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Les mencioné la semana pasada, al principio de nuestro tiempo en la Palabra de Dios, que entre todas las cosas desastrosas que están pasando en nuestro país y en nuestro mundo, lo que más me molestaba fue la guerra contra los niños. Ha alcanzado proporciones épicas en nuestro país; no es nada nuevo, podría decir. Siempre ha habido, por parte de Satanás y el reino de las tinieblas, un esfuerzo por destruir a los niños, por acercarlos tanto a las tinieblas que nunca puedan ver la luz. Ellos son los más indefensos de todos los humanos, y el enemigo de nuestras almas está contra ellos. Ya tienen el pecado incorporado en ellos, y son atraídos con mayor facilidad a él que a su Creador, engañados con mayor facilidad que instruidos con la verdad.

Esto entonces eleva, a proporciones masivas, la responsabilidad que el pueblo de Dios tiene con respecto a los niños. El mandato de la creación en Génesis capítulo 1, versículo 27, dice esto: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos”. Dios creó a un hombre y una mujer para producir hijos. En el tercer capítulo de Génesis vino la Caída del hombre y la raza humana. Y Dios le dice a la mujer, “Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces,” el mandato de la creación no fue terminado; continuaría, pero de manera dolorosa—“con dolor darás los hijos”. Y llamó Adán el nombre de su mujer Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes.

El mandato de la Creación no fue cancelado, pero fue severamente herido por el pecado—tanto que un capítulo después de la Caída en Génesis 3, usted entra al capítulo 4, la primera familia y usted encuentra a un hermano asesinando a su propio hermano. Esto es tan disfuncional y tan disruptivo como pueden ser las relaciones—cuando usted mata a su hermano.

Obviamente no se necesitó mucho tiempo para que la maldición echara raíces en el corazón humano. A partir de ahí, el libro de Génesis se vuelve una crónica de familias disfuncionales y matrimonios infieles e hijos que son víctimas, desde Caín el asesino, a Lamec el primer polígamo, que estaba tan orgulloso por su poligamia que escribió un poema para celebrarla; hasta los días de Noé, cuando la corrupción de la vida, el matrimonio, y la familia fue tan severa que Dios ahogó a la raza humana, con la excepción de ocho personas. De nuevo, solo unos cuantos capítulos después de la Caída, Dios destruye la raza humana entera debido a su corrupción. Ocho quedaron, y entonces la vida volvió a empezar.

No duró mucho antes de que Dios tuviera que volver a juzgar, en la Torre de Babel. Después de eso viene la historia del matrimonio disfuncional entre Abraham y Sarah—no era una familia modelo, por cierto: adulterio, hijo ilegítimo. Después vienen Jacob y Esaú, constantemente en conflicto como hermanos. Después los hijos de Jacob venden a su hermano, motivados por celos, como un esclavo en Egipto. Y el libro de Génesis termina en un ataúd en Egipto.

La guerra en y contra la familia es dominante e inequívoca. La vida en la familia es bastante dura, debido a la pecaminosidad humana y debido a la presencia del reino de las tinieblas y el príncipe de la potestad del aire, Satanás mismo. Es hecha incluso más difícil debido a la cultura colectiva acumulando con gran fuerza su impiedad, y metiéndola al matrimonio y la familia. Todas las fuerzas de pecado, internamente y externamente, están dirigidas a destruir la familia; y obviamente ese esfuerzo destructivo es extremadamente devastador para los niños.

Como aprendimos la semana pasada, a partir de una mirada a Deuteronomio y el libro de Ezequiel, los paganos de hecho ofrecieron a sus hijos como sacrificios humanos a sus dioses. Sorprendentemente, los hijos de Abraham siguieron a sus vecinos idólatras e hicieron lo mismo, sacrificando a sus hijos a dioses falsos. Lo que viene a mi mente es esa afirmación singular que les di la semana pasada de Ezequiel 16:21, cuando Dios dice, “degollasteis también a mis hijos, mis hijos”. Él llega al punto de decir, “Son hijos que me nacieron. Me pertenecen”.

Dios es el Creador de todo niño, Dios es el Creador de todo niño y conforme llegan al mundo le pertenecen a Él de una manera tan sorprendente, que vimos en Marcos capítulo 10 que Jesús recibió a los pequeños, incluso bebés, y dijo, “De los tales es el reino de los cielos”. Son Míos. No distinguen lo correcto y lo incorrecto. No distinguen la verdad y las mentiras. No distinguen a Dios y a Satanás. No distinguen la fe y el rechazo. Y hasta que lo hagan, son de Él. Y si mueren, como millones mueren en esa condición, la prueba que son de Él es que los lleva al cielo. Escribí un libro de esto titulado: “Seguro en los brazos de Dios”.

La mejor ilustración de eso está en Segundo de Samuel 12, el pequeño bebé de David, nacido de manera ilegítima a partir de su adulterio con Betsabé, murió. El bebé murió. Y David no lloró; él se lavó su rostro, siguió con la vida, no lloró. Y después él dijo esto: “Él no puede venir a mí, pero yo voy a él”. Él sabía que ese pequeño estaba seguro en los brazos del Dios al que él pertenecía. Unos cuantos capítulos más tarde en el capítulo 18, su hijo adulto rebelde Absalón murió, y en el versículo 33 de ese capítulo 18 dice que David estaba tan triste, y lloraba tanto, tan torturado, que no podía superar la caída emocional. Él sabía que vería al hijo pequeño; él sabía que nunca vería a Absalón.

El sacrificio de niños, de nuevo lo digo, no es nada nuevo. Son víctimas de toda la maldad que está pasando en el mundo. Mi nieto Tommy me estaba contando esta mañana que regresó de un viaje a Haití; y él estuvo en un orfanato apenas la semana pasada, y dijo que habían unos 150 niños en ese orfanato. Ellos no fueron colocados ahí por sus padres; él dijo que son los niños que son vendidos por sus padres a la esclavitud, y rescatados por el gobierno y colocados en un orfanato para su propia protección. Hoy día, en nuestro mundo, la gente todavía está vendiendo a sus hijos a la esclavitud. Lo vemos en la frontera sur: padres enviando a sus hijos indefensos para que algún coyote los aviente de un muro, sin conocimiento alguno de lo que pueda pasar, sacrificando a sus hijos a alguna esperanza de un beneficio futuro económico.

La gente todavía está sacrificando a sus hijos en la actualidad, aunque los ídolos son diferentes. El ídolo dominante es el egoísmo. Estamos viendo en nuestra propia cultura y en nuestro propio país que están quitando toda religión, porque las religiones tienen autoridad, las religiones son externas; y ahora estamos viviendo con la internalización de todo poder, toda verdad. Y como consecuencia, todo mundo está contento con ser su propio dios. Y entonces los niños son sacrificados a los dioses del egoísmo: los padres ofrecen a sus hijos no nacidos al que hace abortos y los mata como un sacrificio a su libertad y lujuria, un sacrificio a su deseo de placer, un sacrificio a su egoísmo. Los padres sacrifican a sus hijos nacidos a los fuegos de la educación secular y el dios del conocimiento humano y la insensatez, para que sus hijos puedan profesar ser sabios mientras que son necios impíos, así como sus maestros.

Los padres sacrifican a sus hijos a los sacerdotes del entretenimiento inmoral, a los dioses de la perversión que están seduciendo a la juventud indefensa a la oscuridad y muerte de la homosexualidad, el transgénero, la pornografía. Los padres ofrecen a sus hijos a los mentirosos que los controlan y abusan de ellos mediante los medios de comunicación, que son los agentes, los sumos sacerdotes, de la corrupción del alma. Los padres ofrecen a sus hijos a los feministas, los beta-masculinos, la justicia social, los mentirosos, los racistas, los engañadores, como un sacrificio a los dioses de la aceptación popular. Y la idolatría religiosa de nuestro día es destructiva particularmente para los niños, pero también necesariamente para los matrimonios, para padres y madres. Y sus llamados de sirena están por todos lados en el éter, como algún asesino químico, lo cual entonces lleva a la pregunta, ¿cómo pueden ser protegidos los niños?

Los políticos están del lado de Satanás, ocupados haciendo leyes para proteger las realidades mismas que destruyen a los niños y a las familias. Los políticos están criminalizando la verdad como discurso de odio que debe ser castigado; y de hecho promover el matrimonio entre un hombre y una mujer podría causar que lo despiden a usted. La cultura está propagando mentiras incesantemente, y censurando y cancelando la verdad. Le he dicho esto antes, y se lo recuerdo: Lo que ellos no quieren que usted sepa probablemente es la verdad.

Entonces regresemos y volvamos a hacer la pregunta, ¿cómo protegemos a los niños? Ahora comencemos al principio mismo. Número uno, el matrimonio es la bendición primordial de la vida. Pedro la llama, “la gracia de la vida”. El matrimonio es la bendición primordial de la vida. Si usted todavía está en Génesis, usted recuerda lo que acabo de leer: que el regalo de la vida es dado, y después inmediatamente Dios declara—capítulo 2, versículo 18, “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”.

Ahí en el versículo 21, “Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban”. Esta es la gracia de la vida. Jesús realizó Su primer milagro en una boda. No es bueno que estemos solos; necesitamos una compañera.

En Efesios capítulo 5, la relación entre un marido y una mujer es un retrato de la relación de Cristo con Su iglesia. El matrimonio es la bendición primordial de la vida. Y digo eso—debería ser obvio, pero para recordarles a algunos de ustedes que siguen empujando el matrimonio a algún mañana nebuloso: ustedes se están perdiendo de la gracia de la vida. El matrimonio es la bendición primordial de la vida.

La segunda cosa qué decir: Los hijos son una bendición. Los hijos son una bendición—no los perros. Por favor. Ningún canino es un sustituto de un niño. Génesis 29, versículo 31, Y vio Jehová que Lea, la esposa de Jacob, “era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril. Y concibió Lea, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén, porque dijo: Ha mirado Jehová mi aflicción; ahora, por tanto, me amará mi marido. Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Por cuanto oyó Jehová que yo era menospreciada, me ha dado también éste. Y llamó su nombre Simeón. Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Ahora esta vez se unirá mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos; por tanto, llamó su nombre Leví…Leví. Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré a Jehová”. ¿Cree usted que ella fue bendecida por esos niños? Ella pensó que era crítico para el amor de su marido, que era una bendición del cielo.

En Deuteronomio capítulo 7, solo para enfatizar este punto, versículo 12, promesas de Dios aquí: “Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres”. Escuche esto: “Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre, el fruto de tu vientre”. Es una bendición, una bendición del cielo, tener hijos.

En Rut capítulo 4, versículo 13, Booz, pues, tomó a Rut—se acuerda de la historia—y ella fue su mujer, y se llegó a ella, y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo”. Toda concepción, todo hijo es una creación de Dios. “Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente”, o redentor. Ese niño era un redentor, redimiendo a la madre de la esterilidad. “el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez”. Eso se está volviendo particularmente importante para mí, tener hijos que están a punto de tener que cuidar de mí. Qué bendición son los hijos; es incomprensible. No hay palabras para describir cuánto amo a mis hijos y nietos y bisnietos. Ellos son mi vida.

En el Salmo 113 el salmista dice, “Alabad, siervos de Jehová, Alabad el nombre de Jehová. Sea el nombre de Jehová bendito desde ahora y para siempre. Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová. Excelso sobre todas las naciones es Jehová”. Esto está simplemente derramando alabanza. Y después al final del Salmo 113 y versículo 9, él dice, “Él hace habitar en familia a la estéril, que se goza en ser medre de hijos. Aleluya”. Los hijos no son una interrupción, son una bendición del cielo.

Salmo 115, versículo 14, esto está llamando a bendición: “Aumentará Jehová bendición sobre vosotros; sobre vosotros y sobre vuestros hijos. Benditos vosotros de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”. Que el Señor derrame bendición generacional sobre usted y sus hijos. Y Salmo 127, versículos 3 al 5: “He aquí herencia de Jehová son los hijos, cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta”. Los hijos son un regalo del Señor.

Vea el siguiente salmo. Salmo 128: “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, Que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová”. Esta cultura parece pensar que los hijos están interfiriendo con los planes de los adultos. Pero desde la perspectiva de Dios, son una bendición celestial.

Entonces el matrimonio es la bendición primordial de la vida, los hijos son una bendición. La tercera cosa que quiero establecer como un cimiento es que la crianza de los hijos es una bendición. La crianza de los hijos es una bendición. Es una bendición criar hijos porque si los hijos no son criados apropiadamente, son un problema, y nadie es bendecido de manera particular. Criar hijos es una bendición—no solo producir hijos, sino producir hijos que se vuelvan adultos responsables.

Proverbios 10:1 dice, “El hijo sabio alegra al padre”. Proverbios 29:17, “Corrige a tu hijo, y te dará descanso”. ¿Entendió eso? “Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma”. Criar hijos es el proceso de instruir con consecuencias. Vea el libro de Proverbios capítulo 13 y versículo 24: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; más el que lo ama, desde temprano lo corrige”. Entonces usted tiene a un pequeño réprobo—es un réprobo hermoso, adorable, pequeño—en su casa, que no va a ser una bendición para nadie a menos de que la crianza se haga conforme al diseño de Dios. Y el instrumento es una vara. Lo que eso significa es que Dios quiere que usted aplique dolor como una consecuencia inmediatamente sobre la mala conducta. Así es como usted entrena.

Capítulo 19 de Proverbios en el versículo 18, “Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; mas no se apresure tu alma para destruirlo”. Mmm, esas son las alternativas: ¿o disciplina usted a su hijo, o va a enviarlo por un camino a la muerte? Sí—porque recuerde, él está caído, él es engañoso sobre todas las cosas, su corazón es desesperadamente impío. Y como niño y como persona joven, él está indefenso, es inmaduro, carece de juicio, discreción, sabiduría. No corregido, él va por la vía rápida a la muerte.

Proverbios 22:15, “La necedad está ligada en el corazón del muchacho”. Simplemente es natural. Puedo recordar que mi abuela me decía, “¿Por qué hiciste esa torpeza?” Ahora si hubiera sabido en ese entonces, le habría dicho, “Para cumplir la teología bíblica. ¿Por qué más lo haría? Estoy tratando de demostrar que la Biblia es verdad. ¿Dudas de la verdad de la Biblia? Ve mi torpeza; eso debería ser suficiente evidencia”. En ese tiempo realmente no pensaba en eso. “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; más la vara de la corrección la alejará de él”. Qué gran promesa, ¿no es cierto? La alejará de él; va a alejar la necedad, cuando la mala conducta de cualquier tipo tiene consecuencias dolorosas.

Proverbios 23, versículo 13: “No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol”. De nuevo la alternativa es disciplina o muerte, porque un niño desobediente, un niño fuera de control, está en el camino corto a morir. Esa es la razón por la que ahí atrás en el libro de Éxodo, la Palabra de Dios dice si obedeces y honras a tus padres, vivirás una vida larga. Es axiomático.

En el capítulo 24 de Proverbios y versículo 15, “Oh impío, no aceches la tienda del justo, no saquees su cámara”. Eso es algo tan interesante. El hogar es como un castillo por ser conquistado por los impíos. La protección de usted de ese dominio es crítica.

Un texto más—-allá en el capítulo 29 y versículo 15: La vara y la corrección dan sabiduría; más el muchacho consentido avergonzará a su madre”. ¿Entendió eso? Eso realmente no es difícil de entender. “Un muchacho consentido avergonzará a su madre” porque el camino de un hijo es ¿qué? Necio, ignorante, ingenuo.

Como padre, usted tiene que entender que usted es una fuerza dominante, y Dios diseñó que usted sea la fuerza dominante y la influencia dominante. Y usted tiene que minimizar todas las demás influencias que están compitiendo—influencias del mundo, amigos, escuela, medios de comunicación. Y en esta cultura usted tiene que pelear por el dominio que usted tiene en su influencia.

Como vimos atrás en Deuteronomio 6 la semana pasada, usted debe enseñar a sus hijos diligentemente a amar al Señor su Dios con todo su corazón, alma, mente y fuerza. Este es el llamado que usted tiene. Y la crianza de hijos es una bendición. Ser buenos padres no solo es una bendición para una madre, eliminando la vergüenza, no solo una bendición para un padre, haciendo que su corazón esté contento, sino una bendición para el resto de la gente que tiene que tratar con sus hijos. Y lo más importante, es una bendición para el hijo porque lo coloca en un camino de vida y no un camino de muerte.

Ahora el Nuevo Testamento añade algo de riqueza a esto. Vea Efesios capítulo 6, Efesios capítulo 6. Solo voy a leer los cuatro versículos de apertura, y vamos a comenzar a hacer algunos comentarios de esto: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo”. Esto es para que los hijos reconozcan el poder dominante de los padres en el hogar sobre la insensatez de sus hijos—y la necesidad desesperada que tienen sus hijos de sabiduría. “Obedeced en el Señor a vuestros padres porque esto es justo” Hazlo porque es correcto. Esa es la única explicación que usted necesita darle a sus hijos: “Obedéceme porque es correcto”.

“Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa”—atrás en Éxodo capítulo 20, versículo 12—-“para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”. Y ahí estamos de nuevo, con esa misma realidad de que ser padres produce una vida larga. Eso es axiomático. No significa que, en todo caso, si usted es un buen padre su hijo va a vivir hasta una edad avanzada.

Pero como una realidad general, sus hijos que estén bien disciplinados y que sigan el camino de la sabiduría—que lo honren a usted y lo obedecen—pueden vivir una vida completa, y evitan el camino de la muerte.

Y después en el versículo 4: “Padres”, padre y madre; pateres podría ser también una referencia a padre y madre—“no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”. El Nuevo Testamento resume todo acerca de ser padres en un versículo, un versículo. En primer lugar, en los primeros tres versículos, usted tiene la sumisión de los hijos: obedecer y honrar. Entonces ¿qué debe enseñarles a sus hijos? Obedecer y—¿qué? —-y honrarlo a usted. Si quiere honor de ellos, gáneselo usted mediante su virtud. Si quiere obediencia de ellos, hágalo sensato y razonable, e impleméntelo con consecuencias que ellos quieran evitar. Es esencial entrenar a un hijo con instrucción y disciplina para que el hijo pueda disfrutar la promesa de una vida bendecida. Esa es la razón por la que estoy diciendo que criar hijos es una bendición para el niño y toda persona que está cerca de ese niño.

Me veo atraído una vez más al libro de Proverbios. Capítulo 4: “Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos, para que conozcáis cordura. Porque os doy buena enseñanza; No desamparéis mi ley. Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás. —este es un padre mandando a un hijo. “Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia” Coloca eso en lugar de tu necedad natural”. No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca”. Esa es la función de un padre.

Allá en el capítulo 4, versículo 10, “Oye, hijo mío, y recibe mis razones, y se te multiplicarán años de vida”. De nuevo, esto no es una garantía de cierta cantidad de décadas de vida, esto simplemente está diciendo que un niño que aprende sabiduría está en el camino de la vida en lugar de la ruta directa a la muerte. “Por el camino de la sabiduría te he encaminado, Y por veredas derechas te he hecho andar. Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos, Y si corrieres, no tropezarás. Retén el consejo, no lo dejes; Guárdalo, porque eso es tu vida. No entres por la vereda de los impíos, Ni vayas por el camino de los malos. Déjala, no pases por ella; Apártate de ella, pasa. Pierden el sueño si no han hecho caer a alguno. Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos; más la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto”.

Mire, cuando usted tiene el privilegio de ver a sus hijos que están en Cristo traer al mundo a esa siguiente generación, sus nietos, y usted ve cuán brillante se vuelve el camino con cada generación nueva—Patricia y yo ahora estamos viendo bisnietos que están siendo criados en la instrucción y disciplina del Señor. El gozo es incomprensible.

Los hijos tienen el potencial de crear el dolor de corazón más grande y el gozo más grande. Todos sabemos eso, no es cierto. No quiere decir que usted tiene el poder de salvar a su hijo; eso no depende de usted, eso depende de Dios. Esto no es algún tipo de determinismo; Proverbios 22:6, “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”, no es una garantía de salvación. Es un axioma que dice que los hijos se vuelven aquello para lo que usted los cría que se vuelvan.

Usted no puede determinar la salvación de sus hijos; usted no tiene ese nivel de responsabilidad. Pero tampoco puede usted ignorar de manera fatalista su responsabilidad y decir, “Oh bueno, Dios va a hacer lo que va hacer”. Porque Dios lleva a cabo Su obra a través de instrumentos, y los padres son esos instrumentos. Instruya a su hijo a honrarlo a usted y a obedecerlo a usted.

Mire, la vida es terriblemente peligrosa para los hijos, terriblemente peligrosa; y si llegan a la edad en la que se vuelven responsables ante Dios, y no han sido criados en la instrucción y la disciplina de las cosas del Señor, entonces la vida se vuelve aún más peligrosa porque hay un cambio en su destino eterno.

En Cartago, que fue conquistada por Roma alrededor del siglo segundo después de Cristo, Cartago fue una ciudad importante desde alrededor del 800 antes de Cristo hasta el siglo segundo después de Cristo. Se ha realizado algo de investigación a lo largo de los años por parte de gente en la Universidad de Oxford, que ha descubierto que los cartagineses estaban muy metidos en el sacrificio de niños. Niños y niñas eran torturados primero, y después consumidos en fuegos llamados tofetes. Artefactos de estos tipos de fuegos han sido encontrados en lugares como Sicilia, Malta, Cerdeña—las islas alrededor de Italia. Es interesante leer algo de la literatura griega de ese tiempo y descubrir que no hay evidencia de que los griegos o los romanos criticaron ese tipo de conducta, lo cual significa, entonces, que en el día de Pablo había indiferencia hacia lo que les pasaba a los niños.

Había una ley en Roma llamada patria potestas. Patria potestas significa “el poder del padre”. El padre, según la ley romana tenía poder absoluto sobre sus hijos. Él podía venderlos a la esclavitud—y eso era muy común. Él podía hacerlos trabajadores en los campos, incluso en cadenas. Él podía tomar la ley en sus propias manos y castigarlos. No había ley contra el abuso de niños. Él incluso tenía el derecho de matar a sus hijos, y él tenía ese derecho mientras que él estuviera vivo, sin importar la edad que tuvieran. Cuando un hijo nacía, tenemos evidencia de que ese hijo que acababa de nacer era traído al padre. Si el padre se agachaba y levantaba al hijo, significaba que reconocía al hijo, y quería que el hijo viviera; si el padre se daba la vuelta y se alejaba, significaba que él rechazaba al hijo, y el hijo era matado o vendido. Los hijos rechazados simplemente eran llevados al Foro romano y los dejaban solos, y eran recogidos en la noche por personas que los hacían esclavos o los usaban para llenar las casas de prostitutas en Roma. Séneca, el escritor romano famoso, dijo, cito, “Matamos un buey feroz; estrangulamos a un perro loco; le metemos el cuchillo al ganado enfermo…y a los niños que nacen débiles y deformados, los ahogamos”.

De nuevo, un lugar muy peligroso para los niños. Y lo que el Señor pide de nosotros como padres está resumido en ese versículo, el versículo que les dejé hace un momento; versículo 4, Efesios 6, “no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”. Hay mucho ahí, y quiero ser cuidadoso para ayudarle a entender lo que eso significa. Entonces ese va a ser el tema de nuestro estudio la próxima semana; vamos a recibir un pequeño avance de este capítulo. Pero permítame quizás darle algunas pistas en qué pensar.

Un padre lo resume así: “Si estuviera empezando otra vez mi crianza de hijos, esto es lo que haría: amaría a mi esposa más enfrente de mis hijos. Me reiría más de mis hijos, de nuestros errores. Escucharía más, incluso al hijo más pequeño. Sería más honesto acerca de mis propias debilidades, nunca pretendiendo la perfección. Oraría diferente por mi familia: en lugar de enfocarme en ellos, me enfocaría en mí. Haría más cosas juntos con mis hijos. Alentaría más. Instruiría más con la Palabra de Dios. Pondría más atención a las cosas pequeñas, acciones y palabras. Compartiría el evangelio con mayor intensidad, en toda oportunidad posible, cada día que Dios me diera”. Hay algo de sabiduría en eso, ¿no es cierto?

Son pecadores pequeños cuando llegan, adorables, pero pecaminosos. Usted no pasa su tiempo diciéndole constantemente a un hijo, “Sí, sí, sí”. No creo. Usted dice, “no, no, no”. Esa es una pista. Pero a pesar de eso, son de Dios, ¿verdad? Y usted es un administrador. Pertenecen al reino de los cielos. No permita que sean expuestos a los peligros de este mundo.

No es fácil en esta cultura, porque como dije antes, las influencias homicidas están en el éter; están por todos lados, accesibles y mortales para los niños. Esta iglesia Grace entiende esto, yo entiendo esto, y esta iglesia Grace está comprometida con todos nuestros corazones para ayudarle a hacer de la crianza de sus hijos una bendición. Esa es la razón por la que estamos aquí. Y nuestra oración es que esos pequeños preciados crezcan para que cuando entiendan la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, la verdad y las mentiras, Dios y Satanás, puedan entender el evangelio— y se sometan a Cristo. Estamos aquí para ayudarle con eso. Pero usted también tiene que estar comprometido.

El gozo más alto en la vida: matrimonio, hijos, criar hijos; y al final de la crianza de los hijos, una madre que no tiene de que avergonzarse, y un padre con un corazón contento. Esta es la promesa de la Palabra de Dios para aquellos que son fieles.

Esta cultura no va a proteger a sus hijos. Esta sociedad va hacer lo que pueda por destruir a los hijos que usted tiene. Usted no necesita hacer esto solo; estamos aquí. Y el Señor le dará gracia a usted, y vamos a proveer los recursos.

Y yo creo que alguien me dijo, viendo a mi pequeño bisnieto corriendo, saliendo en su primera excursión al cruzar el campus de la iglesia; creo que tenía 14 meses de edad, alguien dijo, “Es una pena que nació para esta hora”. Y yo dije, “No, esta es su hora, esta es su hora, él vino al reino para una hora como esta”. Este es su tiempo. Dios sabe, ¿verdad? Esta, esta cultura miserable necesita que la siguiente generación sea virtuosa, piadosa, y sabia. Y está en nuestras manos hacer esa inversión juntos.

Padre, te agradecemos por la promesa que nos has dado; que, si a los niños se les enseña sabiduría y rectitud y virtud, y si aprenden a obedecer y honrar a sus padres, ellos encontrarán el camino de la vida; y después si vienen a Cristo, encontrarán el camino de la vida eterna. Señor, ayúdanos a tener la consistencia, la fortaleza, el amor de Ti y nuestros hijos, para criarlos en la instrucción y disciplina que es provista para nosotros en la revelación divina de las Sagradas Escrituras. Salva a los niños, Señor. Sálvalos de los peligros mortales de este tiempo.

Gracias por rescatarlos cuando mueren antes de que estén conscientes de las realidades espirituales. Gracias por llevarlos a la gloria contigo. Pero sabemos, Señor, que aquellos que viven tendrán tantas influencias. Que ellos sean programados, desde los primeros años, en la verdad divina y sabiduría, y que vean el gozo de la transformación del evangelio en sus padres y abuelos y familias. Pedimos, Señor, que levantes esta generación de niños que nos has dado para ser instrumentos de cambio del evangelio en el mundo. Este es Tu tiempo, este es nuestro tiempo, y este es el tiempo de ellos. Que administremos bien las vidas preciadas que tenemos en nuestras manos, para Tu gloria oramos. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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