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Quiero que abra su Biblia esta mañana en 2 Corintios capítulo 3. Ya hemos terminado un estudio de este capítulo, pero quiero hacer un eco de nuestro estudio un poco y añadir una nota a pie de página esta mañana, y después de nuevo esta noche. Voy a dar un mensaje el día de hoy, en dos partes, esta mañana y en esta noche. No podré terminar y entonces continuaremos esta noche. No quiero entrar al siguiente capítulo porque sé que tendremos un descanso largo antes de que podamos continuar. Prefiero esperar hasta que regrese de mi viaje. Pero quiero añadir una nota a pie de página al capítulo 3, si puedo, que creo que será práctica y útil e instructiva para nosotros.

Observe el versículo 18 que termina ese gran capítulo, de la superioridad del Nuevo Pacto y permítame recordarle lo que dice al leerlo. 2 Corintios 3:18: “Por tanto nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo, la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”

Ahora, vimos que la realidad culminante del Nuevo Pacto es que es un pacto transformador, que en el Nuevo Pacto vemos la gloria del Señor revelada en la faz de Jesucristo, sin estorbos. Vemos a Cristo en toda su maravilla, en toda su belleza y en toda su gloria, como es descrita en el capítulo 4, versículo 6, “La luz resplandece de las tinieblas. El que resplandeció en nuestros corazones para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.”

Entonces, conforme vemos la faz o el rostro de Cristo, vemos la gloria de Dios revelada. Nada nos oscurece. No tenemos un velo sobre nuestro rostro, como Moisés, no hay nada oscuro, confuso, no hay nada escondido u oscuro o lleno de sombras. El Nuevo Pacto, el evangelio, el mensaje de Jesucristo es claro, la luz ha sido encendida y podemos ver con una vista sin obstrucciones la gloria de Dios revelada en la faz de Jesucristo. Y conforme vemos la gloria de Dios y nos concentramos en la gloria de Dios revelada en Cristo, somos movidos de un nivel de gloria al siguiente por el Espíritu Santo, y nos está moviendo a la imagen de la gloria misma que vemos. En esto consiste la santificación progresiva, esto es crecimiento cristiano, este es el proceso de volverse como Cristo, moverse de un nivel de gloria al siguiente conforme vemos la gloria del Señor.

Hace muchos años atrás cuando llegué por primera vez a Grace Community Church, el Señor me impresionó en mi corazón la importancia del tema de la gloria de Dios en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Al principio del ministerio aquí prediqué un sermón de la gloria de Dios, y a lo largo de los años hemos entrado y salido de ese tema muchas, muchas veces. Y quiero hacer eso de nuevo esta mañana. Nosotros como creyentes, hemos llegado a participar por fe y por gracia en el Nuevo Pacto, hemos sido colocados en una relación con Dios, mediante la cual podemos ver su gloria, radiada mediante Jesucristo conforme lo vemos a él, sin obstrucciones, en las páginas de la Escritura.

Y al ver así, literalmente podemos ser transformados a su imagen, de un nivel de gloria al siguiente. Todo eso simplemente para decir que vivimos para la gloria de Dios. Debemos vivir para movernos de un nivel de gloria al siguiente nivel, al siguiente nivel, al siguiente nivel, más y más como Jesucristo, más y más incrementando nuestra devoción a la gloria de Dios, incrementando de manera manifiesta la gloria de Dios.

Ahora, eso presenta por lo menos para mí, y espero que, para usted, una pregunta muy práctica. Si decimos que vamos a glorificar a Dios y vamos a apuntar a la gloria de Dios, y vamos a concentrarnos en la gloria de Dios y vamos a ver la gloria de Dios, si vamos a glorificar a Dios con nuestras vidas, ¿cómo hacemos eso? ¿cómo es que realmente nos movemos de un nivel de gloria al siguiente? ¿qué es lo que de manera específica y práctica está involucrado en eso?

Bueno, quiero darle algunas cosas muy claras que la Biblia enseña acerca de glorificar al Señor. Cómo moverse de gloria a gloria, a gloria, a gloria en su vida. Y en esta mañana únicamente le voy a dar dos de ellas, con algunos sub-puntos y después unas cuantas más en esta noche. Pero, comencemos en un punto muy obvio, nadie le pegó a un objetivo sin haber apuntado al mismo. Usted no va a llegar ahí si usted no se está moviendo en esa dirección.

Entonces, punto número uno es que, si usted quiere glorificar a Dios, usted tiene que apuntar su vida a ese propósito. Usted tiene que apuntar su vida a ese propósito. En otras palabras, la meta misma de su vida es la gloria de Dios. Ese es el punto focal, en eso consiste su vida, hacia ese fin dirige usted su vida. Jesús ciertamente hizo eso. De acuerdo con Juan 8:50 él dijo: “No vine para mi propia gloria, sino la del Padre.” Él no vivió para su propia gloria, él no vivió para cumplir sus propios objetivos, sino que más bien para aquello que honraba y exaltaba y agradaba y levantaba a Dios. Inclusive, si levantar a Dios significaba humillarse a sí mismo. Inclusive si exaltar a Dios significaba rebajarse a sí mismo.

Inclusive si colocar a Dios en el lugar de adoración, significaba colocarse en el lugar de maldición. Él estuvo dispuesto a hacer eso porque él siempre estuvo concentrado en la gloria de Dios. Dios siendo glorificado fue su propósito. Y así es en nuestras vidas, que debemos vivir para glorificar a Dios. Afirmando eso en términos muy simples, leemos 1 Corintios capítulo 10, versículo 31. Y usted quizás conoce este versículo, pero permítame presentárselo, y quizás darle un contexto más rico. En 1 Corintios 10:31 leemos esto: “Si pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, haced todo para la gloria de Dios.” Ese es un versículo muy simple. Si pues coméis o bebéis o hacéis otra cosa, haced todo para la gloria de Dios.

Comenté de este versículo en el primer servicio y alguien se me acercó después y dijo: “Sabes una cosa. Esa fue una afirmación interesante cuando leíste ese versículo. La persona a mi lado me tocó, y la persona junto a él le dijo: ‘Haz estado glorificando a Dios demasiado en tu comida.’” Bueno, esa no es la intención, esa no es la intención, ni es algún tipo de interpretación equilibrada de este versículo. Permítame ayudarle con esto. Esto no está diciendo que cuando más come usted más glorifica a Dios. Debemos entender eso claramente. Lo que está diciendo es que sea que usted coma o beba o sea lo que sea que haga, hágalo todo para la gloria de Dios.

En otras palabras, es un enfoque de vida. No es tanto que está hablando de comer y beber, está hablando de todo lo que está pasando, inclusive aquello que es tan mundano como beber y beber. Digo, eso es lo más común que hacemos. Usted pensaría que eso podía quedar afuera, digo, glorifica a Dios cuando habla, glorifica a Dios cuando actúa y cómo se conduce, glorifica a Dios cuando realiza el ministerio, glorifica a Dios cuando adora, glorifica a Dios cuando satisface las necesidades de la gente, glorifica a Dios de maneras espirituales y religiosas, y maneras de actuar, pero, ¿comer y beber? Esas son cosas bastantes mundanas.

Y ese es el punto. En el punto más bajo de la existencia humana, comer y beber, cuando usted simplemente está satisfaciendo sus necesidades biológicas, hágalo para la gloria de Dios. Eso se vuelve el punto focal de todo lo que hace usted en su vida. Ese es el enfoque. Usted se pregunta, como yo lo he hecho por muchos, muchos años, ¿acaso glorifica a Dios? ¿glorificará a Dios? ¿traerá gloria a su nombre? ¿lo exaltará? Sea lo que sea. Sin importar cuan aparente o superficialmente mundano se vea, de manera inherente tiene una capacidad para que usted honre a Dios, inclusive en la conducta más simple como comer y beber.

Ahora, usted debe apuntar su vida a eso, ese debe ser el propósito que consume todo en su vida, la dirección que consume todo en su vida, de que usted nunca hará algo de manera deliberada y consciente que no traiga honra, que no traiga gloria a Dios. Usted debe honrarlo con todo lo que hace. Usted debe exaltarlo, alabarlo, levantarlo, adorarlo, glorificarlo. Pero permítame profundizar un poco en eso porque eso es bastante general. ¿Cómo es que en cierta manera se encarna eso? Bueno, permítame darle algunas cosas que usted puede ver. Muy bien. Realice un pequeño inventario en su vida y pregúntese algunas preguntas que le ayudará a saber si está apuntando a ese propósito. Si usted quiere saber adónde está apuntando, estas preguntas van a responder eso para usted.

Número uno. ¿Prefiero la gloria de Dios por encima de todo lo demás? ¿Prefiero la gloria de Dios por encima de todo lo demás? Esa es una pregunta muy simple, sin embargo, tiene implicaciones profundas. ¿Acaso el propósito mismo de mi vida consiste en traer gloria a Dios, a tal grado que su gloria trasciende cualquiera de mis deseos personales, relaciones, metas, sueños, ambiciones? Puede ser muy costoso apuntar su vida entera a glorificar a Dios. Permítame darle algunas ilustraciones. Regrese a Éxodo capítulo 32; éste es un compromiso muy costoso. Y si usted regresa a Éxodo 32, usted tiene algo de una idea de cuan costoso es. Cuando usted hace el compromiso de glorificar a Dios como un estilo de vida, puede haber algunas ramificaciones serias.

Moisés, en Éxodo 32, había descendido para encontrar al pueblo de Israel adorando a un becerro de oro. Él había estado arriba recibiendo la ley de Dios, él descendió y encontró que estaban adorando un becerro de oro. No solo estaban adorando a un becerro de oro, sino que estaban involucrados en iniquidades horrendas, pecados terribles. Y él tuvo que confrontar esto. Me imagino que el punto más triste de todo fue que su propio hermano Aarón, quien supuestamente debió estar a cargo del liderazgo espiritual, estaba guiando al pueblo en esta idolatría llena de lascivia inmoral, llena de lujuria.

De hecho, lo que estaba pasando era una violación de la primera mitad del Decálogo que estaba siendo dado en el Monte. Era muy desafiante, sucediendo en el mismo tiempo que Dios estaba dando su ley, su ley estaba siendo violada. Versículo 25, de Éxodo 32 nos lleva a un incidente fascinante. “Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado,” literalmente ‘desatado’, “porque Aarón lo había permitido o los había dejado estar fuera de control, para vergüenza entre sus enemigos.” Como puede ver, era una deshonra terrible para el Dios que decían que era su Dios, conducirse de una manera tan terrible. ¿Qué gloria le trajo a Dios que ellos actuaran así? Nada. Quitó de su gloria, porque aquí estaban adorándolo de una manera ilegítima, de una manera inmoral que era una blasfemia en contra de su santidad y entonces estaban permitiendo que ellos mismos y Dios, fueran objeto de vergüenza o burla entre sus enemigos. Y Aarón los había guiado a esta conducta fuera de control.

Se puso Moisés a la puerta del campamento, versículo 26, y él dijo: “¿Quién está por Jehová? Júntense conmigo.” Ahora, el asunto aquí es la honra de Dios. El asunto aquí es la honra de Dios. El asunto aquí es exaltar quien es Dios, en contraste a este desenfreno. Entonces, ¿quién está por Jehová? Entonces, ¿quién está del lado del Señor? Sería otra manera de decir esto. ¿Quién quiere glorificar a Dios? Y se juntaron con él todos los hijos de Leví, la tribu sacerdotal vino, aquellos que eran responsables del lado espiritual de las cosas, la adoración. Vinieron y dijeron: “Estamos contigo. Estamos dispuestos a glorificar a Dios. Vamos a ser fieles.” Una postura no popular, porque el resto del pueblo estaba feliz con hacer lo que estaba haciendo. Créame, el pecado tiene su placer, pero la gente de Leví vino y dijo: “Estaremos con el Señor.”

Después, versículo 27, algo increíble les es preguntado: “Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel”, les dice Moisés, “poned cada uno su espada sobre su muslo, pasad y volved de puerta a puerta por el campamento y matar cada uno a su hermano y a su amigo, y a su pariente. ¿Dicen ustedes que quieren glorificar a Dios? Bien, saquen su espada y vayan a maten a todo mundo. Ve, mata a tu hermano. Ve, mata a tu amigo. Ve, mata a tu prójimo.” Él no está pidiéndole que mate a algún enemigo, él no está pidiéndole que vaya a matar a algunos extraños. Él está diciendo: “Mete una espada en el corazón de tu amigo, córtale la yugular a tu amigo, o de tu prójimo o tu hermano.”

Realmente, ¿está usted dedicado a la gloria de Dios a tal grado que usted va a tomar ese tipo de acción en contra de aquellos que están relacionados de manera cercana a usted? La gloria de Dios está en juego aquí, Su nombre está siendo deshonrado. Este es un momento crucial en la historia redentora, mucho está en juego, usted ha sido sacado de la cautividad, ahora está en el desierto, Dios le está dando su ley, Él está reconstituyéndolos como su pueblo, por primera vez en la historia está dándole la ley mosaica. Usted está entrando en una nueva relación con Dios en base a eso, este es un nuevo día, y Dios quiere que algo quede muy claro, la desobediencia es intolerable. Este es un momento crucial, y Dios quiere establecer el mensaje que Él no tolera la desobediencia, así como Él lo presentó con Ananías y Safira en los primeros días de la iglesia.

Entonces, Dios quiere que estas personas sean matadas, un número representativo de ellos matados. Dios es un Dios de gracia, y Él no siempre hace esto, inclusive en este caso Él no mató a todo mundo, en medio de su ira siempre hay misericordia. Pero Él quería una lección muy clara dada a la gente de que hay una bendición y maldición ligada con esta ley, y que si usted la desobedece habrá un alto precio. Si usted la obedece será bendecido.

Entonces, esto realmente es extremo. ¿Quieres glorificar a Dios? ¿En serio? Saca tu espada y ve mata a tu familia, amigos y conocidos. Y el versículo 28 le muestra de manera sorprendente el nivel de devoción de estos levitas. “Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés, y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres.” Ahora, usted sabe que esos hombres no nada más pusieron su cabeza y permitieron que su cabeza fuera cortada. Usted sabe que nada más estuvieron mientras que alguien les metía una espada. Usted ni siquiera puede imaginarse el caos y el desenfreno. Usted ni siquiera puede imaginar lo que estaba pasando en el campamento conforme estas personas estaban tratando de escapar de los levitas que estaban tratando de cumplir con la voluntad de Dios al matarlos. Para cuando tres mil estaban muertos, matados en un combate mano a mano, Dios dijo: “Eso es suficiente. Les he enseñado el punto.” El pecado es algo muy serio.

Después, el versículo 29, Moisés dijo: “Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano para que Él de hoy bendición sobre vosotros. Dedíquense ahora al Señor para que él pueda bendecirlos. Con la obediencia viene, ¿qué? bendición. Esta es una demostración vívida de la bendición y la maldición que viene con la obediencia o la desobediencia en una época temprana. “Y aconteció que, al día siguiente, dijo Moisés al pueblo: ‘Vosotros habéis cometido un gran pecado.’” Estas personas habían adorado a un ídolo, y el precio para eso es elevado, para algunos de ellos, muerte. Pero el asunto aquí en el que quiero que se concentre es la gente que estaba dispuesta a glorificar a Dios, aun si eso significó una separación en su familia, una separación en sus amistades, una separación entre sus vecinos. Así es.

Oh, no creo que Dios nos está pidiendo hacer esto, pero creo que, si usted dice que voy a vivir mi vida para la gloria de Dios, puede haber un precio que pagar en su familia, puede haber un precio que pagar entre sus amigos, y puede haber un precio que pagar entre sus vecinos. Usted podría generar una gran hostilidad, y no solo estoy hablando de no-cristianos aquí. Permítame decirle algo, hay suficiente carnalidad y suficiente concesión en la iglesia cristiana, que, si la gente decide que va a vivir de manera única y exclusiva para la gloria de Dios, podrían encontrarse a sí mismos perdiendo amigos cristianos que están dispuestos a vivir a un nivel de concesiones.

Podrían encontrarse siendo separados de conocidos que han sido conocidos de mucho tiempo que no están dispuestos a vivir a ese nivel de devoción espiritual. Inclusive podrían encontrar que son lo raro, son los raros en su propia familia cristiana porque están tan entregados a la gloria de Dios, digo, si usted en su familia, que es de una especie de cristianos que hace concesiones o son apáticos, y usted decide vivir al nivel más elevado de devoción espiritual, usted se va a volver una reprensión a ese ambiente entero. Aunque, es cristiano de manera nominal, e inclusive si es cristiano en realidad. Pero si usted apunta su vida a la gloria de Dios, y usted va a vivir de esa manera, entonces usted lo preferirá por encima de cualquier otra cosa o persona sin importar el costo.

Inclusive si le cuesta una familia, Jesús dijo, no es cierto, “He venido a traer una espada para dividir familias.” Aun si le cuesta una amistad, aun si le cuesta separación de sus vecinos, puede hacer eso, hará eso. En cierta manera es como tomar un voto nazareno, simplemente usted es raro, usted sobresale. Observe Juan 21, veamos cómo puede llegar a ir más allá de eso. En Juan 21, Jesús se reúne con los discípulos en Galilea, en una aparición post-resurrección. Él les ha dicho que se queden en el monte y lo esperen. Entonces, el Señor viene y le pregunta tres veces si lo ama. Es una pregunta apropiada porque Jesús le había enseñado a Pedro, si me amas guardarás mis mandamientos, y aquí Pedro había desobedecido y por lo tanto su amor podía ser cuestionado de manera apropiada. Y Pedro respondió tres veces: “Tú sabes que te amo.”

Y después al final de este pequeño dialogo del amor, llegamos al versículo 18. Y Jesús respondiendo a la afirmación del amor de Pedro, le dice: “De cierto, de cierto te digo, cuando eras más joven te ceñías, e ibas adónde querías.” En otras palabras, controlabas tu propia vida, tu tomabas las decisiones, tu hacías lo que querías hacer. Te ponías tu propia ropa, te colocabas tu propio cinto y determinabas lo que ibas a hacer ese día. Digo, estabas a cargo. “Más, cuando ya seas viejo, extenderás tus manos y te ceñirá otro, y te llevará adónde no quieras.” Haz estado en control de tu vida y has tomado las decisiones, y haz tenido una gran cantidad de independencia, el día está por venir en tu edad avanzada, Pedro, cuando alguien te va a amarrar y te va a arrastrar adónde no quieres ir.

¿De qué está hablando? Versículo 19: “Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios.” Él le está diciendo: “Pedro, me vas a glorificar en la muerte. Vas a morir, porque estás tan concentrado en glorificarme a mí, vas a honrarme hasta el punto de la muerte.” Ahora, eso debieron haber sido buenas noticias para Pedro, porque cualquiera de las otras ocasiones cuando él enfrentó la muerte, él le dio la espalda. En cualquiera de las otras ocasiones en las que la vida estaba en juego, él titubeó, ¿verdad? Cuando fue confrontado inclusive por una pequeña niña y se le preguntó si conocía a la persona de Galilea llamada Jesús, él lo negó. Pedro había sido un cobarde clásico, y creo que el Señor le dijo que vendría el día, cuando él sería un héroe simplemente para sustentarlo a lo largo de la vida, con la confianza de que al final él no fallaría.

El día vendría cuando alguien le diría a Pedro: “Mira Pedro, o niegas a Jesucristo o te vamos a matar”. Y Pedro diría: “Mátame. Lo glorificaré a costa de lo que sea.” Eso es nuevo para Pedro, él no ha sido así en el pasado. Debió haber sido maravilloso saber que él sería así en el futuro. La tradición nos dice que lo crucificaron y él no quiso ser crucificado como Jesús, él no pensó que era digno, y entonces pidió si lo crucificaran boca abajo, lo cual así lo hicieron. Pero así es como él glorificó a Dios. Le costó su vida. Podría costarle su vida. Podría costarle sus vecinos, podría costarle sus amigos, podría costarle su familia. Digo, simplemente apuntar su vida a ese propósito, definitivamente lo va a aislar a usted de la multitud. Pero si usted es una persona que está completamente comprometida con la gloria de Dios, hay un precio que pagar. Fue Pedro quien por la gracia maravillosa y el poder de Dios estuvo dispuesto a pagar ese precio, y quien escribió esto, en 1 Pedro 4: “Si alguno padece como cristiano”, versículo 16, “no se avergüence, sino que, en ese nombre, glorifique a Dios.” Si usted tiene que sufrir para glorificar a Dios, sufra. El Espíritu de gracia y gloria reposa sobre usted. ¡Qué gran promesa!

Entonces, ¿qué significa apuntar su vida a ese propósito? Significa estar consumido con la gloria de Dios, de tal manera que lo prefiere por encima de cualquier otra cosa. Realmente no importa cuales son las consecuencias en absoluto. Sabe una cosa, es muy parecido a esas personas en Hebreos 11, quienes, versículo 37 y en adelante dicen, bueno, versículo 36, experimentaron vituperio y azotes, prisiones, cárceles, fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada, anduvieron de acá para allá, cubiertos de pieles de ovejas y de cabras. Pobres, angustiados, maltratados, de los cuales el mundo no era digno, errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. ¿Por qué lo hicieron? Porque les preocupó más la gloria de Dios que nada más. ¿Qué hace que el apóstol Pablo… aquí la gente le dice, vas a ir a Jerusalén y sabes lo que te va a pasar? vas a ser encarcelado, podrías morir. Y él dice: “Ninguna de estas cosas me mueven, porque no considero mi vida en estima para mí mismo. Yo solo quiero terminar el ministerio que Cristo me ha dado, eso es lo que más importa.”

Cuando usted vive su vida para la gloria de Dios, usted realmente está dispuesto a sacrificar familia, amigos, vecinos, su propia vida, su propia vida. Bueno, usted probablemente no muera, probablemente no va a ser martirizado en esta sociedad, pero usted probablemente va a tener que ceder sus ambiciones. Dios podría pedirle a usted que entregue sus metas, sus sueños, sus planes, sus posesiones. Ahí yace una medida seria, de sacrificio personal.

Hay un segundo componente de este primer punto. Apuntar su vida a este propósito significa que usted prefiere la gloria de Dios por encima de cualquier otra cosa. Pero permítame darle una segunda cosa que significa. Significa que usted sufre cuando él sufre. Significa que usted siente dolor cuando él es deshonrado. Hágase usted la pregunta, ¿siento dolor cuando Dios es deshonrado? Si la respuesta es sí, entonces usted está viviendo para su gloria. Dice usted, ¿qué quieres decir con eso? Estoy hablando de empatía. Le voy a decir una cosa con toda seguridad. A quien usted ama más, tiene la mayor atención de su corazón. Y si ellos sienten dolor, usted lo siente, ¿verdad? Usted ve a ese hijo pequeño y preciado que Dios le ha dado y cualquier cosa que viene a esa vida, que trae dolor a esa vida pequeña, carga el corazón de usted. Vea a ese conyugue que Dios le ha dado, lo que viene a su vida, a la vida de ella o de él para destrozar esa vida que usted ama tanto, desgarra su corazón, el de usted.

¿Se siente igual acerca de Dios? ¿Entiende usted la empatía hacia Dios, la empatía, compasión hacia Dios? ¿Tiene usted un corazón de compasión en términos de sentir el dolor que Dios siente cuando Su nombre es vituperado, deshonrado? El Salmo 69:9 es una gran ilustración de esto. Usted no tiene que buscarlo, únicamente se lo voy a citar. Salmo 69:9, David dice: “El celo por tu casa me ha consumido.” O, “celo por tu casa me ha comido.” ¿Qué quiere decir con eso? Bueno, lo que él quiere decir es que: “Estoy tan apasionadamente consumido con el honor y la gloria de Dios, que me consume”, el celo, es una palabra maravillosa. Celo, es un concepto tremendamente rico. Celo es una mezcla. Es una mezcla de afecto apasionado e indignación justa. Celo significa que hay algo que amo tanto que odio cualquier cosa que lo mancha, que lo lastima, que lo amenaza, que lo ataca. Es esa mezcla de afecto santo e ira justa. Eso es lo que David sintió.

David dijo: “Veo el templo, veo tu casa, y simplemente tengo tal pasión, tal afecto santo por lo que representa, y una indignación tan justa por cualquier cosa que amenaza su pureza.” De hecho, llega al punto, dijo David en el mismo versículo, “que los vituperios de los que te vituperaban han caído sobre mí.” ¿Qué quieres decir con eso? “Quiero decir que cuando tú eres deshonrado, siento el dolor. Que cuando tu nombre es avergonzado, yo siento la agonía. Que yo me duelo cuando tú te dueles.” Hombre, vivimos en una sociedad en dónde el nombre de Dios es deshonrado todo el tiempo, en dónde Dios es objeto de burla y de risa y cosas que son promovidas, y diseminadas en toda forma imaginable de entretenimiento que son una peste para la nariz de Dios y una blasfemia para su nombre, y una vergüenza. Y simplemente podemos tomarlas o dejarlas cuando alguien toma el nombre de Dios en vano, lo cual es un acto de blasfemia.

¿Acaso su sangre hierve? Siente empatía, siente la vergüenza, el dolor, el vituperio cayendo sobre usted que cae sobre él, cuando nuestra sociedad ataca a Dios en tantas maneras que lo hace, ¿siente usted el dolor, siente la vergüenza? ¿o está usted tan aislado que no siente nada? Si usted realmente estuviera consumido con la gloria de Dios, usted va a sentir el dolor que Dios siente cuando su nombre es deshonrado. Y ciertamente, desde un punto de vista personal, si ese es su sentimiento usted no va a querer deshonrarlo, porque usted no va a querer añadir a su dolor.

Yo veo a mi esposa, veo a mis hijos, veo a la gente que me rodea, que amo, no puedo imaginar que yo hiciera algo para traer dolor innecesario sobre ellos, que yo hiciera algo por avergonzarlos o traer vergüenza o herirlos, o lastimarlos. ¿Por qué? porque los amo tanto, están tan cercanos, son tanto una parte de mi vida. Sin embargo, soy el templo del Dios viviente quien mora en mí por su Espíritu, el Espíritu de Cristo, y cuánto de mi vida es pasado o de manera deliberada, o no consciente, trayendo vergüenza a Aquel a quien afirmo amar, y quien está relacionado de manera tan íntima conmigo. Si apunto mi vida a la gloria de Dios, entonces voy a sentir el dolor que él siente cuando él es deshonrado. Y si lo siento profundamente lo suficiente, no voy a querer deshonrarlo.

Esta fue la actitud de Jesús realmente en Juan 2. Cuando Jesús comenzó su ministerio él fue al templo, él vino como el profeta que dijo que él vendría su templo. Y en Juan capítulo 2 él fue al templo y él encontró cosas que no le gustaron. Y él encontró a los cambistas, y el encontró bueyes, y ovejas y palomas que estaban todos siendo vendidos ahí para ser usados como sacrificios a precios exorbitantes. Estaban engañando a la gente con el tipo de cambio que tenía que llevarse a cabo, porque la gente vino de todo el mundo antiguo. Era un lugar de comercio miserable que estaba siendo guiado por un montón de hipócritas y pecadores. Y entonces, él hizo un látigo usando cuerdas que él entrelazó y él los expulsó a todos del templo.

Ahora, eso le va a decir algo de la naturaleza sin paralelos de su humanidad. Él era un hombre excepcional. Él entró al templo, un lugar enorme lleno de miles, de miles de personas, y solo, destrozó el lugar y expulsó a todo mundo. Increíble. Él expulsó a todos del templo, a todas las ovejas, todos los bueyes, tiró las monedas de los cambistas, volteó sus mesas. Aquellos que estaban vendiendo las palomas, él dijo: “Llévense esas cosas y dejen de hacer la casa de mi Padre, una casa de comercio.” Y sus discípulos inmediatamente recordaron, versículo 17, que fue escrito en el Salmo 69 “el celo por tu casa me ha consumido.” Jesús literalmente practicó lo que David sintió en el Salmo 69, tuvo esa implicación mesiánica. Fue la pasión por la pureza de la adoración de Dios que hizo que Jesús hiciera lo que hizo. Eso es indignación justa, esa es una ira santa. Él sintió el dolor cuando Dios fue deshonrado. Esa es la marca de uno que vive para la gloria de Dios.

Hay un tercer sub-punto pequeño que quiero mencionarle. Si usted realmente vive para la gloria de Dios, si usted realmente apunta su vida a eso, no solo usted va a preferirlo a él y a su reino por encima de todo lo demás, y sufrir cuando él sufre, sino, en tercer lugar, escuche esta, usted estará contento con ser superado por otros mientras que él es glorificado. Usted estará contento con ser superado por otros mientras que él es glorificado. En otras palabras, su soberbia no estará ahí. Se acabará su soberbia. Hay mucha soberbia inclusive entre cristianos, puede manifestarse en la iglesia, las luchas en la iglesia en la gente que quiere crédito por esto, y quiere crédito por aquello.

Hace años atrás alguien me dijo que fue su perspectiva basada en su experiencia en la iglesia, que cuando Satanás cayó, él aterrizó en las bancas del coro, porque él vio tantos celos y tantas luchas y cosas insignificantes acerca de quién es el que canta el solo y demás, y le damos gracias a Dios porque no tenemos ese tipo de situación en Grace Church. Pero eso es verdad en muchos lugares. De hecho, inclusive el Dr. Criswell, él dijo años atrás que él estaba teniendo tantos problemas con el coro, todo mundo discutiendo acerca de quién iba a cantar que, que simplemente decidió tener un domingo de testimonio, y él dijo, era una noche de domingo al año, cualquier persona que quisiera desfilar y pasar por la plataforma y cantar una estrofa de lo que quisieran, y él dijo que de esa manera se deshizo de todos, un domingo por la noche.

Digo, todos conocemos lo que es la competencia. Recuerdo a dos pastores que estaban compitiendo en una competencia de escuela dominical para ver quién podía tener a la mayor cantidad de gente. Y él que perdió se enfermó, nunca olvidaré leer eso. Él estaba tan concentrado en términos emocionales, con ganar. El ego puede ser un factor grande. Queremos crédito por esto, crédito por aquello, queremos el predicador maestro más noble, o el más respetado. Pero si usted está apuntando únicamente a la gloria de Dios, entonces no importa lo que le pase a usted, usted puede humillarse como Jesús y tomar la forma de un siervo. Usted puede ser objeto de burla o la gente le puede escupir o ser encarcelado como Pablo, y realmente no importa porque lo único que le preocupa es que Dios sea exaltado, que el Señor sea glorificado.

Creo que la mejor ilustración y más simple de esto se encuentra en Filipenses capítulo 1. Quiero llevarlo ahí, Filipenses capítulo 1, es un pasaje tan maravilloso. En este pasaje claro, conforme Pablo le escribe a los filipenses, él está en su primer encarcelamiento, no es en el que murió, ese es un encarcelamiento que vino después, este fue uno antes. Y claro, una vez que él fue encarcelado, aquellos que lo odiaban que lo envidiaban, la siguiente generación de predicadores que venía, que tenían un concepto exaltado de sí mismos, querían usar eso como una manera de exaltarse a sí mismos.

Y entonces, estaban diciendo bueno él está en la cárcel porque hay pecado secreto en su vida, no lo saben, pero Dios lo conoce y él lo tuvo que poner en la repisa, o él está en la cárcel porque de alguna manera él confundió las doctrinas, él hecho a perder la verdad de Dios y Dios tuvo que tomarlo y colocarlo en la repisa. Y estaban desacreditando a Pablo y hablando mal en contra de él. El comenta acerca de eso en el capítulo 1, versículo 15. Él dice: “Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda, pero otros de buena voluntad.” Digo, Pablo, o era el padre espiritual, o abuelo o tío en el mundo gentil, digo, él fue al que Dios usó, él era el más amado, su sombra era grande, amplia, tocaba todo en la iglesia en ese entonces. Y habían algunos hombres que vinieron, que eran muy celosos, no podían tratar eso, sus egos eran grandes y querían su momento en el sol a expensas de Pablo. Y ellos lo aprovecharon y ahora que él estaba en la cárcel iban a usar eso como una manera de decir que Dios lo había colocado en la repisa, y era su día y la gente los escucharía a ellos y no a él. Y estaban predicando por envidia y contienda, y habían otros que estaban haciéndolo de buena voluntad.

Otros tenían una perspectiva correcta de Pablo, lo conocían por el hombre que era y sus actitudes eran las correctas. Versículo 17, “los predicadores de buena voluntad lo hacen por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio”. Ellos saben que la razón por la que estoy en la cárcel no es por pecado, porque no he enseñado la verdad, sino porque Dios me colocó aquí por causa del evangelio. “Los unos, no obstante” versículo 16, los que están en la categoría de envidia y contienda, “anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones”, o añadir dolor a mis cadenas, otra manera de traducir eso.

Entonces, él dice: “Algunos predican a Cristo de buena voluntad hacia mí, algunos me están destruyendo, mintiendo acerca de mí. Observe el versículo 18, esa es la clave real, “¿Qué pues?”, eso es lo que ese ‘qué pues’ significa. “Que, no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado y en esto me gozo y me gozaré aún.” No me importa lo que dicen acerca de mí, mientras que Cristo es predicado. Este es un hombre consumido con la gloria de Dios, este es un hombre consumido con Cristo. “No me importa, no me importa si me acusan, no me importa si mi reputación sobrevive, no me importa lo que la gente piensa de mí, lo que importa es que Cristo es predicado. Que mi vela sea apagada si el Hijo de justicia puede elevarse con sanidad en sus rayos. Yo no soy el que importo.”

Ahora, ahí está una vida apuntada a la gloria de Dios. Preferir la gloria de Dios por encima de cualquier otra cosa, sentir el dolor cuando Dios es honrado y estar contento con ser superados por otros que hacen lo que usted hace, si Dios es glorificado. Ahora, usted no va a ser metido en la cárcel, quizás. Pero, ¿puede usted regocijarse con todo su corazón cuando alguien más hace lo que usted hace mejor que usted? Usted puede, si está consumido con la gloria de Dios. Usted pinta y usted quiere que sea para el honor de Cristo, alguien más pinta para el honor de Cristo, ¿puede usted regocijarse en eso? Usted canta, alguien canta mejor. Usted enseña, alguien enseña mejor. Usted predica, alguien predica mejor. Usted escribe, alguien escribe mejor. Usted ha tenido un impacto en la vida de la gente, alguien ha tenido un mejor impacto o un impacto más amplio, más grande. ¿Está bien? Lo está si usted está consumido con la gloria de Dios.

Entonces, la primera cosa en glorificar a Dios, moviéndose de un nivel de gloria al siguiente, es apuntar su vida a ese propósito. Ahora, permítame darle el segundo, y simplemente de manera breve. Nosotros glorificamos a Dios al confesar pecado. Glorificamos a Dios al confesar pecado. El ladrón en la cruz es una buena ilustración de esto, él realmente glorificó a Dios en su muerte, porque él no había glorificado a Dios en toda su vida. Pero en su muerte él glorificó a Dios porque él dijo esto, Lucas 23:41: “…viendo al otro ladrón: nosotros sufrimos de manera justa.” ¿Qué está diciendo? Estamos recibiendo exactamente lo que merecemos. ¿Qué es eso? Eso es equivalente a una confesión de pecado. Estamos aquí, y siendo crucificados, y eso es exactamente lo que merecemos.

Y como pude ver, lo que eso hace es que glorifica a Dios. ¿Cómo? Porque libera a Dios de cualquier acusación de impunidad por no ser amable, por no mostrar gracia, o ser injusto. No están levantando sus manos, sus puños en el rostro de Dios como los que están en Apocalipsis 16, y diciendo: “¿Qué tipo Dios eres tú? ¿Por qué dejas que esto nos pase?” No, el ladrón dijo: “Oye, estamos recibiendo exactamente lo que merecemos. Pecamos, esto es lo que merecemos.” De esta manera libera a Dios para ser lo que Él va a hacer de manera justa, sin ninguna acusación en contra de Él.

Como puede ver, una de las razones por la que usted confiesa el pecado es simplemente para restaurar la comunión con Dios. Pero una segunda razón por la que usted confiesa pecado es liberar a Dios para que Él le haga a usted lo que Él quiere hacer. Si usted confiesa su pecado a Dios y Dios lo disciplina a usted, entonces usted ha reconocido que Él tiene todo derecho de hacer eso, ¿verdad? Es una reacción santa en contra del pecado de usted. Por otro lado, si usted confiesa su pecado y Dios no lo disciplina a usted, entonces usted ha glorificado a Dios también porque ahora usted va a entender la grandeza y la magnanimidad de su gracia, ¿verdad?

Pero si usted ni siquiera reconoce su pecado, y ni siquiera confiesa su pecado, y si Dios lo disciplina usted tiende a levantar su puño en contra de Él y decir: “¿Por qué está pasando esto en mi vida? No entiendo esto.” O si Dios le muestra gracia a usted, usted ni siquiera va a entenderlo, usted ni siquiera lo va a reconocer, usted piensa que usted lo merece porque usted es una persona tan buena. Pero cuando usted entiende su pecado, usted libera a Dios para disciplinarlo a usted y usted sabe que Él tiene un derecho de hacerlo, o mostrarle gracia, y usted sabrá que no lo merece. En cualquiera de los dos casos usted lo va a glorificar a Él por su justicia, o por su misericordia. Pero como puede ver, si usted no acepta la responsabilidad por su pecado, entonces Él no recibe gloria de una u otra manera.

Ahora, vivimos en una sociedad en la que la gente no quiere asumir la responsabilidad por su pecado. ¿No es eso verdad? No son responsables por su pecado, no son responsables por nada en sus vidas. Y como consecuencia no glorifican a Dios. No glorifica a Dios cuando usted culpa a alguien más por el pecado que es únicamente el problema de usted. Nadie es responsable por su pecado más que usted. No su madre, no su padre, no su tía, no su tío, no su orfanatorio, no nada. Nadie más que usted es responsable por su pecado. Y entre más pronto usted reconozca esa responsabilidad, entonces el Señor al disciplinarlo a usted puede ser glorificado porque es simplemente disciplina, y el no disciplinarlo a usted, usted puede alabarlo y agradecerle por la gracia que Él le da a usted, porque usted sabe lo que usted realmente merece.

Pero los hombres son buenos en negar el pecado, ¿verdad? Adán lo empezó, el primer pecador dio lugar a la primera evasión de responsabilidad y él dice en Génesis 3:12 a Dios: “La mujer que me diste. No es mi culpa. Me fui a la cama soltero. Le voy a decir algo más, no pedí una esposa, ni siquiera sabía lo que era una esposa, no existía cosa tal. Entonces, esto no es una respuesta a oración. Además, tú podrías haber elegido a quien tú quisiste, ¿Por qué la escogiste a ella? No me diste opción. No fue como si hubiera sido un concurso de belleza y yo podía escoger a la que yo quería. Ciertamente no me estas culpando por este pecado, ¿o sí? La mujer que me diste, ¿a quién culpó? A Dios.” Él pudo haber dicho: “Que se yo acerca de una mujer, ciertamente no me puedes hacer responsable.” Dios dijo: “Te hago responsable. Hago a toda persona responsable por su propio pecado.”

Permítame darle una ilustración de esto, vaya a Josué capítulo 7. Y vamos a concluir nuestros pensamientos en torno a eso. Josué capítulo 7, un relato fascinante. Usted se acuerda cuando los hijos de Israel fueron librados de Egipto mediante el poder de Dios y las diez plagas, y cruzaron el Mar Rojo y el ejército de Faraón se ahogó. Estuvieron en el desierto, claro, y estuvieron ahí durante 40 años. Y eventualmente llegaron a la Tierra Prometida, y en el primer punto de entrada en la Tierra Prometida estaba Jericó. Entraron a Jericó y ganaron una gran batalla, recuerda usted marcharon alrededor de los muros por siete días, y siete veces, al séptimo día los muros cayeron y tomaron la ciudad.

Dios les había dicho. Ahora, cuando conquisten la ciudad de Jericó, no tomen nada del botín, ¿se acuerda de eso? No tomen nada. Pero hubo un hombre que simplemente no pudo resistir. Y él no estuvo solo, hubo complicidad por parte de su familia entera. Digo, después de todo el sepulto el montón entero del tesoro a la mitad de su tienda. Y usted no podía estar escarbando un agujero en la tienda en la que su familia entera estaba viviendo, sin que alguien supiera lo que estaba pasando.

Entonces, todos fueron parte de esto. Hubo complicidad en toda esa familia. Hubo complicidad en toda la familia. En lugar de obedecer a Dios, él entró ahí y simplemente se robó todo. Y aquí de nuevo hay un punto crucial en la historia redentora de Dios, después de la experiencia egipcia de varios de cientos de años, ahora han estado en el desierto durante 40 años, y finalmente una generación entera murió. Ahora entran a la Tierra Prometida, es un día totalmente nuevo, es el amanecer de una nueva era, de nuevo, y Dios quiere que entiendan otro mensaje. El mensaje es este: la obediencia trae bendición, la desobediencia trae maldición. Y en puntos clave en la historia redentora, Dios puntualizó esa realidad, y aquí hay uno de ellos. Él les dijo: “No tomen nada. No tomen nada.” Y Acán y su familia, lo hicieron. Y tiene que ser confrontado.

Entonces, llegamos al capítulo 7, versículo 19: “Entonces Josué dijo a Acán: ‘Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel.” Ahora, ¿cómo es que él va a hacer eso? ¿cómo es que le va a dar gloria al Dios de Israel? “Dale alabanza, y declárame ahora lo que has hecho, no me lo encubras.” ¿Qué está diciendo él? confiesa tu pecado. De hecho, algunas de las traducciones inclusive dicen eso. Confiesa tu pecado, no lo escondas. Entonces él dijo: “Mira, confiesa tu pecado y da gloria a Dios.” Ahora, ¿cómo es que eso da gloria a Dios.” Bueno, si aceptas la responsabilidad por tu pecado, entonces nadie va a acusar a Dios de ser impuro cuando Él te juzga. Ese era el punto.

Entonces él dice: confiesa tu pecado. Versículo 20. “Y Acán respondió a Josué diciendo: ‘verdaderamente yo he pecado contra Jehová el Dios de Israel, y así y así he hecho. Pues vi entre los despojos un monto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata y un lingote de oro, del peso de cincuenta siclos...” esa es una fortuna… “lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello.” Eso es lo que él hizo. Me gusta la especifidad de su confesión. ¿A usted no? Él no dijo: “Demostré una debilidad moral.” Él no dijo: “Tuve un fracaso moral.” Él dijo: “Pequé. Y esto es exactamente lo que hice.” E inclusive le dijo en qué orden estaban apiladas las cosas.

“Josué entonces envió mensajeros, los cuales fueron corriendo a la tienda; y he aquí estaba escondido en su tienda, y el dinero debajo de ello.” Él fue exacto, simplemente como lo dijo. “Y tomándolo del medio de la tienda, lo trajeron a Josué y a todos los hijos de Israel, y lo pusieron delante de Jehová.” Debieron haberlo tenido en algunos contenedores, y simplemente lo vaciaron. “Entonces Josué, y todo Israel con él, tomaron a Acán hijo de Zera, el dinero, el manto, el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor.” El valle de la turbación.

“Y le dijo Josué: ¿Por qué nos has turbado? Túrbete Jehová en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos.” Wow. Este es un incendio grande, hay muchas cosas ahí que están ardiendo, muchas personas, muchos animales, muchas cosas. “Y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy. Y Jehová se volvió del ardor de su ira. Y por esto aquel lugar se llama el Valle de Acor, hasta hoy.”

Ahora, si yo hubiera estado en ese asunto, yo me habría ido diciendo: “Sabes una cosa. La obediencia es mejor, es una mejor opción. La obediencia es más sabia.” Y ese fue el mensaje entero. Cada vez que una persona desobedece a Dios, no los mata, pero de manera periódica para dar una lección Él ha hecho eso en puntos cruciales en la historia redentora de Israel, inclusive al principio de la iglesia como mencioné con Ananías y Safira, para recordarnos que todo tiene que ver con bendición y maldición. Aquellos que obedecen son bendecidos, aquellos que desobedecen son maldecidos.

Y como puede ver, si Acán no hubiera confesado ese pecado y Dios simplemente hubiera exterminado esa familia entera, alguien podría haber dicho: “Bueno, ¿qué tipo de Dios eres tú? Bueno, ¿por qué haces eso?” Y después los vecinos paganos podrían haber dicho: “Hombre, tienen a un Dios aterrador, terrible. Él simplemente extermina gente, a familias y a animales.” Pero, cuando él confesó que él había pecado en contra de Dios, entonces lo que todo mundo tuvo que haber dicho, “este es un Dios quien es tan santo, que Él no va a tolerar el pecado.” Y esa es la reputación que glorifica a Dios, ¿verdad?

Y eso, claro, presenta la importancia entera de la obra expiatoria de Jesucristo. Usted puede ver que lo que Jesucristo hizo en la cruz fue apaciguar la ira de Dios al satisfacer su justicia por nosotros. ¿Quiere usted glorificar a Dios? Entonces apunte su vida hacia ese propósito y confiese su pecado, y confiéselo específicamente, de tal manera que cuando Dios lo discipline a usted, Él no sea acusado por ser injusto. Y cuando Él le muestre gracia a usted, Él no será olvidado por su misericordia.

Nehemías defendió la justicia de Dios, en Nehemías 9:33 y dijo: “Tú eres justo en todo lo que ha sido traído sobre nosotros.” Génesis 44:16, “¿Qué podemos decir a mi señor? ¿Qué podemos hablar? ¿Cómo podemos justificarnos a nosotros mismos? Dios ha descubierto nuestros pecados.” Daniel dijo: “Estaba hablando y orando y confesando mis pecados.” Simón Pedro vio a Jesús y cayó a los pies de Jesús, Lucas 5:8 y dijo: “Apártate de mí, porque soy hombre pecador ¡Oh Señor!” El publicano golpeándose el pecho dijo: “Señor, sé propicio a mí, pecador.” Lucas 18:13. Pablo dijo en 1 Timoteo 1, “Soy el primero de los pecadores.” Cómo puede ver, cuando admitimos nuestros pecados eso glorifica a Dios porque despliega su ira santa en contra del pecado, y despliega su gracia dulce, misericordiosa hacia el pecador.

¿Quiere usted avanzar de un nivel de gloria a otro nivel de gloria y volverse más y más como Cristo? ¿Quiere usted ser todo lo que Dios quiere que sea? Entonces, apunte su vida a glorificar a Dios y confiese su pecado. Ahora, esas son dos, le voy a dar algunas más en esta noche. Inclinémonos en oración.

Padre, de nuevo, esto es tan práctico y tan básico y útil para nuestras vidas, oramos que Tú lo apliques a nosotros. Señor oramos porque Tú nos concedas gracia para ser el tipo de gente que quieres que seamos, vivir para Tú gloria, hacer esa pregunta, esa pregunta que constantemente está presente, ¿acaso esto te traerá gloria? Que sea la pregunta que controla nuestros corazones. Sabemos Señor otra cosa también, que nadie te da gloria, quien no confiesa a Jesús como Señor para la gloria de Dios. Confesarte como Señor para la gloria de Dios es en dónde todo comienza. Sino confesamos a Jesús como Señor, entonces no puede haber nada más que podamos hacer para glorificarte a Ti. Tú dijiste: “Este es mi Hijo Amado, a él oíd.” Si no hacemos eso te deshonramos desde el comienzo.

Oro Señor por aquellos aquí que no te han glorificado a Ti al confesar a Jesús como Señor. Que no han aceptado Tú testimonio acerca de Cristo, que no han aceptado su sacrificio a favor de ellos, que han rechazado a Tú Hijo, y de esta manera se han burlado de Tú gracia y se han burlado de Tu amor y misericordia. Oro porque este sea el día en el que ellos confiesen a Jesús como Señor, y de esta manera te traigan honor, y te traigan gloria por el regalo de Cristo a favor de ellos.

Y después Señor por aquellos que son cristianos, que apuntemos nuestras vidas hacia este propósito. Que confesemos nuestro pecado de manera honesta y abierta a Ti. Que aceptemos de manera dispuesta Tu disciplina justa, y Tu bondad y perdón misericordiosos. Te damos gracias porque la gloria brilla en nosotros mediante la faz de Cristo. Y puede brillar en nosotros, y de nosotros conforme te glorificamos a Ti, y nos movemos de un nivel de gloria al siguiente. Encomendamos esta verdad a Ti en nuestras vidas, y que seamos lo que Tú quieres que seamos, conforme la aplicamos. Pedimos que Tu Espíritu haga eso a favor de nosotros, en el nombre de Cristo. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
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