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Regresamos este gran primer capítulo y vamos a ver los versículos 7 al 8. En estos dos versículos leemos: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por Él. Sí, amén. Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.”

A cualquier persona que le gusten los libros de acción, ciertamente le gustará el libro de Apocalipsis. Definitivamente, no hay un libro que se pueda comparar a él. Está cargado de drama. Está cargado de suspenso. Está cargado de misterio, pasión, horror, desastre sobre desastre. Habla, por ejemplo, de la historia venidera de la apostasía de la Iglesia. Habla del colapso de la economía del mundo. Habla de la guerra final del mundo. Habla de desastres sin paralelos, desastres naturales. Habla de los juicios finales de la ira de Dios. Habla de baños de sangre, conflicto político que abre la puerta para un gobernante mundial impío, infernal, que se apodera del mundo. Habla de la destrucción total del universo entero y de la condenación, tanto de los cuerpos como de las almas de las personas que van al infierno eterno. Es un libro de emoción increíble; sin embargo, sorprendentemente es un libro de esperanza y un libro de gozo. Y un libro con un final feliz. Nos va a tomar algo de tiempo desarrollar su historia. Va a tomarle algo de tiempo a Juan desarrollarla. Y entonces, aquí en los versículos 7 al 8, nos da un anticipo de atracciones venideras, de lo que está por venir. Un breve vistazo de lo que el libro trata. Todo tiene que ver con el que viene, es un libro acerca de la Segunda Venida. Aquí está el anuncio glorioso de la tesis, el tema, el corazón del libro en el versículo 7: Jesús viene. Ese gran hecho resume el libro. Eso condensa el libro en una afirmación colosal y le toma a Juan 21 capítulos realmente; y después, en el capítulo 22, nos lleva hasta la gloria para desarrollar todo esto.

Aquí, en el versículo 7, tenemos el primer oráculo profético en el libro. Viene después del saludo de apertura. Y ese oráculo profético es: “He aquí, que viene.” De eso trata el libro. La palabra ‘aquí’ es usada 30 veces en Apocalipsis. Es una palabra de exclamación. Es una palabra que nos llama a que pongamos atención. Es una palabra que dice ‘mire, preste atención.’ Es una palabra que tiene la intención de despertar la mente y el corazón y los sentidos. Realmente, es impresionante que se use 30 veces. Pero hay por lo menos 30 veces en este libro cuando se nos dice ‘observa, mira, he aquí, porque hay tantas cosas asombrosas que son impresionantes.’ Y entonces, aquí por primera vez, él dice: “Mire, ponga atención.” ¿Por qué? Él viene. Esto es tiempo presente. ¿Notó eso? No dice que Él vendrá. No dice eso. Él dice ‘He aquí que viene.’ Y el uso del verbo en tiempo presente tiene la intención de darle el sentimiento que ya está en camino, el proceso de Su venida ya comenzó.

Esta declaración “He aquí que viene” es realmente tomada de Daniel capítulo 7, versículo 13. Dice: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de Él.” Y después, en el versículo 14 de Daniel 7 dice: “Y le fue dado dominio, gloria y reino.” Entonces, Juan recibe un oráculo, una revelación profética aquí de que Él viene, ese es un eco de la promesa de Daniel 7:13.

El que venía o el venidero, el que viene, fue un título para el Mesías. El que viene fue un nombre especial para el Mesías. De hecho, en Mateo, tenemos una referencia interesante a eso. Simplemente, se las leo. En Mateo, Juan el Bautista estaba en la prisión y envió palabra por sus discípulos a Jesús. Y le dijeron: “¿Eres tú el que había de venir?” Como usted puede ver, los judíos sabían que ‘el que venía’ era un título mesiánico. Jesús es el que viene. Ese mismo verbo, erchomai, que significa venir o venida es usado directa o indirectamente en referencia a Cristo nueve veces en el libro de Apocalipsis. Siete de esas nueve veces son las palabras de Jesús mismo, refiriéndose a sí mismo como ‘el venidero.’ El que viene. Este libro, entonces, habla de la venida del que viene. El que había de venir. Y el tiempo presente aquí indica que Él ya está viniendo. Entonces, tenemos este sentido de expectativa que lleva a Juan a decir “He aquí que viene,” como si debiéramos estar viviendo con una expectativa aún mayor. Y esto es, nuevamente, el gran corazón del libro.

Debemos abrir nuestro entendimiento a la grandeza de este acontecimiento en cierta manera al entender qué tan importante es esto en las Escrituras. Permítame ver si le puedo ayudar. Se dice que la profecía o la predicción futura abarca un quinto de las Escrituras. De ese quinto de las Escrituras que habla de profecía futura, un tercio de eso se refiere a la Segunda Venida de Jesucristo. Algunos han calculado que hay más de 660 profecías generales, 333 acerca de Cristo, 109 cumplidas en Su Primera Venida, 224 en Su Segunda Venida. Entonces, la Biblia tiene mucho que decir acerca de Su Segunda Venida. De los 46 profetas del Antiguo Testamento, menos de 10 de ellos hablan de Su Primera Venida; 36 de ellos habla de Su Segunda Venida. Hay más de 1500 pasajes en el Antiguo Testamento que se refieren de alguna manera a la Segunda Venida de Jesucristo. Uno de cada 25 versículos del Nuevo Testamento se refiere de manera directa a la Segunda Venida de Jesucristo. Cada vez que la Biblia menciona la Primera Venida de Cristo, menciona la Segunda Venida ocho veces. Cada vez que la expiación es mencionada, la Segunda Venida es mencionada dos veces. Jesús se refiere a Su Segunda Venida 21 veces y más de 50 veces se nos dice que estemos listo para Su regreso. Entonces, este es un tema muy importante en las Escrituras y le presento estos nombres no sólo para que los recuerde, sino para que le dé una idea de la amplitud de la palabra profética que se refiere a la Segunda Venida.

Me pareció curioso que en una convención de delegados de iglesias de una reunión mundial en Evanston, Illinois, bajo la dirección del Concilio Mundial de Iglesias, estuvieran haciendo una investigación y se dieron cuenta que sólo el 10% del clero protestante norteamericano encontraba alguna importancia en absoluto en la doctrina de la Segunda Venida. El 90% de ellos dijo que no era significativa. Francamente, Pedro predijo que ese tipo de incredulidad vendría cuando dijo: “‘¿Dónde está la promesa de Su venida?’, preguntan los burladores.” Los burladores siempre han querido negar la Segunda Venida porque está conectada con el juicio; y no están listos o dispuestos a enfrentar el juicio de Dios. Pero a pesar de lo que digan los burladores, la Biblia claramente enseña que Jesús regresará.

Ahora, permítame darle algo de apoyo para eso, hay muchas escrituras que demandan el regreso de Cristo. No sólo esta proliferación de profecías, hay otros asuntos contundentes que demandan el regreso de Cristo. Permítame sugerirle esto y puede seguirlo cuidadosamente conforme se lo explico. En primer lugar, la promesa de Dios demanda que Jesús venga. La promesa de Dios demanda que Jesús venga. Por ejemplo, en Génesis 49:10, encontramos la primera profecía acerca del gobierno del Mesías. Dice: “No será quitado el cetro de Judá,
Ni el legislador de entre Sus pies, hasta que venga Siloh; y a Él se congregarán los pueblos.” De los lomos de Judá vendrá Siloh, el Mesías; y las naciones le obedecerán.” Eso no ha sucedido, pero Dios prometió que sucedería. Si no sucedió la primera vez que Jesús vino, tiene que suceder la segunda vez que Él venga.

En el Salmo 2, Dios prometió que las naciones se postrarían ante Jesucristo y Él los gobernaría con una vara de hierro. Eso todavía no sucedió. Tiene que suceder en el futuro. No sucedió en Su Primera Venida, sucederá en Su Segunda Venida. Isaías dijo que Él sería el Dios fuerte, el Padre eterno, este niño que nos sería dado. Y el gobierno o el principado, sobre Sus hombros. Eso no sucedió la primera vez que Él vino. Él no levantó el gobierno, no se convirtió en el gobernante. Eso tiene que suceder en el futuro. La Biblia nos dice en Zacarías que cuando Él venga, Él partirá en dos el monte de los Olivos y las naciones se congregarán ahí y serán juzgadas. La Biblia nos dice que cuando Él venga, traerá un Reino glorioso. Léalo en Isaías. Nada de eso sucedido, no sucedió la primera vez. Demanda entonces, que suceda la segunda vez. Número 23 dice que “Dios no es hombre para que mienta.” Dios dice que ocurrirá y por lo tanto, el Hijo de Dios debe regresar para que suceda. La promesa de Dios demanda la Segunda Venida.

En segundo lugar, las palabras de Jesús demandan la Segunda Venida. En Juan 14, Jesús dijo: “Yo me voy pero me voy a preparar un lugar para ustedes y si preparo un lugar para ustedes regresaré y los recibiré a mí mismo para que donde Yo estoy, vosotros también estéis.” Jesús prometió que cuando Él se fuera, Él regresaría. La promesa de Jesús demanda la Segunda Venida.

En Lucas 19, Jesús dijo: “Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: ‘Negociad entre tanto que vengo.’ Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: ‘No queremos que éste reine sobre nosotros.’ Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.” Abajo, en el versículo 26: “Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí.” Y Jesús estaba diciendo ‘Yo soy Rey, voy a irme, voy a regresar y voy a revisar lo que hicieron con el privilegio del Evangelio que recibieron. Si no hicieron nada con eso, los voy a condenar. Si ejercieron en fe hacia Mí, los voy a llevar a la gloria conmigo.’ Él es el rey que se fue y qué regresará; y que regresará para compensar a los Suyos y regresará a juzgar a aquellos que lo rechazaron.

Cincuenta años después de Su Ascensión, el Señor Jesús envió un ángel a Juan. Y ese ángel vino a Juan conforme escribió el libro de Apocalipsis. Y seis veces a ese ángel Jesús dijo: “Dile que escriba: “He aquí, vengo pronto.”” Jesús prometió que Él regresaría. Y Su promesa demanda Su Segunda Venida. Y Él viene porque Dios, que no puede mentir, lo dijo. Él viene porque Jesús mismo, quien habla sólo la verdad, lo dijo.

En tercer lugar, la garantía del Espíritu Santo lo demanda. Después de todo, el Espíritu Santo llamado en Juan 14:26 y Juan 15: 26 el Espíritu de verdad. En Juan 16:13, Jesús dijo: “Él os guiará a toda verdad”; Él les hablara las cosas acerca de Mí. Y lo que Él estaba diciendo es que Él iba a inspirar las Escrituras. Él iba a moverse en los escritores que escribirían las Escrituras inspiradas. Y entonces, cada vez que usted lee acerca de la Segunda Venida, 1 Corintios, capítulo 1, versículos 4 al 8; Filipenses, capítulo 3, versículos 20 al 21; Colosenses capítulo 3, versículo 4; Santiago, capítulo 5, versículo 8; 1 Pedro, capítulo 1, versículo 13; 1 Juan 3:2 y 3, etc., cada vez que usted lee acerca de la Segunda Venida de Cristo, ése es el testimonio del Espíritu Santo conforme Él inspira al escritor. Dios prometió que Él vendría. Él mismo prometió que vendría. Y el Espíritu Santo prometió que Él iba a venir. Debe venir debido a las promesas de la Trinidad; la credibilidad de la Trinidad está en juego.

En cuarto lugar, Jesús debe regresar debido al programa de la Iglesia; porque el programa de la Iglesia lo demanda. En Hechos, capítulo 15 - y solo le voy a mostrar un pasaje muy breve pero muy poderoso - Hechos 15:14. Pablo y Bernabé vienen y traen un reporte acerca de conversiones gentiles y demás. Y después, Jacobo habla; y esto es lo que dice comenzando en el versículo 14: “Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para Su nombre.” Dice el versículo 15: “Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito [y aquí cita del Antiguo Testamento de Amós y Jeremías] ‘Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado Mi nombre,’ dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos.” Ahora, permítame explicarle lo que está sucediendo aquí. Pedro acaba de regresar y le ha reportado a la gente, a los líderes, que Dios está salvando gentiles. Pablo y Bernabé obviamente saben eso; y también lo han experimentado. Y dicen que Dios está tomando un pueblo, Dios está sacando un pueblo de todas las naciones para sí mismo. Y dice el versículo 11 que están siendo salvados por la gracia del Señor Jesús, de la misma manera que los judíos. Esta es la Iglesia. Y esto es algo asombroso, que Dios llamara a un pueblo de los gentiles. Entonces, Santiago se aparece, el medio hermano de nuestro Señor, y cita una profecía primordialmente de Amos 9:11 y 12, y él dice: “bueno, esto no es exactamente lo que Amós dijo, que no sólo Él reedificaría el tabernáculo de David, sino que también Él llamaría a un grupo de gente de los gentiles, ¿no es cierto? Y después, Él traería el Reino.” Sí, el tabernáculo de David o el Reino, la casa de David, la casa real, sería reedificada y sería restaurada y ése es el Reino. Pero antes de que eso suceda, va a haber un pueblo que será llamado el pueblo de Dios. Y entonces, usted aquí tiene una secuencia. El llamado de la Iglesia; y después de esto, tiene al Reino. Versículo 16: “Después de estas cosas regresaré y reedificaré el tabernáculo de David que está caído.” Y eso es exactamente lo que los profetas dijeron.

Entonces, el punto es que Dios va a llamar a una Iglesia. Él entonces va a regresar y establecer Su Reino y en ese Reino, todas las naciones estarán bajo el gobierno de Cristo. Realmente estamos de regreso en el versículo 14; regresemos a ese versículo clave. Dios está llamando, está tomando de los gentiles un pueblo para Su nombre; y después de esto, versículo 16, Él regresará. ‘Volveré.’ Entonces, el programa para la Iglesia es llamar a la Iglesia y después regresar. La Iglesia, de acuerdo con Pablo, es como una virgen esperando su marido. Efesios 5:25 al 27. Primera de Tesalonicenses habla Ede la Iglesia esperando ser raptada. Entonces, el programa para la Iglesia demanda el regreso de Cristo.

El programa para las naciones también lo demanda. Y no tenemos tiempo para entrar a profundidad para desarrollar todo eso, pero el programa de Dios para las naciones demanda que también regrese. ¿Por qué? El Salmo 2 dice que también debe regresar y gobernar a las naciones. Esa es una profecía familiar para cualquier estudiante de las Escrituras. Joel, capítulo 3, habla de un tiempo, versículo 2, cuando el Señor venga y congregue todas las naciones y las traiga al valle de Josafat. Y ahí entre en juicio con ellos. Eso es futuro. Ahí en el versículo 9, habla de una guerra. Él habla de convertir los instrumentos de agricultura en espadas y va a usar los garfios que se usan para podar; y usarlos como lanzas. Y aquí está hablando de una gran batalla, de la gran batalla del Armagedón, multitudes, multitudes en el valle de la decisión. Viene un tiempo futuro, una guerra futura, un juicio futuro y durante esa guerra, en esa época de juicio, el Mesías vendrá y va a llevar a cabo Su gran juicio. De hecho, en el versículo 12 de Joel 3, dice: “Ahí me sentaré para jugar a todas las naciones que rodean.” Ese es el deber del Mesías. Entonces, el programa para el juicio futuro de las naciones, el valle de Josafat, el valle de la decisión, el juicio de las naciones, demanda que Jesús regrese.

Número seis, el programa para Israel demanda que Él regrese. Usted puede leer esto en el Antiguo Testamento. Ni siquiera necesito darles muchas Escrituras, pero usted encuentra repetidamente en el Antiguo Testamento que Dios le prometió a Israel un Reino. El Mesías vino, pero no recibió un Reino. Por ejemplo, en Isaías 59:20: “Y vendrá el Redentor a Sion y a los que se volvieran de la iniquidad en Jacob, dice Jehová. Y este será Mi pacto con ellos, dijo Jehová: “El Espíritu Mío que está sobre ti, Mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos,” dijo Jehová, “desde ahora y para siempre.”” En otras palabras, Dios dice ‘voy a venir y voy a salvarlos con una salvación eterna.’ Bueno, obviamente eso no le ha sucedido a Israel. El Mesías no ha hecho eso. La primera vez que vino, lo mataron, lo rechazaron. Pero Él regresará en otra ocasión y creerán en Él. En Jeremías 23:5: “’He aquí que vienen días,’ dice Jehová, ‘en que levantaré a David de nuevo justo; y reinará como rey el cual será dichoso y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días, será salvo Judá e Israel habitará confiado.’” Bueno, usted sabe que eso no ha sucedido. El Mesías vendrá, los salvará, les dará paz, prosperidad, seguridad y un Reino.

La Trinidad misma garantiza la venida de Cristo. Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu Santo lo prometieron. El programa que Dios haya establecido para las naciones, para Israel, para la Iglesia; todo demanda el regreso de Cristo. Él debe regresar a jugar a las naciones. Él debe regresar a recoger a la Iglesia. Él debe regresar para darle el Reino a Israel.

Tres simples puntos más: la humillación de Jesucristo demanda que Él regrese; la humillación de Jesucristo demanda que Él regrese. Él vino al mundo y lo rechazaron. Le dieron la espalda. Lo rechazaron. Esa no puede ser la manera en la que termine la historia. No puede terminar así. Él volverá a regresar. Y habrá un tiempo en el que Jesús regrese en gloria y lo adoren.

En Mateo 26, usted conoce la terrible historia que se está contando en esta sección de Mateo acerca de la muerte de Cristo. Pero a la mitad, al estar frente al sumo sacerdote, escuche lo que Jesús dice en el versículo 63 de Mateo 26: “Mas Jesús callaba. Entonces, el sumo sacerdote le dijo: ‘Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.’ Jesús le dijo: ‘Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.’ Entonces, el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ‘¡Ha blasfemado!’” El sacerdote comenzó rasgarse la ropa ante lo que pensó que era una blasfemia. Y después, le escupió en Su cara, le pegaron con sus puños en el rostro. Jesús dijo que no habían visto lo último de Él. Que no dejaría que esta saga termine con Su humillación, ‘me verán en poder y me verán en Mi gloria.’ En otras palabras, el mundo no ha visto lo último de Jesús. Es inconcebible, para cualquier cristiano, que la última vista que el mundo tendría de Jesucristo es la de un criminal ensangrentado, muriendo en la cruz, a quien habían escupido y con moscas por toda Su carne, colgando desnudo en el cielo de Judea. No el hijo de Dios; ese no es el último retrato de Jesús.

Número ocho, otro motivo por el cual Jesús viene, es porque la exaltación de Satanás lo demanda. Satanás tiene una exaltación temporal. Tres veces en la Escritura él es llamado el príncipe de este mundo. Pablo lo llama el dios de este siglo. Juan dice que el mundo estero está en sus brazos. El escritor de Hebreos dice que él tiene el poder de la muerte; pero Jesús ha roto ese poder. En 1 Juan 3:8, dice que Jesús vino para destruirlo, para destruir al diablo. Él vino para destruirlo. Romanos 16:20 dice: “El Dios de paz aplastará en breve a Satanás.” Jesús debe regresar, tiene que regresar para derrocar al usurpador que ha tomado el trono de este mundo.

Y finalmente, número nueve, la expectativa de los santos lo demanda; la expectativa de los santos lo demanda. La promesa de la Trinidad lo demanda, el programa para Dios lo demanda, la humillación de Cristo lo demanda, la exaltación de Satanás lo demanda y nuestra esperanza lo demanda. Si tenemos esperanza sólo en este mundo, de todos los hombres somos los ¿qué?, los más dignos de conmiseración. Tenemos esperanza porque sabemos que Jesús viene, que hay una vida eterna por delante. Pero no sólo eso, no sólo estamos esperando el cielo, estamos esperando a Cristo. Escuche lo que dice Tito 2:11: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador, Jesucristo.” Esperamos a Jesucristo. Segunda de Timoteo 4:8 dice que “amamos Su manifestación, Su aparición.” Entonces, es un elemento central del Evangelio cristiano y de la fe cristiana creer en la Segunda Venida de Jesucristo. La credibilidad de la Trinidad está en juego. La integridad del programa de Dios para la Iglesia, para Israel y para las naciones está en juego. Y el derrocamiento de Satanás está en juego, como también el cumplimiento de la expectativa y la esperanza de los creyentes.

El libro de Apocalipsis va a desarrollar elementos de estos nueve conforme avanzamos. Pero toda esa explicación que le acabo de dar es simplemente para subrayar la declaración de apertura del versículo 7: “He aquí que viene” subraye la palabra “con las nubes.” Todo lo demanda; Él viene.

Ahora, conforme Juan nos da una probada, observe con atención, le voy a dar pensamientos muy simples y directos. Él nos muestra la gloria; éste es el primer punto. La gloria de ello. Todo la que acabamos de ver sólo fue introducción, aquí están los puntos que realmente quiero que vea, que se concentre en estos. Ahora que usted sabe que viene y todo lo demanda, en primer lugar, la gloria de esto. La gloria de Su Venida se indica por la frase “con las nubes.” Si usted estudia su Biblia, va a ver que las nubes juegan un papel importante. Una nube era símbolo de la presencia de Dios con Su pueblo en el desierto cuando allí estaban. Se acuerda que fueron guiados por una nube de día. También recuerda que la nube de la gloria de Dios llenó el tabernáculo cuando fue construido, en Éxodo 40. También recuerda que cuando el templo fue completado en Primera de Reyes 8:10, la nube de la gloria de Dios llenó el templo. También se acuerda que en Daniel 7:13, el Hijo del Hombre vendrá con las nubes del cielo. Se acuerda que cuando Jesús vino y se fue en el monte y fue transfigurado, usted sabe eso en Mateo 17:5, dice básicamente que una nube descendió sobre el Hijo del Hombre en ese monte de gloria. Cuando Jesús ascendió, en Hechos 1:9, una nube lo recibió y se lo llevó de sus ojos. Y cuando Él regrese, en Mateo 24:30, Él vendrá en las nubes del cielo.

Y entonces, aquí vemos nuevamente que Él viene con las nubes. ¿Cuál es el punto de eso? Bueno, podría significar un origen celestial. Él viene de los cielos, donde están las nubes. Pero creo que es más que eso. De hecho, ni siquiera creo que el punto aquí es tal que aquí viene en algún tipo de nube terrenal. Creo que ésta es una nube de gloria o nubes, nubes y nubes de gloria. Si usted regresa al Antiguo Testamento, regresa hasta Génesis, lee acerca de la gloria Shekhiná la cual era luz, luz. Una luz resplandeciente, refulgente. Dios manifestándose a sí mismo en luz que podía ser vista; y también podía ser oída por que la oyeron en el huerto. Dice que oyeron a Dios moviéndose; Dios en el huerto. Debió haber sido una luz energizada. Dios es espíritu y no cuerpo; Dios no es hombre pero se reveló a sí mismo en algún tipo de luz refulgente energizada. Entonces, era tan poderosa y tan refulgente que nadie podía verla de manera plena, completa y vivir, dice en Éxodo 33. Entonces, usted puede ver poco de ella. Tenía que estar velada. Pero en el futuro, cuando Cristo regrese, la gloria no estará velada. Lo primero que Dios hará es convertir el universo. Se acaba el sol, la luna se acaba, las estrellas se acaban y el universo entero se oscurece. Y veremos eso en el libro de Apocalipsis. Y en ese universo que está en oscuridad total, la gloria sale del cielo, la gloria refulgente de Jesucristo como un millón de soles.

De hecho, es tan aterradora, que la gente se arrastra para meterse en cuevas y grita pidiendo que las rocas y las montañas los aplasten para que los escondan del rostro de la gloria de Cristo.

Entonces, vemos la gloria de Su Venida. Por cierto, ¿sabe usted lo que constituye o lo que hace posible que esa nube exista? El brillo refulgente mismo de Cristo quien es la imagen exacta del Padre, quien es el resplandor de Su esencia, dice Hebreos 1. Y usted añade a eso diez mil veces por diez mil veces y decenas de miles por decenas de miles, lo cual significa un mundo innumerable de ángeles santos en gloria refulgente; y usted añade a eso todos los santos glorificados del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento que están brillando en ropas blancas que están montando caballos refulgentes. La palabra es leukon, que significa refulgente y no sólo blanco. Usted aquí tiene un destello blanco que viene del cielo oscuro que es una luz indescriptible. Y cuando dice que viene con las nubes, no significa que Él va a estar bajando gentilmente en algún tipo de algodón blanco. En absoluto. Entonces, la gloria de la Segunda Venida, y créame, hay más detalles que están por venir en esto.

Lo segundo que él presenta es el espectro de la Segunda Venida. Versículo 7: “Y todo ojo le verá.” Todo ojo, Su venida será visible a la raza humana entera; todo el mundo, el mundo entero. En esta ocasión, no habrá error alguno. La primera vez que Jesús vino, Su gloria estuvo velada, ¿no es cierto? Estaba velada en carne humana. Una vez, en el monte de la transfiguración, Él hizo a un lado el velo y vieron la gloria refulgente y estaban aterrados. Pedro, Jacobo y Juan; estaban llenos de temor. Y eran creyentes. Y ese fue simplemente un vistazo, un pequeño vistazo de la gloria pero estaba velada por Su carne humana. Estaba encubierta, estaba escondida. Cuando Él regrese, no estará. Y todo ojo sobre la faz de la tierra lo verá.

Y luego divide eso en dos grupos: “Y los que le traspasaron y todos los linajes de la tierra harán lamentación por Él.” Esos son dos grupos. Usted preguntará quiénes son. Los que le traspasaron, no los soldados romanos, no está hablando de cinco hombres. Normalmente había cinco hombres que crucificaban a alguien. Él no está hablando de esos cinco hombres, ya están muertos. Ellos no lo verán. ¿De quién está hablando? Permítame mostrarle de quién está hablando. Vaya a Juan 19:37. Claro que los soldados que estuvieron ahí, ellos, versículo 34, “uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.” No tuvieron que romper Sus piernas, ya estaba muerto. Entonces, el versículo 36 dice: “Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso Suyo. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.” ¿A qué se refiere eso? Está hablando de la profecía de Zacarías. ¿Y quién dijo Zacarías que era este grupo que mirarían al que traspasaron? Zacarías dijo que serían los judíos. Zacarías dijo que vendría el día cuando verían al que traspasaron; y se refirió a los judíos. Usted se preguntará cómo se eso. Porque eso es exactamente lo que dice. “Derramaré en la casa de David y los habitantes de Israel el espíritu de gracia y súplica para que miren a Él a quien traspasaron.” ¿Quién traspasó a Jesús? Bueno, fueron los romanos. ¿Quién fue responsable de su muerte? Israel.

Observe Hechos, capítulo 2. En Hechos, capítulo dos, versículo 22: “Varones israelitas, oíd estas palabras: ‘Jesús Nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas y prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de Él, como vosotros mismos sabéis, a este entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándolo.’” Ellos lo hicieron. Ustedes usaron las manos de los romanos, pero lo hicieron. Hechos, capítulo 3, versículo 14: “Mas vosotros (aquí está hablando a los judíos) negasteis al Santo y Justo y pedisteis que se os diese un homicida; y matasteis al autor de la vida.” Eso es correcto. Son los judíos.

Y entonces, ¿qué lo que está diciendo aquí en el versículo 7? Los judíos que los traspasaron, lo verán. Ellos lo verán. Ahora escúchenme. Lo que usted va a descubrir, lo que usted va a encontrar en el libro de Apocalipsis es que algunos de esos judíos habrán sido salvados para el momento en Él que viene. De hecho, hay 144,000 de ellos, 12,000 de cada tribu, que son salvos. Y están evangelizando al mundo. Y habrán otros judíos que serán salvos en la segunda mitad de una época llamada Tribulación, exactamente antes de que Él venga. Entonces, algunos lo verán a Él, algunos de los judíos que han sido salvados para ese entonces; pero para otros judíos, cuando lo vean por primera vez que viene del cielo, todavía no habrán sido salvos. Pero en ese momento, serán salvos. Hay un período de tiempo cuando Cristo viene del cielo, antes del juicio final, quizás días, quizás horas, no conocemos el tiempo exacto, pero hay tiempo para arrepentirse. Y creo que para la gran mayoría de la nación de Israel, ése será el momento en el que los judíos se salven, aquellos que estén vivos en esa época, en ese momento.

Regrese a Zacarías, capítulo 12 y sólo voy a desarrollar esta verdad tremenda para usted. Zacarías 12:10: “Y derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén espíritu de gracia y de oración.” ¿Qué quiere decir eso? Voy a salvar a los judíos; voy a salvarlos. “Y mirarán a Mí, quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por Él como quien se aflige por el primogénito.” ¿Por qué llorarán? Le voy a decir por qué llorarán. Llorarán por lo que le hicieron a su Mesías. Viene un día cuando Dios salva a la casa de David, cuando salva a los judíos, cuando derrama gracia y oración en ellos. La palabra oración les da el espíritu de arrepentimiento mediante el cual ruegan porque se les perdone. Ellos suplican perdón. Yo voy a hacer eso por ellos y verán al que traspasaron, que viene del cielo y llorarán como quien llora por hijo unigénito, afligiéndose por Él como quien se aflige por el primogénito, porque se darán cuenta de lo que han hecho. Reconocerán, se darán cuenta de su pecado; y su pecado y sus lágrimas eran lágrimas de arrepentimiento.

“En aquel día,” dice el versículo 11, “habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido.” Habrá un lloro terrible, un tiempo terrible, muy parecido al lloro en el valle de Meguido, cuando el rey piadoso Josías fue asesinado por Faraón Necao; y eso está registrado en 2 Crónicas 35. Será un tiempo terrible de lloro. Versículo 12: “Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí; todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí.” Todas las mujeres van a llorar. Y todas las familias van a llorar. Esta es toda Israel.

Cristo viene en gloria refulgente. Todos en el mundo lo ven. Los judíos lo ven, algunos de ellos serán salvos. Pero en este momento, los que todavía no han sido salvos, van a llorar en arrepentimiento y súplica y van a sentir la gracia y el perdón de Dios. Capítulo 13, versículo 1; esto es tan hermoso: “En aquel tiempo,” (el día mismo en el que el venga) habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.” ¿Qué va a hacer Él? Él va a limpiarlos. Él va a limpiarlos. ¡Oh, qué maravillosa verdad, salvación!

En ese día, un día, Dios dice: “quitaré el pecado de la tierra en un día.” Y ese es el día de Su Venida. Eso se encuentra, por cierto, en Zacarías 3:9 “Quitaré el pecado de la tierra en un día.” ¿Sabe lo que significa llorar, golpearse el pecho en tristeza, lamentarse, llorar? Éste es el lloro de arrepentimiento. Ahora, mantenga eso en su mente. Cuando Jesús viene, gloria refulgente, los judíos se arrepienten. Isaías 25:9 dice: “Y se dirá en aquel día, he aquí, este es nuestro Dios que hemos esperado y nos salvará.” ¡Guau! Los 144,000 ya habrán sido salvos. Habrán evangelizado al mundo y particularmente los judíos; entonces, lo judíos habrán oído el Evangelio. Ellos entonces verán a Cristo viniendo de la gloria y se golpearán el pecho; y conforme Dios soberanamente en Su gracia derrama sobre ellos un espíritu de súplica y les hace rogar a Dios pidiéndole perdón. Y en ese momento, Él envía un manantial de limpieza para limpiarlos de sus pecados. Y Romanos 11 se cumplirá cuando Pablo dice: “Y entonces, todo Israel será, ¿qué?, salvo.” Y los judíos lo verán y llorarán el lloro del arrepentimiento.

Pero observe el otro grupo que lo verá. “Y todos los linajes de la tierra harán lamentación por Él.” ¿Todos los linajes de la tierra? ¿Quiénes son? Mateo 24:30 lo señala de una manera incisiva. En Mateo 24:30 dice: “Entonces, aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra,” lo mismo, “y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria.” Ahora, cuando lo vean venir, también van a llorar. Escuche con atención. No es el lloro del arrepentimiento aquí. Estos son los gentiles, este es el resto del mundo. La palabra que se traduce aquí ‘lamentarán’ es interesante. Es la palabra kopto. Literalmente significa cortar. ¿Por qué utilizaron la palabra cortar? Porque viene de imágenes orientales; cuando la gente estaba en tristeza profunda, por alguna razón extraña, se cortaban a sí mismos. ¿Sabe usted que hoy en día la gente todavía se hace eso? No es raro para mí encontrarme con alguien que me dice que estaba muy triste y en su tristeza, se cortaron a sí mismos. En Primera de Reyes 18:28, los profetas que estaban en pánico, aterrados, en horror de que Baal no estaba escuchando sus oraciones, se cortaron a sí mismos, de acuerdo con su costumbre, con espadas, con lanzas, hasta que salía la sangre. La gente en tristeza se corta a sí misma. Los orientales hacían eso de manera normal. Y como dije, todavía hay gente que hace eso. Entonces, cortarse a uno mismo se convirtió en un medio de expresión de lamento.

Cuando Jesús venga, los judíos se lamentarán con un lloro de arrepentimiento, de acuerdo con Zacarías. El mundo también llorará. Pero no es un lamento de arrepentimiento. Versículo 21 del capítulo 9: “No se arrepintieron de sus homicidios ni de sus hechicería ni de su fornicación ni de sus hurtos.” Este no es el remordimiento del arrepentimiento. De hecho, ellos terminan maldiciendo a Dios, blasfemando a Dios y no se arrepienten en absoluto. Dos grupos, el espectro de la venida de Cristo, todo el mundo lo va a ver. Los judíos se lamentarán con el lamento, el lloro del arrepentimiento; los gentiles se lamentarán con el lamento, el lloro del juicio y el temor.

Tercer punto en este pequeño resumen: la respuesta a la Segunda Venida. La gloria de la Segunda Venida es vista en las nubes. El espectro de la Segunda Venida es visto en la gente que lo ve, la respuesta a la Segunda Venida, esto me encanta: “Sí, amén.” Juan está diciendo sí, esto es todo. Adelante. Ésta es la respuesta. Él usa dos palabras aquí, una griega y una hebrea. Nai  es una palabra griega que significa sí. Amén es una palabra hebrea que significa sí. Entonces, él toma ambos lenguajes, ambos idiomas y hace una afirmación. Él hace lo mismo en el capítulo 22, versículo 20: “Amén. Sí, ven Señor Jesús.” Sí, hazlo. Juan está emocionado. Ésta es su respuesta, ésta debe ser nuestra respuesta.

Finalmente, y esto es emocionante, usted tiene que entender esto. La última característica del resumen de este libro acerca del regreso de Cristo a la tierra, es la certeza de la Segunda Venida. Y aquí viene en el versículo 8, el Señor dice: “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.” Leí algunos comentarios, de hecho probablemente esta semana leí unos 20 comentarios acerca de esta sección; y algunos decían que no saben por qué ese versículo está ahí. No saben si hay una conexión con el versículo 7, parece como que simplemente dice eso y no saben si tiene alguna importancia en el contexto. La primera vez que lo leí, entendí por qué estaba ahí. ¿Sabe por qué estaba ahí? Porque Dios está diciendo que si usted piensa que eso no puede suceder, quiere afirmarle quién está a cargo de este acontecimiento y quién es. Entonces, aquí está hablando Jehová. Esta es por cierto Su firma cerca de la certeza de la Segunda Venida. Cuando dice ‘Yo soy el alfa y la Omega.’ Esto es absolutamente magnífico. Dios firma esta profecía enfatizando tres de Sus atributos, tres atributos muy conocidos.

Número uno, Su omnisciencia. “Yo soy el Alfa y la Omega.” ¿Que son el Alfa y la Omega? La primera y la última letra del alfabeto griego. ¿Qué significa eso? Escuche, un alfabeto es una manera ingeniosa de almacenar y comunicar todo el conocimiento. ¿Cuántas letras hay en todo nuestro alfabeto? Veintiocho. ¿Cuántas palabras pueden ser formadas a partir de eso? Un número infinito de palabras a partir del 28 letras. Es algo realmente ingenioso, un alfabeto. Y con 28 letras en nuestro alfabeto, arregladas ordenadas en combinaciones casi interminables, podemos almacenar y expresar todo el conocimiento. No hay una combinación de letras fuera de nuestro alfabeto que tenga sentido alguno. Si usted inventa alguna cosa rara, que no funciona con nuestro alfabeto y no es conocida y no pertenece al alfabeto, para nosotros es absurdo. Nuestro alfabeto contiene todo el conocimiento.

¿Por qué entonces está diciendo Dios que es el Alfa y la Omega? Él está diciendo que es el alfabeto supremo, soberano, en el que se contiene todo el conocimiento. Eso es lo que está diciendo: Yo soy de aleph a taw, Yo soy Alfa y Omega, Yo soy de la A a la Z. Porque alguien podría venir y decir que bueno, que usted dice que Jesús viene, pero quizás usted no sabe todo. Quizás hay algo que usted puede torcer en este asunto que ni siquiera conoce. Y Él dice mira: Yo soy de la A a la Z. Yo contengo todo el conocimiento, no hay información, no hay conocimiento, no hay verdad, no hay entendimiento, no hay sabiduría fuera de lo que Yo conozco. Cuando digo que Cristo viene, les estoy diciendo que no habrá sorpresa alguna porque no hay nada fuera de Mi conocimiento, Yo soy de la Alfa a la Omega. Yo lo sé todo. Y debido a que Yo tengo todo conocimiento, no hay nada que yo no sé, no hay nada que exista o que pudiera suceder que pudiera afectar este plan porque no hay nada que Yo ignore. No hay factores desconocidos que pudieran sabotear la Segunda Venida.

El segundo atributo que él señala es Su omnipresencia. Él se identifica a sí mismo como el que es y que era y que ha de venir. Esto es realmente una declaración asombrosa. Él no dice que es el que estuvo ahí o que está aquí y el que estará por allá. Él simplemente dice el que es, que era y que ha de venir. Esto es abierto. Aquí Dios está afirmando Su presencia eterna. Él está en todo lugar en todo momento. Él siempre ha sido, siempre será y es. Su presencia no está limitada. Su presencia no está limitada por tiempo o por el espacio. Alguien podría decir: “Bueno, usted sabe, podría saber lo que sabe porque usted sabe lo que sabe acerca de los lugares de donde ha estado pero puede haber algún lugar fuera de ahí en donde haya algo que usted ni siquiera conoce. Y Dios dice “Yo estoy en todo lugar todo el tiempo en todo momento; y entonces no hay nada fuera de donde Yo estoy. No hay nada que pueda suceder antes de que Yo esté y no hay nada que pueda suceder después de que Yo me vaya porque nunca hay un antes de donde Yo estoy ni nunca hay un momento en el que Yo no esté. Y cuando Yo digo que Jesús va a venir, eso es algo seguro porque todo asunto, toda persona, todo acontecimiento, todo evento, todo lugar y toda realidad de toda la eternidad son visibles para mí.”

El tercer atributo es omnipotencia. Al final del versículo 8, él dice: el Todopoderoso. Alguien va a venir y decir que bueno, que quizás es omnisciente y sabe todo y quizás está en todo lugar y no hay nada en ningún lugar de lo cual Él no esté totalmente consciente, pero quizás hay alguien que sea más poderoso que Él. Y ese alguien puede echar a perder el plan. Y entonces Él dice, si está pensando eso, la recuerdo que Yo soy pantokrator, griego, el que tiene todo el poder. No ayudaría mucho tener todo el conocimiento y estar presente en todo lugar si usted no tiene todo el poder, ¿no es cierto? Porque toda esa información y toda esa observación no significaría nada si usted no tuviera control de lo que está sucediendo. “El Dios Todopoderoso” es por cierto usado nueve veces en el libro de Apocalipsis. Él es el poder supremo. Sí, Él tiene todo el conocimiento. Sí, Él está presente en todo lugar y en todo momento. Y sí, Él está en control absoluto, soberano, completo de todo. Y cuando Juan dice Él viene, Él viene. Y Dios va a garantizarlo. Y Él va a venir en una nube de gloria y el mundo entero lo va a ver. Los judíos van a lamentarse y ser salvos. Los gentiles van a lamentarse ser destruidos. Y nuestra respuesta debe ser: “sí, sí, que suceda.” Y Dios dice ‘créeme, sucederá.’ Versículo 7, es verdad porque Dios lo garantiza con Su persona en el versículo 8.

Jesucristo dejó el cielo por la tierra una vez en humillación. Él regresará en exaltación. Él una vez dejó el cielo para ser matado. Lo hará otra vez para matar. Él una vez dejó el cielo para servir. Lo hará otra vez para ser servido. Él dejó el cielo una vez para ofrecer gracia. Lo volverá a hacer para demandar justicia. Él dejó una vez el cielo para buscar y salvar. Él lo volverá a dejar para buscar y destruir. La pregunta siempre en este libro es: ¿está usted listo? Él viene.

John Phillips escribe, y cito:

Uno de los pasajes más conmovedores en la historia inglesa de las conquistas y cruzadas de Ricardo I, Ricardo corazón de León. Mientras que Ricardo había salido, su Reino cayó y entró en tiempos malos. Su torpe hermano Juan usurpó todas las prerrogativas del rey y administró incorrectamente el Reino. El pueblo de Inglaterra sufrió, anhelando el regreso de su rey y orando porque fuera muy pronto. Después, un día, Ricardo vino. Llegó a Inglaterra y marchó directamente a su trono. En torno de esa venida tan resplandeciente, se cuentan muchas historias, leyendas de la historia de Inglaterra. Uno de los cuentos es la historia de Robin Hood. Los castillos de Juan se tambaleaban. El gran Ricardo presentó su reclamo a su trono y nadie se atrevió a interponerse en su camino. La gente gritó en deleite. Estaban contentos y tocaban las campanas, el León había regresado y ellos gritaban “larga vida al rey.” Y un día, un rey mucho más grande que Ricardo, reclamará un Reino mucho más grande que el de Inglaterra. Y aquellos que han abusado de la tierra en su existencia y que se han apoderado de su dominio y han abusado de este mundo serán hechos a un lado.” Fin de la cita.

Y sólo aquellos que lo aman y doblan la rodilla a Su soberanía participarán de Su Reino. Oremos juntos.

Padre, te damos gracias por este rápido vistazo y sin embargo, emocionante, de la venida de Cristo. Y decimos con Juan “s, amén, así sea.” Al mismo tiempo, Padre, oramos porque toda persona aquí esté lista; esté lista porque se ha sometido Cristo.

Mientras que sus cabezas están inclinadas por sólo un momento y está meditando, si usted no conoce al señor Jesucristo, no está listo para Su Venida. No existe garantía de que usted sobrevivirá el holocausto de acontecimientos que llevarán a Su regreso, ya que la mayor parte del mundo morirá. No hay garantía de que inclusive usted esté entre esas personas que lo verán viniendo en el aire. Pero si usted fuera a ver eso, no hay garantía de que usted entonces se arrepienta, ya que la mayoría de la población del mundo no se arrepentirá. Ese es el motivo por el cual Pablo dice que “hoy es el día de salvación.” Pidiéndole a Jesucristo que lo salve, arrepintiéndose de su pecado, aceptándolo como Señor y Salvador es para este momento, para ahora, para esta noche. Confió en que usted le abrirá su corazón a Él.

Padre, habla a los corazones. Que no haya nadie que no esté preparado para el acontecimiento inevitable y para esos eventos trágicos que preceden la Venida de Cristo en juicio. Muestra Tu gracia a muchas almas y sálvalas por causa de Jesús. Amén.

 

 

 

 

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