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Para nuestro estudio esta mañana, quiero llevarlo de regreso al pequeño y maravilloso libro de Filemón. Si es tan amable de abrir su Biblia en Filemón, se encuentra entre Tito y Hebreos; el libro de Filemón. Esta mañana, nuestro texto de Filemón es tomado de los versículos 4 al 7. Estamos en una serie de cuatro partes titulada Una Lección en el Perdón. Y esta mañana, es la segunda parte. Permítame leerle los versículos 4 al 7 para entrar a nuestro mensaje.

“Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones, porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús. Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos.”

Obviamente, vivimos en una sociedad que conoce poco acerca del perdón. Vivimos en una sociedad a la que le importa poco el perdón. De hecho, yo pensaría que uno de los contribuyentes primordiales, si no es que el contribuyente primordial a la destrucción de relaciones en nuestra cultura es la ausencia del perdón. Nuestra cultura nos presiona para ser no perdonadores. Celebra y exalta a personas que no están dispuestas a perdonar. Hacemos héroes de los Harry el sucio y los rambos que asesinan a la gente por venganza.

Como resultado de la pecaminosidad, la impiedad y la ausencia de cualquier tipo de restricción social cristiana en nuestra cultura, tenemos una sociedad llena de amargura, llena de venganza, llena de enojo, llena de odio, llena de hostilidad hacia otros. Esto puede ser visto en el tipo de crímenes vengativos que se convierten en algo tan común en nuestro día. Puede ser visto en las demandas en contra de todo el mundo por todo lo concebible y lo inconcebible. De hecho, es aterrador pensar en el hecho de que hay más personas en la escuela de leyes en la actualidad que en el resto de las escuelas de posgrado profesional combinadas. Estamos promoviendo una cantidad casi interminable de abogados para encargarse de un número interminable de demandas conforme la gente se venga por todo asunto minúsculo y grande de la vida que les ha ofendido.

Inclusive los consejeros en la actualidad nos están diciendo que no es saludable perdonar. Eso es algo nuevo. Hay un libro nuevo popular escrito por Susan Forward y se titula Padres Tóxicos. La tesis del libro es realmente es la actitud prevaleciente en la cultura actual de nuestro día y es que tiene una actitud negativa hacia el perdón. Hay un capítulo del libro titulado No Tienes que Perdonar. En otras palabras, eres una víctima de algunos padres tóxicos que te envenenaron y hasta que los culpes a ellos, no vas a ser una persona saludable. Vivimos en una cultura vengativa, hostil, enojada que quiere hacer del resto de la gente el responsable de un crimen en contra de nosotros. Y nosotros, francamente no somos responsables por nada fuera de la venganza. Ciertamente, nuestra cultura es la más hostil, la más enojada, la mas no perdonadora, la más vengativa que jamás he experimentado en mi breve vida.

Ahora, para un cristiano, el no perdonar es impensable. No me importa cuál sea el problema, no me importa cuál sea la ofensa, el no perdonar es un acto de desobediencia abierto y desafiante. Se nos ha dicho de la manera más explícita que se nos puede decir, que, si alguien nos ofende, debemos perdonarlos. ¿Cuántas veces? Setenta veces siete, ¡oh!, eso significa, un número innumerable de veces. Y la razón por la que debemos perdonarlos es porque nuestro Padre en los cielos nos ha perdonado y continuará perdonándonos conforme somos fieles en perdonar a otros.

Para ver este tema desde el punto de vista negativo por un momento, si aceptamos la manera de pensar de esta cultura, una cultura que dice que no tienes que perdonar, que tú tienes el derecho de vengarte y puedes demandar a todo el mundo porque todo asunto y debes culpar a alguien más por tu responsabilidad y asegurarte de que paguen dolorosamente por lo que te han hecho, si adoptamos esa mentalidad, esto es lo que va a producir: le voy a dar tan sólo cuatro cosas que sucederán en la vida de un cristiano.

Número uno, lo encarcelará a usted en su pasado. El no perdonar, lo encarcelará a usted a su pasado. Mientras que usted no perdone a un ofensor, una ofensa cometida en contra de usted, usted quedará esclavizado al pasado. El no perdonar mantiene ese dolor vivo. El no perdonar mantiene esa herida abierta. El no perdonar nunca permite que esa herida sane; y usted vivirá su vida recordándose a sí mismo de lo que le fue hecho a usted. Y entonces, usted alimenta esa herida abierta. Usted alimenta esa llaga abierta. Usted agita ese dolor y de manera acumulativa, usted cultiva un grado de enojo más y más grande. Usted vivirá su vida acumulando sentimientos malos.

Ahora, piense en eso. ¿Cuál es el punto de eso? ¿Qué virtud trae eso? El no perdonar simplemente lo encarcela al pasado a usted y por todo el tiempo que usted regresa al pasado y repite esta actitud no perdonadora, usted acumulará en su vida la tragedia del enojo y la hostilidad incrementadas, acumulada, apilada, lo cual le robará el gozo de vivir. Usted vivirá la vida sintiéndose tan mal como se siente ahora o peor. Sin ningún alivio en el horizonte.

Por otro lado, el perdón abre la puerta y deja que el prisionero salga. El perdón lo libera a usted de su pasado. Tan pronto como usted perdona, usted termina, usted está libre. Si usted insiste en acordarse de la ofensa y nunca la perdona, entonces usted le perdona a la persona que lo siga ofendiendo a usted el resto de su vida. Y es culpa de usted, no de ellos.

En segundo lugar, la falta de perdón no sólo lo hace a usted un prisionero de su propio pasado, sino que la falta de perdón produce amargura. Produce amargura. El efecto acumulativo de recordar sin perdonar alguna ofensa cometida en contra de usted sin importar cuán breve o largo sea el tiempo, es que usted se convierte en una persona amargada. Entre más se acuerde usted de la ofensa, más datos usted acumula de esto, más lo recita en la memoria, más ocupa su pensamiento y más ocupa su mente. Básicamente, lo moldea a usted más como persona.

La amargura no es sólo un pecado, es una infección. Y va a infectar su vida entera. Y la amargura puede ser rastreada de manera directa al no perdonar. Lo hace volverse a usted a una persona sarcástica, lo hace a usted convertirse en una persona contenciosa, lo hace condenador, lo hace a usted tener una disposición horrenda. Molestado por los recuerdos de lo que usted no puede perdonar, sus pensamientos se convierten en pensamientos malos hacia otros y usted termina con una perspectiva distorsionada de la vida y usted literalmente ha enfermado toda su existencia. El enojo comienza a agitarse en usted y usted fácilmente se sale del control. Sus emociones están fuera de control. Su mente se vuelve la víctima de eso. Usted entretiene pensamientos continuos de venganza y, ¿qué sucede? Inclusive la conversación casual se convierte en un foro para la calumnia, un foro para el chisme, un foro para hablar en contra del ofensor. Y su carne, ese remanente horrible de su viejo hombre, ha ganado el control.

Y supongo que esto sucede de manera más notable y más frecuente en los matrimonios. Dos cristianos, casados el uno con el otro, nunca deben divorciarse, nunca deben separarse y deben disfrutar de una relación feliz. Eso es por diseño de Dios. Ahora, cuando yo me casé, me casé con una pecadora. Y lo que es más impensable es que también lo hizo mi esposa. Y la realidad es que es una imposibilidad total para nosotros el no ofendernos el uno al otro. No es que nada más sucede de vez en cuando lo largo del año, sino que sucede de manera bastante frecuente.

Pero en donde el perdón opera, una ofensa es un momento en el tiempo. Llega y se va. En donde no hay perdón para eso, está la amargura acumulada que comienza a convertirlo a usted en contra de su propio cónyuge, que lo hace que usted sea contencioso y sarcástico. Usted abandona su afecto, abandona su amabilidad. Y usted busca maneras de vengarse. Y la amargura resulta en la destrucción de la relación.

El perdón, por otro lado, disipa la amargura y la reemplaza con amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fe, mansedumbre y templanza. ¿Por qué es que alguien querría vivir en la prisión de su pasado? ¿Por qué es que alguien querría vivir en la amargura acumulada que los hace violar toda relación?

Hay una tercera cosa que hace la ausencia de perdón. La falta de perdón le da a Satanás una puerta abierta. La falta de perdón saca el tapete de bienvenida e invita a que entren los demonios. En donde usted tiene un enojo no resuelto, en donde usted tiene amargura no resuelta, en donde usted tiene un espíritu no perdonador, usted le ha dado lugar al diablo. Efesios 4:26 y 27 dice: “Airaos, pero no pequéis, no dejéis el sol se ponga sobre vuestro enojo y no deis ocasión al diablo.” El punto es que si usted se acuesta en la noche y no ha perdonado de manera completa, de tal manera que su enojo se acabó, usted le dará oportunidad a Satanás para operar.

En 2 Corintios capítulo 2 hay una afirmación muy directa hecha por el apóstol Pablo. En el capítulo 2, versículo 10, él dice: “perdono.” Perdono, en el versículo 11, para que no se aproveche Satanás, porque no ignoramos sus estrategias. El diablo entra a un corazón no perdonador, a una vida no perdonadora.

No es exageración decir, escuche con atención, no es exageración decir que la mayor parte, la mayor parte del terreno que Satanás gana en nuestras vidas se debe a la ausencia de perdón. No somos ignorantes de su estrategia de entrar en una actitud no perdonadora y destruir relaciones. Y francamente, usted puede evitar a todos los invasores demoniacos mediante un acto de perdón. ¿Por qué es que alguien quisiera estar en la prisión de su pasado? ¿Por qué es que alguien quisiera tener la enfermedad de la amargura para que desfigure su vida? ¿Y por qué querría alguien abrirle la puerta y darles la bienvenida a los demonios?

En cuarto lugar, la falta de perdón estorba su comunión con Dios. La falta de perdón estorba su comunión con Dios. Jesús dijo: “si perdonáis a los hombres cuando pecan contra vosotros, vuestro Padre celestial también os perdonará. Si no perdonáis a los hombres sus pecados, vuestro Padre no perdonará vuestros pecados.” En la relación continua con Dios, si no perdonamos a otros, Él no nos perdona. Entonces, si yo no estoy bien con usted, no estoy bien con Él. ¿Por qué es que me voy a sentenciar a mí mismo a algo menos que estar en el lugar de bendición máxima de Dios, ¿verdad? ¿Qué tipo de necedad es esa? ¿Cuán torpe puedo ser? ¿Encuentro algún valor en tener a Dios enojado conmigo? ¿Hay alguna virtud en aislarme de la pureza y el gozo de mi comunión con Dios?

Ve usted, ¿no es cierto?, lo torpe que es una actitud no perdonadora. Lo hace a usted un prisionero de su pasado. Le da a usted una enfermedad de amargura que afecta su vida. Abre la puerta a los demonios, lo aísla de la comunión plena, rica que Dios quiere tener con usted. Hay muchas razones buenas entonces para ser una persona perdonadora. Si usted se rehúsa a perdonar a otros, usted pierde la comunión con Dios. Usted se abre a sí mismo al involucramiento satánico. Usted contamina su vida y roba su gozo. Y usted se hace a sí mismo una víctima de su propio pasado.

Este asunto del perdón, debido a su importancia, entonces, es tratado en profundidad en las Escrituras. Hay por lo menos setenta y cinco diferentes retratos de palabras en la Biblia acerca del perdón. Hay por lo menos setenta y cinco retratos de palabras acerca del perdón en la Biblia. Y todas están ahí para ayudarnos a entender la importancia de la naturaleza, el efecto, algo acerca del perdón. Permítame tan sólo darle unas cuantas de las palabras que presentan retratos acerca del perdón.

Perdonar es dar vuelta la llave, abrir la puerta de la celda y dejar que salga el prisionero. Perdonar es escribir con letras grandes una deuda que dice “no se debe nada.” Perdonar es dejar caer el martillo en una corte y decir “inocente.” Perdonar es disparar una flecha tan alta y tan lejos que nunca puede ser hallada otra vez. Perdonar es recoger toda la basura y tirarla dejando que la casa esté limpia y fresca. Perdonar es desatar las amarras de un barco y liberarlo para que se vaya en el mar abierto. Perdonar es conceder un perdón total a un criminal condenado. Perdonar es relajar el brazo en contra de un adversario en una lucha y darle su vida. Perdonar es volver a pintar un muro que tenía algo escrito dejándolo verse como nuevo. Perdonar es romper una vasija de barro en mil pedazos de tal manera que nunca pueda volver a ser ensamblada. Este asunto del perdón es muy importante y se encuentra en la médula de su salud espiritual y de la mía.

Ahora, debido que es tan esencial, el Espíritu Santo ha dedicado un libro entero de la Biblia acerca del perdón. No un libro muy largo, pero un libro. El libro de Filemón. Aquí, en este pequeño libro de tan sólo 25 versículos, se encuentra el deber espiritual de perdonar enfatizado. No en forma de principio, no en forma de parábola, no en un retrato de palabras, sino en una historia personal verdadera. Ahora, usted recuerda la historia, ¿no es cierto? Un hombre llamado Filemón vivía en Colosas. Él estaba casado con una dama llamada Apia y tuvieron un hijo, Arquipo, quien estaba en el ministerio cristiano. Ellos tenían una casa. Él debió haber sido un hombre algo rico; y en su casa, se reunía la Iglesia. Ellos tenían un esclavo. El nombre del esclavo era Onésimo. Aunque Filemón era un buen amo, Onésimo quería su libertad. Y entonces, un día, él huyó. Su amo había pagado mucho dinero por él. Esto fue fraude. No sólo eso, él robó algunas cosas de su amo y se las llevó con él. Y entonces, él había cometido una ofensa criminal por lo cual el encarcelamiento, e inclusive la muerte podía ser la sentencia justa.

Onésimo huyó de la pequeña ciudad de Colosas para perderse en la humanidad masiva de la ciudad de Roma. Pensando que podía esconderse ahí en Roma, como otro de los esclavos y gente de la calle que habían huido y que ocupaban los rincones de esa gran ciudad. Pero no pasó mucho tiempo, no sabemos exactamente cuánto tiempo hasta que este esclavo que huyó conoció cara a cara un hombre excepcional llamado Pablo.

Y entonces, aquí está el esclavo que huyó, Onésimo, y es confrontado por Pablo. Pablo tuvo el privilegio de llevarlo a Jesucristo. Él se convierte en cristiano. Y Pablo, claro, después se entera que Onésimo es de su amigo Filemón, que pertenecía ahí, que él ha huido. Y a pesar de que Onésimo es un cristiano y le es útil a Pablo, Pablo sabe que tiene que enviarlo de regreso.

Y entonces, él envía a Onésimo de regreso a Filemón con esta carta explicando lo que ha sucedido. Y en la carta él está diciendo: “quiero que perdones a este esclavo que huyó.” La sociedad dice que no lo perdones, la sociedad dice acúsalo y encarcélalo, la sociedad dice hazlo pagar hasta el último centavo que robó y que desperdició en Roma. La sociedad dice: colócale el estigma de “fugitivus,” el esclavo que huyó y coloca en su frente una gran “F” para que el resto de su vida, él quede cicatrizado como un esclavo que huyó, no digno de confianza.

Pero Pablo simplemente dice: perdónalo. Simplemente, perdónalo. No importa cuánto te cueste, perdónalo. El ruego de esta carta entonces es un ruego por el perdón. Ahora, conforme la carta se desarrolla, es aparente que Pablo le está pidiendo a Filemón que perdone a un hombre que está arrepentido. Onésimo ha hecho su parte; él está arrepentido. Él está regresando, por así decirlo, pidiendo perdón. Dios ha llevado acabo la obra correcta en su corazón y ahora, es el turno de Filemón.

Ahora, la semana pasada vimos los primeros tres versículos, lo cual fue la introducción y, en cierta manera, hablamos de la importancia de la historia. Esta mañana estamos viendo los versículos 4 al 7, la segunda sección en estas cuatro secciones. Y esta sección trata con uno de los tres enfoques principales. Versículos 4 al 7, nos dan la virtud espiritual del que perdona. Los versículos 8 al 18, la acción espiritual del que perdona. Los versículos 19 al 25, la motivación espiritual del que perdona. Entonces, aprendemos mucho de alguien que perdona aquí. Aprendemos cómo ser un perdonador. Aprendemos los principios del perdón y esa es la intención del Espíritu Santo al escribir esta carta maravillosa.

Ahora, para esta mañana, estamos viendo los versículos 4 al 7, la virtud espiritual del que perdona. Y no quiero que se pierda. Entonces, quiero que escuche lo que digo. Si usted lee los versículos 4 al 7, usted no va a ver a Pablo de manera necesaria identificar 1, 2, 3, 4, 5 y 6, los principios de una persona perdonadora. Pero los va a haber emerger, surgir en lo que él dice. No son lo que decimos explícito, sino que son implícitos. Se presentan implícitos aquí de manera muy, muy clara. En esta sección, Pablo se refiere a Filemón con términos muy brillantes. Él lo felicita en el versículo 4 al 7 por su virtud cristiana. Y conforme él hace eso, él está definiendo el tipo de hombre que será un perdonador. Esta es la virtud espiritual de un hombre que será un perdonador.

Entonces, él de hecho está diciendo: “Filemón, yo sé que tú eres el tipo de hombre en quien puedo confiar para que perdone a Onésimo.” Él realmente lo está preparando al recordarle su propia virtud. Es parte de la sabiduría, no es cierto, el presentar reconocimiento cuando es posible, porque la alabanza en sí misma se convierte en un alimento sustentador para la virtud. ¿Entiende usted eso? El reconocimiento en sí mismo, el reconocimiento legítimo se convierte en un alimento que nutre la virtud y un fuerte antídoto contra el pecado. Si alguien viene a usted y dice: “quiero decirte, veo tu vida y simplemente, le doy gracias a Dios porque eres un cristiano piadoso virtuoso y santo,” créame que eso es alimento que nutre a la virtud y al mismo tiempo es un antídoto contra el pecado, no es cierto, porque si usted sabe que la gente lo ve a usted de esa manera y cree que usted es de esta manera, eso acelera el deseo que usted tiene por la virtud y su deseo por mantenerte alejado del vicio.

Entonces, Pablo habla de la gran virtud de Filemón como el cimiento para su apelación a perdonar; “yo sé que tiene el tipo de virtud que perdonará.” Ahora, ¿qué tipo de virtud es esta? Bueno, lo vemos en los versículos 4 al 7 aquí conforme Pablo da esta especie de presentación maravillosa, calidad de la virtud de Filemón, vemos el tipo de persona que perdona. Ahora, él dice tantas buenas cosas acerca de él que usted tiene que hacer la pregunta ¿cómo es que él supo eso?

Uno, se conocían de manera personal. Se conocían, de hecho, en el versículo 1 él llama a Filemón nuestro amado, nuestro agapetos, nuestro amado y nuestro sunergos, nuestro colaborador. Entonces, trabajaron juntos, se amaban el uno al otro. Le dije la semana pasada que Pablo había llevado a Filemón a Cristo. Él conocía al hombre. Además, la Iglesia en Colosas se reunía en su casa y muchos cristianos sabían de él. Uno de esos cristianos fue líder de la Iglesia en Colosas, un hombre llamado Epafras. Y Epafras, según el versículo 23 de Filemón, estuvo con Pablo en Roma.

Entonces, fuera lo que fuera que Pablo sabía de él, Epafras, pudo haber ayudado porque Epafras era el líder de la Iglesia en la casa de Filemón. Y después, estuvo Onésimo, el esclavo que huyó. Él debió haber afirmado todo esto. Él no huyó porque Filemón era un hombre malo, un amo malo, un tipo de amo fuerte, tirano. En absoluto. Todo el mundo habría afirmado la virtud del hombre y entonces, Pablo tenía buen conocimiento de la virtud del hombre.

Ahora, conforme vemos estos versículos, versículo 4 en adelante, vamos a ver el tipo de persona que perdona. ¿Qué tipo de persona tiene la capacidad de perdonar? Veamos el versículo 4 y comenzaremos ahí. “Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones.” Ahora, simplemente un comentario breve de eso. Él de hecho está diciendo: “cada vez que oro por ti, es con gratitud.” Eso es lo que él está diciendo. Haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones. Doy gracias a mi Dios. Esa sería otra manera de presentarlo. Siempre, cuando surges en mis oraciones, expreso mi gratitud. Siempre. Digo, no tengo nada más que decirle a Dios más que agradecerle a Dios por Filemón. No sé nada negativo acerca de ti. Todo lo que jamás he oído acerca de ti y todo lo que jamás he experimentado contigo es bueno.

Además, versículo 5, porque oigo. Literalmente, yo continúo oyendo. Sigo escuchando, Filemón, acerca de ti, cosas que me hacen orar por ti. Y en mis oraciones simplemente digo “gracias”. Pablo está diciendo oro y en mis oraciones, tú vienes a la mente. Y cada vez que vienes a mi mente, le doy gracias a Dios porque cada vez que oigo algo, es positivo. ¡Qué afirmación tan maravillosa! Todas las noticias acerca de ti, Filemón, son buenas. No hay nada en esta carta para corregir a Filemón. No hay nada en esta carta para sugerir que él estaba fuera de línea. No hay nada para sugerir que él tenía error en su teología. Que algo no estaba bien en su casa, que algo no estaba bien en su matrimonio. Digo, todo estaba como debía ser en la vida de este hombre. Entonces, él dice: “todo lo que sé acerca de ti me hace agradecer a Dios por ti.”

¿Y qué es lo que el oyó? ¿Y qué es lo que él sabía acerca de él? Varias cosas. Número uno, él tuvo una preocupación por el Señor. Él tuvo una preocupación por el Señor. Por favor, observe la primera cosa en el versículo 5. Él dice: “porque oigo,” sígame aquí, “del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús.” Esa es la frase que quiero que entienda primero. Lo primero que oigo acerca de ti es que tienes una fe verdadera en el Señor Jesús. Tienes una preocupación por el Señor. Sé que puedo acudir a ti, Filemón, y pedirte que perdones porque estás preocupado por el Señor. Tienes una verdadera fe salvadora. Eres un cristiano real y genuino. Por lo tanto, tienes la capacidad de perdonar. Has sido perdonado. Entonces, puedes perdonar. Tienes los impulsos de la vida nueva. Tienes la motivación del Espíritu Santo que mora en ti. Tú experimentas la convicción de la Palabra de Dios. Tú eres un creyente verdadero. Y un creyente verdadero desea hacer lo que es correcto y lo que honra el Señor. Y entonces, puedo apelar a ti al perdonar porque estás preocupado por el Señor.

Por cierto, es el verbo “tienes” - tiempo presente. Continúas teniendo. Una naturaleza continua de preocupación por el Señor. Tienes una confianza continua hacia el Señor Jesús. Tienes una fe constante. Eres un creyente fiel, verdadero, genuino. Él dice: Filemón, tú andas por fe en el Señor Jesucristo. Tú muestras confianza en Él en todo. Tú buscas Su voluntad. Yo sé que puedes perdonar.

Como puede ver, somos aquellos a quienes se les ha perdonado mucho. Y podemos perdonar mucho. Somos aquellos, usted recordará, de quien Pablo escribió en Efesios 4:32 y Colosenses 3:13, que debemos perdonarnos unos a otros, porque Dios por causa de Cristo, nos ha perdonado a nosotros. Somos aquellos, como la parábola de Mateo 18, a quienes se les ha perdonado una deuda impagable y debemos salir y perdonar a otros. Filemón, tú tienes una fe real. Es un creyente verdadero. Puedes perdonar. Y lo que él está diciendo realmente aquí es que la primera característica de un perdonador es que él es un cristiano. Él tiene una preocupación por el Señor.

El contraste de eso se encuentra ahí atrás en Romanos 3 de manera muy breve. Lo llevó a Romanos 3:10. Aquí el apóstol Pablo describe en un no cristiano, un incrédulo. En el versículo 10, él dice, aquí está la descripción básica de la naturaleza, la disposición de un incrédulo. “No hay justo, ni aún uno. No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios, todos a una se desviaron, a una se hicieron inútiles. No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” Entonces, lo primero que él dice acerca de un incrédulo es que simplemente no son buenos. Son malos, impíos, injustos, pecaminosos. No pueden hacer nada bueno. Inclusive su bondad es bondad mala. Porque inclusive lo que hacen puede ser humanamente bueno, pero está motivado por su propio orgullo, no la gloria de Dios. Y, por lo tanto, es bien malo. Entonces, le he dicho en el pasado: “los incrédulos sólo pueden hacer malo malo o bueno malo.” Todo es malo.

Después, en el versículo 13 él habla acerca de relaciones: “sepulcro abierto es su garganta.” En otras palabras, cuando abren su boca sale una peste y putrefacción e inmundicias. Con su lengua, engañan. Sus labios están llenos de veneno de áspides. Su boca está llena de maldición y amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre.

Ahora, ahí hay una descripción de gente no regenerada. Abren su boca y sale inmundicia. En su lengua, engaño. En sus labios, moviéndose del interior hacia afuera en los labios, el veneno de una serpiente. De su boca, maldición y amargura y usted se les da una oportunidad y si ellos lo atrapan a usted, lo matarán. Allí no hay perdón. Esa es la amargura y la venganza y el enojo y el odio y la hostilidad de la gente no regenerada. Están motivados por el odio. Están motivados por la amargura. Lo van a maldecir a usted a partir de su amargura, los matarán a usted si tienen la oportunidad. Por otro lado, los que han sido reconciliados con Dios y aquellos que, como Pablo dice de Filemón, tienen fe hacia el Señor Jesús, están preparados para perdonar. Y únicamente esos.

No me sorprende que nuestra sociedad esté continuamente demandándose entre sí. No me sorprende que la gente se mate unos a otros. No me sorprende que, si alguien se le mete en frente de usted en la autopista, se colocan al lado de usted y le hacen gestos obscenos, si no es que lo matan. No me sorprende que la hostilidad y el enojo de nuestra cultura sea lo que es porque eso está en el corazón humano. Y nos hemos alejado tanto de cualquier aura cristiana de cualquier tipo de restricción social cristiana que ahora es tolerada - más que tolerada, es promovida. Y eso es así porque así es como los incrédulos esperan actuar. Eso no es sorprendente. Algunas veces, lo que sí me sorprende es cuando alguien se acerca a mí en la autopista y hace eso y noto una calcomanía de un pececito en la parte trasera del auto. Y me imagino que es un auto cristiano, pero no un conductor cristiano.

Aquellos que están reconciliados con el Señor Jesucristo, no obstante, perdonan porque tienen la capacidad de perdonar. Este mundo está destrozado por todos lados, desde matrimonios a naciones porque la gente no puede perdonar. Únicamente los cristianos realmente pueden perdonar desde el corazón como Jesús lo dijo. Solo los cristianos pueden realmente perdonar desde el corazón. Entonces, una persona perdonadora tiene una preocupación por el Señor. Él está muy preocupado por el Señor. Él ama al Señor, quiere honrar al Señor, desea aquello que expresa su fe en el Señor. Y debido a que su fe es real, él tiene la capacidad de perdonar. Él tiene una nueva naturaleza, él es una nueva criatura, el Espíritu Santo que vive en él le da esa capacidad.

En segundo lugar, una persona perdonadora también tiene una preocupación por la gente. Una preocupación por la gente. Versículo 5, Pablo dice, “porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos.” Ahora, notará que ya expliqué ese versículo y está algo mezclado, digamos. Esto, en el lenguaje griego es algo que llamamos un arreglo quiasmico. En otras palabras, las palabras y los pensamientos en el versículo están ordenados como una cruz. Y la primera expresión, oigo de tu amor, va con la última expresión. Y la segunda expresión de fe va con la primera expresión hacia nuestro Señor Jesús.

Entonces, usted lo tiene que ver como una cruz. Eso es un quiasmo en el idioma griego. Entonces, cuando él dice fe, él está hablando de la fe que tienes hacia el Señor Jesús y cuando él dice amor, él dice el amor que tienes hacia todos los santos. Esa es la segunda característica. Tú amas a los santos. Éste es amor agape, este es el amor de la decisión, el amor de la voluntad, el amor de la abnegación, el amor de la humildad. Este es el amor que dice: “no me importa lo que me interesa a mí, me importas tú”. Este es el amor que dice: “haré cualquier sacrificio por satisfacer tu necesidad”. Este es el amor que dice: “no es con emoción conmigo, es obediencia. No me veo motivado a servirte porque a haya algo en ti que sea atractivo. Me veo motivado a servirte porque hay algo en el poder de Dios que me mueve en esa dirección.”

Eso es lo que Pablo dijo en Gálatas 5:6, como la fe operando mediante el amor. Usted recuerda 1 Tesalonicenses 4:9. Pablo dice: “no tengo que enseñarles a cómo amar. Han sido enseñados por Dios a amar.” Romanos 5, el amor de Cristo ha sido derramado en vuestros corazones. Primera de Juan 3:14, él simplemente dice, “si son nacidos de nuevo, aman a los hermanos. Si no aman a los hermanos, no son nacidos de nuevo.” En otras palabras, si eres un cristiano, tienes la capacidad de amar. Tienes el amor de Dios derramado en tu corazón. Haz sido instruido por Dios a amar. Se te ha dado la capacidad, está ahí. Es el amor del Espíritu que está en ti.

Y entonces, él le dice a Filemón: “sé que puedes ser un perdonador.” ¿Por qué? Tu fe es real, entonces, por eso tienes una preocupación real por el Señor. Tu amor es real, por eso tienes una preocupación por la gente. Usted no le puede pedir a un incrédulo que perdone. No tiene amor alguno hacia la gente. No tiene pasión alguna, amor sacrificial de la voluntad por hacer lo que está bien hacia alguien como algo innato en ellos. Si les beneficia a ellos, lo harán. Y el amor que conocen es el amor del sentimiento y el amor de emoción, no el amor de la decisión, no el amor del compromiso. Entonces, él dice: “Filemón, tú eres un perdonador porque tú tienes una preocupación por el Señor, tú conoces a Dios, tú caminas con Cristo, tu fe es hacia Él y es continua y tienes un amor hacia la gente.”

En tercer lugar: uno que es un perdonador se preocupa por la comunión. Tiene una preocupación por la comunión. Él dice: “oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús y para con todos los santos para que la participación de tu fe sea eficaz”. Ahora, aquí él añade otro concepto. Él está diciendo: “tienes fe salvadora verdadera, tienes amor espiritual verdadero y tienes un deseo de comunión. Tu fe busca la comunión.” Él la llama la participación de tu fe. Y él dice: “yo espero que la participación de tu fe se vuelva eficaz.” Y esa es la palabra poderosa. Poderosa. Sé que te preocupa la comunión.

Ahora, eso es verdad en los cristianos; si usted es un cristiano, a usted le preocupa la comunión. A usted le preocupa el cuerpo de Cristo, es lo que él está diciendo. Tú te preocupas por otros. Tú dices: “mira, quiero perdonarte porque no quiero caos en la comunión. Quiero armonía, quiero paz, quiero unidad.”

No hay individualismo que diga: “realmente, no me importas, yo voy a hacer lo que quiera y voy a pedir lo que quiera y sólo voy a dar lo que quiera. Yo voy a hacer las cosas a mi manera porque sólo me preocupo por mí.” No. Un cristiano no dice eso. Un cristiano dice: “me preocupa la comunión, me preocupas. Me preocupa nuestra unidad, me preocupa nuestro ministerio. Me preocupa nuestra participación mutua.”

La palabra participación, koinōnia es una palabra difícil de traducir, de hecho. Con frecuencia se traduce comunión, pero cuando hablamos de comunión, normalmente nos referimos a que disfrutamos la compañía de alguien. Decimos que tuvimos comunión, simplemente, nos divertimos o hablamos o estuvimos juntos o en cierta manera, compartimos algo de comida. Pero eso no es de lo que estamos hablando aquí. Aquí estamos hablando de pertenecer, esa es la palabra que más me gusta. Pertenecer. Usted le pertenece a alguien más. Y alguien más le pertenece a usted en una relación mutua.

Entonces, él dice: “yo sé que tu fe se preocupa con cuán importante es esta pertenencia mutua.” ¿Y cuál es su implicación aquí? Bueno, Onésimo va a regresar. Usted ahora sabe que Onésimo, al leer esta carta, es cristiano. Y eso lo hace estar en la comunión. Y él te pertenece a ti ahora no sólo como esclavo, sino como hermano en Cristo y tú le perteneces a él no sólo como amo, sino como hermano en Cristo. Y yo sé que a ti te preocupa el pertenecer. Ésa es la idea. “Sé que esto te es importante.”

Y después, él dice: “y quiero que tu participación, tu comunión, la comunión, la participación de tu fe se vuelva eficaz, que tenga un impacto poderoso.” Y lo que él está diciendo es “si tú perdonas a este hombre, va a tener un impacto poderoso. Porque este fue un crimen serio por el cual este esclavo podía perder su vida. Y si tú tan sólo perdonas a este hombre y punto, eso va a enviar un mensaje fuerte a la Iglesia acerca de la prioridad de pertenecer.” Este hombre ahora me pertenece a mí no como mi esclavo, sino como mi hermano. Y mi hermano necesita perdón. Esa va hacer una afirmación poderosa de comunión.

No importa lo que un hombre le haga a usted o lo que una mujer le haga a usted. Si usted puede tomar a esa persona de regreso y abrazarla en amor, usted ha hecho una afirmación fuerte acerca de la preocupación que usted tiene por la participación. ¿No es cierto? Por la pertenencia mutua. Usted no se preocupa por usted y su aislamiento y su individualismo o a usted le preocupa la participación mutua, la participación.

Entonces, una persona, con fe salvadora verdadera se preocupa por el Señor. Una persona en quien el amor de Dios ha sido derramado en su corazón se preocupa por la gente, por otros. Y una persona que se preocupa por la comunión, la participación y tiene la prioridad de la pertenencia mutua de creyentes en su mente va a ser el tipo de persona dispuesta a perdonar. Si usted ama al Señor, si usted ama a la gente, si usted ama la comunión, será un perdonador.

Hay una cuarta. Una cuarta preocupación. Y es esta: él tuvo una preocupación por el conocimiento. Pablo quiso que él recordará esto. Y entonces Pablo dice en el versículo 6: “oro porque la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros.” Deténgase ahí. En el conocimiento de todo el bien que está en vosotros.

Ahora, permítame hacerle una pregunta. Cuando usted se volvió cristiano, ¿acaso Dios colocó cosas buenas en usted? Sí. Usted ha sido bendecido con ¿qué? Con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo Jesús. ¿Sabe que usted es nuevo? Dios lo ha recreado. ¿Sabe que hay muchas cosas buenas en usted? Muchas cosas buenas. Y él le dice a Filemón: Filemón, quiero que tengas conocimiento de toda cosa buena en ti. Entonces, ¿cómo las aprendo? ¿Cómo es que sé acerca de las cosas buenas que están en mí? ¿Las leo en un libro? No. La palabra para conocimiento es epignōsis, no sólo conocer, gnōsis, sino epignōsis, conocimiento profundo, conocimiento rico, conocimiento pleno. Escuche esto, conocimiento experimental. Es el conocimiento que viene mediante la familiaridad personal con la Verdad. Es el conocimiento que viene mediante la experiencia.

Ahora, escuche lo que él le está diciendo. Él le está diciendo: “Filemón, si perdonas a este hombre,” escuche ahora, “si perdonas a este hombre vas a experimentar inmediatamente lo bueno que hay en ti llamado perdón. Puedes leer acerca del perdón en un libro, pero realmente no lo vas a conocer porque no lo has experimentado.” Usted puede oír a alguien predicar acerca del perdón y cuán maravilloso es y cuán bendito es. Pero usted realmente no lo va a conocer hasta que lo haga.

¿Sabe usted cómo tener el conocimiento de las cosas buenas que hay en usted? Ejerciéndolas. Usted va a descubrir la voluntad tremenda de lo que Dios ha colocado en usted cuando usted camine en obediencia a la voluntad de Dios y usted haga cosas y vea y experimente estas cosas en su propia vida. Dios le ha dado la capacidad de perdonar. Perdone a alguien y lo experimentará. Eso es lo que él está diciendo. Una vez que lo hagas, Filemón, vas a experimentar el perdón.

Digo, todos nos hemos sentado y leído los libros que muestran a algún hombre esquiando ahí en los Alpes suizos en una mañana soleada y la nieve volando y la belleza y la maravilla de todo eso y la emoción. Pero lo voy a decir una cosa, hay mucha diferencia entre ver el retrato o la foto en el libro y bajar por la montaña. Hay cierto conocimiento unidimensional plano que usted obtiene del libro que ni siquiera puede relacionarse con lo que usted experimenta cuando usted va bajando por la montaña esquiando. Y lo mismo es el caso en la esfera espiritual. Yo puedo leer las palabras planas en las páginas de la Biblia que definen el perdón, pero nunca tendré la epignōsis, o el conocimiento profundo del perdón hasta ¿qué? Perdone y lo experimente. Y así es como yo aprendo y conozco toda buena cosa que Dios ha colocado en mí.

Entonces, la persona que puede perdonar está preocupada por el Señor. Está preocupada por la gente. Está preocupada por la comunión y está preocupada por el conocimiento. Quiere el conocimiento pleno, rico, profundo de toda cosa buena que está en él. Y sabe una cosa, simplemente piense en esto. Yo quiero hacer lo que Dios quiere que yo haga porque quiero experimentar el poder de la bondad que está en mí a través de Él. No es mi propia bondad, sino que es la bondad que Él ha colocado en mí. ¿Acaso usted no se goza por eso? A veces, cuando tenemos la oportunidad de dar, por ejemplo y de dar generosamente y de dar sacrificialmente, sentimos esta emoción, este gozo, esta exuberancia, porque hemos experimentado la bondad profunda, rica que Dios ha colocado en nosotros que nos hace tener la capacidad de dar sacrificialmente. Y entonces, él le está recordando a Filemón y a nosotros de la prioridad de estar preocupados por el conocimiento.

Hay un quinto componente, creo, en la virtud de alguien que perdona y esa es una preocupación por la gloria. Una preocupación por la gloria. Al final del versículo 6, está esta pequeña frase: “por Cristo Jesús.” De hecho, en el griego dice: “para Cristo.” Para Cristo. En otras palabras, él está diciendo: “Filemón, sé que tú tienes la comunión como una prioridad. Quiero que sea poderosa. Sé que estás preocupado por el conocimiento y quiero que sea el conocimiento de toda cosa buena que hay en ti. Y sé que quieres que todo esto sea por causa de Cristo.” Eso es implícito.

En otras palabras, estás preocupado por la gloria de Cristo. Lo haces para Él. Como para Él. La vida cristiana, con todas sus obras, con todos sus logros, con todo lo que hacemos, con todas sus responsabilidades es para la gloria de Cristo. Es por causa de Cristo, es por el nombre de Cristo. Es para la alabanza de Cristo, es para la gloria de Cristo. Y francamente, si usted está entregado a eso, usted va a perdonar, ¿verdad? Yo no puedo decir en un momento: “quiero hacer todo para la gloria de Cristo, pero no creo que te voy a perdonar.” Usted no puede decir eso. Sea honesto. Lo que usted tiene que decir es: “no te voy a perdonar, entonces, Cristo, no estoy interesado en Tu gloria. Estoy interesado en mi venganza.” Eso es lo que usted está diciendo.

Pero si usted quiere honrar a Cristo, entonces usted perdonará como Él lo perdonó a usted, ¿verdad? Si usted quiere honrar a Cristo, usted obedecerá lo que Él le dijo a usted que hiciera. Con toda certeza, Filemón estaba preocupado con glorificar a Cristo. Ciertamente, él lo haría por causa de Cristo para Cristo.

El que perdona, entonces, es marcado por una preocupación por el Señor, una preocupación por la gente, una preocupación por la comunión, una preocupación por el conocimiento experimental profundo y una preocupación por la gloria de su Señor.

Hay una última nota, la persona que perdona, se caracteriza por una preocupación por ser una bendición. Él se caracteriza por una preocupación por ser una bendición. Y esto, de nuevo, es implícito, versículo 7. Pablo dice: “pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor.” Deténgase ahí en este punto. Este hombre tuvo una reputación por ser amoroso. Y Pablo dice: tu amor me ha traído gozo y consolación. Eso es lo que él dice. No sólo gozo y consuelo. Mucho gozo y consuelo. He llegado al punto en el que me has dado razón para regocijarme. He llegado al punto en el que has alentado mi corazón mediante tu amor. ¿De qué manera? Versículo 7. De nuevo, a la mitad del versículo, “porque por ti, oh hermano, han sido confrontados los corazones de los santos.” ¡Qué afirmación! Los corazones. Él usa la palabra splanchna, de hecho, las entrañas, los sentimientos, el lugar de la emoción y el sentimiento.

Él dice: “la gente en problemas, la gente con sentimientos, la gente sufriendo y lastimada y luchando han hallado que tú eres una bendición. Tú los refrescaste.” Es un término militar usado para un ejército que marcha, se detiene y descansa. Tú le traes a la gente descanso. Tú eres un pacificador. Tú renuevas a la gente. Tu preocupación y tu cuidado y tu servicio y tu corazón trae aliento, es un bálsamo a la gente que está turbada. Nada indica que él fue un anciano en la Iglesia. Nada indica que él fue un diácono en la Iglesia. Nada indica que él fue un maestro en la Iglesia. Obviamente, él fue algún tipo de hombres de negocios. Él no fue un diplomático calculado. Él simplemente fue un hombre de bondad instintiva. Y él fue una bendición para todo el mundo. Ese tipo de persona, perdonará. La persona que está preocupada por ser una persona que refresca a otros - no quiere traer problemas a tu vida. No quiere traer turbación, no quiere traer molestias. “Sólo quiere traerte descanso.”

Escuche, ése es el tipo de personas que me trae gozo. Hay gente en mi mundo, créame, hay personas en mi mundo, más de lo que me gusta pensar, que me traen problemas. Y normalmente, es constante. Y usted busca por mucho tiempo y con mucho trabajo para encontrar gente que simplemente lo refresca a usted todo el tiempo porque ellos resuelven todo. Porque traen paz a todo, porque ejercen dirección y liderazgo sabios, porque sirven y se preocupan y ministran; y porque simplemente, bendicen a todo el mundo. Ése es el tipo de gente que va a perdonar, porque lo único que quieren traer es bendición.

Bueno, Filemón ya para este punto debe estar diciéndose a sí mismo, “hombre, realmente soy algo importante. ¡Guau!” Y eso es exactamente lo que Pablo espera que esté diciendo, porque en el versículo 8 le va a pegar fuerte con lo que necesita hacer. Y ahora, él se va a sentir tan bien por lo maravilloso que es como hombre, que él va a tener que hacerlo o de lo contrario, no va a vivir al nivel de sus comunicados de prensa. Cualquier persona que ama al Señor Jesucristo, cualquier persona que ama a los santos, cualquier persona que ama a la comunión, cualquier persona que ama al conocimiento verdadero, cualquier persona que ama la gloria de Cristo, cualquier persona que ama ser una bendición, va hacer un perdonador. Esa es la virtud del tipo de personas que perdonan. Entonces, Pablo establece esa virtud como la virtud de Filemón. Y después, como lo veremos el próximo domingo, le pide que perdone.

Estaba leyendo un libro antiguo de poemas que es uno de mis favoritos. Y me encontré un poema, y no sé si le va a impactar tanto como me impactó a mí. Quizás, porque soy un padre de cuatro hijos y tengo memorias tan maravillosas de mis hijos, me impactó y me conmovió. Y cada vez que lo leo, he tenido el mismo tipo de respuesta. Pero simplemente, es un pequeño recordatorio de las cualidades simples del perdón. Vea si puede seguir lo que el poeta dice:

“Mi pequeño hijo, que me vio con ojos pensativos y se movió y habló y había llegado a ser sabio, habiendo desobedecido por séptima vez mi ley, lo confronté y lo despedí con palabras fuertes y sin besarlo. Su madre, quien fue paciente, estaba muerta. Temiendo después que la tristeza de él estorbara su sueño, visité su cama, pero lo encontré dormido. Con párpados oscuros y cerrados, pero con pestañas mojadas aún por haber llorado. Y yo, gimiendo, besé sus lágrimas para dejar otras que eran mías. Porque en una mesa junto a su cama, él había colocado, cerca de él, una caja de colores y una piedra roja, un pedazo de cristal erosionado por la arena de la playa y seis o siete conchas, una botella pequeña y dos monedas de cobre francés para consolar su triste corazón. Entonces, cuando en esta noche oré a Dios, yo oré y dije: ah, cuando al final estemos con un aliento tranquilo, viéndote la muerte, y Tú te acuerdes de cuáles fueron los juguetes que hicimos que fueran nuestros simples gozos, cuán débilmente entendimos el bien tan grande que Tú nos mandaste. Entonces, paternalmente, no menos yo, a quien has formado del barro, Tú dejaras Tu ira y dirás: “perdono tu actitud infantil.”

Si Dios puede hacer eso por nosotros, ¿acaso no podemos hacer eso el uno por el otro?

Padre, gracias por este recordatorio esta mañana del tipo de persona que perdona. Queremos ser ese tipo de persona. Anhelamos ser ese tipo de persona. No encontramos virtud alguna en ser menos que eso. Y entonces, pedimos que Tu Espíritu nos haga como el querido Filemón, aquellos que tienen la virtud de un perdonador. Si hay algo que aún no hemos perdonado en nuestras vidas, resuélvelo en este momento y libéranos de la esclavitud del pasado, la enfermedad de la amargura, la puerta abierta a Satanás y la pérdida de la comunión dulce contigo, porque sólo el perdón puede hacer eso, por causa de Jesús. Amén.

 

 

 

 

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