Abramos nuestras Biblias en Romanos, capítulo 12; en esta noche regresamos nuevamente a este pasaje acerca de los aspectos prácticos de la vida cristiana. No estamos apresurados de manera particular por terminarlo porque queremos darle una atención cuidadosa a cada uno de estos principios, mandatos, instrucciones, para la vida cristiana que Pablo nos da en los versículos 9 al 21. Regresamos a esta sección tan maravillosa; y esta es la tercera parte en una mirada a los deberes del cristianismo práctico.
Lenin, responsable por el comunismo filosófico dijo en una ocasión, y cito: “Con un puñado de personas dedicadas que me dieran sus vidas, controlaré el mundo.” Fin de la cita. Y realmente buscó hacer eso y realmente está en el proceso de hacerlo, está en en proceso de ser cumplido, por lo menos desde el punto de vista de muchos comunistas. Lo que él estaba diciendo es esto: el mundo le pertenece a los disciplinados. El mundo le pertenece a la gente comprometida. Le pertenece a la gente dedicada que entrega su vida por una causa en la que creen.
Realmente es verdad. El mundo le pertenece a la gente disciplinada. Y creo que eso es lo que lo hace tan aterrador. El ver a la cultura norteamericana y gran parte del resto del mundo y darnos cuenta de que, en la mayoría de los casos, estamos perdiendo de vista la necesidad de disciplina personal; de disciplina personal. Nuestra sociedad ahora enfatiza el relajarse y el divertirse. Decimos que estamos viviendo bajo mucho estrés. Decimos que estamos viviendo a un paso tan rápido que muchos de nosotros terminamos en hospitales mentales e ingiriendo drogas y cometiendo suicidio; pero realmente esta es la actividad frenética de los no disciplinados.
Una vida disciplinada apropiada no es estar fuera de control. Una vida que está fuera de control es una vida indisciplinada. Y con mucha frecuencia, la falta de disciplina y el estilo de vida que está fuera de control es un resultado de un esfuerzo más bien apasionado de buscar la mejoría personal, la satisfacción personal, el éxito, el dinero, las cosas materiales, algo más de lo que tiene. Un deseo por encontrar drogas y alcohol; y todo eso se mezcla con ello. Y hay un esfuerzo furioso por tener placer en la vida y la disciplina termina siendo descartada. De hecho, a nuestra sociedad le encanta jugar. Los deportes, en nuestra sociedad, han ido más allá de cualquier proporción razonable. Y cuando la recreación excede un lugar equilibrado en la vida, se convierte en la marca de una sociedad decadente. Ahora, esto no es solo estar hablando de filosofía, sino que esto es historia.
Como puede verse, necesita una gran cantidad de disciplina en una sociedad. Una gran cantidad de disciplina personal para producir a grandes pensadores, grandes escritores, grandes artistas, grandes músicos, grandes teólogos, grande técnicos, grandes doctores, grandes abogados, grandes líderes. No se necesita habilidad alguna, no se necesita disciplina en absoluto para ver un juego de fútbol o jugar tenis o golf en la manera en la que la mayoría de la gente juega tenis y golf. No hay una verdadera disciplina mental en absoluto. Es simple descanso.
Richard Shelley Taylor, quien ha escrito algunas cosas interesantes acerca del tema de la disciplina dice, y cito: “Hubo un tiempo cuando el debate entre las universidades atraía a grandes multitudes. Ahora los debates se llevan a cabo en recintos pequeños mientras que la multitud se emociona por ver juegos de baloncesto. El cambio de interés de lo intelectual a lo recreativo ha ocurrido inclusive en universidades cristianas, tan amplio es el énfasis en la recreación. Y debe ser afirmado de manera enfática que el cambio del interés popular o emocional del debate al basquetbol es una señal del declive cultural.” Fin de la cita. Es la marca de la superficialidad, es la marca de la satisfacción extrema, es la marca de una sociedad en donde la recreación y el relajamiento y los juegos y la diversión nunca pueden regresar a la sociedad en la que vivimos al lugar en el que estábamos. No hay manera. No tiene la capacidad, porque el ejercicio corporal es provechoso ¿para qué? Para poco, dicen las Escrituras.
La disciplina de la mente está a un nivel mucho más elevado. Y veo esto inclusive en el ministerio, cuando conozco a jóvenes a los que les cuesta mucho, mucho trabajo disciplinar su mente y aferrarse a la tarea que tienen por delante. Teddy Roosevelt dijo en una ocasión, y cito: “Las cosas que destruirán a Norteamérica son la prosperidad a costa de lo que sea, la paz a costa de lo que sea, la seguridad primero en lugar del deber primero, el amor a una vida cómoda y la teoría de la vida de enriquecerse.” Fin de la cita. Él tenía razón. Y lo que él temió, está cumpliéndose.
En la batalla por las ideas, en la batalla por la verdad, en la batalla por la preservación de la sociedad y cultura, la victoria pertenece a la mente disciplinada. La mente disciplinada tiene la ventaja porque puede evaluar, puede analizar, puede criticar, puede seleccionar, puede planificar, puede concentrarse, puede responder con precisión. Y lo veo inclusive en círculos cristianos, veo la pérdida de la mente disciplinada en donde todo es aceptado; y los cristianos inclusive están preocupados porque hay una especie de enfoque recreativo a la vida cristiana. Me acuerdo de haber estado involucrado en una conferencia muy grande de pastores; la conferencia de pastores iba a concluir con un gran mensaje final en relación a salir y llevar a cabo la tarea y conquistar a la comunidad y que los hombres vinieran a Cristo. Y el orador dio un mensaje acerca de cómo relajarse y disfrutar de la recreación. Y todo el mundo salió diciendo ‘oye, ¡más vale que descanse más días!’ Y la gente que estaba cargo de la conferencia estaba muy molesta.
Hay un verdadero movimiento hacia eso pero es algo triste porque a la larga vamos a tener una generación de gente que carezca de mentes disciplinadas, sin la capacidad de pensar de manera analítica, crítica para evaluar, para entender la verdad. También es verdad que la persona que tiene una mente disciplinada tiene mayores probabilidades de expresarse a sí mismo de manera clara. Es más probable que sea persuasivo con su lógica y su razonamiento. Y cuando las mentes evangélicas se vuelven indisciplinadas, perdemos nuestra capacidad de persuasión, el poder de nuestro mensaje. La virtud disciplinada pertenece a la persona que alcanza el equilibrio en su vida, un equilibrio que se alcanza al traer todas sus facultades y capacidades bajo control.
Y Taylor, a quien cité hace un momento, añade, y cito: “La persona disciplinada se levanta de manera valiente, inclusive heroica, para enfrentar la vida y conquistarla. De materna determinada enfrenta su deber. Él es gobernado por un sentido de responsabilidad. Él tiene recursos internos y reservas personales las cuales son la maravilla de las almas más débiles. Él trae la adversidad bajo tributo y la motiva a servirlo. La virtud fuerte de Madame Guyon la capacitó a pesar de que estaba en la prisión a elevarse en espíritu y a cantar y escribir estas palabras: “Mi jaula me confina, no puedo volar hacia fuera. Pero aunque mi ala esté atada, mi corazón está libre. Las paredes de mi prisión no pueden controlar el vuelo, la libertad de mi alma.” Fin de la cita.
Y hay poder en ese tipo de vida, el tipo de vida que es disciplinada, fuerte en virtud. Y estoy seguro que usted está consciente del hecho de que sólo un carácter disciplinado puede con la carga de posiciones de gran responsabilidad, sea que usted esté hablando de la industria, de la educación, del mundo de los negocios o la Iglesia. Y hay muchas personas que tienen grandes ambiciones para alcanzar el éxito en todos esos campos. Gran ambición y grandes metas y grandes deseos y sueños y aspiraciones que nunca en su vida entera van a alcanzar porque no conocen el significado de la disciplina. Y no tiene nada que ver con su falta de capacidad mental, tiene que ver con el asunto de la disciplina. La deficiencia no se encuentra en su talento natural o en su falta de talento natural, sino en su virtud. Carecen de la capacidad de esforzarse y de hacer el trabajo duro hasta terminar con la tarea.
Muchas veces, a un joven, por ejemplo, le gustaría ser doctor, un líder corporativo, un profesor, un maestro, alguien en la industria que está avanzando, hasta llegar a una posición de éxito, le gustaría ser alguien que hiciera una diferencia en el mundo, un científico del más alto nivel o un ingeniero. Pero nunca sucede, porque nunca aprenden lo que es la disciplina. Nunca aprenden cómo enfrentar los años demandantes de estudio duro para llegar ahí. Muchas veces, a los jóvenes les encantaría alcanzar cierto nivel de capacidad y dominar la música, alcanzar un dominio de las artes. Pero nunca llegan ahí porque no están dispuestos a enfrentar las largas horas de práctica monótona año, tras año, tras año, tras año.
Chris Parkening, quien es parte de nuestra iglesia y quien es quizás el guitarrista clásico más importante del mundo, él y yo somos amigos y hemos hablado mucho acerca de esto. Para cuando él alcanzó los 30 años de edad, él era un maestro en su instrumento. Y no fue fácil. Él me contó que lo largo de sus años de juventud, quiso participar en juegos; él quería participar en cosas divertidas, quería estar involucrado en deportes. Pero tenía que practicar la guitarra por lo menos 5 horas al día. Eso es difícil cuando usted tiene 13, 12, 14 años de edad. Y estoy agradecido porque lo hizo, porque ha alcanzado un nivel de dominio ahora con el cual puede glorificar a Dios como nadie más sobre la faz de la tierra, con un instrumento que nadie más puede usar al grado que él lo puede usar. Pero él pagó un precio. Pero el sabor dulce del logro será suyo durante el resto de su vida. Hay muchos músicos que están ahí simplemente flotando y sobreviniendo en base a su talento natural. Y hay unos cuantos grandes artistas. Y me pregunto cuántos están siendo producidos en nuestra generación.
Y digo todo eso simplemente para darle un sentido de urgencia de la disciplina. Y es tan necesaria en la Iglesia. Veo a tantas personas en la Iglesia que carecen de disciplina. Y si la Iglesia permite que haya un enfoque indisciplinado de la vida cristiana, producirá una generación indisciplinada de cristianos, a partir de la cual va a salir su futuro liderazgo. Y esa falta de disciplina va a dar lugar a la mediocridad definitiva.
Ahora, ¿qué es la autodisciplina? Hablemos de ello. Estoy calentando motores, por así decirlo, para llegar a este pasaje, tomando la ruta circular. Tomando la ruta alterna. Tengo algunas cosas que quiero decir y voy a hacerlas encajar. ¿Qué es esto de la autodisciplina? ¿Qué es? La mejor definición que se me ocurrió para la disciplina personal, y quizás no es la mejor definición que usted escuchó, pero dice lo que quiero expresar. La autodisciplina es la capacidad de regular su conducta mediante el principio y el sano juicio en lugar de que sea por el impulso, el deseo, la presión o la costumbre social. Permítanme repetirlo. La disciplina personal es la capacidad de regular su conducta mediante el principio -y de hecho podríamos decir el principio divino en el caso de un cristiano- y el sano juicio en lugar de que sea por el impulso, o el deseo, la presión o la costumbre social. ¿Escuchó?
La mayoría de la gente determina su conducta por impulso, deseo por lo que quiere hacer, la presión aplicada ellos o lo que es socialmente aceptable en torno a ellos. Y eso no es disciplina. Dicho de una manera simple, la disciplina personal es la capacidad de subordinar. Es la capacidad de subordinar al cuerpo y a las emociones a lo que es correcto y lo que es mejor. Y no toda persona está dispuesta a hacer eso. La mayoría de la gente no sabe lo que es subordinar su cuerpo, subordinar sus emociones. Esto es sujetarlos, traerlos bajo control. Hacen lo que sienten que deben hacer. Hacen lo que la sociedad les dicta que hagan. Siguen el flujo. Son como un pez muerto flotando llevado por la corriente, no saben lo que es pelear contra la corriente. La disciplina personal es la capacidad de subordinar. Ahora, para el cristiano, podemos definirlo de una manera muy simple. La disciplina personal es obedecer la Palabra. Es traer mis deseos y mis emociones y mis sentimientos y todo lo que hay en mi vida bajo el control de Dios de manera suprema para que pueda vivir una vida obediente, la cual tiene como meta la gloria de Dios. Ésa es una vida espiritualmente disciplinada. Es una vida espiritualmente auto disciplinada.
Ahora, le doy gracias al Señor. Lucho con la disciplina personal como usted, pero le doy gracias al Señor, porque en algún punto a lo largo de mi vida, y ni siquiera recuerdo exactamente cuándo fue, hice un compromiso de ser una persona disciplinada. Y esa ha sido la médula en términos de mi ministerio a lo largo de los años. No es que yo de manera específica soy brillante o inteligente. No es que soy más inteligente que otras personas. Es que simplemente, de alguna manera, por la gracia de Dios y nada de mí realmente, en algún punto a lo largo de mi vida, Él motivó mi corazón y tomé una decisión de cultivar una vida disciplinada. Y esa ha sido la decisión más bienaventurada, fuera de escoger a Cristo, de tratar de vivir una vida en la que usted subordina las cosas a la palabra de Dios para hacer lo que es correcto y lo que es mejor.
Ahora básicamente, los hombres y mujeres necesitan que esto se les imponga. Y esa es la razón por la que usted tiene que trabajar tan duro con sus hijos. Si usted no hace nada más en su vida, trate de hacer esto con sus hijos: enséñeles la disciplina personal. Enséñeles a sujetar sus deseos a lo que es correcto. Enséñeles a sujetar sus emociones a lo que es bueno y apropiado. No los deje salirse con la suya en hacer lo que está mal, lo que es estrictamente un impulso, lo que es estrictamente una reacción a sus emociones, lo que es su deseo, sea correcto o incorrecto. No los deje presumir de eso. No los deje hacer berrinches. Tener una rabieta. No los deje hacer eso. Confínelos a un patrón o un modelo de autodisciplina personal con amor. Y si no lo hace, va a criar a un criminal. Quizás no sea atrapado, no sea sorprendido, pero va a ser antisocial.
Las Escrituras nos dicen que debemos enseñar a nuestros hijos los principios apropiados. Debemos reforzarlos mediante el castigo, para que cuando sean indisciplinados paguen un precio. No hay hijos indisciplinados que no hayan pagado un precio. Básicamente, lo que sucede es que aprenden la disciplina porque las consecuencias de una vida indisciplinada son demasiado severas. Digo, si usted hace algo mal y le duele lo suficiente, usted va a dejar de hacerlo. Eso es simplemente básico. Enséñele disciplina personal.
Ahora usted preguntará qué sucede con los adultos. Oh, los adultos también la necesitan. Todos la necesitamos. Todos necesitamos que se nos imponga la disciplina. Eso es correcto, necesitamos colocarnos en una posición de rendición de cuentas en donde tengamos una disciplina impuesta. Necesitamos reglas. Necesitamos leyes. Es absurdo pensar en que usted puede simplemente vivir como se le antoje porque es cristiano, que usted no necesita regla alguna, que simplemente tiene la libertad de vivir como quiera. No, no. No es así. Usted necesita la imposición por parte de un poder externo a usted, una autoridad externa que le imponga ciertas reglas y leyes las cuales usted aprenda a guardar. Y si usted las viola, hay consecuencias. Y esa es la razón por la que la Biblia dice que cuando usted viola la palabra de Dios, cuando usted quebranta la palabra de Dios, ¿el Señor qué hará? Lo disciplinará de tal manera que las consecuencias de conducirse de manera errónea sean lo suficientemente severas como para llevarlo de regreso a hacer lo que está bien. Dios quiere que usted cultive una vida de disciplina personal.
Ahora, Dios nos ha dado estas leyes impuestas y eso lo lleva Romanos 12. Lo que usted aquí tiene son principios que son vividos en una vida disciplinada. Conforme usted ve esto, si ve su propia vida y ve si están ahí o no, puede determinar si tiene una vida de disciplina personal o no en la dimensión espiritual. Debemos sujetar nuestra emoción, sujetar nuestro deseo, sujetar nuestra voluntad personal a palabra de Dios.
Es humano y natural ser hipócrita en ocasiones. Es humano y natural ser malo. Es humano y natural ser posesivo, egoísta y no amable hacia otras personas cuando se entrometen en su espacio. Es humano y natural ser flojo. Es humano y natural no preocuparse por otras personas sino únicamente acolchonar su propia cama. Es humano y natural enojarse en contra de personas que son malas con usted. Es humano y muy natural tratar a personas de manera diferente porque le caen mejor ciertas personas que otras. Es humano y natural cuando alguien lo lastima y quiere devolverle la herida, quiere vengarse. Y cuando su enemigo está muriéndose de hambre, usted está contento, eso es humano y natural. Pero todas esas cosas están mal y un cristiano necesita cultivar una vida de disciplina personal de tal manera que ya no está haciendo lo que es humano y natural, sino que está haciendo lo que es correcto y lo que es bueno a la luz del estándar de Dios.
Y entonces, él elimina la hipocresía de su vida y llena su vida de amor genuino. Él elimina la maldad y llena su vida de aquello que está bueno. En lugar de ser egoísta, él no es egoísta y es humilde y busca ser amable con otras personas. En lugar de ser perezoso, él es muy diligente. En lugar de ser posesivo y estar centrado en sí mismo y estar buscando su satisfacción personal, él da lo que tiene a otras personas. En lugar de odiar a aquellos que lo lastiman, él ama al que lo lastima y lo bendice. En lugar a tratar a la gente de manera diferente, trata a todos de la misma manera. En lugar de responder con mal al que le hace mal, él responde con amor al que lo lastima. Responde con amor al que lo lastima. En lugar de estar lleno de venganza, él no tiene venganza. Usted preguntará entonces qué tipo de persona es esa. Esa es una persona disciplinada. Esa es una persona que ha llevado sus deseos naturales a que estén bajo control, los sujeta a los principios controladores de la palabra de Dios.
Entonces, de lo que estamos hablando en este pasaje amados, es del hecho de que así es como un creyente disciplinado vive. Y creo que todo comienza en el capítulo 12, versículos 1 y 2, en donde usted presenta a sí mismo su cuerpo, su alma, su mente, su voluntad como un sacrificio vivo a Dios. Y su mente es transformada y ya no hace lo que el mundo hace; usted es diferente. Usted hace la voluntad de Dios. Usted sujeta su voluntad, sus emociones, sus impulsos, sus deseos, la presión, la costumbre social, a la autoridad de la palabra de Dios. Eso es realmente todo. Y los cristianos que viven los principios de Romanos 12 son los cristianos que han aprendido por la gracia de Dios a disciplinarse a sí mismos. A tener disciplina personal.
Alguien podrá preguntar: “¿Cómo llegas a disciplinarte a nivel personal, John? Quiero decir, yo no soy muy disciplinado, ¿cómo empiezo a moverme en esta dirección?” Permítame darle algunas sugerencias prácticas y después regresaremos al texto aquí. ¿Cómo se vuelve usted disciplinado a nivel personal? Usted dice que no es muy disciplinado en su vida y quiere saber cómo. Permítame darle algo de consejo práctico, ¿muy bien? No espere encontrar esto en un versículo bíblico. Simplemente, trate de pensarlo. Usted dirá que es algo indisciplinado y ve estos principios en los versículos 9 al 21 en los que hemos estado trabajando en las últimas semanas y se dice a mí mismo que no veo nada de esto en su vida, ¿cómo me disciplino?
En primer lugar, permítame sugerirle que comience a nivel pequeño. Comience a nivel pequeño. Este es uno simple. Comience con su habitación, su recámara. Límpiela y manténgala de esta manera. Y aprenda que cuando algo está fuera de lugar, colóquelo en su lugar. Si algo está desordenado, ordénelo y levántelo, guárdelo. Y después, continúe con el resto de su casa. Algunos de ustedes están ya con un mal gesto en su cara. Están diciendo que eso ya está más allá de su capacidad.
Permítame darle un segundo principio: llegue a tiempo. No se oye como muy espiritual, pero es uno bueno. Sea puntual. Si usted debe estar en algún lugar a cierta hora, llegue en el momento que debe estar. Cultive la capacidad de sujetar sus deseos, sus actividades, las cosas que lo distraen del lugar en el que debe estar a cierta hora. Pequeñas cosas como limpiar el desastre y llegar a tiempo comenzarán a cultivar una actitud de disciplina personal.
En tercer lugar, y esta realmente me ha ayudado: tome lo más difícil y hágalo ¿cuándo? Primero. Y se va a forzar a cultivar la disciplina.
Una cuarta: organice su vida. Planee un poco, no sólo reaccione, planee. Vaya, tome un pedazo de papel y escriba ‘hoy voy hacer esto.’ No sólo reaccione. Si usted no controla su vida, todo lo demás la controlará. Todo lo demás la controlará.
Una quinta: esté agradecido por la corrección. Sea agradecido por la corrección porque la corrección ayuda a ser más disciplinado porque le muestra lo que usted necesita evitar. No evite la crítica, acéptela con gusto.
Y una más, y esta realmente me ha ayudado: practique la negación personal y practíquela de una manera simple. ¿Quiere un helado grande con chocolate? Lo quiere y quiere ordenar su té helado con mucha, mucha azúcar. Usted piensa que está delgado. No es un tema de estar delgado, es un tema de cultivar el dominio propio. Aprenda a decirle no a sus sentimientos. He hecho todo eso a lo largo de mi vida. He tratado de entrenarme a mí mismo a no siempre satisfacer mis deseos. Cuando quiero un dulce grande o algo, me digo a mí mismo que no, que no voy a comerla. No estoy fuera de control. Podría tomarme el dulce y no sería el fin. Pero necesito cultivar el dominio propio para aprender a controlar algunas cosas. Y esa especie de cultivo afectará la dimensión espiritual. Realmente lo hará.
Y finalmente, un séptimo principio, dele la bienvenida a la responsabilidad. Dele la bienvenida a la responsabilidad. Cuando tiene la oportunidad de hacer algo que necesita ser hecho, ofrézcase a hacerlo. Dele la bienvenida la responsabilidad. Lo fuerza a organizarse a sí mismo.
Bueno, esas son algunas cosas simples. Comience con cosas pequeñas. Limpie su recámara, su casa o su coche; llegue a tiempo. Haga las cosas más difíciles primero. Organice su vida. Siéntase agradecido cuando sea corregido. Practique la negación personal y el dominio propio. Y dele la bienvenida la responsabilidad. Eso es tan importante porque esas son las cosas pequeñas que comienzan a cultivar en su vida la disciplina personal. Usted sabe, trabajamos en eso con nuestros hijos todo el tiempo. Limpia tu recámara, limpia tu recámara. ¿Por qué? ¿Porque pensamos que van a recibir a muchos invitados en su recámara? No, la gente no llega y va a su recámara. No tenemos un letrero que pida que por favor vayan y vean la recámara de Matt, la recámara de Marcy. No hacemos eso. Pero es aprender a hacer eso lo que enseña el asunto entero de una vida disciplinada.
Llegar a tiempo es otra. Si usted va a estar ahí, no llegue tarde; llegue a tiempo. Todas estas son cosas que he aprendido en mi propia vida que se transfieren a la vida espiritual. Estoy tratando de hacerlo lo más práctico posible para que no pensemos que vivir una vida espiritualmente disciplinada es algo que está tan lejos que está ahí afuera en el espacio que le pertenece sólo a los súper santos. Es cuestión de aprender a establecer ciertos hábitos y patrones en su vida que en últimas resultan en una vida disciplinada.
Bueno, todo eso simplemente nos lleva nuestro texto, ¿no es cierto? Y algunos de los principios que hemos comenzado a estudiar. Regresemos ahí por un momento. Y no voy a tomar mucho tiempo en esta noche para cubrir estas cosas. Sólo quiero terminar cubriendo lo que en cierta manera iniciamos la vez pasada. Y después, regresaremos la semana próxima y concluiremos.
El apóstol Pablo está diciendo aquí que ‘cuando llegas a hablar de la médula de vivir una vida disciplinada, aquí están los principios que necesitas conocer.’ Aquí están los deberes prácticos de una vida disciplinada. Ahora, en los versículos 9 al 21, hay cuatro secciones de estos principios. Y es como un círculo que se va abriendo cada vez más. Cada nueva fase, en cierta manera, abarca el resto. La fase uno tiene que ver con cosas personales. La fase dos, con la familia cristiana. La fase tres, con todo el mundo. La fase cuatro, con sus enemigos que lo han dañado. Y Pablo expande el círculo de responsabilidad para la vida disciplinada.
Ahora, ¿recuerda el versículo 9? Vimos la primera fase, la personal. Dice: “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.” Esas son las tres actitudes básicas para la vida disciplinada. Ama de manera genuina, odia lo que es malo, aférrate a lo que es bueno. Ésos son principios medulares en una vida disciplinada. Después, vimos como el círculo se ampliaba un poco más en los versículos 10 al 13, en donde Pablo dice ‘ahora, permítanme ampliar este círculo del deber cristiano para incluir a la familia cristiana, a otros creyentes.’ Versículo 10: “Amaos los unos a los otros con amor fraternal.” Y señalamos el hecho de que eso realmente está diciendo que debemos amar a la gente porque realmente son parte de nuestra familia. Debemos amarlos con un amor familiar.
Otro elemento muy importante de la vida cristiana, de una vida disciplinada es mostrar gracia, ser afectuoso, demostrar afecto de manera tangible hacia alguien más en la familia, amarlos en el sentido de amor bíblico el cual realmente busca satisfacer sus necesidades. Y después, dice en el versículo 10: “…en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.” En otras palabras, amor y humildad. Debemos amar con amabilidad y afecto; y debemos honrar a la gente. Hablamos del hecho de que básicamente la idea aquí es tener prisa por honrar a alguien más. No evitarlo, si no tener prisa por honrar a alguien más, en lugar de honrarse a sí mismo.
Después, en el versículo 11 vimos otros tres compromisos críticos; y aquí es en donde nos quedamos la última vez cuando terminamos. En el versículo 11, él dice: “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor.” Tres cosas críticas conforme servimos a la familia de Dios. No debemos ser perezosos, debemos estar realmente esforzándonos en la obra. Y la obra, claro, es servir al Señor. Esta es la vida que es disciplinada. Es la vida que está comprometida con el amor, una vida que está comprometida con odiar el mal, amar lo que está bien, cuidarnos unos a otros, honrarnos unos a otros. Una vida que es entregada en celo, en pasión, en valentía, al servicio de Cristo.
C.T. Studd, quien poseyó tanto de los bienes del mundo y lo entregó todo para irse como misionero, escribió, y cito: “Algunos quieren vivir dentro del sonido de la campana de una Iglesia. Yo quiero estar a cargo de una estación de rescate que esté a unos metros del infierno.” Fin de la cita. Me gusta ese espíritu. Y eso es lo que él hizo. John Wesley fue un hombre de celo. Él dijo: “Dame a cien hombres que amen a Dios con todo su corazón y no teman a nada más que al pecado y moveré al mundo.” Fin de la cita. Y lo hizo.
Jim Elliot, mártir en Ecuador, fue un hombre realmente impresionante. Y un día él estaba leyendo Hebreos, capítulo 1, versículo 7 y leyó: “El que hace…a sus ministros llama de fuego.” Y el día que él leyó eso, escribió en su diario estas palabras: “¿Soy alguien que puede ser encendido? Dios, líbrame de los asbestos secos de otras cosas.” Fin de la cita. ¿No es eso bueno? Y continuó: “Satúrame con el aceite del Espíritu para que pueda ser una llama. Pero una llama es temporal y con frecuencia dura por poco tiempo. ¿No puedes soportar esto, alma mía? ¿Una vida breve? En mí mora el espíritu de la vida breve cuyo celo por la casa de Dios lo consumió. Hazme arder, llama de Dios.” Esa es una gran declaración.
Él dijo: “Una flama es lo que quiero ser, pero una flama no arde por mucho tiempo. Y si así debe ser, entonces así es como lo quiero.” Fin de la cita. Y él se identificó a sí mismo con otro que vivió una vida corta, cuya flama fue muy breve, nuestro Señor Jesucristo; y fue muy breve. La última línea que escribió en su diario de este día, y cito: “Hazme tu combustible, flama de Dios.” Fin de la cita. Y él la obtuvo de un poema, un poema maravilloso escrito por Amy Carmichael. Es un poema maravilloso. No se lo voy a leer todo. Pero simplemente, el último párrafo, y cito: “Dame el amor que guíe el camino, la fe que nada pueda hacer que desmaye, la esperanza que ningún desánimo canse, la pasión que arderá como fuego, no permitas que yo me hunda, hazme tu combustible, flama de Dios.” Fin de la cita.
Todo discípulo, supongo que podemos decir, sería como este, como el obispo Ryle, ese gran hombre de Dios describe. Escuche sus palabras, y cito. “Un hombre celoso en las religión es preeminentemente un hombre de una cosa. No es suficiente decir que es un hombre ferviente, que no hace concesiones, que está entregado de todo corazón, que es fervoroso en espíritu, él sólo ve una cosa, se preocupa por una cosa, vive para una cosa, está inmerso, absorto en una cosa. Y esa cosa es agradar a Dios. Sea que viva o que muera, sea que tenga salud o que esté enfermo, sea que es rico o es pobre, sea que agrade a los hombres o que ofenda, sea que lo vean como sabio o lo vean como necio, sea que lo culpen o sea que reciba la alabanza, sea que reciba la honra o la vergüenza, por todo esto, al hombre celoso no le importa nada. Él arde por una cosa y esa cosa es agradar a Dios y avanzar y extender la gloria de Dios. Si él es consumido en el arder mismo, a él no le importa. Él está satisfecho. Se siente como una lámpara que ha sido hecha para arder y si es consumida al arder, él no he hecho más que la obra para la cual Dios lo designó. Un hombre así siempre encontrará una esfera para su celo. Si él no puede predicar y trabajar y dar dinero, clamará y suspirará y orará.” Fin de la cita. Ese es un hombre celoso. Es un hombre que es ferviente en Espíritu sirviendo al Señor. Una vida disciplinada.
Pablo era así. Pablo siempre ha sido mi modelo de una vida disciplinada. Asombroso. Si había un principio, él vivía a la luz de ese principio. Eso es todo. Si había un patrón divino, él lo seguía. Él era un hombre de una cosa: agradar a Dios.
Alguien ha tratado de capturar el fervor de Pablo en un bosquejo único. No sé sido usted ha leído esto alguna vez, es fascinante. El escritor dice esto, y cito: “Él es un hombre que no se preocupó por hacer amigos, sin la esperanza o el deseo del bien mundano, sin valorar la pérdida mundana, sin preocuparse por la vida, sin temor a la muerte. Él es un hombre que no tiene rango, país o condición. Un hombre de un pensamiento, el Evangelio de Cristo. Un hombre que tiene un propósito, la gloria de Dios. Un necio y satisfecho por ser considerado como un necio para Cristo. Que lo llamen entusiasta, fanático, parlanchín o cualquier otra palabra disparatada que el mundo pueda escoger para designarlo. Pero déjenlo todavía ser alguien que no puede ser identificado. O descrito. Tan pronto como lo llaman traidor, ciudadano, hombre de riqueza, alguien que vive en una casa, hombre del mundo, hombre de aprendizaje, inclusive un hombre de sentido común, por todos lados muestra su virtud. Él debe hablar o debe morir y aunque muera, él hablará. Él no tiene descanso, sino que se apura cruzando mar y tierra, rocas y desiertos. Él clama en voz alta y no libra y no será estorbado. En las prisiones, levanta su voz. En la tempestad del océano, no guarda silencio. Ante concilios terribles y reyes, da testimonio a favor de la Verdad. Nada puede silenciar su voz sino la muerte; inclusive frente a la muerte, antes de que el cuchillo haya cortado la cabeza de su cuerpo, él habla, él ora, él testifica, él confiesa.” Fin de la cita. Ese es un testimonio asombroso, ¿no es cierto?
Y tiene razón. Si usted llama a Pablo entusiasta, fanático, parlanchín o algo por el estilo, eso no le molesta. Pero usted dice de él que es un ciudadano, un hombre de riqueza, un hombre del mundo, un hombre de aprendizaje, etcétera; él se molesta porque no quiere ser conocido de esa manera. Él es un hombre de una cosa, un hombre fervoroso.
Ahora, vivir una vida fervorosa como se indica en el versículo 11, no es fácil porque habrá todo tipo de dificultades. Usted vive una vida de disciplina personal, una vida de verdadero amor, una vida que odia el mal y se aferra a lo que está bien, una vida que busca servir a otros, una vida que prefiere a otros, una vida que no es perezosa, una vida que es fervorosa, una vida que sirve al Señor y usted encontrará que enfrentará alguna dificultad. Y entonces, el versículo 12, como vimos la última vez, realmente llega a ayudar a las personas que están en dificultad y dice que aquí hay otros patrones en esta vida de disciplina personal: “gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración.”
Estos son necesarios para mantener la vida disciplinada, porque muchas veces usted hace el esfuerzo supremo y el resultado final puede ser muy desconcertante. Muchas veces, usted atraviesa por todo esto y se esfuerza por alcanzar lo que usted siente que está bien delante de Dios y los dividendos son mínimos, mínimos. Y quiero que usted sepa que como ha aprendido, puede ser muy desalentador. Y yo también me desaliento. Pero en momentos como ese, he aprendido en el versículo 12 a regocijarme, a gozarme en la esperanza; y siempre va a ser difícil aquí, pero viene un día cuando será glorioso, ¿no es cierto? Vendrá el día cuando veremos al Señor Jesucristo y todos nuestros esfuerzos terminarán. No me molesta ser disciplinado ahora, no me molesta pagar un precio ahora; y necesito pagar más de lo que pago y necesito ser más disciplinado de lo que soy. Pero no me molesta la poca disciplina que me esfuerzo por tener. No me molesta porque sé que llegará un día cuando todo terminará y descansaré para siempre en las glorias de la perfección con el Salvador. Me regocijo en esa esperanza.
Me canso. Hay cierto nivel de tolerancia que todos tenemos y no se usted, pero en mi caso parece que vivo en el filo de ese nivel la mayor parte del tiempo. Y algunas personas me dicen: “Bueno, ¿por qué sigues aceptando más proyectos? ¿Por qué no dices simplemente que no?” Bueno, no sé lo que quieren decir con eso. No hay nada que no pueda hacer por lo que Dios ha puesto en mi corazón. Y en medio del hacer y ver hacia delante, usted dice “Bueno, ¿no anhelas retirarte, jubilarte?” Nunca me retiraré. ¿De qué, del Evangelio? Usted me puede descartar, deshacerse de mí mucho antes de que esté listo para irme. Pero digo, este es un compromiso de por vida, siempre y cuando tenga mis facultades en orden. Y la disciplina, por ahora, parece ser algo pequeño cuando usted piensa en la esperanza de la eternidad, ¿no es cierto? Y eso nos permite ser sufridos o pacientes en la tribulación. Y claro, para llevarnos en medio de esto, él dice que seamos constantes en la oración. O que literalmente continuemos siendo constantes en la oración. Esas cosas mantienen la vida disciplinada, la vida que vive conforme a los estándares de Dios. Usted simplemente tiene que mantenerse aferrado al Señor en oración. Simplemente, señor mantenme fiel, mantenme disciplinado, mantenme avanzando.
Dios quiere que todos vivamos una vida que sujeta la voluntad personal, el deseo personal, la emoción, los impulsos, la presión, la costumbre social a las prioridades divinas. Y amados, eso es realmente lo que nos hemos esforzado por hacer en el ministerio de Grace Community Church. Y es ver a Dios edificar a una congregación que conoce el significado de una vida disciplinada, cuyo deseo consiste en obedecer la Palabra de Dios. Y bendecimos Su nombre, me he regocijado lo largo de los años en Grace Community Church porque he visto eso en sus vidas. Y me regocijo por eso, realmente me regocijo. Y cuando yo oigo, como les decía hace un momento, que nuestros pequeños hijos salen en algún tipo de acontecimiento bíblico y regresan siendo los ganadores de toda división en todo esto, me regocijo porque eso significa que están aprendiendo a sujetar sus propios deseos y sus propias ideas a la autoridad de la Palabra de Dios. Y eso da esperanza para la próxima generación. Entonces, nos gozamos en lo que Dios quiere que seamos.
El flujo en el pasajes entonces bastante claro, ¿no es cierto? Un cristiano debe ser alguien que viva de esta manera. Con un amor puro, que odia la maldad, que se apega a lo que está bien, que es afectuoso y tierno hacia otros creyentes, que es humilde, que busca la honra en lugar de ser honrado. Su servicio a Cristo es total, entusiasta, de todo corazón, celoso, obediente y diligente. Las pruebas resultantes que enfrentará serán vencidas por una fuerte esperanza en la promesa de Dios por la gloria futura que le permite soportar de manera paciente todo lo que tiene que soportar, conforme él se compromete, se entrega de manera constante a la voluntad de Dios y al cuidado del Señor. Ése es el tipo de vida.
Y después, Pablo concluyó su pequeña parte del círculo que se relaciona con la familia de Cristo en el versículo 13 con dos cosas más. ¡Y me da tanto gusto que las menciona! “Compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.” Un par de principios básicos del deber cristiano. Muy simples. Y no necesitamos pasar mucho tiempo en ellos. Él dice que necesitamos estar comprometidos con estar compartiendo para las necesidades de los santos. En otras palabras, escuche esto, el mundo está inclinado a obtener; los cristianos están inclinados a dar. Eso es lo que está diciendo. El flujo de nuestra vida no es hacia adentro, sino hacia fuera. Usted sabe lo que la palabra hermosa “compartiendo,” la palabra griega es koinonia, comunión, compartir, asociación. Es la palabra para comunión, para compartir, ser socio, compartir en las necesidades de los santos. ¿Qué significa eso? Eso significa que yo comparto con otros santos y si ellos tienen una necesidad, somos socios.
Nuestros recursos son para otros, ¿no es cierto? Yo no soy dueño de nada, por cierto. Oh, hay algunas cosas en las que soy dueño en términos del bienes terrenales desde el punto de vista técnico; pero espiritualmente, yo no soy dueño de ellas. Yo sólo las administro para el Señor. Y cuando hay gente que tiene necesidades, mis recursos son de ellos por igual porque compartimos. Compartimos como asociados. Y es un deber cristiano que nosotros hagamos eso. En Hechos, capítulo 2 y Hechos, capítulo 4, describe a la primera Iglesia. Estaban vendiendo las cosas que tenían cuando alguien tenía necesidad. Tomaban el dinero que obtenían de vender bienes y lo daban a gente que tenía necesidad. Así era. Todos estaban haciendo eso todo el tiempo. Si alguien tenía necesidad, alguien vendía y alguien satisfacía la necesidad. Si usted recuerda, el escritor de Hebreos, en el capítulo 13, versículo 16, dice: “Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.” Hay un sacrificio con el que Dios se agrada: compartir. Compartir. Me encanta eso. Tomar los recursos que tengo y dárselos a alguien más.
Primera de Timoteo 6:17: “A los ricos de este siglo,” esos ciertamente seríamos la mayoría de nosotros; tenemos mucho más que la mayoría del mundo. Versículo 18: “Manda que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos.” ¿No es eso bueno? Eso es parte del deber cristiano. Compartir con otros. Compartir con otros lo que tiene y lo que usted tiene es de ellos, si ellos tienen necesidad. Usted dirá: “Espere un momento, ¿cómo sé a quién darle?” Es muy simple. A Jesús le preguntaron: “¿Quién es mi prójimo?” Y Jesús contó una historia, usted recuerda, de un hombre que yacía al costado del camino a Jericó. El punto de la historia fue este: su prójimo es el hombre que está ahí en su camino, que tiene necesidad. Él no está diciendo que tome el dinero que tenga y lo meta en un sobre y lo envíe al otro lado del mundo para que alguien más lo distribuya. Él está diciendo ‘aférrate a lo que tienes y cuando Dios coloque a alguien en tu camino con una necesidad, entonces, satisface tú la necesidad.’
El viernes comí con un pastor; y me preguntó qué creía acerca del tema de distribuir, de compartir con los santos. Y yo le contesté que yo creo que no es escribir un cheque de vez en cuando y enviarlo a una organización de alivio social, de beneficencia social. Creo que hay un lugar para ello. Y a todos nosotros nos preocupan áreas en el mundo que están pasando hambre; y también Grace Community Church está preocupada por esas cosas. Y tenemos ese tipo de proyectos. Pero compartir para las necesidades de los santos, esos son creyentes. Y lo que realmente estamos diciendo aquí es que cuando alguien en tu camino tiene una necesidad, usted la satisfaga. Y lo que a veces me sorprende es que simplemente recibo una llamada y me dicen: “Por cierto John, ¿sabías que tal y tal tiene una gran necesidad? ¿Podría la Iglesia dar algo de dinero?” Y tengo una respuesta estándar: “¿Sabías tú de esa necesidad?” “Sí.” “¿Crees tú que quizás el Señor trajo esa necesidad a tu vida para que puedas satisfacerla?” “No.” “¿En serio?” “Sí.”
No hay Grace Community Church, ustedes son esas personas. Ustedes son. Ustedes nos dicen de alguien que tiene una necesidad, tenemos darle a alguien, tenemos que encontrar a alguien además de usted para que pueda satisfacerla o es uno de nosotros. Pero creo, y nosotros estamos dispuestos a hacer eso, pero el punto es este: necesitamos aprender esa parte de la vida cristiana que es simplemente compartir, ¿no es cierto? Satisfacer necesidades. Y le voy a decir algo. No importa cuánto entienda eso, siempre siento que nunca hago lo que debo hacer. Siempre, en cierta manera, me cierto bajo la presión de la culpabilidad de no ser sensible a las necesidades a las que debo ser sensible. Pero necesitamos cultivar eso. Haga de otras personas sus asociados. Comparta. Ésa es la mejor manera de entender el concepto. Piense que las otras personas son sus socios, con quienes puede compartir.
Y luego, el final del versículo 13, lo último que veremos en esta noche, él dice: “practicando la hospitalidad.” Literalmente, y ésta es una declaración muy fuerte, busque el amor de los extraños. Busque el amor de los extraños, no de manera forzada, no está diciendo: “¡Oh hermano, tenemos alguien más que va a venir! ¿Alguien más va a comer aquí? ¡No podemos seguir con esto!” No. Búsquelo. Búsquelo. No lo haga de manera forzada. Busque la hospitalidad, el amor de los extraños. Claro, en ese entonces, en ese día, si usted si no se quedaba en la casa de alguien, tenía que quedarse en una posada y en esos días usted ponía la vida en riesgo cuando se quedaba en una de esas posadas. Había una gran necesidad de eso; y conforme los cristianos viajaban, abrían sus hogares a otros cristianos. Las personas en diferentes lugares abrían sus hogares para esos cristianos que viajaban, predicadores que viajaban, porque era el mejor lugar en el que se podían quedar. Y entonces, el Nuevo Testamento está literalmente lleno de este tipo de cosas.
En Tito, capítulo 1 nos dice que un anciano debe amar la hospitalidad, no ser alguien que se ve forzado a amar a los extraños; sino amar el amar a los extraños, es amar eso, desear eso, compartir todo lo que tiene. Primera de Pedro 4:9 dice que sean hospitalarios unos a otros sin quejarse. Como puede ver, la suposición ahí es que no siempre será fácil para nosotros. Y entonces, él dice que lo hagan sin quejarse, que estén dispuestos a hacerlo, que lo busquen, y el anciano debe amar hacer eso. Usted sabe, podemos hacerlo porque no tenemos opción y tenemos que hacerlo, pero debemos amar el hacerlo. Debemos estar dispuestos a hacerlo. Debemos ser generosos con los invitados, darles lo mejor de lo que tenemos, compartir nuestro amor con ellos.
Segunda de Timoteo 1, Pablo dice: “El Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Éfeso, tú lo sabes mejor.” ¡Qué persona tan afectuosa! Su casa sirvió las necesidades de Pablo de manera generosa, de manera amable. Mostrando una hospitalidad de gracia. Eso es parte del deber cristiano. Esas son cosas bastante prácticas.
¿Se acuerda de Lucas 14, en donde Jesús dice que si usted va a tener una fiesta, un banquete, no llame a sus amigos? Llame a los despreciados por la sociedad, los que no le pueden recompensar, porque el resto de los clientes son invitados continuamente. Invite a gente que normalmente no es invitada. Es bueno pensar en eso, no es cierto, en esta época de celebración para todos nosotros. Aprenda a cultivar en su vida el hecho de que toda persona en la familia de Cristo, en un sentido, debe ser alguien con quien usted comparta. Y si ellos tienen una necesidad, usted tiene que compartir con ellos. Lo que es de usted no es de usted, es nuestro en ese sentido. Y aprenda a cultivar un espíritu de amor hacia aquellos que no son parte de su círculo íntimo, familia y amigos y busque alcanzarlos de manera dispuesta, sin quejarse y siendo amoroso. Ése es su deber cristiano. Pero para estar comprometido con estas cosas, usted tiene que estar disciplinándose en hacer las cosas que usted sabe que Dios quiere que haga. Que Dios nos ayude a vivir ese tipo de vida disciplinada en donde de manera dispuesta anhelamos someternos a los estándares de las Escrituras y vivir a la luz de ellas con gozo y gratitud.
Bueno, la próxima vez veremos la tercera y cuarta fase del círculo en este pasaje. Inclinémonos en oración. Simplemente, pase un momento en oración en silencio, si es tan amable, en esta noche. Y pídale al Espíritu de Dios que simplemente confirme algunas cosas en su corazón. Sé que el Señor me ha hablado, como siempre lo hace, en la enseñanza de la Palabra; y quizás de una manera muy especial, le ha hablado también a usted acerca de algunas cosas en su vida que quiere que cambie, algunas actitudes, algunas áreas que no están bajo control. Y usted debe vivir esa vida cristiana disciplinada que realmente vive para honrar al Señor. Simplemente pase un momento en oración y comprométase con eso.
Padre, te damos gracias por la comunión que hemos disfrutado en esta noche. ¡Qué noche tan maravillosa hemos tenido! Hemos visto esta nueva vida, estos pequeños. ¡Oh Señor, cuántos oramos que se han criado para conocer la disciplina del Señor! Que todos nosotros comencemos a controlar, a sujetar las áreas fragmentadas de nuestras vidas para que podamos vivir de una manera que Te traiga gloria. Para que podamos ser una congregación de una cosa, no controlados por los deseos del mundo que nos rodea, determinando nuestra vida por la costumbre social, la presión, los deseos, las emociones; sino haciendo lo que está bien porque hemos aprendido a ser disciplinados. No sólo al crear hábitos humanos, sino al someternos al Espíritu Santo. Ése es nuestro deseo. Oramos en el nombre de Cristo. Amén.
Regresamos a están sección maravillosa y ésta la tercera parte a una mirada los deberes del cristianismo práctico. Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
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