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Cuando pensé planear el predicar una serie del amor de Dios, pensé en diferentes cosas que quería compartir con usted y decir. Y el domingo pasado le dije que sería la última parte en la serie, el mensaje número 5, pero el lunes conforme me levanté temprano y comencé a pasar algo de tiempo en mi estudio y pensé en el tema que había terminado, realmente había una carga pesada en mi corazón, de que no había terminado en absoluto, que había otro asunto que necesitaba ser abordado para llevar el tema del amor de Dios a algún tipo de término.

Y entonces esta mañana quiero traerle el mensaje número 6 en nuestra serie breve del amor de Dios. Un asunto quedó pendiente después de la semana pasada, que debe ser abordado. Es un asunto crítico, y es el asunto de la respuesta. Entramos en profundidad y a lo alto y amplio y ancho en nuestra explicación del amor de Dios, y tratamos de entender la altura y la profundidad, la extensión y la anchura del amor que sobrepasa el conocimiento. Y tratamos de estirar nuestros brazos lo más que pudimos, y finalmente nos quedamos en silencio, incapaces de desenredar lo inexplicable. Y no habíamos terminado porque necesitaba haber otra explicación, y esa es la de esta mañana, acerca de cómo respondemos a ese amor.

¿Qué se requiere de nosotros? No nada más podemos colocar ese entendimiento grande del amor de Dios, publicarlo ahí, y alejarnos. Tiene implicaciones inmensas y específicas, y claras. ¿Cuál es la respuesta apropiada ante ser tan grandemente amados por Dios como Él nos ama? ¿Cuál es la reacción apropiada que los creyentes deben tener, habiendo recibido este amor que sobrepasa todo este amor perfecto? Y la respuesta es muy, muy clara en la Escritura. Nuestra respuesta consiste en manifestar ese mismo amor a otros. Ahí está en una afirmación. Nuestra respuesta consiste en manifestar ese mismo amor a otros. La manera en la que Dios nos ha amado, es exactamente la manera en la que debemos amar. Y esto entonces es la conclusión de todo.

En Efesios, capítulo 5, permítame tan solo leerle brevemente lo que Pablo dice al principio del capítulo, simplemente escuche. “Por tanto, sed imitadores de Dios y andad en amor.” Ustedes son los hijos amados de Dios, imítenlo. ¿Cómo? Al andar en amor. Esa es nuestra respuesta al amor de Dios, es andar en ese mismo tipo de amor. Pero quiero llevarlo a Mateo capítulo 5 por un momento, porque creo que esta responsabilidad, este deber esta implicación del amor de Dios se presenta de manera tan clara en Mateo 5. Versículo 43, y voy a leer hasta el versículo 48. “Oísteis que fue dicho, amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.”

Ahora, Jesús está simplemente diciendo, el conocimiento común y corriente o si usted quiere usar términos contemporáneos, la sabiduría convencional dice, que usted debe amar a su prójimo y aborrecer a su enemigo. En otras palabras, no eran muy diferentes de nuestra sociedad en la actualidad, querían dar lugar al odio. Pensaban que no solamente era razonable y aceptable, sino que inclusive era religioso el odiar a la gente que le causaba a usted problemas. La sabiduría convencional decía, ama a tú prójimo y odia a tu enemigo, “pero yo os digo, amad a vuestros enemigos, bendecida los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen y orad por los que os ultrajan y os persiguen.” ¿Por qué? “Para que seáis hijo de vuestro padre que está en los cielos.”  ¿Por qué? porque Él ama a sus enemigos.

La pregunta es, ¿acaso Dios ama al mundo? Sí. Acaso Él ama a aquellos que lo odian. Sí. Él ama a sus enemigos, y en base a eso se nos manda amar a nuestros enemigos. Ahí está. Debemos amar a los impíos, así como Dios ama a los impíos. ¿Y cómo los ama? Mediante gracia común. Versículo 45, “Él hace salir su sol sobre malos y buenos. Y que hace llover sobre justos e injustos.” Hay un amor que se demuestra a sí mismo, de manera común a toda persona, independientemente de su condición espiritual, o si son los amados de Dios o no. No hay nada digno de ser reconocido en simplemente amar a la gente que está en su grupo. Si usted ama, el versículo 46 dice, a aquellos que lo aman a usted, “¿qué recompensa tendréis?”

Digo, eso no es noble. “Inclusive los publicanos hacen eso.” Los publicanos son, en el Nuevo Testamento sinónimo de la escoria de la tierra. No debido a su profesión en sí misma, sino debido a que eran judíos que se habían vendido a la recaudación de impuestos ilegal, desorbitante, por parte de Roma, y de esta manera eran vistos como traidores de su propio pueblo. Versículo 47, “Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más?” ¿qué diferente es eso? Todo mundo hace eso, inclusive los paganos hacen lo mismo. Necesitan amar como Dios ama, y lo dice de esta manera en el versículo 48, “Ser pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Nada más demuestra la perfección de Dios que el hecho de que Él ama a aquellos que lo odian. Nada demuestra más la perfección de Dios como el hecho de que Él ama a los enemigos que se oponen en su vida contra Él. Y usted debe ser perfecto como vuestro Padre es perfecto. Como puede ver ese versículo en Mateo 5:48, es el contexto de amar a la gente que lo odia a usted.

Entonces, ¿cómo debemos responder al amor de Dios? Debemos imitarlo, debemos copiarlo. Efesios 5, él usó la palabra mimētēs, de la cual obtenemos mímica. Debemos reproducir ese mismo tipo de amor, y eso comienza con amar a los impíos como Dios los ama como Dios los ama y compartimos con usted que Dios ama al mundo en un sentido ilimitado. Dios ama a todos los pecadores, y se manifiesta a sí mismo en gracia común, o bondad, amabilidad. Y, en segundo lugar, en compasión, una ternura de corazón, empatía. En tercer lugar, advertencia, advertencia acerca de juicio, advertencia acerca del infierno. En cuarto lugar, llamándolos al arrepentimiento, o dándoles una invitación para creer en el evangelio. Así es como debemos amar. Así como Dios ama a sus enemigos. Debemos tratarlos con bondad, con ternura y empatía y compasión. Debemos advertirles, y debemos darles el evangelio. Eso es demostrar, como el versículo 45 dice, “que somos los hijos de nuestro Padre que está en el cielo.”

Cómo puede ver, comenzamos al decir, la primera proposición en esta serie era, el amor de Dios hacia el mundo es ilimitado en su extensión. Esto es, el ama al mundo, Juan 3:16, “De tal manera amó Dios al mundo.” Tito 3:4 habla de Su amor hacia la humanidad. Y como dije, es demostrado en gracia común, compasión, advertencias, y un llamado del evangelio. Fue su amor hacia el mundo que lo motivó a enviar a Su hijo para que fuera el salvador del mundo, cómo la Escritura lo llama.

Y entonces, debemos amar al mundo de la misma manera en la que Dios nos ama, eso significa que debemos amarlos con bondad. Esa es la razón por la que Gálatas 6:10 dice, “Haced bien a todos los hombres, especialmente a aquellos que son de la casa de la fe”, pero hagan bien a todos los hombres. O 1 Corintios 16:14, “Que todo lo que hagáis, sea en hecho en amor.” Amelos con bondad, amelos con benignidad. Ayude a que el sol brille sobre ellos un poco y que caiga la lluvia. Traiga un poco de gozo a su vida, trátelos con cortesía y ternura. Después recordamos que el Señor amó también de una manera que lo hizo hablar de juicio.

Nuestra ternura no puede mitigar una advertencia, debemos amar al mundo y advertirles, debemos decirles a ellos que Dios manda a todos los hombres, en todo lugar que se arrepientan, Hechos 17:30, y que Él ha designado un día en el cual Él juzgará al mundo por ese hombre a quien Él ordenó, a quien resucitó de los muertos, al Señor Jesucristo. Debemos advertirles, y advertirles, y advertirles acerca de la condenación inminente y el juicio y el infierno. Y después, como Marcos 16:15 debemos ir a todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura. Así como Dios ama en esas cuatro maneras, debemos amar. Debemos reproducir su amor en el mundo con amabilidad, y compasión, y advertencias, e invitaciones a creer.

En segundo lugar, la segunda gran proposición que dijimos fue que el amor de Dios hacia el mundo es limitado en grado. Es ilimitado en su extensión, pero es limitado en grado. Dios no ama al mundo de la manera en la que Él ama a los suyos. Él ama al mundo de una manera temporal. Él los ama de una manera limitada, Él no los ama como el ama a los elegidos, Él no los ama como Él ama a aquellos a quienes Él ha designado salvar. Él ama a los suyos. Dice en Juan 13:1, “Él ama a los suyos hasta la perfección.” Él ama a los suyos eis telos, al máximo, al fin, al límite para siempre. Y vimos que Dios ama a los suyos, esto es a los creyentes, a aquellos que le pertenecen a Él con un amor perdonador, generoso, misericordioso, lleno de gracia, inseparable, inquebrantable, inconquistable, que no vacila, que no se desvanece, santificador, limpiador, purificador, que nutre, que cuida.

Y Él los ama tanto como Él tiene una capacidad de amar porque Él los ama hasta la perfección, hasta el máximo, hasta el fin, totalmente. Y así es como debemos amarnos. Así es como debemos amar a los hermanos, debemos amarlos de la misma manera en la que Él nos ama. En Juan 13, en ese Aposento Alto la noche de la traición de Jesús, él demostró su amor y un ejemplo de cómo los discípulos debían amar al lavar sus pies. Y usted recuerda que habían llegado después un día de haber estado en los caminos polvorientos y sus pies habrían estado sucios, significativamente sucios. Y era la costumbre que el esclavo más bajo que estuviera disponible, lavara los pies porque era la tarea más sucia y baja en el rango de responsabilidades.

Pero Jesús, quien era el Rey de reyes y Señor de señores, se inclinó y lo hizo. Y en Juan 13:12, dice que él lavó sus pies y después, colocando de nuevo su atuendo él se reclinó de nuevo a la mesa y les dijo, “¿Saben lo que he hecho? Me llaman Maestro y me llaman Señor, y tiene razón, porque lo soy.” Y se están preguntando en su mente, ¿Por qué el Señor está haciendo esto? ¿Porque el maestro está haciendo esto? ¿Por qué el amo está haciendo esto? Y él dijo, “Si yo entonces, el Señor, el Amo, el Maestro, lavó vuestros pies, ustedes también deben lavarse los pies los unos a los otros, porque les he dado un ejemplo de que deben hacer como yo les hice.” “De cierto de cierto os digo, un esclavo no es mayor que su amo, ni aquel que es enviado es mayor que el que lo envió.” Les estoy diciendo que, si lo hice, lo necesitan hacer.

Y después, ahí en el versículo 34, “Un nuevo mandato os doy, que os améis unos a otros como yo os he amado, que os améis unos a otros.” Ahí está ese amor generoso, abnegado, humilde, sacrificial, doblando la rodilla para cumplir con la tarea sucia que venía a un hermano o hermana. Así es como debemos amar. Es un amor magnánimo, es un amor que abarca mucho. Es un amor generoso. Es un amor como 1 Juan 3:16-17 dice. Es un amor que abre nuestro sentimiento de compasión el uno al otro. Debemos amar a otros creyentes hasta la perfección, tenemos un amor hacia el mundo, pero no llega al grado al que amamos a los hermanos. Amamos a los hermanos como Dios lo hace, hasta la perfección, al máximo, hasta el límite, con un amor ilimitado, sin fronteras.

Pedro dice, “Amaos los unos a los otros con un amor Ektenōs, esa es la palabra ‘ferviente’, Ektenōs es usado de estirar un músculo a su límite absoluto. Debemos amar a los creyentes hasta la perfección. Así es como somos perfectos como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Para entender eso, vayamos a 1 Juan capítulo 4, y este es el texto que el Señor realmente colocó en mi corazón. 1 Juan capítulo 4. Y aquí se nos da un llamado tremendo al amor perfecto. Si vamos a ser perfectos como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto, entonces debemos manifestar amor, porque el amor es esa perfección de Dios. Y si vamos a ser semejantes a Dios, tenemos que amar como Dios ama, con un amor perfecto. Perfecto significa, de nuevo, al máximo, al fin, completo, minucioso, pleno, llevándolo al máximo, permanente, supremo, todo eso.

Y Juan está escribiendo aquí a creyentes, llamándolos a este tipo de amor. Versículo 12. Al final del versículo él habla de que su amor está siendo perfeccionado en nosotros, versículo 17, “En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros,” versículo 18, “el perfecto amor,” Juan no está escribiendo acerca de algún pequeño componente del amor o alguna cantidad disminuida de amor, o algún grado menor de amor. Él está escribiendo acerca del amor perfecto para que podamos ser como nuestro Padre, perfecto. Debemos amar de manera suprema, debemos amar hasta el máximo. Ese es el tema de Juan en los versículos 7 al 21.

Quiero que lo vea conmigo, y vamos a cubrirlo de manera muy breve.

Comienza en el versículo 7, aquí está la afirmación de apertura que echa a andar todo. “Amados, amémonos unos a otros.” Sí, aprendimos a partir de Mateo 5 que debemos amar a nuestros enemigos, debemos amar al mundo, como dijimos, con gracia común, compasión juicio, y advertencias e invitaciones del evangelio, pero también debemos amar a los hermanos. Y este amor aquí es mandado de nosotros, amados. Y de nuevo, él enfatiza que somos los amados, esa es la razón por la que nos llama ‘amados’. Y entonces, debemos amarnos unos a otros. Debemos demostrar el amor perfecto que nos hará los hijos perfectos, de nuestro Padre celestial perfecto.

Entonces, el versículo 7 da la exhortación. “Amémonos unos a otros.” Después hay seis razones por las que debemos obedecerla. Seis razones. Y se solapan, Juan se solapa a sí mismo todo el tiempo. De hecho, si usted ve el evangelio de Juan usted tiene el sentimiento de que está dando vueltas. Debo decir, si usted lee la epístola de Juan usted tiene el sentimiento de que va en círculos. Él recicla las mismas cosas, entretejiéndolas, solapándolas, y repitiéndolas. Pero usted ve aquí seis razones por las que el creyente manifiesta amor que se sacrifica a sí mismo como el amor de su Padre hacia él.

Razón número uno. Porque el amor es la esencia de Dios. Porque el amor es la esencia de Dios. En otras palabras, si vamos a decir que somos los hijos de Dios, como Efesios 5 lo dice, entonces más vale que andemos en amor, porque esa es la naturaleza de Dios. Véalo, versículo 7, “Amémonos unos a otros,” ¿Por qué? “porque el amor es de Dios.” Esa es la razón. El amor es de Dios. Y nosotros, quienes somos hijos de Dios, vamos a reproducir su naturaleza. Clemente de Alejandría, hace mucho tiempo atrás, escribió algo que algunos podrían pensar que se acerca a la blasfemia, pero esto es lo que dijo: “El cristiano verdadero practica ser Dios.” ¿Usted piensa así? Cuándo usted llega a momentos y días, y asuntos en su vida, ¿usted se dice a sí mismo, quiero hacer lo que Dios haría, quiero pensar como Dios pensaría y decir lo que Dios diría, y sentir lo que Dios sentiría y hacer lo que Dios haría? ¿quiero jugar a Dios, en el mejor sentido de la palabra?

Alejandro tuvo un soldado en su ejército, Alejandro el Grande, quién tenía su nombre, el mismo nombre. El soldado fue sorprendido en algún tipo de infidelidad a la tarea que se le había asignado, y Alejandro simplemente le dijo, “Cambia tu conducta, o cambia tu nombre.” Si usted va a decir que le pertenece a Dios, debería conducirse de una manera que es coherente con la naturaleza de Aquel cuya naturaleza usted posee. Regrese al versículo 7, “Amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.”

Y entonces, esperaremos que sus hijos anden en ¿qué? en amor, en amor. El pueblo de Dios lleva su reflejo, toda persona que habitualmente ama, da evidencia de haber nacido de Dios. debido a que el amor tiene a Dios como su fuente, aquellos que muestran ese amor dan evidencia de que son los hijos de Dios. Su vida y su amor son derivados de él. ¿Sabe una cosa? había gente en la iglesia, la asamblea a la que Juan escribió esta epístola, que estaban siendo influenciados por enseñanza mística, que más adelante llegó a ser conocida como gnosticismo. Y esa enseñanza mística, decía que nos hemos elevado a nosotros mismos a los planos más elevados de la consciencia humana, en las cuales hemos llegado a conocer a Dios. Y menospreciaban a los cristianos humildes de manera denigrante, viéndolos como si fueran personas de una vida baja, como si estuvieran revolcándose en el lodo de la tierra.

Y estas personas debido a su trascendencia, debido a sus experiencias místicas habían ascendido del lodo y estaban flotando en las nubes del conocimiento verdadero de Dios. Esa es la razón por la que fueron llamados ‘gnósticos’ de la palabra ‘gnōsis”. Eran las personas que pensaban que sabían. A ellos Juan escribe estas palabras, “El que anda por todos lados diciendo que conoce a Dios, pero no demuestra amor hacia los hermanos, no es el que conoce a Dios, porque Dios es…amooor.  Y toda persona que es nacida de Dios, y conoce a Dios ama como Dios ama.

Entonces él dice, en primer lugar, amamos porque es la esencia misma de la naturaleza de Dios amar, y nosotros los que le pertenecemos a Dios, compartiremos esa naturaleza. ¿Realmente Dios es amor? Sí, usted ve esa frase pequeña al final del versículo 8, Dios es amor, y como hemos ido analizando y avanzando a lo largo de la serie, alguien podría decir: “
Cuestiono eso. Vea al mundo que nos rodea.” Dice usted, la historia tiene esta lista larga, de la falta de humanidad al hombre, la historia es una masacre larga. España tuvo su inquisición, Gran Bretaña tuvo su comercio atlántico de esclavos, Alemania tuvo sus cámaras de gases, Rusia sus campamentos de trabajo en Siberia, los Estados Unidos sus propios abusos, el mundo todavía está siendo arrasado por el temor y la lujuria y la avaricia, que parece que está incrementándose la tensión y el odio racial.

La naturaleza también parece estar más torcida, si es que no más torcida en nuestra época que antes. Los bebés nacen depravados, nuestro mundo de animales depredadores, parásitos, virus, bacterias mortales, y cuando usted lee la Biblia ciertamente usted no lee de la utopía, usted abre su Biblia y usted encuentra tiranía, crueldad, mutilación, gente a quienes se les están sacando los ojos, sus manos son cortadas, Dios abre el suelo y se los traga. Y la Biblia está llena de historias de engaño y lujuria y libertinaje, impiedad, inmoralidad, y homosexualidad y guerra. Y no solo guerra, sino guerra que Dios empieza. Y Asiria, una de las naciones más paganas, miserables, impías, crueles, en la historia del mundo, es llamada la Vara de la Ira de Dios. ¿Y después usted lee, Dios es amor?”

Las respuestas fáciles no pueden ser las correctas. Usted debe darse cuenta de que somos hijos, que somos necios, que estamos engañándonos a nosotros mismos, rebeldes, endurecidos en nuestra cerviz, que llegan a conclusiones equivocadas a menos de que estemos dispuestos a dejar de decirle a Dios lo que Él tiene que hacer, y cómo debe ser Él. Y estamos de regreso a donde estábamos la semana pasada, y estamos de pie de manera firme en Romanos 9, y oímos a Pablo decir, “Más antes, ¿quién eres tú hombre, para que respondas a Dios? Cierra tu boca. Dios es amor porque dice que lo es. Pero su amor nunca está sin ser mezclado por sus otros atributos. Pero Dios es amor, y a pesar de como pueda verse, Él quiere que este mundo sepa que Él es amor. Y Él lo muestra mediante sus hijos. Nosotros quienes somos sus hijos manifestaremos su amor perfecto, esa es la razón por la que debemos andar en amor.

Entonces nosotros somos los descendientes de Dios, y su esencia es amor, entonces amémonos unos a otros. En segundo lugar, debemos tener amor perfecto los unos a los otros, porque el amor fue manifestado por Cristo. No solo es la esencia de la naturaleza de Dios, fue manifestado por Cristo. Observe el versículo 9, “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros.” Literalmente, en nuestro caso, “en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él. En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo por propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así,” lo suficiente como para enviar a Su Hijo, “debemos también nosotros amarnos unos a otros.”

Oigan, debemos manifestar un amor semejante al de Dios. El amor de Dios fue manifiesto al enviar a Su Hijo. Ese es el segundo argumento de Juan, aquí, así como es el pensamiento de Pablo en Romanos 5:8, “Mas Dios muestra su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Juan está diciendo, “Miren, necesitan amar como Dios ama al mundo y a los creyentes. Primero porque la naturaleza de Dios consiste en amar, y ustedes son sus hijos. Y, en segundo lugar, no solo en base a la naturaleza eterna de Dios, sino en el regalo histórico de Dios. Dios dio a Cristo, Dios quien es amor, expresó su amor al enviar a Su Hijo por nosotros.

El origen del amor está en la naturaleza de Dios, la manifestación del amor está en la venida de Cristo. Debeos amarnos los unos a los otros, porque vemos la esencia de ese amor manifestado en Jesucristo. Ninguno tiene mayor amor que este, que un hombre ponga su vida por sus amigos. Jesús nos da la ilustración clásica de todos los tiempos, perfecta gloriosa, de lo que amar a otro significa cuando Él dio su vida. Así es como debemos amar. Debemos amar por sacrificio. Juan dice, “Si usted ve a alguien en necesidad, y cierra su corazón, ¿cómo es posible que podamos decir que el amor de Dios mora en usted? ¿dónde está el sacrificio? ¿En dónde está el sacrificio? El amor libre de Dios, espontáneo, es revelado en el sacrificio de Cristo, a quién él dio”, dice en el versículo 10, “para que fuera la propiciación” hilasmos. Esa es una palabra maravillosa, usted la encuentra en la literatura pagana, la literatura religiosa pagana. Y es usada para hablar, y apaciguar a un dios enojado.

Las religiones paganas siempre están tratando de apaciguar a Dios, siempre están tratando de quitarse a Dios, o sea cual fuera la deidad que adoran, de su espalda. Están tratando de quitar el factor de temor, el aspecto de juicio, y entonces tratan de apaciguar a Dios, o satisfacer a Dios, eso es lo que la palabra significa. Jesucristo vino, y apaciguó a un Dios enojado, Jesucristo vino y apaciguó a un Dios hostil, un Dios santo sentado en el cielo que estaba enojado con los pecadores, cada día. Y Jesús apaciguó su enojo con su sacrificio. Y Dios lo quiso así, porque lo envió. Dios lleva a una ira justa y santa en contra del pecado, Dios tiene un antagonismo santo en contra de la maldad y la iniquidad.

Y entonces, él tuvo que enviar a su propio Hijo a morir en una cruz para satisfacer su propio enojo, para satisfacer su propia venganza. Una palabra relacionada a hilasmos de la raíz semejante es usada en Hebreos 9:5 y traducida ahí, ‘propiciatorio’. El propiciatorio era el lugar dónde la sangre era rociada para satisfacer a Dios. La sangre era rociada para hacer la expiación y Dios era satisfecho, Éxodo 25:22 dice, Cristo fue ese propiciatorio, Él es el que satisface a un Dios enojado.

Ahora, recuerden amados, no es la encarnación, lo que es la manifestación preminente del amor de Dios. No es Belén lo que es la manifestación preminente del amor de Dios. Es el Calvario, es la expiación lo que es la manifestación preminente del amor de Dios. Y eso es lo que dice aquí, Él lo envió a Él para que fuera la propiciación por nuestros pecados. Dios nos amó tanto que Él quería que su propia ira fuera apaciguada, y entonces envió a Su propio Hijo para satisfacer Su propia ira. Nadie quien jamás ha estado en la cruz y ha visto el amor de Dios mostrado puede regresar a una vida de egoísmo. Dios fue tan abnegado que envió a Su propio Hijo. Y Él nos mostró como amar, no solo al lavar pies, eso es humilde, sino al darnos nuestras vidas.

Entonces, debemos amarnos unos a otros porque Dios es la fuente del amor, y somos sus hijos, debemos amarnos unos a otros porque Cristo es la manifestación de amor y debemos seguir su ejemplo. En tercer lugar, debemos amar porque es nuestro testimonio. El amor es nuestro testimonio. Vea el versículo 12, “Nadie ha visto jamás a Dios.” Permítame detenerlo ahí. Ahora, el punto que Juan está presentando aquí no es muy sutil. Usted tiene que pensarlo por un momento pero es bastante claro. Lo que él está diciendo es que nadie ha visto a Dios; y entendemos eso. Éxodo 33 dice que nadie podía ver a Dios y vivir. Nadie ha visto a Dios. ahora el punto que Juan quiere presentar aquí es cómo es posible que alguien va a saber de él si no lo pueden ver, ¿verdad?

Dios se va a revelar a sí mismo al mundo, Él quiere mostrarse al mundo, Él quiere que la gente lo conozca, Él quiere que se postren, ¿Por qué dice usted? Porque Juan 4 dice que busca el Padre adoradores que lo adoren en espíritu y en verdad. Entonces, Dios está buscando a los verdaderos adoradores, Él quiere que los hombres lo vean, lo conozcan, se postren ante Él, lo honren, lo glorifiquen y lo alaben, pero Juan dice” “nadie lo ha visto.” ¿Cómo lo van a conocer? Versículo 12, “Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.” ¿Sabe cuál es la clave? Si nos amamos unos a otros, verán a Dios, ¿ve eso? Ese es nuestro testimonio. “Por esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis, ¿qué? amor los unos por los otros.” Juan 13:35. 

Dios se muestra a sí mismo mediante el amor de Su pueblo. ¿Y sabe qué? Todas esas preguntas filosóficas, todas esas grandes preguntas teológicas que están en nuestra mente, con nuestros cerebros frágiles, insignificantes, que tratan de entender porque Dios permite que pase lo que pasa. Y esas preguntas acerca de si Dios realmente es un Dios de amor, todas simplemente son hechas a un lado en el diluvio del amor cristiano. Usted puede tener a personas que son filosóficas y analíticas, y dicen: “Bueno, simplemente no puedo aceptar a Dios porque no puedo entender.” Literalmente pueden ser ahogadas en el poder del amor cristiano, y lo que ven es una dimensión de amor de la que no han conocido jamás. Y es aparente para ellos que no es un amor terrenal. Ningún hombre jamás ve a Dios en ningún momento, dice, eso no ha pasado.  

Bueno, los limpios de corazón verán al Señor en el futuro, hablaremos de eso en esta noche. Pero ningún hombre ha visto a Dios, usted no puede verlo y vivir. Pero si nos amamos unos a otros, entonces Dios está haciéndose visible a través de nosotros mediante este amor perfecto, este amor hasta el máximo, este amor ilimitado, amando a los creyentes como Dios los ama, de manera generosa, mostrando gracia, perdonando, de manera santa, Dios quiere que amemos como el ama para que el mundo pueda verlo. ¡Oh, veo como es tu Dios! Él es un Dios de amor inmenso, perdonador, sacrificial.

Entonces, debemos amar porque Dios es amor, porque Dios envió a Jesucristo para amarnos, y para mostrarnos el ejemplo de cómo amar y porque el amor es nuestro testimonio. Número cuatro, debemos amarnos unos a otros porque el amor es nuestra certeza, el amor es nuestra certeza. Mucha gente se pregunta si es salva. Oh eso es bastante común. Se preocupan si van a ir al cielo, si mueren, luchan quizás con la confianza y la certeza. Permítame ayudarle, observe el versículo 13, aquí hay un maravilloso desarrollo aquí. Me encantaría tener tiempo de verlo a detalle, versículo 13, “En esto conocemos que permanecemos en él.”

¿Cómo sabe usted que Dios está en usted? ¿Cómo sabe usted que es creyente? ¿Cómo sabe usted que usted está en Él, y Él en usted? Esa es la pregunta. “En esto conocemos”, ¿por qué? porque versículo 13, “Porque nos ha dado de su”, ¿qué? de su “espíritu”. El espíritu que mora en nosotros. Pablo dice, es el enganche, la arrabōn, la garantía, el anillo de compromiso, la promesa de un futuro glorioso eterno.

Entonces, sabemos que somos creyentes porque Él nos dio el Espíritu. Dice usted, “Bueno, eso es maravilloso.” Sigue esto, versículo 14, “Y,” otra manera en la que sabemos que somos cristianos, “nosotros hemos visto y testificamos que el padre ha enviado al Hijo, al salvador del mundo.” ¿Sabe usted como sabemos que somos cristianos? Porque entendemos el evangelio. Es correcto. Hemos llegado a ver, y entender, que Dios envió a Su Hijo para que fuera el salvador del mundo. Y después el añade, a ese versículo, 15, “Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.”

¿Cómo sabe usted que es cristiano? Usted sabe que es cristiano porque usted tiene al Espíritu Santo dentro de usted, usted entiende el evangelio, y usted ha confesado a Jesús como Señor, ¿verdad? Dice usted, “Sé que soy cristiano, sé que soy cristiano, Dios me dio Su Espíritu Santo, sé que soy cristiano, entendí el evangelio y eso lo vi, lo comprendí, Él vino al mundo para ser el salvador y confesé con mi boca a Jesús como Señor, e Hijo de Dios, soy cristiano y todo eso es verdad. Pero todo eso es preliminar para llegar al asunto real en el versículo 16, aquí está la clave real, “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros.” 

Cuando usted se vuelve cristiano, sobre cualquier otra cosa usted está entendiendo la infinidad del amor de Dios hacia usted. Mientras que usted era un pecador Él lo amó, Él lo amó tanto que envió a Su Hijo a morir por usted. Él lo amó tanto que implantó Su Espíritu dentro de usted, usted ha llegado a entender el amor de Dios. Y escuche, Dios es amor, lo vuelve a decir, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él. Y ahí está la clave definitiva. ¿Cómo sabe usted que usted es cristiano? Dice usted, sé que soy cristiano porque tengo el Espíritu Santo, eso es correcto, pero ¿cómo sabe que tiene al Espíritu Santo? Bueno, por su obra en mí. Oh, ¿cuál es? ¿el fruto del Espíritu es? ¿Cuál es la primera? Amor.

Una cosa es confesar a Jesús como Señor, es necesario, es crucial que usted vea y de testimonio de la verdad que Dios envió a Su Hijo para ser el Salvador del mundo, lo cual indica que usted entiende su pecado, usted entiende su necesidad de un salvador, usted ha confesado a Jesús como deidad, usted lo ha afirmado como Señor, usted entiende el amor inmenso, infinito hacia usted, y todo eso en un sentido es hecho verdad teológica, pero en dónde usted realmente llega a entender la realidad del hecho de que usted es un creyente, es cuando usted ve el flujo del amor de Dios en su vida. Ahí está. El Espíritu Santo, Romanos 5:5, “ha derramado el amor de Dios en nosotros.” Es una verdad tremenda. Su amor es derramado en nosotros, y manifestado a través de nosotros.

¿Usted ama a los creyentes? ¿A usted le encanta estar con cristianos? ¿Se regocija su corazón cuando alguien se convierte en un cristiano? ¿Se preocupa cuando los creyentes sufren? ¿Siente su dolor? ¿Tiene alguna inclinación a orar e interceder a favor de otros creyentes? Esas son evidencias de amor. ¿Quiere ayudar usted a alguien que está confundido por la verdad? ¿Tiene algún tipo de deseo en su corazón por mostrarle a alguien un camino más derecho en su andar cristiano, para que se aleje de una tentación debilitante? Eso es amor. Cuándo usted ve a alguien que tiene necesidad, ¿su corazón se duele? ¿Siente usted como que quiere meter la mano en el bolsillo y satisfacer la necesidad?  ¿quiere usted abrazar a alguien que está luchando en su vida cristiana y tratar de apoyarlos? Eso es amor.

Digo, ¿de qué otra manera voy a saber de qué el Espíritu está en mí, si no puedo ver el fruto del Espíritu? Y el primer fruto que está presentado en la lista es amor. Si usted se está preguntando si es cristiano o no, no regrese y diga: “Bueno, debo serlo, me acuerdo el día en el que firmé la tarjeta. Me acuerdo el día en el que levanté la mano al aire, camine por el pasillo, me senté, me puse de pie, hice tal o cual gesto, o sea lo que sea que usted haya hecho. O me acuerdo el día en el que fui bautizado, debí haber sido porque repetí la oración. Yo inclusive podría decir, “Bueno, ciertamente entiendo el evangelio, sé que Jesús vino al mundo para morir por los pecadores, sé que soy uno y…”, pero hasta que usted de fruto, ¿se da cuenta? Usted realmente no tiene nada tangible. O usted puede creer la Palabra de Dios de manera absoluta, no sin la afirmación de la evidencia. Debemos amarnos unos a otros porque Dios es amor, es su naturaleza, porque Cristo manifiesta el estándar de Dios, el cual es nuestro ejemplo, porque el amor es nuestro testimonio y así es como el mundo va a ver a Dios. Y el amor es nuestra certeza de salvación.

Número cinco. Porque el amor es nuestra confianza en el juicio. El amor es nuestra confianza en el juicio. Esto realmente es una extensión del ultimo, tiene que ver con certeza, o confianza, pero tomémoslo de manera separada. Observe el versículo 17, “En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio.” Hombre, lo que él está diciendo es que cuando su vida está caracterizada por el amor, y usted está manifestando amor por todos lados, usted va a tener confianza en el día del juicio. Y el versículo 18 dice, “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor hecha afuera el temor.” ¿El temor de qué? el temor de juicio, porque el temor involucra juicio. Y escúcheme, si usted está viviendo en temor de que Jesús pueda venir o teme que usted pueda enfrentar al Señor, oiga, hay algo que está mal en su vida, y lo que está mal es que usted no está manifestando amor, porque si usted estuviera manifestando amor perfecto, usted no tendría temor alguno.

Se me han acercado cristianos que dicen, “No quiero que el Señor venga en este momento, no quiero que me encuentre como estoy. Me da miedo lo que pueda pasar. Quizás no pase, quizás sea echado en las tinieblas de afuera, tengo ansiedad.” Y eso es porque no está la manifestación de amor, ahí. Cuando veo mi vida y digo: “¿Acaso John MacArthur es cristiano?” Y hay ocasiones cuando repito eso en mi propia mente y digo, “Bueno, debe serlo, porque él ha predicado miles de sermones. Bueno, debe serlo, él es parte de una iglesia. Bueno, debe serlo porque él tiene toda su teología en su cabeza.” “No, él debe serlo porque él tiene un corazón hacia el pueblo de Dios, quiere al pueblo de Dios, y quiere amar al rebaño como Jesús amó a su rebaño.” Me quedo corto, pero el deseo está ahí. Y cuando pienso en el juicio, no temo, no me preocupa que voy a estar avergonzado y voy a ser expulsado, porque el Espíritu de Dios ha producido el fruto de amor en mi vida. No es amor como debe ser, y ciertamente no está perfeccionado aún. Y esa es la razón por la que tenemos todas esas brechas en nuestra confianza, porque el amor no es perfecto como debe serlo, pero puede ser perfecto en el sentido de madurez.

El amor es nuestra confianza en el juicio, hecha fuera el temor. Y sabemos cómo dice en el 2:28, que no vamos a avergonzarnos cuando Él aparezca. Hay una pequeña frase ahí, que es interesante al final del versículo 17, “Pues como él es, así somos nosotros en este mundo.” ¿Vio usted eso? Cómo él es, ese es Cristo. Así somos nosotros, como Jesús es así lo somos en este mundo. ¿Qué significa eso? Bueno, Jesús en este mundo, agradó a Dios. Y Dios dijo, “Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia.” Y Él lo dijo muchas veces. Jesús es el Hijo amado de Dios, en quien Él tiene complacencia, y nosotros también, agradamos a Dios, agradamos a Dios. No tenemos nada que temer. Le agradamos a Él, cuando su amor es manifestado a través de nosotros y podemos compartir la confianza misma de Cristo, quien vio la cruz, y vio el gozo y dijo: “paso la cruz,” porque Él sabía que Él agradaba a Su Padre.

Bueno, el último punto. Debemos amarnos unos a otros con un amor perfecto, porque el amor es de Dios, el amor es manifestado por Cristo, porque el amor es nuestro testimonio, porque el amor es la certeza de nuestra salvación, el amor es la confianza en el juicio, y finalmente porque el amor es razonable. Esta es la única cosa que tiene sentido. En cierta manera es un repaso, versículo 19, “Nosotros le amamos a él porque él nos amó primero.” ¿Acaso eso se oye razonable? simplemente lo más obvio que debemos hacer. Amamos. No dice que lo amamos, amamos a otros, porque Él nos amó a nosotros. “Y si alguien dice”, versículo 20, “amo a Dios, y aborrece a su hermano, él es mentiroso porque no ama a su hermano a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.

Y tenemos este mandamiento de él, que el que ama a Dios debe amar también a su hermano.” Simplemente razonable. simplemente es normal. Simplemente es lógico. ¿Cómo es que usted va a amar a un hombre visible, cuando usted no puede amar a un Dios invisible? Es fácil amar a un hombre visible, es difícil amar a un Dios invisible. Pero si usted ha aprendido a amar al Dios invisible, el hombre visible es fácil. Toda profesión de amar a Dios es un engaño si no está acompañada de un amor perfecto, abnegado hacia otros. Ahora escuche, ¿cuál es nuestra respuesta entonces? Una, debemos amar al mundo como Dios los ama. ¿Cómo los ama? Con gracia común, con compasión, y con advertencias y con un llamado al evangelio. Debemos amar a los hermanos de la misma manera en la que Él ama, y eso es debemos amarlos a la perfección, con amor perfecto.

Solo quiero decir una cosa más. Hay otro aspecto del amor de Dios que debemos copiar, y es este: por encima de todo, de manera suprema, más allá del amor de Dios hacía los pecadores, el cual es limitado, más allá del amor de Dios hacia los santos, el cual es ilimitado, y el amor de Dios hacia su Hijo el cual es por toda la eternidad, este es mi ¿qué? mi Hijo amado. Este es mi Hijo amado, lo dijo una y otra vez en los evangelios. En Juan capítulo 15, Jesús sabía que él era amado. Juan 15:9, “Así como el Padre me ha amado, yo también os he amado. Permanezcan en ese amor.” Si son tan amables, hagan lo mismo. Juan 17, versículo 24, “Padre, deseo que aquellos a quienes tú me has dado estén conmigo en dónde yo estoy, para que vean mi gloria, la cual me has dado porque tú me amaste antes de la fundación del mundo.”

Versículo 26, “El amor con el que me amaste”. Jesús sabía que él era amado por el padre. Esa es la razón por la que en la cruz fue tan horrendo, cuando dijo: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?” porque él sabía que él era amado, él sabía que él era el Amado. El Padre ama al Hijo eternamente y de manera suprema, y también nosotros. Debemos amar a los impíos con el mismo tipo de amor con el que Dios nos ama, debemos amar a los piadosos y a los santos con el mismo tipo de amor que Dios los ama, y debemos amar al Hijo, así como Dios ama al Hijo, de manera suprema. Amar al Señor Jesucristo es crucial en nuestras vidas, es todo. Pedro dijo: “A quien no habéis visto, lo aman.” 1 Pedro 1:8. Debemos amar al Señor Jesucristo, él debe ser el objeto de nuestro afecto, Él es aquel por quien hacemos el sacrifico constante de manera gozosa.

Efesios termina con estas palabras, “La gracia sea con todos aquellos que aman a nuestro Señor Jesucristo con un amor incorruptible.” Debemos amar a Jesús con un amor inalterable, e inmortal. Dice usted, “¿qué significa eso, John?” ¿Es eso emoción? En cierta, ¿manera cantamos canciones hasta que lo sentimos? No. No. Así es como funciona. Escuche esto, Juan 14:15, “Si me amáis, guardad,” ¿qué? “mis mandamientos”. Versículo 21, “El que tiene mis mandamientos y los obedece, este es el que me ama.” Versículo 23, “Si alguien me ama, obedecerá mi Palabra.” Pedro, o Jonás, ¿me amas? Sí Señor, tú sabes que te amo. Entonces alimenta mis ovejas. Que te digo, Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Sí te amo. Alimenta mis corderos. Simón, ¿realmente me amas? Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo. Entonces alimenta mis ovejas.” Haz lo que te digo.”

Y ahí está usted, verdad, en 1 Juan 4, al final del cuarto capítulo, pero no al final de la explicación. Observe el capítulo 5, versículos 1 y 2, “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios. Y todo aquel que ama al que engendró ama también al que ha sido engendrado por él.” Entonces, si usted ama a Dios usted va a amar a Cristo. “En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos, ¿qué? sus mandamientos. Todo termina ahí, versículo 3, “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos.”

Entonces, amamos al mundo con bondad, compasión, advertencia, y llamados al evangelio. Amamos a los creyentes de manera generosa, santificadora, purificadora, perdonadora. Y amamos a Cristo con amor obediente. Y cuando hacemos eso, estamos respondiendo de la única manera apropiada al amor de Dios hacia nosotros.

Padre, te damos gracias esta mañana por la verdad, el poder de Tú Palabra, por la exhortación para nuestros corazones. Oh Dios, ¡cuán agradecidos estamos, porque la realidad vasta de un plan infinito puede reducirse a una directriz tan simple. Simple. Haz lo que te digo. Haz lo que te digo. Haznos hijos obedientes. Eso es todo, eso es lo que importa, que guardamos tus mandamientos, nunca considerándolos una carga, siempre un gozo. Queremos amar de la manera en la que Tú amas, no podríamos hacerlo con todo nuestro amor humano, quedaríamos cortos.

Entonces te agradecemos porque derramaste el amor de Cristo en nuestros corazones por tu Espíritu, y que fluye a través de nosotros hacia aquellos que están perdidos, hacia el pueblo de Dios, y sobre todo a nuestro Cristo en cuyo nombre oramos. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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