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Esta mañana llegamos a un tipo de introducción breve, una mirada a la primera sección, versículos 10 al 13. Permita leérsela: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de Su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”.

Ahora, hasta ahí vamos a llegar en esta mañana. No vamos a agotar todo lo que hay en esos versículos, pero estaremos regresando a ello la próxima vez, cuando estudiemos esto y en las próximas secciones. Entonces, la vamos a ver a manera de panorama y vamos a concentrarnos en algunas cosas claves. Pero permítame recordarle brevemente el contexto al comenzar.

En este libro, Pablo nos ha presentado las grandes realidades de estar en Cristo. Lo que significa ser un creyente. Lo que significa pertenecer a Dios. Lo que significa tener al Espíritu de Dios morando en nosotros. Lo que significa ser adoptados en la familia de Dios. Lo que significa estar en Él. La posición del creyente. Quién es él en Cristo. Quién es ella en Cristo. En dónde estamos, nuestra identidad. Una definición de quién somos debido a Jesucristo.

Y hemos visto en estos primeros tres capítulos esta gran sección de verdad posicional. Quiénes somos en Cristo. Vimos las grandes realidades de que somos bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales. Que se nos ha dado adopción y amor y predestinación y perdón e iluminación y conocimiento y entendimiento y poder. Hemos sido sacados del dominio de Satanás y colocados en el Reino de Cristo. Hemos sido destinados para hacer buenas obras que Dios ha ordenado de antemano. Hemos sido movidos, por así decirlo, del estilo de vida del mundo y hemos sido metidos uno nuevo dominio, una nueva comunión con Dios, una unión con Cristo, una unión con el Espíritu, una unión con el resto de los creyentes.

Nuestras actitudes cambian. Pensamos diferente, sentimos diferente, hablamos diferente, actuamos diferente y todas estas cosas son identificadas como las marcas de un creyente en los primeros tres capítulos en el libro de Efesios; y todo esto, según el propósito tremendo de Dios, en el misterio de la Iglesia conforme nos ha hecho uno en Jesucristo y nos ha llenado del poder de resurrección. Y después, al llegar al capítulo 4, 5 y 6, vimos que nuestra práctica fue explicada, nuestra posición, quiénes somos; nuestra práctica cómo vivimos. Y el apóstol delineó los de estándares de la vida que debemos alcanzar.

La idea que le mostré podría ser ilustrada por un auto. Los primeros tres capítulos describen a un auto, su motor, su batería, su capacidad. Y después, en los segundos tres, el mapa por el que el autor debe manejar. Y como creyente, somos definidos como individuos con mucho poder. Y en los últimos tres capítulos nos muestran a dónde vamos con este poder. La marcha es ser fortalecido por el Espíritu en el hombre interior, el Espíritu. Y conforme el Espíritu nos controla, se prende la batería y comenzamos a movernos en obediencia para seguir el mapa que Dios nos ha dado.

Y vimos en el capítulo 4, 5 y 6 que debemos vivir de una manera diferente que el mundo. Debemos caminar de una manera digna. Es un andar de unidad, un andar de unidad, un caminar diferente al del mundo, un caminar de amor, un caminar de luz, un caminar de sabiduría, un caminar en el Espíritu. Nuestras relaciones son diferentes, nuestras canciones son diferentes, nuestros matrimonios son diferentes, nuestras familias son diferentes, nuestras situaciones de empleo son diferentes. Todas estas cosas son únicas, son principios mediante los cuales el creyente debe operar en el mundo.

Ahora, pensamos de esta manera, en resumen, tiene todos los recursos, tiene todo el poder, tiene todos los principios para vivir la vida cristiana. Sólo hay una cosa que necesita saber: a pesar de todo el poder de resurrección, a pesar de todas las verdades que usted necesita saber que están disponibles a su alcance, no será fácil. Y esta es la manera en la que Pablo quiere terminar su carta. No se atreva a tomar a la ligera nada de lo que tiene. Debido a que usted sabe cómo operar, no quiere decir que lo hará. Debido a que usted sabe cómo conducirse y cómo conducir a su familia, no quiere decir que lo vaya a cumplir. Debido a que usted conoce las verdades acerca de la resurrección y del poder disponible, no quiere decir que lo vaya a aplicar necesariamente. Debido a que usted sabe lo que Dios enseña acerca del matrimonio, no es garantía de que usted lo va a ver cumplido.

Aunque el poder está y los principios están ahí, algo más está ahí y es el enemigo. El adversario, que quiere resistir cualquier cosa buena que Dios busque hacer. El enemigo va a estar así para estorbar el propósito divino en su vida. Y entonces, cuando llega a definir la vida cristiana, el mejor término es simplemente “batalla.” Batalla. Eso es lo que Pablo usa para hablar en este pasaje. El hecho de que al final de su vida, él dijera “he peleado la buena batalla”. En su ministerio dijo: “no peleo como el que golpea el aire”. A Timoteo le dijo: “se un soldado que soporta las aflicciones”.

De manera repetida, en las Escrituras, la vida es vista como una batalla. Cuando Jesús comenzó Su ministerio, el enfoque inicial de Su ministerio fue una guerra con Satanás, un conflicto con Satanás. Después de 40 días de ayuno, en el cual Satanás se acercó a Él y lo tentó tres veces de manera sutil; y la manera en que Su ministerio terminó fue de la misma manera en la que Satanás comenzó a sitiarlo. En el huerto de Getsemaní, Él comenzó a sudar grandes gotas de sangre.

Eso nos muestra muchas cosas, pero nos muestra una cosa que le quiero señalar y es que sea que usted esté al principio de su experiencia o al final de la misma, usted estará en la misma batalla. Y si usted cree que será más fácil, está equivocado. Jesús tuvo un conflicto al principio, pero Él no sudó grandes gotas de sangre en el desierto. Eso estuvo al final, cuando estuvo en el huerto. Si hubo algo, fue una intensificación de los esfuerzos del enemigo conforme Cristo se acercó más a cumplir Sus metas.

 Me acuerdo cuando era joven que alguien me dijo: “¿sabes una cosa? Debes comenzar a dar testimonio porque entre más lo haces, más fácil se vuelve.” Esto no es verdad. Cuanto más eficaz usted se vuelve, más trabaja Satanás.

La gente me dice que he estado predicando durante tanto tiempo que debe ser fácil. No es más fácil que lo que fue antes. Es igual, algunas veces, de hecho, es más difícil. Le podría sorprender saber que Satanás quiere estorbarme como pueda de predicar. Peleo más ahora para tener tiempo para estudiar de lo que jamás peleé en mi vida. Digo, es temprano por la mañana, tarde por la noche y estoy haciendo lo que puedo porque hay tantas cosas que Satanás quiere que haga para atacar la prioridad de enseñar la Palabra de Dios.

Y después, me golpea, usted sabe. A veces, me canso. Me desperté esta mañana y me quedé mirando al techo y el primer pensamiento que vino a mi mente fue ‘oh no, es domingo. Tengo que volver a predicar.’ Es la verdad. Y quería volver a dormir. Y pensé: ‘oh, si estuviera enfermo. No muy enfermo. Nada más lo suficiente para no predicar, pero no lo suficientemente enfermo como para no poder salir a algún lugar o ir a jugar golf.’ Y después, tuve este pequeño tiempo de oración y dije: ‘Señor, esto no es el nuevo yo, éste es el pecado que está en mí.’ Y ya para cuando corregí mi pensamiento y desayuné, no podía esperar a salir por la puerta para llegar aquí. Pero no es más fácil porque es siempre una guerra. Y siempre, usted tiene un cierto sentido de cansancio que va de la mano con un gran sentido de logro porque entre más pelea usted la batalla, mayor es el número de victorias, ¿verdad?

Y entre mayor es el número de victorias, mayor es la confianza que usted tiene en Dios. Y entre más usted sabe que Dios lo va a sacar adelante, es más emocionante conforme usted ve el poder de Dios en operación. Puedo entender lo que significa en Apocalipsis cuando dice que los santos mueren y dice que descansan de todas sus labores. Pienso en el cielo en esos términos algunas veces. Pero quiero que sepa que mientras que aquí, la batalla está ahí. Y quiero estar en el medio de la batalla.

El apóstol Pablo dijo en 1 Corintios capítulo 16, en el versículo 8, “debo tardarme en Éfeso.” ¿Por qué? “Porque una gran puerta y oportunidad se me ha abierto y hay muchos adversarios.” Él dice que tiene que quedarse ahí porque ahí es en donde está más ardiente la batalla.

Muchas personas en la vida cristiana, como dije, piensan ‘tengo que salirme de esto. Se está volviendo difícil. Tengo que encontrar un ministerio más fácil.’ Muchos hombres en el pastorado, tan pronto como la cosa se pone difícil, se tienen que ir. ¿Se da cuenta? Tengo que irme. Y Pablo dice ‘me tengo que quedar aquí, aquí es donde la batalla está más fuerte. Aquí es donde la mayor victoria es potencial. Es una guerra.’

Me gusta lo que dijo el tío Bud Robinson. Él vio a la vida cristiana con una guerra y dijo, y cito: “en toda mi vida, muerdo al diablo y cuando haya perdido mis dientes, voy a morderlo con mis encías hasta que muera.” Es incansable, nunca deja de ser una batalla. Vivir para Cristo no es bailar un vals ahí recogiendo flores. Es caminar en medio de un campo minado con francotiradores a su alrededor, francotiradores que no puede ver o percibir, porque pertenecen a una esfera sobrenatural que va más allá de su capacidad para concebir. Esta es una guerra y el enemigo es el infierno que está determinado a destruir todo propósito divino. Y entonces, el creyente tiene que verse a sí mismo de esa manera. ¿Somos hijos? Sí. ¿Somos esclavos? Sí, pero también somos soldados.

Y como dice Pablo en 2 Corintios capítulo 10, “las armas de nuestra milicia no son carnales, sino son poderosas en Dios y estarnos enfrentando imaginaciones y estamos enfrentando cosas altivas”, dice él. Y estamos enfrentándolas para traer nuestros pensamientos cautivos a la obediencia a Cristo. Nosotros estamos peleando la guerra que no es simplemente física, que no es simplemente carnal. Puede tener ese elemento. La batalla en contra del enemigo puede venir mediante de seres humanos.

Puede venir, cómo fue con Jesús, a través de la persecución de los hombres. Puede venir en forma de burla y maldición y lenguaje abusivo. Puede venir en forma de golpes al rostro. Puede venir en forma de clavos y lanzas en el costado. Puede venir al cristiano en la actualidad, como con los apóstoles, en la forma de ser decapitado o ser matado por causa de Cristo. Puede venir en esas maneras; y quizás, conforme continuamos predicando a Jesucristo fielmente en una sociedad que más y más es impía y humanista, llegará a ese punto.

Pero más allá de lo físico, más allá del odio y de la persecución que vemos por parte de las personas, hay un dominio de seres espirituales que están en guerra con el creyente. Y simplemente usan al mundo físico como un medio para alcanzar sus fines.

No es tanto que los hombres odian a Cristo, como que Satanás odia a Cristo y usa a hombres como sus instrumentos. Él es la fuerza que está detrás de la batalla. Y entonces, enfrentamos un enemigo que es tan fuerte y tan inteligente y tan engañoso y tan sutil que, si vamos a llegar a cumplir el potencial de nuestra posición, si vamos a llegar a vivir en práctica lo que somos en posición, si vamos a llegar a conocer la plenitud de la vida cristiana, debemos escuchar lo que Pablo dice al final de este libro.

No podemos ser tan necios como para pensar que ahora que tenemos toda esta información, podemos salir corriendo y vamos a ser lo que deberíamos ser. Nosotros vamos a enfrentar oposición en cada paso que demos y a lo largo del proceso, mientras que nos esforcemos por vivir en el Reino de Dios en los términos de Dios, ya que Satanás va a hacer su mejor esfuerzo por oponerse a nosotros. Y entonces, conforme vemos los versículos 10 al 13, permítame compartir cinco cosas con usted: la preparación, la armadura, el enemigo, la batalla, la victoria. Y ésta es una introducción breve en esta mañana. Vamos a entrar a los detalles la próxima vez.

En primer lugar, la preparación. Y, por cierto, esto es elemental. Usted no debe comenzar la batalla cuando no está preparado. Usted no debe, en cierta manera, andar por ahí no alerta y de pronto, a la mitad es derrotado antes de que despierte y se dé cuenta de que está en guerra.

Entonces, la preparación viene primero y ésta es la palabra de Pablo en el versículo 10. Por lo demás, y él dice esto porque es el último en sus temas primordiales en el libro. “Hermanos míos”, usa ese término porque él quiere identificarse con ellos en la lucha. “Fortaleceos en el Señor y en el poder de Su fuerza”.

Como un principio general al vivir, dependan de la fortaleza de Dios. Eso es lo que él está diciendo. Como un estilo de vida, hermanos míos, dependan de la fortaleza de Dios. Usted notará dos veces que él usa la palabra ‘en’. En el Señor y en el poder de Su fuerza; y esa es una realidad cardinal en el libro de Efesios. Estamos en Cristo, somos uno con Él, Su vida es nuestra vida, Su poder es nuestro poder, Su verdad es nuestra verdad. Somos uno en Cristo en Él y entonces es en Cristo que somos fuertes. Es en Cristo que Su poder se vuelve nuestro poder.

Por cierto, no importa qué tan fuerte sea nuestro enemigo, y veremos qué tan fuerte es en un momento, su fortaleza es superior. No puedo evitar pensar en la Iglesia de Filadelfia en Apocalipsis capítulo 3 y habla acerca de esta Iglesia como una buena Iglesia. De hecho, es una de las dos de las siete iglesias a la cual no se le da ninguna condenación. Esta fue una comunidad justa de fe; y nuestro Señor les dice que “tendrán una puerta abierta frente a ustedes”. Esta fue una Iglesia que estaba alcanzando a otros, una Iglesia que fue bendecida por Dios y después, en el versículo 8 dice: “y tienen un poco de fortaleza”. ¿Y sabe?, lo que es hermoso acerca de eso, es el hecho de que aún un poco de fortaleza preserva a la Iglesia. Dios es mucho más poderoso que Satanás, al grado que un poco de la fortaleza de Dios es suficiente para vencer a todos los enemigos, ¿se da cuenta?

“Mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo”. Y tan infinitamente mayor que la cantidad más pequeña de poder divino puede vencer a la cantidad más grande del poder del infierno y del enemigo. Y entonces, la fortaleza es nuestra en el Señor. En Filipenses 4:13 Pablo dice: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” De nuevo, el recurso es nuestro.

Amados, yo creo que tenemos este recurso. Negar eso para mí es negar una realidad fundamental básica de la vida cristiana. Por no decir nada de ir en contra del pensamiento de Pablo y Efesios, capítulo 6. Yo creo que, en la cruz, Jesucristo dio un golpe mortal a Satanás como es registrado en Hebreos 2:14. Lo destruyó a aquel que tenía el poder de la muerte y yo creo que todo lo que tenemos que hacer es entrar en esa victoria. Escuche. Si Cristo derrotó a Satanás en la cruz y yo estaba en Cristo, entonces yo derroté a Satanás en esa misma cruz y así como Satanás ahora está sujeto a Cristo, así también Satanás está sujeto a mí. Así como él está bajo Sus pies, como dice Romanos, él está bajo mis pies.

Yo creo que él es un enemigo derrotado. Y yo no creo que él pueda reclamar de manera justa a un creyente. Romanos 8 dice: “¿quién acusará a los escogidos de Dios?, debido a que Dios es el que justifica, y si Dios me ha declarado justo y si Dios ha ganado la batalla y si Dios tiene la victoria en Jesucristo, entonces esta victoria es mía y Satanás no tienes poder para resistir el recurso de resurrección que mora en la vida de todo creyente.”

El punto es este: estamos en una guerra, pero no hay razón por la que perdamos y no hay razón para temer. El recurso divino nos pertenece. Timoteo, como un joven en el ministerio, había llegado a temer. Él había llegado a temer. Él había sido sitiado por los deseos pecaminosos que rodean a los jóvenes. Él había sido rodeado por personas que le estaban hablando falsa doctrina y que eran muy fuertes en los que estaban haciendo. Él estaba siendo inundado por su propia timidez de tal manera que, literalmente, se avergonzó del testimonio de Jesucristo. Él se avergonzó de su compañero en el Evangelio, el amado apóstol Pablo, quien lo había discipulado. Y en medio de estos sentimientos terribles de timidez, de temor, de una falta de amor, vergüenza, deseos pecaminosos y todas estas cosas, el apóstol Pablo lo llama en 2 Timoteo 2:1 y le dice: “esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”.

Timoteo, no hay razón para esto. Tú reclama la fortaleza que es tuya. Y en el capítulo 1, él dijo “Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía sino de poder y amor y de dominio propio”. El punto es este. No hay cristiano, no hay tiempo en su vida en donde usted necesita sentir que ha perdido la batalla contra el enemigo. Dios nos ha dado en Cristo el recurso para la victoria. “Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente más allá de lo que pedimos o entendemos según el poder que opera en nosotros.”

Ahora, el hecho es que podemos ganar. Nosotros sabemos que vamos a ganar la guerra al final porque Cristo nos ha obtenido la victoria. No hay sentido alguno en perder las batallas a lo largo del proceso, pero hay algunas cosas que necesitamos saber.

En primer lugar, necesitamos tener nuestra fortaleza en el Señor. Y, en segundo lugar, tenemos que tener puesta la armadura. Hoy en día oímos un mucho acerca de problemas demoníacos. Los cristianos supuestamente deben estarse preocupando por cómo se libran unos a otros de los demonios. Hay mucho de lo que se llama en la actualidad exorcismo cristiano, que es totalmente opuesto a las Escrituras. No hay palabra de esto en las Escrituras. De hecho, no hay incidente en todas las Escrituras en donde los demonios jamás fueron expulsados de un creyente en ningún momento en ningún lugar. Cuando Satanás es enfrentado, él es enfrentado en término de dos cosas: una, la fortaleza del Señor y dos, la provisión que Dios ha dado a todo creyente en Cristo. Siempre es así.

Los rituales y los exorcismos y todo eso se oponen a las Escrituras. ¿Por qué? No necesitamos eso porque el recurso está ahí. Eso es lo que quiero que entienda. Está ahí. En Efesios, capítulo 1, en el versículo 19, habla del poder hacia nosotros que creemos. ¿Qué tipo de poder? Poderoso, mucho poder. ¿Qué tan fuerte? El poder que resucitó a Cristo de los muertos y lo levantó y lo colocó a Su diestra en los lugares celestiales por encima de todo principado y poder y dominio y todo nombre que es nombrado no sólo en esta época, sino en la venidera.

¿Qué tipo de poder tenemos? El poder que conquistó a la muerte en la cruz, el poder que conquistó a la muerte en la tumba, el poder que exaltó a Cristo a la diestra y colocó a todo ángel y demonio en el universo bajo Sus pies. Esto es el poder que tenemos. Este es el poder hacia nosotros de tal manera que le digo que todo creyente tiene un recurso dentro de él que él o ella tiene para enfrentar a Satanás sin importar qué ataques el diablo pueda traer.

Pero, en base a algunas condiciones. Una, que su fortaleza sea en el Señor y no en sí mismo. Dos, que él cumpla las condiciones de la armadura, la provisión que Dios ha hecho. Y entonces, la preparación, amados, significa que reconocemos que, en el Señor, el poder está disponible. Colosenses 1:10 dice: “para que andéis como es digno del Señor, para agradarle en todo, dando fruto en toda buena obra y aumentando en el conocimiento de Dios, fortalecidos con todo poder según Su poder glorioso, tenemos todo poder, toda fuerza, según Su poder glorioso”. Cristo, quien nos ha librado del poder de las tinieblas, y nos ha trasladado al Reino de Su amado hijo, nos ha dado ese poder. No hay creyente que no pueda enfrentar a Satanás en términos de poder de la resurrección disponible en Cristo.

Y recientemente, he oído acerca de un cristiano quien supuestamente tiene demonios y que no tiene el recurso para deshacerse de ellos; y por eso, la gente lo está haciendo por él. Eso no está en las Escrituras. Dentro de todo creyente existe el recurso en el poder de Dios para liberar a ese individuo de cualquier involucramiento satánico de cualquier tipo sin importar qué tan simple o complejo pueda ser.

En 1 Corintios, quiero que note la palabra de Pablo en el capítulo 10 y el versículo 12. Dice esto: “así que, el que piense que está firme, mire que no caiga.” ¿Sabe cuándo usted es vulnerable? Cuando usted cree que no es vulnerable. Cuando usted piensa que tiene toda la información. Que ha dominado el libro de Efesios. ‘Inclusive lo he memorizado. Tengo toda la información doctrinal. Estoy bien. Sé que hacer. Tengo los principios.’ O cuando usted cree que puede enfrentar a Satanás. ‘Yo puedo enfrentar eso. Tengo todo el equipo necesario.’

El punto es este: cuando usted cree que lo puede hacer, usted no puede. Pero, por otro lado, cuando usted depende de Dios, no hay nada que Satanás le pueda hacer a usted que demande que usted pierda la victoria.

Observe el versículo 13: “por otro lado, no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana, pero fiel es Dios.” Ahora observe, todo esto depende de quién es Dios. No sólo Su poder sino Su fidelidad para hacer que ese poder esté disponible.” Dios es fiel, quien no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir”. Dios nunca va a permitirle a Satanás que ataque la vida de un creyente que sea más de lo que ese creyente puede enfrentar, ¿verdad? Sino, que juntamente con la tentación, dará también la salida para que podáis soportar. Nunca habrá un momento en esta guerra en la que usted necesite perder. Nunca habrá un momento en el cual no usted no pueda vencer en Cristo si usted depende de Él.

De hecho, el recurso va a estar más disponible a usted cuando usted esté más débil. En 2 Corintios 12:9 Pablo dice: “porque cuando soy débil, soy fuerte. Porque Su poder se perfecciona en mi debilidad.” Mientras que usted piense que usted puede enfrentarlo, usted no puede. Cuando usted sabe que no puede y depende de Él, entonces Él puede.

Si usted es un vigilante que está cumpliendo con su deber y digamos que usted está protegiendo, usted está esperando que llegue algún ejército enemigo. De pronto, el ejército enemigo viene, se acerca a su fuerte. ¿Qué hace usted? ¿Corre usted de donde estaba vigilando y llega con su pequeña arma y comienza a pelear contra el enemigo? No, si usted es inteligente. Los guardias no salen a pelear la guerra. Ellos le dicen al comandante. Y entre más rápido usted aprende eso en la vida cristiana, mejor estará. Cuando Satanás ataca, no pelee. Reporte al comandante.

Así como David les dijo a los filisteos “la batalla es del Señor”. Deje que Él la pelee. Él sabe lo que está haciendo. Deje que Él sea quien pelea la batalla. Y entonces, nosotros simplemente necesitamos enfrentar la realidad de que el poder está ahí. Efesios 6:10 nos dice que podemos ser fuertes en el Señor y en el poder de Su fuerza. No hay motivo para sentirse derrotado. No hay motivo alguno para pensar que un creyente está tan inundado por Satanás que no puede salirse de ahí. No hay un yugo tan grande que no haya una manera de escapar si él toma los recursos que están disponibles; y son, uno, confianza en el poder de Dios y después, como veremos en las semanas venideras, vestirse de la armadura es la otra. Y también debe ser hecho.

Entonces, la preparación. El Espíritu Santo le dijo a Josafat en una oportunidad: “la batalla no es tuya, si no es de Dios”. Hombre, qué gran cosa saber esto, porque a mí no me gustaría meterme en esta batalla, la cual es algo que ni siquiera puedo ver, algo espiritual, algo que va más allá de mí. No me gustaría estar en ese tipo de batalla sin que ni siquiera pueda ver al enemigo o saber cómo él operaba. Me da gusto que la batalla pertenece al Señor y cuando la tentación viene, Satanás envía sus confusiones. Y entonces, yo le reporto al comandante en jefe. Le pido que limpie mi vida y que me haga un instrumento tan justo como Él pueda hacerlo. Y en esta justicia, puedo permanecer sin temor protegido por Él.

A partir de ahí, nos movemos a la armadura porque esa es la segunda manera en la que tenemos que enfrentar al enemigo. Versículo 11: “vestíos de toda la armadura de Dios.” Nos detendremos ahí. Vamos a entrar a esto a detalle, pero el creyente necesita saber que tiene que tener la armadura. No ayuda de nada, a menos de que usted se ponga la armadura. Usted podría tener a personas sentadas confrontando a los demonios hasta que sus rostros estén azules y no servirá de nada hasta que se pongan la armadura. Y si la armadura la trae puesta, usted no necesita a todas estas personas haciendo eso.

Porque la dependencia del poder de Dios y la obediencia a ponerse la armadura disponible es el único recurso que el creyente necesita. Es la única manera en la que la Biblia jamás enfrenta este problema en términos del individuo. La frase ‘vestíos’, por cierto, en el original significa “póngansela de una vez por todas”. No es como uniformes de juego en donde usted se los pone el sábado, cuando es hora de jugar.

Usted se pone la armadura una vez y la deja ahí el resto de mi vida. Usted nunca se quita la armadura hasta que esté con el Señor. Usted se pone la armadura y se queda con ella; y si usted no la tiene puesta, usted se puede vuelve vulnerable en cualquier punto.

Y entonces Pablo, probablemente encadenado a un soldado romano conforme escribió esto, ve todo el uniforme del soldado romano y toda la armadura que iba con él como una ilustración perfecta de cómo el creyente debe estar preparado para pelear con el enemigo. En el versículo 14 él habla de esta armadura, “ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.” Vamos a entrar a detalle en estos pensamientos fabulosos en las próximas semanas, pero esta es la necesidad básica del creyente. Dependa del Señor y póngase la armadura y déjesela puesta.

Y ésa es la razón por la que le estoy diciendo, tantas veces somos tan ingenuos porque pensamos que debido a que tenemos todos los hechos estamos bien. Necesitamos tener la armadura. La armadura va más allá de los hechos a la respuesta de una vida justa. Vamos a ver eso. Si usted quiere ganar en la vida cristiana, póngase la armadura, corrija su vida, enderece su vida, porque va a ser una batalla hasta el día que usted muera.

Eso nos lleva, en tercer lugar, el enemigo. Versículo 11: “para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.” En otras palabras, nosotros sabemos que tenemos el poder del Señor y Su fuerza, nos vestimos de la armadura, estamos listos, obedientes con nuestra armadura dependiendo del poder Divino y podemos estar firmes contra las asechanzas del diablo. Siempre el creyente debe estar firme porque Satanás lo va a atacar. Usted no necesita ir a buscar al diablo.

Siempre me preocupo por personas que se meten a situaciones y comienzan a confrontar a demonios y a dar órdenes a los demonios y a hablarle a los demonios, porque realmente están entrando en un área en donde usted no tiene información. Usted simplemente quédese por un tiempo y van a estar ahí. Y usted realmente no tiene que involucrarse con ellos. Usted enfrenta con el poder de Dios y usted enfrenta con la armadura que tiene y Dios, mediante eso, se va a encargar del enemigo. Usted esté firme.

Ahora, nunca se nos dice en la Biblia tampoco que debemos atacar al diablo. Simplemente se nos dice que debemos resistirlo y que él huirá. Esté firme. Sea fiel. Eso es lo que dice ahí. ¿Quién es el enemigo? Es fácil verlo. El diablo. La gente dice que no hay diablo, que el diablo es tan sólo un disfraz de Halloween que tiene una cola con punta al final y dos pequeños cuernos y un trinche.

Eso no es lo que la Biblia dice. La Biblia nos dice que hay un diablo real y que no es nadie más que Lucifer, el ángel más grande. Lea Isaías 14, Ezequiel 28 habla acerca de este ángel, el querubín ungido, el que brillaba con todas las joyas del cielo, el ser más elevado que jamás Dios hizo. Este ser angélico ungido quería ser como Dios y en el pecado del orgullo, él fue expulsado del cielo. Y Apocalipsis 12 dice que como un gran dragón él cayó y con su cola él arrastró a un tercio de los ángeles con él. Entonces, Lucifer, este ángel caído, es el más elevado de los ángeles, guía a una multitud de un tercio de todos los ángeles que Dios jamás creó. Y hay literalmente millones de ellos y éstos, entonces, se vuelven el enemigo demoníaco. Este es el diablo.

Jesús creyó en él. Él habló con él en Mateo 4. Él habló con él en Juan 14, Juan 16 y demás. Los apóstoles creyeron en él. Pablo habló de él, pero habló de él, Santiago habló de él. Si usted mira la historia, usted sabe que hay un diablo. Él tentó a Eva en Génesis 3. Él tentó a Cristo en Mateo 4. Él pervirtió la Palabra de Dios en Mateo 4 y él se opuso a la obra de Dios en Zacarías 3. Él estorbó al siervo de Dios en 1 Tesalonicenses 2 y él estorba al Evangelio en 2 Corintios 4. Él atrapa al impío en 1 Timoteo 3, él desea a las naciones en Apocalipsis 16. Él es un ángel de luz en 2 Corintios 11. Él pelea con Miguel en Judas. Él trajo el pecado al mundo en Génesis 3. Él ahora tiene al mundo entero bajo su dominio en 1 Juan 5. Él ha operado a lo largo de toda la historia.

Él tiene títulos personales. La Biblia lo llama en Ezequiel 28 el querubín ungido. En Juan 16, el príncipe de este mundo. En Efesios 2, el príncipe de la potestad del aire. En 2 Corintios capítulo 4, él es llamado el Dios de este siglo y en Lucas 11:15, el príncipe de los demonios. Cincuenta y dos veces es llamado Satanás, lo cual significa adversario. Éste es su título más común. Treinta y cinco veces es llamado diablo, diabolos, lo cual significa calumniador. Él es llamado la serpiente antigua, el gran dragón, el león rugiente, el maligno, Abaddōn, Apolluōn, tentador, acusador, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia.

Él es descrito por nuestro Señor en Juan 8:44 como un homicida y como un mentiroso. Él opera de manera abierta y de manera encubierta mediante doctrinas de demonios y con espíritus engañadores. Él es el pecador en 1 Juan 3:8. Él es un imitador en 2 Corintios 11:13 al 15, él es un enemigo formidable en términos de fuerza. Lucifer, caído del cielo, el gobernante de una enorme multitud de seres demoníacos, quienes han existido durante siglos y miles de años desde que cayeron por primera vez y desde que fueron creados inicialmente. Ellos han estado aquí durante mucho tiempo. Son inteligentes, son sutiles, son invisibles, son astutos, son súper humanos y son nuestro enemigo.

Y dice en el versículo 11 que operan en base a las asechanzas del diablo, methodeia, métodos y la palabra es usada en Efesios 4:14 y es traducida estratagema mediante la cual esperan para engañarnos. ¿Acerca de qué? Como niños arrojados por todo viento de doctrina. El énfasis es que la estrategia del diablo son mentiras, doctrinas falsas, religión falsa, enseñanza falsa.

Él es un mentiroso y el padre de mentira. Él es un engañador. Su sistema entero engaña sutilmente, sobre naturalmente, inteligentemente, poderosamente. Él ha engañado a la humanidad mediante sistemas religiosos falsos. Es increíble cuán sofisticados son. ¿Puede creer que en el Antiguo Testamento Satanás engañó a Israel y los llevó a adorar a los ídolos para darle la espalda al Dios verdadero? ¿Puede recordar que en el Nuevo Testamento Satanás engañó a Israel para asesinar a su propio Mesías? ¿Puede creer que en el futuro él va a engañar a Israel para que piense que el anticristo es Cristo?

Él es un engañador. Él es sutil. Su área son las mentiras, las herejías y la doctrina falsa. Él va a mentir acerca de todo, sea de manera simple o sofisticada; y si algunas veces, me molesto y me enojo por las doctrinas falsas y las sectas falsas y la enseñanza falsa, la razón es porque yo creo que todo eso, sea una negación de la Palabra de Dios o sea zoroastrismo, será la nueva liberación que niega el orden de Dios para la familia, sea homosexualidad o la nueva moralidad, sean las sectas y el resto de las religiones falsas, sean religiones antiguas o del mundo, si me molesta eso, es porque esas cosas deben ser destruidas con una ferocidad igual a sus orígenes infernales. Porque son de Satanás. Son las asechanzas del diablo y él es inteligente. Él se mueve en el mundo y él estorba a los corazones de los hombres. Él roba la palabra dice en Lucas 8. Él la tuerce y la pervierte. Él coloca a hombres en púlpitos que niegan la autoridad de las Escrituras, niegan la deidad de Cristo, niegan la salvación por gracia, niegan la segunda venida, niegan el juicio, niegan el pecado, niegan todo.

Él enseña un estilo de vida que condena. Él se involucra en la política de los gobiernos y las naciones, como también en las vidas individuales. A los cristianos viene y les crea duda en sus mentes, como lo hizo con Eva y lo hizo a lo largo de la historia del pueblo de Dios. Él produce persecuciones en contra de ellos. Él estorba su servicio. Él se infiltra en la Iglesia. Él nos tienta a depender de nosotros mismos, a dudar, a la mentira, a la inmoralidad, a la mundanidad, al orgullo, al desánimo y más, y más y más y esto es sutil, realmente es sutil.

La gente puede pensar que entre más tiempo usted es cristiano y entre más maduro usted es, más fácil es. No, porque entre más usted conoce, más sutiles son las tentaciones y entonces, éste es un enemigo muy fuerte, muy poderoso. Pero no es sólo el diablo.

Observe el versículo 12: “porque no tenemos lucha contra sangre y carne.” Mantenga esto en mente. Nuestro enemigo no es el sistema, el mundo como lo vemos. Ellos pueden perseguirnos y algún día, pueden hacernos lo que le hicieron a Jesús. Juan 15 dicen: “no les sorprenda si los persiguen y los matan y los odian. Me odiaron a Mí. Me persiguieron a Mí. Me mataron a Mí”. No esperarían que ellos trataran a los siervos de manera diferente de lo que trataron a su Señor. Así que no les sorprenda.

Pero el enemigo real no es carne y sangre. Las armas reales de nuestra batalla no son carnales, sino principados, potestades, los gobernadores de las tinieblas de este mundo. Puertas espirituales de maldad en los lugares celestiales. Todos estos son términos para describir a demonios. Es un imperio demoníaco, que es el enemigo real con el que luchamos.

Y la palabra lucha no está hablando de un simple juego deportivo. En los tiempos romanos, cuando los luchadores entraban al ring para luchar, la idea es que se colocaban dos manos en el cuello del hombre en esta posición y no presionaban únicamente sus hombros, sino su cabeza; la presionaban al suelo. Y si su cabeza estaba cierto tiempo en el suelo, usted moría. Si sólo sus hombros tocaban y usted no colocaba su cabeza, él vivía para volver a pelear. Y Satanás lucha con nosotros mediante sus demonios y nosotros con él y éste es un tema de vida o muerte.

Ellos leen la Biblia. Ellos saben cómo terminará todo. Ellos saben que hay un foso. Ellos saben que hay un lugar eterno creado para ellos; y ellos harán todo lo que puedan para estorbar las cosas de Dios, para cambiar esto y entonces, es una lucha a nivel que no es humano y no es ningún deporte. De hecho, los humanos simplemente están engañados y metidos en una guerra sobrenatural. Ellos están simplemente engañados para pelear por las causas de Satanás. Y entonces, nuestro enemigo es un enemigo sutil.

¿Y sabe una cosa?, cuando comienzo a pensar en lo inteligente que él es y cuando usted ve a personas que quieren meterse en estos asuntos demoníacos, hombre, no saben en lo que se están metiendo. Usted no lo puede enfrentar. John Walden, un amigo mío, ha investigado tanto las sectas que probablemente es el investigador más prolífico de las sectas en la actualidad. Y me envió un reporte; y en él, él explica algo de este tema. Y esto es lo que él dice, y cito: “Dios no nos hizo de tal manera que podemos operar ni de manera segura ni de manera eficaz en un ambiente de demonios. Aún si es neutral, lo cual claramente no lo es, quién sabe lo que los demonios pueden hacer en su propio ambiente y en qué interrelaciones existen o qué puede ser producido entre su mundo y el nuestro. No fuimos hechos para volar en esferas astrales. La existencia de lo demoníaco está llena de maldad y hostilidad. No fuimos hechos con la capacidad intelectual para separar lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso en la esfera de los demonios.

“Por ejemplo, el profeta Daniel fue un joven brillante y piadoso. No obstante, él tuvo que recibir sabiduría adicional por parte de Dios de una manera especial para poder tener discernimiento en asuntos que eran parte de lo oculto. De esta manera, el involucramiento en estos temas siempre producirá conclusiones equivocadas, porque el hombre, como una criatura caída, no tiene el equipo necesario ni la capacidad para poder enfrentar asuntos demoniacos.” Fin de la cita

Él tiene razón. Usted reporte al comandante. Eso es todo lo que necesita hacer, reportar al comandante. Vístase de la armadura. No se meta con el dominio que usted ni siquiera puede comprender. Y entonces, esta es una mirada al enemigo en contra de quien necesitamos la armadura. En contra de quien necesitamos la preparación y entender la batalla es importante. No va a ser fácil para usted vivir la vida cristiana. Tampoco es fácil para mí. Pero le voy a decir una cosa: las únicas cosas que importan en la vida, las únicas cosas que tienen un sabor dulce en la vida, son las cosas por las que usted trabaja duro para obtener, ¿no es cierto? Las cosas en donde usted ve victoria real. El gozo más grande en un día es saber que yo he vencido a Satanás. Escuche, Satanás existe. Sus demonios están por todos lados. Ellos me conocen. Yo le he hablado de eso.

En una ocasión, entré en una oficina en donde una persona estaba llena de demonios y los demonios comenzaron a gritar: “sáquenlo de aquí. Sáquenlo de aquí.” Ellos saben quién yo soy. Me conocen. ¿Pero sabe una cosa?, esa es la única ocasión en la que yo estuve en una conversación con ellos. Una vez en diez años. Ni siquiera me meto con ellos. ¿Sabe por qué? Porque la Biblia no me dice que haga esto. Yo no sé lo que ellos están haciendo. Yo no sé qué tipo de juegos ellos juegan. Ese es una esfera en donde yo no me meto. Yo no hablo con ellos. Yo no les presto atención. Simplemente, me pongo mi armadura, le reporto al comandante, ¿y sabe una cosa? En 10 años, Dios sigue bendiciendo el ministerio aquí y no le hemos puesto atención a eso.

Escuche. Ellos saben que estamos aquí pero no me importa cuántos de ellos me ataquen, mil, diez mil, cien mil, un millón. No me importa si todos se agrupan. No me importa si Satanás mismo viene en contra de mí. ¿Sabe una cosa? Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo; y tengo un recurso en Cristo para enfrentar esa esfera.

Escuche, estoy convencido que durante los últimos diez años han estado tratando de detener lo que Dios está haciendo aquí, pero no pueden tener éxito. Ellos no pueden tener éxito mientras que seamos fieles. Colocar la fortaleza en donde pertenece en Dios y la humildad de saber que no tenemos fortaleza en nosotros mismos y mantenernos con la armadura puesta, vivir una vida justa. No me importa si todo el infierno viene en contra de nosotros, es impotente. Inclusive si tuviéramos un poco de fortaleza como la Iglesia en Filadelfia.

Y entonces, la historia termina esta mañana con la victoria en el versículo 13. De la preparación, a la armadura, al enemigo, a la batalla, a la victoria. “Vestíos pues de toda la armadura de Dios para poder resistir en el día malo y habiendo acabado todo, estar firmes.”

Lo que me encanta ahí es que usted puede estar firme. Usted puede estar firme. Hay victoria. Si la armadura está puesta y la confianza está en el Señor. No sea sorprendido sin su armadura. Usted pregunta cuándo es el día malo. ¿Quiere saber cuándo es el día malo? Hoy, ayer, mañana, cualquier día. El día malo es el día en el que el mal reina en el mundo y mientras que Satanás sea el príncipe de la potestad del aire. Repórtese al comandante. La victoria es suya. Resista al diablo, él huirá de usted.

El escritor del himno dijo: “¿soy un soldado de la cruz?” Pero ésta fue la pregunta equivocada. Sí, todos somos soldados de la cruz. La pregunta es qué tipo de soldado soy. ¿Gano o pierdo? No hay razón para conocer nada más que la victoria y con la victoria viene el gozo, la felicidad, el contentamiento y la paz. Ahora, así es como Dios lo planeó. Y así es como lo quiere para usted. Oremos.

Padre, Te damos gracias en esta mañana por la confianza que tenemos para estar con valentía frente al enemigo en el poder de Dios, para continuar dependiendo de Ti con la armadura puesta y dejando que Tú pelees la batalla. Oh Dios, que, en esta Iglesia, nosotros como individuos, toda persona sentada aquí, dependa de Tu fortaleza, con la armadura puesta, sabiendo que es una batalla; pero sabiendo que inclusive la batalla es gozosa, porque la victoria nuestra diariamente, cada momento, conforme dependemos de Ti.

Que sepamos que el enemigo no puede hacernos nada mientras que nuestra fortaleza esté en Ti y que tengamos puesta la armadura. Y Dios, en las próximas semanas ayúdanos a ver lo que esto significa de manera práctica y estar equipados para la batalla en la que hemos estado todo este tiempo, pero que inclusive quizás sea más intensa ahora, en estos días en los que vivimos, conforme nos acercamos a la venida de Cristo. Padre, ministra a toda vida aquí, en el nombre de Cristo. Amén.

  

 

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