras oraciones al cielo, y hemos oído al cielo hablarnos a través de este capítulo. Gracias por el testimonio de Juan acerca de la deidad de nuestro Señor Jesucristo; gracias por enviar a tu Hijo al mundo para buscar y a salvar a los perdidos; y que todos concluyamos como Juan lo hizo, que éste es el Hijo de Dios, éste es en quien el Espíritu descendió y de quien el Padre dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Y que lo sigamos como lo siguieron esos discípulos de Juan fielmente hasta el final, negándonos a nosotros mismos, tomando nuestra cruz y siguiéndolo.

Oro por aquellos que están en el desierto del pecado, cuyos corazones son estériles y están vacíos, y están llenos de las profundidades de impiedad, en las alturas del orgullo, y en las curvas de la perversión, y las piedras de tropiezo de la basura pecaminosa. Que tú, mediante tu Espíritu Santo, limpies el camino, y limpies el camino para el Señor. Oramos porque hagas eso hoy. Y, Padre, te agradecemos porque has plantado esto en nuestros corazones y mentes, úsalos Señor, úsalo; que no termine aquí, que no sea una cubeta que recibe algo y lo contiene, sino que sea como un túnel, sino que sea como un túnel para que lo que oímos prenda nuestros corazones, encienda nuestros corazones, y llene nuestra conversación tanto con aquellos que te conocen y los que no te conocen. Usa esta verdad, Señor, y espárcela en maneras que ni siquiera podemos imaginarnos; para tu gloria oramos, y bendice esta congregación en todo casa, toda familia, toda vida, que Cristo sea honrado en todos nosotros. Oramos en su nombre.

Para más información sobre los mensajes y libros del pastor John MacArthur, y de los derechos legales de los mismos, puede acceder a la página en gracia.org.  

 

 

 

 

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