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Como ustedes saben, hemos estado estudiando el maravilloso capítulo 18 de Mateo. Hemos estado viendo la semejanza del creyente al niño ahí. Y durante las últimas semanas y meses, hemos estado enfatizando cuán importante es en la comunión del pueblo redimido de Dios, la iglesia, que estemos enfrentando el pecado de manera activa y con iniciativa. Y vimos cómo el Señor instruye a Sus discípulos con respecto a la disciplina de aquellos que pecan. Y después, vimos cómo el Señor instruye acerca de perdonar a aquellos que pecan y después, dejan ese pecado. Y entonces, hemos explicado el asunto entero de la disciplina, reprender el pecado, ser ministros de santidad buscando a ese cristiano que peca y trayéndolo de regreso al lugar de la obediencia.  

Y conforme estaba pensando en esto la semana pasada, pensé tanto en el área de la disciplina y delineamos claramente eso, y pensé en el área del perdón; y eso es presentado de manera tan maravillosa en este capítulo 18. Pero hubo otra área que realmente no habíamos explicado a detalle, y el capítulo este es el capítulo 18 de Mateo no explica eso tampoco a detalle; y ese es el ministerio de la restauración. ¿Qué hace usted cuando alguien peca? Usted los disciplina. ¿Qué hace usted cuando se arrepienten y se vuelven de ese pecado? Usted los perdona en el sentido pleno. Después, ¿qué hace usted después de que son perdonados? Los restaura. Usted los toma de regreso al lugar en el que estaban antes de que cayeran en el principio. Y el ministerio de la restauración me parece ser ese eslabón vital y final en el proceso de nuestros pensamientos. 

Ahora, con eso en mente, quiero llevarlo a Gálatas, capítulo 5 y 6. Y sacarlo por un momento del libro de Mateo esta mañana; sin embargo, mantenerlo en el mismo tema, como lo hemos tratado en el Evangelio de Mateo. Supongo que sería suficiente que yo volviera a decir al repasar lo que hemos visto, que enfrentar el pecado en la iglesia es de una consecuencia grande. El Señor ha diseñado de tal manera Su iglesia que la pureza de la iglesia es Su preocupación grande. El apóstol Pablo habla de querer desposar a Cristo una virgen pura. Él escribe a los efesios acerca de la importancia de no tener comunión con aquellos que ejecutan las obras de las tinieblas. Él les dice a los corintios: “Cuando encuentren a alguien en su asamblea que está en pecado, sáquenlo”. Es una prioridad muy, muy elevada el enfrentar con el pecado dentro de la familia de Dios.  

Como Pablo dijo en 1 Corintios 5: “Un poco de levadura leuda toda la masa”. Y entonces, una iglesia pura es la gran preocupación de Dios. Y hemos estado viendo cómo debido a eso es esencial que enfrentemos el pecado mediante la disciplina y después mediante el perdón, y ahora mediante la restauración.  

Ahora, con eso en su mente, permítame llevarlo a Gálatas, y quiero leer comenzando en el versículo 26, el cual es el último versículo del capítulo 5, y realmente debería de ser el primer versículo del capítulo 6 creo yo, y leeré hasta el capítulo 6, versículo 6.  

“No nos hagamos vanagloriosos irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros. Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con Espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo. No sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros y cumplid así la ley de Cristo. Porque el que se cree ser algo no siendo nada a sí mismo se engaña, así que cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse solo respecto de sí mismo y no en otro, porque cada uno llevará su propia carga. El que es enseñado en la Palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye”.  

Ahora, aquí tiene usted un texto que trata con la restauración, implícito está aquí la disciplina, implícito aquí está el perdón. Pero se concentra en el tema de la restauración. Ahora, esto es algo esencial. Debe haber disciplina, debe haber perdón y debe haber restauración completa. Creo que esa es la intención del corazón de Pablo en 2 Corintios, capítulo 2, cuando Él dijo: “Si no hacen eso, le dan a Satanás una ventaja”. Y es una invitación abierta para que Satanás entre y destroce a la iglesia. Entonces, hacemos esta pregunta, conforme abordamos Gálatas, ¿qué hace usted con el cristiano que peca, que ha respondido a la disciplina, que se ha arrepentido del pecado, que ha sido perdonado y traído de regreso a la comunión? ¿Qué hace usted para restaurarlos a ese lugar de fortaleza espiritual que tenían antes de que cayeran al principio? Y la respuesta viene en este pasaje. Este es el ministerio de la restauración.  

Ahora, para entenderlo en su contexto, quiero darle un poco de trasfondo. Galacia fue un lugar muy especial en la vida del apóstol Pablo. En sus tres viajes misioneros, él llegó a ese lugar. La primera vez para establecer iglesias ahí, y en ocasiones subsecuentes, para confirmar su liderazgo y para fortalecerlos y edificarlos. Entonces, fue un lugar de ministeriossobresaliente para Pablo. Galacia no era una ciudad, Galacia, es un área, es un distrito y había muchas ciudades ahí: Listra, Derbe, Iconio, Antioquía. Y en todos esos diferentes lugares, Pablo estableció el evangelio de Jesucristo y la iglesia comenzó. Él regresó y reforzó el evangelio de la gracia, les enseñó cómo vivir en gracia, les enseñó cómo disfrutar del poder del Espíritu de Dios e iban bien. Tuvieron un buen comienzo, un comienzo maravilloso. Y después, vinieron algunos que eran llamados los judaizantes. Eran judíos. No negaban el cristianismo, no negaban a Jesucristo, no negaban el evangelio. Simplemente, decían que el evangelio estaba incompleto, y que hay algunas cosas que se le deben añadir, específicamente circuncisión y guardar la ley mosaica.  

Y les dijeron a esos cristianos gálatas, realmente no son cristianos y realmente no están en el reino porque son gentiles que no están circuncidados y no están caminando conforme a la ley de Moisés”. Y entonces, les impusieron legalismo judío y de esta manera, los conocemos como los judaizantes. Básicamente, enseñaron tres cosas, y las vemos señaladas en esta carta.  

Número uno, enseñaron que Pablo no era un apóstol legítimo, autorizado. Y tenían que enseñar eso porque la mejor manera que sabían para desacreditar su enseñanza era desacreditarlo a él. Si podían demostrar que él no era un apóstol en absoluto, entonces podían comenzar a partir de ahí a desacreditar la enseñanza de él. Y entonces, atacaron su apostolado, y esa es la razón por la que Gálatas 1 y 2 son escritos para defender el apostolado de Pablo.  

En segundo lugar, dijeron que la salvación era mediante la circuncisión, después, la fe. La fe sola no era suficiente. También tenía usted que tener esa cirugía, esa es la razón por la que los capítulos 3 y 4 fueron escritos para responder a ese argumento y para mostrar que la salvación era por la gracia mediante la fe, independientemente de la circuncisión. Y, en tercer lugar, los judaizantes enseñaron que la vida cristiana demandaba que se guardara de manera completa la ley mosaica. Y esa es la razón por la que los capítulos 5 y 6 fueron escritos, para responder a ese error.  

Ahora, obviamente, los judaizantes habían tenido un impacto, no hay duda al respecto y usted puede verlo en el fuego en los ojos de Pablo, conforme escribe. Digo, no hay palabras amables en el sentido de que esta es la única carta que escribe, en la que nunca reconoce a alguien por algo y no hay notas personales de qué hablar. Él simplemente los confronta y él sabe que han tenido un efecto y es señalado de manera particular en el versículo 1 del capítulo 3: “¡Oh, gálatas insensatos, quién os engañó!”, versículo 3: “¿Son tan necios habiendo comenzado en el Espíritu, ahora serán perfeccionados por la carne?”. Y entonces, los llama insensatos dos veces.  

Alguien los había engañado. Había habido un efecto profundo en ellos.  

Ahora, para cuando llegamos al capítulo 6, estos gálatas insensatos que ahora en cierta manera estaban enredados en esta batalla de libertad-legalismo, esta batalla de ley-gracia, para cuando llegamos al capítulo 6, ya han oído bien a Pablo. Se les ha dicho, una vez más en términos muy fuertes en el capítulo 1 y 2, que él, de hecho, era el apóstol de Dios. Y también se les había dicho en los capítulos 3 y 4 que la salvación es por la gracia, más nada mediante la fe.  

Y también se les ha dicho con mucha claridad en el capítulo 5 que la vida cristiana es una vida de libertad, no de legalismo. Y entonces, podría ser que, en este momento en particular, que algo de la luz comienza a verse, se está disipando un poco la neblina, pero Pablo es un instrumento muy, muy astuto para que lo use el Espíritu de Dios. Y él está muy consciente del hecho de que en esa asamblea de los gálatas, como un resultado del ministerio que él había tenido y el ministerio que tuvieron los judaizantes, habría una división. Habrán aquellos que sean los espirituales, los maduros, los que están andando en el Espíritu y después, están los legalistas que tratan por la energía de la carne producir todas las cosas que supuestamente deben hacer como están presentadas en la economía mosaica. Y él ve ahí un potencial simplemente para despedazar las asambleas en Galacia.  

Él puede ver una batalla que está por venir y división, y discordia, y separación; y él sabe que tiene que enfrentarlo. Y entonces, lo hace. Y, de hecho, lo que él dice es esto: “Ustedes que son espirituales, los que están bien, los que entienden y están caminando en el poder del Espíritu, su responsabilidad es levantar a los que no lo están haciendo”. Y él establece para nosotros un principio de vida para la iglesia de Dios hasta que Jesús venga: “Los fuertes cuiden de los débiles, los espirituales cuiden de los carnales, los que están de pie levanten a los que están caídos”. La iglesia nunca fue diseñada para ser un lugar en donde usted va y es usted un espectador, no es un lugar en donde usted debe venir y ver la parte de atrás de la cabeza de alguien y simplemente irse y decir: “Dios, no estás emocionado porque vine, cumplí con mi deber religioso”.  

La iglesia es un lugar en donde usted ministra el uno al otro juntos. ¿Y sabe una cosa? Sería muy fácil para los gálatas espirituales que realmente habían aceptado la doctrina de la gracia estaban libres en la gracia, no estaban libres para hacer algo mal, sino por primera vez tener libertad para hacer lo correcto, capacitados por el Espíritu Santo y entender la libertad que era suya en Cristo, y que realmente eran espirituales y que en términos del versículo 16, capítulo 5, estaban andando en el Espíritu. Y, en términos del versículo 22, manifestando el fruto del Espíritu, y eran los espirituales y en cierta manera, podían mirar hacia abajo a los que estaban mal de una manera condenadora.  

Y esa es una tendencia, como usted sabe. La gente espiritual y la gente más madura, la gente que quizás ha tenido el beneficio de buena enseñanza, que quizás ha tenido el beneficio de buenos ejemplos y buen legado espiritual, que han sido obedientes y en el pasado han caminado con el Señor, algunas veces pueden llegar al punto en el que menosprecian a aquellos que no viven a su nivel espiritualmente.  

Y en lugar de ver eso como una oportunidad para el ministerio, se vuelve una oportunidad para la soberbia espiritual y una ocasión para la vanagloria en donde usted en cierta manera se felicita a sí mismo por su espiritualidad.  

Entonces, él percibe eso. Y también existe ese potencial de que aquellos que son débiles, y aquellos que tropiezan, y aquellos que, en cierta manera, ven a los espirituales y los envidian, y la envidia se convierte en amargura y celos. Y usted simplemente tiene una grieta en medio de la iglesia. Y entonces, él sabe que deben unirse estos dos grupos, él no quiere que los espirituales se enseñoreen de los carnales, él no quiere que los fuertes se aprovechen de los débiles o los menosprecien y él no quiere que los débiles recientan a los fuertes. Él no quiere ver una división entre los espirituales y los carnales.  

Y entonces, él se adelanta en esta sección de Gálatas. Observe el versículo 26 del capítulo 5. Él acaba de concluir la afirmación de que, si vivimos en el Espíritu, y lo hacemos y somos cristianos, debemos andar en el Espíritu. En otras palabras, si nuestra vida, de hecho, está en el Espíritu posicionalmente, entonces, debemos andar en el Espíritu prácticamente y vivirlo. Y después él dice esto: “No nos hagamos vanagloriosos”, κενόδοξος (quenodoxos), significa que usted piensa que tiene un derecho a reclamar la gloria. Usted piensa que tiene un derecho al honor. Pensar que usted tiene alguna razón para su soberbia. Lo que realmente está diciendo es: “No se envanezcan, no estemos deseando gloria, no estemos deseando honor”. Y este es siempre el problema al que usted es empujado por el enemigo.  

Cuando usted llega al punto de cierta madurez espiritual y cierto crecimiento espiritual, usted comienza a percibirse a sí mismo como alguien digno de honor especial. Y después, usted menosprecia a aquellos que no están a su nivel de madurez y comienza a verlos con menosprecio. Y después, la fractura viene entre los espirituales y los no espirituales, los fuertes y los débiles, y en lugar de que uno ayude al otro, en cierta manera, uno menosprecia al otro. Y creo que eso es lo que él tiene en mente cuando dice: “Irritándonos unos a otros, irritándonos unos a otros”, provocándolos.  

Y lo opuesto de esto, al final del versículo 26, es que el otro va a envidiar al que parece ser más espiritual, y esto no es lo que Pablo quiere en ninguna iglesia. Es esta especie de rompimiento entre aquellos que son fuertes y aquellos que son débiles, no hay lugar para eso. Está en su corazón. No solo aquí en Gálatas, sino permítame llevarlo de regreso a Romanos, capítulo 15. Porque quiero que vea que esto no es algo que solo se encontraba en las iglesias de Galacia, sino que era una preocupación en común en el corazón de Pablo.  

En Romanos, capítulo 14, usted simplemente tiene una sección tremenda de cómo los fuertes no deben ofender a los débiles. Y no debemos causar que alguien tropiece, no destruirlo de ninguna manera, sino edificar a esa persona débil. Y todo se resume en el capítulo 15, versículos 1 al 3. Nosotros, entonces, en base a todo lo que dijo en el capítulo 14: “Nosotros, entonces, que somos fuertes, debemos llevar las debilidades de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos. Que cada uno agrade a su prójimo, para su bienestar, para edificación, porque aun Cristo no se agradó a sí mismo”, y usted puede detenerse ahí. Él establece ese modelo incomparable. El modelo es ningún otro que Jesucristo mismo, quien no se enseñoreó sobre nosotros y tenía toda razón para hacerlo, ¿verdad?, sino que se inclinó para llevar las debilidades de los débiles.  

Y créame, si llegó a haber una dicotomía entre débil y fuerte, fue entre Jesucristo y nosotros, ¿no es cierto? Y entonces, Cristo es el modelo, él dice, y la actitud es que debemos llevar las debilidades de los débiles. Debemos encontrar esos creyentes que son más débiles, debemos encontrar esos creyentes que luchan mucho con la carne y no menospreciarlos en vanagloria y provocarlos, sino ministrarles. Llevar sus debilidades. De esta manera, evitar que nos vean hacia arriba, y nos envidien, y se pongan celosos y se amarguen.  

Y después, quiero llevarlo a otro pasaje en 1 Tesalonicenses, capítulo 5, versículo 14. Pablo da esta instrucción a la iglesia tesalonicense: “Ahora, os exhortamos hermanos, a que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos”. Sea que usted esté tratando con los ociosos, los débiles o los de poco ánimo, usted debe ser paciente, pero usted tiene que buscarlos. Apoyando a los débiles, eso, amigos míos, es la clave para la unidad de la iglesia. En lugar de que el creyente más maduro que piensa espiritualmente esté de pie en soberbia sobre los que pecan y que han caído, debemos ayudarles.  

Recibí una carta de unas 18 o 20 páginas esta semana. Honestamente, puedo decir que en todo mi ministerio nunca había recibido una carta como esa. Una dama en esa carta estuvo compartiendo su peregrinaje espiritual, y casi al llegar al final, ella dijo que fue una mañana a su baño, ella era una madre de varios hijos, muy activa en una iglesia en la parte centro de Estados Unidos. Tomó una navaja y se preparó para cortarse la cara. Ella dijo: “Soy indigna, soy inútil, no valgo nada”. Esta es una dama que es una cristiana. Pasó todos sus años en la iglesia. Y ella me explicó en la carta por qué había llegado ese punto. Ella dijo: “Porque la gente en la iglesia pensaba que no vivía a nivel del estándar que habían establecido y entonces, el pastor le dijo a todo mundo en la iglesia que me evitara”. Y entonces, me evitaron. Y cada vez que veía uno de ellos me daban la espalda y nadie me hablaba. Y debía ser evitada.  

Yo decidí que si ni siquiera era lo suficientemente digna como para que me cuidara el pueblo de Dios, que no valía nada y simplemente, me cortaría la cara y me quitaría la vida. Y después, dijo: “No pude hacerlo porque mi mente se iba a mis hijos y cómo mis hijos tendrían que responder tantas preguntas acerca de lo que su madre había hecho. Y me detuve de hacerlo debido a mi preocupación por mis hijos”. Después, ella dijo que ella encendió la radio y encontró nuestro programa de radio, y en medio del horror de tratar de vivir conforme al código legalista de esta iglesia, estábamos enseñando una serie de la ley y la gracia. Y después, ella dijo: “Gracias a Dios porque soy libre”. Y después, compartió lo que el Señor estaba comenzando a hacer en su vida. La carta fue tan conmovedora que le llamamos por teléfono y le ofrecimos ayuda personal como pudiéramos.  

Qué cosa tan horrible, que una iglesia pensando que estaba haciendo la voluntad de Dios, alejar a una persona que no llegaba a su estándar. Por cierto, uno de los problemas era que usaba pantalones. ¿Al punto en el que ella iba a cortarse la cara? Esa es la antítesis misma del ministerio de la iglesia a los suyos, ¿no es cierto? Apoyar a los débiles, apoyar a los débiles. Cargar su carga. Y, entonces, ¿somos llamados a disciplinar? Sí. ¿Somos llamados al perdón? Sí. Pero también somos llamados a la restauración. Ahora, ¿qué hacemos para restaurar? Regresemos a Gálatas. Tres cosas Pablo menciona en este texto, tres cosas. En primer lugar, puntos muy simples. Levántalos. Levántalos. Versículo 1: “Hermanos, si alguno de vosotros fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con Espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”.  

Ahora, el término hermanos indica que estamos hablando de la familia, así es como la iglesia se cuida a sí misma: “Si alguno fuere sorprendido en alguna falta”, la palabra falta aquí es la palabra παράπτωμα (paraptoma), significa tropezar, una caída. Algunas personas piensan que es algo menos que un pecado, no creo en absoluto que sea así. No creo que es menos que un pecado, creo que es un pecado. Y la gente dice: “Bueno, ¿por qué no usó la palabra ἁμαρτία (hamartia), un pecado? ¿Por qué no usó la palabra ἀνομία (anomia), una transgresión? ¿Por qué usó la palabra una caída aquí?”. Bueno, no creo que tiene nada que ver con teología. Creo que tiene que ver con el enfoque literario. Él está hablando de andar en el Espíritu. Versículo 16 del 5: “Andad en el Espíritu”, versículo 25 del 5: “Andad en el Espíritu”. Y en el proceso de su caminar usted resulta ¿qué? caerse. Él no nos está dando una definición teológica del pecado, como si fuera algo menos que serio, él simplemente se está quedando con su metáfora. Y entonces, él dice: “Si alguno fuere sorprendido”.  

Ahora, permítame hablar de la palabra sorprendido por un minuto, porque creo que ha sido malentendida también. No creo que sea un hombre que está caminando, que es sorprendido por un pecado y dice: “¡Oh, este pecado me está venciendo!”, no creo que esa es la idea. Creo que la idea es que cuando un creyente va caminando, y se encuentra con alguien que ha caído en un pecado. ¿Ve la diferencia? No es que el pecado lo vence, es que usted se encuentra con la persona y toma la persona que ha caído en el pecado.  

“Si alguno es sorprendido”, ahora la palabra es una palabra muy interesante, προλαμβάνω (prolambano), tomar a alguien sin que esté preparado. Realmente, no creo que el pecado nos puede tomar por sorpresa. Creo que tenemos las facultades si estamos caminando en el Espíritu para discernir eso. Entonces, lo que estoy diciendo es que no existe algo tal como un pecado que no estamos dispuestos a cometer, creo que lo que usted tiene aquí y la mejor expresión del texto no puedo ser absolutamente dogmático, pero esta es una preferencia es que se refiere al acto de detectar a otro cristiano en el proceso de pecar.  

Usted se encuentra con alguien que está en pecado y él se vuelve el punto entero del versículo. Entonces, usted lo restaura. Ahora, usted no podría estar involucrado en la restauración si no lo hubiera sorprendido en el pecado, ¿verdad? Digo, usted lo ha visto, usted sabe que está ahí, usted se ha encontrado con esto. Entonces, usted encuentra a alguien en un pecado y la situación es establecida. Usted conoce a alguien en pecado. Usted se encuentra a alguien en pecado. Y lo que creo que está tratando de decir es que usted no va a vivir la vida inspeccionando a todo mundo. Es que conforme usted camina en el Espíritu, usted se encuentra con eso. No es que usted pertenece al servicio secreto espiritual y usted está metiendo su nariz en la vida de todo mundo. Es que conforme usted anda en el Espíritu y conforme usted vive, ustedes que son espirituales, se encuentran a alguien que fue sorprendido en una caída. Para mí esa es la expresión preferida. No está necesariamente mal decir que se refiere a alguien que ha sido sorprendido por algún pecado, pero prefiero la explicación que presenté.  

Ahora, observe en el versículo. Si usted encuentra alguien así, “vosotros que sois espirituales”. Ahora, esto es muy importante. Ahora, ¿quiénes son las personas espirituales? ¿Qué significa ser espiritual? Hablemos de eso. Decimos que alguien es espiritual o alguien es carnal. Permítame mostrarle lo que significa ser espiritual. Regrese a 1 Corintios, capítulo 2, versículo 15, y esto es tan solo una definición breve aquí: “Pero el que es espiritual, discierne todas las cosas o juzga todas las cosas, pero él mismo no es juzgado por nadie. Porque, ¿quién entendió la mente del Señor para que le instruya? Más nosotros tenemos —¿qué?— la mente de Cristo”. ¿Qué significa ser espiritual? Ser espiritual en el versículo 15 es lo mismo que tener en el versículo 16 —¿qué?— la mente de Cristo. El que es espiritual, es el que tiene la mente de Cristo.  

Visto de otra manera, en Efesios 5 dice: “Sed llenos del –¿q?– del Espíritu”. Entonces, todas estas cosas van a suceder. Y después en Colosenses 3 dice: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros”, y lo mismo sucederá. Por lo tanto, concluimos que ser lleno del Espíritu es lo mismo, como dejar que la palabra de Cristo more en abundancia en usted. Por lo tanto, ser espiritual, esto es lo que significa, es ser lleno del Espíritu, es lo mismo que tener la mente de Cristo. Entonces, la persona espiritual es la persona que tiene la mente de Cristo, la persona con la mente de Cristo es la persona que está bajo el control del Espíritu Santo.  

Tener la mente de Cristo significa que usted sabe, debido a que la mente de Cristo está revelada aquí, ¿verdad? Usted conoce la Palabra de Dios y usted está caminando en obediencia a ella. Como puede ver, cuando usted aprende la Palabra de Dios, el Espíritu activa la respuesta obediente. Entonces, una persona espiritual es una que está caminando en el Espíritu. ¿Qué significa andar o caminar en el Espíritu? Significa tener la mente de Cristo. ¿Qué significa tener la mente de Cristo? Conocer la Palabra de Dios y obedecerla. Y entonces, esa es una persona espiritual, una que está caminando en obediencia a la voluntad revelada de Dios a él, mediante la Palabra de Dios, activada por el Espíritu de Dios, ese es el espiritual. Entonces, tenemos una persona, dos personas aquí, están caminando en el Espíritu; uno cae en actividad carnal, el otro todavía está caminando en el Espíritu y tiene la responsabilidad de levantar al que se cayó. Eso no es tan profundo, es obvio. 

El fuerte cuida al cargar las debilidades del débil. Ese es el concepto básico. Y Pablo procede a ilustrar eso inmediatamente en 1 Corintios, capítulo 3, conforme entra y aborda los corintios y los llama carnales, y hace todo lo que puede en esa carta entera para levantarlos de nuevo al darles instrucción, y la instrucción es la mente de Cristo. Él trata de inculcarles la realidad de la mente de Cristo y llamarlos a andar en el Espíritu.  

Entonces, de regreso a Gálatas, capítulo 6. Descubrimos entonces que al levantar a la persona, el que es espiritual, el que está caminando en obediencia activado, capacitado por el Espíritu Santo, conociendo la mente de Cristo y respondiendo a ella, es llamado a restaurar al que fue sorprendido en el pecado. La palabra restaurar es una palabra muy, muy común en el Nuevo Testamento, καταρτίζω (katartizo) es usada con mucha frecuencia, simplemente significa reparar algo únicamente en el sentido de traerlo de regreso a su condición anterior, restaurarlo a su condición anterior.  

Es usado de reconciliar a dos partes que están discutiendo. Es usado de restaurar huesos que están rotos. Es usado de colocar un miembro dislocado de regreso a su lugar apropiado. Es usado de reparar redes que están rotas. Esa palabra es una palabra muy común que se usa para coser algo, para restaurar algo a su condición original. Y eso es exactamente lo que nos está llamando a hacer. Escuche, no solo debemos reprender y disciplinar una persona que cae en pecado. Los perdonamos con nuestro corazón y, en términos de relación, los restauramos cuando se arrepienten. Y después, comenzamos el proceso de edificación entero de restauración que los coloca de regreso en el andar en el Espíritu, en donde estaban antes de que pecaran.  

Entonces, hay un proceso de restauración espiritual involucrado. Y realmente estoy comprometido con el hecho de que la iglesia tiene que estar involucrada en esto. Esto es parte de fundir nuestras vidas juntos. No es suficiente simplemente venir e irse, no es suficiente simplemente ver lo que sucede. Hay un proceso de reconstrucción espiritual en el que estamos todos involucrados; los fuertes ayudando a los débiles.  

Y permítanme tan solo darle otro pensamiento en esta área. Esto no necesariamente solo es un asunto absoluto, todos somos débiles en algunos lugares, ¿verdad? Entonces, en algún punto, estamos en esa línea larga de crecimiento espiritual. Todos necesitamos a alguien que es más fuerte que nosotros en algún área para fortalecernos Entonces, todos debemos estar involucrados en esas relaciones interpersonales que son para fortalecer aquellos que son débiles.  

Entonces, cuando usted ve una persona que está en pecado, la implicación del versículo 1, es que usted tiene que levantarlo y eso significa que hay disciplina involucrada. Usted lo confronta por el pecado, usted pasa por el proceso. Si no lo escucha a usted, toma uno o dos testigos para que sea confirmado en sus bocas; y si no los escucha, le dice a la iglesia entera, y la iglesia entera lo busca con amor. Y si la persona no escucha a la iglesia, entonces la persona es sacada, tratada como recaudador de impuestos, uno que es una persona ajena hasta el momento en el que se arrepiente. Y después, cuando se arrepiente, se lleva a cabo el perdón de relación pleno que lo restaura de regreso, pero no termina ahí.  

Después, está el proceso completo de reconstrucción para restaurarlos al lugar en el que estaban antes. Ahora, observe la actitud de esta persona que lo levanta, versículo 1: “Espíritu de mansedumbre”. El Espíritu de mansedumbre. Humildad, y de nuevo, creo con todo mi corazón que Jesucristo es el modelo en esta área. En 2 Corintios 10:1, Pablo dice: “Yo, Pablo, os ruego por la mansedumbre y gentileza de Cristo”. Cristo, quien vino a este mundo y vio a pecadores impíos, miserables, viles, desobedientes, ignorantes, y en silencio y paciencia nos espera para que regresemos al lugar que Él quiere que ocupemos, que desea restaurarnos a ese lugar que conocimos antes de que cayéramos.  

Y ese es el modelo; y lo hacemos en un Espíritu de mansedumbre. Nada más que nuestra mansedumbre cambia de eso a Cristo en un sentido porque dice, “considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. Y en eso, añadiríamos esto: que debemos abordar esto, entendiendo que podríamos estar en la misma posición, ¿verdad? Mientras que Cristo no podría debido a Su perfección, nosotros sí podríamos.  

Y antes de que usted se ponga de pie y se considere como espiritual y muy maduro en términos de su peregrinaje hacia la perfección, usted nunca debe llegar al punto en el que usted menosprecia a alguien más, sino que más bien se inclina para ayudar a alguien más en humildad, lo cual es lo que esa mansedumbre significa reconociendo que usted podría estar en esa misma situación, porque usted no está exento tampoco de eso. De hecho, va a llegar usted tarde o temprano porque el pecado vive en usted. No hay lugar para la soberbia y vanagloria espiritual, no hay lugar para que la gente piense que es mejor que otra. Debe haber mansedumbre cuando consideramos que nosotros también podríamos caer.  

En 1 Corintios 10, Pablo ha dado es una ilustración maravillosa del pueblo de Dios, Israel, cómo fueron sacados de Egipto. Versículo 1, habla de que ellos pasaron bajo la nube y por el mar, y estuvieron en el desierto, y fueron guiados por la gloria de Dios, Shekhiná. Y ellos, claro, entraron a la tierra prometida. Y habla de cómo Dios los llevó por el desierto antes de eso. Pero dice, con toda la bendición de Dios. Algunos de ellos cayeron en fornicación. Ahora, estas son personas con mucho privilegio, pero estas personas con mucho privilegio pecaron.  

Ahora, observe el versículo 11: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no ¿q? caiga. Nos ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana”, y él procede a hablar de la manera de escapar. Pero usted nunca debe llegar al punto en el que usted piensa que es invencible.   

Necesita haber una mansedumbre muy, muy básica en nuestra personalidad y nuestra actitud de corazón, que dice: “Cuando vea a alguien más pecar, no voy a estar envanecido de manera arrogante y enseñorearme de esa persona. Voy a estar agradecido con Dios porque mi propia vida no está marcada así por el pecado”. Entonces, los levanta. Y esté dispuesto a agacharse para levantar a alguien sabiendo que usted podría ser el que necesita ser levantado. Y tarde o temprano así será, aunque su pecado quizás no sea el mismo que ese, habrá un pecado también del cual usted también necesitará ser restaurado.  

Segundo punto, el primero es “levántelos”; el segundo, “sosténgalos”, sosténgalos. Y eso está en los versículos 2 al 5. Es un pasaje hermoso. “Sobrellevad los unos las cargas de los otros y cumplid así la ley de Cristo”. La palabra sobrellevad significa cargar, sostener. Lo que sea que realmente es una carga, sosténgalo para ellos. Ahora, dice usted: ¿Qué quiere decir él con esto, sobrellevad los unos las cargas de los otros? La idea de nuevo es el caminar. Este hombre va por el camino y él se cae. ¿Qué lo hizo caer? Bueno, él tenía algo que era demasiado pesado y lo aplastó. Y él se cayó. Y si usted se puede imaginar eso, una caminata larga y una carga, y de pronto, la carga se vuelve aplastante y se cae el hombre.  

Y usted dice, ahora que lo ha recogido, usted va a tener que colocarse debajo de eso y va a tener que ayudarle a cargar esa carga. Ahora, ¿cuál es esa carga? Bueno, yo creo que es, sea cual sea la debilidad que esté en esa persona espiritualmente, que amenaza inducirlo a caer en pecado. Sea cual sea el tipo de apertura que hay ahí en este tipo de, bueno, de su vida, sea cual sea la entrada que Satanás pueda encontrar, sea cual sea la debilidad de personalidad, o sea cual sea lo que tiende a ser su talón de Aquiles, es donde usted tiene que colocarse y cargar la carga, porque él no puede cargarla solo.   

Tantas veces una persona va a pecar, se va a arrepentir, ser perdonado y va a ser traído de regreso a la comunión. Y después, nadie se molesta por colocarse debajo de la carga y después están cargando la misma carga de tentación en la misma circunstancia difícil que estaban cargando antes. Y simplemente, vuelven a caer. Un hombre vino a verme, un joven, que dijo: “Yo,” él estaba desencajado, estaba turbado. Él tenía lágrimas. Y me dijo: “He entregado mi vida a Cristo”. Pero dijo: “Fui un homosexual antes de que era salvo”, y dijo, “he tenido problemas terribles”. Él dijo: “Sigo tropezándome de regreso y metiéndome en relaciones”. Y él dijo: “Y me arrepiento, y le doy la espalda eso, y le pido a Dios que me perdone”, y dijo: “Y después, voy y lo vuelvo a hacer”. Y simplemente, era una situación terrible, destructiva.   

Bueno, realmente no sabía cómo ayudarlo. Entonces, simplemente ahí, en el momento, le dije: “Muy bien, te voy a decir lo que quiero que hagas. Cada vez que tú tengas una relación homosexual en las siguientes dos semanas…”, los homosexuales pueden tenerlas con mucha frecuencia, “y cada vez que tú cultives pensamientos impíos en esa área, quiero que lo escribas en un párrafo completo y me lo expliques. Cada vez que lo pienses y cada vez que lo hagas, simplemente escríbelo. Y en las próximas dos semanas, cuando nos veamos, puedes enseñarme la lista entera”. Y él, en cierta manera, le sorprendió que yo dijera eso, y yo simplemente le hice que me prometiera hacer eso.  

Y entonces, dos semanas después, él regresó y él tenía esta sonrisa enorme en su cara. Y él entró por la puerta y después de que me dijo: “Hola”, dijo: “No tengo nada que escribir. No hice nada”. Yo le dije: “¿En serio?” Él dijo: “Sí, esa es la primera vez, es la primera vez, dos semanas”. Yo dije: “Bueno, ¿cuál es la diferencia?”. Él dijo: “No quiero decirte lo que hice”. Esa es una manera de cargar su carga, ¿no es cierto? Usted carga su carga al forzar una rendición de cuentas en él.   

Hay muchas maneras en las que usted puede cargar la carga de alguien más, hay muchas maneras de llevar la carga de alguien. No puedo decirle a cuántas personas yo le he dicho: “Ahora, si crees que tienes un problema en esa área y te ves tentado en esa área, mira, esto es lo que sugiero que hagas”, o aquí está, tomo el teléfono y hago una llamada y hago que alguien le cargue la carga contigo, y no sé cómo usted hace eso. Básicamente, es al estar cerca de alguien y hacer que rindan cuentas, esa es la manera en la que lo veo.   

No conozco otra manera de cargar las cargas de la gente, fuera de estar cerca de ellos y hacer que rindan cuentas. Pero hay más restauraciones, más que tan solo decirle a un hombre, debes estar caliente y lleno. Usted sabe, digo, vamos a dejarte entrar de regreso, ahora estás bien; y después la persona todavía está luchando con la misma carga, porque nadie está ahí abajo, ayudándole a cargar esa carga hasta que eventualmente, se aligera en el proceso de la obediencia espiritual.  

Y, por cierto, no solo les diga, usted sabe, como tantos les dicen, Salmo 55:22 o algo así, en donde dice: “Echa sobre Jehová tu carga y Él te sustentará” o 1 Pedro 5:7: “Echando toda vuestra ansiedad sobre Él”. El Señor quiere hacer eso a través de usted y yo. Tenemos que cargar las cargas de manera mutua, y observe al final del versículo 2, si es tan amable, que esto cumple la ley de Cristo. ¿Sabe usted de la ley de Cristo? Ciertamente, usted conoce la ley del Antiguo Testamento, ¿verdad? ¿Qué es la ley de Cristo? Muy clara, Juan 13:34-35: “Un nuevo mandamiento os doy –dijo Cristo– que, ¿qué?, os améis unos a otros”. Entonces, ¿cuál es la ley de Cristo? Es la ley del amor, es la ley del amor. Y el amor levanta y el amor sostiene. Santiago la llama la ley real. Es llamada la ley perfecta de la libertad y es nuestra responsabilidad. Ser alguien que carga cargas es nuestro ministerio, unos a otros. Y francamente, la mayoría de los cristianos no hacen esto.   

Yo me hago la pregunta y le hago la pregunta a usted, ¿a quién en este momento le está ayudando usted a cargar la carga de la tentación y la debilidad? ¿Alguien? ¿Alguien a quien usted está nutriendo? ¿Está cargando usted la carga de alguien? ¿Está usted en el proceso de restaurar a alguien? Es tan fácil para nosotros estar tan distantes. Dice usted: “Bueno, a mí no me gusta meterme ahí abajo. Podría ser afectado por eso y soy muy espiritual, simplemente, no quiero manchar lo puro”. Bueno, el versículo 3 es para usted: “Porque el que se cree ser algo, no siendo nada”, ¿no siendo qué? Nada, “a sí mismo se engaña”. Básicamente, ese versículo es un versículo maravilloso de antropología. Dicho de manera simple, el hombre es ¿qué? nada. Nada, eso es lo que dice. Saque usted todas las frases que modifican “no somos nada”.   

¿Qué está protegiendo? De cualquier manera, usted no es nada, si lo mejor de nosotros es el primero de los pecadores, ¿qué somos? No somos nada. Eso es lo que él está diciendo. Y no estoy diciendo esto en términos de negar la imagen de Dios en nosotros, simplemente estoy diciendo en términos de tener que promovernos a la gloria, de tener que pensar con un alto concepto de nosotros mismos, eso es completamente opuesto, no somos nada. Todo lo que somos, ¿somos por qué? Por la gracia de Dios. Y entonces, ¿quiénes somos para estar tan engañados que no podemos entregarnos a cargar la carga del débil?   

Y entonces, no evitamos a la gente cuando honestamente están deseando hacer lo que es lo correcto y quieren arrepentirse y quieren ayuda. Esperamos recibirlos de regreso, los recibimos de regreso y nos colocamos debajo de la carga y la cargamos con ellos. Y si usted piensa que es demasiado bueno para hacer eso, está tan equivocado, está tan engañado. ¿Sabe usted por qué piensa eso? Porque su estándar de comparación está equivocado.  

Cuando yo pienso que soy mejor que alguien más es porque me estoy comparando con alguien más. Y siempre puedo encontrar a personas que, usted sabe, son peores que yo. Digo: “Si tan solo quiero sentirme mejor que otras personas, lo único que tengo que hacer es ver a un borracho ahí en la calle y me siento fabuloso”, no hago eso. Usted siempre puede encontrar alguien peor que usted. Pero eso es de lo que Pablo estaba hablando en 2 Corintios 11, cuando él dijo: “No somos aquellos que se comparan con nosotros mismos, nos comparamos con nosotros mismos”. ¿Quién es nuestro estándar? Cristo, 1 Juan 2:6: “Si decimos que permanecemos en Él, debemos andar como Él anduvo”. Entonces Cristo es el estándar, nos comparamos con Cristo. Adivine cómo terminamos. Salimos abajo. Entonces, eso no nos engaña. Entonces, compárese con Cristo. Y entonces él dice: “Levántenlos, sosténgalos”. Y si usted piensa que es demasiado bueno para eso, está engañándose a sí mismo.  

Y después, en el versículo 4, él añade otro, versículo 4 y 5, otra pequeña cosa aquí que realmente nos confronta: “Pero cada uno pruebe su propia obra”. Oigan, ¿sabe una cosa? Puede decir que está trabajando para el Señor y puede tratar de decir que es espiritual, pero usted va a tener que probarlo, usted va a tener que probarlo, entonces va a poder regocijarse en sí mismo. Él dice, en otras palabras: “Algún día va a tener que estar ahí solo verificando su afirmación de ser espiritual”. Y creo que los versículos 4 y 5, creo que nos llevan al Tribunal de Cristo, al bema, el tiempo en el que los creyentes van a ser recompensados.   

Apocalipsis 22:12: “He aquí, yo vengo pronto y mi galardón está conmigo para dar a todo hombre según su obra”. Creo que eso es lo que vemos aquí. Todos vamos a tener que ser probados. Segunda de Corintios 5: “Todos compareceremos ante el Tribunal de Cristo para recibir las cosas hechas en el cuerpo, sean buenas o malas”. Primera de Corintios 3: “Nuestras obras son madera, heno u hojarasca, oro, plata, piedras preciosas”, y la madera, heno y hojarasca van a ser quemados. Y creo que ahí es donde tenemos los versículos 4 y 5. Cada uno de nosotros va a tener que probar su propia obra y se va a regocijar en sí mismo y no en otro.   

En otras palabras, vendrá un día de prueba y entonces, en ese día, versículo 5 dice: Todo hombre cargará su propia carga”. Entonces, más vale que ahora se coloque bajo la carga de alguien más, de lo contrario usted va a cargar su propia carga algún día por no haber hecho eso, y la pérdida de recompensa. Por cierto, las dos palabras para carga aquí son diferentes, la carga del versículo 2 es la palabra muy, muy fuerte, βάρος (baros) significa un peso muy pesado; y la palabra en el versículo 5, hermosa, φορτίον (portion) significa una pequeña maleta de la espalda. Eso es maravilloso. El pecado es una carga pesada, pesada. Perder una recompensa es tan solo una mochila de espalda. Entonces, no quiero que piense que algún día vamos a enfrentar a Jesucristo y vamos a estar bajo este peso aplastante; es una carga pequeña, no obstante, es una carga.   

Algún día usted va a tener que llevar su propia mochila en la espalda por haber fracasado en probar su espiritualidad, si no está dispuesto a colocarse bajo la carga pesada, pesada de alguien más y ayudarlo a cargarla. Finalmente, recójalos, sosténgalos, edifíquelos. Versículo 6: “Aquel que es instruido en la Palabra comparta con aquel que lo instruye toda buena cosa”. Ahora, usted se ha vuelto el maestro y la persona a quien usted está restaurando se ha vuelto el alumno. Algunas personas han usado este versículo para indicar que un predicador que predica o enseña debe ser pagado y toman el término “buenas cosas”, ἀγαθός (agathos), para referirse a dinero, y lo que está diciendo es que quien le enseñe usted la Biblia debe pagarle. No.  

Ahora, no estoy aquí para discutir contra eso. Como hecho, ese es un hecho. Preferiría acudir a 1 Corintios 9 para apoyarlo, no este texto porque no creo que está hablando de eso, ¿por qué meter un versículo aquí acerca de pagar a alguien que es un maestro? La palabra, buenas cosas, ἀγαθός (agathos), escuche con cuidado, nunca es usada en la Escritura para referirse a dinero. Nunca. Entonces usarla de esa manera en este versículo es algo más bien arbitrario. Hay dos palabras para bueno, buenas cosas, καλός (kalos), bondad en forma. Bondad en forma; ἀγαθός (agathos), bondad en esencia, y esto es ἀγαθός (agathos). Y significa esencia espiritual o excelencia espiritual. Por ejemplo, Romanos 10:15, habla de predicar las buenas cosas, la proclamación de las buenas cosas, mismo término. Es usada dos veces en Hebreos, una vez en el capítulo 9, versículo 11; una vez en el capítulo 10, versículo 1, y de nuevo, se refiere a las buenas cosas del reino de Dios, excelencia espiritual.   

Si usted quiere saber la mejor manera de traducirlo sería esta: Que aquel que es enseñado en la Palabra comparta con el que enseña en todos los bienes espirituales. Eso es realmente lo que está diciendo literalmente. ¿Qué está diciendo él? Oh, ese es un pensamiento hermoso. Ahora, en el proceso de restaurar a esta persona, ustedes que enseñan y ustedes que están siendo restaurados, compartan de manera mutua en todos los beneficios espirituales. En otras palabras, es un tipo de proceso de edificación continuo, recíproco, interactivo, ¿no es cierto? Usted está edificando, está edificando, usted está edificando, asegurándose de que el hermano que está pecando se somete al hermano que está enseñando, y comparten juntos en todos los beneficios espirituales.   

Y entonces, este es el proceso de reconstruir una vida y reconstruir es clave después del pecado. Entonces, ¿qué estamos aprendiendo? Levántelos y después sosténgalos, fortalezca su debilidad y después edifíquelos porque usted no quiere estar bajo esa carga toda su vida, y usted no quiere tampoco que estén ellos bajo esa carga. Entonces, métase en el proceso de compartir todo beneficio espiritual que va a producir fortaleza, ese es el proceso. Entonces, Pablo nos llama al ministerio de la restauración. Sobrellevad los unos las cargas de los otros y cumplid así la ley de Cristo, la cual es la ley de –¿Qué?– del amor.   

Padre, te damos gracias ahora porque nos has estado enseñando en estos días acerca de nuestra semejanza a un niño. Y cuánto nos necesitamos los unos a los otros. Debemos ser cuidados como niños, protegidos como niños, disciplinados como niños. Necesitamos ser perdonados como niños, levantados, sostenidos y edificados. Padre, realmente no deseamos ser únicamente oidores de la Palabra y de esta manera engañarnos a nosotros mismos, sino hacedores.   

Danos, el ministerio de la restauración. Y muéstranos cómo hacerlo. Muéstranos cómo encontrar las debilidades en la gente que nos rodea y edificarlos. Ayúdanos cuando nos encontramos con alguien que se cayó, que podamos restaurarlos de manera completa, y ayúdanos, Señor, cuando caemos a buscar a alguien que puede restaurarnos también. Que en lugar de que los espirituales estén menospreciando a los que se han caído, y que los caídos estén envidiando a los espirituales, y que haya división, que los dos puedan caminar uno al lado del otro, fortaleza-debilidad, para tu gloria. Oramos en el nombre de Cristo. Amén. 

 

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