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Quiero llevarlo de regreso al primer capítulo de Efesios, y quiero que veamos los versículos 11 al 14, y esa es la bendición final. Ya hemos hablado del hecho de que en el versículo 3 tenemos esa asombrosa promesa: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. Y dijimos que la principal y primera bendición era la elección, versículos 4 al 6, fuimos escogidos “en él antes de la fundación del mundo” y predestinados para ser adoptados.

La segunda bendición fue la redención, en el versículo 7: "En él tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia". Y al llegar al versículo 11 llegamos a la bendición final. La elección sucedió en el pasado, la redención está sucediendo en el presente; este es el futuro, versículo 11: “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”.

Mientras que la redención continúa en el tiempo, la redención solo se completa en la eternidad. Y sabemos que no es solo la redención de los que pertenecen al Señor, sino que es la redención de todo, como dice el versículo 10: “el cumplimiento de los tiempos, reunir todas las cosas en Cristo, las que están en los cielos, como las que están en la tierra." Entonces estamos estableciendo un cimiento de lo que esta maravillosa epístola de Efesios nos va a enseñar en los meses venideros, y comienza con esta doxología de alabanza por lo que Dios ha hecho en el pasado: elección, lo que está haciendo en el presente, redención, lo que hará en el futuro: glorificación.

Hace aproximadamente una docena de años que salió un libro popular escrito por Joel Osteen. El título del libro era Tu Mejor Vida Ahora y vendió alrededor de ocho millones de copias en ese momento. Han pasado doce años desde entonces, y doce años bastante dramáticos, particularmente los más recientes. Se ha producido un cambio tan discordante e inquietante en el orden social que tenemos en nuestro país y en todo el mundo, que creo que pocas personas están convencidas de que esta es su mejor vida en este momento. Eso sería difícil de vender; probablemente sea bueno que el libro se haya publicado antes de que comenzara el estrés actual, o podría no haber sido muy popular. De hecho, puede haber algunos de esos ocho millones a los que les gustaría recuperar su dinero, ya que no resultó ser lo que esperaban.

Ahora estamos viviendo bajo el engaño dominante, las mentiras dominantes, el odio, el crimen, la ira, el egoísmo, la inmoralidad, una pandemia, una maldad que sobre todo odia la verdad y atacará la verdad en todas las formas posibles. Y eso significa que la iglesia de Jesucristo va a experimentar cosas que no hemos experimentado en este país, o incluso en el Occidente, quizás nunca. El noble experimento de Estados Unidos de tener una sociedad civil y justa basada en la moral bíblica y el control legal firme por parte del gobierno que ejerce la amenaza y la realidad del castigo para aquellos que violan la ley esencialmente ha terminado. Esencialmente ha acabado.

Incluso la venerada Constitución se ha vuelto irrelevante y sujeta a manipulación caprichosa para que ya no ofrezca ninguna barrera fuerte contra las fuerzas del mal y la destrucción civil. Estamos viendo a nuestro país caer libremente en la oscuridad sin Dios, la perversión sexual, la locura de género, los delitos de todo tipo, la ruptura de la ley y el orden, la destrucción familiar y, sobre todo, la constante avalancha de mentiras y esfuerzos por silenciar la verdad. Muchos de nosotros sentimos que este es el final de lo que hemos esperado, cuando esperamos lo mejor para nuestro lugar en la historia.

El paso final, el paso final en la desaparición de cualquier sociedad es cuando la verdad está siendo atacada. Y usted casi puede identificar lo que es verdad porque si es verdad, lo cancelan. No es difícil descubrir qué es verdad; si es verdad, lo atacan. Libertad para hacer el mal. El mal, de hecho, ahora es legal en muchos casos, y la rectitud está criminalizada.

Entonces nuestra nación ha sucumbido. Ochenta y un millones de personas votaron por un presidente que apoya el aborto, las mentiras, la transición sexual infantil, las personas transgénero y la homosexualidad en todas sus formas. Ochenta y un millones de personas lo votaron para el cargo de presidente. Y pregunta usted: “¿Cómo pudo una sociedad caer tan rápido? ¿Qué tiene la naturaleza humana que les permite ser víctimas tan fácilmente de la corrupción, la maldad y el pecado?”

Bueno, se hizo la misma pregunta y se ha hecho desde la Segunda Guerra Mundial. La pregunta era: "¿Cómo pudo Hitler persuadir tan fácilmente a los alemanes normales para que asesinaran a rehenes, mandaran a personas a campos de trabajos forzados, las sacrificara, las matara de hambre, las matara médicamente, las bombardeara con bombas terroristas, las dejara morir en los campos para que 31 millones de personas murieran directamente en ese régimen, incluidos un millón de niños, al menos y 6 millones de judíos?”

¿Cómo sucede eso? ¿Cómo puede toda una población pasar tan fácilmente de la vida normal a ser asesinos? Usted podría hacer la misma pregunta de Rusia. ¿Cómo pudo Stalin convencer al pueblo ruso de masacrar a algo más de 20 millones de personas? Entonces, colectivamente, 50 millones de personas son masacradas. Usted podría pensar que las respuestas son complejas; en realidad, no lo son. Las respuestas a esas dos preguntas son bastante simples: todos los no redimidos son de su padre el diablo, que es un mentiroso y un asesino. Y a menos de que restrinja eso en la vida humana, se saldrá de control. Es fácil hacer que la gente haga el mal; es la forma en que están diseñados. Es su inclinación.

Cuando la restricción del gobierno se afloja, se quita o se pervierte, o cuando el gobierno ya no actúa para castigar el mal y recompensar el bien, toda clase de pecado explotará. Ya sea que el gobierno humano permita la maldad u ordene la maldad, en el caso de Hitler y Stalin, las personas se unirán para hacer la maldad porque son malas. Usted no ve a ninguna persona amontonándose en las calles para correr a algún lugar para hacer el bien. Ellos no corren para hacer el bien. Es fácil reunir a la gente para hacer el mal; esa es su inclinación natural.

En caso de que cuestione eso, permítame recordarle lo que dice la Palabra de Dios en Romanos capítulo 3. Y veremos el versículo 10: “No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos”. Eso es antropología bíblica. Esa es una definición bíblica de la humanidad: la gente corre para hacer el mal. Y a menos que sean restringidos por la conciencia, por la disciplina familiar, por la autoridad del gobierno, todo el infierno se desatará porque esa es la expresión más natural de los hijos de Satanás. Él es su padre, y él es un mentiroso, y él es un asesino.

Tantas veces hemos regresado al capítulo 1 de Romanos. Pero solo un recordatorio: el versículo 28, "Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.” No solo hacen esas cosas, las hacen legales.

Ahora entiendo que usted sabe todo esto; Solo estoy condensándolo un poco porque también entiendo lo desalentador que es esto. Hemos sido un increíble beneficiario de la bondad de Dios, ¿no es así, aquí ?, porque hemos podido pasar por este tiempo horrible y estar juntos y adorar y proclamar el evangelio y la Palabra de Dios. Mientras que al mismo tiempo disfrutamos de esta maravillosa isla de la cordura en medio del mar de la locura, no ignoramos lo que sucede a nuestro alrededor. A nadie parece ya importarle en realidad ocultar su maldad. Los corazones están desenmascarados, mientras que los rostros están enmascarados con tapabocas. Ésta no puede ser nuestra mejor vida; y no va a mejorar. Los hombres malvados van de mal en peor. Esta es una caída libre, no temporal. Estamos cayendo, y estamos cayendo bajo la pura fuerza de la incredulidad y el pecado, desprotegidos y desenfrenados por el juicio de Dios.

¿Podemos arreglarlo? No. ¿Deberíamos unirnos a eso? Por supuesto que no. No podemos unirnos al odio, la ira y el racismo disfrazados de virtud. Entendemos lo que dice la Biblia. Permítame recordarles 1 Juan 2:15, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y luego esto, “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. Eso es lo que queríamos escuchar, ¿verdad? El mundo pasa, pero nosotros vivimos para siempre.

También en 1 Juan capítulo 5 se nos recuerda que "el mundo entero está bajo el maligno". El mundo entero está bajo el poder del maligno y está pasando. El contraste con eso, Filipenses 3, nos dice que “nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual nos transformará a su semejanza.

Esta no es nuestra mejor vida, de ninguna manera. Para todos los que están en Cristo, nuestra mejor vida está por venir. Nuestra mejor vida es la gloria del cielo. Y lo que usted tiene en los versículos que leí, los versículos 11 al 14, es la promesa de Dios acerca de esa vida por venir. Nosotros tenemos una herencia, y esa herencia fue predestinada desde antes de la fundación del mundo según el propósito de Dios, quien obra todas las cosas según el consejo de su voluntad, “a fin de que nosotros, que somos los que primeramente esperábamos en Cristo, seamos para alabanza de su gloria”. Tenemos una herencia. Esta no es nuestra mejor vida.

La única pregunta es: "¿Podemos confiar en la palabra de Dios?" Bueno, Hebreos 10:23 dice: "Fiel es el que prometió". Y Romanos 4:21 dice: "Lo que Dios ha prometido, puede hacerlo". El Dios que es verdad, que define la verdad, que habla verdad y sólo verdad, promete a todos los que están en Cristo toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. Y eso se resume por el acto pasado de la elección, el acto presente de la redención y el acto futuro de la glorificación. La primera bendición fue ser escogido, la segunda bendición fue ser redimido, la bendición final, ser glorificado.

Así que veamos los versículos 11 al 14 y, al menos, conozcamos un poco esta promesa increíblemente maravillosa. Notará que la palabra clave es herencia. Aparece un par de veces en estos breves versículos: una vez en el versículo 11, y luego nuevamente en el versículo 14. Klēroō es el verbo griego. Básicamente significa "obtener como herencia". La idea es que lo que usted lee en una versión aparentemente en la superficie es: "Hemos obtenido una herencia”; pero la idea, es más, "Nosotros somos una herencia". Nosotros somos una herencia.

Así que pensemos en eso. U otra forma de traducirlo sería: "Hemos sido hechos una herencia". Este es un lenguaje extraordinario. No descarta el hecho de que tenemos una herencia, y esto se puede traducir de esa manera, como ocurre en una traducción. Pero también se puede traducir, "hemos obtenido" o “hemos sido hechos una herencia," así como "hemos obtenido una herencia". Así que tiene dos lados. Y solo quiero señalarle eso.

“Hemos sido hechos una herencia". ¿Qué significa eso? ¿De quién somos la herencia? Nosotros somos la herencia de Cristo. Él nos compró en la cruz. Él nos hereda a nosotros. Nosotros somos su linaje, para usar el lenguaje de Isaías 53. Nosotros somos la herencia de Cristo. El Padre nos ha dado, como vimos en Juan 6 y Juan 17, al Hijo como regalos de amor. La razón por la que somos redimidos es para que podamos ser la herencia del Hijo, para que podamos ser Su novia que el Padre le da por amor eterno. Somos su herencia. El Padre expresa Su amor al Hijo al darle al Hijo una humanidad redimida que lo amará, lo servirá, y lo honrará y lo alabará por los siglos de los siglos. Y también le da el cumplido máximo al Hijo, al hacer que de alguna manera reflejen la imagen misma del Hijo.

Entonces sí, tenemos una herencia que recibiremos. Pero, para empezar, nosotros somos una herencia. Y el idioma permite eso. Y de hecho, creo que esa es la forma en que la Biblia del Legado Estándar lo traduce con precisión. Entonces somos Su herencia, pero, por otro lado, no queremos descartar el hecho de que también hemos obtenido una herencia. Usted puede verlo en la forma en que el autor del himno escribió hace muchos, muchos años: "Yo soy Suyo, y Él es mío". Él nos hereda a nosotros, nosotros lo heredamos a Él. Eso no debería sorprendernos, no en el lenguaje de Romanos 8:17: somos "coherederos con Cristo". "Todas las cosas les pertenecen", 1 Corintios, “y ustedes son de Cristo”.

Una vez más, Cristo está en nosotros y nosotros estamos en Cristo. Somos la herencia de Cristo, y es Cristo quien nos concede una herencia. Y la herencia que recibimos es lo que el Padre promete a Su Hijo en la plenitud de reunir todo en Él. Solo quiero que usted vea la amplitud de esto. Usted es un regalo de amor del Padre al Hijo. En ese sentido, usted es la herencia que Cristo obtuvo de Su Padre para Su obra.

La Biblia es clara sobre esto. Podríamos tomarnos mucho tiempo para cubrir muchas escrituras, pero permítanme darle algunas en que pensar. Primera de Pedro capítulo 1, versículo 3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros”.

Entonces obtendremos una herencia; somos una herencia. Somos la herencia de Cristo dada por el Padre al Hijo como Su herencia. Pero también nosotros, por ser coherederos con Cristo, también recibimos todo lo que Él nos ha dado del Padre. Esa herencia, dice el versículo 5 de 1 Pedro 1, está "protegida por el poder de Dios mediante la fe para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.”

En Colosenses, solo unas pocas escrituras, capítulo 1, versículo 12, “Dando gracias al Padre, que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”. Así que tenemos redención, y más allá de la redención tenemos la herencia. Estamos capacitados por la obra de Cristo para participar de la herencia de los santos en luz. En el tercer capítulo de Colosenses, solo un texto más allí, creo que es el versículo 24, "Sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia".

Entonces, solo para enfatizar la idea de que esto tiene dos sentidos: somos una herencia y recibimos una herencia. Esto resume literalmente todo lo que se podría decir sobre la gloria futura. Somos la herencia de Cristo. Es por eso que notará ahí en el versículo 14 que la redención nos ha hecho posesión de Dios, posesión de Dios. Dios nos posee, nos compró con Su propia sangre, dice Hechos 20, y luego nos da al Hijo como Su herencia, en respuesta a lo cual el Hijo nos devuelve a todos al Padre, como lo señala 1 Corintios 15; y envuelto en que somos una herencia está el hecho de que también recibimos una herencia.

Somos coherederos con Cristo. Y Dios promete en Cristo paz, amor, gracia, sabiduría, eternidad con Él, gozo, victoria, fuerza, guía, todas nuestras necesidades satisfechas, poder, conocimiento, misericordia, perdón, justicia, dones del Espíritu Santo, el Espíritu Santo mismo, comunión con la Trinidad, instrucción de la Palabra, iluminación, verdad, discernimiento espiritual, cielo, una habitación en la casa del Padre, riquezas eternas, todo esto. Y comenzamos a saborear esto en esta vida. “Pero ojo no vio, ni oído oyó, las cosas que Dios ha preparado para los que le aman”. Por maravilloso que sea el disfrutar de nuestra experiencia cristiana aquí, no se puede comparar con lo que está por venir.

Nuevamente, en 2 de Pedro capítulo 1, dice que “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder”. Todo. Versículo 4, “nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. Él promete que escaparemos, escaparemos de la corrupción en el mundo y seremos partícipes de la naturaleza divina. Ésta es nuestra herencia.

"Todas las promesas," dice Pablo, 2 Corintios capítulo 1; "todas las promesas de Dios están en Cristo, sí". Así que solo quiero comenzar señalando que esta idea de herencia tiene dos sentidos: somos o hemos sido hechos una herencia, y también recibiremos una herencia. Es la forma en que Dios simplemente cubre todo y dice: "Todo le pertenecerá a Cristo, y Cristo te pertenece a ti, y tú le perteneces a Él, y todo es tuyo". Esta no es nuestra mejor vida ahora. La única forma en que esta podría ser su mejor vida ahora es si usted va camino al infierno; esa es la única forma. Y entonces esta es su mejor vida.

Así que veamos esta herencia. Solo tres cosas por considerar. Número uno: la base de nuestra herencia. Y usted sabe esto. "tuvimos", o se nos ha hecho, "herencia". ¿Y cómo sucedió esto? ¿Cuál es la base de esto, sobre qué base? “Habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad”. Ahí es donde empezó todo. Y regresamos, ¿no es cierto?, a los versículos 4 al 6: escogidos, predestinados.

La base de nuestra herencia es el hecho de que fuimos predestinados a este fin. “Predestinados” —versículo 5— “para ser adoptados hijos suyos…según el puro afecto de Su voluntad ". “Adoptados como hijos” de Dios “por Jesucristo para sí mismo”. Nuevamente, esto habla del hecho de que pertenecemos a Cristo. Somos Su herencia, Su herencia, porque Dios determinó eso cuando Él nos escogió, como dice el versículo 4, antes de la fundación del mundo. Esa es la base de nuestra herencia.

Y observe por favor cuántas veces dice en esta sección "en Cristo". Versículo 3, "en Cristo". Versículo 4, "en Él". Versículo 6, "en el Amado". Versículo 7, “en quien". Versículo 9, "en sí mismo". Versículo 10, "en Cristo". Versículo 12, "en Cristo". Versículo 13, "en él, en él". Todo esto está ligado a nuestra unión con Cristo. Fuimos escogidos en Él antes de la fundación del mundo. Somos redimidos en Él, versículo 7, y nuestra herencia está en Él. Es nuestra unión con Él lo que nos trae todas las bendiciones espirituales.

Comienza con la predestinación. No necesito repasar eso solo para recordarle que la predestinación no anula la responsabilidad que usted tiene. ¿Cómo sabe usted eso? Sigamos leyendo: “Predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él.” La base de nuestra herencia es que fuimos predestinados y creímos. Comenzó con Su propósito, que es lo que señalamos hace algunas semanas en 2 Timoteo 1:9. Se propuso al prometer al Hijo de Dios, en la eternidad pasada, una humanidad redimida.

"Predestinados" es proorizo, obtenemos la palabra "horizonte" de él. Se intensifica con una preposición al principio. Significa "marcar los límites”. Dios literalmente marcó a Su propio pueblo, los escogió. Y ellos estaban en el plan de Dios y en la voluntad de Dios y en el propósito de Dios y en la mente de Dios, eternamente conectados a Su Hijo. Al ser ellos escogidos y al ser ellos redimidos, ellos estaban allí con Él. Estaban en Cristo cuando murió, estaban en Cristo cuando resucitó; ahora ellos viven en Cristo, y estarán aún más intensa y perfectamente unidos a Él en el futuro. Todo esto es el plan de Dios. Regrese al versículo 11: Él es el que “hace todas las cosas según el designio de su voluntad”, energeō. Él da energía a todo.

Entonces, cuando piensa en la salvación, quiero que piense en ella como el propósito de Dios, la voluntad de Dios, el plan de Dios, la intención de Dios. Él lo escogió a usted. Pero a veces las personas se confunden un poco con esto y se preguntan: "Bueno, ¿dónde está la fe necesaria en eso?" Y está uno al lado del otro, ahí en el versículo 13: “también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él”. La salvación no ocurre sin la fe.

A lo largo de los años, esa ha sido una pregunta que se me ha hecho una y otra vez: "¿Cómo van juntas esas dos? Si la salvación es toda de Dios, si es monergista, si Dios escoge, Dios realiza la predestinación, si Dios tiene que dar la vida a la persona muerta, si Dios tiene que regenerar, si Dios tiene que conceder la fe, si Dios tiene que dar al pecador vista y vida para responder y creer, ¿cómo es la responsabilidad del pecador? La respuesta es, no estoy seguro de la dinámica de eso, pero sé que los propósitos de Dios en la elección nunca se concretan a menos de que alguien crea en el evangelio. Y se nos ha dicho que vayamos por todo el mundo y prediquemos el evangelio a toda criatura.

Una ilustración de esto, si ve por un momento en Hechos capítulo 2, la predicación de Pedro, versículo 23, Hechos 2, en su sermón de Pentecostés, "éste", hablando del Señor Jesús, "entregado", para la crucifixión: “por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole”. Ahí tiene usted la predeterminación divina y la responsabilidad humana. Dios lo predeterminó, pero ustedes son culpables porque ustedes lo mataron. Dios lo resucitó.

Si fue el plan predeterminado de Dios, ¿por qué son responsables ellos de hacer lo que hicieron? Bueno, obviamente, Dios predeterminó la muerte de Cristo para la salvación de los pecadores, pero el hecho de que Dios predeterminó eso no justifica el odio y el rechazo de las personas que hicieron matar a Jesús. Usted no puede ser un creyente sin creer: es básico. Dice usted: "Bueno, todavía no entiendo cómo encaja esto junto". De nuevo, permítame profundizar un poco en el tema.

Juan 1:12, “A todos los que le recibieron” —eso sería lo mismo que creer— “a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. ¿Quién se convierte en hijo de Dios? Aquellos que creen. Luego, el versículo 13, “los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios". Ahí tiene otra vez lo mismo. Es la voluntad de Dios, no la voluntad del hombre. Sin embargo, usted debe creer. De hecho, si usted no cree, usted no fue escogido, porque la elección será confirmada por la fe.

Ese no es el problema. La lucha que tiene la gente es: "¿Por qué soy responsable de algo si solo Dios puede hacerlo?" Y mi respuesta a eso es, no tengo otra respuesta que la que dice la Escritura. Pero déjeme decirle que este es un tema muy amplio. Y a menudo lo ilustro de esta manera: ¿Quién escribió el libro de Romanos? ¿Está teniendo dificultades con esa respuesta? Claro que sí, de inmediato, porque usted no sabe si decir Pablo o el Espíritu Santo. Y usted sabe que no fue un asunto de versículos alternos: Pablo hizo uno, y el Espíritu Santo hizo otro. Y usted sabe que no fue aparte de la experiencia de Pablo y los pensamientos de Pablo y el vocabulario de Pablo; pero cada palabra era del Espíritu Santo.

En toda doctrina importante, donde quiera que tenga a Dios y al hombre combinados en un acto divino, usted tiene ese mismo desafío, esa misma paradoja aparente. Yo puedo hacer la pregunta de otra manera: ¿Quién vive su vida cristiana? Espero que pueda entender eso, porque usted es responsable de eso, ¿no es así? Dice usted: "Bueno, no, es el Espíritu Santo". En serio. ¿Quiere culparlo por lo que usted se ha convertido? "Bueno, no puedo hacerlo sin Él". Es correcto. Si - algo bueno pasa en su vida, le da la alabanza a Él; cualquier mal que sucede en su vida, usted asume la culpa. Ahí está de nuevo con la misma realidad de que no puede hacer nada en la carne, solo puede hacerlo por el poder del Espíritu y, sin embargo, es responsable usted de conducir su vida de una manera santificada.

Entonces, cuando usted llega al asunto de la predestinación, la elección, la regeneración soberana y la responsabilidad humana, no sé cuál es la respuesta a eso. Pero eso debería animarlo a usted porque significa que eso es un asunto mucho más glorioso de lo que cualquier ser humano jamás podría entender. Pero no sucede sin creer. Esa es la razón por la que el Nuevo Testamento está lleno del mandamiento a creer, a creer. "La fe viene por el oír, el oír por la Palabra de Dios”.

"Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo". Usted no puede pensar ni por un momento que se supone que debe investigar si usted es escogido; eso es absurdo. Como dijo Spurgeon, no podemos correr y ver si las personas tienen una E gravada en su espalda. Pero a usted se le ordena que crea y, "Morirás en tus pecados si no crees en Mí", dijo Jesús. La realidad de todo esto es que tiene una paradoja aparente en toda doctrina importante en las Escrituras que une a Dios junto con el hombre.

Entonces tenemos una herencia. La base de esa herencia es básicamente la predestinación, versículo 11. Pero la base de esa herencia también es, según el versículo 13, creer. La responsabilidad que usted tiene no consiste en descubrir el plan predestinado de Dios; su responsabilidad es creer. Y al que crea, el Señor nunca lo rechazará, ¿verdad? Así que ese es el entendimiento fundamental; la base de nuestra herencia está ligada al plan predestinado de Dios y nuestra respuesta de fe.

Un segundo punto al que quisiera dirigirlo brevemente es la garantía de nuestra herencia. El versículo 13 al final dice: “Habiendo creído en Él, fuisteis sellados” —en Cristo— “con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida." ¿Cuál es la garantía de nuestra herencia? La garantía de nuestra herencia es el Espíritu Santo. “Fuisteis sellados en Él” —en Cristo— “con el Espíritu Santo”.

Usted puede regresar hasta Ezequiel y regresar a las promesas del Nuevo Pacto, Ezequiel 36 y Ezequiel 37, y encontrará que una de las promesas que Dios dio en el Nuevo Pacto es que Él daría Su Espíritu, que quitaría un corazón de piedra y le daría un corazón de carne, y pondría Su Espíritu dentro de usted.

Y un ministerio muy esencial del Espíritu Santo es sellar, sellar con el Espíritu Santo de la promesa. Me encanta ese título, "el Espíritu Santo de la promesa". Todo lo que hace el Espíritu Santo no es solo ahora, en lo inmediato, en el momento. El Espíritu Santo nos ilumina. El Espíritu Santo es nuestro maestro residente. El Espíritu Santo nos convence de pecado. El Espíritu Santo realiza un trabajo continuo en nuestras vidas al capacitarnos para ministrar a través de los dones espirituales. Pero también es “el Espíritu Santo de la promesa”, eso quiere decir, garantiza el cumplimiento de la herencia futura.

Ahora dice el sello del Espíritu: "fuisteis sellados con Él". ¿Qué significa esta noción de sellado? Bueno, déjeme ver si le puedo dar algunas ilustraciones. Viéndolo tal vez desde diferentes facetas. En primer lugar, diríamos que sellar es una señal de seguridad. Solo tomando un poco de la cultura judía, atrás en el capítulo 6 de Daniel, no tiene que ir allí, solo me referiré a él.

Atrás en el capítulo 6 de Daniel, un hombre tenía un sello grabado como su marca de identificación, a veces un anillo o un tipo de sello que él usaba para identificar cualquier cosa que fuera de él. Cualquier documento legal, este era su sello. Podría haber estado en su dedo, podría haber estado alrededor de su cintura, alrededor de su cuello; era su marca. Y cuando el rey ordenó que Daniel fuera confinado, y el rey quería que todos hicieran exactamente lo que él había dicho que debían hacer, él dio su sello para que lo pusieran en el sello del foso de los leones. Solo significaba que nadie podía romper ese sello a menos que tuviera mayor poder que el rey.

Usted recuerda que la tumba de Cristo fue sellada con un sello romano, lo cual significaba que nadie podía romper ese sello. Nadie tenía el poder de romper ese sello a menos que tuviera más poder que Roma. Esa era una forma de asegurar algo. Y eso es exactamente lo que es el sello del Espíritu. Estamos seguros y estamos seguros por el Espíritu Santo, y nadie tiene mayor poder que él. Nadie puede romper el sello. El sello también en la cultura judía era un signo de autenticidad. Usted recuerda ahí atrás en 1 Reyes 21 cuando Acab quería la viña de Nabot, a través del engaño de Jezabel, ella se la consiguió escribiendo cartas y sellándolas con el sello de Acab. Esta era la marca oficial de autenticidad, la firma real.

Entonces Dios nos sella para asegurarnos, y nos sella para que se etiquete que le pertenecemos a Él. Somos hijos de Dios legítimos y auténticos. También encontramos un sello en Jeremías capítulo 32. Dios instruye a Jeremías a comprar una propiedad que Él quiere que tenga; y sus descendientes la tendrán mucho más adelante en el tiempo después del regreso del cautiverio. El sello indica propiedad, propiedad. Entonces, el sello del Espíritu Santo significa que estamos seguros, somos hijos de Dios de manera auténtica; somos de Él, y al final le perteneceremos a Él.

En el Antiguo Testamento encontramos un sello que también se usa como señal de autoridad. Usted recuerda la historia de Ester, cuando Asuero quiso darle a Amán el poder delegado para matar a los judíos, él lo selló con un anillo de sello. Más tarde, cuando las cosas cambiaron y se enfrentó a lo que Amán iba a hacer, capítulo 8, le dio a Mardoqueo y a Ester su promesa, y su palabra de proteger a los judíos y destruir a Amán; y lo selló de nuevo. Es un símbolo de autoridad: “Puedes realizar esta acción; tienes autoridad delegada por mí”.

Creo que es una forma maravillosa de pensar en el Espíritu Santo. Él es quien nos otorga autoridad delegada para acceder a todos los recursos divinos. Jesús dijo: "Pidan cualquier cosa en Mi nombre y", ¿qué? "Yo se las daré—cualquier cosa según Mi voluntad". Ser sellados con el Espíritu es una señal de seguridad, autenticidad, propiedad y autoridad; y ejercemos todas esas cosas como creyentes.

Así que la base de nuestra herencia es la predestinación y la fe. La garantía de nuestra herencia es la promesa, el Espíritu Santo de la promesa que nos asegura a nosotros y a nuestra herencia. Un comentario más sobre el versículo 14: El Espíritu Santo es “las arras”, no solo como un sello, sino como arras. ¿Qué es arras? Es la palabra griega arrabōn. Se utiliza de dos formas. Uno es "un pago inicial". El Espíritu Santo es el primer pago de nuestra herencia que está por venir. El Espíritu Santo es el anticipo, el enganche de Dios para nuestra herencia eterna.

Y todo creyente tiene el Espíritu Santo. "Si alguno no tiene el Espíritu Santo, no es de él", Romanos 8: 9. Entonces, el hecho de que el Espíritu Santo se ha establecido en nosotros y seamos el templo del Espíritu de Dios significa que Dios nos ha dado la primera parte, el primer pago de nuestra herencia eterna. Arrabōn también se usaba de otra manera: se usaba para un anillo de compromiso.

Entonces, el Espíritu Santo es para nosotros no solo el enganche de nuestra herencia futura, sino el anillo de compromiso que significa que somos la novia y que estaremos casados ​​con el novio, Jesucristo. Como creyente, creo que usted sabe que su mejor vida está por llegar, ¿verdad? Pablo realmente está pidiendo a estos creyentes atribulados que viven en la peor vida de su época que sufran con paciencia y esperen con corazones llenos de alabanza la herencia eterna que les fue prometida.

Él los está llamando a que comprendan las bendiciones espirituales celestiales que ya estaban aseguradas para ellos por la obra redentora de Jesucristo y el propósito electivo de Dios en la eternidad pasada, y estaban esperando su cumplimiento completo cuando entraran en la gloria. Usted es un hijo de Dios. Usted es el templo del Espíritu Santo. Usted es un heredero de Dios. Usted es la herencia de Cristo. Usted tiene una herencia celestial. Usted es coheredero con Él. El cielo se está preparando para la llegada de usted. Jesús dijo: "Voy a preparar lugar para vosotros". Lo mejor está por llegar, por mucho, de manera incomprensible.

Pero a veces somos como un niño príncipe que, antes de sus años de madurez, no puede comprender la enormidad de su herencia. Realmente tenemos poca comprensión; ¿no es cierto? es por eso que en el versículo 18, para un adelanto de lo que está por venir, Pablo dice: “Oro porque Dios esté alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”. Estoy orando por ustedes para que su "entendimiento", "los ojos de su corazón sean iluminados", iluminados, "para que conozca la esperanza de su llamado, las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos”.

Esa sería mi oración por usted. No se enrede en este mundo. No podemos arreglarlo; no va a cambiar. Esto es todo. Prepárese para que sea menos de lo que usted quiere que sea. Usted está esperando "una salvación lista para ser revelada en el tiempo postrero", usando las palabras de Pedro. Fije sus deseos en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

La base de nuestra herencia es la predestinación y la fe. La garantía de nuestra herencia es el Espíritu Santo, el Espíritu de promesa que es tanto un sello como un anticipo, un anillo de compromiso, arras. Finalmente, el objetivo de nuestra herencia. ¿Cuál es el propósito de todo esto, al final del versículo 12? “Para alabanza de su gloria”; final del versículo 14, "para alabanza de su gloria". Dios finalmente nos redimirá en gloria como su "posesión", versículo 14, "para alabanza de su gloria". Ésa es siempre la razón de todo. No se trata de nosotros; se trata de Él.

Esto es lo que es extraordinario y quiero que comprenda esto como un pensamiento final. Si usted es como yo, se pregunta por qué el Señor incluso lo tolera a usted. Después de todo, Él es perfecto, perfecto en todo sentido. Es incomprensible imaginar una situación en la que usted es, en todo sentido, de toda manera, exactamente lo que Él quiere que usted sea, de modo que usted tiene la capacidad para una sola cosa, y eso es traer alabanza a Su nombre glorioso. De eso se trata el cielo. No se trata de que usted consiga su propia mansión, no se trata de que usted atraviese la Nueva Jerusalén y cuente las joyas; se trata de que Dios lo haya hecho a usted como el Hijo de Dios para que usted satisfaga plenamente el deseo santo de Él. Usted es para Él como Su propio Hijo lo es para Él. Esa es su mejor vida.

Padre, te agradecemos por Tu Palabra. Se podría decir mucho sobre todo esto, y estamos rascando la superficie de muchas maneras, en tantas maneras para captar las maravillas de la eternidad. Gracias por la revelación en Tu Santa Palabra. Es incomprensible para nosotros que Tú llegaras, llegaras a querer salvarnos de nuestra miseria y pecado, maldad y corrupción, deseos de la carne, deseos de los ojos, la vanagloria de la vida, que Tú llegaras a querer salvarnos del reino de las tinieblas, y llegaras a querer salvarnos del mentiroso y asesino, Satanás, que es el padre de todos los pecadores. Somos indignos.

Te agradecemos por Tu gracia. Te agradecemos por la gracia de la elección, la gracia de la redención y la gracia final de la glorificación. Ni siquiera podemos imaginarnos estar en Tu presencia y ser tan perfectos como Tu Hijo, pero sabemos que Tú has dicho que seremos como Él cuando lo veamos como Él es. Esa es nuestra mejor vida. Cualquier cosa que no sea eso, te agradecemos, es muy, muy breve: “neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece”.

Ayúdanos a pasar por esta vida disfrutando de las probadas del cielo, disfrutando de la realidad de nuestro estar en Cristo, pero anhelando desde lo más profundo de nuestro corazón el día en el que no habrá pecado, ni impiedad, ni iniquidad ni transgresión, ni defectos. Todo será santidad y santidad y santidad, y nada más que santidad; y seremos tan santos como tu Hijo es, y seremos para alabanza de Tu gloria. Hasta ese momento, que “nos limpiemos de toda la inmundicia de la carne” que aún permanece, “perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. Santifícanos hasta el momento en el que seamos plenamente santificados.

Padre nuestro, estamos abrumados por haber sido escogidos antes de la fundación del mundo, de que Cristo nos redimió por nombre, por identificación personalmente en Su muerte en la cruz y resucitó para nuestra justificación, y que Tú, al predestinarnos, nos predestinaste a una herencia, reservada para nosotros, como dijo Pedro, sin mancha, sin suciedad para nosotros, y que esa herencia es que seremos la herencia de Cristo mismo. Tú nos entregas a Él como la herencia que fue entregada de Ti, el Padre, a Tu Hijo. Y al mismo tiempo, recibiremos una herencia completa de todo lo que Él posee como coherederos con Él.

Y concentremos nuestro deseo en las cosas de arriba y no en las de la tierra. Que no nos enredemos en todas las desilusiones, todas las distracciones. Que podamos ver a Cristo claramente, manteniendo nuestros ojos fijos en Él, siendo transformados a Su imagen de un nivel de gloria al siguiente. Esa es nuestra oración, en Su nombre, quien nos pidió que fuéramos valientes, el Señor Jesucristo. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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