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Abra su Biblia si es tan amable en el décimo capítulo del evangelio de Juan. Sabe, cuando le enseñamos a la gente cómo predicar, básicamente, y lo hemos estado haciendo todas las semanas, Steve Lawson está aquí como profesor de predicación. Y hemos tenido, no sé, hasta 100 jóvenes que ahora están llegando al seminario. Estamos tratando de meterlos en la predicación expositiva, y lo hemos estado haciendo de manera bastante intensa, como también algunos de nuestros alumnos de segundo año toda la semana. Simplemente, una oportunidad maravillosa, maravillosa para nosotros.

Pero cuando les enseñamos cómo predicar, idealmente toma usted una porción de la Escritura y usted desarrolla el mensaje a partir de esa porción de la Escritura, y coloca un comienzo y un final y una mitad, y todo está contenido en sí mismo. Admito que tiendo a violar esos principios. Comienzo con un mensaje que tiene un comienzo y un final, y termina con mucha frecuencia con una serie de tres partes, porque conforme entro el texto, no puedo permitirme dejar algo afuera que es tan preciado. Y como resultado de eso, estamos viendo Juan 10, versículo 22 al 42, y esta es la parte tres. Vamos a concluirlo esta mañana, Juan 10, versículo 22 al 42.

Y mientras que es un pasaje extenso, puede ser absorbido, creo, en tan solo estos tres mensajes, no de manera exhaustiva en absoluto, pero usted puede entender el flujo de lo que está pasando. Permítame leérselo comenzando en el versículo 22: “Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. 30 Yo y el Padre uno somos.

“Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios. Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre. Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos.

“Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí. Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de este, era verdad. Y muchos creyeron en él allí”.

Ahora, como le he estado diciendo en las últimas 2 semanas, esta es la declaración pública final por parte del Señor Jesús de su deidad. Esta también es la invitación final en el templo frente a los líderes judíos antes de que Él se vaya durante 3 meses de aislamiento al otro lado del Jordán con Sus discípulos y aquellos que vinieron a Él, como es señalado al final del capítulo. En lo que al evangelio de Juan concierne, aquí está el registro final de Juan de Cristo declarando ser Dios y llamando a la gente a creer.

Y él lo está haciendo en la fiesta de la dedicación, la cual era su celebración de la gran revuelta Macabea que derrotó a Antíoco y a los invasores sirios en el período entre los testamentos. Los judíos en la actualidad lo celebran bajo el nombre Janucá. Fue en ese acontecimiento en el invierno que Jesús declaró esta afirmación final de su deidad en el templo a los líderes judíos y a la gente que estaba reunida ahí para la celebración de esta gran fiesta. Y como dije, se vuelve para Juan la invitación final, como en el final Jesús dice: “Creed en mí. Crean en mí”.

Desde el comienzo del evangelio de Juan, el mismo énfasis se ha hecho. Jesús es Dios. Así comenzó: “En el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios”. Ese es el punto de Juan en este evangelio. Como él lo dice el final: “Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre, vida eterna”. Creer que Jesús es Dios es necesario para la vida eterna. Si usted no cree eso, entrará en la muerte eterna y el castigo del tormento eterno en el infierno. Ese es el mensaje del evangelio. Ese es el mensaje del Nuevo Testamento.

Ahora, a lo largo del evangelio de Juan, Juan ha identificado episodios en la vida y ministerio de Jesús en los que Él hace una declaración de que Él es Dios. Está a lo largo de todo este evangelio. Él se declara a sí mismo como el Yo soy, en varias ocasiones, adoptando para sí mismo el nombre de Dios. Él hace afirmaciones directas de que es Dios. Y cada vez que Él hace estas afirmaciones, Él es confrontado por enojo, y hostilidad y rechazo. Pero Él continúa haciendo las afirmaciones, porque creer eso es esencial para la vida eterna.

El mensaje de que Jesús es Dios es el mensaje del cristianismo, es el mensaje del Nuevo Testamento. Y Él es igual a Dios en naturaleza. Juan dice en el primer capítulo: “Vimos su gloria y era la gloria del unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad. Él era la esencia misma de Dios”. Los escritores de las epístolas recogieron esto. El escritor de Hebreos dice que Él es: “la representación exacta de Dios, la imagen expresa de Dios”. El Apóstol Pablo dice: “Que toda la plenitud de la deidad mora en Él”. Juan dice: “Si niegas su deidad y su humanidad, estás bajo maldición”. Esto es el cristianismo.

Él es presentado por Mateo como Emanuel, Dios con nosotros. Él es presentado por Marcos como Dios Hijo. Él es presentado por Lucas como el Santo, quien nace como niño. Este es el corazón del evangelio cristiano. Él no es únicamente un maestro noble. Él no es únicamente un líder religioso. Él no es un hombre muy moral. Él no es alguien únicamente con sabiduría fuera de lo común, aunque todas esas cosas son verdad. Él es Dios, y cualquier cosa menos que eso es blasfemia en contra de Él, en contra de Él.

Ahora, necesita ser afirmado que los judíos habían llegado a una conclusión diferente. No es que, para este punto, con solo 3 meses para llegar a su muerte y resurrección, no es para que este punto, todavía estaban en un proceso, no. Ellos habían tomado su decisión mucho tiempo antes de esto, meses antes de esto, y es registrado cuando Jesús estaba todavía en Galilea. Y usted recuerda en el capítulo 12, emitieron su veredicto final, dijeron: “Él hace lo que hace por el poder de Belcebú”. No podían explicar sus obras, sus milagros como algo natural o humano. Entonces, sabían que había un poder sobrenatural detrás de Él. Ellos, entonces, declararon que era Satanás, que su poder venía del infierno, que él era demoníaco en el nivel más alto, que literalmente estaba siendo habitado por Satanás mismo. Esa fue su condición fija. Y debido a que fue una conclusión fija, Jesús dijo: “No serán perdonados. No hay manera de salir de eso. Si ese es su veredicto final, no hay posibilidad de salvación”.

Y en una transición muy interesante al final del capítulo 12, y Mateo registra eso, Él los declaró que estaban más allá de la salvación porque habían llegado a una conclusión final de que Él era satánico. Y comenzando inmediatamente en el capítulo 13, Él comenzó a hablar en parábolas.

Ahora, solo quiero presentarle un punto. Hay una suposición hoy día de que Jesús habló en parábolas para aclarar las cosas a los incrédulos. De hecho, usted oye a gente decir: “Necesitamos hablar en parábolas. Necesitamos contar historias como Jesús. Necesitamos alejarnos de la doctrina y la verdad proposicional. Y necesitamos contar historias”. Esto simplemente está por todos lados, incluso entre evangélicos. Y quiero que quede algo muy claro, Jesús no habló en parábolas para aclarar las cosas a los incrédulos. Él habló en parábolas como un juicio para que no entendieran. Esto fue un juicio. Fue un juicio templado por misericordia. Él dijo: “Oyendo no irán – como fue profetizado por Isaías 6 – viendo no verán y no entenderán. Esa es la razón por la que estoy hablando en parábolas”. Pero Él les dijo a sus discípulos: “A vosotros os ha sido dado conocer los misterios del reino”. ¿Y cómo los conocen? Él explicó las parábolas a los discípulos. Marcos de hecho dice: “A partir de ese punto, Él habló únicamente en parábolas”. Ese fue un juicio. Ese fue un juicio.

Entonces, no deje que nadie le diga a usted que Jesús contó historias como una manera de hacer las cosas más claras para los incrédulos. Él contó historias como un juicio para que pudiera comunicar la verdad de manera clara a su propia gente y no a ellos. La misericordia en esto fue Él no les dio más revelación, haciéndolos más culpables por su rechazo y haciendo que su castigo eterno fuera incluso peor. Entonces, estamos en ese punto, y hemos estado en ese punto por mucho tiempo con los judíos, los líderes judíos, los saduceos, los fariseos, los escribas. Hemos estado ahí por mucho tiempo durante muchos meses. Pero incluso hay gracia en esta sesión final, antes de que Jesús desaparezca durante 3 meses. En esa última vez en su ministerio público, antes de su semana de la pasión, Él los llama a creer.

Entonces, hemos estado viendo este encuentro, hay mucho aquí. Lo primero que vimos aquí, hay cinco escenas que se desarrollan, fue la confrontación, en los versículos 22 al 24, en donde la gente se congrega en torno a los judíos. Esa frase por parte de Juan se refiere en la mayoría de los casos a los líderes, y después la gente está con ellos también, son seguidores. Y claro, hay decenas de miles de ellos congregados en la fiesta en el templo en ese tiempo. Le hicieron la pregunta: “¿Hasta cuándo nos más mantendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dinos de manera simple”. Bueno, Él les ha dicho una, y otra, y otra y otra vez; y les ha dicho de manera tan clara que Él no solo es el Mesías, Él también les ha dicho que Él es Dios, y debido a eso, hasta este punto, han tratado de apedrearlo tres veces desde el capítulo 5.

Entonces, les ha dicho, esto es algo hipócrita. La única razón por la que hacen la pregunta es para exhibirlo, para que diga algo blasfemo, para que puedan apedrearlo ahí. “Si eres el Mesías, dinos de manera simple”. Jesús responde en el versículo 25, y vamos a la afirmación, Él reitera la afirmación: “Os he dicho, no creéis. No creéis, y aunque las obras que hago en el nombre de mi Padre, estas dan testimonio de Mí, pero no creen”.

Pasamos mucho tiempo hablando de eso acerca de la responsabilidad humana en la salvación de creer. También hay un lado divino. Versículo 26: “Vosotros no sois de mis ovejas”. Versículo 27: “Mis ovejas oyen mi voz, y las conozco y me siguen, y les doy vida eterna, y no perecerán jamás. Nadie las arrebatará de mi mano”. Y les da el lado divino. No creen y son responsables por esa incredulidad. Pero después, por otro lado, de manera misteriosa: “Ustedes no son mis ovejas. Si fueran mis ovejas escogidas por el Padre, oirían mi voz, me seguirían, y las recibiría y los protegería. No perecerían jamás. Nadie jamás los arrebataría de mi mano, y nadie jamás los arrebataría de la mano del Padre”. Versículo 29, y después Él lo resume al decir: “Yo y el Padre uno somos”. En otras palabras: “Somos uno en esta operación divina de redención. Yo estoy involucrado en la redención, en la salvación de las ovejas escogidas de Dios al mismo nivel que Dios mismo”. Él está afirmando ser el Salvador divino, el Redentor divino, Dios mismo. “Yo y el Padre uno somos”.

Y claro, su respuesta, como vimos la última vez, recogieron piedras de nuevo para apedrearlo. El templo siempre estaba bajo construcción, había suficientes piedras. Tomaron sus piedras por cuarta vez, que Juan registra en los últimos capítulos, listos para apedrearlo por afirmar ser uno con Dios en esencia y en la obra de salvación. Yo llamo a la gente, a la salvación. Yo atraigo a gente a mí mismo. Yo les doy vida eterna. Recuerda allá atrás en el capítulo 5, Él dice: “Como el Padre tiene vida en sí mismo, así el Hijo tiene vida en sí mismo”. Ese es Dios. El que no recibe vida, es Dios. El que es la fuente de vida de quien todo recibe vida es Dios. Cuando Jesús dice, “Yo doy vida eterna”. Él está diciendo: “Yo soy la fuente de vida, por lo tanto, el Dios eterno”. Ellos no se confundieron en sus afirmaciones. Ellos sabían que Él estaba afirmando ser deidad. Ellos sabían que Él estaba afirmando ser igual a Dios.

Y entonces, inmediatamente vamos de su afirmación, al final del versículo 31, recogieron piedras. Después en el versículo 32, viene su acusación contra Él, versículos 32 y 33. Esta es la sección de blasfemia. Jesús les respondió, versículo 32, deteniéndolos ahí en el instante con las piedras en sus manos. Las recogieron, las tienen en la mano, están listos para aventarlas y quitarle la vida bajo una lluvia furiosa de rocas. “Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre, ¿por cuál de ellas me apedreáis?” La calma majestuosa aquí es realmente sorprendente, sin alterarse, sin turbarse, Él los detiene en el instante ahí en su violencia.

No es sorprendente por qué Él vació el templo al comienzo de su ministerio, Él lo va a hacer al final, y estaba lleno de decenas de miles de personas que huyeron lo más rápido que pudieron simplemente ante la amenaza que Él presentó. Cuando vinieron a arrestarlo la policía del templo regresaron sin él y dijeron: “Bueno, ¿por qué no lo tienen?” Y ellos dijeron: “Jamás hombre ha hablado como este”. Simplemente, sus palabras detuvieron la acción. Y por muy violentos que eran y por muy fuera de control que estaba su enojo, Él los detuvo con sus palabras. Sus brazos bajaron, aparentemente, en el versículo 33, porque hablan y dicen: “Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia, porque tú siendo hombre te haces Dios”. Simplemente, calma total, tranquilizó la violencia, sometió la violencia. Su afirmación es sensata, razonable, racional. “Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre, ¿por cuál de ellas me apedreáis?”

“De mi Padre” es la frase clave. Nicodemo había dicho en el capítulo 3: “Ninguno puede hacer las cosas que haces a menos de que Dios está con él”. Digo, Nicodemo sabía que esto no podía ser satánico, tenía que ser divino. Él sabía que tenía que ser sobrenatural. Tenía que venir de Dios. Esa fue la conclusión obvia, porque debido a la perfección moral de Cristo, la ausencia de pecado de Cristo, la magnificencia y la belleza de las obras que Él hizo. Él no hizo obras malas, obras malignas, el tipo de cosas que vienen del infierno. Él dijo, os he mostrado muchas obras buenas, καλός (kalos), excelentes, nobles, hermosas. No solo moralmente buena, sino obras hermosas en términos expansivos y extensivos. Sus milagros eran maravillas de gozo dando vista a personas ciegas y sentido del oído, a personas sordas y una voz a aquellos que eran mudos, nuevos miembros a los paralizados y nuevos órganos a los que estaban enfermos y nueva vida a los muertos. Simplemente, eran milagros sin paralelos de maravilla y belleza.

“¿Entonces por cuál de las buenas obras del Padre me apedrean?” Esto simplemente los detiene. Tienen una respuesta, dijeron: “Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia, porque tú siendo hombre te haces Dios. Te estamos apedreando por blasfemia”. Y eso, en base a la ley mosaica, que un blasfemo debía ser apedreado, pensaban que estaban cumpliendo con su deber justo. Tú siendo un hombre, permítame tan solo afirmar el punto, hay personas que han negado la humanidad de Cristo, que han dicho que Él era algún tipo de fantasma en sus mentes. De manera clara, Él era un hombre. Esto no estaba abierto a debate, no estaba abierto a ser cuestionado. Todo mundo sabía que Él era un hombre.

Primera de Juan dice que si niegas que el Hijo de Dios, el Mesías, ha venido en la carne eres juzgado por Dios. Él es un hombre. Él nació como los hombres nacen. Él vivió como un niño y un joven y plenamente humano en todo sentido. Entonces, “Eres un blasfemo porque tú siendo un hombre, lo cual no se cuestiona, te haces ser Dios”. Lo cual en sus mentes es la blasfemia definitiva y extrema.

Entonces, ellos piensan que su deber religioso consiste en quitarle la vida en ese momento mismo. Pero las piedras todavía pueden estar en sus manos. Pero por la razón que sea, ninguna piedra es arrojada. Y tiene que ser, el refreno mismo divino, impuesto sobre ellos por el Hijo de Dios mismo. Y Él hace que ellos tengan que pensar. Y Él hace algo realmente interesante con su propia ley. Vea el versículo 34. Seamos racionales, detengan la violencia, seamos racionales. Jesús les respondió: “¿No está escrito en vuestra ley, yo dije dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la Palabra de Dios, y la Escritura no puede ser quebrantada, al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís tú blasfemas porque dije Hijo de Dios soy”. Eso es simplemente era algo tan interesante.

Él dice: “¿Podrían tan solo ser objetivos por un minuto? ¿Podrían tan solo pensar conmigo por un momento? ¿Podrían hacer a un lado su furia, la emoción, el odio? Deténganse y consideren el Antiguo Testamento. ¿Por qué están enfurecidos porque me estoy llamando a Mí mismo Dios cuando en su propia Escritura los hombres son llamados dioses?” Guau. Digo, esto muestra la agudeza mental de Jesús, lo cual habría sido sin paralelos en cualquier ser humano que jamás vivió. Tomar en un instante el Antiguo Testamento y sacar una sección oscura, ni siquiera de la ley y los profetas, sino de los Salmos.

Regrese al Salmo 82, porque eso es lo que Él citó. Salmo 82, y el Salmo 82 es un juicio por parte de Dios sobre los gobernantes de Israel, versículo 1, Dios está en la reunión de los dioses. Dios se aparece en Israel y no está feliz. En medio de los dioses o gobernantes, juzga. Entonces, estamos hablando de gobernantes, y, por cierto, los gobernantes eran jueces. Eso era esencialmente los que hacían, eran jueces, resolvían problemas, emitían juicios. Dice a los jueces: “¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente y aceptaré las personas de los impíos?” Son corruptos. Son parciales hacia los impíos. Debido a su corrupción, tienen una afinidad hacia los corruptos. “Defender al débil y al huérfano. Haced justicia al afligido y al menesteroso. Liberad al afligido y al necesitado. Liberadlo de manos de los impíos”. Eso es lo que deben hacer. No saben. No entienden. Andan en tinieblas. Tiemblan todos los cimientos de la tierra.

Escuchen, todo lo que mantiene unida a la sociedad está tambaleándose porque no hay justicia. Versículo 6: “Yo dije vosotros sois dioses y todos vosotros hijos del Altísimo”. ¿Qué quiere decir? Él quiere decir: “Miren – ‘d’ minúscula – son dioses porque son representantes del único Dios verdadero. Son los agentes de Dios en el mundo. Son los hijos del altísimo. Él les ha delegado autoridad y ustedes reciben su palabra”. Eso es lo que dice en Juan 10. Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la Palabra de Dios, ellos eran los que debían enseñar y aplicar y sostener en alto la Palabra de Dios. No obstante, morirán como hombres. Y hay algo de ironía y algo de sarcasmo en el uso de dioses. Él podría estar diciendo, y piensan que son dioses, “piensan que son más de lo que realmente son, pero morirán como hombres y caerán como cualquiera de los príncipes. Levántate, oh Dios, juzga a la tierra porque eres Tú el que posee las naciones”.

En el Antiguo Testamento Jesús dice: “Los jueces corruptos fueron llamados dioses”. Quizás de manera sarcástica, quizás de manera irónica, pero la palabra fue usada para ellos porque recibieron la Palabra de Dios y eran los instrumentos de Dios y los agentes de Dios. Y hay un sentido en lo que eso era verdad con una “d” minúscula. Bueno, si esos jueces corruptos podían ser llamados dioses, si Él los llamó dioses, Dios mismo en la Escritura los llamó dioses, a quienes la Palabra de Dios vino. “Dicen de él a quien el Padre ha apartado y ha enviado al mundo, estás blasfemando porque dije yo soy el Hijo de Dios”. ¿Ve usted la analogía? Haga una comparación.

Él dice: “Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a Mí, creed a las obras para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí y Yo en el Padre”. Este es un argumento sorprendente. Él entra al Antiguo Testamento para presentar su argumento. Ciertamente, si el término dioses podía ser aplicado a gobernantes corruptos, no es exagerado para el Hijo de Dios incorruptible, perfecto, sin pecado, justo, ser llamado Dios. “Piensen en lo que están haciendo antes de que empiecen a aventar piedras. Piensen en lo que están haciendo”.

Un comentario al margen. En este encuentro, Jesús hace una afirmación sorprendente que básicamente los traductores han colocado en paréntesis en el versículo 35. Es tan único que se aparece aquí. Él dice: “A quienes vino la Palabra de Dios”. Y, por cierto, la Escritura no puede ser quebrantada. Hay un par de cosas que están pasando aquí. La Palabra de Dios y la Escritura son paralelas. ¿Ve usted eso? Son sinónimos. La Palabra de Dios y la Escritura son sinónimos. Por lo tanto, la Escritura es la Palabra de Dios. Por lo tanto, la Palabra de Dios es la Escritura. El Espíritu Santo aquí inspira a Juan a escribir las palabras de nuestro Señor Jesús de manera exacta, y el Señor Jesús equipara la Palabra de Dios con la Escritura, la Escritura con la Palabra de Dios.

Ahora, esa frase tiene una importancia masiva, masiva. Mientras que está en la discusión es meramente una nota a pie de página, una especie de desvío, es un tesoro que necesita ser levantado. ¿Qué quiere decir él? La Escritura no puede ser quebrantada. La palabra para quebrantada no es una palabra como quebrantada en inglés o español, la palabra es λύω (luo) en el griego, una palabra griega muy, muy conocida por todos los estudiantes del griego porque es el modelo de los verbos que son conjugados. Entonces, todo mundo conoce de λύω (luo). λύω (luo) significa despedido, disuelto, quitado, liberado, aniquilado, eliminado. ¿Entonces, qué está diciendo nuestro Señor? La Escritura no puede ser cambiada. La Escritura no puede ser soltada, liberada, quitada, despedida, anulada. Este pasaje es la perspectiva de Cristo de la Escritura, que es una cadena inquebrantable, y ningún eslabón puede ser quitado, ni uno.

El pasaje mismo, en el Salmo 82, no tiene conexión a su deidad, pero Él usa esa palabra, dioses, ahí, para presentar un punto de lo menor a lo mayor, como con mucha frecuencia lo hacían los rabíes, y Él lo hizo. Pero Él se detiene a la mitad de eso y hace esta afirmación poderosa general de que la Escritura no puede ser quebrantada. Y mientras que Él está muy ocupado probando que su afirmación a la deidad, a ser dioses, válida por sus obras, Él no trata de probar esta afirmación. Él no la prueba. La Escritura no puede ser quebrantada, punto.

¿Por qué Él no lo prueba? Porque no cuestionan eso. Ellos entienden eso. Es una cadena, todos los eslabones tienen que estar en su lugar. La Escritura es la palabra final, ellos lo sabían. Usted no puede alterar la Escritura. Usted no puede alterar la Escritura. De hecho, Él presenta su argumento entero a partir de una palabra en un versículo oscuro en un Salmo. Usted no puede tocar una palabra. Usted no puede aflojar una palabra y sacarla. Eso es porque toda la Escritura es inspirada por Dios, 2 Timoteo. Eso es porque: “Ninguna Escritura viene por alguna interpretación privada, sino que los santos hombres de Dios fueron movidos por el Espíritu de Dios a escribir” -2 Pedro 1. Usted no puede tener una perspectiva más elevada de la Escritura de la que Jesús tiene. Entonces, cuando entramos a discusiones de la autoridad, la inerrancia, la exactitud, la inspiración de la Escritura, me gusta comenzar con qué pensaba Jesús de la Escritura, porque quiero adoptar su perspectiva. Y si usted no tiene su perspectiva, yo me quedo con Él.

Hay un libro que salió recientemente llamado Cinco Perspectivas de la Inerrancia. No hay cinco perspectivas de la inerrancia, hay una, y hay cuatro mentiras. O es inerrante o no lo es. No puede ser quebrantada. Si es quebrantada, es quebrantada, esa es una violación. Usted no puede tocar una palabra. Usted no puede sacar una palabra. Y nuestro Señor en una discusión acerca de la afirmación más seria que Él jamás podía hacer, cuelga su argumento en una palabra, en tan solo una palabra. Esta fue su perspectiva de la Escritura.

Permítame mostrarle otra ilustración. Regrese a Mateo 22. Tenemos tiempo para hacer esto, créalo o no. Mateo 22, versículo 23, los saduceos que dicen que no hay resurrección, ¿por qué decían eso? Porque creían que los cinco libros de Moisés, el Pentateuco, los primeros cinco libros en el Antiguo Testamento, fueron escritos por Dios, y el resto del Antiguo Testamento fue un comentario humano de los primeros cinco libros. Muy bien. Entonces, creían en los primeros cinco libros como la palabra inspirada de Dios. Y debido a que Moisés no escribió acerca de la resurrección en los primeros cinco libros, no creen en la resurrección.

Eran protectores muy, muy estrechos, estrictos de todo asunto en el sistema levítico que era parte de la sección mosaica. Se veían a sí mismos como los protectores de la religión verdadera, rechazaban toda tradición oral, toda tradición escrita, toda tradición rabínica, toda ella la rechazaron, cada parte de ella. Eran fundamentalistas estrictos. Algunas personas piensan que negaban la resurrección porque eran como liberales teológicos, no. Negaban la resurrección porque eran hiperfundamentalistas que aceptaban únicamente los primeros cinco libros del Antiguo Testamento.

Entonces, quieren pisar a Jesús acerca de la resurrección. Entonces, le cuentan esta especie de historia loca de siete hermanos. Y había una ley en el Antiguo Testamento que decía que, si un hombre moría, su hermano, si no estaba casado, tomaba su esposa y cuidaba de ella. Y esto era lo que hicieron los hermanos. Entonces, en el caso de esta situación hipotética, siete hermanos, el primero se casa y muere sin hijos, el segundo se casa y se muere, el tercero se casa y se muere, hasta el séptimo. Y yo diría francamente, los últimos cuatro hombres eran torpes porque todo mundo frente a ellos se ha muerto y hay un común denominador aquí, es la misma señora que está en la cocina.

Pero bueno, ese no es el punto. Todos mueren y entonces, piensan que esto es tan ridículo porque si hay una resurrección, ¿de quién va a ser esposa ella? Jesús dijo: “Están equivocados, erráis. No entienden las Escrituras”. Después, Él regresa otra vez a las Escrituras y el poder de Dios, porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo. No hay matrimonio en el cielo.

Pero acerca de la resurrección, retrocedamos de su historia torpe, regresemos a la resurrección. Pero respecto a la resurrección de los muertos: “¿No habéis leído lo que os fue dicho por Dios?” Permítanme llevarlos de regreso al Antiguo Testamento, Jesús regresa al Antiguo Testamento. “¿No habéis leído lo que os fue dicho por Dios?” Y Él cita Éxodo 3:6 en donde Dios dice: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Dios no es Dios de muertos sino de vivos. ¿De qué trata eso? Cuando Dios dijo eso en Éxodo 3, Abraham estaba muerto, Isaac estaba muerto, Jacob estaba muerto. Si no hay resurrección, Dios debería haber dicho: “Yo era el Dios de Abraham, Isaac y Jacob”. Pero cuando Él dice: “Yo soy el Dios de Abraham, Isaac y Jacob”. Quiere decir que están vivos. Y el argumento entero no depende únicamente de una palabra, sino en un tiempo, tiempo presente.

¿Cuál fue la perspectiva de Jesús de la Escritura? No puedes aflojar una palabra. No puedes tocar un tiempo. Y después otra ilustración, Mateo 5. Mateo 5, El Sermón del Monte, 5:17-19, Jesús dice: “No penséis que he venido para abrogar la ley – esa es una forma de λύω (luo), ese mismo verbo – o los profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, hasta el fin de la creación, como la conocemos, ni la letra más pequeña ni la parte de una letra más pequeña pasará de la ley”. No puede tocar las palabras. No puede tocar los tiempos. No puede tocar las letras. Por cierto, en el versículo 19: “Todo aquel – y aquí está la misma palabra λύω (luo) – todo aquel que quite uno de estos mandamientos más pequeños y enseña a otros a hacer lo mismo será llamado pequeño en el reino de los cielos”.

¿Quieres saber quién es el más pequeño en el reino de los cielos? La gente que altera la inerrancia de las Escrituras y xles enseña a otros a hacer lo mismo, aterrador. ¿Quién es el más grande en el reino? El que los guarda y los enseña será exaltado. Entonces, esa es la perspectiva de Jesús de la Escritura, no puede ser quebrantada.

Ahora, usted puede regresar a Juan 10. Entonces, por qué no simplemente van a la Escritura, piensan objetivamente, tiran esas piedras, piensan objetivamente en que cuando alguien viene de Dios y habla en nombre de Dios hay un sentido en el que podrían ser llamados dioses, con una “d” minúscula, debido a esa representación. Si eso es verdad de hombres corruptos, cuanto más eso es verdad de Dios mismo perfecto, encarnado, sin pecado. Y no estoy pidiendo algo que no puede ser certificado, versículo 37: “Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis”. Hagan un juicio objetivo. “Más si las hago, aunque no me creáis a mí, mis afirmaciones, creed a las obras para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí y Yo en el Padre, que somos uno”. Lo que él dijo en el versículo 30.

¿Cómo prueba Jesús que Él es Dios? Por sus obras. Este es un llamado final, crean, crean, crean las obras, crean las obras, para que puedan saber y entender. La única manera a la vida eterna es creer en el Señor Jesucristo, creer que Él es Dios en carne humana. Esta es una invitación final de gracia. “Me pueden llamar un blasfemo debido a Mis palabras, pero no es posible que me llamen blasfemo si ven mis obras. Todas vinieron del Padre para honrar al Padre. Y la noción de que hago lo que hago por el poder del infierno es meramente una revelación de la corrupción de su propio corazón”.

Una última invitación de gracia. Llegamos al versículo 39. Aquí está la primera respuesta, consecuencias, consecuencias. La escena final de las cinco escenas, consecuencias. Procuraron otra vez prenderle, pero Él se escapó de sus manos. En este punto le dije que no importaba lo que Él hiciera, no importaba qué apelaciones hiciera Él, no importaba cuán misericordioso o cuánta gracia o amable fuera o mostrara. Estaban fijos en su incredulidad. Y gritarían por su sangre hasta que vieran a los romanos clavarlo a una cruz. Tuvieron la misma respuesta que tuvieron allá atrás en el versículo 31.

En esta ocasión, trataron de apoderarse de Él de nuevo por la misma razón, apedrearlo hasta la muerte, y Él desapareció. Querían arrastrarlo y apedrearlo. Habrían hecho lo mismo con el Apóstol Pablo, o trataron de hacerlo en Hechos 21 en el mismo lugar y en el mismo templo, pero no fue posible, ¿por qué? Porque su hora no había venido. Él dice eso en el capítulo 7. Él lo dice en el capítulo 8. No iban a ponerle sus manos durante 3 meses hasta que el tiempo de Dios fuera perfecto en la Pascua final.

Entonces, la primera consecuencia, los que rechazaron son confirmados una vez más en su incredulidad condenadora. Pero después, hay un fin deleitoso. No solo hay rechazadores, hay receptores de la verdad, versículo 40, y se fue, se fue durante 3 meses. ¿A dónde se fue? Al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan. ¿Dónde está eso? Un lugar llamado Betania, en el capítulo 1, versículo 28, casa de los pobres, es lo que significa, algunas veces, llamado Betabara. Este es diferente de la Betania que estaba al lado de Jerusalén, en donde María, Marta y Lázaro vivían, una Betania diferente. Ahí es en donde Juan comenzó su ministerio. Entonces en donde Juan comenzó su ministerio es en donde Jesús terminó el suyo.

Entonces, Él regresó ahí, y se estaba quedando ahí hasta el capítulo 11, cuando Él regresa durante el tiempo de la Pascua para entrar a Jerusalén a morir. Versículo 41, y muchos venían a Él y decían: “Juan, a la verdad ninguna señal hizo”. ¿Por qué no hizo milagros Juan? No era un apóstol. Señales y maravillas les pertenecieron a los apóstoles. Él no hizo ninguna señal. “Pero todo lo que Juan dijo de este, era verdad”.

Ahora, ahí hay un mandato para un predicador. No hacemos milagros. Este Juan no hace señales. Pero todo lo que Juan dice acerca de Jesucristo es verdad, eso es el ministerio, y eso fue verdad en el caso de Juan. Juan estaba muerto, a Juan le cortaron la cabeza, pero se acordaron. Bien pudo haber sido que había una comunidad de personas ahí. Estoy seguro de que había personas que se apegaron a él y todavía estaban ahí y recordaron bien los varios años en los que Juan cumplió con su ministerio. Y creo que Juan mostró a partir del Antiguo Testamento cómo Jesús era el Mesías. Juan era un predicador del Antiguo Testamento apuntando al cumplimiento en Cristo. No conocemos la historia entera del ministerio de Juan, pero duró durante varios años. Y vienen y dicen: “Todo lo que Juan dijo acerca del hombre era verdad”.

Habían oído a Juan y habían visto a Cristo y han visto lo que Cristo ha hecho. Estas son las personas que vieron los milagros y creyeron que eran de Dios, y el ministerio de Juan llega a dar fruto mucho tiempo después de que él había muerto, mucho tiempo después de que Juan estaba muerto. Había un eco de lo que él había dicho de Jesús que fue probado mediante las obras de Cristo. Es agradable saber que incluso antes de que se descargaban los sermones, los mensajes de los ministros podían ser recordados. Y como resultado: “Y muchos creyeron en Él ahí. Mas a todos los que le recibieron les dio potestad de ser llamados hijos de Dios, a los que creen en su nombre”. Ahí está. Esa es la exhibición final públicamente. Jesús se quedó ahí afuera con sus discípulos y congregando a creyentes hasta que fue momento de regresar a Jerusalén a morir.

La pregunta contundente aquí es obvia. ¿Cree usted? ¿Cree usted que las obras de Jesús son sobrenaturales? Eso no es debatible. Si son sobrenaturales, tenían que venir del cielo o del infierno. ¿Cree usted que Jesús es un agente de Satanás? Si no lo cree, entonces tenía que ser de Dios. Y si Él es Dios, entonces debe creer que Él es quien decía ser. Es blasfemia negarlo, rechazarlo, y lo aísla a usted para siempre de la vida eterna. Si usted cree, usted recibe salvación. La vida eterna, perdón de pecados, un lugar en la familia de Dios, el regalo del Espíritu Santo, promesa de gloria celestial, bendición eterna, gozo. Comienza con creer en Jesús como el Hijo de Dios. Ese es el evangelio. Ese es el mensaje cristiano. Y viene de la Escritura, y la Escritura siempre dice la verdad.

Padre, te agradecemos por la oportunidad que hemos tenido esta mañana de reunirnos en torno a tu presencia, en torno a tu trono, aunque eso está en una realidad diferente y en una dimensión diferente de la existencia, nos sentimos como que hemos estado ahí. Sabemos que tú te reúnes con tu pueblo, tú habitas su alabanza. Te agradecemos por el privilegio de venir a tu trono. Te agradecemos por la oportunidad maravillosa de oír la palabra acerca de Cristo de nuevo, porque la fe viene por oír la palabra acerca de Cristo, Pablo nos dice. La fe, viene al creer las afirmaciones de Cristo y la obra de Cristo en la cruz y mediante la resurrección.

Oh Señor, oro porque haya muchos el día de hoy, muchos que oigan este mensaje que crean. ¿Quién podría creer que las obras sobrenaturales de Cristo, hubo tantas de ellas que no podrían ser escritas si todos los libros del mundo fueran ensamblados con ese propósito? ¿Quién creería que son del infierno, de Satanás, cuando todo lo que Él hizo fue tan bueno, tan noble, tan excelente, tan glorioso, honró tanto a Dios? Él tenía que ser quien dijo ser. La única esperanza, la única esperanza de salvación, el único Salvador.

Padre, que Tú abras los corazones de muchos para que crean, que crean. Te agradecemos, Dios, por el privilegio de adorarte el día de hoy, y que nuestra adoración continúe incluso conforme vivimos para tu honor. Y ahora, el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas por la sangre del pacto eterno, nos haga aptos en toda obra buena para que hagamos su voluntad, haciendo Él en nosotros lo que es agradable delante de Él por Jesucristo, al cual sea la gloria por los siglos de los siglos y todos dijeron, amén.

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