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Llegamos esta mañana a un pasaje de la Escritura, en Mateo capítulo 5, que merece nuestra mayor atención, nuestro compromiso más profundo, ya que quizás ningún otro pasaje en todo el Nuevo Testamento resume el corazón y la actitud de un cristiano, como este lo hace. Expresa lo que creo que es el testimonio más singular, poderoso, que un cristiano puede tener de una afirmación simple de Jesús en el versículo 44: “Amad a vuestros enemigos.”

Conforme nos embarcamos en este pasaje del versículo 43 al 48, esta mañana, en nuestro estudio continuo de Mateo, llegamos a una parte tremendamente importante de la Escritura. Creo que si hay una afirmación hecha por Jesús que a los ojos del mundo resume lo que el cristianismo debería ser, probablemente es “ama a tus enemigos.” Sé que a Will Durant se le preguntó lo que pensaba de la ética cristiana y resumió la ética cristiana con las palabras: “Bueno, básicamente es ama a tus enemigos.” Él dijo: “Sin duda alguna Jesús estableció la ética más elevada jamás establecida en la historia del hombre, pero es una pena que nadie vivió a ese nivel. Esta es la faceta suprema de la vida, Si amor es lo más grande, el amar a tus enemigos es lo más grande que el amor puede hacer. Y entonces, lo que condensa en un sentido nuestra vida en el reino, debería encontrarse en este concepto de amar a nuestros enemigos.”

Y quiero que realmente piense conmigo, tenemos que establecer algo de cimiento está mañana para que usted entienda. Y después en dos semanas, a partir de esta mañana, vamos a resolver esto de manera maravillosa, conforme oímos como Jesús habla comenzando con el Antiguo Testamento y moviéndonos hasta la plenitud del Nuevo Testamento al concepto del Nuevo Testamento de amar a sus enemigos. Pero tenemos que comenzar hoy con algo de trasfondo y un cimiento, y quiero que entienda esto, porque es absolutamente esencial que lo entienda.

En todo el Sermón del Monte, creo que hay dos afirmaciones que más que cualquier otro, y son muy oscuros al principio resumen la ética, los estándares, los requisitos del que dice ser un miembro del reino de los cielos. Son afirmaciones muy simples. La primera que quiero señalarle está en el versículo 47 del capítulo 5, dice esto, a la mitad del versículo, “que más hacéis que los demás.” Ahora, ahí hay una afirmación de resumen tremenda de lo que Cristo está pidiendo en todo este sermón. ¿Qué es lo que su sistema tiene más que cualquier otro sistema humano? ¿Qué lo hace a usted diferente?

Después en el capítulo 6, versículo 8, otra afirmación simple: “No os hagáis pues semejantes a ellos.” Ahí hay una segunda afirmación, dos afirmaciones que resumen el sermón entero. Qué hacen más que otros y no sean como ellos. Lo que Jesús está diciendo en estas dos afirmaciones simples, es esto: “Mis estándares no son como otros estándares. Lo que Yo demando no es lo que otras personas hacen. Mi estándar es un estándar más elevado.” Y eso es lo que Él está diciendo.

De hecho, Él está condenando a todo el sistema judaico, religioso, farisaico, como estando por debajo del estándar. ¿Cuándo lo mejor es dicho de su sistema que los hace mejor que cualquier otro? ¿Qué hacen diferente del resto de la gente? ¿Qué los aparta? Si eres parte de mi reino, no estarían haciendo las cosas como ellos, la gente en mi reino tiene un estándar más elevado, inclusive que el de ustedes. Y el de ellos, por cierto, era el estándar religioso más elevado de la época, pero no era lo suficientemente alto. Dios demanda para Su reino un estándar diferente, único, separado, santo.

En el capítulo 5, versículo 20, Él señaló directamente a su sistema y dijo esto: “Porque os digo que a menos de que vuestra justicia exceda la justicia de los escribas y los fariseos, no entrareis en el reino de los cielos.” Mi estándar es alto, Él está diciendo. Mi estándar es más alto que el estándar humano más alto, el cual es el estándar de los escribas y los fariseos. Ellos luchaban con todo tipo de leyes, todo tipo de ceremonias y rituales religiosos. Eran las personas más religiosas de su época. Sin embargo, Dios dice, no son diferentes de nadie más. Mi estándar es que no actúen como ellos, que hagan más que inclusive lo mejor que los hombres pueden hacer. La ética humana más alta se queda terriblemente corta del estándar de Dios.

Ahora, esto no es nada nuevo en el Nuevo Testamento, Dios siempre ha llamado a Su pueblo a un estándar más elevado. Así es como el Dios se lo expresó al pueblo de Israel, poco después de que Él los rescató de su esclavitud egipcia y los hizo Su pueblo de pacto. Él les dijo esto, escuche: “Yo soy Jehová vuestro Dios, no haréis como hacen en la tierra de Egipto dónde morasteis, y no haréis como hacen en la tierra de Canaán a la cual Yo os llevo.” En otras palabras, mi estándar no es de que ustedes vinieron, y no es al que ustedes van. No andaréis en sus estatutos, haréis mis ordenanzas y guardareis mis estatutos y andaréis en ellos. Yo soy Jehová vuestro Dios.

Ahora observe, que Él encierra la afirmación Yo soy Jehová vuestro Dios, Yo soy Jehová vuestro Dios, comenzando y terminando con esa afirmación. Y debido a que Yo soy Jehová su Dios, no actúen como el resto de la gente. No vivan según otro estándar. No del que vienen, ni al que van. Debido a que Él era su Dios de pacto, y debido a que eran Su pueblo especial, debían ser diferentes del resto de la gente, debían seguir sus mandamientos y no seguir los estándares de la gente que los rodeaba.

Y eso es difícil, es difícil para ellos, es difícil en el tiempo de Jesús, y es difícil para nosotros en la actualidad tratar de vivir según un estándar diferente del estándar que nos rodea, y nos atrapa en el mundo que nos rodea. Es difícil, pero eso es lo que Dios quiere. Tristemente a lo largo de los siglos, que siguieron, Israel continuó olvidando su identidad única, siguieron olvidando que tenían otro estándar y seguían cayendo en pecado. Estaban en las palabras de Balaam, un pueblo morando solo y no mezclándose entre las naciones. Eso se oye bien, moraban en aislamiento, no se mezclaban, dice Balaam, pero la verdad es que en la práctica se asimilaron a todo los que le rodeaban.

Entonces, esa escritura es una afirmación interesante, se mezclaron con las naciones y aprendieron a ser como ellas. Un comentario triste, y ese comentario podría aplicarse a la iglesia también. Se mezclaron con los paganos y aprendieron a ser como ellos. Desde el comienzo mismo Dios siempre ha llamado al pueblo a un estándar único. Él siempre ha llamado al pueblo a otro estándar, a un nivel más alto, y el pueblo de Dios por alguna razón, siempre es llevado hacia abajo. De hecho, llegó a ser que en Israel deseaban tener un rey, su afirmación es esta: “Tendremos a un rey sobre nosotros para que seamos como las naciones.” Querían ser como el resto del mundo. Inclusive llegaron a tal punto que dijeron: “Que seamos como las naciones y adoremos a dioses de madera y piedra.”

Entonces Dios siguió enviándoles profetas, y los profetas siguieron recordándoles de su naturaleza e identidad única. Profetas como Jeremías, que dijo: “No aprendáis los caminos de las naciones.” Profetas como Ezequiel que dijo: “No os contaminéis con los dioses de Egipto”. Y profeta, tras profeta, tras profeta vino de manera singular solo y en dúos y tríos y demás vinieron continuamente rogándole al pueblo de Dios que se asegurara de mantener sus estándares únicos, caer por debajo de ellos era deshonrar a Dios.

No es diferente en el tiempo de Jesús y en la actualidad, Dios quiere que Su pueblo sea diferente, quiere que Su pueblo sea único. Y el estándar que Jesús presenta aquí, con respecto a amar a sus enemigos, no es lo que la gente quiera, ese tipo de afirmación para el pagano promedio en la actualidad se oye como algo de sueño, no tiene sentido. No es un estándar terrenal, no es la moralidad de la época, es único, es una ética mucho mayor.

De hecho, si usted quiere saber la verdad, es una ética mucho mayor de lo que usted o yo jamás podemos guardar por nosotros mismos. Está mucho más allá de nosotros el amar a nuestros enemigos. Pero la virtud del reino, escuche esto, la virtud del reino es ser absolutamente distinto, absolutamente único, y la clave para esto es que usted no puede vivir de esa manera a menos de que sea infundido de poder divino.

Y entonces, Jesús está diciéndoles a los fariseos, su sistema está por debajo del estándar, y hasta que vengan a mí por poder, nunca podrán vivir conforme a mis estándares. Este sermón entero realmente presenta un contraste entre lo mejor de los hombres y los estándares de Dios. Inclusive los mejores que tenían los más legalistas, las personas más ritualistas, religiosas sobre la tierra, los fariseos, no podían calificar.

Por ejemplo, pensaban que era suficiente no matar, Jesús dice: Ni siquiera creo que deben odiar. De hecho, es un mandato que no se enojen con su hermano. Pensaban que era suficiente no cometer adulterio, y Él dice: Ni siquiera deberían pensar en cometer adulterio. Pensaban que estaba bien cuando se divorciaban si cubrían todo el papeleo legal. Jesús dijo: Ni siquiera deberían estar divorciándose de esa manera no-bíblica. Pensaban que era suficiente que guardaran ciertos votos, Jesús dijo: Ni siquiera necesitarían hacer votos porque su palabra es tan verdadera y tan pura. Pensaban que era suficiente que devolvieran ojo por ojo, y diente por diente, y Él dice: Ni siquiera deberían estarse vengando en absoluto.

En el capítulo 6, dijeron: Así oramos. Jesús dijo: Está mal, cuando oren deben hacerlo así. Y Jesús dijo: Así es como dan, y esa es la manera equivocada de dar, quiero que den así. Y Jesús dijo: Están preocupados por las cosas materiales, quiero que busquen el reino de Dios. Como puede ver, a lo largo de este sermón Él está presentando un contraste. Y ahora al llegar al capítulo 5, versículo 43 al 48, Él presenta un contraste entre su amor con el tipo de amor que debe caracterizar a los súbditos de Su reino.

Y lo que Él está haciendo es decirles que no están en Su reino, no califican. Somos llamados a ser únicos, amados. Ese es el enfoque de todo este sermón. Eso es realmente lo que Él está diciendo, y eso es lo que estaba diciendo antes en el servicio esta mañana, que Dios nos está llamando fuera del sistema para ser un grupo de personas separadas, apartadas, con convicciones y compromisos y estándares por los que vivimos que no son los estándares del mundo. En ningún lugar la distinción entre la vida del hombre y el reino de Dios se presenta de manera más clara o no clara que en la vida de un creyente. Ahí es a lo que todo se reduce.

Entonces Jesús está confrontando a Israel aquí, porque Israel por religiosa que era estaba caminando en la carne, Él ataca su tradición religiosa humanista al decir, se queda terriblemente corta del estándar de Dios. Ahora, veamos lo que Él dice de este tema del amor en el versículo 43, es uno tan importante. “Habéis oído que se ha dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo, pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por aquellos que os maltratan y os persiguen para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, porque Él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿acaso los publicanos no hacen lo mismo? Y si saludáis únicamente a vuestros hermanos, ¿qué más hacéis que los demás? ¿Acaso los paganos no lo hacen también? Se pues vosotros perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”

Él les dice como les ha dicho en las primeras cinco comparaciones, comenzando en el capítulo 5, versículo 21, su ley dice esta, la mía dice esta. Su ley dice, amen a su prójimo, odien a su enemigo. Yo digo: Amen a su enemigo. Están por debajo del estándar, Él está diciendo, su ética está demasiado baja. Primero como dije, Él había exhibido su perversión del estatuto divino, no matarás.

Después Él también había atacado su reducir el mandamiento, no cometerás adulterio. Después Él atacó su profanación del matrimonio. Después Él había hablado en contra de su alteración impía, con el mandato a no tomar el nombre de Jehová tu Dios en vano. Después Él les había mostrado como habían corrompido la ley judía de ojo por ojo, y ahora Él les ataca en base a lo mejor y más alto de todo, el amor. Y les dice: Su compromiso supuesto, con amar a su prójimo, no sirve.

Y tengo que decir que creo que esta es la afirmación suprema aquí, porque es una afirmación acerca del amor, y el amor es lo más grande. Y amar a sus enemigos es lo más grande que el amor puede ser. Él realmente llega a la cima conforme habla del amor. Para compararlo con lo que acabamos de leer, Mateo capítulo 22, un intérprete de la ley vino a Jesús y le preguntó cuál era el más grande mandamiento, y en el versículo 37, “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente, este es el primer y más grande mandamiento. El segundo es semejante a este, amarás a tu prójimo como a ti mismo.” De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.

En otras palabras, usted puede guardar toda la Ley, y todos los profetas, uno por uno, o usted simplemente puede amar al Señor su Dios con todo su corazón, alma, mente, y fuerzas y a su prójimo como a sí mismo, y eso los va a cubrir a todos. Esa es la suma de todo. También es indicado en Romanos 13, por el apóstol Pablo, quién dice: “No debáis a nadie nada,” Romanos 13:8, “sino el amaros unos a otros, porque el que ama al prójimo ha cumplido la Ley. Porque esto, no cometerás adulterio, no matarás, no hurtarás, no darás falso testimonio, no codiciarás, y si hay otro mandamiento se incluye en esta afirmación, esto es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” El amor no hace mal al prójimo, por lo tanto, el amor es el cumplimiento de la Ley. Pablo dice, el amor cumple la Ley entera. Jesús dice, el amor cumplió la Ley entera.   

Y entonces, en Mateo 5, cuando nuestro Señor comienza a hablar de amar, Él está tocando en aquello que resume la ley entera. Aquí realmente, y vamos a ver esto las siguientes semanas conforme cubrimos esto. Aquí hay un golpe devastador contra los fariseos, de hecho, es tan directo que debió haber hecho que su sangre hirviera cuando les dijo: Pueden compararse ustedes con los paganos.

En el versículo 47, lo cual es exactamente lo que Él dice, su amor no es mejor que el de nadie más. No tienen nada por encima de los publicanos y los pecadores, y los paganos. El punto es este, la gente en mi reino tiene un amor que está por encima del mejor de los amores que el mundo jamás puede conocer. No solo amamos a nuestro prójimo, y odiamos a nuestros enemigos, amamos a nuestros enemigos. Y al decir esto, Él los condena, porque no amaban a sus enemigos, y les muestra su necesidad de un salvador.

Ahora, en cada uno de estos contrastes, y hay seis de ellos en Mateo 5, hemos señalado tres puntos principales. La enseñanza del Antiguo Testamento, la tradición de los judíos y la verdad de Cristo. Y esos son los mismos tres puntos en los seis. Veamos en primer lugar la tradición de los judíos. La tradición de los judíos. Y se hace referencia a esto en el versículo 43, obsérvelo, “Habéis oído que se ha dicho.”

Ahora, esa pequeña frase de introducción es una referencia que hemos visto ahora por sexta vez, y se refiere a la tradición judía. No es una afirmación en relación al Antiguo Testamento, significa, su tradición ha sido transmitida diciendo esto, este es su sistema, esto es lo que ustedes han desarrollado y se les ha enseñado. Esta es la enseñanza rabínica, religiosa actual, y ¿qué es? Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.

Ahora eso es lo que se les enseñó, ama a tu prójimo y aborrece a tu enemigo. Eso es bastante abierto, ¿no diría usted? Lo primero que usted hace es entender quién es su prójimo, y después usted puede odiar al resto de la gente, va a estar bien. Usted simplemente puede odiar a todo mundo, dependiendo en cómo define usted a su prójimo, ¿verdad? Si usted define a su prójimo como su esposa y sus tres mejores amigos, usted puede odiar al mundo entero.

Entonces todo depende de su definición de prójimo, y eso es exactamente a lo que va Cristo. no solo aquí sino en otros lugares, como veremos en nuestros estudios venideros, vea en primer lugar la primera parte, “Amarás a tu prójimo,” eso se oye tan piadoso, “amarás a tu prójimo,” oh, se oye tan bien. Usted diría, ¿de dónde obtuvieron eso? Bueno, eso está en el Antiguo Testamento, seguro, Levítico capítulo 19, sacaron eso del Antiguo Testamento. Sabe usted, cuándo querían inventar una regla se aseguraban que tocara en algún punto al Antiguo Testamento, como el reloj que no está bien, que no sirve, pero está bien dos veces al día. De vez en cuando le pegaban a la verdad, y siempre podían encontrar algún tipo de base para la verdad en algún lugar.

Y entonces ahí están en Levíticos 19:18, dónde dice: “No te vengarás, ni guardarás ningún remordimiento, ni enojo contra los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo, Levítico 19:18, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo,” de ahí sacaron eso. Pero, ¿se dio cuenta de algo? Dejaron algo afuera. Habéis oído, amarás a tu prójimo, ¿y qué dejaron afuera? Como a ti mismo. Esa es una omisión conveniente, ¿no es cierto? En su condición de soberbia increíble, estaban tan ensoberbecidos que ese tipo de frase al final de una oración, únicamente confundiría sus deseos.

Y entonces, en lugar de estar atrapados en algo, en dónde tendrían que tratar a otros igual que a sí mismos, lo quitaron. Ahora, el que vino a Jesús en Marcos 12, dice como a ti mismo, y el intérprete de la ley en Lucas 10 añade “a sí mismo,” pero pudo haber sido que querían asegurarse de que fueran exactos, porque estaban hablando con Él. Aparentemente la norma era, “Amarás a tu prójimo,” punto, no querían amar a nadie más, como se amaban a sí mismos. Eso los habría ahogado, eran demasiado soberbios para amar a alguien por igual.

Alguna vez ha pensado en lo que eso significa, amar a alguien como usted se ama a sí mismo. Si usted simplemente fuera a amar a alguien y no dijera como usted mismo, como a ti mismo, usted en cierta manera podría amar a una distancia. Usted podría tratarlos un poco por debajo de lo que usted se trata a sí mismo. Lo que usted hace por usted mismo haría la mitad por ellos, o una tercera parte, o una décima parte. Digo, usted simplemente puede quitar esa pequeña frase, sería tan cómodo. Y simplemente diría amar a tu prójimo, punto.

Pero el Señor tiene una manera de llegar al corazón de nuestro ser, ama a tu prójimo como a ti mismo. Por favor, igual a, dices, ¿cómo nos amamos a nosotros mismos? Escuche, usted se ama a sí mismo, usted se ama, digo, ¿a quién le lavó los dientes ésta mañana? ¿a quién le cepilló usted el cabello? ¿de quién es la ropa que está en el closet de usted? ¿de quién es la cuenta de ahorro que está en el banco? Usted está preocupado por usted mismo, usted se ama a sí mismo, amar significa servir las necesidades, usted sirve sus propias necesidades.

Enfrentémoslo, usted tiene un amor total, no hipócrita, sin fingimiento por usted mismo. No hay algunos días cuando usted se deja de amar a sí mismo. Usted se ama a sí mismo todo el tiempo, y usted es genuino, realmente lo hace, usted es apasionado por ello. Usted está en un hábito por hacerlo, es un amor permanente, porqué, cuando tiene un interés lo quiere cumplir, cuando tiene una necesidad la quiere satisfacer, cuando tiene un deseo lo quiere satisfacer, cuando usted tiene una esperanza la quiere cumplir, cuando usted tiene una ambición usted quiere que se haga.

Digo, usted realmente está trabajando a favor de usted mismo, así es la vida. Usted está muy preocupado por su propio bienestar, su propia comodidad, su propia seguridad, sus propios intereses, su propia salud, física, espiritual, temporal, cosas eternas. Estamos muy preocupados por nosotros mismos. Buscamos nuestro propio placer, y no conocemos límites para adquirir lo que queremos. Ahora esa es exactamente la manera en la que usted debe amar al resto de la gente. Jesús dijo inclusive a sus enemigos.

En otras palabras, usted debe tener ese mismo amor que totalmente lo consume a usted, que no es fingido, apasionado, habitual, permanente, que lleva a su corazón el interés de ellos, sus necesidades, sus deseos, sus esperanzas, sus ambiciones, y lo motiva a usted a hacer todo lo que puede para asegurarse de que todo su bienestar, seguridad, comodidad e interés sea satisfecho y lo que necesiten, y lo que deseen y el placer que tengan, usted anhela cumplirlo a favor de ellos. ¿Cómo está usted? ¿Cómo se mide en ésta área? La última vez que usted tuvo la opción de hacer lo que usted quiere o sacrificarse a sí mismo para que alguien más lo hiciera, ¿por dónde se fue? ¿Por quién se preocupa usted realmente?

El estándar está muy elevado. Amar a tu prójimo como a ti mismo es un estándar muy, muy, muy alto, muy alto, humanamente hablando es imposible, porque humanamente hablando estamos totalmente inmersos en nosotros mismos. Digo, simplemente piénselo, piénselo desde el punto de vista de su ingreso, digo, probablemente en el mejor de los casos usted se queda con el noventa por ciento de lo que usted finalmente recibe después de impuestos, y quizás le da al Señor diez.

Cuando hablamos de cuánto gasta usted en usted, en contraste en cuanto gasta en la gente que está en su cuadra, digo, es minúsculo inclusive pensar en cuánto podría gastar usted en ellos. ¿Cuánto le da usted a los necesitados, cuánto usa para usted mismo? Ese tipo de comparaciones son muy remotas, porque ni siquiera pensamos así. Así de lejos estamos de este tipo de principios. Amar a su prójimo como a usted mismo es un principio muy, muy, muy pesado. Y esa es la manera en la que debemos amar. Pero como puede ver, no estaban interesados en eso. Y entonces simplemente lo quitaron. Ama a tu prójimo.

Y entonces, omitieron algo. Pero más allá de eso añadieron algo. ¿Qué añadieron? Y qué, aborreced a tu enemigo. Ahora, ¿de dónde salió eso? ¿Salió de la Biblia? No, en ningún lugar la Biblia nos manda a odiar a nuestros enemigos. ¿De dónde sacaron eso? Digo, ¿Qué hicieron eso, simplemente lo inventaron? Es correcto. Era la extensión lógica de su manera de pensar perversa. Cómo puede ver, lo que hicieron es que dijeron: Muy bien, debemos amar a nuestro prójimo, ahora tenemos que identificar a nuestro prójimo. ¿Quién es nuestro prójimo?

Muy bien, entonces dijeron, nuestro prójimo son los judíos, no los gentiles. Eso es lo que los fariseos creían. Solo los judíos calificaban, y entre los judíos únicamente ciertos judíos, ¿verdad? ciertos judíos no calificaban como prójimo. Por ejemplo, vea Mateo 9:10, “Y Jesús pasó de ahí,” versículo 9, “vio un hombre llamado Mateo,” Mateo era un publicano. Muy bien, después versículo 10, Jesús está reuniéndose con un publicano, sucedió que conforme Jesús se sentó comiendo en la casa, he aquí muchos publicanos y pecadores vinieron y se sentaron con él y sus discípulos.

Y usted tiene dos categorías de personas, publicanos, y veremos más de ellos en nuestro estudio futuro. Eran los judíos extorsionadores, rebeldes, renegados, que eran menospreciados por el pueblo porque se habían vendido a Roma por dinero. Y después estaban los pecadores, eran los pecadores públicos, los pecadores más visibles, las prostitutas, y los criminales y los fariseos, lo vieron y dijeron: ¿Por qué vuestro maestro come con publicanos y pecadores? Entonces dijeron, su prójimo son los judíos, pero solo los judíos que no son publicanos o pecadores.

Entonces, eliminamos a todos ellos. No son nuestro prójimo, de hecho, encontrar a una mujer en adulterio en una ocasión y tomaron piedras para apedrearle, entonces era un prójimo muy definido. Eso no era todo, vea Juan capítulo 7, versículo 49, en Juan 7:49 fueron aún más lejos. Y los fariseos en cierta manera estaban mostrando quienes eran en realidad aquí, y en el versículo 49 dijeron: “Pero este pueblo que no conoce la Ley, son malditos. Y lo que quisieron decir ahí es que, ésta multitud ahí, baja, están hablando de una multitud de gente no preparada, sin conocimiento, sin compromiso con la tradición farisea, ésta escoria, no sabe que no conoce la Ley, está bajo maldición.

Entonces, han eliminado a los publicanos y han eliminado a los pecadores y han eliminado a la multitud baja que no estaba comprometida con la Ley, como ellos. ¿Sabe usted quién era su prójimo? La gente en su grupo. Y si usted estaba en su grupo, usted era amado, pero afuera de su grupo usted era un enemigo, fuera de la multitud, de la escoria, un publicano o un pecador público. Si no era usted uno de ellos, usted sabe, para nosotros no sirve de nada fuera de la puerta. Comprometidos con nosotros mismos y nadie más, alimentaron sus corazones soberbios, malos, al concluir que cualquier persona que no era un prójimo debía ser odiado. En otras palabras, dijeron: “La Biblia dice: Amad a vuestro prójimo, por lo tanto, si alguien no es tú prójimo no debe ser amado, y lo opuesto del amor es odio.”

Entonces, amar a tu prójimo significa odia a tu enemigo. Eso es lo que es conocido en argumentos legales, como un argumento non sequitur, no necesariamente sigue. Pero así razonaban, porque tenían una perversión en sus corazones para comenzar, su prejuicio se infiltró. Por cierto, no leyeron lo suficientemente en Levíticos 19, si hubieran leído el versículo 34 habrían leído esto: “El extranjero que viaja contigo será para ti como el nativo, el oriundo entre ti y lo amarás como a ti mismo.”

Si hubieran leído un poco más adelante habrían sabido que inclusive un extraño, no judío fuera quien fuera debía ser amado como se amaban a sí mismos. ¿Con qué comodidad ignoraron Éxodo 12:49? “Habrá una ley para el israelita y una ley para el extranjero que viaja contigo.” No hay diferentes leyes para diferentes personas, si vas a amar vas a amar, y es tan amplio como el mandato de Dios, que es amplio. No eran únicamente los fariseos que eran así. Sabemos de los tres grupos en el tiempo de Jesús, las tres sectas del judaísmo, fariseos, saduceos y esenios.

Los esenios eran como los hippies, eran los que se fueron de la ciudad, establecieron una comunidad ahí al borde del Mar Muerto, el cual es ahora conocido como Qumrán, es el lugar dónde hemos encontrado los rollos del Mar Muerto. Y vivían apartados de la sociedad, vivían en el desierto en una vida primitiva y copiaban copias de la Escritura y vivían de una manera muy austera, antisocial. Y los esenios entre sus escritos tenían estas afirmaciones que muestran que tenían la misma actitud como los fariseos.

Y cito: “Amen a todos los que Dios ha escogido y odien a todos los que Dios ha rechazado. Amen a todos los hijos de luz, cada uno según su asignación en la comunidad de Dios, y odien a todos los hijos de las tinieblas, cada uno según su culpabilidad en la venganza de Dios.” Y después esto: “Los levitas maldicen a todos los hijos de Belial.” Y para ellos los hijos de Belial eran los no esenios, entonces maldijeron a todo mundo que no estaba en su grupo, simplemente como los fariseos. Su amor era algo lleno de prejuicios, estrecho, feo, que simplemente les daba licencia para odiar a todo mundo. Si usted no piensa que odiaban, simplemente véalos interactuar con Jesucristo, estaban tan llenos de odio.

Una de las máximas evasivas de los fariseos que hemos descubierto en la arqueología es esta afirmación, escuche: “Si un judío,” esto es lo que enseñaban, “si un judío ve a un gentil que se cayó en el mar, de ninguna manera sáquelo porque está escrito: No te levantarás contra la sangre de tu prójimo,” pero este hombre no es tu prójimo.” En otras palabras, si usted ve a un gentil ahogándose, quédese ahí y disfrútelo, no lo salve. No es tu prójimo.

Con una manera de pensar así no es sorprendente que los romanos acusaron a los judíos de odio contra la raza humana. Ahora, francamente hay algo de razón para ver porqué pudieron torcer Levítico 19 para encajar con sus propios prejuicios. Ningún lugar en el Antiguo Testamento jamás dice: Aborrece a tu enemigo.” Pero hay algunas cosas en el Antiguo Testamento que a primera vista podrían ser un poco difíciles de entender.

Entonces, pasemos de nuestro primer punto, de la tradición de los judíos, a la enseñanza del Antiguo Testamento. De dónde llegaron a obtener estas ideas, y vamos a ver mucho esto, vamos a ver algo de esto hoy, y algo de la enseñanza del Antiguo Testamento en nuestro próximo estudio, finalmente veremos la verdad de Cristo, conforme Él aclara todos los malos entendidos. Pero permítame tan solo darle la atención que creo en cierta manera su apertura para aquellos que hicieran esto, querían una manera de odiar, querían justificarlo en su sistema religioso, para que no afectar su sentido de justicia personal.

Entonces, tenían que inventar alguna manera de odiar, y sin duda alguna encontraron un par de excusas buenas. Una sería, las promesas del Antiguo Testamento para exterminar a los cananeos. Se acuerda usted que cuando Dios trajo a Israel a la tierra de la promesa, la tierra estaba llena entonces de cananeos que eran personas miserables, de hecho, la arqueología nos ha mostrado que no ha habido una raza de personas que han encontrado que fueran peor que los cananeos. Eran algo terrible.

Eran un cáncer en la sociedad humana, de lo peor. Sacrificio humano, masacres de bebés, lo que usted se le ocurra los cananeos lo hacían. Cosas horrendas hacían, entonces los cananeos debían ser aplastados. Y cuando Israel entró a la tierra, se les dijo con respecto a los amonitas, los moabitas, los madianitas, que los aplastaran. No debían ser tratados con amabilidad, Deuteronomio 23, versículos 3 al 8, esa sección entera ahí dice que todas estas personas, madianitas, amonitas, moabitas, no debían ser tratados con amabilidad sino debían ser exterminados.

Ahora, más adelante, leemos que también los amalecitas debían tener el mismo destino. De hecho, Dios dice aplástenlos, no solo de la faz de la tierra sino la memoria de ellos también, para que ni siquiera sean recordados. Entonces, aquí estaba Dios diciéndoles a estas personas: “Entren ahí y saquen a esas personas de esa tierra. Acaben con ellos.” Y ciertamente los fariseos habrían visto esto y habrían dicho: “Como pueden ver, Dios dice: ‘Hombre, ustedes saben, tenemos que odiar a nuestros enemigos. Vayan tras ellos.’” Y algunas personas habrían sido confundidas por esto. Dicen, ¿cómo es que Dios puede ser el mismo Dios que dijo amad a vuestros enemigos y el Dios que dijo, aplasten a estas naciones?

Y eso es algo confuso al principio. Pero hubo otra cosa que probablemente añadió combustible a su fuego también, y eso es lo que es conocido como los salmos imprecatorios. Esos son los salmos en los que David oraba por juicio sobre sus enemigos. Y la gente con frecuencia ha dicho: Bueno, ¿cómo la Biblia puede decir ama a tus enemigos y después David está orando, oh Dios juzga a mis enemigos, Dios castiga a mis enemigos, atrapa a mis enemigos, que queden enlazados, usted sabe y demás, júzgalos Señor, acaba con ellos, ¿cómo puede él estar orando eso, si supuestamente debe estar amando a sus enemigos?

Y sin duda alguna, ellos habrían tomado algunos de estos salmos imprecatorios y los habrían usado como una base. Le voy a dar una ilustración. Pase en su biblia, y quiero que me acompañe al Salmo 69, porque creo que esto le va a ayudar a entender esto. En el Salmo 69, aquí David está orando uno de estos salmos imprecatorios. Él está invocando juicio sobre estas personas malas. Y observe en el Salmo 69, versículo 22, se vuelve bastante pesado, realmente es bastante fuerte lo que él hace aquí.

Él dice acerca de estos enemigos: “Que su mesa se vuelva un lazo ante ellos, y que aquello que habría sido para su bienestar que se vuelva una trampa. Que sus ojos se oscurezcan y que no vean, y haz que sus lomos continuamente tiemblen. Derrama tu indignación sobre ellos, y que tu enojo de ira se aferre de ellos, que su habitación quede sola, y que nadie more en sus tiendas porque le persiguen a él a quién tú has herido, y hablan de la tristeza de aquellos a quienes tú has herido. Añade iniquidad a su iniquidad, y que no vengan a tú justicia. Que sean borrados del libro de los vivientes, y no sean escritos con los justos.”

Ahora, eso es bastante pesado. Digo, eso es acabar con ellos Dios, y no perdones a nada. Ahora, ¿acaso esto se volvió una justificación para el odio de los fariseos? Es muy posible. Junto con la destrucción de los cananeos, decían: Bueno, cómo puedes ver, así debe ser hombre. Los enemigos deben ser odiados, los debemos odiar. Y lo usaban como una justificación para su propio odio personal. Pero si hacían eso, y es muy probable que lo hacían, entonces no entendían la palabra para destruir a los cananeos y los salmos, porque no tiene nada que ver con relaciones personales.

Así como en nuestro último estudio, de ojo por ojo y diente por diente, hay ciertas cosas que son leyes judiciales que no se aplican en términos de relaciones personales. Y de nuevo habían confundido eso, habían tomado el código judicial de ojo por ojo y lo habían arrastrado y lo habían hecho una manera de vivir día tras día. Y lo mismo es verdad aquí, habían tomado el acto judicial de un Dios santo al preservar a una simiente justa, y lo habían arrastrado para convertirlo en una justificación para su odio persona. Permítame mostrarle lo que quiero decir con esto.

En primer lugar, los cananeos eran terribles, eran tan nauseabundos y corruptos, junto con sus abominaciones que la Biblia dice que la tierra los vomitó. Eran un pueblo vil, terrible. Cuándo alguien va al doctor con cáncer, y el doctor quita el cáncer, no decimos que el doctor es una persona cruel, no amorosa, que le falta empatía, que no tiene compasión. Le agradecemos por quitar ese cáncer. Y cuando Dios dijo: “Desháganse de los cananeos,” eso no fue un acto de maldad, eso fue un acto de bondad para quitar de la sociedad humana a un pueblo vil e inmundo, que no hacía nada más que contaminarla.

Y eso es un acto judicial por parte de Dios. Eso no le da licencia a un judío como persona para menospreciar a un cananeo como persona, o para odiarlo debido a algo que él ha hecho. Lo que Dios hace en su acto judicial no cambia el hecho de que el mismo Dios que juzgó a los cananeos, amó a cada uno de ellos con el mismo amor con el que lo ama a usted. Así como yo amo a mi hijo cuando castigo a mi hijo, el castigo viene debido a la maldad. No niegue el amor.

Entonces, hay un elemento judicial. Si Israel hubiera seguido sus costumbres, Levítico 18 dice, ella habría compartido el destino de ellos, y Dios quería preservar una simiente justa. ¿Por qué? Para traer un Mesías justo, para redimir al mundo. Y entonces, la preservación de Israel era una preocupación muy seria para el corazón de Dios. Y entonces, así tiene usted un testigo en el mundo, y Él estaba cortando un cáncer de la sociedad humana. Tenemos suficiente sentido, inclusive en la actualidad, por lo menos en unos cuantos lugares en el mundo para apartar individuos en nuestra sociedad que no hacen nada más que traer cáncer a nuestra sociedad, que matan y roban, los apartamos y Dios no estaba haciendo más que eso de una manera colectiva, y apartando a esas personas malas para el bienestar de la sociedad.

“Las guerras de Israel,” escribió Dietrich Bonhoeffer “fueron las únicas guerras santas en la historia porque fueron las guerras de Dios en contra del mundo de los ídolos.” No es solo enemistad lo que Jesús condena, porque Él entonces habría condenado la historia entera del trato de Dios con Su pueblo. Por el contrario, Él afirma el Antiguo Pacto. Hubo un lugar para una guerra santa en ese entonces. Bueno, ¿qué hay acerca de los salmos imprecatorios? ¿qué hay acerca de David invocando todo este juicio contra sus enemigos? Escuche, usted no entendió el punto. En el Salmo 69, si usted no lee el versículo 9, porque eso explica los versículos 22 al 28. ¿Qué dice el Salmo 69:9? “Porque el celo de tu casa me consume? Deténgase ahí por un minuto.

David, ¿Por qué estás tan molesto? David, ¿Por qué estás tan preocupado? David, ¿Por qué estás orando por juicio sobre estas personas? Con lo que no han hecho, no en contra de mí, sino en contra de tu casa, ¿lo ve? Esto no es personal. David, créame tuvo el enemigo más grande en su vida, siendo único hijo, su hijo Absalón. Y David oró porque Dios juzgara a su hijo, y que Dios juzgara a su enemigo. Sin embargo, el clamó de la parte más profunda de su corazón, ¡Oh Absalón, Absalón, mi hijo, mi hijo! El hecho de que él oró por juicio para glorificar a Dios y preservar a su pueblo, no significaba que él no amaba a su hijo.

Y esas son cosas que usted tiene que mantener en tensión, amamos a los perdidos sin embargo oramos para que Dios sea glorificado, y que su pecado sea detenido, ¿no es cierto? Amamos a los perdidos con todos nuestros corazones, y nuestros corazones se duelen por aquellos que están sin Cristo. Sin embargo, oramos para que Jesús venga y establezca Su reino, y haga a un lado a los injustos. Tenemos la misma reacción del querido Juan el apóstol, conforme él vio la visión en Apocalipsis 10, y él vio y él dijo: “Cuando entró el rollo a mi boca y vi lo que iba a pasar, era dulce y amargo.

Es dulce ver a Cristo reinando de nuevo, es amargo ver lo que les sucede a los perdidos. ¿Por qué? Porque él tenía la intención de amar a Dios con todo su corazón y amar a la gente también. Y así era con David, era celo por la casa de Dios que lo consumía. Y los vituperios de los que te vituperaban han caído sobre mí. Él dice: No me estoy defendiendo a mí mismo, a Ti te estoy defendiendo.” Una cosa es defender la gloria de Dios y el honor de Dios, otra cosa es odiar a la gente de manera personal, y usted tiene que entender esos dos puntos en equilibrio. Los juicios y las maldiciones siempre son judiciales, no son personales. ¿Cuál debe de ser mi actitud hacia alguien, inclusive mi peor enemigo?

Mi actitud debe de ser una de amor perdonador. Mientras que al mismo tiempo oro: “Oh Dios, no dejes que Tus enemigos continúen deshonrando Tu nombre, sino toma la gloria que Tu mereces.” Mi gran actitud hacia un enemigo es amarlo, y orar porque Dios lo salve. Y si Dios no lo salva que Dios lo juzgue para que Él de nuevo pueda traer a Cristo para que sea el gobernante justo de este mundo, y pueda establecer la justicia en el lugar apropiado de nuevo.

Dios castigó a Adán, pero lo amo. Dios amó a Caín, pero lo castigó. Dios amó al mundo entero, pero los ahogó. Dios amó a Sodoma y Gomorra, pero los quemó a cenizas. Dios amó a la nación de Israel, pero los hizo a un lado por un tiempo. Dios amó a su único Hijo, pero Él le dejó llevar el pecado y morir. Y Dios ama al mundo en la actualidad, pero Él promete que va a terminar en una flama algún día. Dios lo ama a usted, pero usted va a pasar una eternidad en el infierno, si usted no conoce a Su Hijo.

Bueno, como puede ver, los escribas y los fariseos nunca hicieron una distinción en esta tensión, tomaron pasajes de juicio, y debido a su corazón malo, perverso, lleno de prejuicios, permitieron que se volvieran una justificación para que ellos odiaran a la gente. Eso estuvo mal. Creo que podemos resumir mis pensamientos esta mañana, al pedirle que vea el Salmo 139. Salmo 139. Y esto simplemente es realmente la introducción, Salmo 139, versículo 19. Ahora, escuche, una escritura muy interesante. Salmo 139:19, David de nuevo está diciendo, “Ciertamente tú matarás al impío, Dios.”

En otras palabras, él está diciendo: Dios, no siempre puede ser así. No debía ser así. Apartaos de mí hombres sangrientos, porque hablan en contra de ti impíamente. Como puede ver esa es la actitud correcta. No me estoy defendiendo a mí, Dios, es a Ti. Y Tus enemigos, toman Tu nombre en vano. ¿Acaso no aborrezco oh Jehová aquellos que te aborrecen a Ti? Y, ¿no me entristezco por aquellos que se levantan contra Ti? “Los aborrezco,” escuchen esto, “con odio perfecto, los considero como mis enemigos.” Deténgase ahí. Ahora, espera un minuto, David, estás odiando. Sí, dice él, pero los estoy odiando ¿con qué tipo de odio? Odio perfecto.

Permítame hacerle una pregunta, ¿está bien enojarse? ¿está bien enojarse? No. ¿Existe algo como indignación justa? Sí. ¿Está bien que yo me enoje con alguien que me ofenda? No. ¿Está bien que me indigne de manera justa cuando alguien deshonra a Dios? Sí. ¿Habría estado bien para Jesús decir, no puedes hablarme así de esa manera, y pegarle a alguien? No. Pero cuando Jesús vino a defender la santidad y el honor de Dios con un látigo, estuvo bien. Hay una diferencia entre enojo e ira santa. Y, quiere saber algo. Hay una diferencia entre odio personal y odio perfecto. De eso está hablando David.

Señor, dice él, los odio, Señor. No a los que me odian a mí. No soy yo, no me pregunto por mí. En lo que a mí concierne los voy a perdonar y los voy a amar, pero por causa de Ti, odio lo que le hacen a Tu nombre honorable. Estoy entristecido con aquellos que se levantan contra Ti, y entonces los odio con odio perfecto. Y después dice esto. Y es, Señor sé que esto es odio perfecto, sé que no es personal, versículo 23, “Y escudríñame oh Dios, y conoce mi corazón. Examina mis pensamientos, y ve si hay camino de perversidad en mí.” Revisa mi corazón Señor, y verás que mi odio es un odio perfecto. No es personal. No es ir hacia alguien quien es un enemigo que sea opuesto a mí. Me encanta eso. Cómo puede ver, David está diciendo, lo odio con un odio perfecto. Examina mi corazón y ve si no es así. Ve si no es lo correcto.

¿Qué estamos diciendo amados? El odio perfecto no es personal. Conforme caminamos por este mundo, le voy a decir una cosa, lo que nos coloca por encima del resto de la gente, lo que nos coloca por encima de todo, es la capacidad de amar personalmente a nuestros enemigos. Si, oramos porque la gloria de Dios sea defendida. Si, oramos por un fin de los justos que maldicen su nombre. Si, permitimos que Dios venga en fuego y venganza de llama.

Si, conocemos al mismo Jesús que dijo, amad a vuestros enemigos a los fariseos, y también le dijo a los fariseos, ustedes son terribles, Mateo 23, y pronuncio condenación sobre ustedes. Sí, sabemos que judicialmente vendrá un juicio, judicialmente Dios actuará en castigo, pero eso depende de Dios, eso lo hace Dios y en defensa de Dios mantenemos en alto Su nombre santo, pero en nuestras relaciones personales nos debemos caracterizar por amar a nuestros enemigos. Eso nos va a hacer diferentes del resto del mundo.

La gente en el mundo ama a sus amigos, son muy buenos en eso. Aman a sus familias. No son malos en eso tampoco. E inclusive son compasivos y empáticos hacia la gente que no tiene mucho. Pero la gente en el mundo no ama a sus enemigos. Créame, no aman a sus enemigos. La gente en el mundo puede no matar, pero se enoja. La gente en el mundo puede no cometer adulterio, no todos ellos, pero lo cometen en sus corazones.

La gente en el mundo puede hacer todas las cosas legales en sus divorcios, pero de cualquier manera no debería divorciarse. La gente en el mundo a veces guarda su palabra, pero no siempre guarda su palabra. La gente en el mundo se venga, algunos de ellos a nivel equitativo, pero no perdonan, y olvidan. Y la gente en el mundo ama, pero no ama así. Jesús está diciendo: “No quiero que sean así.”

Regrese al versículo 47 de nuevo, ¿qué dijo? “Y que hacéis vosotros más que otros?” ¿Qué los hace diferentes? Usted no va a ser diferente si usted simplemente rocía un poco de actividad cristiana en su vida humana. Usted no va a ser diferente si usted un poquito de compromiso es para Cristo, ¿qué lo hace diferente a usted del resto de la gente? Si ustedes pertenecen a Mi reino, van a amar a sus enemigos. Un estándar bastante alto. “Amarlos,” dijo John Stott, “es desear de manera ardiente que se arrepientan y crean, y sean salvos.” Si usted los ama lo suficiente, quizás ellos puedan responder al Cristo que vive en usted, hecho visible mediante ese amor. Oremos.

¿Quién soy yo, Señor para hablar este mensaje, cuando el estándar está incluso más allá de mi o de cualquier persona? Pero hablo como Tu vocero, y hablo a mi propio corazón. Enséñame a amar, no a aquellos que son fáciles de amar, no a los que son agradables, sino a los que son agradables y a los enemigos. Enséñame a amar a la gente que me odia. Enséñame a amar a la gente que me maldice. Enséñame a amar a la gente que quiere callarme, que quiere dañarme, que quiere dañar a mi familia, y a aquellos que amo más.

Y, oh Dios, ayúdame. Y, oh Dios, enséñame a odiar el pecado, a odiar la injusticia que cubre al mundo, el odiar ver a Jesús deshonrado. Dame un odio perfecto que quiere un día justo, un reino justo, con un Rey justo que corrija las cosas. Que entienda la diferencia entre el gran anhelo por la gloria de Dios y un amor personal por aquellos que le ofenden más. Que amemos a la gente, Padre, la gente que no nos ama, y entonces que digan de nosotros, deben ser cristianos porque nadie más podría amar así.

Que Grace sea conocida como un lugar dónde la gente ama con un amor que es fuera de lo normal, sobrenatural. Que no nos venguemos, que no devolvamos lo que la gente merece, sino que devolvamos perdón y amor. Y entonces, como Tu Hijo dijo, seamos los hijos de nuestro Padre que está en los cielos. Que amemos como Tú amas, como Jesús amó, inclusive a aquellos que más nos odian. Padre, no podemos hacerlo por nosotros mismos, no hay manera.

Gracias por la promesa de Romanos 5:5, que el amor de Cristo ha sido derramado en nuestros corazones. Tú nos has dado una capacidad nueva que va con un mandamiento nuevo, que va con una vida nueva, como criaturas nuevas llamados a un nuevo tipo de amor. Que aprovechemos esa capacidad que está ahí por la presencia del Espíritu de Dios. Danos corazones magnánimos, grandes, perdonadores, amorosos, para que pueda haber una certificación de nuestro testimonio, y que Jesús sea exaltado. Y verdaderamente algunos de nuestros enemigos se conviertan en amigos, en respuesta a dicho amor.

Para Tú gloria oramos. Amén.

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