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Juan, capítulo 14, una porción muy conocida de las Escrituras. Pero no se me duerma, porque quiero abrirla de una manera que espero que sea fresca y útil para usted. Juan, capítulo 14. Ahora, un recordatorio, rápidamente, para aquellos de ustedes que no han estado con nosotros en los últimos domingos. Quizás éste sea el contexto que usted necesita.

Nuestro Señor había vivido Su vida de manera plena, tres años de ministerio, y ahora, lo encontramos en la semana final de Su vida. Él será crucificado el viernes por la tarde, Él será el Cordero sacrificial que quita el pecado del mundo, matado en el momento en el que los judíos estaban matando a los corderos sacrificiales en la Pascua ese viernes. No obstante, lo encontramos en esta sección de la historia de Juan de Su vida en el aposento alto el jueves por la noche. Esta es Su última noche con Sus discípulos. Este es Su discurso de despedida para ellos. Aquí es donde Él les da Sus palabras finales a Sus propios hombres, los apóstoles.

Ha sido una semana sorprendente. Él llegó a la ciudad en una entrada triunfante triunfal el lunes y lo reconocieron como el Mesías, cientos de miles de personas, sin duda alguna. Pero ya para el viernes van a clamar por Su sangre y Él va a morir en la cruz. Y después, claro, como usted sabe, el domingo, Él resucita de los muertos y lanza la gran gloriosa historia del Evangelio y la salvación.

Entonces, el jueves por la noche lo encontramos con Sus discípulos. Él ha estado con ellos durante tres años completos, las 24 horas de los siete días de la semana. Ellos lo aman, creen en Él pero están profundamente confundidos. Su sentido entero de lo que supuestamente debía suceder ha desaparecido, se ha desvanecido. Sus esperanzas y ambiciones están colapsándose, se están desintegrando a su alrededor. ¿Por qué? Porque el Señor continúa diciéndoles que Él se va. Él se va.

De hecho, el relato de esta última noche llena Juan 13, 14, 15 y 16 y también incluye la oración en Juan 17. En esta noche larga, la realidad molesta de la noche entera es que Jesús se va. Él se va. Ellos serían los primeros en decir: “nosotros hemos dejado todo seguirte.” De hecho, han dicho eso. “Hemos dejado todo por seguirte y ahora tu nos vas a abandonar.”

Así es de hecho cómo comenzó la noche, capítulo 13, versículo 1, “antes de la fiesta de la Pascua, Jesús, sabiendo que Su hora había llegado, que Él partiría de este mundo al Padre, habiendo amado a los Suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.” Él está a punto de irse y Él se ve presionado por este amor infinito hacia los Suyos, para consolarlos ante Su partida. Él dice repetidamente que Él se va.

Usted recordará que ahí atrás en el capítulo 13, versículo 31, en donde nuestro Señor declaró que ahora es momento para que el Hijo del Hombre sea glorificado. Entonces, en el versículo 33 Él dice: “Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir.” Yo me voy y ustedes no pueden venir.

Después, ahí en el versículo 36: “Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después.” Capítulo 14, Él esencialmente dice lo mismo varias veces en el versículo 12. Él dice: “De cierto, de cierto os digo: El que en Mí cree, las obras que Yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque Yo voy al Padre.” Y de nuevo les dice: “me voy para ir al Padre.” Ahí en el versículo 28, abajo, hacia el final de ese versículo Él vuelve a decir: “Yo voy al Padre; porque el Padre mayor es que Yo… Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis.” Versículo 29.

Éste fue el tema importante que quisieron evadir esa noche del jueves; Jesús se iba. Y para añadir a la confusión de eso y la duda y el temor y la ansiedad y el amor y la molestia, Él inclusive había dicho que entre los doce había un traidor. Quien iba a traicionarlo y lo iba a entregar a manos de Sus enemigos. Él les había dicho que sería arrestado, golpeado y asesinado; y todo fue profetizado en el Antiguo Testamento.

Y leímos eso en Isaías 53. Él inclusive había declarado al final del capítulo 13 a Pedro, su líder, que Pedro terminaría traicionándolo al negarlo tres veces. Todo esto contribuyó a la desintegración de sus esperanzas y expectativas mesiánicas. Todavía estaban peleando acerca de quién iba a tener el lugar más elevado en el Reino.

Cuando el Señor hubiera establecido Su Reino, Su gobierno que obviamente iba a establecer, eso era lo que el Mesías supuestamente iba a hacer de acuerdo con la teología de ellos, ellos estarían en lugares primordiales de elevación, de exaltación, varios de ellos podrían sentarse a Su diestra y a Su izquierda. Y todavía estaban discutiendo acerca de esto en esa misma ocasión. Y Él ahora estaba hablando de que “me voy, me voy,” y “no van a venir, ustedes no van a venir. Yo voy al Padre y ustedes no. Y uno de ustedes es un traidor y su líder va a ser un negador.” Y Él también dijo: “y todos ustedes van a ser dispersados. Todos se van a dispersar.”

Ellos están conmocionados. Su decepción es multiplicada por la horrenda realidad de sus propias actitudes. Ellos han estado luchando por la prominencia. Ninguno de ellos estuvo dispuesto a agacharse y lavar los pies de los otros, y por eso el Señor tuvo que hacer eso. Eso añadió a la vergüenza sobre sus cabezas.

Este es un tiempo muy difícil. Así no es como debía terminar. Ellos habían sido vagabundos itinerantes durante tres años, todo esto con expectativa de que cuando esto finalmente culminara, culminaría en gloria para el Señor y para ellos. No ayudó que, como leímos en el 13:21, el Señor mismo estaba turbado. Ciertamente, ellos habrían visto eso. Y Él estuvo más turbado cuando Satanás entró en Judas. Y después, despidió a Satanás y a Judas para que hicieran lo que habían planeado hacer.

Él está solo, solo como alguien nunca jamás ha estado solo. Ellos no muestran interés en absoluto en Su sufrimiento. Nadie ofrece una palabra de consuelo a Él. Nadie se acerca a Él para expresar amor fiel. Ellos parecen ser totalmente indiferentes a lo que Él dice que va a suceder en Su propio sufrimiento. Están absortos en sí mismos, están confundidos, están asustados y sus expectativas mesiánicas se están derrumbando. No muestran amor real hacia Él, pero Él los ama infinitamente. Entonces, mientras que no le ofrecen consuelo alguno a Él en la expectativa de lo que Él sufrirá, Él ofrece consuelo inmenso hacia ellos; y lo vemos a lo largo de todos estos capítulos.

Y después, en la oración final, Él ora que el Padre cumpla todo lo que Él ha prometido, no sólo para ellos, sino todas las promesas que Él les hizo a ellos, Él las extiende a todos nosotros que jamás creeríamos en Él a lo largo de la historia humana. Y ora porque el Padre cumpla estas promesas a todos nosotros. Es un pasaje increíble.

Él tiene que confortarlos porque ellos no están interesados en confortarlo a Él. Pero ese es el corazón de Dios, lleno de gracia, compasivo, misericordioso, amoroso. El consuelo viene en primer lugar en el capítulo 14, versículo 1: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí. En la casa de Mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí.”

Completamente consciente de todo lo que Él sufriría en unas cuantas horas, completamente consciente de eso, ya sintiendo el peso venidero de llevar el pecado, ya comenzando a probar de la copa amarga del juicio divino, la copa de muerte, siendo desamparado por el Padre, Él todavía está totalmente absorto en los temores y tristezas de Sus amados apóstoles, como si no fuera Él que iba a sufrir en absoluto. Éste, creo yo, es el punto más bajo de Su humillación antes de la cruz.

Obviamente, la cruz es el punto bajo definitivo de Su humillación. Pablo en Filipenses 2 dice que Él descendió hasta la muerte, esto es hasta muerte de cruz. Pero, ¿hubo una humillación más baja del que merece toda alabanza, el Dios de todo consuelo en forma humana? ¿Hubo una humillación más baja que estar al borde de este sufrimiento y que nadie entendiera, a nadie le importara, que nadie le ofreciera consuelo y nadie llevara Su sufrimiento?

Este es un punto bajo de humillación. A Él no se le ofrece consuelo, ni misericordia por parte de Sus amigos más íntimos. En lugar de estar ocupado con lo que estaba frente a Él, Él estaba totalmente consumido con la tristeza de ellos. Es la tristeza de los corazones de ellos que lo motiva a Él, a partir del amor, a decir todo lo que Él dice en estos capítulos a ellos y a nosotros. Y los seis versículos de apertura realmente es son el cimiento del consuelo. Más adelante, Él les dará al Consolador, el Espíritu Santo, quien morará en ellos.

Entonces, somos consolados por Sus promesas y esos consuelos de Sus promesas son incrementados en poder e impacto por la presencia del Consolador que mora en Sus hijos. El tema aquí es consuelo: “consuelo al confiar en Mí, al confiar en Mí.”

Ahora, simplemente quiero dividirlo en tres partes pequeñas, ¿muy bien? Punto número uno: el ruego, Su ruego, en el versículo 1. “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí.” Quizás una mejor manera de leerlo sería: ‘no dejen que su corazón sea turbado. Ustedes creen en Dios, crean también en Mí.’ O inclusive una mejor manera: ‘dejen de dejar que su corazón se turbe. Ustedes creen en Dios, crean también en Mí.’ Él no está diciendo que no comiencen a turbarse, Él está diciendo deténganse, deténganse. No más. Ya no más.

Él los conoce. Él conoce todo lo que está en el corazón de un hombre. Ahí de regreso en el capítulo 2 aprendimos eso. Él es Dios, después de todo, omnisciente. Y sus corazones están llenos de un mar de emociones conforme ven que sus esperanzas llegan a despedazarse. Sus deseos se están desvaneciendo por Su muerte y Su partida. Y ello no pueden ir. Ellos están tristes, sin esperanza, están deprimidos. Y simplemente, parece estar tan lejos del lunes.

Y todo el mundo en Jerusalén estaba reconociéndolo como el Mesías, el Hijo de Dios, el Rey. Y después, Él simplemente toda la semana estuvo hablando de muerte y partida y de ir al Padre. Y en lugar de ganar a la gente y ganar a los líderes, Él simplemente alejó a los líderes toda hora de todo día. Parecía como si su hostilidad y enojo e intenciones homicidas fueron elevadas.

Simplemente, no va en la dirección que ellos querían que fuera. Ansiedad, temor, duda, los abruma. La idea de que Jesús los deje era absolutamente insoportable. ¿Cómo podían reconciliar eso con sus expectativas mesiánicas? Y debido a que habían invertido todo el seguirlo a Él, ¿qué les pasaría ellos?

La actitud de la gente que lo mató iba a ser la misma hacia ellos. Y conocemos la historia, si pensaban de esa manera, estaban en lo cierto, porque casi todos murieron como mártires, eventualmente. Y, de nuevo, le recuerdo que habían dejado todo -y le habían dicho eso - para seguirlo a Él. Y ahora, Él parece dejarlos a todos ellos atrás en medio de enemigos que lo odian y que después de que lo hayan asesinado a Él, no van a querer hacer nada más que asesinarlos a ellos. Todo era muy, muy extraño; muy, muy extraño.

Encima de eso, ellos tenían que enfrentar con su orgullo horrendo y egoísmo y la confusión acerca de un traidor. Y después, su líder iba a ser un negador. La verdad es que Su sufrimiento no podía ser aliviado de cualquier manera. Él tenía que sufrir lo que Él sufrió solo, ¿no es cierto? Nadie entró en Su sufrimiento. Él tenía que beber de la copa amarga de la ira divina hasta el fondo por sí mismo. Él tenía que pisar por el camino al calvario solo.

Ellos no tenían la capacidad de sentir lo que Él sintió, ellos eran hombres, Él es Dios. Ellos no tenían poder para cargar Su carga, ellos no podían ofrecer nada. Pero lo opuesto es verdad, porque Él fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Entonces, Él se volvió un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel. Él sintió el dolor de ellos. Él sintió su dolor. Él sintió la agonía de que ellos lo iban a perder por un tiempo. Y Él buscó proveer consuelo. Esta es una verdad maravillosa. Es claro que había lugar en su corazón para las tristezas de ellos, e inclusive cuando los Suyos eran infinitos.

Isaías dijo: “en toda Su aflicción, Él fue afligido. En toda su aflicción, Él fue afligido.” E Isaías dijo en el capítulo 50: “y Jehová, quien lo ungió para consolar a aquellos que lloran y curar a los quebrantados de corazón, inclusive le dio a Él la lengua del sabio para que pudiera hablarles a su tiempo a aquellos que estaban cansados.” Él conoció su cansancio, Él conoció su tristeza y Él dice: “deténganse. Dejen de estar turbados.”

Este es el ruego: “ustedes creen en Dios,” lo tomo como un indicativo. “Ustedes creen en Dios,” después un imperativo, “crean también en Mí.” Entonces usted comienza con esta idea de consuelo con Dios, ¿verdad?, quien es llamado el Dios en la Biblia de toda consolación. Usted comienza ahí con el Dios, quien todo lo sabe, que es sabio, es todopoderoso, gobierna todo, se preocupa, es todo suficiente, tiene todos los recursos, toda la provisión. “Ustedes confían en Dios, ustedes creen en Dios; no tienen problema alguno con eso, entonces, crean también en Mí.”

De nuevo, esto ciertamente es una afirmación de Deidad, ¿no es cierto? Ustedes creen en Dios, entonces crean en Mí.” Juan a lo largo de su Evangelio presenta la verdad de que Jesús es Dios, pero son uno en naturaleza. Ése es el punto entero de este Evangelio en su totalidad, “para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios,” Juan 20:31. Hemos visto eso capítulo, tras capítulo, tras capítulo, presentaciones de Su Deidad. Pero el libro comienza al decir: “en el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios.”

Entonces, ustedes creen en Dios, ¿cuál es el punto de esto? Bueno, el punto es simplemente este: “ustedes creen en Dios, a quien no pueden ver.” Ustedes creen en Dios, a quien no pueden ver. Dios es invisible. Nadie puede ver a Dios. Dios es un Espíritu; Él es un Espíritu invisible.

Ninguno de ellos jamás había visto a Dios, pero creían en Dios. Él está declarando: “ustedes creen en Dios.” En un sentido, Él estaba afirmando que ellos son creyentes verdaderos. En un sentido, en cierta manera, son creyentes del antiguo pacto, ellos creen en Dios. Ellos creen en Dios y ellos creen en la revelación de Dios en el Hijo de Dios y esa es la razón por la que dijeron “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Y esa es la razón por la que dijeron: “sabemos que Tú eres el Santo y tienes palabras de vida.”

Ellos habían sido regenerados por Dios y se habían vuelto creyentes en el Dios verdadero, ellos habían creído en Dios. Probablemente, mucho tiempo antes de eso, fueron creyentes en Dios revelado en el Antiguo Testamento, a quien nunca habían visto. Necesitaban recordar el Salmo 27 quizás, en donde el salmista dijo “me había desmayado,” este es David, “bajo aflicción,” como con frecuencia está en los Salmos. “Yo me habría desmayado a menos de que hubiera creído que vería a Dios.” No. “Por ver la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes.” Yo admito, dice David, con frecuencia, que hay suficiente aquí para aplastarme. Hay suficiente aquí para derribarme y para mantenerme derribado, a menos de que yo crea que veré la bondad de Jehová, del Señor en la tierra de los vivientes.

Y después, en ese mismo Salmo, inmediatamente lo sigue en el siguiente versículo y dice “espera en Jehová.” Es como un soliloquio en el cual él se está hablando a sí mismo y al resto de la gente. Espera en Jehová, sé fuerte, que tu corazón tome ánimo. Sí, espera a Jehová. Él está ahí, Él no está en silencio, Él vendrá. En la hora más oscura, así es como vivimos, vivimos como David. No vivimos como los discípulos. Nunca hemos caminado y hablado con Jesús. Nunca hemos tenido esa experiencia de tres años.

Entonces, confiamos en el Dios invisible; y para nosotros, confiamos en el Cristo invisible. Y vivimos y nos movemos en el poder del Espíritu Santo invisible. En la hora más oscura, nos aferramos a nuestra fe, confiamos en Dios.

Los apóstoles de nuevo, ya habían, por regeneración e iluminación Divina reconocido que Jesús es el que ha venido de Dios. Él es el Santo de Dios, el Santo del cielo. Pero después, lo han visto y lo han oído y lo han observado hacer Sus milagros y Sus obras. Ellos han visto y creído. Creyeron en el Dios invisible y ahora, también creen en el Cristo visible. Pero necesitan creer en Él cuando Él ya no esté de la misma manera en la que creen en el Dios invisible. Su fe en este punto es un tipo de fe de Tomás.

Usted recordará, Tomás no estuvo en el mismo lugar cuando el Señor se apareció la primera vez después de la resurrección y los discípulos dijeron: “hemos visto al Señor”. Y él dijo: “yo no creeré a menos de que vea.” Es un tipo de fe como la de Thomas. Pero Él estaba a punto de ser quitado de ellos. Entonces, Él estaba diciendo “deben creer completamente en Mí, cuando Yo sea invisible de la misma manera en la que ustedes creen en Dios, quien es invisible.”

Él nunca está lejos de ustedes, dice Deuteronomio 31:6. Él nunca está lejos. Ustedes no pueden verlo, Él es invisible, Él está cerca. Y ustedes creen en Él. Y nunca lo han visto. Y ahora, van a tener que creen en Mí, aunque no me ven de esa misma manera. Tengan confianza plena, confianza en Mi presencia, Mí poder. “Yo,” Él les dice más adelante, “nunca os dejaré ni os desampararé. Yo vendré a vosotros.”

Él dice: “el Padre y Yo,” literalmente, “vamos a establecer nuestra residencia con ustedes antes de que ustedes establezcan su residencia con Nosotros. Yo colocaré a Mi Espíritu Santo en ustedes.” Todos vivimos y nos movemos en la adoración de Uno al que nunca hemos visto.

Pedro lo entendió. Me encanta lo que dijo en 1 Pedro 1:8: “a quien amáis sin haberle visto, en quien, creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo,” dice el próximo versículo, “el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.” Ustedes creen con tanta fuerza, ustedes lo aman con tanta fuerza, que su vida está llena de gozo inexpresable y llena de gloria exaltadora. Así de fuerte creen en el que nunca han visto.

La salvación, salvación eterna, viene a aquellos que creen en el Cristo que nunca han visto. “Entonces, ahora, han creído en Dios, nunca lo han visto a Él; van a tener que creer en Mí cuando no me puedan ver. Así es como va a ser para ustedes y para todos los que siguen después de ustedes.”

Y, por cierto, ahí en el capítulo 16, versículo 7, Él dice: “os digo la verdad, es para vuestro bien que Yo me vaya.” Él todavía está hablando de irse. “Es para vuestro provecho que me vaya porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros. Pero si voy, os lo enviaré a Él.” Ése es el Espíritu Santo. Va a ser mejor el irme.

Escuche esto: ¿sabe usted lo que es mejor que tener a Jesucristo con usted en su presencia? Tener al Espíritu Santo en usted todo el tiempo. Es mejor. Y el Padre sabe lo que es mejor. Confiamos en Dios. Dios está en Su trono, dicen las Escrituras, gobernando en medio del ejército de los cielos y entre los habitantes de la tierra de tal manera que nadie hay quien detenga Su mano. Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por lo tanto, no temeremos, aunque la tierra sea sacudida y aunque los montes sean arrojados en medio del mar. Aunque las aguas rujan y se turben, aunque los montes se sacudan, estamos firmes en nuestra fe en el Dios invisible.

Si Dios es por nosotros, creemos, ¿quién puede estar contra nosotros? Vosotros creéis en Dios, Él dice, creen en todos Sus atributos. Yo soy el Dios encarnado. Crean en Mí. Y como ustedes saben, como dice Deuteronomio 32:6, dice que Dios nunca está lejos y siempre cerca. Así estaré Yo. De hecho, Yo estaré más cerca que Dios jamás lo ha estado, porque Yo establecer residencia en ustedes en la plenitud del Consolador mismo, el Espíritu Santo, quien es Dios.”

Entonces, el ruego es confiar en Él, creer en Él. Y eso es seguido por la promesa. Usted puede pegar esa creencia a algunas promesas específicas. Y aquí está la primera -y habrá muchas a lo largo de esta sección. Aquí está la primera, versículo 2: “en la casa de Mi Padre muchas moradas hay. Si así no fuera, Yo os lo habría dicho. Voy pues a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez y os tomaré a Mí mismo para que donde Yo estoy, vosotros también estéis.”

Y todos estamos familiarizados con eso, probablemente lo memorizó cuando niño si usted estuvo en escuela dominical. Es tan maravilloso. Esta es la primera promesa. En la casa de Mi Padre. ¿Cuál es la casa de Mi Padre? ¿Qué hay acerca de la casa de Mi Padre? ¿Qué es eso?

Bueno, sabemos lo que fue que la casa de Mi Padre antes en el Evangelio de Juan. Si usted regresa a Juan, capítulo 2, usted recordará que Jesús entró al templo e hizo un látigo de cuerdas, y en el versículo 15, expulsó a todos los compradores y vendedores de bueyes y ovejas y palomas y los cambistas; y los expulsó del templo con todos sus animales. Y tiró todas sus monedas y volteó las mesas de aquellos que estaban vendiendo palomas. Él dijo: “saquen estas cosas. Dejen de hacer de la casa de Mi Padre un lugar de negocios.”

¿A qué se refería? Al templo. Esa es la casa de Mi Padre, Juan 2. Aquí, Él dice en Juan 14, “en la casa de Mi Padre muchas moradas hay.” Bueno, ¿de qué está hablando Él? ¿Qué quiere decir con esto? Bueno, Él no puede referirse al templo porque Él ya ha pronunciado condenación sobre el templo. Él ya ha dicho que no va a quedar una piedra encima de otra. No va a haber ninguna morada en la casa del Padre. Eso será destruido por los Romanos unas cuantas décadas después de esto. Entonces, ¿de qué está hablando?

Pase a Hebreos 9:23. El escritor de Hebreos lo responde de una manera realmente magnífica; Hebreos 9:23. Hebreos hace muchas comparaciones entre lo antiguo y lo nuevo. Hebreos 9:23: “Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así…” En la tierra hay copias de las cosas en el cielo, pero aquí está la principal, “…pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo…”

¡Oh, ahí está! Un lugar santo hecho con manos es una copia. Fue la casa del Padre en el sentido de que fue una copia de la casa del Padre que es el cielo. Cristo vino y me imagino que usted podría decir limpió la casa del Padre que había sido convertida, como Lucas lo dice, en una cueva de ladrones. Él limpió la casa del Padre de la tierra y después, Él destruyó la copia para que pudiera congregar a Su gente, a los Suyos y llevarlos a un lugar preparado para ellos, que era la realidad en el cielo.

El templo en Jerusalén es llamado la casa del Padre, pero es sólo una copia. Dios lo había diseñado para que fuera de Él. Él había establecido la prescripción, en cuanto a su arquitectura y diseño. Y el lugar santo y el lugar santísimo y los sacrificios y todo era para simbolizar Su presencia entre Su pueblo. Y Él ahí debía ser honrado y adorado; y ahí Él debía ser adorado por Su pueblo.

Pero esa adoración se había vuelto apóstata. Fue pervertida, fue corrompida. Él templo fue una empresa criminal, era una cueva de ladrones. Y Él envía a Su Hijo al principio de Su ministerio a atacarlo y Él envía a Su Hijo al final de Su ministerio para volverlo a atacar. Y después, Él envió a los Romanos en el año 70 d. C. para hacerlo añicos. Y ahora, en la actualidad, ya no hay ninguna copia terrenal. Entonces, cuando nuestro Señor Jesús dice “en la casa de Mi Padre,” Él no está hablando de la copia. Él está hablando del cielo. Del cielo.

Algunas veces, el cielo es llamado un país debido a su inmensidad. Algunas veces, el cielo es llamado una ciudad debido sus habitantes. Algunas veces, es llamado un Reino debido a Su gobernante y orden. Algunas veces, es llamado paraíso debido a su belleza. Algunas veces, es llamado una casa porque es su familia. Es la casa del Padre.

En tiempos antiguos, los padres tenían una casa y sus hijos eran criados en la casa. Y cuando se casaban, construían una adición a la casa. Y la casa del Padre se volvía más, y más, y más, y más y más grande conforme los departamentos se construían para todo hijo casado en esa familia. Y la casa del padre crecía, y crecía y crecía. Y la casa del Padre celestial es muy grande y hay muchos, muchos lugares en donde vivir.

Lo puedo hacer simple para usted. Usted no necesita un mapa del cielo, sólo hay una casa. Usted no necesita un mapa del cielo. Oí eso cuando era un niño, a medida que crecía. Usted sabe, ‘si tú no vives de mañana correcta, vas a terminar a 60 km afuera de la ciudad en algún camino ahí, hecho de madera, porque has vivido mal y no tienes tu mansión.’ La idea de la mansión realmente confundía a muchas personas. Esta es la palabra para ‘habitaciones’. Usted no va a estar ahí en la calle afuera de la ciudad o ahí en las vías del tren. Usted va estar en la casa del Padre. Esto es una familia y usted va estar en la casa del Padre. Una casa con muchas, muchas habitaciones.

Pero Jesús dijo que pocos son los que encuentran la puerta. ¿Por qué necesita usted muchas habitaciones? Bueno, estoy convencido de que una gran población de personas en el cielo serán aquellos que perecieron antes de que jamás llegaron a la edad en la que podían creer o no creer; y Dios los congregó, los llevó al cielo de todas las naciones en el planeta. Apocalipsis 21:16 dice que la ciudad capital del cielo, no el cielo, el cielo es infinito. Pero la ciudad capital tiene muchos kilómetros al cubo de tamaño.

Ahora, no sé cómo usted vive en un ambiente al cubo. La gravedad no será un factor, podemos decirlo así. Pero un ingeniero australiano llamado Thomas cálculo que todos los kilómetros al cubo que se presentan en Apocalipsis serían 2.25 millones de millas al cuadrado. Para darle una comparación, la ciudad de Londres tiene 140 millas cuadradas. Él estimó que fácilmente podría contener a 1 billón de personas. Es algo divertido hacer cálculos así, pero recuerde, los nuevos cielos y la nueva tierra son infinitos. No siempre tenemos que estar en la ciudad. Podemos estar en algún otro lugar.

Ahora, si usted tiene curiosidad de saber cómo es, lea Apocalipsis 21. Yo no necesito leérselo. Léalo, esa es tu tarea para hoy: leer Apocalipsis 21. Y usted va a estar ahí y yo sé que a usted le gustaría saber de qué trata, cómo será.

Simplemente un resumen: es un diamante, una ciudad de diamante dorado. En el centro de este diamante dorado transparente en forma de cubo gloriosa, está la gloria de Dios y la gloria del Cordero brillando y siendo reflejada al nuevo cielo y a la nueva tierra que son interminables. Y alrededor de la ciudad hay joyas, joyas enormes que reflejan los colores del arco iris. La ciudad tiene doce puertas y cada una es una sola perla, a partir de la cual la luz rebota y añade a la trascendencia. Es el cielo.

“En la casa de Mi Padre muchas moradas hay.” Muchas habitaciones ahí. Y después, me gusta traducir el resto de este versículo de esta manera: “si no fuera así, ¿creen que les habría dicho voy a preparar un lugar para vosotros?”

Bueno, ¿por qué Él dice eso? ¿Por qué Él no dijo simplemente ‘en la casa de Mi Padre hay muchas habitaciones’? Luego, en el versículo 3: “voy a preparar lugar para vosotros. Regresaré para recibirlos para Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis.” ¿Porque coloca ahí esa segunda afirmación en el versículo 2, “si no fuera así, ¿no creen que les habría dicho voy a preparar lugar para ustedes”? La respuesta es porque están teniendo dificultades en aceptar lo que está diciendo. Su desesperanza es tan profunda y Él les recuerda que Él sólo les dice la verdad. Él sólo les dice la verdad.

De hecho, unos cuantos segundos después, Él les va a decir: “Yo soy la verdad. Yo voy al Padre.” Es una separación necesaria, como dijo en el 13:31 y 32, “para que Yo sea glorificado en la cruz, glorificado a través de la resurrección y glorificado en Mi exaltación y coronación. Es tiempo para que acabe Mi humillación y para que Yo sea glorificado. Yo voy y ustedes no pueden venir. Pero voy a preparar un lugar para ustedes y voy a regresar para recibirlos a Mí mismo, para que donde Yo estoy ustedes también estén. Y si no fuera así, ¿creen que yo les habría dicho?” ¡Claro que no! Voy a regresar.

Ahora, yo creo que, cuando Él dice en el versículo 3 “voy a regresar. Voy a preparar un lugar para vosotros y regresaré,” creo que eso es escatológico porque creo que Él está hablando de Su segunda venida.

Hechos 1: “este mismo Jesús arrebatado a los cielos vendrá de la misma manera como habéis visto que se fue. Regresaré. Eso es escatológico. Eso es futuro. Mientras tanto, claro, cuando cualquier creyente muere, ausente del cuerpo y presente con el Señor. Mucho mejor partir y estar con Cristo. Cuando un creyente muere, inmediatamente entra a la presencia del Señor.

Tenemos un retrato dramático de eso en Hechos 7. Esteban, quien acaba de predicar un gran sermón y enfureció a la multitud judía en Jerusalén, está a punto de ser apedreado hasta la muerte. Están crujiendo sus dientes en contra de él en enojo violento, esta multitud. Y en el versículo 55 de Hechos 7, él estaba lleno del Espíritu Santo; “y viendo fijamente al cielo vio la gloria de Dios y a Jesús de pie la diestra de Dios.” Usted ve a Jesús sentado en el cielo. Él está sentado a la diestra de Dios. Los pasajes que hablan de Él, de estar sentado a la diestra de Dios, como Hebreos 1. Pero ahora, Él está de pie.

¿Por qué está Él de pie? Versículo 56, Esteban dice: “veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios.” ¿Porque es que Él está de pie? Versículo 59, procedieron a apedrear a Esteban, conforme él invocaba al Señor y decía “Señor Jesús, recibe mi Espíritu.” Él estaba de pie para darle la bienvenida a Esteban. Él se puso de pie para recibir a uno de Sus invitados, uno de los Suyos, uno de Su familia.

Sí, Él regresará y arrebatará a la Iglesia, 1 Tesalonicenses 4, 1 Corintios 15, congregará a la Iglesia a sí mismo. Sí, el rapto de la Iglesia es el siguiente acontecimiento escatológico profético. No sabemos cuándo sucederá. Pero mientras tanto, cuando un creyente muere, el retrato aquí es el Señor estando de pie para recibirlo. Y eso es lo que Él dice: “Yo regresaré y os recibiré a Mí mismo para que donde yo esté, vosotros también estaréis.”

¿Qué es el cielo? Es el lugar en donde Cristo está y donde Él recibe a un creyente para sí mismo. Es en donde todos estaremos relacionados con Él en una relación perfecta, personalmente recibiendo a cada creyente.

Esta es una promesa increíble. “Yo me voy y ustedes no van ahora. Yo me voy para ser glorificado, Yo voy a preparar un lugar para ustedes en la casa de Mi Padre y voy a recibirlos en esa habitación cuando su tiempo llegue. Y un día, Yo voy a regresar y voy a congregar a los creyentes.” ¡Guau! ¡Qué promesa tan sorprendente!

Bueno, esto está tan lleno de esperanza. Los discípulos no quieren perderse nada. Ellos no quieren perderse nada. Jesús les dice después a ellos en el versículo 4: “y sabéis adónde voy y sabéis el camino. Le dijo Tomás: ‘Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo pues podemos saber el camino?” Esto nos lleva al tercer punto. El tercer punto. Primero, estuvo el ruego; después, estuvo la promesa; ahora, está la provisión. La provisión.

Él dice: “y sabéis adónde voy y sabéis el camino. Yo voy al Padre.” Él dice eso ahí atrás en el capítulo 7, versículo 33. Él lo dijo varias veces en estos dos capítulos, 13 y 14: “y vosotros sabéis el camino.” ¿Cómo conocemos el camino? ¿Cómo sabemos el camino? Bueno, por un lado, Él dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en Mí nunca morirá.”

Además, Él dijo eso en Juan 11. En Juan 10, Él dijo: “Yo soy la puerta, Yo soy la puerta a esa pastura eterna. Yo soy la puerta.” No hay otra puerta. Cualquier otra persona es un ladrón. Yo soy la puerta. Les he dicho eso. Pero Tomás no quiere perderse esto. Mire, usted quizás pueda perderse unas cuantas cosas en la teología y todavía llegar al cielo. Pero no puede perderse esto. Esta es la pregunta que cualquier religión legítima debe responder. Y ninguna puede responder fuera del cristianismo. La religión no vale nada porque no provee camino al cielo. Esa es LA pregunta que sólo el cristianismo responde. ¿Cómo me reconcilió con Dios y voy al cielo? Tomás tiene que entender esto correctamente. Me da gusto que él preguntara, un porque la respuesta es muy importante.

“Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo pues podemos saber el camino?” Jesús le dijo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por Mí.” “Yo soy,” éste es el sexto “Yo soy” en el Evangelio de Juan. El séptimo está en el capítulo 15, veremos eso más adelante.

Él está diciendo “Yo soy el único camino a Dios. Te dije eso en el capítulo 10 cuando te dije que era la puerta. Yo soy la verdad acerca de Dios.” Juan dice en el capítulo 1, versículo 14, “Él estaba lleno de gracia y verdad. Yo soy la vida de Dios.” “En Él estaba la vida,” Juan escribe, en el capítulo 1, versículo 4. “Él es la vida misma,” capítulo 11. Esta es la afirmación positiva: “Yo soy el camino y la verdad y la vida.” Esa es la afirmación positiva. Es seguida por un negativo, un negativo muy importante: “nadie viene al Padre sino por Mí.”

Sólo Jesús reveló a Dios. Sólo Jesús fue el sacrificio escogido por Dios. Solo Jesús es el Salvador de Dios. La fe en Jesús es el único camino de salvación. Jesús dijo: “en vuestros pecados moriréis,” antes en Juan, “y a donde Yo voy nunca vendrán, porque no creen en Mí.” ¿Escuchó eso? Esa es la razón por la que hay una gran Comisión. Tiene que haber una gran Comisión para llevar la Palabra a toda criatura en el mundo, porque no hay otra manera para ser salvo. Esa es la razón por la que los Evangelios terminan con esas grandes comisiones. El cristianismo, de hecho, llegó a conocerse como “el camino” debido a su exclusividad. El cristianismo llegó a ser conocido como “el camino”. Seis veces en el libro de los Hechos es llamado el camino, el camino, el camino.

Sería bueno regresar a eso, ¿no es cierto?, ser conocidos como el camino, el único camino y ningún otro camino. Y lo que está detrás de eso es la necesidad de ir a todo el mundo y predicar el Evangelio a toda criatura. Este es siempre el mandato de la gran Comisión. Jesús es el camino a Dios, la verdad acerca de Dios y la vida de Dios; nadie puede venir al Padre, a la casa del Padre, a menos de que sea a través de Él.

La Iglesia moderna ha creado una nueva ola de energía relacionada con esta verdad de cimiento de que la gente, de alguna manera, puede ser salva y se le va a dar la bienvenida al cielo cuando mueran, o inclusive ser llevada al cielo cuando Cristo venga, esto es gente que nunca ha tenido una Biblia, que nunca ha oído acerca del Dios verdadero, que nunca ha oído acerca de Jesucristo.

Inclusive han inventado algunos nombres para esto. Lo llaman “la luz tardía” o lo llaman la “teología natural”. El hombre puede alcanzar a Dios mediante la razón natural que puede llevarlo a vivir una vida buena. Y si vive una vida en buena, será aceptable para Dios. Esa es la teología católica romana, la del Vaticano. Y después, hay una llamada la misericordia más amplia. Los hombres pueden ser salvos en otras religiones.

Peter Kreeft en el libro Jihad Ecuménico tiene todo tipo de religiones diferentes enviando a la gente a la casa del Padre en el cielo. Algunos dirían que, si usted es monoteísta, realmente está bien, porque usted se ha anclado en la idea de un Dios. Larry King me dijo en una ocasión fuera de cámara: “voy a estar bien. Un evangelista bien conocido me dijo que debido a que soy judío, voy a estar bien.” “¿En serio? ¿Un evangelista te dijo eso?”

Inclusive hay una postura llamada “salvación transdispensacional,” lo cual significa que la gente que nunca ha oído de Cristo será tratada por Dios como si hubieran vivido en otra dispensación antes de que Cristo jamás hubiera venido. Entonces, podemos llamar a todos los misioneros para que regresen a casa, dejemos a la gente a la merced de su razón natural o dejémoslos en manos de una misericordia más amplia o dejémoslos en manos de alguna otra dispensación. Pero la Biblia dice “vayan y prediquen el Evangelio a toda criatura, porque nadie puede llegar al cielo sin creer en Cristo, nadie.”

La razón del hombre está tan depravada que él suprime la verdad es injusticia. La religión del hombre está tan depravada que él adora a demonios que son llamados dioses. El hombre está tan depravado en su razonamiento que, por la sabiduría, él no puede conocer a Dios. El hombre natural ni siquiera puede entender las cosas de Dios. Él está tan depravado que sólo hay salvación mediante Cristo y Cristo únicamente. Y eso por un milagro Divino.

Entonces, para concluir con las palabras poderosas, el apóstol Pablo, escuche esto: “cuando Cristo venga del cielo con Sus ángeles poderosos en llama de fuego,” 2 Tesalonicenses 1, “Él dará retribución, “¿A quién? “A aquellos que no conocen a Dios y a aquellos que no obedecen el Evangelio de nuestro Señor Jesús. Éstos pagarán la paga de destrucción eterna.”

Es grandioso conocer esto; es más importante entender que eso significa que tenemos que estar ocupados en el Evangelio. Inclinémonos en oración.

Oro, Señor, porque nadie entienda de manera equivocada este mensaje. La casa del Padre tiene muchas habitaciones y la única manera de llegar ahí es mediante Cristo: “nadie viene al Padre sino por Mí.” Que eso nos motive a ser fieles en nuestra proclamación del Evangelio.

Y Señor, estamos tan agradecidos por la obra en la cruz. Levanta nuestros espíritus en adoración y alabanza por la obra poderosa de la redención.

 

 

 

 

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