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Necesitamos ver el tema de la comunión, algo que nos falta de una manera terrible en estos días, la esencia misma de la vida en la iglesia, es relaciones. Y relaciones no de una manera superficial, sino de una manera intensa y profunda. El modelo para eso claro, es la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo en esa relación eterna de amor. Y nosotros hemos sido hechos a imagen de Dios, hemos sido hechos para tener relaciones.

La relación más pura y alta de esa categoría existe en las vidas de aquellos que le pertenecen a Dios, quienes comparten su vida. El Nuevo Testamento nos dice que el Hijo de Dios vino y estableció Su tabernáculo entre nosotros. Él asumió la humanidad, Él se hizo hombre y vivió con nosotros, y después Él envió a Su Espíritu Santo para vivir, no con nosotros, sino en nosotros, todos somos uno en Jesucristo. En Efesios capítulo 4, el apóstol Pablo expresa esencialmente la misma realidad que leí hace un momento de 1 Corintios 12. Dice, en el versículo 15 de Efesios 4, “Debemos crecer en todo en aquel que es la cabeza, esto es Cristo, de quien todo el cuerpo bien concertado y unido entre sí, por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.”

Somos el cuerpo de Cristo, Él es la cabeza, es Su vida la que está en nosotros y nos mantiene unidos en la vida espiritual, en amor. Este es un tema que encontramos mucho en el Nuevo Testamento. Gálatas 3, de nuevo, todos somos uno en Cristo. Filipenses, capítulo 2, “Si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia. Completad mi gozo sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria, antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. De hecho, halla pues en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.” El mismo tipo de abnegación que Él demostró en Su condescención, y Su disposición a ir a la cruz por nosotros.

El cristianismo es relaciones, y la relación más intensa, de la manera más intensa, eterna y espiritual. Y así debe ser en la vida de la iglesia. En el gran amanecer de abril, 1945, en un campamento nazi en Flossenberg, había un pastor, se volvió famoso: Dietrich Bonhoeffer. Fue ejecutado por orden especial de Heinrich Himmler, quien era el ejecutor de Hitler. Bonhoeffer había sido arrestado dos años antes, y básicamente fue transferido de cárcel a cárcel, de campamento de concentración a campo de concentración, de Tegel a Berlín, a Buchenwald a Flossenberg. Y para ese entonces, con todas esas transferencias él había perdido todo contacto con cualquier persona que él conocía. El mundo exterior había sido cortado de él y él perdió lo más preciado que él poseía. Lo que el perdió fue la comunión, la comunión. Porque he aquí él pensó cuan bueno, y cuan agradable es que los hermanos estén juntos en unidad. Y eso de su lectura del Salmo 133.

Ese fue un tema muy querido por él, el tema de hermanos viviendo juntos en unidad, y él lo había perdido. Resultó que nunca le volvió a ser restaurado a él en este mundo. Esa fue una realidad tan preciada para él, que en base a ese versículo en el Salmo 133:1 él escribió un libro. Y el libro se titula: La Vida Juntos. Él escribió de la riqueza, de la comunión. Permítame citarle lo que escribió, en parte: “La presencia física de otros cristianos es una fuente de gozo incomparable, fortaleza para los creyentes, una señal física de la presencia de gracia del Dios Trino. Cuán inagotables son las riquezas que se abren a aquellos que por la voluntad de Dios tienen el privilegio de vivir en comunión diaria de vida con otros cristianos.”

Él escribió, “Que el que tenga dicho privilegio agradezca a Dios de rodillas, y declare, es gracia, nada más que gracia que se nos permite vivir en comunión con cristianos.” Él tenía razón. Aquí nosotros en Grace Community Church podemos decir amén a eso, experimentamos eso. Y eso es exactamente como el Nuevo Testamento define a la iglesia, como la iglesia de Cristo somos retratados como una novia, como una esposa con un marido, un conjunto de ramas conectados a una vid, a un rebaño con un pastor, a un reino con un rey, a una familia con un padre, un edificio con un cimiento y de manera excepcional un cuerpo con una cabeza. Y esa es nuestra identidad única.

Somos definidos en el capítulo que leí antes como un cuerpo, de una manera viviente, espiritualmente conectados juntos, ministrándonos de manera mutua el uno al otro. Esto es en primer lugar, espiritual. Es un organismo viviente, conectado mediante vida eterna en común concedida por Dios. Es esencial para quienes somos nosotros, cuando nuestro Señor oró en Juan 17 que fueran uno. No estaba hablando de nuestra capacidad de llevarnos el uno con el otro. Él estaba orando al Padre porque todos los que vinieran a Él fueran uno espiritualmente. Y esa oración es respondida en la iglesia como el cuerpo de Cristo. Estamos conectados espiritualmente y diseñados para compartir la vida, para el amor compartido, para el propósito compartido, para el ministerio compartido, para la verdad compartida, el poder compartido.

Esto es comunión, esta es la iglesia. El verbo, comunión, koinoneo, es usado ocho veces en el Nuevo Testamento. Siete de esas son traducidas “compartidas” en la Versión Nueva Americana. Una de ellas “participa”, realmente describe una asociación. La forma del nombre ‘koinonia’ es usada unas 30 veces, y conlleva la misma idea. Algunas veces es traducida compartir, contribución, asociación, participación, pero es la idea de una dependencia mutua, participar, contribuir, compartir, estar juntos como socios como una vida en común, en una causa en común. Somos no solo un reino, no solo una familia, sino un cuerpo. Es la manera más intensa de describir la dependencia de la comunión de la iglesia. Y con toda honestidad tengo que hacer la pregunta, ¿es esa realmente la perspectiva evangélica contemporánea de la iglesia?

En los 1980s el humanista judío Neil Postman, escribió un libro titulado: “Entreteniéndonos hasta la muerte”, él habló de la pérdida trágica del pensar. Él está hablando como el entretenimiento de manera específica había afectado la mente de la gente, primordialmente en eso días mediante el poder de la televisión. Pero él dijo esto, “por lo menos la televisión es una experiencia en grupo, y las pantallas han estado volviéndose más grande para acomodar a más gente.” Bueno, Neil Postman difícilmente pudo haber visto que las pantallas no solo estaban haciéndose más grandes, sino también se estaban haciendo más pequeñas, de manera paradójica.

El entretenimiento seductor de ir de pantallas públicas a las pantallas más pequeñas, tan pequeñas como un I-phone, o incluso lentes de Google. Su mundo se vuelve tan pequeño que toda persona se vuelve un creador de su propio mundo privado, un mundo secreto de preferencias y tentaciones, con una fuerza excepcional, sin paralelos en la historia humana. El I-phone es el dispositivo más egoísta jamás inventado. Antes necesitabas un teléfono con solo un propósito, para hablar con alguien más. Ahora su teléfono raramente es usado para hablar con alguien más, primordialmente es para crear su propio mundo privado. La tecnología ha colocado en las manos y pronto en la nariz, y antes de los ojos de todo mundo, el mundo más accesible, privado de tentación y entretenimiento más accesible jamás imaginado.

Usted puede escoger lo que quiera. Usted escoge sus relaciones, usted escoge quien entra a su mundo y quien no entra. Usted se vuelve su propio Dios, usted es el creador de su propio universo privado. Y afuera de su propio ciberespacio están las tinieblas de afuera, de todos aquellos a los que usted rechaza. Carl Truman dijo, “el lenguaje de la amistad ha sido secuestrado y abaratado por las redes sociales de la internet.” Él dijo, “El lenguaje de Facebook, tanto refleja, como alienta lo infantil. Lo infantil se ha vuelto algo así como una enfermedad textualmente contagiada.” (Fin de la cita) ¿Por qué diría eso? porque si hay algo que define el ser un niño es el egoísmo, el egoísmo.

Y a menos de que usted piensa que no hay una manera de pensar infantil en la iglesia, piense si no hemos experimentado la juvenilización, el regresar a la juventud en la iglesia. La iglesia se ha convertido el objeto para satisfacer el egoísmo de todo el mundo. Carl Truman dice, “Las relaciones se manifiestan en el cuerpo desmembrado de la red. Los alumnos de preparatoria pasan nueve horas al día en su propio mundo.” Truman dice: “Así son las amibas humanas, subsistiendo en un no-mundo raro que no implica riesgo de sí mismos, no sin vulnerabilidad verdadera, sin sacrificio, sin compromiso, sin significado real, sin valor.

La comunión real no puede existir en el mundo de avatares auto-creados, demanda personas reales, creadas por Dios. El cristianismo no es una experiencia privada, la iglesia no es una experiencia privada, pero la tendencia rápida es dirigirme a la norma de personas creando su propio mundo virtual de preferencias personales virtuales haciendo de eso lo que ellos quieren que sea, dejando afuera al resto de la gente. Pueden subir la nueva creación al internet, el usted perfecto, auto-individualizado como una forma tecnológica de la mente, una proyección personal digitalizada de un diseño idílico, personal. La sociedad, como resultado, se ha vuelto más aislada, más consumista, más narcisista, más concentrada en sí misma, más individualista, y más corrupta moralmente hablando, y ciertamente con más expectativas de recibir lo que usted quiere porque usted puede crear eso.

La iglesia, Oh, bueno, somos vistos como no necesarios. Estamos descubriendo ahora que lugares que venden marihuana son necesarios, las tiendas de alcohol son necesarias, las iglesias no son necesarias porque todo mundo puede crear su propia religión. La iglesia evangélica durante décadas ha estado tratando por darle a la sociedad lo que quiere, y ¿qué es lo que quiere? Quiere privacidad, quiere comodidad, quiere poco compromiso, quiere anonimidad, no quiere rendir cuentas, y quiere una realización personal.

Entonces, la vida de la iglesia está volviendo presa al diseño seductor personal. Y oye usted a personas que dicen, “Es difícil encontrar una iglesia que me gusta.” ¿En serio? Porque no todos podemos ser la Primera Iglesia de su I-tunes, en dónde tenemos todos sus mensajes y todos sus amigos, y toda su música en una iglesia real. Usted podría tener que enfrentar un enemigo, o alguien que está afuera de su mundo preferido. Incluso podría oír un mensaje que no dice lo que usted cree, no parece importarle, y lo peor de todo podría tener que oír un himno antiguo guiado por un hombre mayor, de cuatro estrofas el himno.

Y quizás eso es demasiado para su propio mundo creado por usted. Si usted quiere eso, bueno, entonces esta era en nuestra historia en particular, este distanciamiento podría ser ideal para usted, en esta época que vivimos en particular. No necesita de cualquier manera a nadie, el distanciarse no parece cualquier situación terrible, usted todavía puede ensamblar su propio mundo como quiera, puede tener su propia información, experiencia, relaciones, diseñadas a su manera, a manera de usted. ¿Qué ha perdido? No ha perdido nada. ¿Qué ha perdido? Usted ha perdido el poder dominante de la Palabra de Dios. Usted crea su propio mundo y de manera inevitable saca la verdad, saca la exactitud, saca la realidad, saca la credibilidad. Elimina lo racional, incluso usted elimina las relaciones en su nivel más poderoso y dinámico. 

La iglesia en línea es popular para algunas personas, este no es ningún cambio. Y entrar en un edificio oscuro y ver a un predicador de pantalla plana no es diferente de que quedarse en casa y ver a un predicador en pantalla plana. Leí en dónde un líder dijo, “Los mileniales jóvenes están dejando la iglesia y se están yendo hacia Jesús.” ¿En serio? Dejar a la iglesia y acudir a Jesús, eso es aterrador, porque van hacia el Jesús que ellos crean. Están dejando la iglesia porque no quieren venir bajo la autoridad de la Palabra de Dios. La iglesia no es necesaria, usted puede unirse a un grupo electrónico, usted puede tener un grupo de Facebook, usted puede oír lo que usted escoge oír, y no escuchar lo que no le gusta a usted oír. Plante su propia iglesia con un miembro, exclusiva y aislada.

Fue hace unos años atrás cuando la Iglesia Emergente dio un paso, y esencialmente se nos dijo que la iglesia tenía que conformarse a este enfoque tan personalizado de la vida. Y los líderes de la iglesia estuvieron de acuerdo con eso y dijeron, “Sí, todo mundo necesita en cierta manera ensamblar su propia religión.” Un líder dijo, “Yo no adoro a Dios al cantar.” Otro escribió un blog de porque no voy a la iglesia con mucha frecuencia. Otro sugirió que usted puede tener su propia comunión personal con chocolate caliente y galletas. Y dijo que es un tiempo de unión fantástica. Usted puede crear sus propios sacramentos, dijo él.

Hay muchas cosas que me preocupan, una de ellas que está en la parte de arriba de la lista es que la iglesia ha caído en una eclesiología débil y una definición débil de sí misma. Y eso va a acelerar el declive, incluso en la era del impacto de la doctrina sana. Las iglesias están más preocupadas por cual es plan para los medios masivos de comunicación, cual es el plan para la tecnología, en lugar de cuál es el plan para proclamar la verdad. Y estar separados de esta manera funciona bien para muchas personas, pero no para la iglesia verdadera, porque la iglesia verdadera es necesaria. Nos necesitamos el uno al otro, no operamos sin otros. La iglesia básicamente crece a la semejanza de Cristo mediante el ministerio mutuo de dones espirituales. Si nos mantiene usted separados, usted causa un corto circuito en nuestra vida, en nuestro crecimiento y nuestro testimonio.

Entonces, pensé que quizás este domingo y el próximo domingo querría que abra su mente y corazón para entender cuán vital es nuestra comunión, cuan necesaria es la iglesia, cuan crítico es para nosotros estar juntos, y quiero simplemente dividir ciertamente lo que el Nuevo Testamento dice en ciertas categorías para ayudarle con un entendimiento claro de la comunión de la iglesia.

Número uno: ¿Cuál es su base? ¿Cuál es su base? ¿Cuál es la base para nuestra comunión? ¿Cuál es el suelo en común que nos une? No es emocional, no es denominacional, no es de la sociedad, no es cultural, no es racial, no es ecuménico, no es ni siquiera teológico, no es humana, no es empírica, es espiritual y es divina. Y simplemente los quiero llevar a 1 Juan capítulo 1, y versículo 3, en dónde leemos esto: “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con vosotros y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.” Nuestra comunión es la comunión de aquellos que están conectados al Padre y al Hijo. Y eso significa que la salvación es la base de nuestra comunión.

La meta del evangelio no fue simplemente librarnos del infierno eterno, fue eso, pero no tan solo eso, sino comunión con Dios, Padre, Hijo y añadiríamos Espíritu Santo. Eso es por lo que Jesús oró en Juan 17, “Hazlos uno con nosotros.” 1 Corintios 6:17, “El que se une al Señor un espíritu es con él.” La comunión es el enlazar aquellos que poseen en común la vida de Dios, concedida mediante la fe en Cristo. Estamos en la comunión mediante la salvación, y estamos en ella para siempre. Nuestra comunión es con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y cualquier otro creyente. Esta es nuestra comunión. En ese sentido es una comunión eterna, interminable porque pasaremos la eternidad con el Padre, con el Hijo y con cualquier otro creyente. Escuche las palabras de Jesús en Juan 14:23, Él dijo: “Si alguno me ama a mí, mi Palabra guardará, y mi Padre le amará, y nosotros vendremos a él y haremos nuestra morada con él.” vendremos a él y haremos nuestra morada con él.

Entonces, no estamos hablando de algo subjetivo aquí, estamos hablando de algo objetivo, la salvación, creer en el evangelio de Jesucristo y ser redimidos, nos coloca en la comunión. Escuche las palabras de Pablo en 1 Tesalonicenses 4:9: “En cuanto al amor fraternal, no tenéis necesidad que nadie os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros, y también lo hacéis así.” Si hay algo que marca la comunión es amor en común. Todos estamos encerrados en el amor de Dios, Padre, Hijo, Espíritu Santo, amamos al Dios Trino, correspondiéndole a Él, y amamos a aquellos que lo aman a Él. Toda persona genuinamente convertida, toda persona salva, toda persona regenerada, toda persona justificada tiene el derecho y se espera que disfrute de la comunión plena de los redimidos independientemente de su trasfondo, de su condición, independientemente de su economía, de su capacidad, de su estatus, porque la base de la comunión es la salvación.

Y Juan presenta esto de manera muy clara, mientras que estamos viendo 1 Juan, Juan siempre en esta carta corta, está identificando las marcas de los cristianos verdaderos. Y él dice en los versículos 5 al 7, “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos. Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”

Juan dice, “O estás en la luz o en las tinieblas.” Eso quiere decir, o eres salvo o estás perdido. O estás en la comunión o estás afuera. No es lo que dices, es lo que haces, es como vives, es como caminas. Y ahí se revela la verdad. Y si usted verdaderamente está en la comunión, entonces usted va a andar, dice el versículo 7, en la luz. La luz de la verdad y la virtud. Y usted va a disfrutar la comunión con otros que también están en la luz, y usted continuamente está siendo limpiado de sus pecados.

El versículo 9 añade, “Si estamos confesando nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” Otra característica de personas en la luz es que son confesadores, siempre están en la comunión, siempre están en la luz, y siempre están confesando, son confesores. Están siempre confesando sus pecados y siempre están siendo limpiados. No es que no pecamos, eso sería engañarnos a nosotros mismos, dice el versículo 8, y eso iría en contra de la Palabra de Dios, dice el versículo 10. No es que no pecamos, pero la inclinación y dirección de nuestra vida es hacia la verdad y la santidad.

El Dr. Donald Grey Barnhouse dijo: “Un hombre caminando por la cubierta de un barco podría caerse, su caída podría dolerle, pero no será lo mismo que si se cayera del barco. Un creyente cuando peca se cae sobre la cubierta, pero nunca se pierde en el mar.” Cristo se ha encargado,” dijo Barnhouse, que ni la muerte, ni la vida, ni los principados, ni las potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo jamás nos arrastre y nos saque de la cubierta.” La comunión es para siempre. Como David tendremos que orar, “Restáurame el gozo de tú salvación.” Nunca tendremos que orar, restáurame la salvación, porque no está perdida, no se puede perder. Siempre estamos en la comunión, todos los cristianos verdaderos son uno, debido al nuevo nacimiento, somos uno con el Señor quien vive en todos nosotros y después también somos uno el uno con el otro. Venimos el uno al otro en Cristo, venimos el uno al otro como hermanos y hermanas, en la familia, y de manera más íntima, como miembros del cuerpo mismo de Cristo.

Bonhoeffer entendió esto cuándo escribió: “Yo soy un hermano de otra persona mediante lo que Jesucristo hizo por mí y en mí. La otra persona se ha vuelto un hermano para mí, y mediante lo que Jesucristo hizo a él. El hecho de que somos hermanos solo mediante Jesucristo es de importancia imposible de medir.” “No lo que un hombre es en sí mismo,” dijo él, “ese es un cristiano. Su espiritualidad o su piedad constituye la base de nuestra comunión. Lo que determina nuestra comunión es lo que ese hombre es debido a Cristo. Nuestra comunión el uno con el otro depende únicamente en lo que Cristo ha hecho a ambos de nosotros.”  Y él cerró al decir: “Permanece así por todo el futuro, y hasta toda la eternidad.”

La comunión cristiana no es un ideal que esperamos alcanzar, que deberíamos alcanzar o cumplir, sino más bien es una realidad creada por Dios en la que nosotros participamos. Queremos hacer lo que podamos, para mostrar esa realidad espiritual en la manera en la que vivimos nuestras vidas, pero la base de nuestra comunión es que estamos en Cristo, ese es el cimiento y eso dice de manera muy clara que la iglesia está constituida por aquellos que están en Cristo. Esa es una iglesia. Esa es una iglesia. Cuándo usted se une como iglesia, la suposición es que usted está en Cristo. Eso es lo que una iglesia es, una iglesia nunca ha sido diseñada para incrédulos. De hecho, cuando vienen y ven el testimonio, oyen el mensaje, pero la iglesia es la comunión que es el cuerpo de Cristo de aquellos que comparten su vida.

Entonces, esa es la base de la iglesia. ¿Cuál es la naturaleza de la iglesia? Y en eso estoy diciendo, ¿cómo funciona? ¿cómo debemos vivir esta vida en común, espiritual, esta unidad? Creo que un buen texto para eso es de regreso en el libro de los Hechos, en dónde tenemos el primer vistazo de la iglesia y cómo funcionaba. Hechos capítulo 2, nos lleva al día de Pentecostés cuando la iglesia nació, y esto es lo que leemos acerca de la iglesia, esa primera iglesia, ese primer día, el día mismo en el que el Espíritu Santo vino y creó a la iglesia el Cuerpo de Cristo. Versículo 42 de Hechos 2 dice, “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan, y en las oraciones.”

Ahora, ¿quiénes eran estas personas de ese primer día? Bueno, sabemos quiénes eran, Pedro dijo en el versículo 38, “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Entonces, fueron los que se arrepintieron, creyeron en el Señor Jesucristo, que había resucitado de los muertos, recibieron perdón y se les concedió el Espíritu Santo. Ellos eran. El versículo 41 nos describe aún más como aquellos que recibieron su Palabra, y fueron bautizados, confesando públicamente su fe en Cristo, y ese se añadieron como tres mil personas.

Entonces, usted tiene a tres mil personas que se arrepintieron, creyeron en el nombre del Señor Jesucristo, fueron bautizados en ese nombre, recibieron el perdón de pecados, y se les concedió el Espíritu Santo. Y el versículo 42 entonces dice, “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan, y en las oraciones.” Este fue un momento excepcional en la vida de la iglesia porque todos los que profesaban eran los que poseían. No había cizaña, no había ningún creyente falso en el día de Pentecostés, no había ningún cristiano falso. Era la expresión más pura de la iglesia jamás conocida.

El versículo 44 dice, “Lo que los definía, era que todo los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas.” No solo estaban compartiendo la vida espiritual en Cristo, no solo el poder espiritual, sino que expresaron su vida en común en comunión, y se manifestó en el hecho de que hubo una abnegación abrumadora, cualquier cosa que tuvieran no se aferraban a ello. Y cuando vieron a alguien en necesidad, versículo 45 dice que vendían sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Esa es la primera expresión de comunión espiritual y expresión tangible de amor. Y lo que es sorprendente en esto es que estas tres mil personas hasta este día mismo, básicamente eran judíos que habían estado dispersos por todo el mundo y habían venido a Jerusalén para celebrar la Pascua. Eran de toda el área del Mediterráneo, no se conocían entre sí, en la mayoría de los casos no se habían conocido fuera de su propio grupo que venía de su propio lugar.

Sin embargo, en un día se arrepintieron, creyeron en el evangelio, fueron justificados, y transformados y se les dio el Espíritu Santo para que estableciera Su residencia en sus corazones, inmediatamente hubo un vínculo de amor que hizo que vendieran su propiedad para asegurarse que los recursos fueran distribuidos a personas que nunca antes habían conocido, que únicamente se habían convertido el mismo día, que literalmente se empobrecieron a sí mismos para hacer que alguien más fuera rico. Esta es la comunión. Esta es la comunión. Y no hay nada en el mundo como esto.

Pablo lo describió en Gálatas 6:2 cómo “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” Sorprendente, ¡en un día! Unos cuantos después, unas cuantas semanas, usted está liquidando sus bienes para dar, para satisfacer las necesidades de extraños. Versículo 46 dice, hubo algo más, “Y perseverando unánimes cada día en el templo,” había una iglesia, pero no había un edificio para la iglesia, y entonces se congregaban en el templo. “Y partiendo el pan en las casas,” comiendo, teniendo comidas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios. Inmediatamente, hubo esta adoración espontanea interminable. Comunión, sacrificio, y adoración.

Arístides fue un pagano que vio a los primeros cristianos y dijo esto, “Se abstienen de toda impureza, esperando la recompensa que está por venir en otro mundo. Cuándo entre ellos hay un hombre que tiene necesidad y es pobre y si no tienen abundancia de necesidades ayunan dos o tres días para que puedan proveer a los necesitados con alimento necesario. Esa es la ley de los cristianos, y ese es su lema. Esa es su vida.” Esta fue la primera iglesia, como vemos en Filipenses 2, “No mirando cada uno por lo suyo propio sino también por lo de los otros.” Consideraban a otros más importantes que sí mismos.

El apóstol Pablo expresa eso en Romanos 1:11, “Quiero verlos para impartir algún don espiritual a vosotros, para que seáis establecidos. Esto es para que pueda ser alentados con vosotros. Esto es para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí.” Pablo dijo, “Quiero estar con ustedes, por el aliento mutuo que recibimos.” Comunión, comunión, compartiendo amor, compartiendo recursos, compartiendo vida de manera abnegada, esa es la naturaleza de la comunión cristiana.

La iglesia evangélica contemporánea está llena de lo que se llama el evangelio de la prosperidad, lo cual es una búsqueda rápida de, por buscar cada uno lo que quiere. Nada puede ser más diabólico que eso, nada puede ser más diabólico que ser metido en la iglesia que se opone más a todo lo que la iglesia es. Si usted está viendo la iglesia por lo que usted puede conseguir usted no entiende a la iglesia. Y es probable que usted no entienda el evangelio, porque el evangelio no lo hace a usted estar centrado en usted mismo, lo hacer estar centrado en Cristo, y Cristo se centra en otros, y así también usted lo estaría.

Una realidad final y hablamos de la que podemos hablar esta mañana es el símbolo de la iglesia. ¿Cuál es el símbolo? ¿Hay algo que podemos ver que en cierta manera demuestra esta comunión gozosa, sacrificial, amorosa? Sí, el símbolo. 1 Corintios capítulo 10, 1 Corintios capítulo 10, y versículos 16 y 17, usted recuerda que leímos en Hechos 2:43 que estaban partiendo el pan. Bueno, aquí encontramos a Pablo hablando de una de las cosas que hacía cuando partían el pan, lo cual era celebrar el evangelio de Cristo, recuerda que Jesús en el Aposento Alto la noche antes de Su muerte estableció la Cena del Señor, la copa y el pan. La copa le recordaba Su muerte, el pan le recordaba de Su cuerpo entregado por ellos, la iglesia inmediatamente en el libro de los Hechos cada vez que se reunían tenían la mesa del Señor, comunión.

Pablo habla de esa comunión en 1 Corintios 10:16, y él dice esto, “La copa de bendición que bendecimos ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” Eso es, simplemente tan útil. Pablo está diciendo, este es el punto focal del cuerpo, uniéndose para compartir el pan y la copa, porque compartimos el cuerpo y la sangre. Versículo 17 él añade, “Siendo uno solo el pan, nosotros con ser muchos somos un cuerpo, pues todos participamos de aquel mismo pan.” Nunca la iglesia está expresando de manera más visible y manifestando su unidad orgánica, que cuando se congrega en torno a la mesa del Señor.

La ordenanza hermosa de la comunión ha sido torcida, pervertida, en formas absurdas en la misa católica, ha sido tratada con indiferencia en la necedad del chocolate caliente y las galletas, pero nada expresa la vida de la iglesia en manera más visible que la mesa del Señor. Todos venimos al pie de la cruz, todos venimos como pecadores perdonados, todos venimos como uno con Cristo, y uno el uno con el otro. La comunión visualiza nuestra comunión. Cristo es la cabeza, todos somos miembros de Su cuerpo, todos igualmente redimidos por Él, todos compartimos Su vida, todos somos sostenidos por esa vida. La mesa del Señor nos humilla, la mesa del Señor nos nivela, la mesa del Señor nos llama a evaluarnos a nosotros mismos.

Pablo dice, “No vengan, a menos de que se examine a sí mismo.” La mesa del Señor de manera vívida celebra nuestra reconciliación con Dios mediante Cristo, y Su cruz. Estamos unidos mediante el cuerpo y sangre de Cristo, de manera visible en esa mesa. Me acuerdo que estuve en una iglesia, una iglesia grande, grande, mega-iglesia, odio ese término, pero se usa con frecuencia. Al final del servicio el pastor dijo, “Bueno, este es el domingo de comunión y hemos puesto unas galletas y jugo ahí junto a la puerta, así que tomen un poco conforme salen. Y cerró el servicio. La falta de consideración de eso, acercándose a la blasfemia. Venimos seriamente a la mesa del Señor. Venimos confesando nuestros pecados. Venimos como Su cuerpo, arrodillándonos una vez más delante de Su cruz, y enfrentamos nuestra pecaminosidad. Eso es tan importante.

Un escritor dijo, él estaba ausentándose de la adoración y de la mesa del Señor. El pastor fue a verlo, y después de que habían hablado por el asunto que estaba involucrado, conforme estaban sentados ahí en frente de una chimenea, lo que hizo es que el pastor empezó a esparcir la leña que estaba ahí, y los empezó a separar, y poco tiempo después se apagó la chimenea, y poco tiempo después la leña que estaba separada se empezó a apagar, y le dijo a la persona: “¿Entiendes?” El hombre tenía suficiente gracia y sabiduría como para decir, “Sí, entiendo.”

Y el pastor de nuevo, lo que hizo es que tomó la leña y la acercó, y claro, usted sabe lo que pasó, no habían pasado mucho tiempo de que comenzaron a brillar de nuevo y volvió a recobrar el fuego, y el fuego fue fuerte. Y el pastor de nuevo vio a su miembro que estaba errando y le dijo, “¿Entiendes? ¿entiendes?” Y dijo esto, “Nada te divida de tu comunión con otro creyente, porque ambos van a perder. No solo ambos van a perder, sino que también la integridad de la iglesia va a perder. La llama va a bajar, y el fuego de la vida espiritual se va a ir.” Él dijo, “Recuerda, congrégate en la mesa del Señor, es ahí donde nos acercamos y más cercanos estamos al Señor en su mesa, más cercanos estamos el uno al otro. Y eso prende la comunión.” Es una mesa santa.

Algunos de ustedes han preguntado ¿por qué no tenemos comunión virtual? porque no existe algo así. No existe algo así como la comunión virtual, la palabra misma desafía eso. La comunión, estar en asociación, ¿comunión virtual? La iglesia no conoce nada de comunión virtual. Podemos comunicar la Palabra de Dios, podemos guiarlo en adoración, pero no podemos expresar la comunión. Ese es uno de los dolores en mi propio corazón al ver los números enormes de personas que no han experimentado, cuando no hay algún tipo de cuarentena, como lo que estamos teniendo hoy día, una experiencia de pantalla plana que no conoce nada de la comunión real. Si hay algo en este mundo loco, que es necesario, es la iglesia de Jesucristo. Si usted se encuentra por un momento estando cómodo en su pijama el domingo por la mañana, que ésta sea una advertencia, que usted está desviándose, su corazón debería estar anhelando la comunión y orando porque venga pronto.

Esto es lo más necesario en todo el mundo. Es necesario para Grace Community Church estar junta, es necesario para nosotros salir de nuestras casas y estar de regreso a este lugar vacío y llenarlo de nuevo y volver a avivar los fuegos. Hemos estado separados como esos leños, eso hace que usted se enfríe, porque usted carece del poder del ministerio mutuo de los dones espirituales y la rendición de cuentas mutuas, y las expectativas mutuas y el ministerio mutuo. Si usted se encuentra a sí mismo, siendo llevado a alguna medida de comodidad, pídale al Señor que le perdone a usted, y encienda su corazón hasta que llegue el día que volvamos a reunirnos. La iglesia es una comunión y se expresa a sí misma no de alguna manera virtual, sino en la vida real, gozosa, comunión gozosa de los santos.

Entonces, la base de nuestra comunión es nuestra salvación, la naturaleza de nuestra comunión es vida en común, y el símbolo de nuestra comunión en la mesa del Señor. Y el primer domingo que regresemos vamos a estar en esa mesa, usted puede tener la seguridad de eso. Hay mucho más que decir acerca de la comunión, pero tendrá que esperar hasta la próxima semana.  

Padre, gracias por darnos una revelación tan preciada de nuestra identidad en Cristo, no solo nuestra relación contigo y Tú con nosotros, y nuestra relación con cualquier otro creyente. Gracias por Grace Community Church, gracias por el amor que existe en este lugar, por la vida en común, por el sacrificio y servicio, por el ministerio de dones espirituales, por la expresión de todos los unos a otros. Gracias porque este es un lugar de reposo y un refugio, para personas de toda tribu, lengua y nación que se ve como el mundo aquí, porque hay personas de todos lados que están en esta comunión.

No hay barreras de raza, no hay barreras de nacionalidad, no hay barreras de etnicidad, todos somos uno en Ti. Y Señor anhelamos estar juntos de nuevo, confiamos en que Tú nos vas a guiar en esa expresión. El mundo no nos valora, es hostil hacia nosotros, nos odia, porque está bajo el poder del maligno. Y dañar a la gente no es algo que le importe al mundo, y para muchos que están en el poder estarían felices si la iglesia nunca se congregara, pero Señor, Tú necesitas abrir la puerta para que nosotros nos congreguemos, somos la expresión más necesaria de vida divina en el mundo. Tenemos que dejar que la luz brille, para que el evangelio se vuelva creíble.

Y mientras tanto, Señor, danos oportunidad continua de ministrar Tu Palabra, y encontrar maneras de que ministrarle a Tu pueblo y a muchos otros por causa del evangelio. Y te agradeceremos en el nombre de Cristo. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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