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Regresamos en esta noche al capítulo 14 de Marcos, pero no quiero que vaya ahí en este momento. Más bien, quiero que vaya al capítulo 16 de Deuteronomio, el capítulo 16 de Deuteronomio. El libro de Deuteronomio fue básicamente un reflejo de un período breve de tiempo, alrededor de un mes, en el que Israel estaba al borde de entrar en la tierra prometida después de haber sido librado de Egipto.

Es llamado la segunda ley, eso es lo que Deuteronomio significa, porque al borde de entrar en la tierra prometida, Dios dio instrucción a Moisés que daría al pueblo para prepararlos para que supieran cómo vivir cuando entraran en la tierra de Canaán, que se apoderaran de la tierra y se volvieran la nación que conocemos como la nación de Israel.

Hay todo tipo de instrucción en el libro de Deuteronomio acerca de su conducta, una reiteración de la ley que Dios dio en el Monte Sinaí, una reiteración de muchos de los requisitos para la vida espiritual y la vida social, cómo debían vivir entre las naciones, cómo debían conducir las fiestas, los festivales, la Pascua, todo eso. Y después está metida en el capítulo 16 una porción muy importante en los versículos 18 al 20 donde Dios establece para el pueblo de Israel la responsabilidad que tiene de funcionar como sociedad de una manera justa.

Versículo, bueno comencemos en el versículo 18, versículos 18 al 20, “Jueces y oficiales pondrás en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te dará en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio. No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos.

La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que Jehová tu Dios te da.”

A lo largo de la historia de Israel, hubo un esfuerzo por tomar esta instrucción seriamente. A lo largo de los años, los judíos desarrollaron un sistema muy sofisticado de jurisprudencia, un sistema de justicia. Estaban orgullosos de él. Claro que, como usted sabe, la sociedad judía del tiempo de nuestro Señor era meticulosa en el cumplimiento de la ley. Esa manera meticulosa de cumplir la ley básicamente fue guiada por los fariseos y los escribas que se aseguraban de que la gente se apegara a la ley divina. No solo en la Escritura, sino que la ley divina había sido transmitida en la tradición, pero creían, que era de Dios.

Esa es la razón por la que nuestro Señor dijo en la última semana de Su vida, el miércoles en la semana de la pasión: “Los escribas se han sentado a sí mismos en la silla de Moisés. Por tanto, todo lo que les digan que hagan, hagan y guarden.” En otras palabras, cuando hablan lo que Moisés escribió, guárdenlo porque lo que Moisés escribió vino de Dios. Una de las cosas por las que estaban muy orgullosos de guardar era el llamado mosaico dado aquí en Deuteronomio capítulo 16, de ser una sociedad justa. Tener un sistema de ley y un sistema de cortes y jueces y oficiales de la corte, abogados y defensores, que podrían mantener la justicia. Para el tiempo en el que llegamos a la vida de nuestro Señor, hemos tenido suficiente información históricamente acerca de ese tiempo para saber cómo estaba operando ese sistema.

Les voy a dar una explicación breve. La ley era aplicada en todo lugar. No habían fronteras en Israel lo cual podía ser definido como sin ley. Habían sinagogas virtualmente en todo lugar y en todo pueblo, y la sinagoga esencialmente era el centro de justicia. Si un pueblo tenía 120 hombres en el pueblo, tenían una corte local llamada Sanedrín de sunédrion (Συνέδριον), lo cual significa sentarse juntos, reunirse juntos. Esa corte estaba formada por 23 hombres, 23 para que siempre hubiera un voto non, para evitar un empate.

Los 23 hombres que formaban una corte en cualquier lugar donde habían 120 hombres eran designados como ancianos. Se sentaban como jueces en esa corte. Uno de ellos era designado como el gobernante, y algunas veces leemos de gobernantes, ¿no es cierto? En Israel. No eran gobernantes políticos, no eran gobernantes monarcas, eran jueces, y esencialmente todo juicio salía de la institución religiosa, de esta manera, eran ancianos en la sinagoga.

Lugares más pequeños, donde había menos de 120 todavía necesitaban escoger algunos de los ancianos de su pequeña aldea y designarlos como jueces. Tenía que haber tres de ellos, tenía que haber cinco de ellos, o tenía que haber siete de ellos, siempre un número non. Estos concilios o cortes esencialmente eran responsables de gobernar toda comunidad. Eran los que tomaban las decisiones de asuntos legales de todo tipo. Jerusalén tenía la corte suprema, el Gran Sanedrín se llamaba; 70 más uno, el sumo sacerdote. Esencialmente estaba dividido de esta manera, habían 24 sacerdotes principales, 24 ancianos y 24 escribas y fariseos; entonces esencialmente eso menos uno para que el número fuera non.

Viendo más de cerca su sistema, las leyes de jurisprudencia eran absolutas y obligatorias. Eran inequívocas. Una vez que había una ley, no habían excepciones. Además, todos los juicios tenían que ser públicos y todos los juicios tenían que proveer tanto un enjuiciamiento como una defensa, y ninguna acusación podía ser aceptada contra nadie sin los conocidos dos o tres testigos, lo cual también fue establecido en Deuteronomio. El falso testimonio era un crimen muy serio. Lo llamamos perjurio en la actualidad, y todavía es un crimen muy serio, aún si usted simplemente dice que no tomó esteroides.

Escuche lo que dice en Deuteronomio 19:16, “Cuando se levantare testigo falso contra alguno, para testificar contra él, entonces los dos litigantes se presentarán delante de Jehová, y delante de los sacerdotes y de los jueces que hubiere en aquellos días. Y los jueces inquirirán bien; y si aquel testigo resultare falso, y hubiere acusado falsamente a su hermano, entonces haréis a él como él pensó hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti.”

Si un hombre acusa a alguien falsamente de un crimen, sea cual sea el castigo para ese crimen que el hombre recibiría si fuera culpable, debe ser aplicado contra el testigo falso. Esto quiere decir, que si alguien acusa a una persona de homicidio falsamente y se determina que es una acusación falsa y un testimonio falso, el que está dando el testimonio falso debe recibir la sentencia que sería dada a un homicida, y en la ley original de Moisés, él recibe la pena de muerte. Bastante serio, entonces, ir a una corte y ser un testigo falso porque si la pena de muerte era el veredicto, entonces eso es lo que usted recibía por su testimonio falso.

Algunas cosas más acerca de las cortes en Israel. Cuando la pena de muerte se daba, tenía que pasar un período de 24 horas antes de que la ejecución se llevara a cabo. Se requería un día completo, eso es el tiempo que debía pasar antes de la ejecución en caso de que saliera más evidencia. Los testigos cuyo testimonio determinaba la culpabilidad, le va a parecer interesante esto, también tenían que aplicar los primeros golpes de ejecución.

La forma judía de ejecución era ¿qué? Apedreamiento. Si alguien era condenado por el testimonio de testigos, esos testigos tenían entonces que aventar primero las piedras. Eso tenía la intención de añadir el último grado de autenticidad al juicio. Este es un sistema de ley pensado con mucho cuidado.

Aquí hay más cosas. Ningún criminal podía ser juzgado de noche. Ningún criminal podía ser juzgado a lo largo de la noche cuando comenzaba durante el día. De hecho, ningún criminal podía ser juzgado en la tarde. Los jueces tenían que ayunar a lo largo del juicio, tomando seriamente su responsabilidad. Nunca se permitían los juicios el Día de reposo, nunca se permitían en un día festivo, como una Pascua, y nunca eran permitidos el día antes de un día festivo. Si los jueces estaban en unanimidad, al criminal se le daba libertad.

Dice usted, ¿Por qué es ese el caso? Porque los judíos decían que carecía de misericordia. Los miembros del Sanedrín en el Gran Sanedrín en Jerusalén eran escogidos de las cortes más bajas, así como funciona nuestro sistema. Eran escogidos debido a su éxito en las cortes más bajas u ocasionalmente eran discípulos de los miembros del Gran Sanedrín. Eso le da usted una idea del sistema de justicia que salió a partir de la instrucción de Moisés en el capítulo 16 de Deuteronomio.

Habiendo dicho eso, permítame decir esto: el juicio judío de Jesús violó todas esas leyes, todas ellas. Violó todos los principios de justicia y perpetró la más grande injusticia jamás cometida. Fue ilegal de principio a fin en toda manera posible. Ese es el juicio judío. El juicio gentil fue igualmente injusto. Fue un tribunal secular, pero fue una farsa, una violación de verdad.

Hubo un juicio judío y después un juicio gentil. El juicio judío tuvo tres fases, el juicio gentil tuvo tres fases en el caso de nuestro Señor Jesucristo, entonces seis veces estuvo de pie delante de un juez o jueces, seis veces diferentes en un período de menos de 5 horas. Todas las fases de juicios fueron acelerados en las pocas horas que terminaron apenas después del amanecer el viernes por la mañana, dejando tiempo para la burla, los azotes, y la crucifixión a las 9 AM; Marcos 15:25 dice que fue crucificado a las 9AM.

El juicio del sanedrín religioso tuvo tres partes: la acusación ante Anás, el juicio ante Caifás, y el juicio repetido público por el Sanedrín en la mañana. El juicio secular tuvo tres partes: Jesús fue traído ante Pilato, después enviado a Herodes, después traído de regreso a Pilato para la sentencia final de muerte. El juicio entero se acabó antes del amanecer. Solo hubo una pequeña parte que se hizo en la luz del día, y esa fue la tercera parte del juicio judío, el cual simplemente fue una repetición en las horas de la luz del día como para darle algo de legitimidad a la farsa.

Recrearon su juicio de una manera rápida bajo la luz del día para pretender fidelidad a la ley. Jesús es crucificado a las 9. El juicio de Dios cae entre las 12 y las 3. Él está muerto a las 3. Él es sepultado antes de que se ponga el sol. Ésta serie de juicios, una de las partes más fascinantes de los relatos de los evangelios que tienen que ver con el último día de la vida de nuestro Señor, la justicia no pudo haber sido peor. Van a ser cautivadoras para nosotros conforme los estudiamos en las próximas semanas.

Comencemos en el versículo 53. Jesús ha sido arrestado y capturado en el Jardín de Getsemaní por el grupo del Sanedrín, la policía del templo, y los soldados romanos. El versículo 53 dice: “Trajeron, pues, a Jesús al sumo sacerdote, y se reunieron todos los principales sacerdotes y los ancianos y los escribas. Y Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote, y estaba sentado con los alguaciles, calentándose al fuego. Y los principales sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo hallaban. Porque muchos decían falso testimonio contra él, más sus testimonios no concordaban.

Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo: Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano. Pero ni aun así concordaban en el testimonio. Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote, rasgando su vestidura, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y todos ellos le condenaron, declarándole ser digno de muerte. Y algunos comenzaron a escupirle, y a cubrirle el rostro y a darle de puñetazos, y a decirle: Profetiza. Y los alguaciles le daban de bofetadas.”

Las ilegalidades aquí simplemente son abiertas y consistentes. Comencemos con una acusación ilegal, ¿muy bien? Una condenación ilegal, el veredicto estaba listo antes de que el procedimiento comenzara. La decisión fue tomada en términos de lo que iban hacer con Él, lo iban a matar. El procedimiento era formalidad, buscando alguna razón para explicar por qué lo iban a matar. Entonces el versículo 53 dice: “Trajeron, pues, a Jesús al sumo sacerdote, y se reunieron todos los principales sacerdotes y los ancianos y los escribas.” Ese es el grupo del sanedrín.

Ya se han reunido a la mitad de la noche porque Judas los reunió para señalar en dónde estaba. Han estado en el jardín, lo tienen arrestado, y ahora tienen que inventar alguna razón para ejecutarlo. Mateo y Marcos nos dan un registro de Su juicio principal ante el Sanedrín en la casa de Caifás. Juan añade la primera fase. Entonces tenemos que dejar a Marcos en este momento e ir a Juan 18 por tan solo un minuto. Juan 18, porque aquí usted tiene la primera fase del juicio de nuestro Señor, el cuál es la acusación, antes de que fuera traído al sumo sacerdote y al sanedrín, como dice el versículo 53, algo más había pasado.

Y Juan 18 nos dice que fue, versículo 12: “Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús, y le ataron.” Y después versículo 13: “Y le llevaron primeramente a Anás, porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año.” Lo llevaron primero a Anás. Anás era el suegro de Caifás. Lo llevaron primero a Anás. ¿por qué? Él era el cerebro malo detrás del Sanedrín. Él era el poder real. Esa es la razón por la que las operaciones del templo eran llamadas los bazares de Anás. Él era el que iba a inventar una acusación, una acusación.

Él era como un gran jurado de un hombre. Él había sido sumo sacerdote por cinco o seis años, veinte años antes. Él ahora está en sus ochentas. Por la razón que sea, los romanos lo habían forzado a retirarse, entonces los siguientes cinco sumos sacerdotes eran hijos de Anás y ahora su yerno Caifás. Los sumos sacerdotes se quedaban con su título de por vida, como los presidentes en nuestro país, y él pudo haber servido de por vida si no hubiera sido por el hecho de que las autoridades romanas lo forzaron a retirarse. Pero él estaba dirigiendo todo a escondidas. Él era odiado por guiar la corrupción del templo. Él y sus hijos le habían transmitido este poder a personas en secuencia en la familia, y de esta manera, habían fortalecido ese poder y se habían vuelto avaros y ricos. Nuestro Señor, claro, había atacado el corazón mismo de esta operación el martes cuando Él entró en el templo, y también lo hizo una vez al comienzo de Su ministerio.

Anás era un extorsionador, un jefe de la mafia que veía a Jesús como una amenaza muy seria para su imperio financiero, como también para su poder. Su trabajo es inventar una acusación. Tenemos que tener un crimen aquí si vas a tener una ejecución. Él es el inteligente, él es el cerebro detrás de la operación, entrégale el trabajo. Mientras que Jesús está delante de Anás, el Sanedrín está reunido en la casa de Caifás para planear sus pasos en su juicio falso. Mientras que Jesús está delante de Anás, el Sanedrín está reuniéndose y también, el capítulo 18 de Juan describe algo más que está pasando: Pedro está negando a Jesús, porque está en la casa de Caifás, calentándose, como leímos en Marcos, junto al fuego.

Entonces usted tiene algunas de las escenas pasando aquí. El Sanedrín reuniéndose, Pedro negando, Anás por inventar una acusación. Versículo 19. El sumo sacerdote entonces cuestiona a Jesús, este es Anás, acerca de Sus discípulos y acerca de Su enseñanza. Esto es ilegal. Esto es condenarse a sí mismo. aunque sabemos que nuestras cortes, ningún hombre puede incriminarse a sí mismo. Tenemos eso en la quinta enmienda. Ninguna confesión sin evidencia se admite como una incriminación. Usted no puede inventar una incriminación contra alguien por algo que confiesan sin evidencia.

Él le está pidiendo a Jesús que admita algo por lo que puede ser ejecutado. Esencialmente eso es lo que está diciendo. “Dime de tus discípulos. Dime de tu enseñanza. Déjame ver si puedo encontrar algo para acusarte. Jesús le respondió: “Yo públicamente he hablado al mundo, siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto. Todo está allá afuera. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído, qué haya yo hablado, he aquí, ellos saben lo que yo he dicho.” Jesús esencialmente está diciendo: “Esto es ilegal, demando un proceso legal.”

Él sabe que no se le permite incriminarse a sí mismo. ¿Dónde están los testigos? “No he dicho nada en secreto. Pregúntale a los que me oyeron. Llama a testigos. ¿Por qué me preguntas a mí?” Versículo 21: “Pregunta a los que han oído, qué les haya yo hablado, ellos saben lo que yo he dicho.” Bueno, a Anás no le gustó eso. Cuando Jesús hubo dicho esto, uno de los alguaciles, que estaba allí, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote? Jesús le respondió: “Si he hablado mal, testifica en qué está el mal, y si bien, ¿por qué me golpeas?” Anás no puede enfrentarlo, entonces el versículo 24 dice: “Anás entonces le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote,” y ahí es en donde al juicio principal se lleva a cabo.

El juicio religioso es una farsa. El juicio religioso es un fraude. La decisión ya se tomó. Todo el intento de acusación es ilegal. No tienen crimen, no tienen testigos, no se da testimonio. Todo está fuera de orden. En primer lugar, no hay crimen. En segundo lugar, no hay testigos. En tercer lugar, es la mitad de la noche. En cuarto lugar, esto no es en una corte. En quinto lugar, no hay jueces, jueces designados apropiadamente, y no hay autoridades legales, fiscales o defensas. Todo es un fraude. Sin un crimen, sin ningún testimonio que corrobore un crimen, lo quieren muerto, y están tratando de averiguar cómo hacerlo.

Entonces intensifican las violaciones de justicia en una carrera desenfrenada por terminarlo antes de que la luz llegue y la gente comience a aparecerse. Mateo 26:57 dice que enviaron a Jesús a Caifás, y como dice aquí en el versículo 24, y para cuando Jesús llegó a la casa de Caifás, el Sanedrín entero se ha reunido fuera de su oscuridad y están juntos en la casa de Caifás, y esa es otra violación de protocolo. Juan 18:15 dice que se reunieron en casa de Caifás, y el Sanedrín estaba obligado a reunirse en la sala del juicio, en el complejo del templo, y no a la mitad de la noche sino a luz del día, y el juicio debía ser público. Estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado.

Además, por ley, por ley judía, el Sanedrín no podía iniciar acusaciones, solo podían investigar acusaciones. Eso es lo que hacen las cortes en la actualidad. Usted necesita tener una acusación antes de que puede tener un juicio. Usted no puede investigar la acusación hasta que la acusación haya sido establecida. No había habido un establecimiento de acusaciones, por lo tanto, el Sanedrín estaba dando seguimiento a la ilegalidad de la condenación falsa delante de Anás. No había nada qué investigar. Entonces más ilegalidades se llevan a cabo. Y lo están haciendo en la Pascua, lo cual también era ilegal, junto con el día antes de la Pascua.

Bueno, regresemos a Marcos. Ahora, antes de que vayamos al juicio en la casa de Caifás, Marcos da un vistazo de Pedro. Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote, y estaba sentado con los alguaciles, calentándose al fuego. Sabe, hay algo muy, muy característico de Pedro al estar él aquí, ¿no es cierto? Curiosidad inmensa, realmente buenas intenciones, afectos fuertes hacia Cristo, Tú sabes que te amo, Tú sabes que te amo, le dice más adelante. Pero está en un lugar peligroso y no ha orado. Durmió en la reunión de oración.

Por el momento, Marcos simplemente encuentra a Pedro, eso es todo lo que hace, él simplemente lo encuentra. Él está en el patio de la casa de Caifás, el sumo sacerdote, sentado con los oficiales, calentándose en el fuego. Él está tratando de mezclarse y mantenerse caliente. Él solo está en el escenario al lado. Pero, hombre, él está en un lugar vulnerable, como veremos el próximo domingo por la mañana cuando lleguemos al versículo 66, y las negaciones de Pedro están ahí registradas por Marcos. Pero por el momento, solo sabemos que él está ahí.

Ahora, el Sanedrín está adentro. Uno de los salones en este patio, de manera típica, la casa sería construida con cuatro lados alrededor de un patio central. El Sanedrín va a necesitar trabajar rápido. Este juicio necesita ser realizado y terminado antes del amanecer. Las negaciones de Pedro de hecho se llevaron a cabo antes de que el gallo cantara, eso sería a las 3 AM, y todavía está adelante de nosotros en el relato de Marcos. Entonces este juicio tiene que estar sucediendo antes de la negación de Pedro, la cual es antes de las 3AM, ni siquiera deberían estarse reuniendo a la mitad de la noche.

Jesús está en un salón grande, Pedro afuera en el patio oscuro cerca de un fuego con guardias romanos, policías del templo, y otros siervos. Él está atrapado entre la curiosidad y la cobardía, ¿no es cierto? Entonces usted tiene una acusación falsa, una acusación falsa. Después es seguida por una serie de testimonios ilegales, el testimonio ilegal sigue.

Ahora, el sumo sacerdote, versículo 55, y todo el concilio siguió tratando de obtener testimonio en contra de Jesús para matarlo. Habían determinado el resultado. Habían determinado la sentencia, muerte, solo tenían que encontrar un crimen. Para encontrar un crimen, tenían que tener a alguien que diera testimonio de un crimen. la ejecución está decidida, necesitan hacer que se vea como si fuera justa.

Entonces aquí usted tiene a estas personas religiosas, tan quisquillosas por la ley, tratando de encontrar mentirosos a la mitad de la noche. Mateo 26:59 dice que estaban sobornándolos, exactamente lo que Deuteronomio 16 prohibió. A la mitad de la noche estaban tratando de encontrar testigos falsos que mintieran para que pudieran matar a Jesús en base a acusaciones falsas, y no estaban encontrando a nadie. Es un mal momento para estar buscando gente, a la mitad de la noche. Eventualmente, encontraron a algunos. De hecho, encontraron a muchos porque muchos estaban dando falso testimonio en contra de Él. ¿Por qué? Porque los ¿qué? Los sobornaron.  

Les pagaron dinero de sus cantidades masivas en el tesoro del templo. El mismo dinero con que le pagaron a Judas, el mismo dinero con que le pagaron más tarde a los soldados romanos que estaban guardando la tumba para mentir acerca de Su resurrección, todo salió del tesoro del templo. Pero primero, no podían encontrar a personas que mintieran, por lo menos no dieron ningún tipo de testimonio que estuviera conectado con una pena de muerte. Encontraron algunos testigos falsos, pero ellos, mientras que lo harían por el dinero, no eran consistentes.

Algunos, dice el versículo 57, “levantándose, dieron falso testimonio contra él”. Pero el versículo 59 dice, incluso con respecto a esto, “ni aun así concordaban en el testimonio.” No tuvieron tiempo de reunirse. No tuvieron tiempo para conspirar. No tuvieron tiempo de reunirse con personas y tener la misma historia. No tuvieron tiempo de planear todo. Y, por cierto, nadie estaba buscando testigos en defensa de Jesús. Esa es otra ilegalidad. Aunque Jesús dijo, como leímos en Juan 18, amplio testimonio de lo que he dicho y lo que he hecho está disponible. No querían que nadie defendiera a Jesús, lo querían muerto en horas.

Por cierto, la realidad de esto ha sido un estigma para el pueblo judío. Lo fue en el primer siglo, de tal manera que hay una fábula judía extraña, medieval de tratar de reescribir la historia. Y esta ficción extraña, judía, dice que el Sanedrín hizo una proclamación para un período de 40 días tratando de encontrar testigos para afirmar la inocencia de Jesús y no encontró ninguno, un poco de historia revisionista para quitarse la responsabilidad de sus ilegalidades.

Los testigos que se aparecieron fueron sobornados y sus historias fueron incomprensibles. Sus historias malintencionadas estaban confundidas. Algunos de ellos lo torcieron tanto, que en el versículo 58, inventaron, “Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano.” Esa es una confusión de lo que nuestro Señor dijo tres años antes, registrado en Juan 2:19 al 22, cuando dijo, “Destruid este templo,” refiriéndose a su cuerpo, “y en tres días lo resucitaré.” Él nunca dijo que destruiría el templo, que destruiría el templo y tres días después construiría otro sin usar Sus manos; en otras palabras, milagrosamente levantar otro.

Tenían eso confundido, eso era confuso. Y, por cierto, Mateo 26:60 dice, hubieron dos testigos que inventaron esa idea. Él no dijo eso. Pero, sí dijo, atrás en el capítulo 13, a Sus discípulos, que Dios iba a traer juicio sobre Jerusalén y el templo sería destruido, pero no sería reedificado. Mentirosos, mentirosos confundiendo, confusos, inventando. Sobornados, no podían inventar un crimen que fuera suficiente.

Aún inclinados en Matar a Jesús, no se dieron por vencidos. No se dieron por vencidos. Este no es un juicio; esto es una conspiración. No pueden inventar un crimen legítimo que puedan venderle a los romanos para que los romanos lo ejecuten. Entonces usted tiene una acusación ilegal y un juicio ilegal, esencialmente, testimonio ilegal. En tercer lugar, usted tiene una interrogación ilegal, una interrogación ilegal. Esto es bastante interesante en el versículo 60. El sumo sacerdote levantándose. Ahora está volviéndose frustrante. Su primer esfuerzo, trayendo a estos testigos sobornados, se colapsa.

“Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?” Como si Jesús tuviera algún deber legal de responder a mentirosos quienes, en base a su propia ley, todos deberían haber sido ejecutados. Como si Él tuviera algún deber legal de responder a testigos falsos sobornados y mentirosos cuyo testimonio estaba confundido y era inconsistente, y era invento puro. Estas mentiras deformadas no requerían respuesta de Él. No había nada en las acusaciones, por lo tanto, no se necesitaba respuesta.

El versículo 61 dice que él callaba y nada respondía. Él entiende la orden legal. Isaías 53, versículo 7, dice: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca, como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” Escuche, Él no tenía obligación de aclarar sus mentiras. No está pasando nada legal.

Por cierto, esto debía haber sido silencio ensordecedor, silencio ensordecedor. Y vamos a leer también más adelante en el juicio, Lucas 23, que Él guardó silencio delante de Herodes y en Juan 19 que estuvo callado delante de Pilato. Y en el silencio ensordecedor en este momento delante de Caifás, lo único que podían oír en el salón eran las reverberaciones de las mentiras de los testigos falsos, llenando el aire pesado de culpabilidad, el eco de su propio odio malvado.

Jesús había desenmascarado sus corazones mentirosos, los había dejado totalmente expuestos el uno al otro. Él es majestuoso en Su silencio, majestuoso en Su silencio. Y ellos no lo saben, pero Dios los está usando a pesar de sí mismos. Caifás dijo, según Juan 11:49, “conviene,” versículo 50, “que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.” En otras palabras, tenemos que matar a Jesús, dijo él, antes de que empiece una insurrección y los romanos vengan y nos quiten todas nuestras libertades y nuestro poder, tenemos que matar a Jesús para salvar a la nación.

Después la Escritura dice en Juan 11:51, “Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación.” ¿Qué le parece? Dios usó sus palabras malas como una profecía de la muerte de Cristo a favor de la nación. Él es majestuoso en Su silencio. Satanás está elevando el tsunami de odio, y la ceguera pecaminosa de los corazones oscuros de estas personas, son incapaces de ver la verdad, están tan inclinados en destruirlo. No hay un aspecto legal en todo esto. Violan toda ley. La acusación es ilegal. El testimonio es ilegal. La interrogación es ilegal.

Y eso nos lleva a la sentencia, la cual es ilegal. La sentencia. ¿Con qué se quedan? De regreso al versículo 61, el sumo sacerdote tiene que actuar. Queda una opción, versículo 61: “El sumo sacerdote volvió a preguntar, y le dijo, ¿Eres tú el Cristo, el Mesías, el Hijo del Bendito?” ¿Eres el Mesías? ¿Eres el Hijo de Dios? Lo cual ellos sabían que era un título de igualdad con Dios, deidad absoluta.

Por cierto, Mateo 26:63 añade que el sumo sacerdote comenzó con te conjuro por el Dios vivo. Ese es el juramento más fuerte posible, el juramento más fuerte posible. Coloco un juramento sobre ti, esto es tan extraño, que Dios castiga mentirosos, él realmente no vio las implicaciones personales, Coloco un juramento sobre ti, Te conjuro por el Dios vivo quien odia a mentirosos, que castiga a mentirosos, di la verdad. Esa es una manera judía común de establecer la responsabilidad seria de uno para que hable la verdad. ¡Qué paradoja tan sorprendente es esa! Demandaron verdad de Cristo mientras que estaban perpetrando mentiras contra Él.

Esto, por primera vez, es una pregunta legítima. Esto no es una pregunta de tipo, ¿qué hiciste?, esto es, ¿quién eres? ¿Eres el Cristo, el Hijo del Bendito? Esta es la primera cosa legítima en el juicio. Es una pregunta legítima. No llama a una incriminación personal sino meramente a una respuesta veraz. Es el primer aspecto legítimo del proceso, y Jesús conoce la intención de la pregunta, pero de cualquier manera responde, y la intención de la pregunta es sacar la carta final de triunfo, la carta de blasfemia.

Todos saben lo que Él ha dicho. Saben que ha dicho ser el Mesías, Él lo ha dicho una y otra y otra y otra vez. Usted lo encuentra entretejido a lo largo de su ministerio. Ellos saben que repetidamente ha dicho ser el Hijo de Dios, a lo largo del evangelio de Juan en particular. Lo confrontan por hacerse igual a Dios. Y entonces aquí viene, la carta de blasfemia, porque ese es el único lugar al que puede ir. ¿Eres el Mesías, el Ungido, el Prometido, y el hijo del bendito? Sustituyen Dios por otro término, Su nombre ellos creen, es demasiado santo para ser hablado.

“Y Jesús dijo,” y Él responde porque la pregunta es legítima, con el EGO EIMÍ (Ἐγώ εἰμι), el tetragramaton, Yahweh, el nombre de Dios, YO SOY. Mateo añade: “Tú lo has dicho, YO SOY.” A Juan le encanta eso, 23 veces en el evangelio de Juan, Jesús dice: YO SOY. Jesús sabe que Su respuesta significa la muerte. Él sabe eso. Pero después de todo, a eso se dirige, y Él sabe eso. Jesús resalta Su respuesta. No solo es YO SOY. Él entonces agrega a la respuesta, “y verás al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.”

En lugar de decir, YO soy, pero déjenme explicar, y tratar de reducir el impacto de eso, Él dice, YO SOY, y escala la realidad de eso. “Sí, Yo soy el Mesías. Sí, Yo soy el Hijo de Dios. Y me verán sentado a la diestra del poder, esto es, a la diestra de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.” El Salmo 110:1 retrata al Hijo del hombre sentado a la diestra de Dios. “Jehová dijo a mi Señor, Siéntate a mi diestra.” Poder se refiere a Dios. Él es el poder. Él extiende Su poder al Exaltado, el Señor a Su diestra. Jesús está diciendo, Sí, Soy igual a Dios; me siento a Su diestra. Él es la expresión poderosa de Dios. La imagen misma de Su sustancia, Hebreos 1 dice, manifestación perfecta de Su persona.

Cuando Esteban fue apedreado en Hechos capítulo 7, él vio hacia arriba conforme estaba muriendo, y él vio al Señor Jesús sentado a la diestra de Dios. No solo eso, Él dice: “Yo soy el que viene con las nubes del cielo, Yo soy el Hijo del hombre,” ese es un término que es sacado de Daniel 7:13 y 14, un término mesiánico, y también, dice en esa misma porción de la Escritura que vendrá con las nubes del cielo. “Yo no solo soy Dios, Yo soy el que se sienta a Su diestra y reina y gobierna, y un día vendré en el futuro de regreso a este mundo para juzgar y para reinar y para recibir el dominio y el reino que me fue prometido.

Ellos conocían esas Escrituras. Ellos conocían el Salmo 110, y ciertamente conocían Daniel 7:13 y 14. Lo que Él está diciendo es: “Sí, Yo soy, y mi muerte no es el final, seré exaltado al trono de Dios. Voy a regresar en gloria para juzgar y reinar sobre la tierra.” Este es un momento glorioso para nuestro Señor. La pregunta le sirve bien porque le permite, en los horrores de enfrentar la cruz, repasar lo que viene después de la cruz.

Él ve más allá de la cruz, más allá de la sepultura, más allá de la resurrección, más allá de la intercesión a Su coronación y Su exaltación. Lo juzgan injustamente; un día Él los va a juzgar justamente, y van a tener una probada adelantada de ese juicio en 40 años en la destrucción de Jerusalén. Él sabe que estas palabras van a traer Su muerte. Él está listo. Él ha estado en la agonía del jardín, y él hará la voluntad del Padre hasta la cruz.

Después viene el veredicto. Esta es la sentencia injusta. Versículo 63: “Entonces el sumo sacerdote, rasgando su vestidura, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos?” Rasgarse la vestidura es una muestra ceremonial y simbólica, en este caso, de indignación justa falsa. Normalmente era una señal de tristeza. Usted la encuentra en Génesis, Levítico, el libro de Job, Isaías, Jeremías, Joel, incluso en el libro de los Hechos. Los judíos se rasgaban sus vestiduras como una expresión de tristeza inmensa. No obstante, no se permitía que un sumo sacerdote hiciera eso. Según Levítico 21, un sumo sacerdote nunca podía hacer eso a menos de que Dios fuera blasfemado. Y si Dios era blasfemado, entonces uno esperaría que el sumo sacerdote lo hiciera. Él sabe eso, entonces el comienza a rasgar sus vestiduras en una actuación.

Por cierto, todos los judíos podían rasgar sus vestiduras por blasfemia. Los jueces en las cortes podían hacerlo y más tarde coserlas para volver a rasgarlas si la ocasión lo demandaba. La respuesta del sumo sacerdote es que Jesús está blasfemando al decir ser el Mesías, el Hijo de Dios, sentado a la diestra de Dios, regresando para juzgar y reinar. ¿Y cuál es el castigo por blasfemia? Levítico 24:16, “El que blasfemare el nombre de Jehová, ha de ser muerto.” Entonces el sumo sacerdote dice: “¿Qué más necesidad tenemos de testigos?”

En este momento Caifás llama que terminen todas las legalidades con una sentencia ilegal. Él condena a Jesús a blasfemia cuando él y el Sanedrín son los blasfemos porque Jesús es el Mesías, Él es Dios, Él es el que se sienta a la diestra del trono de Dios, y Él es el Rey venidero y juez. Ellos son los blasfemos, pero lo presentan como el blasfemo. Versículo 64: “Habéis oído la blasfemia, ¿qué os parece? Tomemos un voto.” No hay titubeo. Responden de manera instantánea. Y todos ellos le condenaron, declarándole ser digno de muerte. Es unánime.

Por cierto, en el curso normal de votar, había un escriba que tabulaba los votos uno a la vez, y cada persona tenía que dar su voto al final del caso de la corte de manera personal y singular, para que toda persona asumiera la responsabilidad por él. Y los miembros no tan importantes del Sanedrín, los más jóvenes, votaban primero para que no fueran tentados a seguir el voto de sus mentores. En este caso, los miembros más jóvenes no están votando primero, nadie está votando primero, todos son una pandilla, y todos juntos, colectivamente, lo quieren muerto.

Todo es ilegal. La acusación es ilegal. El testimonio es ilegal. La interrogación es ilegal, y la sentencia es ilegal. Y la decisión que toman ahí será repetida como una actuación, apenas después del amanecer en la mañana. Se registra en Lucas 22:66 al 71. No obstante, ese realmente no es un crimen que a los romanos les va a parecer que merece la muerte.

Entonces cuando traen a Jesús a Pilato, dice en Lucas 23:2, “Y comenzaron a acusarle, diciendo: a éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey.” Ellos simplemente inventaron eso. Ellos dijeron, está empezando una revolución de impuestos y está diciendo ser un Rey y está usurpando el lugar de César. Simplemente mintieron.

Entonces todos esos siglos y todos esos años de desarrollar un sistema cuidadosamente diseñado de jurisprudencia y justicia, hecho a un lado, para que pudieran matar a Jesús. Esta mañana dijimos, es bastante difícil entender a Judas, ¿no es cierto? ¿Cómo, cómo es que un monstruo así se levanta en la presencia de Jesús? ¿Cómo es que estas personas terminan como son? ¡Cuán profunda es la pecaminosidad!

Y para mostrarle su actitud, todos lo condenaron como digno de muerte. Ahora estos son líderes religiosos, esencialmente 24 principales sacerdotes, 24 ancianos, 24 escribas, y un sumo sacerdote. Y el versículo 65 dice: “Y algunos comenzaron a escupirle.” Lucas dice que esto comenzó con el Sanedrín, ellos comenzaron a escupirle. Mateo dice que comenzaron a gritar, es digno de muerte. ¿Es esto una corte suprema? ¿Estos son los líderes religiosos? ¿Después para vendarlo para que no pudiera saber que venía de quién?

Y ésta es la comedia que comienza, que termina como la comedia en el Calvario. Es una broma ahora. Es tiempo de burla. Le cubrieron el rostro para que no supiera qué viene o de quién y le daban de puñetazos. Mateo dice: “otros le abofeteaban”, Mateo 26:67, bofetada tras bofetada tras bofetada, diciendo ¿quién te golpeó? ¿Quién te golpeó? Profetízanos, profetízanos. Es una escena horrible, burla, ridículo. Y Él dijo que harían eso, desde el capítulo 10, versículo 34. Él dijo que eso es lo que van hacer. Me van arrestar. Me van a escupir. Se van a burlar de mí. Me van a matar. Voy a resucitar.

El final de esta sección en el versículo 65 dice: “Y los alguaciles le daban de bofetadas. El Sanedrín lo entrega a la policía del templo y a los guardias romanos, y siguen el ejemplo de sus líderes nobles, y también lo abofetean. Uno podría concluir que esta nación y este Sanedrín es carne putrefacta, que está por ser comida pronto por el águila romana. Pero incluso algo que es más importante, Dios los va a juzgar, y Dios los ha juzgado, así como han sido arrojados al infierno eterno. La sentencia justa de Dios de juicio cae sobre ellos. Pero lo triste es que es la misma sentencia que cae sobre cualquiera que rechaza a Cristo. No conozco a alguien que diga: “Bueno, quiero ser como Judas.” No conozco a alguien que diría: “Quiero ser como esos hombres. Yo quiero ser así.”

Usted es así si rechaza a Cristo. Y usted pasará una eternidad en el mismo lugar que esas personas pasarán su eternidad y ahora están ahí. Pero fue ese tipo de personas, y el tipo de personas que todos somos, por los que Jesús fue a la cruz, ¿verdad? Para proveer salvación para aquellos que se arrepienten y se someten a Él como Salvador y Señor. Oremos.

Nuestros corazones te buscan, Señor, buscando gracia para aquellos que están con nosotros en esta noche, que no conocen el perdón de pecados, que serán sentenciados al infierno eterno con los que crucificaron, con los que rechazaron a Cristo, con Judas, el más horrendo de todos los humanos, que están en el mismo infierno con gente muy amable y religiosa, con buenas intenciones moral. Porque el infierno es para personas que rechazan a Cristo, sea cual sea su moralidad, sea cual sea su compromiso con la justicia y la ética y la bondad. El cielo es para personas que saben que son pecadoras, sin importar qué nivel tengan de maldad humana, sean los homicidas en serie o filántropos amables.

El asunto de la salvación no es un asunto de bondad humana, es un asunto de arrepentimiento por el pecado y fe personal en Cristo. Oro, Señor, porque en esta noche tu gracia sea poderosa a favor de personas que terminarán igual que Judas e igual que estos líderes despreciables de Israel, y se sorprenderán porque no tuvieron esa enemistad hacia Jesús. Pero fue Jesús Mismo quien dijo: “El que no está conmigo está contra Mí.” Es uno o el otro.

Entonces oro, Señor, porque tu gracia sea profunda y poderosa, y que caiga en los corazones de todos los que están afuera del reino, todos los que no se han arrepentido y venido a Cristo, y que ésta sea la noche en la que hagan eso. Rompe sus corazones duros. No dejes que la gente continúe en dureza y rechazo hasta que se vuelven tan resistentes como estas personas que se sentaron y vieron el rostro del Bendito Hijo de Dios, y lo único que hizo fue elevar el odio de ellos. Inconcebible para nosotros, impensable, imposible, pero verdadero.

Hay personas así que crucifican otra vez al Hijo de Dios, lo avergüenzan abiertamente, que lo rechazan en toda Su majestad y toda Su gloria, toda la gracia del perdón, que menosprecian el cielo, que menosprecian el perdón completo de pecado, menosprecian la bendición y la bondad, el gozo y la paz para siempre, para aferrarse a lo horrendo del pecado que los arrastra al infierno.

Señor, que Tú ayudes a pecadores a ser liberados de la esclavitud al pecado y a someterse a la gloria de Cristo. Oramos en Su nombre. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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