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Abramos la Palabra de Dios al capítulo 23 del Evangelio de Lucas. Lucas 23. En nuestro estudio de este Evangelio maravilloso, llegamos ahora al relato breve de la muerte de Jesucristo; se encuentra en los versículos 44 al 47. Permítame leerlo: “Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora novena. Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu’, y habiendo dicho esto, expiró”. Hasta ahora en el relato de la crucifixión de Jesucristo, usted podría pensar que Él es una mera víctima de la injusticia y crueldad humanas.

En la burla de la secuencia de los juicios, tanto judío como romano, a los cuales él fue sujeto, hay una declaración repetida de su inocencia; y, sin embargo, Él es condenado a morir; tendría que ser catalogado como uno de los actos más injustos jamás perpetrados en contra de un hombre por parte de un tribunal en la historia; más allá de eso, sería el acto humano más injusto porque Cristo era absolutamente perfecto. Es lo peor que los hombres podían hacer, es lo peor que los hombres jamás hicieron. La injusticia es evidente, y fue seguida por crueldad, que es igualmente impía; convertir en Jesús en el objeto de sus burlas, mofándose de la idea que Él es algún tipo de rey, los soldados romanos siguiendo la guía de los líderes religiosos del judaísmo, meten una corona de espinas en su cabeza, como una corona real de burla, y le arrojan una túnica púrpura, y le colocan un cetro falso en su mano, y lo reconocen como algún tipo de rey con un sarcasmo burlón.

Cuando Él finalmente es llevado a ser crucificado, crucifican a un ladrón a un lado, y a otro a otro lado, y de esta manera se burlan de la idea de un rey que tiene a sus dos asistentes más nobles a su derecha y a su izquierda; y después expresan abuso mediante su boca los líderes, la gente, los ladrones que estaban a su lado, y los soldados también, blasfemándolo con sarcasmo como si Él fuera algún tipo de rey; y hemos llamado a eso la ‘comedia en el Calvario’; tenía la intención de que fuera una burla total, tenía la intención de ser la mofa del tipo más bajo. Pero algo dramático sucede en la culminación de la comedia: se convierte en un drama; y en donde los líderes judíos, quienes estaban dirigiendo todo esto, realmente estaban ocupando el centro del escenario, alguien más ocupa el centro del escenario. En un momento la comedia guarda silencio, y el drama comienza. Aquellos que estaban llevando a cabo los papeles, las funciones primordiales en la comedia desaparecen, y una gran persona ocupa el centro del escenario; y no es ningún otro que Dios mismo. Dios se aparece ese día en el Calvario, y convierte la comedia en drama.

Todos nosotros entendemos la muerte de Cristo, todos entendemos que Cristo murió por nuestros pecados, todo cristiano verdadero sabe eso y lo cree; pero tendemos a ver la cruz de Cristo, o en sus aspectos físicos, de lo cual les recordé hace algunas semanas atrás que fueron lo mismo para los ladrones como lo fue para Jesús; y nos enredamos en el sufrimiento físico, o tendemos a verlo como este gran sacrificio amoroso por parte de Cristo lo cual fue; ningún hombre tiene mayor amor por sus amigos, un hombre que pone su vida por sus amigos. Él dijo eso.

Y mientras que es verdad que hubieron torturas físicas que necesitan ser entendidas, y hay amor que necesita ser entendido y necesita ser enfatizado, hay un elemento en el Calvario que se presenta como un elemento primordial en la revelación del Nuevo Testamento, que con frecuencia es pasado por alto, y ese es la presencia de Dios; el Calvario tiene que ver más acerca de la ira de Dios, que con cualquier otra cosa. Sí, es crueldad e injusticia humanas en su peor expresión; sí, es una expresión de amor sacrificial en su mejor expresión; pero sobre cualquier otra cosa, lo que sucede en el Calvario, tiene significado para usted y significado para mí, debido a lo que Dios hace ahí. Es cuando Dios se aparece en el Calvario, que se convierte en el acontecimiento salvador, ¿qué es?, Jesús es una víctima de injusticia humana. Jesús sufrió un dolor horrendo, agonizante; Jesús murió de manera dispuesta, amorosa, sacrificando su vida; esas cosas son verdad. Pero necesitamos pensar en mayor profundidad, necesitamos salir de la parte baja –por así decirlo– de la alberca, y entrar a las profundidades; y usted hace eso cuando comienza a ver a Dios en el Calvario. Jesús fue crucificado a las 9:00 de la mañana el viernes de la semana de la Pascua.

Durante las primeras tres horas, el pueblo y los gobernantes y los soldados, inclusive los criminales dominaron la escena; la blasfemia, el ridículo, la burla, el menosprecio, los insultos, solo hay un hombre que es la excepción a la regla a lo largo de estas primeras tres horas, y ese es uno de los ladrones a quien le es dada vida y luz por parte de Dios, y ve la verdad, y es salvado de manera maravillosa, mientras que está colgando ahí al lado de Jesús; el resto están contentos con disfrutar de la broma lo más que pueden, pero la comedia termina al medio día; tuvieron sus tres horas y se acabó, y cuando terminó, realmente se acabó. Dios ocupó el centro del escenario; había sido el teatro del pueblo, y ahora era el teatro de Dios; ellos habían sido los actores en el escenario, y ahora Dios sería el actor.

Estos tres versículos son lo suficientemente simples, realmente no demandan un bosquejo; será casi como entrometerse en su simplicidad, y usted ciertamente no debe sermonizar esto como si de alguna manera pudiera mejorar esto; la estructura es obvia, no hay lugar para inventar algún mecanismo que invade la magnificencia simple de esto, así que simplemente veamos estos tres versículos, y veamos lo que nos dicen. Versículo 44: “Cuando era la hora sexta”, eso sería el medio día, eso sería el medio día; el día judío esencialmente comenzaba a las 6:00 de la mañana; ahora recuerde, ellos no tenían relojes, entonces ellos no contaban el tiempo en horas, minutos y segundos; el día judío comenzaba alrededor de las 6:00 de la mañana, una hora variaba en su extensión en diferentes épocas del año; pero la hora sexta siempre era al medio día, el sol en su ápice. Ese es un hecho muy importante. La primavera en la tierra de Israel, a medio día, un día soleado, brillante, árido, seco, casi tan soleado que usted se encuentra ahí cerrando los ojos aún cuando usted no está viendo al sol de manera directa; era el medio día. Pasa a Juan 19 porque quiero aclararle algo.

Juan, como Mateo, Marcos y Lucas, tiene su registro histórico de la muerte de nuestro Señor Jesucristo, el cual encaja de manera perfecta con todos los demás; pero hay una nota interesante que debemos señalar aquí en Juan 19:14, Jesús está ante Pilatos, y dice en el versículo 14; era la preparación de la Pascua, Jesús está ahí en el asiento del juicio, de acuerdo con el versículo 13 llamado ‘el enlozado’, en hebreo ‘gabata’, y Él está ante Pilatos, y dice ahí que era como la hora sexta; acabamos de leer Lucas 23 qué era la hora sexta, y Jesús ya había estado en la cruz tres horas, eran las 9:00 de la mañana siguiendo el conteo judío. ¿Cómo puede ser también la hora sexta cuando Jesús está con Pilatos? Respuesta simple: cuando usted está en el salón del juicio de Pilatos, y en la esfera de Pilatos, usted está en el tiempo romano, y el tiempo romano es calculado a partir de la media noche; son las 6:00 de la mañana cuando Jesús está ante Pilatos, y Pilatos finalmente decide, aunque sabe que Jesús es inocente, bajo la presión y manipulación del pueblo, y su intimidación, y él va a enviar a Jesús para ser crucificado.

Y entonces, Juan simplemente señala que son las 6:00 de la mañana, de acuerdo con el tiempo romano; todavía está delante de Pilatos; tres horas después, a las 9:00 de la mañana, él es crucificado; tres horas después, la comedia termina. Y durante esas tres horas que Jesús está en la cruz, usted puede regresar a Lucas 23; durante el tiempo que Jesús está en la cruz, nuestro Señor habla tres veces. Primero dice: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”; en segundo lugar, Él ve a su madre María, y Juan, el amado apóstol, y Él dice: “He aquí tu madre, he aquí tu hijo”, lo que está diciendo es encomendar el cuidado de su madre a Juan; y lo tercero que Él dijo al ladrón que estaba colgado a su lado: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”; en tres horas, Él solo hizo tres afirmaciones.

El aire estaba lleno de palabras, pero era burla y menosprecio y abuso, en contra del rostro del Jesús crucificado por parte de la multitud; pero al medio día, dice esto: “Hubo tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora novena; y el sol se oscureció”, literalmente ‘fracasó’, ‘se apagó’. Este es medio día, el sol en su ápice, a la mitad del cielo, con un brillo refulgente, e instantáneamente hay oscuridad total; el sol se apaga, no hay luna, no hay estrellas, está totalmente oscuro; ni siquiera puede imaginarse el shock, no se lo puede imaginar. Ellos sabían lo que habían estado haciendo, burlándose, blasfemando, y de pronto en un momento aterrador, de pánico, molesto, sacudiendo su seguridad, llevándolos a un punto de sobriedad en sus mentes frívolas; sin advertencia, su mundo se oscurece de manera total; no hay electricidad, no hay luz, solo esas lámparas de aceite con una mecha flotante, y nadie tenía esas a la mitad del día; cae sobre la tierra entera, no sabemos qué tan lejos; ¿el Calvario? ¿Jerusalén? ¿Judea?, no sabemos qué tan lejos, pero abarcó a esa nación.

¿Qué causó esta oscuridad? Algunos han sugerido que éste es un eclipse natural; eso no es posible, debido a que la Pascua es establecida por la luna llena, y usted no puede tener un eclipse con una luna llena. Otros han sugerido que esta es la presencia de Satanás, que está trayendo el poder de las tinieblas en contra de la cabeza de Jesús; bueno, sabemos que antes, en Lucas, Jesús había dicho: “Esta es la hora para las tinieblas”, y entendemos que el reino de Satanás se caracteriza por la oscuridad moral y espiritual, pero Satanás no está a cargo del mundo natural; sí oscuridad moral, sí oscuridad espiritual, pero esta es ninguna de esas dos, esta es oscuridad de un tipo natural, pero sin explicación natural alguna. Solo tenemos una alternativa más, y es Dios. ¿Cómo verían los judíos esto? Ellos dirían: “¿Hoy un eclipse?”; no, luna llena, Pascua; dirían: “¿Satanás ha llegado?”, ¿lo dirían?, no, no. ¿Qué dirían? ¿Cuál sería su primer pensamiento cuando la oscuridad instantánea, total, hubiera llegado y no podían ver su mano en frente de sus rostros, y la oscuridad ha durado durante tres horas sólidas; no podían moverse, no podían descender del monte, no podían ir a ningún lugar, no había lugar en ningún lugar.

¿Qué habrían pensado? ¿Cuál habría sido el pensamiento que habría entrado en sus mentes? Alguien podrá decir: “Bueno, ellos no pensarán en Dios, porque Dios es luz”, algunas veces, eso es verdad; Dios apareció originalmente al guiar a Israel sacándolos de Egipto como una luz en el día, y luz en la noche, una nube de luz en el día, y una luz ardiente de noche, y Dios descendió en la luz ‘shekinah’ para morar en el Lugar Santísimo en el tabernáculo, y de nuevo en el templo, y es verdad que el Salmo 27:1 y otros Salmos dicen: “Jehová es mi luz y mi salvación”, y Dios se asocia a sí mismo con la luz. Pero también sabían que con mayor frecuencia Dios se asocia a sí mismo con la oscuridad, ellos lo sabían muy bien.

Eso se remontaría al capítulo 15 de Génesis, en donde Dios viene a hacer un pacto con Abraham, y Dios dice: “Voy a hacer un pacto contigo para bendecirte, y a través de ti, bendecir al mundo, –el pacto abrahámico– y quiero sellar ese pacto en sangre. Entonces, quiero que mates algunos animales, los partas por la mitad, y coloques las mitades uno en frente del otro; coloque un ave muerto por aquí, y un ave muerto por allá, y alínea todos esos pedazos sangrientos”, lo cual es lo que hacían en tiempos antiguos, hacían eso como un símbolo de hacer un pacto de sangre, las dos personas que hacían el pacto caminaban por en medio de las partes sangrientas y eso sellaba el pacto; nada más que en caso de Dios, este es un pacto unilateral, incondicional, y Dios lo hace consigo mismo, y no hay condiciones que Abraham tiene que cumplir; y entonces hace que Abraham se duerma; eso es exactamente lo que Génesis dice que sucede cuando Dios llega. “Cuando el sol se estaba metiendo, he aquí terror y gran oscuridad”, cuando Dios se apareció, se apareció como oscuridad, se apareció en forma de juicio. En Éxodo 10, de nuevo, con el pueblo de Israel, la oscuridad se asocia con la presencia de Dios.

El Señor le dijo: “Moisés, estira tu mano hacia el cielo –esto es en Egipto– para que haya oscuridad o tinieblas sobre la tierra de Egipto”, inclusive tinieblas que pueden ser palpadas. Cuando Dios trae oscuridad, es tan densa que usted puede sentirla. En el capítulo 19 de Éxodo, después de que se habían ido de Egipto, llegaron al pie del Monte Sinaí, y estuvieron a los pies del monte; capítulo 19, versículo 17, pero versículo 16 dice que había relámpagos y truenos, y una nube sobre el monte; versículo 18 dice: “El Señor descendió, y fuego con Él, y su humo ascendió como el humo de un horno, y el monte entero se sacudía fuertemente”. El capítulo 20 repite el mismo drama: Dios viene, hay oscuridad, oscuridad densa, humo; y usted encuentra la misma representación de Dios en Isaías 8:22, y otros lugares. El pueblo de Israel habría sabido bien que la presencia de Dios podía estar asociada con oscuridad sobrenatural inexplicable; no estamos hablando de unas cuantas nubes que oscurecieron o se colocaron en frente del sol, estamos hablando de una oscuridad densa.

Pero hubo algo más en esto, porque el lado de oscuridad de Dios siempre estaba asociado con el juicio, con juicio; hay un tema muy conocido en el Antiguo Testamento, y está construido en torno a una expresión llamada ‘el Día del Señor’ o ‘el Día de Jehová’; algunas veces inclusive usted lo ve en algunas versiones con letras mayúsculas porque es un término técnico; lo que describe es el juicio final, como si dijera: “Hoy es el día del hombre, pero viene el Día del Señor”, está por venir el día cuando Dios viene en un juicio final, escatológico, devastador, destructor; y el Día del Señor está asociado con juicio, y juicio con oscuridad. Joel 1, Joel escribe acerca de esto en el versículo 15: “He aquí el día, porque el Día del Señor está cerca, y vendrá como destrucción del Todopoderoso”. ¿Cuáles son sus características? Joel 2:10: “La tierra tiembla, los cielos se sacuden, el sol  y la luna se oscurecen, las estrellas pierden su brillo. El Señor pronuncia su voz ante su ejército, ciertamente su campamento es muy grande porque fuerte es Aquel que lleva su espada”, el Día del Señor es, de hecho, grande y muy terrible, y quién puede soportarlo; es destrucción, es devastación, es mortal, y nadie sobrevive.

Al final de ese segundo capítulo de Joel, en el versículo 30: “Desplegaré maravillas en el cielo y en la tierra”, y sigue hablando del Día del Señor: “Sangre, fuego, columnas de humo; el sol se convertirá en oscuridad, la luna en sangre, antes de que venga el gran y terrible Día del Señor”. El siguiente de los profetas es Amós, Amós 5:20: “¿Acaso el Día del Señor no será oscuridad en lugar de luz?”; Amós 8:9: “Y sucederá que en aquel día declara Jehová Dios, que haré que el sol descienda en la tarde y haré que la tierra esté oscura a plena luz del día”, bastante específico; Sofonías 1:14: “Cercano está el gran Día del Señor, cercano, y viene muy rápido. Escuchad el Día del Señor; en él, el guerrero llora amargamente”; un día de ira es ese día, un día de turbación y problema, un día de destrucción y desolación, un día de oscuridad, un día de nubes y densa oscuridad.

Ellos sabían que la oscuridad sobrenatural estaba asociada con el juicio divino, estaba asociada no solo con la presencia divina, sino con la presencia divina en el juicio; no solo la presencia divina en juicio, sino ese juicio final; el pensamiento debería haber llegado a su mente conforme estaban burlándose de Jesús, y mientras que su mundo entero se oscureció en un momento, la comedia realmente se acabó. Por cierto, unos cuantos versículos más adelante, cuando descendieron del monte, finalmente cuando la luz regresó, se estaban golpeando su pecho como una muestra de tristeza y temor. La oscuridad simboliza ira divina. Este tipo de oscuridad densa, más severa que la oscuridad que ocurrió en el pacto con Abraham, más severa que la oscuridad que ocurrió en el Sinaí; ésta es la oscuridad del Día del Señor, esta es esa oscuridad final; ¿qué simboliza?, la presencia de Dios en juicio.

Esa es la razón por la que digo que hay un nuevo actor en el escenario; el personaje principal es ahora Dios, y Él ha entrado a ocupar el lugar principal en el escenario. Dios llegó al Calvario, no en luz sino en oscuridad; se apareció para desatar juicio; no en el sentido escatológico en el futuro en contra de los impíos, sino en el sentido soteriológico en contra del piadoso. Lo que realmente está pasando en el Calvario –y aquí es en donde usted entra en mayor profundidad con el entendimiento de esto–, va más allá del sufrimiento físico, va más allá del sacrificio de Cristo; es ira divina, que se está derramando en su forma final. La ira eterna está a punto de ser soltada, y la oscuridad está por todos lados. Usted lo podría decir de otra manera: Dios trajo el infierno a Jerusalén en ese día. Mateo 8:12, Mateo 22:13, Mateo 25:30 Jesús llama al infierno ‘las tinieblas de afuera’; el agujero negro definitivo, en donde hay lloro y crujir de dientes, en la oscuridad eterna sin alivio; es la oscuridad de la presencia de juicio por parte de Dios, es la oscuridad de la presencia del juicio de Dios.

Entonces, desde el medio día hasta las 3:00 de la tarde, el infierno vino a Jerusalén y a Judea; Dios se apareció en ira. Y lo que es interesante, es que no fue ira en contra de los romanos, y no fue ira en contra de los líderes judíos, y no fue ira en contra del pueblo, fue ira en contra del Hijo. Dios desató la totalidad de su furia en contra de Jesucristo. Como Isaías lo expresó en Isaías 13:9: “Ira con enojo intenso”, el infierno vino aquí. ¿Qué es el infierno? El infierno es donde Dios castiga a la gente para siempre, el infierno es donde Dios derrama su furia en contra de la gente para siempre; Dios es el poder que está detrás del castigo en el infierno. Cuando usted dice que el infierno es estar separado de Dios, solo en el sentido de su presencia de consuelo, no en el sentido de su presencia de castigo; Él es el que destruye tanto el cuerpo como el alma en el infierno, Él es el Rey del infierno, no Satanás; y Dios, quien es el castigador de todas las almas en el infierno eterno, se aparece en la oscuridad del Calvario para castigar a su Hijo, y Él le da a su Hijo el infierno eterno a favor de todos aquellos que creerían a lo largo de la historia; esta es la copa que Jesús esperaba en el huerto, con una repulsión tal, que pidió que si hubiera una manera de evitarla, lo querría evitar.

Durante esas tres horas no hay comedia, no hay burla, no hay insultos, no hay blasfemia, no se registra nada de esto, nadie dijo nada, ni siquiera Jesús, Jesús no habla durante estas tres horas, y tampoco lo hace alguien más; en estas tres horas Jesús sufre el infierno eterno por todos aquellos que creerían en Él. Entonces, la oscuridad no es la ausencia de Dios, es lo opuesto, es la presencia de Dios en juicio completo, venganza y furia, ira infinita movida por justicia infinita, suelta castigo infinito en contra del Hijo infinito que puede absorber un infierno eterno por todos aquellos que jamás creerían en tres horas; es aquí que Él lleva en su propio cuerpo nuestros pecados, es aquí que Él fue hecho pecado por nosotros, Él que no conoció pecado; es aquí que Él es herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados; es aquí que Él es hecho maldición por nosotros.

Estas son las tres horas de la ira de Dios en contra de Él. Es algo sorprendente en qué pensar. Toda la gente que pasará la eternidad en el infierno, pasará la eternidad ahí porque nunca podrán ser capaces de pagar por sus pecados; y, sin embargo, Jesús, en tres horas, pudo pagar de manera total por todos los pecados de toda la gente que jamás creería. ¿Cómo? Porque una cantidad infinita de ira solo puede ser absorbida por una persona infinita. ¡Sorprendente! Dice: “Hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena”, en la hora novena se acabó, tres horas. 3:00 de la tarde, y la luz regresa. Marcos nos dice lo que Jesús dijo, él habla, Marcos 15:33: “Cuando había llegado la hora sexta, –lo mismo que Lucas dice– oscuridad cayó sobre la tierra entera hasta la hora novena”. En la hora novena, a las 3:00 de la tarde, la oscuridad ya se fue; en esa hora novena, la oscuridad ha desaparecido. Jesús clamó a gran voz: “¡Eloi, Eloi, lama sabachthani!”, lo cual se traduce: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?”, ¿cómo debemos entender esto?

Los teólogos han pensado y hablado y escrito volúmenes acerca de esto; ciertamente no espero tener un entendimiento más profundo acerca de esto que ellos; pero no creo que es tan complicado como algunos han tratado de presentarlo. Quizá la expectativa de Jesús, el hombre, fue cuando la oscuridad se acabara, y Él había llevado de manera total para la satisfacción de Dios, la furia de Dios, a favor de todos los que creerían que habría consuelo inmediato, que habría habido un afecto instantáneo por parte del Padre, que Él no habría percibido la presencia de juicio de Dios, sino que Él habría percibido el consuelo dulce de comunión con Dios; pero no fue así, no fue así. La ira se acabó. Dios ha estado ahí en la totalidad de su presencia; Él no ha estado ausente, Él ha estado presente, derramando su ira; pero cuando la oscuridad se fue, así también Dios, en alguna manera inexplicable, divina.

Creo que lo que nuestro Señor está diciendo es: “¿En dónde está el consuelo?”, hubo un momento después de que el juicio se acabó, después de que Él había llevado toda la furia de la presencia de juicio de Dios, que Él esperaba consuelo dulce y no estuvo ahí; y en el agotamiento inimaginable después de la oscuridad: ““¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?”, esa es una pregunta apropiada, ‘por qué’. No es que Dios le trajo consuelo instantáneo, comunión instantánea, dulce; bueno, me parece que este es el sufrimiento final del infierno, este es un recordatorio para todos los pecadores de que mientras que el infierno es la furia total de la presencia de castigo personal de Dios, Él nunca estará ahí para confortar, para consolar, Él nunca estará ahí para mostrar consuelo, Él nunca traerá alivio.

Y si Dios va a soportar un infierno completo, es tanto un castigo de Dios, como la ausencia de consuelo; este es el infierno, y el infierno vino al Calvario en ese día en su totalidad, en su plenitud. “¿Por qué me has desamparado?”, pero ese es el infierno, ese es el infierno, castigo sin alivio. La expresión ‘¡Dios mío, Dios mío!’, ¿podría verla usted como algo indiferente o menos afectiva que ‘Padre’? Es la única ocasión en el Nuevo Testamento entero en donde Jesús se refiere a Dios como alguien diferente de Padre, siempre Padre, excepto por ‘¡Dios mío, Dios mío!’. ¿Es eso indicativo de algún tipo de cambio en su actitud hacia Dios? ¿Acaso Él ha perdido su afecto hacia su Padre? Creo que puedo ayudarlo con eso. Jesús usó expresiones dobles en varias ocasiones.

La primera es ‘Marta, Marta’, ¿fue eso una ausencia de afecto?, no creo; fue la presencia de decepción, ¿no es cierto? ‘Marta, Marta’, es una expresión íntima, es una expresión de amor con decepción en ella; ¿qué hay acerca de esto?, eso es Lucas 10:41. Qué hay acerca de Lucas 20:22 al 31, Él ve a Pedro y dice, ¿qué?: ‘Simón, Simón’, ¿es esa una falta de amor?, no, es una expresión de intimidad con decepción en ella. Qué hay acerca de Lucas 13:34: “Jerusalén, Jerusalén, (¿esa es una falta de amor?) cuántas veces quise reunirte, pero no quisiste. Ahora tu casa es desamparada”; es afecto con decepción en ella. Y así lo es ‘¡Dios mí, Dios mío!’, es afecto íntimo con decepción. No es diferente de David, quien dijo: “Absalón, Absalón, hijo mío”, es afecto con decepción. Usted puede voltearlo y oír esto, Mateo 7: “Muchos me dirán: ‘Señor, Señor’, y yo les diré: ‘Nunca os conocí’”, esas personas que son rechazadas por el Señor, quienes tienen en su mente la idea de que tienen una relación muy íntima con Él serán decepcionadas. Cuando Él dice ‘¡Dios mí, Dios mío!’, esto es íntimo, pero es la decepción del momento; ¿en dónde está el consuelo?, pero ese es el infierno que Él soportó.

Y después, versículo 45, Dios subrayó la obra que Él había hecho en la cruz. Lucas 2 dice, esto es tan asombroso, pero dicho de una manera tan suave: “Y el velo de templo se rasgó por la mitad”; cuando usted lo lee es algo que parece no ser importante; usted tiene que entender lo que está pasando aquí; ha estado oscuro durante tres horas, totalmente oscuro, nadie pudo ver su mano en frente de su rostro, han estado de pie ahí durante tres horas tratando de comunicarse y entender qué estaba pasando, habrían asociado eso con la presencia divina y juicio; tiene usted a los sacerdotes ahí en el templo preparándose para comenzar la matanza de decenas de miles de corderos y otros animales, listos para llevar a cabo su trabajo de matanza sangrienta en la Pascua; tiene a todos los adoradores, la gente que no está ahí donde está el Calvario, están ahí a la mitad de la ciudad, en medio de cientos de miles –se estima que pudo haber hasta dos millones–, y han estado ahí congelados en donde estaban ahí durante tres horas; la luz regresa y supongo que si nos enfocamos en los sacerdotes en el templo, tratan de congregarse y tratan de recuperar el tiempo perdido en la oscuridad, y comenzar el proceso, porque entre las 3:00 de la tarde y las 5:00 de la tarde es cuando usted mata a los corderos de la Pascua.

Y conforme ellos comienzan a matar a los corderos de la Pascua, oyen un ruido, un ruido fuerte de que algo se rompe, que viene de adentro del Lugar Santo, en el Lugar Santísimo, conforme Dios rompe el velo de arriba hacia abajo; Mateo nos dice que fue de arriba hacia abajo, Lucas simplemente dice que fue en dos partes; ahí a la mitad, Dios rasgó ese velo, ahí por la mitad Dios rasgó esa cortina. Habían por lo menos 13 cortinas en el templo, pero una de ellas era la más importante, esa era la que bloqueaba el Lugar Santísimo, y estaba ahí porque Dios ordenó que estuviera ahí, porque el camino a Dios todavía no había sido abierto de manera oficial; los sumos sacerdotes podían entrar ahí una vez al año y eso era todo, y solo los sumos sacerdotes, y solo por un momento, para rociar sangre en el propiciatorio, y después salir de regreso; el acceso a Dios no había sido activado de manera oficial; el Lugar Santísimo simbolizaba la presencia de Dios y estaba cerrado a todo mundo; pero a las 3:00 de la tarde, alrededor de ese momento, la luz aparece y Dios rasga el velo y abre el Lugar Santísimo porque Jesucristo ha activado de manera oficial el acceso.

La cruz es expiación, la cortina es acceso; por su muerte, el nuevo pacto ratificado, había sido implementado; la gente había sido salva antes de eso, pero la ratificación oficial y la activación de ese nuevo pacto no sucedió sino hasta que Jesús murió en la cruz, y entonces Dios rasgó la cortina y abrió el camino a Su presencia. Cuando eso sucedió, el templo fue obsoleto, el sumo sacerdote fue obsoleto, todos los sacerdotes fueron obsoletos, todos los sacrificios fueron obsoletos, todo lo que pasaba en ese lugar fue obsoleto, se había acabado; todas eran sombras, todas eran símbolos de lo que iba a venir, de lo que estaba por venir. Entonces, precisamente en el momento en el que los sacerdotes estaban comenzando a matar a los animales que no podían quitar el pecado, Dios rasgó y abrió… Dios rasgó el velo y Su presencia la… Dios rasgó el velo y abrió el acceso a Su presencia debido al sacrificio de Uno que quitó el pecado. ¡Qué momento, qué momento!

Antes, en la semana, Jesús había pronunciado destrucción física en contra del templo, ni una piedra sería dejada una sobre otra. Capítulo 21 versículo 5 y 6, y aquí Dios emite sus juicios espirituales en contra del sistema entero, ese sistema entero del templo debía proveer un medio mediante el cual un pecador pudiera tener acceso a Dios, pero nada de eso fue cumplido hasta que Jesús murió en la cruz, y Dios dijo que lo hizo, y rasgó y abrió la cortina. Si usted lee el capítulo 9 de Hebreos, usted va a leer en los primeros ocho versículos de cómo Dios ha diseñado este lugar, y el Lugar Santísimo, y una cortina de separación, y nadie nunca puede ir ahí; y después llega al capítulo 9, y llega al versículo 11, al 14, y de pronto las cosas comienzan a cambiar de manera dramática.

Escuche lo que dice Hebreos 9:11: “Pero cuando Cristo apareció como sumo sacerdote de los bienes venideros, Él entró a través del tabernáculo más grande, más perfecto, no hecho con manos”, esto es no de esta creación, no a través de la sangre de cabras y becerros, sino a través de su propia sangre, Él entró al Lugar Santo una vez y para siempre, habiendo alcanzado redención eterna. Esta es la ratificación del nuevo pacto, y entonces en el capítulo 10 de Hebreos, versículo 19 dice: Debido a que Jesús abrió el camino al Lugar Santo, tenemos confianza para entrar al Lugar Santo mediante la sangre de Jesús, por un lugar nuevo y vivo, el cual Él inauguró para nosotros a través de velo que es su carne. Así que acerquémonos a Dios con un corazón sincero, y con plena certeza de fe, habiendo rociado nuestros corazones y quedado limpios de una conciencia mala, lavados nuestros cuerpos con agua pura.

Ahora podemos entrar corriendo, Hebreos 4:16 dice ‘al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el tiempo de necesidad’. Dios rasgó la cortina, la obra había sido terminada. Por cierto, en el mismo momento, Mateo 27:51 dice esto: “Y la tierra tembló y las rocas se partieron”; este es un temblor lo suficientemente poderoso como para partir rocas. Sabemos acerca de temblores aquí en la parte del sur de California; este es un temblor poderoso que abre las rocas; no sé cuál habría sido el nivel en la escala de Richter, ¿ocho?, un terremoto con ese tipo de fuerza habría llevado a Jerusalén a un alto. Es un día bastante aterrador considerando todo lo que está pasando. ¿Y sabe con qué habrían asociado los terremotos? Le leí a usted textos acerca de terremotos que estaban asociados con la presencia de Dios y el Día de Señor de juicio en los profetas; cuando Dios descendió a Sinaí, dice en Éxodo 19:18, que el monte entero tembló; Salmo 18:7 dice que la tierra tembló y se sacudió, y los cimientos de los montes se sacudieron y temblaron debido a que Dios estaba enojado. Cuando las cosas se oscurecen es juicio divino, cuando la tierra tiembla es enojo divino. Salmo 68:8: “La tierra tembló, los cielos derramaron lluvia ante la presencia de Dios”, el Sinaí fue movido ante la presencia de Dios, el Dios de Israel; y Nahúm, el profeta, escribió en su pequeña profecía: “Los montes temblaron ante Él, los montes se derritieron”. La tierra tiembla ante Su presencia, ¡sí!, el mundo y todos los que moran en él; Dios está en la oscuridad, Dios está en el temblor.

El Apocalipsis nos cuenta que en final, en el juicio final, habrán terremotos como el mundo jamás ha experimentado. Esta es la furia de Dios, no en contra de los líderes religiosos, no en contra de los romanos, no en contra de esas personas, sino en contra de su Hijo; Dios está ahí en la presencia de juicio. Eso no es todo. Sí, Él está ahí en la presencia de juicio, pero no olvide que también Él rasgó el velo; los negativos indicados por la oscuridad y el temblor, el efecto positivo de ese juicio es que el camino está abierto. Hay un efecto positivo más. Esto es lo que Mateo dice, en Mateo 27:52: “Las tumbas fueron abiertas, exactamente después del temblor, muchos cuerpos de los santos, que habían dormido, fueron resucitados saliendo de las tumbas después de su resurrección, y fueron a la Santa Ciudad, y aparecieron a muchos”. ¡Wao! ¿Cuáles son las consecuencias de la obra de Cristo en la cruz? Acceso a Dios y vida después de la muerte.

Y Dios presenta una ilustración dramática de eso, rasga el velo lo cual significa acceso, que el acceso está abierto; la gente sale de tumbas, y han estado muertos, y salen en cuerpos glorificados; no aparecen sino hasta después de la resurrección, de tal manera que Cristo, de manera clara, es las primicias de todos los que han resucitado, y andan por todos lados dando testimonio del poder de la resurrección de Cristo. ¡Qué día! Cuando Dios apareció en juicio, Él también se apareció en salvación, ¿no es cierto? Juicio en contra de su Hijo, y salvación para nosotros. Toda la furia va en contra de Cristo, y el camino es abierto para nosotros; toda la furia va sobre Cristo. La vida después de la muerte se hace disponible para nosotros. Después de que la oscuridad se acabó, después de que el temblor se acabó, después de que el velo fue rasgado, el caos debió haber sido más allá de la descripción en Jerusalén; pero hay una calma serena ahí en esa cruz que está en medio, una calma serena. Pase a Juan 19, y Jesús, en este momento, está en el ojo del huracán, calma perfecta; Juan 19:28, después de esto, después de que todas esas cosas que describimos, Jesús sabiendo que todas las cosas ya habían sido cumplidas para que la Escritura se cumpliese, se acabó, todo se acabó, Él ha llevado todo, el camino está abierto, la vida de resurrección ha sido provista, Él ya acabó; y en esa calma dulce y serena, Él dice: “Tengo sed”, tan maravillosamente humano.

Él no habría bebido nada. ¿Se acuerda? A lo largo de todo el proceso para que pudiera sentir la experiencia plena de todo lo que Él enfrentó, pero se acabó: “Tengo sed”. Un contenedor lleno de vinagre, de vino amargo, de vino agrio, estaba ahí, y colocaron una esponja llena del vino agrio –del vinagre realmente– en un palo, y lo llevaron a su boca; cuando Jesús, por tanto, había recibido el vino agrio, Él dijo: “¡Tetelestai!”, “Consumado es”. Inclinó su cabeza y entregó su espíritu. Apenas antes de que Él entregara su espíritu, regrese a Lucas 23, y vamos a terminar ahí. Apenas antes después de que Él dijo: “Tengo sed”, después de que Él de manera triunfal dijo: “Consumado es”, una palabra en el griego; apenas antes de que él entregara su espíritu, Lucas 23:46 dice: “Jesús, clamando a gran voz”, muy importante.

Mateo 27:50 dice lo mismo, Marcos 15:37 dice lo mismo; sería imposible que una víctima crucificada hiciera eso si hubiera estado muriendo mediante una muerte natural porque usted muere de asfixia, sin oxígeno, sin fuerza, apenas capaz de pronunciar un murmullo, e incoherente en el trauma de la muerte por crucifixión; Él está fuerte, Él es triunfal, Él dijo en Juan 10: “El buen pastor pone su vida por las ovejas”. Él dijo: “Nadie me quita la vida. Yo la pongo porque yo quiero. Yo tengo el poder para ponerla, y la autoridad de ponerla, y tengo la autoridad de volverla a tomar. Nadie me quita la vida”, esta es la prueba. Él clama a gran voz, Él grita con toda su fuerza, ¿qué dice?: “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”.

Bueno, todos los judíos que estaban ahí habrían entendido eso, ese es el Salmo 31:5, ese era el Salmo 31:5, un versículo muy conocido, de hecho era tan conocido que era su oración de la tarde, esa era su oración de la noche antes de que se fueran a acostar, esa era su oración de que ‘ahora me voy a acostar’: “En tus manos encomiendo mi espíritu”, muy conocido para todos ellos; la oraban regularmente. Pero hubo dos cambios que Él hizo. En primer lugar, Él añadió algo, ‘Padre’, la comunión dulce ha sido restablecida; el infierno estuvo ahí durante tres horas, y después se acabó, el castigo se acabó, el sufrimiento se acabó; la comunión dulce con el Padre ha sido restablecida. Y después Él dejó algo afuera. El Salmo 31:5 termina así: “Tú me has rescatado, oh Dios, Dios de verdad, oh, Tú me has redimido”; bueno, no fue Él el que fue redimido en la cruz, Él fue el redentor.

Oh, la precisión de las Escrituras es impresionante, ¿no es cierto? Él añadió ‘Padre’ para que supiéramos que esta relación era todo lo que esperaríamos que fuera; y Él sacó la parte acerca de ser redimido porque Él no fue redimido, Él fue el redentor. Jesús toma ese Salmo, porque el Salmo 31 es acerca de la oración de un justo que está sufriendo, que está en medio de su sufrimiento, diciendo: “Todo lo que puedo hacer es encomendar mi corazón a Ti, encomendar mi espíritu a Ti, encomendar mi vida a Ti”, y Jesús es la persona perfecta, sin pecado, justa, que sufre, quien en la muerte expresa confianza perfecta en el amor de su Padre, y en la promesa de que lo va a recibir a Él. Pedro dijo que cuando le maldecían, Él se encomendaba a un Creador fiel; por cierto, Esteban aprendió de eso. ¿Se acuerda cuando Esteban murió?, él dijo: “Jesús, recibe mi espíritu”; así como Jesús dijo: “Padre, recibe el mío”.

Entonces Lucas dice después de eso: “Y habiendo dicho esto, expiró”. Muy descriptivo en su simplicidad, sin embargo muy restringido. Entonces, Dios había matado a su propio Cordero de la Pascua; y el Cordero mismo de Dios, de la Pascua, fue su primogénito. ¿Cómo respondemos esto? Bueno, veremos esto la próxima vez, pero veamos el versículo 47 por lo menos para terminar: “Cuando el centurión vio lo que había acontecido, (¿qué hizo?, ¿qué?) dio gloria a Dios”; sí, esa es la manera de responder, ¿no es cierto? ¿Qué otro tipo de respuesta habría más que alabar a Dios? Toda bendición en el Nuevo Testamento es una expresión de alabanza a Dios por la redención, y debemos unirnos al coro celestial y cantar: “Digno es el Cordero que fue inmolado”; y expresar que Él es digno de recibir poder y honra, y gloria, y riquezas, y sabiduría, y fortaleza. Solo hay una manera de responder, y esa es decir: Si fuera toda la esfera de la creación mía, si fuera toda la naturaleza mía, ese sería un regalo demasiado pequeño que ofrecerte. No quiero nada que este mundo tiene que ofrecer. Lo doy todo. Entrego todo por Cristo. Mi todo y todo.

Padre, te damos gracias por el retrato que es tan vívido y claro en el Calvario; nuestro Señor Jesús llevando tu juicio e ira en nuestro castigo. Simplemente no tenemos palabras en este punto al pensar en la grandeza de su sacrificio, y la grandeza de tu gracia hacia nosotros que somos tan absolutamente indignos. Señor, lleva a cabo tu obra en nuestros corazones y te daremos gracias; queremos vivir el tipo de vida que demuestra esa gratitud. Oramos para la gloria de Cristo, como siempre. Amén.

 

 

 

 

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