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Abra su Biblia en el décimo capítulo del Evangelio de Juan. No parece que fue hace mucho tiempo cuando comenzamos nuestro estudio del Evangelio de Juan. Sin embargo, ha pasado un tiempo y este tipo de cosas se vuelven años antes de que nos demos cuenta. Pero nos encontramos en el décimo capítulo. Y este realmente es un capítulo significativo. Si usted simplemente hace el cálculo matemático, hay 21 capítulos en el Evangelio de Juan, y este es el capítulo 10, ya hemos cubierto los primeros 21 versículos.

Entonces, nos estamos acercando a la mitad del Evangelio de Juan. Eso es verdad, el texto del Evangelio de Juan. No obstante, en la historia de Jesús estamos a 3 meses del fin, porque la última mitad del Evangelio de Juan está dedicada a acontecimientos que se llevan a cabo en su mayoría, en la última semana de su vida.

Ahora, el capítulo 10 termina con Jesús dejando Jerusalén durante 3 meses. Cuando Él regresa en el capítulo 11, Él regresa a Betania, resucita a Lázaro de los muertos. Y después, en el capítulo 12, entra en Jerusalén. Y todos sabemos de eso. Ese es el comienzo de la semana de la pasión. Y después, los capítulos 13, 14, 15 y 16, todos toman una noche en el aposento alto. Y después, el capítulo 17, su oración al Padre. En el capítulo 18 Él es arrestado. En el capítulo 19 y 20, Él muere y resucita. Capítulo 21 es el envío de los discípulos y el recobrar a Pedro.

Entonces, mientras que estamos a la mitad de la historia cronológicamente como Juan la presenta, en la realidad de la vida de Cristo estamos a tan solo unos meses del fin mismo. Todo eso para decir que comenzando en el capítulo 11, comenzamos a ver el drama en su punto más elevado conforme nos movemos hacia la cruz y la resurrección. El capítulo 10 es el retrato final de Juan del ministerio público de Jesús, el retrato final. Comenzamos muy atrás con Juan el Bautista, presentando a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Comenzamos con Jesús, comenzando su ministerio público llamando a Sus discípulos. Vimos milagros que Él hizo, que demostraron su deidad, palabras que Él dijo en los que Él dijo ser Dios, el Yo soy.

Ahora, recordamos que el propósito de Juan no es darnos todo detalle de la vida de Jesús. Juan cierra su Evangelio al decir: “Si él escribiera todo lo que Jesús hizo, los libros del mundo no lo podrían contener”. Entonces, lo que tenemos aquí es una mirada corta de la vida de Cristo con un propósito específico. Y el propósito es dado en el capítulo 20 y versículo 31: “Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre”. Hay un elemento histórico para que sepáis que Él es el Hijo de Dios. Hay un elemento espiritual para que creáis y tengáis vida eterna. Ese es el propósito de Juan. Hay suficiente aquí, para probar que Jesús es el Mesías, el rey ungido esperado por mucho tiempo que Dios enviará, el Redentor. Hay suficiente aquí para saber que Él es Dios en carne humana. Hay suficiente aquí para creer eso. Y creyéndolo, tener vida eterna. Ese es el propósito de Juan.

Entonces, los 10 capítulos de apertura de este Evangelio presentan primordialmente las afirmaciones de Jesús. Juan comienza en el capítulo 1: “El Verbo era con Dios, el Verbo era Dios, el Verbo fue hecho carne”. Ese es el testimonio de Juan. Tenemos el testimonio de Juan el Bautista acerca del Mesías, el Redentor, el Cordero de Dios. Tenemos el testimonio de los primeros apóstoles: “Lo hemos hallado, lo hemos hallado, hemos hallado al que es el Mesías, el Hijo de Dios”. El propósito entero del Evangelio de Juan es declarar la deidad de Jesucristo.

Esto entonces, en el capítulo 10 es la afirmación más clara, más explícita de la deidad de Cristo. Vea el versículo 30 de Juan 10: “Yo y el Padre uno somos”. “Yo y el Padre uno somos”. La unidad que Jesús está firmando no es unidad en propósito, no es unidad en misión, no es unidad en acuerdo teológico. La unidad de la que Él está hablando es unidad en naturaleza, unidad en esencia, unidad en ser. Y eso ha sido declarado de manera clara lo largo de todo el Evangelio. Juan 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios”. Versículo 14: “Acá el Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros y vimos su gloria”. ¿Qué gloria fue? La gloria del πρωτότοκος (prototokos), el Primordial del Padre lleno de gracia y de verdad. Declaración de su deidad absoluta.

En el quinto capítulo, usted recuerda el versículo 17, él dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Yo hago lo que el Padre hace. Yo tengo las prerrogativas, la autoridad, el derecho, el deber, el ser de hacer exactamente lo que Dios hace. Ellos entendieron lo que estaba diciendo, versículo 18: “Por esta razón, por lo tanto, los judíos buscaban aún más matarlo, porque no solo estaba quebrantando el día de reposo, sino que también estaba llamando a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios”.

Entonces, al decirle a los judíos, los enemigos de Jesús, lo que Él quiso decir, cuando Él se llamó a sí mismo Hijo de Dios, ellos sabían lo que Él quiso decir. Él estaba firmando tener la misma esencia de Dios, como Hijo, tiene la misma esencia de su Padre. En ese mismo quinto capítulo, hay afirmaciones de esto que son inequívocas, versículo 23: “Para que todos honren al Hijo, así como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió”. Como el Padre tiene vida en sí mismo, también le dio al Hijo tener vida en sí mismo. Él tiene vida por igual, trabaja por igual, tiene autoridad por igual, tiene poder por igual, porque Él es igual.

Ahora, esto enfureció a los judíos. Esta afirmación de ser Dios, todos la conocemos. Y como resultado, trataron de matarlo, trataron de matarlo ahí mismo. Su furia llega a su máximo nivel en donde se vuelven como una masa de homicidas que quieren terminar con su vida. Y para cuando llegamos al final del capítulo 10, por cuarta vez, tienen el plan de matarlo ahí mismo, y Él va a tener que escapar. Versículo 39 del capítulo 10 nos dice eso. Al final del capítulo 8, recogieron piedras para aventárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo. Al final del capítulo 10, versículo 39: “Buscaban de nuevo prenderle, y Él los se evadió”. De regreso en el capítulo 7, simplemente como otra ilustración, versículo 1: “Los judíos buscaban matarle”. Este es un deseo constante, imparable por parte de ellos, para alcanzar un momento de clímax cuando a los ojos de las multitudes se justificarán en ejecutarlo ahí mismo.

Ellos sabían exactamente lo que Él quería decir cuando Él dijo que Él era el Hijo de Dios. Ellos sabían que Él estaba afirmando la misma esencia que Dios. Así es como ellos usaron la expresión “hijo de”. Si alguien era llamado un hijo de בְּלִיַּעַל (beliyyaal), él habría estado manifestando la misma naturaleza impía de Satanás. Si alguien era llamado como Jacobo y Juan fueron llamados hijos del trueno, se referían a que tenían una especie de volatilidad, tenían una disposición a ser volátiles. Decir que eres el Hijo de Dios es afirmar que tienes la misma esencia que Dios mismo. En Juan 1, versículo 34, el testimonio de Juan: “Yo mismo he visto y testificado que este es el Hijo de Dios”. En Juan capítulo 1, versículo 49, Nataniel dice: “Rabí, Tú eres el Hijo de Dios”. Así de claro había declarado Jesús quién era Él. Era absolutamente inequívoco.

Entonces, cuando llegamos al capítulo 10, no nos sorprende en absoluto que esto se ha vuelto algo muy serio. Versículo 31, Jesús hace la declaración más clara, precisa: “Yo y el Padre uno somos”. Versículo 31: “Los judíos recogieron piedras de nuevo para apedrearlo”. Jesús los detiene. Él respondió y dijo: “Os he mostrado muchas obras buenas del Padre. ¿Por cuál de ellas me están apedreando? Los judíos le respondieron: Por buena obra no te apedreamos, sino por blasfemia; y porque tú siendo un hombre te haces Dios”. Ellos no tenían duda de lo que Él estaba firmando, no tenían duda en absoluto. Habían llegado a entender que Jesús estaba afirmando ser Dios, el gran Yo soy, el Creador mismo, el único Dios eterno en carne humana.

Los otros escritores de los evangelios afirman esto. Mateo en el capítulo 1, versículo 23, presenta al niño como Emanuel, que es Dios con nosotros. Marcos 1:1, Marcos comienza su historia: “El comienzo del Evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios”. Lucas inicia en el capítulo 1 una descripción del nacimiento del niño e identifica al niño como el Hijo Santo, el Hijo de Dios. Juan 1:1: “Él era Dios”.

Escuche, cualquier identificación, cualquier identificación de Jesús hecha por alguien en cualquier momento que lo hace menos que Dios es blasfemia, es blasfemia. Los líderes de Israel habían volteado de cabeza la blasfemia, habían convertido a Jesús en un blasfemo cuando ellos eran los blasfemos por negar su deidad. Lo acusaron de blasfemia. Ellos sabían que la blasfemia, la blasfemia genuina, tenía una pena de muerte colocada sobre ella. Levítico 24:16: “El blasfemo debe ser apedreado hasta la muerte”. En sus mentes, Jesús era un blasfemo. En realidad, ellos eran los blasfemos. Y así es cualquier persona que niega la naturaleza de Cristo como Dios.

Juan, ciertamente, destaca esto en su Evangelio, pero él también es claro en esto en su epístola: “¿Quién es mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, no tiene al Padre. El que confiesa al Hijo tiene al Padre”. Usted tiene al Hijo y al Padre como uno, o usted está bajo maldición. Está bajo maldición. Usted es un blasfemo. Usted es anticristo. Cualquier perspectiva de Cristo de que Él es menos que Dios es una afirmación anticristo. Fue por blasfemia, realmente al final, que estos líderes de Israel habían seguido sus pasos y eventualmente, lo llevaron a una cruz romana; fue blasfemia.

Al final del capítulo 22 de Lucas, Jesús está frente al sanedrín y le dicen: “¿Eres tú entonces el Hijo de Dios?” Y él les dijo: “Sí, Yo soy. Sí, Yo soy”. Él dijo: “Yo soy el nombre de Dios de nuevo”. Y ellos entonces dijeron: “¿Qué más necesidad tenemos de testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca”. Y todos ellos se pusieron de pie y lo llevaron ante Pilato y promovieron una mentira acerca de que Él quería derrocar a César para que Pilato se involucrara. Pero fue blasfemia de lo que lo acusaron, porque dijo que era Dios. Entonces, aquí de nuevo, conforme vemos Juan 10, es el mismo punto. Juan 19:7 lo dice de esta manera: “Los judíos dijeron, tenemos una ley – Levítico 24:16 – y por esa ley, él debería morir porque él se hizo Hijo de Dios”. Ejecución debido a blasfemia.

Ahora, en este punto estamos en Juan 10, la blasfemia está fija, y Jesús no es el blasfemo, ellos lo son. Aquí está la escena final de Juan en el ministerio público de nuestro Señor. Él ha mostrado su deidad mediante Sus obras y obras, día, tras día, tras día, 3 años por todo Israel, palabras de manera clara del cielo, nadie jamás habló como Él. Obras de manera clara del cielo. Nicodemo lo resumió cuando dijo: “Nadie puede hacer las cosas que Tú haces a menos de que Dios esté con Él”. Pero en la nación de Israel, los judíos guiados por los hijos apóstatas de Satanás que habían diseñado y perpetrado una forma condenadora de judaísmo, estaban produciendo hijos del infierno. Y de manera colectiva, la nación rechaza a Cristo frente a toda la evidencia.

Esto fue profetizado, por cierto. Esto no fue sorpresa en absoluto. Porque si usted regresa a ese amado Isaías 53, comienza proféticamente en la llegada de Cristo: “¿Quién ha creído a nuestro anuncio? Y ¿A quién se le ha revelado el brazo de Jehová?”. Una profecía que no creerían, y no creyeron. Después Isaías procede a decir: “Lo vimos y no era nada. Él era menos que nada, no lo estimamos. Escondimos nuestros rostros de Él”. Él era menospreciable.

La nación entera había sido guiada por sus líderes para verlo como un blasfemo. Y, por cierto, o Él es Dios o Él es un blasfemo. Realmente, no hay nada en medio. El rechazo constante de los líderes y el pueblo ha sido relatado en todo capítulo de Juan. En el capítulo 1: “A los suyos vino y los suyos no le recibieron”. En el capítulo 2, hay un conflicto enorme entre Él y los líderes de Israel cuando Él entra y ataca la corrupción del templo. Vemos la misma hostilidad en el capítulo 3. La volvemos a ver en el 4. La vemos en el 5, la vemos en el 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12. Y el 12 es el último capítulo antes del discurso del aposento alto.

Entonces, al final mismo de los encuentros públicos, durante la semana de la pasión, la misma hostilidad llena de odio existe. Culmina aquí en el capítulo 10. De tal manera que en los versículos 22 al 42, esta sección final. Realmente, vemos a Juan resumiendo el rechazo del Hijo de Dios, el Mesías, por parte del pueblo de Israel. Hay cinco escenas aquí. Y no quiero apresurarme en cubrirlas. Hay tanta verdad teológica profunda aquí. Simplemente, necesitamos tener cuidado.

Entonces, veamos si por lo menos podemos llegar tan lejos como en el servicio anterior. La primera escena es confrontación, simplemente la voy a llamar. Le voy a dar algunas palabras conforme avanzamos: confrontación. Y la confrontación sucedió todo el tiempo, todo el tiempo. Y, por cierto, estamos en la sección de fiestas del Evangelio de Juan, comenzó en el capítulo 5, capítulo 5, versículo 1. Y Juan está mostrando estas confrontaciones, estos encuentros, estos puntos de rechazo en las fiestas. Estamos en Jerusalén, estamos en el templo y en las fiestas, recordará usted comenzando en el capítulo 5, luego en el capítulo 7, y ahora conforme llegamos al capítulo 10, versículo 22, hay otra fiesta. Entonces, estamos en la temporada de las fiestas, y Juan usa esas para los episodios que describen su rechazo.

Ahora, simplemente una palabra que decir acerca de confrontaciones, los líderes de Israel confrontaron a Jesús frecuentemente, usted ve eso en Mateo, Marcos y Lucas, como también en Juan. Y a ellos les gusta confrontarlo con una pregunta. Entonces, diremos esta es confrontación mediante una pregunta. Vienen y hacen una pregunta. Ahora, usted podría decir: “Bueno, eso es algo bueno”. Excepto por el hecho de que tenían motivos tan corruptos, no tenían deseo de información, no tenían deseo de que se les aclarara algo. Solo querían colocarlo en una situación pública en donde Él diría algo que fuera tan blasfemo que justificarían quitarle su vida. Esta es una realidad común. Hacen la pregunta correcta, y les voy a dar crédito por eso, el joven rico hace la pregunta correcta. Nicodemo hace la pregunta correcta. Muchas de las personas que vinieron a Jesús, escribas, intérpretes de la ley, fariseos, saduceos, hacen la pregunta correcta, hacen la pregunta correcta a la persona correcta. Siempre recibieron la respuesta correcta y siempre, rechazaron de manera desafiante esa respuesta.

Entonces, hay una pretensión en su erudición, podría decirlo usted. Este no es un esfuerzo noble por aclarar o por encontrar la verdad. Esto es simplemente una trampa en la que siempre están tratando de atraparlo, de atraparlo. Los líderes de Israel ven a Jesús como el enemigo más grande, más fuerte que jamás han conocido o que jamás han podido imaginar. Jamás ha habido un enemigo como Él, nunca. Y si usted recuerda en Juan 8, Jesús les dijo a los líderes de Israel y a todos los que lo siguieron: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo. Ustedes hacen lo que su padre hace. Ustedes obedecen a su padre. Él es un mentiroso. Ustedes son mentirosos. Él es un homicida. Ustedes son homicidas. Él es un engañador. Ustedes son engañadores. Vosotros sois de vuestro padre el diablo”. Y debido a que Jesús es Dios, y es por esa absoluta santidad absoluta, verdad absoluta, Él es el enemigo más grande que jamás experimentarán. Ellos no lo ven de manera clara de esa manera, pero esa es la realidad.

El patrón entonces es conocido, lo confrontan, presentan una pregunta. Él responde a la pregunta. Reitera su afirmación de ser el Hijo de Dios, de ser el Mesías. Ellos reaccionan con incredulidad, furia, enojo, buscan atraparlo, matarlo ahí en el mismo lugar, y Él escapa en el capítulo 10 por cuarta vez. Y sucedió en estas fiestas. Y la razón por la que hicieron esto grande en estas fiestas, y Juan presenta esto de manera grande, es porque ese sería un lugar en el que podrían echar a andar algún tipo de clamor público, podrían manipular a la multitud.

Entonces, veamos el contexto, versículo 22: Celebrabas en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Todas las grandes fiestas se llevaban a cabo ahí. Usted quizás no ha oído de la fiesta de la dedicación. Si está buscando la fiesta de la dedicación en el Antiguo Testamento, no está ahí, no es una fiesta del Antiguo Testamento. Ahora, han pasado 2 meses después de la fiesta de los tabernáculos, la cual celebraba los viajes por el desierto, y eso fue septiembre, octubre, también en el calendario de los judíos.

Entonces, ya han pasado 2 meses y esta es la fiesta de la dedicación. Esta es la última fiesta anual de cada año, si usted sigue en nuestro calendario, que los judíos celebraban. Tiene otro nombre, es también llamada la fiesta de las luces, y la palabra judía contemporánea para eso es Jánuca. Todos sabemos de Jánuca. Los judíos van a estar celebrando Jánuca en unos cuantos meses, como siempre lo hacen.

¿Por qué la llamaban la fiesta de las luces? Porque la manera en la que la celebraban era prendiendo velas y lámparas en todas sus casas como un símbolo de su celebración. Siempre sucede en el calendario judío el día 25 de Kislev, el cual es por el tiempo de nuestro calendario en noviembre diciembre, el día 25 de Kislev. Mientras que no es una fiesta del Antiguo Testamento, tiene una tradición muy interesante que viene antes del Nuevo Testamento. Usted recuerda que entre el Antiguo y Nuevo Testamento hay un período de 400 años. Nos referimos obviamente a ese período como el período intertestamentario. El último profeta en el Antiguo Testamento guarda silencio, una profecía, una revelación, hasta que Juan el Bautista se aparece. Y la palabra del Señor viene a Zacarías y Elizabeth acerca de Juan, y después tiene usted la historia de Cristo. Pero a la mitad hay 400 años. Esos fueron 400 años muy, muy difíciles para los judíos, muy difíciles. Fueron apóstatas, rechazaron a Dios, pasaron por muchos juicios, mucho sufrimiento.

Pero en cierta manera, alcanzó un nivel épico alrededor de 170 años a. C. Entonces, 160 al 170 a. C. Un hombre vino, un monarca sirio, un monarca sirio muy poderoso. Siria no es un enemigo nuevo de Israel. Este monarca sirio se llamaba Antíoco; y él era como todos ellos, él era un loco narcisista que buscaba promoverse a sí mismo. Y entonces, se llamaba a sí mismo Antíoco Epifanes, lo cual significa Antíoco el Supremo. Y la gente cambió una letra y lo llamaba Antíoco Epimane, lo cual significa el Loco.

Entonces, este gobernante sirio Antíoco, un gobernante poderoso, un devoto de la cultura griega. Y él quiere poder sobre Israel. Él quiere lo que los sirios modernos quieren, lo que el mundo árabe moderno del Medio Oriente quiere, él quiere a Israel. Y él es el primer rey pagano que jamás persiguió a los judíos por su religión. Él es el primero. Él era devoto a la cultura griega, lo cual significa que él era politeísta, dioses múltiples. Y en el 167 a. C. él hizo una ley, y él impuso esa ley en todo el mundo, y era una ley que esencialmente era llamada helenización, de la palabra helene, lo cual significa griego o naciones o gentiles. Él quería helenizar a todo mundo. Él quería estandarizar a todo mundo. Y los judíos no aceptaban la religión pagana.

Entonces, él entró a Jerusalén con una fuerza grande en el 170 a. C. Y él conquistó el templo, y él inmediatamente entró al templo, al lugar santísimo, y mató a un cerdo en el lugar santísimo. Después, él levantó una estatua de Zeus ahí. Ese fue el comienzo de un esfuerzo sistemático por acabar con el judaísmo. Él fue brutal en su opresión de los judíos. Y, por cierto, como siempre lo hacen, se aferraron de manera tenaz a su religión. Bajo su dirección fueron matados, se les demandó que hicieran sacrificios a dioses paganos o murieran, como convertirse al islam, o que se te corte la cabeza hoy día en Irak, nada nuevo. Eso es porque el diablo es un homicida. No se les permitía cargar o leer o poseer ninguna porción de la Escritura del Antiguo Testamento. En donde se encontraban rollos del Antiguo Testamento, eran recogidos y quemados. Se les prohibió rendir algún tipo de honor en el día de reposo. Se les prohibió circuncidar a sus hijos. La persecución salvaje causó que los judíos piadosos se levantaran, como usted lo esperaría, y pelearan.

Fueron guiados por un sacerdote llamado Matatías. Y Matatías tuvo hijos. Uno de sus hijos, un hombre llamado Judas Macabeo. Y bajo el liderazgo de este líder guerrero, realmente eficaz, poderoso, Judas Macabeo, retomaron los judíos, retomaron Jerusalén. Y lo que es interesante es que fue en el 25 de Kislev que liberaron el templo. Lo rededicaron y establecieron la fiesta de la dedicación para conmemorar la liberación del templo, la rededicación del templo. Hay algo de información histórica que indica que Antíoco hizo lo que hizo en el 25 de Kislev. Y lo liberaron en el 25 de Kislev, años después. Entonces, esa fecha se volvió una fecha importante.

Hay un libro en los libros apócrifos llamado 2 Macabeos, que de una perspectiva histórica de ese acontecimiento. Permítame leérselo: “Ahora, Macabeo y sus seguidores, el Señor guiándolos, recuperaron el templo y la ciudad, despedazaron los altares que habían construido en la plaza pública los extranjeros, y también destruyeron sus precintos sagrados. Purificaron el santuario, hicieron otro altar de sacrificio, después, produciendo fuego del pedernal, ofrecieron sacrificios después de un lapso de 2 años, y ofrecieron incienso y encendieron lámparas y colocaron el pan de la presencia”. El pan que era colocado en el lugar santísimo.

“Y cuando habían hecho esto, cayeron postrados y le rogaron al Señor que nunca jamás cayeran en esas tragedias, sino que si llegaran a pecar, fueran disciplinados por Él con tolerancia y no fueran entregados a naciones blasfemas y bárbaras.

Sucedió que en el mismo día en el que el santuario había sido profanado por los extranjeros, la purificación del santuario se llevó a cabo. Esto es en el día 25 del mismo mes, el cual era Kislev. Y lo celebraron durante 8 días con regocijo, a manera de la fiesta de los tabernáculos, recordando cómo no mucho tiempo antes, durante la fiesta de los tabernáculos, habían estado viajando en las montañas y cuevas como animales salvajes. Por lo tanto, llevando varas de planta entrelazadas, y ramas hermosas, y también ramas de palmeras frondosas. Ofrecieron himnos de gratitud a aquel que les había dado éxito al purificar su propio lugar santo. Decretaron por ordenanza pública y votaron que toda la nación de judíos observara estos días cada año”.

Entonces, esa nota de historia de 2 Macabeos es el establecimiento de la fiesta de la dedicación. Ahora, regresemos a Juan. Es entonces el 25 de Kislev, y la fiesta de la dedicación está siendo celebrada en Jerusalén, conmemorando esta gran liberación, la fiesta de las luces, Jánuca. Después, el versículo 22 dice esto: “Era invierno”. Eso es muy fuerte, era invierno. Cuando leí eso al principio de la semana en cierta manera me detuve y pensé en eso. Era invierno no solo en el calendario, noviembre, diciembre, sino que era invierno espiritualmente. El hijo de justicia que se había levantado con curación en sus rayos, había corrido su órbita y se había desvanecido de regreso en la oscuridad. Era invierno en el calendario y era invierno en los corazones de los judíos.

Debido a que era invierno, Jesús estaba caminando en el templo del pórtico de Salomón. Y le dije en nuestro estudio de Hechos, que se menciona en Hechos 4 y 5, cuando los babilonios destruyeron Jerusalén en el 586, destruyeron el templo, pero no destruyeron ese muro en la parte de atrás, en el lado oriental, ese muro de contención de varios metros de altura. Eso quedó del templo de Salomón original. Y entonces, era llamado el patio de Salomón. Enfrente de ese muro, construyeron un gran patio con un techo y columnas muy altas de varios metros de altura, y ahí es a donde la gente necesitaba ir cuando llegaban al templo, cuando venían al templo si era invierno. Y en el invierno en Israel puede llover, puede llegar a hacer mucho frío, puede nevar en Jerusalén a esa altitud. El invierno se vuelve una pequeña especie de metáfora de la realidad espiritual.

Entonces, Jesús está caminando en esa parte del templo que era lo único que quedaba del templo de Salomón masivo glorioso. Esta es su aparición pública final, el resto va a ser privado. El versículo 40 dice después de esto Él se fue, se fue, y se fue durante 3 meses. Y cuando Él regresó fue para resucitar a Lázaro y entrar a la ciudad una semana después, crucifixión, resurrección. Este es un momento muy significativo, realmente es invierno. Entonces, están celebrando a su gran libertador humano, mientras que están asesinando a su Salvador. Sorprendente, sorprendente.

La confrontación, como dije, comienza con una pregunta, versículo 24, y le rodearon los judíos y le dijeron: “¿Hasta cuándo nos turbaras el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente”. ¿Sabe algo? Eso es simplemente algo tan hipócrita. “¿Por cuánto tiempo nos vas a mantener en suspenso?” Espere un minuto, ya trataron de matarlos tres veces. Cuando Él dijo: “Antes que Abraham fuese, Yo soy”. Recogieron piedras para aventárselas, para quitarle la vida. Ellos sabían exactamente quién decía ser. Pero de nuevo, todo esto es una pretensión para extraer una declaración blasfema mediante la cual pueden implementar su violencia. “¿Por cuánto tiempo nos vas a mantener en suspenso?” Simplemente, está goteando de sarcasmo. “Si eres el Mesías, dinos de manera clara.”

Por cierto, Él no ha estado por 2 meses. Entre el versículo 21 y 22 hay 2 meses. De la fiesta anterior a esta, hemos pasado de septiembre a octubre, a noviembre, diciembre, y lo único que se necesita es que Él se aparezca y su odio es activado inicialmente. Es como si ellos se aferraron a ese odio a un punto de intensidad tan alto que simplemente solo por verlo, activó la confrontación. Cuán profundo es su odio que después de 2 meses, su deseo por matarlo es completamente activado simplemente al verlo. Él había hecho afirmaciones de que era Dios, de que era el Hijo de Dios una, y otra, y otra vez. Las hemos leído en el capítulo 5. Las hemos visto en el capítulo 6. Las hemos visto en el capítulo 8. Fueron constantes. Llamándose a sí mismo el Hijo de Dios constantemente a lo largo de su ministerio entero. Entonces, su pregunta realmente es un fraude. No hay integridad.

Entonces, la primera escena aquí es la confrontación, y esa confrontación es marcada por una pregunta. La segunda escena entonces viene en el versículo 25 y en adelante, es la declaración. Ese es el patrón, tienen una pregunta, Él hace una afirmación. La afirmación es deidad. La afirmación es deidad. Pero antes de que Él haga esa afirmación de manera explícita en el versículo 30, simplemente – guau, se nos acabó el tiempo, pero está bien, veamos el versículo 25, regresaré, versículo 25, y también ustedes.

Jesús le respondió: “Os lo he dicho y no creéis. Ese es el problema. No creen. Les dije. No creen. Y no solo les dije, sino que las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de Mí, pero vosotros no creéis”. Deténgase en ese punto en el versículo 26. “Os lo he dicho. Os lo he dicho y no creéis. Las obras que Yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de Mí, pero vosotros no creéis”. Este es el punto, no creen. ¿Por qué? Dice usted: “Bueno, todo es evidencia. Todos esos milagros. Nicodemo, usted sabe, ninguno puede hacer lo que Tú haces a menos de que Dios esté con Él. Tú eres un maestro enviado de Dios”.

¿Por qué no creen? Regresemos a Juan 3. Vamos a cerrar en este principio, Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree no se pierda más tenga vida eterna”. Muy bien. Creen. Esa es la razón por la que Juan escribió este Evangelio: “Para que creáis que Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida eterna en su nombre”. Muy bien. Entonces, si crees tienes vida eterna. Versículo 17: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que en Él cree no es condenado, pero el que no cree ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”. Es claro quién es Él. Es claro quién afirmó ser. Él es Dios en carne humana. Él tiene la misma naturaleza que Dios. Cree eso.

“Pero esta es la condenación, que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas, porque todo aquel que hace lo malo aborrece la luz. Y no viene a la luz para que sus obras no sean reprendidas”. ¿Por qué no cree la gente? No es porque no hay evidencia. Es porque odian la luz, porque la luz exhibe su pecado. ¿Por qué la gente está enojada con los cristianos? ¿Por qué la gente persigue a los cristianos? Por la misma razón por la que persiguieron a Jesús.

Jesús dice esto: “El mundo me aborrece porque doy testimonio de él, de que sus obras son malas” Juan 7:7. Esa es una afirmación definitiva. ¿Quiere saber usted por qué el mundo es hostil hacia nosotros? Porque nosotros testificamos que las obras del mundo son malas. No quieren oír eso. Los adúlteros no quieren oír eso. Los homosexuales no quieren oír eso. Los mentirosos, los ladrones no quieren oír eso. La gente corrupta no quiere oír eso. ¿Por qué? Porque aman las tinieblas, sus obras son malas, aman su pecado. Es el amor por el pecado lo que produce la incredulidad. Y usted puede descargar la evidencia, pero a menos de que el corazón sea convertido para que aborrezca el pecado no va a haber fe alguna.

Estas personas judías, como toda persona, aman el pecado. Por otro lado, Jesús dijo esto en Juan 7:17: “Si alguno quiere hacer la voluntad de Dios, él sabrá de la enseñanza, si es de Dios o si hablo de mí mismo”. ¿Qué hace la diferencia? Si usted ama su pecado, usted va a odiar el Evangelio. Si usted desea hacer la voluntad de Dios, lo cual significa que tiene hambre de justicia, usted conocerá la verdad y usted la creerá.

Escuche, usted puede hablar de apologética todo lo que quiera. Usted puede hablar de la defensa de la fe todo lo que quiera, es cuestión de pecado. La evidencia está ahí, la evidencia es clara. La vida de Cristo de manera manifiesta declaró que Él es Dios en carne humana. No hay otra explicación. Los hombres aman el pecado y odian la justicia y odian a cualquier persona que testifica acerca de su pecado.

¿Por qué en nuestra cultura, en nuestra sociedad, la gente está tan enojada contra el cristianismo? Porque testificamos que sus obras son malas, no tenemos alternativa. Y hasta que ellos acepten ese testimonio no van a correr a los brazos de Dios. Usted no cree. Usted me odia porque le digo lo que tiene que oír, lo que debe oír. Pero lo que usted odia oír. Lo que el cristianismo no puede hacer es cambiar su mensaje, dejar de ser ofensivo. Somos la gente más ofensiva sobre el planeta con el mensaje que de manera más abierta ofende que jamás ha sido dado por alguien. Testificamos a la gente que sus obras son malas, que ellos aman su pecado y sus tinieblas y que ese juicio los va a llevar al infierno. Ese es nuestro mensaje.

Es el amor por el pecado y el odio hacia la justicia que produce incredulidad, aun cuando toda la evidencia está ahí. Y, oh, por cierto, hay otra cosa, al final del versículo 26: “No creen porque no son mis ovejas”. Ah, esté aquí la semana próxima. Le voy a decir por qué Él dijo eso. Oremos.

Nuestros corazones ciertamente están conmovidos por la verdad, viene con tal claridad y tal poder, tal urgencia. No es posible realmente pensar en estas cosas sin reverencia, sin un sentido de temor santo, la seriedad de asuntos que se relacionan al alma. Solo puedo orar, Señor, porque este mensaje, esta verdad oída hoy o en cualquier otro momento en el futuro, sea útil al Espíritu de Dios para alarmar a pecadores, alarmar a los no convertidos, aterrar a aquellos que están en las tinieblas y aman las tinieblas. La luz ha venido. El Hijo de justicia se levantó con curación en sus rayos. El Hijo de justicia corrió por una órbita magnífica, refulgente, brillante de vida en torno a Israel. Y los hombres escogieron las tinieblas, y después, fue invierno. Y la luz era Dios. Incluso, Jesús mismo dijo que la luz se apagaría.

Señor, vemos al mundo que nos rodea y te agradecemos porque tu gracia todavía es extendida a pecadores. Así ha sido con nosotros. Pedimos porque la luz brille de nuevo de manera fuerte en nuestro mundo, para que la gente de la luz sea fiel al mensaje difícil, como también al mensaje compasivo de gracia que viene detrás de él. Pedimos que Tú seas glorificado al abrir los corazones de pecadores despedazando las tinieblas, trayendo la luz adentro, que la luz del Evangelio glorioso de Jesucristo brille en los corazones de muchos disipando la oscuridad, el amor por el pecado y reemplazándolos por el amor de la justicia con perdón y vida eterna. Padre, de nuevo, estamos agradecidos por un tiempo maravilloso de adoración el día de hoy. Te agradecemos por levantarnos, por elevarnos por encima de lo mundano. Bendice toda vida aquí y toda alma, y cumple de Tu voluntad mediante cada uno para alabanza de Tu gloria. Oramos en el nombre de Cristo. Amén.

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