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El 14 de febrero de este año, nuestro diario local, el Daily News, reportó una historia acerca de Rex and Teresa LeGalley de Albuquerque, Nuevo México. Ellos se casaron recientemente y dijeron que habían construido su matrimonio sobre un cimiento sólido, un cimiento que les garantizaba éxito en el matrimonio. ¿Cuál fue ese cimiento? Un acuerdo prenupcial de 16 páginas. En ese acuerdo de 16 páginas habían expresado con detalle un entendimiento de todo lo que puede salir mal en un matrimonio.

Las reglas estaban todas establecidas: con qué frecuencia harían el amor y qué gasolina comprarían. Quién haría la lavandería y quién estaría a cargo del jardín. Algunas de las reglas: nada se debe quedar en el piso durante la noche. Otra, nunca dejar que la gasolina en el auto bajara de medio tanque y así y así continuaba. Un cimiento sólido para un matrimonio, ciertamente eso garantiza un gran matrimonio. Y de manera típica, las personas creen que un gran matrimonio se garantiza por estar enamorados. Si la gente tan sólo está enamorada, no se necesitan reglas. Si tan sólo se aman el uno al otro, si tan sólo está la emoción del romance. Pero es tan difícil definir esa emoción.

Recientemente se hizo una encuesta entre niños acerca del amor. Niños observando al mundo adulto. Se les hizo una serie de preguntas. Permítame compartir algunas de las respuestas. Se les preguntó: ¿cómo es que se conducen de manera típica las personas enamoradas? Wendy, de ocho años, dijo: “Bueno, cuando una persona es besada por primera vez se cae y no se levanta por lo menos en una hora.” Se les hizo otra pregunta: “¿por qué sucede el amor entre ciertas personas? Andrés, de seis años, dijo: “Bueno, una de las personas tiene pecas y encuentra a otra persona que también tiene pecas.” May, de nueve años, dijo: “realmente nadie está seguro de por qué sucede pero hoy que tiene algo que ver con cómo hueles. Y esa es la razón por la que el perfume y el desodorante son tan populares.” Y después, estaba Manuel de ocho años, que dijo: “creo que te deben disparar con una flecha o algo así, pero nuestro no debe ser tan doloroso.”

Después, se les preguntó cómo creen que era enamorarse. Juan, de nueve años de edad dijo que era como una avalancha, que tenías que correr por tu vida. Glenn, de siete años, dijo “si enamorarse es como deletrear una palabra una palabra, no lo quiero hacer. Toma mucho tiempo.”

En la importancia de cómo se ve uno en el amor, se le preguntó a los niños qué tan importantes es cómo te ves cuando hablamos de enamorarte. Anita, de ocho años, dijo “si quieres ser amado por alguien que no está ya en tu familia, no afecta el ser hermosa.” Brian, de siete años dijo: “no importa cómo te ves. Mírame. Yo soy muy guapo y todavía no me he casado con nadie.” Christine dijo: “mientras que la belleza es algo superficial, lo rico que eres puede durar mucho tiempo.” Después, a los hijos se les preguntó por qué es que los que se aman se toman de las manos. Gavin, de ocho años dijo que querían asegurarse que sus anillos no se cayeran, porque pagaron mucho dinero por ellos. Juan, de nueve años, dijo que estaban simplemente practicando “para cuando algún día tengan que caminar por el pasillo y hacer todo eso del matrimonio santo.”

Después hubo algunas opiniones confidenciales generales acerca del amor que pensé que son interesantes. David, de ocho años de edad dijo “el amor te encontrará aun cuando están tratando de esconderte de él. Yo he estado tratando de esconderme de él desde los cinco años de edad , pero las niñas continúan encontrándome.” Regina, de 10 años de edad dijo: “no me apuro por enamorarme, ya para mí es bastante difícil el cuarto año de primaria.” Luego se les pidió que hicieran algunas sugerencias acerca de maneras seguras en las que uno puede enamorarse. Dell, de seis años de edad dijo “dile que eres dueño de muchas tiendas de dulces.” Camila dijo “mueve tus caderas y espera lo mejor.” Bart, de nueve años de edad, dijo que un modo de hacerlo es invitarla a comer y asegurarte que coma algo que le gusta. “Las papas fritas siempre funcionan para mí.”

Después se les preguntó cómo pueden saber si dos adultos que están comiendo en un restorán están realmente enamorados. Bobby, de nueve años dijo: “Ve si el hombre paga la cuenta.” Park, de nueve años de edad dijo: “lo que se aman se ven el uno al otro hasta que la comía se enfría. Otras personas comen.” Y así siguen. ¿Cómo hacer que el amor dure?, se les preguntó. Dick, de siete años de edad, dijo “pasa la mayor parte de tu tiempo amando en lugar de ir a trabajar. Denton, de ochos años de edad, dijo “no te olvides el nombre de tu esposa. Eso arruinaría el amor.” Glen, de ocho años dijo “besa bien, podría ayudar a que tu esposa se olvide que nunca sacas la basura.”

Bueno, es muy simpático cuando usted le pregunta a esos niños acerca del amor y encuentra alguna definición significativa. Pero siendo honestos, no estoy seguro de que los adultos lo definirían de alguna manera mejor, ¿usted sí? Entender cómo hacer que el romance dure de manera permanente es un gran desafío. A pesar de la dificultad de hacer eso, a pesar de la dificultad de hacer que un matrimonio funcione y tratar quizás de entenderlo en un acuerdo prenupcial de 16 páginas o lo que sea. A pesar de todos los divorcios, a pesar de todas las dificultades, necesitamos recordar que el 96% de todos los hombres y el 94% de todas las mujeres dirán “acepto.”

Después, la mayoría de ellos, tarde o temprano nuestra cultura, dirán “no acepto” y se divorcian. Pero la realidad es que más del 90% de la gente todavía busca el matrimonio. La triste realidad es que no pueden hacer que funcione; y el colapso del matrimonio y las relaciones familiares ciertamente son predecibles en nuestra cultura. Realmente, no nos debe sorprender mucho eso. Me gustaría que pase en su Biblia a 2 Timoteo por un momento y podemos ver ahí, al menos en parte, lo que hace que el matrimonio sea tan difícil.

En 2 Timoteo capítulo 3, versículo 1 dice: “Pero también debes saber esto: que en los días postreros vendrán tiempos peligrosos.” Ahora, los días postreros comenzaron cuando el Mesías llegó, entonces estamos en los días postreros, en lo postrero de los días postreros y aquí es cómo describe a la gente en estos días. “Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios.” Ahora, usted podría detenerse ahí y entender que la gente que se ama a sí misma, que ama al dinero, que son jactanciosos y arrogantes van a tener dificultades en cualquier relación sostenida, ¿no es cierto?

Y no sólo eso, son “blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables.” Y por cierto, la palabra no amoroso es astorgoi y en el griego significa que carecen de un amor familiar normal. Una de las características de la desintegración de los postreros días es la muerte del amor familiar. Son “calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios.” No son amorosos, astorgoi. Carecen de amor familiar normal. Están tan involucrados en su propio amor personal y en su propia satisfacción personal.

Hicimos la pregunta y es apropiado hacer la: ¿hay alguna esperanza para un matrimonio cuando el matrimonio está siendo atacado por este tipo de mentalidad de los postreros días, cuando es atacado por fuera por la cultura inmoral impía en la que vivimos, cuando es atacado por dentro por la batalla de los sexos, una mujer tratando de adquirir la ascendencia y dominar a un hombre y un hombre tratando de oprimir y controlar a una mujer? ¿Pueden matrimonio ser rescatado en medio de todo eso? Aquí estamos peleando por dentro, peleando por fuera, peleando en términos del tiempo en el que vivimos, cuando la profecía está cumpliéndose.

¿Hay alguna esperanza? La respuesta la encontramos en Efesios 5, así que puede pasar a ese texto. Ese es un texto de base para nosotros conforme continuamos en nuestro estudio del plan de Dios para el matrimonio y la familia; y estamos recordando aquí, en Efesios capítulo 5, que para que un matrimonio sea lo que debe estar, hay algunos prerrequisitos. Él comienza a discutir el matrimonio en el versículo 22 con las esposas; y después, en el versículo 25, con el marido. Y después, en el capítulo 6, versículo 1, los hijos. Y después, en el versículo 2, un poco más acerca de los hijos, cómo honran a su padre y a su madre. Y también en el versículo 3. Y después, en el versículo 4 él habla de los padres, sin duda incluyendo también a los padres.

Entonces, conforme él entra a la idea completa del matrimonio y la familia en el versículo 22 y sigue hasta el capítulo 6, comenzamos a ver los detalles. Pero antes que vengan los detalles, los preliminares están en los versículos 18 al 21 y se nos recuerda que en el versículo 18 dice que debemos “ser llenos del Espíritu”. Se llenos del espíritu, ser controlados por el Espíritu Santo es la única esperanza para que el matrimonio sea lo que Dios quiere que sea. Dios puede convertir la maldición en una bendición como Él lo dijo en Nehemías 13:2. Y Él lo hace mediante poder del Espíritu Santo que mora en la vida de los creyentes.

Sólo los creyentes realmente tiene la posibilidad de tener este tipo de relación satisfactoria en el matrimonio y la familia, porque sólo los creyentes poseen el Espíritu Santo y por lo tanto, están llenos del Espíritu, son dominados por el Espíritu, son controlados por el Espíritu. En segundo lugar, en el versículo 19, debe haber canción, hablando entre vosotros en salmos, himnos y cánticos espirituales cantando y alabando al Señor en nuestros corazones. Esto indica un corazón contento, un corazón gozoso, un Espíritu que se regocija. En donde usted tiene una persona llena del Espíritu, en donde usted tiene un corazón lleno de gozo, usted tiene esperanza de una buena relación.

Después, el versículo 20 dice: “dando siempre gracias a Dios por todo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo al Padre.” No importa lo que sucede, no importa lo que sale mal, no importa cómo pueda ser malinterpretado, maltratado en un matrimonio, su corazón está lleno de nada más que gratitud, inclusive por sus pruebas, porque usted sabe que vienen de Dios y tienen una obra perfeccionadora.

Ser lleno del Espíritu, estar cantando desde las profundidades de su corazón con gozo, estar agradecido por todo y después, en el versículo 21 “Someteos el uno al otro en el temor de Cristo.” Tener una actitud de sumisión mutua en la cual usted considera a otros mejor que usted. Ésos son los prerrequisitos espirituales para un matrimonio exitoso. Lleno del Espíritu, cantando, agradecido y sometiéndose. Y vimos esas con cierto detalle hace unas semanas atrás.

Ahora, después de esas realidades generales, espirituales que son discutidas en el versículo 22, Pablo entra en la función de las esposas. “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es Su cuerpo, y Él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.” Discutimos cómo Dios ha diseñado esta función maravillosa de sumisión para la mujer en el matrimonio. Y por Su diseño, el matrimonio puede ser satisfecho, puede ser satisfactorio, cuando esa función es asumida con gozo.

Ahora, al llegar el versículo 25, nos embarcamos con los maridos. “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.” Por el momento, vamos a detenernos ahí.

Un claro principio es presentado en el versículo 25: la responsabilidad del marido consiste en amar a su mujer. No dice dominarla; él ya tiene esa tendencia, inclusive en una tendencia a dominarla, a controlarla, a mandarla. La maldición es eso. A él se le dice aquí que debe amarla. Ella se está sometiendo a él, él debe expresar amor a ella. Es el liderazgo de cuidado. Sí, él es la cabeza de la mujer, como Dios en la cabeza de Cristo y Cristo es la cabeza del hombre, como dice 1 Corintios 11. Él está por encima de ella, ella debe llamarlo señor, como aprendimos en 1 Pedro capítulo 3. Él es el vaso más fuerte, como dice Pedro. La responsabilidad de él consiste en proveer dirección y provisión y liderazgo. Pero es en un contexto de amor, siempre en un contexto de amor.

Colosenses, capítulo 3, versículo 19 dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas.” Siempre existe el peligro de la pérdida del amor y el marido se convierte en un tirano. Cuando el amor no es el contexto de esa relación, un tirano comienza a emerger. Y entonces, es el liderazgo del amor… es el liderazgo del amor, es la guía del amor, es la guía del afecto.

Ahora, quiero que veamos más de cerca lo que Dios quiere decir en este mandato, porque es presentado de una manera tan magnífica. Hablemos de la manera de este amor. De regreso al versículo 25: “maridos, amad a vuestras mujeres.” ¿Cómo? “Así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella.” Eso es bastante claro. Es el amor del sacrificio personal. No es el amor del dominio. Ustedes deben amar a sus mujeres así como Cristo ama a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella. Esa es la manera del amor, el mismo tipo de amor que Cristo le extendió a Su Iglesia. En Hechos 20, dice que Él compró a la Iglesia con Su propia sangre. En Romanos 5:8, lo describe derramando Su amor en Su muerte por pecadores indignos. En Romanos 8, es un amor inmutable, inmortal. Él nos ama con un amor del cual nunca podemos ser separados.

Juan Crisóstomo, el gran predicador, dijo, y cito: “oye la medida del amor, si es necesario que entregues tu vida por ella o seas cortado en pedazos mil veces o soportar lo que sea, no te rehúses. Cristo trajo a Su Iglesia a Sus pies por Su gran cuidado, no por amenazas ni nada por el estilo. Así también, condúcete a ti mismo para con tu esposa.” Fin de la cita.

Con frecuencia, he escuchado a personas, que supongo que tienen buenas intenciones cuando lo dicen, que dicen acerca de su esposa: “la amo demasiado.” A lo cual, usted puede responder rápidamente “¿la amas tú tanto como Cristo amó a la iglesia?” Si no la amas así, entonces no la amas lo suficiente.” Ése es el estándar. Esta elevación y compromiso con una esposa era francamente revolucionaria en el mundo romano como es revolucionario en nuestro mundo actual. Catón, un escritor romano, dijo “si sorprendes a tu esposa en un acto de infidelidad, mátala sin juicio. Pero si ella te sorprende, ella no debe atreverse a tocarte con su dedo. Ella no tiene derecho.” Fin de la cita. Es un estándar doble serio. Un hombre tenía control total sobre la población femenina, tanto sobre su esposa como sus hijas, y podía quitarle la vida en cualquier momento, sin ningún recurso legal.

Cuando Pablo les dice a los maridos que amen a sus esposas y sacrifiquen sus vidas por ellas como Cristo se entregó por Su Iglesia, esto es francamente una idea revolucionaria. Es revolucionaria en la actualidad, en donde usted tiene una manera de pensar en la cual un hombre en esencia dice “siempre y cuando tú cumplas con lo que yo quiero en la vida, tú puedes ser mi esposa. Y cuando tú dejes de hacer eso, voy a encontrarme a alguien más,” ¿verdad? Así es como funciona en la actualidad. Lo que Dios dijo a través de Pablo fue un shock en ese entonces; y es un shock en la actualidad.

En esa cultura, las mujeres eran consideradas de manera diferente de lo que es en la actualidad. Ella eran consideradas menos que humanas. Eran consideradas como esclavas, bestias de carga, en muchos casos. No tenían derechos en absoluto. Y los hombres cumplían con la maldición ejerciendo de manera plena un tipo de dominio vicioso, un tipo de liderazgo vicioso y dominio sobre las mujeres en general. Y Pablo dice “deben intercambiar eso en Cristo por un amor que es el tipo de amor con el cual Cristo también amó a la iglesia y lo hizo entregarse a sí mismo por la Iglesia.” Es un amor de sacrificio personal. Es un amor de abnegación, humilde.

Pedro define aún más este amor sin siquiera utilizar la palabra. Observe 1 Pedro capítulo 3. Caballeros, es importante que entendamos esto y debemos cubrir todos los textos que se relacionan con esta idea. En 1 Pedro capítulo 3, versículo 7, todos nos podemos regocijar en el versículo 6 cuando Sarah obedeció a Abraham y le llamó ‘señor’. Y las mujeres deben hacer lo mismo. ¿Pero que tal el versículo 7: “asimismo vosotros, maridos, vivid con ellas sabiamente dando honor a la mujer como a vaso más frágil, como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.”? ¡Qué gran declaración!

Ahora, aquí hay varias cosas aquí, y simplemente para recordarle, permítame darle tres “C”, caballeros, que deben recordar. Una, consideración. Vivan con sus esposas sabiamente. Esto es lo opuesto de la mentalidad del cavernícola, la mentalidad del macho, la mentalidad independiente, la mentalidad egoísta. Esto es entendimiento, sensibilidad, satisfacer las necesidades de ella, entender sus sentimientos, sus temores, sus ansiedades, preocupaciones, metas, sueños, deseos. Eso es lo que quiere decir. Vivan con sus esposas de una manera comprensiva. Algunas veces, se resume en escuchar, ¿no es cierto? Entienda el corazón de ella, porque no puedes expresarle tu amor a ella menos de que sea un amor que se sacrifica, que satisface sus necesidades; y usted tiene que conocer cuáles son esas necesidades.

No sólo consideración, sino que aquí hay una palabra antigua: caballerosidad. Él dice en el versículo 7 que vivan con ella no sólo sabiamente sino también dando honor a ella como vaso más frágil, porque ella es una mujer. ¿Qué significa eso? Simplemente significa que son físicamente diferentes. No son iguales. Ella es más débil, usted no le dice a ella ‘después de que cambies la llanta, con gusto te llevo a la tienda’. Usted entiende que hay una debilidad física en una mujer. Dios la ha diseñado a ella de tal manera para que esté bajo la fortaleza y protección de un hombre. Ella necesita nuestra fuerza fortaleza.

Consideración, vive con ella sabiamente, caballerosidad, trátala como a vaso más frágil, sé su fortaleza en el lado físico y después, en tercer lugar, comunión; comunión. Trátala con honra como coheredera de la gracia de la vida. Los hombres y las mujeres son físicamente diferentes. Espiritualmente, son iguales. Trátala como un igual espiritual. Me encanta lo que dice en el Cantar de Cantares cuando el hombre dice: “ésta es mi amada,” y la mujer dice: “éste es mi amado, mi amigo.” Un sentido profundo de intimidad de compartir al mismo nivel las cosas espirituales. Pedro nos da algunas cosas directas, caballeros, si vamos a ser los maridos que Dios quiere que seamos. Debemos entender a nuestras esposas, entendiendo sus necesidades, entendiendo sus sentimientos, entendiendo qué es lo que ellas anhelan y desean. Debemos vivir con ellas proveyendo nuestra fortaleza, fortaleza física, fortaleza emocional, fortaleza de virtud, todas esas cosas podrían ser añadidas. Y debemos tratarlas con comunión, como iguales espiritualmente.

Debemos amar a nuestras esposas. Ese es un mandato. Usted no puede decir “bueno, ya no la amo,” sin confesar que usted ha pecado. Que usted ha pecado. Usted dice: “bueno, espere un momento, ¡usted no sabe cómo ella me ha tratado!” Ese no es el tema. Cristo amó a pecadores cuando ellos lo odiaban a Él. ¿No es eso cierto? Y ése es el modelo, es el estándar. No significa que ahí no hay emoción. Si usted verdaderamente ama, la emoción es rica, los sentimientos son emocionantes, la amistad es maravillosa. La definición bíblica realmente nos lleva a algunas profundidades imposibles de medir.

Regresemos a Efesios. Cuando comenzamos a hablar acerca de cómo debemos amar de esta manera sacrificial, realmente comienza a descender a un nivel profundo. En el versículo 25 dice: “Así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella.” ¿Puedo decirlo de una manera simple, caballeros? El marido lleno del Espíritu ama a su esposa no por lo que ella puede hacer por él, sino por lo que él puede hacer por ella. Así es como el amor de Cristo operó y opera. Él nos amó no porque haya algo en nosotros que le atrae; Él nos amó porque él determinó amarnos a pesar de que no somos atractivos. Él nos ama con un amor que no busca ser un tirano sobre nosotros, sino un amor que más bien busca satisfacer nuestras necesidades, entendernos, proveer fortaleza para nosotros.

No es cuestión de merecer. No hacemos nada para merecer el amor de Cristo. No fue porque éramos más deseables que otras personas que Él decidió tener afecto hacia nosotros. No merecemos Su amor. No hay nada atractivo en nosotros. Dios no ve al mundo y escoge a las personas que de alguna manera Él considera atractivas y lo motivan a expresar Su afecto hacia ellas. En absoluto. Dios nos ama, Cristo nos ama, supongo que como Oseas amó a Gomer. Él la vio como una prostituta. Él la vio desarrollar su prostitución profesional. Él la vio pasar por muchos amantes. Él la vio desnuda ahí en una esquina, siendo subastada, una prostituta que se estaba vendiendo para el mejor postor en el mercado de esclavos; y fue al lugar y la compró, no porque había nada en ella que fuera limpio y dulce y lleno de atracción y hermoso; sino porque en su corazón estaba el amarla a ella.

Y entonces, Dios amó a la Israel prostituida. Y entonces, Cristo ama a Su Iglesia aún antes de que sea Su Iglesia y de esta manera, determina expresar Su afecto a ellos. E inclusive después de que son Su Iglesia, y se prostituyen a sí mismos y se entregan a iniquidades, todavía los ama. Es un amor que nunca muere. Es un amor que no puede ser matado. Es un amor que es total y absolutamente de sacrificio personal.

Supongo que si hay una manera de caracterizar este amor sería decir que significa morir a ti mismo. Tráguese su orgullo, tráguese sus deseos personales, tráguese sus ambiciones personales, tráguese sus fantasías y sueños acerca de cómo la vida podría haber sido con alguien más o en otras circunstancias; haga a un lado todo eso. No significa nada. Sólo se reduce a la tentación. Y Amén a sus esposas con un amor que no conoce nada de sí mismo y sólo de ella y las necesidades de ellas y las preocupaciones de ella y el corazón de ella; y sacrifique su vida para el beneficio de ella.

Este es el tipo de amor, claro, para el cual el Espíritu de Dios nos da la capacidad de cumplir y compartir. El amor de Cristo ha sido derramado en nuestros corazones. El amor mismo que Cristo demostró hacia nosotros; participamos en ese amor. El fruto del Espíritu es amor. El Espíritu produce en nosotros este amor increíble. Primera de Pedro 1:22 dice: “debido a que en obediencia a la verdad han purificado sus almas, o han sido convertidos, ahora tienen un amor sincero; tienen la capacidad de amarse de manera fervorosa unos a otros, de corazón, porque han nacido de nuevo.”

Este es el tipo de amor que le pertenece sólo a personas que han nacido de nuevo. El mundo trata de aferrarse al amor romántico por la mayor de cantidad de tiempo que puede y eventualmente, dejan de tener los sentimientos y la vida se vuelve bastante mundana, bastante rutinaria, comienza a envejecer y algo fuera de su propio matrimonio puede verse mejor de lo que tiene en casa. Y no puede sostener ese amor y no puede aferrarse a ese amor porque no tiene una nueva naturaleza. Pero nosotros, que hemos nacido de nuevo, tenemos un amor sincero, un amor fervoroso debido a la simiente imperecedera de la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre que nos ha otorgado vida nueva. De tal manera no amó Dios que dio a Su Hijo. Cristo nos amó de tal manera que nos dio Su vida. Amamos a nuestras esposas al punto de sacrificarnos a nosotros mismos.

Pase a 1 Corintios, capítulo 13. En 1 Corintios 13, toda característica del amor es enlistada en ese capítulo en forma verbal. El amor no es algo estático. No es un sustantivo, un nombre en términos de lenguaje. Es un verbo. El amor actúa. El amor hace algo. “El amor,” versículo 4, “es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.”

Todos esos son verbos, así es cómo actúa el amor. Es paciente, amable, nunca es celoso, no se jacta, no es arrogante, no hace nada indebido, no actúa de una manera que abarata la situación o a la persona. Nunca busca lo suyo propio, no es fácilmente provocado, no recuerda lo mal que le hacen a él. No se regocija en la injusticia, sino que se regocija únicamente en la verdad. Todo lo sufre, cree lo mejor, espera lo mejor, soporta todo y nunca deja de ser. Ésa es la naturaleza del amor; y así es como debemos amar a nuestras esposas.

Siempre es un verbo, siempre está actuando para alguien. Se nos ha dado la capacidad de amar así por el Espíritu Santo. Debido a que hemos sido transformados y hemos nacido de nuevo, el Espíritu de Dios que ha venido a nosotros, hemos recibido el fruto del Espíritu el cual es amor; y podemos compartir ese amor. Aquel en quien el amor de Dios es perfeccionado, dijo Juan en 1 Juan 2, es aquel que ha nacido de Dios. Si usted es cristiano entonces, usted no puede venir y decir ‘bueno, lo siento, traté de amarla pero no tengo la capacidad.’ Sí, la tiene. Ese amor sobrenatural espiritual está ahí si usted escoge ejercerlo. Usted dice ‘bueno ¿y qué pasa si me trata mal y soy tratado mal de manera continua y ella es infiel y me deja y se va y encuentra a otro hombre y demás? En ese tipo de circunstancias, la Biblia tiene mucho que decir y hablaremos de eso conforme continuamos. Si llega un divorcio y hay una separación, un abandono, obviamente no puede expresar ya ese amor si ella escoge no estar aquí hay para recibirlo. Pero mientras que ella esté ahí, su responsabilidad consiste en dárselo a ella.

Y es un amor que no depende del objeto. No depende de la apariencia física. No depende de cómo se ven los músculos. Oigo tanto de eso en la actualidad o de la figura de alguien o de cómo alguien se ve. No depende de eso. Depende del atributo del que ama, del amante, del que ama. Y Pablo dice, tal como le leí, el amor no busca lo suyo, nunca quiere vengarse, nunca quiere devolver mal por mal. Dicho de una manera simple, el amor perdona todo lo que se comete contra él. La persona amorosa no lleva un registro de las cosas malas que le hacen.

Y le diré algo, ¿sabe lo que destruye a los matrimonios? La falta de perdón. El no perdonar. Si ustedes se perdonan de manera continua el uno al otro, todo el tiempo, no se lleva un registro de las cosas malas, no se acumula en una pared cada vez que alguien no perdona. Cada vez que alguien no perdona, otro tabique se levanta en el muro que comienza a separar a las dos personas. Nada es más importante en su matrimonio que el perdón. El perdón completo, instantáneo, espontáneo, de tal manera que nunca más se vuelve a mencionar. Y usted no puede acumular las actitudes devastadoras de amargura y venganza que destruyen una relación.

Cuando un hombre está lleno del Espíritu, cuando está tan lleno de gozo y gratitud a Dios por todo lo que Cristo ha hecho y cuando él ama a su esposa como a sí mismo, él va a sacrificarse a sí mismo por ella; y de esta manera, su autoridad será suave, cálida, afirmadora y segura. Y ella va a seguir, si es obediente al plan de Dios para ella.

Supongo, caballeros, que inclusive podríamos hacer la pregunta, ¿cuándo fue la última vez que usted hizo un sacrificio por su esposa? No estoy hablando de algo trivial, algo significativo. ¿Se ha crucificado a sí mismo, ha hecho algo a un lado por ella? Sé que muchos hombres están ansiosos por ser líderes y gigantes espirituales; y quieren aparecer como que están en control de todo y son el líder pío de la familia. Pero realmente, la verdadera espiritualidad, realmente es morir a uno mismo. Entonces, algunas veces es difícil reconocer al que verdaderamente es un líder espiritual fuerte en una familia porque es humilde, es humilde, está tomando su cruz diariamente, se niega a sí mismo, está muriendo a diario, está dispuesto a ser crucificado con Cristo, no está mirando por lo suyo propio, sino por lo de los otros, estimando a otros como mejores que a sí mismo. Él está haciendo a un lado sus deseos por los de ella. Y bien podría ser que él parece ser débil, cuando de hecho, él es fuerte.

Supongo que morir a uno mismo es el verdadero tema. En algún punto, a lo largo de su peregrinaje como cristiano, necesita aprender a morir a sí mismo de manera regular. Lo salva de ser defensivo, vengativo, hostil, de acumular la lista de cosas que se cometen en contra de usted. Cuando se olvidan de usted, o lo descuidan, o lo dejan de lado de manera deliberada y a usted le duele por el insulto de no haber sido tomado en cuenta, pero su corazón está contento y considera usted un privilegio el sufrir por Cristo, eso es morir a uno mismo. Cuando se habla mal de su bien, o cuando ella lo malinterpreta a usted o cuando sus deseos no le parecen interesantes a ella, cuando su consejo no es considerado y sus opiniones son ridiculizadas, y cuando usted es abusado, cuando usted es maltratado, mal entendido y se rehúsa a permitir que el enojo emane en su corazón o inclusive a defenderse a sí mismo, eso es morir a uno mismo.

Cuando usted de manera amorosa, paciente, tolera cualquier interrupción, cualquier irregularidad, cualquier molestia, cuando usted puede estar cara a cara con la necedad y el desperdicio y la extravagancia y la desconsideración y soportarlo como Jesús lo soportó, eso es morir a uno mismo. Cuando usted está contento con cualquier comida, cualquier ropa, cualquier clima, cualquier sociedad, cualquier interrupción o cualquier soledad, eso es morir a uno mismo. Cuando a usted nunca le preocupa referirse a sí mismo en una conversación o registrar o recitar sus buenas obras o buscar el reconocimiento, cuando usted verdaderamente puede amar y no ser reconocido por algo bueno, eso es morir a uno mismo. Cuando usted ve a alguien más prosperar, a alguien más que alcanza metas que usted desea y usted honestamente se regocija con esa persona en espíritu, y no siente envidia alguna y no cuestiona a Dios mientras que sus necesidades son mucho mayores y está en circunstancias desesperadas, eso es morir a uno mismo.

Y caballeros, cuando ustedes pueden recibir corrección y reprensión de sus esposas y someterse humildemente interna, como también externamente y no sentir rebelión y no sentir que el resentimiento está brotando en sus corazones, eso es morir a uno mismo.

Y eso es lo que a usted lo hace el líder que Dios quiere que usted sea en su hogar. Es cuando usted muere a sí mismo. La manera en la que debemos amar a nuestras esposas es la manera en la que Cristo amó a la iglesia. En primer lugar, es un amor sacrificial que demanda el morir a uno mismo. No es fácil, especialmente si usted es una persona fuerte, una persona segura, que confía en sí mismo, una persona capaz, una persona exitosa, una persona inteligente, una persona sabia, una persona respetada, es la persona que es un líder. El negarse constantemente a usted mismo es un desafío espiritual grande. Pero eso es a lo que Dios llama. Y cuando usted tiene un ambiente de amor y de negación de sí mismo, usted crea la atmósfera que una mujer anhela tener.

En segundo lugar, este amor no sólo es un amor sacrificial sino que es un amor purificador. Es un amor purificador. Y es muy importante que entendamos esto. Efesios, capítulo 5, debemos amar como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, versículo 26: “Para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.” Ahora, éste es un retrato hermoso aquí. Cristo amó a Su Iglesia con un amor sacrificial y con un amor santificador o un amor purificador. Él ama a Su Iglesia lo suficiente como para limpiarla. Él ama a Su Iglesia lo suficiente como para presentarla sin arruga ni mancha o algo semejante, sino santa e irreprensible.

¿Qué significa eso? Significa que Él busca la pureza de la Iglesia. Él quiere que la Iglesia, usted puede ver ahí la palabra en el versículo 27, en toda su gloria, endoxon, esto es en todo su hermoso esplendor. Lucas 7:25 lo traduce “vestida de manera hermosa,” como si fuera una reina. La belleza semejante a la de Cristo es de lo que está hablando. La belleza de la pureza, el esplendor de la santidad y la virtud. Sin mancha. Eso significa una mancha, sin arruga, o falla, rhutis en el griego. Arruga. Cuando Cristo toma a Su Iglesia para que sea Su esposa, entrega Su vida por Su Iglesia. Y después, Él busca la pureza de Su Iglesia. Cristo es el purificador de la Iglesia. Y así es como debemos ser hacia nuestras esposas. Debemos hacer todo lo que podemos para guiarlas a la santidad y a la pureza.

En Juan 13, Jesús le dijo a Pedro “el que está lavado sólo necesita limpiarse los pies. Pero está totalmente limpio y ustedes están limpios, pero no todos.” La idea de eso es simple y hermosa. En el oriente, el hombre se bañaba limpiándose de manera minuciosa y él sólo tenía que limpiarse periódicamente a lo largo del día, los pies. Aprendemos a partir de eso, claro, que como cristianos, cuando venimos a Cristo, nos bañamos, fuimos bañados. Pero conforme caminamos a lo largo del mundo en este día de nuestra vida, recolectamos polvo en nuestros pies y necesitamos una limpieza continua. Y aquellos de nosotros que estamos en Cristo estamos siendo purificados todo el tiempo, limpiados todo el tiempo, limpiados todo el tiempo, perdonados todo el tiempo.

En Juan 15, versículo 3: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.” Ya ha habido una limpieza. Ya ha habido un tiempo en el que usted ha sido limpiado a través de la Palabra, pero él inclusive procede a decir que se lleva a cabo una poda para mantenerlo limpio. Aquí en Efesios capítulo 5, es lo mismo, versículo 26: “para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra.”

Caballeros, si usted va a hacer algo en la vida de su esposa, expóngala a la Palabra de Dios. Tráigala para que esté expuesta a la Palabra de Dios para que la esté oyendo, para que ella sea limpiada de manera diaria, rutinaria. Para que como lo expresa Juan 15:2, el que viene antes del versículo que leí: “Él toma todo pámpano que lleva fruto y lo limpia para que dé más fruto.” Dios quiere purificar a los Suyos y un marido debe desear el purificar a su esposa. ¿Cómo lo hace? Al exponerla de manera constante a la palabra de Dios. Usted es el profeta en ese hogar, usted es el que debe traerla bajo la Palabra de Dios para que ella la escuche, para que ella sea limpiada, para que ella sea purificada. Juan 17:17 dice “santifícalos por Tu verdad, Tu palabra es verdad.” Es la Palabra que limpia.

En primer lugar, en su propio corazón y en su propia mente, usted debe asegurarse de que nunca guíe a su esposa a ningún pecado. Nunca la exponga a ninguna iniquidad. No la lleve a esas cosas que la van a tentar, no la lleve a una forma de entretenimiento que la va a exponer a sentimientos pecaminosos. No la irrite, no la amargue de tal manera que ella caiga en la tentación de enojarse. Y usted sabe qué es lo que le molesta, ¿no es cierto? Usted le puede decir: “¡Oh, eres igualita a…!” Complete la frase. “Mamá,” y usted sabe lo que eso produce. O puede arrastrar lo mismo del pasado que siempre produce la misma hostilidad cuando usted está listo para herirla realmente. No haga eso. Si usted busca la pureza de ella, si usted busca la santidad de ella, si usted busca que ella sea santa y sin mancha y sin arruga, que sea santa y limpiada e irreprensible, entonces usted nunca la va a llevar algo que producirá iniquidad. Usted nunca la va a exponer a algo que va a producir una fuerte tentación.

Por otro lado, usted va a traerle de manera constante la palabra de Dios. Usted puede hacerlo de varias maneras. Asegúrese de que esté aquí para oír la palabra de Dios y ella esté a su lado. Asegúrese de que le lda a ella la oportunidad de estar involucrada en algún estudio bíblico o lo que sea, para que pase el tiempo que necesita leyendo la palabra de Dios y siendo desafiada por libros o lo que sea, sermones o lo que sea. Asegúrese de que usted aliente esas cosas en su vida. Es tan triste que haya hombres que se me acercan y dicen ‘no sé qué pasó, pero de pronto mi esposa se fue y se fue con quien sea.’ Y con frecuencia tengo que decir ‘claro que tú entiendes que ése no es el principio de algo, es el fin de algo. Y es el fin de un patrón largo desarrollado de pecado hasta que finalmente termina en eso.’ ¿Qué es lo que has estado haciendo por discipular a tu esposa para que eso no suceda? Eso es liderazgo espiritual, como un coheredero, como una que es iguala a ti en Cristo. ¿Qué estás haciendo por fortalecerla espiritualmente? Tráigala bajo la predicación y la enseñanza sana de la palabra de Dios, expóngala a las grandes verdades de las Escrituras, llámela a la pureza, nunca haga algo que pueda llevarla a ser tentada. No la coloque en una posición de ser tentada.

Esa es otra razón por la que me preocupan tanto los hombres que mandan a sus esposas a trabajar en un mundo impío, porque son expuestas a tentaciones muy fuertes. Estar en ese tipo de ambiente de oficina con todos esos hombres exitosos, bien vestidos. Y ellas están también vestidas para ese ambiente, todo se ve bastante bien y llegan a casa y es un poco diferente, usted sabe de lo que hablo. Usted está ahí con sus pantalones sucios y su playera vieja y ella anda ahí caminando en una bata vieja y simplemente, no es lo mismo. ¿Por qué exponer a ella ese tipo de tentación que experimentará en ese ambiente?

¿Sabe lo que el Señor hace constantemente con Su Iglesia? Él dice: “Salid de en medio de ellos y,” ¿qué? “ sepárense, apartaos, no toquen lo inmundo.” Él siempre está tratando de sacar a la iglesia del mundo. No améis al mundo ni a las cosas que están en el mundo. Conozco el daño que van a causar esas cosas porque la amistad con el mundo es enemistad con Dios, dice Santiago; y el Señor siempre está tratando de sacarnos y apartarnos y no permitir que nuestra manera de pensar sea influenciada por el mundo.

En Romanos 12, nos es dado un mandato muy, muy directo con respecto a la mundanalidad. “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.” Sálganse de ese sistema. Salgan de esa manera de pensar. Y caballeros, ustedes tienen la responsabilidad de proteger la pureza de su esposa en todo frente y el lado negativo es evitar la tentación. Y el lado positivo es exponerla a la enseñanza y a la instrucción de la Palabra de Dios.

En Atenas, por ejemplo, cuando una novia era tomada, ella debía ser lavada en las aguas del río Calírroe, el río era sagrado para la gente y simbolizaba una limpieza de toda la contaminación previa y una entrada a una vida matrimonial pura. Y esa es la razón por la que tradicionalmente una novia usa un velo blanco la primera vez que se casa. Eso es para representar la pureza. El matrimonio debe ser una experiencia purificadora; toma a esta mujer y la separa de todas las demás para su esposo, una relación purificadora. El marido de ella entonces, asume la responsabilidad de mantener esa pureza. El amor de Cristo por Su Iglesia hace que Él desee mantener a Su Iglesia limpia. Y el amor que usted tiene para su mujer debe tener exactamente el mismo deseo.

Permítame decirle algo. Es bastante desafiante vivir con una mujer piadosa. Bastante desafiante. Yo sé lo desafiante que es. Es bastante desafiante vivir con una mujer que espera que usted viva todo lo que usted predica. Bastante ridículo, ¿no es cierto? Es muy desafiante vivir con alguien que tiene expectativas inmensamente elevadas para su virtud. Y usted podría decirse a sí mismo ‘¿Sabes una cosa?, podría divertirme mucho más si mi esposa no fuera tan quisquillosa.’ Pero al final, su corazón le dice: ¡qué privilegio, qué honor, qué gozo tener alguien que tiene estándares tan elevados de responsabilidad de rendición de cuentas espirituales para mí! ¡Qué bendición trae eso a su propia vida! Si una esposa puede traer eso a un marido, con toda seguridad en la función del marido, él tiene una mayor responsabilidad de llevarle eso a ella.

Segunda de Corintios 11:2, Pablo dice: “Os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.” Pablo dice ‘quiero que sean puros y estén entregados a Cristo, pero me temo que van a desviarse, que van a seguir a otros amantes.’ El verdadero amor siempre se preocupa por la pureza de su objeto. Cristo con Su Iglesia, Pablo con su congregación, un hombre con su esposa. Discipúlela, purifíquela, nunca la exponga a influencia impuras. La pureza de ella es su responsabilidad.

De hecho, inclusive dice en 1 Corintios capítulo 14, versículo 35: “Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.” Caballeros, debemos ser los maestros teológicos, debemos ser la fuente espiritual, debemos ser el depósito espiritual de Verdad, para que una mujer pueda venir y al oír la Verdad, ella pueda ser purificada.

Si usted realmente ama a su esposa, usted va a odiar cualquier cosa que la contamine. Cualquier cosa que robe la pureza de ella se va a volver para usted un enemigo aterrador. Cualquier supuesto amor que expone a un cónyuge a la impiedad es un amor falso. Un amor falso. Me acuerdo leer hace unos cuantos años atrás a un hombre en el ministerio que dijo: “mi esposa y yo leemos la revista Playboy juntos. Después de 18 años, necesitamos algo que estimule nuestra relación.” Usted se expone a eso, usted se expone a tentación vulgar y pecado y después, ¿expone a su esposa a eso? Usted ha hecho a un lado su responsabilidad de protegerla y purificarla. Cualquier supuesto amor que hace que alguien sea duro en el lugar de que sea refinado y puro es realmente lujuria enmascarada. El amor siempre busca la pureza absoluta de su objeto; y lo busca de manera sacrificial. El amor verdadero es sacrificial y el amor verdadero es un limpiador, un purificador. Usará disciplina si necesita hacerlo. Hebreos capítulo 12, versículos 5 al 10 nos dice cómo el Señor disciplina a quien Él ama. Y marido, si usted está lleno del Espíritu, si su corazón está bien, si su vida está bien, usted purificará a su esposa, podría significar confrontación, podría significar cierta disciplina; pero ciertamente significa que usted la protege de la tentación y la expone a la influencia purificadora de la Verdad de Dios.

Bueno, versículo 27 y cerraremos. Pablo dice que debemos presentar a nuestras esposas, así como Cristo se presenta a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Usted debe presentar a su esposa en todo su esplendor puro. Ésa es su belleza. No es su cabello y su guardarropa; es la pureza de ella lo que es su belleza. No hay lugar para menospreciarla, no hay lugar para criticarla, no hay lugar para burlarse de ella, derribarla. Usted debe exaltarla, porque la pureza es la gloria de ella. Su santidad es su belleza. El marido amoroso, no está avergonzado de su esposa, él nunca menosprecia a su esposa, él nunca critica a su esposa, él nunca habla de manera no amable de su esposa; él nunca engrandece las fallas de ella. El marido amoroso, como Cristo, busca únicamente presentar a su novia exaltada, pura y gloriosa. El amor busca honrar. Entonces, así es como debemos amar, sacrificialmente, limpiando o santificándola también, purificándola, y el amor que honra, que la exalta y dice “¡Mira lo que Dios me ha dado!” Ése es el amor que emociona el corazón de una esposa. Hay más por delante, pero será para la próxima vez. Oremos.

Padre, sabemos que ciertamente está dentro de la esfera de la posibilidad que este tipo de vida pueda ser vivida. Te damos gracias. Te damos gracias porque podemos experimentarla en nuestros propios matrimonios. También sabemos que no es fácil, no es simple, demanda devoción espiritual y verdadera y dedicación y madurez. Pero es para este fin que oramos, Dios, que Tú levantes a hombres que amen a sus mujeres como Cristo amó a Su Iglesia, que se han negado a sí mismos; y en esa negación de sí mismos, tienen la capacidad de sacrificarse a sí mismos por la mujer que les has dado. Quienes no sólo aman sacrificialmente, sino que aman de manera purificadora, que aman con honor, buscando sólo levantar y exaltar, nunca menospreciar o mirar hacia abajo.

¡Oh Señor, qué gozo, qué bendición, qué satisfacción pueden ser encontrados en una relación así! A pesar de la maldición, la confusión y el caos que la carne genera adentro y la que genera el mundo afuera. Inclusive en estos últimos días, a pesar de eso, cuando el amor familiar natural está muriendo, en algunos casos está muerto y se ha acabado. Y los hombres son sólo armadores de sí mismos, todavía, en el poder de la vida regenerada y en el Espíritu que mora en nosotros, el matrimonio puede ser la gracia de la vida. Y dos herederos de esa gracia pueden compartir su riqueza juntos por lo que Tú has hecho en nosotros a través de Tu gracia. Lleva a cabo esta obra en toda vida, Señor, para que nuestros matrimonios y nuestros hogares puedan traernos un gozo interminable y satisfacción; y que otra generación, al verlo, pueda ser levantada, pueda ser elevada a los mismos gozos por el mismo camino de la obediencia. Nos encomendamos nuevamente a Ti como maridos y esposas, para ser obedientes conforme Tú nos capacitas. En el nombre de Cristo. Amén.

  

 

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