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El gran teólogo, Carlos Hodge dice, y cito:”La ley, aunque no puede asegurar ni la justificación ni la santificación de los hombres, cumple una parte esencial en la economía de salvación; ilumina la consciencia, y asegura su veredicto en contra de una multitud de males que de otra manera no habríamos reconocido como pecados. Incita el pecado, incrementa su poder, haciéndolo tanto en sí mismo como en nuestras consciencias excesivamente pecaminoso; por lo tanto, produce el estado de mente que es una preparación necesaria para la recepción del evangelio, la convicción de pecado, esto es un conocimiento adecuado de su naturaleza, y un sentido de su poder sobre nosotros; es una parte indispensable de la religión evangélica. Antes de que el evangelio pueda ser abrazado como un medio de liberación del pecado, debemos sentir que estamos involucrados en corrupción y miseria”. Fin de la cita.

Ahora, fuera de la ley, la gente no ve esto. Digo, simplemente siguen viviendo en su vida, usted sabe: “Bueno, no soy una persona tan mala”, usted siempre oye a personas decir: “Bueno, Dios ciertamente no enviaría un buen hombre como yo al infierno. Haré mi mejor trabajo, haré mi mejor esfuerzo, trato de hacer lo que está bien, obedezco las leyes, soy una persona bastante buena; las personas buenas como yo no se van al infierno. Digo, yo simplemente soy una de las personas buenas”. Ahora, la gente realmente vive así, lo creen, viven –por así decirlo– bajo esa ilusión, y esa ilusión tiene que ser cambiada; aunque por fuera usted pueda tener control de los factores de su vida, y pueda verse como el ciudadano número uno; la realidad del asunto es que por dentro está lleno de ¿Qué? Huesos de hombres muertos.

Ahora regrese conmigo a Mateo capítulo 5, y veamos al Predicador Maestro de todos los predicadores, y veamos cómo Él predicó el mensaje de salvación, y qué convicción pudo Él traer. Mateo capítulo 5, el Señor va a predicarle a estos judíos, y Él dice en el versículo 21 de Mateo 5 – y este es el corazón mismo del mensaje de convicción. Él dice en el versículo 21 de Mateo 5 – y este es el corazón mismo del mensaje que convence de pecado. Usted conoce el pasaje: “ Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio”, “Pero yo les digo que si aún están enojados o si odian a alguien en su corazón, o si tienen algo en contra de alguien, ha pecado”. Y después en el versículo 27: “ Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”. También fue dicho, versículo 31: “Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.  Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera”.

Tenían este pequeño sistema de juramentos en el que si juraban por ciertas cosas, no tenían que tomarlo en serio; en otras palabras: “Yo juro por el árbol por allá, ese era del rey X”, ese árbol no contaba. Entonces, los judíos tenían todo un sistema de juramentos; algunas cosas no contaban, algunas cosas sí, y Él dice: “Les quiero decir, no hagan eso en absoluto”; en otras palabras, habían desarrollado una religión externa; y el Señor está diciendo: “El problema con ustedes no es que no matan por fuera, es que odian por dentro. El problema con ustedes no es que cometen adulterio por fuera, sino que lo cometen por dentro. Lo interior de ustedes es miserable”, y así va hasta el final del capítulo 5. Usted puede ver lo que Jesús tuvo que hacer para llevar a los hombres a la convicción; usted puede ver que Jesús lo que tuvo que hacer para llevar a los hombres a la convicción de pecado fue mostrarles que la ley de Dios es una ley que toca lo interior del hombre y no solo lo exterior del hombre. Y esa es la razón por la que cuando vino un joven a Jesús y dijo: “¿Qué es lo que necesito hacer?”, Él dijo: “Aquí está. Ama al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, alma, mente, fuerzas; ama a tu prójimo como a ti mismo”.

¿Se oye fácil? ¿Es algo externo? Eso es interno. Simplemente en tu corazón ama al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, alma, mente y fuerzas; todo lo que hagas que radie el amor de Dios, todo lo que hagas que busque su gloria, todo lo que hagas que busque el placer de Él; y después, más allá de eso, el placer y el bienestar y el beneficio de alguien más y no el tuyo; y después puedes envolver la ley entera en eso. Realmente eso lo empuja hacia adentro, ¿no es cierto?, y eso convencía de pecado. Y entonces, al regresar a Romanos capítulo 7, de nuevo, ahí es en donde Pablo estaba en este punto en su vida; no sabemos cuándo fue, no sabemos en qué punto esto sucedió, precisamente el momento, el tiempo; tiendo a decir, como lo dije antes, que fue en algún punto alrededor del tiempo de su conversión cuando de pronto la ley de Dios se volvió interna para él, y él vio que lo que Dios estaba buscando no era algún tipo de conducta externa con qué conformarse y ser aceptado por una multitud de legalistas, sino que había algo por dentro.

Y cuando él vio lo miserable de su corazón que codiciaba, él conoció lo que un verdadero pecador era; él vio que era un verdadero pecador, él vio que la ley condenaba el deseo pecaminoso de su corazón malvado. Muchas personas creen que son morales por fuera, y tienen que ver lo miserable de su vida por dentro. Entonces, la intención de la ley es venir y mostrar el pecado por lo que es el pecado; algo que ha corrompido la naturaleza misma, y la profundidad misma del hombre dentro de su ser. Cuando Pablo vio eso, él supo que todo su legalismo era estiércol. La ley revela el pecado. En segundo lugar, la ley agrava o incita el pecado. Versículo 8: “Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto”. Ahora, permítame comenzar al principio del versículo donde está el axioma.

Fuera de la ley el pecado está muerto; la idea no es que el pecado no tiene existencia porque ahora sabemos que existe; la idea es que hasta que usted ve la ley de Dios en su totalidad, hasta que usted realmente ha sido convencido de su pecado, el pecado está muerto en el sentido de que no lo abruma a usted, no se levanta para golpearlo a usted; está dormido, en cierta manera no está totalmente activo; el pecado, en cierta manera, está solo ahí. Pero cuando la ley de Dios entra, y usted realmente ve el pecado por lo que es, el pecado entonces se levanta, y se convierte en alguna especie de monstruo que usted ve en su vida, y ahí es cuando una persona realmente viene a Cristo, ahí es cuando están abrumados por este pecado. Es sorprendente por ejemplo ver a la gente, simplemente viven por la vida y usted sabe, dicen: “No, sí, está mal hacer eso, y está mal hacer esto, y las atrocidades terribles del asesinato aquí, y esto y aquello”; y generalmente pueden encontrar el pecado en las vidas de otras personas de una manera muy rápida, y de vez en cuando inclusive en su propia vida y quieren mejorar, pero realmente no entienden la profundidad del pecado, no ven el pecado como algún monstruo que los va a consumir eternamente en el infierno, no ven el estado miserable del pecado hasta que alguien viene delante de ellos con la ley de Dios, y entonces dice al final del versículo 8: “Porque sin la ley el pecado está muerto”. Simplemente está en un estado dormido, en cierta manera está ahí, ¿y qué sucede?

De regreso al principio del versículo: “Mas el pecado, tomando ocasión…”, la idea, en cierta manera, es una palabra militar usada como un punto de base para lanzar un ataque. El pecado es lanzado por el mandamiento, ¿Se da cuenta? Tan pronto como el mandamiento de Dios entra, entonces el pecado es lanzado; simplemente se apodera, simplemente cobra vida, y usted está consciente del pecado, y después tiene el efecto de causar en usted todo tipo de codicia; simplemente comienza a aparecerse por todos lados. Como puede ver, aquí es donde tenemos que llevar a la gente, ¿Se da cuenta? Esta es la razón por la que los puritanos predicaban la ley antes de que predicaran el evangelio, porque usted tiene que llevar a la gente a un punto de desesperación antes de que quieran desear un salvador.

Usted no solo puede llevar así como un estilo de vals a la gente al reino, en términos de pensamiento positivo; usted no nada más puede meterlos: “¿No les gustaría ser felices? ¿No les gustaría tener paz? ¿No les gustaría tener gozo?”, ¿A quién no le gustaría? ¿Dónde firmo? Ni siquiera saben en qué se están metiendo. No puede, en otras palabras, la Biblia desde un extremo al otro ver esto de la misma manera; Dios todavía está diciendo lo mismo: “Miserable, vil, estás bajo maldición”, y si tratas por ti mismo, simplemente te vas a meter a una mayor profundidad en una maldición, tienes que salirte de debajo de la ley, y la única manera en la que puedes hacer eso es por la fe en el Señor Jesucristo, y la única manera en la que vas a querer hacer eso es cuando llegues a ver tu bancarrota total, en términos de tu propia capacidad; y entonces, lo que sucede es que el pecado revela la ley en el versículo 7, y después lo incita en el versículo 8; y ahora usted sabe lo que es, y conforme usted comienza a ver lo que es, de pronto repentinamente usted simplemente ve codicia saliendo de usted, que usted nunca antes supo que estaban ahí.

Ahora, la ley no es el culpable, el pecado lo es; la ley hace un buen trabajo porque la ley le muestra su pecado, ¿ese es un buen trabajo? ¡Claro que es un buen trabajo! ¿No le da gusto que vio su pecado? Porque cuando usted vio su pecado como realmente era, usted vio su necesidad de un Salvador, ¿Verdad? Usted no puede predicar la mitad del mensaje. El pecado es el culpable, no la ley. F.F. Bruce dice, y cito: “El villano de la paz es el pecado, ese pecado que mora en nosotros; la carne, la cual es incitada por la ley; y estos antinominianos –dice él– quienes dicen que nuestro problema entero es la ley, ¡están mal! Nuestro problema verdadero es el pecado, no la ley. De esta manera es el pecado que mora en nosotros, nuestra carne, nuestra naturaleza caída, la cual explica la debilidad de la ley para salvarnos; la ley no puede salvarnos por la razón simple de que no podemos guardarla, y no podemos guardarla debido al pecado que mora en nosotros”. Fin de la cita.

¿Alguna vez ha leído Gálatas 3:21? Escuche esto: “¿La ley entonces está en contra de las promesad de Dios? ¿La ley está en contra de los propósitos de Dios? De ninguna manera. Porque si se hubiera dado una ley que pueda dar vida, ciertamente la justicia habría sido por la ley”; en otras palabras, no había nada malo en la ley; si hubiera habido una ley que diera justicia, la ley lo habría hecho pero no pudo; no hay nada de malo con la ley, pero está todo mal con la gente; la ley no es el problema, la ley no es el problema, la gente es el problema; pero lo que la ley hizo fue crear un punto de ataque, una base de operaciones, la palabra es “aforme”, significa base, un punto de lanzamiento, y el pecado simplemente despegó. Ahora, hay dos pensamientos aquí.

Cuando usted ve la ley de Dios por lo que es, usted se vuelve mucho más consciente del pecado que está ahí; pero también ha notado que cuando usted sabe que algo está mal, y usted lo ve por la ley de Dios, hay un deseo extraño en usted por hacerlo, y quizás nunca habría deseado hacerlo antes de que usted supiera que estaba mal; digo, si usted simplemente – si usted no me dice que no debo hacer algo, no me molesta tanto el no hacerlo; pero tan pronto como me dice que no lo puedo hacer, entonces simplemente lo quiero hacer; en cierta manera es sicología invertida, ¿Se da cuenta? La gente viene y nos dice lo terrible que son ciertas cosas: “Oh, no hagan eso, es horrible”, y entre más hablan de eso, más simplemente queremos ver lo que es.

John Murray, escribiendo en ese libro tan útil, “Principios de conducta”, dice, y cito: “Entre más brilla la luz de la ley en nuestros corazones depravados, más la enemistad de nuestras mentes es incitada a la oposición. Y entre más es manifiesto que la mente de la carne, no está sujeta a la ley de Dios”. Fin de la cita. Y cuando una persona ve la ley de Dios, y esa ley es presentada frente a él de manera muy clara, y él sabe lo que está bien y lo que está mal, de pronto lo prohibido se vuelve más deseable, y eso le muestra realmente lo putrefacto que es el hombre, porque cuando es confrontado con la ley santa de Dios, él no se encuentra en una situación en la que está dispuesto a obedecerla; se encuentra a sí mismo agravado a un mayor nivel para desobedecerla; eso es lo que viene más adelante en el capítulo 7 cuando vemos al Apóstol Pablo decir: “Hay algo en mí que anhela obedecer la ley de Dios”, él no está hablando como un incrédulo, porque un incrédulo cuando ve la ley de Dios no es llevado a hacer lo correcto, él es agravado a hacer lo malo por esa ley. Entonces, la ley revela, incita al pecado, y esa es una buena obra que la ley hace.

En tercer lugar, no solo revela el pecado, incita y agrava el pecado que está en él, sino que lo devasta y lo destruye. El versículo 9 dice: “Y yo sin la ley vivía en un tiempo”, aquí él no quiere decir espiritualmente vivo, él quiere decir: “Yo estaba bien, realmente estaba viviendo, digo, estaba viviendo en mi vida cómodo, no perturbado, de justicia personal; todo estaba bien. Simplemente estaba muy bien, y de pronto este convencimiento de pecado cuando fui expuesto a la ley, mostró lo que el pecado realmente era”. El versículo 9 dice: “Pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí”. ¿Qué quieres decir que moriste? Morí en el sentido de que todas mis esperanzas, y todos mis sueños, y todo aquello en lo que dependía, y todo aquello que esperaba, fue despedazado y destruido, y arruinado, y devastado; esto de nuevo es la pérdida de toda seguridad, la pérdida de toda autoestima, la pérdida de toda satisfacción personal, la pérdida de todo el sentido de preservación personal, la pérdida de toda capacidad de pensar que usted podía salvarse por sí mismo. Fui devastado cuando vi la profundidad real de la ley de Dios, y conocí mi propia pecaminosidad. Entonces, el pecado arruina, devasta.

Y lo que Pablo está diciendo cuando dice: “Morí”, es esto: “Fui quebrantado en espíritu, estaba contrito, estaba arrepentido, fui pobre en el espíritu, estaba llorando por mi pecado, fui manso ante Dios”; si lo quiere en los términos de Romanos 5:6: “No tenía fortaleza, fui débil, era impío”; en los términos de Jesús, estaba en necesidad de un médico. Y Pablo ha llegado al punto en su propia vida aquí en el que realmente está buscando un camino de salida de esta culpabilidad horrenda desde que fue expuesto a la ley. Y podría decir aquí, como una nota al margen, la manera en la que debe evaluar la legitimidad de su salvación no es por su reacción al amor de Dios, es por su reacción a la ley de Dios; no es por sentirse bien acerca de usted mismo, sino por sentirse mal acerca de usted mismo. Y el apelar al sentido débil del pecado en el mundo, no es amar a la gente sino odiarlos; y esa es la razón por la que tenemos que reafirmar la ley de Dios.

Entonces, el tercer punto aquí es que la ley arruina al pecador, simplemente lo devasta, y eso es exactamente lo que Dios quiere hacer; colocarlo boca arriba en una condición sin esperanza, inútil, sin fortaleza; la ley realmente agrava el pecado. Alguien estaba descartando un experimento científico acerca de un globo; llenaron un balón con agua, lo inflaron, lo llenaron con agua en ese momento, y se lo llevaron a una víbora de cascabel que estaba enrollada, y la víbora de cascabel sentía el calor que salía del agua caliente, y el aire caliente en el globo, y sacaba sus colmillos para hacer explotar el globo, y salía el veneno para ser recolectado; y el experimento fue interesante porque indica que hasta que el globo se acerca, el veneno yace dormido en las glándulas de la serpiente; pero cuando viene el globo, probé la ocasión para que libere el veneno, y yo veo la ley de una manera muy similar. El veneno del pecado del hombre yace durmiendo hasta que de pronto él es expuesto a la ley de Dios, y de alguna manera simplemente lo extrae. Cuando ve eso, hay cierta atracción acerca de lo prohibido, y escupe el veneno.

Juan Bunyan tiene un retrato maravilloso de esto en su “Progreso del Peregrino” en donde tiene la casa del intérprete –usted sabe–, y cristiano es llevado ahí; y después está esta recámara grande, y la cámara grande representa el corazón, y la recámara está llena de polvo, y el polvo representa el pecado. Y en esta recámara viene un hombre, y el hombre es la ley, y el hombre tiene una escoba; y él entra a esta recámara grande con todo este polvo, y él simplemente empieza como loco a mover esta escoba. ¿Y sabe lo que sucede? Simplemente hay polvo por todos lados, simplemente un polvo asfixiante, de tal manera que cristiano casi se asfixia ahí adentro. ¿Y sabe lo que la ley hace? Simplemente hace eso. Simplemente viene a su vida, y levanta el pecado por todos lados, esa es su intención buena, ese es su buen propósito para que usted pueda ver qué pecador es, y que pueda usted buscar un remedio en Jesucristo. Sin la ley, dice el versículo 8, el pecado está muerto. ¿Ve usted el propósito bueno de la ley? Su primer propósito: puede convencer de pecado. Veamos el versículo 10: “Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte”; ¡qué declaración tan tremenda!

El mandamiento que fue ordenado con el propósito de traer vida, lo encontré que más bien fue para muerte; en lugar de darme vida, me mató, me hirió, me devastó; y él sigue esa misma idea de que el pecado arruina a una persona. Ahora, la ley fue dada para proveer bendición en la vida. La ley fue dada para bendecir, para hacer que la vida sea rica y plena, y significativa, y tenga propósito, y tenga gozo y felicidad; esa es la razón por la que Dios dio la ley. De hecho, si usted lee el Antiguo Testamento una y otra vez, va a descubrir que el texto del Antiguo Testamento dice: “Si hacen estas cosas, van a prosperar en la vida”. Usted lee Proverbios, y habla del hecho de que si usted es obediente y acepta la sabiduría de Dios, y aplica la sabiduría de Dios, sus días van a ser largos sobre la tierra, y Dios le va a dar calidad de vida, y Dios le va a dar cantidad de vida, y Dios va a enriquecer su vida, y Dios va a bendecir su vida, y Dios va a derramar misericordias abundantes sobre su vida. Como puede ver, la ley de Dios, el mandamiento de Dios, fue ordenado para producir una vida de bendición.

No significa que simplemente lo hace vivir a usted físicamente, sino darle a usted la plenitud y la riqueza de lo que significa estar vivo; era para colocar a los hombres en el camino de la vida, vida a su plenitud total; ese fue el propósito de la ley. Pero escuche con atención: No puede cumplir ese propósito en una persona no salva, porque una persona no salva no puede obedecer la ley; por lo tanto, no puede recibir sus beneficios de bendición. Y eso es lo que Pablo está diciendo aquí: “La ley que fue ordenada por Dios para darme una vida rica, significativa, plena, simplemente me mató, me devastó, me hirió”. Dice usted: “Bueno, ¿puede en un punto la ley dar vida?”, bueno, en el sentido de que Pablo lo quiere decir, ¡claro! Si usted es un cristiano, y ama al Señor Jesucristo, y el Espíritu Santo mora dentro de usted; el Espíritu Santo en usted puede cumplir la ley, ¿no es cierto? Observe Romanos 8:4, y le voy a dar una probada, dice: “Para que la justicia de la ley sea cumplida en nosotros, que no andamos según la carne sino según (¿Qué?) el espíritu”. La ley puede traer vida a usted en este sentido.

Si usted obedece a Dios en el poder del Espíritu, lo cual solo usted puede hacer si usted es cristiano; si usted obedece a Dios en el poder del Espíritu, ¿Dios va a bendecir su vida? ¡Claro que sí! ¿Dios va a prosperar su vida? ¡Claro que sí! ¿Dios va a derramar gracia bajo su vida? ¡Claro que sí! ¿Dios va a permitirle vivir la vida a su plenitud? ¡Claro que sí! Y ese es el punto. La ley fue dada para traer bendición a la vida, pero la única manera en la que puede hacer aquello para lo que se dio, es cuando el hombre redimido – porque un hombre no redimido está tan controlado, tan vencido por el pecado que no puede guardar la ley en lo absoluto; por lo tanto, la ley no puede traerle nada del significado de la vida, y entonces la ley que fue diseñada para asegurar la vida y su plenitud para los hombres solo trae muerte y ruina, y devastación y destrucción, desánimo, y desilusión. Y creo que usted quiere ver aquí que la vida tiene que ver con felicidad y santidad, y la muerte aquí tiene que ver con miseria y pecado; y cuando la ley de Dios viene a una persona no regenerada, lo único que hace es mostrarle lo malo que es él, y hacerlo miserable.

Pero cuando la ley de Dios comienza a estar operando en el corazón de un cristiano por el poder del Espíritu Santo, trae esta felicidad y esta santidad, y esta bendición. Entonces, escuche, la gente no salva no puede esperar salvación o santificación de la ley, ¡no pueden!, y eso es lo que Pablo estaba experimentando en su vida, él estaba diciendo: “El mandamiento que fue ordenado para vida, hallé que fue para muerte. La ley de Dios que yo pensé que haría que mi vida fuera significativa, y llenaría mi vida de propósito y demás, descubrí que no fue más que devastación para mí”, y después él dijo esto en Filipenses 3: “Entonces, vi todas las cosas que yo había hecho, y dije: Todo esto es estiércol. La ley no pudo producir nada en mí, mas que estiércol, porque es incapacitada por la pecaminosidad del hombre”. Ahora, versículo 11, y aquí él repite básicamente la misma idea: “Porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató”. Y aquí él regresa a decir que el pecado lo volvió a matar cuando la ley vino, él fue literalmente devastado; “El pecado, encontrando su plataforma en la ley se volvió obvio para mí, y fui devastado”, y ahí realmente hay una muerte en este sentido.

Digo, Pablo pensó que estaba vivo, digo, él estaba viviendo y haciendo aquello que él pensaba que era justicia, él pensó que era irreprensible; él era celoso para Dios, él estaba persiguiendo a cristianos, él era un miembro del liderazgo de Israel; él debió haberse visto a sí mismo y pensado: “¡Oh! Debe estar muy contento Dios conmigo, hombre, espiritualmente estoy vivo, lo tengo todo”, y después él fue confrontado con la realidad de la ley santa de Dios; él vio adentro de sí mismo, y vio la maldad de su propia naturaleza en su propio corazón, y se dio cuenta de que todas las cosas que él había estado haciendo no traían ninguna bendición; él lo consideró todo basura. Él se arrojó así mismo a la misericordia de Jesucristo porque él sabía que la ley no lo había hecho vivo, simplemente lo había matado; y eso, querido amigo, es un engaño que el pecado hace en usted. Regrese al versículo 11, él dice: ““Porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó”, “Me engañó”, ¿cómo hizo eso? ¿Cómo es que el pecado lo engañó? Porque lo llevó a esperar una cosa, mientras que estaba experimentando otra.

Como puede ver, él pensó que si tan solo era justo en sí mismo, él tendría vida real; hombre, realmente recibiría vida, él recibiría bendición, él tendría un propósito, él recibiría significado; ¿y sabe lo que recibió? Muerte, miseria, pecado, infelicidad, desilusión, desánimo; ¿y quiere saber algo? El mundo está lleno de personas como él, que están corriendo como locos, siguiendo una religión de justicia personal, una religión de guardar reglas, una religión de contar sus cuentas o encender sus velas, o ir a sus templos, o ir a sus seminarios y sus clases de Biblia, o escuchar a sus líderes de sectas; las religiones se nos dice que si usted hace tantas cosas como éstas, y tantas como aquellas, y si usted vive cierta vida buena, y usted hace esto y hace aquello, y si usted mantiene todas sus obras, y obedece todas estas leyes, –las cuales supuestamente Dios ha escrito– si usted tan solo continúa haciendo eso, realmente va a estar vivo.

Estas personas van junto con todo esto, y piensan –si es que piensan en absoluto– y ven sus propios corazones y no están vivos en absoluto; y todas las promesas que se les hicieron por ese sistema no están cumplidas, quedan insatisfechas; y si realmente se detienen y ven sus corazones no encuentran vida, y lo único que encuentran es miseria, infelicidad y muerte, y ese es el engaño del pecado amigo mío, ese es el engaño del pecado. Pablo sintió eso. Aquí hay un pensamiento importante: Todas esas metas espirituales deseables estaban disponibles a través de la ley, pero cuando él aprendió la verdad, él supo que había sido engañado; y hay millones de personas en nuestro mundo que están tan engañados. Creo que podría decir esto. El engaño excesivo del pecado es este: Hace a la gente pensar que puede agradar a Dios, y ganar su bendición por sus obras, ¿escuchó eso? Ese es el engaño definitivo del pecado, hace a la gente creer que pueden ganarse el favor de Dios y su bendición mediante sus propias obras; ese es un engaño, ¿no es cierto?, porque no es verdad, no es verdad, el pecado engaña.

Escuche, Efesios 4:22: “Despojaos de la vieja manera de vivir, el viejo hombre, que está corrupto según los deseos engañosos”, y después Hebreos 3:13: “Exhortaos unos a otros diariamente, mientras que se dice que es hoy, no sea que alguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado”. ¡Hombre! El pecado es tan engañoso. Como puede ver, la gente cree que está bien y no está, creen que están agradando a Dios. ¿Sabe cuántas personas hay que realmente creen que a través de su actividad religiosa están agradando a Dios al ir a la iglesia y al dar dinero y al guardar ciertas reglas, sean cuales sean esas reglas en su sistema religioso? Al estar en toda esa rutina, ¿realmente creen que están agradando a Dios? ¡Y esa es la mentira de todas las mentiras, y el engaño del pecado! Si Satanás quiere algo, él quiere que la gente crea que están bien sin la verdad, ¿no es cierto? Dice usted: “Bueno, entonces la ley debe ser mala, o debe ser terrible. Debe ser algo malo si hace todas estas cosas malas a la gente”; no, en absoluto. Eso nos lleva al punto cuarto, y es el final.

La ley refleja la pecaminosidad del pecado. Revela el pecado, incita al pecado, arruina al pecador, refleja la pecaminosidad del pecado. Versículo 12, escuche con atención: “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”. “¿Qué estás diciendo, Pablo? Acabas de decir que la ley revela el pecado, y la ley incita al pecado, y la ley arruina a la gente, al usar al pecado para engañarlos. ¿Cómo puede ser santa, justa y buena?”, ¡esta es la idea clave aquí! En este capítulo realmente esta es la idea clave. Observe el versículo 14, él dice: “La ley es espiritual”; observe el versículo 22: “Me deleito en la ley”; versículo 16: “La ley es buena”. Pablo dice: “La ley es buena, la ley es santa, la ley es justa, la ley es espiritual, me deleito en la ley”, no hay nada malo con la ley; si la ley revela el pecado, no hay nada malo en la ley, no hay nada que sea la culpa de la ley. Digo, si usted toma una persona y la lleva a la corte, y la persona es convencida, y la persona es condenada y enviada a la prisión por asesinato, y se le da la pena de muerte, ¿usted culpa a la ley? ¿Es la culpa de la ley? ¡No! ¿Quiere saber algo? Ni siquiera son los abogados, ni siquiera es el juez, ni siquiera es el jurado, ni siquiera es la corte que lo sentencia, es la ley, es el propósito entero, y el propósito entero de una corte es meramente sostener en alto la ley; un hombre se pega contra la ley, y el hombre es el que tiene la culpa, no la ley.

Y entonces, la ley es santa, esto es, es tan pura como Dios es puro; y si Dios revela su estándar va a ser tan puro como Él es, es justa, eso significa que es equitativa; es justa, es recta, es pura entonces, y es recta. No hay nada de malo en la ley, no hay nada injusto en la ley, y finalmente es buena. ¿Qué significa eso? Promueve la bendición del hombre. Entonces, podríamos decir que es santa en el sentido que revela la perfección de Dios, es justa en el sentido que es totalmente equitativa, y es buena en el sentido de que promueve la bendición más elevada del hombre. Dice usted: “Bueno, ¿cómo es posible que pueda hacer eso? ¿Cómo es posible que la ley, al causar todo este pecado que florezca, promueva el bien del hombre?”, porque donde el pecado florece, donde el pecado abunda, ¿Qué?, la gracia abunda mucho más. Y conforme la ley agita la pecaminosidad del pecado, conforme un hombre ve lo que él es, y entonces él sabe que necesita un salvador; y cuando él corre al salvador la gracia está disponible para él.

Ahora, si usted regresa por ejemplo al Salmo 19:7 dice ahí –y este es un texto maravilloso acerca de la ley–: “7 La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma.

El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. 8 Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. 9 El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. 10 Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal”. Ahora esto, versículo 11: “Además, tu siervo es amonestado por ellos, y en guardarlos hay grande galardón”. En otras palabras, la ley de Dios tiene un propósito maravilloso: Convierte el alma, hace sabio al sencillo, revela la verdad, y entonces la ley es santa, y la ley es justa, y la ley es buena, y la ley es espiritual, y la ley es un deleite; y si un hombre no la puede guardar, no hay nada de malo con la ley, algo está mal con el hombre.

Ahora, en el versículo 13 llegamos a una conclusión: “Luego, ¿lo que es bueno vino a ser muerte para mí?”; en otras palabras: “¿Acaso la ley tiene la culpa de mi pecado?”. Y lo llevo de regreso a nuestro análisis de un crimen, un asesinato, un robo o algo, ¿la ley tiene la culpa? ¡No! La ley no tiene la culpa; la ley simplemente revela al pecador. Y entonces él dice: “Luego, ¿lo que es bueno vino a ser muerte para mí? En ninguna manera”. La ley no fue hecha algo mortal, el pecado es mortal; la ley todavía fue dada para producir bendición, la plenitud de vida; simplemente porque el hombre no puede vivir al nivel de la ley, no significa que la ley es mala, significa que el hombre es malo. Ahora, el versículo 13 resume todo al decir: “Sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno; a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso”.

Como puede ver, él simplemente está diciendo que la ley revela el pecado. Observe la frase: “Pero el pecado, para mostrarse pecado”, su naturaleza verdadera es expuesta cuando usted realmente entiende la ley de Dios. Ahora, permítame decir esto de nuevo para que entienda. La razón por la que usted predica en contra del pecado, y la razón por la que usted delinea la ley de Dios de una manera tan fuerte en su mensaje, y debe hacer esto, debe predicar contra el pecado y debe predicar el estándar santo de Dios; la razón por la que hace eso es para que el pecado aparezca como pecado, para que los hombres puedan ver lo cortos que quedan; usted está exponiendo el pecado, está exhibiendo el pecado. Y entonces él dice: “Cuando el pecado, para que aparezca como pecado, es desenmascarado por la ley, produce muerte en mí por aquello que es bueno”, aquello que es bueno es la ley, pero trae muerte. ¿Qué lo hace? La ley no; el pecado a raíz de la ley. En otras palabras, yo veo la ley, me veo que quedo corto y digo: “¡Oh! ¡Miserable de mí! Dios, ten misericordia de mí, soy pecador”. ¿Se acuerda del publicano golpeándose el pecho? “Dios sé propicio a mí pecador”, ¿por qué dijo eso? Porque él vio que él era un pecador, porque él entendió la ley de Dios, vino a su conciencia.

Ahora, el argumento de Pablo entonces es tremendamente poderoso. La ley es santa, justa y buena, la ley revela y agrava el pecado, y usa el pecado para devastar literalmente, y aplastar al pecador. Ahora, escuche esto: Todo esto demuestra que el pecado –versículo 13 al final– es sobremanera pecaminoso. ¿Qué quiere decir con esto? Escuche con atención: ¿Ve lo pecaminoso que es el pecado? Y aquí es cómo es que usted lo puede ver. El pecado puede usar la ley de Dios la cual es santa, justa y buena, para producir efectos tan terribles. El punto es que el pecado inclusive puede torcer, pervertir lo más puro que hay; así de pecaminoso es el pecado. Y la ley que fue hecha para traer vida, el pecado la tuerce y la pervierte para traer muerte. Entonces, decimos, y lo que Pablo está diciendo, es que el pecado es tan pecaminoso que manipulará y usará la ley santa de Dios para condenar a personas, y engañarlas hasta el punto de su condenación. La ley no tiene la culpa, el pecado sí. Los hombres son tan malos que en lugar de reconocer el propósito santo de la ley de Dios, chocan con ella, y están engañados; esa es la naturaleza miserable del pecado.

Entonces, la obra buena de la ley, su poder puede ser visto conforme nos lleva a la desesperanza, y a partir de la desesperanza viene la salvación; pero también podemos ver la pecaminosidad total del pecado, que toma la ley santa, justa y buena de Dios, y la usa para producir muerte. Ahora, conforme llegamos a una conclusión, quiero llevarlo a Gálatas capítulo 3, y simplemente vamos a leer unos cuantos versículos. Gálatas 3. Muy importante. Versículo 19: “19 Entonces, ¿para qué sirve la ley? ¿De qué sirve la ley?) Fue añadida (dice Pablo a los gálatas) a causa de las transgresiones”; la ley vino para que los hombres vieran su pecado, ese es el punto entero que hemos estado viendo. Ahora, observe: “Hasta que viniese la simiente”, ¿Quién es ese? El Salvador, el Mesías. Como puede ver, la ley vino para mostrarles a los hombres su necesidad de un salvador, para mostrarles lo pecaminoso que son, hasta que apareciera el que vendría y los salvaría. Versículo 21: “¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera”; versículo 22: “Mas la Escritura (o la ley, lo mismo) lo encerró todo bajo pecado, ¿por qué?) para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes”. Ahora, observe este versículo: “23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a ¿Qué? Cristo, a fin de que fuésemos ¿Qué? justificados por la fe”. Ahora, usted entiende el punto entero de la ley: Llevarnos a Cristo para que fuésemos justificados por la fe.

Robert Murray M’Cheyne murió en 1843 a la edad de 30 años, y dejó una huella en este mundo; he pasado mucho tiempo leyendo sus escritos. Él escribió un poema y dice esto, y cito: “Una vez fui yo un extraño a la gracia y a Dios, yo no conocía mi peligro y no sentía mi carga; aunque los amigos hablaban en el rapto de Cristo en el árbol, Jehová Tsidkenu no era nada para mí; –y eso por cierto significa ‘Jehová, nuestra justicia’–. Leía con frecuencia y con placer para tranquilizarme, o me involucraba con la medida de Isaías, y la página simple de Juan; pero inclusive cuando ellos retrataban al árbol rociado por sangre, Jehová Tsidkenu no parecía ser nada para mí. Como lágrimas de las hijas de Sion que caían, lloré cuando las aguas pasaban por mi alma; sin embargo, no pensaba que mis pecados habían clavado al árbol a Jehová Tsidkenu que no era nada para mí. Cuando la gracia libre me despertó por la luz desde arriba, entonces el temor legal me sacudió y temblé el morir; no había refugio ni seguridad en mí mismo podía haber; Jehová Tsidkenu, mi salvador debe ser. Mis terrores todos se desvanecieron ante ese nombre dulce. Mi temor culpable desapareció. Con denuedo me acerqué, con denuedo vine a tomar de la fuente de la vida que se daba de manera gratuita; Jehová Tsidkenu son todas las cosas para mí, Jehová Tsidkenu mi tesoro y mi gloria, Jehová Tsidkenu nunca podré estar perdido. En ti conquistaré por inundación y por campo; mi cable, mi ancla, mi escudo; inclusive pisando por el valle, el valle de la muerte, esta palabra estará en mi último aliento; porque mientras que de la fiebre de la vida mi Dios me libera, Jehová Tsidkenu mi canción de muerte será”. Fin de la cita.

Y en eso, Robert Murray M’Cheyne se coloca en la misma experiencia del Apóstol Pablo; cuando fue expuesto a la verdadera luz del conocimiento de la ley de Dios, él murió una muerte terrible; y a partir de esas cenizas vino la fe redentora en el Señor Jesucristo. La ley no puede salvarnos, la ley no puede santificarnos, pero la ley puede convencernos para llevarnos en desesperación a Jesucristo. Un comentario para cerrar. Hay una palabra aquí también para los cristianos. Si usted es cristiano, creo que la ley todavía tiene esa función en su vida. Ahora, escuche lo que digo: Usted necesita, y yo necesito estar constantemente expuestos al estándar divino, santo de Dios, para que podamos ver el pecado en nuestra vida también, y confesarlo para que podamos experimentar la bendición plena que le pertenece a sus hijos, ¿Verdad? Entonces, cuando usted vino a Cristo, usted vino porque vio su pecado, y usted clamó a Él; y conforme usted vive con Cristo diariamente, usted necesita ver su pecado también para que pueda confesar y buscar su perdón.

Y entonces, conforme estudia la Palabra de Dios, deje que la Palabra de Dios siempre esté elevando el estándar, y conforme usted ve el estándar de la santidad de Dios elevado, y usted ve la belleza de la ley de Dios levantada, que usted se encuentre a sí mismo quedando corto, y clamando en contrición arrepentida a Dios, así como uno de los suyos. Creo que cuando David dijo: “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti”; él pudo estar indicando esto: “Continuamente me estoy exponiendo a tu ley, para que vea el pecado en mi propia vida y me arrepienta, y me vuelva de él”. Si usted ha venido a Cristo es porque la ley lo convenció a usted de su pecado, y usted sabía que necesitaba un salvador, y Él era ese Salvador. Bendiga su nombre. Padre, te damos gracias en esta noche porque hemos podido ver tu Palabra y ver su gran verdad. Usa esto en nuestros corazones. Gracias por tu ley, ¡oh!, cuánto la amamos porque nos llevó al Salvador; fue nuestro ayo que nos llevó a Cristo, nuestro tutor; fue a partir de la desesperación de ver nuestro pecado cuando vimos tu ley que abrazamos la única esperanza de salvación.

Después como cristianos, oh Dios, que abramos de manera dispuesta la Palabra de Dios, y que expongamos nuestras vidas al estándar santo una y otra vez, para que al quedar cortos podamos clamar en arrepentimiento para que podamos estar confesando siempre, así como confesamos esa primera vez para salvación. Que continuamente conozcamos la bendición que la ley puede traer a aquellos que en el poder del Espíritu obedecen sus preceptos. Te damos gracias, Padre, que nos servimos a la ley, aunque no estamos bajo su esclavitud, aunque estamos libres servimos; no a partir de esclavitud, sino por gracia; no en nuestro propio poder, sino en el poder del Espíritu Santo. Gracias por nuestra comunión, y por tu buena Palabra a nosotros en esta noche, ¡qué noche tan bendecida! Te alabamos en el nombre de Cristo. Amén.

 

 

 

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