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Abra su Biblia, si es tan amable, en el capítulo 14 de Juan. Quiero llevarlo a tres versículos en Juan, capítulo 14. Juan, capítulo 14. Únicamente quiero que vea los versículos 24, 25 y 26. Ahora, usted sabe dónde estamos. Estamos en el aposento alto con nuestro Señor y los once discípulos. Judas ya se fue para echar a andar el arresto de Jesús a la mitad de la noche. Para llevar a Su crucifixión la mañana siguiente. Los once discípulos están con nuestro Señor y esa noche increíble es cuando Él les da promesas masivas, inmensas, que abarcan mucho.

Esas promesas comienzan en el capítulo 14 y llegan hasta el capítulo 16. Y son selladas en oración en el capítulo 17, conforme el Señor le pide al Padre que cumpla todas Sus promesas.

Es una porción de las Escrituras sin paralelo. Ya hemos visto algunas de las promesas. La promesa de un lugar en la casa del Padre, el cielo eterno, fue dada al principio del capítulo 14. La promesa de que el Señor vendrá y llevará a los Suyos para estar con Él en el lugar que Él ha preparado para ellos. Después, mientras tanto, la promesa de que todos los recursos del cielo están disponibles aquí y ahora. Lo único que tenemos que hacer, de acuerdo con los versículos 12 al 14, es pedir. Y si pedimos de acuerdo con Su voluntad y en Su nombre, Él proveerá.

Entonces, Él promete a Sus discípulos y a todos los que vendrán después de ellos, el cielo. Que Él vendrá y los llevará allí. Pero, mientras tanto, todos los recursos del cielo están disponibles mediante la oración. Y después, como vimos la última vez, Él promete que aquí y ahora, a lo largo de nuestras vidas, y por toda la eternidad, disfrutaremos de la presencia de la Trinidad. El Padre estará con nosotros, el Hijo estará con nosotros y el Espíritu estará con nosotros, nuestro Señor dice. Y así es. Nosotros somos cristianos que existen en la presencia misma de la Trinidad. Padre, Hijo y Espíritu Santo. La Trinidad, el Dios trino es nuestra vida eterna. No es como si Él nos da vida de manera independiente de sí mismo. La vida que Él nos da, la vida eterna que Él nos da es Él mismo. Entonces, el cielo está por venir, y Él va a venir y nos llevará allí. Y mientras tanto, todos los recursos del cielo están disponibles para nosotros. E inclusive de manera aún más maravillosa que eso, Dios mismo, en Su realidad trina, vive en todo creyente.

En los versículos 24 al 26, hay otra promesa sorprendente. “El que no me ama, no guarda Mis palabras; y la palabra que habéis oído no es Mía, sino del Padre quien me envió. Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que Yo os he dicho.”

El regalo más grande que Dios jamás le ha dado al mundo es la verdad -la revelación Divina, la Verdad Divina. La verdad acerca de sí mismo, la verdad acerca de nosotros, la verdad acerca del tiempo y la eternidad, la verdad acerca de la vida y la muerte, la verdad acerca del origen y la consumación, la verdad acerca del juicio, la verdad acerca de la salvación, la verdad acerca del cielo, la verdad acerca del infierno. Éste es el regalo más grande que Dios jamás ha dado.

En un mundo de mentirosos, en un mundo de mentiras, en un mundo en donde el engaño abunda, debido a que el mundo entero está bajo el maligno, quien es el archi engañador y quien aplica su engaño mediante una masa de ángeles caídos identificados como demonios y ha mantenido cautiva a la raza humana entera. En medio de todo el engaño de Satanás, los demonios y los seres humanos engañados, en medio de la oscuridad de las tinieblas del corazón ignorante de una persona no regenerada, Dios deposita la Verdad.

Es Dios. Dice en Éxodo, capítulo 34, versículo 6: “Es Dios, Jehová Dios, quien abunda en verdad.” De hecho, a tal grado que las varias ocasiones en las que en el Antiguo Testamento Él es llamado el Dios de verdad lo confirma. Y nos dice en el Salmo 119, versículos 142 y 151 que Su palabra es verdad. El profeta Zacarías escribió que un día el Mesías vendrá. Y cuando Él venga, Él establecerá su Reino en el mundo. Y cuando Su Reino venga, y Él establezca su trono en el mundo, el cual está por venir, Jerusalén recibirá un nombre nuevo. Zacarías 8:3 dice que el nuevo nombre de Jerusalén será la ciudad de la verdad. La ciudad de la verdad. Mientras tanto, la Iglesia es columna y baluarte de la verdad.

En ese día, cuando nuestro Señor venga, y Jerusalén sea conocida como la ciudad de la verdad, Zacarías también nos dice que toda la gente amará la verdad. ¿No será ese un mundo diferente? Con un mundo entero amando la verdad. Debido a que Dios es verdadero, Cristo es verdadero. Debido a que Cristo es verdadero, el Espíritu Santo es verdadero. Jesús dijo en Juan 16:7: “os digo la verdad.” “Os digo la verdad.” Él siempre lo hizo. Él dijo: “Yo soy la verdad.” En Juan 17, Él le dijo al Padre: “Tu palabra es verdad.” Y aquí Él promete el Espíritu Santo quien es el Espíritu de verdad. Yo no me disculpo cuando digo que el mundo entero está inmerso en mentiras y engaño. Y únicamente la Biblia es la verdad. Es la verdad.

A lo largo de Su ministerio, claro, que Jesús había sido la fuerte de la verdad. A lo largo de Su ministerio, Él habló la verdad. Cada vez que Él habló, Él habló la verdad. E inclusive Sus enemigos le dijeron, yo creo que, con sarcasmo, “sabemos que Tú siempre hablas la verdad.”

Pero no es que Él inventó esa verdad. De hecho, regresando al capítulo 7 de Juan, Él hace una afirmación muy interesante, creo yo, en el versículo 17: “si alguno quiere hacer Su voluntad, él conocerá la enseñanza, si es de Dios o si hablo por mí mismo. El que habla por sí mismo busca su propia gloria; pero el que está buscando la gloria del que lo envió, él es verdadero y no hay injusticia en él.” Él buscó la gloria de Su Padre.

Regrese al versículo 16. “Mi enseñanza no es Mía, Mi doctrina no es Mía, sino del que me envió.” El Dios de verdad ha hablado mediante Su Hijo, quien es la verdad, quien ahora se va y enviará al Espíritu de verdad, quien inspirará a los escritores bíblicos para escribir la verdad, la cual estará contenida en la Palabra de Dios y será entregada a la Iglesia, la cual se vuelve la columna y el baluarte de la verdad.

Ahora, todos sabemos que Jesús se va. Esta es la noche del jueves de la semana de la pasión. Él ha estado diciendo que se va. De hecho, Él dijo en el último capítulo, cuando comenzó la tarde, esa tarde de la Pascua del jueves por la noche: “hijitos,” versículo 33 del capítulo 13, “estoy con ustedes un poco más. Me buscarán. Y como les dije a los judíos antes, ahora les digo: a donde Yo voy, no podéis venir.” Y luego Pedro dice: “Señor, ¿adónde vas?” Jesús respondió en el versículo 36: “adonde Yo voy no me puedes seguir ahora, pero me seguirás después.” Él se va y Él les dijo a dónde. Él dijo: “voy al Padre.” Voy al Padre. Al final del versículo 12 del capítulo 14: “voy al Padre. No me veréis más,” Él dice en el versículo 19. “Voy al Padre.”

Esto crea un horror terrible en sus mentes. Jesús se va. Él ha sido su cielo en la tierra. Él ha sido su esperanza. Él ha sido su recurso. Él ha provisto todos los recursos Divinos para sustentarlos durante estos tres años. Él ha sido la presencia de Dios y Él ha sido la verdad. Él ha sido la verdad a tal grado que Él inclusive ha hecho que el Antiguo Testamento cobre vida. Ellos no entendían el Antiguo Testamento.

Le he dicho antes que ellos no estaban seguros de lo que el Antiguo Testamento significó hasta después de la resurrección de nuestro Señor. En el camino a Emaús, Él fue al Antiguo Testamento, a la ley y los profetas y los escritos sagrados, las tres secciones del Antiguo Testamento y encontró todas las cosas acerca de sí mismo; y les enseñó su significado a ellos. Él hizo eso el mismo día que Él resucitó de los muertos. Una vez en la tarde y después, otra vez en la noche, con los once juntos ahí en el mismo lugar. Él les enseñó el Antiguo Testamento. Él fue su maestro de la verdad.

Y después, inclusive después de Su ascensión, durante 40 días, Él les habla acerca de las cosas del Reino de los cielos. Él siempre había sido el maestro de la verdad. Miren, ellos habían vivido en un mundo de mentiras, como el resto de la gente en el mundo. El judaísmo estaba lleno de mentiras. Los líderes del judaísmo, los fariseos, los saduceos, eran mentirosos. Eran parte del Reino de las tinieblas. Juan 8 presenta eso de manera clara.

Regrese por tan sólo un momento Juan 8. Esta es una porción vital de las Escrituras. En el versículo 41, Jesús les dice a los líderes de Israel “ustedes están haciendo las obras de su padre”. Ustedes están haciendo las obras de su padre. Y después, en el versículo 41, al final, ellos dijeron: “nosotros un padre tenemos, que es Dios.” Y, “Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque Yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de Mí mismo, sino que Él me envió. ¿Por qué no entendéis Mi lenguaje? Porque no podéis escuchar Mi palabra.”

Y aquí está la condición humana universal: no pueden oír mi palabra. Versículo 44: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a Mí, porque digo la verdad, no me creéis.”

Después, versículo 47: “El que es de Dios, las palabras de Dios, oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.” El mundo entero está bajo el maligno. El mundo entero está engañado. No conocen la Verdad, no pueden oír la Verdad con comprensión y entendimiento. Jesús está ahí para enseñar la Verdad.

Y aquí en los versículos que le leí, Él les dice: “les he estado hablando la verdad,” en el versículo 25. “Estas cosas.” ¿Qué cosas? “La palabra que oísteis de Mí, que no es Mía, sino del Padre que me envió. Estas cosas,” estas palabras, “les he hablado mientras que estaba con ustedes.” Ahora me voy. “Pero el que ayuda, el Consolador, el Espíritu Santo a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas y traerá a vuestra memoria todo lo que os he dicho.

No carecemos de la verdad, no estaremos sin la verdad. Ustedes no estarán sin consuelo, ustedes no estarán sin esperanza del cielo. Ustedes no estarán sin la promesa de Mi regreso para llevarlos ahí. Ustedes no estarán sin recursos celestiales. Ustedes no estarán sin la presencia de la Trinidad. Y ustedes no estarán sin la Verdad. Yo no los dejaré sin esperanza. Yo no los dejaré sin consuelo. Yo no los dejaré sin recursos. Yo no los dejaré sin ayuda o sin poder. Yo no los dejaré sin Mi presencia. Yo no los dejaré sin la Verdad.

El Padre les dio la verdad y después, el Padre Me envió a ustedes para ser su maestro y ahora regreso al Padre y les enviaremos al Espíritu Santo, el Espíritu de Verdad. De regreso en el versículo 17, el Espíritu Santo es llamado el Espíritu de Verdad. En el capítulo 15, versículo 26, Él es llamado el Espíritu de verdad. En el capítulo 16, versículo 13, Él es llamado el Espíritu de verdad. Dios es la verdad. Cristo es la verdad. El Espíritu es la verdad. Este es un regalo increíble, maravilloso. Este es el regalo de todos los regalos, ¿no es cierto? Digo, ¿dónde estamos si no conocemos la verdad? Estamos atrapados en el reino de Satanás. Porque la única salida, el único escape es conocer la Verdad. Conoceréis la verdad y la verdad ¿qué? Os hará libres. Libres de la búsqueda y libres del reino de las tinieblas. Libres del engaño.

Bueno, usted dice, ¿acaso los hombres no pueden encontrar la verdad por sí mismos? No. No. No, la Biblia dice que el mundo por su sabiduría no conoció a Dios. El mundo por su sabiduría no conoció a Dios. Primera de Corintios 1:21. Tome a los más sabios y a los mejores, a la élite y a las mentes más brillantes, las personas más brillantes. Y a nivel singular, individual o colectivo ni siquiera en continuidad a lo largo de la historia, ellos no pueden encontrar la verdad. ¿Por qué? Ellos están muertos en delitos y pecados, sus mentes están oscurecidas, sus almas están en oscuridad con las tinieblas del reino de las tinieblas. Ellos no pueden encontrar la verdad.

Pablo le dijo a Timoteo, en 2 Timoteo 3:7, ellos: “siempre están aprendiendo y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.” Ahora, no estoy diciendo que no pueden conocer la verdad acerca de las matemáticas o la verdad acerca de las ciencias naturales o la verdad acerca de la mecánica o algo así. Pero no pueden conocer la verdad acerca de su vida espiritual.

Primera de Timoteo 2:4 dice: “Dios nuestro Salvador el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” La única manera en la que usted puede llegar al conocimiento de la verdad es ser salvo. Usted tiene que ser liberado del reino de la ignorancia y las tinieblas y la oscuridad y la muerte. Y eso viene mediante la cruz de Cristo, ¿no es cierto? La fe en Su muerte y resurrección, Su persona.

Todo lo que Jesús dijo fue de Dios. Todo lo que Jesús dijo sería entonces transmitido, pasado al Espíritu Santo y mucho más. Oh, mucho más. Hubieron cosas que Jesús dijo que los discípulos no entendieron, en absoluto. Por ejemplo, en Juan 2:22: “Cuando Él fue resucitado de los muertos, Sus discípulos recordaron que Él dijo esto; y creyeron en la Escritura y la palabra que Jesús había hablado.” Ellos tuvieron problemas para entenderlo a Él hasta después de la resurrección, hasta después del camino a Emaús, hasta después de ese primer día de la semana, cuando Él abrió la Biblia, abrió el Antiguo Testamento, la única Biblia que tenían, y les explicó todas las cosas acerca de Él que estaban contenidas ahí.

Y después, cuando vino el Espíritu Santo, hubo obviamente una explosión de entendimiento.

Capítulo 12 de Juan, versículo 16. “Estas cosas Sus discípulos no entendieron al principio. Inclusive las cosas que Jesús dijo no entendieron. Pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron que estas cosas fueran escritas de Él y que le habían hecho estas cosas a Él.” ¿Que motivó la memoria de ellos? ¿Qué les dio a ellos entendimiento? La venida del Espíritu Santo. Fue la venida del Espíritu que los iluminó.

Esa es la razón por la que nuestro Señor dijo en el capítulo 16, versículo 7: es mejor que me vaya y el Consolador vendrá. Y Él dijo en el versículo 12 del 16: “tengo muchas cosas que decirles, pero no las pueden sobrellevar ahora. Hay mucho más de lo que puedo hacer por ustedes. Va a ser mejor para ustedes cuando el Espíritu venga, porque Él les enseñará todas las cosas.

Usted lo ve en el versículo 26. “Él les enseñará todas las cosas.” Hay cosas que les he enseñado a ustedes que ustedes no comprenden. Algunas de ellas, comenzarán a entender después de la resurrección. Algunas de ellas, comenzarán a entender después de que resucite y les explique las cosas. Algunas de ellas, comenzarán a entender conforme pasen los días”. Y hablamos del Reino y los 40 días antes de la ascensión. “Pero cuando hablamos de conocer todas las cosas que he deseado revelarles, eso, eso necesita la venida del Espíritu Santo.”

Ahora, quizás no estén pensando acerca de esto en la manera en la que deberían estar pensando acerca de esto. Porque Él no está hablando tanto de lo que el Espíritu Santo va a hacer en ustedes, más bien está hablando de lo que el Espíritu Santo va a permitir que los discípulos hagan por ustedes. ¿Qué quieres decir con eso? Digo, primordialmente esta es una promesa de que el Espíritu Santo va a capacitar a los apóstoles y a sus asociados para que escriban el Nuevo Testamento. ¿Muy bien? Para escribir el Nuevo Testamento. Y después, el Señor nos dará todas las cosas que Él no ha podido decir, porque los discípulos no tenían la capacidad de sobrellevarlas. En esto consiste esta promesa. En esto consiste.

Ahora, mire, voy a admitir algo: hay un ministerio de iluminación del Espíritu Santo por el cual estoy profundamente agradecido y usted también. Y se nos presenta en las Escrituras. Permítame mostrarle algo. Primera de Juan 2. Primera de Juan 2. Y esta es una promesa, una afirmación del hecho dado a todos los creyentes. Hay creyentes superficiales falsos, versículo 19. “Realmente no son de nosotros, porque salieron de nosotros, pero vosotros,” refiriéndose a ustedes, creyentes verdaderos, “vosotros tenéis una unción del Santo y todos ustedes conocen. No les he escrito porque no conocéis la verdad, sino porque la conocéis y porque ninguna mentira es de la verdad.”

¿Cómo es posible que conocemos la verdad? Tenemos una unción de Dios. ¿Qué quieres decir con que una unción de Dios? Algo que ha descendido de Dios a nuestras vidas, versículo 27. En cuanto a la unción que recibisteis de Él, permanece en vosotros. ¿Quién es este? Éste es el Espíritu Santo. El que ha descendido del Santo para permanecer en nosotros. No es ningún otro que el Espíritu Santo. Y es Su presencia, entonces, lo que resulta en el hecho de que no necesitamos maestros humanos. Eso es lo que Él quiere decir con eso. Pero tenemos una unción que os enseña todas las cosas. Es casi una cita directa de Juan 14. “Él vendrá y les enseñará todas las cosas.”

Y después, en Primera de Juan, él dice que Él ha venido y les enseñará todas las cosas y es verdadero y no una mentira, así como esa unción les enseñó. Ustedes permanecen en Él. Entonces, es un Él, es una persona. No es ningún otro que el Espíritu Santo. Entonces sí, escuche sí, es verdad que, como creyente en el Señor Jesucristo, usted es el templo del Espíritu Santo, ¿verdad? Hablamos de eso la última vez. Él mora en usted. Su cuerpo es el templo del Espíritu de Dios. Su cuerpo en realidad contiene a la Trinidad. Es una realidad espiritual, presencia espiritual. Pero usted tiene un maestro residente de la verdad. Este es un regalo que va más allá de todos los regalos.

Usted pregunta bueno, ¿qué es lo que el Espíritu me está haciendo? ¿Está enseñándome? Le voy a decir lo que Él hace. Él hace exactamente lo que Jesús hizo. Él es otro ayudante. Él es, se acuerda lo que le dije, que hay dos palabras, Heteros, otro, de un tipo diferente. Allos, otro del mismo tipo. Versículo 16 aquí: “Yo pediré al Padre y Él os dará otro.” Allos, exactamente el mismo tipo. ¿Y qué significa eso? Que, así como Yo fui su Maestro, Él se va a convertir en su maestro. ¿Cómo fue Jesús su maestro? Jesús les explicó el significado de las Escrituras. ¿Cuántas veces Él regresó y tomó las Escrituras y explicó el significado de las Escrituras? Y particularmente en el camino a Emaús en Lucas 24.

Vale la pena simplemente recordarnos Lucas 24 por un momento. Después de Su resurrección, Él se encuentra con dos discípulos en el camino a Emaús y dice en el versículo 27: “Después comenzando con Moisés y siguiendo con todos los profetas, Él les explicó todas las cosas en todas las Escrituras acerca de Él.” Él les explicó el significado de las Escrituras. Él explicó cómo la escritura apunta a Cristo, apunta a sí mismo.

Él hizo lo mismo esa noche, versículo 44, cuando se reunió con todos ellos en ese lugar en donde estaban reunidos la noche de Su resurrección. Él dice: “estas son Mis palabras que os hablé mientras que todavía estaba con vosotros. Que todas las cosas que se escribieron acerca de Mí y la ley de Moisés y los profetas y los Salmos deben ser cumplidas.” Entonces, les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras.

Permítame decirle algo: usted debe entender esto, que el ministerio del Espíritu en usted, el ministerio de enseñanza del Espíritu, la unción en usted es enseñarle a usted el significado de la Biblia. El significado de la Escritura. No tiene que ver con algún tipo de inspiración esotérica extra bíblica o alguna revelación que sale del aire. El ministerio de unción del Espíritu le enseña a usted todas las cosas y todas las cosas que Él le enseña a usted son todas las cosas que Él ha revelado en las Escrituras. Él es el intérprete de las Escrituras para el estudiante fiel. Éste es Su ministerio.

En particular se enfoca en Cristo. Capítulo 15, versículo 26: “cuando el Consolador venga, a quien Yo os enviaré del Padre, esto es el Espíritu de verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de Mí, acerca de Mí”. Y después, ahí en el 16, versículo 14: “Él me glorificará. Él tomará lo mío y os lo revelará. Todas las cosas que el Padre tiene son Mías. Por lo tanto, dije que Él toma lo mío y Dios os lo revelará a ustedes. ¿Entiende usted esta secuencia? La verdad del Padre es pasada al Hijo y después al Espíritu y después a los apóstoles para que sea registrada en las Escrituras y después, a nosotros.

Entonces, el Espíritu de Dios residente en nosotros se convierte en el Intérprete, el Iluminador. Esta es la razón por la que estudiamos las Escrituras. ¿Por qué otra razón? El Espíritu Santo apunta a Cristo. Cristo es el objeto del ministerio del Espíritu, porque Cristo es el tema de las Escrituras. Cuando predicamos a Cristo, así como Cristo predicó a sí mismo a lo largo de todo el Antiguo Testamento; y conforme los apóstoles predicaron a Cristo a lo largo de todo el Nuevo Testamento, nosotros estamos siguiendo la guía del Espíritu Santo. Todas las cosas que Dios quiso revelar, Él las reveló en el Antiguo Testamento. Hebreos 1. “Dios habló mediante los profetas.” Hebreos 1:1.

En 2 Pedro 1:21, hombres santos fueron “movidos por el Espíritu de Dios” y escribieron. Ese es el Antiguo Testamento. Y de la misma manera en la que Dios le habló a los profetas y a los hombres santos que escribieron el Antiguo Testamento, Él promete a Sus apóstoles que Él enviará al Espíritu Santo para hacer lo mismo con estos apóstoles y los otros asociados con ellos que escriben el Nuevo Testamento.

Entonces, sí, es verdad que hay una promesa general aquí para todos los creyentes de que el Espíritu de Dios vendrá y será el maestro residente de la verdad. Porque, recuerde, Él simplemente va a continuar con lo que Cristo estaba haciendo. Y Cristo fue el maestro de la verdad. Pero, antes de que Él pueda iluminar la verdad para nosotros, Él tiene que inspirar la verdad en los apóstoles y los otros escritores de la Biblia, ¿verdad? Ahora, la gente pregunta, “Bueno, ¿quieres decir que toda palabra en las Escrituras es inspirada? Eso es lo que dice por sí misma. Esta es la promesa de inspiración Divina.

Ahora, simplemente vea por un momento al versículo 26. “Él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que Yo os he dicho.” Yo no sé usted, pero yo apenas puedo acordarme de lo que alguien me dijo ayer, ¿verdad? Y ni siquiera quiero hacer la pregunta ‘¿cuántos de ustedes se acuerdan de lo que les dije el domingo pasado?’ Por favor, por favor no diga nada. No levante su mano. No haga nada. Simplemente, es retórico. Esa es la razón por la que como predicador no repito conversaciones que sucedieron 20 años atrás. No repito conversaciones que pasaron hace 20 minutos atrás, porque no me acuerdo exactamente.

¿Cómo es posible que estos apóstoles y aquellos asociados con ellos, pudieran escribir los cuatro Evangelios con todo detalle y con toda palabra siendo correctos? Tan correctos que usted puede tomar los cuatro Evangelios y unirlos. Traté de demostrar eso en el libro Una Vida Perfecta, cómo se integran de manera perfecta. ¿Cómo pudieron hacer eso? ¿Cómo pudieron recordar todo eso? ¿Cómo podía llegar a suceder eso?

Hay un incidente interesante que sucede en el capítulo 11 de Hechos y quizás no haya pensado acerca de él en este contexto. Pedro comienza a hablar y el Espíritu Santo cayó en aquellos, así como cayó en nosotros al principio. Pedro está hablando, el Espíritu Santo viene. El siguiente versículo dice: “y yo me acordé de la palabra del Señor, de como Él solía decir “Juan bautizó con agua, pero seréis bautizados por el Espíritu Santo.” De pronto, de la nada, Pedro se acuerda de una afirmación que nuestro Señor hizo cuando el Espíritu Santo cayó en ellos. Este es como un pequeño microcosmos de como opera el Espíritu Santo.

Es humanamente imposible reproducir Mateo, Marcos, Lucas, Juan. Inclusive registrar el libro de los Hechos, tomar citas de Jesús de la nada, del aire, incluso la que está en el capítulo 20 del libro de los Hechos. “Más bienaventurado es dar que recibir,” lo cual no está en los Evangelios. No pueden inventar la teología de las epístolas. No pueden inventar las visiones del libro del Apocalipsis, es humanamente imposible reproducir correctamente todas las palabras humanas. Todas las palabras divinas, todos los incidentes, todas las conversaciones, todos los encuentros, todas las secuencias precisas. Eso es imposible. Es más imposible porque ellos no lo entendieron en su totalidad. Eran ignorantes, virtualmente hasta el final. Nunca habrían podido escribir el Nuevo Testamento si hubieran dependido de sus memorias. El hecho de que alguien asuma eso es una torpeza total. Simplemente, fueron como los escritores del Antiguo Testamento. Fueron guiados por el Espíritu Santo. Toda palabra fue exhalada por Dios.

Entonces, lo que tenemos aquí primordialmente es una promesa de inspiración. Una promesa de inspiración. ¿Por qué debemos estar luchando con eso? ¿Puede Dios emplear por igual a un hombre para hacer que haga lo que Él quiere? Claro que Él puede. Él puede hacer que un asno hable y reprenda la locura de un profeta. Si Él puede colocar palabras en la boca de un asno, ¿acaso Él no puede colocar palabras en la boca de un apóstol? Él usó una mano sin un cuerpo y una mano sin una mente para escribir MENĒ, MENĒ, TEKĒL, UPHARSIN. ¿Acaso Él no puede guiar una mente y una mano seria de un apóstol para que escriba Sus palabras?

¿Y que hay acerca de Caifás? Impío, lleno de amargura y odio, quien se entregó a la crueldad de su propio corazón y nunca soñando que él estaba hablando palabras precisas de Dios, clamó al concilio judío estas palabras, y cito: “Ustedes no conocéis nada ni consideran que es apropiado para nosotros que un hombre muera por toda la nación.” Fin de la cita. Mmmm. Ese fue Caifás. Lo dijo en odio. Palabras llenas de veneno dirigidas en contra de Cristo.

Y, sin embargo, Dios escribió toda palabra. Porque el siguiente versículo dice, Juan 11, “esto dijo no de sí mismo.” Él profetizó que Jesús moriría para que él congregar en uno a los hijos de Dios que estaban esparcidos. Caifás, el impío, habló palabras de Dios. Si Dios puede escoger las palabras exactas de un enemigo impío y hacer que hable por Él, ¿acaso Él no puede escoger las palabras por Su Espíritu Santo del santo? Dios hace esto todo el tiempo. Simplemente, si piense acerca de la complejidad de la creación. Piense acerca de la complejidad masiva, una complejidad incomprensible en la cual Él emplea todo y lo une para cumplir Sus fines creativos.

Y después, vaya aún más allá, a la complejidad de la providencia, cómo Dios cumple el desarrollo de todos Sus planes y propósitos mediante las concurrencias inesperadas de mil millones de actos de la voluntad humana. Tanto inteligentes como ignorantes. Tanto los que se someten como los que se rebelan. ¿Por qué no puede Dios enviar a Su Espíritu Santo a uno de Sus santos y hacer que él escriba Sus palabras mismas? ¡Claro que puede!

Adonde quiera que usted vaya en la Biblia. Adonde quiera que usted va, existe esta uniformidad. Sea quien sea que está tomando la pluma. Puede ser un pastor. Podría ser un rey. Podría ser un granjero. Podría ser un profeta. Podría ser un escriba. Podría ser un pescador. Podría ser un sacerdote. Podría ser un recaudador de impuestos. Pero usted sigue recibiendo el mismo mensaje. Cientos de años pasan. Estas personas están aisladas la una de la otra, estos escritores. Pero el mismo Dios está detrás de todo, porque los hombres son descritos de la misma manera. Las naciones son descritas de la misma manera. La historia es descrita de la misma manera. Son los mismos ángeles, el mismo pasado, el mismo presente, el mismo futuro, el mismo cielo, el mismo infierno, el mismo juicio.

Poeta, historiador, las planicies, el desierto, los montes, la época del faraón o la época del César. El mismo Dios habla de la misma ruina, el mismo pecado, la misma caída, la misma impotencia humana, los mismos ángeles, la misma inocencia, la misma culpabilidad, la misma alabanza, la misma pureza, la misma felicidad, la misma verdad, la misma misericordia, la misma justicia, la misma gracia, la misma salvación.

La abundancia de humanidad que se encuentra en las Escrituras no habla en contra de la inspiración; habla a favor de ella, que Dios es el autor. Y esto es lo que afirman las Escrituras. Fue Éxodo, lo conocemos. Moisés estaba aterrado por lo que él había sido llamado a hacer. Y entonces le dijo al Señor en Éxodo 4:10: “por favor, Señor, nunca he sido elocuente, ni recientemente, ni en el pasado.” En otras palabras, nunca he sido elocuente y no estoy mejorando. “Ni desde que tú has hablado a tu siervo; porque yo soy torpe de palabra y lento de lenguas.” Y me encanta esto. “El Señor le dijo ¿quién dio la boca al hombre? Ahora ve y yo estaré con tu boca y te enseñaré lo que debes decir.” Así funciona. Estaré con tu boca. No sólo tu mente, tu boca.

En Deuteronomio 18: “levantaré profeta entre vosotros como tú,” Él le dice a Moisés. “Colocaré Mis palabras en su boca y él les hablará a ellos todo lo que Yo le mande.” Así simplemente es como funciona. Yo colocaré Mis palabras en su boca. En el Nuevo Testamento, Mateo 5:18: “el cielo y la tierra pasarán, pero ni una jota ni una tilde pasará de la palabra hasta que todo se haya cumplido.” Hasta las letras mismas. Hasta las letras mismas. Juan 10:35. Usted recuerda que “la Escritura no puede ser quebrantada”. Usted no puede romper un eslabón. Usted no puede sacar un eslabón de la cadena. Segunda de Pedro 3:15 y 16. Pedro llama a los escritos de Pablo, Escritura.

La promesa es esta: usted tiene en su mano, querido hermano, la verdad. La verdad. ¿Qué está haciendo con ella? ¿Está usted estudiando para presentarse a Dios aprobado como un obrero que no tiene de qué avergonzarse? ¿Está usted dejando que la palabra de Cristo more, cómo, en abundancia en usted, lo cual informa su adoración? Esa es la razón por la que ustedes se hablan entre ustedes mismos entre salmos, himnos y cánticos espirituales y hacen canción en su corazón al Señor. Porque su alabanza está conectada a su teología, lo cual es el resultado de su conocimiento de las Escrituras.

Esta es la promesa. Esta es la promesa. Oremos. Padre, Te damos gracias por este regalo de Tu Palabra. Todos estamos cautivados en cuán agradecidos estamos por Tu Verdad, porque es la Verdad que nos salva, la Verdad que nos santifica, la Verdad que nos consuela, la Verdad que nos edifica, nos santifica. No sólo es la verdad escrita lo que amamos; es la verdad encarnada. Amamos a Cristo.

Oh Cristo, oh Señor Jesús, Hijo de Dios, ¡gracias por lo que has hecho por nosotros! Padre, gracias por enviar al Hijo. Espíritu Santo, gracias por regenerar nuestros corazones muertos para creer y ser justificados. Y qué privilegio tan incomparable es tener una probada del cielo como esta. Nos hace anhelar Tu presencia. Bendice a toda vida aquí. Cumple Tu buena voluntad en todo corazón. Salva a aquellos que aún no han venido a un conocimiento del Salvador y santifícanos a todos. Para Tu gloria pedimos esto en el nombre del Salvador. Amen.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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