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Como ustedes saben, estamos estudiando juntos una serie acerca del señorío de Jesucristo en referencia a la salvación. Esta noche llegamos al tercer mensaje en nuestra serie titulado “El llamado al arrepentimiento”. La naturaleza de esta serie es que es a partir de escrituras selectas en lugar del enfoque normal que tomo de un pasaje dado, también la naturaleza de esta serie es que es polémica, esto significa que está orientada hacia un punto en particular, tiende a ser argumentativa al adoptar una postura y presentar otra, y una postura equivocada hasta donde yo puedo ver; esto es algo que no hacemos con mucha frecuencia, pero de vez en cuando, hemos sentido la necesidad de predicar acerca de ciertas cosas que están siendo enseñadas, que pensamos que no son coherentes con la Palabra de Dios.

Y como dije al principio de nuestra serie, he estado tratando con esto por varios años, de hecho, por más de 10 años este ha sido un tema de preocupación seria para mí; de hecho, he estado en el proceso de escribir un libro del tema durante aproximadamente cuatro años, y ahora está terminado el libro, de hecho, ya lo leí, ya realicé toda la edición final del manuscrito esta semana y ahora están en manos de la casa de publicaciones para revisión final, y después será publicado en mayo. Tiene que ver con este tema de lo que es el Evangelio. El título del libro es “El Evangelio según Jesucristo”, y hemos escuchado a muchas personas diciéndonos lo que es el Evangelio. Es mi convicción que debemos escuchar lo que Jesús dice y ver lo que Él tiene que decir.

Uno de los elementos que está en juego en este debate de mucha influencia es el asunto del arrepentimiento. ¿Qué es y dónde encaja? ¿Es una parte esencial del mensaje del Evangelio o no lo es? Y espero que en esta noche al ver juntos la Palabra de Dios y considerar algunas de las cosas que están siendo dichas, podamos tener un entendimiento claro de lo que la Biblia tiene que decir acerca del arrepentimiento. Prácticamente, uno de los elementos más claros de las invitaciones bíblicas a la salvación es la demanda de arrepentimiento. Si usted toma el Nuevo Testamento y lo lee tal cual, se verá presionado a concluir que el arrepentimiento es un factor esencial en una presentación del Evangelio.

Para reforzarle eso, me gustaría simplemente tener un pequeño estudio bíblico con usted. Tome su Biblia y comencemos en Mateo, capítulo 3, y sigamos un poco el registro del Evangelio hasta el libro de los Hechos —un par de notas en las epístolas— y veamos cuál es el resumen de estos versículos. En Mateo, capítulo 3, se nos presenta al primer evangelista del Nuevo Testamento, ningún otro que Juan el Bautista. En el versículo 1 del capítulo 3 dice: “En aquellos días, Juan el Bautista vino predicando en el desierto de Judea diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, después en el versículo 8 Juan añadió: “Por tanto, traed frutos dignos de arrepentimiento”. Después en el capítulo 4, versículo 17, siguiendo a Juan el Bautista vino el ministerio de Jesús, y desde ese entonces —esto es al principio de su ministerio— Jesús comenzó a predicar y a decir: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Capítulo 9 y versículo 13, Jesús dijo: “Pero id y aprended lo que esto significa. Deseo compasión y no sacrificio —esto es: Deseo una actitud de corazón, no una religión externa— porque no he venido para llamar a los justos, sino a pecadores”.

Veamos Marcos, capítulo 1 y versículo 14, y de nuevo, Marcos presenta a Juan después de que había sido llevado preso, Jesús vino a Galilea predicando el Evangelio de Dios, ¿y cuál fue? Diciendo: “El tiempo se ha cumplido y el Evangelio de Dios se ha acercado. Arrepentíos y creed en el Evangelio”. Capítulo 2 de Marcos, versículo 17: “Y oyendo esto, Jesús les dijo: No son aquellos que están saludables lo que necesitan un médico, sino aquellos que están enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a pecadores”. Y de nuevo, vemos el mensaje del arrepentimiento dado a pecadores. Capítulo 6, versículo 12 de Marcos, y aquí vemos que el ministerio ha ido más allá de Juan el Bautista, más allá de Jesús, a los apóstoles, los discípulos, y dice en el versículo 12: “Salieron y predicaron que los hombres debían arrepentirse”.

Veamos el Evangelio de Lucas y veamos cómo es que Lucas relata la primera predicación del Evangelio de Dios, en Lucas, capítulo 5, se nos vuelve a presentar este pensamiento en el versículo 31, el ministerio de Jesús, y aquí él expande el registro de Mateo y Marcos, y en el versículo 31 Jesús les respondió y les dijo, refiriéndose a los fariseos y a los escribas: “No son los que están bien los que necesitan un médico, sino aquellos que están enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”, esa fue la implicación de Mateo, la implicación, y es afirmado de manera explícita por parte de Lucas, cómo el ministerio de Jesús fue dirigido a pecadores llamándolos al arrepentimiento. El capítulo 13 de Lucas nos lleva en mayor profundidad al ministerio del Evangelio de Dios; en la misma ocasión, hubieron algunos que estaban presentes que le contaron de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con sus sacrificios, y él les respondió y les dijo: “¿Suponen ustedes que estos galileos eran peores pecadores que los demás galileos porque sufrieron esto? Os digo no, antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. ¿O suponéis que esos 18 en los que la torre de Siloé cayó y los mató, eran peores que todos los hombres que viven en Jerusalén? Os digo no. Antes, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”.

Ahora, las preguntas que se presentan aquí son preguntas muy interesantes, lo que la gente quería saber era: ¿Cómo es que hubieron algunos galileos que entraron a ofrecer sacrificio a Dios y los hombres de Pilato entraron y los mataron mientras que estaban ofreciendo sacrificios a Dios? ¿Cómo es posible —están diciendo— que Dios permite que la gente entregue su vida en un baño de sangre, cuando lo que estaban haciendo era lo correcto? ¿Por qué permitió eso Dios? Esa es la pregunta. Y Jesús dice en el versículo 2: “Creo que ustedes piensan que esos galileos debieron haber sido peores pecadores que el resto de los galileos porque sufrieron eso; pero les estoy diciendo que ellos son tan solo un ejemplo de lo que les va a suceder si no se arrepienten”. Y después, la siguiente pregunta en su mente: ¿Qué hay acerca de esas 18 personas sobre las cuales cayó esa torre? Estas personas no estaban adorando a Dios, simplemente estaban caminando por la calle y la torre cayó y los mató. Jesús dijo: “¿Están pensando que eran pecadores peores que el resto de la gente que vivió en Jerusalén y por eso murieron? No —dice Él—, si no se arrepienten, ustedes también morirán”, y en ambos casos, Él llama al arrepentimiento.

El ministerio de Juan: “Arrepiéntete”, el ministerio de Jesús: “Arrepiéntete”, el ministerio de los discípulos: “Arrepiéntete”. Vayamos a Lucas, capítulo 15, versículo 7, Jesús dice después de describir al hombre que perdió la oveja y fue a buscar la oveja, que cuando él viene a casa, él se regocija y demás: “Os digo, que de la misma manera habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por 99 personas justas que no necesitan arrepentimiento”. Versículo 10, Él cuenta una historia de una mujer que encontró una moneda y se regocijó: “Y de la misma manera os digo que hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”, y después Él cuenta la historia del hijo pródigo, que trata de un pecador que se arrepintió y un pecador que no se arrepintió; el pecador que se arrepintió fue el pródigo, y el pecador que no se arrepintió fue el hermano que se quedó en la casa y no reconoció su propio pecado.

El ministerio de Juan el Bautista fue arrepentimiento, el ministerio de Jesús fue arrepentimiento, el ministerio de los discípulos fue arrepentimiento, y el cielo lo reconoce y se regocija cuando un pecador se arrepiente. Capítulo 16 de Lucas, usted conoce este registro del hombre rico y Lázaro, el hombre rico murió y se fue al Hades y estaba en tormento; Lázaro, el mendigo, murió y se fue al seno de Abraham; y claro, el hombre rico dijo: “Déjame salir de aquí para que pueda advertir a mis hermanos para que no vengan aquí”, pero Abraham dijo en el versículo 29: “A Moisés y a los profetas tienen, óiganlos”; pero él dijo: “No, padre Abraham. Pero si alguien va a ellos de los muertos, ellos se arrepentirán”. Ahora, lo que usted comienza a percibir aquí es que está este concepto de arrepentimiento que es la esencia misma de la invitación del Evangelio, es un llamado al arrepentimiento. Cuando dicen aquí, cuando Abraham dice — más bien, cuando el hombre rico le dice a Abraham: “Se arrepentirán”, él está diciendo: “Se arrepentirán y creerán en la verdad”, todo eso está implícito.

Pero el arrepentimiento es una parte tan obvia, medular, que la respuesta entera del Evangelio podía resumirse en la palabra “arrepiéntete”. Juan predicó arrepentimiento, Jesús predicó arrepentimiento, los discípulos predicaron arrepentimiento, y el pecador aquí entendió el arrepentimiento, llegando a la conclusión del Evangelio de Lucas y trayéndolo más cerca de nosotros. Capítulo 24, versículo 46, Jesús resume el Evangelio: “Así está escrito —Lucas 24:46— que el Cristo debe padecer y resucitar de los muertos al tercer día, y que arrepentimiento para el perdón de los pecados deba ser proclamado en su nombre a todas las naciones comenzando en Jerusalén”. En otras palabras, somos llamados a predicar arrepentimiento.

Oigo muchas personas decir que quieren compartir su fe, no oigo a muchas personas decir que quieren salir y predicar arrepentimiento; pero eso es realmente a lo que somos llamados, somos llamados a predicar arrepentimiento para el perdón de pecados, a proclamarlo a todas las naciones. Ahora, veamos lo que hizo la primera iglesia, vaya al libro de los Hechos. ¿Siguieron con el ministerio de Juan y Jesús y los discípulos? ¿Siguieron la instrucción de la gran comisión de que arrepentimiento para perdón debía ser predicado entre todas las naciones? Escuchemos a Pedro, Hechos 2:38; Pedro se pone de pie en el día de Pentecostés, este es el primer sermón en la nueva era; la iglesia está a punto de ser fundada y nacer después de la resurrección. ¿Y cuál es el mensaje? Que, de hecho, ¿cuál es la invitación que da luz a la iglesia? Pedro dijo en el versículo 38: “Arrepentíos, arrepentíos”, y él sigue en el gran tren de Juan y Jesús y los discípulos, y sigue de manera obediente a la comisión de Lucas 24:47; “Arrepentíos, y cada uno de vosotros sea bautizado en el nombre de Jesucristo”. Y el arrepentimiento, claro, provee para el perdón de sus pecados y el don del Espíritu Santo.

Capítulo 3 de los Hechos, seguimos en mayor profundidad el ministerio de la primera iglesia y aquí, de nuevo, Pedro es el predicador, este es su segundo sermón, él le dice a los judíos que lo están escuchando, en el versículo 14: “Vosotros rechazasteis al Santo y al Justo, pidieron que un asesino se les concediera y mataron al Príncipe de la vida, a Aquél a quien Dios resucitó de los muertos, y somos testigos de este hecho, y en base a la fe en su nombre —este es el nombre de Jesús que ha dado fuerza a este hombre— a quien vosotros veis y conocéis, y la fe que viene a través de Él le ha dado a éste salud perfecta en la presencia de todos vosotros. Y ahora, hermanos, sé que habéis actuado en ignorancia así como vuestros gobernantes lo hicieron, pero las cosas que Dios anunció de antemano por la boca de todos los profetas, que Jesucristo debía padecer se ha cumplido”. Ahora, versículo 19: “Arrepentíos, por tanto, y volveos para que vuestros pecados puedan ser borrados”, de nuevo, el mensaje del Evangelio es un llamado al arrepentimiento.

El capítulo 11 nos lleva en mayor profundidad en la expansión de la iglesia, y volvemos a encontrar en el capítulo 11 que el Apóstol Pedro es aún la figura primordial, el personaje primordial; su deber aquí es reportarle a los judíos en Jerusalén lo que él ha visto a Dios hacer al salvar a gentiles, esto es a Cornelio y a su casa, en el versículo 18 dice: “Cuando oyeron esto, guardaron silencio y glorificaron a Dios diciendo: Bueno, entonces, Dios ha concedido a los gentiles también el arrepentimiento que lleva a la vida”. ¿Está usted comenzando a entender la idea de que el arrepentimiento es un sinónimo para la fe salvadora, que es un ingrediente y elemento esencial?

Avancemos. Hechos 17. Ahora entramos al ministerio del Apóstol Pablo, y Pablo se encuentra en Hechos 17 en la capital filosófica del mundo helenista, en ningún otro lugar que en la ciudad de Atenas, se encuentra en el areópago ahí, y él está interactuando con los filósofos, los eruditos de esa ciudad, y él les da este mensaje en el versículo 30: “Por tanto, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, Dios manda ahora a todos los hombres que se arrepientan, porque Él ha determinado un día en el cual Él juzgará al mundo”, “Más vale que se arrepientan porque Él va a juzgar al mundo, Él lo va a juzgar en justicia, lo va a juzgar a través de un hombre que Él designó, un hombre que ha mostrado ser digno al ser resucitado de los muertos”. Entonces,  Pablo predicó arrepentimiento.

Vayamos al capítulo 20. Aquí Pablo está instruyendo a los ancianos efesios. Los ancianos efesios eran primordialmente responsables por proveer liderazgo para todas las iglesias de Asia Menor, eran líderes clave, y Pablo les recuerda en el versículo 21 que su ministerio consistió en testificar solemnemente tanto a judíos y a griegos acerca del arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo. Pablo predicó a los líderes de la iglesia el asunto del arrepentimiento sabiendo que ellos, a su vez, debían predicar arrepentimiento a otros. Y después, pase al capítulo 26, versículo 20. Aquí está Pablo ante el rey Agripa y él le dice en el versículo 19 del capítulo 26: “Como consecuencia, rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial, sino continué declarando tanto aquellos que estaban en Damasco primero, y también en Jerusalén, y a lo largo de toda la región de Judea, inclusive a los gentiles, que ellos debían arrepentirse y volverse a Dios haciendo obras dignas de arrepentimiento”.

Ahora, esa fue la definición clásica de Pablo de la predicación del Evangelio; es predicar arrepentimiento y fue debido a que él predicó arrepentimiento que ellos lo atraparon; versículo 21 dice: “Y trataron de matarme”. Entonces, usted puede ver que la primera iglesia siguió con la predicación de Jesús y siguió con la predicación de Juan, y siguió con la predicación de los discípulos y fue fiel en proclamar arrepentimiento del pecado, volverse del pecado a Dios. Pablo escribe en Romanos 2:4: “¿O menospreciáis las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que la bondad de Dios te lleva al arrepentimiento?”, ahora subraye eso, subráyelo. La predicación de Juan estuvo dirigida al arrepentimiento, la predicación de Jesús estuvo dirigida al arrepentimiento, la predicación de los discípulos estuvo dirigida al arrepentimiento, la predicación de la primera iglesia estuvo dirigida al arrepentimiento, inclusive la obra de Dios está dirigida a producir arrepentimiento; ¿por qué? Porque dice en 2ª de Pedro, de nuevo, capítulo 3, versículo 9: “El Señor no retarda su promesa como algunos la tienen por tardanza, sino es paciente para con todos, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento”.

Querido amigo, quiero decirle que en ese versículo el arrepentimiento es un sinónimo de salvación. No puede haber fe sin arrepentimiento, no puede haber salvación sin arrepentimiento. El arrepentimiento es un sinónimo, es un elemento dentro de la obra salvadora de Dios que es tan esencial, que la obra salvadora de Dios, de hecho, puede ser llamada arrepentimiento, volverse. Hay otras invitaciones en el Nuevo Testamento que llaman a esto sin usar la palabra. Por ejemplo, vea Marcos 8:34, y aquí el Señor Jesús está dando una invitación. Él se dirigió a la multitud y estaban congregados ahí con los discípulos que estaban ahí y Él le dijo a esa gran congregación, a esa multitud de personas: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, quiere ser mi discípulo, quiere seguirme, niéguese a sí mismo y tome su cruz —esto es disposición a morir, entregar su vida— y sígame”, ahora, ese es un llamado a volverse, a volverse del yo, a volverse del pecado, a volverse hacia Cristo.

Observe en Lucas, capítulo 9, y de nuevo, simplemente dos versículos ahí, 23, mismo pensamiento: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz diariamente y sígame. Porque todo aquel que quiera guardar su vida la perderá, pero todo aquel que pierda su vida por causa de Mí”, Él es el que la salvará, esa es una invitación, esa es una invitación a un pecador a dejar de controlar su propia vida para seguir a Cristo. Dice usted: “¿Está seguro de que eso se habló a pecadores? ¿Estás seguro de que no le está hablando ya a una persona salva que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y sea un seguidor más devoto? ¿Estás seguro de que él no está diciendo: Podrías morir al ser disciplinado si no entregas tu vida? ¿Estás seguro de que Él le está hablando a incrédulos?”.

Bueno, a partir del versículo 25 lo sabemos, porque Él dice inmediatamente: “Porque, ¿qué aprovechará al hombre si ganare el mundo entero y perdiere su alma?”, oh, él está hablando si usted va a perder su alma o no, no si usted va a perder su recompensa o bendición; entonces, este es un llamado a dejar una vida dirigida a uno mismo, una vida apuntada o dirigida al placer personal, una vida pecaminosa para seguir a Cristo. Capítulo 14 de Lucas, versículo 26: “Si alguno viene en pos de Mí y no aborrece a su propio padre y madre y esposa e hijos y hermanos y hermanas, sí, aún su propia vida, no puede ser mi discípulo”, qué afirmación. Y después Él lo sigue: “Y el que no lleva su propia cruz y viene en pos de Mí no puede ser mi discípulo”, hay un precio, hay que volverse, hay que dejar su propia voluntad, su propio camino, las cosas que se aferran a usted, las relaciones que lo confinan a usted para seguir a Cristo a costa de lo que sea.

Y más vale que calcule el costo. Versículo 28: “Porque, ¿quién de vosotros queriendo edificar una torre no se sienta primero y calcula los gastos a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él diciendo: Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar. ¿O qué rey al marchar a la guerra contra otro rey no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz”. Entonces, sigue esto: “Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. ¡Hombre! Es volverse, es volverte de tu propia vida, tu propia voluntad, tu propia manera de vivir, tu propio pecado para seguir a costa de lo que sea; es un cambio de mente, es un cambio de corazón, es una nueva vida de negarse a uno mismo y en pecado y ver al Salvador como Señor y Rey en lugar de mí. ¿Cuán importante es arrepentirse? Jesús lo dijo, lo acabamos de leer, Lucas 13:3-5: “Antes, os digo, que si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”.

Amados, simplemente de ese panorama breve de los Evangelios y los Hechos, y un versículo de Romanos y 2ª de Pedro, podemos ver que los primeros predicadores predicaron arrepentimiento, y le he pedido al Señor que me dé una nueva dosis de arrepentimiento en mi predicación porque el tema ha sido ignorado de manera trágica. ¿En dónde está ese tipo de predicación en la actualidad? ¿En dónde oye usted ese tipo de Evangelismo en la actualidad? No está de moda predicar un Evangelio que demanda que la gente entregue todas sus posesiones. El Evangelio que usted oye en la actualidad es: “Ven a Jesús y serás rico”, el Evangelio en la actualidad es: “Cree en Jesús y Él perdonará todo tu pecado y te dará el cielo, y no tienes que preocuparte por dejar nada”; eso no es lo que Jesús predicó. Arrepiéntete, deja tu pecado y tu egoísmo.

Ahora, ¿cómo es posible que este elemento esencial de la predicación del Evangelio llegó a ser evitado? ¿En dónde lo perdimos porque no lo vemos en la actualidad? Rara vez usted oye la palabra. Podemos regresar a 1937, el Dr. Harry A. Ironside, un gran hombre de Dios, maestro de la Biblia. El Dr. Ironside en 1937 señaló que la doctrina bíblica del arrepentimiento estaba siendo diluida sistemáticamente por parte de aquellos que querían excluirla del mensaje del Evangelio. 1937, 50 años atrás, Ironside dijo: “Están tratando de excluirla del mensaje del Evangelio”. Permítame citar del libro que él escribió titulado “Antes si no os arrepentís”; él era un campeón del arrepentimiento y de manera apropiada. Él escribió esto: “La doctrina del arrepentimiento es la nota ausente en muchos círculos en la actualidad que, de otra manera, son ortodoxos y fundamentalmente sanos”. Esta no es una batalla nueva, esta es una batalla antigua.

La gente en la actualidad está predicando un Evangelio que dice: “Bueno, mira, simplemente cree, no te preocupes por tu pecado, no te preocupes por tu pasado, simplemente cree y todo vendrá después”. Ironside peleó esa batalla en 1937. Además, él dijo esto, él dijo, y cito: “Los predicadores que profesan la gracia, que como los antinominianos de la antigüedad, menosprecian la necesidad del arrepentimiento, por lo menos parecen invalidar la libertad de la gracia”, y ese fue el punto medular. Habían algunos que dijeron: “Si llamas al arrepentimiento, estás invalidando la libertad de la gracia, y la gracia es tan y tan libre que no tienes que hacer nada más que solo creer”. Ironside reconoció en su día los peligros de una creencia fácil insipiente.

Además, él dijo: “La predicación superficial que no enfrenta el hecho terrible de la pecaminosidad del hombre y la culpabilidad del hombre, llamando a todos los hombres en todo lugar a arrepentirse, resulta en conversiones superficiales. Y entonces, tenemos a muchos profesantes en la actualidad, profesantes de labios para afuera, que no dan evidencia en absoluto de regeneración. Promoviendo la salvación por la gracia, manifiestan ninguna gracia en sus vidas; declarando a toda voz que son justificados por la fe únicamente, se les olvida que la fe sin obras es muerta, y que la justificación por obras ante los hombres no debe ser ignorada como si estuviera en contradicción a la justificación por la fe anterior”, fin de la cita.

Harry Ironside en 1937 estaba en lo correcto, peleando la misma batalla. Y si regresáramos, a partir de ahí, regresando en la historia de la iglesia, también vemos que en la historia de la iglesia registra el testimonio de los líderes de Dios con respecto a la naturaleza esencial del arrepentimiento. Permítame llevarlo aún más atrás. ¿Qué hay acerca de los primeros padres de la iglesia? 150 después de Cristo, muy bien, 50 años después de que Juan el Apóstol murió, eso es temprano, esos son los primeros años. Permítame leerle de la 2ª Epístola de Clemente, 150 después de Cristo, esto es lo que él dice: “No lo llamemos meramente Señor porque eso no nos salvará, porque Él dice: No todo el que me dice Señor, Señor, será salvo, sino el que hace lo correcto. De esta manera, hermanos, reconozcámoslo por nuestras acciones. Este mundo y el mundo venidero son dos enemigos; éste significa adulterio, corrupción, avaricia y engaño, mientras que el otro lo hace a un lado. No podemos entonces ser amigos de ambos. Para obtener el uno, tenemos que hacer a un lado el otro”, eso es arrepentimiento, eso es arrepentimiento.

Eso es exactamente lo que Santiago dijo: “La amistad con el mundo es enemistad con Dios, o eres amigo del mundo o el amigo de Dios, no ambos”, eso es arrepentimiento. ¿Qué tal Martín Lutero? En 1517, Martín Lutero disparó el disparo que ha sido oído por todo el mundo cuando él clavó en la puerta de la Iglesia de Wittenberg sus 95 tesis, él propuso 95 principios que él pensó que la Iglesia Católica Romana debía reconocer. No sé si usted está consciente de los que eran esos 95, pero después de esta noche usted va a estar consciente de cuáles fueron los primeros tres porque aquí están. Número 1, esto estuvo en la puerta de Wittenberg: “Nuestro Señor y Amo, Jesucristo, al decir ‘arrepentíos’, quiso decir que la vida entera de los fieles debía ser un acto de arrepentimiento”.

Número 2, de sus 95 tesis: “Este dicho no puede ser entendido como el sacramento de la penitencia, esto es de la confesión y absolución, la cual es administrada por el sacerdocio. 3) Sin embargo, Él no se refiere al arrepentimiento interior únicamente, no; el arrepentimiento interior está ausente si no produce tipos diferentes de hacer morir la carne”. Entonces, dijo Martín Lutero tres puntos primordiales: 1) El arrepentimiento es un estilo de vida; 2) No tiene nada que ver con sacramentos de la iglesia, confesión y absolución; 3) No es tan solo interno, produce hacer morir la carne. Martín Lutero estaba en lo correcto.

Pasemos al siguiente siglo, 1674. En 1674, la obra maestra teológica conocida como el Catecismo Corto de Westminster fue escrito, y en ese catecismo el cual algunos de ustedes han leído, inclusive estudiado si vienen de un trasfondo reformado; hay una serie de preguntas y respuestas y eso era la enseñanza a manera de catecismo, pregunta y respuesta, pregunta y respuesta, y usted le enseñaba a sus niños el catecismo y eventualmente ellos se memorizaban todos los elementos de la teología. Una de las preguntas en el Catecismo Corto de Westminster es esta: ¿Qué es el arrepentimiento para vida? Respuesta: El arrepentimiento para vida es una gracia salvadora, mediante la cual un pecador, a partir de un sentido verdadero de su pecado y un entendimiento de la misericordia de Dios en Cristo, con tristeza y odio de su pecado se vuelve de eso a Dios con un propósito completo de, y un esfuerzo por la obediencia nueva. Una gran afirmación.

Es una gracia salvadora, esto es, viene de Dios mediante la cual un pecador, a partir de un sentido verdadero de su pecado y entendimiento de la misericordia de Dios en Cristo, con tristeza y odio de su pecado, se vuelve de él hacia Dios con un propósito pleno de, y un esfuerzo que busca la obediencia nueva. Además, el catecismo dice: “El arrepentimiento para vida consiste primordialmente en dos cosas: Una, en volverse del pecado y dejarlo; dos, en volverse a Dios”. Después viene la siguiente pregunta en el catecismo: ¿Qué es ese volverse del pecado, el cual es parte del arrepentimiento verdadero? Respuesta: El volverse del pecado lo cual es parte del arrepentimiento verdadero consiste en dos cosas: una, en dejar o volverse de todos los pecados abiertos con respecto a nuestra conducta y conversación; dos, en un volverse de todos los demás pecados con respecto a nuestros corazones y deseos.

En otras palabras, es volverse del pecado en lo que usted hace y volverse del pecado en lo que usted piensa. La siguiente pregunta: ¿Acaso aquellos que verdaderamente se arrepienten del pecado nunca regresan a la práctica de los mismos pecados de los que se han arrepentidos? Respuesta: Aquellos que se han arrepentido verdaderamente de pecado, nunca regresan a la práctica del mismo, de tal manera que viven en una vida de pecado como lo hicieron antes. Y cuando alguno de ellos, después del arrepentimiento, regresan a una vida de pecado, es una señal evidente de que su arrepentimiento no fue el tipo correcto. Algunos verdaderamente se han arrepentido de sus pecados, aunque pueden ser superados y sorprendidos por tentaciones como para caer en la comisión de esos mismos pecados de los que se han arrepentido; sin embargo, no permanecen en ellos, sino que se vuelven a levantar y con tristeza amarga lloran por ellos, y regresan al Señor. Así dice el catecismo de Westminster.

¿Qué hay acerca de los puritanos? ¿Qué creían acerca del arrepentimiento? Goodwill los representa. El puritano británico escribió esto: “En donde hay duelo —esto es llorar— por ofender a Dios, está carente —o ausente—, no hay señal de ninguna voluntad buena obrada en el corazón hacia Dios, ni de amor hacia Él, sin lo cual Dios nunca aceptará a un hombre”. En otras palabras, él está diciendo: Si no hay lloro por el pecado, es evidente que Dios no ha llevado su obra en el corazón, de otra manera no hay esperanza de corrección. Dios no perdonará hasta que Él vea esperanza de corrección. Ahora, hasta que un hombre confiese su pecado, y eso con amargura, es una señal de que lo ama; mientras que él lo esconde, lo evade y no lo deja, es dulce en su boca; y por lo tanto, hasta que él lo confiesa y llora por él, es una señal de que no le es amargo y entonces él no lo va a dejar. Un hombre nunca dejará el pecado hasta que encuentra amargura en él, y si es así, entonces él estará en amargura por él, y la tristeza piadosa produce arrepentimiento.

De todas las afirmaciones que he leído del tema, la más fuerte viene de Carlos Haddon Spurgeon. Escuche lo que Spurgeon dijo: “Debe haber un abandono del pecado verdadero y en hecho, y un volverse a la justicia en acto real y obra en la vida diaria. El arrepentimiento, con toda seguridad, debe ser total. Cuántos dirán: Señor, yo renunciaré a este pecado y al otro, pero hay ciertos deseos pecaminosos a los que me debo aferrar. Oh, señores, en el nombre de Dios, permítanme decirles, no es el dejar un pecado, cincuenta pecados lo que es el arrepentimiento verdadero; es la renuncia solemne de todo pecado. Si tú albergas una de esas serpientes malditas en tu corazón y dejas las demás, ese único deseo, como una gotera en un barco, va a hundir tu alma. No pienses que es suficiente dejar tus vicios externos, no pienses que es suficiente cortar los pecados más corruptos de tu vida; es todo o nada lo que Dios demanda. Arrepentíos dice Él, y cuando Él te llama a arrepentirte, Él quiere decir arrepiéntete de todos tus pecados; de otra manera, Él nunca puede aceptar tu arrepentimiento como real y genuino. Todo pecado debe ser dejado, de otra manera, nunca tendrás a Cristo. Toda transgresión debe ser renunciada, de otra manera, las puertas del cielo deben ser cerradas en contra de ti. Recordemos entonces que para que el arrepentimiento sea sincero, debe ser arrepentimiento entero. El arrepentimiento verdadero es un volver del corazón como también de la vida, es entregar el alma entera a Dios para que sea suya por los siglos de los siglos, es renunciar a los pecados del corazón como también los crímenes de la vida”, fin de la cita.

Eso es lo suficientemente fuerte. Lo que Spurgeon está diciendo y lo que él está reflejando es la enseñanza de la iglesia a lo largo de todos sus siglos, que el pecador se golpea su pecho y dice: “Dios, sé propicio a mí, pecador”, y se ve obligado a buscar liberación de todo su pecado, aunque no necesariamente él va a recitar cada pecado. Hay un deseo en su corazón por ser liberado de todo su pecado. Y Spurgeon está diciendo: “Si vienes a Cristo y dices, quiero que seas mi salvador, quiero que me des el perdón y quiero que me prometas el cielo, pero hay algunos pecados a los que quiero seguir aferrándome”, eso no es arrepentimiento sincero.

Entonces, hemos visto en las Escrituras un mensaje de arrepentimiento; hemos visto la historia de la iglesia, una afirmación de arrepentimiento. Amados, a pesar de todas las Escrituras y todo lo que la historia de la iglesia refleja, hay algunas personas que continúan declarando que predicar arrepentimiento al no salvo viola el Evangelio. ¿Oyó eso? Enseñan que predicar arrepentimiento al no salvo viola el Evangelio. Por ejemplo, ningún otro que un teólogo inminente como Lewis Sperry Chafer, escribe en el volumen 3, página 372, que “el arrepentimiento es una de las características más comunes de la responsabilidad humana que con demasiada frecuencia es añadida de manera equivocada al único requisito de fe o creencia”. Es  una afirmación absolutamente increíble.

¿El arrepentimiento es una responsabilidad humana añadida de manera equivocada a la fe? Me parece que eso es intercambiable con la fe salvadora en el registro bíblico. Dice usted: “Bueno, ¿de dónde viene eso? Digo, ¿cómo puede una persona aferrarse a esa postura?”, bueno, Chafer señaló que en Hechos 16:31 Pablo no le dijo al carcelero de Filipos que se arrepintiera; tiene razón. ¿Sabe usted lo que él le dijo al carcelero de Filipenses según el registro de las Escrituras? “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”. Chafer dice esto: “Pablo no le dijo al carcelero de Filipos que se arrepintiera”, después dice esto: “Ese silencio —él llamó y estoy citando— es una evidencia abrumadora de evidencia irrefutable, presentando de manera clara que el Nuevo Testamento no impone el arrepentimiento en los incrédulos como una condición de salvación”, fin de la cita. Me parece difícil entender eso. ¿Qué razonamiento es ese?

¿Quiere usted saber algo más que Pablo no le dijo al carcelero de Filipos? Él no le dijo que Jesús era Dios, según el registro de Hechos 16:31, él no dijo que Jesús murió en una cruz, él no dijo que Jesús resucitó de los muertos. ¿Quiere saber algo? Él probablemente dijo todo eso, incluyendo todo lo que había que decir del arrepentimiento, pero todo fue resumido por Lucas cuando él lo escribió bajo la inspiración del Espíritu, simplemente para darlo en esa afirmación porque creer implicó arrepentimiento, y el Señor Jesucristo implica todo lo que Él es y todo lo que Él hizo. Pero defenderlo a partir del silencio y cancelar cualquier otro elemento del arrepentimiento en el registro del Nuevo Testamento y decir que debido a que no está ahí, esa es una masa abrumadora de evidencia, eso no lo podemos entender. Y un pastor local popular dijo: “Arrepentimiento no significa volverse del pecado ni cambiar la conducta de uno”.

Ahora, como puede ver usted, la razón por la que tienen que decir esto es porque tienen que lidiar con la palabra ‘arrepentimiento’, está ahí. Otro maestro bien conocido de la Biblia dice: “Arrepentimiento significa cambiar la mente de uno, no la vida de uno”. Ah, ahora nos estamos acercando al asunto, porque usted se está preguntando: ¿Cómo es posible que la gente diga que el arrepentimiento no es un elemento, si Él acaba de decir: arrepiéntete, arrepiéntete y arrepiéntete todo el tiempo? Y lo que usted tiene que entender es que redefinen el arrepentimiento, y lo que dicen es que el arrepentimiento significa cambiar su mente acerca de quién es Jesús, nada más. El arrepentimiento es un cambio de mente acerca de quién es Cristo, no tiene nada que ver con volverse del pecado, no tiene nada que ver con abandonar que yo soy el capitán de mi vida; está totalmente carente del reconocimiento de la culpabilidad personal, no hay elemento de intención de obedecer a Dios, no hay elemento de una intención o deseo de justicia personal; es simplemente cambiar su mente acerca de quién es Jesús.

Dice usted: “Bueno, ¿qué hacen con cosas como Jesús cuando dice: Si quieres venir en pos de Mí, tienes que negarte a ti mismo, tomar tu cruz y seguirme? ¿Qué hacen con las palabras de Jesús: Tienes que aborrecer a tu padre, madre, hermano, hermana y demás y demás y seguir? ¿Qué hacen?”, dicen: “Oh, todo eso está dirigido a gente que ya es salva, y Él los está llamando al nivel más elevado de compromiso espiritual”, pero eso no es aceptable porque en ese mismo pasaje Él dijo: “¿De qué aprovechará el hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?”, Él está hablando de tu alma eterna. Pero entonces, tienen que tomar cada una de las afirmaciones de Jesús que llaman a la gente a un compromiso total, abandonarlo todo para seguirlo a Él, y los hacen afirmaciones dirigidas a gente que ya es salva llamándolas a la vida más elevada.

Y entonces, concluye que cuando Jesús llamó a alguien a ser un discípulo, Él estaba llamando a un creyente a un segundo nivel; y un cristiano es una cosa y un discípulo es otra. Y el próximo domingo por la noche vamos a hablar acerca de lo que es un discípulo y vamos a tratar con ese asunto. Pero dicen: “Sí, te arrepientes en el hecho de que cambias tu parecer acerca de quién es Jesús, no tiene nada que ver con volverte del pecado, no tiene nada que ver con abandonar el hecho de que tú gobiernas tu vida, no hay reconocimiento de culpabilidad personal, no hay intención de obedecer a Dios y no hay deseo por la justicia verdadera”. Y le quiero decir que eso no es lo que Jesús quiso decir cuando dijo “arrepiéntete”. El llamado del Evangelio de Jesús fue un llamado a dejar el pecado como lo fue un llamado a creer en Él, fue un llamado a volverse en el pecado; desde su primer mensaje hasta el último, el tema del Salvador fue un llamado a los pecadores a dejar su pecado, abrazar a Dios, a buscar la justicia; no fue únicamente que tenían que tener una nueva perspectiva acerca de quién era Él, sino que tenían que dejar su pecado y seguirlo a Él.

Y Lucas, como lo vimos en el capítulo 24 y el versículo 47, dijo que cuando vayas a predicar, Jesús dijo, predica arrepentimiento para el perdón de los pecados. Y si estás viniendo a Cristo para el perdón de los pecados, lo que lleva a eso es arrepentimiento. Por cierto, Lucas es el único escritor de los Evangelios que da el contenido del mensaje que es inherente en la gran comisión; los otros escritores únicamente dan la comisión: “Vayan y prediquen”; Lucas dice: “Esto es lo que predicas: arrepentimiento, el cual lleva al perdón de pecados”. Entonces, el arrepentimiento siempre está ligado al pecado, no es solo cambiar tu parecer acerca de quién es Jesús: “Oh, pensaba que era un hombre y ahora sé que es Dios”, no solo eso; implica volverse del pecado.

Permítame darle una ilustración. Observe Lucas 18, versículo 9, es una parábola, unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros — esto es los fariseos: “Dos hombres subieron al templo a orar, uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este publicano. Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano”, él estaba ahí confesándole a Dios su justicia, sí. Permítame hacerle una pregunta: ¿Creyó él en Dios? ¿Acaso el fariseo creyó en Dios? Sí. ¿Tuvo fe en Dios? Sí. ¿Era salvo? No. ¿Por qué? Porque su fe carecía de arrepentimiento. Como puede ver, esa es una ilustración clásica del hecho de que hay un hombre que creía en Dios, aquí está un hombre que era devoto a Dios, aquí hay un hombre que fue al templo a orar al Dios en el que creía, pero no había arrepentimiento en el corazón y no había relación; él era una farsa, él era un farsante.

“Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aún alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro”, el primer hombre nunca conoció la salvación, él era un creyente que no se arrepintió; el segundo hombre fue un incrédulo quien se arrepintió, él era un despreciado espiritual y religioso, pero se arrepintió e inherente en eso, claro, estuvo la expresión de fe. Usted no puede tomar el arrepentimiento y despojarlo de sus implicaciones morales.

Ahora, permítame darle una definición rápida, ¿muy bien? Todo eso fue introducción y se reduce a lo que estamos hablando. ¿Cuál es la definición bíblica del arrepentimiento? Muy bien, permítame darle unos cuantos pensamientos y después concluiremos. ¿Cuál es el arrepentimiento bíblicamente definido? Número 1, es un elemento dentro de la fe salvadora, es un elemento dentro de la fe salvadora; de hecho, puede ser usado como una expresión intercambiable con la fe salvadora. Ahora, ¿debemos predicar arrepentimiento? ¿Debemos llamar a los hombres al arrepentimiento? Eso significa la fe salvadora. Es tan parte de ella que puede ser usado como un sinónimo para la fe salvadora. Usted puede llamar a alguien y decirle: “Cree en el Señor Jesucristo”, o podría llamarlo y decirle: “Arrepiéntete de tu pecado y abraza a Cristo”, es lo mismo. Es simplemente todo lo que es la salvación.

Pero permítame aclarar esto: No es un sinónimo en el sentido más puro para “cree”, porque no significa lo mismo; es inherente en creer, y creer es inherente en el arrepentimiento, de tal manera que los términos pueden ser usados intercambiablemente. Pero cada uno de esos términos expresa un elemento único; creer expresa tan solo eso; confianza, fe, arrepentimiento expresa volverse del pecado hacia Dios; son partes complementarias del mismo proceso, dijo Berkhof en su teología sistemática. Ahora, la palabra griega es “metanoia”, y como usted sabe, viene de dos palabras: meta, según; y noeo, entender; y significa ‘un pensamiento que viene después’. Entonces, si usted toma esas palabras y las une, significa un cambio de mente o un pensamiento que viene después. Y algunas de estas personas que quieren decir: “El arrepentimiento no es nada más que cambiar tu parecer acerca de quién es Jesús —dicen—, como puedes ver, eso es lo que metanoia significa”.

Pero escuchen, eso es algo que usted con frecuencia ve que se hace con palabras griegas y no es correcto. No toda palabra necesariamente es la suma de sus partes separadas. Debido a que meta significa esto y noeo significa esto, cuando usted las une no necesariamente significa lo que esas dos partes significan. Con frecuencia sí, con frecuencia no. Y el significado bíblico es mucho más profundo que eso. Metanoia es usada en el Nuevo Testamento siempre ––ahora escuche esto, subraye esto—, siempre incluye más que el significado literal de sus términos componentes, siempre habla de un cambio de propósito y específicamente siempre habla de un volverse del pecado.

Una de las herramientas útiles que usamos al estudiar el idioma griego es la obra de Colin Brown, una colección masiva, así de grande, tres volúmenes, en la sección acerca de la conversión que escribió Westman, volumen 1, página 358, él está tratando con metanoia y esto, claro, desde una perspectiva muy erudita, y esta es una cita: “El entendimiento predominantemente intelectual de metanoia como un cambio de mente, juega una parte muy pequeña en el Nuevo Testamento; más bien, la decisión por parte del hombre entero de volverse es enfatizada. Es claro que debemos preocuparnos ni con un cambio puramente externo ni con un cambio meramente intelectual de ideas”, fin de la cita. Así lo dice lo mejor de los eruditos. En el sentido en el que Jesús lo usó, el arrepentimiento incorporó un repudio hacia la vida vieja y un volverse a Dios para salvación.

La otra fuente número 1 para entender todo lo que hay que entender acerca de palabras griegas fue producido por Kittel. Colin Brown es así de grande, Kittel es asi de grande. Toda palabra en el Nuevo Testamento que es importante está ahí y es tratada de manera exhaustiva. Permítame leerle lo que Behm dice escribiendo acerca de metanoia en Gerhard Kittel, y cito: “El término demanda una conversión radical, demanda una transformación de naturaleza, un volverse de manera definida de la maldad, un volverse de manera determinante a Dios en obediencia total. Esta conversión es definitiva, no puede haber un volver atrás; únicamente avanzar y un movimiento responsable hacia adelante que ahora se ha tomado. Afecta al hombre entero en primer lugar, y básicamente, el centro de la vida personal; después, lógicamente, su conducta en todo momento y en toda situación, sus pensamientos, palabras y actos. La proclamación entera de Jesús es una proclamación de volverse de manera incondicional a Dios, un volverse de manera incondicional de todo lo que es en contra de Dios, no meramente aquello que es abiertamente malo, sino aquello que en cualquier caso dado, hace que un volverse a Dios de manera total sea imposible”, fin de la cita.

Así es como ellos lo entendieron desde el punto de vista técnico el significado de la palabra. Esto sería apoyado, ¿no es cierto?, a partir de 1ª de Tesalonicenses 1:9. ¿Se acuerda usted de ese versículo? Véalo. 1ª de Tesalonicenses 1:9. Aquí hay una crónica de los elementos del arrepentimiento. La segunda mitad del versículo, Pablo le recuerda a los Tesalonicenses: “¿Cómo os volvisteis a Dios de los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero?”, tres elementos de arrepentimiento están ahí. Uno: volverse a Dios; dos: volverse de la maldad; tres: servir a Dios. Se volvieron a Dios de los ídolos, y toda esa maldad que hay con ellos para servir a Dios. Tres elementos del arrepentimiento: Volverse a Dios de la maldad para servir a Dios. Un resumen hermoso. No. Escúcheme: Ningún cambio de parecer acerca de quién es Jesús puede salvar hasta que esos tres elementos están presentes. Volverse del pecado a Dios para servirlo. El arrepentimiento es un elemento dentro de la fe salvadora.

Segundo punto: Involucra cambiar la dirección de la voluntad. El léxico griego de Thayer define metanoeo como, y cito: “El cambio de parecer de aquellos que han comenzado a aborrecer sus errores y hechos malos, y han determinado entrar en una mejor dirección de vida de tal manera que involucra tanto un reconocimiento de pecado y tristeza por él, y una corrección de corazón, los efectos de lo cual son obras buenas”, fin de la cita. En otras palabras, es un cambio de dirección de la voluntad que resulta en una conducta cambiada; no es meramente tristeza por el pecado, aunque el arrepentimiento genuino siempre tiene tristeza; es un cambio de dirección de la voluntad humana, es una decisión de dejar toda injusticia y buscar la santidad.

Y por favor, amados, es ese cambio de dirección de la voluntad que es la obra de Dios, no estamos hablando de algo que usted hace; estamos hablando de que Dios hace algo en usted cuando Él lo salvó a usted. La gente dice: “Bueno, estás enseñando que esto es alguna obra pre-salvación y hasta que puedas limpiar tu vida y arrepentirte, no puedes ser salvo”, ¡no! El arrepentimiento no es un intento pre-salvación por limpiar tu vida, no es un llamado a dejar de pecar para que puedas ser salvo, en absoluto; no es tan solo una invitación a darle la invitación a darle la espalda a toda la maldad para que Cristo te acepte. Es aquello que Dios produce en ti cuando te salva, es un elemento de fe salvadora que cambia la dirección de la voluntad.

J. I. Packer en su pequeño libro útil, “Evangelismo y la soberanía de Dios”, escribe: “El arrepentimiento que Cristo demanda de su pueblo consiste en un rechazo determinado por establecer algún límite a las demandas que Él pueda hacer de sus vidas”, fin de la cita. No es tan solo una actividad mental, hay un aspecto intelectual; permítame darle esto rápidamente. Hay un aspecto intelectual. El arrepentimiento involucra reconocimiento de pecado, reconocimiento de la pecaminosidad del pecado, reconocimiento de que el pecado afrenta a un Dios Santo; involucra el reconocimiento intelectual de que soy responsable a nivel personal por mi pecado y mi culpabilidad, incluye el reconocimiento de que Cristo murió por mi pecado y de que Él, como Dios, quiere gobernar mi vida; esa es la parte intelectual del arrepentimiento.

En segundo lugar, tiene una parte emocional. Ese reconocimiento produce tristeza, produce deseos nuevos y nuevos impulsos, produce vergüenza. En 2ª de Corintios 7:10 dice que hay una tristeza que lleva al arrepentimiento. Entonces, comienza — usted ve que el pecado es pecaminoso, usted ve que usted es culpable, usted ve que Cristo ha provisto intelectualmente, y después toca sus emociones, hay un quebrantamiento y una tristeza y una vergüenza y una culpabilidad, y a partir de esa tristeza viene el tercer elemento y eso es el elemento de la voluntad, volitivo.

Finalmente, el arrepentimiento activa la voluntad y produce un cambio de dirección, una nueva determinación por abandonar la desobediencia obstinada y rendir su vida a Cristo, y después produce una conducta cambiada. En donde no hay una conducta cambiada, el arrepentimiento pudo haber sido intelectual y pudo haber sido emocional, pero nunca fue volitivo. Cambia la dirección de la voluntad cuando es genuina. En tercer lugar, y como resultado, cambia la vida. Es un elemento de la fe salvadora, activa la voluntad, cambia su dirección y cambia la vida. Esa es la razón por la que Juan dijo: “Traed frutos dignos de arrepentimiento”. Usted dice que se arrepintió, veamos su vida, demuéstrelo. El arrepentimiento real altera a la persona.

Uno de mis héroes, a los hombres que tengo en alta estima es Martyn Lloyd-Jones, uno de los libros que me bendice que él escribió tiene que ver con el Sermón del Monte; en él, él escribe esto —él está ahora con el Señor—: “El arrepentimiento significa que reconoces que eres un pecador culpable y vil en la presencia de Dios, que mereces la ira y el castigo de Dios, que mereces el infierno, significa que comienzas a darte cuenta de que esto llamado pecado está en ti y que anhelas deshacerte de él y que le das la espalda en toda forma y apariencia. Renuncias al mundo, sea cual sea el costo, el mundo en su mente y en su parecer como también en sus prácticas, y te niegas a ti mismo y tomas la cruz y sigues a Cristo. La persona más querida y más cercana a ti y el mundo entero puede llamarte un necio, o decir que tienes una locura religiosa, quizá tengas que sufrir económicamente, pero eso no importa. Eso es arrepentimiento”, fin de la cita.

Se convierte en un estilo de vida continuo. El arrepentimiento que comienza en la salvación, comienza un proceso progresivo de por vida de confesión de pecado. 1ª de Juan 1:9, seguimos confesando nuestro pecado; la actitud continua, activa de arrepentimiento produce la pobreza de espíritu, el lloro, la mansedumbre que caracteriza a los creyentes verdaderos en las Bienaventuranzas de Mateo 5; el arrepentimiento produce un nuevo estilo de vida, no solo una opinión diferente acerca de Cristo; un nuevo estilo de vida. Aquellos que oyeron a Jesús predicar sabían a qué los estaba llamando; créanme, los judíos sabían exactamente a qué estaba llamándolos. Él no tan solo los estaba llamando a cambiar su opinión de Él, ellos conocían lo que Isaías dijo cuando Isaías predicó — ¿qué predicó él? Isaías 1:16, esto es lo que Isaías predicó: “Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras obras de mis ojos, dejad de hacer la maldad, aprender a hacer el bien, buscad la justicia. Y después, aunque vuestros pecados sean rojos, serán blancos como la nieve; aunque sean rojos como el carmesí, serán como la lana, si os lavareis, si os limpiareis”.  

La progresión comienza internamente y después se manifiesta a sí misma en actitudes y acciones. Al final de Isaías o cerca del final, capítulo 55, encontramos el mismo tipo de llamado. Dos versículos, versículos ricos acerca de este asunto del arrepentimiento; no sé cómo pueden pasar estos por alto: “Buscad a Jehová mientras que Él pueda ser hallado —Isaías 55:6—, llamadlo mientras que esté cercano”, ¿cómo hago eso?, “Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a Jehová, y Él tendrá de él misericordia, y a nuestro Dios, el cual será amplio en perdonar”. Él perdonará impío deja su camino y el hombre injusto deja sus pensamientos y se vuelve al Señor. Ese texto conocido, con frecuencia usado mal, y quizá con demasiada frecuencia evitado.

2ª de Crónicas 7:14: “Y mi pueblo, que es llamado por mi nombre, cuando se humilla y ora y busca mi rostro, y se vuelve de sus caminos impíos, entonces oiré de los cielos y perdonaré su pecado”. Cuando se vuelvan, cuando se arrepientan. Y quiero decirle, cuando Juan el Bautista predicó arrepentimiento nadie se confundió, ellos sabían lo que él dijo y ellos sabían exactamente lo que él quiso decir. ¿En dónde están los frutos? Pruebe su arrepentimiento por su vida. ¿Y cuáles son los frutos del arrepentimiento? Simplemente obras justas, obras santas, obras piadosas, vida transformada.

En Lucas tenemos el registro de ese relato mismo que acabo de citar, donde los fariseos vinieron y se volvieron a acercar con la frecuencia que lo hicieron. Juan el Bautista, siempre queriendo ellos desfilar su piedad, y Juan les dice en el versículo 7 de Lucas 3: “Generación de víboras, ¿quién os amonestó para que huyeseis de la ira venidera? ¿Qué están haciendo aquí, víboras? Haced frutos dignos de arrepentimiento”, dice él. ¿Cuáles son esos frutos? ¿Cuáles son? Versículo 10: “Las multitudes dijeron: ¿Qué haremos? ¿Qué debemos hacer? ¿Cuáles son los frutos de arrepentimiento? Él dice: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y al que tiene que comer, haga lo mismo. Vinieron también unos publicanos para ser bautizados y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos?”, más de los frutos del arrepentimiento, él les dijo: “No exijáis más de lo que os está ordenado”. También le preguntaron unos soldados diciendo: “Y nosotros, ¿qué hacemos?”, y les dijo: “No hagáis extorsión a nadie ni calumnies, y contentaos con vuestro salario”. Cosas bastantes prácticas, ¿no es cierto?

¿Quiere usted saber en dónde se aparece el arrepentimiento verdadero? En la virtud de su vida diaria. ¿Da usted su túnica al que no tiene una? ¿Se asegura usted de que no toma algo de alguien que no merece usted? ¿Usted no fuerza la gente? ¿Usted no acusa a la gente de manera falsa? ¿Está usted contento con el sueldo que tiene? Ahí es en donde la legitimidad de su arrepentimiento se manifiesta. Eso es bastante mundano.

Y amados, quiero decirles que ningún mensaje que no llama al arrepentimiento no puede ser llamado de manera apropiada el Evangelio. La conversión para Jesús es más que dejar un patrón de pensamiento antiguo, es una nueva vida, es una nueva vida. Behm dice escribiendo de nuevo en el volumen de Kittel: “Convertirse abraza todo el amanecer de las demandas del reino de Dios del hombre, una vida cambiada”. Y por favor, entiendan, no creo que alguien podría malinterpretarme en esto. Esto no es algo que usted hace para que usted se pueda salvar, esto es algo que el Espíritu de Dios produce en usted al salvarlo a usted. Esa es la razón por la que dice, y hemos estado leyendo esto en 2ª de Timoteo, y este es un pasaje esencial para que nosotros lo entendamos; capítulo 2, versículo 25: “Por si quizá Dios les conceda arrepentimiento”, es un regalo de Dios, es un regalo de Dios. Hechos 11, versículo 18: “         Que Dios les ha concedido arrepentimiento a los gentiles”. Es un regalo de Dios.

Permítame cerrar con este último pasaje. Mateo 21:28, acompáñeme ahí por favor. Tanto qué decir. Mateo 21:28: “Pero qué os parece”, dice Jesús —síganme en esto, ¿muy bien? Piénsenlo: “Un hombre tenía dos hijos y acercándose al primero le dijo: Hijo, ve a trabajar en mi viña. Respondiendo él dijo: No quiero. Pero después, arrepentido fue”, ¿tienes un hijo así? “Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera, y respondiendo él dijo: Sí señor, voy. Y después lamentó lo que dijo y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto, os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios”, potente amigo mío. Jesús describe a dos tipos de personas. ¿Está listo para escuchar esto? La gente que pretende ser obediente, pero, de hecho, son rebeldes en su corazón; pretenden ser obedientes pero son rebeldes en su corazón. Y la gente que comienza como rebeldes, pero se arrepienten. Él lo contó para el beneficio de los fariseos, que pretendían ser obedientes a Dios, pero eran rebeldes en sus corazones. Y después estaban las rameras y los publicanos que comenzaron como rebeldes, pero se arrepintieron. No hay salvación sin arrepentimiento, no hay salvación sin arrepentimiento. 

Inclinémonos juntos en oración. Recuerdo, Señor, esta noche las palabras de Santiago: “Someteos, pues, a Dios, resistid al diablo y él huirá de vosotros. Acercaos a Dios y Él se acercará a vosotros. Limpiaos vuestras manos, pecadores, y purificad vuestros corazones vosotros los de doble ánimo; afligidos, lamentad y llorad; vuestra risa se convierta en lloro y vuestro gozo en tristeza. Humillaos en la presencia del Señor y Él os exaltará”.

Padre, danos un entendimiento del llamado al arrepentimiento. Mi oración en este momento es por cualquiera aquí que ha pretendido ser obediente, pero en el corazón es un rebelde, que le dice a Dios: “Iré”, y no va. Oh, Dios, transforma esa vida, trae arrepentimiento verdadero. Y oro en esta noche también por los publicanos y las rameras, los menospreciados, los rebeldes que viven en rebelión abierta en contra de ti, pero que están abiertos al arrepentimiento. Mueve sus corazones, lleva a cabo esa obra poderosa de gracia de arrepentimiento en toda vida que la necesita, por causa de Jesús. Amén.

  

 

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