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Al comenzar con nuestro estudio en esta noche en Santiago, capítulo 1, puede abrir su Biblia en esa sección maravillosa de las Escrituras que está tan llena de esperanza para aquellos de nosotros que enfrentamos problemas.

Mientras que usted hace eso, quiero compartir una carta con usted. Hace un par de semanas atrás, alguien me llamó por teléfono en nuestra Iglesia y me preguntó si podría hacerle una llamada telefónica a su cuñado, quien acababa de enfrentar una tragedia terrible en su vida. Y yo contesté que con mucho gusto lo haría. Y entonces, llamé. Cuando él me contestó por teléfono, cuando respondió, yo dije: “Hola, habla John MacArthur en California.” Él estaba en Colorado. Y se quedó sin palabras por un momento, porque él había escuchado la radio y las cintas, pero no me había conocido personalmente, por lo menos hasta donde yo sé. Y él dijo que no podía creer esto. No podía creer que lo llamara. Estaba sentado en la mesa escribiéndome una carta.

Y la carta llegó; y a la mitad de la carta dice “¡guau!, gracias a Dios… es aquí donde me llamaste.” Esto está en la página cuatro de la carta. “Siento como si Dios me estuviera diciendo algo, 6.15 de la tarde del 16 de marzo de 1986.” La carta dice esto: “Me gustaría contarte una historia que comienza hace más de un año atrás. La historia es demasiado compleja como para que yo la escriba en una carta, por lo menos en todos sus detalles.” Me gustaría compartir quizás un párrafo de la misma con ustedes. “Mi nombre es Dan. Te conocí en Grace Community Church brevemente y me senté en la cuarta fila de atrás atrás, ahí en la parte del medio el día 22 de diciembre del año 1985, ¿te acuerdas? Mi esposa no pudo venir porque estaba enferma. Tenemos un hijo, Lucas, de cuatro años de edad y una hija de 22 meses.”

“En marzo de 1985 le diagnosticaron un tumor cerebral en la parte derecha del cerebelo a mi esposa. El 3 de abril de 1985, Carolyn entró para que le realizaran una cirugía; y le quitaron el tumor junto con el 80% de la parte derecha de su cerebelo. El Viernes Santo del 3 de abril de 1985 las cosas se veían bien y sacaron a Carolyn de la unidad de terapia intensiva a una habitación normal.”

“El 5 de abril de 1985 me fui a casa, a la casa de sus padres. Alrededor de las 10:30 de la noche, entré a darle un beso de buenas noches a los niños. Y Sara, quien en ese entonces tenía ocho meses de edad, se veía como si sus ojos fueran de cristal y estuviera mirando al espacio. Pensé que ya no estaba con nosotros. Los doctores en el Hospital de Niños hicieron un análisis de su espina dorsal y dijeron que tenía meningitis. Me dijeron que podía morir. O tener varias deficiencias. Tomaría unas 24 horas determinar si ella sobreviviría. En ese entonces, realmente perdí el control. No podía hacer nada.”

“Conforme mi hija estaba ahí acostada en una cuna inclinada, ella estaba lastimada en sus brazos y en una pierna, tenía un catéter en su pie izquierdo, mano derecha, mano izquierda y en su cuero cabelludo. Ella estaba amarrada con sus brazos extendidos y tenía tres monitores en su pecho. Lloré. Señor, ¿por qué ella? Ella es tan inocente. No tenía ninguna respuesta. Ahí estaba tratando de evitar que mi esposa Carolyn supiera lo que estaba pasando. Carolyn estaba en otro hospital. No podía, Señor. ¿Qué haré?”

“El domingo de resurrección por la mañana, el 6 de abril estaba en el Hospital de Niños a las siete de la mañana cargando a Sara con todos los tubos y cables, sentado en una silla y una enfermera entró y me dijo que Sara había sobrevivido. Los monitores indicaban que ella había respondido bien a los antibióticos y que podían quitarle todos los aparatos. Como podrás imaginarte, durante este momento caminé mucho entre los dos hospitales. Al hacer eso, estaba usando el auto de Carolyn. Y ella escuchaba una estación de radio, KWBI AM 91 en algún lugar de Longmont, Colorado. Ahí es donde te oí por primera vez. No recuerdo la fecha. Pero estabas en la serie de cómo enfrentar la persecución en el libro de los Hechos. La primera vez que te oí, tuve que detener el auto. Estaba llorando demasiado como para manejar.”

“Mi esposa, Carolyn, peleó y se recuperó de la cirugía, aunque sus capacidades motrices nunca serían normales, nunca se dio por vencida. Ella estaba dedicada a sus hijos y a mí y a su Salvador y Señor. He incluido algunas de sus notas del estudio bíblico de la vida del Reino y están en la parte de atrás de la carta, sus propias notas escritas, obviamente, con una mano que no podía controlar muy bien, que reflejaba algo del daño cerebral. Ella no era una erudita bíblica, pero amaba al Señor. Ella murió el 8 de mayo del año 1986 en mis brazos. El tercer tumor fue inoperable. Gracias a Dios porque tenemos a un Salvador, quien ha conquistado la muerte. Conforme escribo esta carta, lo hago con lágrimas en los ojos y el olor de las flores del funeral todavía llena mi nariz.”

“No estoy escribiendo esto para buscar compasión. Simplemente, no podía dejar que pasara más tiempo, porque quería que supieras cuánto me ha bendecido a mí y a mi familia Grace to You. Y hablo por aquellos que están también afuera de mi familia. Por favor, expresa mi gratitud a tu personal en Grace to You y también a Grace Community Church.” Y después, me encanta esto al final: “Muchos de tu Iglesia han orado por Carolyn y por mí y por la familia. Y estamos orando por ustedes y por su nuevo edificio, tu amigo, Dan Hummel.”

Ahora, ahí hay un hombre quien atravesó una experiencia emocional muy, muy difícil. En una oración él dijo: “ella murió en mis brazos.” Y en la siguiente oración, él dijo: “gracias a Dios por un Salvador que ha conquistado la muerte.”

En lo más profundo de la agonía humana, hay gran esperanza para el cristiano. Hay triunfo, sin importar la profundidad del problema. Todo es cuestión de perspectiva. La familia que les mencioné en esta mañana, la familia en Romanoski, cuyas dos hijas fueron matadas ayer, se han estado quedando con Russ y Heidi Moore. Y le pregunté a Russ cómo estaba su actitud y él me dijo: “para ser honesto contigo, se están regocijando el día de hoy.” ¿Regocijándose por la muerte de dos hijas en un accidente de auto? Bueno, se están regocijando porque sus dos hijas conocían a Jesucristo y los otros dos alumnos que iban con ellas, que no murieron, no conocen a Cristo. Causa de regocijo. Es perspectiva. Atravesar cualquier prueba de la vida para un cristiano puede ser una experiencia gozosa si la perspectiva es la correcta.

Ahora, imagínese la peor prueba que usted podría enfrentar; quizás, para algunas personas podría ser una crisis financiera. Todas son inversiones se pierden. El ahorro de su vida. Para otras personas, podría ser la pérdida del empleo. Usted es despedido. No tiene ingreso para apoyar a su familia, pierde toda su dignidad. O el anuncio por parte del doctor que usted acaba de recibir palabra que usted va a tener una cirugía de bypass triple inmediatamente o que tiene un tumor cerebral masivo o que su marido lo tiene. O su hijo lo tiene. O, la noticia le acaba de llegar por teléfono que su hija acaba de chocar en un accidente de auto terrible y acaba de morir o ha sido violada. O su esposa acaba de ser asesinada por un drogadicto que acaba de meterse a la casa. O quizás, que su hijo tiene una enfermedad fatal y que sólo tiene unos cuantos días de vida. Y podríamos seguir, y seguir y seguir. Y francamente, todas estas cosas nos tocan de una u otra manera, ¿no es cierto? Porque como lo expresó Job, “el hombre nace para la aflicción como las chispas del aire vuelan hacia el cielo.” Y cualquier persona que trata de crear un mundo de fantasía en donde todo es perfecto únicamente se está preparando para una tristeza aún más profunda. Debe ser esperada.

Y tengo que confesarle que la expectativa de la realidad de la tristeza y la agonía y el problema acercándose a nosotros en cierta manera produce una sombra inclusive en nuestros gozos más elevados, ¿no es cierto? En un sentido, mitiga inclusive los acontecimientos más maravillosos de la vida y quizás esa es la razón por la que, aunque Jesús lloró, de manera más común como las Escrituras lo registran, en ningún lugar de las Escrituras dice que Él se rió. Quizás, se rió. Pero su felicidad en cualquier ocasión ciertamente habría sido oscurecida por su sentido abrumador de la tristeza por el pecado.

Todos nosotros, a un grado u otro, si pensamos de manera realista en cómo vamos a enfrentar el problema, todos vamos a mirar los ojos de la agonía en algún punto en nuestras vidas y necesitamos entender cómo enfrentar esto. Estaba tratando de pensar en esta semana conforme me sentaba en mi estudio de lo que para mí habría sido la prueba más severa de todas las pruebas. La experiencia más dolorosa que alguien puede atravesar. Y pensé en Job, el clásico, quien perdió a su familia y sus cultivos y sus animales y todo. Y pensé en eso por un momento. Perdió todas sus posesiones, perdió a todos sus hijos y lo peor es que se quedó con una esposa que no entendía nada. Él fue afectado de manera personal por la enfermedad y esto, hay que admitirlo, es una prueba bastante severa.

Pero conforme pensé más en esto, pensé en otra persona quien, a mi juicio, quizás no esté de acuerdo conmigo, pero quien en mi juicio, probablemente enfrentó potencialmente la prueba más severa que cualquier ser humano pudo haber enfrentado. Y el nombre del hombre es Abraham.

Acompáñeme por un momento a Génesis capítulo 22. Realmente, quería entrar a Santiago, pero simplemente comencé a pensar en esto y pensé que quizás esto nos podría dar una muy buena perspectiva. Creo que lo que Dios lo que Abraham enfrentara sin duda alguna es la prueba más difícil que jamás alguien ha enfrentado. En Génesis 22, versículo 1, dice: “aconteció después de estas cosas que probó Dios a Abraham.” Esta es una peirasmos, esta es una prueba para Abraham.

Él enfrentó la prueba más severa que podemos imaginarnos. Dios probó a Abraham. “…y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo,” noten ahora el énfasis, “tu único, Isaac, a quien amas,” es casi como si Dios estuviera frotando la prueba. No sólo tu hijo, no sólo tu hijo único, sino el que tú amas. “…Y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que Yo te diré.” Increíble. Quiero un sacrificio de ti y quiero un sacrificio humano. Quiero tu hijo, quiero que vayas ahí y lo mates como una ofrenda para Mí.

Esto no encajó con la teología de Abraham. No había historia alguna en el pacto de Dios del sacrificio humano. Eso era algo pagano. Ningún hijo de Dios jamás ofrecería a su propio hijo en sacrificio humano. Además, éste era el hijo de la promesa. Dios había tocado los lomos muertos de Abraham y le había permitido llegar a la consumación de una relación con su esposa, Sarah, quien también estaba seca en sus propios lomos y producir un hijo, un hijo del pacto, un hijo de la promesa, un hijo de esperanza. Un hijo de Sara, quien había sido estéril toda su vida.

¿Por qué es que Dios pediría un sacrificio humano cuando Él nunca antes había pedido un sacrificio humano? Y hacerlo, sería la antítesis de todo lo que Abraham sabía que era verdadero acerca de Dios. ¿Por qué Dios llegaría al punto de capacitar a un hombre y a una mujer que se acercaban a los 100 años de edad, que habían sido estériles toda su vida para producir un hijo y después, pedir que el hijo fuera matado? ¿Por qué Dios le haría la promesa a Abraham que sería el padre de naciones y que la simiente que saliera de sus lomos sería tan grande como la arena del mar y las estrellas del cielo y después, matar al único hijo que tenía? Toda la idea era rara. Toda esperanza de descendencia en el Abraham de edad, toda esperanza de la promesa, moriría. Abraham estaría matando a su amor, matando a las promesas de Dios, dándole un golpe a la Palabra de Dios, dándole un golpe a la virtud de Dios, dándole un golpe a la virtud de fidelidad de Dios, matando la promesa de Dios y cortando la línea del Mesías. Absolutamente inconcebible.

Y lo que hace que sea la prueba más severa de todas no es que Isaac iba a morir, sino que Abraham iba a matarlo con su propia mano. Increíble. Una cosa es que el que usted ama muera y otra cosa es que se le diga que mate a esa persona. Una prueba inconcebible. Una prueba que no tiene sentido. De ninguna manera, no teológicamente, no en términos de la naturaleza de Dios, no en términos del plan de redención, no en términos de la Palabra de Dios, no en términos de Su amor o del amor de Abraham hacia Isaac.

Si hubo algo que jamás Dios le mandó a un hombre que hiciera que merecía un argumento más bien extenso, era esto. Y habríamos entendido si Abraham hubiera dicho: “mira Dios, ¿puedes por favor explicar esto? Esto no tiene sentido. No lo puedo hacer.” Noten su respuesta, versículo 3: “Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.” ¿Qué? En la mañana se preparó para irse y se fue. Tuvo que cortar su propia madera para quemar a su hijo, a quien mataría.

Y se levantó y fue al lugar en donde Dios le dijo que fuera. Un hombre sorprendente. Un hombre absolutamente sorprendente. Sin duda, sin retraso, sin argumento, sin disputa, sin reacción. Tres días después, versículo 4: “Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.” Debe subrayar esto. “Yo y el muchacho iremos allí y adoraremos y volveremos.” Aquí está el secreto, mantenga eso en mente. Él dijo que ambos regresarían.

“Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?” ¡Hombre, esto es agonizante! Un hijo que confía, que no sabe lo que está pasando, lo dice de una manera tan amorosa y gentil a su padre, al hablar de este acto de adoración, ‘¿dónde están cordero?’

“Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.” Y usted debería subrayar eso. Como puede ver, yo creo que, en la profundidad del corazón de Abraham, él sabía que Dios tenía algo en mente que era coherente con la naturaleza de Dios y coherente con el pacto de Dios. No sé si él sabía lo que era específicamente, pero creo que tenía una buena idea. “Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.”

Puede detenerse en ese punto. Increíble. ¿Entiende usted al leer esa historia lo que significa cuando dice que Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia? ¿Entiende por qué el Nuevo Testamento dice que Abraham es el padre de los fieles? Él es modelo más importante de confianza en Dios que la Biblia conoce fuera de Cristo. El hombre está en el punto de meterle el cuchillo al pecho de su propio hijo. Algo impensable. ¡Qué prueba! Contradictoria, indescriptible, dolorosa, homicida. Incoherente con todo lo que él conocía acerca de Dios y, sin embargo, él es sumiso, él es obediente. Él va a adorar a costa de lo que sea. Y Dios tomó la disposición de Abraham como un ejemplo. Dios lo juzgó en base a su disposición y no lo hizo cumplir el acto.

Versículo 11: “Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios…” ¿Adivine qué? Esta fue una prueba y Abraham la aprobó. La pasó. Él obedeció la Palabra de Dios sin importar el costo. “…por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.”

Ahora, Abraham nos muestra que nosotros podemos ser probados en cosas muy cercanas a nosotros. Podríamos ser probados en cosas muy cercanas a nosotros como un hijo o una hija o un marido o esposa o amigo. Quizás, tengamos que ofrecer a nuestro propio Isaac, entregar a los que amamos más al Señor, no sólo en la muerte, pero quizás en la vida. Quizás, al dejarlos ir a donde Dios quiere que vayan y no necesariamente a donde queremos que ellos vayan. Como puede ver, cuando Abraham estuvo dispuesto a entregar a Isaac sin importar cuánto Isaac significaba para él en todo sentido, él mostró al estar dispuesto a entregarlo, escuche esto, que él tenía el derecho de quedárselo. ¿Ve eso? Él no fue posesivo, él se lo entregó a la voluntad de Dios. ¿Por qué? Porque él haría cualquier cosa que Dios le pidiera hacer.

Ahora, tenemos muchas pruebas en la vida, pero nunca me imaginaría una prueba como esa. No me puedo imaginar lo que yo haría y Dios me dijera que hiciera eso. No me puedo imaginar lo que yo enfrentaría. Pero creo que podemos concluir a partir de esto que entre más difícil la obediencia, más excelente es la obediencia. Y entre más difícil es la obediencia, más abnegación hay inherente en ella.

Entonces, aquí usted tiene una obediencia que toma un grado tremendo de negarse a uno mismo. Y, por lo tanto, es la más excelente. Abraham pasó la prueba. Él dice: “ahora sé que temes a Dios.” En otras palabras, verdaderamente reverencias a Dios a costa de lo que sea. ¡Qué prueba!

El comentario de esta prueba de Abraham se da en el onceavo capítulo de Hebreos. ¿Sería tan amable de acompañarme ahí por un momento? Hebreos, capítulo 11, en el versículo 17. ¿Cómo es que Abraham hizo esto? ¿Cómo es que pudo encontrar la fortaleza para hacer esto? Hebreos 11:17 nos dice de manera muy clara. Las primeras palabras del versículo 17 nos cuentan la historia entera. “Por…” ¿qué? La fe. “Por la fe Abraham,” aquí viene de nuevo. Lo debe subrayar. “Cuando fue probado.” Esta fue una prueba. Pienso en la radio, el otro día estaba manejando hacia la Iglesia y un pequeño ruido entró y dijo ‘esta es una prueba’. Y pensé en Abraham.

Dios estaba diciendo ‘beep’, esta es una prueba. ‘Beep’, la prueba acababa de ser concluida. Esta es una prueba. “Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia…” ¿Cómo pudo haber hecho esto? “…pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos,” ¿sabe por qué estuvo dispuesto a hacer eso? Porque él creía que Dios podía resucitar a los muertos. ¿Había visto a los muertos resucitados? No hasta donde yo sé, pero él creía que Dios podía resucitar a los muertos. Lo que él realmente creía era esto: que Dios era tan fiel a Su Palabra que si Él había hecho una promesa, inclusive resucitaría los muertos para guardarla. Una fe tremenda.

Ahora, no quiero encontrar detalles que no hay en esta historia, pero simplemente quizás Abraham estuvo un poco decepcionado cuando no se le permitió quitarle la vida a su hijo, porque a él le habría gustado ver una resurrección.

No sabemos eso, pero él creía que, si era necesario, Dios lo habría resucitado de los muertos. Ahora, ¿qué nos dice eso? Nos dice que un hombre puede atravesar la prueba más severa imaginable de la vida si él realmente confía en Dios. Y si él cree que Dios está en el trono, que Dios guardará Su promesa, que Dios nunca comete errores, que Dios siempre cumple Su Palabra y que Dios cumplirá Sus propósitos. Ése es el tipo de fe que pasa la prueba.

Cuando Abraham fue colocado en la “peirasmos,” eso es “peirasominos,” cuando él fue probado, él pasó. Y lo vuelvo a decir: ¿Es eso sorprendente? ¿Es sorprendente que este hombre sea el modelo humano más importante de fe? En Gálatas 3, versículo 7, “sabed pues que los que son de la fe son los hijos de Abraham.” Cualquier persona que vive por la fe en Dios es en un sentido espiritual un hijo de Abraham. Él es el padre de los fieles. Él es el modelo de la fe. El versículo 9 dice que los que son de la fe son bendecidos con Abraham el fiel. Él sabía que mediante sus lomos las naciones del mundo serían benditas. Y él sabía que Dios guardaba Su Palabra y Dios lo cumpliría.

Ahora, amados, tenemos que reconocer que Dios va a permitir que enfrentemos pruebas. Y lo que nos sostiene en medio de eso es nuestra confianza en Dios. Nuestra fe de que Dios está haciendo para todo para Su propósito Santo. Y yo sé que soñamos en la comodidad mundana y nos gusta crear un ambiente perfecto, nos gusta tener comodidad absoluta. Nos gusta que no existan las cosas difíciles en la vida. Queremos asegurarnos de que todo esté en control de manera perfecta.

Francamente, nunca he conocido un momento así en mi vida. De vez en cuando, creo que hay uno y descubro que no lo hay. Pero el hecho es que tenemos descanso temporal y comodidad temporal. Y en cierta manera, nos engaña al pensar que quizás podamos encontrar una ausencia permanente, cuando ése no es el caso. Me acuerdo de las palabras del salmista, ¿se acuerda? en el Salmo 30, versículo 6: “en mi prosperidad dije nunca seré movido.” Implícito, pero estuvo equivocado. Cuando estaba disfrutando, pensé que siempre sería así. Y usted puede vivir en el paraíso de un necio si usted quiere, sin predecir ningún problema, prometiéndose a sí mismo comodidad, pero eso no es lo que Cristo dijo. Él dijo: “velad y orad para que no entréis en peirasmos,” pruebas.

Velen, esperen las pruebas, oren, pidan fortaleza. Velen y oren. Estaba leyendo, como lo hago con frecuencia, las obras de Thomas Menton, un maravilloso escritor puritano. Y encontré una línea en algunas de las cosas que estaba leyendo esta semana que se quedó en mi mente. Él dijo esto: “Dios tuvo un Hijo sin pecado. Pero ningún hijo sin una cruz.” Simplemente, así es. Es parte de la vida. Tendremos problemas. El Salmo 23 dice: “sí, aunque ande en valle de sombra y de muerte no temeré mal alguno porque Tú estás conmigo.” Las pruebas vendrán. La confianza está en la presencia de Dios.

Ahora, permítame hablar un poco más a manera de introducción, como dije, quería entrar al texto mismo, pero vinieron tantas cosas a mi mente esta semana que probablemente debieron haber sido cubiertas en la introducción.

Entonces, si me permite un poco, las pruebas pueden venir a nuestra vida mediante varios medios y con varios propósitos en mente. Permítame sugerirle algunas. Muy bien, en primer lugar, las pruebas vienen para probar la fortaleza de nuestra fe. Y realmente entramos a esto la semana pasada, sólo quiero tocar esta. Las pruebas vienen para probar la fortaleza de nuestra fe.

Hay una gran ilustración de esto en 2 Crónicas 32:31, no necesita buscarlo. Le voy a citar esa parte del texto. Se relaciona con Ezequías, quien era rey. Y de Ezequías dice, escuche: “Dios lo dejó para probarlo a fin de saber todo lo que había en su corazón.” ¿Escuchó eso? Dios lo dejó para probarlo a fin de que supiera todo lo que había en su corazón. ¿Para que pudiera saber quién? Bueno no Dios, Dios no necesitaba saber mediante la prueba lo que estaba en el corazón de Ezequías, Él es omnisciente, ¿verdad?

¿Dios tiene que probarlo a usted para descubrir lo que hay en su corazón? ¡No! Dios no necesita probarnos para descubrir lo que hay en nuestro corazón. Dios nos prueba para que podamos descubrirlo nosotros. En otras palabras, Él nos ayuda al hacer ese inventario espiritual. Él nos ayuda para examinarnos a nosotros mismos. Necesito saber y usted necesita saber la fortaleza de nuestra fe. Y entonces, Dios trae pruebas a nuestras vidas para demostrarnos la fortaleza o la debilidad de nuestra fe. Si usted en este momento está enfrentando una prueba severa, eso le está demostrando la fortaleza o debilidad de su fe, ¿no es cierto? Si usted está levantando su puño contra Dios, si se pregunta por qué está pasando, si usted se está enojando todo el tiempo y preocupándose. Si usted está en ansiedad desde la mañana hasta la noche hay una buena indicación de que usted tiene una fe débil.

Si, por otro lado, usted está atravesando una prueba y se encuentra a sí mismo descansando en el Señor, habiéndolo dejado en Su cuidado, dejándolo llevar la carga del mismo y a lo largo de su vida está regocijándose lo mejor que puede en una situación difícil, esperando porque Dios le muestre la manera de salir, entonces, usted está viendo que usted posee en la fortaleza de la fe.

Entonces, en un sentido, debemos estar agradecidos por las pruebas porque nos ayudan en el inventario de nuestra propia fe. Eso es muy útil. Siempre quiero saber en dónde está mi fe para que pueda ser más fuerte. Porque entre más fuertes sea mi fe, lo más probable es que sea más útil para Dios.

Cuando Habacuc estaba atravesando el misterio de su propia situación en la promesa devastadora de que los caldeos vendrían y aplastarían a su pueblo, a pesar de todo, él dijo, “aún si la higuera no florece y el fruto no está en la vid y el olivo no produce y en el campo no hay comida y los rebaños son quitados y no hay rebaño en el establo…” En otras palabras, si todo lo que yo conozco como normativo en la vida cesa, aun así me regocijaré en el Señor. Me gozaré en el Dios de mi salvación, “Jehová Dios es mi fortaleza y Él hace mis pies como de ciervas y en mis alturas me hace andar.” Y después, al final él dice: “al cantante principal en mis instrumentos de cuerdas, esto es alabanza. Cántenlo.”

En medio de un misterio imposible de resolver, su confianza nunca si titubeó. Y en medio de esto, él supo que tenía fortaleza en su fe. Y entonces, uno de los propósitos de la prueba es revelarle a usted y a mí la fortaleza de nuestra fe para que podamos avanzar a lo largo del camino para alcanzar una mayor fortaleza. Job fue probado. Como resultado de su prueba en el capítulo 42, en ese texto conocido, él dice: “de oídas Te había oído y ahora mi ojo Te ve y me arrepiento. Me aborrezco a mí mismo. Me arrepiento en polvo y cenizas.”

En otras palabras, él dijo, quiero confesar mi pecado. Señor, nunca antes realmente Te había visto como Te veo ahora. Y me doy cuenta de que alguna de las cosas que pensaba de acerca de Ti y dije acerca de Ti y sentí acerca de Ti fueron pecaminosas. Señor, mi fe y sus debilidades han sido reveladas. Entonces, las pruebas vienen como una prueba de la fortaleza de nuestra fe.

En segundo lugar, debemos reconocer que las pruebas vienen para humillarnos. Vienen para recordarnos que no debemos pensar con mayor confianza en nuestra fortaleza espiritual como debiéramos. Está relacionado de cerca con la primera, pero es un poco diferente. Vienen no sólo para mostrarnos nuestra fortaleza, sino que vienen para humillarnos, no sea que pensemos que somos más fuertes espiritualmente de lo que somos.

Esto es ilustrado, creo yo, quizás de la manera más vívida como en cualquier otro lugar en las Escrituras en el maravilloso testimonio de Pablo en 2 Corintios 12, usted sabe. Él dice en el versículo 7: “no sea que me enaltezca en sobremanera.” En otras palabras, a menos de que yo tenga un concepto más alto de mí del que debo pensar, debido a la abundancia de revelaciones y por haber sido arrebatado al tercer cielo y todas las cosas que Pablo pudo hacer y el poder del Espíritu, milagros y señales y maravillas y obras poderosas y revelaciones que le vinieron a él por parte de Dios. Y en medio de todas estas cosas, él bien pudo haberse exaltado en su propia mente. “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en la carne para afligirme.” Simplemente, para abofetearme todo el tiempo, no sea que me exalte de sobremanera.

Y debemos reconocer que Dios permite pruebas en nuestras vidas, especialmente cuando somos bendecidos en lugares de servicio espiritual para mantenernos humildes, no sea que pensemos, que tenemos tengamos más confianza en nuestra propia fortaleza espiritual de lo que debiéramos y comencemos a sentirnos como si fuéramos invencibles.

Hay una tercera razón conforme pensé en estas cosas y estas realmente son mis propias reflexiones. Estoy tratando de verlas desde el punto de vista bíblico y personal. Yo creo que el Señor trae pruebas a nuestras vidas también para alejarnos de cosas mundanas. Para alejarnos de cosas mundanas.

¿Alguna vez, se ha dado cuenta de que conforme pasan los años, y ha acumulado más cosas, más muebles o autos o casas o cuentas de banco o lo que sea, más éxito ha tenido, más cosas mundanas ha hecho, ha estado aquí y ha estado allá, ha viajado, ha visto esto, ha oído aquello, ha notado que conforme eso ha pasado en su vida, esas cosas comienzan a tener menos y menos importancia? Hubo un tiempo usted cuando usted pensaba que eran las cosas más deseables en la vida; y ahora, usted ya no piensa eso porque no han podido satisfacer o enfrentar o ayudarle con lo que realmente importa en la vida. Realmente, no resuelven problemas profundos. Grandes ansiedades, heridas; y cuando las pruebas vienen a su vida y cuando usted busca todas estas cosas mundanas y no hacen diferencia alguna y no significan absolutamente nada, esa prueba lo está alejando de esas cosas. Porque está demostrando su incapacidad total de resolver algún problema. O de proveerle algún tipo de recurso real en un tiempo de estrés. Necesitamos ser alejados de eso.

Felipe, usted sabe, en Juan 6. Él viene a Jesús y dice: “¿cómo vamos a encontrar pan para alimentar a estas personas?” Está mirando las cosas desde un punto de vista mundano. “No hay tiendas por aquí y no hay suficiente pan de cualquier manera.” Tenemos a una multitud aquí, una multitud enorme. “¿Cómo vamos a conseguir alimento para cinco mil hombres más las mujeres y los niños?”

Y entonces, él dice: “bueno, Felipe, tú dime, ¿dónde vamos a comprar pan?” Y dice en el versículo 6: “y esto lo dijo para probarlo.” Quería saber si Felipe iba a buscar recursos mundanos. Y claro, así lo hizo. Pero no sirvió de nada en este punto porque el Señor entonces creó una comida y rápidamente, alejó a Felipe de las cosas mundanas y los satisfizo con las cosas espirituales.

Pienso en Moisés, ¿se acuerda ahí en el capítulo 11 de Hebreos, versículo 24 al 26? Él había sido criado en la casa del faraón. Él había sido criado como un príncipe en Egipto. Durante 40 años, él fue educado. Él literalmente estaba la línea de la familia del faraón para la providencia. Él había alcanzado el ápice de la sociedad egipcia, la cual estaba en la cúspide del mundo. Toda la educación, todo el dinero, todo el prestigio, todo el honor, todo el éxito, toda la comodidad estaba ahí en sus manos. Pero él consideró el menosprecio de Cristo, el ungido del Señor, riquezas mayores que los tesoros de Egipto.

Como puede ver, él había quitado sus ojos de todo eso y él había comenzado estar preocupado por la prueba de su pueblo. Y el Señor utilizó esta prueba para alejarlo de las cosas mundanas. Las pruebas van a hacer eso.

Hay un cuarto, creo yo, propósito en las pruebas. Creo que nos llaman a lo que podríamos llamar una esperanza eterna. Las pruebas en la vida, no sé cómo operan para usted, pero sé que operan así en mi vida. Las pruebas en mi vida tienden a hacerme querer ir al cielo. ¿Alguna vez ha notado eso? Eso es lo que estoy diciendo. No quiero hacerlo demasiado difícil, es bastante simple. Nos llaman a una esperanza eterna. Como el querido hombre que me escribió la carta.

Y dijo que ella murió en sus brazos, “¡gracias al Señor con un Salvador que conquistó la muerte!” De pronto, el cielo para él es más dulce de lo que jamás ha sido. La pequeña familia que perdió a dos hijas, para ellos, el cielo es más dulce de lo que jamás ha sido. Y tienen una nueva manera, una nueva falta de interés en el mundo pasajero. ¿No diría usted si usted ha perdido a un ser querido? Si las personas más preciadas en su vida y la persona más preciada en su vida, el Señor Jesucristo y si las posesiones más preciadas en su vida han sido colocadas como tesoros en el cielo, usted va a tener una relación muy, muy distante con este mundo pasajero.

Entonces, las pruebas tienden a mostrarnos la bancarrota de los recursos humanos y a alejarnos del mundo en cierta manera, nos dirigen hacia la esperanza celestial. Romanos 8, entre muchas Escrituras que podrían ser señaladas, simplemente para apoyar este pensamiento. En Romanos, capítulo 8 dice: “el Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios y si hijos, entonces herederos. Herederos de Dios y coherederos con Cristo. Si sufrimos con Él para que también seamos glorificados con Él. Y considero los sufrimientos del tiempo presente no dignos de ser comparado con la gloria que será revelada en nosotros.”

Conforme enfrento el sufrimiento, Pablo dice, simplemente me vuelvo más y más hambriento por la gloria. Y veo a la creación entera gimiendo y esperando la esperanza, esperando la gloriosa, versículo 21, liberación de los hijos de Dios. Y después, en el versículo 24 o 23, él dice “estamos gimiendo esperando la redención de nuestro cuerpo,” versículo 24, “somos salvos en esperanza.”

Entonces, enfrentamos pruebas. Las pruebas nos dan un deseo mayor por aquello que es eterno. Nos ayudan a anhelar la ciudad eterna. Colocan nuestros deseos en las cosas de arriba. Eso es algo espiritual muy importante. Nos hacen pensar en cosas divinas, cosas celestiales. Y eso es lo que Pablo dijo en 2 Corintios 4:16: “Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.”

Y después, dice esto: “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” ¿Cómo es que llegó a tener ese tipo de actitud? Oh, es muy fácil. Simplemente, regrese al versículo 8: “…estamos atribulados en todo… somos perseguidos… llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús.” Versículo 12, “De manera que la muerte actúa en nosotros.” Él está atravesando tantos problemas que no es sorprendente que no le guste el mundo. Él preferiría estar en la gloria.

Entonces, como puede ver, las pruebas tienen un propósito muy, muy útil. Prueban la fortaleza de nuestra fe, nos humillan, no sea que tengamos más confianza en nuestra fortaleza espiritual de lo que debiéramos. Nos alejan de cosas mundanas y nos llaman a una esperanza celestial.

En quinto lugar, las pruebas también cumplen un propósito muy importante porque revelan lo que realmente amamos. Revelan lo que realmente amamos. ¿Podría haber habido algo más querido para Abraham que Isaac? ¿Algo? ¿Es cuestionable que algo pudiera haber sido más querido por él que Isaac? ¿Algo de este mundo? Ciertamente, Dios estaba más cercano a él que Isaac, pero esa fue la prueba. Descubrir si él amaba a Isaac más de lo que amaba Dios o si él amaba a Dios más de lo que amaba a Isaac. Ésa era la prueba.

Como puede ver, las pruebas revelarán lo que usted realmente ama por cómo usted reacciona. Como puede ver, si usted ama de manera suprema a Dios, usted le dirá: “gracias, Dios, por lo que Tú estás logrando, cumpliendo a través de esto. Ayúdame a ver eso. Y Te doy la gloria a través de lo que Tú estás permitiendo que suceda.”

Pero si usted realmente se ama si mismo más que a Dios, usted dirá: “Dios, ¿por qué haces esto?” Usted se va a enojar y usted se va a molestar y usted se va a amargar y usted estará lleno de ansiedad.

Como puede ver, hay un sentido en el que, si algo está más cercano a usted que Dios, entonces, Él lo tiene que quitar. Él lo tiene que tener. Entonces, en mi propia vida sólo quiero asegurarme que nada esté más cerca de mí que el Señor, porque no quiero que lo quite. No que siempre lo haga.

Estaba pensando en esto leyendo ahí en el Pentateuco un poco y llegué a Deuteronomio, capítulo 13, versículo 3: “no escucharás las palabras de ese profeta o ese soñador de sueños.” Este sería un falso profeta. “Porque Jehová tu Dios,” escuche esto, “te prueba para saber si amas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.” ¡Guau! El Señor está probándote para ver a quién amas en realidad. Si lo amas a Él con todo tu corazón y con toda tu alma, en Lucas 14:26: “… si alguno viene en pos de Mí y no aborrece a su padre y madre y esposa e hijos y hermanos y hermanas y también su propia vida, él no puede ser,” ¿qué?, “Mi discípulo. Y el que no lleva su propia cruz y viene en pos de Mí no puede ser Mi discípulo.”

Ahora, ¿qué es lo que está diciendo? ¿Está diciendo literalmente que es algo cristiano el odiar a todo el mundo, incluyéndote a ti mismo? No. Lo que él quiere decir con esto es que, si usted no ama a Dios, al grado que usted de manera dispuesta, si es necesario, se distancia del padre, madre, esposa, hijos, hermano, hermana y aún su propia vida, entonces no ama a Dios de manera suprema. Usted no es digno de ser Su discípulo.

¿Qué quiere decir aislarse, distanciarse? Queremos decir que usted va a hacer la voluntad de Dios en primer lugar y sobre cualquier otra cosa, sin importar lo que apela a aquellos que están cerca de usted. No importa lo que le importa a su padre o a su madre o a su esposa o a su hijo o a su hermano o a su hermana o a su propia carne. Usted hará la voluntad de Dios sin importar lo que ellos quieran, porque ahí está su amor supremo.

Dios quería, en el caso de Abraham, que Abraham y todos nosotros supiéramos a quién amaba Abraham más. Él le dijo a él: Isaac, tu único hijo a quien amas. Abraham pasó la prueba. ¿A quién amaba Abraham más que cualquier otra persona? A Dios. Y ése es el valor de la prueba. Abraham descubrió que él amaba a Dios más que a cualquier otra persona. Y todo el mundo supo eso. Es tan importante señalar eso. Cuando usted atraviesa una prueba, descubra lo que revela acerca de su amor.

Hay un sexto propósito en las pruebas que realmente es muy, muy útil. Y es el siguiente: las pruebas nos enseñan a valorar la bendición de Dios. Las pruebas nos enseñan a valorar la bendición de Dios. Nos enseñan a valorar la bendición de Dios.

La razón, la razón nos enseña a valorar el mundo. Los sentimientos, nos enseñan a valorar el placer. La fe, nos dice que valoremos el mundo de Dios. La Palabra de Dios. El favor de Dios, la bendición de Dios. La razón dice ‘aprovecha lo más que puedas del mundo’. El sentimiento, dice ‘encuentra el placer a costa de lo que sea’. La fe dice ‘obedece la palabra de Dios y se bendecido’.

Como puede ver, las pruebas nos enseñan la bendición de la obediencia. En medio de una prueba, obedecemos y somos bendecidos. Eso es lo que buscan enseñar. Nos muestran que la obediencia a costa de lo que sea trae la bendición de Dios.

El salmista dice en el Salmo 63:3, y esto a partir de la experiencia personal, “porque Tu misericordia es mejor que la vida, mis labios que alabarán.” Dios, he visto Tu misericordia y es lo mejor que hay. Lo mejor que hay. Jesús es el ejemplo perfecto de esto en Hebreos 5. En los días de Su carne, Él ofreció oraciones, súplicas con clamor, con lloro fuerte y lágrimas a Aquel que era poderoso para salvarlo de la muerte. Jesús está atravesando la prueba del huerto. Eso es lo que ahí se retrata ahí. Y Él estaba sudando gotas de sangre, llorando y clamando porque Dios lo librara. Y Él fue oído en que Él temía; y aunque Él fue Hijo y uno amado, sin embargo, Él aprendió la obediencia por las cosas que sufrió.

“Y habiendo sido perfeccionado, se volvió el Autor de la salvación eterna todos los que le obedecen.” Y escuche, mediante el sufrimiento Él fue obediente y Dios lo exaltó. Filipenses 2 lo dice de otra manera. Él fue humillado. Tomó la forma de hombre, se ofreció a sí mismo en muerte y Dios lo exaltó hasta lo sumo. Las pruebas nos colocan en medio del sufrimiento para que obedezcamos en el sufrimiento y entonces, recibamos la bendición completa de Dios.

Yo diría que cuando usted atraviesa una prueba, si usted aprende a obedecer a Dios, usted experimentará la emoción de Su bendición. Ésa es Su promesa.

Permítame darle dos más que son propósitos del sufrimiento. Número siete: el sufrimiento viene, y este es un propósito de mucho, mucho valor, el sufrimiento viene para capacitarnos para ayudar a otros en su sufrimiento. Algunas veces, cuando viene el sufrimiento viene, quizás no tenga ningún otro propósito que capacitarme mejor para ayudar a otros en su sufrimiento.

Yo pienso en eso con respecto al capítulo 22 de Lucas, en donde Jesús le dice a Pedro y el Señor le dijo: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha deseado para zarandearos como a trigo.” Satanás te va a tomar y te va a sacudir. “Y Yo he orado por ti, que tu fe no falle.” Ahora escuche esto, “para que cuando tú te vuelvas,” tú salgas de esto. Él dice: “fortalezcas a tus hermanos.” Ahí está. Un propósito maravilloso.

Es como Jesús en Hebreos capítulo 4, Hebreos, capítulo 2, también. Quien se convierte en un sumo sacerdote misericordioso y fiel que es poderoso para ayudar a aquellos que vienen a Él porque Él ha enfrentado toda prueba que nosotros hemos enfrentado, ¿verdad? Eso es lo que lo hace a Él un sumo sacerdote fiel y misericordioso. Entonces, enfrentamos pruebas con el propósito de poder ayudar a otros. ¡Qué maravilloso! ¡Cuán maravilloso es que Dios nos permita atender por la experiencia para instruir a otros!

Y después, finalmente, el octavo. Y esto nos lleva al pasaje. Tendremos que esperar una semana, pero en octavo lugar, las pruebas vienen para desarrollar fortaleza perseverante para una mayor utilidad. Vienen para desarrollar fortaleza perseverante para una mayor utilidad. De nuevo, Thomas Menton dijo y cito: “cuando todas las cosas están en silencio y cómodas, vivimos por los sentidos en lugar de vivir por la fe. Pero el valor de un soldado nunca es conocido en tiempos de paz.” Fin de la cita. Tiene razón, el valor de un soldado nunca he conocido en tiempos de paz.

Dios tiene Su propósito en la prueba. Y con la misma, nos dará mayor fortaleza. Conforme usted atraviesa una prueba, sus músculos espirituales son ejercitados. Usted se fortalece para la siguiente. Eso significa que usted puede enfrentar un enemigo mayor. Eso significa que usted es más útil. Usted atraviesa otra prueba, y otra prueba y otra prueba. Y todas esas lo están fortaleciendo, fortaleciendo, fortaleciendo, hasta que ahora, su utilidad se está incrementando y su fortaleza lo hace más útil. Y entonces, entre más útil usted es, más es usado. Y entre usted más usado es, más logra en el poder del Espíritu para la gloria de Dios.

Entonces, permítame resumirlo. ¿Cuál es el propósito de Dios conforme Él nos prueba? En primer lugar, para probar la fortaleza de nuestra fe. Para que podamos saber en dónde está nuestra fortaleza o no lo está. En segundo lugar, para humillarnos, no sea que lleguemos a tener más confianza en nuestra propia fortaleza espiritual de lo que debiéramos. En tercer lugar, para alejarnos de cosas mundanas. En cuarto lugar, para llamarnos a una esperanza celestial para que vivamos enfocados en lo de arriba y no en lo de abajo. En quinto lugar, para revelarnos lo que realmente amamos. En sexto lugar, para enseñarnos a valorar la bendición de Dios y a valorarla conforme viene a nosotros en los tiempos de sufrimiento. En séptimo lugar, para capacitarnos para ayudar a otros en sus pruebas. Para sobrellevar los unos las cargas de los otros. Y en octavo lugar, para desarrollar una fortaleza perseverante para una mayor utilidad, para que Dios nos pueda colocar en lugares más importante de ministerio y eficacia.

Ahora, todos estos son propósitos que valen la pena. Todos estos encajan en el plan de Dios por Su gracia. Pero la pregunta todavía está en su mente, como en la mía, muy bien, van a venir.

Regresemos a Santiago 1 simplemente para un pensamiento de conclusión. Dice que van a venir. La prueba de su fe va a venir, versículo 3. Versículo 12: “bienaventurado es el hombre que soporta la prueba, después de que es probado, va a ser recompensado.” Van a venir, no hay manera de evitarlas. Y podríamos decir: “sé que van a venir y sé que todos estos son los propósitos de Dios en ellos y Él quiere cumplir todo eso. Puedo entender eso. Pero todavía no responde la pregunta: ¿cómo enfrento eso cuando estoy en medio de ellas? ¿Cómo las atravieso?” Está bien tener todo esto en una lista en mis notas del sermón, pero ¿cómo enfrento esa prueba?

Y ahí es donde es donde Santiago 1, 2 al 12 realmente habla. En primer lugar, se necesita una actitud gozosa. El primer medio para perseverar en una prueba es una actitud gozosa. “Hermanos míos tened por sumo gozo.” La segunda es una mente que entiende, “sabiendo esto, que esta prueba está produciendo algo.” La tercera es una voluntad sumisa. “Mas tenga la paciencia su obra perfecta.” En otras palabras, deje que suceda porque Dios está operando. Está llevando a cabo Su obra. La cuarta en los versículos 5 al 8 es “un corazón que cree.” Pídale a Dios lo que necesita y pida, versículo 6 dice, en ¿qué? En fe. Usted debe tener un corazón creyente, que cree, para creer que Dios tiene un propósito y que Él suplirá todo lo que usted necesita para esa prueba. Un corazón que cree.

Y finalmente, en los versículos 9 al 11, “un espíritu humilde”. Un Espíritu humilde. Usted persevera en medio de las pruebas con una actitud gozosa, una mente que entiende, una voluntad sumisa, un corazón que cree y un espíritu humilde.

Ahora, la próxima vez, vamos a ver esas últimas dos. Un corazón que cree y un espíritu humilde. Sólo quería prepararlo y que se diera cuenta de que vamos a ver verdades muy, muy emocionantes, en donde habla acerca de pedirle a Dios sabiduría, en donde habla acerca de pedir en fe, sin dudar. Habla acerca de un hombre de doble ánimo y cómo ese hombre pierde todo de Dios. Y después, vamos a ver esa área entera de un espíritu humilde y qué función tiene en la perseverancia.

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