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Bueno, nos encontramos en el corazón del mensaje de Jesús, Lucas capítulo 9. Estamos estudiando un párrafo que comienza en el versículo 23, y realmente llega hasta el versículo 26. Vamos a ver como el versículo 27 está conectado más adelante.

Estas son las palabras de Jesús que están en el corazón mismo de su evangelio. Permítame leerle el texto, capítulo 9 versículo 23. Lucas escribe, “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. Pues ¿qué aprovecha el hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles.”

El evangelio según Jesucristo dado en el Nuevo Testamento es diferente de manera radical del mensaje moderno típico, que con frecuencia es predicado. En nuestros tiempos contemporáneos los evangelistas con frecuencia presentan a Jesús como un redentor que está algo frustrado, que quisiera ser un redentor realmente, que está afuera, ansiosamente esperando una invitación por parte de alguien para que entre en su vida. Esto, creo yo, debido a una representación equivocada de un texto, en el libro de Apocalipsis, en el que el Señor dice que él está en la puerta y toca. Realmente no es una interpretación verdadera hacer de eso la puerta de un corazón humano. Es la puerta de la iglesia, es Cristo queriendo entrar a su iglesia, en el contexto ahí. Pero en base a ese versículo, en cierta manera hemos retratado a Jesús como esperando una invitación de nosotros, esperando una oportunidad que nosotros le demos, estando de pie en silencio, por así decirlo hasta que nosotros tomamos la decisión de invitarlo a pasar.

Pero en realidad, el Nuevo Testamento presenta a Cristo como el que invita. El Salvador que viene al mundo, Dios en carne humana, quien invade la esfera de la humanidad, quien confronta a los pecadores, los desafía, los llama, les manda a venir a él, a creer en él, a volverse del pecado, a abrazarlo como Salvador y Señor. En lugar de esperar que le llegue una invitación de los pecadores, él extiende una invitación, su propia invitación a los pecadores, en la forma de un mandato a arrepentirse y a creer y a someterse. Y esto es esencialmente lo que él está diciendo en nuestro texto. Esto está en la médula misma del mensaje de Jesús, el mensaje del evangelio.

Si usted quiere vida eterna, si usted desea que todos sus pecados sean perdonados para siempre, si usted quiere entrar al reino eterno de Dios y recibir bendición, paz, y gozo por toda la eternidad, por los siglos de los siglos, Jesús dice, “Aquí está lo que necesitas hacer” Observe el versículo 23, “Si alguno quiere venir en pos de mí, quiere seguirme, ser mi discípulo, entrar a mi reino, recibir mi perdón, esto es lo que debes hacer. Niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.”

Ahora, como hemos estado diciendo en las dos últimas semanas al ver este pasaje, esta es una invitación del evangelio. Jesús inicia la invitación a los pecadores y él aclara los términos, negación personal, llevar la cruz diariamente, y seguirlo de manera obediente y leal. Ahora, hemos llamado a esto el principio que está en el corazón del mensaje de Jesús. Y hemos aprendido en las últimas dos semanas que venir en pos de Cristo, convertirse en un discípulo de Cristo, recibir salvación, perdón y vida eterna, entrar al reino de Dios llama y demanda suicidio personal. La muerte de uno mismo, una disposición a abrazar el sufrimiento, la persecución y quizás la ejecución la cual es retratada por la cruz tormentosa y demanda sumisión.

Eso quiere decir que convertirse en un cristiano no es fácil. Ser salvo no es fácil. Usted no, nada más se cae de la cama y se encuentra en el reino de Dios. Fue dicho de Mateo, en su propio evangelio conforme su historia es reportada, y él es el escritor con el que se encontró Jesús un día y lo vio. Él era un recaudador de impuestos, los más menospreciables de todas las personas en la sociedad judía, un judío que había vendido su alma a Roma, por dinero. Jesús vino y de manera sorprendente le dijo a Mateo, “Sígueme”. Mateo registra su propia respuesta, él hizo eso. Él dejó su profesión, a la cual él nunca podría regresar debido a que una franquicia para recaudar impuestos era una cosa muy deseable por parte de los judíos traidores. Y una vez que Mateo abandonó su ocupación, alguien habría tomado su lugar de manera inmediata, y nunca habría podido regresar. Entonces el dejó su carrera y todo lo que iba con ella.

De hecho, cuando Lucas cuenta la historia de la conversión de Mateo, Lucas añade en el capítulo 5, versículo 28, que él dejó todo detrás de él. Eso es exactamente lo que Jesús está diciendo, “Si vas a venir en pos de mí, quieres ser uno de los míos, pertenecerme a mí, ser salvo del pecado, estar en mi reino, te va a costar todo. Dejas todo.” Y ¿qué queremos decir con todo? Estamos hablando de esas cosas que son parte de nosotros. De hecho, una buena manera de entender lo que significa es pasar al versículo 25. “Pues que aprovecha al hombre si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo.”

Esto es hipérbole, esto es imposible claro. Ninguna persona podría literalmente poseer el mundo entero. Esto es imposible, claro. Ninguna persona podría literalmente poseer el mundo, pero, ¿qué tal si pudiera? ¿qué tal si usted podría tener todo lo que el mundo tiene? ¿qué tendría usted? Bueno, esto es lo que usted tendría según 1 Juan 2:15, “Todo lo que hay en el mundo, es los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida. Y todo está pasando, y todo está pereciendo.” Y si eso es lo que usted quiere, no puede tener a Dios. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.

Entonces, de que estamos hablando cuando hablamos del mundo. Todo aquello de lo que tienen hambre sus pasiones. Todo lo que sus ojos codician, y todo lo que su soberbia demanda. ¿Qué tal si tuviera todo? ¿Qué tal si todo deseo pecaminoso fuera satisfecho, toda visión fuera alcanzada, y todo deseo por engrandecerse a uno mismo estuviera disponible, todo honor fuera ganado? ¿importaría? Si estuviera todo eso en el tiempo, y perdiera su alma eternamente, ¿cuánto vale su alma?

Entonces, Jesús cuando dice, “Niéguese a sí mismo”, básicamente está diciendo, “Niégate todo lo que tú anhelas en el mundo.” ¿Por qué? si pudieras ganar el mundo entero habrías hecho un mal negocio, porque te costaría tu alma. Entonces, así es, usted ha vivido, todos los hombres han vivido motivados por las pasiones del deseo, por satisfacer sus deseos corporales, impulsados por las pasiones de visión, codiciando lo que pueden ver, impulsados por el deseo inmenso de ser honrado, recompensado, estimado, de ser poderoso, todo lo que la soberbia incluye. Así es como todos vivimos nuestras vidas. Y eso es exactamente todo lo que usted tiene que rendir. Usted tiene que decir, ya no me importa lo que mis deseos pecaminosos anhelan, ya no me importa lo que mis ojos ven, ya no me importa lo que mi corazón soberbio quiere. De hecho, conforme veo todo, lo veo como pecado. Y entonces, me niego a mí mismo. Negarme a mí mismo, es decir no, a todos esos anhelos que son parte de la esencia de la naturaleza caída.

Entonces, Jesús dice, aquí está el principio, si quieres venir en pos de mí niégate a ti mismo. Dice usted, “ya no viviré para mis deseos pecaminosos corporales, ya no viviré para las cosas que puedo ver, ya no viviré para mi propia glorificación personal. Estoy dispuesto a negarme a mí mismo, y si es necesario inclusive entregaré mi vida en la muerte en una cruz, y me comprometo a seguir de manera obediente.” Ese es el evangelio de Jesús.

A eso está llamando él. Es una actitud de penitencia, arrepentimiento, quebrantamiento, contrición, pobreza de espíritu, un sentido de su propia bancarrota, llorar, manso, triste por su pecado. Es el nivel de desesperación que se golpea en el pecho y dice, ‘Dios, sé propicio a mí, pecador.’ Que dice, “en mi carne no mora el bien.” Este es el corazón del mensaje de Jesús. Y si un pecador va a seguir a Jesús para ir al reino, va a ser en un abandono total y absoluto de sí mismo. Y hemos estado viendo eso en las últimas dos semanas.

Ahora, esto es paradójico, como el versículo 24 dice. Entonces, hemos pasado del principio a la paradoja. El versículo 24 dice, “Porque todo el que quiera salvar su vida la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.” Esa es la paradoja, para ganar su vida eternamente usted tiene que rendirla. Si usted se aferra a su vida, esto es, si usted se aferra a su vida en el mundo, y usted no quiere rendir sus deseos pecaminosos y sus anhelos y sus deseos y su soberbia, usted va a perder su alma eterna. El único que entra a mi reino es el que se rinde a sí mismo.

Esta enseñanza de Jesús, por cierto, ciertamente no está aislada en esta porción de Lucas, está esparcida por todos los evangelios, los cuatro evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan registran a Jesús enseñando esto. Las palabras son iguales en algunos otros lugares. Si varían en otros lugares, Jesús da este mensaje una y otra vez en diferentes lugares, y acontecimientos, esto está en el corazón de su evangelio. Y la pregunta es, si usted quiere salvación, ¿está usted dispuesto a rendir lo terrenal por lo celestial? ¿Está usted dispuesto a rendir el reino de los hombres por el reino de Dios? ¿Está usted dispuesto a rendir lo temporal por lo eterno? ¿Está usted dispuesto a rendir lo pecaminoso por lo santo?

Yo sé que eso no es fácil, y el evangelio debe ser presentado de esa manera. Hoy día queremos presentarlo de la manera más fácil que sea posible. Y entonces, tenemos este Jesús pobre y triste que está esperando ahí, para que algún pecador tenga la sensatez como para invitarlo y que pase. Eso simplemente no va a pasar, francamente es imposible para cualquier pecador hacer eso, despertarse a sí mismo de los muertos, dar vista a sus ojos ciegos, oídos a sus oídos sordos, y suavizar su corazón duro. No es fácil convertirse en un cristiano. De hecho, es una experiencia violenta.

Permítame mostrarle otro pasaje de las Escrituras que encaja perfectamente con esto, y va a ilustrar lo que nuestro Señor está diciendo aquí. Pase el séptimo capítulo de Mateo el cual claro nos lleva al sermón del monte, el sermón evangelístico más grande que jamás se ha predicado. Y en el sermón del monte, conforme Jesús está presentando su mensaje, su evangelio, él ofrece, él presenta una invitación al final en el versículo 13 a manera de mandato. Mateo 7:13, “Entrad,” él les está diciendo que entren al reino. “Entrad,” ese es un mandato, “por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición. Y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida. Y pocos son los que la hallan.”

Ningún pasaje en las Escrituras ataca de manera tan clara y directa el tipo moderno de creencia fácil con más poder que este pasaje. Este no es un pasaje muy alentador para aquellos que creen que están perdonados y son salvos del infierno mediante alguna creencia casual en los hechos de Jesucristo. Estas palabras de conclusión del sermón del monte son evangelio puro, son una invitación tan incisiva como nunca antes se ha presentado, y aquí el oidor es confrontado con una decisión, y la decisión no es una decisión momentánea para ser perdonado e ir al cielo. La decisión es una decisión que tiene implicaciones eternas, y también de por vida.

La alternativa es bastante simple. Dos puertas. Uno es amplia y la otra es angosta. Dos caminos. Uno es amplio y el otro es estrecho. Dos destinos. Uno es la vida, el otro es la perdición. Dos multitudes. Una son los muchos, y la otra son los pocos. Más adelante en este texto Jesús habla de dos árboles, uno con fruto y uno sin fruto. Dos constructores. Uno cuyo edificio se colapsa, el otro cuyo edificio se mantiene en pie. Y dos cimientos. Uno de arena y uno de roca. Todo en este pasaje coloca al oyente en la encrucijada. Usted va por uno de dos caminos, y solo hay dos caminos por los cuales ir. Y Jesús le dice a usted por cuál entrar, “entrad por la puerta estrecha.” Este es un mandato, este es un imperativo. Esto es urgente. Entra por esa puerta.

Creo que hay muchas personas que están de pie, ahí, y admiran la puerta. Bueno, dice usted, ¿qué es la puerta? No es que es la puerta, sino, quien es la puerta. Si usted quiere estar por el camino a la vida eterna, solo hay una puerta y esa puerta es, ¿quién? Jesucristo. Esa es la razón por la que en Juan 10:9 él dice, “Yo soy la puerta, si alguno entra por mí, él será salvo.” Juan 14:6 “Yo soy el camino, y nadie viene al Padre sino por mí.” “Solo hay un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” 1 Timoteo 2:5. “Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, por el cual puedan ser salvos excepto por Jesús.” Hechos 4:12. Esta es la puerta que es Cristo, y esta es la única puerta que lleva a la vida.

Dice usted, “Bueno John, ¿No hay muchas otras puertas? ¿No hay tantas puertas como hay religiones? No, solo hay otra puerta. Hay una puerta que lleva al cielo y hay una puerta que lleva al infierno. La puerta que lleva al infierno dice, “cielo”. No llega ahí. Es una mentira y un engaño. Únicamente hay dos puertas, o usted va por el camino de Cristo o va por el otro camino. O usted va por el camino, el cual es por gracia mediante la fe en Cristo únicamente, o usted va de otra manera. No está hablando de comparar el cristianismo, comparar la religión con paganismo. Está hablando de comparar el cristianismo con el resto de las religiones, solo hay dos religiones en el mundo, simplemente dos. Está la religión de gracia únicamente, que salva, y la religión de obras, que condena. Únicamente dos caminos.

Únicamente a través de Cristo usted va a la vida. Únicamente a través de Cristo. No hay salvación en ningún otros más que Cristo. Dios salva a aquellos que colocan su confianza en Cristo mediante la gracia únicamente, debido a la obra de Cristo en la cruz y en la resurrección. Cualquier otra religión es un camino ancho que lleva a la destrucción. No me importa cuál es el nombre de la religión, o cuales sean los aspectos particulares de la religión, todas son iguales. Todas están en algún tipo de sistema de obras, algún  tipo de mérito humano, en contraste al mérito divino, lo cual es verdad en la fe cristiana.

Sea que ese mérito humano es algún sistema de obras ceremonial, sacramental, conectado con el cristianismo, o sea alguna religión pagana como el hinduismo, cualquier otra cosa. Cualquier cosa que impone obras, ceremonias, deberes religiosos, méritos morales, como una necesidad para la salvación, es parte del camino ancho. Tiene muchos nombres, y todos dicen que va al cielo, pero mienten, va a la infierno. Cualquier otra cosa que no sea cristianismo, lo lleva a usted al infierno. Y usted no puede estar en el camino al cielo a menos de que usted entre por la puerta, y la puerta es ¿quién? Jesucristo. No hay otro camino. Si usted quiere ir al cielo, únicamente hay una puerta.

Ahora, también nos muestra que muchos entran al camino ancho, por la puerta ancha o amplia y terminan en destrucción. Esta es una palabra que describe el infierno, castigo eterno. Entonces, el Señor dice, “Entrad por la puerta estrecha”. Y el término aquí describe una puerta, los comentaristas dicen que es extremadamente pequeña. Es uno de esos tipos de puertas por el cual es muy difícil pasar, no se puede llevar nada. Usted va uno a la vez. La gente no viene al Señor y viene al reino en masa. Uno a la vez, y no es fácil entrar. Usted no puede llevar nada.

Lucas 13 registra que mientras Jesús estaba enseñando en las villas, alguien le preguntó “¿Señor, son solo pocos los que están siendo salvos?” ¿Por qué le preguntarían eso al Señor? Porque ese fue el mensaje que él predicó. Solo hay unos cuantos, es difícil encontrar, y es muy estrecha y es difícil entrar por ella y no puedes entrar en absoluto si no dejas todo lo mundano. Su respuesta fue ésta a la pregunta, ¿son solo pocos los que están siendo salvados? Su respuesta fue, “Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque muchos os digo, buscarán entrar y no podrán.” ¿No es esa una afirmación sorprendente?

La gente va a encontrar la puerta estrecha, la puerta angosta, van a querer entrar pero no podrán entrar. Ustedes, dice él, esforzaos. La palabra griega es agonitzomai, agonicen. Implica una lucha agonizante, personal, intensa. Misma palabra es usada en 1 Corintios 9:25 para describir a una atleta batallando, luchando por ganar una victoria. Es usada en Colosenses 4:12 de un hombre llamado Epafras, quien estaba trabajando de manera apasionada, inclusive al punto de la muerte. Es usada en 1 Timoteo 6:12 para describir a un soldado que pelea la buena batalla de la fe. Es una palabra acerca de batallar y luchar. Es una palabra que contiene violencia en ella.

Jesús, de hecho, está diciendo, “Necesitas entrar a mi reino. Necesitas estar por el camino que va al cielo, pero es una experiencia violenta en la que te niegas a sí mismo. Entrad por esa puerta.” Y Jesús inclusive dijo, en Mateo 11:12, “El reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan.” Usted no, como dije, se cae de la cama y termina en el reino de Dios. Es una experiencia violenta entrar por esa puerta estrecha. De hecho en Lucas 16:16 Jesús dijo, “El evangelio del reino es predicado, y todo mundo está forzándose por entrar en él. Pedro dice, en 1 Pedro 4:18, “Es con dificultad que el justo se salva.”

Bueno, usted pensaría que lo más fácil sería ser salvo, lo único que tiene que hacer usted, simplemente estirar la mano y recibir este regalo o hacer esta oración, o repetir esta oración o caminar por este pasillo, o repetir lo que yo digo. Eso no es lo que la Biblia dice. Pedro tenía razón, él sabía lo que Jesús predicó y él dijo, “es con dificultad que el justo se salva.” La persona que verdaderamente es salva, es salva con dificultad. La salvación no es fácil, la puerta es estrecha, es difícil de encontrar, y hay cierta violencia al entrar en ella.

Jeremías tenía esto en mente, en Jeremías 29:13, cuando Jeremías dijo, “Me buscareis y me hallareis cuando me busquen con todo vuestro corazón.” Él dijo esto en serio. No con parte de tu corazón, no con la mitad de tu corazón, no con un cuarto de tu corazón, sino cuando importa más que cualquier otra cosa como para consumirte. El reino no es para personas que quieren a Jesús para que arregle su vida un poco. El reino no es para gente que quiere a Jesús para que los eleve en la escala social. El reino no es para gente que quiere escapar del infierno. El reino es para gente que quiere que su vida sea cambiada, que quiere evitar el infierno, pero que ha llegado al punto en el que está dispuestos a pasar por un tiempo violento de convicción y odio personal, como vimos la última vez, y penitencia, y quebrantamiento, al grado que literalmente abandonan todo por Cristo. Eso es buscar con todo tu corazón.

¿Por qué es tan difícil convertirse en cristiano? Regresemos a nuestro texto. Es difícil porque usted tiene que negarse a sí mismo. Eso es lo que lo hace difícil. La negación personal al grado de llevar la cruz, al grado de obediencia sumisa a Cristo como Señor. Eso es difícil, eso va en contra de todo lo que es humano. Como dije antes, todo en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, eso es lo que nos domina.

Observe al mundo que lo rodea a usted. ¿Qué hace hacer que la gente haga lo que hace? Todo bien del interior de ellos. Ese es el deseo por el que todas sus pasiones sean satisfechas, es el deseo por que todas sus visiones sean cumplidas. Ven esto más bonito, o más bonito aquello, o esto más elegante o aquello más elegante y lo quieren. Son impulsados por estas pasiones y claro, la tercera, la dominante, es el anhelo por honor, aceptación, prestigio, prominencia, poder, influencia, afecto, respeto, soberbia. Esas son las vidas de la gente, así es como viven. Ese es su mundo.

Y esa es la razón por la que Jesús dijo, si pudieras tener todo el mundo para ti en esos términos, todo aquello que anhelas en forma pecaminosa, todo aquello que deseas, todo lo que ves y todo lo que deseas para ti mismo, y todo lo que deseas para tu propia gloria, si lo tuvieras todo sería un mal negocio si perdieras tu alma. Esa es la razón por la que en el versículo 24 él dice, “Si vas a salvar tu vida, la vas a perder. Si vas a perder tu vida, vas a encontrarla, vas a salvarla.” Entonces, tienes que rendir todo lo que eres. Literalmente va en contra de todo lo que eres. Esa es la parte violenta de esto.

Ahora, el joven rico llegó a la puerta, vio la puerta, habló a la puerta, “¿Qué hago para recibir la vida eterna?” Jesús le dijo. Él dijo, “demasiado estrecha para mí.” Se llevó sus bolsas de dinero, y se fue. Se llevó su justicia personal, y se fue. Él quería lo que su dinero podía comprar. Él quería que los deseos de su corazón sean cumplidos. El quería los deseos de sus ojos cumplidos con su dinero. Y él no iba a admitir que es un pecador para poder mantener su soberbia de justicia personal intacta. Entonces, con todo eso a la mano, él se dio la media vuelta y se fue hacia la destrucción. Él estaba en un camino religioso, pero era el ancho. Decía “cielo”, iba al infierno. Pero él podía ir por ese de manera fácil con todo su equipaje. Él podía cargar al mundo entero por ahí, mucho más atractivo. El camino ancho es fácil, fácil de entrar para estar ahí, simplemente únete a la religión, bastante flexibilidad, no hay límites, no hay fronteras, tolerancia para todo mundo.

Pero ese no es el evangelio que Jesús predicó. Jesús dijo cosas que eran tan contrastantes y estrechas. Él dijo en Juan capítulo 6, “Sino comen mi carne y beben mi sangre.” Él no estaba hablando de canibalismo, lo que él estaba diciendo es que tienes que recibirme de manera total. Tienes que abrazar todo acerca de mí. Y si no estás dispuesto a hacer eso, si tú no estás dispuesto a literalmente hacerme la comida singular para tu alma, tú no vas a entrar a mi reino. Y Juan 6 dice que muchos de sus discípulos ya no andaban más con él. Llegaron a la puerta, vieron la puerta, demasiado estrecha, nos vamos. Regresaron al camino ancho que llevaba al infierno, el camino del judaísmo en su caso. Y después Jesús se volvió a los que se quedaron y les dijo, “¿Acaso también queréis iros vosotros?” Y Pedro, en nombre de ellos dijo, “Señor, ¿a quién iremos? Tú y solo tú tienes palabras de vida eterna.” Y lo que ellos dijeron fue, “Sabemos que tú eres el único camino y hemos entrado por la puerta estrecha.”

Pase a Lucas 14 por un minuto. En Lucas 14:25, aquí hay un incidente en la vida de Jesús que le da a usted un buen entendimiento de su técnica evangelística. Grandes multitudes iban con él. Él tiene a esta masa enorme de humanidad siguiéndolo por todos lados. “Él se volvió y les dijo”- ahora, esta es una oportunidad importante, ¿qué les va a decir? Se va a volver y de manera coloquial va a compartir con ellos quien es él. ¿Qué va a decir? Escuche lo que dijo. Todos están siguiendo. Todos en cierta manera están siguiendo físicamente. Espiritualmente él dice, “Si alguno quiere venir en pos de mí”-si están viniendo espiritualmente, “y no aborrece a su propio padre y madre y esposa e hijos y hermanos y hermanas, si, y aún su propia vida, no puede ser mi discípulo.” “El que no toma su cruz”- esto es una disposición a morir –“y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.”

¡Qué mensaje tan extraño! Qué manera de mandar a una multitud a casa. Si no estás dispuesto a venir a mí en un abandono tal, completo, un compromiso total, a tal grado que podría costarte tu padre, tu madre, tu esposa, tus hijos, tus hermanos, tu hermana, y tu vida, no estás viniendo en mis términos. Lo que quiere decir, claro, con eso es estás dejando la religión de ellos, y te va a costar esa relación. Muchas personas conocen esto, claro, te conviertes en cristiano y el resto de tu familia que no es cristiano, inmediatamente es aislado. Especialmente es severo, si usted resulta venir de una familia en la que estaban estas personas, inmersa en medio del judaísmo histórico. El precio era elevado.

Entonces esta es otra manera en la que Jesús diga, te va a costar todo. Y si no estás dispuesto a pagar ese precio, aunque él no lo llegue a demandar, si no estás dispuesto a pagarlo no estás lo suficientemente desesperado. No entiendes lo estrecho que es, estás viniendo sin los deseos de la carne, los deseos de los ojos, la vanagloria de la vida, el equipaje que siempre has cargado, estás entrando sin aferrarte a todas las relaciones, no puedes arrastrar a todo mundo contigo por la puerta estrecha, entras solo. Ni siquiera puedes considerar tu vida algo a que aferrarte porque el Señor puede demandarla. Esta es una invitación verdadera. Y es lo que está diciendo de regreso a nuestro texto. Regrese al capítulo 9 en las palabras, “Niéguese a sí mismo.”

Realmente estoy convencido de que la mayoría del evangelismo popular en la actualidad atrae a la gente y la engaña. Promete un plan maravilloso, cómodo para la vida de todo mundo, no dicen nada de una puerta estrecha, un camino angosto. Su tema es el amor de Dios, no hay mención de la ira de Dios. Tiende a ver la gente como privada, en lugar de depravada. Está llena de compasión y entendimiento en una mención del pecado y la ira y el juicio. No hay un citatorio al arrepentimiento, no hay advertencia de juicio, no hay un llamado al quebrantamiento, no hay expectativa de una corazón contrito, no hay un deseo de tristeza por el pecado. Simplemente llama a una decisión momentánea, rápida, unas cuantas palabras, y después algunas promesas de salud y felicidad y bendición.

Eso no es lo que Jesús dijo. Es una encrucijada. Y convertirse en cristiano, es violento, porque usted quiere aferrarse a sí mismo. Y esa es la razón por la que el espíritu de Dios tiene que venir como Juan nos dice en su evangelio, con convicción inmensa. El Espíritu viniendo a convencerlo a usted de pecado y de justicia y de juicio. Y después una batalla violenta se libra. Es en esa violencia que algunos llegan a la contrición y al arrepentimiento, desesperación, abandonando todo lo que han tenido como preciado en el pasado, y abrazan a Cristo a costa de lo que sea.

Ahora, Jesús le pone algo de dientes a su mensaje en el siguiente versículo. Y simplemente vamos a detenernos en el siguiente versículo. Aquí está la fuerza que él usa para esforzarse por hacer que estas personas tomen la decisión correcta. “Porque el que se avergonzare de mí, y de mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en Su gloria y la del Padre, y de los santos ángeles.”

Jesús identifica a aquellos que no se quieren arrepentir, aquellos que no creerán, como aquellos que se avergüenzan, aquellos que se avergüenzan. “El que se avergonzare de mí y de mis palabras.” Aquel que no me quiere a mí ni a mí evangelio, y no puede usted separar a los dos. Muchas personas han admirado a Jesús de pie, pero odian el evangelio. Muchas personas que admiran a Jesús, y admiraron al evangelio no salvador, y no bíblico que han oído, pero Jesús dice, “Si están avergonzados de esto-si ustedes rechazan, si ustedes desprecian, si ustedes les parece inaceptable.” A mí y a mis palabras, entonces voy a encontrarlos a ustedes inaceptables. Voy a encontrarlos a ustedes, vergonzosos. Voy a verlos como despreciables. Si piensan que este evangelio es necio, voy a verlos como necios.

En Mateo 10:32-33 Jesús dijo de manera semejante, “Si me confesares delante de los hombres, os confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Pero si me niegan delante de los hombres, los voy a negar a ustedes.” Se reduce a eso. ¿Está usted dispuesto a confesar el Cristo del Nuevo Testamento quien es el Cristo verdadero. Y el evangelio que él proclamó, el cual es el evangelio verdadero? ¿No está usted avergonzado de eso, de tal manera que usted abierta y publica lo va a confesar? O ¿está usted avergonzado de él, y de sus palabras, y como consecuencia niega que él es quien dice ser, o que su evangelio es el mensaje verdadero? Si usted es un negador, si usted se avergüenza de él, si la predicación de la cruz para usted es locura, entonces usted está entre los que están pereciendo.

Usted quizás admira a Jesús. Usted podría decir, “Señor, Señor, hicimos muchas obras en tu nombre, predicamos en tu nombre, echamos fuera demonios en tu nombre,”- pero usted va a oír, “Apartaos de mí, nunca os conocí hacedores de maldad.” Admiración no es suficiente. Decir que usted valora a Cristo, que usted sirve a Cristo, no es suficiente. Hay muchos así, muchos, muchos. Mateo capítulo 7 dice, “Muchos dirán.” Muchos en el camino ancho son aquellos que han admirado a Jesús, pero no entraron por la puerta estrecha. No vinieron con un corazón contrito y quebrantado. No vinieron aplastados bajo el precio de la ley de Dios, con una actitud penitente, abrazando su condición verdadera, como desesperada y condenadora, y clamando por salvación, de la única fuente, el Señor Jesucristo.

En el capítulo 13 de Lucas, porque quiero que vea usted que este fue el tema que con frecuencia Jesús tocó. Él está pasando en el versículo 22 de una ciudad y aldea a otra, y él está siguiendo por su camino. “Y alguien le dijo,”- lo cual señalamos antes, “-¿Señor, son solo pocos los que se salvan? Y él les dijo, esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque muchos os digo, buscarán entrar y no podrán. Una vez que la cabeza de la casa se levanta y cierra la puerta, y usted comienza a estar de pie afuera y a tocar, a llamar la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Entonces, él os responderá y os dirá, no sé de dónde sois.

Entonces comenzareis a decir, “Comimos y bebimos en tu presencia.” Quizás estuvimos ahí cuando alimentaste a los cinco mil, enseñaste en nuestras calles. Quizás estuvieron en Capernaum o en alguna otra aldea. Y él les dirá, “Os digo, no sé de donde sois, apartaos de mí hacedores de maldad. Admiradores de Jesús, seguidores de Jesús, sí, sí tuvieron comunión con él, estuvieron ahí, lo escucharon a él enseñando en la calle. Él dice, “Apartaos de mí hacedores de maldad.” “Habrá lloro,”- versículo 28,”- crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios y vosotros siendo echados. Va ser difícil aceptar esto, para ustedes.”

Entonces, el Señor dice, “Si no me conocen en mis términos, no los conozco en absoluto. Si no han entrado por la puerta estrecha, de arrepentimiento, convicción por tu propio pecado, y abandono de ti mismo, con tal desesperación que clamas por salvación y justicia, y cielo, sea cual sea el costo.” Entonces no entraste por la puerta estrecha. Y virtualmente te avergonzaste de Jesús y sus palabras, y lo vas a encontrar avergonzado de ti. ¿Y cuándo es que eso finalmente se manifestará, ese tiempo de vergüenza? El dice, en este versículo, y es muy específico. Él dice, “Cuando él venga”, cuando él venga.

Cuando un pecador muere en la actualidad, termina en el infierno inmediatamente, inmediatamente. En castigo consciente. Usted no tiene que esperar el regreso de Jesucristo para eso. Pero es casi como estar en la cárcel antes de su sentencia, hasta su juicio. Alguien comete un crimen, son sorprendidos en el crimen, son colocados en la cárcel, y esperan la sentencia final. ¿Cuándo vendrá eso? Eso vendrá cuando él venga en su gloria. Él vendrá por su iglesia, pero su gloria no será manifestada en la tierra, la iglesia simplemente desaparecerá en el rapto. Después vendrá un tiempo terrible de tribulación y gran tribulación. Y después Jesús regresará en gloria brillante. Él va a regresar.

Y la descripción de su venida es dada en palabras muy, muy vividas en 2 Tesalonicenses 1:7. Cuando él venga en su segunda venida, él vendrá en su gloria y también acompañado por la gloria del Padre, y la gloria de los santos ángeles. Es expresado en el versículo 7 del capítulo 1, “Cuando el Señor Jesús se ha manifestado desde el cielo, con sus ángeles poderosos en llama ardiente.” Jesús viene en su gloria. Los ángeles vienen en su gloria, y quizás el fuego refulgente también habla del Padre, quien fue manifestado muchas veces en el Antiguo Testamento en la llama de fuego, que guió a Israel de noche y moraba en el lugar santo, estaba ahí morando en el lugar santo, el fuego que Moisés vio y los hijos de Israel vieron en el Sinaí representaba a Dios. Un fuego brillante magnifico, refulgente de la presencia de Dios.

Cristo viene, los ángeles vienen, la gloria de Dios es desplegada, Mateo describe eso, Mateo capítulo 24, Jesús viniendo en gloria. Mateo capítulo 25, Jesús viniendo en gloria, inclusive Mateo capítulo 26 hacia el final del capítulo, de nuevo Jesús viniendo en gloria. Y cuando él viene, versículo 8 dice, “Él dará retribución”-castigo. Esa es la razón por la que llamamos este tercer punto, castigo. “Dando castigo a aquellos que no conocen a Dios.” No conocen a Dios, ¿Por qué no conocen a Dios? “Inclusive aquellos que no obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesucristo.”

Si usted no obedece el evangelio, usted no puede conocer a Dios, ¿verdad? No hay ninguna otra manera de ser salvo. ¿Y que va a suceder si él va a dar castigo? ¿Cuál es el castigo? Versículo 9, “Estos pagarán el castigo de destrucción eterna,”-eso significa que eternamente estarán enfrentando una destrucción no terminal- “excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder.” Serán despedidos de la presencia de Dios en donde hay lloro eterno, y crujir de dientes, y lloro.

Entonces, cuando Jesús viene en su gloria a la tierra, en la segunda venida, al final de la historia humana como la conocemos, el final del día del hombre, se llevará a cabo la destrucción de los impíos, y serán enviados a la destrucción eterna. El Señor entonces, establece su reino milenario. Y al final de los mil años del reino, viene el tribunal final. Pase a Apocalipsis capítulo 20 y solo le voy a pedir que vea esto de manera breve. Apocalipsis capítulo 20.

Juan, viendo ese futuro al final del reino. Este es el acontecimiento final en el universo como lo conocemos. “Vi un gran trono blanco, y al que se sentaba sobre él.” El momento que Juan ve esto dice, “De cuya presencia la tierra y el cielo huyeron.” Esa es la destrucción del universo. Simplemente desaparece. “Y no se halló lugar para ellos.” Deja de existir, el universo entero. Dios va a deshacerlo más rápido de lo que él lo creó. Y después están “los muertos, grandes y pequeños” – eso significa importantes y no importantes. Todos son traídos “delante del trono, los libros fueron abiertos,”- simplemente identificando el hecho de que Dios tiene una cuenta perfecta de todo nuestras vidas, - “y se abrió otro libro, el libro de la vida,” – ese es el libro en el que aquellos que son salvos, están registrados, sus nombres están escritos. “Y los muertos fueron juzgados por las cosas escritas en los libros, según sus obras.” Eso es trágico, porque sus obras son malas, las de todos los hombres.

“El mar entregó a los muertos que había en él. La muerte y el Hades entregaron a los muertos que había en ellos.” Los muertos literalmente vienen con un cuerpo resucitado, preparado para dolor eterno, y son traídos delante de este gran trono, “y cada uno de ellos fue juzgado por sus obras,”- porque eso es lo único por lo que pueden ser juzgados. Y cuando usted es juzgado por sus obras, usted es condenado. “Y la muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda, el lago de fuego. Y si el nombre de alguien no se halló escrito en el libro de la vida, fue arrojado al lago de fuego.”

La única manera de escapar del lago de fuego, es que el nombre de usted esté en el libro de la vida. El nombre en el libro no significa que usted no tuvo ninguna obra de pecado, significa que sus obras fueron cubiertas y pagadas por el sacrificio de Cristo. Entonces, cuando Cristo venga en su gloria, y cuando venga en la gloria del Padre, y de los ángeles santos, usted puede leer de eso también en Apocalipsis 19, retratándolo como cabalgando del cielo, por así decirlo, sobre un gran caballo blanco viniendo a conquistar y a destruir. Cuando él venga a tratar con los impíos para destruirlos, a castigarlos con castigo eterno, a traerlos delante del tribunal final, para su sentencia final, es en ese punto que el Señor va a manifestar que él está avergonzado de todos aquellos que estuvieron avergonzados de él y de su evangelio.

Es una realidad seria, seriamente aterradora. Y entender lo que está en juego, ¿de qué sirve, cuál es el beneficio, que utilidad hay si usted gana el mundo entero, satisfaciendo todos los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida? Si usted fuera a obtenerlo todo, ¿de qué importaría cuando usted perdiera su alma eterna? Mucho mejor entrar por la puerta estrecha. Y esa es la razón por la que Jesús dice, “Si quieres estar en el cielo, si quieres seguirme para entrar al reino, niégate a ti mismo, toma tu cruz, y sígueme.”

Padre, esta es la verdad como Tú la has presentado en las páginas de las Sagradas Escrituras. Y llama a cada uno de nosotros a examinar nuestro destino. ¿A dónde nos estamos dirigiendo? ¿Estamos abrazando la vida de manera egoísta? ¿Abrazando los anhelos y deseos de nuestros propios corazones caídos? ¿Aferrándonos a nuestras propias comodidades, riquezas, opiniones, méritos, moralidad? Si lo estamos haciendo, nos estamos dirigiendo a la destrucción.

Ayúdanos Señor, a ser despertados por Tu Espíritu Santo, para que nos veamos a nosotros mismos como nada, como los peores de los pecadores. Mendigos, privados, dispuestos inclusive a morir, sabiendo que si nos vemos a nosotros mismos así, y abrazamos a Cristo, seremos un príncipe con Dios para siempre. Y recuérdanos que únicamente un necio lucha con una decisión como esta. No queremos ser como aquellos en el día de Jeremías que dejaron la fuentes de aguas vivas para usar contenedores rotos que no contenían agua.

Danos el corazón quebrantado de arrepentimiento verdadero, y después llénanos con Tu gracia. Te damos gracia por la claridad con la que Tu Palabra habla, que no hay necesidad de malentender el evangelio. Que seamos fiel en su proclamación también.

Te damos gracias en el nombre de Cristo. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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