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Bueno vamos a hablar del cielo en esta noche, le voy a dar la primera mitad de nuestra explicación del cielo, desde el punto de vista de cómo será nuestra relación con Dios. No tendremos tiempo para cubrirlo todo y probablemente eso está bien debido a la riqueza de este tema en particular. El apóstol Pablo, hizo una afirmación sorprendente cuando dijo, “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” Para que alguien diga, morir es ganancia, refleja ciertamente de lo que la mayoría de la gente tendría en este mundo. la mayoría de la gente en nuestra sociedad y de manera razonable, teme la muerte. El hecho de que Pablo dijera, “morir es ganancia, o morir me trae ventaja, morir es ganar algo de ventaja, es realmente una afirmación sorprendente.”

Y ese tipo de afirmación de confianza, supone que Pablo sintió que la vida venidera era mejor que la vida que él estaba viviendo. Él había tenido una experiencia personal en algún tiempo previo a cuando él dijo eso, en la que él fue arrebatado al tercer cielo, según 2 Corintios 12:2. Ahí él vio de alguna manera, la morada de Dios. Ahí él vio el cielo de cielos. Fue indescriptible, no pudo hablar de eso, pero vio lo suficiente como para saber que morir era ganancia. Juan, el apóstol, vivió con tal expectativa del cielo, que él podía decir, “Amén, ven Señor Jesús.”

Y yo creo que no es raro para ningún creyente que camina con Cristo, quien entiende de manera correcta esta vida y la vida venidera, poder hacer un eco de las palabras de Pablo y Juan y esperar por lo que todavía está por venir. Ahora, hemos estado aprendiendo porqué el cielo es tan atractivo. Hemos estado aprendiendo el hecho de que es ganancia dejar este mundo e ir a la presencia del Señor. El lugar dónde Dios vive y dónde todos los redimidos de todas las épocas viven, un lugar en dónde hay perfección infinita de cuerpo y alma, un lugar en dónde hay un ambiente perfecto de amor y gozo, y paz, y satisfacción. Hemos señalado muchas verdades maravillosas del cielo, pero esta noche llegamos a la más maravillosa de todas, llegamos a la realidad más gloriosa del cielo, aquello que sobrepasa todo lo demás y esa es nuestra relación con Dios en el cielo.

Y entonces, presentamos la siguiente en nuestra lista de preguntas, ¿cómo será nuestra relación con Dios, en el cielo? Y la Biblia delinea varias características maravillosas, vamos a verlas en esta noche. Empecemos. Número uno, al considerar como será nuestra relación con Dios en el cielo, la primera cosa que podemos señalar es que estaremos con Él, estaremos con Él. Podemos llamar a eso, simplemente, comunión. Comunión. Esto en sí mismo es el gozo supremo del cielo, porque Dios es el Ser Supremo, el que ocupa la persona suprema del cielo. Estar con Él es el gozo supremo, comunión con el Señor Dios, y el Señor Jesucristo.

Ahora, si usted regresa en sus pensamientos por un momento a la realidad de la salvación, recordará que Juan define la salvación, en 1 Juan capítulo 1, como tener comunión. Él dijo, “Tenemos comunión con el Padre, y con Su Hijo, Jesucristo.” Cuando una persona se convierte en un creyente, entramos en comunión con Dios. Su vida se convierte en nuestra vida, nos volvemos tan identificados con Él que como el salmista dijo, “Los vituperios de los que te vituperaban han caído sobre vosotros.” Nos identificamos tanto con Él, que Su voluntad es nuestra voluntad, Su propósito es nuestro propósito, Su deseo es nuestro deseo, Su objetivo es nuestro objetivo, inclusive si es estorbado por el pecado. No obstante, la parte más profunda de nuestro ser, de nuestras almas regeneradas están en unión con el Dios vivo, y en comunión con el Cristo viviente.

Entonces, la salvación nos llevó a la comunión. Podemos hablar con Dios, podemos tener comunión con Él, le oramos a Él, lo oímos hablar en la Palabra, se mueve en esas maneras silenciosas en nuestras vidas mediante la providencia, para revelarse a Sí mismo. Estamos viviendo en una comunión real, espiritual con Dios, pero en un sentido esa comunión está estorbada. No es la totalidad de la comunión. Cuando vayamos al cielo, por otro lado, entraremos en comunión completa con Dios, en comunión no estorbada con Dios, una comunión más imaginada, más maravillosa, debería decir que cualquier cosa que podamos imaginar.

Toquemos algunas de las Escrituras que nos indican eso. Podemos comenzar de regreso en el capítulo 17 del evangelio de Juan, Juan capítulo 17. Y encontramos en ese capítulo a nuestro Señor, claro, orando al Padre, pidiéndole que Él regrese a la gloria que Él tenía antes de que el mundo comenzara, habiendo esperado la consumación de su obra terrenal, Él estaba listo para regresar al Padre. Conforme Él ora, Él ora a favor de aquellos que son los suyos en el mundo. Y en el versículo 24 en particular, Él dice, “Padre, deseo que ellos también,” ellos refiriéndose a los creyentes en esta época, y a todos los que creen en Cristo, “deseo que ellos también a quienes Tú me has dado, estén conmigo en dónde yo estoy.”

Y deténgase en ese punto. Esa es la oración del Señor Jesucristo. Eso es algo sorprendente para mí, que es el deseo de Cristo tener comunión eterna con nosotros. Él dice, “Padre, mi oración es, que aquellos que creen en Mí, aquellos que me has dado, estén conmigo en dónde Yo estoy.” ¡Que afirmación tan sorprendente! Digo, con frecuencia pensamos en cuanto anhelamos estar con Cristo, ¿pero entiende usted cuanto Cristo anhelaba estar con nosotros? ¿Entiende usted que cuando un creyente muere y va al cielo no es la satisfacción del anhelo del creyente, sino la satisfacción del anhelo de Cristo? Ese es un pensamiento sorprendente.

Una cosa es que yo quiera estar con Él, es algo totalmente diferente que Él quiera estar conmigo. Y Él dice porque en el versículo 24, “Para que puedan ver Mi gloria, que Tú me has dado.” “Padre, quiero que vean Mi gloria. Quiero que me vean en la plenitud de Mi realidad manifiesta. Quiero que me vean por quien Soy en realidad. Quiero que vean la majestad de Mi deidad descubierta.”

Entonces, el Señor Jesucristo anhela que estemos en el cielo. Él oró eso al Padre, que estuviéramos con Él “en dónde Yo estoy,” dijo Él. La pequeña frase “con Él,” me intriga. No nada más dice que lo veremos, dice que estaremos con Él. Él anhela, no que nosotros seamos espectadores, sino que seamos participantes. No que seamos observadores, sino que estemos en comunión con Él. ¡Qué oración! ¿Cree usted que las oraciones de Cristo son respondidas? Estoy seguro de que lo son. Y la realidad de esto es que el día vendrá, amados, cuando estaremos con Él, en dónde Él está, con el propósito de ver Su gloria, la cual le ha dado el Padre por amor que el Padre le tiene, dice al final del versículo.

Entonces, encontramos que podemos esperar el estar con Él en dónde Él está. Estaremos con Él. En eso consiste el cielo. Nuestra relación con Dios el Padre, nuestra relación con Dios el Hijo, nuestra relación con Dios el Espíritu Santo, será comunión constante, interminable, eterna con ellos. Ahora, veamos Juan 14, regresando en el evangelio de Juan, otra escritura que nos ayuda a entender esto. Esta es muy conocida, usted conoce la escena, conocida por todos nosotros que estudiamos la Palabra de Dios. A los discípulos se les ha informado que Jesús los va a dejar. Él ha hablado de Su muerte y resurrección. Él debe regresar al Padre, Él debe ser como un grano de trigo que cae al suelo y muere para que pueda producir vida. Y Él les dice que Él se va.

Él dice en el versículo 36 del capítulo 13, “A dónde Yo voy no me pueden seguir, pero me seguirán después.” Que promesa tan tremenda. “Me voy, pero vendrán después.” Pedro quiere que se lo lleve, en el momento. Y entonces, él dice, “moriré contigo en este momento, me quiero ir ahora.” Y Jesús le dice, “No, no morirás ahora. No vas a poner tu vida por mí, de hecho, me vas a negar.”

Entonces, el escenario es Jesús diciéndoles que se va. Y eso es lo que encontramos en el versículo 1 del capítulo 14, “No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí.” ¿Por qué dice Él eso? porque sus corazones estaban turbados por el pensamiento de que Jesús los iba a dejar. Él era su recurso para todo. Cuando necesitaban consuelo, Él los consolaba. Cuando necesitaban sabiduría, Él les enseñaba. Cuando necesitaban alimento, Él lo creaba. Cuando necesitaban pagar sus impuestos, Él sacó un pez del agua. Él tomó el impuesto de la boca del pez. Él estuvo en toda lucha y toda prueba, y toda situación Él estuvo ahí. Él fue su vida. Y se había vuelto así en esos casi tres años que habían estado juntos, inclusive un poco más de eso.

Entonces, Él les dice, “dejen que sus corazones estén turbados. No necesitan estar ansiosos porque Yo me voy. Creen en Dios, entonces crean también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas, o cuartos hay. Y si no fuera así, ya se los habría dicho porque voy a preparar lugar para vosotros.” ¿Un lugar en dónde? ¿En la casa de quién? De Mi Padre. Estarán conmigo. Estarán conmigo en la casa de Mi Padre. Estarán conmigo, y estarán en Mi Padre. Y he dicho esto muchas veces antes, toda persona en el cielo está en la casa del Padre. No hay muchas casas en el cielo, solo hay una casa, el lugar dónde vive Dios y Dios en su infinidad llena todo el cielo eterno infinito con su presencia inmediata. Esa es la razón por la que la Biblia dice que no hay templo ahí, porque Dios es el templo. Esa es la razón por la que la Biblia dice que no hay sol, ni luna ahí, porque Dios y el Cordero son la luz. Dios es el cielo, Su presencia es el cielo. Él llena todo en todo con Su presencia, de tal manera que cuando vayamos ahí vamos a Su presencia. Él está en todos lados. Él, en deidad infinita llena el cielo infinito.

Entonces, Él dice, “En la casa de Mi Padre hay muchas habitaciones, y Yo voy a preparar un lugar para ustedes.” Después versículo 3, “Y si yo voy, y preparo un lugar para vosotros, regresaré y los recibiré,” y aquí está la palabra clave, “Mí mismo”. Porque no subraya eso en su Biblia. Lo recibiré a Mi mismo. ¿Puedo decirlo de manera simple? No vamos a un lugar, vamos a una persona. ¿Escucho eso? No vamos a un lugar, tanto como vamos a una persona. Vamos a la comunión con Dios. Vamos a la comunión con Cristo. No vamos a un lugar a partir del cual puede llegar usted a Dios. No vamos a un lugar a partir del cual usted puede llegar a Cristo. Vamos a una persona. Esto es Dios y el Señor Jesucristo. Nunca estaremos afuera de la presencia de Dios o la presencia de Cristo.

Entonces, Él dice, “Yo regresaré de nuevo, y les recibiré a Mí mismo para que dónde Yo estoy, ahí,” ¿qué? “también estéis vosotros.” Estar con Cristo. Estar con Dios. Esa es la esencia del cielo. Entonces, como será nuestra relación con Dios. En primer lugar, estaremos con Él, será el paraíso recuperado nada más que infinitamente más allá, cualquier cosa de lo que Adán y Eva jamás experimentaron en el huerto. Estaremos con Ellos todo el tiempo, en comunión interminable. Y debido a que Dios es gloria infinita, y belleza infinita y majestad infinita, y santidad infinita, infinito todo lo demás, usted nunca se aburrirá de estar con Dios por los siglos de los siglos, porque usted continuamente estará experimentando las realidades de Su gloria infinita. Lo mismo con Cristo.

Permítame llevarlo a otro pasaje, 1 Tesalonicenses capítulo 4. Y el énfasis es siempre el mismo. 1 Tesalonicenses capítulo 4, y en la iglesia tesalonicense habían algunas personas que temían que se habrían perdido el estar con el Señor, porque habían muerto. Y que el Señor iba a regresar y ellos muertos se perderían el estar con el Señor. Y para corregir eso, usted conoce el texto, versículo 13, “Porque no queremos que ignoréis hermanos, de los que han dormido”, aquellos que han muerto, “para que no os entristezcáis como los que no tienen esperanza. Porque si queremos que Jesús murió y resucitó, Dios también traerá con Él a aquellos que han dormido en Jesús.” Ahora, la promesa ahí es que cómo Cristo resucitó, Dios resucitará de los muertos a aquellos que pertenecen a Cristo.

Y aquí es cómo lo va a hacer. “Porque esto decimos por palabra del Señor, que los que vivimos, y permanecemos hasta la venida del Señor, no precederemos a los que han dormido.” Escuche, él dice, “No solo la gente que muere no se va a perder el reunirse con el Señor, sino que van a reunirse con Él antes de que nosotros lo hagamos cuando Él venga.” “Porque el Señor mismo,” versículo 16, “descenderá del cielo con grito, con voz de arcángel, con trompeta de Dios y los muertos en Cristo resucitarán,” ¿qué? “primero.” Alguien dijo, porque tienen varios metros más que subir, pero realmente es más que eso, resucitan primero porque ese es el plan de Dios.

Ahora, observe esto, “Entonces, los que estemos vivos en el rapto, cuando Cristo venga,” los muertos en Cristo resucitarán primero, eso es sus cuerpos para unirse con sus almas ya glorificadas. Después somos arrebatados en ese rapto, los que estemos vivos en ese tiempo. Y dice, “somos arrebatados juntos con Él en los cielos.” Ahora, observe, ¿para reunirnos con quién? “con el Señor en el aire.” Ahora, observe esto, “y así,” subráyelo, “así estaremos siempre,” ¿qué? “con el Señor.” Eso es el cielo. Es estar con el Señor. Es siempre estar con el Señor. Desde el momento en que nos reunamos con Él en el aire, si estamos ahí en el rapto, subiendo de la tierra, desde el tiempo que nos reunimos con Él en el aire, ya estamos ahí con nuestras almas y reuniéndose a nuestros cuerpos en esa gran resurrección, lo que sea, nos reunimos con el Señor en el aire, y siempre estaremos con el Señor.

Permítame hacerlo práctico. Esa es la reunión más grande del cielo. Usted con frecuencia oye a gente decir, “Bueno, no es maravilloso cuando lleguemos al cielo veremos a nuestros amigos, veremos a nuestros parientes, mi abuelo está en el cielo, quien predicó la palabra fielmente. Mi abuela está en el cielo. Y por un lado la madre de mi madre, a quien nunca conocí, se fue a estar con el Señor antes de que mi madre inclusive se casara, creo, con mi padre. Hay otros, en todas nuestras vidas, me acuerdo de un amigo mío cuando éramos niños, que jugaba béisbol conmigo, éramos buenos amigos y un día estaba manejando un carro que tenía, pequeño, y se atoraron los frenos y terminó él encima del auto y le pegó a la banqueta con su cráneo e instantáneamente fue llevado a la eternidad. Y todos pensamos en el tipo de reuniones que vamos a tener cuando veamos a esas personas que fueron parte de nuestra vida, y siguieron. Pero esas reuniones realmente se vuelven secundarias cuando usted se detiene a pensar de lo que realmente trata el cielo, y es una reunión del creyente con el Señor mismo.

De hecho, la Biblia, para ser honesto con usted, no habla mucho o enfatiza mucho la reunión de gente con gente, hace referencia a ello, habrá comunión ahí, nos sentaremos en la mesa con Abraham, Isaac y demás, y habrá un sentido en el que cuando usted muere, como el Antiguo Testamento dice, usted va a estar con su pueblo. Como el Antiguo Testamento se hizo referencia a esto cuando habló de la muerte de Abraham, pero ese no es el enfoque principal. El enfoque principal de estar en el cielo es estar con el Señor, estar con el Señor.

Veamos Apocalipsis capítulo 21. Cuando usted se detiene a pensar en el hecho de que el Señor es el Dios incomparable, perfecto, glorioso, tener el privilegio de estar para siempre con Él, es casi inconcebible. En Apocalipsis 21, leemos del nuevo cielo y la nueva tierra. El primer cielo y la primera tierra pasaron, ya no hay más mar. Nada que dividir, nada que temer. Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén descender del cielo de Dios, preparada como una novia, vestida, arreglada para su marido,” aquí está la ciudad capital del cielo, esto no es todo lo que hay del cielo, esta es simplemente la ciudad principal. “Y oí una gran voz del cielo que decía,” aquí viene, “he aquí el tabernáculo de Dios con los hombres. Y él morará con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos.” Dos veces dice, con ellos, con ellos, habla a usted de presencia íntima, él enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. Dios mismo levanta su tienda o tabernáculo entre los hombres. El tabernáculo de Dios está entre los hombres. Él morará entre ellos. Dios mismo estará entre ellos. Esa es la gloria del cielo. los creyentes estarán en la presencia eterna, inmediata de Dios mismo.

¿Alguna vez siente en esta vida como si Dios estuviera lejano? ¿Alguna vez siente cuando está atravesando algunas pruebas y dificultades, como si Dios está muy lejos? Y quizás no parece estarle poniendo mucha atención usted. Y después de pronto hay algún tipo de experiencia íntima con Dios, que hace que las cosas sean totalmente frescas. Quiero decirle algo muy personal, y con frecuencia no hablo de manera muy personal de esto, pero esto es una cosa personal. Hace varias semanas atrás, como ustedes saben estábamos orando por nuestro hijo Marcos porque se descubrió que él tenía algún tipo de lesión, algún tipo de crecimiento en su cerebro. Y compartí eso con ustedes, después de que supimos lo suficiente para compartirlo, y ustedes oraron conmigo.

Durante esos días, en un período de unos nueve días no comí, ayuné y oré delante del Señor por ese período de aproximadamente nueve días. No le dije nada a nadie, Patricia lo sabía, obviamente. Pero inclusive los niños mismos no lo sabían. Pero eso simplemente fue un tiempo de devoción total delante de Dios, para tratar de discernir la voluntad de Dios en mi propia vida, y en la vida de mi familia, y en la vida de Marcos. Y durante esos días, realmente estuve postrado muchas veces delante del Señor, como lo estuvo Patricia conmigo. Y simplemente estuvimos rogándole al Señor que nos mostrara su voluntad, y nos enseñara lo que Él quería que supiéramos, y tuvimos tiempos de oración quizás más intensos que cualquier otro tiempo recientemente.

Y estaba esperando en el Señor y pasaron los días, y pasaron los días, y no parecía que recibiéramos alguna palabra. Y cada vez que hablábamos con un doctor, había un pequeño sentimiento en mi corazón de que las cosas eran más serias, y había un sentido de temor que un padre de manera natural tiene por su hijo. Y hubieron tiempos cuando usted en cierta manera se pregunta, “Me pregunto si Dios realmente está escuchando.” Casi oraciones incesantes por un período de nueve días, y parece ser un tiempo tan largo. Y no parezco estar oyendo nada del Señor o percibir ninguna respuesta, no parece que estemos resolviendo nada. Fue miércoles por la noche, estaba sentado en mi oficina preparándome para un servicio de bautizos, era ya como el día ocho de no comer nada, y estaba sentado en mi oficina solo, cuando la esposa de Rich Hines, Bárbara llegó a la puerta. Ella tenía una pequeña caja en su mano y me dijo, “Sabes, supe que te estabas quedando para el tiempo de bautizos en esta noche, y le traje un sándwich a Rich para que comiera porque él también se estaba quedando, y te hice un sándwich y pensé que te gustaría comer algo, debido a que no has podido comer nada. Bueno, no había comido por ocho días y no quería decirle nada.

Entonces le dije, “Muchas gracias, realmente te lo agradezco. Ese fue un gesto dulce y amable.” Ella nunca había hecho eso en el pasado en esta iglesia, nunca me había traido un sándwich, no la estoy culpando por eso, simplemente estoy diciendo que nunca antes lo había hecho, ella es muy dulce. Pero ella, nunca antes me había traido un sándwich, y me había quedado muchos, muchos, muchos miércoles por la noche. Ese sándwich estuvo ahí en mi escritorio y tuve este sentido de paz increíble que me vino al corazón, porque una hora antes ella me había traido ese sándwich y le dije al Señor, “Señor, si estás ahí, si estás oyendo mis oraciones a favor de mi hijo,” y le dije, “muéstrame alguna manera que yo sepa que realmente estás involucrado.” Una hora más tarde vino el sándwich, ella se fue y sonreí, y dije, “Señor, esta es la señal, ¿verdad? el ayuno se acabó y puedo comer.” Y me comí el sándwich. Y tuve una paz perfecta en mi corazón, y a la mañana siguiente el doctor me llamó y dijo, “Quiero darte buenas noticias.” Y en cierta manera sonreí, y él dijo, “No es nada serio.”

Y no fue un shock para mí porque el Señor en su manera profunda, maravillosa, simple, me había indicado que el ayuno se había acabado, y que podía comer. Y Bárbara, nunca te dije nada acerca de eso, pero ese fue un sándwich fantástico.

Y saben lo que se quedó conmigo a lo largo de esa experiencia entera, fue el hecho de que Dios estuvo involucrado de manera intima en mi vida, al punto en el que Él trajo un sándwich cuando llegó el tiempo para que yo supiera que ya no necesitaba ayunar. Ahora, eso es estar íntimamente involucrado en su vida. Esa noche tuve, comunión dulce con Dios. Estás ahí, se que te preocupas y me trajiste un sándwich. Simplemente es una cosa increíble. Pero cuando usted tiene esas experiencias en su vida, en las que usted realmente sabe que Dios está involucrado con usted, es absolutamente emocionante. Es emocionante. Y usted solo puede imaginarse como será cuando vaya al cielo y toda la vida es Dios, y usted, teniendo comunión de manera intima.

Ahora, para ser honesto con usted, en un sentido el pensar en estar en comunión continua con el Dios Santo para siempre podría asustarlo. Digo, en la Biblia cuando Dios se apareció, la gente estaba aterrada. Cuando Isaías supo que él estaba en la presencia de Dios él dijo, maldíceme, soy un pecador. Cuando Pedro supo que estaba en la presencia de Dios y vio al Dios encarnado en Cristo, en Lucas él dijo, “Apártate de mí, porque soy un hombre pecador.” La mujer que tocó la orilla de su ropa fue curada, y estaba aterrada cuando Él la llamó de esa multitud, porque ella sabía que era Dios. Estar en la presencia de Dios puede ser una cosa aterradora. El sacerdote en el Antiguo Testamento sabía que, si entraba en el lugar santísimo, no preparado, le podía costar su vida. Y aquí estamos, pasando toda la eternidad, en comunión íntima con el Dios viviente. Ahora, amados, eso significa que vamos a ser diferentes de lo que somos ahora. En esa hora seremos hechos santos, hechos santos. Y en nuestra perfección absoluta y santa, podremos tener comunión con el Dios eterno, santo, sin una mancha de vergüenza. ¡Que maravilloso! ¡Que maravilloso!

Richard Baxter escribió, “Conforme Dios nos da sentidos glorificados, y capacidades extendidas, así Él extenderá la felicidad de sus sentidos, y llenará consigo mismo, todas esas capacidades.” Comunión inmediata, eterna con Dios, comunión personal llena de satisfacción, íntima, no quebrantada con Él. Que emoción. Sabe una cosa, cuando usted lo piensa, todo lo que hemos recibido del Señor, básicamente se reduce a estar en segundo plano, tercer, cuarto plano. Recibimos nuestro alimento de la tierra, aunque Él es el creador; recibimos nuestro aliento del aire, aunque Él es el creador, necesitamos el aire; obtenemos nuestra luz del sol y la luna, obtenemos nuestra ayuda en esta vida, de la obra mediadora de Cristo, y la obra mediadora del Espíritu Santo, inclusive los ángeles nos sirven. Pero algún día cuando lleguemos al cielo, no habrá intermediarios, no habrá intercesores.

En esta vida, las cosas de Dios que tenemos son divinas, pero la manera de manejarlas es humana. Nuestros gozos vienen a nosotros mediante los medios de otras fuentes, no vienen de manera inmediata directa no tocados por parte de Dios, pero en el cielo vendrán. Recibiremos gozo de Dios, sin intermediario. Paz, y amor, y felicidad, y satisfacción instantánea e inmediatamente de Dios a nosotros sin nadie en medio de los dos, sin ninguna otra fuente indirecta. Tendremos luz sin una vela, tendremos día perpetuo sin un sol, tendremos entendimiento iluminado sin las Escrituras. Seremos totalmente gobernados sin una ley escrita. Tendremos gozo que no es tomado de promesas o de nada más, es simplemente gozo. Tendremos bendición, que no es el resultado de la fe o la esperanza, simplemente bendición. Tendremos comunión sin ordenanzas, comunión sin oración. Tener necesidades sin provisión, ese es el estado de la gente en el infierno. Tener provista mediante criaturas, es el estado de la gente en la tierra. Tener necesidades provistas inmediatamente por parte de Dios, es el estado de los santos en el cielo. Comunión íntima con Dios, comunión íntima con Cristo, que cosa tan increíble. Comunión.

Permítame darle un segundo pensamiento. El primero, estaremos con Él. El segundo, lo veremos, lo veremos. El primero es comunión, el segundo es visión. Ahora, ¿está listo para escuchar esto? Veremos de manera directa al Señor. Veremos al Señor. Dice usted, “Espera un minuto.” Éxodo 33, “ningún hombre puede ver al Señor y vivir.” El Nuevo Testamento, Juan 1:18, 1 Juan 4:12, dice, “Ninguno hombre ha visto a Dios en ningun momento.” 1 Pedro 1:8, “Amamos al que no hemos visto.” 1 Timoteo 6, creo que son los versículos 15 y 16, hablan del Dios invisible, Dios no es visto, Él es el que posee inmortalidad, que habita en luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto, ni puede ver.

Dice usted, “Si nadie ha visto a Dios, si nadie puede ver a Dios, ¿cómo es que vamos a poder ver a Dios? ¿vamos a tener que ser diferentes de lo que somos ahora?” Éxodo capítulo 33, Moisés recibió un pequeño vistazo de Dios, recuerde en Éxodo 33, él dijo, “Muéstrame Tu gloria.” Dios le dijo, “No te puedo mostrar mi gloria completa, pero te voy a dejar ver un poco de mi parte de atrás.” Lo metió en una cueva, Dios pasó y colocó un velo sobre sus ojos, y él podía ver un poco del resplandor de Dios. Es verdad, Dios es inaccesible para el hombre mortal. Él es demasiado santo, escuche esto, Él es demasiado santo, demasiado puro, y demasiado perfecto para ver la iniquidad, y Él es demasiado santo, demasiado puro y sin mancha como para que el hombre inicuo lo vea.

Entonces, mientras que estamos en nuestro pecado no podemos ver a Dios. Y no creo que inclusive cuando estemos en el cielo, veremos a Dios en su infinidad, porque no creo que tenemos la capacidad, o seremos dios inclusive en nuestro estado glorificado. Pero podremos ver a Dios de una manera en la que no podremos verlo ni oírlo ahora. Únicamente podemos ver un vistazo, como los discípulos que vieron a Jesús, moviendo hacia atrás el velo de su carne en la transfiguración, y Él fue luz delante de ellos. De nuevo, vieron la parte de atrás, vieron un poco del brillo, pero no la luz completa de la presencia de Dios. Para soportar eso, usted tendría que ser una persona totalmente transformada, con el pecado totalmente quitado. Y realmente creo que cuando vayamos a la gloria en la perfección de cuerpo y alma, tendremos una capacidad más grande de ver la revelación de Dios.

Ahora, Dios es un espíritu, pero cuando Él se revela a Sí mismo, Él se revela a Sí mismo, como ¿qué? como luz. Salmo 104:2, “Te cubres a Ti mismo con luz como con atuendo.” Cuando Dios se pone Su ropa, se pone luz. Cuando Dios se viste de aquello que es visible, su Espíritu adopta luz. De hecho, en Éxodo 24:27 dice, “La apariencia de Dios” o la gloria de Dios, “era como un fuego consumidor.” En la parte de arriba del monte, Salmo 36:9 dice, “En tu luz, vemos la luz.” Y entonces, creo que cuando vamos al cielo, tendremos una capacidad más allá de lo que tenemos aquí para ver la luz revelada de Dios.”

Y nos dice en Apocalipsis, ¿no es cierto? que Él será aquello que alumbra todo el cielo. Y en la Nueva Jerusalén no es nada más que prismas de joyas que reflejan la luz de la presencia de Dios. Dice usted, “Bueno, ¿cómo es que lo vamos a ver?” Veamos un par de escrituras, de manera muy breve. Mateo 5:8, “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos,” ¿qué? “verán a Dios.” “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos,” opsontai “verán a Dios.” Ellos estarán viendo a Dios por sí mismos. Realidad futura, continua. Ellos estarán viviendo en un ambiente en dónde continuamente están viendo a Dios.

En las cortes orientales, en tiempos antiguos, los reyes estaban apartados y era un privilegio extraño que alguien tuviera una audiencia con un rey, mucho menos ver al Rey de reyes todo el tiempo, de manera continua. Salmo 42, simplemente me encanta, versículos 1 y 2, “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?” El salmista dice, ¿cuándo te voy a ver? Y los discípulos clamaron en Juan 14:8, “Muéstranos al Padre.” Siempre ha estado en el corazón de los redimidos el querer ver a Dios. En esta vida, vemos a Dios, pero no con el ojo físico. Lo vemos con el corazón, lo vemos con la mente, vemos a Dios moviéndose en la historia, lo vemos moviéndose en las circunstancias. Lo vemos en la creación, lo vemos en la providencia, lo vemos en la revelación. Lo vemos revelado en Su gracia y SU misericordia y Su amor. Lo vemos revelado en la obra de Su Espíritu. Pero yo creo que en el futuro habrá una visión de Dios con el ojo, y veremos la revelación gloriosa del brillo de Dios en el cielo.

Recuerde, en Éxodo 33, dijo, “Puedes ver mi parte de atrás,” Dios le dijo a Moisés, “puedes ver mi parte de atrás.” Compare eso con Apocalipsis 22:3, “Y ya no habrá más maldición. Y el trono de Dios y del Cordero estará ahí. Y sus siervos lo verán, y verán Su rostro.” Y el siguiente versículo, “El Señor Dios los iluminará.” Dios enciende la luz de Su gloria, y veremos con nuestros ojos perfectos en ese cuerpo perfecto, la gloria refulgente de Dios, revelada en luz. Esa es la visión de Ezequiel 1. Esa es la visión de Apocalipsis 21 y 22, en dónde Dios alumbra todo el cielo, y esa luz emana de Su trono, como un trillón de joyas, y es reflejada por las joyas de la Nueva Jerusalén.

Ahora, permítame señalar, como Juan Calvino dijo, “Nuestra gloria no será tan perfecta como para poder comprender al Señor en Su deidad absoluta. Inclusive al final, permanecerá una distancia imposible de pasar entre Él y nosotros.” Pero yo creo, y estoy de acuerdo con Calvino, pero creo que veremos a Dios mucho más allá de lo que jamás imaginamos en esta vida. Y si lo hubiéramos visto en esta vida, probablemente habríamos sido consumidos. Ver a Dios cara a cara, literalmente estaremos absorbidos en Su gloria celestial. Estaremos en su luz refulgente. Estaremos cautivados por ella, seremos parte de ella. Estaremos con Él en gloria. Su gloria se volverá nuestra gloria. Nosotros también en un sentido nos volveremos joyas transparentes mediante las cuales Su gloria brilla. Y dice en 1 Corintios 15:28, que “Dios será el todo y en todos.” Que pensamiento tan tremendo.

Entonces, creo que veremos a Dios, creo que veremos Su luz refulgente. Usted no puede ver un espíritu, pero cuando Dios se revela a Si mismo, se revela a Sí mismo en luz. Pero en segundo lugar, también creo que lo veremos con el ojo de la mente. Esto quiere decir que comprenderemos a Dios. 1 Corintios 13:12, un versículo muy importante en este tipo de consideración, usted conoce el versículo, dice esto, “Ahora vemos por espejos, oscuramente, más entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido.”  Él dice, vemos oscuramente, veremos claramente. Conocemos en parte, conoceremos de manera total. Veremos, creo yo, con el ojo glorificado, y perfeccionado, la revelación de Dios en luz, y conoceremos acerca de Dios, tendremos una conciencia instantánea y sentido de conocimiento de la plenitud de Dios al máximo nivel de nuestra capacidad.

Entonces, cuando dice “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios, verán a Dios con el ojo glorificado, y verán a Dios con la mente glorificada y alma también. Y ¿qué hay acerca de Cristo? Lo veremos también, lo veremos también. 1 Juan 3, 1 y 2 dice, “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios. Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él.” No pueden entendernos, comprendernos, no saben quiénes somos realmente, así como no entendieron quién era Él. “Amados, ahora somos hijos de Dios,” eso es verdad, tiempo presente, “y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser.” Ahora somos hijos de Dios, pero no han visto nada aún, “pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque,” ¿qué? “le veremos tal como Él es,” O simplemente, como Él es. El día vendrá cuando veremos a Cristo y seremos como Él. Es increíble.

Jonathan Edwards escribió, “Habrá sin duda alguna, apariencias de una gloria divina y clara, y belleza en el cuerpo glorificado de Cristo, la cuál de hecho será una vista refrescante y bendita que nosotros veremos. Pero la belleza del cuerpo de Cristo como es visto por los ojos corporales, será un deleite, primordialmente conforme expresará su gloria espiritual.”

Edward sigue, “La majestad que aparecerá en el cuerpo de Cristo expresará y mostrará la grandeza espiritual, y majestad de la naturaleza divina. La pureza y belleza de esa luz y gloria, expresará la perfección de la santidad divina. La dulzura y ternura de su semblante desplegará su amor y gracia divinas y espirituales. Es una vista intelectual mediante la cual Dios es visto. Dios es un ser espiritual, y Él es contemplado con el entendimiento. El alma tiene en sí misma esas capacidades que pueden comprender objetos, y especialmente objetos espirituales, sin ver por las ventanas de los sentidos externos. Esta es una manera más perfecta de percepción, que inclusive por los ojos del cuerpo.”

Entonces, Jonathan Edwards percibió que veríamos, pero más allá de tan solo ver, conoceremos en la profundidad de un alma redimida y perfecta. Cuando veamos a Cristo, cuando veamos la luz refulgente revelando a Dios, estaremos abrumados y eternamente asombrados por lo que vemos. Pero cuando en nuestras mentes entendamos esas glorias, y comprendamos esa gloria, nos deleitaremos y pasaremos toda la eternidad siendo expuestos a la realidad de esa gloria.

Permítame cerrar con un versículo al que quiero que me acompañe, está en los Salmos, y es el Salmo 17. Y es sólo un versículo simple, pero Oh, que deseo tan profundo del corazón, versículo 15, “En cuanto a mí,” dice el Salmista, “en cuanto a mí, veré Tu rostro en justicia.” Esa es su esperanza para la vida eterna. Veré tu rostro en justicia. Si no estaba en justicia, él no vería Su rostro y viviría. “Veré tu rostro en justicia,” y después esto, “estaré satisfecho, cuando despierte a Tu semejanza.” ¿Puedo simplemente aferrarme a ese pensamiento? Estaré satisfecho cuando despierte a Tu semejanza. Estaré satisfecho cuando despierte a Tu semejanza.

¿Puedo hacerle una pregunta a usted? ¿Qué lo satisface a usted? ¿Qué es lo que realmente lo satisface? ¿Ropa nueva? ¿Un trabajo nuevo? ¿Qué lo promueven a usted? ¿Una casa nueva? ¿Un auto nuevo? ¿Lo satisface a usted cuando tiene suficiente dinero al final del mes para pagar los recibos? ¿Qué es lo que realmente lo satisface? ¿Una gran comida? ¿un tiempo divertido? ¿Unas vacaciones? El salmista dice, “estaré satisfecho, pero estaré satisfecho cuando vea Tu rostro y sea como Tú.” ¿Es esa su satisfacción definitiva? Debería serlo. Conocer a Dios, ver Su gloria refulgente, conocer a Cristo, verlo, ser como Él, contemplarlo, conocerlo.

El cielo proveerá para nosotros esa vista de Dios, y del Cordero, una vista que no disminuirá, debido a que Dios es infinito y Cristo es infinito y son gloria y belleza infinitos. Y habrá facetas infinitas de esa gloria y belleza infinitas para llevarnos a un deleite infinito y eterno. ¿Es sorprendente, entonces, que Pedro quería quedarse en el Monte de la Transfiguración y hacer una casa y vivir ahí? ¿Es sorprendente que Pablo dijo que morir es ganancia cuándo vio el tercer cielo? La mejor parte del cielo es estar con Él. Estar con Él.

Fanny Crosby lo dijo de esta manera, “Cuando el trabajo de mi vida se acabe, y cruce por la ola que se levanta. Cuando la mañana brillante y gloriosa vea yo, conoceré a Mi redentor cuando alcance el otro lado, y Su sonrisa sea la primera que me de la bienvenida. Pasando por las puertas de la ciudad, en una túnica blanca sin mancha, Él me guiará adónde ninguna lágrima jamás caerá en la canción gozosa de las edades, me mezclaré con deleite, pero anhelo reunirme con mi Salvador en primer lugar.” Anhelo reunirme con mi Salvador en primer lugar. Ella era ciega como usted sabe, y la primera persona que jamás vio, fue a Jesucristo. ¿Cómo será nuestra relación con el Señor en el cielo? Estaremos con Él y le veremos.

Espero que esa sea la satisfacción definitiva de su vida. Oremos juntos.

Gracias Padre, de nuevo por el tiempo que disfrutamos esta noche, que tiempo tan gozoso. Gracias por los rostros maravillosos, brillantes de los pequeños preciados, por la emoción de saber que están aprendiendo Tu palabra, memorizando las Escrituras, dirigiendo sus corazones pequeños hacia el cielo. Gracias por la promesa que nos has dado, de que no solo tenemos la esperanza en este mundo, sino que esperamos, tenemos esperanza en el mundo venidero. Y anhelamos el día cuando el trabajo de nuestra vida se acabe, y crucemos por esa ola que se levanta, cuando veamos la mañana brillante y gloriosa, el día cuando conozcamos a nuestro Redentor, habremos alcanzado el otro lado, y Su sonrisa será la primera en darnos la bienvenida. Que pensamiento tan gozoso. Que estemos satisfechos con nada menos, nada menos. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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