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Acompáñeme a Mateo, capítulo 5; y continuaremos en nuestro estudio de las bienaventuranzas. Leamos los primeros dos versículos: “Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a Él Sus discípulos. Y abriendo Su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por Mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.”

Si ha estado con nosotros para nuestro estudio de Mateo, usted sabe que éste es el manifiesto del Rey. Mateo presenta a Jesucristo como Rey y aquí oímos al Rey presentando el manifiesto de Su Reino.

Ahora, hemos estado diciendo que está en una presentación donde. Nuestro Señor está diciendo la verdad acerca de cómo es que usted entra a Su Reino y cómo es que usted vive mientras que está en Su Reino. Sólo los pobres en espíritu entran. Sólo los que lloran entran. Sólo los mansos entran. Sólo los que tienen hambre y sed de justicia entran. Y, una vez que entran, continúan siendo pobres en espíritu, llorando, mansos y teniendo hambre y sed de justicia, aun de más justicia.

Y aquí llegamos a la quinta, versículo 7: “bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.” Amados, quiero decirles nuevamente que es lo mismo en sentido doble. Para estar en el Reino de Dios, usted debe ser alguien que busca misericordia. Y cuando usted está en el Reino de Dios, será alguien que da misericordia a otros. En otras palabras, la misericordia también es una característica de aquellos que están en el Reino de Dios; ser misericordioso.

Ahora, la religión que Jesús enfrentó en Su día era superficial y externa. Y aprendimos que el Señor estaba viendo un tipo de judaísmo que era muy, muy ritualista por fuera y no por dentro. Los líderes judíos pensaban que estaban seguros y que con toda seguridad serían habitantes del Reino. Pensaban que ciertamente serían los que guiarían el gobierno del Mesías porque tenían cierta religión formalizada externa, de justicia personal. Eran orgullosos, eran indiferentes, eran egoístas, buscaban su propio beneficio y creían que debido a sus actos superficiales de “justicia” serían seguramente los elegidos.

Pero la realidad era que nada estaba pasando por dentro. De hecho, nuestro Señor dijo a estas mismas personas: “por fuera están limpios y están blancos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos.” Y esa es la razón porque de regreso en el capítulo 3, si regresa ahí por un momento, cuando Juan el Bautista llegó a la escena, su mensaje estuvo muy dirigido a este tema. En el versículo 7 del capítulo 3, cuando vio a muchos de los fariseos y saduceos viniendo a bautizarse, él les dijo a ellos “oh, generación de víboras. ¿Quién os advirtió que huyeran de la ira venidera? Traed pues, frutos dignos de arrepentimiento.”

En otras palabras, ellos tenían lo externo, pero no tenían la realidad en el interior que indica el arrepentimiento real. “Y no penséis dentro de vosotros mismos decir ‘a Abraham tenemos por padre.’” En otras palabras, no dependan de su identidad racial externa para salvarse. “Porque os digo que Dios puede hablar de levantar de estas piedras hijos para Abraham, pero ahora también el hacha está colocada en la raíz del árbol; por lo tanto, todo árbol que no da buen fruto es derribado y arrojado al fuego. Yo de cierto os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene tras de mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego, cuyo aventador está en Su mano y Él limpiará su suelo y recogerá su trigo en el granero, pero quemará lo que no sirve con fuego inextinguible.”

Ahora, Juan el Bautista estaba hablando de juicio. Él estaba hablando de un juicio tremendo de fuego que vendría en contra de aquellos que no tienen nada más que religión externa, que estaban involucrados en rutinas religiosas pero que no tenían nada de la realidad externa. Eso iba a ser juzgado por Dios. El hacha estaba cayendo. El fuego estaba comenzando a arder.

Y Jesús confronta a esta multitud externa, de justos que sentían santos en sí mismos, egoístas; de líderes judíos y también de personas y les dice “lo que realmente importa es lo que está en el interior. Los pobres en espíritu, los que lloran, los mansos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los puros de corazón, los pacificadores.” Todas esas son cualidades internas. Él hizo a un lado los créditos supuestos que habían acumulado para su propia causa por fuera y se enfocó en el corazón del asunto.

Jesucristo siempre enfatiza el interior. Oh, no es que a Él no le preocupe la acción. A Él le preocupa la acción, pero sólo conforme es producida de acuerdo a lo que está en el interior. El fruto de justicia en el interior producirá la acción correcta. Pero usted puede falsificar la acción sin la realidad y eso es legalismo. Lo que Cristo quiere es la acción verdadera basada en actitud verdadera. Jesús quiere acción que emana de la virtud genuina.

Y, por cierto, desde el capítulo 6 hasta el capítulo 7 del Sermón del Monte, todo tiene que ver con la acción. Todo tiene que ver con cosas hacemos o decimos o pensamos. Pero la premisa sobre la cual todo se edifica es la actitud de corazón correcta. Y de esto está hablando aquí. Martin Lloyd Jones lo expresó bien de esta manera: “un cristiano es algo antes de que él haga algo.” Ser un hijo del Rey, ser un súbdito del Reino es, antes que nada, poseer cierto tipo de virtud. Una virtud de quebrantamiento, una virtud de llorar por el pecado, una virtud de mansedumbre. Una virtud de tener hambre y sed de justicia. Una virtud de misericordia, una virtud de pureza de corazón, una virtud de pacificador.

Como puede ver, no debemos controlar nuestro cristianismo. Nuestro cristianismo debe controlarnos. Y el legalismo es nosotros controlando el cristianismo. Una verdadera espiritualidad es nuestro cristianismo controlándonos a nosotros y eso es lo que Jesús estaba buscando. Él no quería que nosotros controláramos ciertas actividades externas. Él quería que Dios en nosotros las controlara.

Y entonces, los principios que Jesús da aquí no son superficiales. No están en lo de afuera de la vida, están en la profundidad. Y ser un verdadero cristiano significa que no puede haber una fachada. El cristianismo es algo que nos sucede a nosotros en el centro mismo de nuestro ser. Y después, controla el corazón mismo y de ahí, fluye a las actividades de la vida.

A Dios nunca le ha interesado la superficialidad. A Dios nunca le ha interesado únicamente la sangre de bueyes y de cabritos. A Dios nunca le ha interesado toda la actividad espiritual sin significado a menos de que el corazón esté bien. Y yo regreso a Amós, capítulo 5 con tanta frecuencia en mi mente en donde Dios dice: “dejen de adorar. Dejen sus sacrificios y detengan su música. Sus corazones no están bien.” Y eso es lo que Dios siempre busca. A Dios le preocupan los motivos, lo de adentro que produce los actos externos correctos.

Ahora, regresemos a Mateo 5 y veamos a dónde estamos. Jesús confrontó a grupos de personas enfocadas en lo externo con algunas afirmaciones devastadoras. Él los confronta en el lugar más vulnerable en la primera bienaventuranza cuando les dice: ‘lo que necesitan hacer es estar en bancarrota espiritual. Necesitan reconocer que están privados y son mendigos que no tienen nada bueno que traerle a Dios, y su única esperanza es que vean la condición de mendigo de su condición y que ustedes se acobarden en la oscuridad de una esquina y estiren una mano como un mendigo que no podía hacer nada por sí mismo.’ Y hombre, esto realmente confrontó a esas personas en sus días. Y después, Él añade: “no deben estar contentos y satisfechos por su justicia personal, deben llorar grandes lágrimas por su pecaminosidad. Deben llorar. Además, no sólo deben ser orgullosos porque han guardado ciertas leyes. Deben ser mansos delante un Dios Santo.

No sólo eso, sino que no deben ser orgullosos porque piensan que son muy obedientes. Pero deben reconocer que están teniendo sed, hambre de una justicia por la que deben tener hambre y sed.

Ahora, permítame relacionar esto con la número cinco de las bienaventuranzas. Estas primeras cuatro bienaventuranzas tuvieron que ver enteramente con una actitud interna. Tuvieron que ver enteramente con lo que usted ve de sí mismo ante Dios. Pero ahora, conforme llega a la quinta bienaventuranza, mientras que también es una actitud interna, comienza a salir y tocar a otros.

Hay una manifestación en esto que es el fruto de las otras cuatro. Si es verdad en nosotros, que estamos quebrantados como mendigos en nuestro espíritu, que estamos llorando y somos mansos y tenemos hambre y sed de justicia, nos encontraremos a nosotros mismos siendo misericordiosos hacia otros como resultado de esto.

Alguien ha dicho: “los que en su pobreza de espíritu reconocen su necesidad de misericordia, comienzan a mostrar misericordia a otros. Los que lloran por su pecado, comienzan mientras que lloran, a lavar sus corazones para que también sean los pobres de corazón.” Y los mansos son los que siempre están haciendo la paz. Y los que tienen hambre y sed de justicia, siempre están dispuestos a ser perseguidos por causa de la justicia.

¿Ve usted cómo las primeras cuatro de alinean con las últimas cuatro? Las primeras cuatro son las actitudes internas y las últimas cuatro son cosas que manifiestan. En donde hay pobreza de espíritu, y usted reconoce que no es nada más que un mendigo, usted va a estar dispuesto a darle a alguien más, quien no es nada más que un mendigo. Y entonces, será misericordioso. Y en donde usted está llorando por su pecado, usted lavará su corazón para que sea apuro con las lágrimas de la penitencia. Y ahora, será puro en corazón. Y donde usted es manso, usted siempre será un pacificador, porque la mansedumbre trae la paz. Y donde usted tiene hambre y sed de justicia, usted está dispuesto a ser perseguido por causa de la justicia.

Entonces, ahora hemos hecho una transición. Ahora, vamos a hablar de la virtud que se manifiesta cuando esa actitud interna está ahí en las primeras cuatro bienaventuranzas. Cuando usted tiene a estas primeras cuatro, va a ver cuatro características de virtud que se manifestarán. Y lo veremos conforme estudiamos estas últimas cuatro áreas en esta maravillosa introducción.

Ahora, veamos lo que significa ser misericordioso. Versículo 7, Jesús dijo: “bienaventurados los misericordiosos, porque ellos recibirán misericordia.” Y conforme vemos esta afirmación simple, quiero que sepa, esto es tan profundo, que no hay manera en la que yo pueda comenzar a cubrirlo todo. Es muy simple predicar cuando usted tiene tan sólo un poco de material porque usted simplemente va de punto a punto, y simplemente lo expande un poco y está bien. Pero cuando usted tiene una Biblia llena de material es difícil escoger lo que es mejor. Este concepto de la misericordia va de un extremo de las Escrituras al otro. De un fin de la historia de Dios desde la caída del hombre al tiempo de la consumación. Es una realidad gigantesca.

Pero quiero que vea, si podemos ver por lo menos cuatro aspectos de la misericordia para nuestro estudio en esta noche. Cuatro aspectos. La importancia, la fuente, la sustancia y la secuela. La importancia, la fuente, la sustancia y la secuela.

¿Cuál es la importancia? En otras palabras, ¿qué significa ser misericordioso? En el versículo 7 dice: “felices o bienaventurados son los misericordiosos.” ¿Qué quiere decir? Hombre, le voy a decir: para comenzar, fue literalmente una sacudida a los judíos de la época. Eran crueles y los romanos de ese día eran crueles. Ellos eran muy orgullosos, egoístas, pensaban que eran muy buenos condenando, menospreciaban a otros. Y lo que Jesús realmente estaba diciendo tocó el interior, la necesidad interior de sus corazones.

Ahora, como usted sabe, hay muchas personas que han tratado de usar esta bienaventuranza de una manera humanista. Y usted escucha que la gente dice “bueno, bienaventurados los misericordiosos porque ellos recibirán misericordia.” Y la usan como si fuera una virtud humana.

Bueno, si usted es bueno con todo el mundo, entonces todo el mundo será bueno con usted. Usted sabe, como Shakespeare en el Mercader de Venecia, tiene ahí un discurso dado por Porcia. Y me acuerdo que vi esto cuando estuve en la universidad. Y Porcia dice esto: “la cualidad de la misericordia es de valor. Cae como la lluvia gentil del cielo sobre la tierra abajo. Es bendita dos veces. Bendice a aquel que da y bendice a aquel que toma. Esto es lo más fuerte de lo más fuerte. Se convierte el monarca que está en el trono mejor que su corona.” Fin de la cita. Shakespeare dice que es lo mejor que un rey puede tener, ser misericordioso.

Ahora, inclusive el Talmud reconoce que hay algún tipo de virtud humana magnánima en la misericordia. Y el Talmud dice que Gamaliel dijo esto, y cito: “cuando usted tiene misericordia, Dios tendrá misericordia de usted. Y si usted no tiene misericordia, tampoco Dios tendrá misericordia de usted.” Fin de la cita. Y parece que, en cierta manera, en la manera de pensar del ser humano, se encuentra incorporada esta idea de que usted, si tan sólo es bueno con todo el mundo, todo el mundo va a ser bueno con usted. O si usted es bueno con Dios, Dios será bueno con usted. Ahora, eso es más verdadero. No estoy seguro acerca de lo primero. Usted ve a las personas que quieren juntar dinero y dicen: “bueno, si nos manda dinero, le prometo que usted lo recibirá.” Mucha gente ve esto como algún tipo de ‘doy y me das.’ Inclusive la gente que lo ve teológicamente como Gamaliel, fuera de Shakespeare, quien lo vio puramente de manera humana, dijo, ‘bueno, si hago esto por Dios, Dios hará esto por mí.’ Y así es como si usted obligara a Dios.

Un escritor parafraseó el versículo al decir esto: “esta es la gran verdad de la vida: si la gente ve que nos preocupamos, ellos se van a preocupar.” ¿Quiere apostar? Desafortunadamente, no es tan simple. Es mucho más que una virtud humana. Estoy de acuerdo con Gamaliel, si usted incluye a Dios, hay cierto aspecto recíproco. Si estamos honrando a Dios, Dios va a cuidar de nosotros. Pero el mundo no actúa así, créame. De hecho, el mundo romano no conocía el significado de la misericordia. De hecho, si usted quiere oír lo que ellos pensaban de esto, lo único que tiene que hacer es recordar lo que dijeron los filósofos romanos, quienes decían que la misericordia es la enfermedad del alma.

En otras palabras, la misericordia era una señal de debilidad. La misericordia es una señal de que usted no tiene lo que se necesita para hacer lo que realmente necesita ser hecho. Los romanos glorificaban la justicia y ellos glorificaban la valentía y ellos glorificaban la disciplina y ellos glorificaban el poder; y ellos menospreciaban la misericordia porque la misericordia la una especie de algo débil, mostrarle a alguien misericordia. Cuando nacía un niño en el mundo, el padre tenía el derecho de la patria potestas. Él simplemente podía tomar al hijo; y si quería que el hijo viviera, levantaba su pulgar. Si quería que el hijo muriera, lo apuntaba hacia el suelo. El hijo, si el pulgar estaba hacia abajo, era inmediatamente ahogado. No había misericordia. Si un ciudadano romano ya no quería a su esclavo, podía sacar un cuchillo y matar a su esclavo y no reportarlo. No había recurso.

Entonces, como puede ver, si usted está hablando de la sociedad romana, ese tipo de idea no encaja. No es simplemente la idea de que, si usted es misericordioso con todo el mundo, entonces todo el mundo será misericordioso con usted. Eso es imaginario. Esa es una fantasía en una sociedad romana.

Y le voy a decir algo más, es una fantasía en nuestra sociedad competitiva, egoísta, ambiciosa. En nuestra sociedad, como usted sabe, podríamos decir, usted va a ser misericordioso con alguien más y lo va a aplastar. Eso no siempre funciona. Pero la mejor ilustración del hecho de que no es simplemente una virtud humana, es nuestro Señor Jesucristo. Él prueba de una vez por todas que no es una virtud humana.

Jesucristo vino al mundo y fue el humano más misericordioso que jamás vivió. Jesucristo vino al mundo y nunca hizo nada para dañar a nadie. Nunca. Jesucristo vino al mundo y Él, buscó ayudar a los enfermos y los curó. Y Él buscó ayudar a los que no podían caminar y les dio piernas para caminar. Y Él les dio ojos a los ciegos y ellos vieron. Y oídos a los sordos y ellos oyeron. Y bocas a los mudos y ellos hablaron. Y Él encontró a las prostitutas y a los recaudadores de impuestos y a aquellos que eran menospreciados y los metió en el círculo de Su amor y los redimió y los hizo caminar. Él levantó a los que estaban tristes. Él lloró con ellos. Él tomó a los que estaban solos y los hizo sentir como si fueran amados. Y Él tomó a niños y los llevó en Sus brazos y los amó. Nunca hubo un ser humano que viviera sobre la faz de la tierra con la misericordia de éste. 

En una ocasión, estaba caminando por las clases y pasaba una procesión de un funeral. Y Él vio a una madre llorando porque su hijo había muerto. Y, ¿a quién le importaba? A ningún hijo, a ningún esposo. Y Jesús en medio de la procesión funeraria, detuvo el ataúd, colocó Su mano y resucitó al hijo de los muertos y se lo devolvió a la madre. En Juan, capítulo 8, algunos hombres habían sorprendido a una mujer en adulterio. Y arrastraron a esta mujer a la presencia de Jesús. Y Él vio a esa mujer después de que había hablado con ella y después de que Él confrontó a los acusadores de ella y la perdonó, le dijo: “ni Yo te condeno, vete y no peques más.” ¡Que misericordia!

Él comió con recaudadores de impuestos. Él comió con pecadores. Y cuando los escribas y los fariseos lo vieron comiendo con los recaudadores de impuestos y los pecadores en Marcos, capítulo 2, versículo 16, les dijeron a Sus discípulos “¿cómo es que Él come y bebe con publicados y pecadores? Se codea con la escoria.” Desde el comienzo al final, la vida de nuestro bendito Señor Jesús fue una de misericordia constante. Él fue misericordioso con todos.

Escuche: quiero decirle algo, la misericordia dada no significa misericordia devuelta. Usted no puede incorporar esa virtud humana en el caso de Jesús. ¿Sabe una cosa? Él fue el ser humano más misericordioso que jamás vivió y clamaron por Su sangre. Y lo clavaron a una cruz y lo azotaron contra una cruz y lo clavaron ahí. Esa no es una virtud humana. Eso no sirve. Eso no es cierto. No está hablando de esto. Si la misericordia llevara a su propia recompensa, no habrían clavado al ser humano más misericordioso que jamás vivió a una cruz y tampoco le hubieran escupido en Su rostro ni le hubieran maldecido. Él más misericordioso que jamás vivió, quien dio misericordia, no recibió de la gente misericordia en absoluto.

Dos sistemas crueles. El sistema romano y el sistema judaico unidos para matarlo. Lo único que tiene que hacer es ver a Roma y ver lo crueles que fueron. Vea a los Césares. El totalitarismo de la Roma cruel se unió con la intolerancia de un sistema cruel religioso para el cual Jesús fue una amenaza. Y le quitaron Su vida.

No, la misericordia de la que se habla aquí no es alguna virtud humana que trae su propia recompensa. Esa no es la idea. No es que, si usted es misericordioso con otros, ellos lo serán con usted. No, no. Usted pregunta qué quiere decir entonces el Señor. ¿Cuál es el significado? Bueno, amados, dicho de una manera simple es esto: usted sea misericordioso hacia otros y Dios será misericordioso con usted. Eso es lo que está diciendo.

Dios es el sujeto de la segunda frase. Dios le dará a usted misericordia. No estamos hablando de algo que sea humano.

Ahora, veamos la palabra misma y diremos más de eso. Veamos la palabra misericordiosos. Eleēmōnes. La palabra sólo es usada dos veces en todo el Nuevo Testamento. Una vez es usada aquí y una vez usada en Hebreos capítulo 2, versículo 17. Y ahí dice: “por lo tanto, en todas las cosas fue hecho semejante a Sus hermanos para que fuera un misericordioso y fiel,” ¿qué?, “Sumo sacerdote.” Cristo es la gran ilustración de misericordia. Él es nuestro sumo sacerdote quien intercede por nosotros y es de Él que viene la misericordia.

La forma verbal, no obstante, es usada muchas, muchas veces en la Biblia. Es muy, muy común. Es común en la Septuaginta del Antiguo Testamento, la edición griega. Es sinónimo de hebreos sería chesed, y también es muy común. La palabra simplemente significa tener misericordia de, ahora escuche, socorrer a los afligidos, ayudar a los miserables y rescatar a los miserables. Es una idea muy amplia.

Cualquier cosa que usted haga para beneficiar a alguien en necesidad. Eso es misericordia. Una idea muy amplia, pensamos en misericordia en términos de su aspecto de perdón en salvación, pero es un término muy amplio. Significa compasión en acción. Va más allá de la compasión. Va más allá de la empatía. Significa compasión en acción, empatía en acción hacia cualquier persona que tiene alguna necesidad.

Y cuando nuestro Señor habla de ella aquí, en la eleēmōnes real, lo genuino, no es una empatía débil que el egoísmo carnal siente, pero no hace nada para ayudar. No es esa misericordia falsa que realmente alimenta a su propia carne al apaciguar su conciencia al dar una migaja. No es la compasión silenciosa pasiva que podría ser genuina, pero nunca parece poder ayudar de una manera tangible.

No es ninguna de esas cosas superficiales. Es compasión genuina con un motivo puro, abnegado, que busca ayudar a alguien en necesidad. Eso es. En otras palabras, Jesús les estaba diciendo: “la gente en Mi Reino no toma, sino da. La gente en Mi Reino no condena, sino que da misericordia. La gente en Mi Reino no son los que se colocan por encima del resto de la gente, sino que es la gente que se agacha para ayudar a todos.” Y con estas palabras, Jesús estaba confrontándolos en donde estaban. Se estaban elevando a sí mismos. Pensaban que eran muy buenos en sí mismos. No se molestaban por darle nada a nadie.

De hecho, hay una historia que Jesús cuenta de un hombre que ni siquiera dio los fondos necesarios para cuidar de la vida de su padre y su madre, porque él dijo, ‘ah, ya lo dediqué a Dios en un acto religioso y no me atrevo a romper mi voto con Dios.’ Y nuestro Señor dijo ‘están en problemas serios, han intercambiado el mandato de Dios de honrar a su padre y a su madre por una tradición que han inventado ustedes.’ Eran buenos en esto. Eran crueles, inclusive con sus propios padres.

Pero nuestro Señor dice: si eres miembro de Su Reino, vas a ser misericordioso, lleno de misericordia. No sólo significa tener empatía, no sólo significa sentir compasión, significa de hecho meterse en la piel de otra persona, meterte en ella y pensar sus pensamientos y sentir sus emociones y cuidar de ellos de una manera muy tangible. Misericordia cuando yo veo a un hombre sin comida y le doy comida. Misericordia es cuando veo a una persona rogando por amor y le doy amor. Misericordia es cuando veo a alguien solo y le doy mi presencia. Misericordia es satisfacer la necesidad, no sentirla. Va más allá de eso.

Ahora, permítame compararla con varias palabras para que entienda su importancia. En primer lugar, misericordia y perdón. Me gusta comparar esas dos palabras. Piense conmigo en esto: Misericordia y perdón. ¿La misericordia es perdón? ¿Es el perdón misericordia? ¿Y cómo son distintas? Ahora, quiero que me siga y piense. ¿Muy bien? En Tito 3:5 dice que, según Su misericordia, nos salvó. Entonces, eso es importante. La misericordia entonces es un elemento que está ahí en la salvación. En Efesios, capítulo 2, nos dice: “quien Dios, que es rico en misericordia, nos redimió, nos dio vida.” Entonces, la misericordia está tras bambalinas en la salvación. Es la misericordia de Dios que lo hace salvarnos. Es la misericordia de Dios la que permite que nos redima. Entonces, la misericordia está detrás del perdón, no hay duda alguna. Entonces, queremos hablar de la misericordia y el perdón juntos porque van juntos.

En Daniel, capítulo 9, creo que es el versículo 9, estoy adivinando, entonces, espero que esté bien. Pero Daniel 9:9: “A Ti, sí, a Jehová, nuestro Dios,” y me encanta esto, “pertenece,” escuche, “misericordias y perdones.” ¿No es eso bueno? Las une. Entonces, misericordia y perdón pertenecen la una a la otra.

Salmo 130, por cierto, también de manera hermosa y maravillosa liga esas mismas cosas. “De las profundidades he clamado a Ti, oh Jehová. Oye mi voz. Que Tus ojos estén atentos a la voz de mi súplica. Si Tú, Jehová marcaras las iniquidades, oh Jehová, ¿quién permanecerá?” Esta es una confesión de pecado. “Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado. Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; En su palabra he esperado. Mi alma espera a Jehová
Más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana. Espere Israel a Jehová, Porque en Jehová hay misericordia.”

Ahora, aquí hay un individuo confesando pecado, buscando perdón y sabiendo que el perdón viene de la fuente de misericordia. Entonces, la misericordia y el perdón están ligados. No podemos pensar en la misericordia sin su expresión en el perdón. No podemos pensar en el perdón sin su fuente. Misericordia.

Pero, escuche, el perdón no es la única expresión de misericordia. No refrene a la misericordia tan sólo a un pensamiento soteriológico o a una realidad de la salvación; la misericordia es infinitamente más grande que tan sólo el perdón. Esto es parte de ella. Pero escuche, Salmo 119:64 dice: “la tierra está llena de Tu misericordia.” Génesis 32:10: “no soy digno de la más pequeña de todas las misericordias.” En 2 Samuel 24:14, “Tus misericordias son grandes.” Nehemías 2:19 “Tus múltiples misericordias.” Salmos 69:13: “la multitud de Tus misericordias.” Entonces, las misericordias son mucho más que tan sólo el perdón. El perdón es un acto de misericordia, sí. Pero hay mucho más. Yo puedo ser misericordioso con alguien cuando perdono. Pero hay muchas otras maneras en las que se puedo ser misericordioso que no necesariamente involucran el perdón.

En Lamentaciones, quizás el más hermoso de todos los pasajes, dice esto: “por la misericordia de Jehová, no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron Sus misericordias. Nuevas son,” ¿Con que frecuencia? “Cada mañana, grande es Tu fidelidad.” Las misericordias de Dios son infinitas.

Pero, ¿qué hay acerca de la misericordia y el amor? ¿Cómo se comparan? Ahora, estamos llegando a una definición. Estamos hablando de la importancia de la misericordia. Su significado. Ése es el punto uno. ¿Cómo la comparamos con el amor?

Bueno, retrocedamos: el perdón fluye de la misericordia. La misericordia fluye de ¿qué? El amor. ¿Por qué es que Dios ha sido misericordioso? Está basado en el amor. “Pero Dios, quien es rico en misericordia,” ¿por qué? “Por Su gran amor con que nos amó.” ¿Usted ve la secuencia? Dios ama y el amor es misericordioso y la misericordia es perdonadora, entre muchas otras cosas. Y entonces, el amor está detrás de la misericordia.

Pero el amor es más grande que la misericordia, si puede imaginarse esto. Usted dice ‘espera un momento. Dijiste que la misericordia era más grande que el perdón.’ Es correcto. La misericordia es más grande que el perdón y el perdón es más grande que la misericordia, porque el amor puede hacer muchas cosas. Y mucho más que tan sólo mostrar misericordia. Porque la misericordia presupone un problema y el amor puede actuar cuando no hay un problema, ¿verdad? El Padre ama al Hijo y el Hijo no necesita misericordia. Él Hijo ama al Padre y no necesita misericordia. El Padre ama a los ángeles y los ángeles aman al Padre. Y ninguno de ellos necesita misericordia. El amor es más grande que la misericordia. La misericordia es el doctor, el amor es el amigo. El amor actúa a partir del afecto, la misericordia actúa partir de gran necesidad. El amor es constante, la misericordia está reservada para momentos de problemas. Pero no hay misericordia sin amor, pero el amor es más grande que la misericordia.

Es un pensamiento tremendo, ¿no es cierto? ¿Ve usted cómo el gran amor de Dios desciende a nuestra necesidad bajo la categoría de la misericordia? También hay otra categoría entera, cuando somos justos y no necesitamos misericordia, Él todavía nos ama. Él nos amará a lo largo de toda la eternidad, cuando ya no necesitemos más misericordia. Pero el amor desciende a nosotros en esta vida a través de la misericordia. Y la misericordia se reduce a ese pensamiento de perdón, pero también es mucho más amplio que eso.

¿Podría añadir un pensamiento más? ¿O quizás dos? ¿Qué hay acerca de la misericordia y la gracia? La gente dice ‘bueno, ¿es la misericordia como la gracia? ¿O es la gracia como la misericordia?’ Bueno, sí y no.

Ahora escuche, usted realmente va a ser ejercitado teológicamente, así que sea paciente. El término misericordia y todos sus derivados, escuche, siempre tiene que ver con elementos de dolor y miseria y aflicción. Siempre el resultado del pecado, sea pecado individual o sea simplemente el pecado del mundo, simplemente el problema de estar en un mundo pecaminoso. Como puede ver, la misericordia siempre presupone problemas. Enfrenta el dolor y la miseria y la aflicción. Pero la gracia enfrenta el pecado mismo. La misericordia enfrenta los síntomas, la gracia enfrenta el problema.

Como puede ver, la misericordia ofrece alivio del castigo. La gracia ofrece perdón por el crimen. ¿Entiende? Primero, viene la gracia. Y la gracia quita el pecado y después, la misericordia elimina el castigo. Son diferentes. Sabe una cosa, en tres de sus cartas -y nunca lo hace en una carta a una Iglesia, sólo hace en cartas a individuos, 1 Timoteo, 2 Timoteo y Tito, Pablo dice “misericordia y gracia y paz.” Misericordia y gracia son diferentes. La misericordia elimina el dolor y la gracia concede una condición mejor.

Permítame darle un ejemplo. El buen samaritano, ¿verdad? Él está ahí acostado, el hombre está yaciendo al costado del camino, ha sido golpeado al punto de morir, ha sido robado y el sacerdote pasa y no quiere involucrarse. Y el levita pasa y no quiere involucrarse. Y de pronto, el samaritano de media raza pasa y ve a este pobre judío todo golpeado y demás. Y se acerca y cuida de él. ¿Sabe lo que hace la misericordia? La misericordia alivia su dolor. La misericordia derrama aceite en sus heridas. Y la misericordia venda sus heridas. Y misericordia alivia el sufrimiento.

¿Y sabe lo que hace la gracia? La gracia va más allá y le renta un lugar en donde pueda vivir. Como puede ver, la misericordia enfrenta a lo negativo y gracia concede lo positivo. La misericordia quita el dolor y la gracia da una mejor condición. La misericordia dice ‘no infierno’ y la gracia dice ‘cielo’. La misericordia dice ‘tengo compasión de ti’. La gracia dice ‘te perdono’. Entonces, la misericordia y la gracia son dos lados de lo mismo. Maravilloso.

Y Dios ofrece misericordia y gracia. Y después, necesita hacer otra comparación y es entre la misericordia y la justicia. La gente dice: ‘bueno, si Dios es un Dios de justicia, ¿cómo puede Él ser misericordioso?’ Si usted lo ve de esa manera, si Dios es un Dios Santo, justo, ¿acaso Él tan sólo niega la justicia? ¿Puede Él decir ‘bueno, sé que eres es un pecador y que has hecho cosas terribles, pero oh, Yo te amo tanto, tengo tanta misericordia, que simplemente te voy a perdonar? ¿Puede Él hacer eso? Si, Él puede. ¿Sabe por qué? Porque Él vino al mundo en forma humana y murió en la cruz, y en la cruz, cuando Jesús murió, nunca lo olvide, la justicia quedó satisfecha.

¿Escuchó eso? Dios dijo que no habría perdón de pecados sin que hubiera derramamiento de sangre y Dios dijo que tuvo que haber un sacrificio perfecto para llevar los pecados del mundo y Jesús fue eso y la justicia fue satisfecha.

Y ahora, la misericordia no viola la justicia. Cuando yo hablo de la misericordia de Dios, no es algún sentimiento necio que justifica el pecado. Escuche, tenemos mucho de eso en la actualidad, inclusive en la Iglesia. La única ocasión en la que Dios jamás extendió misericordia a alguien fue cuando alguien pagó el precio del pecado involucrado. Hay un tipo de misericordia sentimental falsa, necia, que quiere simplemente cancelar la justicia y ‘no hagas que la gente pague por nada y no dejes que piensen que no son aceptables’; y en cierta manera, lo hace a un lado. El rey Saúl libró al rey Agag. Ese fue un tipo de misericordia sentimental que Dios violó la santidad de Dios. David, en una misericordia falsa, sentimental mostró a Absalón, lo perdonó y sembró en su corazón las semillas de rebelión que fueron su ruina. Nunca lo olvide.

Y Dios nunca violará la verdad de Su justicia y Su santidad para ser misericordioso. Él era misericordioso, pero sólo cuando la verdad haya sido satisfecha. Si Absalón se hubiera arrepentido y hubiera aceptado la verdad de Dios, entonces la misericordia habría sido real, pero no hubo nada más que sentimentalismo porque nunca se sometió a la verdad. Y hay gente en la Iglesia, como usted sabe, que peca y hace cosas que son malas en contra de Dios y que nunca realmente reconocen su pecado; y ellos nunca realmente enfrentan la maldad en su vida y, sin embargo, quieren la misericordia.

Observe Santiago capítulo 2 por un momento, si es tan amable. Santiago, capítulo 2, versículo 10. Una palabra muy importante, Santiago 2:10: “porque el que guarde toda la ley y la viole en un punto es culpable de toda. Porque el que dijo no que cometeréis adulterio también dijo no matarás. Ahora, si no cometes adulterio, pero matas, eres transgresor de la ley.” En otras palabras, Santiago dice: “si tú violas cualquiera de las leyes de Dios, estás ofendiendo todo. Eres culpable de toda. Así hablad y así haced. Como aquellos que serán juzgados por la ley de la libertad.”

Ahora, escuche el versículo 13. “Porque juicio habrá sin misericordia con aquel que no haya mostrado misericordia, y la misericordia triunfa sobre el juicio.” Simplemente, esa primera línea: porque juicio habrá sin misericordia. Escuche, por parte de Dios habrá un juicio cruel en contra de la gente que no acepta la verdad. Y la verdad, claro, es el sacrificio de Cristo. No estamos hablando de sentimentalismo. No estoy diciendo que, si usted peca a lo largo de su vida y nunca reconoce a Jesucristo, Dios va a ser misericordioso y aceptarlo. Esto no es verdad. Usted va a enfrentar juicio sin misericordia.

Y yo creo que la única ocasión en la que Dios puede realmente dar misericordia es cuando la verdad ha sido aceptada. Sólo cuando aceptamos el sacrificio de Cristo, o como cristianos que han hecho eso, si Dios va a ser misericordioso con nosotros, entonces debemos confesar el pecado como pecado y arrepentirnos y dejarlo; y entonces, conoceremos la misericordia de Dios.

Entonces, la misericordia es especial. Es más que el perdón. Es menos que el amor. Es diferente de la gracia. Y es una con la justicia. Es más que el perdón, menos que el amor, diferente de la gracia y una con la justicia. Para resumir, el significado de ser una persona misericordioso, escuche esto: “el misericordioso no sólo oye los insultos de hombres malos, sino que en su corazón busca ayudar a esos mismos hombres malos en compasión. El misericordioso es empático. Es perdonador. Muestra gracia. Es amoroso. No es tan sentimental como para justificar la maldad. No es tan sentimental como para permitir que el pecado no se castigue o no se confronte simplemente porque alguien está triste o está en una situación trágica. No, la misericordia significa que usted busca ayudar en empatía y perdón total y amor y gracia cuando la verdad es aceptada.” En el Salmo 37:21 lo dice así: “el impío presta y no paga, pero el justo da y muestra misericordia.”

Vamos a ser misericordiosos con aquellos que aceptan la verdad. ¿Sabe una cosa?, si mi hijo, y esto ha sucedido en nuestra familia, viene conmigo y me dice: “papá, hice algo mal, lo siento.” Seré misericordioso. Pero les he dicho a mis hijos desde que son pequeños, “si yo descubro que no me has dicho la verdad o que no has admitido algo que has hecho, no habrá misericordia. Habrá castigo.” Usted está lidiando con la actitud de la verdad, no algún tipo de sentimentalismo. Pero cuando se enfrenta a la verdad, debemos ser misericordiosos y mostrar gracia y ser perdonadores.

Fue la misericordia en Abraham después de que había sido ofendido por su sobrino Lot que causó que Abraham fuera y asegurara la liberación de Lot. Fue misericordia por parte de José, después de haber sido tratado tan mal por sus hermanos, que hizo que él aceptara a sus hermanos y satisficiera las necesidades de ellos. Fue misericordia en Moisés después de Miriam se había revelado en contra de él y el Señor le había dado lepra, lo cual hizo que Moisés clamara: “sánala ahora, oh, Dios, Te ruego;” fue misericordia en David que lo hizo librar la vida de Saúl. Misericordia. Esa característica hermosa que dice “buscamos perdonar y cuidar y ayudar y levantar a la gente. No nos enseñoreamos de ellos. No los pisamos. No los empujamos. No pensamos que somos superiores.”

En contraste con esto, el Salmo 109, leemos acerca de una persona cruel sin misericordia. Él habla acerca del impío que no tiene misericordia. Y él dice, finalmente en el versículo 14 del Salmo 109: “que la iniquidad de sus padres sea recordada con Jehová y que el pecado de su madre no sea borrado. Que estén delante del Señor continuamente para que pueda quitar la memoria de ellos sobre la tierra.” ¿Por qué, oh Dios, por qué juzgas tanto? ¿Por qué condenas así? “Porque Él no se acordó de mostrar misericordia. Él persiguió al pobre y al necesitado e inclusive mató al quebrantado de corazón.”

Le dije hace unos cuantos meses atrás que Dios siempre se ha identificado con los pobres y los necesitados. De hecho, nuestro Señor dijo en ese gran sermón en el discurso de los olivos, “algún día cuando venga el juicio, les voy a decir ¿saben por qué van a estar fuera de Mi Reino? ¿Por qué no van a ser parte de Mi Reino? Porque cuando vine, ustedes no me dieron lo que necesité. Cuando estuve desnudo, no me vistieron. Cuando tuve hambre, no me alimentaron. Cuando tuve sed, no me dieron de beber.” Y la gente dirá ‘espera un momento, nunca Te vimos.’ Y el Señor les dirá a ellos: “bueno, si alguno de los Míos, que vieron que eran representantes Míos y cuando vinieron no los alimentaron y no les dieron agua y no les dieron ropa y si no lo hicieron, al más pequeño de éstos, Mis hijitos, no lo hicieron a Mí.”

Escuche, Dios se identifica con la gente privada. Y los misericordiosos van a buscar ayudarlos. No aquellos que buscan aprovecharse. Que Dios nos ayude de alguna manera a poder superar la inundación de una sociedad corrupta que nos dice que nos aprovechemos de lo más que podamos; y que oigamos la voz de nuestro Dios que nos dice que demos lo que podamos dar. Debemos ser misericordiosos. Si alguien lo ofende a usted, sea misericordioso. Y si alguien le hace algo a usted, sea misericordioso. Sea compasivo. Sea benevolente. Sea empático. Y si alguien comete un error o alguien interpreta algo mal o alguien no le paga una deuda o no le devuelve algo que ha tomado prestado, sea misericordioso. Esa es la virtud del Reino.

Y, por cierto, en Proverbios 11:17 dice: “el hombre misericordioso hace bien a su propia alma. Pero el que es cruel aflige a su propia carne.” ¿Quiere ser realmente miserable?, entonces sea cruel. ¿Quiere ser feliz?, sea misericordioso. Proverbios capítulo 12, en el versículo 10 dice: “el hombre justo considera la vida de su animal, pero las misericordias tiernas del impío son crueles.” Lo que él está diciendo aquí es que lo que la gente busca es misericordia hasta inclusive con los animales y el impío es cruel con todos.

Romanos 1:31, quiero que vea una característica de una sociedad impía. Ésta es la descripción. En el versículo 29 dice: “están llenos de toda injusticia, fornicación, impiedad, avaricia, malicia, llenos de envidia, homicidio, contención, engaño, maledicentes, chismosos, calumniadores, aborrecedores de Dios, intolerantes, orgullosos, jactanciosos, inventores de males, desobedientes a los padres, sin entendimiento, violadores de pactos, sin afecto natural, implacables, y, ¿Cuál es el clímax de la lista entera? Crueles. Sin misericordia.

Usted pregunta si ése es el resumen de todo. Correcto. Crueles. Pero escuche, para aquellos de nosotros que hemos recibido misericordia, ¿cómo podemos ser algo que no sea misericordia? ¿Que merecía usted? ¿Cómo puede usted demandar ser cruel con alguien cuando usted necesitaba misericordia de manera tan desesperada por parte de Dios?

Y esto nos lleva a nuestro segundo punto, rápidamente. La fuente de misericordia. ¿Quién es la fuente? Bueno, usted sabe quién es. Es Dios. Es Dios. Dios es la fuente de misericordia. Es un regalo de Dios. Ahora, permítame decirle algo. Es sólo para aquellos que han pasado por las otras cuatro bienaventuranzas. Es sólo para los pobres del Espíritu que lloran por sus pecados y que están mantos delante de un Dios Santo y que tienen hambre y sed de Su justicia. Y cuando reciben Su justicia, cuando reciben Su regalo de misericordia, hacia ellos entonces pueden ser misericordiosos.

Escuche, la misericordia no es un atributo humano normal. Nunca lo producirá usted. No funciona. Usted es misericordioso con la gente y ellos serán misericordiosos con usted. No lo crea. Ahora, algunos podrían ser así. Pero ése no es un atributo humano normal. La única manera de ser una persona misericordiosa para tener dentro de usted la misericordia dada por Dios y la única manera de tener la misericordia dada por Dios es tener la justicia de Dios que viene a través de Cristo. Y esto es lo que Jesús está diciendo. A menos de que usted venga por este camino al lugar de tener hambre y sed de justicia, y sea lleno por Dios, usted nunca conocerá la misericordia, porque la misericordia es parte de lo que Él da.

Hay muchas personas que quieren la bendición, pero no quieren el pertenecer, ¿se da cuenta? Quieren la bendición, no al que bendice. Son como Balam. Usted sabe, Balam, el falso profeta. Él dijo, ¿se acuerda de su oración? Él dijo “déjame morir la muerte de los justos.” Y él dijo: “que mi último respiro sea como el de él.” Y un antiguo puritano dijo que él quería morir como los justos nada más que no quería vivir como los justos. Y quizás, hay algunas personas que quieren misericordia, pero no la quieren en los términos de Dios. Y las únicas personas que tienen misericordia son las personas que califican bajo las primeras cuatro bienaventuranzas, los que han venido con un espíritu quebrantado de mendigos ante un Dios Santo y buscan Su justicia que sólo viene en Cristo. Y cuando Dios nos da Su justicia, con ello viene una capacidad de tener misericordia.

Escuche, Dios es misericordioso y nosotros poseemos a Dios. Efesios 3 dice: “somos llenos de toda la plenitud de Dios y Su misericordia la muestra a través de nosotros.” Dios tiene dos tipos de atributos. ¿Sabía usted eso? Los que llamamos absolutos y relativos. Dos tipos. Por ejemplo, usted pregunta cuáles son Sus atributos absolutos. Dios es amor, Dios es verdad, Dios es santidad. Y si nadie viviera, Él aún sería amor, verdad y santidad. Y si usted nunca hubiera nacido, Él aún sería amor, verdad y santidad. Pero cuando usted y yo venimos al mundo, estos absolutos adoptaron una característica relativa. Y Su verdad se volvió fidelidad a nosotros. Su santidad se volvió justicia y Su amor se convirtió en gracia y misericordia. Esos son los atributos relativos que emanan de Su naturaleza absoluta. Su amor se volvió misericordia y gracia. Amados, Dios es el que es rico en misericordia y Él es el único que la da.

En el Salmo 103:11, el salmista dijo: “como los cielos están sobre la tierra, así de grande es Su misericordia hacia aquellos que le temen.” Tememos a Dios. Venimos a Cristo y Dios nos da Su misericordia. Y así nuestro Señor dice en Lucas 6:36: “sed por lo tanto misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.”

Entonces, Dios es la fuente. Dios es el único que puede darnos misericordia. El acto supremo, obvio, de la misericordia de Dios fue la cruz. No hay acto que pueda llegarle a eso en términos de misericordia. Jesús vino a la cruz. Él se mete adentro de la piel de un hombre. Él es misericordioso y eso es lo que lo hizo un sumo sacerdote misericordioso. El doctor Barrnhouse lo expresó de esta manera, y cito: “cuando Jesucristo murió en la cruz, toda la obra de Dios para la salvación del hombre pasó de la esfera de la profecía y se volvió un hecho histórico. Dios ahora ha tenido misericordia sobre nosotros. Para que alguien ore “Dios, ten misericordia de mí,” es el equivalente de pedirle que repita el sacrificio de Cristo. Toda la misericordia que Dios jamás tendrá sobre el hombre, Él ya la tuvo cuando Cristo murió. Esa es la totalidad de la misericordia. No podría haber más, y Dios ahora puede actuar hacia nosotros en gracia porque Él ya ha mostrado toda esa misericordia hacia nosotros. La fuente ahora está abierta y está fluyendo y continúa fluyendo libremente.” Fin de la cita

Y hablamos de ella, ¿no es cierto? Algunas veces cuando decimos: “Él me vio arruinado en la caída, Él me amó a pesar de todo. Él está a mi lado, Su misericordia, ¡oh cuán grande! Y cantamos de manera apropiada “la misericordia ahí fue grande y la gracia fue libre, el perdón ahí fue multiplicado a mí, ahí mi alma cargada encontró libertad,” ¿en dónde? “En el calvario.” Ahí estuvo el acto de misericordia de Dios. ¿Sabe usted que Miqueas 7:18 dice que Él se deleita en misericordia? Él fue misericordioso para con nosotros en la cruz y cuando recibimos a Cristo, Él nos da Su misericordia. Dios es la fuente de misericordia.

En tercer lugar, la sustancia de la misericordia. ¿Qué significa ser misericordioso? Y simplemente voy a decirle esto rápidamente. Voy a tener que saltarme algunas cosas que tengo. Pero quiero llegar a los pensamientos simples. Sustancia de misericordia. Usted pregunta qué quiero decir con esto. Bueno quiero decir lo siguiente ¿cómo hago esto práctico? ¿Cómo es que mi vida se vuelve una vida misericordiosa?

¡Oh! ¡Tantas Escrituras, tantas! Romanos 15, 2 Corintios 1, Efesios 4, Colosenses 3, Gálatas 6, Mateo 5, Mateo 6 nos llaman a ser misericordiosos. Nos llaman a ser misericordiosos una, y otra, y otra y otra vez.

Usted pregunta cómo puede ser misericordioso. En primer lugar, de una manera física. En primer lugar, usted puede ser misericordioso de una manera física. Usted pregunta cómo. Dele a un hombre pobre dinero, a un hombre hambriento, comida. A un hombre desnudo, ropa. A un hombre sin una cama, una cama. Al cambiar remordimiento en perdón. Oh, hay muchas maneras. El Antiguo Testamento está lleno de ellas. Lleno de ellas. Maneras en las que podemos mostrar misericordia, más que tan sólo mostrar perdón, satisfaciendo necesidades de todo tipo.

¿Sabe una cosa?, en Deuteronomio 15:8, pero abrirás Tu mano y ciertamente le prestarás lo suficiente para su necesidad a aquel en aquello en lo que carece. Guárdate de que no haya un pensamiento en tu corazón malo, diciendo el séptimo año, el año de la liberación está cercano; y entonces, seas malo contra tu pobre hermano y no le des nada y él clame a Jehová contra ti. Aun cuando sabes que vas a perder a tu esclavo en los próximos dos meses, dale lo que él necesita, dale lo que sea que necesite, inclusive si es el año de la liberación, dale cualquier cosa que él necesite. Aún si sabes que la deuda va a tener que ser quitada porque en el año de la liberación, todas las deudas serán canceladas, dale lo que necesita. Eso es misericordia.

Cuando alguien quiere algo, oro a Dios porque si vienen a mí, yo se los dé. Yo nunca pido a alguien algo porque la misericordia da para satisfacer una necesidad. Entonces, en el área física, hay tantas, tantas maneras. La misericordia nunca guarda remordimiento. Nunca se venga. Nunca despliega las debilidades de alguien. Nunca hace algo del fracaso de alguien. Nunca recita un pecado. San Agustín era tan misericordioso con otros que él tenía en su comedor una gran mesa hermosa y él siempre invitaba a personas a que vinieran a su mesa, los que no tenían dónde comer. Y él los alimentaba y tenía algo grabado en la parte de arriba de la mesa y esto es lo que decía: “esta mesa no es para aquel que ama destrozar el nombre de otra persona. Así que ayuna.”

Entonces, debemos ser misericordiosos no sólo en el área física, sino también en la reputación. Surio, un jesuita, y nunca olvidaré leer esto, Surio, el jesuita. Él reportó que Lutero, Martín Lutero aprendió su teología del diablo y se volvió borracho. Lo calumnió. La persona que no tiene misericordia con otros da evidencia de esto. Escuche, si usted es cristiano, si usted ha tenido hambre y sed de justicia, va a ser misericordioso. Va a ser misericordioso.

Eliano, el escritor romano de historia natural, en su historia escribe acerca de un animal interesante. Él dijo que, en la India, él oyó acerca de un animal acerca del cual antes nunca nadie había oído; y él lo describió de este modo: “tenía cuatro pies con una gran bestia y tenía alas como un águila.” Y Eliano dijo que es difícil de clasificar. “Sólo los dioses lo saben.” Yo pensé que se oye muy parecido a cristianos falsos. Ellos dicen volar, pero sus pies están aferrados a la tierra. Son como este animal, hijos que profesan ser del Reino, pero nunca salen de la suciedad.

Escuche, la persona vengativa, que se cree muy buena, que se protege solo a sí misma, es como el sacerdote y el levita que pasaron al lado del camino. Religión falsa. Entonces, hay muchas maneras en las que usted puede mostrar misericordia a las personas físicamente.

 Bueno, ¿qué hay espiritualmente? Y éste es el clímax. ¿Qué hay acerca del área espiritual? Permítame darle cuatro sugerencias, muy rápidamente. En primer lugar, compasión. Compasión. San Agustín dijo: “si yo lloro por el cuerpo del cual el alma ha partido, ¿no lloraré por el alma del cual Dios ha partido?” Nosotros lloramos mucho por cuerpos muertos. Me pregunto qué hacemos cuando pensamos en almas. Si yo, como cristiano, escuche. Si yo, como cristiano he visto y he experimentado la misericordia, ¡y hombre!, la he experimentado. La experimento diariamente en mi de vida, conforme Dios continúa limpiándome y perdonándome. Si yo, que no tenía justicia, sino que era pobre en espíritu, si yo, quien estuve llorando por mi pecado en una condenación de mendigo y sin esperanza, si yo, miserable y condenado y manso, si yo, teniendo hambre y sed por aquello que debo tener y no lo he podido obtener, si yo, quien recibió misericordia y compasión por parte del gran corazón de Dios, no dejo que esa misma misericordia fluya a otros, ¿qué tipo de incoherencia es esa?

Oigo a Esteban en Hechos 7 diciéndole a Dios, conforme le avientan piedras y aplastan su vida: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado. Oh, Dios, no los hagas responsable por esto.” Él estaba teniendo compasión de sus almas, ¿se da cuenta? Es Jesús en la cruz, “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” Eso es compasión. Y usted y yo debemos ver a los perdidos con compasión, no enseñoreándonos de ellos o pensando que somos mejor que ellos.

En segundo lugar, creo que podemos ser misericordiosos con las almas de los hombres no sólo por compasión, sino por lo que llamo confrontar. Confrontar. Usted pregunta qué quiero decir con eso. Segunda de Timoteo 22:25 nos dice: “en mansedumbre, instruyendo a aquellos que se oponen a Dios, por si quizás Dios les concede arrepentimiento para reconocer la verdad.” En otras palabras, confrontar quiere decir confrontar a la gente por su pecado para que Dios pueda darles perdón.

Como puede ver, tienen que oír el Evangelio. Usted sabe, dice en Tito 1:13: “repréndelos duramente para que sean sanos en la fe.” Si usted no reprende a la gente, no serán sanos en la fe. ¿Sabe una cosa?, yo me puedo preocupar por su alma al reprenderlo a usted. Yo puedo preocuparme por el alma de un pecador al reprender al pecador cara a cara. Eso es ser amoroso. La crueldad no dice nada, ¿se da cuenta?

En Judas 23, al final de ese libro maravilloso, dice que hay algunas personas a quienes usted tiene que salvar con temor, arrebatándolos del fuego, odiando inclusive la vestimenta que ha sido manchada por la carne. A algunas personas usted tiene que arrebatarlas del fuego. Eso no es odio, eso es amor.

Y yo soy acusado por no tener amor en muchas ocasiones. Soy criticado por una falta de amor y alguien inclusive me dijo esta mañana después de mi mensaje eso. Eso no es inusual. Pero amados, eso no es falta de amor. La misericordia confronta. Como puede ver, la misericordia confronta porque debe haber confrontación de pecado antes de que pueda haber un reconocimiento de pecaminosidad.

En tercer lugar, creo que podemos cuidar de las almas de la gente de manera misericordiosa cuando no sólo confrontamos y tenemos compasión de ellos, sino cuando oramos. El sacrificio de la oración por las almas de aquellos sin Dios, por almas de creyentes en pecado es un acto de misericordia. Se puede indicar cuán misericordioso ustedes por medio de cuán fielmente usted ora por las personas. ¿Ora usted por los perdidos? ¿ora usted por su prójimo?  ¿ora usted una persona sin Cristo? ¿Ora usted por las personas que son cristianas que están caminando en desobediencia? Su oración es un acto de misericordia ya que libera la bendición de Dios.

Y finalmente, al predicar. Yo creo que cuando usted predica el Evangelio, eso es lo más misericordioso que usted puede hacer por el alma de alguien. Y entonces, digo que usted puede ser misericordioso con el alma de la persona al ser compasivo, al confrontarlo, al orar, al predicar. Dios quiere que seamos misericordiosos.

Finalmente, hemos visto el significado, la fuente, la sustancia; finalmente, la secuela. Usted pregunta qué sucede si usted es misericordioso. Bienaventurados. “Bienaventurados,” dijo nuestro Señor, “los misericordiosos, porque ellos alcanzarán” ¿qué? “Misericordia.” ¡Oh, qué cosa tan hermosa! ¿Ve usted el ciclo aquí? ¿Ve usted el ciclo? Dios nos da misericordia. Somos misericordiosos y Dios nos da más misericordia. Fantástico es el ciclo de la misericordia. Y, por cierto, es el pronombre enfático de nuevo. Sólo ellos, únicamente ellos obtienen misericordia. Sólo ellos.

Esa no es una verdad nueva en la Biblia. Segunda de Samuel 22:26 dice lo mismo, son los misericordiosos los que reciben misericordia. Santiago 2, versículo 13, de manera idéntica dice lo mismo. Santiago 2:13: “porque,” dice, “el que no haya mostrado misericordia no recibirá misericordia.” Es la misma verdad en Mateo, capítulo 6, en nuestros estudios futuros llegaremos ahí, “perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a los que nos deben.” Versículo 14: “porque si perdonáis a los hombres vuestras ofensas, vuestro Padre celestial perdonará vuestras ofensas.” Es la misma cosa. Está en el Salmo 18. Está en Proverbios 14. Son aquellos, los que son misericordiosos, los que obtienen misericordia.

Ahora, quiero advertirle aquí acerca de algo. Y esto es realmente crítico. Algunas personas creen que de esta manera usted es salvo. Éste es el error de la Iglesia Católica, que usted satisface a Dios y Dios le da a usted misericordia cuando usted hace obras misericordiosas. Y eso dio lugar a un montón de monasterios y monjes y todo lo que salió de un entendimiento equivocado de este término. Así no es como usted se gana la salvación. Muchos en la Iglesia católica no han entendido esto. Y creen que, si usted tan sólo hace obras de misericordia y obras de beneficencia, si tan sólo dan a los pobres y a los necesitados, entonces ellos recibirán misericordia salvadora. No. El punto no es ese. Usted no tiene misericordia por mérito. De otra manera, la misericordia no sería misericordia, ¿verdad?

La misericordia sólo puede aplicarse en donde no hay mérito o de lo contrario no es misericordia. Entonces, usted no puede recibir misericordia por mérito. Lo que es de mérito merece recompensa, no misericordia. La misericordia es dada porque la misericordia es necesitada inclusive por aquellos que la muestran.

La clave está en Mateo 18, cuando un hombre trajo a su siervo y dijo ‘escucha, págame todo lo que me debes.’ Y el hombre dijo ‘bueno, te pagaré todo.’ Y después, el amo dijo: “bueno, pensándolo bien, mejor te perdono. Estás perdonado.’ Y el hombre a quien se le acababa de perdonar algo que no podía pagar en su vida entera, salió y se encontró a un hombre que le debía un poquito que podía ser pagado y lo tomó del cuello y le dijo ‘págame todo lo que me debes o te arrojaré a la prisión.’ ¿Y cuál es el retrato aquí?

Como puede ver, aquí el verdadero amo es Dios. Él ofrece misericordia a este siervo, pero este siervo realmente nunca fue convertido. Él realmente nunca aceptó la salvación que se le ofreció. Él nunca realmente tomó esa misericordia porque nunca confesó su pecado. Él nunca la relacionó con la verdad y entonces, la misericordia y la verdad nunca se besaron. Fue misericordia falsa. Nunca opero en su caso porque nunca admitió su pecaminosidad. Y es obvio, porque cuando él se volvió y tuvo la oportunidad de mostrar misericordia, ¿qué hizo? Estranguló al hombre y lo arrojó en la cárcel.

Y lo que nuestro Señor estaba diciendo en esa parábola de Mateo 18 es esto: cuando alguien muestra que no tiene misericordia, muestra que no ha recibido nada de misericordia. Por el contrario, ese versículo está diciendo que, si usted es el que muestra misericordia, es la evidencia de alguien que la está recibiendo; eso es lo que está diciendo. Este hombre en Mateo 18 nunca tuvo misericordia verdadera. Esa es la razón por la que él nunca la pudo dar. Pero el que ha recibido misericordia la da y recibe más y más y recibe más. ¡Oh, qué hermoso pensamiento! Él está diciendo que el que ha recibido misericordia, será misericordioso. El que ha recibido perdón, será perdonador. Esto es lo que está diciendo.

¿Y sabe lo que es tan maravilloso acerca de esto? Si usted es una persona misericordiosa, lo es porque usted ha recibido misericordia y Dios le da aún más misericordia. Cada vez que usted peca, Él perdona. Cada vez que usted tiene una necesidad, Él satisface la necesidad. Él cuida de su ropa, su alimento, veremos esto más adelante en el Sermón del Monte, Él simplemente derrama misericordia, sobre misericordia, sobre misericordia a aquellos que muestra misericordia que ellos han recibido del Dios misericordioso.

Me imagino que podríamos decir lo que hemos dicho a lo largo de esto: vea su vida. ¿Es usted misericordioso? Si usted no lo es, existe una buena posibilidad de que usted no sea cristiano porque aquellos que muestran misericordia son aquellos que la han recibido y continúan recibiéndola de la mano de Dios.

Qué hay acerca de esto: “ellos alcanzarán misericordia”. Algunas personas simplemente creen que significa el juicio en el futuro. Yo no creo eso por un minuto. Yo creo que es un ahora y un futuro. La recibimos ahora. David clamó una y otra vez: “en misericordia de mí, oh Dios; ten misericordia de mí, oh Dios; ten misericordia de mí oh, Dios.” Él no estaba hablando del futuro, él estaba hablando del presente. En el Salmo 86:3 él dijo: “ten misericordia de mí, oh Dios, porque clamo a Ti diariamente.” ¿Y qué dijo el Salmo 23:6? Ciertamente, Él viene y la misericordia me seguirá en el ¿qué? ¿En el futuro? ¿Es eso lo que dijo? “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán,” ¿Cuándo?, “todos los días de mi vida.”

Y el Hijo de Dios es un sumo sacerdote misericordioso. Y la misericordia es para ahora y para el futuro también. En 2 Timoteo 1:16, vemos el futuro, cuando el apóstol Pablo dice -y es una oración hermosa por Onesíforo, “Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas.” Yo creo que Pablo ahí quizás está viendo hacia adelante en juicio. Viendo hacia adelante el día de salvación. Pero hay más que tan sólo esto. No es sorprendente que el salmista dijera: “Cantaré de Tu misericordia.” Oremos.

Padre, Te damos gracias en esta noche por darnos tiempo en Tu Palabra. Ha sido una noche rica, y llena; y Dios, estoy tan agradecido por la paciencia de estas personas. Comparto tantas cosas en mi corazón y simplemente confío en Tu Espíritu, en que tengan un propósito y sean directas. Señor, tengo un amor tan profundo por Tu palabra y no me gusta fallar en nada. Simplemente oro, Señor, porque Tú la hayas usado para el máximo beneficio en las vidas de estas personas. Haznos misericordiosos, oh Dios, que no seamos corrompidos para ser egoístas, sino que sepamos que de toda la gente del mundo que jamás ha vivido, somos los que necesitamos misericordia de manera desesperada. Tú nos la diste. Que no seamos como ese hombre que la recibió de su amo y que nunca se la dio a otro. Que no seamos cristianos falsos, sino que demos evidencia de ser reales porque somos misericordiosos. Y después, conozcamos la bendición constante de Tu misericordia continua. Y entonces, Padre, nos entregamos a Ti. Haznos misericordiosos en un mundo que es cruel para la gloria de Jesús. Amén.

 

 

 

 

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