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Abramos nuestras Biblias en el capítulo 16 el Evangelio de Mateo. Estamos estudiando de nuevo esta porción tan asombrosa de las Escrituras que nos presenta la transfiguración de nuestro Señor Jesucristo. La semana pasada, comenzamos nuestro estudio estudiando los versículos 27 y 28 del capítulo 16. Y después, estaremos estudiando hasta el versículo 13 del capítulo 17, ya que toda esta sección habla del mismo gran tema.

Ahora, en esta sección tan maravillosa, Jesús les promete a los discípulos y a una multitud que se ha congregado junto con los discípulos que Él va a regresar en gloria. Regresemos al versículo 27 del capítulo 16 para regresar a nuestro estudio. Jesús dice ahí: “porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus ángeles y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.

Ahora, aquí está la primera promesa abierta que se registra en el Evangelio de Mateo. Y aquí nuestro Señor les está diciendo a los discípulos: “escuchen, les he estado hablando de la negación personal, les he estado hablando de llevar su cruz, les he dicho que debo ir a Jerusalén para sufrir muchas cosas y ser matado. Ustedes están muy conscientes de la persecución, de la hostilidad, del rechazo que hemos visto por parte del pueblo. Ustedes saben que el mensaje que les he dado es un mensaje de sufrimiento y muerte, Mí muerte y su muerte. Pero no siempre será así. Habrá una época, habrá un tiempo cuando hay gloria. Habrá un día cuando el Hijo del Hombre venga en la gloria refulgente total, plena del Padre con Sus ángeles”

Y después, Él actuará en juicio sobre todo hombre. Habrá un tiempo de gloria. Habrá un tiempo cuando el Hijo del Hombre no venga en humillación sino en majestad real. Y éste es un mensaje tan importante para ellos. Provee un equilibrio tan apropiado para lo que acaban de escuchar, porque se les ha dicho en el versículo 24 de Jesús demanda negación personal, llevar una cruz y obediencia leal. Que el sufrimiento será para ellos una manera de vivir, que deben esperar rechazo, hostilidad e inclusive, la muerte. Pero eso será compensado de manera maravillosa por la venida en gloria.

Ahora, la segunda venida de Jesucristo, entonces, es introducida aquí, es presentada. Y se vuelve una verdad muy importante para Mateo. Él habla en más detalles de ello en el capítulo 24, capítulo 25 y después, inclusive en el capítulo 26. Porque Mateo, como usted puede ver, está presentando a Jesús como Rey. Y conforme el Rey viene al mundo la primera vez, como sabemos, es rechazado. Y entonces, el final de la historia debe ser cuando Él venga y Él es reconocido de manera real y es coronado y entra a Su Reino y acepta Su trono y Su cetro y gobierna como Rey de reyes y Señor de señores. Y entonces, él dice ‘vendrá’. Vendrá.  

De hecho, en el Antiguo Testamento hay probablemente 1525 profecías de la segunda venida. En el Nuevo Testamento, uno de cada 25 versículos o 319 o 320 versículos hablan acerca de la segunda venida de Jesucristo en gloria y poder y majestad para juzgar y reinar. Y entonces, la Biblia es muy clara en esto. Y entonces, cuando nuestro Señor dice esto en el versículo 27 no es en oscuridad. No es sólo un mensaje del Nuevo Testamento, también es uno del Antiguo Testamento. Y los discípulos habrían recordado que el Mesías sufriría primero y después sería glorificado. Pero parece como si lo único que pueden ver es la gloria y lo único que pueden esperar es el Reino y toda la maravilla y toda la majestad y el esplendor de eso; y no pueden aceptar lo que está pasando en el tiempo presente. No pueden enfrentar el sufrimiento, la muerte, el dolor, el rechazo. Y entonces, el Señor les hace esa promesa.

Pero francamente, como le dije el domingo pasado, la promesa es muy difícil de creer, muy difícil. Decir ‘vengo en gloria y en algún momento en el futuro’ parece tan lejano y tan difícil de concebir, es tan difícil de aceptar, tan difícil hacerlo tuyo, apropiarse de ello, cuando está viviendo en cierta manera en el tiempo presente en el que están en medio de la hostilidad, rechazo, de llevar la cruz, de negarse a sí mismo, inclusive la muerte.

Y entonces, el Señor en Su gracia maravillosa va a dar paso más allá de la profecía y en el versículo 28 le promete una probada. ‘No sólo les digo que vengo, se los voy a probar mediante una probada maravillosa’. Y en el versículo 28 les dijo: “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en Su Reino.” Algunos de ustedes lo verán. No sólo deben esperar que lo que Yo les esté diciendo suceda, sino que tendrán una probada personal.

Y esa probada comienza en el versículo 1 del capítulo 17 y sigue hasta el versículo 13. Ahí encontramos el texto completo. Es Su transfiguración. Y en ese suceso, Él les dio el retrato de Su esplendor majestuoso, Su gloria majestuosa, Su majestad real. Y entonces, usted tiene en el versículo 28 la promesa de una probada. Y después, en los versículos 1 en adelante la probada misma. Y lo que vemos es una probada pequeña, un vistazo pequeño de gloria.

Ahora, me doy cuenta de que algunas personas tienen un problema, les cuesta trabajo relacionar la transfiguración con la promesa del versículo 28. Permítame ver si puedo darle otro pasaje de las Escrituras que nos dé lo mismo. Observe el segundo capítulo de Hechos. Ahora, en el segundo capítulo de Hechos, usted tiene el día de Pentecostés, cuando la Iglesia nace de manera formal. Y en ese gran día, usted recordará que la gente que ha seguido a Jesucristo, 120 de ellos, están reunidos en un aposento alto y están en oración. Y en medio de ese tiempo de comunión y oración, vino el Espíritu de Dios sobre ellos, y Él vino, por así decirlo, con lenguas de fuego que reposaban sobre cada individuo. Recibieron el Espíritu Santo, fueron llenos del Espíritu Santo, comenzaron a hablar en idiomas que ellos no conocían en términos humanos. Y en esos idiomas, había palabras que hablaban de las maravillosas obras de Dios.

Y entonces, usted tiene la venida del Espíritu Santo. Usted tiene la manifestación de fuego descendiendo sobre los individuos. Tiene las señales y maravillas mediante el hablar en lenguas, idiomas que ellos no conocían. Y todo esto, anunciaba la llegada del Espíritu de Dios dando a luz a la Iglesia.

Ahora, la gente realmente no entendió qué era todo esto. En el versículo 12 dice que estaban perplejos y dijeron: “¿qué quiere decir esto?” Y algunos decidieron que debían estar borrachos. Pero allí en el versículo 16, Pedro dice: “mas esto es lo dicho por el profeta Joel.” Y él ahora cita hasta el versículo 21 una sección entera de Joel 2.

Ahora escuche, esto está por ser cumplido en la segunda venida, la sección entera. Versículo 17: “Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; Y de cierto sobre Mis siervos y sobre Mis siervas en aquellos días derramaré de Mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo; El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto…” Y demás.

Ahora, conforme usted lee esa profecía de Joel, usted sabe que se relaciona con la segunda venida. También sabe que todo lo que se promete en esa profecía por parte de Joel no sucedió en el día de Pentecostés. Pero lo que sucedió en el día de Pentecostés, de acuerdo con el versículo 16, es lo que es dicho por el profeta Joel.

En otras palabras, aquí hay una probada. Aquí hay una muestra. Aquí hay un elemento de gloria final o de sucesos del Reino final. Usted aquí encuentra una probada el día de hoy, en Pentecostés, de lo que vendría en su totalidad cuando Jesús regresa. ¿Se da cuenta? No es que Pedro está diciendo que todo eso se cumple hoy. No. Está diciendo, están viendo un vistazo de esa gloria final; están viendo una probada de este cumplimiento final.

Y, de hecho, no es sólo que esto puede ser visto en Hechos 2. Todo lo que Jesús hizo, todas Sus señales y maravillas y milagros, todo lo que hicieron Sus apóstoles, toda Su enseñanza maravillosa, Su efecto en el mundo fue una probada de la gloria de la segunda venida. Esa es la razón por la que el escritor de Hebreos dice ‘han probado las buenas cosas que están por venir’.

Y entonces, lo que usted tiene aquí es que nuestro Señor les está diciendo ‘para que nunca duden de la realidad de la segunda venida, le voy a dar un vistazo de gloria. Les voy a dar otra probada de la realidad de la segunda venida para que no duden’. Y como dije, viene en un momento muy importante, un momento maravillosamente importante porque viene en un momento en el que necesitan equilibrio. Acaban de oír acerca del sufrimiento. Acaban de aprender que Jesús era un Salvador sufriente; y ahora necesitan ver un vistazo de Él como un Reino glorioso. Se les había recordado que Sus seguidores compartirían en Sus tristezas y necesitaban también saber que sus seguidores también compartirían de Su gloria. Ellos sabían que, como un Salvador sufriente, Él los llamaba a una negación de sí mismos, a llevar la cruz y una obediencia leal a costa de lo que fuera, inclusive su vida. También necesitaban saber que, como el Rey, Él les ofrecía la recompensa de un rey.

Y entonces, aquí hay un equilibrio en sus corazones conforme son expuestos a la majestad de la gloria de la segunda venida, para que sepan que la humillación ahora significa gloria entonces. Y como las epístolas nos dicen, si sufrimos con Él, también tenemos glorificados con Él.

Y entonces, la probada maravillosa, milagrosa de la gloria final les va a recordar que va a suceder. Y para llenar sus corazones con certeza y esperanza en medio de gran desesperanza.

Ahora, aquí hay otro pensamiento que añadiría como un comentario al margen. En mi entendimiento del Antiguo Testamento, no era raro que cuando un profeta hacía una predicción que algo iba a suceder en el futuro distante, lejano y dijera que algo iba a suceder en el futuro distante, la venida del Mesías, también hiciera una predicción acerca de algo que iba a suceder en el futuro cercano. Con mucha frecuencia, de hecho, la profecía tenía un cumplimiento cercano y un cumplimiento distante o futuro. Y la razón por la que los profetas hicieron esto, fue para verificarse a sí mismos como profetas y para darle esperanza a la gente del cumplimiento futuro.

En otras palabras, si alguien predecía que algo iba a suceder al final de los tiempos, ¿cómo podría usted confiar en ellos? ¿Cómo podría saber que algo así sucedería? Bueno, el profeta entonces, predecía algo en el futuro cercano y después, cuando el suceso en el futuro cercano sucediera, usted también podría creerle que también se cumpliría lo que había dicho en el futuro. Y entonces, era parte de la credencial profética el afirmar algo en el futuro distante y después, verificar que usted era digno de confianza mediante una predicción profética inmediata que tenía su cumplimiento durante la vida de aquellos que lo habían oído hablar a usted.

Y entonces, creo que en un sentido muy real Jesús está acreditándose a sí mismo como un profeta verdadero y digno de confianza al decir ‘sí, Yo vendré en el futuro y en el último día en la gran segunda venida. Y para probarlo, Yo predigo que algunos de ustedes no morirán hasta que me vean en Mi majestad real’.

Y cuando el suceso cercano sucedió, ellos sabían que Él hablaba como un profeta digno de confianza y podían confiar en Él también para el suceso futuro. Veamos la escena en el versículo 1. “Seis días después,” por cierto, Lucas dice ocho días. Lucas dice alrededor de ocho días, de tal manera que Mateo puede estar hablando con una exactitud absoluta. Lucas puede estar hablando en términos generales. Mateo sólo puede estar hablando de los días en medio de la promesa y el cumplimiento; y Lucas puede estar incluyendo el día de la promesa, el día en el que la promesa fue dada y el día en el que fue cumplida, lo cual añadiría los dos días para llegar a ocho. Entonces, no vemos ninguna contradicción aquí. Simplemente, su percepción.

Entonces, Mateo usa la cronología judía más exacta y dice ‘seis días después,’ esto es seis días en medio de esto, ‘Jesús tomó a Pedro, Jacobo y Juan su hermano’. Y estos eran los discípulos más íntimos de nuestro Señor. Parecía estar con ellos en momentos de intimidad. Era lo más cercanos a Él. Ellos, de acuerdo con Juan capítulo 1, fueron los primeros en estar a Su lado junto con Andrés. Entonces, son muy cercanos al Señor. Y Él los lleva y dice que los llevó aparte a un monte alto.

Ahora, Él los aleja. Ahora, nos preguntamos en este punto por qué Jesús hace esto. ¿Por qué se lleva a Pedro a Jacobo y Juan? Permítame sugerirle algunas razones. En primer lugar, para que fueran testigos. Él necesitaba testigos para que vieran Su gloria. Ahora, Deuteronomio 19:15 establecía un principio, que cualquier testimonio debía ser confirmado en la boca de ¿cuántos? Dos o tres testigos. Y entonces, el Señor va a desplegar Su gloria y quiere que sea confirmada en la boca de tres testigos. Testigos dignos de confianza. Y entonces, son llevados para ser esos tres testigos.

En segundo lugar, son llevados porque eran los discípulos íntimos del Salvador. Eran los que estaban más cercanos a Él. Ellos estuvieron más cerca de Él que cualquier otro. Y con mucha frecuencia, quizás lo acompañaron en momentos íntimos de oración. Y entonces, Él los lleva a ese monte alto. No creo que eso les hubiera impactado mucho. Quizás eso sucedió muchas veces. Frecuentemente, estuvieron solos con Jesús. Ciertamente, Marcos 5:37 indica que estuvieron allí cuando Él resucitó a la niña joven. Lo acompañaron, recordará que dice en Marcos 14, al huerto de Getsemaní noche que Él agonizó y sudó gotas de sangre. Ellos estuvieron también con Él en la intimidad. Y no nos sorprende entonces que sean Pedro, Jacobo y Juan.

Y entonces, creo que en cierta manera podemos entender por qué, ya que parece apropiado que conocieran de manera más íntima Su tristeza. Y aquellos que conocieron de manera más íntima Su sufrimiento debían también ver de manera más íntima Su gloria. Y entonces creo que también ellos, quienes sufrirían, Pedro, crucificado boca abajo. Jacobo, decapitado y Juan, exiliado, también deberían ver Su gloria. Y entonces, fue su intimidad con el Señor que los llevó a esta ocasión.

Y, en tercer lugar, creo que otra razón por la que Él los llevó era porque ellos serán reconocidos como líderes de confianza. Eran hombres de gran liderazgo espiritual. Y cuando llegó el momento de expresar lo que sucedió, ellos serían confiables. Ellos serían los que gozarían de la mayor credibilidad. Ellos podían convencer e influenciar al resto. Esas son las razones positivas por la que Él los llevó.

Hay una razón negativa por la que Él solo llevó a tres. Si todos los discípulos hubieran visto esto, si todos los discípulos más la multitud que estaba congregada allí en ese día en la parte de arriba de Galilea, si todos lo hubieran visto también, no habría manera alguna de prevenir el caos que se hubiera extendido por haber visto la gloria de Jesucristo desplegada.

Usted se puede imaginar que esas personas se habrían bajado corriendo del monte y no podrían haberse contenido. Y ellos habrían propagado lo que habían visto y de nuevo, Jesús habría sido empujado para volverse el Mesías militar político que el pueblo quería que fuera. Y entonces, para que no hicieran eso, Él lo restringe sólo a tres. Tres en los que puede confiar. Tres muy cercanos con los que goza intimidad, pero tres que pueden confirmarlo como el Hijo de Dios.

Ahora, observe de nuevo al versículo 1. Dice que los llevó aparte a un monte alto. Ahora, no sabemos qué monte fue, en algún lugar en la parte de arriba de Galilea, al sur de Cesárea, de Filipos. Habían estado ya por un tiempo allí descansando y enseñando. Y ahora, ellos se están moviendo hacia Jerusalén conforme Cristo avanza hacia este lugar sabiendo que sólo está a meses de Su muerte.

Y entonces, conforme están descendiendo de Cesárea, de Filipos en su camino a Jerusalén a punto de entrar en Capernaúm, en algún monte en la parte superior de Galilea en algún lugar alto que no conocemos, se lleva a estos tres. Y es el tiempo perfecto. Ellos necesitan esto tanto. Ahora, cuando ellos suben al monte, ¿qué cree que están haciendo los discípulos? Bueno, ellos estaban haciendo lo que ellos usualmente hacían… Durmiendo. Mateo no nos dice eso. Pero Lucas nos lo dice en el relato paralelo. Lucas dice que estaban durmiendo. Y Jesús estaba ¿qué? Orando. Es correcto. Ellos fueron a ese monte alto y fueron y Jesús oraba y ellos dormían. Y no sorprende porque vemos esto de nuevo. De hecho, lo vemos más adelante, no es cierto, cuando el Señor está en el huerto de Getsemaní derramando Su corazón al Padre en esa oración agonizante.

Y en ese momento mismo, los discípulos también están dormidos. Y Jesús, de hecho, los reprendió diciéndoles: ¿no podéis haber velado conmigo por una hora? Pero si usted ve el Evangelio de Lucas, capítulo 22, versículo 45, hallará ahí que hay una razón por la que estaban dormidos. La Biblia dice que estaban dormidos por estar tristes.

¿Sabe usted lo que sucede cuando usted realmente se deprime? Usted quiere dormir. Mucha gente hace eso. De hecho, la gente que está deprimida quiere dormir para bien. Y por ello, se quita la vida. El dormir es una manera de escapar, ¿no es cierto? Algunas personas toman píldoras para dormir simplemente para poder escapar de ciertas cosas. Y quizás, eso es lo que sucedió en Lucas 22. Estaban durmiendo porque era la única manera de enfrentar la tristeza y era simplemente desconectarse al quedarse dormidos. Quizás, aquí es lo mismo también porque están viviendo muy cerca del anuncio del hecho de que todo el mundo va a morir en esto.

Y usted sabe, siempre ven lo peor de esto, como más adelante, cuando Jesús se acerca a Jerusalén y Tomás dice ‘bueno, simplemente vamos a Jerusalén contigo y morir’. Ya para cuando llegan al huerto en Lucas 22, para la oración ahí, han oído de Su muerte una, y otra y otra vez. Y la tristeza es grande, pero quizás aquí es casi igual de grande. Y quizás pudieron haber estado durmiendo, porque era la única manera de enfrentar su depresión. Jesús estaba orando. Ellos estaban durmiendo. Pero despertaron de su sueño y Jesús se levantó de Su oración. Y algo totalmente increíble sucedió. Algo totalmente diferente de lo que jamás había sucedido en la historia del mundo. Y vamos a tener el privilegio de verlo.

En los sucesos que siguen del versículo 5 al 13, tenemos cinco grandes pruebas de que Éste es el Rey de gloria, cinco grandes verificaciones de que Éste es el Mesías, el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Cinco grandes testimonios del hecho de que Jesús es el Rey prometido. A pesar de lo que se ve por fuera, Él es el Rey y ellos necesitan esta afirmación, así como nosotros.

Veamos el primer elemento de ese testimonio. Lo llamo la transformación del Hijo. La transformación del Hijo. Versículo 2: “y se transfiguró,” metamorfosis, Él fue totalmente cambiado y ese término morpheos tiene que ver con el cuerpo y la forma. Su cuerpo, la forma fueron totalmente cambiadas. Y eso es realmente lo único que podemos decir de esto. No sabemos nada de esto. No podemos explicarlo, es sobrenatural. “… y resplandeció Su rostro como el sol, y Sus vestidos se hicieron blancos como la luz.” Era una luz refulgente en Su rostro como el sol. Literalmente, la gloria interior fue revelada.

Y aquí vemos la transformación del Hijo, este Jesús, a quien habían estado viendo, caminando diariamente con forma humana. Y aquí vemos nada más que el resplandor refulgente de Dios velado. Y esto, amados, es el testimonio más grande de Jesucristo, creo yo, de cualquier otro pasaje en la Biblia. Si usted realmente quiere saber quién es Jesús, aquí está. La gloria está radiando de adentro hacia afuera. Usted sólo lo puede comprender si puede entender algún tipo de foco sobrenatural infinito. La luz que viene desde adentro se esparce y Jesús estaba brillando como un foco de luz divina y su brillo es como el del Sol. El resplandor está brillando y está atravesando Su vestido y está enviando haces, rayos de luz.

                                                                                                                                     

No hay duda alguna de quién es. No hay duda. Porque cada vez que en las Escrituras Dios manifiesta decencia de Su Espíritu invisible, es manifestado como luz, ¿no es cierto? Usted regresa y encuentra la Shekhiná, el brillo de la luz de Dios en el Antiguo Testamento. Dios se manifiesta a sí mismo en luz refulgente, en columnas de fuego, una nube. De hecho, esa luz aparece como fuego algunas veces y otras veces, como una nube brillante, otras veces y aquí, simplemente como luz refulgente como el Sol. Cuando Dios, quien es Espíritu invisible, escoge adoptar una forma para revelarse a sí mismo fuera de la encarnación de Jesucristo, esa forma es luz, luz refulgente. Este es Dios.

Y Pedro dio testimonio de esto. En 2 Pedro 1 él dice: “y no les hablamos de la segunda venida del Señor Jesucristo en poder como una fábula, sino que fuimos testigos oculares de Su majestad. La vimos.” Y Juan escribe: “y vimos Su gloria,” Juan 1:14, “gloria como del Unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad”. Vimos la esencia misma de Dios derramándose de esa forma humana, transformada ante nuestros mismos ojos.”

Y, por supuesto, cuando el Hijo del Hombre venga, Mateo 24:31 y 25:31 dice, cuando el Hijo del Hombre venga, Él viene en poder y gran gloria, brillante, refulgente. Y no sea que usted pueda pensar que esto sea otra cosa, en Apocalipsis capítulo 1 tenemos un retrato de Jesucristo en términos maravillosos. Lo muestra moviéndose entre Sus iglesias y dice que Su cabeza y Su cabello eran blancos como la lana, blancos como la nieve. Sus ojos eran como llama de fuego, Sus pies, como bronce bruñido en un horno. Su voz como el sonido de muchas aguas. Y Él tenía en Su mano derecha siete estrellas y de SU boca salía una espada de dos filos y Su rostro era como el sol brillando en su fuerza. Su rostro era como el sol más brillante, es el mismo retrato que usted ve exactamente aquí.

Como puede ver, Jesucristo en su forma humana está velado. El cuerpo es un velo. Es una pared. Es un muro. Cierra la realidad. Pero cuando Él se quita ese velo por un momento, es el sol refulgente que es visto. Y eso es todo lo que ellos vieron. Eso es lo que usted ve cuando ve este texto. No hay duda de quién era. Él es Dios quien es sinónimo de gloria, la esencia revelada de Su naturaleza.

Cuando Jesús vino en gloria, Él es Dios, pero Él se vistió de ese velo de humanidad y vistió la gloria. Pero aquí, Él dio un vistazo. Este es Dios, no deje que nadie venga y le diga que Jesús no es Dios, la gloria vino desde adentro. Y entonces, Su Deidad, Su realeza majestuosa, Su majestad real, Su realeza como el Hijo de Dios, el Ungido del Padre es vista por la transformación del Hijo.

En segundo lugar, por el testimonio de los santos. Por el testimonio de los santos. Observe el versículo 3. Y he aquí, les aparecieron, y Lucas añade en gloria, no con gloria, pero en Su gloria, rodeados de ella, Moisés y Elías hablando con Él. Y ahora, Pedro, Jacobo y Juan no sólo están viendo algo que va más allá de su comprensión, están oyendo una conversación. Aquí está la segunda gran confirmación de Jesucristo. Ellos también. Esto es Moisés y Elías, aparecieron en gloria.

Ahora, alguien hizo una pregunta torpe. Bueno, ¿cómo es que Pedro, Jacobo y Juan lo reconocieron? ¿Cómo es que sabían que eran Moisés y Elías? Bueno, no sé porque la gente se molesta en hacer preguntas así. Bueno, no sé, quizás tenían una etiqueta con el nombre. Y si no tenían una etiqueta con el nombre, quizás tenían algún tipo de intuición sobrenatural. Pero estoy seguro que, si Dios pudo haber hecho esto, claro que también los pudo haber impresionado con quiénes eran. Este es realmente no es un gran problema inclusive para aquellos que no tienen una Biblia con fotos. Entonces, Moisés y Elías están ahí.

¿Por qué? Esa es una pregunta mejor. ¿Por qué están ahí? Moisés, Moisés es sinónimo del Antiguo Testamento, ¿no es cierto? De hecho, ¿sabe usted que a veces el Antiguo Testamento es llamado Moisés? Bueno, así es. Es llamado Moisés y los profetas. Digo, es casi sinónimo de Moisés. Y la ley es llamada la ley de Moisés. Moisés es sinónimo del Antiguo Testamento. Criado en la corte de un rey faraón, el rey de Egipto, exiliado a los campos y a los rebaños de Madián para aprender la humildad y ser un siervo de Dios, escogido por Dios para confrontar a los egipcios y guiar al pueblo de Israel y sacarlos de esa tierra. Y en medio del desierto del Sinaí hacia las fronteras de la tierra prometida. Moisés, quizás el líder más grande de la humanidad que jamás vivió. Moisés, quien coordinó a dos millones de personas en un viaje de cuarenta años en el desierto. Moisés, quien, en un tiempo, cuando Israel no tenía rey, fue su rey y autoridad. En un tiempo, cuando no tenían profetas, fue su profeta al hablar en nombre de Dios. En un tiempo, cuando no tenían sacerdote, fue su sacerdote, quien los llevó a Dios. Moisés, rey, sacerdote, profeta. Moisés, líder entre líderes, líder sobre líderes. Líder sin paralelo.

Más allá de eso, Moisés fue el agente de la venida de los diez mandamientos. Él fue el instrumento mediante el cual Dios dio la ley expresando Su voluntad y revelando Su persona. De hecho, como dije, el Antiguo Testamento es conocido como Moisés y los profetas. Moisés fue el hombre más grande de todos los hombres en la mente judía.

¿Quién podía estar al mismo nivel de Moisés? Sólo uno: Elías. Elías. Él peleó contra la idolatría de la nación. Si Moisés dio la ley, Elías guardó la ley. El más grande guardián de la ley de Dios. El hombre era el celo personificado. Él tenía valentía, él habló las palabras de juicio valiente y profundo. Él tenía un corazón hacia Dios, él caminó con Dios, él tuvo poder milagroso. Usted lee 1 de Reyes y 2 de Reyes y usted ve la naturaleza milagrosa de los milagros y profecías de este hombre. Él era el celo encarnado. Su celo por Dios no tenía paralelo. Todo profeta debía ser como Elías. Elías representa a todos los profetas. Él es considerado el más celoso y preeminente por encima de todos.

Entonces, Moisés dio la ley. Su gran dador. Elías, su gran guardián. ¿Y qué representan? La ley y los profetas. ¿Y qué es la ley y los profetas? Es el Antiguo Testamento. ¿Y por qué están aquí? Están aquí como el Antiguo Testamento, diciendo: “Éste es de quien hablamos.” Es la afirmación de la ley y los profetas. Una escena tremenda. Es la verificación del Antiguo Testamento. Es todo lo que Jesús dijo cuándo dijo “he venido para cumplir la ley y los profetas”. Han venido y se están reuniendo en torno a Él de pie en Su gloria y diciendo ‘sí, es Él’. Es la afirmación.

Ahora, no sé cómo llegaron ahí Moisés y Elías. No sé qué tipo de forma adoptaron. No me dice eso. Realmente, no me interesa eso. Lo que me lo que me interesa es por qué estaban ahí. Y estaban ahí para que la gente pudiera ver que el Antiguo Testamento de hecho fue cumplido en esta persona, Jesucristo. Él es el Rey. Necesitaban oír esto. Necesitaban ver eso. Y nosotros también.

Hay algo más. Y creo que es maravilloso. Observe Lucas 9:31. Dice en Mateo que estaban hablando con Jesús, Moisés y Elías. Y estaban en una conversación. Entonces, debieron haber estado en alguna forma física o por lo menos, físicamente perceptible. Pero en Lucas 9 nos dice de qué estaban hablando. ¿No es eso maravilloso? Simplemente leer Mateo lo dejaría a usted frustrado. Digo, estaban hablando, pero, ¿de qué estaban hablando?

Y usted va a Lucas 9 y dice aquí, en el versículo 30, ‘hablaban con Él dos hombres, quienes era Moisés y Elías, que aparecieron en la gloria, en la gloria del Señor y estaban hablando de Su partida que Él llevaría a cabo en Jerusalén’. ¿De qué estaban hablando? ¿Hablándole a Cristo de qué? De la muerte de Cristo. ¿Era eso importante? ¡Oh, claro que lo era! La palabra, por cierto ahí, para muerte, puede tener ahí su deceso, puede tener ahí partida, es la palabra griega éxodo, el fin. Significa que estaban hablando de su resultado final. Estaban hablando de coup de grâce. Estaban hablando del gran suceso al final.

¿Y cuál era este gran suceso? La cruz, la partida, el éxodo. Es una palabra fuerte para muerte. Y entonces, estaban hablando de la muerte de Cristo como un éxodo, así como el éxodo bajo Moisés liberó al pueblo de Egipto, así también el éxodo de la muerte de Cristo liberaría a Su pueblo de la esclavitud al pecado. Es un uso hermoso de la palabra. ¿Es importante que hablarán de su muerte? Claro. Porque, ¿cuál era el elemento de todo esto que los discípulos no podían entender, que no encajaba con su programa mesiánico? ¿Su qué? Su muerte. No podían aceptar eso.

Y entonces, aquí están la ley y los profetas representados en estos dos hombres. Y están diciendo ‘oye Señor, estamos a tiempo. Estamos hablando de Tu resultado final, cuando vayas a Jerusalén y mueras’. Oh, qué conversación tan importante oír esto. Y quizás esta es la razón por la que más adelante fue más fácil para ellos hablar del hecho de que Cristo necesitaba haber sufrido y haber entregado Su vida, porque ése era el plan. Y esa es la razón por la que Pedro podía ponerse de pie en el día de Pentecostés y decir que el Señor fue crucificado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios.

Entonces, lo que está pasando aquí es un testimonio tremendo desde el Antiguo Testamento diciendo que este de hecho es el Rey y Él de hecho está a tiempo. Y la muerte es parte del plan, a pesar de lo que algunas personas han tratado de hacer con la vida de Jesucristo. Él no murió como un patriota bienintencionado a quien se le metió a la cabeza a esto. Él murió como aquel que fue ordenado para morir desde antes de la fundación del mundo y Su muerte era tanto parte del plan como lo era su segunda venida. Y es tan importante que los discípulos sepan eso.

Entonces, ellos ven y oyen a los representantes del Antiguo Testamento afirmando a Cristo. ¿Ve usted por qué digo que este pasaje es tan importante para hablar de la Deidad de Jesucristo? Es un pasaje tremendo. Sin paralelo en todos los registros del Evangelio para hablar del testimonio de Jesucristo.

Bueno, ¿qué hace usted cuando ésta en ese tipo de situación? Digo, simplemente, usted sabe, Pedro, Jacobo y Juan nunca han visto nada como esto. Digo, ni siquiera pueden imaginar esto. Hay algunos pasajes, usted sabe, que simplemente son carne y huesos y en cierta manera, puede alimentarse de la carne que está ahí y hacerlos vivir y hacerlos rico. Pero este es uno al cual usted ni siquiera puede entrar. Ni siquiera puede acercarse. No es cuestión de mejorarlo. Ni siquiera puede acercarse. No puedo reproducirlo. No puedo hacerlo para usted. No puedo dibujarlo. No puedo mostrarlo en una pantalla. Nada de lo que hace, sino únicamente decirle que esto es lo que sucedió. Es imposible de reproducir. Y solo me puedo imaginar lo que hubiera hecho, pero Lucas dice que los discípulos estaban realmente asustados.

Pero su temor estaba mezclado con un sentido de asombro. Y entonces, tenían miedo, por un lado, pero estaban emocionados por otro lado. Y en medio de eso, simplemente están ahí en una especie de estado de pánico, congelados. Y con mucha frecuencia, en un estado de gran emoción. Cuando usted realmente no sabe qué decir, simplemente abre su boca y cosas torpes salen de ella. Y en cierta manera, ésa era la vida de Pedro. Y esta fue otra de esas ocasiones. En medio de toda esta gloria y majestad y esplendor y maravilla, somos llevados de regreso a la realidad de lo torpes que somos. Entonces, Pedro dijo, versículo 4, le dijo a Jesús. Entonces, usted todavía podía discernir que Jesús estaba ahí. ¡Claro! En alguna forma transfigurada y quizás en la forma en la que lo veremos en la gloria, en dónde Él es reconocible en forma y, sin embargo, es glorioso. Él dice: “Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí. Si quieres, hagamos aquí tres enramadas”. De hecho, él hasta se ofreció como voluntario, de acuerdo con Lucas, para hacerlas por sí sólo. Más bien, de acuerdo con Marcos, para hacerlas por sí solo. Una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Es tan torpe. Digo, como colocas a la gloria en una tienda, ¿verdad? Simplemente, usted no sabe por qué dice cosas así. Pero él lo dice y es maravilloso que lo diga, es tan confortante para el resto de nosotros. Por cierto, la frase que él usa aquí, él dice: “Señor, bueno, eso es excelente”. Realmente lo es, es excelente. Es lo mejor que jamás me ha pasado, él dice. Digo, he pescado muchos peces en mi día, pero esto es lo mejor jamás me ha sucedido. Él nunca ha tenido una experiencia como esta. ‘Y Señor, esto, como puedes ver, te estás acercando a aquello de lo que hemos estado hablando. Digo, esto es lo que queremos’.

Ahora, no sabemos cuál era su motivo. Realmente, no sabemos las cosas que están pasando por su mente aquí. Pero realmente le gustó lo que estaba experimentando y la ambivalencia de su emoción y su terror hizo la sugerencia. Uno de los otros escritores de los Evangelios dice que él hizo esto porque él no tenía idea de lo que estaba diciendo. ¿No es eso bueno? Él no sabía lo que estaba diciendo, entonces, él simplemente dijo lo que salió de su boca. Pero eso es útil aquí como un contraste de lo que está sucediendo.

Y después, en el versículo 5 usted tiene una respuesta muy interesante. “Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a Él oíd.” Lo cual se puede interpretar como decirle a Pedro ¿qué? Cállate. Este no es el momento para sugerencias torpes.

Ahora, esto es interesante. ¿Qué había de malo con lo que Pedro dijo? ¿Estuvo mal? Oh, su corazón no estaba mal, yo creo. Pero había algo necio en esto. Y creo que fue lo siguiente: él no entendió dos cosas. Una, él no entendió que esto sólo era una probada y que él tenía que regresar al valle y atravesar por todo ese sufrimiento y las dificultades y llevar la cruz y la negación personal y todas las cosas. Y el Mesías todavía tenía que sufrir y morir.

Y, en segundo lugar, no entendió que no puedes colocar a Jesús, a Moisés y Elías en el mismo nivel. Como puede ver, Lucas dice que cuando Pedro dijo esto, Moisés y Elías se estaban alejando. Moisés y Elías vinieron de una manera muy temporal y su propósito fue para reconocer a su sucesor Divino, el que cumplió la ley y los profetas. Ése fue su propósito. Y después, dejarlo sólo en la gloria de supremacía sin desafíos y desvanecerse de tal manera que el objeto de la adoración del alma de los discípulos y la adoración del Padre no era ningún otro que el Señor Jesucristo en gloria. Y capturar a los tres y colocarlos en cajas no era el punto. Que ellos dos se fueran y dejaran al que pertenece y debía quedarse, y ése es solo Jesús. Pedro ni siquiera sabía de qué estaba hablando. No podían quedarse. No podían quedarse porque tenía que venir el sufrimiento y tenía que estar la supremacía única sin desafíos del Señor Jesucristo transformado. Lo volveremos a ver de esta manera: es correcto cuando Él venga en la gloria, ¿no es cierto?

Y entonces, simplemente les tengo que decir que están en el mismo lugar en los otros nueve discípulos estuvieron, lo cual no es nada malo. Vio la probada y va a tener que esperar la realidad hasta la segunda venida.

Entonces, el testimonio de la realeza y la majestad real de Jesucristo viene de la transformación del Hijo y el testimonio de los santos. Y luego, en tercer lugar, únicamente voy a presentar este punto, el terror del Padre. De regreso al versículo 5. El terror del Padre. Mientras él aún hablaba, mientras que Pedro estaba balbuceando, usted sabe, y hablando, él ni siquiera recibe una respuesta directa. Una nube de luz los cubrió.

Ahora, ¿quién es este? Está llegando alguien más. Comenzando en Éxodo, capítulo 13, versículo 21, puede tomar su Biblia en algún momento y simplemente, puede comenzar a buscar nubes blancas. Y dondequiera que usted ve una, adivine ¿quién está allí? Dios. Dios está ahí. Y usted puede seguir estas nubes blancas hasta el capítulo 14 de Apocalipsis. Y cuando llega al capítulo 14 de Apocalipsis, usted lee: “y mire y he aquí, una nube blanca y sobre la nube estaba sentado uno como el Hijo del Hombre. Y dice: “y Él tenía en Su cabeza una corona de oro.” ¿Quién es? Jesucristo. “En Su mano tenía una hoz filosa y un ángel salió del templo clamando en voz fuerte a Él que estaba sentado sobre la nube, ‘mete la hoz y cosecha, porque el tiempo ha llegado para que Tú recojas la cosecha de la tierra que está madura. Y el que estaba sentado en la nube metió Su hoz en la tierra y la tierra fue cosechada.” En otras palabras, Jesús sentado en esa nube blanca viniendo en gloria a juzgar la tierra. Nubes blancas, nubes brillantes, refulgentes, en donde Dios se sienta. Y vino ahí sobre la escena, simplemente una escena que nos asombra. Y dice que una voz de la nube dijo: “este es Mi Hijo amado en quien tengo complacencia. A Él oíd”. Y ahora, estamos cara a cara con la presencia terrible, asombrosa del Dios todopoderoso. Y el versículo 6: “al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros y tuvieron gran temor.” Totalmente traumatizados.

Dios estaba ahí. Hombre, esta es una escena única. Y Dios estaba allí para decir además del testimonio del Antiguo Testamento, además del testimonio del Hijo transformado, está el testimonio del Padre. ¿Este es quién? Mi Hijo amado. ¡Oh, qué testimonio!

¿Tiene alguna pregunta acerca de quién es Jesucristo? Espero que no. Está aquí. Nuestra respuesta debe ser como la respuesta de Pedro, Jacobo y Juan. Nosotros en un punto estamos emocionados más allá de las palabras. Es bueno estar en Su presencia. Es lo mejor que jamás me sucedió estar en Su presencia. Pero también tengo mucho miedo. Amados, esta es una tensión divina que debe existir en la vida de todo cristiano. Que, por un lado, es bueno caminar por Dios. Y, por otro lado, es aterrador. Es bueno porque Él está ahí en misericordia y gracia. Es aterrador porque Él está ahí en santidad y juicio. Y conforme caminamos en obediencia, a Él oíd. Conforme caminamos en obediencia, conocemos la excelencia de Su presencia. Cuando caminamos en desobediencia, experimentamos el terror de Su presencia. Bueno, ¿qué sucedió? Eso es para la próxima semana.

Padre, Te damos tantas gracias por el hecho de que nos has dado una verdadera palabra acerca de Cristo. Señor, no entendemos todas estas cosas. No podemos regresar a casi 2000 años de tiempo y estar en ese lugar para percibir lo que ellos percibieron, los que estuvieron ahí. Danos ojos de entendimiento y que por lo menos entendamos esto, que Jesús es Dios velado en carne humana. Que Jesús es Aquel de quien el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento hablan como el cumplidor de la ley y los profetas; que Jesús es el Amado del Padre, quien está cumpliendo el plan Divino que agrada al Padre y que debe ser oído y obedecido por toda alma.

Padre, oramos porque entendamos el peso de esta Escritura. ¡Qué aterrador habría sido estar de pie en ese monte con Pedro, Jacobo y Juan! Pero qué aterrador por igual es el saber que esa misma gloria está dentro de nosotros, porque Cristo está dentro de nosotros y Cristo está en nosotros. Es gloria. Y aunque esté velado nosotros, que sepamos que el mismo Dios que fue transfigurado ese día en el monte, mora en nosotros y que nosotros estemos tan sorprendidos y conozcamos esa misma tensión ambivalente que ellos conocieron, que por un lado es tan excelente y, por otro lado, es tan aterrador.

Mientras sus cabezas están inclinadas, simplemente en una palabra de conclusión, aquellos de ustedes que nunca se han arrepentido y entregado su vida Jesucristo, no pueden escapar la realidad de quién es, ni las palabras del Padre al escucharlo. Y lo que dice es que usted venga en pos de Él, se niegue a sí mismo, tome su cruz y lo siga. Sea obediente a Su Palabra, sométase a Él como su Señor y Salvador. ¿Lo está oyendo?

 

 

 

 

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