Me gustaría que me acompañara en su Biblia al capítulo 8 del Evangelio de Mateo. Mateo capítulo 8. Y vamos a continuar en nuestro estudio del octavo capítulo que comenzamos en la última ocasión. Y es algo emocionante estar en el Evangelio de Mateo, por varias razones, pero sigo pensando en una en particular. Es tan refrescante y tan emocionante ver a Jesús caminando en el mundo, tocando la necesidad humana y la vida humana. Es diferente que estudiar las profecías vastas y enormes de Daniel. No es como los tratados lógicos, teológicos del apóstol Pablo. No es como el enfoque de pactos histórico del escritor de Hebreos. Hay algo fresco y vivo y práctico y que toca nuestro corazón al ver a Jesús caminando en el mundo. Y ese es exactamente el privilegio que tenemos el día de hoy al estudiar este capítulo 8.
Ahora, en particular en el capítulo 8, señalamos en la última ocasión que nuestro Señor expresa Su autoridad. Habiendo predicado este sermón monumental en los capítulos 5 al 7, Él enfrentó la pregunta inevitable ¿Qué te da el derecho de hablar así? ¿Quién crees que eres? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es Tu autoridad? Y entonces, esa es la pregunta a la cual los siguientes capítulos responden. De hecho, lo que los capítulos 8 y 9 dicen es: Soy Dios, vine del Cielo y tengo toda autoridad. Ésa es la respuesta.
Y Jesús demuestra Su deidad. Demuestra Su poder sobrenatural en una serie de milagros increíbles que podrían ser explicados de ninguna otra manera fuera de que Dios estaba presente entre los hombres. Entonces Mateo, de manera muy cuidadosa, continúa en su presentación de la realeza de Cristo, él aquí nos da las credenciales del Rey, mostrándonos que Él tiene el derecho de decir lo que dijo. Él tiene el derecho de hacer lo que hizo, debido a quien es Él. Él es Dios; y no hay otra explicación que encaja con esta serie de milagros.
Ahora permítame darle algo de trasfondo. Tiene usted que entender realmente lo dramática que fue la escena entera. En el día de Jesucristo, la enfermedad inundaba al mundo. El mundo estaba literalmente lleno de enfermedad; y francamente la ciencia médica prácticamente no existía. Entonces la enfermedad no podía ser enfrentada de manera apropiada y entonces en cierta manera usted dejaba que siguiera su curso y usted siempre tenía la enfermedad frente a usted y a los enfermos en medio de usted, de manera perenne.
Y había un temor tremendo de la enfermedad. Estaba el dolor y el sufrimiento y la angustia que va de la mano con la enfermedad; y no había medicinas milagrosas para aliviar eso. Había plagas que aplastaban y acababan con ciudades enteras, con países enteros, y eran muy temidas. Había más enfermedades incurables de lo que tenemos en la actualidad. Por eso era un mundo que literalmente estaba lleno de enfermedad. La gente no vivía mucho, morían muy jóvenes, no era anormal morir en sus años 20 de enfermedad.
Ahora, la Biblia habla mucho de enfermedades que existían en el tiempo de Cristo y en el Antiguo Testamento. Permítame darle una idea del panorama de enfermedades que nuestro Señor habría confrontado; y estas son una especie de categorías bajo las cuales podría haber diferentes enfermedades. La Biblia habla de atrofia; y atrofia incluía enfermedades como: Distrofia muscular, la cual es una condición en la que los músculos se resisten a absorber el alimento que es traído a ellos a través de la sangre; y entonces, adelgazan y se hacen más débiles. La atrofia incluía también la poliomielitis, una enfermedad común en ese entonces, traída por un virus. Y después ataca el sistema nervioso central, causando parálisis y atrofia.
La Biblia habla de la ceguera. Había mucha ceguera. Era muy común, comenzando desde el nacimiento, cuando nacía el niño, pasando a través de la mujer que estaba infectada con gonorrea. Había ceguera debido a que había condiciones insalubres. También estaba la ceguera debido a la luz brillante del sol o el calor, o también por la arena. Y después, había en muchas ocasiones gente que tenía úlceras; las úlceras incluían abscesos y glándulas infectadas; y cosas de esa naturaleza. Y también había sordera debido a un defecto de nacimiento; la sordera debido a una herida quizás; la sordera debido al oído que se había infectado.
La Biblia también habla de otras enfermedades. Una condición, por ejemplo, para hablar de un edema, donde había una retención de fluidos corporales y eso puede ser causado por muchas cosas. La Biblia también habla de ser mudo, la incapacidad de hablar. Habla de la disentería, la cual era causada por amibas o bacterias o gusanos. También la enfermedad del colon y también del aparato digestivo y los procesos digestivos. También estaba la epilepsia; y la epilepsia incluía también ataques epilépticos. Había hemorragia.
La Biblia habla de problemas de hemorragia, que incluirían tumores fibrosos y carcinoma. La Biblia habla de un impedimento al hablar y desórdenes del hablar, bajo el concepto de afasia. Y habla de indigestión, la cual probablemente es algo más severo, que sería un problema de estómago.
Entonces, la Biblia habla de inflamación, probablemente refiriéndose a infecciones de estreptococo. Habla de pestilencia, lo cual serían plagas que llevaban las ratas y los ratones. Habla de enfermedades de la piel; y mencioné algo de esto la semana pasada. Y había muchas de estas. La Biblia habla también de enfermedades llamadas tumores; y podía haber todo tipo de tumores. Y también habla de úlceras y otras 3 enfermedades, particularmente en el Nuevo Testamento. Y aparecen en los tres milagros del capítulo 8: lepra, parálisis y fiebre.
Ahora, el resumen de todo esto, es que todas estas enfermedades existían en el tiempo de Jesús, en muchas formas y no se podían quitar. No había manera realmente de enfrentar estas enfermedades. Y entonces, la gente estaba muy consciente de la condenación que en cierta manera estaba sobre su cabeza en la inevitabilidad de la enfermedad. Y viene Jesús y tocó la vida humana en el punto del dolor más grande; en el punto de la enfermedad. Y amados, nunca olviden esto: Jesús literalmente borró la enfermedad en Palestina.
Y la naturaleza monumental de una expresión así va más allá de lo que podemos describir. No podemos entenderlo, porque vivimos en una sociedad que puede enfrentar la enfermedad. Oh sí, hay algunas enfermedades que no podemos enfrentar. El cáncer y la enfermedad del corazón nos pueden llegar a matar tarde o temprano. Pero en la mayoría de los casos, hemos eliminado otras enfermedades e inclusive en las enfermedades que traen la muerte, tenemos la capacidad a través de las medicinas, de traer cierto alivio del dolor.
En esa sociedad, no había algo así. Y Jesús llegó con Su poder sanador y sanó a miles, de miles, de miles de personas. Digo, fue una revelación asombrosa de que era Dios. Y esa es la razón por la que dijimos la semana pasada, de manera repetitiva Él dijo: “Créanme por causa de las obras.” ¿Cómo pueden negar esto? Estas curaciones tan amplias que Él había llevado a cabo.
En Mateo capítulo 12, versículo 15 dice: “Sabiendo esto, Jesús se apartó de allí y le siguió mucha gente…y sanaba a todos.” No me traten de seguir, solo les voy a leer un par de versículos… “y sanaba a todos”. En Mateo 14:14 vemos lo mismo, y dice ahí: “Y saliendo Jesús vio una gran multitud y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos.” Él sanó a todos. Él curó a todos los que venían a Él. La Biblia nos dice que vino y Él sanaba. Él hizo que desapareciera la enfermedad de Palestina.
Y es importante señalar lo diferente que es Él de los supuestos sanadores contemporáneos. He incorporado un capítulo en mi libro acerca de los carismáticos en el tema de la curación, de las sanidades y señalo ahí cómo sanaba Jesús. Bueno, permítame recordarle esos puntos principales. En primer lugar, Él sanó con una palabra o un toque. No hubo ningún truco, no hubo ejercicios, no hubo fanfarria, no hubo nada, solo una palabra y toque. Solo dijo la palabra, solo tocó.
En segundo lugar, sanó instantáneamente. Instantáneamente. En el mismo momento, en el instante, la mujer que tenía el problema de sangre en Marcos fue sanada inmediatamente. Y los diez leprosos fueron sanados instantáneamente. Y en Lucas 5, inmediatamente la leprosa lo dejó. Y el hombre que no podía caminar en el pozo de Betesda, inmediatamente se alivió. Y el hombre ciego, cuando lavó sus ojos, vio instantáneamente.
En tercer lugar, Él sanó totalmente. Nunca hubo un período de recuperación. ¿Se puede imaginar usted que usted tenía 35 años de edad y nunca había dado un paso y Jesús hizo que sus piernas se pudieran mover y le pidió que se pusiera de pie y caminara? ¿Por qué si sus piernas estaban bien no podía caminar? Habría rehabilitación. Pero nunca hubo rehabilitación en ningún milagro que jamás Jesús llevó a cabo. Nunca. Fue instantáneo, fue total, inmediato.
En cuarto lugar, Jesús sanó a todo mundo. Él no tuvo que filtrar a los casos difíciles, Él sanó a todos. A todo mundo. Él no despidió a largas filas de personas desanimadas como los supuestos sanadores el día de hoy. Él sanó a todo mundo. Lucas 4:40 dice “que mientras el sol estaba poniéndose, todos los que tenían enfermos con diferentes enfermedades, los traían a Él y Él ponía Sus manos sobre todos, y los estaba sanando.”
En quinto lugar, Jesús sanó enfermedad orgánica. Lo verdadero. Ojos ciegos, parálisis, tipos de sanidades que muestran un milagro más allá de duda alguna. Él no sanó dolor en la parte baja de la espalda o algún supuesto desorden funcional.
Y en sexto lugar, y aquí es donde Jesús realmente parte de todo mundo…Jesús resucitó a los muertos. En el proceso de todo esto, tiene que entender esto. Esto nunca había sucedido en la historia del mundo. Y lo que el pueblo Judío estaba viendo con la obra milagrosa de Cristo, es algo para lo cual solo hay una explicación posible. Una explicación divina. Y eso es lo que hace que la incredulidad de los fariseos sea tan increíble y muestra la profundidad del pecado en sus corazones. Ellos no creían frente a la evidencia increíble, inexplicable.
No obstante, Mateo los vuelve a culpar en esta sección al presentar las credenciales de Jesús; y a partir de los miles de milagros, él escoge tres para este capítulo. Ahora, la semana pasada vimos el primero en los versículos 1 al 4. El hombre miserable. El hombre miserable. Observe el capítulo. “Cuando descendió Jesús del monte, (había estado enseñando ahí el sermón del monte) le seguía mucha gente y he aquí vino un leproso y se postró ante Él, diciendo: ‘Señor, si quieres, puedes limpiarme.’ Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: ‘Quiero; sé limpio.’ Y al instante, su lepra desapareció. Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos.”
Ahora, el hombre más despreciado en la sociedad era un leproso. La enfermedad más severa, horrenda, terrible que podemos imaginar era la lepra. También era ceremonialmente inmunda. Entonces, se volvió una ilustración viva del pecado. Entonces, el hombre no sólo es era un rechazado debido a la enfermedad misma, sino debido a que era una ilustración viva, caminante del pecado. Sin embargo, un hombre así vino a Jesús.
Ahora, esta habría sido una declaración increíble que oyeron los fariseos, un milagro asombroso para ellos, el hecho de que Mateo les hubiera presentado este milagro a los fariseos, porque ellos no podían imaginar por qué alguien se molestaría con un leproso. Debieron haber habido muchos fariseos que no se sentían bien y podrían haberse beneficiado de una curación, ¿por qué un rechazado de la naturaleza miserable de este hombre?
Vimos la manera maravillosa en la que Jesús alcanzó los niveles más bajos de la sociedad e hizo cosas frente al orgullo y arrogancia de los fariseos, que nunca habían sido hechos por ellos. Él mostró que la extensión de Su Reino iba más allá de los poderosos y los elevados a los más bajos, a los humildes; que estaba buscando abrazar a la gente que nadie más tocaría; y que Su Reino no era lo que ellos pensaban; no para los súper-piadosos, sino para los desesperados, los que estaban lastimados, los que estaban sufriendo. Y entonces, Él tocó a un hombre con lepra, y el hombre fue sanado.
Ahora recuerde, le señalé en la última ocasión, que hubieron cuatro cosas que son maravillosas de ese hombre: en primer lugar, él vino con confianza. En otras palabras a él no le importó que fuera un leproso. Él se quitó el estigma social. Él se quitó la pena. Él vino porque estaba desesperado. Y después vino con reverencia. Él dice que adoró. Dice aquí que adoró. Y después, él vino con humildad. Él dijo: “Si quieres.” Y después vino con fe. “Me puedes limpiar, yo creo.” Y cuando una persona viene a Cristo, en desesperación, adorando en humildad y en fe, esa persona realmente puede ser redimida. Y entonces, la sanidad del leproso se volvió para nosotros una analogía de salvación.
Él le dijo al leproso dos cosas: Número 1, “Obedece la ley de Moisés. Regresa al templo y haz lo que debes.” Y número 2, “Sé un testigo para ellos.” Esto es lo que debe pasar también en nuestras vidas después de que hemos sido redimidos. Obedecemos y damos testimonio. Entonces, vimos a Jesús sanar al leproso. La escoria de la sociedad humana. Él abrazó la escoria de la sociedad humana con Sus brazos. Y qué reprensión fue para el orgullo condenador, arrogante de los fariseos.
Y pasamos del hombre miserable en nuestra historia para hoy. El hombre respetable, versículo 5. El hombre respetable. Ahora, aquí encontramos un hombre también que por parte de los judíos habría sido considerado un rechazado, porque es gentil. Peor que eso, él es un soldado romano, un miembro del ejército que está ocupando y que había invadido y está ocupando su tierra preciada.
Normalmente, él habría sido odiado casi como habían odiado a un leproso. Pero nuestro Señor sana para beneficio de él; y de nuevo, lo que el Señor está diciendo es esto: “La extensión del Reino es para los que son rechazados y también para el gentil.” Y los parámetros eran mucho más grandes que los fariseos; y los parámetros del Reino son mucho más amplios que aquellos que los fariseos habían trazado.
Ahora, veamos el versículo 5: “Entrando Jesús en Capernaúm…” Muchos comentaristas, por cierto, piensan que los tres milagros sucedieron el mismo día. Terminó el sermón, bajó del monte, entró a Capernaúm y después todo eso sucedió el mismo día. Es posible. Él entró en Capernaúm. Por cierto, Capernaúm es una ciudad hermosa al norte del Mar de Galilea, una ciudad que ya no existe, porque Jesús pronunció una maldición sobre ella. Uno de los lugares más hermosos que jamás he visto en el mundo. Sin embargo, ya no hay una ciudad ahí.
Simplemente ruinas. porque Jesús maldijo el lugar. Nunca la reconstruyeron. Construyeron lugares alrededor de este lugar, pero no ahí. Pero en ese hermoso pequeño lugar, Jesús residió y se quedó quizás en la casa de Pedro, porque Pedro tenía una casa ahí. Inclusive al día de hoy tienen las ruinas de esa casa. Creen que fue su casa. Entonces, Jesús entró en Capernaum y pasó mucho tiempo ahí; y nos dice aquí que “vino a Él un centurión rogándole.”
Ahora, Mateo se concentra en los hechos; y Mateo se concentra en la interacción entre el centurión y Jesús, porque ese es el propósito de Mateo. Pero los hechos son presentados con mayor detalle en Lucas, porque Lucas tiene un pasaje paralelo en el capítulo 7. No necesitan pasar ahí, solo en cierta manera le voy a dar algunos de los detalles que presenta Lucas.
Ahora, Lucas nos dice que el centurión de hecho no fue a Jesús, sino que envió a unas personas judías con este mensaje. Entonces, Jesús interactúa con el centurión, pero a través de estas personas judías que han llegado a Él. El centurión no vino, sino que más bien envió a estas personas judías y esto fue porque se sentía indigno de estar en la presencia de Cristo, y se sentía indigno de que Cristo viniera a su hogar. Y entonces, envía a estos judíos en representación de él y hablan con Jesús.
Ahora, hablemos un poco de un centurión. Cada vez que usted ve a un centurión en el Nuevo Testamento, él es un buen hombre. Es realmente sorprendente. Es como si el Señor… y había muchos centuriones malos, estoy seguro… pero es como si el Señor, de manera deliberada, escoge a algunas de las personas más odiadas en Palestina, como ilustraciones de bondad, y fe y gracia salvadora, para mostrar la extensión de Su Reino, que consiste en alcanzar a gente más allá de Israel. Cada vez que usted encuentra un centurión, sea el hombre que estuvo allí en la crucifixión, o sea Cornelio, o sea este hombre, todos son buenos hombres; y terminan, por lo menos creo que la mayoría de ellos, terminan siendo redimidos. Y en cierta manera, es una cachetada, de nuevo, en contra de ese exclusivismo que existía en ese entonces, que no daba lugar para un gentil, especialmente un soldado romano.
Ahora, voy a añadir un pensamiento más, si me permiten. Como si no fuera lo suficientemente malo ser gentil, era peor ser un soldado romano. Y si no era lo suficientemente malo en sí mismo, era peor ser algo más; y era esto: los soldados del ejército de la ocupación romana, realmente no fueron enviados por parte de Roma, habían sido preparados en la comunidad o en el área donde habían estado ocupando y lo que hacían de acuerdo con la historia, lo que hacían en Palestina, era que encontraban a gente no judía en esa área y después los metían al ejército romano y los preparaban. Este hombre en Capernaúm, era sin duda alguna, un soldado bajo las tropas de Antipas; y si era un no judío que vivía en esta área, es muy probable que él fuera un samaritano. Y si era malo ser gentil, el peor tipo de gentil era un samaritano, porque un samaritano, era un judío que se había casado con líneas gentiles. Y entonces sacrificar su legado judío era lo peor que podría hacer alguien que era un gentil a medias, un medio gentil.
Entonces, aquí tenemos un hombre que es gentil. Él es el peor tipo de gentil, un samaritano. Él es el peor tipo de samaritano. Él es miembro de las fuerzas de ocupación del ejército romano, que oprime a Israel. Ahora, cualquier fariseo habría dicho, ¿por qué en el nombre de Dios, le habrías hecho un favor a alguien así? Ése es el punto. No tenían perspectiva de los parámetros del Reino. Estaba confinado para ellos. A nosotros cuatro, nada más, cierra la puerta, eso es todo. Y Jesús abre la puerta, y era más de lo que podían ellos manejar; y lo odiaban, hasta que al final lo mataron.
Pero él viene a la presencia de Jesús, a través de estos judíos que vienen en nombre de Él. Y Lucas nos cuenta eso, y esto es lo que dice, versículo 6: “Señor” -por cierto, Señor aquí quiere decir más que señor. Ahí se incluye en el pensamiento del centurión, está pensando en la deidad de Cristo; y creo que lo está usando en este sentido divino verdadero.
Él dice “Señor”…y él usa la palabra pais en el griego que significa mi hijo, mi criado… mi criado está postrado en casa paralítico…es paralytikos, es un paralítico. “Está enfermo de la parálisis. Está gravemente atormentado,” o sufriendo tremendamente, o sufriendo severamente. Ahora, él usa la palabra pais aquí, que significa hijo. Y Lucas usa la palabra doulos, que significa esclavo. Y la pregunta que surge es: ¿era este su hijo o su esclavo? La respuesta es que era bastante común tener a un esclavo-hijo en la casa, a un niño. Y eso es lo que era, un siervo niño, un esclavo niño. Y entonces él dice: “Mi esclavo-niño está en casa enfermo de parálisis.” No sabemos si era polio o si era el sistema nervioso o un desorden del cerebro o un tumor. Simplemente,, no sabemos. Pero estaba paralizado y en mucho dolor.
Y aquí hay algo hermoso. Me cae bien este centurión. Me cae bien, en primer lugar, porque él se preocupaba por un siervo, y eso lo aparta de prácticamente el resto de la gente en el mundo romano. De hecho en el Imperio Romano los esclavos no importaban. Si sufrían, no importaba. Si vivían, no importaba. Si morían, no importaba. No importaban. Aristóteles, por ejemplo dijo, y cito: “No puede haber amistad, ni justicia hacía cosas inanimadas. De hecho ni siquiera hacía un caballo, un buey, o un esclavo. Ya que un amo y un esclavo, no tienen nada en común. Un esclavo es una herramienta viva, así como una herramienta es un esclavo inanimado.” Fin de la cita.
No tenían derechos. Gayo, el experto romano en la ley, dijo, y cito: “Podemos señalar que es universalmente aceptado, que el amo posee el poder de la vida y la muerte sobre su esclavo.” Fin de la cita. Esa era la ley romana. No te gusta tu esclavo, mátalo. Varrón, el escritor romano que escribió tanto acerca de la agricultura dijo, y cito: “La única diferencia entre un esclavo y una bestia y un carro, es que el esclavo habla.” Fin de la cita. Única diferencia.
Cato fue otro escritor romano. Estaba tratando de darle consejo a alguien que estaba teniendo problemas económicos. Y le dijo, y cito: “Ve tu ganado y vende. Vende tus bueyes ya gastados, tus bueyes que no te sirven mucho, tu ganado que tiene problemas, tus ovejas que tienen problemas; vende lana, vende carros antiguos, herramientas antiguas, un esclavo de edad, un esclavo enfermo y lo que sea… cualquier cosa que sea superflua.” Fin de la cita. Entonces como puede ver, los romanos veían al esclavo como una cosa; pero no este centurión. Él no está pidiendo algo para él. Él dice: “Oye, mi hijo-siervo está paralizado.” Él es un excelente pagano. Él es un excelente pagano.
¿Y quiere saber algo? Él debió haber hecho que estos judíos le trajeran este mensaje a Jesús en nombre de él. Digo, la mayoría de los centuriones se acercaba a un grupo de judíos, y si era un centurión, un samaritano gentil, le decía oye: ¿me harías un favor? Y ellos le decían: ‘¿Qué? Debes estar bromeando. Quítate de aquí.’ ¿Por qué estos judíos llegaron a Jesús representando a este hombre?
Les voy a mostrar. Lucas 7, muy interesante. Escuchen este versículo: “Cuando vinieron a Jesús los Judíos, los ancianos de los Judíos le rogaron.” Realmente se involucraron. “Oh… dijeron…has esto.” Y ellos le trajeron este mensaje. “Su siervo está en casa, postrado, enfermo de parálisis. Gravemente atormentado.” Y dijeron: “Has esto, porque él es digno de que Tú hagas esto. Él es digno.” ¿Cómo puede ser un gentil digno?
Aquí está. “Él ama a nuestra nación, y él nos construyó una sinagoga.” Y se reduce a economía, dinero. Él hombre hizo una gran inversión. Ama a nuestra nación, amaba a su nación. Les construyó una sinagoga. Ahora no sé más de este centurión. Él inclusive está entendiendo algo de la veracidad de su religión. Él es un gentil que teme a Dios como Cornelio. Él se da cuenta que está tratando con un pueblo, que es un pueblo del pacto de Dios, del Dios vivo; y él hace una inversión en ellos. Él amaba a su nación; y él les construyó una sinagoga en Capernaúm. He estado en Capernaúm. He estado en las ruinas de la sinagoga ahí. Dicen que los cimientos de la sinagoga vienen desde este día. Y quizás fueron comprados por este centurión. Él les construyó esa sinagoga. Y cuando usted le hace un favor, esas personas responden así. Y entonces, los ancianos vienen y dicen: “Oiga, hombre por favor, haga esto por él.”
Sabe lo que me interesa también, es que sabían que Jesús lo podía hacer. Todo el mundo sabía que podía sanar. No había debate acerca de eso, pero la dureza de su corazón es que no querían tomar un paso más hacia adelante y aceptarlo como Mesías y Salvador. Y entonces, aquí hay un buen gentil que amaba a Israel. Y debemos amar a Israel, realmente. Ellos son el pueblo escogido de Dios. No creo que nadie ame a los judíos más de lo que yo los amo. Son mi pueblo favorito. Desde Abraham, a Jesús, a Pablo y Timoteo. Paso más tiempo con ellos, que con gentiles en el estudio de la Palabra.
Y él los amaba también. Él amaba a la nación. Y les construyó una sinagoga. Y era aparente que era un buen gentil. Él amaba a su esclavo, él era humilde. ¿Sabe? Él ni siquiera se acercó a Jesús mismo, porque él no se sentía digno. Y, ¿sabe que él no quería a Jesús en su casa, porque él conocía lo suficiente acerca de la enseñanza ceremonial de los judíos como para saber que un judío nunca debía entrar a la casa de un gentil? Y él no quería violar eso. Los judíos tenían algunas creencias extrañas, como usted sabe, que los utensilios gentiles estaban sucios. No usaban un utensilio gentil. Ellos creían que los gentiles abortaban a sus bebés y los aventaban allí en algún lugar en la casa. Por lo tanto, la casa estaba contaminada por un cuerpo muerto. Y ellos tenían todo tipo de cosas extrañas que los rabinos se inventaron para tratar de mantenerlos lejos de los gentiles. Y él inclusive quería honrar esas tradiciones ceremoniales.
Entonces, él es humilde, amoroso, él es sensible. Realmente tiene una actitud de bienaventuranza. Él está maduro para ser transformado; y eso provee el trasfondo. Y cuando él dice Señor en el versículo 6, es Señor en el sentido pleno de lo que significa. Y en caso de que dudara eso, observe el versículo 10. Jesús dijo en la mitad del versículo: “No he encontrado tanta fe. De cierto os digo que ni aún en Israel he hallado tanta fe.” Esta es la fe más grande que he visto.
¿Fe qué quiere decir? Fe es la realidad de quién era Cristo. Eso es lo que significa, eso es lo que tiene que significar. Él creía que Jesús era Dios. Ese es el epítome de la fe. Y Jesús dice que este era su tipo de fe. Él dijo: “Señor”; él está afirmando el Señorío de Cristo. ¡Y qué reprensión es esta a los judíos! Porque aquí hay un samaritano, de raza impura, un soldado gentil de Roma…Jesús dice, “él tiene la fe más grande que jamás he visto.” ¡Qué impresión!
Y ni siquiera es a favor de su propia necesidad. Él dice: “Mi siervo-niño está en casa postrado de parálisis y gravemente atormentado.” Y ¿saben lo que veo aquí que es tan maravilloso y tan hermoso? No hay petición en el versículo 6. Él simplemente le da la información y después los judíos dicen: “Hazlo. Es digno. Hazlo.” Pero no presume en preguntar. Su oración es una oración de información. “Señor aquí está la necesidad, la presento ante Ti. Acepto Tu soberanía y Tu decisión.” ¿Cuál fue su enfermedad? Parálisis. La incapacidad de sentir, por función muscular, por una herida o enfermedad en la espina dorsal, en el cerebro, los nervios. No sabemos qué es lo que lo causó. Pero el efecto era la muerte inminente.
Y después, viene la respuesta de nuestro Señor, versículo 7. “Y Jesús le dijo: ‘Yo iré y le sanaré. Yo iré y le sanaré.’” Entonces, les dice a los judíos enviados por el centurión, que va a venir al hogar del gentil. Él va a venir a la casa del centurión. Él va a sanar al niño. De hecho Lucas dice que comenzaron a avanzar por el camino y se dirigen a la casa, y el centurión los ve venir y se aterra porque él no se siente digno de estar en la presencia de Cristo. Y él no quiere que violen su ley al venir a la casa y él no puede sacar al niño de la casa, debido a su condición.
Y entonces, él envía un mensajero rápidamente en el versículo 8, y dice: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. No Señor, ya no avances, no soy digno de eso, no puedo permitir que entres en mi casa, no puedo permitir que vengas a mi presencia, no soy digno”… ¡Oh! me encanta. Hay personas que creen que deben convertirse en cristianos para hacerle a Dios el favor. Que Él los necesita. Pero, ni siquiera somos dignos de entrar a Su presencia. “No soy digno.” ¡Qué hermosa escena es esta!…Este es un hombre, es un hombre.
Usted no se convertiría en centurión al meterse de un trabajo de escritorio a esto. Usted se convertía en un centurión al trabajar duro y avanzaría en las filas de las tropas al ir ascendiendo en la escalera de jerarquía. Este era un hombre que era duro. Guiaba a cien hombres. Eso era lo que un centurión hacía. Él manejaba a cien hombres. Él era un sargento duro, orientado al combate. Pero qué sensibilidad tan gentil, humilde, amorosa; y, ¿todo esto por un esclavo enfermo?
Un verdadero gentil que temía a Dios como Cornelio. Y ahora, su fe se vuelve evidente al final del versículo 8. Escuche lo que dice: “No soy digno que entres bajo mi techo. Solamente di la palabra y mi criado sanará.” Él sabía, yo creo que él sabía que era Dios. Y lo único que tienes que hacer, es hablar.
Y después, en el versículo 9, él presenta esta pequeña afirmación que creo que es tan buena. “Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: ‘Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace’.” Él dice: “Yo entiendo Tu autoridad. Yo entiendo esta autoridad.” Él no está diciendo: ‘¿Quién crees que eres Tú? ¿Por qué razón hablas de esta manera? Yo conozco un hombre con autoridad cuando veo uno. He visto lo que has hecho. He visto el poder de Tus obras. Yo entiendo la autoridad.’
Y ahora, observe el razonamiento en el versículo 9. Este es un razonamiento de lo menor a lo mayor. “Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados. Y digo a este: ve, y va; y al otro: ven, y viene; y a mi siervo: haz esto, y lo hace.” Yo soy un hombre que está bajo autoridad, y yo entiendo lo que es la autoridad, y yo ejerzo autoridad. ¿Cuánta más autoridad debes tener Tú, que no estás bajo ninguna autoridad, sino que eres la autoridad suprema del universo?” Él está diciendo: “Aquí estoy yo, bajo autoridad; y puedo mandar para que se hagan cosas. Tú estás por encima de todas las autoridades. ¿Cuánto más Tú solo puedes hablar la palabra y sucederá? Hombre, esto es fe grande, ¿no es cierto? No tienes que venir, solo dilo.
Ahora, el siguiente versículo es realmente interesante. “Al oírlo Jesús se maravilló.” Ahora, ¿quiere saber algo? Tiene que tener una fe única para maravillar a Jesús. Piense en esto. Porque realmente Él sabe todo. Él lo ha visto todo. Y cuando dice que Jesús se maravilló, usted sabe que esta es una declaración bastante, bastante importante. Nos dice que Jesús en Su humanidad; este es un vistazo de Su humanidad, literalmente estaba maravillado por la fe de este gentil. Está sorprendido.
Por cierto, era una prueba de las cosas que estaban por venir. Porque ha habido muchos otros gentiles que han tenido ese tipo de fe en Cristo. Muchos de ellos están sentados aquí en esta mañana; y es una reprensión severa a los judíos. Observe lo que dice en el versículo 10: “Se maravilló y dijo a los que le seguían: De cierto os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.” Pero noten, solo, ahí pudo haberse detenido, pero para meter el cuchillo… “Y os digo”, noten como dice, y la implicación es que debería haber encontrado aquí fe. Ni aun en Israel. Ustedes son el pueblo de la promesa, del pacto. Ustedes deberían haber tenido este tipo de fe, pero nunca he encontrado fe aquí, no este tipo de fe.” Gran fe. Él reconoce y felicita a este gentil.
Oh, había encontrado fe entre los judíos. No hay duda al respecto, lo vimos en Mateo 4. Claro que había encontrado fe. Pero nunca en este tipo de combinación. Nunca en esta cantidad de virtud. Digo el amor está ahí, el afecto está ahí, la consideración está ahí, la humildad está ahí. Hay sensibilidad ahí, hay confianza absoluta en el poder de Cristo. Está la certeza de que Él es Dios en forma humana. Usted sabe, inclusive los discípulos, Jesús dijo acerca de ellos: “Hombres de… ¿qué?…de poca fe.” Eran discípulos; y ellos no estaban seguros de quién era Él.
Tomás, después de la resurrección dice: “No estoy seguro.” Felipe dice: “Muéstranos a Dios.” Él dice: “¿Tanto tiempo has estado conmigo y no sabes?” Pero este hombre tenía gran fe. Es una prueba, una prueba monumental del Reino que Jesús les da. Los gentiles tendrán más fe que Israel. Escúchenme. Eso es verdad el día de hoy, ¿no es cierto? La iglesia predominantemente es una iglesia gentil. Israel todavía rechaza al Mesías. Y Jesús procede a explicar esto de manera clara. Una de las declaraciones más devastadoras, versículo 11: “Y os digo” escuche esto “que vendrán muchos del oriente, y del occidente, y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos.” Deténgase ahí.
Ahora, viene un Reino glorioso y grande, viene un Reino milenario y un Reino eterno en el futuro. Y en ese Reino, Dios va a cumplir Su promesa maravillosa hecha a Abraham, Isaac y a Jacob. Son el pueblo del pacto. Son aquellos, a través de quienes Dios trajo el pacto. Hay una identidad esencial judía en el futuro de los planes de Dios para el mundo. Y Abraham, Isaac y Jacob, representan el gran pacto de fe. El Evangelio vino a través de la simiente de Abraham. La salvación vino a través de la simiente de Abraham. Somos bendecidos en las tiendas de Shem. Somos los hijos de Abraham por la fe. Nuestra bendición viene en Abraham. Entonces, en un sentido, somos parte de ese mismo pacto…
Entonces, hay una identidad judía en el Reino. Pero lo que Él está diciendo en el versículo 11 es esto: “Que muchos del oriente y del occidente se sentarán.” ¿Quiénes son? ¿Quiénes son los muchos? Del este y del oeste. El punto principal en el que esto comienza es Israel. Y entonces va usted al este, al oeste de ahí y está incluyendo al mundo gentil. Lo que está diciendo es que el Reino estará lleno de gentiles.
¿Quiere saber algo? Ellos no creyeron eso. Esa fue una declaración que los sacudió. Esto era contrario a todo lo que habían enseñado. Ellos creían, por ejemplo, que antes de que viniera el Reino todos los gentiles serían destruidos. Es correcto. Si usted lee algo de la literatura apócrifa como 2 de Baruc capítulo 29, retrata lo que ellos creen que va a ser el gran festín. La gran fiesta en la que todos los judíos se van a sentar con el Mesías. Y lo dice en ese pasaje apócrifo, pero refleja el pensamiento de los judíos de la época. Y dice: “Los judíos van a sentarse en una gran fiesta, y van a comer Behemot y Leviatán”.
Ahora Behemot es la palabra para elefante y Leviatán es el monstruo marino, una ballena enorme. Digo, iban a tener una fiesta como ninguna otra fiesta había existido en donde comen elefantes y ballenas. Ahora, eso es simbólico de una cantidad masiva, increíble, ilimitada de comida. Va a ser una fiesta para terminar con todas las fiestas; y es para los judíos. El Gran banquete Mesiánico. Y nunca, por un momento, creían que los gentiles estarían reclinándose en la mesa con ellos. Digo, en primer lugar, eso de cualquier manera echaría a perder la comida, porque tiene que ser kosher…el Reino tiene que incluir a los gentiles ¿no es cierto? Mas bien, el Reino incluye a los gentiles, ¿no es cierto? Dos mil años después aquí estamos; y la iglesia está llena de gentiles. Y nos sentaremos algún día en ese Reino milenario, en el futuro, con Abraham, Isaac y Jacob.
Ahora, si eso no es lo suficientemente devastador, el versículo 12 realmente mete el clavo final en el ataúd. “Más los hijos del Reino” ¿Quiénes son? Judíos. Hechos 3: “Ustedes son los hijos del Reino” dijo Pedro a los habitantes de Jerusalén. Los judíos “serán echados a las tinieblas de afuera…allí será el lloro y el crujir de dientes”. Ahora, esa es una afirmación muy, muy fuerte. Una afirmación devastadora. Una afirmación increíble. Y son llamados hijos del Reino, porque por derecho, son los herederos. La promesa es para ellos. Los privilegios fueron dados a ellos. Pero cuando el Reino viene, van a ser echados afuera. ¿Por qué? ¿Por qué? Porque no entras al Reino en base a tu descendencia física. Simplemente porque eres judío, eso no significa nada.
Ustedes saben, en Juan 8, querían discutir con Jesús de eso. Y entonces, se meten en este pequeño dialogo del hecho de que somos hijos de Abraham, y como tales, tenemos todo lo que necesitamos, no nos falta nada; y así va a ser. Y Jesús dice: “Yo sé que ustedes son simiente de Abraham, pero buscan matarme. Están tratando de matarme…porque Mi Palabra no tiene cabida en ustedes, y hablo aquello que he oído del Padre; y ustedes hacen lo que han visto de su padre.” Y le respondieron y le dijeron “Abraham es nuestro padre”; y Jesús les dijo: “Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham. Pero buscan matarme.”
Y después, Él les dice: “Vosotros sois de vuestro padre… ¿quién?...el diablo.” No puede saber cómo lo aborrecieron por decir eso. No tenemos ni idea de cuánto lo odiaron por decir eso…los hijos del Reino van a ser echados fuera. Perdieron su herencia por incredulidad, anularon Sus promesas, perdieron sus derechos del Reino. Y cuando demanden de manera arrogante la entrada, van a ser echados ¿a dónde? Versículo 12: “Tinieblas de afuera. Tinieblas de afuera.” Ese es un pensamiento judío.
Jesús está hablando en palabras que ellos usaban. Los rabinos enseñaban esto. “Los pecadores en el Gehena serán cubiertos con tinieblas”; y así lo dice también el Talmud. Los judíos creían que los pecadores iban a las tinieblas y a la oscuridad. “Ahí es exactamente a dónde van”, dice Jesús, “adonde van los pecadores, lejos de la luz de la presencia de Dios.”
Algunas personas se confunden porque dicen que el infierno es un lugar de tinieblas y también de fuego, y se preguntan: ¿cómo es posible que tenga fuego con luz? Y es parte de la naturaleza sobrenatural del infierno, que habrá fuego, fuego de tormento y también oscuridad total junto con él. Un fenómeno creado por Dios para el castigo eterno. Tinieblas de afuera, oscuridad de afuera. Ese es un lugar, así como el cielo es un lugar. Y el horror de ese lugar puede ser visto en la frase, al final del versículo 12: “Allí será el lloro y el crujir de dientes.” Ése es el efecto de la oscuridad. La pérdida de toda felicidad. La pérdida de todo gozo. La intensidad de la desesperanza inútil. El tormento intenso de la oscuridad eterna. El lloro y el crujir de dientes.
El capítulo13 de Mateo, versículo 42: “Y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.” Capítulo 13 versículo 50: “Y serán arrojados al horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.” Capítulo 22, versículo 13: “Después le dijo el rey a los siervos: ‘Átenlo y llévenselo y arrójenlo a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.’”
Capítulo 24, versículo 51: “Y córtenlo y será su porción con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.” Cada una de esas fue una cita de Jesús. La gente piensa que Jesús solo habló de amor y de corazones y flores, pero no fue así. La gente dice: “Oh, tu sabes, eres demasiado fuerte.” Y escucha, nunca he predicado un sermón tan fuerte como uno de los que Jesús predicó, nunca. Nunca he dicho algo tan devastador como lo que Él dijo.
Me di cuenta últimamente, Bailey Smith, quien es el presidente de la denominación Bautista del Sur, hizo la declaración de que Dios no oye las oraciones de los judíos. Y él realmente ha sufrido en los medios de comunicación por eso, pero tiene razón. Dios no oye la oración de ningún hombre no regenerado. La Biblia dice eso.
Esta semana me entrevistaron. Me vinieron a entrevistar, y estaban haciendo un reportaje nacional de los asesinos masivos en serie, y me preguntaron: ‘¿Por qué los asesinatos en masa, masivos?’ Querían un punto de vista teológico; y simplemente les dije: “Bueno, la gente hace eso porque son viles y malos y pecadores miserables.” Y dijeron: “Bueno: ¿por qué dices eso?” Yo dije: “Porque la Biblia lo dice. Y si dejas que el hombre viva conforme a sus deseos, eso es exactamente lo que va a hacer.” Y yo dije: “La Biblia dice que los hombres malos van a empeorar y solían matar a uno, y están acostumbrado a matar a uno. Y después a matar a docenas; y ahora van a matar a cientos, si pueden, porque los hombres malos van a empeorar y empeorar. Y conforme la sociedad quita las restricciones y deja que la depravación se desate sin refreno alguno, eso es lo que usted va a enfrentar”.
Al final de una hora y quince minutos, lo que debería haber sido una entrevista de diez minutos, tuvimos una buena discusión al final. La muchacha, que era muy amable e hizo muy buenas preguntas me dijo: “Mire, ¿sabe algo? La gente puede pensar que es extraño, debido a estas respuestas. ¿Por qué está convencido de estas razones?” Yo le dije: “Es muy simple, la Biblia lo dice, y eso es lo que me importa.” Ella dijo: “Eso lo explica”.
Usted puede ser firme cuando tiene la Palabra de Dios; y la Palabra de Jesús es que la gente que rechaza al Mesías, aun cuando son hijos del Reino, van a ser echados a las tinieblas de afuera. ¿Cuánto peor para el gentil que nunca conoció la promesa del pacto va a ser el rechazar al Mesías?
Y entonces, Él les da un sermón que no fue olvidado; y en medio de este milagro, allí en el versículo 13, “entonces Jesús dijo al centurión:’ Ve, y como creíste, te sea hecho.’ Y su criado fue sanado en aquella misma hora”. Jesús le dice: “Puedes irte a casa, está sanado”. ¿Te puedes imaginar a ese hombre que de pronto fue sanado, a ese niño? Y sale de la cama, y sale de ese tapete y dice “No sé lo que hizo señor, pero estoy sano”. Se puede imaginar usted, si el centurión creyó lo que había creído antes, ¿cómo o qué debió haber creído después?
Dice usted, “esa pequeña frase, ‘como creíste te sea hecho,’ ¿podemos reclamar eso?” No necesariamente. Él se lo dijo al centurión. Pablo creyó que Dios lo podía sanar y Dios no lo hizo ¿verdad? Esa es una decisión soberana. Algunas veces sanó a personas que no tenían fe. De hecho, si quiere saber la verdad, la Biblia no dice que el niño, ese pequeño niño tuvo fe en absoluto. Él lo sanó para el beneficio del centurión y todo el mundo en la historia que leería esta historia.
Pienso que hay un centurión más en el cielo, francamente; y probablemente un niño más. ¿Ve lo que Jesús está diciendo aquí? “Yo busco alcanzar a los leprosos y busco alcanzar a gentiles rechazados, porque mi Reino incluye a aquellos que creen. Que creen. No aquellos que son de una raza en particular.”
Ahora, solo en caso de que los judíos pudieran quedar aplastados por esto, Él añade una sanidad más en los siguientes dos versículos. Muy breve. Sólo voy a mencionarlo, obsérvenlo. “Y cuando Jesús llegó a la casa de Pedro…” Y los otros Evangelios nos dicen que fue en el día de reposo, y ellos habían estado en la sinagoga. De hecho, todas estas, como digo, podrían haber sucedido el mismo día. Y fueron a la casa de Pedro, y ¿saben? Hacen lo que hacemos. Van a la sinagoga o iglesia y después van a casa y cenan, pero tienen un problema aquí.
El otro escritor, Marcos, nos dice que Andrés estaba ahí, y ahí también estaba Santiago. Y Juan estaba ahí. Entonces tienes a Pedro, la esposa de Pedro, Santiago, Juan, Andrés y Jesús. Tienes a seis personas, y tienen una tragedia. ¿Cómo puede tener comida el día de reposo, cuando la suegra está enferma? ¿No es cierto? Para eso son las suegras, ¿no es cierto?
Entonces, ¿cómo puedes tener una comida decente? Además esto afecta la operación. Entonces, los otros llegan a Jesús y, de acuerdo con el relato de Marcos, dicen: “Ven a casa con nosotros y sánala para que podamos cenar”. Y entonces, ustedes saben, hay prioridades. ¿No es cierto? No tiene nada de malo el servicio. Dale una oportunidad de servir. “Vino Jesús a la casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre”. Pedro estaba casado. Sabemos eso, porque 1 de Corintios 9, dice más adelante en su ministerio, Pablo dice que no está mal que Pedro en su ministerio tenga una esposa, lo cual significa que ella viajó con él en algo de su ministerio. Y entonces, aquí está su suegra.
Ahora, los judíos solían… los fariseos solían ponerse de pie y decían lo mismo cada mañana. Y esta era la declaración estándar: “Te doy gracias porque no soy esclavo, gentil o mujer—ellos creían que los leprosos, los gentiles y las mujeres en cierta manera estaban en la misma categoría. Tenían una perspectiva muy baja de las mujeres; y el hecho de que Jesús incluyera ahí la sanidad, la curación de una mujer, esta es otra condenación. Y una suegra…digo, ya se está pasando…
Entonces, Él realmente les está dando una cachetada a toda su tradición. Versículo 15: “Tocó su mano, y la fiebre la dejó.” El hipotálamo, se me dice, en la parte del medio del cerebro, controla la temperatura del cuerpo y la mantiene a 98.6 °F (grados Fahrenheit) y si tiene enfermedad, algunas veces una infección viene de otras partes del cuerpo, y en su caso pudo haber sido malaria, lo cual era muy común en esa parte. Cuando tu cuerpo comienza a pelear en contra de la enfermedad, eleva tu temperatura como ustedes saben, su temperatura.
Entonces, fuera lo que fuera, la temperatura puede llegar hasta los 108 grados. No sabemos cuál era su enfermedad, o cuál fue su temperatura, pero la indicación de otros relatos, es que era tan severa que podía morir de eso. Y Jesús extendió Su mano, y la tocó, e inmediatamente “la dejó la fiebre, y se levantó, y lo que hizo es que les servía”. Ella ministró. Y ¿sabe?, eso es lo que debía hacer, gracias a la sanidad. Seguramente ella sacó los panes y metió ahí, sacó el pescado lo que fuera, lo que comieron. Quizás pescado de San Pedro o no, que viene del mar. Eso es lo que lo llaman ahora. Pero disfrutaron el tiempo.
Y, ¿saben?, aquí hay algo maravilloso. Creo que la razón por la que tiene este pequeño milagro de la suegra, ella es judía; y podría haber sido difícil para el judío aceptar al leproso y después aceptar al gentil. Pero después oír las palabras de Jesús que los van a dejar fuera del Reino; y entonces, Jesús inmediatamente incluye ahí la sanidad de un judío, casi como para decir “sí, me he vuelto a los gentiles; sí, el Reino va a incluir gentiles; pero nunca voy a dejar a Mi pueblo Israel. También va a haber sanidad para ellos” ¿No es cierto? ¿No encuentra eso en Romanos? Donde Él dice: “Seguro, la raíz original era judía. Los gentiles han sido incrustados ahí, pero viene un día cuando Israel va a ser incrustado de nuevo y van a recibir la bendición. Viene un día para Israel de nuevo.”
Y ahí veo inherente en la simplicidad de este milagro. Ella fue sanada de manera inmediata. El poder de Jesucristo echo manifiesto. Si usted puede negar que es Dios frente a estas cosas, no es porque no haya evidencia, es porque no hay fe en su corazón. Y no hay fe ahí, porque su corazón está atado por el pecado. Oremos…
Padre, estamos de nuevo agradecidos porque hemos caminado con Jesús, pasado por así decirlo, un día con Él. Nos sentimos como si hubiéramos estado ahí. Casi podemos sentir el polvo en nuestros pies, el aire en nuestro rostro, la calidez del sol, conforme Él caminaba por los caminos polvorientos de Capernaúm. Casi podemos sentir la emoción en el corazón del centurión, casi oír las preguntas del niño pequeño. Podemos ver a los fariseos y a los líderes judíos ahí en la esquina tratando de explicar lo inexplicable, tratando de entender qué estaba haciendo Él, quien estaba volteando todo aquello por lo que ellos vivían. Podemos percibir el gozo en la pequeña casa de Pedro en Capernaúm, conforme su suegra fue restaurada, y oír las preguntas de los discípulos que le preguntaron cómo lo hizo y se preguntaban cómo era posible que Dios estuviera en medio de ellos.
Y Padre, que verdaderamente estemos adorando al Hijo de Dios. Oro porque no haya nadie en este lugar que se vaya, que no conozca al Señor Jesucristo, que no haya creído. Sabemos que la fe es un regalo que Tú das; y oramos Señor, porque Tú la des este día, que nadie sea echado afuera, a las tinieblas de afuera, para experimentar de manera eterna el lloro y el crujir de dientes.
Y para aquellos de nosotros que somos cristianos, Señor, que creamos tanto como este gentil creyó en Tu poder. Que seamos tan fieles como la suegra, para levantarnos de nuestra curación y servir, porque nuestras vidas también han sido tocadas y hemos sido sanados de pecado. La sanidad, la curación más grande. Que seamos tan fieles para servir. Que no haya fin para la gratitud continua de nuestros corazones. Que no haya un decrecimiento en nuestra gratitud, para que vivamos una vida de servicio a Aquel que nos tocó y nos sanó. Oramos también porque atraigas a Ti mismo hoy, nuestros corazones, para que aquellos que vengan aquí al cuarto de oración y al cuarto de consejería puedan arreglar cualquier asunto que tengan pendiente contigo. Y oramos por estas cosas, para Tu gloria, en el nombre de Cristo. Amén.
Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
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