Ahora, quiero animarlo a que abra la Palabra de Dios al tercer capítulo de Juan, conforme continuamos estudiando esta porción tan importante de las Escrituras acerca del nuevo nacimiento, de ser nacido de nuevo. Estamos regresando a lo que es el texto definitivo en los evangelios acerca del nuevo nacimiento. Nuestro Maestro aquí no es ningún otro que el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. Esto, claro, para la mayoría de nosotros que hemos estado en la Iglesia ya por un tiempo, una porción muy conocida de las Escrituras. La terminología ser nacido de nuevo es parte del lingo evangélico y lo ha sido por mucho, mucho tiempo.
Pero a pesar del hecho de que es terminología conocida y se ha usado mucho y ciertamente a lo largo de toda mi vida, parece que, por parte de la mayoría de la gente cristiana, no se entiende lo que el nuevo nacimiento significa. No es oscuro, no es difícil entenderlo. Todo se encuentra en la analogía misma, ser nacido. Permítame leerle el pasaje, versículos 1 al 10. Y después, vamos a verlo una vez más. Le dije la última vez y se lo vuelvo a decir, tenemos que avanzar muy lentamente porque esto es tan importante; es tan crítico. Entonces, no vamos a terminar estos 10 versículos esta mañana, pero vamos a entrar en profundidad lo suficiente como para que usted sea grandemente enriquecido y alimentado por lo que usted aprenda.
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?”
Ahora, el mensaje de nuestro Señor es muy simple. El Reino de Dios, únicamente se entra al Reino mediante nacer de nuevo. El Reino de Dios es la esfera de salvación, son aquellos que son gobernados por Dios que tienen vida eterna y van camino al cielo. La única manera de entrar al Reino de Dios es al nacer de nuevo. Ese es la única manera. Fuera de eso, nadie entra al Reino de Dios.
Ahora, como dije, esta es una idea común. Inclusive, hablamos de cristianos nacidos de nuevo. Esto es algo muy familiar para todos nosotros. Pero no parecemos entender la esencia de esta analogía. El punto de la analogía de nuestro Señor es simplemente este: nacer no es algo con lo que usted tiene algo que ver. Usted no tuvo nada que ver con su nacimiento físico, ni tampoco usted tiene nada que ver con su nacimiento espiritual. Nacer físicamente es algo que le pasó a usted que está totalmente fuera de su control. Y nacer espiritualmente es algo que le sucedió a usted y que ésta totalmente fuera de su control.
En ambos casos, Dios lo creó a usted mediante sus padres. No obstante, Dios lo creó a usted. Sus padres pudieron darle a usted vida física, pero sólo Dios puede crear su Espíritu. Y en el sentido espiritual, nacer de nuevo es un acto de Dios mediante el cual Él lo recrea a usted. Es un nuevo nacimiento. Y ése es el punto de la analogía simple. Esto es lo que llamamos la doctrina de la regeneración. ¿Qué significa? Simplemente es un término que describe la necesidad que una persona tiene de recibir un nuevo nacimiento, una vida nueva, una naturaleza nueva. Una disposición nueva. Una identidad de nueva. Una mente nueva por parte de Dios y esa persona no contribuye a eso.
Como le dije la última vez, el nacimiento espiritual es la segunda obra de Dios en la salvación si usted en cierta manera quiere dividirlos. La primera obra de Dios fue la elección, cuando Él escribió nuestros nombres en el libro de la vida del Cordero. Nos escogió desde antes de la fundación del mundo y nos predestinó para que fuéramos Sus hijos. Ése fue el primer acto de Dios.
El segundo es regenerarnos. La obra de elección se llevó a cabo en la eternidad pasada. La obra de la regeneración se lleva a cabo en la actualidad, en el presente. Ahora, entender la doctrina de la regeneración es entender la esencia de la salvación como una obra de Dios. Y ese es el punto aquí. Esta analogía es muy instructiva, muy simple, muy básica. Realmente, no debe ser malinterpretada en absoluto. Entrar al Reino de Dios. Sea lo que sea que usted pudo haber alcanzado moralmente, religiosamente, ritualmente, a nivel ceremonial en términos de bondad humana es inmaterial porque usted no puede contribuir en nada a su nacimiento espiritual, así como usted no contribuyó en nada a su nacimiento físico.
Ahora, todo esto se manifiesta en esta discusión entre Jesús y Nicodemo. Y quiero recordarles que este es un relato resumido. Nicodemo vino a Jesús, recordará, de noche, dice en el versículo 2 y sin duda, la conversación duró durante horas, si no es que toda la noche. Y lo que usted aquí tiene es un resumen y una representación del diálogo que estuvo ahí. Pero hubo mucho más que debió haber sido dicho que tan sólo esto.
Entonces, voy a tomar la libertad para llenar los espacios en blanco de lo que pudo haberse discutido. ¿Cómo puedo hacer eso debido a que no estuve ahí? Puedo tomar todo lo que los escritores del resto del Nuevo Testamento a quien el Espíritu Santo trajo a la mente la gran obra de inspiración y de revelación. Las verdades que necesitaban conocer. Lo que Jesús dice aquí únicamente introduce el tema de nacer de nuevo, de la regeneración. Y el resto del Nuevo Testamento lo enriquece, lo expande e ilumina este tema.
Ahora, conforme abordamos esta sección en particular de las escrituras, Permítame darle un poco de introducción. Siempre me gusta hacer eso. Entonces, regrese al capítulo 2, versículo 23. Jesús está en Jerusalén, como usted sabe. Usted sabe lo que ha estado sucediendo ahí. Él atacó el templo y expulsó a todo el mundo del templo porque lo convirtieron en un negocio y lo corrompieron y deshonraron a Dios. Él todavía está en Jerusalén en la Pascua, en el versículo 23. Y después de la Pascua, venía la fiesta de los panes sin levadura, la cual duraba otra semana. Entonces, Él está ahí durante un par de semanas por lo menos y según el versículo 23, Él está haciendo milagros llamados señales. Y son tan convincentes que muchos, creyeron en Su nombre.
Entonces, lo primero que quiero que vea es que Jesús está en Jerusalén haciendo milagros. Milagros visibles a esta multitud enorme que se ha congregado ahí para estas festividades anuales tan importantes entre los judíos. Y son tan poderosos estos milagros y sabemos que lo serían, milagros de curación, milagros de expulsión de demonios, cosas así, porque eso es lo que caracterizó Su ministerio entero de tres años. Y ellos están creyendo en Su nombre. La gente está creyendo en Su nombre.
No obstante, esta fe no es salvadora y esto es algo claro en los siguientes dos versículos porque Jesús, por parte de Él, no estaba encomendándose a ellos. Y el verbo es el mismo, dice en el 23, muchos creyeron en Su nombre. El mismo verbo es usado en el versículo 24, pero Jesús no estaba creyendo en su creencia. Él no tenía fe en su fe, en otras palabras, Él sabía que no era fe salvadora, no era fe completa, no tenía suficiente contenido.
¿Cómo supo eso Él? Porque Él conocía a todos los hombres y Él no necesitaba que nadie le diera testimonio de los hombres, porque Él mismo sabía lo que estaba en el hombre. Entonces, usted tiene dos cosas en operación aquí. Usted tiene fe superficial operando o fe inicial o fe que comienza. Y después, tiene la omnisciencia de Cristo. Entonces, usted tiene una descripción de la gente que está ahí que tiene este tipo de fe no salvadora, básica, inicial. Y después, tiene al Señor Jesús, quien obviamente Dios porque sólo Dios conoce como piensa la gente y lo que son sus pensamientos. Entonces, la omnisciencia de Cristo demuestra Su deidad y la condición del alma del hombre de fe superficial. Esas dos cosas son indicadas ahí en los versículos 23 al 25.
Ahora, cuando usted llega al capítulo 3, estas dos cosas se unen. Aquí en esta ilustración usted tiene a muchos de los que creyeron. Son mencionados en el versículo 23. Aquí hay uno de ellos. Y él habla no sólo para sí mismo, sino que él habla para el resto del grupo que creyó que él sabe lo que está pensando porque dice en el versículo 2: “rabí, sabemos.” Y entonces, él no sólo está hablando por sí mismo, sino por aquellos que creyeron que tenían, como usted sabe, que se habían reunido y que reconocieron que tenían esta respuesta en común. “Sabemos que Tú has venido de Dios como maestro porque nadie puede hacer estas cosas a menos de que Dios esté con él.” Entonces, eso nos dice lo que creyeron. ¿Qué creyeron? Que él era un maestro, que Él había venido de Dios. Él, por lo menos era un profeta. Ellos no lo habían conocido en su vida entera porque no había habido profetas durante 400 años. No había habido milagros durante mucho tiempo. Usted tiene que regresar al Antiguo Testamento y encontrar milagros ahí. Ahí atrás, más allá de los profetas post exilio. Entonces, no estaban acostumbrados a los milagros, pero conocían la historia del Antiguo Testamento que Dios marcó a Sus profetas como Moisés y Elías con milagros. Y entonces, ellos saben por lo menos que este es un profeta, un maestro de Dios, lo cual le queda corto de decir que Él es el Hijo de Dios, el Mesías, el Salvador y demás. Esa es la razón por la que no es una fe salvadora.
Entonces, él nos da lo que ellos creen. Este es un maestro del Dios y sabemos eso porque nadie puede hacer los milagros que estás haciendo. Claramente, son milagros. Están diseñados de manera clara para demostrar Su deidad y el poder de Dios. Entonces, reconocen esto.
Después, cuando usted llega al versículo 3, Jesús ignora lo que Nicodemo dice y lee su mente y dice: “de cierto, de cierto te digo que el que no naciere de nuevo, no puede ver al Reino de Dios.” Y entonces, Jesús va más allá, podríamos decir, de Su presentación amable, inicial de rabí y confesión de lo que él creyó y se va al fondo de su corazón. Entonces, aquí usted tiene una ilustración de la omnisciencia sobrenatural del Hijo de Dios, quien lee la mente de un hombre de manera precisa. Y usted tiene una ilustración de fe superficial, así como fue indicado al final del capítulo 2.
Ahora, conforme profundizamos en este capítulo, quiero dividirlo en tres partes simples. Número uno es la preocupación del pecador. Y eso se enfoca en las ansiedades en el corazón de Nicodemo. Y entramos en eso la semana pasada. Y después, la palabra del Salvador Nicodemo que trae una respuesta a esa preocupación.
Y después, finalmente, la obra del Espíritu, lo cual se va a aparecer particularmente en el versículo 8. Pero de nuevo, regresemos aquí a la analogía del nuevo nacimiento. La salvación no es ganada por aquellos que se esfuerzan. La salvación no es ganada por aquellos que viven mejor. La salvación no es ganada por aquellos que se vuelven más morales, más religiosos que llevan a la religión a su nivel más elevado, que dejan ciertos vicios. No. El Reino de Dios no es ganado por algo que una persona hace. El Reino de Dios únicamente se abre a aquellos que son nacidos de nuevo o el término de nuevo es anothen en el griego y significa de arriba. Es de arriba. A usted se le tiene que dar vida de arriba. Y eso no es algo que usted puede hacer espiritualmente, más de lo que usted puede hacerlo físicamente.
El Reino de la salvación, dijimos la última vez, abre sus puertas a aquellos que abandonan todo esfuerzo humano como un medio de salvación. Que dejan de tratar de ganarse su derecho de entrar al cielo y literalmente, son nacidos de arriba por el poder y voluntad de Dios. Ahora, regresemos al texto con eso en mente. Viendo de nuevo la preocupación del pecador. Nicodemo, lo vemos presentado en el versículo 1 como un fariseo. Los fariseos eran literalmente unos hipócritas, eran modelos de lo que era la hipocresía. De hecho, son condenados porque Jesús en la denuncia más fuerte en las páginas del Nuevo Testamento. Mateo 23, en donde Él los llama hijos del infierno que producen más hijos del infierno. En donde Él, repetidamente, los llama hipócritas y pronuncia denuncias y maldiciones en contra de ellos, una tras otra, una tras otra, tras otra, tras otra, Mateo 23. Le dicen a la gente que hagan cosas que ellos no hacen. Colocan cargas en la gente de legalismo que ellos no les ayudan a cargar.
Esencialmente, son mentirosos. Son impostores descritos como sepulcros blanqueados por fuera llenos de huesos de hombres corruptos. Él era uno de ellos. Él era un hombre que era como el apóstol Pablo, celoso por la ley, tradicional, Kosher, era irreprensible en la ley, extremadamente quisquilloso al extremo, en términos externos, por guardar toda la ley, todo ritual, todo detalle insignificante de tradición que se había desarrollado y él había vivido como un hipócrita. Y los hipócritas saben que hay una diferencia entre lo de afuera y lo de adentro, porque el Espíritu del hombre, 1 Corintios 2 dice, sabe lo que hay en el corazón de un hombre. Entonces, él sabe lo que está pasando. Él es un hipócrita.
Ahora, él ha subido por encima del montón de hipócritas hasta la cumbre porque él es un gobernante, un principal de los judíos. Un miembro del sanedrín. El concejo gobernante de 70 personas. Y para estar en este grupo, usted tenía que ser uno de los hipócritas más elite de todos. Él también es llamado en el versículo 10: “el maestro de Israel.” Lo cual significa que él había llegado hasta la cima del conocimiento académico y bíblico y era considerado como el maestro.
Entonces, aquí hay un hombre extremadamente religioso, extremadamente quisquilloso. Él está en el pináculo de lo que sería llamado la nobleza judaica, farisaica. Él es la elite. Cuando hablamos de eso, devoto, moral. Él está externamente siguiendo todo detalle de la ley y a nivel interior él sabe que no está en el Reino de Dios. Él no tiene certeza de que su alma eterna le pertenece a Dios. Él no tiene certeza del perdón de sus transgresiones y sus pecados, los cuales son muchos. El menor de los cuales, ciertamente, es el más común de los pecados y eso es su hipocresía. El más grande de los cuales es su rechazo al camino de la salvación el cual siempre ha sido por la fe y gracia y penitencia. Él es un hipócrita y él no tiene relación con Dios, no tiene lugar en el Reino ni certeza del perdón ni esperanza del cielo. Y Él sabe todo esto debido que el Espíritu del hombre sabe lo que hay en un hombre.
Entonces, él mira a Jesús. ¿Y qué es lo que él está haciendo? Él viene de noche, necesita algo de ayuda. Y la ayuda que él busca es saber cómo entra al Reino. Y usted sabe cómo va a abordar eso. Su enfoque va a ser: “no estoy en el Reino, sé que no estoy en el Reino, ¿que necesito hacer? He hecho todo lo que se hace. He guardado toda ley que sé cómo guardar. He guardado toda ley tradicional rabínica que conozco, he cuidado todo detalle significante en mi vida entera. Esa es la razón por la que he cansado lo que he alcanzado a nivel religioso.” En un sentido, usted podría decir que él bien podría ser el Papa de Jerusalén. Digo, él está en la cima.
¿Qué hago? ¿Dónde voy? ¿Qué necesito hacer? ¿Qué más necesito hacer? O, ¿qué necesito quitar de mi vida? ¿Qué estoy haciendo que necesito dejar de hacer? ¿Qué es lo que no estoy haciendo que necesito hacer? Y Jesús le dice: “si quieres entrar al Reino, necesitas nacer de nuevo,” lo cual significa que nada de lo que jamás has hecho contribuye en algo. Todo lo que eres necesita estar muerto. Todo lo que has alcanzado necesita morir, está muerto. Las obras muertas, como leemos en Hebreos 9. Porque el Reino de Dios, versículo 3, el Reino de Dios, la esfera de salvación únicamente es para aquellos que son nacidos de nuevo. O no lo puedes ver. Lo cual significa que no puedes participar en él. No puedes ser parte de él, tanto en tu vida aquí como para siempre en las glorias del cielo. Él ignora el saludo. Él no lo felicita por el saludo, por lo menos Juan no registra su comentario, si es que lo hizo. Él le la mente de Nicodemo. Él se enfoca en su mente porque él conoció la mente de todo el mundo. Él sabía todo lo que todo el mundo estaba pensando porque Él es Dios.
Y Él despedaza en esta afirmación la idea de cristal emplomado de la religión. Todas las obras religiosas, todas las obras morales son inútiles, impotentes para proveer algo mediante el cual un hombre puede entrar al Reino. Esta es la verdad de la regeneración. Y depende del hecho de que lo mejor que un hombre puede hacer es miserable, que todas nuestras obras morales y toda nuestra religión es inútil para satisfacer o para agradar a Dios.
Efesios 2 dice: “estáis muertos en vuestros delitos y pecados.” Efesios 4: “estáis separados de la vida de Dios.” Este es un hombre muerto, un hombre ciego, un hombre ignorante, un hombre sin esperanza y encima de eso, un hipócrita.
A partir de ahí, usted no puede entrar al Reino. No puede. A menos de que nazca de arriba, que vuelva a nacer, que tenga otro nacimiento como su primer nacimiento de arriba. Usted necesita ser creado por Dios de nuevo espiritualmente. Eso nos presenta la verdad de la regeneración.
Ahora, quiero que entienda esto, le voy a dar una pequeña teología esta mañana. Cuando usted ve la salvación, usted podría decir que cuando yo nazco de nuevo, usted quiere decir con eso todo lo que involucra la salvación. Usted podría decir soy regenerado, y mediante esto, podría referirse de manera completa a la realidad de la salvación. Si yo dijera: “yo fui convertido,” usted podría referirse a lo mismo. Si usted dijera: “soy redimido,” usted podría referirse a que estoy hablando en términos generales a mi salvación. Usted puede decir: “he sido justificado,” usted podría decir: “he sido santificado,” y todos estos podrían ser términos generales para describir su salvación. Pero, al mismo tiempo, todos pueden ser divididos como componentes individuales en la multiplicidad de realidades que constituyen la salvación.
La regeneración es diferente de la salvación. La justificación es diferente de la santificación. La santificación es diferente de la conversión. La conversión es diferente de la fe. Y la fe es diferente del arrepentimiento. Todos esos términos son una manera de describir el todo. Pero también pueden ser divididos como partes componentes.
Entonces, hablemos de la regeneración no en su sentido general, la manera en la que lo usamos cuando decimos soy nacido de nuevo. Hablemos de ello en su sentido específico y veamos lo que es en términos de su definición bíblica estricta.
Ahora, permítame ayudarle con esto. Algunos de ustedes que han estudiado teología. Cuando llegamos a este término regeneración, cuando usted visita esta declaración, esta gran doctrina de la regeneración, usted está tocando la verdad de la gracia irresistible. Ahora, usted recordará esa frase, si usted conoce el calvinismo, depravación total, elección incondicional, expresión limitada, gracia irresistible, perseverancia. Entonces, la gracia irresistible es en donde usted está cuando usted llega a la doctrina de la regeneración. ¿Muy bien? Algunos lo llaman el citatorio sobrenatural. Algunos lo llaman el llamado salvador. Pero aquí es donde Dios lo atrae a usted a sí mismo. A partir de su estado de mortandad. Aquí es donde Dios lo arrastra a usted de la tumba. Esto es regeneración. Esto es lo que capacita al pecador muerto a creer, a arrepentirte, a invocar a Cristo. Esto es lo que nos capacita para venir a Cristo en fe.
Ahora, el Nuevo Testamento es claro en esto y está por todos lados y no lo voy a llevar a todos lados, pero lo voy a llevar a algún punto. Segunda de Corintios 5:17, si alguno está en Cristo, ¿Qué?, nueva criatura es. Nueva criatura, nueva criatura, ¿muy bien? Si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Ha nacido de nuevo. Es una nueva criatura.
Ahora recuerde, le dije, lo que Jesús le dijo a Nicodemo cuando le dijo: “es necesario que nazcas de nuevo. Todo lo que has hecho en el pasado es inútil. Todos son obras muertas. No importa, es inútil.” No haría ninguna diferencia si usted fuera una prostituta o si fuera el maestro en Israel. Usted está en la misma condición porque nada de eso cuenta. Nada de eso importa. Usted necesita nacer de nuevo. Nacer de arriba. Esta es una verdad poderosa, regresaremos a esto más adelante. Pero en 1 Pedro 1:3, bendito sea el Dios y padre de nuestro Señor Jesucristo quien según su grande misericordia nos ha hecho renacer. Bendito sea Dios. Le damos toda la gloria, todo el crédito. Él hizo que re naciéramos. Él nos dio a luz. Él nos dio a luz.
Y el Nuevo Testamento dice esto repetidamente. Un comentario maravilloso es hecho en el capítulo 6 de Romanos por parte de Pablo, en donde dice: presentaos a Dios como aquellos que estáis vivos entre los muertos. Presentaos vosotros mismos a Dios como aquellos que están vivos de los muertos.” Efesios 2:4, pero Dios, siendo rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, nos dio vida. Es siempre Dios y nos hace vivir, quien nos rodea, quien nos da vida.
Ahora, quiero dejar a Nicodemo y a Jesús por un momento y quiero que vaya a Santiago capítulo 1, porque aquí es en donde voy a llenar algunos de los espacios en blanco que bien pudieron haber estado en esa conversación. Y digo esto porque están por todo el Nuevo Testamento. Y el Espíritu de Dios se las reveló a los otros escritores. Pero quiero que vaya a Santiago 1. Podría haber varios lugares a los que podríamos ir, pero este está condensado de manera especial. Hay mucha conversación acerca del pecado y la tentación aquí comenzando en el versículo 13. La tentación, la maldad. Dios no tienta, versículo 14, sino que cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido, siga esto, y la concupiscencia, cuando concibe, ¿Qué?, da a luz al pecado. El pecado, cuando se lleva a cabo, da a luz, misma terminología, la luz, engendra a la muerte.
Entonces, aquí usted tiene la condición caída del hombre, simplemente la reproducción de la tentación - él va de la tentación a la concupiscencia, al pecado, a la muerte. En contraste a eso, usted llega al versículo 17. En contraste a todas esas cosas malas, tentación, concupiscencia, pecado, muerte, toda buena dádiva, genuinamente buena, verdaderamente buena, todo don perfecto es de lo alto. Del Padre de las luces.
Entonces, hay un cambio tremendo entre el versículo 16y el 17. Toda buena cosa dada. Toda cosa espiritualmente buena, esto es inclusive, esto abarca todo, todo lo que es Santo, todo lo que es justo, toda buena cosa, toda buena dádiva, todo don perfecto, todo regalo perfecto es de arriba, anothen, el mismo término es utilizado en 1 Juan 3 para nacer de nuevo. Y todo desciende, katabaino, desciende del Padre de las luces. El Padre de las luces es un título antiguo judío para Dios, porque cuando Dios comenzó Su creación, Dios dijo: “sea la luz”. Él es el Padre de las luces. Él es el Padre de las luces, Él incluyó esta luz una vez que Él creó la luz, Él la incluyó con la luna, el sol, las estrellas, sea como estaba en el sol, es parte de su propia identidad o como es en la luna, conforme es reflejada.
Entonces, Dios es el Padre de las luces. Él es el creador y este es el punto vital. Toda cosa espiritual, toda cosa santa, toda cosa usted dada, todo don, todo regalo que puede ser considerado perfecto porque es santo y justo, es de arriba. Es anothen y desciende del Padre de las luces. Toda persona, eso lo incluye y abarca todo. Dios, quien creó soberanamente la luz, que desciende de arriba, ha dado todo don perfecto en la categoría de lo que es santo, lo que es bueno, lo que es justo.
Y después, este comentario interesante, y con quien en esa área no hay mudanza ni sombra de variación. Dios creó la luz, pero la luz crea sombra, ¿no es cierto? Crea variaciones. Dios crea la luz, pero no tenemos luz perfecta todo el tiempo. Tenemos luz y oscuridad. Tenemos todo, desde un sol enceguecedor, refulgente, a la mitad del día, a cielos oscuros, oscuridad en la noche. Y tenemos todo entre estos dos puntos. Tenemos tiempos sombríos, conforme el sol se levanta, conforme el sol se pone. Todas estas con variaciones en la luz física que Dios ha creado.
Pero no hay variaciones en los dones espirituales que Él da. Ése es el punto de Santiago. Realmente, un punto magnífico porque él termina en el versículo 17 al decir: “en quien no hay mudanza ni sombra de variación.” Literalmente, de volverse. Ahí hay un verbo griego. Es un verbo muy interesante. Literalmente, cuando dice sombra de variación significa volver. La tierra, que está rotando, la tierra que está rotando es lo que crea las sombras. El sol no va a ningún lugar, sino que la tierra está rotando y creando sombras. Pero cuando él dice que no hay mudanza, él usa un verbo paralego, del cual obtenemos la palabra parallax. ¿Estudió eso usted en la clase de ciencias naturales? Un parallax significa la remoción aparente o la diferencia aparente en algo en base a la perspectiva que usted tiene de ello. Por ejemplo, si usted ve algo desde este ángulo como las columnas de un edificio y tienen cierta apariencia y usted se mueve a algún otro lugar y lo ve desde ahí, tiene una apariencia diferente. Ese es un parallax. Desde diferentes perspectivas, usted obtiene una vista diferente.
Entonces, en el mundo que Dios ha creado, en la luz que Él ha creado, usted tiene todo tipo de sombras porque eso está rotando y usted tiene todo tipo de paralajes, porque las perspectivas cambian todo el tiempo. Pero cuando hablamos de Dios en la esfera de dones o regalos espirituales, de santidad y justicia, nunca cambian desde ninguna perspectiva. Nunca varían. Nunca hay sombras. Y no importa el punto de vista y no importa la posición en la que usted esté, siempre son iguales. Siempre iguales.
¿Y cuál es su mejor regalo y a quiénes vienen estos regalos? Bueno, vienen en el Reino a aquellos que le pertenecen. Y él describe eso en el versículo 18. Aquí está su mejor regalo y aquí está la entrada a todos Sus regalos que nunca cambian. “Él de Su voluntad.” ¿Necesito detenerme ahí y enfatizar eso? “Él de Su voluntad nos hizo nacer.” Nos hizo nacer. Bueno, puede detenerse ahí. Él nos dio a luz. Él nos engendró. Es exactamente el mismo verbo ahí atrás en el versículo 15: “el pecado engendra la muerte.” En Su Reino, Él nos hace nacer.
La gloria de este regalo o don divino realmente es sorprendente. Y es el punto inicial para el resto de Sus otros regalos, Sus otras dádivas. Para toda buena dádiva y don perfecto que sigue. Habiéndonos dado esto, dice Romanos 8, ¿cómo no nos dará juntamente con Él todo en Cristo? O Efesios 2, en donde Él nos salvó para que Él nos diera las riquezas de Su misericordia para siempre, por los siglos de los siglos, de los siglos.
Entonces, debemos ver el punto inicial aquí en el versículo 18 y entender cómo es que somos engendrados por Dios en Su familia. Y de esta manera, en Su Reino. Entonces, permítame hacer las preguntas simples: ¿qué, quién, cómo y por qué? ¿Qué es la regeneración? Bueno, regrese al versículo 28. Él nos hizo nacer. Él nos dio a luz. Él nos engendró. Él nos dio vida. Él nos hizo vivir, nos sacó de la muerte. La regeneración es simplemente eso. La paga del pecado es muerte, Romanos 6:23, mas la dádiva de Dios es ¿Qué?, vida eterna. El Nuevo Testamento simplemente está lleno de la revelación acerca de que Dios nos da vida. Eso es lo que significa la regeneración. Efesios 2:1, “y Él os dio vida a vosotros cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.” Esa es la condición de todo ser humano. Necesitamos vida, vida espiritual.
Veamos cómo es que Juan trata con esto. No podemos tratar con todo el mundo, pero veamos Juan, Primera de Juan 1. Primera de Juan, capítulo 1, versículo 1. Juan identifica a Jesús como el verbo de vida y la vida se manifestó. Y después, él dice: “la vida eterna y nos fue manifestada.” Entonces, Juan ha tenido esta experiencia maravillosa de recibir vida de Dios mediante Cristo quien es esa vida.
Ahora, pase al capítulo 2 y sigamos lo que Juan tiene que decir. Capítulo 2, versículo 28, él identifica a los creyentes como hijitos. Él lo hace varias veces simplemente en este capítulo. Comienza de esa manera en el versículo 1. Habla de una vez más de eso en el versículo 12 y 13. Vuelve a hablar de eso en el versículo 18 y que somos hijos porque hemos nacido en la familia de Dios. Y después, él dice en el versículo 29, “si sabéis que Él es justo, sabéis también que todo el que práctica justicia es engendrado por Él.” Así es como él describe lo que es ser un creyente.
¿Qué es ser un creyente? Es ser nacido de Dios. Ser nacido de arriba. Haber recibido vida espiritual. Ser arrastrado, por así decirlo, de la tumba. Ser despertado de los muertos. Capítulo 3, y, por cierto, cuando usted es nacido de Dios, se manifiesta porque usted practica justicia. ¿Por qué? Porque usted es una nueva criatura. “Las cosas viejas pasaron y he aquí, todas son hechas nuevas.” Esto es común, estándar, normal. Usted es una nueva criatura. Capítulo 3, versículo 9, ninguno que ha nacido de Dios, de nuevo, así es como Juan se refiere a lo que significa ser un cristiano, ninguno que es nacido de Dios practica, sigue habitualmente practicando el pecado.
¿Por qué? Porque tiene una simiente nueva de vida permaneciendo en él. Él no puede pecar porque es nacido de Dios. De nuevo, usted puede entender que Juan, quien escribió el relato de Nicodemo, entendió el punto del nuevo nacimiento y se convierte el término o tema mediante el cual él describe la salvación en su epístola.
Si usted pasa al versículo 14, en esto sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. De nuevo, así es como él describe lo que significa ser salvo. Usted pasa de muerte a vida. Y su vida, usted es una nueva criatura. Usted sigue la justicia. Usted no escoge una práctica de pecado. Usted ama a su hermano. El que no ama a su hermano, todavía está muerto.
Capítulo 4, versículo 7: “amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios y todo aquel que ama es nacido de Dios.” Y de nuevo, la misma terminología. Él no dice “salvo,” Él no dice “justificado,” él dice “nacido de Dios” porque esas son las características que son inevitables en las personas que han sido recreadas. Efesios 2:10 dice: “literalmente, hemos sido recreados para buenas obras.” Capítulo 5, versículo 4: “todo lo que es nacido de Dios vence al mundo, vence al mundo, vencemos al mundo.” Esto quiere decir que ya no amamos al mundo, las cosas que están en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, la vanagloria de la vida. No amamos esas cosas. Hemos vencido al mundo. Versículo 12: “el que tiene al Hijo tiene la vida. El que no tiene al Hijo no tiene la vida porque la vida,” versículo 11, “está en Su Hijo.”
Entonces, usted puede ver simplemente por ver la maravillosa pequeña epístola de 1 Juan, la cual muchas personas creen que en cierta manera es algo básico en la vida cristiana. Bueno, si lo es, usted comienza con la doctrina de la regeneración y usted puede declararse nacido de Dios conforme es evidenciado por el hecho de que usted es una nueva criatura de manera total y las cosas que solían ser parte de su vida, ya no son la fuerza dominante de su vida. Usted no es perfecto, pero la dirección de su vida ha cambiado dramáticamente. Usted se mueve hacia la justicia, alejándose del pecado. Usted camina como Cristo caminó o desea andar como Cristo anduvo. Usted sigue ese camino, usted ama a sus hermanos. Usted no tiene interés en el mundo pasajero porque a usted se le ha dado vida. Pedro lo dice de esta manera en 2 Pedro 1:4, usted se volvió participante de la naturaleza divina. Usted se volvió participante de la naturaleza divina. ¡Qué gran declaración!
La vida misma de Dios, usted tiene la vida que viene de Dios. Usted no es como el resto de la raza humana. “La manifestación gloriosa de los hijos de Dios todavía no ha aparecido.” No saben lo que somos. No saben que estamos caminando en este mundo, aunque nos vemos como el resto de la gente, tenemos la vida de Dios en nuestras almas. Vida divina.
Entonces, ¿qué es la regeneración? ¿Quién nos regenera? Regrese a Santiago 1. ¿Quién nos regenera? ¿Quién hace esto? ¿Hay algo que podemos hacer para llevarlo a cabo? No. “Él, de Su voluntad,” versículo 18, “Él de Su voluntad nos hizo nacer.” Juan el Bautista, Jesús, los apóstoles, los profetas, los evangelistas, los escritores del Nuevo Testamento nunca le dicen a alguien que haga algo para nacer de nuevo. Que digan algo para nacer de nuevo. Que oren algo para nacer de nuevo. Le predicaron a la gente que se arrepintiera y creyera. Pero nunca le dijeron a la gente que naciera de nuevo porque no hay pasos que usted puede seguir para recrearse a sí mismo. Él, de su voluntad, monergista, no sinergista. Como usted sabe, usted no es un creyente porque usted tomó todas las cosas que usted quiso, todos los deseos que usted tenía. Todos los sentimientos malos acerca de cómo usted estaba viviendo y los aventó usted en una mezcladora. Dios aventó ahí algo de Su propio poder y usted bebió el elixir de la salvación. Así no es como funciona.
Él, de Su voluntad. Monergista. Él lo escogió a usted, Él lo determinó, Él le dio a usted vida. Esta es una obra unilateral del Dios creador. Sólo Él lo podía ser, como Juan dice, Juan 1:12 y 13, no es por sangre, genética, no es por carne, no es por alguna relación sexual o algo así. No es por la voluntad del hombre. No es porque usted lo quiere. No es porque usted lo desea, si no es por Dios que usted nace. Regrese a la analogía de la luz y vea 2 Corintios 4. Si he firmado alguno de sus libros o algo así, usted puede ver que uso ese pasaje porque es tan importante.
Segunda de Corintios 4:5, “porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor y a nosotros como vuestros siervos o esclavos por causa de Jesús.” Y después, observe el versículo 6. Ahora, hemos oído lo que Juan tuvo que decir. Y hemos oído lo que Pedro tuvo que decir. Ahora, oigamos lo que Pablo tiene que decir acerca de este nuevo nacimiento. “Dios, porque Dios quien dijo la luz brillará de las tinieblas,” esa es una referencia Génesis 1. “Dios que dijo sea la luz es el que ha resplandecido en nuestros corazones para darle iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo.” L
a razón por la que usted ha venido a la salvación es porque Dios, soberanamente, encendió la luz en usted. Disipó su oscuridad, le dio vida por muerte, luz por tinieblas, vista por ceguera, verdad por ignorancia. Pablo también dice esto en Colosenses 1. Un versículo maravilloso, capítulo 1, versículo 13: “Él nos libró.” Él nos ha librado de la potestad de las tinieblas y nos ha trasladado al Reino de Su Hijo amado. Él nos tomó de la esfera de la oscuridad y la muerte y nos metió al Reino de Su amado Hijo. Esta es una obra de Dios, Colosenses 2, versículo 13, “cuando estabais muertos en vuestras transgresiones y en la incircunsición de vuestra carne, Él los vio vida. Él os dio vida habiendo perdonado todas vuestras transgresiones.” De nuevo, el testimonio de las Escrituras es que esta es una obra de Dios.
La regeneración es recreación, nueva vida, ser nacido de nuevo. Viene de arriba. Sólo Dios lo puede hacer. Él ya ha decidido a quién le dará vida y en Su propio tiempo, da esa vida soberanamente. De hecho, Juan 6:34 dice esto: “ningún hombre puede venir a Mí si el Padre que me envió no le trajere.” Es el verbo helkuo y ese verbo significa obligar. Es una fuerza que nos obliga. A menos de que Dios lo saque de la tumba, lo saque de las tinieblas, lo saque del Reino de Satanás. Ese verbo, helkuo, que el Padre trae, es utilizado en Juan 21, de arrastrar una red. En Juan 18, de sacar una espada. En Hechos 16 y Hechos 21, de sacar o arrastrar a una persona que no quiere ir a la corte. Significa obligar, forzar, jalar, abrumar. Esto es poder de gracia.
Y esta es la razón por la que los teólogos llaman a esto gracia irresistible. Esta es una obra de gracia que no está basada en el mérito. Esto es gracia y omnipotencia, poder de gracia, una obra de Dios. Una vez más, para oír de Pablo en Tito. Tito, capítulo 3, y únicamente estamos tocando algunos pasajes en el Nuevo Testamento que hablan de esto. No sé cómo podría ser más claro que esto.
En el capítulo 3, versículo 5. Regresemos al versículo 3: “porque nosotros también éramos insensatos, desobedientes, engañados, esclavos a diferentes concupiscencias y placeres basando nuestra vida en kakia (esto es maldad en general), siendo envidiosos, aborrecibles y aborreciéndonos unos a otros. Esto éramos nosotros. Pero cuando la bondad de Dios nuestro Salvador y Su amor a la humanidad apareció, Él nos salvó. Él nos salvó. Siga esto, no en base a obras que hubiésemos hecho en justicia, sino según su misericordia, mediante el lavamiento de ¿qué? De la regeneración. La regeneración es un nacimiento que borra, que lava todas nuestras trasgresiones y nos renueva en el Espíritu Santo. Él nos salvó.
Sabe una cosa, usted no contribuyó más a su regeneración de lo que Lázaro contribuyó a su resurrección. Lázaro estaba muerto, varios días muerto. Ya apestaba como muerto. Un cadáver con vendas. Y Jesús vino y dijo: “Lázaro, ven fuera.” Él no hizo contribución alguna. Y yo tampoco. Y tampoco puede hacerlo usted. Jesús le dice a Nicodemo: “Nicodemo, tu problema no es que hay algunas cuantas cosas que todavía necesitas hacer. Tu problema no es que hay unas pocas cosas que necesitas dejar de hacer. Tu problema no es nada que jamás hayas hecho o no hayas hecho. Y tiene algo que ver con esto. Necesitas que todo esto se quede en la tumba y tú necesitas ser recreado desde el cielo.”
Entonces, dice usted, “bueno, ¿qué hago? Quiero eso. ¿Cómo es que eso sucede?” Bueno, respondamos entonces a la pregunta cómo. ¿Qué? Nuevo nacimiento, nueva vida. ¿Quién? Dios, de Su propia voluntad, regrese ahora a Santiago. Seguimos rebotando en Santiago, esa es nuestra base. Siga esto. Él, de Su voluntad, nos hizo nacer, y aquí viene, por la palabra de verdad. Por la palabra de verdad. ¿Qué es eso? El Evangelio. El Evangelio. La fe viene por el oír. El arrepentimiento y la fe vienen mediante oír el mensaje acerca de Cristo. Romanos 10. ¿Cómo oirán sin un predicador?, porque todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo. Todo aquel que invoca será salvo. ¿Cómo invocarán a Aquel de quien no han oído? ¿Cómo oirán sin un predicador? ¿Cómo tendrán un predicador a menos de que alguien les sea enviado? Entonces, vamos y predicamos porque la regeneración se lleva a cabo mediante la palabra de verdad. No sucede en un vacío.
Los teólogos, lo largo de los siglos, han dicho que la regeneración puede suceder días, meses, antes de la salvación. Yo no lo creo. Digo, ¿alguien, de hecho, puede creer que usted puede ser regenerado, pero no salvo? No. Usted tiene que entender esto. La regeneración es un elemento de la salvación. La justificación es un elemento de la salvación. Y la redención es un elemento de la salvación. La santificación es un elemento de la salvación. Y todo esto sucede en un milagro instantáneo.
Y otras dos cosas siempre están ahí: arrepentimiento y fe. Sólo estamos identificándolas en términos de lo que es llamado el ordo salutis. Separándolas desde la perspectiva de que una lleva a la otra. No puede haber arrepentimiento, no puede haber fe, no puede alguien entregarse a Cristo hasta el corazón ha sido recreado. Entonces, ¿cuánto tiempo antes sucede eso? No lo sé. En una especie de milésima de segundo Divina, celestial. Digámoslo de esta manera: usted no puede ser regenerado fuera de oír la palabra de verdad. No sucede semanas antes, meses antes. En el poder inmenso de Dios, Él lleva a cabo Su obra para regenerar al oír la Palabra. Él da el regalo del arrepentimiento. Él da el regalo de la fe. Él justifica, Él redime, Él santifica y todo es un milagro de un momento.
Pero entienda esto: la fe no produce regeneración. El arrepentimiento no produce regeneración. Esa generación viene en primer lugar y únicamente cuando usted recibe vida y entonces, puede arrepentirse y creer. Y eso sólo viene con la Palabra de Dios. Escuche 1 Pedro 1:23: “siendo renacidos, Pedro escribe, siendo renacidos no de simiente corruptible sino de incorruptible. Entonces, han renacido para vida eterna. Usted no perecerá mediante la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Esta es la palabra que por el Evangelio os ha sido predicada,” dice Pedro.
La regeneración, entonces, es esta obra poderosa de Dios en donde Él da vida al muerto, pero no sucede en un vacío. No sucede en aislamiento, sucede únicamente cuando la Palabra es oída.
Ahora, regrese a Santiago 1, un punto final en Santiago 1 y ese es el por qué. ¿Por qué? Él qué de la regeneración, vida nueva. Él quién de la regeneración, Dios, en ejercicio de Su propia voluntad. El cómo de la regeneración, mediante el oír y creer la Palabra, lo cual es parte de la obra regeneradora de Dios al capacitarnos a hacer eso. Y por qué, ¿por qué es que Dios regenera? Al final del versículo 18, para que seamos, para que es eis con einai la cual es una cláusula de propósito en el griego. De tal manera que el propósito es este, para que seamos primicias de Sus criaturas.
¿Se acuerda en el Antiguo Testamento - Deuteronomio, Levítico - usted lee acerca de las primicias? Inclusive en Éxodo. Las primicias, lo mejor de la cosecha, lo mejor de la cosecha, lo que está hasta arriba, lo que el granjero recogía para sí mismo. Y eso es exactamente lo que usted tiene aquí. ¿Por qué es que Dios hizo eso? La respuesta es que Él quiso una cosecha del Evangelio. Él quiso de toda la humanidad recoger una cosecha del Evangelio, llevar al cielo para Su propio gozo y Su propia gloria. Esto es Juan 6, todo lo que el Padre me da, vendrá a Mí. Estos son los regalos, los pecadores redimidos que Dios le da a Su Hijo como un regalo de amor que el Hijo le devuelve al Padre en la eternidad. Esta es una cosecha del Evangelio. De toda la humanidad, ¿por qué es que Dios está haciendo esto? ¿Por qué es que Él le está dando vida a los muertos? Para que Él congregue una cosecha del Evangelio para que se convierta en Su propia posesión, para armarlo y lo adore y lo sirva por los siglos de los siglos en comunión con Él en el cielo.
Bueno, esa es la doctrina de la que Jesús le estaba hablando a Nicodemo. Debes nacer de nuevo o de lo contrario no estarás en el Reino. ¿Y cuál sería mi pregunta en este punto? Bueno, ¿cómo hago eso? Digo, ¿cómo sucede? Usted no puede hacerlo que suceda. Y Nicodemo dice eso. ¿Cómo puede un hombre nacer cuando es viejo? Él entiende la analogía. ¿Cómo sucede eso?
Permítame decirle lo que puede hacer. Usted puede hacer lo que cualquier pecador puede hacer. Usted puede pedir. Usted puede pedirle a Dios que en Su misericordia y en Su gracia, le de vida a usted. Y misterio de misterio, Jesús dijo: “el que a Mí viene, Yo no le echo fuera.” Buscad y hallareis. Pedid y se os dará. Llamad y la puerta se os abrirá. Ese es el misterio de todo esto.
Entonces, ¿cuál fue la respuesta de Nicodemo? Respuesta sorprendente. Regrese el próximo domingo.
Padre, Te damos gracias por este relato sorprendente. Gracias por esta verdad gloriosa, abrumadora de la regeneración, el regalo que nos ha dado para que podamos arrepentirnos, creer, seguirte, manifestar justicia, santidad, huir del pecado, amarnos unos a otros. Y sobre todo, amarte y adorarte por los siglos de los siglos y ser bendecidos más allá de la comprensión. No hay palabras. Este es el regalo por el cual todas las palabras de la eternidad acumuladas en un coro saliendo de los labios de los glorificados y los redimidos jamás podría llegar a alabarte por un regalo como ese. Gracias por esta salvación.
Oramos, Señor por aquellos que no han pedido, que no han venido como Nicodemo en su corazón sabiendo que están aislados, separados, muertos, ciegos, en tinieblas y han dicho ¿cómo entro al Reino? Por favor, dime. Y clamen, Señor, ten misericordia de mí, un pecador y sálvame. Que haya algunos en este día el día de hoy en este lugar que vengan a Ti rogándote porque les des vida. Que el Espíritu convenza sus corazones con eso en mente.
Señor, sé honrado y sé glorificado el día de hoy conforme celebramos y Te adoramos por este regalo de vida. Y que estemos dispuestos y seamos prontos a compartirlo con otros, proclamando Tu gloria. Oramos en el nombre de Tu Hijo. Amén.
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