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Romanos Capítulo 1. Y quiero leerle los versículos 1 al 7, sin estar bajo ilusión alguna de que vamos a cubrirlos todos, pero vamos a leerlos: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el Evangelio de Dios, que Él había prometió antes por sus profetas en las Santas Escrituras, acerca de su hijo, Nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David,  según la carne; que fue declarado Hijo de Dios con poder según el espíritu de santidad por la resurrección entre los muertos, y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; entre las cuales, estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo. A todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos, gracia y paz a vosotros de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.

El enfoque de la instrucción de Pablo en la epístola de los Romanos, está en una frase al final del versículo 1. La frase es el Evangelio de Dios. Realmente ese es el tema de la epístola entera, las Buenas Nuevas de Dios. Una mirada rápida a cualquier periódico, un vistazo de cualquier revista semanal nos recuerda que en nuestro mundo las noticias son malas y están empeorando. Y lo que está sucediendo a gran escala simplemente es una multiplicación de lo que sucede a nivel individual: malas noticias. De hecho, eso se ha vuelto un coloquialismo en nuestra época; malas noticias. Como usted puede ver, los hombres y las mujeres están bajo un poder aterrador, y ese poder que está en la profundidad de su ser, los empuja a la auto-destrucción.

Ese poder es el pecado y el pecado es lo que lleva las malas noticias. Simplemente, a manera de resumen, veo cuatro áreas primordiales en donde el pecado produce malas noticias para la raza humanas y, en cierta manera, son secuenciales; y no pretendo que éstas sean exhaustivas o cubran toda área de la vida, pero simplemente para motivarlos a pensar. Las primeras malas noticias que el pecado trae a un individuo es el egoísmo; son malas noticias en la existencia humana que cada uno de nosotros está inclinado hacia cumplir nuestro propio deseo en particular a costa de lo que sea. El elemento básico de la pecaminosidad es el dominio del yo, del ego. Inclusive, esto comenzó cuando Satanás cayó; él dijo: “Yo haré, haré, haré, haré, haré”, cinco veces en estos verbos; el hombre ha heredado esta propensidad con la venida del pecado, él es absolutamente egoísta, está centrado en sí mismo, él quiere hacer lo que quiere (si se le permite), y lo que una sociedad permita, él va hacer; él va ir hasta donde la tolerancia de la sociedad llegue, el hombre va a consumir todo lo que está en sus ojos, en su propia concupiscencia; él va a consumir cosas y va a consumir a gente, y va a consumirse a sí mismo, y cuando un amigo o un cónyuge, o un amante, o un miembro en su familia cesa de proveer lo que un individuo quiere, entonces es descartado como un ‘par viejo de zapatos’ que no sirven para nada.

Vivimos en un mundo en donde la gente está demandando sus propios derechos, y esto no es nada más que la manifestación de lo que hay en la profundidad del corazón del hombre: egoísmo auto-destructivo; todo el mundo quiere derechos, y la meta definitiva en la vida es alcanzar la satisfacción personal. Satisfacción personal. Sea, que usted esté en el mundo de los negocios, o en el matrimonio, o, sea que este en alguna relación amorosa, el hombre termina pervirtiendo todo debido a su deseo egoísta por obtener ganancia, fama, dominio, popularidad, dinero, satisfacción física; y entonces el pecado empuja a la humanidad a un estado egoísta de auto-consumismo. Alguien dijo que debemos usar las cosas, y llamar a la gente, pero en lugar de esto amamos las cosas y usamos a la gente. El final de esto es que el hombre es incapaz de sostener una relación significativa, él es incapaz realmente de amar, él no está dispuesto a dar; y por lo tanto, pierde aquello que es la fuente más obvia de gozo verdadero que es la abnegación.

El hombre se vuelve, entonces, dominado por una avaricia egoísta que lo aísla de todo y de toda cosa. Y el resultado de todo esto, es que el hombre realmente llega a un punto de desesperanza y de soledad absoluta, y encuentra que todas las cosas que consume en sus propias concupiscencias, lleva la ley de la devolución decreciente; de tal manera que entre más tiene, menos le satisface. Entonces, lo primero que el pecado ha producido a manera de malas nuevas, es que somos egoístas y es una trampa que nos lleva a la desesperanza. Ahora, las malas nuevas que el pecado produce egoísmo, nos lleva a una segunda área que también son malas nuevas; el hombre no solo es egoísta, sino también es culpable. El auto-consumismo, el usar a la gente, abusar de la gente, hacer lo que sea para que pueda usted alcanzar lo que quiere lleva a la culpabilidad, porque Dios ha diseñado que el hombre sienta algo cuando él peca, de otra manera el hombre nunca podría evitar ir al infierno.

Es como el dolor. Dios ha dado el dolor para que usted sepa que cuando su cuerpo es lastimado, usted busque ayuda de su cuerpo; y Dios le ha dado la culpabilidad como una manera de decirnos que estamos en el camino equivocado y algo tiene que cambiar; y entonces, el hombre es oprimido por la culpabilidad; y las malas noticias es que el hombre vive en ansiedad, vive en temor, vive sin dormir, vive con problemas sicológicos, úlceras, muchísimas enfermedades causadas por su culpabilidad, las cuales él puede tratar de aliviar mediante la embriaguez o el suicidio o algo más. Vivimos en un mundo aterrador, en el cual la gente están llena de pánico debido a su culpabilidad, y tratan de cubrirlo mediante de cubrirlo mediante de una fachada frívola; algunas personas tratan de evitar la culpabilidad real mediante el dinero, las posesiones, el alcohol, las drogas, el sexo, los viajes, el psicoanálisis, echarle la culpa a la sociedad por su culpabilidad, echarle la culpa a alguna tradición bíblica anticuada que se les impone culpando a Dios, a los cristianos, a la iglesia, a sus padres, algún trauma pre-natal; inclusive, escuche de un hombre que le echó la culpa a un plátano que su mamá le dio cuando era pequeño para justificar su culpabilidad.

El egoísmo lleva al pecado, y eso, inevitablemente trae culpabilidad. Y cuando usted trata de culpar a alguien por ello, eso únicamente multiplica la culpabilidad; porque ahora no solo es culpable de pecado, sino de tratar de culpar a alguien que no lo merece, y eso nos da aún más malas noticias, ya que el egoísmo lleva a la culpabilidad y la culpabilidad lleva a una vida sin significado; el hombre está atrapado en una trampa de su propio egoísmo, en la trampa de su propio egoísmo; no lo lleva a ningún lugar, más que a una culpabilidad que lo abruma y, tarde o temprano, se dice a sí mismo: “¿En esto consiste la vida? Es mejor que no hubiera nacido”. La vida un ciclo interminable de tratar de encontrar satisfacción cuando es imposible, y solo encuentra culpabilidad; y en ese tipo de vida no hay satisfacción, y donde no hay satisfacción, todas las preguntas elementales son hechas: “¿Esto es lo único que hay? ¿Dónde están las verdaderas respuestas? ¿Dónde están las verdaderas preguntas? ¿Por qué vivo? ¿Cuál es el significado de mi vida? ¿Qué es la verdad? ¿Dónde encuentro lo que es verdad?”.

Al hombre se le alimenta una dieta constante de mentiras por parte del mentiroso Satanás, quien está a cargo del sistema del mundo; y las mentiras realmente nunca proveen respuestas ante la pregunta del significado, y por ello nunca escucha una respuesta, nunca encuentra una respuesta; y las noticias siempre son malas. Esto es lo que Edna St. Vincent Millay quiso decir cuando dijo: “La vida deber seguir y simplemente olvido porqué”. Vivimos en una serie de periodos de 24 horas sin importancia, sin significado, nada cambia, todo es vaciedad, y como el personaje primordial en una de las novelas de Sartre dijo: “Decidí matarme a mí mismo para quitar, por lo menos, una vida superflua”. Ahora, encontramos un cuarto elemento en esta cadena de malas noticias que es traída por el pecado, y me gusta llamarlo ‘desesperanza’.

Comienza usted con un egoísmo auto-consumista y, finalmente, despierta ante el hecho de que encuentra la ley del retorno o la devolución decreciente, y cuando todo ha terminado, lo único que encuentra es culpabilidad después de todo lo que ha hecho. Y a partir de este trauma y ansiedad de la culpabilidad, se encuentra la falta de significado en la vida, y partir de la falta de significado en la vida, se encuentran las malas noticias que ahora no tiene nada ahora, y tampoco lo tendrá después; y entonces hay una desesperanza total, una carencia de esperanza. No hay satisfacción posible en una vida sin significado, llena de culpabilidad, centrada en uno mismo, únicamente la horrible expectativa de la muerte; y, ¿después qué? No hay esperanza. Entonces la gente enmascara a la muerta, lo cual creo que es la obscenidad más perversa para la mayoría de la gente, pero la enmascara al reírse de ella o al burlarse de ella o cubrirla de alguna manera para aliviar el temor que esto trae; pero en últimas, son las peores noticias de todas; no hay nada ahí y tampoco y nada aquí. Malas noticias, malas noticias.

Miles de bebés nacen diariamente en un mundo lleno de malas noticias. Son malas noticias. Y a lo largo de este proceso, los hombres se encuentran hundiéndose a mayor y mayor profundidad en un dilema, porque son empujados ahí por el mentiroso Satanás, que continua alimentándolos con las mentiras a través del sistema en el que viven. Y la manifestación de todo este pecado que ha producido malas noticias, es lo que usted lee cuando toma el periódico ‘Los Ángeles Time’, malas noticias. Inclusive, los destellos de buenas noticias –que así le llaman– son momentos de descanso en una saga interminable de malas noticias. Es como alguien dijo acerca de los tratados de paz: “Los tratados de paz y los tiempos de paz son solos esos momentos donde toda persona se detiene para recargar sus armas”. Inclusive, los pecadores tienen que dormir; y un breve respiro, y quizás algo de lo que supuestamente se llaman buenas noticias, no duran mucho.

¿Hay buenas noticias? ¿Realmente hay buenas noticias? ¿Buenas noticias acerca de que el pecado puede ser enfrentado? ¿Buenas noticias acerca del egoísmo que no tiene que vivir de esa manera? ¿Buenas noticias acerca de la culpabilidad y ansiedad que puede ser aliviada? ¿Hay alguna buena noticia acerca del significado de la vida? ¿Hay alguna buena noticia acerca del futuro, de la vida futura después de la muerte? ¿Hay alguna buena noticia? Pablo dice en el versículo 1 que hay buenas noticias, y esas son el Evangelio: las buenas noticias de Dios; y de eso trata Romanos. Pablo comienza en el versículo 1 con las buenas noticias de Dios, y en capítulo 15 conforme llega al final, en el versículo 16, él dice: “Soy ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando las buenas noticias de Dios”. Entonces, como un paréntesis en esta epístola, se encuentra la gran realidad de que Pablo está trayendo buenas noticias, buenas noticias.

Pablo también lo llamó ‘las buenas noticias bienaventuradas’, las llamó ‘las buenas noticias de salvación’, las llamó ‘las buenas noticias de Jesucristo’, las llamó ‘las buenas noticias de Su Hijo’, las llamó ‘las buenas noticias de la gracia de Dios’. Sea lo que sea que lo llamó, fueron buenas noticias; buenas noticias de que el pecado podía ser perdonado; buenas noticias de que la culpabilidad podía ser quitada; buenas noticias de que la vida podía tener significado; buenas noticias de que el futuro tenía una realidad, que era eternamente glorioso; buenas noticias. Y usted pensaría que estamos predicando las malas noticias por la manera en que el mundo reacciona, pero así de torcidos están porque están bajo la influencia del mentiroso. Tenemos buenas noticias. Ahora, al avanzar a lo largo del libro de Romanos, veremos las riquezas incomprensibles de las buenas noticias, y cómo se desarrolla frente a nosotros; pero quisiera decirle –y tomo un segundo para decirle esto, no planeaba hacerlo–, pero quisiera decirle que el enfoque entero de los 16 capítulos de Romanos, se destilan en los primeros 7  versículos. Puedo entender a Pablo; él está tan emocionado por lo que va a decir que no puede esperar el decirlo, hasta que llegue al final del 16; entonces él resume todo lo que va a decir en los primeros 7 versículos, destila el enfoque de su epístola entera; lo resume, lo sintetizas, y después, lo desarrolla.

Es como si la semilla está en los primeros 7 versículos, y después encontramos cómo  germina y florece conforme a usted avanza a lo largo de los 16 capítulos. Ahora, observe el versículo 1 por un momento, y vea la frase “El Evangelio de Dios”, “El Evangelio de Dios”, ‘euangelion’, ‘euangelion’; ese término es usado por Pablo 60 veces en sus epístolas; 60 veces habla de las Buenas Nuevas, buenas noticias. Es un término favorito de Pablo. No es sorprendente que el hombre que vivió su vida entera oyendo malas noticias, y una vez que oyó las buenas noticias, no podía evitar el hecho de decirle a todo mundo, a toda persona que encontró acerca de eso. Tindole escribió: “La palabra ‘euangelion’ significó: bueno, contento, noticias buenas, contentas, gozosas, que hacen que el corazón de un hombre se regocije, y lo hacen cantar, y bailar, y brincar de gozo”.

Y creo que en esa frase realmente él capturó el significado: son buenas noticias, son noticias buenas llenan de felicidad de gozo, de gusto; buenas noticias de que Dios nos librará de nuestro pecado egoísta; buenas noticias de que Dios nos perdonará y nos librará de la culpabilidad; buenas noticias de que Dios traerá significado a la vida y la hará abundante; y buenas noticias de que hay esperanzas para la vida venidera. Y note también en el versículo 1 que son buenas de Dios, y ese es el enfoque del griego, dice: “De Dios”. Y es importante que Pablo dijera eso porque la palabra ‘euangelion’ era una palabra griega común, y, ¿sabe cómo era usada?, era usada en el culto de la adoración al emperador; estaba relacionada  con el culto al emperador. Ahora, usted se recordará que en el imperio Romano, la gente tenía la responsabilidad de adorar al emperador como si fuera dios, un dios; y cuando alguien que venía del partido oficial del emperador, iba a hacer un anuncio importante acerca de algún acontecimiento importante que tenía que ver con el emperador, era llamado el ‘euangelion’, buenas noticias.

Por ejemplo: “Buenas noticias: el emperador ha dado luz a un heredero”, esa sería una manera en la que era usada, o: “Buenas noticias: el heredero ha llegado a su edad”, o: “Buenas noticias: tenemos un nuevo emperador conforme llega al trono”; esto era el ‘euangelion’. Pero Pablo dice esto, escuchen: “Les estoy escribiendo en Roma, los que están a oír el ‘euangelion’ del imperio Romano, y les estoy diciendo: ‘Ustedes tienes buenas noticias, pero no son de César’”, ¿son de quién? ¡De Dios! Realmente esas  son buenas noticias, porque francamente la mayoría de los cesares eran malas noticias para comenzar; éstas son buenas noticias de Dios. Ahora, usted no puede detenerse y pensar: “¿Por qué Dios me va a dar buenas noticias? No lo merezco”, y tiene razón, pero así es, Él trae buenas noticias aquellos que no lo merecen.

El Doctor Donald Grey Barnhouse, creo yo, captura el pensamiento el pensamiento en un párrafo fascinante en el cual él relata una historia. Escuche, él dice que se le contó de un joven en Francia que era muy amado por su madre, que se entregó a una vida de impiedad, que lo llevó más y más al pecado a mayor profundidad; él se enamoró de una mujer perversa que lo alejó más y más a la injusticia, lo llevó a la injusticia. La madre, de la manera natural, buscó traerlo de regreso a un plano más alto, y la otra mujer lo resintió de manera amarga. Y una noche, la historia cuenta que la mujer mala acusó al hombre de que realmente no la amaba porque él permitió que su madre interfiriera, y él prometió y le dijo que la amaba. Ella apeló a su mente embragada diciendo: “Si realmente me amas, entonces te vas a deshacer de tu madre y de sus ruegos constantes”. Bueno, de acuerdo con la leyenda, el joven salió corriendo de la habitación a una casa cercana, en la cual su madre vivía, y le pegó hasta matarla, arrancando el corazón de su cuerpo para llevarlo de regreso a su amante como prueba de que él había quitado la vida de su madre.

Y después dice Barnhouse –llego al clímax del cuento–: Conforme entró corriendo, en su insensatez, él se cayó y, a partir del corazón ensangrentado, salió una voz que le dijo: “Hijo mío ¿estás lastimado?”. Barnhouse dijo: “Esa es la manera en la que Dios, un perdón absoluto y total”, entonces, así es como Dios ama. Carlos Wesley lo expresó en un himno “La profundidad de la misericordia. ¿Puede haber misericordia aún reservada para mí? ¿Puede mi Dios perdonarme y hacer un lado su ira al primero de los pecadores? He resistido su gracia por mucho tiempo, he provocado su ira, no he oído sus llamados, lo he entristecido mil veces”. Entonces, Wesley se maravilló entre las buenas noticias de que Dios le extendió esto a los hombres inmerecedores. Amados, estas son buenas noticias. ¿No les da gusto tener estas buenas noticias?

Ahora, vamos a ver en estos 7 versículos, y vamos a ver en las próximas semanas cómo se desarrollan las buenas noticias; y esencialmente, aquí hay 7 aspectos. Vamos a comenzar con el primero: el predicador de las buenas noticias, el predicador de las buenas noticias. Quizás es porque soy un predicar y ministro que me encuentro… me hayo atraído, me veo con un gran deseo de pasar algo de tiempo en esto porque me habla tanto; y, si usted me permite, por un momento me voy a predicar a mí mismo. Ahora, Dios llamó a un hombre único para que fuera el vocero primordial de las buenas noticias. Versículo 1, Pablo, ¿se acuerda de él? Pablo, él era ese hombre, el predicador de las buenas noticias, único; se le encomendaron los misterios, aquello que había estado escondido de generaciones pasadas y pueblos pasados, y ahora revelados –es lo que dice en Efesios 3 y Colosenses 1–, él era el orador primordial de Dios para ser el heraldo de las buenas noticias; ese judío sobresaliente con preparación académica griega y ciudadanía romana; ese hombre con capacidades increíbles como líder; un peleador muy motivado, determinado, expresivo, brillante; un hombre con una capacidad de expresión única; especialmente llamado y convertido por Dios mismo.

Ese hombre que completó tres viajes misioneros, proclamando las buenas noticias desde Jerusalén a Macedonia, y cruzando por ese territorio. Pablo fue uno siervo único que podía hacer milagros; sin embargo, no podía quitarse su propio aguijón en la carne. Pablo que podía salir de prisiones, como lo hizo en Filipos; sin embargo, fue un prisionero, Pablo es el predicador. Y le recuerdo que todo predicador que ha predicado desde ese entonces, ha dependido de los sermones de Pablo para su material; 13 libros del nuevo testamento; el legado de este hombre a través de la inspiración del Espíritu  Santo. Ahora él nos cuenta tres cosas acerca de si mismo en el versículo 1. Primero, Pablo, siervo de Jesucristo –la palabra es ‘esclavo’ realmente–, observe conmigo por un momento Éxodo 21. Permítame ver si le puedo dar un contexto judío para la manera de pensar de Pablo.

En Éxodo capítulo 21 encontramos, descubrimos algo de la relación entre amo y esclavo, amo y siervo entre el pueblo de Dios, conforme Dios le das unas leyes; y en los versículos 5 y 6 leemos esto: “Si el siervo dice: ‘Amo a mi amo, mi esposa y mis hijos, no voy a irme como alguien libre’”; en otras palabras, si el siervo dice: “No sirvo porque se me forza, no sirvo porque se me paga, no sirvo porque tengo temor. Sirvo porque amo a mi amo; por lo tanto, nunca voy a salir como un hombre libre”, y él era conocido como un esclavo. Y esto es realmente la esencia de la palabra ‘doulos’ usada en Romanos 1; un esclavo, un esclavo voluntario. Y observe lo que sucedió en el versículo 6: su amo lo traía a los jueces y ellos afirmaban esto, y ellos también lo llevaban a la puerta o un marco de una puerta en donde había madera, y su amo perforaba su oído y lo servía para siempre. Y si usted decía: “Quiero servir motivado por amor, y nunca me voy a ir porque te amo”, entonces era llevado usted a la puerta y ahí donde las mujeres se perforan los oídos, lo cual es insignificante, algo muy significativo sucedía, y ese lóbulo del oído era presionado contra la madera, y era perforado, y llevaba de manera permanente la marca que expresaba, “soy un esclavo de amor”.

Ahora, esa es la esencia de lo que está detrás de Romanos 1:1 –regrese a esa porción–, y Pablo está diciendo: “Yo soy un esclavo, esto es algo que yo he escogido por amor, no por temor”. Y había millones de esclavo en el imperio romano; quizá no todos entendían este concepto judío, quizás algunos de ellos sí, estoy seguro de que algunos  servía por amor; pero la mayoría de los esclavos en el mundo romano, en la cultura griega, no eran tratados como personas, sino como objetos, como herramientas; si usted quería, usted podía matar a sus esclavos; no era algo importante. Por lo tanto, algunos comentaristas bíblicos dicen acerca de este pasaje que Pablo está usando ‘doulos’ solo en su sentido judío; que él solo está hablando de la afirmación de su amor, y de que está hablando de la dignidad de un servicio así; y, por cierto, en el uso hebreo del concepto de siervo, alguien en los rangos más elevados podía ser un siervo; los reyes tenían siervos, ministros que ministraban a sus necesidades reales; y entonces, en un sentido hebreo, un siervo podía ser un término sublime de gran honor y gran dignidad.

Por ejemplo, en Génesis 26:24, dice que Abraham era un siervo; Números 12:7 dice que Moisés era un siervo; en Josué 24 dice que Josué era siervo; en 2ª de Samuel 7:5 dice que David era un siervo; y en Isaías 20:3 dice que Isaías era un siervo; y en Isaías 53 dice que cuando el Mesías venga, será un siervo. Y entonces, muchos comentaristas creen que Pablo está diciendo: “Soy un siervo de Jesucristo”, y que dice esto como un énfasis de la dignidad de su responsabilidad en un sentido hebreo, más que en un sentido griego del menosprecio; pero realmente creo que eso no es correcto. No es el punto de Pablo. Sí hay cierta  exaltación, hay cierto honor, hay cierta dignidad maravillosa incomprensible por ser llamado siervo un siervo de Jesucristo; hay un sentido en el que usted espera servir a la majestad y realeza del Rey de Reyes y Señor de Señores, y eso es verdad; pero no es verdad separar eso de lo que los gentiles habrían entendido del mismo término. Y para el mundo griego mismo, ‘doulos’ significaba esclavitud total, un esclavo; no dignidad, sino humildad; y yo creo que Pablo quiere que veamos  eso en ese sentido también.

Él escoge otras dos palabras para hablar de su servicio. 1ª de Corintio 3 nos da una de ellas, versículo 5, y aquí obviamente su énfasis se encuentra en la humildad: “¿Qué pues es Pablo y que es Apolos?”, diáconos; de ahí obtenemos la palabra ‘diáconos’, significa un mesero; si usted veía esa cultura, realmente significaba alguien que quitaba los platos sucios. “Pero, ¿qué somos nosotros más que meseros, mediante los cuales creísteis conforme a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolo regó, y Dios dio el crecimiento; así que en el que plantes, algo en el que riegas, sino Dios que da el crecimiento, no somos nada –él dice– sino meseros”. Más adelante, en 1ª de Corintios 4:1 él dice: “Somos siervos de Cristo”, y él usa una palabra diferente, él usa la palabra ‘huperetes’, es la palabra traducida “ministros” en algunas versiones, es ‘huperetes’, ‘huper’ significa abajo, ‘etes’ viene de una palabra que significa remar, es un remero; tenían barcos de tres niveles con tres cubiertas, en esas tres cubiertas habían tres niveles de esclavos de galeón que estaban remando para que esos navíos, esos barcos avanzaran.

Y Pablo dice: “Acuérdense de mí como un esclavo de galeón de tercer nivel”, eso es humildad; no puede ir más abajo de eso. Entonces, sí, creo que hay un pensamiento hebreo aquí de dignidad, de honor, de respeto; pero está mezclado de manera maravillosa con la humildad del significado del término griego; de tal manera que Pablo, de manera paradójica, se encuentra así mismo, tanto exaltado como el siervo de Cristo, como también humillado; una expresión de humildad y dignidad, y esta es la ambivalencia que todo representante de Jesucristo lleva. Algunas unas veces, cuando pienso en la dignidad de lo que hago me abruma; algunas veces cuando me doy cuenta de que me pongo de pie y proclamo el Evangelio de Dios, cuando me pongo de pie y proclamo lo que he aprendido de la Palabra de Dios, y el ministerio de Pablo, y la enseñanza de las Escrituras bajo el poder del Espíritu de Dios, me doy cuenta de que no hay un llamado más elevado en el mundo que ese.

Y ahí hay una dignidad maravillosa, y la Biblia dice: “Nunca hables una palabra en contra de alguien que represente a Cristo; no acuses a un anciano, a menos de que tengas una buena razón para hacerlo, delante de dos o tres testigos”; y la Biblia dice: “Da honor a quien el honor es debido”; y la Biblia dice: “Págales doble de lo que le debes pagar, si trabajan duro en la Palabra y en la doctrina”; y la Biblia dice: “Respétalos”; y la Biblia dice: “Obedécelos y sométete a ellos, y has que tu vida imite su ejemplo”; es algo sublime. Sin embargo, está esa maravillosa ambivalencia espiritual que dice: “Es el servicio, el tipo de servicio más humilde”, porque usted sabe que lo que usted hace, aquello que usted hace, no se lo ganó por algún derecho, no tiene derecho de hacerlo debido a quién es usted. Y entonces, como dijo Pablo en 1ª de Corintio 3: “Usted no es nadie, no es nada”; y entonces, Pablo era un siervo con todo eso incluía, era un siervo de Cristo, eso significaba que tenía que obedecer de manera absoluta a Jesucristo, y al mismo tiempo, había una dignidad que era maravillosa. En segundo lugar, el predicador del Evangelio dice: “No solo soy un  siervo de Jesucristo, sino también soy llamado a ser apóstol”.

La mejor manera de expresar el griego ‘ser llamado a ser apóstol’ es ‘llamado apóstol’, ‘llamado apóstol’; la idea es que él era un apóstol, no porque él decidió serlo, sino porque Dios decidió y lo llamó de manera eficaz. No hay una selección humana aquí. Por cierto, el término ‘apóstol’ fue usado primero por el Señor en Lucas 6:13, Él llamó a sus discípulos ‘apóstoles’. Ahora, Pablo era llamado apóstol por Dios. Rápidamente, por un momento, acompáñenme a Hechos 9; y usted se acuerda, a partir de la semana pasada, que Pablo iba camino a Damasco a perseguir cristianos, y el Señor lo detuvo y lo cegó, y después vino un hombre llamado Ananías quien cuido de él; y en versículo 15 de Hechos 9, el Señor dijo a través de Ananías a Pablo: “Id, ve, porque instrumento escogido me es éste para llevar mi Nombre”, ¿él es un qué?, un instrumento escogido; no fue su decisión, fue la decisión de Dios.

En el capítulo 22 de Hechos, Pablo mira hacia atrás, y él se acuerda de lo que Ananías le dijo. Ananías llegó a él, así como el Espíritu lo instruyó en el capítulo 9, y le dijo en el versículo 3, hermanos, Saúl recibe la vista: “En la misma hora vi”, y él dijo: “El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conocieses su voluntad, y vieras al Justo y oyeras la voz de su boca –esto es Cristo–, porque tú serás testigo a todos los hombres de lo que has visto y oído”. Observe ahora el capítulo 26, versículo 16, el Señor dice… Pablo está recordando aquí su testimonio: “Pero levántate y ponte sobre tus pies, porque para eso te he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo y de los gentiles a quienes ahora te envío para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios, para que reciban por la fe, que es en Mí, perdón de pecados, y herencia entre los santificados; por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial”. Él fue llamado apóstol.

De hecho, en 1ª de Corintio 9 él dice: “Ay de mí si no predicare el Evangelio”; él dice: “No me den una recompensa, no me den honor, no nombren una escuela con mi nombre, no pongan una placa en la pared o construyan una estatua; oren por mí. Dios me ha dado la tarea que yo no pedí, y si yo lo echo a perder, estoy en muchos problemas”. En Gálatas 1 él dijo: “Yo soy un siervo llamado apóstol”, y él dice: “Dios me colocó en este ministerio”. Y él dice en el versículo 10 de Gálatas 1: “¿Acaso busco el favor de los hombres o de Dios? Si yo busco agradar los hombres, no debo ser el siervo de Cristo”; y él dice: “Y les he dado, les doy a conocer que el Evangelio que fue predicado por mí, no es evangelio de hombres, porque no lo recibí de hombres, ni fui enseñado por hombres, sino por la revelación de Jesucristo”; él dice: “Mi llamado es de Cristo mismo”.

Ahora, creo que eso es una palabra muy importante. Si usted va a representar al Señor Jesucristo, más vale que sepa que lo llamó a usted; yo no daría un paso hacia delante si no estuviera seguro de que Dios me había colocado en el ministerio; va más allá de mí ahora. El término ‘apóstol’ que es traducido allá en Romanos 1 como ‘apóstol’ significa uno enviado, un comisionado, alguien despachado, un mensajero, un embajador, un emisario. Y por cierto, en esos días, tenían ciertos barcos que se llamaban barcos apostólicos, y los barcos apostólicos no eran  barcos que llevaban apóstoles; tenía un sentido secular, un uso secular; un barco apostólico era un barco de cargamento, era enviado con un cargamento para otra ciudad; y entonces, significaba cualquier cosa despachada o enviada. Y Pablo está diciendo: “Yo fui enviado, pero el hecho de que fue enviado no fue una decisión personal”. ¿Sabía usted que el término ‘apóstol’ aparece 78 veces en el Nuevo Testamento, y en la mayoría de esas ocasiones se refieren a los 12 y a Pablo que fueron enviados de manera especial? De manera especial.

Esta semana leí la historia de un querido predicador de color; él predicaba ahí en una pequeña iglesia en el campo; él predicó con todo su corazón, y era un hombre piadoso y humilde; y un joven vino a predicar un domingo por la noche, que era un joven arrogante, y pensaba que era más de lo que la gente realmente merecía; y él predicó y se vio claro en su actitud que era un hombre orgulloso. Cuando terminó, el querido predicador de color se le acercó y dijo esto: “Joven, ¿usted fue enviado o usted simplemente fue?”, y creo que quizá hay muchas personas que no fueron enviadas, sino que solo fueron; pero Pablo fue enviado, y él lo sabía porque Dios se lo había afirmado.

He estado leyendo en las últimas dos semanas un libro titulado “El Pastor Reformado”, escrito por Richard Baxter, en el año del 1650; y en la primeras 100 páginas, él llama al clero ahí en Gran Bretaña en 1650, y les dice: “Antes de que sigan predicando, más vale que regresen y se aseguran de que son redimidos”; y por 100 páginas les habla de esto: “Más vale de que se aseguren de que Dios los ha enviado”. También hay un sentido oficial en el que tenemos que entender la palabra ‘apóstol’; un apóstol era una responsabilidad oficial; tenía un sentido amplio, y todo mundo, toda persona que lleva el mensaje de Cristo es enviado: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio”; todos somos enviados, todos somos apóstoles con una “a” minúscula. Y el Nuevo Testamento enlista a varias personas que son apóstoles, que están afuera de Pablo, del grupo de Pablo y los 12; pero ellos son los que tienen una “A” mayúscula, una responsabilidad oficial.

Y si ustedes estudian el Nuevo Testamento, descubriría que tenían que ser llamados directamente por Jesucristo, esto es directo y verbalmente y personalmente por Él; tenían que haber sido testigos oculares de Cristo y su resurrección; y Pablo lo fue, porque lo vio en el camino a Damasco; fueron capacitados de manera especial por parte del Espíritu Santo, para poder escribir correctamente el Nuevo Testamento, porque Jesús les hizo la promesa de que el Espíritu vendría y viviría en ellos y los llevaría a toda, ¿qué?, la verdad, y les traería a su memoria, haría que se acordaran de todo lo que Él había dicho. También se les dio la capacidad de hacer señales y milagros y obras poderosas, milagros que son llamados por el apóstol Pablo, ‘las señales de un apóstol’; y su responsabilidad no estaba restringida a una iglesia local, ni por un corto periodo de tiempo; sino que se volvieron el cimiento, en el cual toda la historia de la iglesia está construida.

Entonces, estos 12 apóstoles, únicos, estos 12 hombres únicos más uno, Matías, reemplazando a Judas, eran el cimiento; tenían que ser llamados por Jesús mismo, tenían que ser testigo oculares de su resurrección, recibieron el Espíritu Santo mediante el cual pudieron escribir la revelación, y podían hacer señales y maravillas y obras poderosas; y su responsabilidad se extendió más allá de cualquier congregación local; y Pablo fue una de esas personas tan, tan especiales, y él sabía que Dios lo había llamado. Usted sabe, en Jeremías 23 dice que había algunos profetas que salieron, pero nunca fueron enviados, y la gente nunca debe escucharlos. Oh amados, quiero decirlse que hay tantos profetas así, como ellos el día de hoy, que están allá afuera hablando, pero no deben ser escuchados; son profetas condenados, falsos profetas; y después están aquellos que nunca fueron enviados, simplemente salieron, no tienen la unción de Dios; y no debemos escucharlos. Han corrompido a la iglesia a lo largo de todos los siglos de su existencia, y continúan haciéndolo aún el día de hoy.

Y entonces, Pablo dice: “Soy siervo –dice Pablo–, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol”; y, por cierto, él se llama a sí mismo, al principio de varias de sus otras cartas; y en tercer lugar –ahí vamos a detenernos con este punto–, apartado para el Evangelio de Dios. ¿Quiere saber algo básico? Usted no puede servir a Dios, a menos de que sea apartado o separado, no puede ser hecho; es una idea rica, rica. La palabra ‘apartado’ es la idea de apartar, separar. Usted puede regresar en el entendimiento del Antiguo Testamento al capítulo 13, por ejemplo, de Éxodo, y usted verá que Dios quiso apartar para Él al primogénito de los hombres, al  primogénito de las bestias; puede remontarse a Números 15, y verá que Dios quiso las primicias, la primera parte de la cosecha; y puede ir Números 8 y ver que Dios apartó a los mejores hombres, consagró a los levitas para su servicio; y puede ir a Levítico 20, y ver que Dios tomó a la nación entera de Israel, de acuerdo con Levítico 20:26, los separó de todas las naciones y dijo: “Este pueblo es santo para el Señor”.

Y en cada uno de estas Escrituras que les acabo de dar, el separar al hombre y a la bestia, el separar a las primicias, el separar a los levitas, y separar a Israel, en la versión Septuaginta, la versión griega, usa la palabra ‘aforisane’, y esa es exactamente la misma palabra que se usa aquí; significa ‘separación en el sentido más pleno’. Esos animales, y esos primogénitos, esos hijos primogénitos, fueron totalmente separados al Señor; las primicias lo mismo, los levitas igual, la nación igual; no debía haber mezcla alguna. Y Pablo sabía que una vez que fue llamado apóstol, él fue desconectado del pasado. Por cierto, ‘aforisane’, tiene en medio una pequeña frase, ‘foris’, que puede ser la raíz de la palabra ‘fariseo’; ‘fariseo’ significaba ‘uno separado’. Y su vida enterada, hasta este punto, su vida adulta, Pablo había sido un fariseo, separado a la tradición o separado para la tradición de los judíos. Ahora, él dice: “Yo soy –por así decirlo– un fariseo separado para el Evangelio de Dios”. Buenas nuevas. Ya no más malas noticias del hombre.

En Gálatas 1:15, él dijo: “Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su nombre por su gracia”. Pablo fue separado desde el vientre de su madre; en el camino a Damasco, él fue separado para el Evangelio de Dios; y después se volvió un pastor de la iglesia en Antioquia, y en Hechos 13:2 la Biblia dice que el Espíritu Santo dijo: “Apartadme a Pablo y a Bernabé para enviarlos a la obra a que los he llamado”. Él fue un hombre separado; el secreto de su servicio es que era un esclavo; él se rindió de manera total al Señor; él fue un apóstol enviado para llevar el mensaje; y amados, él cortó el cordón. Quiero decirles que hay más gente en el ministerio del Evangelio que ven poco fruto y no ven poder, aunque pueden entender que deben ser siervos, y pueden haber sido llamados, pero en algún punto a lo largo del proceso no están dispuestos a ser separados; apartarse.

¿Sería tan amable de ver conmigo una última referencia? La última que veremos por está ocasión. 2ª de Timoteo 2. ¿Ustedes se acuerda de la situación de 2ª de Timoteo 2? Timoteo era un siervo del Señor, siervo de Cristo. Timoteo era un apóstol con una “a” minúscula; no uno de los 12 más Pablo; no obstante, un mensajero enviado. Pero Timoteo había llegado a un punto en su vida en que todo estaba desmoronándose: lo perdió; él se desmoronó. ¿Sabe usted lo que estaba pasando? Bueno, simplemente al ver esta carta, puede ver muchas cosas; versículo 6, capítulo 1: “Por lo cual, te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos”. ¿Qué quieres decir con ‘avives el fuego del don de Dios’? ¿Cuál era el don de Dios? Bueno, el don de Dios fue la capacitad particular que tenía para el ministerio, la predicación y la enseñanza, y eso era un don de Dios que se le dio y le fue confirmado por aquellos que tenían conocimiento, y confirmado por la imposición de las manos. En otras palabras, él estaba volviéndose flojo en el ministerio; simplemente no estaba funcionando.

Y después dice: “No solo no está funcionando, sino que –versículo 7– Dios no nos ha dado espíritu de cobardía”; se había vuelto tímido en lugar de valiente; versículo 8: “Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo”. Aquí está Timoteo, un hombre discipulado personalmente por Pablo, lo suficientemente dotado como para haber seguido a Pablo como el pastor de la iglesia Efesia; este es el Timoteo de quien Pablo le dijo a los Corintios: “Se los voy a enviar para que él los corrija, porque él les va a recordar toda mi manera de operar, de cómo hago todas las cosas”, esto fue reproducción, este era el hijo número uno, y él no está funcionando, él es tímido, y está avergonzado del Evangelio, inclusive de estar asociado con Pablo. Y capítulo 2, versículo 15: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado como obrero que no tiene de qué avergonzarse, y que usa bien la palabra de verdad”, aparentemente, ni siquiera realmente estaba haciendo su trabajo, estaba cumpliendo con su trabajo con la Palabra de Dios; pero el versículo 16 dice que estaba involucrado en palabrerías  profanas y vanas, luchando ahí con filosofías.

Versículo 22 indica que él probablemente estaba enredándose con algunas pasiones juveniles; versículo 23, que él estaba involucrado en cuestiones necias e insensatas; él carecía de gentileza. En otras palabras, todo estaba desmoronándose. Él había sido jalado por el sistema; y la palabra le llega en el capítulo 2, versículo 4, Pablo le dice esto: “Timoteo, ¿se te ha olvidado que eres un soldado? –versículo 3– ¿Se te ha olvidado que debes soportar el sufrimiento como un buen soldado? (y, ¿se acuerdan de esto?) Ningún hombre que pelee en la batalla, puede enredarse con los asuntos de esta vida”. ¿Oye lo que está diciendo? “Timoteo, no puedes verte atrapado por las concupiscencias de este mundo; Timoteo, no puedes enredarte en las filosofías de este mundo; no puedes ser atrapado por ser avergonzado del Evangelio, por la intimidación de este mundo; no puedes ser atrapado por la sociedad que busca la comodidad; debes ser diligente en avivar el fuego de don de Dios. Timoteo, ¿se te olvidó que no debes enredarte en los asuntos de esta vida?”.

Cuando entras al ministerio de Jesucristo, cortas el cordón, te apartas. Ese es el tipo de hombre que fue Pablo, un siervo de Cristo, pero no solo eso, llamado apóstol; pero no solo eso, separado, apartado; y él nunca se enredó con los asuntos de esta vida. He conocido a hombres que han salido del ministerio porque amaron el dinero, las posesiones; no pudieron cortar el cordón, cayeron en pecado moral, el mundo los atrajo; o estaban más preocupados por su reputación, y entonces cuando tuvieron la oportunidad de hablar, se aseguraron de que nunca ofendieran a nadie, y al hacerlo, ofendieron a Dios porque no se apartaron. Qué ejemplo es él para nosotros. Su posición: fue un siervo; su autoridad: fue enviado por Dios; su poder: fue apartado; su mensaje: buenas noticias, y buenas noticias que han venido de Dios mismo. Ahora, usted conoce al predicador. La próxima semana o dos semanas, o tres semanas creo, hasta que regrese a este tema. La próxima vez, creo que hasta que regrese este tema; la próxima vez, la promesa de las Buenas Nuevas, versículo 2; e inclusive, podamos llegar hasta el versículo 3.

Oremos. Padre, gracias por hablar a mi corazón en esta noche, por refrescar de nuevo mi propia alma, lo que yo soy, porque sé que este hombre es el ejemplo. Porque él dijo: “Sed imitadores de mí, así como yo soy de Cristo”. Que yo también sea un siervo fiel, entendiendo tanto en la dignidad como en la humildad, de este servicio; que tenga yo la afirmación de ser llamado, aunque no como un apóstol, como los 12 y Pablo, sin embargo, como un enviado, construyendo sobre su cimiento; y que yo, Padre, también sea apartado; que yo no me enrede en los asuntos de esta vida; que no ceda al atractivo que presenta la debilidad de mi carne para hacer a un lado la diligencia del estudio para trazar bien la Palabra; que no vea atraído por el mundo, que no sea tímido, que no sea traído por el mundo para avergonzarme del Señor o de aquellos que lo representan aunque sean prisioneros; que no convierta mi ministerio; que no me resbale y convierta mi ministerio en un debate filosófico; que no sea yo atraído por las concupiscencias de la injusticia; que no sea yo alguien que sea contencioso, que da lugar a la contención, que carece de gentileza.

En resume, así como el Espíritu de Dios le dijo a Timoteo, que yo sea un buen soldado, que sabe que no puede enredarse en los asuntos de esta vida. Y oro también esto por todos ellos, tu congregación, tu pueblo. Todos nosotros que peleemos la batalla; todos nosotros somos tus siervos; todos nosotros hemos sido llamados y enviados a este mundo para ser testigos; y todos nosotros debemos ser apartados. Enséñanos lo que eso significa, a manera de aplicación, en nuestras propias vidas, para que podamos llevar las Buenas Nuevas a un mundo que literalmente se está muriendo de todas las malas noticias; y que también haya muchos que oyen esas buenas noticias, porque nosotros también hemos sido fieles. Oramos en el nombre de Cristo. Amén.                 

 

 

 

 

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