Regresamos en nuestro estudio esta mañana a 2 Corintios, capítulo 3. Y todas mis buenas intenciones de terminar en el día de hoy, ya se han ido. Y tendremos que esperar hasta el próximo domingo; y creo que así debe ser, porque lo que queda cuando terminemos esta mañana, debe quedar sólo como un mensaje del Señor para nosotros.
Segunda de Corintios capítulo 3, estudiando la gloria del nuevo pacto. Lo siento por aquellos de ustedes que están visitando con nosotros o que han estado fuera por un tiempo. Esta es la parte sexta en nuestra serie; el resto está disponible en cintas. Una de las más importantes series que hemos hecho. Quiero alentarlos a que busquen las cintas. Están disponibles en nuestro centro de cintas.
Estamos viendo la gloria del nuevo pacto aquí en este capítulo. Permítame tan sólo comenzar al ponerlo al tanto de manera breve. El mensaje cristiano es que Jesucristo murió para perdonar pecados. Ése es el Evangelio. Esas son las buenas noticias. Que Dios promete perdonar pecado a todos los que creen en el Señor Jesucristo. Ése es el Evangelio cristiano. Ése es nuestro mensaje.
Todos los hombres y todas las mujeres son pecadores. No pueden hacer nada para rescatarse a sí mismos de la consecuencia de su pecado, la cual es infierno eterno, castigo interminable bajo el juicio de Dios. Esas son las malas noticias. El mundo entero está sentenciado al infierno. Toda boca está cerrada. El mundo entero es culpable. Toda persona viva, pasada, presente y futura. Y todas van camino al infierno.
Las buenas noticias son que Cristo Jesús, Dios en carne humana, vino al mundo para pagar el castigo por los pecados del mundo. Su muerte fue un sustituto de los pecadores para satisfacer la ira de Dios y la justicia de Dios. Y de esta manera, permitir que Dios perdonara debido a que la paga ya había sido pagada por Jesucristo. Ése es el Evangelio cristiano. Ése también es el nuevo pacto. Ése es el nuevo pacto. Es la promesa del perdón de pecados debido a la obra de Jesucristo en la cruz. Esa es la razón por la que Jesús dijo “este nuevo pacto es en Mi sangre.” Es un pacto ratificado por sangre derramada. El nuevo pacto, el Evangelio, las nuevas noticias, el mensaje cristiano, todo es lo mismo. Dios promete perdón de pecados a todos los que creen en el Señor Jesucristo porque Cristo satisfizo la justicia de Dios al morir una muerte que cumplió con la paga requerida por el pecado.
La muerte de Jesús en la cruz, por lo tanto, no fue una muerte por Él, sino que fue una muerte por usted y por mí; por nuestros pecados. Y permite que Dios nos ofrezca la promesa de perdón completo si nos arrepentimos y creemos. Ese es el nuevo pacto en Su sangre. Esta es la promesa. El pacto es promesa. Esa es la promesa.
En el pasaje que tenemos aquí, comenzando en el versículo en el versículo 6 y hasta el versículo 18, el Espíritu Santo presenta a través del apóstol Pablo la superioridad de este nuevo pacto comparado con el antiguo pacto que vino a través de Moisés. El apóstol Pablo en el versículo 7 llama al antiguo pacto un ministerio de muerte. Y en el versículo 9, lo llama “un ministro de condenación”. Pablo dice: “vi la ley y morí.” Vi qué pecador era y me mató.
Tuvo la intención de llevar al pecador a la desesperanza. Y en su desesperanza, él correría a Dios y diría “no puedo guardar la ley. No puedo guardar el estándar. Sé que estoy bajo la maldición de la muerte. Por favor, perdóname.” Y con un Espíritu penitente y quebrantado y contrito, el pecador se arrojaría a la misericordia y a la gracia de un Dios perdonador.
Como leímos en el Salmo 99 esta mañana, ellos sabían que Dios era un Dios perdonador. Que era un Dios perdonador y que Él daba gracia y misericordia y perdón a aquel que venía y pedía. Rechazamos cualquier mensaje que predica salvación por obras, por moralidad, por ceremonia, por ritual. El único predicador verdadero, dice el versículo 6, es el que es un siervo del nuevo pacto. Y debemos predicar que toda persona debe venir a Jesús, el mediador de un nuevo pacto, como dice Hebreos 12:24, si quieren ser salvos.
Inclusive los santos del Antiguo Testamento, quienes, claro, vivieron mucho tiempo antes de que Cristo naciera, aun así, tenían que venir a Dios y rogar por misericordia y gracia, la cual Dios les daba en base a la muerte de Cristo, que no había sucedido. Pero cuando sucediera, tendría un efecto retroactivo. Entonces, aprendimos que los santos del Antiguo Testamento fueron salvos por la muerte de Cristo. No entendieron eso de manera plena. Estoy seguro que sabían que Dios proveería por ellos, así como Abraham sabía que Dios proveería un Cordero. Ellos sabían, pero no podían ver. Sin embargo, el efecto de la muerte de Cristo fue retroactivo. Y entonces, le permitió a Dios la libertad de perdonar el pecado que había sido pecado en el Antiguo Testamento; y, aun así, ser justo y recto porque ese pecado sería expiado en el sacrificio del Cordero que fue matado desde antes de la fundación del mundo.
Y llegaron falsos maestros a Corinto. Y estaban predicando al antiguo pacto. Y Pablo estaba escribiendo y diciendo que no eran maestros verdaderos, que no eran apóstoles verdaderos. Un predicador verdadero y un maestro verdadero y un apóstol verdadero es un siervo del nuevo pacto. Predicamos el Evangelio, ése es el nuevo pacto. Las buenas noticias.
Él se está defendiendo a sí mismo en esta epístola. Y aquí, él se defiende a sí mismo como un predicador verdadero, en contraste a aquellos predicadores falsos porque él predica la verdad del nuevo pacto. Y después, él procede en el versículo 6 a explicar la superioridad del nuevo pacto. El nuevo pacto es superior al antiguo por varias razones.
Ahora, permítame darle las que ya cubrimos. Uno, da vida. Versículo 6. El antiguo, mata. El nuevo, administrado por el Espíritu, da vida. En segundo lugar, provee justicia. El antiguo, versículo 7, es un ministerio de muerte. Versículo 9, es un ministerio de condenación. El nuevo pacto es un ministerio de justicia abundando en gloria, dice el versículo 9.
En tercer lugar, el nuevo pacto es permanente. Permanente. Esa es la razón por la que en el versículo 11, al final dice “el nuevo pacto es aquello que permanece.” No está desvaneciéndose. Permanece. Nunca más habrá otro. Éste es el último, éste es el final. Esta es la culminación. Este es el punto elevado. Esta es la conclusión. Da vida, provee justicia, es permanente.
En cuarto lugar, trae esperanza. En el versículo 12 dice: “así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza.” El nuevo pacto es un pacto de esperanza. Después, en quinto lugar, vimos que era claro. Recordamos ahora que todo esto está presentado en torno al incidente de Éxodo 34, en donde Moisés vio la gloria de Dios y se colocó un velo sobre su rostro.
Y hablamos de esto la última vez al terminar, que Moisés tenía que colocar un velo sobre su rostro. Y después, cuando regresaba arriba, para ver al Señor en el monte, Éxodo 34:34, dice que él se quitaba el velo y él veía la gloria de Dios. Y la gloria se reflejaba en su rostro y él bajaba y le hablaba al pueblo. Y después, tenía que colocar un velo sobre su rostro. Pablo explica que el antiguo pacto estaba velado. Había algo que le faltaba. Había algo en el antiguo pacto que estaba escondido y estaba velado y estaba cerrado. Dice: “hasta este día mismo,” versículo 14, “cuando usted lee a Moisés, el antiguo pacto, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.” Hay algo oscuro en él. Hay algo oscuro. Hay algo que no es revelado.
Usted lo ve en la actualidad si usted ve a los judíos que también conocen al antiguo pacto. Y en los judíos tradicionales que estudian el antiguo pacto. Sin embargo, hay un misterio. Hay un misterio profundo. ¿A dónde lleva todo esto? ¿Qué es lo que todo esto significa? ¿A dónde va todo esto? Velado, oscuro. Inclusive ha hecho más difícil de comprender porque sus corazones están duros y sus mentes están cegadas. Hace que velo es inclusive peor.
Versículo 15 dice: “y aún hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.” El nuevo pacto no es así. El versículo 13 lo dice. No es como Moisés. Es claro. Es absolutamente claro. Vimos esa claridad cómo, cuando usted viene al nuevo pacto, todo es claro. Un hombre, aunque desviado, aunque sea un necio, no necesita errar. Usted se puede convertir como un niño pequeño. Es tan simple, es tan claro. La nueva promesa en Jesucristo es tan clara. El antiguo era símbolos, misterios, oscuridades. El nuevo es realidad. El misterio es disipado. Se acabaron las oscuridades. El Evangelio simple y claro.
Ahora, vayamos a una sexta. Ese es el repaso. El nuevo pacto es superior porque está centrado en Cristo. Está centrado en Cristo. Está centrado en Cristo. Regrese al versículo 14, al final del versículo. El velo es quitado en Cristo. Todos los retratos y símbolos y tipos y oscuridades, todos los misterios son quitados como una neblina que es quitada por un viento cuando usted viene a Cristo. En la realidad del nuevo pacto, el velo es levantado.
El amado profeta Isaías vio esto y escribió acerca de esto bajo la inspiración del Espíritu Santo. En Isaías, capítulo 25, él habla acerca de lo que el Señor va a hacer algún día, qué va a pasar algún día en el futuro, cuando Dios se exalte a sí mismo. “El Señor,” versículo 6, “va a preparar un banquete suntuoso para todos los pueblos en este monte, un banquete de vino añejado, de pedazos selectos, con vino refinado, una gran celebración.” Y después, en el versículo 7, y eso ciertamente está hablando de la salvación. Eso está hablando del tiempo cuando Israel sea salva. Y no solo Israel, sino todas las naciones, cuando vengan y reconozcan a Cristo. Este es el tiempo al final. Él aquí está hablando de tiempos escatológicos alrededor del tiempo del Reino.
Y en el versículo 7, “y en este monte, Él tragará la cubierta que está de todos los pueblos, inclusive el velo que se estira sobre todas las naciones.” Va a venir un tiempo cuando el velo sea quitado. Cuando vean a Aquel a quien traspasaron; y ahora, en lugar de verlo con oscuridad y confusión, inclusive enemistad y hostilidad, van a ver a Aquel a quien traspasaron y llorarán por Aquel como un hijo unigénito. El rostro de Jesús será claro para ellos y todo adoptará un nuevo giro.
El velo es quitado en Cristo. La única manera en la que usted jamás entenderá el significado de la ley de Dios, la única manera en la que usted jamás entenderá el antiguo pacto y su propósito, es ver a Cristo. Es ver el rostro de Cristo y todo se vuelve claro.
Inclusive los santos del Antiguo Testamento, siga esto, los santos del Antiguo Testamento que vieron la ley por lo que era, los llevaba al arrepentimiento. Ellos vinieron a Dios. Ellos le rogaron a Dios por misericordia y gracia. Él les concedió eso en base a los méritos de Cristo, quien moriría por ellos. Inclusive esas personas no podían entender en su totalidad toda la gloria de Dios revelada en ese nuevo pacto, porque no conocían a Cristo. Él todavía no había venido. Moisés, recordará cuando él regresó y volvió a subir al monte. Éxodo 34:34, volvió a entrar a ver a Dios otra vez y a hablar con Dios. Él se quitaba el velo. Y él veía la gloria de Dios que le estaba siendo revelada a él ahí, al menos una porción pequeña que fue revelada a él. Y él veía la gloria de Dios. Y así es para un cristiano. El velo es quitado y usted ve la gloria refulgente de Dios en la faz de Jesucristo.
Observe el versículo 6 del capítulo 4. El versículo 6 del capítulo 4 dice: “porque Dios, quien mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz.” Esto es Dios es el que trae la luz en el medio de las tinieblas, es el que resplandeció en nuestros corazones. Él encendió la luz en nuestros corazones para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Eso es lo que sucede cuando usted es salvo. De pronto, Dios enciende la luz. Usted ve a Jesucristo y usted ve en Él la gloria de Dios brillando.
Amigos, eso no es algo que suceda porque alguien ha venido con usted con una polémica bastante inteligente. Eso no es algo que sucede porque usted de pronto se despertó un día y dice: “esto es racional”. Esto no es algo que le sucede a usted porque de alguna manera analizó los argumentos y tuvo sentido para usted desde algún punto de vista de argumento, que Jesús probablemente fue Dios en carne humana en base a las cosas que Él dijo e hizo. La razón por la que usted despertó un día y pudo ver el rostro de Jesucristo por fe y ver en ese rostro la gloria refulgente de Dios es porque Dios mismo encendió la luz en usted; y todo se volvió claro.
Pero antes de que fuera escrito el Nuevo Testamento, había tanta dificultad en entender plenamente todo el proceso redentor. Y entonces, el santo del Antiguo Testamento realmente no veía de manera plena en la manera en la que nosotros vemos.
El nuevo pacto es mucho más superior porque la gloria de Dios es revelada en la faz de Jesucristo. No hay mejor manera de verlo. El santo del Antiguo Testamento podría decir: “vi
la gloria de Dios una vez, estaba flotando en el cielo. Vi la gloria de Dios una vez, la vi en el tabernáculo en el templo. Vi la gloria de Dios una vez, fue revelada.” E inclusive los apóstoles pudieron haber dicho: “vi la gloria en la faz de Jesucristo, en Su transfiguración.” Pero no hay nada aquí que se le compare. Pedro inclusive vio esto. No hay nada que se compare con ver la revelación descubierta de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo revelada en las Escrituras. Ahí es en donde usted realmente ve Su gloria. Usted no ve con sus ojos humanos, usted ve con los ojos de la fe y el entendimiento que han sido movidos por Dios mismo.
La gloria del nuevo pacto que ve en la faz de Jesús, ve la gloria de Dios. El velo es quitado. Estamos entrando, caminando al monte, ahí en la presencia de Dios, ahí a Su gloria y estamos viéndolo brillando en la faz de Jesús.
No tenemos que ver la palabra profética y tratar de entenderla y de quién está hablando y cuándo pasará y cómo va a ser. No tenemos esa oscuridad. Podemos ver la revelación refulgente de la gloria de Dios y la faz de Jesús. Comprendemos Su gracia. Comprendemos Su misericordia.
Como puede ver, la gloria de Dios es simplemente Sus atributos manifiestos. Y todos están encamados en Jesucristo. Esa es la razón por la que Juan, capítulo 1, versículo 14 dice: “y el Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros. Y vimos Su gloria, gloria como del Unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad.” ¿Que vimos en Él? Vimos gloria. ¿Qué es gloria? Gloria es gracia y verdad, los atributos de Dios manifestados en la vida de Jesucristo.
Un día, vimos a Jesucristo por la misericordia de Dios y vimos que el que hizo todas las cosas en la creación fue hecho carne para proveer salvación. Vimos a Jesucristo un día y encontramos que el que hizo al hombre fue hecho a semejanza de hombre. Que el que hizo la ley, fue hecho bajo la ley. Que el que fue vestido con honor y majestad estaba usando ropa que lo cubría. Que el que vino en debilidad, vendrá en poder. Vimos a Jesucristo un día y todo fue tan claro. Vimos a Aquel que es la sabiduría de Dios, podía incrementarse en sabiduría y estatura. Y de Aquel de quien se dice “he aquí tu Dios,” también podía ser dicho por Pilato “he aquí el hombre.” Vimos a Cristo y vimos a Aquél ante quien toda rodilla se doblará, doblar Sus rodillas y lavar los pies de los discípulos. Vimos a Cristo, y vimos al que no conoció pecado, quien no cometió pecado, quien no tenía pecado, en quien no había pecado y Él estaba llevando nuestros propios pecados en Su cuerpo en la cruz.
Un día, la luz brilló y vimos a Cristo y vimos al que la tierra rechazó. No era ningún otro que el que el cielo aceptó. Vimos al que llevó la corona de espinas, que va a ser coronado con gloria y honra. El que estaba en un árbol iba a estar en un trono. El que apareció para quitar el pecado ahora estaba apareciendo en la presencia de Dios por nosotros. El que vino a morir, vendrá para reinar. Y todo se volvió claro para nosotros porque la luz brilló en nuestros corazones para mostrarnos la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
Y entonces, el versículo 16 dice, pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará,” no habrá más oscuridad. Y él ahí está hablando de la salvación. Convertirse al Señor es un término para salvación. Convertirse del pecado al Señor. Cuando eso sucede, el velo se quita. No hay más oscuridad. Usted ve la faz, el rostro de Jesucristo y usted ve la gloria de Dios. Todo está ahí.
¿Quiere saber cómo es Dios? Vea a Jesús. ¿Quiere saber cómo actúa Jesús? Vea a Jesús. ¿Quiere saber cómo reacciona Dios? Observe a Jesús. Él es la gloria de Dios manifiesta en carne humana. Pero usted nunca lo verá y verá a esa gloria a menos de que Jesús encienda la luz en el interior, ¿verdad? A menos de que Él le dé el Espíritu de sabiduría y conocimiento y entendimiento de la revelación que Él ha hecho en Cristo.
Un versículo más contribuye a esta gran verdad de que el nuevo pacto está enfocado en Cristo. Observe el versículo 18: “por tanto, nosotros todos.” Deténgase en ese punto. Tengo que detenerme en ese punto. “Nosotros todos” es una afirmación muy interesante porque hasta este punto en esta analogía con la experiencia de Moisés, sólo hubo una persona que se quitó de hecho el velo y vio a Dios, ¿verdad? Moisés. Moisés fue el único que podía ver la faz de Dios, por así decirlo. Quien podía ver la gloria de Dios y regresar al monte, Éxodo 34:34, quitarse el velo y ver la gloria de Dios.
Ahora, Pablo dice: “no sólo Moisés, no sólo un hombre.” En una ocasión, puede ver la gloria descubierta. Nosotros todos. Nosotros todos, no solo profetas y apóstoles y predicadores, sino todos nosotros. Nosotros todos mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor. Todos podemos verla. Todos nosotros, todos los que estamos en Cristo. ¿Por qué quiere usted regresar a las sombras? ¿Por qué quiere usted regresar a los tipos, a las ceremonias y a los símbolos y rituales? No necesito ir a un servicio religioso que haga esto. Quiero ir a un servicio religioso que exalta a Cristo. ¿Por qué? Porque veo la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. No necesito ver inmobiliario santo. No necesito meterme en ceremonias y rituales y rutinas. Sólo quiero ver a Cristo revelado. Usted no tiene que mostrarme los símbolos. Puedo tomar la realidad. No es demasiado para mí. El velo fue quitado y puedo ver la gloria de Dios revelada en la faz, en el rostro de Jesucristo.
Él usa una pequeña expresión simple. Él dice: “es como ver en un espejo.” ¿Y por qué escoge él eso? Bueno, debido a su claridad. Debido a su intimidad. Usted no debe tomarlo más allá de eso. El énfasis no está en la idea del espejo. Y en lo que un espejo hace. Sino que en la idea de que usted puede tomar eso a esa cercanía, a esa intimidad y verlo de frente.
Los espejos, por cierto, eran metal pulido. Y en un tiempo en el que no había lentes, y obviamente, la mayoría de la gente tiene problemas de vista, la gente no veía con claridad. Pero usted puede ver claramente la gloria de Dios en la faz de Jesucristo como un pedazo de metal pulido, preparado de una manera tan fina como pueda ser posible prepararlo para hacer que la visión sea tan clara como puede ser posible que sea. Acérquelo a su rostro y véalo. Eso es lo que él está diciendo. Nuestra visión de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo es clara en el nuevo pacto.
Un pequeño comentario a pie de página, no puedo resistir esto. Esos espejos de metal antiguos eran hechos de metal pulido, tan maleable como el metal podía ser, por difícil que fuera el golpearlo y hacerlo plano, aun así, tenía algunas olas. No sería perfecto. No tenían la técnica que tenemos en la actualidad.
Y entonces, la visión sería más clara que cualquier otra cosa y absolutamente sin estorbos porque no hay nada entre mis ojos y lo que estoy viendo, pero sería poco menos que perfecto. Ese es un lanzamiento apto, ¿no es cierto? Porque todavía no aparece lo que seremos. Estamos viendo el espejo. Y estamos viendo la gloria de Dios revelada, pero no estamos viendo como lo veremos cuando veamos perfectamente. Primera de Corintios 13, “ahora conocemos en parte, algún día conoceremos como somos conocidos.” Hay una perfección que está por venir.
Pero inclusive con esa vista imperfecta de la gloria de Dios que tenemos, vemos de manera majestuosa y maravillosa y clara, ¿no es cierto? Con una vista sin obstrucciones en el rostro de Jesucristo. Jesús es en quien la gloria de Dios se vuelve visible, Mateo 17. Subieron al monte y Jesús simplemente, de hecho, les mostró eso. Él hizo a un lado el velo de su cara, dice en los versículos 1 y 2, dice que fue transfigurado en frente de ellos. Pedro escribe acerca de eso. Y en Segunda de Pedro 1, él dice “estuvimos en el monte santo y vimos Su gloria”. Él es la gloria de Dios revelada a los ojos de la fe.
Una persona que no es cristiana ve a Jesucristo y no lo ve, ¿verdad? Los Romanos ciertamente no lo vieron. Ciertamente, ellos amartillaron simplemente los clavos en Él y lo clavaron a una cruz. Los líderes judíos ciertamente no lo vieron. Le escupieron y lo maldijeron y se burlaron de Él y ellos querían asegurarse que no reinara sobre ellos. Pero para el ojo de la fe, Él es la gloria de Dios. Y la búsqueda de la vida cristiana entonces se convierte en la búsqueda de Cristo. Es sólo el nuevo pacto el que tiene el poder de quitar el velo y darle a los ojos de la fe, la visión del Cristo sin velo. Hombre, fue un momento monumental cuando eso le sucedió a Pablo. Digo, él tenía un velo pesado. Realmente, lo tenían La gente piensa “bueno, él era un hombre muy devoto, muy religioso y muy celoso como judío antes de que se convirtiera. Pero él era también un judío que pensaba que era muy bueno. Y nada es más condenador que eso.
Cuando leo el testimonio de Pablo, no leo acerca de un hombre que fue quebrantado por la ley de Dios. Leo acerca de un hombre que había alcanzado la salvación al guardar la ley de Dios, pensaba él. Leo acerca de un hombre que tenía mucho orgullo espiritual. No leo acerca de un hombre que realmente era un verdadero santo del Antiguo Testamento, realmente guiado por Dios y guiado por el Espíritu de Dios. No estoy seguro de eso. Si realmente hubiera sido guiado por el Espíritu de Dios, ¿acaso se habría involucrado en matar a cristianos? ¿No habría habido ahí alguna transición más pronta a un tipo de fe del Nuevo Testamento? Creo que fue un hombre orgulloso. Creo que fue un hombre que usó mal la ley de Dios para ganarse la salvación.
Al mismo tiempo, creo que fue un hombre sincero. Pero creo que es evidente a partir de su propio testimonio que él estaba buscando establecer su propia, ¿qué?, justicia. Él dice eso. Él lo dice. Veamos Filipenses, capítulo 3. Y observe algo del despertar que sucedió en la vida de este hombre. Él era un letrista. Él estaba bajo la ley, la letra que mata de la ley tratando de alcanzar la salvación mediante un medio que no podía producirla. Observe lo que dice en el versículo 3. “¿Quieren hablar de confianza en la carne?” Versículo 4: “aunque yo puedo también de qué confiar en la carne, si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más. Yo tengo lo más carnal en el archivo. ¿Quiere hablar de mérito? Voy a apilar lo mío cuando quieran. Hablemos del mérito carnal.” Esa no es la manera de hablar de un hombre espiritual. Esa no es la manera de hablar de un santo del Antiguo Testamento. Esa no es la manera de hablar de un hombre quebrantado por su propia iniquidad y pecaminosidad, rogando por misericordia y gracia con un corazón penitente delante de Dios. No veo a alguien golpeándose el pecho aquí.
Este es un hombre que tiene confianza. “Oigan, les voy a hablar de confianza. Circuncidado al octavo día, ¿salvación por ritual? Yo estoy ahí. De la nación de Israel. ¿Salvación por raza? Yo estoy ahí. De la tribu de Benjamín. ¿Salvación por privilegio? Yo estoy ahí. Hebreo de hebreos. ¿Salvación por tradición? Guardé la tradición.” Eso es lo que él quiere decir. Soy hebreo de hebreos, nunca me desvié de la tradición.
En cuanto a la ley, un fariseo. Salvación por religión, por legalismo, ahí estoy yo. Los fariseos, quienes guardaban de manera minuciosa la ley. Seis mil de ellos había en esa época, un grupo muy elite. “En cuanto al celo,” versículo 6, “era perseguidor de la Iglesia. Si la salvación se relacionaba con celo, motivación, yo califico.” Y después, esto: “en cuanto a la justicia que está en la ley, irreprensible.” Si la salvación es por moralidad, ahí estoy yo. Salvo por ritual, raza, privilegio, tradición, religión, celo y moralidad. Yo lo tenía todo.
Y después, en el versículo 7 él dice: “pero cuantas cosas eran para mí ganancia,” él consideraba ganancia estas cosas en su salvación, hasta que él conoció a Cristo. Él iba a Damasco y literalmente Dios encendió la luz, ¿verdad? No sólo internamente, sino, ¿en dónde más? Por fuera. Dios lo cegó con una luz celestial. Y la luz se encendió inmediatamente. Todas las cosas que él consideraba como ganancia, las tuvo, ¿Por qué?, versículo 7, “Por pérdida.” El velo fue quitado. ¡Largo de aquí! Se fue. Fue claro.
El versículo 8, él dice: “y ciertamente aún estimo todas las cosas como pérdida.” Todo lo demás es pérdida, “por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.” Todo es Cristo. Cristo es todo. He visto la gloria de Dios revelada en la faz de Jesucristo. Y gustosamente, lo tengo por basura para ganar a Cristo. Todo lo que quiero es ganar a Cristo. Cristo es todo lo que quiero.
¿Por qué? Versículo 9: “y ser hallado en Él no teniendo mi propia justicia que es por la ley sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.” Eso es exactamente lo que él estaba tratando de hacer. Eso es exactamente lo que él estaba tratando de hacer. Él estaba tratando de hacer que la justicia derivara de la ley; y no lo puede hacer, porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado. Él escribió eso y el velo fue quitado. Y él dijo: “quiero ser hallado en Él,” de pronto, “no teniendo mi propia justicia que es por la ley sino la que es por la fe en Cristo y la justicia que es de Dios por la fe.”
El velo fue quitado. Él vio el rostro de Jesucristo. Él vio la gloria de Dios porque Dios encendió las luces. Cristo se volvió todo para él. Todo lo demás era basura, era excremento humano. Es la palabra realmente en griego ‘lo peor’. Y él dice que a partir de hoy quiere conocer a Cristo, el poder de Su resurrección, la participación de Sus sufrimientos y ser conformado a Su muerte. Cristo es todo. Cristo es absolutamente todo. Esa es la gloria del nuevo pacto.
¿Por qué es que alguien quiere regresar a las sombras y a los retratos que no pueden salvar y darle la espalda al nuevo pacto? ¿Por qué alguien quiere involucrarse en algún tipo de religión que tiene sombras y que es simbólica y que es ceremonial y que es ritual, en lugar de la realidad que está en la faz de Jesucristo? Es algo triste que oímos todo el tiempo, todo el tiempo, acerca de personas a lo largo de la historia de esta Iglesia. No hay una semana que pase en la que oigo esto de primera mano porque alguien viene a Cristo; lo oye en las aguas del bautismo, lee una carta. Alguien me dice “he estado en la Iglesia católica por años y años y nunca había conocido a Cristo.” O “he estado en la Iglesia metodista y nunca había conocido a Cristo.” “He estado involucrado en esta forma de religión y dice que es cristiana y nunca había tenido una relación personal con Cristo.” El velo estuvo sobre el rostro todo el tiempo. Nunca vieron. No podían ver ls faz de Jesucristo brillando con la gloria de Dios. Esa es una realidad del nuevo pacto. Y eso es lo que le pasó al apóstol Pablo cuando Dios lo transformó y encendió la luz.
Entonces, el nuevo pacto es superior porque da vida, provee justicia, es permanente, trae esperanza, es claro, está centrado en Cristo.
Ahora, el séptimo punto. Y sólo le voy a dar parte de este punto. El nuevo pacto es capacitado por el Espíritu. El nuevo pacto es capacitado por el Espíritu. Lo dije antes y lo repetiré una vez más. No había nada inherente en el antiguo pacto para capacitar la obediencia. Pero en el nuevo pacto, está el poder del Espíritu Santo. Observe el versículo 17. Este versículo abre todo tipo de vistas de cosas. “Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, ahí hay libertad.”
La ley, permítame decirlo de manera simple, la ley era esclavitud. La ley era un carcelero. La ley encerraba al pecador en la muerte y el infierno. Pero el nuevo pacto, libera. Y el ministro de esa liberación no es ningún otro que el Espíritu Santo, quien es mencionado ahí atrás en el versículo 6. El Espíritu da vida. El nuevo pacto entonces, libera al prisionero, abre las puertas de la cárcel y deja que el prisionero salga de la cárcel de la vergüenza y de la culpabilidad y el fracaso y el remordimiento y el temor y el terror y la muerte y el infierno.
Observe la palabra porque. Porque, ¿qué quieres decir con ‘porque’? Porque cuando lo pecadores se convierten al Señor, cuando el velo es quitado, el Señor es ese Espíritu quien trae la libertad. Cuando la esclavitud del antiguo pacto termina y la promesa del nuevo pacto de perdón comienza, es el Señor quien libera al prisionero. El Señor es el Espíritu que libera.
Alguien podría decir: “bueno, no sé de qué trata este nuevo pacto, pero seguramente no es de Jehová; porque el pacto de Jehová, el pacto de Dios claramente está presentado en el Antiguo Testamento.” Y Pablo dice “el Señor es el mismísimo Espíritu liberador del nuevo pacto.” Es el mismo Jehová, el mismo Dios, la libertad del nuevo pacto es la obra del Dios del antiguo pacto. Dios nunca quiso que hubiera un antiguo pacto y nada más. Él quiso que hubiera un antiguo pacto para llevar a los hombres a la desesperanza, para que rogaran por misericordia y gracia concedidas en la base del nuevo pacto en Cristo.
La salvación, entonces, mediante el nuevo pacto es llevada a cabo por el Espíritu Santo. Ningún otro que el Espíritu, quien es el Señor mismo. La salvación, escúcheme con cuidado, en cualquier momento y de manera absoluta, en cualquier momento y de manera absoluta, cuando usted está hablando, sea que usted esté hablando del antiguo pacto, o el Nuevo Testamento en la salvación, en cualquier momento, está basada en el nuevo pacto, en la obra del nuevo pacto de Cristo como lo es toda la salvación, siempre es la obra del Espíritu Santo. Siempre.
Me sorprendente cuánto se ha confundido a la gente en este punto. No hay razón para estar confundido. El Espíritu del Señor es el agente Salvador, fue el agente SALVADOR, siempre será el agente de salvación. Es el Espíritu; siempre ha sido el Espíritu quien aplica la salvación del nuevo pacto y la provisión del nuevo pacto al creyente arrepentido en cualquier época. En cualquier época. La obra del Espíritu Santo es la obra de regeneración. Y esto lleva a la pregunta, y sólo voy a responderla brevemente. Vamos a acabarla la próxima vez. ¿Cuál fue la obra del Espíritu Santo del Antiguo Testamento? ¿Qué hizo Él? Y un estudio cuidadoso del Antiguo Testamento revela eso. Y realmente no es algo difícil. Toma algo de tiempo, pero realmente no es tan difícil.
Permítame explicarlo de la manera más simple que pueda. Si usted hace un estudio panorámico del Antiguo Testamento en su totalidad, básicamente va a terminar con el hecho de que la obra del Espíritu puede resumirse en cuatro categorías. El Espíritu Santo operó en cuatro categorías en el Antiguo Testamento. Y quiero compartir esas categorías con usted porque no quiero que esté confundido tal como muchos han estado confundidos, particularmente aquellos que han salido de un legado dispensacional porque se ha dicho tanto acerca del Espíritu Santo haciendo una cosa en una generación y otra cosa en otra generación y otra cosa en la otra y otra dispensación o economía, cuando la realidad es que la obra del Espíritu Santo es prácticamente la misma todo el tiempo, siempre ha sido, siempre será, con unas cuantas variantes. Pero en general, es lo mismo.
Ahora, veamos las cuatro cosas que vemos que el Espíritu Santo hace en el Antiguo Testamento. Número uno, creación. Creación. Creación. De manera muy clara, el Espíritu Santo tiene una función muy importante en la creación. Como dirían los teólogos, no es una creación ex nihilo, esto es decir una creación de la nada. Juan 1 nos dice que Cristo es el Creador ex nihilo, esto quiere decir que todas las cosas fueron hechas por Él y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Lo que quiere decir es que fue Jesucristo quien creó la sustancia que sería tiempo, espacio, materia, energía. Pero en Génesis 1 dice: “Dios creó los cielos y la tierra y la tierra estaba sin,” ¿qué? “Forma.” Estaba vacía. Fue Dios quien es el creador maestro, claro, el Dios creador, quien, mediante la agencia de Cristo, de la nada, hizo las cosas que constituyen la vida en el universo. El Espíritu Santo entonces, estaba moviéndose, dice, sobre esa creación vacía y sin forma. Y fue Su función el llevarla a que tuviera la forma que Dios había diseñado que la creación tuviera.
Dios tuvo el plan mediante la agencia de Su Hijo, el segundo miembro de la Trinidad, materia, tiempo, espacio, energía fueron formadas. No tenía forma y estaba vacía, amorfa hasta que el Espíritu de Dios se movió sobre ella y la llevó a su proforma apropiada.
Encontramos en el testimonio de Job 33, versículo 6, de nuevo, afirmando esto. Esto es que el Espíritu de Dios es el que se está moviendo y dando forma a la creación. Job 33, de hecho, versículo 4: “el Espíritu de Dios me ha hecho y el Espíritu del Todopoderoso me da vida.” En el Salmo 104 y en otros salmos, usted tiene el mismo énfasis básico.
Simplemente un texto más que mencionaré es Isaías 40, en donde usted tiene la obra creadora del Espíritu Santo mencionada de una manera muy interesante. Comenzando en el versículo 12: “¿quién midió las aguas en el hueco de Su mano y midió los cielos con Su palmo y midió el polvo de la tierra por medida y pesó los montes con balanza y midió los montes con balanza?” Todo esto es obra creadora. Y el siguiente versículo, el versículo 13: “¿quién dirigió el Espíritu del Señor o le dio consejo?” ¿Quien ayudó al Espíritu Santo a crear?
Bueno, el punto que queremos presentar, explicar es que el Espíritu Santo estaba creando y no necesitó ayuda alguna. Su deber en nombre de la Trinidad en la creación fue producir la obra creadora de los seis días, llevar al universo a su estado final de diseño y orden, el aspecto coronador, claro, el cual fue crear al hombre y a la mujer en la imagen de Dios. El Hijo trajo las cosas ex nihilo, de no existir a la existencia. El Espíritu tomó la sustancia, y de esta manera, creó. Y el principio de vida y formó las cosas diseñadas por el Padre en la creación tal como la conocemos. Entonces, nosotros encontramos a lo largo del Antiguo Testamento que el Espíritu está involucrado en la creación.
En segundo lugar, capacitación. Capacitación. Cualquier lector del Antiguo Testamento sabrá que usted encuentra esta frase con frecuencia. Dirá: “y el Espíritu de Jehová vino sobre tal y tal e hizo esto.” ¿Se acuerda de esta frase? Es repetida a lo largo del Antiguo Testamento. Ocasionalmente, “y el Espíritu de Jehová se fue”. Eso es frecuente. Ahora, escuche con atención lo que digo. Algunas personas han asumido que, debido a la frecuencia de esa afirmación, es, por lo tanto, descriptiva de la relación normal del Espíritu Santo con los creyentes del Antiguo Testamento. Esa no es su intención. Esa no es su intención.
¿Por cuánto tiempo será alguien un creyente si el Espíritu Santo se fuera en cualquier época? No lo sería porque la vida divina no es algo que usted pueda sostener humanamente. Entonces, cuando usted lee que el Espíritu Santo vino y se fue, usted no está hablando de la experiencia normal de los creyentes. Usted está hablando de una capacitación anormal. Siempre es con referencia al Espíritu Santo capacitando a personas especiales para alguna tarea divinamente designada que demanda capacidad más allá de lo normal. Es para tareas especiales.
Ahora escuche, cada vez, cada vez que el Espíritu Santo se dice que vino o dejó a una persona, fue para hablar de una capacitación especial lo que se tiene en mente. Y en ningún momento es un tema de salvación personal. De hecho, usted puede tomar todas estas Escrituras y usted encontrará que hay cuatro tipos de personas de quien se dice que el Espíritu Santo vino sobre ellos o el Espíritu Santo se fue. Cuatro tipos de personas.
Número uno, jueces. Jueces que tuvieron una responsabilidad inmensa para la liberación del pueblo de Dios, de Israel. Y hubo cuatro jueces sobre los cuales vino en el Espíritu y se fue. Otoniel, Jefté, Gedeón y Sansón. Usted puede leer a lo largo de juez y verá eso. Sólo fueron cuatro de ellos. Y en cada ocasión, hubo un propósito excepcional de Dios.
¿Qué le pasó a Sansón cuando el Espíritu de Dios se fue de él? ¿Se volvió qué? Débil. Él fue como cualquier otro hombre. Y después, ¿qué pasó cuando el Espíritu de Dios vino sobre él? Él pudo matar a multitudes. Él podía derribar un edificio entero. Eso es algo que va más allá de la capacidad humana de Sansón o de cualquier otro hombre. Otoniel, Jefté, Gedeón y Sansón fueron jueces en quienes el Espíritu vino.
La segunda categoría de personas que experimentó esto fueron obreros asociados con la obra relacionada con la adoración de Dios. Ellos tuvieron una responsabilidad de diseñar algo relacionado con la adoración de Dios que tenía que ser muy especial. Y entonces, el Espíritu de Dios de manera única los capacitó para hacer eso.
En cuarto lugar, líderes. Líderes civiles. Los vamos a llamar así, líderes gubernamentales, gobernantes. Cuatro de ellos tuvieron esa experiencia: Moisés, David, Saúl y Josué. Ellos tuvieron la misma experiencia. El Espíritu vino y se fue. No tuvo nada que ver con su relación personal con Dios. No fue la norma para su vida espiritual. Simplemente, fue la capacitación divina para una función muy importante de liderazgo.
Esto es ilustrado de manera maravillosa en el Salmo 51:11 en donde David, después de que él ha pecado con Betsabé y mató a su marido y está tan arrepentido por su pecado, obviamente el Espíritu de Dios incitando a la convicción en su corazón, lo que le dice a Dios es esto: “Señor, no quites Tu Espíritu Santo de mí.” ¿Qué está diciendo? ¿Él está diciendo “no me dejes perder mi salvación”? Él está diciendo: “Dios, hay algo que tú haces cuando Tú te enojas con alguien y ¿eso es que Tú le quitas la salvación?” O “Dios, Tú los haces vivir una vida de fe sin Tu Espíritu.”
No es eso de lo que está hablando. Él está diciendo: “no quites la capacitación necesaria Divina para que yo gobierne.” Eso es lo que él está diciendo. Tiene que ver con su función como rey, no con su propia experiencia personal. Tiene que ver con el hecho de que a él se le ha dado una responsabilidad tremenda de guiar a una nación teocrática de personas y eso iba más allá de su capacidad y esto fue demostrado ciertamente por su pecaminosidad. Y él está pidiéndole a Dios que no quite esa unción especial única que lo hace ser un rey eficaz representando a Dios.
Sólo hay una otra categoría de personas acerca de las cuales se dice esto y esos son, en cuarto lugar, los profetas. El Espíritu del Señor vino sobre tal y tal; y Él habló y esto fue para revelación. Hubo muchos: Asías, Jahaziel, Zacarías, Balam, Amasai. Después están Elías Eliseo, Miqueas y otros profetas. Dice de ellos que el Espíritu Santo vino sobre ellos. ¿Por qué? Para tener una capacitación única y especial de un deber único relacionado con la revelación de Dios.
Una ilustración entre muchas podría ser tomada de Ezequiel, capítulo 11. Y esta sería algo típica. Ezequiel, capítulo 11, versículo 5: “el Espíritu de Jehová vino sobre mí y me dijo,” y eso es bastante típico. Así sucedía. El Espíritu del Señor viene y Él habla. Usted encuentra ese tipo de situación repetida con los profetas.
Entonces, ¿qué tiene usted? Usted tiene un ministerio único del Espíritu en los jueces. Los jueces simplemente fueron liberadores. Fueron hombres y mujeres levantados ocasionalmente para la liberación de Israel. Fue una responsabilidad de liderazgo que requería una intervención sobrenatural y Divina. Obreros involucrados de manera única en lo que estaba relacionado con adorar a Dios. Líderes cívicos, Moisés, David, Saúl, Josué. Estamos hablando acerca de líderes excepcionales; y esos son los únicos cuatro de quien se dice que el Espíritu vino sobre ellos y profetas.
El primer ministerio entonces el Espíritu de Dios en el Antiguo Testamento de manera clara es la creación. El segundo ministerio es capacitación. Y esta es una capacitación especial para un servicio excepcional. El tercer ministerio, revelación. Revelación. Y esto va de la mano con los profetas. El ministerio del Espíritu Santo era revelar la Palabra de Dios; era revelar la Palabra de Dios.
Fue el Espíritu Santo básicamente quien fue el autor del Antiguo Testamento. Toda la Escritura es dada por inspiración de Dios. Toda la Escritura es exhalada por Dios y es exhalada mediante el aliento de Dios, quien es pneûma, el Espíritu de Dios. Toda la Escritura viene del Espíritu Santo.
¿Qué dice Pedro? Segunda de Pedro 1:20: “ninguna Escritura es de interpretación privada, sino que los hombres santos de Dios hablaron conforme fueron movidos por el Espíritu Santo.” Él es el autor de las Escrituras. Escuche Zacarías 7, versículo 12: “E hicieron sus corazones como el pedernal, de tal manera que no pudieron oír la ley y las palabras de Jehová de los ejércitos, que Él había enviado por Su Espíritu mediante los profetas,” Zacarías 7:12.
¿Qué hizo el Espíritu Santo en el Antiguo Testamento? Él claramente está involucrado en la creación. Es el que está detrás de la forma. Él es el que está involucrado en capacitación. Él es el que está involucrado en la revelación. Y, en cuarto lugar, y esto es muy importante, Él está involucrado en la regeneración. Aquí es en donde vamos a cerrar. Escuche con atención. Él está involucrado en el Antiguo Testamento en la regeneración.
La gente pregunta si acaso el Antiguo Testamento enseña que la gente fue regenerada. Hay muchos que han escrito que no hay una enseñanza así, que no hay un nuevo nacimiento, que no hay regeneración en el Antiguo Testamento. Pero yo creo que eso está equivocado. Yo creo que el Espíritu es un Espíritu que da vida y que el poder del Espíritu Santo operaba a favor del nuevo pacto que todavía no había sido aún cumplido en las vidas de creyentes del Antiguo Testamento de tal manera que, de hecho, ellos nacieron de nuevo. Ellos de hecho, fueron regenerados. Ellos de hecho, fueron renovados, transformados, hubo una metamorfosis en ellos. Y nosotros no debemos enseñar que no hubo regeneración en el Antiguo Testamento.
Ahora, antes de la regeneración, ¿qué es lo que hace el Espíritu Santo? ¿Qué es lo que Él hace? Si escuchamos al Nuevo Testamento, Juan 16, Jesús dice: “el Espíritu convencerá al mundo de pecado”. ¿Es eso nuevo? ¿Acaso el Espíritu jamás ha hecho eso? Yo creo que sí. Regresando hasta Génesis, capítulo 6, Dios dice: “Mi Espíritu no luchará siempre con el hombre.”
El Espíritu de Dios luchando con corazones pecaminosos no es algo que está aislado en el Nuevo Testamento. El Espíritu de Dios trayendo la convicción de pecado no es algo aislado en el Nuevo Testamento. Yo creo que la obra de convicción del Espíritu, la ha estado realizando desde que el pecado entró al mundo.
Escuche, Juan Calvino no inventó la depravación total; él únicamente la definió. Ha estado aquí desde la caída. La depravación total no comenzó cuando usted la comprendió. No comenzó con el Nuevo Testamento. Y una persona que está totalmente depravada, dejada a sí misma no va a concluir que es culpable. Esa es la obra de convicción del Espíritu de Dios. Él no va a llegar a una evaluación apropiada de su propia impiedad, de su propia pecaminosidad.
La gente del Antiguo Testamento era tan depravada como la gente de la actualidad. De cualquiera de los dos lados de la cruz, no cambia. El estado caído del hombre, usted tiene que regresar al huerto para eso. Cuando Adán cayó, la raza humana cayó. Y así ha sido desde ese entonces.
Entonces, la gente del Antiguo Testamento estaba depravada; y la depravación significa que usted no se puede salvar a sí mismo. Eso es lo que significa básicamente. Significa que usted es pecaminoso. No todo es tan pecaminoso como todo el mundo, pero toda persona es pecaminosa y toda persona está en la misma situación en donde no puede hacer nada acerca de su pecado.
Escuche una definición del Nuevo Testamento de la depravación, Romanos 3… Pablo escribió esto después de la cruz. Usted pregunta si acaso esto es el Nuevo Testamento. ¡Claro! Escuche Romanos 3, aquí hay una descripción comenzando en el versículo 10 de la depravación. “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles. No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta. Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios. Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre. Quebranto y desventura hay en sus caminos y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.”
¿Sabe de dónde vino cada una de esas palabras? ¿De dónde? Del Antiguo Testamento. Todas. Pablo tomó todo eso del Antiguo Testamento. La mayoría de esto viene de los Salmos. Esa es una descripción de la depravación del hombre. Ahora, usted dígame cómo es que cualquier persona depravada que está tan mal, va a venir a Dios por sí misma. Eso no puede pasar.
¿Cómo puede pasar eso? Mediante la intervención del Espíritu de Dios. Y dígame usted entonces cómo es que una persona cuando interviene el Espíritu Santo, de pronto va a poder decir: “¡oh, cuánto amo yo Tu ley!” si la salvación para él no fuera nada más que algo forense. Si no fuera algo nada más que declarado y no hubiera regeneración, cómo es que va a llegar al lugar en donde él ama al Señor su Dios con todo su corazón, mente, alma y fuerzas. ¿Cómo es que llegó a ese punto en donde él ama la ley y en donde los estatutos de Dios son su deleite, en donde son más dulces para sus labios que la miel y son más preciados para él que el oro fino? ¿Cómo llega él al lugar en donde él quiere seguir la ley de Dios y agradar a Dios y amar a Dios y exaltar a Dios y adorar a Dios? ¿Cómo es que él puede tener una mentalidad de salmo si lo único que él recibió fue una justicia forense en donde Dios, en cierta manera, sólo lo declaró justo, pero nunca lo regeneró? No podía. Usted tiene que tener el ministerio de convicción del Espíritu. Usted tiene que tener el ministerio de regeneración del Espíritu Santo, porque usted tiene depravación hasta la médula de la existencia humana. Eran totalmente depravados. No tenían poder para vencer su pecado. Jeremías dijo “engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso.” Y el profeta dice “¿podrá el leopardo cambiar sus manchas? ¿Cambiará el etíope ese color oscuro de su piel?” ¡Claro que no! No pueden hacer eso.
¿Cómo puede explicar usted Noé, quien podía ser llamado un hombre justo y perfecto en su generación, si no fuera por el Espíritu Santo? ¿Acaso él podía volverse un hombre justo y perfecto en su generación por sí mismo? ¿Qué tal Abraham, quien se volvió un hombre poderoso de fe? ¿Por sí mismo? ¿Qué hay acerca de Moisés, quien llegó al punto en el cual el vituperio de Cristo le era más importante que los tesoros de Egipto? ¿Quiere decir que él lo hizo por sí mismo, ese Moisés depravado? O, ¿cómo se podía decir de David que su corazón era perfecto con Jehová su Dios, 1 Reyes 15:3?
Más allá de eso, ¿cómo podía Abraham en Romanos 4 y Abraham en Gálatas 3 ser el modelo para nuestra fe? ¿Cómo podía él ser el modelo de cómo se ve la fe regenerada si él no fue regenerado? No estamos hablando de algo forense, de alguna cosa declarada, de alguna cosa legal. Estamos hablando acerca de la realidad aquí y Abraham fue un hombre cambiado. ¿Y quién lo cambió a él? Tuvo que ser el Espíritu de Dios.
Luego, usted va al capítulo 11 de Hebreos y usted lee acerca de todas estas personas y todas son personas del Antiguo Testamento. Y estas son las personas que nos están probando la validez de una vida de fe. Estas son personas que nos muestran cómo vivir. Y es Abraham y es Jacob y Sara y es Moisés. Y son todas esas personas, todas esas personas de quien el mundo no era digno. Y todas eran personas del Antiguo Testamento. Y hacemos la pregunta: ¿cómo podían ellas vivir una vida ejemplar de fe?, personas que debemos nosotros imitar, si no fueron regeneradas por el Espíritu Santo. Ellas tuvieron que haberlo sido. Simplemente porque la teología no es definida de manera plena hasta el Nuevo Testamento, eso no lo convierte en una realidad menor.
Voy a cerrar con una ilustración. Juan 3. Juan 3. Ahora, en Juan 3 - y quiero que usted entienda esto - usted ya pasó en esa parte la mitad de su Biblia. Usted ya está en el Nuevo Testamento para cuando llega a Juan. Pero usted todavía no está en el nuevo pacto, ¿está usted listo para oír esto? Porque Jesús aún no ha muerto y Él aún no ha sido resucitado. Y el Espíritu Santo aún no ha venido. Entonces, lo que usted aquí es tiene una conversación del Antiguo Testamento entre Jesús y un hombre, un gobernante judío llamado Nicodemo. Y los términos de esa conversación no se relacionan con la cruz y la resurrección y la venida del Espíritu Santo en Pentecostés porque eso todavía no ha sucedido.
Entonces, este hombre viene a Jesús en la noche y él quiere saber cómo entrar al Reino de Dios. Él no está preguntando cómo puede unirse a la Iglesia local. Él quiere saber cómo entrar al Reino. Y en el versículo 3 Jesús le dice a él: “De cierto, de cierto te digo que el que no,” ¿qué?, “naciere de nuevo no puede ver el Reino de Dios.” Tienes que ser transformado.
Ahora, ¿esta es acaso alguna verdad del nuevo pacto? No. Esa es una respuesta estándar para un judío viviendo antes de la cruz acerca de lo que sucede si usted va a entrar al Reino. Usted tiene que ser regenerado. Usted tiene que ser transformado o de lo contrario, usted no verá al Reino de Dios. No es sólo para personas que tienen una justicia declarada. Es para personas que han sido regeneradas, que tienen un principio de vida nueva en ellos.
Nicodemo le dijo: “¿cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?” Ahora, antes de que usted juzgue erróneamente a Nicodemo y piense qué cosa tan torpe para decir; él no está diciendo eso. Digo, este es un hombre brillante. Digo, este es un hombre muy inteligente. Lo que él está diciendo es que estoy tan metido en el camino de la religión ahora, que, ¿cómo voy a comenzar con esto otra vez? ¿Qué estás diciendo?
Como puede ver, para ellos la religión era una vida entera de alcanzar la justicia. ¿Entiende eso? Simplemente como Pablo. Y él está preguntando: ¿qué? Yo ya estoy tan lejos, tan avanzado en este asunto y he acumulado mi lista de cosas como Pablo que está en la columna de ganancia. ¿Cómo voy a comenzar con esto otra vez? Y respondió Jesús: “mira, de cierto, de cierto te digo que el que no naciere de agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.” Y el agua y el Espíritu vienen de Ezequiel 36, ¿no es así? En donde en el nuevo pacto, en la salvación que Dios va a proveer a través de Cristo en el nuevo pacto, que fue aplicada, claro, a los santos en el antiguo, ahí hay una limpieza, hay un lavamiento. Y a eso se refiere el agua. Ahí hay una obra del Espíritu Santo.
Él dice: “mira, no vas a entrar al Reino fuera del Espíritu. Versículo 6: “lo que es nacido de la carne, carne es. Y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Y si tú continúas acumulando las cosas carnales, acumulando la justicia carnal, es simplemente más y más carne. El Reino espiritual depende del Espíritu de Dios. Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije ‘os es necesario nacer de nuevo’. El viento sopla de donde quiere y oyes su sonido, mas ni sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” Esto es algo que no puedes ver, esto es algo espiritual.
Ahora, ahí hay un retrato maravilloso de cómo testificaban en el Antiguo Testamento. Decirle a un hombre que necesitaba ser purificado de sus pecados y regenerado por el Espíritu Santo. Eso es conversión del Antiguo Testamento. Eso es lo que es. La evidencia es que el Espíritu Santo convence. El Espíritu de Dios fuerza al pecador a ver su pecado.
Entonces, cuando el Espíritu de Dios produce fe en un santo del Antiguo Testamento, Él regenera a ese santo. Y Él toma lo que ese individuo era y lo hace un amante de Dios que ama la Verdad y ama la ley y quiere obedecer y que quiere agradar y que quiere adorar y que quiere servir. Y todos esos deseos reflejan esa obra regeneradora del Espíritu Santo.
Bueno, eso quizás es un tercio de ese punto de lo que el Espíritu Santo hace. Tengo mucho más que decir, pero eso será para la próxima vez.
Oremos. Te damos gracias por Tu Verdad, Padre. Y Señor, aunque estamos tratando con algunas cosas teológicas y algunas cosas doctrinales, simplemente pedimos que Tu Espíritu Santo nos haga entenderlas en nuestros corazones en el área práctica para que podamos, en primer lugar, experimentar lo práctico que es la adoración y la alabanza y la gratitud por Tu coherencia maravillosa.
Oh Padre, te damos gracias por las bendiciones del nuevo pacto y Te damos gracias por todo lo que está en Cristo, que el Espíritu nos ha liberado. Señor, Te damos gracias porque en donde quiera que está el Espíritu, hay libertad; que la letra mata, pero el Espíritu da vida. Y Él siempre ha dado vida.
Él le dio vida a Noé y Él le dio vida a Moisés y Él le dio vida a David y Él le dio vida a todos los héroes de la fe que están enumerados en Hebreos 11 y muchos más que no son nombrados. Y les dio libertad de la esclavitud de la ley. Te damos gracias por Su obra regeneradora, porque les dio un amor hacia Ti y un anhelo por adorar y alabarte y obedecer y un odio hacia el pecado y un corazón de penitencia. Todas estas, evidencias de poder regenerador. Te damos gracias por la coherencia de Tu obra, y que inclusive se lleva a cabo de este lado de la cruz. Gracias porque Tú nos has dado la parte más fácil. Nosotros podemos ver a Cristo. Nosotros podemos ver la gloria plena sin el velo, conforme vemos Su rostro glorioso. Gracias, Padre, por todo lo que Tú has hecho por nosotros debido a Tu amor, porque nosotros no merecemos nada. Y Te damos gracias desde el fondo de nuestros corazones por todo esto. En el nombre de Cristo. Amén.
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