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Y ahora llegamos al privilegio elevado y sagrado de examinar la apreciada palabra de Dios. Y lo invito, si es tan amable, a tomar su Biblia y acompañarme a Romanos, capítulo 7. En nuestro estudio continuo de Romanos, en esta noche, nos embarcamos en una aventura maravillosa en este gran séptimo capítulo. Este capítulo es la primera porción de las Escrituras que yo enseñé en Grace Community Church. Eso fue hace poco más de catorce años atrás. El pastor Elby había muerto de un ataque al corazón. Y se me pidió que viniera y estuviera en el púlpito y hablara. Y en ese entonces realmente estaba estudiando en profundidad Romanos, capítulo 7. Y entonces vine. Y algunos de ustedes se acordarán que hablé durante una hora y treinta minutos. Mi esposa pensó que me había vuelto loco. Yo era el predicador invitado. Y pensé que les iba a dar la prueba suprema. Si podían tolerarme por esa cantidad de tiempo, podrían tolerarme por unos cuantos años.

Y aquí estamos, catorce años después, regresando al mismo pasaje maravilloso. Mis perspectivas del pasaje no han cambiado. Mi entendimiento del mismo ha sido enriquecido y profundizado. Y le agradezco a Dios por eso, a los largo de los años. Y espero con gusto la emoción de estudiar este capítulo maravilloso. Permítanme leerle los primeros seis versículos, los cuales los estudiaremos en nuestro mensaje en esta noche: “¿Acaso ignoráis, hermanos, pues hablo con los que conocen la ley, que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive? Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniera a otro varón, será llamada adúltera. Pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de al manera que si se uniera a otro marido, no será adúltera. Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra”.

Veintitrés veces en Romanos, capítulo 7 hay una referencia a la ley. Es el tema de este capítulo. Ahora, la ley de Dios es algo glorioso y necesitamos establecer eso porque éste capítulo habla tanto acerca de estar muerto a la ley. Y por ello necesitamos entender, para equilibrar eso, que la ley de Dios de hecho es algo glorioso. A pesar del hecho de que hemos sido liberados de ella. Acompáñenme por un momento de regreso a los Salmos. Y quiero llevarlos  al Salmo 19. Y en Salmo 19 leemos estas palabras, comenzando en el versículo 7: “La ley de Jehová es perfecta: que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel: que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos: que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro: que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio: que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad: todos justos”.

Ahora, todos esos términos: ley, testimonio, mandamientos, precepto, temor, juicio, se refieren a la ley de Dios. “Deseables son más que el oro”, versículo 10, “y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, que la que destila del panal”. Ahora, obviamente eso exalta la ley de Dios. Acompáñenme más adelante, a cien Salmos después, al Salmo 119. Y quiero llevarlos a varios versículos. El Salmo entero está dedicado a la gloria de la ley de Dios. Los ciento setenta y seis versículos del mismo. Pero permítame llevarlo en primer lugar al versículo 12: “¡Bendito tú, oh Jehová! ¡Enséñame tus estatutos!” Versículo 16: “Me regocijaré en tus estatutos”. Versículo 18: “Abre mis ojos y miraré las maravillas de tu ley”. Versículo 77: “Porque tu ley es mi delicia”. Versículo 97: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! ¡Todo el día es ella mi meditación!” Versículo 136: “Ríos de agua descendieron de mis ojos, Porque no guardaban tu ley”. Versículo 142: “Tu ley, la verdad”. Y versículo 165: “Mucha paz tienen los que aman tu ley”. Finalmente, versículo 174: “He deseado tu salvación, oh Jehová, Y tu ley es mi delicia”.

                                                                                                                                

Ahora, eso verdaderamente honra la ley del Señor, la ley de Dios. En Deuteronomio 27, versículo 26, leemos esto: “Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para hacerlas. Y dirá todo el pueblo: Amén”. Maldita la persona que no hace todas las palabras escritas en la ley. En Eclesiastés 12:13, el escritor dice: “Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”. Entonces, la obediencia a la ley de nuevo es exaltada. Ahora, acompáñeme al sexto capítulo del Deuteronomio, un pasaje muy definitivo del Antiguo Testamento acerca de la naturaleza y la calidad y honra de la ley. Deuteronomio, capítulo 6, el último de los cinco libros de Moisés. Y leemos en el versículo 1: “Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres. Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás. No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos; porque el Dios celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Jehová tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la tierra”.

Ahora, Dios les está diciendo obedezcan mis mandamientos o sean destruidos. Y esto le da una posición muy elevada a la palabra revelada, a la ley de Dios. En Isaías, capítulo 42, para traer la palabra profética aquí, al asunto, en el versículo 21: “Jehová se agrada por causa de su justicia”, escuche esto, “Él exaltará la ley y la hará honorable”. Isaías 42: 21: “Dios exaltará la ley y la hará honorable”. El salmista dice que Dios ha exaltado su palabra por encima de su nombre. Ahora, todo eso para decir esto. Conforme usted estudie el Antiguo Testamento, no puede terminar más que abrumado por la dignidad y la naturaleza honorable y la centralidad de la ley revelada de Dios.

En Éxodo 18:16, Moisés le dijo a Jetro, su suegro, acerca de su plan como líder del pueblo. Y él dijo esto: “Yo les doy a conocer los estatutos de Dios y su ley”. Éxodo 18:16, en otras palabras, Moisés dijo: “Como líder de Israel, mi trabajo puede ser reducido a esto: yo le doy a conocer al pueblo la ley de Dios”. ¿Conoce usted el último mandamiento en el Antiguo Testamento? ¿La última exhortación conforme usted cierra la página final del Libro de Malaquías? Escúchela: “Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel”. Entonces, desde el Pentateuco hasta el último libro del Antiguo Testamento y todos los que se encuentran entre estos dos extremos, la ley de Dios es exaltada.

Ahora, el resultado de esto fue que durante la vida de Cristo y el tiempo del apóstol Pablo, los judíos habían elevado la ley. De hecho, inclusive casi habían hecho, unido a lo de la ley misma, de tal manera que en muchos casos estaban adorando la ley en lugar del Dios que escribió la ley. Pero el punto es que tenían una perspectiva muy elevada de la ley de Dios. Lo único que tiene que hacer es ver el Talmud, el cuál es el comentario rabínico de la revelación de Dios. Y usted lee realmente de un fin al otro del Talmud acerca de la naturaleza sagrada de la ley de Dios. El rabino Raba dijo, por ejemplo: “El Santo creó la inclinación mala del hombre, pero creo la Torá para superarla”.

Ahora, esa es teología bastante equivocada, pero demuestra la importancia de la ley. Ellos creían que la ley podía superar la pecaminosidad del hombre. El rabí Judá dijo: “La naturaleza del Santo difiere de aquella de los hombres mortales. Cuando un hombre prescribe un remedio puede beneficiar a un individuo pero herir a otros”. Pero Dios dio la Torá, esa es la ley, a Israel como una fuente de curación para todos. Ahora, los judíos entonces habían desarrollado una teología que decía que los hombres podían estar bien con Dios al ejercer la ley, al guardar la ley. Entonces la ley era sagrada. No sólo era sagrada debido a su definición honorables en términos del Antiguo Testamento, sino porque ellos la habían hecho un modo de salvación.

Y cuando usted llega al Nuevo Testamento nada de esto se pierde. Es aparente en el Nuevo Testamento, en la época del Nuevo testamento, que la gente estaba igualmente comprometida con la naturaleza sagrada de la ley. Se acuerda usted en Juan, capítulo 9, cuando Jesús curó al hombre que nació ciego y vinieron los fariseos a investigar el milagro en Juan 9:28, lo calumniaron y dijeron: “Tú eres su discípulo;”, eso es al hombre ciego, “pero nosotros somos los discípulos de Moisés. Sabemos que Dios le habló a Moisés; en cuanto a éste hombre, no sabemos de dónde es”. En otras palabras, dijeron “Sabemos que Dios le habló a Moisés”. Aquí están promoviendo la ley de Moisés como la verdad revelada de Dios misma. Y eso nos ayuda a entender cómo percibían la ley. Para ellos era la palabra de Dios.

Simplemente para demostrarlo más, pasen su Biblia a Hechos, capítulo 21. Hechos, capítulo 21. Permítame mostrarle una ilustración breve de esto. Versículo 20. El apóstol Pablo ha regresado a Jerusalén después de algunos viajes misioneros y ha traído a gentiles con él, cristianos gentiles. Él ha traído ofrendas de las iglesias gentiles para entregarlas a los judíos pobres en Jerusalén. Y él regresa y les cuenta lo que Dios ha hecho entre los gentiles, y en el versículo 20: “Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano”, el hermano Pablo, “cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley”.

Ahora, eso nos ayuda a entender la actitud del pueblo hacia la ley. Ellos eran celosos por la ley. Ahora, más adelante, en ese mismo capítulo, el apóstol Pablo, queriendo mostrar su propio respeto hacia la verdad revelada de Dios, entró al templo en el versículo 27, de hecho el versículo 26, para involucrarse en un ritual de purificación. Versículo 27: “Pero cuando estaban para cumplirse los siete días, unos judíos de Asia, al verle en el templo, alborotaron a toda la multitud y le echaron mano, dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar”. Y claro, hubo una revuelta y habrían matado a Pablo. Los romanos lo tomaron, lo encarcelaron para protegerlo, se quedó ahí dos años antes de que llegara a Roma. Y entonces fue ___ lo mismo por la ley que precipitó el encarcelamiento del apóstol Pablo.

Entonces, le digo que cuando llegamos a la era del Nuevo Testamento, no perdemos nada de ese compromiso dominante del pueblo de Israel con la ley. El testimonio de Pablo sigue esa misma línea, no es cierto, en Filipenses, capítulo 3, en donde dice: “Aunque yo también podría tener confianza en la carne”. Y después él dice: “Por qué circuncidado al octavo día, de la tribu de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, irreprensible”. Entonces, el hombre realmente buscaba compasión en la ley de Dios.

Ahora, conforme usted fluya a lo largo del Nuevo Testamento, este compromiso con la santidad y la dignidad y el respeto y la naturaleza honorable de la ley de Dios, no disminuye en absoluto. Cuando usted llega a la Epístola a los hebreos, por ejemplo en el capítulo 2, versículo 2, dice que la ley fue la palabra hablada por ángeles, quienes eran seres santos. En Hechos 7:53, se dice que la ley fue recibida por disposición de ángeles. En Hechos 7:38, la ley es llamada: los oráculos divinos. En Mateo 5:17 y 18, Jesús dijo que él no vino a destruir la ley, sino a cumplir la ley. Inclusive el apóstol Pablo, ahora regresemos a Romanos 7, inclusive el apóstol Pablo, en este mismo capítulo exalta la ley. Versículo 12: “La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”. Versículo 14: “Porque sabemos que la ley es al”. Versículo 22: “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios”. Ya Timoteo le escribió: “Pero sabemos que la ley es buena”, 1 de Timoteo 1:8.

Entonces, usted puede ir desde el principio del Antiguo Testamento a lo largo de la Biblia hasta llegar al Nuevo Testamento, y la ley de Dios es exaltada, la ley de Dios es levantada. Tanto a los ojos del judío como del gentil que vino a Cristo en la iglesia. Y viéndola desde otro ángulo, ¿Cómo definiría usted el pecado? ¿Cómo definiría usted el pecado? 1 de Juan 3:4: “El pecado es transgresión”. ¿De qué? La ley. Entonces, la ley es la realidad esencial.

Para resumir todo esto, lo quiero llevar a Romanos 3:31. Y en Romanos 3:31 leemos esto, apenas después de que Pablo acaba de hablar de la justificación por la fe, dice: “¿Luego por la fe invalidamos la ley?” En otras palabras, si usted no puede venir a Dios por la fe y no tiene que cumplir la ley, si no tiene que guardar la ley en su propia fuerza humana, si Dios lo acepta por la fe, entonces, ¿Por la fe invalidamos la ley? Y la respuesta es me genoito en el griego, el cuál es el negativo más fuerte: no, no, no, no, no. De ninguna manera, es imposible. “De ninguna manera, sino que confirmamos la ley”. Entonces, Pablo quiere establecer el lugar de la ley.

Ahora, con todo eso en mente, que la ley es sagrada, santa, justa, buena, honorable, respetable, todo eso, observe conmigo el capítulo 3, versículo 19. Y esto nos va a llevar al capítulo 7 ahora. Capítulo 3, versículo 19: “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será”, ¿Qué?, “justificado”. Ahora escuche, la ley es buena, la ley es santa, la ley es justa, la ley es honorable, la ley refleja la mente y corazón de Dios, pero nadie, en ningún momento, bajo ninguna circunstancia, jamás será justificado al guardar la ley. Ahora vaya al capítulo 5, versículo 20. Pero, si usted no es salvado por la ley, ¿Para qué es la ley? “Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase”, en otras palabras, en lugar de que la ley produjera justicia, la ley hizo que el pecado, ¿Qué?, abundara.

Ahora, profundicemos y llegaremos al capítulo 7. Capítulo 6, versículo 14: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros”. Y aquí está una afirmación absolutamente conmovedora para un judío, quién durante su vida entera había estado comprometido con la ley. “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Ahora, una afirmación así tiene que ser defendida. Simplemente tiene que ser defendida. No hay manera alguna en la que Pablo pueda hacer esa afirmación en el 6:14 y después alejarse y escribir el resto de su Epístola. Va a ser un bloque masivo en sus mentes y tiene que explicar lo que acaba de decir. No estamos bajo la ley. Será tan amable de observar que hay dos afirmaciones básicas en el versículo 14: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros”, esa es la primera afirmación, ahora escuche con atención. Él explicó el significado de esa afirmación en el capítulo 6, versículos 15 al 23. Esa es una exposición de esa afirmación. La segunda afirmación: “pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Él lo explica en el capítulo 7. Él hace esas dos afirmaciones, explica una y después la otra porque no puede dejarlas sin ser explicadas. Porque aquellos que tienen una perspectiva tan elevada y sagrada de la ley serán devastados por esta afirmación y chocaría con toda su teología cuando él dice: “No estáis bajo la ley”. Durante toda su vida han vivido bajo la ley, es lo único que han conocido. Entonces, él debe explicarlo y creo que lo hace en el capítulo 7.

Ahora usted entiende el razonamiento, el por qué del capítulo 7. En el trasfondo de una afirmación como esa de la ley de Dios, debe haber alguna explicación acerca de lo que significa decir que no estamos bajo la ley. Parece que los hombres han estado bajo la ley durante mucho tiempo. ¿Cómo ha sido eso y por qué eso ha cambiado?

Ahora, permítame darle un panorama antes de que entremos a los detalles específicos del capítulo 7. Y me estoy apurando lo más rápido que puedo. Recuerde el contexto de todo esto. El tema primordial de Romanos es la justificación por la fe. En otras palabras, si usted es salvo, no por guardar la ley, sino por creer, ¿Verdad? A través de la gracia. Ahora, hemos comenzado con la justificación por la fe en el capítulo 3. Los primeros dos capítulos nos mostraron lo pecaminosos que somos. Después llegamos al 3:21 y después entramos a la justificación por la fe. Y así continúa hasta el final del capítulo 8. Los capítulos 3, 4, 5, 6, 7 y 8, todos hablan de la justificación por la fe. Este es el tema de todos ellos. Y después en el 9 al 11, lo aplica a Israel y después en el 12 hasta el final, enseña cómo se manifiesta en la vida. Pero el tema primordial es la justificación por la fe. Habiendo presentado la doctrina misma en los capítulos 3 y 4, él entonces está presentando el fruto de esa doctrina. El primero fue en el capítulo 5, y en el capítulo 5 aprendimos que el primer fruto de la justificación era la seguridad. Tenemos paz con Dios. Eso está establecido, seguridad. El segundo fruto, de lo cuál habla en el capítulo 6, es santidad. Tenemos unión con Cristo en el capítulo 6 y ahora Su Santidad es impartida a nosotros. Entonces, el fruto de la justificación primero es seguridad, segundo es santidad. Ahora, llegamos al capítulo 7 y el tercer fruto es libertad. Libertad. Estamos libres de la ley. Maravilloso.

Y vamos a ver inclusive aún más fruto de la justificación. Pero el punto que hemos estado tratando de enfatizar desde que entramos en esto, en el capítulo 3, es que la salvación tiene un efecto tremendo. Usted no puede decir que es un cristiano sin un efecto demostrable en su vida. La salvación transforma a la gente. Esa es la esencia de lo que Pablo está explicando capítulo tras capítulo para explicarnos. Tenemos en el capítulo 5 paz con Dios, tenemos en el capítulo 6 unión con cristo, tenemos en el capítulo 7 libertad de la ley. Todo eso es el fruto de la salvación. Y todo eso realmente responde a la pregunta más bien torpe en el 6:1, ¿No es cierto? “¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” Como puede ver, eso es lo que el crítico diría. Su doctrina de la justificación por la fe a través de la gracia significa que puede pecar simplemente todo lo que quiera. Y cada vez que peca Dios tiene gracia, entonces Su doctrina lleva a una vida no justa.

En otras palabras, el legalista dice: “Hombre, la gente tiene que tener límites aquí. Tenemos todas las reglas”. Cuando vienen y dicen: “No son salvos por la ley. La ley no puede salvarlos, no pueden guardar la ley. Son salvos por la gracia, a través de la fe”. Simplemente está quitándole los límites a la gente. Van a andar corriendo por todos lados en su pecado y entonces lo van a acusar de la doctrina que lleva al pecado. Y entonces él dice: “No, el opuesto”. La verdadera salvación lleva a la santidad, ¿Verdad? Eso es lo que vimos en el capítulo 6. No lleva al libertinaje, lleva a lo opuesto del libertinaje. Lleva a la santidad, capítulo 6, capítulo 7. Lleva a la libertad de la ley.

Ahora, tomemos la primera sección del capítulo 7 y veámosla. Voy a darle cuatro puntos. El axioma, la analogía, la aplicación y la afirmación. Aquí vamos. El axioma. Y Pablo es bueno en establecer principios autoevidentes, axiomáticos. “¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive?” Ahora, ésta no es una afirmación teológica profunda, eso es simplemente un axioma. Con axioma nos referimos a una verdad evidente en sí misma, que no tiene que ser probada. Es aparente, simplemente obvia. Él los llama hermanos y él necesita en este punto meter un saludo, un término de afecto, porque ya para ahora algunos de los judíos están listos para apedrearlo por lo que dijo, que no estamos bajo la ley. Y entonces, de manera afectuosa, él busca alcanzarlos con una sensibilidad tierna, con un tema que llenaba tantas demandas con tensión. Y él les dice: “¿Acaso ignoráis?” La idea es que realmente no ignoran esto, él supone que saben. Él apela a lo que él supone que ellos conocen. Él es más bien una persona que ejerce tacto aquí. Él les da el beneficio de la duda y les está diciendo: “¿Ustedes saben esto? Por que hablo con aquellos que conocen la ley”. Es una construcción anartra, lo cuál significa que no hay un artículo definido.

Estoy hablando con personas que entienden la ley. Cualquier persona que sabe esto, sea ley griega, ley romana, ley mosaica, ley bíblica, ley judía, cualquier ley, cualquier persona que conoce la ley sabe que la ley sólo tiene dominios sobre personas que están vivas. ¿Ha notado esto? Cuando ven a un borracho quien choca y se mata, usted no ve a un oficial que está ahí, inclinándose, dándole una infracción. La ley no se aplica a una persona muerta. Y todos ustedes recuerdan el asesinato del Presidente John F. Kennedy, y después el asesinato inmediato del que lo mató, Lee Harvey Oswald. Y ustedes también recuerdan que nunca fue juzgado porque la ley tienen jurisdicción sólo sobre personas vivas. Ahora, eso es un axioma. Eso es simplemente una verdad obvia. La ley sólo se aplica a personas que están vivas.

Ahora, ese es el axioma. Él se mueve de eso a la analogía, y esta es una analogía fascinante, los versículos 2 y 3. Él usa una analogía del matrimonio. Y sean tan amables de hacerme un favor, me gustaría que le hubiera dicho esto a algunos comentaristas que han escrito acerca del pasaje, no conviertan una analogía en una alegoría o de lo contrario se van a confundir. SI usted no entiende lo que acabo de decir, no se preocupe. Versículo 2: “Porque la mujer casada”. ¿Entendió eso? No es demasiado difícil, ¿Verdad? Es una dama casada. “Está sujeta por la ley al marido mientras vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido”. ¿Verdad? La ley del matrimonio no se aplica si su marido está muerto. Usted no está ligado al cadáver el resto de su vida. Es una analogía muy simple.

Ahora, el pensamiento clave es mientras éste vive, la ley obliga a la gente sólo mientras están vivos. El versículo 3, en cierta manera, lo expande: “Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera”. Es correcto, ¿No es cierto? No puede hacer eso. No sólo será llamado un adúltero, será llamado, ¿un qué? Un polígamo. No puede hacer eso un bígamo. Usted no puede casarse con alguien más. Mientras que usted esté casada con su marido y él esté vivo, no pude hacer eso. No hay una situación de divorcio aquí. No hay todo tipo de complicaciones, es muy simple. Cuando usted se casa con una persona y él está vivo, no pude irse a casar con alguien más. “Pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera”. Y el punto entero de la analogía, simplemente decir que esa ley sólo se aplica en el matrimonio mientras que ambos cónyuges están vivos. Cuando uno muere, la ley del matrimonio ya no se aplica.

¿Qué tal libre está? Dice en el versículo 3: “Es libre de esa ley”. ¿Qué tal libre es ella? Tiene la libertad de estar exactamente cómo estaba antes de que se casara con el hombre en primer lugar. Ella está tan libre como lo estaba, como cuando ella era virgen. Ella está tan libre como para irse a casar con otro hombre. Y sabemos que esto es señalado en el Nuevo Testamento, en 1 de Timoteo 5:14. Pablo le dice a las viudas jóvenes: “Quiero que se casen”, ¿Verdad? 1 de Timoteo 5:14. Y en 1 Corintios 7:39, Pablo dice: “Aquellos de ustedes que son viudos, cásense sólo en el Señor”. Tienen el derecho de casarse pero asegúrense de casarse con un cristiano. El punto es que la muerte termina la ley que une a dos personas de manera permanente en el matrimonio.

Entonces, cuando usted se casó, caminó por el pasillo y murmuró algo, y probablemente se le olvidó todo lo que murmuró. Y si usted no hubiera estado en otras bodas, nunca se habría acordada de nada de lo que dijo porque probablemente estaba bastante conmovido a lo largo de su boda. Pero en algún punto a lo largo del proceso, usted probablemente dijo: “¿Hasta qué? Hasta que la muerte nos separe”. Es sorprendente cómo cuantas personas se casan en la actualidad y quieren cancelar ese voto matrimonial. Esa es la analogía muy simple. La ley sólo es obligatoria cuando la gente está viva. La muerte termina la autoridad de la ley matrimonial.

Ahora, por favor, este pasaje no tiene la intención de enseñar todo acerca del divorcio y las segundas nupcias. El divorcio ni siquiera está aquí. No tiene la intención de ser una afirmación definitiva del matrimonio. Y algunas personas lo han tomado así, y han tomado esta afirmación y dicen que la única ocasión en la que usted puede llegar a volverse a casar es si su cónyuge muere. Y después colocan este pasaje, lo imponen en Mateo 5, Mateo 19 y en resto de las Escrituras y terminan con una perspectiva bastante caótica. No comience aquí. Esto es simplemente una analogía. Esto es muy estrecho, es muy limitado. Sólo está tratando de decir una cosa: la muerte termina con la regla de la ley en el matrimonio. Y esto es para ilustrar el axioma en el versículo 1. Vayamos a la aplicación.

Y debido a que, por cierto, no tiene la intención de enseñarnos mucho acerca del matrimonio, no lo voy a usar para hacer eso. Lo único que quiero hacer es extraer el pensamiento. Vayamos a la aplicación. Ya lo aplica en los versículos 4 y 5. Todo eso es para llevar a esta correlación esencial. Versículo 4: “Así también”. Ahora, el “Así también” aquí lo que conecta, en base al axioma, la ley sólo se aplica cuando las personas están vivas, lo cuál es ilustrado en la ley del matrimonio. “Así también vosotros, hermanos”. Y ahora de nuevo está usando el término de afecto “hermanos”. Y él añade el pronombre posesivo “míos”, para hablarles aún con más ternura y más gentileza, él les dice: “Habéis muerto a la ley”. Y la palabra violenta para muerte es usada. Fueron matados de manera violenta. Y el tiempo aoristo es usado para recordarles de una gran realidad histórica que sucedió en un momento en el tiempo. Dice usted: “Espere un momento, soy cristiano. ¿Cuándo es que yo fui matado?” Regrese a Romanos 6:3, “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su”, ¿Qué?, “muerte?” “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado”.

Ahora, ¿Cuándo fue nuestra muerte? Fue en el calvario, ¿No es cierto? Y hemos estado aprendiendo que cuando usted creyó en Jesucristo, usted es unido con Cristo, muere con Cristo. Una verdadera muerte espiritual. Eso es de lo que está hablando. Ahora la ley, escuche con atención, antes de que vino Cristo la ley no tenía capacidad de salvarlo, a usted. ¿Entendió eso? No tenía capacidad de redimirlo. Por las obras de la ley, ¿Qué? Ningún ser humano será justificado. Antes de que fuera salvo, la ley no tenía capacidad de redimirlo a usted. Lo único que podía hacer era, ¿Qué? Condenarlo. Eso lo único que podía hacer. Ahora que usted ha sido salvo, la ley no sólo puede redimirlo, pero ahora no puede, ¿Qué? Tampoco condenarlo. Porque todo lo que la ley pueda demandar de usted era su muerte, ¿Verdad? La paga del pecado es, ¿Qué? Muerte. El alma que pecare, esa morirá. “Ustedes quebrantan mi ley”, Dios le dijo a Adán, “y morirás”. Y lo único que la ley podrá demandar es muerte.

Y entonces resulta que morimos. Si yo cometo un crimen, como hemos estado aprendido, y me sacan y me ejecutan, y me electrocutan o me cuelgan, o me disparan o lo que sea, y resucito de los muertos, ya la ley no puede hacer nada. Ya no tiene más jurisdicción sobre mí. He pagado su paga. Y entonces en Cristo morimos y la ley no puede redimirnos, pero ya no puede tampoco condenarnos. Pero antes de que usted viniera a Cristo, la ley no podía redimirlo pero podía condenarlo. Y entonces estaba bajo su tiranía, estaba bajo su esclavitud.

Hay una nota interesante también en este versículo, dice: “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto”. Fueron matados en lo que a la ley concierne. Es un verbo pasivo, lo cual significa que usted no se mató a sí mismo. Usted no podía hacer eso, fue un acto divino. Fue Dios quien planeó su salvación. Fue Dios quien lo llevó a cabo. Fue Dios quien lo redimió. Fue Dios quien lo colocó en Cristo. Todo es la obra de Dios. Y cuando usted murió, amigo mío, la ley ya no tuvo autoridad sobre usted. Ya no estamos bajo la condenación de la ley. ¿Cómo sucedió esto? Regrese al versículo 4, “mediante el cuerpo de Cristo”. ¿Qué significa eso? Por la ofrenda del cuerpo de Cristo en la crucifixión, al ser crucificado con Cristo. Jesús en la muerte satisfizo la ley porque él murió la muerte que la ley demandaba. Él pagó la paga en su totalidad, por todos nosotros, y nos liberó de la ley. Esa es la razón por la que 2 Corintios 5:21 lo expresa así, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que fuésemos hechos justicia de Dios en él”. Él nos redimió de la ley por la muerte. Él se volvió una maldición por nosotros, Gálatas 3:13, para que fuéramos liberados de la maldición de la ley.

Ahora, este dentera, es un paralelo de un pasaje muy conocido, simplemente se lo voy a citar. Usted lo conoce bien. Gálatas 2:19 y 20: “Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios”. ¿Cómo pasó eso? ¿Cómo es que usted murió para vivir para Dios? ¿Cómo es que usted murió y llegó a vivir para Dios? “Con Cristo estoy juntamente crucificado”, ¿Verdad?, “y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Entonces, yo fui matado a la ley. Yo he llegado a vivir en Jesucristo. Ahora, creo que usted entiende eso porque explicamos eso en gran detalle en el capítulo 6. Pero aquí está el elemento sobresaliente en el versículo 4: “Para que seáis de otro”. La salvación es un cambio total de relación. Usted ya no tiene el primer marido que usted tuvo antes. Usted ya no está bajo la esclavitud de la ley. Usted ahora está casado con Jesucristo. Es un retrato hermoso, ¿No es cierto? Lo vemos en Efesios 5, en dónde la iglesia es vista como la novia y él es el novio. Lo vemos en 2 Corintios 11, en donde somos una novia esposada, teniendo un matrimonio consumado con Cristo en la gloria en el futuro.

Entonces, somos llamados a estar casados con otro. Y nos dice: ¿Quiénes? “Del que resucitó de los muertos”. Note que dice: “resucitó”, no fue resucitado. Tiene en otras palabras, está enfatizando su vida actual. No sólo somos identificados en unión con un Salvador muerto en el pasado, sino que somos Uno con un salvador viviente en el presente. Es una gran verdad. Hay un buen pensamiento. Quiero llevarlos al 6:9 por un momento, voy a meter esto aquí: “Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere”. ¿Cristo volverá a morir? ¿Volverá a morir?

Entonces, ¿Llegaremos a perder a nuestro marido nunca? Esa es una gran palabra acerca de la seguridad de nuestra salvación. Esa es una gran palabra acerca de la seguridad de nuestro vínculo matrimonial con Cristo. Nuestro marido nunca morirá. Él nunca morirá. Y entonces, siempre estaremos seguros en Él. Y entonces, morimos en Cristo por el milagro misterioso de nuestra unión con Él por gracia a través de la fe. Y resucitamos para caminar en vida nueva, y de nuevo, lo repito, y este es el elemento sobresaliente de toda esta enseñanza, la salvación es una transformación total. Se nos da seguridad, capítulo 5. En nosotros se produce santidad, capítulo 6. Y libertad de la ley, capítulo 7. Somos liberados de una justicia por obras de tratar de ganarnos nuestra salvación. La resurrección de Jesucristo fue la clave.           Y después, al final del versículo 4, gran verdad, “a fin de que llevemos”, ¿Qué?, “fruto para Dios”. Ese es el propósito. Debido a Cristo damos fruto. Quiero recordarle que este no es un mandato, este es la afirmación de un hecho. Podría leerse “Para que produzcamos fruto”. Así es. No existe algo así como un cristiano que no da fruto. La salvación tiene un producto, debido a una vida transformada, llevamos fruto para Dios.

Ahora, lleve eso de regreso a la pregunta del principio del capítulo 6, cuando usted predica una salvación por gracia. Y le dice a la gente que venga a Cristo por la gracia a través de la fe y que no tienen que hacer nada para ganárselo. Y les dice que están bajo la gracia y donde el pecado abunda la gracia, abunda mucho más. ¿Acaso eso lleva al pecado? No, no es así. Porque el capítulo 6 dice que si usted es verdaderamente transformado, usted produce santidad. Y el capítulo 7 dice que si usted está verdaderamente casado con Jesucristo, usted va a producir fruto para Dios. Simplemente, lo opuesto es el caso.

El gran teólogo Hodge escribió: “En lo que a nosotros concierne, la redención es para producir santidad”. Somos liberados de la ley para que estemos unidos con Cristo. Y estamos unidos con Cristo para que podamos producir fruto para Dios. Él continua diciendo: “La única evidencia de unión con Cristo es producir fruto para Dios. Como la liberación de la paga de la ley, es para producir santidad. Es vano esperar esa liberación, excepto con miras al fin para el cuál fue concedida”. Fin de la cita. En otras palabras, si usted es salvo, usted va a producir fruto para Dios. ¿Qué es fruto? Bueno, hemos estudiado esto en el pasado. Dos cosas: actitud y acción. ¿Cuál es el fruto de actitud? Gálatas 5:22 y 23, “el fruto del Espíritu es”, ¿Qué?, “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,     mansedumbre, templanza”; esto es actitud. ¿Qué hay acerca de fruto de acción? Hebreos, capítulo 13, el fruto de sus labios, alabanza a Dios. Filipenses, capítulo 4, el fruto de un corazón amoroso; un regalo, una ofrenda enviado al apóstol Pablo. Filipenses habla del fruto de justicia, cualquier acto justo, cualquier acto que glorifique a Dios es fruto; cualquier actitud correcta o acto correcto, es fruto. Y cuando Cristo transforma su vida y usted, muere la ley y usted vive para Dios, no es sólo debido a un acontecimiento histórico pasado, es debido a un Cristo viviente presente. Con quien usted es Uno. Y quien produce fruto para Dios; Él es la vid y nosotros somos, ¿Qué? Los pámpanos. Y la vid produce el fruto a través de los pámpanos.

Entonces, la pregunta del 6:1 al 2 de nuevo respondida, la salvación tiene un producto pero el producto no es abuso y el producto no es libertinaje y el producto no es licencia y el producto no es pecaminosidad. Pensando que usted va a ser perdonado por todo lo que hace, debido a alguna transacción que ha sido hecha. El producto de la verdadera salvación es el capítulo 6, santidad. El capítulo 7, dar fruto, y fruto para Dios. Eso significa fruto, que glorifica a Dios. Y eso es algo nuevo, eso es algo totalmente nuevo. Antes de que venimos a Cristo, ¿Cómo era? Versículo 5: “Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte”. Este versículo está tan cargado. Se paciente, se lo voy a explicar rápidamente.

Cuatro pensamientos clave, aquí van: carne, pecado, ley, muerte. Enciérrelos en un círculo en su Biblia en el versículo 5. Carne, pecado, ley, muerte. Van juntos. Todos son lo mismo. Operan en la misma esfera. La carne produce pecado, lo cual es incitado por la ley, lo cual resulta en muerte. Es un cuarteto patético, francamente. Son términos que describen el estado caído del hombre, el estado no regenerado del hombre. Son una descripción triste. Permítame explicarlos parte por parte. Y esta es una afirmación muy importante al principio del versículo 5, muy definitivo: “Porque mientras estábamos en”, subraye la palabra “en”, “en la carne”. “En la carne”, ¿Qué significa? ¿Qué quiere decir eso con él? Bueno, realmente estábamos en las profundidades de esto. Era nuestra esfera de ser, estábamos en la carne, estábamos profundamente en la carne, en las profundidades de la carne, inmersos en la carne.

¿Qué es la carne? Es usado de dos maneras en la Biblia y debe distinguirlas. En primer lugar, es usado físicamente. Y cuando carne es usada físicamente en la Biblia, no tiene connotación de maldad. ¿Escuchó eso? Cuando es usada físicamente, no tiene connotación de maldad. Porque Jesucristo ha venido, ¿En qué? En la carne. “Y aquel Verbo”, Juan 1:14, “fue hecho carne”. Cuando es usada en el sentido físico, no tiene connotación de maldad. De hecho, en 1 Juan 4:2 dice, que cualquiera que no confiesa que Cristo ha venido en la carne, no es de Dios.

Pero escuche, cuando la carne es usada en el sentido ético/moral, siempre tiene una connotación mala. Siempre. Cuando es usada en sentido ético/moral. Encuentra eso, por ejemplo, en el capítulo 8: la carne es usada en el versículo 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 13. Carne, carne, carne, carne, carne, en todo este pasaje. Lo encuentra en Gálatas 5 por lo menos cuatro veces. Lo encuentra en Efesios, capítulo 2. Y cada vez que usted la encuentra usada en el sentido ético/moral, tiene una connotación mala. Y está hablando de la humanidad no redimida del hombre. Muy importante.

Entonces, mientras estábamos en la carne, es cuando éramos no redimidos. Cuando nuestro ser, nuestra verdadera persona, ese Yo viviendo en nosotros, estaba inmerso en la carne, estaba cautivo a la carne. Ahora, quiero decirle que esa es una experiencia de tiempo pasado, ya no estoy en la carne, eso es correcto. Y tampoco está usted, si usted es cristiano. Dice usted: “¿Cómo sabes eso?” Pensará que usted preguntaría. Observe el capítulo 8, versículo 4. El versículo 4 dice que no debemos según la carne. Después, versículo 5: “Porque los que son de la carne”. Ahora, esta otra frase que es igual que estar en la carne. Los que están en la carne, o “los que son de la carne piensan en las cosas de la carne”. Ese es su mundo, esa es su esfera. “Pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden”.

Entonces, si usted está en la carne, vive según la carne, los designios de la carne, usted no conoce a Dios. Y después el versículo 8, de nuevo aquí está la misma frase: “Y los que viven según la carne”, puede subrayar la palabra, “no pueden agradar a Dios”. Esa es una persona no regenerada. Ahora, observe el versículo 9: “Mas vosotros”, ¿Qué? Muy importante, “no vivís según la carne”. No está en la carne, usted está “en el Espíritu, si el Espíritu de Dios mora en usted”. Y el Espíritu de Dios mora en todo cristiano, ¿Verdad? Porque sino es así, no pertenece a Cristo, eso es lo que dice. Y si Cristo está en vosotros, entonces el cuerpo está muerto debido al pecado. El espíritu es vida debido a la justicia.

Ahora, escuche con mucha atención. Regrese a donde estábamos en el 7, versículo 5. La gente no regenerada está en la carne. Usted no está en la carne. Dice usted: “Bueno, ¿Qué es esto que continuamente estorba mi santidad?” Quiero decirle que usted no está en la carne, pero que la carne está en usted. Usted ya no está inmerso en ella, ya no lo tiene cautivo. Usted ya no es su esclavo. Usted ha sido liberado de su esclavitud. Usted ya no necesita volver a ceder a ella, ¿Verdad? Gálatas 5 dice que no. “Andad en el Espíritu, y no en la carne”. Usted puede hacer cosas carnales porque la carne está en usted, pero usted no está en la carne. Muy importante. Esa es  una designación para un no regenerado.

Ahora, soy una nueva criatura. El verdadero Yo es regenerado, redimido. Es una nueva naturaleza incorruptible que es la misma naturaleza de Dios mismo. Es santa, pura y no contaminada. Pero, todavía tengo mi humanidad no redimida, como vimos en Romanos 8. Y espero la redención de este cuerpo, cuando sea transformado y pierda esa carne que todavía está en mí. Entonces, como nuevas criaturas, estamos en el Espíritu, no estamos en la carne. Pero la carne está en nosotros. Pero la gente no regenerada está en la carne y vea lo que sucede, versículo 5 de nuevo: “Las pasiones pecaminosas”, un término interesante, los impulsos, pasiones. La carne genera impulsos pecaminosos envía, emite impulsos, literalmente. Si usted lo lee de esta manera, “los impulsos pecaminosos”, brincándonos, “obraban en nuestros miembros”. Y la palabra “obraban” es energeo, son energizados. La palabra energiza, pacema, las pasiones, los impulsos. Y qué interesante es esto: “que eran por la ley”. Y este es, simplemente, increíble. Una afirmación realmente increíble.

Ahora, ¿Cómo puede una ley buena crea pasión mala? De dos maneras. En primer lugar, revela la maldad, ¿Verdad? Entonces, usted no sabría lo que es la pasión mala si usted sólo conociera lo que es la pasión. Usted no sabría que es mala si no hubiera un estándar con que evaluar que usted ha pecado, ¿Verdad? Entonces, la ley revela el pecado al establecer el estándar para que usted sepa que es pecado cuando usted va en contra de él. Pero en segundo lugar, la ley incita la maldad porque nada parece ser más atractivo para la gente que simplemente hacer algo que está prohibido. ¿Ha notado eso? Simplemente, dígale a la gente que no lo puede hacer y vea cómo se apuran por tratar de hacerlo.

Entonces, la ley incita al pecado. Vamos a descubrir eso más adelante en el capítulo 7. Él dice, Pablo dice en el versículo 10: “Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató”. En otras palabras, parece como si la ley de Dios, en lugar de que nosotros vivamos a su nivel, al nivel de la ley de Dios, la ley de Dios simplemente nos muestra la maldad. Y en lugar de que nosotros no queramos hacerlo, después queremos quebrantar la ley. Hay algo en nosotros que busca revelarse.

Entonces, estamos en la carne. La carne produce impulsos pecaminosos, los cuales son incrementados e intensificados por la ley. Y el resultado, “fruto para muerte”. “Esos impulsos pecaminosos”, dice, “incitados por la obra de la ley en nuestros miembros”, y en la persona no regenerada eso es cuerpo y alma, eso es todos ellos, eso es todo lo que son en todas sus partes, “producen muerte”. Ahora, como usted sabe ese versículo tiene un paralelo muy cercano a lo que estudiábamos en el capítulo 6. Entonces, vemos el axioma, la analogía y la aplicación. Él dice, solíamos ser así, versículo 5. Pero versículo 4, todo eso ha cambiado.  Ahora estamos muertos a todo eso y vivos en el Cristo resucitado. Y no produciendo fruto para muerte, sino fruto para Dios. Ahora, una afirmación final en el versículo 6: “Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra”.

Ahora, escuche con atención conforme concluimos con esto. Esto es muy importante. “Pero ahora”, grandes palabras, grandes palabras, “ya no estamos en la carne, fuimos liberados de la ley”. Esa es la gran afirmación, ese es el Summum bonum de esta porción breve. Hemos sido literalmente, dice, “liberados de la ley”, significa soltados. Se nos ha eliminado cualquier responsabilidad legal. La ley dijo: “Eres culpable, mueres”. Jesús pagó, pagó muestra muerte, morimos en Él. La ley no tiene obligación, no puede demandar nada de nosotros. No tenemos obligación legal. La maldición que estaba sobre nosotros ha sido llevada por cristo, Gálatas 3:13. Esta es una gran afirmación. Y después dice: “Por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos”. Éramos cautivos por la carne, por sus impulsos pecaminosos, por la ley y por la muerte. Nos mantenían cautivos. Ya no nos mantienen cautivos. ¿Se acuerda de lo que vimos en el capítulo 6? No tiene que pecar, el pecado no es su amo. Su tiranía ha sido quebrantada. Han sido liberados de la ley. Ya no lo puede condenar, ya no lo puede matar, no lo puede herir, no puede mandar la muerte. Todo eso es un asunto muerto. Qué pensamiento tan maravilloso. Pensamiento tan maravilloso. Hemos sido liberados.

Dice usted: “¿Hemos sido liberados simplemente para hacer lo que queremos? ¿Es eso lo que es el cristianismo? Hombre, ¿Podemos simplemente pecar como queramos? ¿Simplemente pecar y saber que la gracia es aplicada a nosotros y simplemente pecar por un lado y pecar por el otro? ¿Vivir como queremos?” No, no, no. Observe: “De modo que sirvamos”, oh, me gusta eso, dule uo, servicio obediente. Y quiero decirle que el español aquí es algo ambiguo, pero el griego no lo es. De nuevo demuestra un resultado. No es que debemos servir, es que serviremos. Hemos sido salvados para fruto, eso es el versículo 4. Hemos sido salvados para el servicio, ese el versículo 6. Servimos. Creo que West traduce esto también. Se nos quitó la obligación a la ley. Habiendo muerto aquello en lo que continuamente éramos detenidos, u oprimidos. De tal manera, que habitualmente estamos prestando un servicio de esclavitud, de obediencia a Dios. Hermoso.

Ahora, escuche. Aquí viene algo más que añadir a su lista. Si usted ha sido justificado por gracia a través de la fe, usted ha recibido, capítulo 5, seguridad; capítulo 6, santidad; capítulo 7, libertad; capítulo 7, fruto; capítulo 7, servicio, servicio obediente. Eso es un producto. ¿Va a pecar un cristiano? ¿La gracia lo va a hacer pecar? No. La gracia lo va a transformar para producir seguridad, santidad, libertad, fruto y servicio obediente. Esa es la marca de la regeneración. ¿Y qué tipo de servicio es nuestro servicio? Me encanta esto al final del versículo 6, no es el régimen viejo de la letra. Por así decirlo, no es en su misión a un código externo, no es la letra que mata ya, no es simplemente producir algún tipo de ritual externo. No es por fuera obedeciendo al ley de Dios mientras que el corazón no responde. No es fariseísmo, no el legalismo, no es externalismo, no es religiosidad, no es hipocresía. No nada más estamos produciendo acción externa, sino que “servimos bajo el régimen nuevo del Espíritu”. Nuevo kainos, nuevo en calidad, no nuevo en cronología. Un tipo de servicio totalmente diferente. No un servicio externo, sino uno interno.

Entonces, lo que decimos es esto, escuche con mucha atención. Cuando usted se volvió cristiano, usted es liberado de la ley. Usted es liberado en el sentido que la ley ya no puede condenarlo. Pero usted es liberado para servir esa misma ley, escuche ahora, para servir esa misma ley no de una manera externa, sino desde la profundidad de su corazón. Entonces, cuando la pregunta surge: “Bueno, si nada más le dices a la gente que no estás bajo la ley y están libres en Cristo, simplemente van a salir y violar la ley de Dios”. Entonces usted no entiende lo que la salvación significa. Porque implanta dentro de usted una nueva naturaleza y la inclinación de una nueva naturaleza es de servir a Dios en Espíritu desde las profundidades del corazón. Esto claro, es la obra del Espíritu Santo. Todavía servimos a la ley. De hecho, la servimos mejor de lo que podíamos servirla antes de que éramos redimidos. Porque no servimos la letra de la ley, sino el Espíritu. Ya no somos los esclavos a un conjunto de valores legales y reglas para poder adquirir el favor con Dios, sino que ahora servimos a Dios a partir del amor porque Él nos ha concedido la salvación. Somos libres, libres para servir a Dios. No libres para servirnos a nosotros mismos. Hicimos eso antes. No somos legalistas sirviendo a la letra, sino nuevos en espíritu. Sino con un Espíritu nuevo servimos a Cristo.

Entonces, alguien hace la pregunta: ¿”Si éramos libres de la ley como cristianos, la ley tiene obligación sobre nosotros? ¿Tenemos la obligación de guardarla?” La respuesta es: no y sí. No tenemos la obligación de guardarla en el sentido de que nuestra aceptación con Dios depende de ella. ¿No es así? Tenemos la obligación de guardarla en el sentido de que nuestra nueva vida busca servirla. Como pude ver, la ley no podía salvarlo a usted, porque usted no podía guardarla. Ahora que Dios le salvó a usted, la ley no puede condenarlo y por primera vez en su vida, por el poder del Espíritu Santo, usted la puede guardar. Usted no está bajo la condenación de la ley, pero servimos a la ley de Dios a partir de las profundidades de un corazón comprometido. ¿Es la ley importante? Oh, sí. ¿Podemos decir con el salmista, “Oh, cuánto amo yo tu ley”? Oh, sí. Aunque no nos puede salvar, sí. Aunque nos condenaría, sí. Porque Jesucristo ha llevado esa condenación y al implantar en nosotros la naturaleza divina, nos ha capacitado para guardar esa misma ley. Y no la servimos externamente, sino a partir de un Espíritu nuevo. Entonces, estamos muertos a la ley en el sentido de que podía salvarnos o condenarnos. Pero escuchen, estamos más vivos a la ley ahora, en términos de servirla para la gloria de Dios, de lo que jamás habíamos estado.

Bueno, eso tan sólo es el principio. Regrese la próxima semana para la siguiente sección. Oremos: Señor, hemos establecido un cimiento para este gran capítulo en esta noche. Vamos  a hablar más de esto la próxima vez. SI hemos sido liberados para servir la ley, ¿Por qué es tan difícil? ¿Por qué es tan difícil? Algo en nosotros dice: “Quiero servir a la ley de Dios”; algo en nosotros dice: “Quiero servir al pecado”. Si hemos sido transformados, si hemos sido hechos para producir santidad y dar fruto y servir, ¿Por qué es tan difícil? ¿Por qué la lucha Señor? Ayúdanos a tener la capacidad de entender eso conforme continuamos en nuestro estudio después, en el capítulo 8. Conforme vemos la victoria que nos has dado en el Espíritu Santo.

Gracias, oh, Dios, por lo que es nuestro en la redención. Que no carecemos de nada, que no buscamos más de nada, sino que estamos completos en Él, en quien mora toda la plenitud de la deidad. Y oro en esta noche, oh Dios, por cualquiera en nuestro servicio que no haya abrazado al Salvador, que no haya llegado a conocer a Jesucristo y haya sido liberado de la condenación. Porque la ley condena, dice: “Tú mueres y pagas para siempre”. Y que sepamos, oh Dios, que inclusive el para siempre no podría pagar el precio. Aún si sufriéramos para siempre, no podríamos pagar el precio de nuestro pecado que Cristo pagó en su muerte. Que todo corazón abrace esa gran verdad.

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