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Al llegar a un momento en el que preparamos nuestros corazones para la Cena del Señor, siempre recordamos el hecho de que las Escrituras nos mandan a examinarnos a nosotros mismos. Y esa evaluación tiene que comenzar en un punto de cimiento; y eso es en el punto mismo de si conocemos o no al Señor Jesucristo. Al final de la carta de Pablo a los corintios llamada 2 Corintios, él dice: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe,” probados a vosotros mismos, “¿O no sabéis esto acerca de vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros a menos de que no paséis la prueba?”

Ciertamente la autoevaluación cuando usted viene a la mesa del Señor comienza con una examinación de su condición espiritual delante de Dios. ¿Conoce usted realmente a Jesucristo? ¿Realmente ha creído en Él? Ése es el punto inicial.

Y no podemos engañarnos acerca del hecho de que porque alguien está en una iglesia o porque asiste frecuentemente o inclusive regularmente, por lo tanto son cristianos. Más bien, debemos suponer que en una congregación como esta, quizás hay mucho que no han confiado en Jesucristo. Para ellos, esta mesa realmente es participar de juicio, si es que participan. Pablo dice ‘si no se examinan a ustedes mismos, podrían traer juicio sobre ustedes mismos al participar’.

Al celebrar de la muerte de Cristo, al tomar del pan y la copa, uno necesita conocer a Cristo, haber venido a Él por la salvación; y después, haber confesado todo pecado conocido y pedir que sea limpiado y tener una pereza de corazón para que no haya nada entre usted y Cristo. Pero todo eso comienza en el punto de la salvación. Y a lo largo de los años, conforme continúo el ministerio, sigo siendo consciente del hecho de cuántas personas vienen a la iglesia -inclusive a esta iglesia- y no vienen a Cristo durante semanas, meses, e inclusive, algunas veces, años.

Y entonces pensé que esta mañana iba a hacer lo que el Espíritu de Dios, estoy seguro, me motivara a hacer esta semana, conforme estudiaba a lo largo del Evangelio de Juan a detalle. Y esto es hablar a detalle en el tema de creer de hecho en el Señor Jesucristo para salvación.

Quiero que abra su Biblia en el octavo capítulo de Juan, el octavo capítulo de Juan. Todos hemos oído la expresión: “él no tiene a nadie a quien culpar, sino a sí mismo.” Ésa es una expresión bíblica. Es una expresión que el Espíritu de Dios presenta en varios lugares en las Escrituras con respecto al pecador. Si usted perece en su pecado, usted no tiene nadie a quien culpar más que usted mismo. Y ningún pasaje presenta esto de manera más incisiva o clara como el octavo capítulo de Juan. Juan, capítulo 8, y quiero comenzar leyendo en el capítulo 21.

“Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde Yo voy, vosotros no podéis venir. Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir? Y les dijo: Vosotros sois de abajo, Yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, Yo no soy de este mundo. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que Yo soy, en vuestros pecados moriréis.”

“Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y Yo, lo que he oído de Él, esto hablo al mundo.”

 Pero no entendieron que les hablaba del Padre. “Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que Yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque Yo hago siempre lo que le agrada. Hablándole estas cosas, muchos creyeron en Él.”

En los ocho capítulos que llegan a este punto en el Evangelio de Juan, Juan ha estado hablando de las manifestaciones personales de Jesús, las cuales le dieron a Israel suficiente evidencia para probar que Él era el Mesías y el Hijo de Dios. De hecho, suficiente evidencia para qué ellos para creer en Él para salvación. Y en donde quiera que había una disposición a creer, había suficiente evidencia. En la mente de Jesús, cualquier persona que veía lo que Él hacía, oía lo que Él decía, experimentándolo a Él y a todas las cosas que sucedían a Su alrededor y no creían, cualquier persona así llevaba la culpabilidad de esa incredulidad porque la revelación era suficiente para hacer que la incredulidad fuera injustificable.

En Galilea, por ejemplo, donde comenzó el ministerio de Jesús, Galilea, en la parte norte de la tierra de Israel, Jesús estuvo haciendo milagros. Milagros de curación mediante los cuales Él demostró que Él era Dios porque Él tenía control total sobre el mundo natural. Y sólo Dios puede ejercer tal control. Él también anduvo por varios lugares expulsando demonios, demostrando que Él tenía control total sobre el mundo sobrenatural, de nuevo indicando que Él era Dios porque sólo Dios tenía tal control.

Su enseñanza fue tan asombrosa, sorprendente y profunda y con tanta autoridad, que ellos nunca habían oído a nadie hablar como Él habló y ningún hombre presentó las verdades de Dios de manera tan clara como Él. Era claro que Él tenía poder sobrenatural, habilidad sobrenatural y Él habló cosas profundas como nunca nadie antes lo había hecho antes.

Y de hecho, ellos fueron atraídos a Él por Sus curaciones. Ellos querían vida sin enfermedad. ¿Acaso todo el mundo no quiere eso? Ellos querían eso. Y Él tuvo las marcas de un rey. Él pudo haber sido el rey material si Él hubiera provisto una existencia libre de enfermedad y de dolor. Todos querían eso. Y después, también fue aparente mediante las diferentes ocasiones en las que Él alimentó a grandes cantidades de personas creando alimento para ellos como que Él también podía proveer alimento para todo el mundo. Y batallar por el pan era un tema enorme en la vida antes de una época de cultura rápida como la que vivimos.

Aquí había alguien curador, alguien que podía neutralizar los poderes de las tinieblas, que podía crear alimentos mediante una palabra. Él era un rey material. Él podía proveer un estado de bienestar, de beneficencia como nunca antes nadie había concebido, libre de enfermedad y libre de toda necesidad de trabajar para proveer para su propia vida y comprar su propio pan. Aquí había Uno que podía ser el rey, siempre y cuando Él trabajara en el área social, la esfera física. Siempre y cuando Él venciera a Satanás, quien debilitaba la gente, ellos estaban interesados en Él.

Pero Él no se detuvo allí. Ellos realmente tenían otra agenda. Ellos habían esperado que Él entrara a otra gran área, y esa área era el área política o militar, Él podría derrocar a Roma y de esta manera, quitarle a Roma su control sobre Israel, liberar a la tierra de Palestina y hacer que Israel fuera su propio estado soberano. Y ellos estaban esperando que Él implementara una misión militar así contra Roma, guiando alguna rebelión inclusive de manera milagrosa expulsándolos. Pero Él no hizo eso.

Lo que Él añadió a Su curación, Su expulsión de demonios y a la naturaleza profunda de Su enseñanza, lo que Él añadió y la enseñanza más grande de todas es que Él demandaba limpieza espiritual. Y Él habló acerca del arrepentimiento y habló acerca del reconocimiento del pecado y de volverse del pecado a las bendiciones espirituales. Y ellos perdieron el interés. Tan pronto como Él los confrontó con su pecado, ellos se fueron. Tan pronto como Él se esforzó por enfrentar el asunto del arrepentimiento, ellos dieron la vuelta y se fueron. Él dejó de ser el rey material en ese punto.

Partiendo de Galilea, llegó a la parte sur de Israel conocida como Judea, de la cual Jerusalén es el centro de enfoque, y ahí nuevamente Él comenzó Su ministerio. Y la respuesta fue similar a la de Galilea. La opinión siguió un patrón muy parecido. Y Él demostró Su poder sobre el mundo natural y Su poder sobre el mundo sobrenatural. La gente estaba enamorada de Él. Lo siguieron en grandes multitudes mientras que Él los curó y los alimentó. Y algunos querían hacerlo rey.

Pero nuevamente, Él necesitaba filtrar a la multitud. Él necesitaba alcanzar a aquellos que realmente tenían la perspectiva correcta y que estaban interesados en venir a Dios para la salvación espiritual y la bendición espiritual y quienes, por lo tanto, estaban dispuestos a arrepentirse de su pecado. Y entonces, comenzó a separar a la multitud al presentarles verdad espiritual, al demandarles un reconocimiento del pecado, al condenar la hipocresía y al condenar la religión falsa y al condenar a los líderes religiosos falsos. Y las multitudes comenzaron a dispersarse. Su interés se convirtió en indiferencia y su indiferencia se convirtió en enojo y eventualmente, su enojo se convirtió en hostilidad al grado de que, en últimas, lo crucificaron. Sucedió lo que Juan dijo: “A los Suyos vino y los Suyos no le recibieron”.

Pero una cosa es clara una y otra vez en el Evangelio de Juan y es esto: Ellos eran responsables por lo que hicieron porque ellos vieron lo suficiente y oyeron lo suficiente como para creer la verdad. Y algunos creyeron. En el 7:40: “Algunos de la multitud por lo tanto cuando oyeron estas palabras estaban diciendo: “Este ciertamente es el profeta”, refiriéndose al profeta quien predijo Moisés que sería el Mesías. Versículos 41: “Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo?”

Entonces, la multitud estaba ciertamente dividida. Pero algunos reconocieron que Él era el profeta prometido y el Mesías prometido. La mayoría de la gente, no obstante, rechazó. De hecho, es importante recordar que cuando Jesús finalmente fue Galilea después de Su resurrección y le apareció a los discípulos en Galilea, hubo quinientos de ellos que se congregaron, un grupo muy pequeño cuando se mide en contraste a gran población del área de Galilea.

Y cuando los discípulos de Jesús estaban congregados en el aposento alto en Jerusalén, representando a aquellos que creyeron en la parte sur del país, sólo había ciento veinte reunidos cuando vino el Espíritu de Dios en el día de Pentecostés. Setecientas a ochocientas personas que se aparecieron en esos grandes acontecimientos y estaban contados entre aquellos que creyeron en Jesucristo, un número más bien pequeño comparado con la nación entera de Israel.

Pero todos habían sido expuestos a Su enseñanza. Todos habían sido expuestos a Sus milagros. Él había expulsado la enfermedad de toda Palestina. Y la palabra de Sus milagros se había extendido por toda la tierra, incluyendo la resurrección de los muertos, de manera más notable la resurrección de Lázaro de los muertos, la cual fue la más notable todas las resurrecciones debido a que en ese caso Lázaro no sólo había muerto recientemente, sino que había estado en la tumba durante varios días.

A pesar de todo eso, la multitud de las personas en la tierra de Palestina rechazó a Jesucristo. Y el mensaje de Juan a lo largo de su Evangelio es que no tenían a nadie a quien culpar más que a sí mismos. Si usted ha oído la verdad, si usted ha sido expuesto a la verdad de Jesucristo y no cree, usted lleva el peso completo de esa incredulidad.

En el versículo 21 de nuestro pasaje, Jesús hace una afirmación sorprendente. Él le dijo a ellos: “Yo me voy”, hablando de Su muerte pronta y Su ascensión final al Padre. “Yo me voy y ustedes me buscaréis y en vuestro pecado moriréis. Adonde Yo voy vosotros no podéis venir.” Y aquí Jesús cristaliza uno de los puntos principales en el Evangelio de Juan y es este punto: la gente que rechaza a Jesucristo muere en sus pecados. Esto quiere decir que mueren con pecado no perdonado. Ellos mueren con una vida de pecado que no es expiada, que no es pagada, una vida de culpabilidad acumulada. Y como consecuencia, les espera una eternidad de castigo continuo. Jesús les está diciendo a estos judíos que no podrán seguirlo adonde Él irá. ¿Y a dónde va Él? Él va al cielo a estar con Su Padre y ellos no irán ahí.

Ahí atrás en el capítulo 7, por un momento, observe en el versículo 33 y usted observa una conversación parecida entre los Jesús y los fariseos y los principales sacerdotes. Jesús dice en el versículo 33: “Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió…” Hablando de Su muerte, resurrección y ascensión regresando al cielo, “… Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde Yo estaré, vosotros no podréis venir.” Él les anunció que iba a un lugar al cual ellos nunca verían.

“Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos?” Esta es una respuesta de burla. Ellos están burlándose. Ellos odiaban a los gentiles y se están burlando de Él y están preguntando ¿adónde cree que irá? ¿Acaso dejará el país y les ministrará a los gentiles menospreciados? ¿Va a tratar de alcanzar a los judíos en la dispersión, que han estado dispersos entre los gentiles? “¿Qué significa esto que dijo afirmando: Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde Yo estaré, vosotros no podréis venir?”

Entonces, Él ya les dijo esto a ellos y ellos simplemente se burlaron de Él. Y Él lo dice nuevamente, ahora regresamos a Juan 8, casi de manera idéntica: “Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde Yo voy, vosotros no podéis venir.” Ahí está el desastre supremo, amados, morir en su pecado, morir sin que su pecado sea perdonado, morir sin que su pecado sea expiado, sin que la paga del pecado sea pagada. Y cuando usted muere en su pecado, nunca irá al lugar en donde Jesús mora.

Todavía sucede en la actualidad. Las últimas estadísticas que leí es que alrededor de 100 personas mueren por minuto, y eso significa que unas 100 personas por minuto van al infierno. Ellos mueren en su pecado. Ellos mueren sin perdón. Mueren con culpabilidad plena y responsabilidad total por su propia iniquidad. Ellas mueren para experimentar la separación de Dios, fuego eterno, sed, crujir de dientes, lloro, remordimiento incansable y el dolor de una conciencia plenamente informada. Y aquí Jesús está advirtiendo en contra de eso.

Juan escribió este Evangelio, dice en el 20:31: “Para que creáis y para que creyendo, tengáis vida en el nombre de Jesucristo. Él escribió eso para que crean que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios, el Salvador. Y al creer, pueda tener vida eterna. Pero para aquellos que no creen, Juan de manera clara una y otra vez dice que ellos morirán en sus pecados y nunca irán a donde Jesús está.

Las consecuencias inevitables de la incredulidad y el rechazo en cualquier época es estar fuera de la presencia de Dios para siempre. Y no es aniquilación y no es que el alma duerme y no es nada sino que es un tormento eterno. Jesús dice: recházame y morirás en culpabilidad, serás culpable, la ira de Dios sólo será satisfecha mediante una eternidad de tormento.

Debido a que muchas personas escogen este rechazo es importante que veamos este texto y que entendamos lo que Juan está diciendo aquí. Y conforme nos examinamos a nosotros mismos en el día de hoy, comencemos en el meollo y asegurémonos que estamos en la fe y que no nos dirigimos hacia una muerte con culpabilidad total de pecado y una eternidad de castigo.

En vuestro pecado moriréis, versículo 21. ¿Cómo sucede eso? Permítame darle cuatro maneras para garantizarle que usted morirá en su pecado y las tomaré aquí de la palabras de Jesús aquí. Cuatro maneras para garantizar que usted morirá en su pecado, cuatro maneras para garantizar que la muerte de Jesucristo en la cruz no significa nada para usted.

Número uno, crea que usted es lo suficientemente bueno en sí mismo. Eso es suficiente. La primera manera garantizada para morir en sus pecados es estar totalmente satisfecho con su propia capacidad de agradar a Dios. Creer que usted puede ser lo suficientemente bueno, o lo suficientemente religioso u orar lo suficiente o ir lo suficiente a la Iglesia o ser lo suficientemente moral o tener buenas hombres que van a ser más en alguna balanza imaginaria que van a ganarle al peso de sus obras malas. Simplemente piense que usted es lo suficientemente bueno por usted mismo.

Vea el versículo 22: “Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde Yo voy, vosotros no podéis venir?” ¿Qué quisieron decir con esto? ¿Qué tipo de respuesta fue ésta? Bueno, ellos torcieron las palabras de Jesús para que significaran que Él debe ir al infierno. Ciertamente, nosotros vamos al cielo. Y Él debe estar yendo a una parte del infierno reservada para aquellos que cometen suicidio.

¿Por qué dijeron eso? Bueno, el judío ortodoxo desprecia el suicidio, siempre ha sido así. Según Josefo, el historiador un judío, la persona que cometía suicidio iba al pozo más oscuro del Hades. El crimen más horrendo que uno podía cometer era el suicidio y la parte más oscura del Hades estaba reservada para alguien que se mataba a sí mismo. Entonces, de manera burlona, están diciendo: ‘bueno, quizás se va a matar a sí mismo y va a ir a ese agujero oscuro en el Hades reservado para aquellos que cometen suicidio, un lugar en donde ciertamente nunca iremos’.

Entonces, ellos lo ridiculizan. Ellos cierran sus oídos a la advertencia de que ellos morirán en sus pecados, con todo el horror que eso involucra y lo convierten en una broma burlona acerca de que Jesús se suicidará; y Él mismo irá a un agujero negro de castigo eterno, creyendo que ellos mismos no van a ningún otro lugar más que el cielo. ¡Qué engañados estaban!

Una vez más, como fue tan frecuente en Su tiempo en la tierra, los líderes judíos volvieron su veneno el hijo de Dios. Si, Él iba a morir. Pero Su muerte no sería un suicidio. Voluntaria, sí. Dispuesta, sí. Se iba a sacrificar a sí mismo, sí. Pero no por Sus propias manos; y no por las manos de los hombres, por las manos de aquellos detractores que le hablaron de esta manera.

Ellos de manera ignorante, burlona, hicieron esto debido a que pensaban que eran justos por sí mismos. ¿Entiende usted eso? Se burlaron de Él porque no creían que necesitaban a un Salvador. La idea entera de que ellos iban a morir en sus pecados será ridícula para ellos. Después de todo, ellos eran los espirituales. Ellos eran los religiosos. Ellos serán los ortodoxos. Ellos guardaban todas las leyes, todos los rituales y todas las rutinas, todas las ceremonias y todas las tradiciones, con un detalle minucioso.

No tenían idea en absoluto de que ellos iban a estar en ningún otro lugar más que el cielo. Ellos creían que eran tan buenos en sí mismos que la advertencia de Jesús fue una broma y se rieron hasta que ellos murieron y lloraron y todavía lloran. Tenían tanta confianza en su justicia personal que se podían burlar de un Salvador. Tenían tanta confianza en que eran buenos por sí mismos que podían burlarse de la idea de que podía morir en sus pecados.

Y le advierto, el pensar que usted es bueno es mortal. Es una garantía para morir en su pecado. Si usted no admite su incapacidad para salvarse por sí mismo, si usted no admite que su buenas obras no ayudan para nada para la salvación eterna, si usted no admite que sus actividades religiosas, sus ceremonias y rituales y la asistencia a la iglesia y las oraciones y lo que usted haga no produce nada para que usted gane la salvación eterna, usted morirá en sus pecados.

Pero cuando usted admite que toda su moralidad y toda su actividad religiosa y todo el ritual de religión que usted puede hacer no contribuye a su salvación porque su pecado es tan profundo que ningún esfuerzo que usted pueda producir pueda tocarlo, entonces se arrojará a sí mismo a los pies de un Salvador que proveyó el sacrificio para su pecado.

Pero fuera de eso, usted morirá en su pecado. Usted será como el fariseo en Lucas 18 diciendo ‘me da gusto que no soy como los otros hombres, ciertamente no como ese pecador sucio que está ahí abajo. Yo doy diezmos y ayuno y hago todo esto. Jesús dijo que ese hombre no se fue a casa justificado.’

Nos recuerda Proverbios 12:15 que dice que el camino de un necio es derecho a sus propios ojos, a en su propia opinión. Y no hay un necio mayor que un necio que se cree bueno en sí mismo, que se corta a sí mismo de la salvación por gracia porque cree que él puede contribuir en algo a ello. “Aquello que es de alta estima a los ojos de los hombres es una abominación ante Dios”, dice Lucas 16:15.

Esos judíos estaban tratando de ganarse la salvación como muchas otras personas. En todo el mundo de las religiones de mérito humano, todas las religiones del mundo que intentan ganarse la salvación mediante el esfuerzo humano, caen en la misma categoría. Ellas creen que por sus propias buenas obras satisfacen el requisito de Dios y de esta manera, han alcanzado la salvación y se dirigen al cielo. El único lugar al que Jesús no irá es el infierno en algún lugar oscuro del infierno que pertenece a aquellos que se matan a sí mismos.

Entonces, usted puede garantizar que morirá en su pecado simplemente al confiar en su justicia, en su bondad personal. Simplemente asegúrese que usted no es un pecador. Simplemente asegúrese que no necesita salvación. Simplemente invente un estilo de vida de religión que le acomode. No admita que usted necesita un Salvador. No se golpee el pecho y diga ‘Dios, sé propicio a mí pecador’. Confíe en sus obras, confíe en su religión, confíe en sus rituales y le garantizo que usted morirá en su pecado.

Hay una segura manera garantizada en la que usted morirá en sus pecados en el versículo 23. “Y les dijo: Vosotros sois de abajo, Yo soy de arriba.” Ellos no entendieron lo que dijo. Lo tenían al revés. Ellos pensaban que ellos eran de arriba y Él era de abajo. Ellos no tenían al revés. Arriba está el cielo, abajo está el infierno.

Después, Él les dice esto: “…vosotros sois de este mundo, Yo no soy de este mundo.” Y aquí están la segunda manera de garantizar que usted morirá en sus pecados. Y eso es sea mundano, esté ligado a la tierra, otra garantía. Esté preocupado con el mundo, viva para el mundo, viva para el sistema temporal, viva para las ideologías de este sistema del mundo.

¿Qué quiere decir Él cuando dice “vosotros sois de este mundo”? “Mundo” es una palabra muy importante en el Evangelio de Juan, es usada repetidamente. Y es usada con diferentes significados. Algunas veces se refiere a personas, algunas veces se refiere a ideologías. Aquí tiene que ver con esas ideologías que envuelven las mentes de las personas, claro. Pero cuando Él está hablando de este mundo, Él está hablando del sistema invisible espiritual que domina al mundo. Es un sistema de maldad.

Satanás es el Dios de esta época, el príncipe de este mundo. Él es el que ha organizado un sistema de creencia, un sistema de moralidad, un sistema de religión, un sistema de ideologías, un sistema de conducta, un sistema de materialismo y todo eso que se opone a Dios. Es como 2 Corintios 10, es toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios. Es todo el cosmos, es todo el sistema de maldad invisible espiritual.

Utilizamos la palabra mundo de ese modo. Nosotros hablamos del mundo de la política, el mundo de los negocios, el mundo de la medicina, el mundo de los deportes. Lo que nosotros queremos decir con eso es el ambiente o la esfera en donde esas cosas dominan. Y hay un mundo en el que vivimos como seres humanos. Es el sistema organizado de mentiras y engaños satánicos levantados en contra del conocimiento de Dios, el sistema de Satanás que se opone al de Cristo.

Y en Lucas 16:8 Jesús llama a los incrédulos ‘hijos del sistema’. Ellos adoptan la ideología en algún punto. El sistema es hostil a Dios. Es hostil a Cristo. Está dominado por el materialismo, eso quiere decir una preocupación con aquello que es pasajero. Es dominado por el humanismo, la adoración del hombre y la elevación de la mente del hombre, inclusive al punto en el que él puede redimirse a sí mismo. Es dominado por el sexo, por la satisfacción física en el placer, mediante la ambición carnal por el orgullo, la avaricia, por el placer personal, por el deseo personal.

Sus opiniones están equivocadas. Sus objetivos son egoístas. Sus placeres son pecaminosos. Su influencia no es moral. Su política corrupta. Sus honores son vacíos. Su sonrisas son falsas. Su amor es débil, etc. etc. Ese es el sistema del mundo. Son muchas filosofías y psicologías y religiones e ideologías que constituyen la manera de pensar no regenerada, impía, no bíblica.

Y es un mundo que será destruido. El mundo y todo lo que hay en él, pasará, dijo Juan. Y esa es la razón por la que él dijo en 1 Juan 2:15: ‘no améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.’ En donde está el amor del mundo, el amor del Padre no existe.

Jesús señala aquí este gran contraste. Él les dice en el versículo 23: “Vosotros sois de este mundo, Yo no soy de este mundo.” Tenemos dos ideologías que compiten, dos sistemas de pensamiento que compiten. “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” Y la amistad con el mundo, dice Santiago 4:4, es enemistad con Dios. Éstos líderes judíos aunque decían que eran religiosos y que eran espirituales, genuinamente estaban cautivados y atrapados en el sistema de maldad satánico mediante el cual él gobierna al mundo: almas egoístas que están ligadas al mundo viviendo en un sistema controlado por el príncipe de este mundo y que estaban separados de Dios y de Cristo por un espacio infinito.

Para que un hombre muera en su pecado, todo lo que necesita hacer es simplemente vivir para este mundo, simplemente creer las mentiras de Satanás que están en este sistema. Simplemente ame el sistema y todo lo que hay en él y le garantizo que morirá en sus pecados.

Algunas veces, el Evangelio penetra ese tipo de mente y corazón por un tiempo como en la parábola de Mateo 13, pero debido al amor de este mundo y al engaño de las riquezas, muere. Debe haber una brecha y un rompimiento. Jesús no es de este mundo. Él le dijo a Pilato: “Mi Reino no es de este mundo.” Primera de Juan dice: “El mundo entero está bajo el maligno.” Nosotros como creyentes no estamos así. Hemos hecho esa distinción. Santiago dice que inclusive deben vemos guardarnos sin mancha del mundo, no influenciados por sus ideologías satánicas.

Hay una tercera manera y es el clímax del pasaje para que usted garantice que morirá en sus pecados. En primer lugar, ser justo por usted mismo y pensar que usted no necesita un Salvador, que se puede salvar a sí mismo, que puede hacer alguna contribución para salvarse a sí mismo, cualquier contribución. En segundo lugar, al estar ligado al mundo y eso es estar enamorado del sistema del mundo y no estar dispuesto a dejarlo. Y en tercer lugar, versículo 24: “Por tanto os digo que en vuestro pecado moriréis porque a menos de que creáis que Yo soy, en vuestro pecado moriréis.” Aquí está la manera tercera manera de garantizar que usted con toda certeza morirá en su pecado. Sea un incrédulo; sea justo en sí mismo, este ligado a Tierra y sea un incrédulo. Eso es realmente lo único que se necesita. Sea un incrédulo.

La única manera de escapar el infierno es creer en el Señor Jesucristo. Y Juan, una vez más, citando su tesis en el 20:31: “Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en Su Nombre.” Nadie tiene que morir en sus pecados, pero el que persiste en rechazar, morirá en pecado a través de la incredulidad.

Ahora, ¿qué tenemos que creer? Bueno, Él lo dice aquí. “A menos que creáis que Yo soy.” Lo que Él está diciendo aquí es el nombre de Dios. A menos de que crean que Yo soy Dios, que Yo soy el que fue enviado por Dios, el gran Yo soy. Él usa realmente lo que es el Tetragrámaton hebreo, el nombre de Dios, el Yo soy el que soy. A menos de que crean que Yo soy.

¿Qué significa yo soy? Significa todo lo que Él es. A menos de que crea de manera plena la verdad acerca de Mí, eso es lo que está diciendo. ¿Cómo es que uno se convierte en cristiano? Al creer la verdad acerca de Jesucristo. Esta es la pregunta del Hijo y esto es lo primordial. Aquí estamos todavía debatiendo este tema. Me sorprende esto.

Recientemente estuve en Scottsdale, Arizona, en la Iglesia de Darryl L. DelHousaye, e hice una serie acerca de la teología de la fe y di seis mensajes acerca de la teología de la fe. Y hablando acerca de todo esto, continuamente me sorprende el darme cuenta que la gente dentro de la categoría amplia de los evangélicos todavía está tratando de entender lo que se necesita para ser cristiano. Me parece sorprendente. La pregunta que hacen es: ¿qué es lo que alguien debe creer para que sea genuinamente salvo? Realmente no debe haber confusión en esto. Es claro en las Escrituras.

Puedo resumirlo de manera muy simple con lo que Jesús dijo aquí: “Deben creer que Yo soy.” ¿Qué significa eso? Usted debe creer que Cristo es quien es.

Bueno, ¿qué incluye eso? Le voy a dar lo que yo llamo el núcleo de la verdad del Evangelio, las verdades absolutamente indispensables de la verdad del Evangelio. Aquí es donde comenzamos. Si usted va a creer la verdad acerca de Cristo, esto es lo que incluye. En primer lugar, tiene que creer en una Trinidad eterna porque Cristo dijo que Él era uno con el Padre y que Él era eterno y que antes de que Abraham fuera creado, Él existió. Entonces, debe creer que Él es parte de una Trinidad eterna. Cualquier cosa menos que una Trinidad hace de Cristo algo o alguien diferente de quien Él es.

Entonces el corazón de la fe evangélica, el corazón de la verdad del Evangelio es trinitario, es Dios en tres personas, sin embargo uno. Decir algo diferente de eso es estar equivocado acerca de quién es Él y Él dice que debes creer que Yo soy quien soy. Entonces, usted comienza al creer en la Trinidad. Aquellos que niegan la Trinidad no entienden que Él es Jesucristo. No creen que Él es quien es.

En segundo lugar, usted debe creer que Él es encarnado en forma humana, que este miembro de la Trinidad entró en la historia humana en el tiempo y espacio en un cuerpo humano. Usted debe creer, entonces, en la encarnación de Dios en Jesucristo y eso incluye el nacimiento virginal, el cual es la definición de Dios de cómo esta encarnación se llevó a cabo, de tal manera que el Cristo pudiera hacer en este mundo sin pecado. Entonces, usted debe creer que Él es Dios, que Él es eterno, que Él es un miembro de la Trinidad eterna, que encarnó en el mundo a través de la virgen María.

Después, usted debe creer en la vida sin pecado, porque ese es el caso de Él también. Él vivió una vida sin pecado. Él no podía nacer como nacen las personas normales, de lo contrario no podría ser el Dios hombre. Y Él no podría tener un pecado en Su vida o una debilidad en Su vida o fracaso en Su vida, o de lo contrario no habría cumplido toda justicia, dicha justicia es imputada aquellos que creen en Él. Entonces, debe creer en una Trinidad. Debe creer en la Trinidad eterna, que Jesucristo, un miembro de la Trinidad fue encarnado, nació de la virgen María, vino al mundo y vivió una vida sin pecado la cual al cumplir la justicia perfecta se volvió la justicia perfecta que puede ser imputada a aquellos que creen.

Y después, usted debe creer que Él murió en la cruz como un sacrificio suficiente sustitutivo, una expiación por el pecado y que Él murió allí y pagó la paga por todos los pecados de aquellos que jamás creerían en Él, porque eso es de hecho quien Él es, el Cordero de Dios. Usted debe creer que Su muerte satisfizo a Dios de manera completa y que se llevó a cabo una expiación total. Y esa es la razón por la que Dios lo resucitó de los muertos al tercer día y Él lo tomó y lo sentó a Su diestra, en donde se sienta como Señor y le dio un nombre que es sobre todo nombre, ¿cuál es Su nombre? Señor. Él se sienta la diestra del Padre intercediendo por los Suyos y gobernando; y algún día, regresará y establecerá Su Reino sobre la Tierra y traerá la gloria a Su pueblo redimido, amado.

Ése es el corazón de la fe cristiana. Quite algo de eso y usted tiene a otro Jesús. Y Pablo dijo: ‘Si alguno predica a un Jesús diferente, sea anatema, un Evangelio diferente, un mensaje diferente’. Pablo le dijo a los corintios en 2 Corintios: ‘No quiero que sean movidos de la simplicidad y devoción que tienen hacia Cristo. Si alguien predica a otro Cristo, ellos no predican la verdad.’

¿Cómo es que tenemos dificultad en entender que éste es el Cristo en quien debemos creer? Esta es la verdad y esto es lo que los cristianos creen. Si usted no cree eso, usted no es cristiano. Usted dice ‘bueno, ¿qué hay acerca de las personas que creen en Dios?’ No son cristianos. Ellos morirán en sus pecados. ¿Y qué hay acerca de personas que creen todo eso acerca de Jesús, pero también creen que tienen que hacer algunas obras, que bautizarse o hacer algunas ceremonias o guardar algunas leyes para añadir a su salvación? Ellos tampoco van a llegar al cielo, van a morir en sus pecados y van a ir eternamente al infierno. ¿Por qué? Porque no reconocen que sólo Cristo y Cristo de manera completa es el sacrificio por el pecado al cual nada se le puede añadir.

Es por gracia a través de la fe únicamente. Cualquier intento de añadir algo a eso lo niega, la gracia ya no es gracia. Cualquier cosa que usted trate de hacer para ganarse parte de su salvación entiende de manera equívoca del sacrificio de Cristo. Y cualquier malentendido del significado de Cristo en Su sacrificio es algo menos que el Evangelio. Créalo, cristianismo, el cristianismo como tal, está lleno de personas que tienen mucha información acerca de lo que acabo de decir, acerca del Evangelio, pero no tienen esa confianza total en Jesucristo siendo únicamente quien es, y siendo el único y el sacrificio completo por el pecado. Y por lo tanto, confían en sus propias obras o esfuerzos.

Es triste decir que muchos, muchos que nombran el nombre de Cristo y dicen ‘Señor, Señor, hicimos esto, hicimos aquello’, no es son conocidos por Él y morirán en sus pecados y a donde Él ha ido, ellos nunca irán.

Entonces, Jesús les dice: “A menos de que creáis”, en el versículo 24, “a menos de que creáis que Yo soy el que soy, moriréis sin que vuestros pecados sean perdonados” y por lo tanto, pagarán eternamente la paga.

Hay una última manera garantizada en la que usted puede morir en sus pecados y ellos lo exhiben, obviamente. Crea que es lo suficientemente bueno por usted mismo, esté anclado a este mundo o sea incrédulo; en cuarto lugar, sea ignorante de manera deliberada o sea un ignorante de manera obstinada. Versículo 25, esto es tan sorprendente: “Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres?” Esto es absolutamente increíble que ellos dijeran eso después de todo lo que habían visto, después de todo lo que Él ha hecho, después de lo que ellos habían oído. “Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho.” Habla de no querer entender. Tengo muchas cosas que hablar y juzgar acerca de vosotros, que el que me envió es verdadero, las cosas que Yo he oído de él, esas hablo al mundo. Él dice: “Yo he estado hablando y hablando y lo que he estado hablando, es la palabra misma de Dios”.

Y para mostrarle lo mal que estaban, versículo 27, ellos no reconocieron que les había estado hablando acerca del Padre. Aunque Él había dicho eso una y otra vez, “Yo y el Padre uno somos, no hablo de Mi propia iniciativa, lo que el Padre me muestra, Yo hablo”. Todo lo que había estado diciendo hasta el capítulo 8, ellos lo habían oído todo.

¿Qué es esto? Es, en primer lugar, burla. Tú, ¿quién eres Tú?, ¿quién te crees que eres Tú para hacer las afirmaciones que estás haciendo? ¿Quién te da el derecho de suponer una función como profeta y promotor de la Verdad? ¿Y quién te crees que eres que estás hablando como hablas? Ellos deberían haber sabido quién era. Él lo había presentado de manera clara una y otra vez, de manera repetida.

Ustedes recuerdan el siguiente capítulo, el capítulo 9, el hombre ciego quien fue curado por Jesús y los líderes vinieron a él y le dijeron: “¿quién es este y de dónde es?” Y el hombre ciego dijo: “no lo puedo creer”, en el versículo 30, “que ustedes no saben de dónde es Él y Él abrió mis ojos.” Digo, era ignorancia deliberada.

¿Por qué eran ignorantes de manera deliberada? Juan 3 lo presenta de manera clara: “los hombres aman a las tinieblas más que la luz”. Era oscuro porque ellos querían eso. Siempre ha sido oscuro cuando usted ama su pecado. Era una oscuridad deliberada. De regreso en el 8:19 Él dice: “Ustedes no me conocen a Mí, no conocen a Mi Padre. Si me conocieran a mí, conocerían a Mi Padre.” 

Ustedes no conocen a ninguno de nosotros. Ustedes están en la oscuridad y así es como lo quieren porque ustedes aman su pecado. En el capítulo 7, versículo 17, Jesús dijo: “si alguno quiere hacer la voluntad de Él”. Cuando usted llega al punto en el que usted estar dispuesto a hacer la voluntad de Dios en lugar de su pecado, entonces conocerán Mi enseñanza. La Verdad viene a aquellos que la desean.

Es como en el Antiguo Testamento que dice “Si me buscáis con todo vuestro corazón, me encontraréis.” Cuando ustedes estén dispuestos a hacer la voluntad de Dios, ustedes van a conocer Mi enseñanza. Entonces, conocerán que Yo hablo por parte de Dios. Pero mientras que ustedes estén amando su pecado de manera obstinada y disfrutando su pecado, inclusive el pecado de orgullo y justicia personal, morirán en su pecado.

Tenían una ignorancia que estaba satisfecha en sí misma, que se burlaba y que nacía de un amor por su propio orgullo. Ellos habían oído muchas, muchas veces quien Él era. Ellos tenían amplia evidencia de esto, pero el pecado produce incredulidad; y la incredulidad produce ignorancia obstinada. Entonces, se rehusaron a conocer porque amaban su pecado.

¿Quiere morir en su pecado? Crea que usted es bueno por sí mismo, esté amarrado a este mundo, sea incrédulo, sea ignorante de manera obstinada y deliberada; y usted morirá en su pecado. Jesús dice en el versículo 29, “deben saber que el que me envió está conmigo, no me ha dejado solo, siempre hago las cosas que le agradan.” Ustedes deberían haber visto a Dios en Mí. Ustedes deberían saberlo, ustedes deberían haberlo oído, pero no quisieron.

Termina en una buena nota. Versículo 30: “conforme Él habló estas cosas, muchos llegaron a creen en Él”. Esa sería mi oración en esta mañana, que conforme le he hablado estas cosas, conforme he reiterado estas palabras de Jesús, que muchos lleguen a creer en Él.

¿Quiere morir en sus pecados? Simplemente, continúe como está viviendo. Simplemente crea que usted es lo suficientemente bueno como es. Simplemente, continúe en su relación de amor con las ideologías humanas. Simplemente, rehúsese a creer las grandes verdades acerca de Cristo. Ame su pecado tanto que usted escoge la oscuridad y es ignorante de manera deliberada. Pero, para hacer esto, usted va a tener que tropezarse con la cruz. Es correcto. Usted va a tener que pisar de manera cruel, irreverente la sangre de Cristo, porque usted conoce el Evangelio. Entonces, usted va a tener que tropezarse con la cruz.

Inclusive en esta mañana, conforme venimos a la Mesa del Señor, la cruz va a ser demostrada una vez más; y usted tendrá que volverla rechazar para continuar con el curso de vida que lleva. Realmente es inconcebible, ¿por qué usted va a morir, cuando usted puede vivir? ¿Por qué usted no será como muchos que creyeron y no quiere morir en su pecado? ¿Por qué no va a aceptar una expiación por su pecado? Esa es la pregunta de fondo. Y la respuesta es que usted cree que es lo suficientemente bueno por usted mismo, usted es lo suficientemente bueno como es, usted ama al mundo demasiado, o usted se rehúsa a creer, usted ama su pecado y usted se deleita en la oscuridad y la ignorancia que viene con ello. En cualquier caso, el precio es eterno. Inclinémonos en oración.

Padre, conforme pensamos en la potencia de las palabras de Jesús y la necedad de aquellos que se rehúsan a creer, recordamos que esto se lleva a cabo en la actualidad diariamente y quizás inclusive las batallas en las que Jesús se involucró en Juan 8 están llevándose a cabo en los corazones de algunos aquí en esta mañana. Oro porque el poder del Tu Espíritu rompa el poder de la idea de que son justos en sí mismos, el poder del mundo, la incredulidad y el amor al pecado. Y que el corazón desee hacer Tu voluntad para que el que está dispuesto a hacer Tu voluntad, conozca la verdad.

Padre, conforme llegamos a esta mesa, recordamos de nuevo el sacrificio que Jesucristo pagó por nuestros pecados en la cruz, Él llevó nuestros pecados como leímos del profeta Isaías, Él llevó nuestras tristezas, Él fue quebrantado por nuestras iniquidades, herido por nuestras trasgresiones, el castigo de nuestra paz fue sobre Él. Por Su llaga fuimos nosotros curados. Te damos gracias, Padre, por la promesa de que para todos aquellos que creen en Jesús como Mesías y el Hijo de Dios, hay salvación completa y total. Con ese fin en mente, oramos por toda persona aquí.

Y Señor, por aquellos de nosotros que somos cristianos, pedimos que cada uno de nosotros examine su propio corazón como también, conforme llegamos a esta mesa, afirmando que somos salvos, que Te pertenecemos, que de nuevo recordemos la tragedia del pecado que interrumpe la dulzura de nuestra relación contigo y que confesemos todo lo que es conocido y Te pedimos que nos limpies de todo lo que es desconocido también y que vengamos a esta mesa con corazones puros.

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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez

Cuatro maneras de perderse el cielo

Escritura: Juan 8:21-30

Código: 80-167

John MacArthur

Al llegar a un momento en el que preparamos nuestros corazones para la Cena del Señor, siempre recordamos el hecho de que las Escrituras nos mandan a examinarnos a nosotros mismos. Y esa evaluación tiene que comenzar en un punto de cimiento; y eso es en el punto mismo de si conocemos o no al Señor Jesucristo. Al final de la carta de Pablo a los corintios llamada 2 Corintios, él dice: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe,” probados a vosotros mismos, “¿O no sabéis esto acerca de vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros a menos de que no paséis la prueba?”

Ciertamente la autoevaluación cuando usted viene a la mesa del Señor comienza con una examinación de su condición espiritual delante de Dios. ¿Conoce usted realmente a Jesucristo? ¿Realmente ha creído en Él? Ése es el punto inicial.

Y no podemos engañarnos acerca del hecho de que porque alguien está en una iglesia o porque asiste frecuentemente o inclusive regularmente, por lo tanto son cristianos. Más bien, debemos suponer que en una congregación como esta, quizás hay mucho que no han confiado en Jesucristo. Para ellos, esta mesa realmente es participar de juicio, si es que participan. Pablo dice ‘si no se examinan a ustedes mismos, podrían traer juicio sobre ustedes mismos al participar’.

Al celebrar de la muerte de Cristo, al tomar del pan y la copa, uno necesita conocer a Cristo, haber venido a Él por la salvación; y después, haber confesado todo pecado conocido y pedir que sea limpiado y tener una pereza de corazón para que no haya nada entre usted y Cristo. Pero todo eso comienza en el punto de la salvación. Y a lo largo de los años, conforme continúo el ministerio, sigo siendo consciente del hecho de cuántas personas vienen a la iglesia -inclusive a esta iglesia- y no vienen a Cristo durante semanas, meses, e inclusive, algunas veces, años.

Y entonces pensé que esta mañana iba a hacer lo que el Espíritu de Dios, estoy seguro, me motivara a hacer esta semana, conforme estudiaba a lo largo del Evangelio de Juan a detalle. Y esto es hablar a detalle en el tema de creer de hecho en el Señor Jesucristo para salvación.

Quiero que abra su Biblia en el octavo capítulo de Juan, el octavo capítulo de Juan. Todos hemos oído la expresión: “él no tiene a nadie a quien culpar, sino a sí mismo.” Ésa es una expresión bíblica. Es una expresión que el Espíritu de Dios presenta en varios lugares en las Escrituras con respecto al pecador. Si usted perece en su pecado, usted no tiene nadie a quien culpar más que usted mismo. Y ningún pasaje presenta esto de manera más incisiva o clara como el octavo capítulo de Juan. Juan, capítulo 8, y quiero comenzar leyendo en el capítulo 21.

“Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde Yo voy, vosotros no podéis venir. Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir? Y les dijo: Vosotros sois de abajo, Yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, Yo no soy de este mundo. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que Yo soy, en vuestros pecados moriréis.”

“Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y Yo, lo que he oído de Él, esto hablo al mundo.”

 Pero no entendieron que les hablaba del Padre. “Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que Yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque Yo hago siempre lo que le agrada. Hablándole estas cosas, muchos creyeron en Él.”

En los ocho capítulos que llegan a este punto en el Evangelio de Juan, Juan ha estado hablando de las manifestaciones personales de Jesús, las cuales le dieron a Israel suficiente evidencia para probar que Él era el Mesías y el Hijo de Dios. De hecho, suficiente evidencia para qué ellos para creer en Él para salvación. Y en donde quiera que había una disposición a creer, había suficiente evidencia. En la mente de Jesús, cualquier persona que veía lo que Él hacía, oía lo que Él decía, experimentándolo a Él y a todas las cosas que sucedían a Su alrededor y no creían, cualquier persona así llevaba la culpabilidad de esa incredulidad porque la revelación era suficiente para hacer que la incredulidad fuera injustificable.

En Galilea, por ejemplo, donde comenzó el ministerio de Jesús, Galilea, en la parte norte de la tierra de Israel, Jesús estuvo haciendo milagros. Milagros de curación mediante los cuales Él demostró que Él era Dios porque Él tenía control total sobre el mundo natural. Y sólo Dios puede ejercer tal control. Él también anduvo por varios lugares expulsando demonios, demostrando que Él tenía control total sobre el mundo sobrenatural, de nuevo indicando que Él era Dios porque sólo Dios tenía tal control.

Su enseñanza fue tan asombrosa, sorprendente y profunda y con tanta autoridad, que ellos nunca habían oído a nadie hablar como Él habló y ningún hombre presentó las verdades de Dios de manera tan clara como Él. Era claro que Él tenía poder sobrenatural, habilidad sobrenatural y Él habló cosas profundas como nunca nadie antes lo había hecho antes.

Y de hecho, ellos fueron atraídos a Él por Sus curaciones. Ellos querían vida sin enfermedad. ¿Acaso todo el mundo no quiere eso? Ellos querían eso. Y Él tuvo las marcas de un rey. Él pudo haber sido el rey material si Él hubiera provisto una existencia libre de enfermedad y de dolor. Todos querían eso. Y después, también fue aparente mediante las diferentes ocasiones en las que Él alimentó a grandes cantidades de personas creando alimento para ellos como que Él también podía proveer alimento para todo el mundo. Y batallar por el pan era un tema enorme en la vida antes de una época de cultura rápida como la que vivimos.

Aquí había alguien curador, alguien que podía neutralizar los poderes de las tinieblas, que podía crear alimentos mediante una palabra. Él era un rey material. Él podía proveer un estado de bienestar, de beneficencia como nunca antes nadie había concebido, libre de enfermedad y libre de toda necesidad de trabajar para proveer para su propia vida y comprar su propio pan. Aquí había Uno que podía ser el rey, siempre y cuando Él trabajara en el área social, la esfera física. Siempre y cuando Él venciera a Satanás, quien debilitaba la gente, ellos estaban interesados en Él.

Pero Él no se detuvo allí. Ellos realmente tenían otra agenda. Ellos habían esperado que Él entrara a otra gran área, y esa área era el área política o militar, Él podría derrocar a Roma y de esta manera, quitarle a Roma su control sobre Israel, liberar a la tierra de Palestina y hacer que Israel fuera su propio estado soberano. Y ellos estaban esperando que Él implementara una misión militar así contra Roma, guiando alguna rebelión inclusive de manera milagrosa expulsándolos. Pero Él no hizo eso.

Lo que Él añadió a Su curación, Su expulsión de demonios y a la naturaleza profunda de Su enseñanza, lo que Él añadió y la enseñanza más grande de todas es que Él demandaba limpieza espiritual. Y Él habló acerca del arrepentimiento y habló acerca del reconocimiento del pecado y de volverse del pecado a las bendiciones espirituales. Y ellos perdieron el interés. Tan pronto como Él los confrontó con su pecado, ellos se fueron. Tan pronto como Él se esforzó por enfrentar el asunto del arrepentimiento, ellos dieron la vuelta y se fueron. Él dejó de ser el rey material en ese punto.

Partiendo de Galilea, llegó a la parte sur de Israel conocida como Judea, de la cual Jerusalén es el centro de enfoque, y ahí nuevamente Él comenzó Su ministerio. Y la respuesta fue similar a la de Galilea. La opinión siguió un patrón muy parecido. Y Él demostró Su poder sobre el mundo natural y Su poder sobre el mundo sobrenatural. La gente estaba enamorada de Él. Lo siguieron en grandes multitudes mientras que Él los curó y los alimentó. Y algunos querían hacerlo rey.

Pero nuevamente, Él necesitaba filtrar a la multitud. Él necesitaba alcanzar a aquellos que realmente tenían la perspectiva correcta y que estaban interesados en venir a Dios para la salvación espiritual y la bendición espiritual y quienes, por lo tanto, estaban dispuestos a arrepentirse de su pecado. Y entonces, comenzó a separar a la multitud al presentarles verdad espiritual, al demandarles un reconocimiento del pecado, al condenar la hipocresía y al condenar la religión falsa y al condenar a los líderes religiosos falsos. Y las multitudes comenzaron a dispersarse. Su interés se convirtió en indiferencia y su indiferencia se convirtió en enojo y eventualmente, su enojo se convirtió en hostilidad al grado de que, en últimas, lo crucificaron. Sucedió lo que Juan dijo: “A los Suyos vino y los Suyos no le recibieron”.

Pero una cosa es clara una y otra vez en el Evangelio de Juan y es esto: Ellos eran responsables por lo que hicieron porque ellos vieron lo suficiente y oyeron lo suficiente como para creer la verdad. Y algunos creyeron. En el 7:40: “Algunos de la multitud por lo tanto cuando oyeron estas palabras estaban diciendo: “Este ciertamente es el profeta”, refiriéndose al profeta quien predijo Moisés que sería el Mesías. Versículos 41: “Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo?”

Entonces, la multitud estaba ciertamente dividida. Pero algunos reconocieron que Él era el profeta prometido y el Mesías prometido. La mayoría de la gente, no obstante, rechazó. De hecho, es importante recordar que cuando Jesús finalmente fue Galilea después de Su resurrección y le apareció a los discípulos en Galilea, hubo quinientos de ellos que se congregaron, un grupo muy pequeño cuando se mide en contraste a gran población del área de Galilea.

Y cuando los discípulos de Jesús estaban congregados en el aposento alto en Jerusalén, representando a aquellos que creyeron en la parte sur del país, sólo había ciento veinte reunidos cuando vino el Espíritu de Dios en el día de Pentecostés. Setecientas a ochocientas personas que se aparecieron en esos grandes acontecimientos y estaban contados entre aquellos que creyeron en Jesucristo, un número más bien pequeño comparado con la nación entera de Israel.

Pero todos habían sido expuestos a Su enseñanza. Todos habían sido expuestos a Sus milagros. Él había expulsado la enfermedad de toda Palestina. Y la palabra de Sus milagros se había extendido por toda la tierra, incluyendo la resurrección de los muertos, de manera más notable la resurrección de Lázaro de los muertos, la cual fue la más notable todas las resurrecciones debido a que en ese caso Lázaro no sólo había muerto recientemente, sino que había estado en la tumba durante varios días.

A pesar de todo eso, la multitud de las personas en la tierra de Palestina rechazó a Jesucristo. Y el mensaje de Juan a lo largo de su Evangelio es que no tenían a nadie a quien culpar más que a sí mismos. Si usted ha oído la verdad, si usted ha sido expuesto a la verdad de Jesucristo y no cree, usted lleva el peso completo de esa incredulidad.

En el versículo 21 de nuestro pasaje, Jesús hace una afirmación sorprendente. Él le dijo a ellos: “Yo me voy”, hablando de Su muerte pronta y Su ascensión final al Padre. “Yo me voy y ustedes me buscaréis y en vuestro pecado moriréis. Adonde Yo voy vosotros no podéis venir.” Y aquí Jesús cristaliza uno de los puntos principales en el Evangelio de Juan y es este punto: la gente que rechaza a Jesucristo muere en sus pecados. Esto quiere decir que mueren con pecado no perdonado. Ellos mueren con una vida de pecado que no es expiada, que no es pagada, una vida de culpabilidad acumulada. Y como consecuencia, les espera una eternidad de castigo continuo. Jesús les está diciendo a estos judíos que no podrán seguirlo adonde Él irá. ¿Y a dónde va Él? Él va al cielo a estar con Su Padre y ellos no irán ahí.

Ahí atrás en el capítulo 7, por un momento, observe en el versículo 33 y usted observa una conversación parecida entre los Jesús y los fariseos y los principales sacerdotes. Jesús dice en el versículo 33: “Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió…” Hablando de Su muerte, resurrección y ascensión regresando al cielo, “… Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde Yo estaré, vosotros no podréis venir.” Él les anunció que iba a un lugar al cual ellos nunca verían.

“Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos?” Esta es una respuesta de burla. Ellos están burlándose. Ellos odiaban a los gentiles y se están burlando de Él y están preguntando ¿adónde cree que irá? ¿Acaso dejará el país y les ministrará a los gentiles menospreciados? ¿Va a tratar de alcanzar a los judíos en la dispersión, que han estado dispersos entre los gentiles? “¿Qué significa esto que dijo afirmando: Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde Yo estaré, vosotros no podréis venir?”

Entonces, Él ya les dijo esto a ellos y ellos simplemente se burlaron de Él. Y Él lo dice nuevamente, ahora regresamos a Juan 8, casi de manera idéntica: “Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde Yo voy, vosotros no podéis venir.” Ahí está el desastre supremo, amados, morir en su pecado, morir sin que su pecado sea perdonado, morir sin que su pecado sea expiado, sin que la paga del pecado sea pagada. Y cuando usted muere en su pecado, nunca irá al lugar en donde Jesús mora.

Todavía sucede en la actualidad. Las últimas estadísticas que leí es que alrededor de 100 personas mueren por minuto, y eso significa que unas 100 personas por minuto van al infierno. Ellos mueren en su pecado. Ellos mueren sin perdón. Mueren con culpabilidad plena y responsabilidad total por su propia iniquidad. Ellas mueren para experimentar la separación de Dios, fuego eterno, sed, crujir de dientes, lloro, remordimiento incansable y el dolor de una conciencia plenamente informada. Y aquí Jesús está advirtiendo en contra de eso.

Juan escribió este Evangelio, dice en el 20:31: “Para que creáis y para que creyendo, tengáis vida en el nombre de Jesucristo. Él escribió eso para que crean que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios, el Salvador. Y al creer, pueda tener vida eterna. Pero para aquellos que no creen, Juan de manera clara una y otra vez dice que ellos morirán en sus pecados y nunca irán a donde Jesús está.

Las consecuencias inevitables de la incredulidad y el rechazo en cualquier época es estar fuera de la presencia de Dios para siempre. Y no es aniquilación y no es que el alma duerme y no es nada sino que es un tormento eterno. Jesús dice: recházame y morirás en culpabilidad, serás culpable, la ira de Dios sólo será satisfecha mediante una eternidad de tormento.

Debido a que muchas personas escogen este rechazo es importante que veamos este texto y que entendamos lo que Juan está diciendo aquí. Y conforme nos examinamos a nosotros mismos en el día de hoy, comencemos en el meollo y asegurémonos que estamos en la fe y que no nos dirigimos hacia una muerte con culpabilidad total de pecado y una eternidad de castigo.

En vuestro pecado moriréis, versículo 21. ¿Cómo sucede eso? Permítame darle cuatro maneras para garantizarle que usted morirá en su pecado y las tomaré aquí de la palabras de Jesús aquí. Cuatro maneras para garantizar que usted morirá en su pecado, cuatro maneras para garantizar que la muerte de Jesucristo en la cruz no significa nada para usted.

Número uno, crea que usted es lo suficientemente bueno en sí mismo. Eso es suficiente. La primera manera garantizada para morir en sus pecados es estar totalmente satisfecho con su propia capacidad de agradar a Dios. Creer que usted puede ser lo suficientemente bueno, o lo suficientemente religioso u orar lo suficiente o ir lo suficiente a la Iglesia o ser lo suficientemente moral o tener buenas hombres que van a ser más en alguna balanza imaginaria que van a ganarle al peso de sus obras malas. Simplemente piense que usted es lo suficientemente bueno por usted mismo.

Vea el versículo 22: “Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde Yo voy, vosotros no podéis venir?” ¿Qué quisieron decir con esto? ¿Qué tipo de respuesta fue ésta? Bueno, ellos torcieron las palabras de Jesús para que significaran que Él debe ir al infierno. Ciertamente, nosotros vamos al cielo. Y Él debe estar yendo a una parte del infierno reservada para aquellos que cometen suicidio.

¿Por qué dijeron eso? Bueno, el judío ortodoxo desprecia el suicidio, siempre ha sido así. Según Josefo, el historiador un judío, la persona que cometía suicidio iba al pozo más oscuro del Hades. El crimen más horrendo que uno podía cometer era el suicidio y la parte más oscura del Hades estaba reservada para alguien que se mataba a sí mismo. Entonces, de manera burlona, están diciendo: ‘bueno, quizás se va a matar a sí mismo y va a ir a ese agujero oscuro en el Hades reservado para aquellos que cometen suicidio, un lugar en donde ciertamente nunca iremos’.

Entonces, ellos lo ridiculizan. Ellos cierran sus oídos a la advertencia de que ellos morirán en sus pecados, con todo el horror que eso involucra y lo convierten en una broma burlona acerca de que Jesús se suicidará; y Él mismo irá a un agujero negro de castigo eterno, creyendo que ellos mismos no van a ningún otro lugar más que el cielo. ¡Qué engañados estaban!

Una vez más, como fue tan frecuente en Su tiempo en la tierra, los líderes judíos volvieron su veneno el hijo de Dios. Si, Él iba a morir. Pero Su muerte no sería un suicidio. Voluntaria, sí. Dispuesta, sí. Se iba a sacrificar a sí mismo, sí. Pero no por Sus propias manos; y no por las manos de los hombres, por las manos de aquellos detractores que le hablaron de esta manera.

Ellos de manera ignorante, burlona, hicieron esto debido a que pensaban que eran justos por sí mismos. ¿Entiende usted eso? Se burlaron de Él porque no creían que necesitaban a un Salvador. La idea entera de que ellos iban a morir en sus pecados será ridícula para ellos. Después de todo, ellos eran los espirituales. Ellos eran los religiosos. Ellos serán los ortodoxos. Ellos guardaban todas las leyes, todos los rituales y todas las rutinas, todas las ceremonias y todas las tradiciones, con un detalle minucioso.

No tenían idea en absoluto de que ellos iban a estar en ningún otro lugar más que el cielo. Ellos creían que eran tan buenos en sí mismos que la advertencia de Jesús fue una broma y se rieron hasta que ellos murieron y lloraron y todavía lloran. Tenían tanta confianza en su justicia personal que se podían burlar de un Salvador. Tenían tanta confianza en que eran buenos por sí mismos que podían burlarse de la idea de que podía morir en sus pecados.

Y le advierto, el pensar que usted es bueno es mortal. Es una garantía para morir en su pecado. Si usted no admite su incapacidad para salvarse por sí mismo, si usted no admite que su buenas obras no ayudan para nada para la salvación eterna, si usted no admite que sus actividades religiosas, sus ceremonias y rituales y la asistencia a la iglesia y las oraciones y lo que usted haga no produce nada para que usted gane la salvación eterna, usted morirá en sus pecados.

Pero cuando usted admite que toda su moralidad y toda su actividad religiosa y todo el ritual de religión que usted puede hacer no contribuye a su salvación porque su pecado es tan profundo que ningún esfuerzo que usted pueda producir pueda tocarlo, entonces se arrojará a sí mismo a los pies de un Salvador que proveyó el sacrificio para su pecado.

Pero fuera de eso, usted morirá en su pecado. Usted será como el fariseo en Lucas 18 diciendo ‘me da gusto que no soy como los otros hombres, ciertamente no como ese pecador sucio que está ahí abajo. Yo doy diezmos y ayuno y hago todo esto. Jesús dijo que ese hombre no se fue a casa justificado.’

Nos recuerda Proverbios 12:15 que dice que el camino de un necio es derecho a sus propios ojos, a en su propia opinión. Y no hay un necio mayor que un necio que se cree bueno en sí mismo, que se corta a sí mismo de la salvación por gracia porque cree que él puede contribuir en algo a ello. “Aquello que es de alta estima a los ojos de los hombres es una abominación ante Dios”, dice Lucas 16:15.

Esos judíos estaban tratando de ganarse la salvación como muchas otras personas. En todo el mundo de las religiones de mérito humano, todas las religiones del mundo que intentan ganarse la salvación mediante el esfuerzo humano, caen en la misma categoría. Ellas creen que por sus propias buenas obras satisfacen el requisito de Dios y de esta manera, han alcanzado la salvación y se dirigen al cielo. El único lugar al que Jesús no irá es el infierno en algún lugar oscuro del infierno que pertenece a aquellos que se matan a sí mismos.

Entonces, usted puede garantizar que morirá en su pecado simplemente al confiar en su justicia, en su bondad personal. Simplemente asegúrese que usted no es un pecador. Simplemente asegúrese que no necesita salvación. Simplemente invente un estilo de vida de religión que le acomode. No admita que usted necesita un Salvador. No se golpee el pecho y diga ‘Dios, sé propicio a mí pecador’. Confíe en sus obras, confíe en su religión, confíe en sus rituales y le garantizo que usted morirá en su pecado.

Hay una segura manera garantizada en la que usted morirá en sus pecados en el versículo 23. “Y les dijo: Vosotros sois de abajo, Yo soy de arriba.” Ellos no entendieron lo que dijo. Lo tenían al revés. Ellos pensaban que ellos eran de arriba y Él era de abajo. Ellos no tenían al revés. Arriba está el cielo, abajo está el infierno.

Después, Él les dice esto: “…vosotros sois de este mundo, Yo no soy de este mundo.” Y aquí están la segunda manera de garantizar que usted morirá en sus pecados. Y eso es sea mundano, esté ligado a la tierra, otra garantía. Esté preocupado con el mundo, viva para el mundo, viva para el sistema temporal, viva para las ideologías de este sistema del mundo.

¿Qué quiere decir Él cuando dice “vosotros sois de este mundo”? “Mundo” es una palabra muy importante en el Evangelio de Juan, es usada repetidamente. Y es usada con diferentes significados. Algunas veces se refiere a personas, algunas veces se refiere a ideologías. Aquí tiene que ver con esas ideologías que envuelven las mentes de las personas, claro. Pero cuando Él está hablando de este mundo, Él está hablando del sistema invisible espiritual que domina al mundo. Es un sistema de maldad.

Satanás es el Dios de esta época, el príncipe de este mundo. Él es el que ha organizado un sistema de creencia, un sistema de moralidad, un sistema de religión, un sistema de ideologías, un sistema de conducta, un sistema de materialismo y todo eso que se opone a Dios. Es como 2 Corintios 10, es toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios. Es todo el cosmos, es todo el sistema de maldad invisible espiritual.

Utilizamos la palabra mundo de ese modo. Nosotros hablamos del mundo de la política, el mundo de los negocios, el mundo de la medicina, el mundo de los deportes. Lo que nosotros queremos decir con eso es el ambiente o la esfera en donde esas cosas dominan. Y hay un mundo en el que vivimos como seres humanos. Es el sistema organizado de mentiras y engaños satánicos levantados en contra del conocimiento de Dios, el sistema de Satanás que se opone al de Cristo.

Y en Lucas 16:8 Jesús llama a los incrédulos ‘hijos del sistema’. Ellos adoptan la ideología en algún punto. El sistema es hostil a Dios. Es hostil a Cristo. Está dominado por el materialismo, eso quiere decir una preocupación con aquello que es pasajero. Es dominado por el humanismo, la adoración del hombre y la elevación de la mente del hombre, inclusive al punto en el que él puede redimirse a sí mismo. Es dominado por el sexo, por la satisfacción física en el placer, mediante la ambición carnal por el orgullo, la avaricia, por el placer personal, por el deseo personal.

Sus opiniones están equivocadas. Sus objetivos son egoístas. Sus placeres son pecaminosos. Su influencia no es moral. Su política corrupta. Sus honores son vacíos. Su sonrisas son falsas. Su amor es débil, etc. etc. Ese es el sistema del mundo. Son muchas filosofías y psicologías y religiones e ideologías que constituyen la manera de pensar no regenerada, impía, no bíblica.

Y es un mundo que será destruido. El mundo y todo lo que hay en él, pasará, dijo Juan. Y esa es la razón por la que él dijo en 1 Juan 2:15: ‘no améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.’ En donde está el amor del mundo, el amor del Padre no existe.

Jesús señala aquí este gran contraste. Él les dice en el versículo 23: “Vosotros sois de este mundo, Yo no soy de este mundo.” Tenemos dos ideologías que compiten, dos sistemas de pensamiento que compiten. “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” Y la amistad con el mundo, dice Santiago 4:4, es enemistad con Dios. Éstos líderes judíos aunque decían que eran religiosos y que eran espirituales, genuinamente estaban cautivados y atrapados en el sistema de maldad satánico mediante el cual él gobierna al mundo: almas egoístas que están ligadas al mundo viviendo en un sistema controlado por el príncipe de este mundo y que estaban separados de Dios y de Cristo por un espacio infinito.

Para que un hombre muera en su pecado, todo lo que necesita hacer es simplemente vivir para este mundo, simplemente creer las mentiras de Satanás que están en este sistema. Simplemente ame el sistema y todo lo que hay en él y le garantizo que morirá en sus pecados.

Algunas veces, el Evangelio penetra ese tipo de mente y corazón por un tiempo como en la parábola de Mateo 13, pero debido al amor de este mundo y al engaño de las riquezas, muere. Debe haber una brecha y un rompimiento. Jesús no es de este mundo. Él le dijo a Pilato: “Mi Reino no es de este mundo.” Primera de Juan dice: “El mundo entero está bajo el maligno.” Nosotros como creyentes no estamos así. Hemos hecho esa distinción. Santiago dice que inclusive deben vemos guardarnos sin mancha del mundo, no influenciados por sus ideologías satánicas.

Hay una tercera manera y es el clímax del pasaje para que usted garantice que morirá en sus pecados. En primer lugar, ser justo por usted mismo y pensar que usted no necesita un Salvador, que se puede salvar a sí mismo, que puede hacer alguna contribución para salvarse a sí mismo, cualquier contribución. En segundo lugar, al estar ligado al mundo y eso es estar enamorado del sistema del mundo y no estar dispuesto a dejarlo. Y en tercer lugar, versículo 24: “Por tanto os digo que en vuestro pecado moriréis porque a menos de que creáis que Yo soy, en vuestro pecado moriréis.” Aquí está la manera tercera manera de garantizar que usted con toda certeza morirá en su pecado. Sea un incrédulo; sea justo en sí mismo, este ligado a Tierra y sea un incrédulo. Eso es realmente lo único que se necesita. Sea un incrédulo.

La única manera de escapar el infierno es creer en el Señor Jesucristo. Y Juan, una vez más, citando su tesis en el 20:31: “Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en Su Nombre.” Nadie tiene que morir en sus pecados, pero el que persiste en rechazar, morirá en pecado a través de la incredulidad.

Ahora, ¿qué tenemos que creer? Bueno, Él lo dice aquí. “A menos que creáis que Yo soy.” Lo que Él está diciendo aquí es el nombre de Dios. A menos de que crean que Yo soy Dios, que Yo soy el que fue enviado por Dios, el gran Yo soy. Él usa realmente lo que es el Tetragrámaton hebreo, el nombre de Dios, el Yo soy el que soy. A menos de que crean que Yo soy.

¿Qué significa yo soy? Significa todo lo que Él es. A menos de que crea de manera plena la verdad acerca de Mí, eso es lo que está diciendo. ¿Cómo es que uno se convierte en cristiano? Al creer la verdad acerca de Jesucristo. Esta es la pregunta del Hijo y esto es lo primordial. Aquí estamos todavía debatiendo este tema. Me sorprende esto.

Recientemente estuve en Scottsdale, Arizona, en la Iglesia de Darryl L. DelHousaye, e hice una serie acerca de la teología de la fe y di seis mensajes acerca de la teología de la fe. Y hablando acerca de todo esto, continuamente me sorprende el darme cuenta que la gente dentro de la categoría amplia de los evangélicos todavía está tratando de entender lo que se necesita para ser cristiano. Me parece sorprendente. La pregunta que hacen es: ¿qué es lo que alguien debe creer para que sea genuinamente salvo? Realmente no debe haber confusión en esto. Es claro en las Escrituras.

Puedo resumirlo de manera muy simple con lo que Jesús dijo aquí: “Deben creer que Yo soy.” ¿Qué significa eso? Usted debe creer que Cristo es quien es.

Bueno, ¿qué incluye eso? Le voy a dar lo que yo llamo el núcleo de la verdad del Evangelio, las verdades absolutamente indispensables de la verdad del Evangelio. Aquí es donde comenzamos. Si usted va a creer la verdad acerca de Cristo, esto es lo que incluye. En primer lugar, tiene que creer en una Trinidad eterna porque Cristo dijo que Él era uno con el Padre y que Él era eterno y que antes de que Abraham fuera creado, Él existió. Entonces, debe creer que Él es parte de una Trinidad eterna. Cualquier cosa menos que una Trinidad hace de Cristo algo o alguien diferente de quien Él es.

Entonces el corazón de la fe evangélica, el corazón de la verdad del Evangelio es trinitario, es Dios en tres personas, sin embargo uno. Decir algo diferente de eso es estar equivocado acerca de quién es Él y Él dice que debes creer que Yo soy quien soy. Entonces, usted comienza al creer en la Trinidad. Aquellos que niegan la Trinidad no entienden que Él es Jesucristo. No creen que Él es quien es.

En segundo lugar, usted debe creer que Él es encarnado en forma humana, que este miembro de la Trinidad entró en la historia humana en el tiempo y espacio en un cuerpo humano. Usted debe creer, entonces, en la encarnación de Dios en Jesucristo y eso incluye el nacimiento virginal, el cual es la definición de Dios de cómo esta encarnación se llevó a cabo, de tal manera que el Cristo pudiera hacer en este mundo sin pecado. Entonces, usted debe creer que Él es Dios, que Él es eterno, que Él es un miembro de la Trinidad eterna, que encarnó en el mundo a través de la virgen María.

Después, usted debe creer en la vida sin pecado, porque ese es el caso de Él también. Él vivió una vida sin pecado. Él no podía nacer como nacen las personas normales, de lo contrario no podría ser el Dios hombre. Y Él no podría tener un pecado en Su vida o una debilidad en Su vida o fracaso en Su vida, o de lo contrario no habría cumplido toda justicia, dicha justicia es imputada aquellos que creen en Él. Entonces, debe creer en una Trinidad. Debe creer en la Trinidad eterna, que Jesucristo, un miembro de la Trinidad fue encarnado, nació de la virgen María, vino al mundo y vivió una vida sin pecado la cual al cumplir la justicia perfecta se volvió la justicia perfecta que puede ser imputada a aquellos que creen.

Y después, usted debe creer que Él murió en la cruz como un sacrificio suficiente sustitutivo, una expiación por el pecado y que Él murió allí y pagó la paga por todos los pecados de aquellos que jamás creerían en Él, porque eso es de hecho quien Él es, el Cordero de Dios. Usted debe creer que Su muerte satisfizo a Dios de manera completa y que se llevó a cabo una expiación total. Y esa es la razón por la que Dios lo resucitó de los muertos al tercer día y Él lo tomó y lo sentó a Su diestra, en donde se sienta como Señor y le dio un nombre que es sobre todo nombre, ¿cuál es Su nombre? Señor. Él se sienta la diestra del Padre intercediendo por los Suyos y gobernando; y algún día, regresará y establecerá Su Reino sobre la Tierra y traerá la gloria a Su pueblo redimido, amado.

Ése es el corazón de la fe cristiana. Quite algo de eso y usted tiene a otro Jesús. Y Pablo dijo: ‘Si alguno predica a un Jesús diferente, sea anatema, un Evangelio diferente, un mensaje diferente’. Pablo le dijo a los corintios en 2 Corintios: ‘No quiero que sean movidos de la simplicidad y devoción que tienen hacia Cristo. Si alguien predica a otro Cristo, ellos no predican la verdad.’

¿Cómo es que tenemos dificultad en entender que éste es el Cristo en quien debemos creer? Esta es la verdad y esto es lo que los cristianos creen. Si usted no cree eso, usted no es cristiano. Usted dice ‘bueno, ¿qué hay acerca de las personas que creen en Dios?’ No son cristianos. Ellos morirán en sus pecados. ¿Y qué hay acerca de personas que creen todo eso acerca de Jesús, pero también creen que tienen que hacer algunas obras, que bautizarse o hacer algunas ceremonias o guardar algunas leyes para añadir a su salvación? Ellos tampoco van a llegar al cielo, van a morir en sus pecados y van a ir eternamente al infierno. ¿Por qué? Porque no reconocen que sólo Cristo y Cristo de manera completa es el sacrificio por el pecado al cual nada se le puede añadir.

Es por gracia a través de la fe únicamente. Cualquier intento de añadir algo a eso lo niega, la gracia ya no es gracia. Cualquier cosa que usted trate de hacer para ganarse parte de su salvación entiende de manera equívoca del sacrificio de Cristo. Y cualquier malentendido del significado de Cristo en Su sacrificio es algo menos que el Evangelio. Créalo, cristianismo, el cristianismo como tal, está lleno de personas que tienen mucha información acerca de lo que acabo de decir, acerca del Evangelio, pero no tienen esa confianza total en Jesucristo siendo únicamente quien es, y siendo el único y el sacrificio completo por el pecado. Y por lo tanto, confían en sus propias obras o esfuerzos.

Es triste decir que muchos, muchos que nombran el nombre de Cristo y dicen ‘Señor, Señor, hicimos esto, hicimos aquello’, no es son conocidos por Él y morirán en sus pecados y a donde Él ha ido, ellos nunca irán.

Entonces, Jesús les dice: “A menos de que creáis”, en el versículo 24, “a menos de que creáis que Yo soy el que soy, moriréis sin que vuestros pecados sean perdonados” y por lo tanto, pagarán eternamente la paga.

Hay una última manera garantizada en la que usted puede morir en sus pecados y ellos lo exhiben, obviamente. Crea que es lo suficientemente bueno por usted mismo, esté anclado a este mundo o sea incrédulo; en cuarto lugar, sea ignorante de manera deliberada o sea un ignorante de manera obstinada. Versículo 25, esto es tan sorprendente: “Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres?” Esto es absolutamente increíble que ellos dijeran eso después de todo lo que habían visto, después de todo lo que Él ha hecho, después de lo que ellos habían oído. “Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho.” Habla de no querer entender. Tengo muchas cosas que hablar y juzgar acerca de vosotros, que el que me envió es verdadero, las cosas que Yo he oído de él, esas hablo al mundo. Él dice: “Yo he estado hablando y hablando y lo que he estado hablando, es la palabra misma de Dios”.

Y para mostrarle lo mal que estaban, versículo 27, ellos no reconocieron que les había estado hablando acerca del Padre. Aunque Él había dicho eso una y otra vez, “Yo y el Padre uno somos, no hablo de Mi propia iniciativa, lo que el Padre me muestra, Yo hablo”. Todo lo que había estado diciendo hasta el capítulo 8, ellos lo habían oído todo.

¿Qué es esto? Es, en primer lugar, burla. Tú, ¿quién eres Tú?, ¿quién te crees que eres Tú para hacer las afirmaciones que estás haciendo? ¿Quién te da el derecho de suponer una función como profeta y promotor de la Verdad? ¿Y quién te crees que eres que estás hablando como hablas? Ellos deberían haber sabido quién era. Él lo había presentado de manera clara una y otra vez, de manera repetida.

Ustedes recuerdan el siguiente capítulo, el capítulo 9, el hombre ciego quien fue curado por Jesús y los líderes vinieron a él y le dijeron: “¿quién es este y de dónde es?” Y el hombre ciego dijo: “no lo puedo creer”, en el versículo 30, “que ustedes no saben de dónde es Él y Él abrió mis ojos.” Digo, era ignorancia deliberada.

¿Por qué eran ignorantes de manera deliberada? Juan 3 lo presenta de manera clara: “los hombres aman a las tinieblas más que la luz”. Era oscuro porque ellos querían eso. Siempre ha sido oscuro cuando usted ama su pecado. Era una oscuridad deliberada. De regreso en el 8:19 Él dice: “Ustedes no me conocen a Mí, no conocen a Mi Padre. Si me conocieran a mí, conocerían a Mi Padre.” 

Ustedes no conocen a ninguno de nosotros. Ustedes están en la oscuridad y así es como lo quieren porque ustedes aman su pecado. En el capítulo 7, versículo 17, Jesús dijo: “si alguno quiere hacer la voluntad de Él”. Cuando usted llega al punto en el que usted estar dispuesto a hacer la voluntad de Dios en lugar de su pecado, entonces conocerán Mi enseñanza. La Verdad viene a aquellos que la desean.

Es como en el Antiguo Testamento que dice “Si me buscáis con todo vuestro corazón, me encontraréis.” Cuando ustedes estén dispuestos a hacer la voluntad de Dios, ustedes van a conocer Mi enseñanza. Entonces, conocerán que Yo hablo por parte de Dios. Pero mientras que ustedes estén amando su pecado de manera obstinada y disfrutando su pecado, inclusive el pecado de orgullo y justicia personal, morirán en su pecado.

Tenían una ignorancia que estaba satisfecha en sí misma, que se burlaba y que nacía de un amor por su propio orgullo. Ellos habían oído muchas, muchas veces quien Él era. Ellos tenían amplia evidencia de esto, pero el pecado produce incredulidad; y la incredulidad produce ignorancia obstinada. Entonces, se rehusaron a conocer porque amaban su pecado.

¿Quiere morir en su pecado? Crea que usted es bueno por sí mismo, esté amarrado a este mundo, sea incrédulo, sea ignorante de manera obstinada y deliberada; y usted morirá en su pecado. Jesús dice en el versículo 29, “deben saber que el que me envió está conmigo, no me ha dejado solo, siempre hago las cosas que le agradan.” Ustedes deberían haber visto a Dios en Mí. Ustedes deberían saberlo, ustedes deberían haberlo oído, pero no quisieron.

Termina en una buena nota. Versículo 30: “conforme Él habló estas cosas, muchos llegaron a creen en Él”. Esa sería mi oración en esta mañana, que conforme le he hablado estas cosas, conforme he reiterado estas palabras de Jesús, que muchos lleguen a creer en Él.

¿Quiere morir en sus pecados? Simplemente, continúe como está viviendo. Simplemente crea que usted es lo suficientemente bueno como es. Simplemente, continúe en su relación de amor con las ideologías humanas. Simplemente, rehúsese a creer las grandes verdades acerca de Cristo. Ame su pecado tanto que usted escoge la oscuridad y es ignorante de manera deliberada. Pero, para hacer esto, usted va a tener que tropezarse con la cruz. Es correcto. Usted va a tener que pisar de manera cruel, irreverente la sangre de Cristo, porque usted conoce el Evangelio. Entonces, usted va a tener que tropezarse con la cruz.

Inclusive en esta mañana, conforme venimos a la Mesa del Señor, la cruz va a ser demostrada una vez más; y usted tendrá que volverla rechazar para continuar con el curso de vida que lleva. Realmente es inconcebible, ¿por qué usted va a morir, cuando usted puede vivir? ¿Por qué usted no será como muchos que creyeron y no quiere morir en su pecado? ¿Por qué no va a aceptar una expiación por su pecado? Esa es la pregunta de fondo. Y la respuesta es que usted cree que es lo suficientemente bueno por usted mismo, usted es lo suficientemente bueno como es, usted ama al mundo demasiado, o usted se rehúsa a creer, usted ama su pecado y usted se deleita en la oscuridad y la ignorancia que viene con ello. En cualquier caso, el precio es eterno. Inclinémonos en oración.

Padre, conforme pensamos en la potencia de las palabras de Jesús y la necedad de aquellos que se rehúsan a creer, recordamos que esto se lleva a cabo en la actualidad diariamente y quizás inclusive las batallas en las que Jesús se involucró en Juan 8 están llevándose a cabo en los corazones de algunos aquí en esta mañana. Oro porque el poder del Tu Espíritu rompa el poder de la idea de que son justos en sí mismos, el poder del mundo, la incredulidad y el amor al pecado. Y que el corazón desee hacer Tu voluntad para que el que está dispuesto a hacer Tu voluntad, conozca la verdad.

Padre, conforme llegamos a esta mesa, recordamos de nuevo el sacrificio que Jesucristo pagó por nuestros pecados en la cruz, Él llevó nuestros pecados como leímos del profeta Isaías, Él llevó nuestras tristezas, Él fue quebrantado por nuestras iniquidades, herido por nuestras trasgresiones, el castigo de nuestra paz fue sobre Él. Por Su llaga fuimos nosotros curados. Te damos gracias, Padre, por la promesa de que para todos aquellos que creen en Jesús como Mesías y el Hijo de Dios, hay salvación completa y total. Con ese fin en mente, oramos por toda persona aquí.

Y Señor, por aquellos de nosotros que somos cristianos, pedimos que cada uno de nosotros examine su propio corazón como también, conforme llegamos a esta mesa, afirmando que somos salvos, que Te pertenecemos, que de nuevo recordemos la tragedia del pecado que interrumpe la dulzura de nuestra relación contigo y que confesemos todo lo que es conocido y Te pedimos que nos limpies de todo lo que es desconocido también y que vengamos a esta mesa con corazones puros.

 

 

 

 

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