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Bueno, hemos disfrutado de un tiempo maravilloso, analizando la anatomía de la iglesia, y considerando los asuntos de la vida en la iglesia que nos son importantes, conforme son bosquejados en la Palabra de Dios. Conforme lo hemos estado repitiendo a lo largo de este estudio, se ha escrito mucho el día de hoy, se ha hablado mucho acerca de la iglesia, pero, no todo es bíblicamente sólido, no todo es saludable, no todo refleja la mente, la voluntad de Dios. Y, nos hemos esforzado por acercarnos a la iglesia, al entrar a la Palabra de Dios, identificar esas cosas que son esenciales y sobresalientes para la vida misma de la iglesia. Hemos tomado la metáfora del cuerpo de Cristo, la cual Pablo usa, y la hemos expandido y extendido un poco, nos hemos tomado algo de libertad para llenar algunos de los espacios en blanco, por así decirlo, y lo que realmente incluye la anatomía de la iglesia.

Comenzamos a hablar del esqueleto, y ahora estamos hablando de los sistemas internos, esas cosas que le dan a la iglesia su vida real, así como los órganos le dan al cuerpo su vida real. Esas cosas que fluyen, que llevan la vida, y la energía, y el poder, y la función de la iglesia. Y, básicamente hemos estado hablando de actitudes espirituales. Ese es el mejor término que yo conozco para describir de lo que hemos estado hablando. Estamos hablando de actitudes espirituales, que son la vida de la iglesia. Cosas como fe y amor, y humildad, y unidad, y perdón, y gratitud, y contentamiento, y cosas como gozo. Ese tipo de cosas que son las actitudes que caracterizan a la iglesia, y que sustentan su vida y llevan su energía.

Y, quiero continuar de esta manera un poco. No estoy haciendo esto solo de manera arbitraria. Mi problema es resumir estas cosas, concentrarme en ellas, no pensar en ellas. Eso es fácil. Hay muchas cosas que podríamos considerar. Pero, estamos tratando de llegar a la médula de estos asuntos, a lo medular.

Y, hoy quiero que lleguemos a otra actitud, que creo que probablemente nos va a tomar dos semanas cubrirla. Esta mañana, esta noche, la próxima semana, y el próximo domingo por la noche también. Porque es un componente muy, muy importante. Creo que en una palabra, podría ser llamada “fortaleza”. Quiero hablar de fortaleza. Podría llamarlo usted fuerza, podría llamarla valentía, pero, creo que la mejor palabra es fortaleza.

Ciertamente, cualquier consideración del cuerpo humano, la fortaleza es de importancia extrema. Es importante si un cuerpo va a poder operar a su máximo potencial, que tenga una medida de fortaleza, y no sea débil. Hay muchas cosas que debilitan al cuerpo humano, y hacemos todo lo que podemos desde un punto de vista médico, y desde un punto de vista de ejercicio, y desde un punto de vista nutricional, minimizar esas cosas que pueden atacar la fortaleza del cuerpo. Hacemos lo que podemos hacer para mantener la fortaleza. Y bueno, lo mismo es el caso en la vida de la iglesia. Necesita haber una fortaleza interna. Si la iglesia va a funcionar de la manera en la que Dios quiere que funcione.

Ahora, ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de fortaleza? Bueno, estamos hablando de valentía, estamos hablando de cosas como la valentía de la convicción. Estamos hablando de permanecer firmes. Estamos hablando de ser un individuo que no hace concesiones. Alguien que no es débil, alguien que no está vacilando. Alguien que no es derrotado, alguien que no es temeroso. Alguien que no se aterra. Alguien que tiene valentía y denuedo, y que puede confrontar, y que puede ser perseguido e intimidado, y sin embargo ser fiel en todo sentido, hacer lo que es correcto. Estamos hablando de alguien que no da lugar al temor. Estamos hablando de alguien que no busca el camino fácil. Alguien que no está buscando el lugar seguro, alguien que vive en base a principios. Estamos hablando de tener la valentía de lo que usted sabe que es verdad, de tal manera que usted no varía esas convicciones de situación a situación. Alguien que permanece fuerte frente a la oposición. Alguien que es lo suficientemente valiente como para enfrentar los desafíos. Alguien que vive a la luz de principios y no a la luz de caprichos, y no por la opinión. Alguien que tiene propósitos firmes y fuertes, y fijos, y se mueve hacia esos propósitos, enfrentando al enemigo, soportando el dolor, sosteniendo en alto lo que es correcto, prosiguiendo a la meta. Ese es el tipo de virtud que hace que alguien sea fuerte, decisivo. Alguien que va a asumir riesgos, riesgos serios por causa de la verdad y el principio. De eso estamos hablando.

Y, esa es una virtud en la que realmente estamos en necesidad en la iglesia en la actualidad. En un tiempo de gran vacilación, en un tiempo de concesiones tremendas, en un tiempo de debilidad. La iglesia necesita ser fuerte. Y, no estamos hablando solo de fortaleza de personalidad, aunque nos gusta eso como virtud. Nos gusta la gente que tiene personalidades fuertes. De hecho, inclusive nos cae bien la gente aun si no son cristianos, que tienen convicciones fuertes. Hay algo varonil en eso. Hay algo bueno acerca de una persona determinada que vive según lo que cree que es lo correcto. Nos gusta la fortaleza de virtud. Nos gusta la nobleza en la virtud de una persona. Le damos honra a eso. Vemos la virtud como algo importante. Vemos la coherencia como algo importante.

Inclusive, la palabra “integridad”, es una palabra maravillosa. Significa alguien cuya vida es coherente. Todas las partes están perfectamente integradas. Eso es integridad. Honramos eso.

Bueno, ciertamente en la esfera espiritual va más allá de una preferencia y se vuelve un mandato. En la iglesia necesitamos fortaleza. Y, vivimos en un tiempo en donde francamente se valora la debilidad, la debilidad. Como un pastor prominente me dijo: “Tu problema, MacArthur, es que tú simplemente tomas las cosas demasiado serio. Necesitas relajarte”. La iglesia ligera, como Miller Light. Usted sabe. Le quita todo el golpe, me imagino.

Este es un tiempo de debilidad. Este es un tiempo de moción. Este es un tiempo de vacilación. Este es un tiempo de concesiones, de capricho. Este es un tiempo en el que la gente dice: “No nos hagamos ofensivos, al aferrarnos a convicciones doctrinales fuertes”. Usted entiende todo eso. Quizás nunca ha habido una necesidad más desesperada para la fortaleza, como la hay en la actualidad. Y, le he dicho a varios grupos de pastores a lo largo de los años recientemente: “Este no es un tiempo para los hombres débiles en pulpitos débiles, predicando mensajes débiles a personas débiles. Este es un tiempo de fortaleza”.

Quiero hablar de fortaleza. Y, tengo una introducción más bien larga, así que no califique mi bosquejo hasta que llegue a ahí. Hablemos de esto. Pase a 1 de Corintios capítulo 16 versículo 13. Ahora, la Biblia habla mucho acerca de la fortaleza. Dice mucho acerca de la fortaleza. Dice en Romanos 4:20 que Abraham se fortaleció en la fe. Dice en Hebreos 11:34, que hubieron grandes héroes de la fe, quienes en debilidad se volvieron fuertes. Gran versículo. Versículo 34: “En debilidad se volvieron fuertes”. Pablo dijo que la fortaleza de Dios fue perfeccionada en su debilidad. Efesios 6:10, Pablo dice: “Fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza”. La Biblia habla mucho acerca de ser fuerte, nos da modelos. Lea Hebreos 11 y vea todos los modelos de fe fuerte.

Pero, hay una afirmación aquí en el capítulo 16 de 1 de Corintios el versículo 13, que realmente lo resume y es una exhortación muy simple. Ni siquiera hay mucho que depende ahí del contexto inmediato. En cierta manera está metida ahí, y la mayoría de las traducciones de las Escrituras identifica los versículos 13 y 14, como un párrafo muy breve, porque realmente existe en casi de manera independiente de lo que viene antes y de lo que viene después. Y, esto es lo que dice en el versículo 13 y 14: “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor”. No dejen el amor, pero, actúen como hombres y sean fuertes. Hombre, esto es, esta es una exhortación importante, esencial.

Ahora, ¿qué quiere decir? El versículo 13, creo que en algunas versiones es algo desafortunado la manera en la que lo tradujeron. La traducción es: “Portaos varonilmente”. Pero, realmente eso no es lo que le verbo griego dice. Lo que el verbo griego dice es: “Condúcete a ti mismo de una manera valiente”. Esto es lo que los estudiantes griegos llaman hápax legomena. Lo cual significa, es el único lugar en el Nuevo Testamento en donde este verbo es usado. Entonces, no tenemos pasajes del Nuevo Testamento con qué compararlo, para ayudarnos a entenderlo. Pero, su significado básico, es conducirse a uno mismo, conducirse a sí mismo de una manera valiente.

Y, quiero decirle que la razón por la que los traductores lo tradujeron, “portaos varonilmente”, fue porque en las épocas antiguas, ser un hombre, era sinónimo con ser valiente. La vida tenía muchos riesgos en la época de Pablo. Inclusive, habían muchos más riesgos en la época del Antiguo Testamento. Y, si usted se pregunta a sí mismo, ¿cómo actúan los hombres? Y, como cristianos se nos dice que actuemos como hombres. ¿Cómo actúan los hombres? En nuestra sociedad, hombre, eso sería probablemente difícil de responder. Actúan en todo tipo de maneras. Digo, actúan de manera rara algunos de ellos. Algunos de ellos actúan como mujeres. Algunos de ellos van al otro extremo, y actúan de otras maneras raras y dañinas, y desastrosas, y todo en medio de estos dos polos. Pero, hubo una época en el mundo, y todavía lugares en el mundo, en donde hombres es sinónimo de valentía y fortaleza. Hubo una época, como usted probablemente bien lo sabe, que ser un hombre significaba ganarse la vida en un ambiente difícil. Significaba construir con sus manos, significaba limpiar, significaba cultivar, significaba proteger a su familia de tribus que venían a atacar, de esas guerras que ocurrían en las pequeñas esferas de dominio por todo el mundo. No como guerras del mundo grande, que irrumpen en la escena en este siglo. No revolución post industrial, en donde comenzamos a desarrollar armamento. Hubo una época en el mundo, en la que usted defendía su propiedad y defendía su vida, y defendía su familia con sus manos. Y, estaba en un combate mortal y usted se ganaba su vida, sobrevivía mediante fortaleza corporal y determinación, y trabajaba duro, y sudaba, y entregaba su energía.

Digo, usted simplemente lee el Antiguo Testamento y colóquese a sí mismo en ese ambiente de los tiempos tan difíciles que son relatados, conforme las enfermedades y plagas, y guerras, y ataques, y la dificultad de el trabajo, hacía que la vida fuera más difícil, y los hombres eran hombres en momentos así. Tenían que ser hombres y las mujeres conocían su función, y debían apoyar a los hombres, y tenían que apoyarlos con el cuidado y la crianza de los hijos, e instrucción hacia esos hijos, y el cuidado del hogar, y la provisión de comidas, y todas esas cosas que le dan a las mujeres su equilibrio maravilloso y único. Pero, los hombres eran hombres. Y, los hombres tenían que hacer lo que los hombres tenían que hacer. Eso significaba ser fuerte y agacharse, y mover sus músculos, no en el gimnasio local, para que pudieran quitarse la playera, y que la gente pudiera mirar sus músculos del abdomen. Pero, por otras razones como proteger a su esposa y a sus hijos de los invasores. Asuntos serios estaban en juego.

Vivimos en una época, en donde lo más cerca que se acercan los hombres al conflicto, es mantener su equilibrio emocional en la autopista en hora pico. Lo más que nos acercamos al conflicto, es cuando le aventamos nuestra Pepsi a la televisión, cuando nuestro héroe en el juego de fútbol está perdiendo. No estamos acostumbrados a ese tipo de esfuerzo. Y, muchos de nosotros obviamente en esta sociedad estamos involucrados en industrias del servicio, en donde no hacemos el tipo de trabajo que los hombres hacían en tiempos pasados. Y, como resultado de eso, tenemos que hacer otras cosas, simplemente para mantener la salud normal, porque no hacemos ejercicio de la manera en la que los hombres lo hacían en otros tiempos. En cierta manera hemos redefinido la función de un hombre en nuestra sociedad, y a mucha distancia de lo que solía ser. Ser un hombre era sinónimo de ser valiente en esas épocas, y esa es la razón por la que los traductores sintieron la libertad de tomar un verbo que básicamente significa expresar valentía que existe en el corazón, y traducirlo: “Portaos varonilmente”.

El Nuevo Testamento no nos da ilustraciones de este verbo. Pero, afortunadamente el Antiguo Testamento nos da muchas ilustraciones de esto. En la Septuaginta, la cual es una traducción griega del Antiguo Testamento, la cual es buena estudiar, porque usted puede ver cómo palabras griegas fueron usadas en el Antiguo Testamento, y eso nos dice algo de la intención hebrea de esa palabra también, conforme los traductores escogieron la palabra griega correcta, para que encajara. Y, conforme usted va al Antiguo Testamento, encuentra este mismo verbo usado repetidamente. Y, le voy a mostrar algunos de sus usos, porque son interesantes.

Regrese a Deuteronomio capítulo 31. Deuteronomio capítulo 31, y va a ver este tipo de exhortación, aunque es única en el Nuevo Testamento, no es única en el Antiguo Testamento. Con mucha frecuencia se usa en el Antiguo Testamento esta idea de ser valiente y ser fuerte.

Por ejemplo, en Deuteronomio capítulo 31, Moisés obviamente en este punto en particular en su vida va a morir, va a dejar la escena, y el manto de liderazgo va a ser asumido por Josué. Josué va a guiar al pueblo a la tierra prometida. Y, en el capítulo 31 de Deuteronomio, la instrucción viene del Señor, viene al pueblo, y de manera particular a Josué. Dice: “No debes preocuparte por los enemigos”. El Señor les dice en el versículo 3: “Es Jehová tu Dios quien va a cruzar delante de ti. No necesitas preocuparte”. Moisés dice: “Dios va a ir contigo, Él va a estar ahí”. Y entonces, en el versículo 6: “Esforzaos, se fuerte y valiente”. Ahí están esos dos mismos verbos, esas dos mismas palabras griegas de 1 de Corintios 16:13, en la traducción de la Septuaginta aquí, indicando el mismo sentido. “Esfuérzate y se valiente. No temas”. Este es el lado negativo. “No temas o tiembles ante ellos”. Y, esta es la razón: “Porque Jehová tu Dios es el que va contigo. Él no fallará ni te dejará”. Esa fue una palabra de Moisés al pueblo a que fueran fuertes y valientes.

Y, después una palabra de Moisés a Josué, versículo 7: “Moisés llamó a Josué, y le dijo frente a todo Israel: Se fuerte y valiente”. Mismas dos palabras. “Porque irás con este pueblo a la tierra que Jehová juró a sus padres darles, y se las dará como heredad. Y Jehová es el que va delante de ti; él estará contigo; él no te dejará, ni te desamparará; no temas ni desmayes”. Aquí entonces están Dios diciéndole al pueblo que sea fuerte y valiente. Aquí está Moisés diciéndole a Josué que fuera fuerte y valiente.

Observe en 2 de Samuel por un momento, o por lo menos escuche. En el capítulo 10, Joab viene delante de los israelitas. Están al borde de la batalla, y en el versículo 9 dice en 2 de Samuel 10: “Cuando Joab vio que la batalla estaba en contra de él, al frente y por detrás”. En otras palabras, él estaba siendo atacado tanto del frente, como por detrás. Él escogió a todos los hombres escogidos de Israel, y los preparó contra los arameos. Ahora, este es la plática de medio tiempo por parte del entrenador, diciéndoles cuál iba a ser la estrategia de batalla. Estaban rodeados por el enemigo. Él saca los líderes, él mete a los líderes, y él los motiva con esta afirmación de confianza fortaleciéndolos. Y, llega al versículo 12 y dice esto: “Sean fuertes y seamos valientes, por causa de nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios; y que Jehová haga lo que sea bueno a sus ojos”. Sean fuertes y valientes. Lo que le fue dicho a los hijos de Israel, lo que Moisés le dijo a Josué, Joab ahora se los dice a los líderes de batalla del ejército de Israel, sean fuertes y valientes.

En 1 de Reyes capítulo 2, encontramos a David acercándose al tiempo de la muerte. Él lo describe como ir por el camino de toda carne. En otras palabras, morir como todo mundo se muere. Y, él le habla a Salomón y esto es lo que le dice en 1 de Reyes 2:2: “Esfuérzate por lo tanto, y sé un hombre”. Literalmente, sé fuerte y valiente.

Y por cierto, usted tiene palabras semejantes de David a Salomón en 1 de Crónicas 22:11 al 13, son repetidas. También está la repetición de las palabras de Moisés a Josué, más adelante en ese mismo capítulo, en Deuteronomio. Entonces, esta es una expresión muy común.

¿Cómo hace usted eso? Versículo 3, 1 de Reyes 2:3: “Guarda a Jehová tu Dios. Guarda el mandato de Jehová tu Dios”. Y, ¿cuál es? “Anda en sus caminos, guarda sus estatutos, sus mandamientos, sus ordenanzas, y sus testimonios”. En otras palabras, obedece las Escrituras. Sé un hombre de convicción. Sé un hombre de la Palabra. Anda en sus caminos, guarda sus estatutos, sus mandamientos, sus ordenanzas, sus testimonios. Eso es según lo que está escrito en la ley de Moisés. Haz todo lo que te Dios te ha revelado y sé fuerte y valiente. Eso es, sé una persona que no hace concesiones, que no se mueve, que no se intimida. Entonces, David le habla a Salomón.

Y, después si usted va hacia el final de 2 de Crónicas, en el capítulo 32, usted tiene otra ocasión en donde lo mismo se dice. En esta ocasión Ezequías el rey, está bajo una amenaza severa por parte de Senaquerib, rey de los asirios. Y, viene en contra del pueblo de Dios. Ezequías llama a los oficiales militares para que se reúnan, en el versículo 6. Esto está en 2 de Crónicas 32:6, él designó a oficiales militares sobre el pueblo, los congregó ahí en la plaza de la puerta de la ciudad, les habló alentándolos, y esto es lo que les dijo: “Sean fuertes y valientes; no teman ni desmayen por el rey de Asiria, ni por toda la multitud que está con él; porque el que está con nosotros es mayor que el que está con él, con él”. Versículo 8 dice: “Está solo un brazo de carne, pero con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y para pelear nuestras batallas. Y el pueblo confió en las palabras e Ezequías rey de Judá”. Y, ellos, por cierto, ganaron la batalla.

Entonces, sea que usted tenga a Dios hablándole a los israelitas, Moisés a Josué, Joab a los israelitas, David a Salomón, Ezequías a sus oficiales, el mensaje es, sean fuertes y valientes. Sean fuertes y valientes. Esta es instrucción buena, sana, básica, espiritual, a la que todo creyente debe responder. De hecho, hay una exhortación genérica en el Salmo 27 versículo 14: “Espera a Jehová; Esfuérzate y que tu corazón se aliente”. No des lugar al temor, no des lugar al enemigo. No des lugar a la intimidación. No valores el prestigio y la popularidad, y la opinión humana por encima de la verdad. Sé fiel a lo que es verdad. No busques el camino fácil. No busques el camino seguro. No dobles la rodilla ante la presión, si no que de manera dispuesta enfrenta la dificultad. Debes estar dispuesto a enfrentar el desafío, enfrentar al enemigo, soportar el dolor, sostener en alto lo que es correcto, prosigue a la meta con fuerza y gran valentía.

Todos esos pasajes realmente nos acercan a otro texto, que creo que es el más rico en el uso de esa frase, y esto está en Josué 1. Y, quiero que vaya a Josué 1 por un momento. Esto en cierta manera va a englobar este aspecto de introducción en su mente, hablando de la importancia de esta fortaleza.

En Josué capítulo 1, obviamente el manto de liderazgo ha caído en Josué. Él los va a meter a la tierra que Dios prometió darles. Dios le promete que va a estar con él. El Señor le dice: “Mi siervo Moisés ahora está muerto; pero yo voy a estar contigo, y tú vas a guiar a este pueblo”. Versículo 5 de Josué 1: “Ninguno podrá permanecer delante de ti todos los días de tu vida; así como he estado con Moisés estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé”. Versículo 6, esta es la Palabra del Señor a Josué: “Esfuérzate y sé valiente; porque tú le darás a este pueblo la posesión de la tierra que yo juré a sus padres darles. Nada más esfuérzate y sé muy valiente, ten cuidado de hacer según toda la ley que Moisés mi siervo mandó; no te desvíes de ella a diestra o a siniestra, para que tengas éxito a dondequiera que vayas”.

En otras palabras, la idea de ser fuerte y valiente, significa vivir la valentía de sus convicciones, que están fundadas en la Palabra de Dios revelada. Versículo 8: “Este libro de la ley, nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, la ley de Dios, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas según todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. No te he mandado, sé fuerte y valiente del lado negativo, no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios está contigo a dondequiera que vayas”. Hay una exhortación tremenda a la valentía y a la fortaleza espiritual, frente al peor escenario posible, debido a la presencia del Dios eterno, todopoderoso y vivo. Tremendo.

Versículo 5: “Dios está contigo”. Versículo 6: “La causa es justa”. Tú simplemente debes ser fiel en ser fuerte y valiente.

La iglesia necesita esto. Hombre, necesitamos una dosis de esto en este tiempo contemporáneo, fortaleza espiritual. Y, aunque es un mandato y aunque se nos manda, y aunque oímos todos estos pasajes, y somos motivados por el modelo y ejemplo de estos a quienes se les dijo que fueran fuertes, y prosiguieran en la fortaleza a conquistar, hay otro componente que debemos entender. Y, para ello quiero que pase a Efesios capítulo 3.

Esto continúa en algunos comentarios de introducción. Pero, algo muy importante que debe mantener en mente en este punto, no estoy aquí para darle algún tipo de plática motivacional. No estoy aquí para motivarlo emocionalmente. No estoy aquí simplemente para gritarle todas estas exhortaciones, y esperar que el eco dure algunas cuantas horas en su mente. Hay algo que es mucho más profundo, involucrado en el cumplimiento de estas exhortaciones. Y, se nos indica en Efesios capítulo 3 versiculo14, en donde Pablo se involucra en una oración a favor de la iglesia. Y, esto es lo que dice: “Por esta razón” – la razón está a punto de ser descubierta. “Por esta razón doblo mis rodillas delante del Padre de quien toda familia en el cielo y en la tierra deriva su nombre”. Estoy orando y le estoy orando al Dios quien es la fuente de vida para toda persona. Y, aquí está por lo que estoy orando, ésta es la razón por la que estoy doblando mis rodillas. “Para que Dios os conceda, según las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder a través de su Espíritu en el hombre interior”. Y, solo quiero añadir esto, que mientras que el llamado a ser fuerte, y el llamado a ser valiente es un mandato, es un mandato, una ordenanza, es una exhortación. Solo puede ser cumplido en el poder maravilloso, misterioso del Espíritu de Dios que mora en nosotros. No estamos simplemente aquí de dar una plática motivacional, no estamos hablando simplemente de motivarlo de manera emocional, sentimental. Estamos hablando de llamarlo a una vida controlada por el Espíritu. A andar en la energía y el poder del Espíritu, y estar comprometido con una vida de coherencia en línea, con las convicciones que emanan de un entendimiento de las Escrituras. Esto es ser fuerte.

Y, llama a estas cosas que hemos bosquejado. Número uno, llama a un conocimiento de la Palabra de Dios. Dos, un compromiso con vivir según con esas verdades. Tres, hacerlo en la energía del Espíritu Santo y no en su propia fortaleza humana.

Ahora, habiendo dicho todo eso, entramos al pasaje al que lo quiero llevar. 2 de Timoteo capítulo 2. Creo que ya para este momento usted sabe de qué estamos hablando, cuando hablamos de fortaleza espiritual. Estamos hablando acerca de alguien que está comprometido con la obediencia a la Palabra de Dios. Alguien que tiene convicciones y alguien que vive conforme a esas convicciones, sin importar que tan difícil pueda ser, porque él confía en el poder del Señor, y alguien que hace todo eso en base a la fortaleza interna provista por el Espíritu Santo que mora en él. Muy bien.

Pero, ¿qué significa? ¿Cómo se ve? ¿Cómo define usted a un cristiano fuerte? Entiendo que necesito ser. Entiendo que quiero ser. Entiendo que se me manda a ser. Entiendo que es un asunto de conocer la Palabra de Dios y tener las convicciones que han emanado de la Palabra de Dios, y vivir de una manera sin concesiones, según con esas convicciones, con amor. Como hemos visto en 1 de Corintios 16, entiendo que todo eso es capacitado por el Espíritu Santo que mora en mí, pero, ayúdame en términos prácticos. Y, con gusto lo voy a hacer. Y, eso es exactamente lo que quiero hacer en 2 de Timoteo.

Observe 2 de Timoteo capítulo 2 versículo 1. Conforme estaba pensando en qué texto debía llevarlo, dos textos siempre vienen a mi mente en el asunto de fortaleza espiritual. Este es uno que viene a mi mente y el otro es Efesios 6, y vamos a hablar de ese el próximo domingo. Pero, cuando usted está hablando de fortaleza espiritual, inmediatamente llega el primer versículo del capítulo 2: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”. Esto se oye como Moisés hablándole a Josué. Esto se oye como David hablándole a Salomón. Esto se oye como Joab hablándole a sus oficiales. O, Ezequías hablándole a sus oficiales. Básicamente es el mismo idioma. Hijo mío, estás enfrentando una batalla, esfuérzate en el Señor. Esfuérzate por Jesucristo y toda su gracia capacitadora está contigo. Esto simplemente es un eco de esas exhortaciones del Antiguo Testamento, además de la realidad rica de la gracia que es provista en Cristo, en la maravilla del Nuevo Pacto. Es un llamado a la fortaleza.

Pero, como usted sabe, el Apóstol Pablo sabe más que tan solo tratar de darle a la gente una especie de plática motivacional. Como usted sabe, eso podría funcionar en el deporte, podría salirse con la suya en el vestidor. Yo he oído algunas de esas en mis días de fútbol, he oído algunas de las clásicas. He visto cómo se desmantela el vestidor por parte de los entrenadores, tratando de motivar a los equipos, y sabemos que eso puede durar unas cuantas horas, y puede ayudarle emocionalmente para salir ahí, y ganar la batalla en ese momento. Pero, no tiene un impacto duradero. Y, no estoy aquí para motivarlo emocionalmente. No estoy aquí para darle una plática motivacional. Y, tampoco Pablo cuando le dijo esto a Timoteo. Había algo mucho más profundo en lo que le iba a decir, y mucho más cognitivo, y mucho más dirigido a su entendimiento que su emoción. Y, quiero mostrarle lo que es, conforme vemos este texto.

Pero, permítame darle un contexto. ¿Por qué Pablo le dice a Timoteo: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate”? Bueno, solo hay una razón por la que él le diría eso, y eso sería porque él no estaba convencido de que Timoteo estaba donde necesitaba estar, en términos de fortaleza espiritual. ¿Podría ser que Timoteo estaba débil en este punto? Definitivamente. Regrese al capítulo 1, permítame mostrárselo. Este libro me es muy familiar. Difícilmente pasa una semana en mi vida en la que no estoy involucrado en algunas porciones de 2 de Timoteo. Es un libro preciado, preciado. Tiene muchas verdades ricas que se pueden aprender y aplicar y, y le voy a compartir algunas cuantas.

Pero, permítame darle en cierta manera el trasfondo de este libro. Cuando Pablo fue soltado de su primer encarcelamiento, él fue encarcelado una vez, de la cual fue liberado y tuvo algo de ministerio. Y, después tuvo un segundo encarcelamiento en el cual fue ejecutado. Y, cuando él fue liberado de su primer encarcelamiento, él se reunió con Timoteo, Timoteo siendo su discípulo en la fe. Timoteo siendo a quien le pasaría el manto. Timoteo siendo aquel que seguiría con el ministerio. Timoteo conocía el corazón de Pablo como nadie. Timoteo realmente era un reflejo de espejo, un verdadero discípulo de Pablo.

Entonces, él llamó a Timoteo, después de que salió de la cárcel, para que se reuniera con él en Efeso. Efeso era la iglesia en donde Pablo pasó la mayor parte de su tiempo, tres años. Y, a partir de esa iglesia se fundaron las otras seis iglesias de Asia Menor, que se enlistan en Apocalipsis 2 y 3. Era una iglesia fuerte, era una gran iglesia, era una iglesia que plantaba otras. Y, Pablo estaba muy preocupado por ella.

Mientras que él estuvo en la cárcel, el reporte le había llegado que la iglesia efesia estaba en una espiral descendente. Que el liderazgo se había corrompido, que la congregación estaba abandonando sus deberes apropiados en la iglesia, que la iniquidad se había infiltrado a la iglesia, y había impiedad ahí. Y, eso rompió el corazón de Pablo, porque ésta era una iglesia tan grande, tan fuerte, con un comienzo fabuloso. Y entonces, el Apóstol Pablo estableció el hecho de que cuando él salió de la prisión, él quería reunirse con Timoteo ahí, y quería ver qué necesitaba ser hecho, para corregir esa iglesia. Y, eso es exactamente lo que pasó. Pablo se reunió con Timoteo en Efeso.

Y, hubieron algunas cosas que tenían que pasar, que Pablo mismo tuvo que corregir. Algunas cosas que demandaban autoridad apostólica. Por ejemplo, él menciona que cuando él llegó ahí, él tomó a Himeneo y Alejandro, quien eran hombres malos y los expulsó de la iglesia. Había algo que no esperaba que Timoteo tuviera que hacer. Timoteo era un joven, era joven en la fe, y él no habría querido enfrentar eso. Probablemente Himeneo y Alejandro, mencionados en 1 Timoteo 1, eran los principales pastores y eran herejes. Ellos habían enseñado mentiras y error, las cuales habían afectado la fe de personas, y habían torcido cosas. Y entonces, cuando Pablo llegó a ahí, expulsa al pastor principal. Eso es algo muy serio en una iglesia. Y, como usted sabe, la gente se apega a sus líderes, y es algo muy, muy traumático. Y, Pablo lo hizo.

Después, Pablo dijo: “Ya me voy, me tengo que ir a Macedonia, tú quédate aquí, y arregla el resto de los problemas que hay aquí”. Y, nadie en su juicio coherente habría envidiado esa tarea. Particularmente un joven que viene de afuera tratando de entrar y corregir una iglesia con todo tipo de problemas.

Una de las cosas que Timoteo tuvo que hacer, como se indica en la primera carta, por cierto, cuando Pablo partió, le escribió a Timoteo, 1 de Timoteo, para instruirlo, para que supiera qué hacer. Y entonces, cuando recibió 1 de Timoteo, simplemente reforzó lo que Pablo le había dicho que hiciera. Y claro, cuando fue leído a la iglesia, le dio a Timoteo más autoridad para hacer todo eso. Pero, llamaba a reemplazar ancianos con hombres piadosos, reemplazar a diáconos y diaconisas con hombres y mujeres piadosos. Hablaba de que los hombres hicieran lo que debían hacer, y las mujeres hicieran lo que debían hacer. Y, que se corrigieran las cosas en la iglesia, la cual es la casa de Dios, columna y baluarte de la verdad, y todo eso. Y, hablaba de lo que los líderes debían hacer, lo que la congregación debía hacer. Una epístola muy importante.

Y bueno, conforme Timoteo comenzó a implementar la resistencia, resistencia, vino una resistencia tremenda. Y, no solo eso, si no que los romanos comenzaron a prender el fuego en la persecución, y entonces había hostilidad adentro de la iglesia, y había persecución afuera de la iglesia. Y, la vida no iba muy bien para Timoteo. Estaba siendo golpeado por dentro, estaban diciendo: “Es demasiado joven. Es demasiado joven. ¿Qué sabe él?” Y, Timoteo estaba luchando en su propio corazón, estaba luchando con pasiones juveniles. Tendía a ser alguien contencioso y peleaba porque era joven y agresivo, y estaba perdiendo terreno, y se estaba preguntando, probablemente en su propia mente: “Si yo estoy luchando con las pasiones en mi propio corazón y peleando con las batallas que los jóvenes pelean, ¿quién soy yo para establecer el ejemplo piadoso para la iglesia entera?” La vida estaba volviéndose difícil. Estaban diciendo cosas terribles acerca de él. Estaba temiendo por su propia preservación personal.

Y, como resultado, él comenzó a caer en esa corriente de la espiral descendente de la iglesia efesia. Y, él comenzó a descuidar su ministerio, y se debilitó, y lo puede ver por ejemplo, en el capítulo 1 versículo 6. Pablo le tiene que decir a Timoteo, y esto es triste, porque él está esperando que Timoteo continúe con lo que Pablo comenzó a hacer, y esta es la última carta que Pablo jamás escribió. Entonces, simplemente le está pasando el manto. Pero, él le dice en el versículo 5: “Te recuerdo de la fe sincera que habita en ti. No cuestiono tu fe, no cuestiono tu conversión. Sé que tu fe es real. Primero moró en tu abuela Lodia, y en tu madre Eunice, y sé que también en ti. No estoy cuestionando eso. Pero, es debido a esa fue verdadera” – versículo 6 – “que te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que está en ti”. ¿Qué don? El don de predicación, el don para evangelizar, hacer la obra de evangelista, predicar el evangelio, edificar a la iglesia, guiar a la iglesia. Y, el don había sido afirmado por la imposición de las manos de este gran Apóstol, y por las manos de los ancianos de la iglesia. Y, Timoteo estaba dejando que ese don fuera descuidado. Él estaba tan desanimado y tan golpeado, y él estaba comenzando a debilitarse, y estaba perdiendo su fortaleza, y no usando ese don. Que tragedia tan terrible. Terrible.

Pablo le dice: “Aviva el fuego del don de Dios que está en ti. No puedes dejar que caiga en frialdad y descuidarlo, y no lo uses”. ¿Por qué Timoteo estaba haciendo eso? Sígalo en el versículo 7: “Dios no nos ha dado espíritu”, ¿de qué? “De cobardía”. Timoteo se estaba volviendo un cobarde. Timoteo estaba desanimándose. Timoteo estaba perdiendo su valentía. Timoteo se estaba debilitando.

¿Qué tan débil estaba Timoteo? Versículo 8, él tiene que decir: “No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, no te avergüences de Jesucristo, Timoteo”. ¿Acaso Timoteo estaba tan débil que la amenaza de la persecución hizo que ni siquiera quisiera identificarse con Cristo? Él estaba dejando la predicación, de tal manera que la gente no amenazara su vida por predicar, y él inclusive estaba dejando de hacer una afirmación personal de fe. ¿Podría ser que esos pensamientos habían entrado en su mente? No te avergüences de mí tampoco, Su prisionero. No te avergüences de identificarte conmigo. Claro, yo soy visto como muchos, como un enemigo del Imperio Romano, y un enemigo de la adoración a César. No te avergüences de mí. No te avergüences del Señor. No dejes que tu don deje de ser usado. No seas un cobarde.

Ahí en el versículo 13, él inclusive le recuerda a que se aferre a la sana doctrina. ¿Podría ser que él estaba vacilando en su doctrina, porque era más cómodo? ¿Era más seguro retroceder un poco y salirse del calor de la batalla en la iglesia, y salirse de la iglesia? Versículo 14 le dice: “Guarda el buen deposito que está en ti”. Y, eso es las Escrituras. Y, después capítulo 1 lo resume: “Tú estás consciente del hecho, ¿no cierto, Timoteo? De que todos los que están en Asia me dejaron”. Esa es una de las declaraciones más trágicas jamás hechas por el Apóstol Pablo. Todo mundo me ha dado la espalda. La presión es demasiado para todo mundo. Todos han doblado la rodilla. Y, él nombra a Figelo y Hermógenes. Y, eso debió haber sido un shock, porque no sabemos quienes fueran estos hombres, en un punto del tiempo, debieron haber sido baluartes, y han doblado la rodilla, y entonces Pablo le está diciendo a Timoteo: “No. No te metas a la lista con ellos, por favor, por favor. Ese es el escenario que gira en torno a esta epístola.

Timoteo está siendo arrastrado por la espiral descendente en la que está cayendo la iglesia hacia la debilidad. Y, por eso el capítulo 2 comienza de esta manera: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate”. Pablo está llamando a un liderazgo fuerte. Un hombre que no está avergonzado de Cristo. Un hombre que no se avergüenza de identificarse con otros que están siendo perseguidos. Un hombre que está usando su don a la máxima capacidad, siendo determinado de manera coherente, con gran energía, y gran poder. Un hombre que no es tímido, temeroso, cobarde, si no que es valiente y tiene denuedo. Un hombre que no va a vacilar y no va a debilitar su convicción doctrinal fuerte. Eso es lo que quiere de Timoteo.

Inclusive, va a ser más importante poco después de eso, más que nunca antes, porque Pablo va a dejar la escena, y Timoteo va a tener que ser el modelo, para que otros lo sigan.

Ahora, la pregunta es, ¿qué significa esforzaos? Esa es la pregunta. Esfuérzate. ¿Qué significa esfuérzate? Bueno, ¿qué significa eso? Enséname lo que quieres decir.

Bueno, Pablo es el maestro de maestros. Él aprendió bien de su Señor. Y, él aprendió que usted tiene que traducir eso en algo que la gente pueda entender. Y entonces, Jesús con frecuencia enseñó en parábolas, y como todos los buenos maestros enseñan en analogías, y presentan retratos, para que usted pueda entenderlo de una manera más fácil. Pablo hace eso. Y, él le va a dar a Timoteo una serie de retratos de cómo se ve un cristiano fuerte. Y, cuando usted vea estos retratos, usted va a entender. Él está hablando a su mente, a su razón, a su capacidad cognitiva, a su proceso de pensamiento. No solo tratar de motivarlo emocionalmente, para algún tipo de arreglo temporal. Él quiere que entienda qué es un cristiano fuerte. Si usted va a ser fuerte y valiente, hay algunas cosas que debe entender.

En primer lugar, el versículo 2 debe ser un maestro. Después, versículo 3 y 4, debe ser un soldado. Después, versículo 5, debe ser un atleta. Y, después versículo 6, debe ser un granjero. Y, él comienza con esas cuatro imágenes. Y, si usted entiende esas imágenes, usted va a ver qué dice. Y, si usted ve lo que él dice acerca de esas imágenes, el retrato del cristiano fuerte se vuelve muy, muy claro.

Comencemos eso y veremos la primera esta mañana y las otras en esta noche. En cierta manera, lo mejor está por venir en esta noche. Pero, observe el versículo 2, veamos el primer retrato. Si usted quiere entender lo que significa ser fuerte, entonces, tiene que edificar su vida en la Palabra de Dios, en convicciones, y ser fiel sin concesiones, leal a esas convicciones, en la energía del Espíritu Santo. Si usted quiere ser ese creyente fuerte, en primer lugar, debe verse a sí mismo y asumir la función de un maestro. Versículo 2: “Lo que de mí has oído entre muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”. El verbo principal aquí es enseña. Pablo le dice, yo te enseñé, necesitas enseñar a otros que puedan enseñar a otros. Tiene usted cuatro generaciones, Pablo a Timoteo, a hombres fieles, y a otros también.

Él está diciendo: “Timoteo, tú eres un maestro. Debes transmitir verdad”. Absolutamente crucial. Permítame decirle algo acerca de la enseñanza. La enseñanza edifica su entendimiento de las Escrituras y edifica su base de convicciones, ¿por qué? En primer lugar, porque para enseñar la Palabra de Dios, tiene que estudiarla. Y, usted nunca estudiará la Palabra de Dios con el mismo nivel de devoción y diligencia, si usted no enseña como cuando usted tiene que enseñar.

La gente me dice: “Tú pasas tanto tiempo en las Escrituras, ¿cómo te disciplinas a hacer eso?” Es fácil, usted viene a aquí todo domingo. Usted se aparece, yo me aparezco, y yo necesito estar listo. Me acuerdo cuando estaba enseñando un curso de eclesiología y escatología en el seminario, varios años atrás. Di una tarea al principio del semestre y le dije a los hombres en la clase, les dije: “Esa tarea se tiene que entregar cierto día”. Y, les dije que en ese día, la tarea tenía que entregarse. Y, el día vino, les pregunté si podían entregar su tarea. Había pasado como un mes, así que tenían suficiente tiempo para prepararse. Y, vinieron tres o cuatro hombres que se me acercaron y dijeron: “Mira, tienes que saber que tuvimos este problema, y ese problema, y queremos saber si estaba bien si lo entregábamos la próxima clase”. Y, yo dije: “No”. Yo le dije: “No va a estar bien. Simplemente tienen cero”. Y, dijeron: “Oye, pero, pero, no dijiste nada más después del primer anuncio. Y, después hubo otro anuncio más”.

Yo le dije: “¿Fue el hecho de que no sabías que tenías que entregarlo hoy?”

“No, sabíamos. Simplemente no sabíamos que no habría gracia”.

Yo dije: “Bueno, mira, yo no sé qué vas a aprender de esta clase, pero, si solo aprendes una lección, que puede ser muy útil, es ésta lección. Que tienes que tener tu sermón el lunes, no el martes”. Y, algunos de estos jóvenes han regresado y me han dicho años después, que fue la mejor lección que jamás aprendieron.        

Tuve un profesor en el seminario que me dijo que él nunca podía pastorear una iglesia, porque él no podía decidir qué pasaje predicar cada domingo. Esa es una de las cosas que en cierta manera usted tiene que decidir.

Una de las grandes presiones de la enseñanza, es que usted tiene que aprender antes de que enseñe. Y entonces, la ventaja de enseñar, es que usted tiene que aprenderlo, antes de que lo pueda enseñar. Entonces, ese es el primer beneficio. El segundo es, usted está expuesto a la verdad, a un punto de que sea clara. En otras palabras, no es como su devocional diario, simplemente lo lee, lo lee, y si lo entiende bien, y si no también. Más vale que lo entienda, porque tiene que abrir su boca y explicarlo.

Entonces, el segundo beneficio de enseñar – el primer beneficio es que lo forza a entrar a la Palabra de Dios. Lo segundo, es que lo forza a ser claro. Lo forza a ser claro. Porque si usted le está enseñando a alguien, y si usted no entiende de qué está hablando, ellos tampoco lo van a entender. Y, ¿sabe una cosa? Ellos van a decir: “No lo entiendo”. Y, después usted va a decir: “Bueno, quizás es demasiado profundo”. Mire, si usted no lo entiende, no es demasiado profundo, es demasiado superficial. Es muy fácil ser confuso. Usted simplemente necesita no saber de qué está hablando y nadie le va a entender. Es difícil ser claro. Tiene que saber de qué está hablando.

Entonces, la ventaja de enseñar, es que lo forza a ser claro, lo forza a ser preciso, lo forza a entender. En tercer lugar, lo forza a tener convicciones. En otras palabras, usted termina con lo que es importante, y tiene que expresarlo, y eso es realmente eficaz, y es clave para cómo construye usted su base de convicciones. Usted se expone a la Palabra de Dios, la presión de enseñar lo forza a hacer eso. Se forza a sí mismo a ser claro y se forza a tener convicciones. Y, después hay otro beneficio tremendo. Se coloca usted en una posición de rendición de cuentas, porque cuando usted le enseña a alguien, usted ha declarado públicamente la importancia de lo que acaba de decir. Ha dicho: “Esta es mi convicción y se las estoy transmitiendo debido a su importancia”. Usted ha probado que lo entiende, lo entiende lo suficiente como para enseñarlo. Y, usted cree que es lo suficientemente importante como para transmitirlo. Y, ahora ellos le van a rendir cuentas a usted. Y, ¿qué dice acerca de eso en su vida? Usted se acaba de hacer alguien que rinde cuentas a su estudiante. Y, eso es saludable.

Y, así usted ve el beneficio de la enseñanza, y dice usted: “Bueno, no sé pastor, yo no puedo predicar, yo no puedo enseñar en una iglesia, o el domingo. Yo no tengo el don”. Encuentre a alguien que conoce menos que usted. A cualquier persona estoy seguro que en algún lugar hay alguien que conoce menos que usted, y cuéntele lo que usted sabe. Discipule a alguien. Comience en su familia. Hágalo con un nuevo cristiano. Hágalo con un amigo. Colóquese en una posición en la que usted transmite la verdad. Amigo mío, usted no es una calle sin salida, un callejón sin salida. Usted no es el final de la vida, no termina cuando llega a usted. Ese no es el final. Usted no puede decir: “Bueno, lo tengo, estoy listo para ir al cielo”. No se ha acabado. Alguien se lo dio, ahora, ¿qué debe hacer usted? Dárselo a alguien más. Y, usted se queda con lo que usted da.

La razón por la que uno llega a entender la Palabra de Dios, es porque usted está ensenándola constantemente. Yo me acuerdo de lo que enseño. Yo sé lo que creo, porque lo he reforzado tanto en el horno del estudio, aclarándolo en mi mente, y llegando a una convicción, y presentándosela de manera apasionada a usted, y haciendo eso de manera repetida, hasta que yo soy dueño de lo que yo les doy a ustedes. Eso se convierte en la tela, la médula de mi vida. Esa es la sustancia de mi fortaleza. Mis convicciones, todas mis convicciones son formadas en la preparación para enseñar. La fortaleza de mi doctrina y mi compromiso con ella, se forja al prepararme para enseñar. Y después, una vez que lo enseñé, ya rindo cuentas a alguien. Yo le rindo cuentas a todo mundo. Si yo me desvío un paso en donde la gente no entiende, y cree que algo no es coherente conmigo, recibo cartas, recibo llamadas telefónicas, e-mails, correos, faxes. Recibí dos esta mañana. “¿Por qué hiciste esto? Eso no parece coherente con esto”. Y, está bien. Necesito eso. No quiero equivocarme.

Pero, como puede ver, la enseñanza tiene ese efecto. Y, necesita transmitirlo. Pablo dice: “Yo te lo enseñé Timoteo, encuentra algunos hombres fieles que pueden enseñar a otros, para que también ellos lo puedan transmitir”. Eso es simplemente parte de mover a la siguiente generación de los fieles. Es tremendo. Usted sabe, cuando usted hace eso, lo hace en primer lugar en su propia familia. Me encanta ver a mis hijos, comenzando a devolverme mis convicciones, como si lo hubieran descubierto y no lo supiera. ¿Sabe eso? El otro día fue Melinda, ella dijo: “Papá, ven”.

Y, yo dije: “Muy bien. ¿Qué pasó?”

Ella dice: “¿Has visto este versículo?” Y, ella abre su Biblia y dice: “Papá, ve lo que dice”. Y, ella dijo: “Papá, ¿entiendes las implicaciones de eso?”

Y, yo dije: “¿Es esto un eco?” ¿No he dado este discurso aquí antes en la misma cocina que está aquí rebotando? Yo dije: “Creo que entiendo las implicaciones”.

“Bueno”, dijo ella, “eso espero, porque es serio”.

Y, simplemente estoy sonriendo. Usted sabe. Ahora, ella yo le estoy rindiendo cuentas a ella, por las convicciones que le di. Y, ella cree que ella las descubrió por sí misma. Ella está en el primer servicio. Entonces, no sabe que dije eso. Digo, es muy alentador. Yo le rindo cuentas a mis propios hijos. Yo le dije a alguien, no hace mucho tiempo atrás, que mi esposa de hecho espera que viva yo todo lo que predico. ¿No es eso ridículo? No lo es. Es simplemente imposible todo el tiempo. Ella es amable, y eso es bueno.

Pero bueno, somos llamados a esta responsabilidad de enseñar. Yo miro hacia atrás a los maestros que tuve, los miro hacia atrás, y veo a mi padre quien hasta el día de hoy le digo, es imparable. Es absolutamente imparable. Es un maestro imparable, que no se cansa. Y, eso significa que es un aprendiz imparable, que no se cansa. Recibí un fax de él, y me dijo: “Te mando un libro. Acabo de marcar los capítulos con pequeñas notas. Quiero que leas esos capítulos, y me escribas una crítica de inmediato. Es una postura que nunca antes he visto discutir. Y, realmente quiero saber lo que piensas. Te espero”.

Y, recibo este correo y me siento, y escribo algunas críticas, algunas evaluaciones en estos asuntos, y se los mando de regreso. Tiene 82 años de edad y no puede dejar de aprender y enseñar, y me está forzando a hacer lo mismo. Obviamente, tiene toda mi vida y simplemente es la manera en la que usted continúa a refinar la verdad en su corazón, enseñando. Él siempre quiere ensenarme y lo entiendo, para que él pueda enseñar a otros. Y, qué gran legado es ese. Yo me fui al seminario, el doctor Fineberg hizo lo mismo, y tantos de mis mentores y maestros lo han hecho a lo largo de los años. Me ensenaron, para que yo pudiera enseñar también otros. Y, así es con todos nosotros. Véase usted mismo como maestro.

Los cristianos fuertes, se forjan en el horno de la disciplina el estudio, lo cual normalmente va a ocurrir cuando alguien tiene una responsabilidad de transmitir la información a alguien. No significa que usted tiene que tener el don de enseñanza o predicación, lo que sea. Simplemente significa que tiene que reconocer la responsabilidad de transmitir la verdad, para que la gente pueda entenderla. Así es como usted cultiva sus propias convicciones

Y bueno, vamos a dejar las otras para esta noche. El soldado, el atleta, y el granjero. Oremos.

Padre, de nuevo gracias por la gracia que nos has concedido en Cristo, que nos ha permitido el ser fortalecidos por Tu Espíritu en el hombre interior. Te damos gracias por el don del Espíritu Santo, a quien recibimos y de esta manera recibimos poder. Gracias porque tenemos el poder y la capacidad de entender la Palabra de Dios, para ayudarnos a entender su significado, el poder del Espíritu para formar convicciones, el poder del Espíritu para obedecer esas verdades y andar en ellas, e inclusive el poder para transmitirlas. Señor, queremos ser fieles, queremos una iglesia fuerte. Queremos ser fuertes y valientes, y en todas las batallas en contra del mundo afuera, en contra de cristianos débiles, y que hacen concesiones aquí adentro. En contra de los ataques en contra de nuestro – de nuestra propia comodidad y nuestra reputación. Queremos ser fieles a la verdad y como se nos ha recordado otra vez por parte del Apóstol Pablo, en 1 de Corintios 16, al mismo tiempo nunca dejando el amor, siempre de una manera amorosa. Pero, no errando en el área de la verdad. Daños fortaleza, Señor, tu cuerpo necesita fortaleza para permanecer fiel a ti, y a la verdad. Y, oramos con ese fin en mente, para la gloria de nuestro Salvador. Amén.

Para más información sobre los mensajes y libros del pastor John MacArthur, y de los derechos legales de los mismos, puede acceder a la página en gracia.org.

 

 

 

 

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