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Bueno, veamos Apocalipsis capítulo 21 en el tiempo que nos queda esta noche. Los nuevos cielos y la nueva tierra. En nuestro estudio continuo de Apocalipsis, estamos viendo el estado final, lo que es llamado el estado eterno. Y descrito para nosotros, en los últimos dos capítulos del libro de Apocalipsis. Eclesiastés 3:11 dice que “Dios ha puesto eternidad en el corazón de los hombres”. Eso significa que hay un anhelo en el corazón del hombre por la vida eterna, sin la esperanza de la vida después de la muerte, sin la esperanza de la eternidad, sin la esperanza del cielo, la vida es reducida a lo que Macbeth dijo después de la muerte de la reina, un cuento contado por un torpe, lleno de sonido y furia, que significa nada.

Y entonces la expectativa de una vida futura es muy importante, la expectativa del cielo es la única realidad que puede que hacer la vida aquí y ahora tengan algún significado verdadero. Conforme usted llega a la conclusión de la Biblia, Apocalipsis es el final, usted llega a la conclusión de la Biblia y usted llega a la descripción del cielo. La palabra final de Dios para nosotros está aquí, en lo que describe cómo será el cielo. Y la Biblia entonces cierra con una presentación dramática de la realidad maravillosa del cielo, la esperanza en el futuro que hace que la vida en el presente valga la pena vivir. Aquí está el lugar, aquí está la esfera, aquí está la habitación, aquí está la experiencia de los santos para siempre.

Comenzando en el capítulo, versículo 9, usted tiene una descripción muy detallada de la Nueva Jerusalén, la ciudad capital del cielo, la ciudad santa descendiendo de la presencia de Dios al estado final. Pero antes de que leamos esa descripción que comienza en el versículo 9, hay una introducción en los versículos 1 al 8, que hemos estado viendo, realmente es introducción. Simplemente nos presenta la idea, y algunas de las características de este estado final y después más detalles siguen en el versículo 9. Permítame leerle los primeros ocho versículos.

“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron y el mal ya no existía más. Y yo Juan, vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén descender del cielo de Dios. Dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía, ‘He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él morará con ellos y ellos serán su pueblo y Él mismo estará con ellos como su Dios. Y enjugará Dios toda lagrima de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron’. Y el que estaba sentado en el trono dijo, ‘He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.’ Y me dijo, ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.’ Y me dijo, ‘Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idolatras y todos los mentirosos, tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

Ahora, de nuevo, habiendo leído eso, inicialmente se nos recuerda la realidad de que vivimos en un mundo y en un universo que será destruido totalmente. Usando una palabra que bien pudo haber sido inventada, será ‘descreado’, dejará de existir. Eso es lo que dice en el versículo 1. El primer cielo y la primera tierra pasaron, desaparecieron, dejaron de existir. Ahora, recuerde esto ocurrirá después del reino milenario de mil años que es descrito en el capítulo 20, ocurrirá en el tiempo cuando Dios juzgue a todos los impíos en el gran trono blanco. Después de que termine el reino milenario, Cristo destruye la última rebelión satánica, el universo es destruido, y después todos los impíos son traídos ante Dios, en el juicio del gran trono blanco.

Después del juicio del gran trono blanco el primer cielo y la primera tierra, habiendo pasado, el capítulo 21, versículo 1, dice que una nueva tierra y un nuevo cielo existirá. Para darle otra perspectiva de este mismo gran holocausto en el cual el mundo es destruido, y el universo con él, quiero que pase a 2 Pedro, porque usted realmente no puede tener un panorama completo, a menos de que compare 2 Pedro capítulo 3, con el libro de Apocalipsis. Y realmente no he hecho eso, y quiero hacerlo en esta noche.

En 2 Pedro, capítulo 3, versículo 7, muy parecido a lo que Juan vio en el Apocalipsis, Pedro recibió a manera de revelación de Dios, 2 Pedro escribe, “Pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio, y de la perdición de los hombres impíos.” Ahora, Pedro podía esperar la disolución de los cielos y tierra actuales, vendría en el tiempo cuando el juicio final de Dios cayera, el tiempo que llamamos el ‘día del Señor’, el día en que la gente impía será destruida, en ultimas, arrojados al lago de fuego. En el versículo 8, “Más amados, no ignoréis esto, que para con el Señor un día es como mil años y mil años como un día.”

Ahora, Pedro está diciendo, ‘el sistema actual del mundo, desde el diluvio, será destruido. Será destruido por fuego. Una tormenta de fuego venidera espera a este sistema, la materia dejará de existir, todo movimiento se detendrá y únicamente la energía divina permanecerá. Incluirá la destrucción de los hombres impíos, obviamente los piadosos no son destruidos, son llevados a la gloria. Y después en el versículo 8 él dice, que un día como el Señor es como mil años, y mil años como un día. Y eso, por cierto, es tomado por Pedro, del Salmo 90, versículo 4. Y no podemos confinar a Dios a una agenda, Dios está más allá del tiempo. Sin embargo, aquí hay una referencia muy clara a mil años siendo iguales a un día.

Ahora, recuerde que en Apocalipsis capítulo 20, también discutimos mil años, porque ahí habla del reino y acerca de cómo Satanás será atado por mil años. Entonces, conforme Juan está viendo al tiempo final, él ve un periodo de mil años y conforme Pedro ve el tiempo final, el comenta acerca de mil años. De hecho, en los versículos 4 al 7, siga esto con cuidado, de 2 Pedro 3, y en los versículos 4 al 7, Pedro está describiendo el regreso de Cristo en juicio, esto es antes del reino, es el juicio en el regreso de Cristo, cuando él viene y destruye a los impíos. Después en los versículos 10 al 13, Pedro describe un periodo al final del reino milenario. Y él describe la creación del nuevo cielo y la nueva tierra.

Y él habla en el versículo 10, de que los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos, y la tierra y las obras que en ellas hay, serán quemadas, versículo 13. Pero nosotros esperamos según sus promesas, cielo nuevo y tierra nueva. Ahora, es muy importante señalar esto, los versículos 4 al 7 hablan acerca de algo al final de la tribulación, antes del reino milenario. Los versículos 10 al 13 hablan de los acontecimientos al final del reino. Entonces usted tiene el día del Señor comenzando al final de la tribulación y terminando al final del reino. Y la gente hace esa pregunta, ¿Cómo puedes tener el día del Señor separado por mil años? De hecho, algunos amilenialistas en cierta manera, menosprecian ese punto de vista y Pedro no podía responderlo de manera más explícita de lo que lo responde aquí en el versículo 8, que un día es como mil años con el Señor, y mil años como un día. Él está diciendo, ‘No debería ser un problema para ustedes, que la primera parte de esta descripción ocurre previa a los mil años y la última parte al final de los mil años cuando usted se da cuenta de que con Dios mil años son como un día, y en este caso, esto es el día del Señor.

Entonces, Pedro ve el día venidero del Señor, y él sabe a manera de revelación que hay una característica de mil años dentro de esto, aunque él ciertamente no lo veía con tanta claridad como Juan comenzó a verlo, debido a que hubo revelación después. Y después vaya al versículo 10, “Pero el día del Señor vendrá como ladrón”. Esa es una sorpresa, ese es un ladrón que roba de manera sorpresiva. Cuando el día del Señor venga, vendrá como un ladrón, inesperadamente. Y esto está describiendo lo que tiene que suceder al final del reino. Los cielos pasarán, literalmente con un sonido, es una palabra onomatopéyica para aquellos de ustedes que no están en clase de inglés.

Onomatopeya es una palabra en ingles que describe una palabra que es definida por su sonido. En otras palabras, su significado es su sonido. Entonces hay un huizzing hay un sonido que está tronando conforme la disolución se lleva a cabo y los elementos, los cuales son los componentes básicos, los Abecés, las Stoicheia, la estructura mínima irreducible, los bloques de construcción o la estructura de la creación, debería decir. Esos elementos serán disueltos con calor, la tierra y sus obras serán quemadas.

Después, en el versículo 12 de nuevo, habla de que los elementos serán desechos, siendo quemados se fundirán. Algún tipo de holocausto atómico, conforme Dios recrea, o destruye realmente la creación. Disuelve la creación, y destruye la estructura atómica como ahora la conocemos, la disolución, reduciendo todo a la energía, la cual es el poder de Dios, usada entonces, según el versículo 13 para crear cielos nuevos y tierra nueva.

Entonces, Pedro vio lo mismo. Usted puede regresar al libro de Apocalipsis, el nuevo cielo y la tierra nueva que Pedro vio, es precisamente aquello que Juan ve, en su propia visión aquí, en los últimos dos capítulos de Apocalipsis. Aquí encontramos entonces, la mejor descripción del lugar en donde vivirán eternamente los santos. Recuerde ahora, que los impíos ya han sido arrojados al lago de fuego, ya no están en el escenario, y este es el lugar donde viven los piadosos, Dios, Cristo, el Espíritu Santo, los ángeles santos y los redimidos. Este es el lugar donde viven todos los creyentes para siempre. Y Juan ve la visión de este lugar.

En primer lugar, señalamos que el vio la apariencia del nuevo cielo y la nueva tierra, en el versículo 1. Él dice, “Vi un cielo nuevo, y una tierra nueva. Porque el primer cielo y la primera tierra pasaron y el mal ya no existía más. Ahora, recuerde conforme el capítulo abre, todos los pecadores de todas las épocas ya no están, ya no están. Sean demonios, u hombres, incluyendo a Satanás, todos están en el lago de fuego, confinados para siempre en castigo de angustia. El universo entero ha dejado de existir, en su lugar Juan ve una nueva kainos, un nuevo tipo, una nueva calidad de creación. Y es identificada, como una en la que no hay mar.

Señalamos el hecho que eso significa que no funciona como una existencia basada en el agua, como la nuestra en la actualidad.

Después vimos, en segundo lugar, no solo la apariencia del nuevo cielo y la nueva tierra, sino la capital. En el versículo 2, “Y yo (Juan) vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén descender del cielo de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y creo que esta es la ciudad capital del cielo, la nueva Jerusalén. Aquí es en donde el Padre vive, aquí es donde Dios mora entre Su pueblo. Esto es a lo que Jesús se refirió cuando él dijo, “Me voy para preparar lugar para ustedes, y regresaré, y los recibiré para mí mismo, para que donde yo esté, ustedes también estén.” Este es el lugar en donde todos los creyentes que han muerto, viven, están con el Señor en este momento, en este lugar. Y el lugar en donde están con él ahora, sobrevivirá la destrucción, claro, el universo, y descenderá a los nuevos cielos y la nueva tierra desde el cielo de Dios, lo cual trasciende cualquier creación.

Y entonces, esta ciudad capital entonces es vista descendiendo porque ya tiene a todos los santos, de todas las edades, que han muerto, y están viviendo ahí, morando ahí. Y descubriremos más acerca de ella y su descripción comenzando en el versículo 9. Entonces, vimos la apariencia y la capital de la nueva tierra, y en tercer lugar, la realidad suprema. Y aquí es en cierta manera en donde nos quedamos las últimas dos semanas. El versículo 3 nos habla de la realidad suprema, “Y oí una gran voz del cielo que decía, ‘He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.’”

Tres veces dice, ‘Dios estará entre ellos”. Esa es la realidad suprema. Comunión con Dios, viéndolo con luz gloriosa, adorándolo, sirviéndolo, inclusive siendo servido por él, como Lucas 12:35-40 señaló. Ahora, eso nos lleva al texto para esta noche. Lleguemos a un cuarto punto, conforme vemos esta descripción que es una introducción. Y hemos considerado la apariencia, la capital, la realidad suprema de los nuevos cielos y la nueva tierra, aquí está un cuarto punto: los cambios, los cambios.

Ahora vamos a descubrir como la vida ahí será. En la única manera en la que puede ser descrita para nosotros, realmente es con negativos. No podemos entender lo que no podemos entender. No podemos entender lo que no podemos percibir, lo que no podemos concebir, o lo que no podemos experimentar. Y entonces, la única manera en la que podemos entender lo que no podemos ver, lo que no podemos entender, lo que no podemos experimentar es entenderlo por su diferencia con lo que experimentamos. Y entonces, usted tiene una serie de ‘no habrá más’ o ‘ya no habrá más’, los cuales demuestran para nosotros la diferencia. Resumiéndolo, la experiencia antigua humana, se acaba para siempre. Se acaba para siempre.

En el versículo 4, observe lo que Juan dice, “Enjugará Dios”, y aquí vienen lo negativos, “enjugará Dios toda lagrima de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron.” Lo que Juan está diciendo es que no va a ser como la vida aquí, va a ser diferente. Todas esas cosas que constituyen la vida aquí, que son tanto una parte de la vida y las características negativas de la vida, estarán totalmente ausentes. Juan entonces, repite los cambios que describen una vida que es diferente de manera tan dramática, al repetirnos una serie de negativos.

Y de nuevo, digo que realmente no podemos comprender algo que no podemos comprender. Y entonces, él nos tiene que decir como no será, y usar lo que conocemos como un punto inicial y retroceder a partir de ahí. Ahora, la primera cosa que él dice es que Dios va a enjugar o va a limpiar toda lagrima, de los ojos de ellos. Algunas personas han dicho, ‘Bueno, lo que eso significa es que usted va a llegar al cielo y va a comenzar a llorar por todos lados y el Señor va a venir y va a limpiar sus lágrimas.’ No, eso no es lo que significa. No significa que vamos a llegar llorando, ¿en base a que vamos a llegar llorando? ‘Bueno’ dice usted, ‘Bueno, vamos a tener que enfrentar el registro de nuestros pecados’. No es así. El registro de nuestros pecados fue colocado en Jesucristo, él ya pagó el castigo por ellos. Así que no hay condenación.

‘Bueno’ dice usted, ‘espera un minuto. Vamos a ver nuestra madera, heno, y hojarasca quemados’. Bueno, después de que la madera, heno y hojarasca sean quemados, lo único que queda es, oro, plata, y piedras preciosas. Y Pablo dice, no solo eso, ‘todo hombre recibirá su alabanza de Dios.’ 1 Corintios, capítulo 4. Entonces, no vamos a estar todos llorando, y gimiendo, y sollozando por todo el cielo, mientras que el Señor viene con un pañuelo sobrenatural y limpia todas nuestras lágrimas. Eso no es lo que debemos comprender por esto.

“Enjugará”, pan dakruon, cada lagrima, lo que significa y es que nunca habrá ni una lagrima en el cielo, ni una lagrima. No habrá nada triste, no habrá nada que nos decepcione, no habrá nada insatisfactorio, no habrá nada ausente, no habrá nada que falte, no habrá nada que esté mal, no habrá nada que limite, no habrá nada porque llorar. Lágrimas de una situación difícil, lágrimas de pobreza, lágrimas de soledad, lagrimas por un amor perdido, lágrimas de empatía, misericordia, compasión, lágrimas de inocencia perseguida, lágrimas de remordimiento, lágrimas de penitencia, lágrimas de descuido, lágrimas de anhelo por lo que no puede ser, todas se acaban para siempre. Bendición, gozo, y nada más que eso, por la eternidad.

Las lágrimas, como usted puede ver, son parte de lo que él dice al final del versículo 4, “las primeras cosas pasaron”. No existen, dicho de una forma clínica, usted no tendrá ningún ducto para lágrimas. Además, usted quizás ni siquiera tenga agua en usted. ¿Qué tal eso? le dije que ya no había más mar, no es una existencia basada en el agua. No más lágrimas, se acabaron, nada porque llorar. Y, él añade algunas ‘no habrá más’, y ya no habrá muerte. La más grandes de las maldiciones mortales, se acabó, la muerte, como Pablo prometió en 1 Corintios 15, es absorbida en victoria. La muerte se acabó. Es eliminada. Nadie más muere. De hecho, regrese al capítulo 20, versículo 14, “La muerte misma es arrojada al lago de fuego”, lo que eso les dice a ustedes, que la muerte, muere. La muerte, ya no existe, se va para siempre junto con aquel que tenía el poder de la muerte, Hebreos 2:14, esto es Satanás, quien usaba ese poder de la muerte para infundir temor en los corazones de todos los hombres. No más muerte ahí, la canción dice, no más lágrimas ahí. Ni habrá más llanto.

En algún punto detrás de las lágrimas, viene la tristeza, la aflicción, la reprensión, la represión que llevan las lágrimas. No habrá nada de eso en absoluto, no habrá nada porque deprimirse, no habrá nada porque afligirse. Ahora, algunos de ustedes van a tener que encontrar alguna nueva manera de vivir, porque, eso toma mucho de su tiempo, pero el Señor con mucho gusto le va a dar algunas cosas nuevas con que ocuparse. Este es un cumplimiento, realmente de Isaías 53, en donde habla de esto. Ahora usted recuerde, Isaías 53 habla de la muerte de Cristo, y dice que “él fue menospreciado, y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en quebranto, y como que escondimos de él el rostro, él fue menospreciado y no lo estimamos. Ciertamente él llevó nuestras tristezas, él llevó nuestros dolores.”

Como puede ver, en la cruz, él llevó nuestro pecado. Y él también en ultimas se llevó nuestra tristeza, ¿no es cierto? porque cuando lleguemos a la gloria, y el pecado esté en el pasado, y todas las características debilitadoras del pecado ya no estén. No habrá para llorar, no habrá depresión, nadie jamás estará triste. Aquellos de ustedes que se entristecen fácilmente nunca más se volverá a entristecer. Y él dice, otro ‘no más’, en la misma línea realmente, casi un sinónimo, ni clamor, no sólo ni habrá más llanto, ni clamor. Simplemente para asegurarse de que él cubre todo. No lágrimas, no llanto, no clamor, todo se acabará.

Y después él añade, ni dolor. ¿No más dolor? No. Porque la promesa de la sanidad, en la expiación, es cumplida. De regreso a ese mismo pasaje en Isaías 53, versículo 5, “él fue traspasado por nuestras transgresiones, él fue molido por nuestras iniquidades.” Sabemos eso, Jesús murió por nuestros pecados, pero ¿qué tal esto? más que eso… “Y por su llaga somos nosotros sanados.” Dice usted, ‘Bueno, ¿acaso no está hablando de sanidad espiritual?’ Sí, pero no solo sanidad espiritual, porque si usted va al capítulo 8 de Mateo, dice que Jesús tomó la mano de la suegra de Pedro, la tocó y la fiebre la dejó. Y él, sanó a todos los que estaban enfermos, y después en el versículo 17, para que él cumpliera lo que fue hablado por Isaías, “él mismo llevó nuestros dolores, y llevó nuestras enfermedades.” Y eso es exactamente lo que él hizo en la cruz. Nada más que, simplemente, no reconoceremos eso hasta que lleguemos al cielo, pero Jesús murió por nuestras enfermedades y algún día todas se acabarán.

Él murió por nuestras lágrimas, y algún día se acabarán, y nuestro lloro, y clamor, y dolor, y muerte se acabarán, todo el pecado. Ese es el catálogo de ‘no habrá más’. Y al final del versículo 4 dice, “Porque las primeras cosas pasaron.” Él simplemente las resume como las primeras cosas, pertenecen al primer cielo y a la primera tierra, pertenecen a esta vida en la cual ahora vivimos. Pero son las exenciones benditas del cielo, no estarán ahí, será gozo eterno, todo mundo será tan feliz como es concebible, será gozo eterno, absoluto. Todo mundo estará tan feliz, como podemos concebir que es posible estar en la presencia de Dios, en una condición perfecta, todo el tiempo, todo el tiempo. Gozo, no mitigado, sin refreno, sin límites, sin estorbos, sin restricciones, sin disminución. Podemos entenderlo por lo que no será.

Y después, Juan añade una afirmación positiva, en cierta manera, en el versículo 5, no le da a usted ningún detalle, pero, de cualquier manera, aquí hay una afirmación positiva. “Y el que estaba sentado en el trono dijo, ‘He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.’” Y eso, es todo lo que Juan realmente puede decir acerca del lado positivo. Todo será diferente, todo será nuevo. ¿Quién dijo esto? El que está sentado en el trono. ¡Oh! ¿quién es ese? El mismo ahí atrás en el capítulo 20, versículo 11, “Vi un gran trono blanco, y el que se sentó sobre él, en cuya presencia el cielo y la tierra huyeron, y no se halló lugar para ellos.” El que se sentó sobre el trono, obviamente, el Dios eterno, el Cristo eterno, ambos están en el trono. El Hijo está sentado en el trono del Padre, con el Padre, Dios y Dios en Cristo, el que creó la primera vez, lo volverá a hacer. El Señor mismo, y dice, “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas”.

Recuerde usted, esta mañana hablamos de nuestro nuevo cuerpo, que no es hecho con manos, y lo que eso significa es que no es de esta creación terrenal, como Hebreos 9:11. Eso es exactamente lo que dice, es completamente diferente de la creación que conocemos ahora, completamente diferente. Este es uno corruptible, ese es uno incorruptible. Este es uno perecedero, ese es uno imperecedero. Este es uno terrenal, ese es uno celestial. Este es uno natural, ese es uno espiritual. Totalmente diferente, totalmente único, no entropía, no atrofia, no descomposición, no hay declive, no hay energía desgastada, no hay desperdicio eternamente fresco.

Ahora, supongo que Juan se abrumó un poco, porque a la mitad del versículo 5, la voz del trono, la voz del Señor, “Y me dijo, ‘Escribe’.” Como si en cierta manera Juan perdió su concentración por un minuto, podría ser una indicación de que Juan estaba tan abrumado por esto, que simplemente dejó su pluma. Él dijo, escribe, ‘porque estas palabras son fieles y verdaderas. Sigue escribiendo Juan, ya casi terminas, pero no has terminado. Sigue escribiendo, estas palabras son fieles y verdaderas.’

Por cierto, de regreso en el capítulo 3, versículo 14, dice al ángel en la iglesia en Laodicea, “Escribe el Amén, el testigo fiel y verdadero. El principio de la creación de Dios dice, esto,” y ese es Cristo. Usted tiene esa misma frase de regreso en el capítulo 19 versículo 11, en donde Cristo en su regreso es llamado, el Fiel y Verdadero. Y aquí a Juan se le dice escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas. Tan fieles y verdaderas como el Cristo viviente. No has acabado Juan, sigue escribiendo.

Entonces, como Lucas 21:33 dice, “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” Habrá un fin para el universo, pero no un fin para la verdad, que Dios habla. Y le dice a Juan que escriba. Y después, versículo 6, conforme continuamos pensando en este cuarto punto, en nuestro pequeño bosquejo, los cambios que van a venir en la eternidad. Él dice esto en el versículo 6, “Y me dijo”, de nuevo, la voz desde el trono, la voz del Señor Dios, Señor Cristo. “Y me dijo, hecho está, hecho está.” Muy parecidas a las palabras de Jesús en la cruz, consumado es, una palabra en el griego, Tetelestai. “Se acabó”, cuando Jesús dijo eso en la cruz, él había logrado el propósito redentor de Dios, al llevar el pecado. Él lo había hecho, pero aquí cuando dice, ‘hecho está’, realmente está hecho, todo está hecho.

Este es el momento en el que la historia redentora termina. Este es el final de toda la historia redentora. Creo que este es el momento que es descrito, de manera clara en 1 Corintios 15, versículo 24, “Entonces vendrá el fin, cuando él entregue el reino a Dios Padre, cuando él haya abolido todo dominio y autoridad y potestad. Porque él debe reinar hasta que él coloque a todos sus enemigos bajo sus pies. El postrero enemigo que será abolido es la muerte, porque él ha colocado todas las cosas en sujeción bajo sus pies. Pero cuando él dice todas las cosas son colocadas en sujeción, es evidente que es con excepción a aquel que puso todas las cosas en sujeción a él. Y cuando todas las cosas sean sujetas a él, entonces, el Hijo mismo también se sujetará al que sujetó todas las cosas a él, para que Dios sea todo y en todos.” Esa descripción increíble, es una descripción del fin. El acontecimiento mismo con el que se hace referencia por el término, hecho está, se acabó, este es el fin, escríbelo.

Y después él dice, “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin.” En otras palabras, yo puedo decir que es el fin, porque yo estoy a cargo del principio, y del final. Yo soy el que lo comenzó, y yo soy el que lo termina. Dios simplemente está desarrollando en toda la historia humana su propósito soberano y plan. ¿Se acuerda de Jesús, en el capítulo 1 de Apocalipsis, versículo 8, él dijo, “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin.” En el capítulo 22 de Apocalipsis, al final mismo, versículo 13, “Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el postrero, el principio y el fin.” En otras palabras, yo puedo decir que se acaba, porque yo estoy a cargo de cuando comienza y cuando termina.

Y este es el fin. Yo soy el que es la fuente, yo soy el que es la suma. Yo soy el que es el origen, yo soy el que es el término. Todos los cambios se acabaron, y el nuevo cielo y la nueva tierra está en su lugar, y la historia redentora termina. Y el resto es bendición eterna. Y realmente no hay particulares que contar, simplemente es perfección eterna. Entonces, en esta visión, Juan ve la apariencia del nuevo cielo y la nueva tierra, la ciudad capital, la ciudad santa descendiendo del cielo, llamada la Nueva Jerusalén, él ve la realidad suprema quien es Dios, quien va a asumir Su tabernáculo con los hombres, y él ve los cambios.

Ahora, lo voy a llevar a usted a un quinto punto que es muy importante: la residencia, la residencia. ¿Quién va a vivir ahí, en este estado eterno glorioso? La gente es descrita en dos maneras, y esas dos maneras son muy claras, vea de nuevo el versículo 6, a la mitad del versículo, “Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.” Y después versículo 7, “El que venciere, heredará todas las cosas. Y yo seré su Dios, y él será mi hijo.” Hay dos frases descriptivas que nos dicen quién va a estar en el cielo. Una, el que tiene sed. Dos, el que vence. Esas son las dos frases descriptivas. Y nos describen quien estará en el cielo eterno.

El que tiene sed. ¿Qué significa eso? Bueno, esas personas que reconocen su necesidad. Esas personas que desean beber. Es un recordatorio, ¿no es cierto?, de Mateo 5 en dónde Jesús dijo, “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia”. Pero regrese inclusive, más atrás antes de la enseñanza de Jesús, a las palabras del gran profeta Isaías, quien dijo en el capítulo 55, versículo 1, y esta fue una invitación a la salvación dada por Isaías el evangelista, “A todo aquel que tiene sed, venid a las aguas. Y aquellos de ustedes que no tienen dinero, vengan, compren y coman. Vengan, compren vino, y leche sin dinero y sin costo, versículo 2, y deléitense en abundancia.” Isaías dijo, “Vengan aquellos de ustedes que tienen sed, ustedes con las almas desiertas.”

Es una imagen simple, presenta un hombre sediento. Realmente no sabemos lo que es tener sed, tenemos agua por todos lados, tenemos todo tipo que podemos imaginarnos, de bebidas. No vivimos en un desierto árido en donde tenemos que encontrar agua, pero ellos sí. Había una desesperación en términos de agua, y la gente sabía lo que era tener sed. El apóstol Juan está oyendo a Dios decir, “es el sediento, es el que no está satisfecho, es el que está insatisfecho, es el que sabe que no tiene lo que necesita, y lo anhela con toda parte de su ser. Como el Salmo 42:1-2 “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así mi alma tiene sed de ti, oh Dios.”

Es ese mismo tipo de situación, es descrito por nuestro Señor Jesús mismo, en las palabras que le dio a la mujer samaritana, en Juan 4, “Todo el que bebe de esta agua, ese es el agua del pozo ahí, tendrá sed otra vez. Pero el que bebe del agua que yo le daré, nunca tendrá sed más, pero el agua que yo le daré, se convertirá en él en una fuente de agua, subiendo a vida eterna.” Tengo un agua eterna, tengo un agua espiritual, es lo mismo de lo que Jesús volvió a hablar en Juan 7, cuando dijo, “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.” Él estaba hablando en un momento en el que estaban celebrando la provisión de agua que Dios dio en el desierto, conforme estaban derramando agua de estos contenedores, los sacerdotes recordaban el agua en el desierto. Jesús dijo, “si realmente tienen sed, vengan a mí y beban.”

E inclusive en el libro de Apocalipsis esta imagen es repetida. Ahí en el capítulo 22, versículo 17, hay una invitación, la última invitación de la Biblia. “Y el Espíritu y la Novia dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiere tomar del agua de la vida sin costo.” Así como Isaías dijo. Y le voy a decir una cosa, es una bebida mucho mejor que la del capítulo 17, versículo 4, una copa de oro, llena de abominaciones e inmoralidad. Es una bebida mucho mejor que la del capítulo 18, versículo 3, “el vino de la pasión de la inmoralidad.” También es gratuito, y sin dinero, sin precio. Cuando usted tiene sed, dice él: ‘te daré de la fuente del agua de la vida.’ Eso está hablando de vida eterna. Significa, ‘te daré satisfacción eterna completa, si tienes sed.’

Eso es la primera cosa, el cielo le pertenece a gente que reconoce su necesidad. El cielo le pertenece a gente que sabe que sus almas están partidas y secas por el pecado, y secas hasta el hueso, y que saben que lo que puedan tener, no tiene lo que necesita. Nos recuerda a lo que Isaías dijo, “Si buscas con todo tu corazón, me hallarás.” Aquellos que tienen sed de salvación, aquellos que buscan de manera apasionada su satisfacción, son los que la reciben. Comienza con un corazón que ruega, que anhela, emanando de un sentido profundo de sed espiritual.

En segundo lugar, el cielo le pertenece a aquellos que vencen, versículo 7. “El que venciere, heredará todas las cosas.” No es suficiente saber que usted lo necesita, hay algo más que está involucrado. “El que venciere”, ¿qué quiere decir eso? Bueno, si regresamos a 1 Juan, capítulo 5, descubrimos lo que significa. Versículo 4, 1 Juan 5:4, “Todo aquel que es nacido de Dios vence al mundo…” ahora escuche esto, “…y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” Dice usted, ‘Oh, ¿quiere decir que la fe es lo que vence?’ Correcto. Alguien podrá decir, ‘Bueno, tengo fe.’ Eso no es suficiente, usted tiene que aclarar eso con el versículo 5. “Y quien es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios.” Es fe en la persona de Jesucristo y su provisión en el evangelio. Ese es el punto.

Lo que usted tiene entonces, aquí es, ejercer fe. Fe en Cristo. Eso es lo que significa ‘venciere’. Esta, por cierto, no es la primera vez en ninguna manera, en que la idea de vencer se ha presentado. Si usted regresa al capítulo 2, y usted no tiene que pasar ahí, pero en el capítulo 2, versículo 7, “Al que venciere, le daré que coma del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios”. Ese es el cielo. Si usted es un vencedor, usted va al cielo. Versículo 11, “El que venciere no será herido por la segunda muerte.” Es correcto, usted no tendrá la segunda muerte, usted estará en la primera resurrección. Versículo 26, “Al que venciere le daré autoridad sobre las naciones, y las gobernará con una vara de hierro. Como el vaso del alfarero es quebrantado en pedazos, así también he recibido autoridad de mi Padre.”

Después en el versículo 28, lo sigue, le da seguimiento y dice, “Le daré la estrella de la mañana, ¿la estrella de la mañana? ¿le daré la estrella de la mañana? Lo más probable es que es una referencia a Cristo, le daré a Cristo, le daré el cielo, le daré un gobierno, le daré poder, le daré autoridad, le daré el paraíso de Dios, le daré el árbol de la vida. Capítulo 3, versículo 5 dice, esencialmente lo mismo con palabras diferentes. “El que venciere será vestido con ropa blanca, le daré la túnica de justicia eterna”, versículo 12, “el que venciera lo haré una columna en el templo de mi Dios.”

El que venciere le daré que se siente conmigo en mi trono, todo eso es promesa celestial. Y todo le pertenece al que venciere. ¿Y quién es el que venciere, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Y eso implica, creer en la encarnación, en la deidad de Jesucristo, su expiación sacrificial, su resurrección, todo lo que eso incluye. Entonces, ¿quién va a estar en el cielo? Aquellas personas que han visto la naturaleza seca de sus almas, esto es, esas personas que reconocen su pecaminosidad, esas personas que vienen con un espíritu quebrantado y contrito. Esas personas que vienen en bancarrota moral, esas personas que vienen rogando, mansos y humildes. Esas personas aplastadas por su falta de satisfacción y aislamiento de Dios en la ausencia de agua espiritual, y esas personas que ejercen fe en el Señor Jesucristo. Ustedes tienen las dos cosas que nos siguen a lo largo del Nuevo Testamento, arrepentimiento del pecado, un volverse del desierto espiritual y fe ejercida en el Señor Jesucristo. Esas son las personas que vendrán al cielo. 

Y él dice, “El que venciere le dará todas las cosas”. ¿Qué cosas? La nueva creación. La nueva creación. Un nuevo cuerpo, en un nuevo lugar, en el estado eterno. Los nuevos cielos y la nueva tierra. Ellos son los que recibirán lo que Pedro llama una herencia que es “incontaminada, imperecedera, e inmarcesible reservada en los cielos”, en 1 Pedro 1:4. Una herencia reservada en el cielo. Ellos son los que recibirán la redención del cuerpo, la manifestación gloriosa de los hijos de Dios, gloria eterna.

Ahora, él no dice más que eso, y supongo que en este punto podríamos decir brevemente: ‘Bueno, ¿cómo seremos cuando lleguemos al cielo?’ ¿Cómo seremos? Bueno, al final, será perfección de alma y cuerpo glorificado. Hemos estado explicando eso en el servicio de la mañana, esta mañana, y lo explicaremos brevemente esta noche.

Pero, vea el alma en primer lugar. Somos una interior y otra exterior, y en nuestro estado eterno seremos espíritu, y estaremos vestidos en un cuerpo espiritual eternamente glorioso. Pero, tendremos perfección de alma, esa es la razón por la que Hebreos 12 dice que en el cielo los espíritus de los justos son hechos perfectos. Cuando una persona muere, su espíritu va al cielo, ese espíritu o esa alma se vuelve perfecta, se vuelve perfecto, está perfecta de toda maldad, libertad de todo límite humano, un cambio dramático. Nada que contaminar, nada inmundo, nada imperfecto, justicia perfecta, ninguna imperfección en absoluto de ningún tipo.

Ahí en el versículo 27 de este capítulo, nada inmundo en el cielo, nadie que practica la abominación, ni mentira, jamás entrará, nada de eso está ahí. Nada de eso en absoluto. Capítulo 22, versículo 14, “Sus túnicas serán lavadas, antes de que lleguen a entrar”. Y en el versículo 15 dice, “Afuera están los perros y los hechiceros, y personas inmorales, y homicidas, e idólatras, y todo aquel que ama y practica la mentira.” Todos están afuera de los nuevos cielos y la nueva tierra, en el lago de fuego. Nada jamás que contamina entrará, nunca en el cielo. Ningún pecado, ni sufrimiento, ni tristeza, ni dolor, ni duda, ni temor de desagradar a Dios, ninguna tentación por Satanás o el mundo, la carne. Ninguna persecución y culpabilidad, ni abuso, ni división, ni discordia, ni argumentos, ni odio, ni contiendas, ni decepción, ni enojo, ni esfuerzo, ni perdida de energía, ni cansancio.

¿Está usted listo para la siguiente lista? Ninguna oración, ni ayuno, ni arrepentimiento, ni confesión de pecado, ni lloro, ni velar, ni preocupación, ni ansiedad, ni enseñanza, ni predicación, ni aprendizaje, ni evangelismo, ni testimonio, placer perfecto, conocimiento perfecto, comodidad perfecta, amor perfecto. Ese es el cielo. Me imagino que podríamos resumirlo al decir, gozo perfecto. Sea cual sea el gozo que viene en esta vida, siempre está mezclado con tristeza, y siempre es temporal. Y en esa vida es gozo eterno perfecto. El gozo del cielo no está mezclado y es interminable. Es, lo que creo, Mateo 25 tiene en mente cuando dice, “Entra en el gozo de tu Señor. “

La característica dominante del alma en el cielo es gozo. Gozo, gozo interminable. Eso es lo que nos va a caracterizar más. Gozo, felicidad sin límites que no conoce fronteras. De regreso en el capítulo 7, vimos otro vistazo de esto mismo. Dice que cuando vamos al cielo, ahí en el versículo 15, le serviremos al Señor día y noche en su templo. Versículo 16, “No más hambre, no más sed, no más sol cansándonos, no más calor. El cordero en el centro del trono será su pastor, y los guiará a las fuentes del agua de la vida, y Dios enjugará toda lagrima de sus ojos.” Muy parecido. Simplemente es gozo, gozo no mezclado, gozo interminable. Y si usted quiere saber lo que es el infierno, es simplemente lo opuesto. Una ausencia total de gozo, dolor sin mezcla, y tormento interminable.

Pero, ¿qué hay acerca del cuerpo? Así se ve el espíritu, pero ¿cómo se ve el cuerpo? Bueno, será resucitado, Juan 5:28-29 habla de una resurrección. Apocalipsis 20 nos habla de una resurrección, “Bienaventurado y santo es el que tiene parte en la primera resurrección” versículo 6. Vamos a ser resucitados. En Romanos, capítulo 8, Pablo dice que esperamos, versículo 23, la redención de nuestro cuerpo. 2 Corintios 5, lo vimos esta mañana, queremos nuestra casa del cielo, ¿no es cierto? No hechas con manos, esto es, no de esta creación terrenal. Queremos ser transformados, queremos lo que el apóstol Pablo tenía en mente en Filipenses capítulo 3, versículo 21. Queremos un cuerpo que es como el cuerpo de Cristo, el cuerpo de su gloria. Queremos que nuestro cuerpo humilde sea transformado en conformidad con su cuerpo glorioso. Tendremos un nuevo cuerpo espiritual, no como nada en este mundo, para que vaya con esa alma. El alma en un estado perfeccionado en un cuerpo glorificado, el cual se convierte en la expresión perfecta de esa alma.

Como puede ver, fuimos ver, fuimos hechos para cuerpos. Eso es lo que somos como humanos, y en ultimas la intención de Dios al final es que seremos cuerpo y alma, o cuerpo y espíritu, alma y espíritu usados intercambiablemente conforme expresamos los gozos y privilegios del cielo. Y de nuevo, podríamos hacer la pregunta, 1 Corintios 15:35 ¿cómo será ese cuerpo? ¿qué tipo de cuerpos tendremos? ¿cómo serán resucitados los muertos? Pablo dijo, y simplemente lo llevo de regreso a 1 Corintios 15:36, y en adelante, él dijo, va a ser diferente, no va a ser cómo nada que jamás hemos conocido o visto en este mundo, y el usa en primer lugar, la ilustración de la naturaleza, la compara a una semilla fea, pequeña, dura, café, con las flores gloriosas que produce. Realmente no hay comparación. No hay manera en la que usted pueda saber que una va a llevar a la otra.

Y entonces, nuestro cuerpo glorificado, será infinitamente más allá de lo que jamás podemos imaginar al ver el que tenemos ahora. Y el entonces, da una serie de contrastes, como a lo largo de todo el universo hay diferentes tipos de cuerpos, y para ese tiempo y lugar en particular, habrá uno también, que es único. Y después él da una serie de comparaciones. En esta vida tenemos un cuerpo natural y en esa vida uno espiritual. Y después da el prototipo al final de esa sección, que va del versículo 36 en el capítulo 15, y el prototipo es el cuerpo de Cristo, su cuerpo de resurrección. 1 Juan 3, “Seremos como él es, porque le veremos tal como él es”. Y Jesús comió, y atravesó paredes. Y él habló y se apareció, y se desapareció, y el voló al cielo en una nube. Y podremos hacer ese tipo de cosas.

No es sorprendente que Pablo dijo, “Gemimos en este tabernáculo, anhelando ser revestidos con nuestra habitación, la cual es del cielo.” Y entonces, encontrar nuestro gozo y nuestro descanso en este mundo es irracional, cuando pensamos en lo que nos está esperando en el cielo. ¿Quién va a estar ahí? Aquellos que tienen sed de justicia, y aquellos que creen en el Señor Jesucristo.

De regreso al versículo 6, ellos son los que beberán de la fuente del agua de la vida, ellos son de quienes se puede decir, yo seré su Dios, y él será mi hijo. Por cierto, en algún momento necesito predicar un sermón de esa afirmación. Esto nos lleva de regreso hasta Génesis capítulo 17. Y a lo largo de la Biblia, Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, 2 Samuel, Salmos, Jeremías, Ezequiel, Zacarías, y hasta el Nuevo Testamento, por todos lados, el Evangelio de Juan, las epístolas de Pablo, está este concepto de ‘Yo seré su Dios, y él será mi hijo.” Ese es el privilegio más grande del pecador, esa es la recompensa más grande del pecador, ese es su gozo más elevado, que un enemigo impío, depravado, rebelde, transgresor de Dios, se pueda convertir en el hijo amado de Dios. Y eso simplemente, está en el corazón mismo de lo que Juan quiso decir en su evangelio, ¿no es cierto? cuando él dice en el capítulo 1, versículo 12, “Mas a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” Que concepto tan inmenso, pertenecerle a Dios. Está hablando de intimidad, está hablando de amor uno a uno.

Entonces, la promesa bendita viene al sediento y usted tendrá suficiente que beber. La bendita promesa viene al vencedor, que serás hijo de Dios, tanto un hijo que serás hecho como su Hijo Unigénito, transformado a su gloria. Que visión. Después, para cerrar esta sección de introducción, simplemente, de manera breve, Juan va de la residencia del cielo, a aquellos que no estarán ahí, los que estarán afuera de los nuevos cielos y la nueva tierra. Versículo 8, “Pero los cobardes, incrédulos, los abominables, y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idolatras y todos los mentirosos, tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

Estos son los que están afuera de los nuevos cielos y la nueva tierra. Y esto, obviamente, es un versículo solemne, solemne. Es una advertencia seria y solemne. Y observará usted que no dice nada más aquellos que no creen, o aquellos que no tiene sed. Identifica como son esas personas para que puedan saber quiénes son. Son los cobardes, deilois, ¿qué significa eso? aquellos que no tienen perseverancia en absoluto. Realmente describe a aquellos que son como el suelo duro en donde la planta germinó por un poco de tiempo, cuando la semilla del evangelio es sembrada, pero cuando la persecución comenzó y el sol comenzó a azotar, hubo un precio que pagar por pertenecer a Dios, y se desvanecieron.

Aquellos que temen la persecución, aquellos que no están dispuestos a aceptar el costo del discipulado, aquellos que no quieren tomar su cruz y morir, aquellos que, debido a la ausencia de valentía, demuestran que son carentes de salvación. aquellos que salieron de nosotros, porque nunca fueron de nosotros. Aquellos cobardes, que no confiesan a Jesús como Señor, y no perseveran hasta el final, y no continúan en la fe, firmemente establecidos y perseverando, porque no pueden tolerar el menosprecio de los hombres, y no tiene perseverancia. Eso es lo que esa palabra de hecho significa. no tienen perseverancia en absoluto. No perseveran hasta el fin, la cual es la marca de los creyentes verdaderos. Se quedan al lado del camino, la gente me pregunta todo el tiempo, ¿Qué hay acerca de tal y tal? Solía creer y ya no cree. No tiene perseverancia en absoluto. Bueno, para aquellos que no tienen perseverancia, no estarán ahí. No estarán ahí.

En Juan 8 Jesús dijo, “Si permanecieres en mi palabra, entonces son mis discípulos verdaderos.” Hablo de ese asunto en mi libro “El Evangelio según Jesucristo”, después también en la nueva edición de ese libro, y en “La fe Obra (El Evangelio según los Apóstoles), en gran medida”. Ese es el punto que se aborda ahí. Y entonces él comienza hablándole a esas personas que no perseveran hasta el final. El los designa, después en segundo lugar, como incrédulos, carecen de fe salvadora, tienen dudas y temores. Su fe no es sana y fuerte. Vean su vida, son abominables. Ese término significa alguien que es detestable, alguien quien es vil, alguien que está enredado en impiedad y maldad, alguien que es descrito en Romanos 1:24-32, alguien quien habiéndose desviado del Señor es caracterizado por ese tipo de pecados enlistados ahí.

Él los identifica como homicidas, y personas inmorales, y hechiceros, del termino griego pharmakaia, del cual obtenemos ‘farmacia’, el uso de drogas. Tenía con ver con el ocultismo, involucramiento con espíritus, adoración a demonios, el cual claro en Deuteronomio 18, en el Antiguo Testamento, demandaba la pena de muerte. Después, él enlista los idolatras porque eso con frecuencia es enlistado con los hechiceros, porque en las religiones paganas había drogas, y ocultismo y espiritismo involucrados, y borrachera, y embriaguez y adoración de demonios. Todos combinados con idolatría.

Y después él incluye a todos los mentirosos, todos los mentirosos. Esa tiene una preocupación particular con el Señor, porque él dice eso en el capítulo 22, versículo 15, “Afuera están los perros y los hechiceros y las personas inmorales, y los homicidas, y los idólatras, y todo aquel que ama y practica la mentira.” Esas son personas que están afuera, y son conocidos por sus obras, son conocidos por su patrón de vida. 1 Corintios 6, “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis, ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los defraudadores heredarán el reino de Dios.” Van a estar afuera. 

Gálatas 5:19, “Y manifiestas son las obras de la carne: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicerías, enemistad, contienda, celos, enojos, disputas, disensiones, divisiones, envidias, borracheras, y cosas semejantes a estas, como ya os había dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” No podía ser más explícitos que eso, eso es tan claro como puede ser. Y entonces, la caracterización de la gente que no está ahí. Ahora, recuerde de nuevo, porque esto está por todas las Escrituras, que estas personas que viven vidas caracterizadas de esta manera, no son cristianos. No son cristianos. Y no entrarán al reino, y no estarán en la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, porque al final del versículo 8 dice, “Su parte será en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” Y la segunda muerte claro, es peor que la primera muerte, la primera muerte es una espiritual, la segunda es, aislamiento de Dios para siempre.

Entonces, hemos ido de expectativa gozosa al temor paralizante, aquí. Pero así es el diseño de Dios en este pasaje, que él dio una advertencia final. No significa que nunca hay un momento en el que perdemos nuestra valentía. No significa que nunca hay un momento en el que nuestra fe pueda titubear, o podamos pecar de alguna manera, pero él está diciendo, cuando la gente se caracteriza por vidas que continuamente son vividas de esta manera. No dice que únicamente la gente sin pecado va al cielo, sabemos eso, pero las gentes cuyas vidas se caracterizan de esta manera, y ese no es un cristiano verdadero porque Pablo dijo, después de dar una lista muy parecida en 1 Corintios 6, “Y estos eran…” ¿qué? “…algunos de vosotros.” Ahora, dígame usted ¿eran los corintios perfectos? No. ¿Estaban mal?, sí. ¿Tenían problemas? Sí. Pero estos patrones habían sido quebrantados en sus vidas, por la gracia de Dios y la provisión de Jesucristo y el poder del Espíritu Santo. No significa que no tenían pecado, pero este patrón, o este ejercicio continuo fue quebrantado.

Y de eso está hablando, gente que vive vidas de manera constante de esta manera, no entrarán en el cielo. Bueno, todo eso es simplemente una introducción. Y después de esa introducción abrumadora en el versículo 9, él pasa a describir para nosotros, la ciudad capital. Y veremos eso la próxima vez, y cubriremos mucho más territorio, porque lo único que podemos decir es lo que leemos. Es muy difícil ir más allá de eso.

Padre, gracias de nuevo por el día, cuan emocionados hemos estado por tener comunión con amigos preciados, aquellos que te aman, tus hijos. Cuan agradecidos estamos por la manera en la que tu misericordia que ha sido concedida a nosotros en Cristo, de tal manera que no luchamos como aquellos que no tienen esperanza, sino que esperamos con gozo y expectativa las glorias del cielo que nos esperan. Oh Padre, cuan agradecidos estamos, cuan agradecidos estamos, de que en tu misericordia y gracia tu nos has redimido. No lo merecemos, no hay nada que pudiéramos hacer por merecerlo. Y estamos abrumados ante tal misericordia, tal bondad.

Pero Señor, al mismo tiempo que te agradecemos porque nos has hecho tener sed y nos has permitido ser los vencedores al concedernos fe, nuestros corazones están llorando por aquellos que son cobardes, incrédulos y abominables, homicidas e idolatras, y mentirosos, y gente cuyas vidas evidencian que no te conocen, quienes encontrarán su parte en el lago de fuego que arde, con fuego y azufre, la segunda muerte. Señor, ayúdanos a ser fieles en alcanzar a estos que nos rodean. Si podemos oír un mensaje como este, y cerrar nuestra compasión, ¡oh, cuan duros se han vuelto nuestros corazones! Danos un amor por aquellos que necesitan oír el mensaje de salvación, y que seamos firmes y fuertes en advertirle a la gente, ese es nuestro deber. Que no solo sea un mensaje positivo todo el tiempo, sino que sea uno honesto que incluye juicio.

Gracias Padre por lo que nos has mostrado en tu Palabra. Ahora somos responsables por ello. Que lo vivamos en el nombre de Cristo. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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