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Bueno, este es un día especial. Y hubiéramos querido hacer esto mucho antes, pero todos estábamos atrapados en lo que ha estado pasando en los últimos dos años. Y finalmente decidimos que necesitábamos mostrar honor y amor y respeto a la policía aquí en nuestra ciudad. Y es un gozo y deleite para nosotros hacer eso.

Y probablemente se están preguntando por qué leí Mateo capítulo 27, y quizás se estaban hasta que llegué al versículo final. Regresen al versículo final que leí, el cual es Mateo 27:54. Y dice ahí, “EL CENTURIÓN, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios. Si tuviera un título para el mensaje de hoy, sería: “El Policía y el Hijo de Dios.” El policía y el Hijo de Dios.

Ahora hay muchos personajes dramáticos en torno a la crucifixión de Jesucristo, y estamos familiarizados con todos ellos, son bien conocidos por nosotros. Simplemente para recordarle algunos de los personajes familiares que son parte de la crucifixión de Cristo, usted podría recordar a Pedro, claro, que le dijo al Señor que no iba a permitir que fuera arrestado o crucificado, pero fue enderezado por el Señor Mismo. Y estaba Judas, el discípulo despreciable que traicionó al Señor; lo señaló en la noche en el huerto para que las fuerzas de arresto lo capturaran.

Estaban Caifás y Anás, que eran ambos sumos sacerdotes, que guiaron el juicio falso, de burla de Cristo en el lado religioso. Estaba Pilato, quien guio el juicio de burla del lado romano, el lado secular. Y estaba Herodes el rey, que vino quizás, para poder sacar de problemas a Pilato o Caifás y Anás, pero mostró ser inútil en eso.

Estuvieron los líderes judíos, que gritaron por la sangre de Jesús. Está la multitud que hizo lo mismo, diciendo crucifícale, crucifícale. Está Simón de Cirene, que fue obligado a recoger la cruz. Está Barrabás que fue liberado, un ladrón, en lugar de Cristo. Están los dos ladrones en la cruz, uno de los cuales fue traído a salvación mientras que estaba colgando ahí durante la ejecución misma. Y todas estas personalidades son muy familiares para nosotros, y son parte del drama maravilloso de la crucifixión de Cristo y todo lo que llevó a eso.

Pero hay uno que es olvidado fácilmente, y es el centurión. Y él es un personaje sorprendente en la historia porque él hace esta confesión sorprendente y asombrosa y exacta cuando dice: “Verdaderamente éste era el Hijo de Dios.” Su teología no puede mejorar más que eso. Y lo que es interesante, es que este no es alguien cuyo legado está en el judaísmo; este es un romano, este es un pagano, este es uno quien por ley tenía que confesar que César es señor.

Él era un idólatra, pero él hace esta asombrosa confesión. Su confesión también es registrada por Marcos, el evangelio de Marcos, que dice en el capítulo 15:39, “Y el centurión que estaba frente a él,” él estaba ahí en frente de la cruz porque él estaba a cargo de la ejecución de Jesús y los otros, “Y el centurión que estaba frente a Jesús, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.” Hubo algo en la manea en la que Él entregó Su vida que lo convenció de que ese era el Hijo de Dios.

Lucas también nos dice algo del centurión. Lucas 23:47: “Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: “Verdaderamente este hombre era justo”. Esta es una declaración de la rectitud verdadera de uno que estaba bajo su cargo como un criminal para ser ejecutado. Es un testimonio sorprendente de un hombre del que simplemente no conocemos mucho, pero sobresale en un contraste tan fuerte con las actitudes de los líderes judíos y la gente hacia Jesús.

Regrese en el capítulo 27 al versículo 15: “En el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: A quién queréis que os suelte; ¿a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?”

Este era un acto de amabilidad hacia la población en la Pascua, soltar a un prisionero, un gesto de buena voluntad. Él pensó que podía hacer que ellos le quitaran a Jesús de sus manos porque él sabía que era inocente, entonces él dijo, ¿a quién quieren, a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo? Sabiendo que Barrabás era un criminal que era un peligro para el pueblo, mientras que Jesús no lo era. Porque él sabía que, por envidia, versículo 18, le habían entregado. Él sabía que Jesús no era culpable de nada; era envidia pura.

“Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él. Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!”

“Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado! Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, un gesto mediante el cual él estaba diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado.”

El pueblo judío quería a Jesús muerto. El pueblo judío rechazó la declaración de Él de ser el Hijo de Dios, pero un centurión romano pagano confiesa la gran confesión: que Jesús es el Hijo de Dios. ¿Cómo debemos entender esta confesión sorprendente? Digo, ya entendemos el rechazo de los judíos, lo habían rechazado desde el principio. Hubo la fanfarria cuando él entró a la ciudad en lo que llamamos Domingo de ramos, pero para cuando habían pasado varios días en la semana, estaban rechazándolo, y eventualmente, la misma semana en la que lo reconocieron como Rey, ellos gritaron, sea crucificado. Ellos nunca iban a creer en Él. El apóstol Juan dice, “a lo suyo vino y los suyos no le recibieron.”

Pero ¿qué está pasando con este centurión? Permítame contarle un poco de un centurión. Como el nombre implicaría, parece obvio que sería un líder sobre cien hombres; algunos dicen ochenta a cien. Este es un batallón de legionarios, es un batallón de legionarios sobre los que este hombre estaría a cargo. Él tenía a un superior arriba de él. La legión romana, constituida por unos seis mil hombres, habrían seis sobre mil, y eran llamados quilliarcas o comandantes, conocemos algunos de ellos en el libro de los Hechos. Pero este es un hombre que tiene un batallón por el que él es responsable. Y en este caso, eran el batallón al que se le dio la tarea de cuidar de Jesús en el juicio con Pilato, hasta Su ejecución.

Él no solo fue diseñado para la guerra, como lo eran todos los soldados romanos, los legionarios romanos, pero una vez que Roma había conquistado cierto lugar, cierta provincia, ellos entonces dejaban su fuerza militar ahí como una agencia de policía. Ellos de hecho tenían una estación—una fortaleza llamada el pretorio, en el caso de Jerusalén, la cual sería como el cuartel general de la estación de policía. Y estos, estos legionarios, que quizás una vez habían estado peleando en guerras con otros países, ahora eran los agentes ocupantes de policía.

Él habría sido un oficial a cargo, como dije, de 80 a 100. Su responsabilidad sería ejercer autoridad sobre ellos: entrenamiento, disciplina, orden. Él sería un ejemplo para que ellos lo siguieran. Ellos eran seguidores muy, muy devotos de la ley romana, y literalmente habían creado lo que es conocido como la Pax romana, la paz romana, en este tiempo en la historia humana, en el primer siglo después de Cristo. Había paz por todo el imperio romano. Eso es difícil de imaginar; es difícil concebir cuando has conquistado a tantas naciones diferentes. Pero eran tan buenos en la ley y el orden que habían producido la paz romana. El efecto de esa paz romana les permitió construir caminos por todos lados sin ser detenidos o amenazados. Y entonces podían moverse por un imperio entero y esparcir su idioma y su avance.

Parte del éxito del imperio romano se redujo a esos hombres a quienes se les asignó ser la policía local en un lugar dado. La historia nos cuenta que hubieron más de ellos en Israel que en cualquier otro país porque los judíos les causaban más problemas. Entonces esta habría sido la función del centurión y en particular, su trabajo. Y el trabajo de su batallón era cuidar de este hombre que los judíos querían que fuera ejecutado. Y finalmente Pilato, después de azotarlo, se los entregó para una ejecución, y este hombre está a cargo de la ejecución. Él es un hombre de ley y orden. Él es un hombre que actúa como un oficial de policía militar. Él es responsable del castigo. Él es responsable de proteger a aquellos que son amenazados. Él es responsable de la seguridad. Todas esas cosas que son parte del trabajo de policía.

Eran parte de lo que llamaban espectáculos o eventos públicos. Lo que él no toleraría es un alboroto, él detendría un alboroto. Y usted puede ver que eso es lo que Pilato vio venir, atrás en el versículo 24, y entonces necesitaba intervenir. Estos hombres eran usados para controlar a la gente. Algunas veces eran usados como espías. Eran clandestinos, estaban encubiertos. Hacían todo tipo de cosas. Pasaban mucho tiempo en el imperio romano persiguiendo a esclavos prófugos y trayéndolos de regreso a sus amos. Perseguían a bandidos y pillos, del tipo mismo que fueron crucificados con Jesús.

Estaban separados, como dije, de sus legiones que viajaban, y eran dejados en un lugar. Normalmente un centurión estaba 15 a 20 años en el ejército romano antes de que pudiera alcanzar el rango de centurión. Venían primordialmente de la gente común, no la élite. Eran llamados Vigiles Urbani, latín para guardianes de la ciudad. Eran los cuidadores de la ciudad—esa era su responsabilidad. También eran, por cierto, los bomberos.

Portaban armas, portaban un garrote, que era como un garrote de policía. Llevaban dagas, portaban dagas para el combate mano a mano. Llevaban una espada, con la que podían pegar a una distancia un poco diferente. Y algunos de ellos incluso llevaban lanzas. Tenían una tasa alta de víctimas, según los historiadores, porque terminaban involucrados en el tipo de combate que es mano a mano, hombre a hombre, o grupo a hombre, y entonces había una tasa alta de víctimas.

Eran vistos como autoridades. Eran vistos como algo violentos porque podían quitar una vida. Se les permitía golpear a la gente, como también quitarles la vida bajo ciertas circunstancias. Debido a lo que hacían, eran duros. Eran temidos por muchas personas. Eran paganos. No eran expuestos, históricamente, a nada de lo que estaba pasando en la tierra de Israel. Adoraban a César. Tenían una restricción en el matrimonio, mientras que estaban sirviendo no podían estar casados, lo cual era un problema, y entonces incluso se les proveían mujeres, casi como concubinas. Eran un grupo duro. Su mundo era conflicto, mucho.

Pero a pesar de un perfil tan sorprendente para un centurión, hay varios de ellos en el Nuevo Testamento. Y cada vez que usted llega a un centurión en el Nuevo Testamento, la Biblia los trata con mucho favor—muy opuesto a los líderes judíos, muy opuesto a los líderes judíos. De hecho, permítame presentarle al primero que aparece, en el octavo capítulo de Mateo. Esta es la primera vez que un centurión se aparece. Es en el versículo 5, Mateo 8.

“Entrando Jesús en Capernaum,” la cual es una ciudad arriba en Galilea en el extremo norte del mar de Galilea, “vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor”. Hombre, espera un minuto aquí, diciendo ¿qué?, ¿Señor? ¿Qué sabía este hombre? Bueno mire, él estaba en control de multitud. Digo, él estaba consciente de lo que estaba pasando en la ciudad de Capernaum, él lo sabía muy bien. Debe ser que había oído a Jesús hablar, quizás sabía de Sus milagros.

Pero él dice, Señor, después dice “no soy digno de que entres bajo mi techo.” Él es humilde. Así no es como normalmente habrían actuado. Él está reconociendo a Jesús como Señor y admitiendo su propia indignidad. No soy digno de que entres bajo mi techo. Y claro que hay una razón para eso, y eso es porque los judíos le prohíben a otros judíos entrar a la casa de un gentil. Entrar a la casa de un gentil era ser inmundo, y este hombre sabía eso.

Pero él le dijo “solamente di la palabra, y mi criado sanará.” Él tenía un criado, atrás en el versículo 6, postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado Y Jesús le dijo, Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: No, no, no soy digno de eso. Solamente di la palabra y mi creado sanará.” Entonces él había visto algunos milagros.

Y después él dijo, “también yo soy hombre bajo autoridad,” estoy bajo autoridad, como también tengo autoridad, como cualquiera en un sistema de rango sabe, tengo bajo mis órdenes soldados, y digo a éste, Ve, y va, y al otro, ven y viene, y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Yo sé lo que es la autoridad, dice él.

Y al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: “De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.” ¿Qué? Digo, estamos en el octavo capítulo de Mateo, ya entrados en el ministerio galileo de Jesús. Él no había visto ese tipo de fe en Israel, jamás. Y es un centurión romano que lo reconoce como Señor, que sabe que tiene poder milagroso, que sabe que tiene Él autoridad divina, que está humillado en Su presencia, y que tiene una gran fe en Él, una gran fe en Él como el Señor divino y obrador de milagros. Obviamente él había estado escuchando y escuchando sin los prejuicios de las multitudes judías que rechazaron a Jesús.

Y entonces el comentario de Jesús en el versículo 11 es sorprendente, “Os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente,” ¿Qué significa eso? Gentiles. Habrá gente que va a venir de todo el mundo, “y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos”. Sí, el reino de los cielos va a ser poblado por gente del oriente y del occidente, como este centurión romano. “Más los hijos del reino,” esto es, el pueblo de Israel, “serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.” Qué paradoja tan rara es esa, que serán gentiles los que se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, y no el pueblo de Israel, ellos estarán en las tinieblas de afuera con lloro y crujir de dientes.

“Y Jesús le dijo al centurión, ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.” Este es un relato increíble de un centurión que había venido a la fe en Jesús al oír a escondidas lo que había dicho y ver a distancia.

Escuche lo que Lucas dice acerca de ese mismo incidente, Lucas 7, “Él entró en Capernaum,” versículo 1, “y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir. Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese, y sanase a su siervo. Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto”. Este es el grupo de ancianos judíos que van a Jesús en nombre de este centurión. Esto añade más a la historia.

Y vea lo que dice acerca de él, es digno. Hemos leído en Mateo, él dijo que no era digno. Pero ellos dijeron es digno de que le concedas esto. ¿Por qué? Porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga. ¡Sorprendente! ¿Qué tan honorable es este centurión? Él ama al pueblo judío, él incluso les ha construido su sinagoga. “Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano.” Después él cubre el mismo discurso. “Y al regresar a casa en el versículo 10, el siervo estaba sano.” Él creyó antes del milagro, y le prometo que él creyó después del milagro.

Él es un gentil, él es parte de un ejército pagano que estaba invadiendo. Él es parte de otra cultura. Y los romanos eran odiados por los judíos; los judíos odiaban a los romanos que estaban invadiendo su territorio. Pero él es un creyente humilde, generoso, magnánimo y que cree en el señorío de Cristo, a diferencia de la nación de Israel.

Conocemos a otro centurión en el décimo capítulo de Hechos. Al apóstol Pedro, Dios le dijo básicamente mediante una visión a ir a Cesarea, nombrada por César, en cierta manera esa era la capital romana en la tierra de Israel. Y él debe reunirse con un hombre llamado Cornelio, un centurión de lo que se llamaba el batallón italiano; él era parte de algún batallón que era de Italia misma. Pero observe el versículo 2, como describe a este centurión: “piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo y oraba a Dios siempre.”

Digo, este es otro pagano que es un prosélito del judaísmo, quien es un creyente en el Dios vivo y verdadero. De nuevo, él es producto del ministerio de Jesús y los apóstoles, como alguien que simplemente está escuchando. Digo, incluso Jesús dijo, “Es a los judíos primero, y después a los griegos,” cuando Él habló de las migajas que caen de la mesa. Y a Pedro se le dice que vaya a Cornelio.

La historia, simplemente es una historia asombrosa. Vaya al versículo 22. Pedro va, y le dicen, va a Cesarea, y le dicen: “Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos.” De nuevo, simplemente es sorprendente cuánto respeto tenían los judíos hacia esta policía benevolente, generoso, éste policía militar. Él fue divinamente dirigido por un ángel santo para que viniera a su casa y oyera un mensaje.

Entonces Dios, mediante un ángel, prepara esta junta con Pedro y Cornelio. Y usted conoce el resto de la historia; la historia termina al final del capítulo 10 con Cornelio siendo bautizado.

Y si usted avanza en el libro de los Hechos, y usted llega al capítulo 21, Pablo llega en Jerusalén y él va al templo. Y usted recuerda la historia: ellos quieren matarlo—los judíos quieren matar a Pablo. Lo acusan falsamente de meter a un gentil al área prohibida del templo.

Entonces quieren matarlo, y otro alboroto empieza, una muchedumbre se une, y quieren matar a Pablo. E interviene de nuevo un centurión, incluso un comandante, un quilliarca, uno que estaba a cargo de mil, e incluso varios centuriones, e incluso cientos de soldados. Para cuando usted va del capítulo 21 de Hechos al 24, usted tiene una comitiva militar masiva de jinetes y soldados a pie y personas con armas. Y todos están rodeando a Pablo para protegerlo, para protegerlo, porque no pueden encontrar algún crimen que él cometió. Pero los judíos, como lo hicieron con Jesús, están tratando de matarlo.

Y de nuevo, comandantes, centuriones, soldados, protegen a Pablo de aquellos que lo querrían asesinar—y sigue capítulo tras capítulo. Y Pablo tiene que dar un testimonio a Félix y Festo y a Agripa, y él está bajo custodia por todo este tiempo, y finamente lo meten a un barco, en Hechos 27, y lo mandan a Roma. Y es otro centurión llamado Julio que es del batallón Augusto, el cual estaría pegado a César, y él escolta a Pablo.

Pablo es un asunto político tan delicado que colocan a uno de los propios centuriones de Augusto para que esté a cargo de Pablo para que llegara seguro a Roma. ¿Por qué? Porque él era un ciudadano de Roma por nacimiento. Y los soldados romanos dejaron de hacerle daño alguno, una vez que él declaró su ciudadanía romana. Sabían que estaban obligados por ley romana, con la cual estaban comprometidos. Y lo llevaron a Roma. E incluso camino a Roma hubo un naufragio, y hubieron todo tipos de desastres que pasaron. Y de nuevo, fue el centurión romano quien salvó su vida. Cada vez que usted se encuentra a uno de estos centuriones, él es heroico, heroico espiritualmente, de alguna manera, como creyente en Cristo o como un protector del apóstol Pablo.

Y él no estaba solo. Regrese a Mateo capítulo 27, si se ha desviado de ahí. Mateo 27, hubieron muchos otros con él. Leemos de eso ahí atrás en el versículo 27, los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía. Entonces están a cargo del prisionero. Están a cargo de Su encarcelamiento hasta que pueden llevarlo a juicio. Él es azotado, como dice el versículo 26, después entregado para ser crucificado. Entonces el centurión está a cargo de cuidar la crucifixión.

Se burlan de Él; no dice que el centurión fue parte de eso. Pero los soldados se burlan de Él, pretenden que Él es un rey, lo desnudan, le ponen un manto de escarlata, una corona de espinas, pusieron una caña en su mano como si fuera un cetro, se arrodillaron delante de Él, burlándose, “Salve, Rey de los judíos,” escupiéndole. y tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. Después de que se burlaron de él, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos y le llevaron para crucificarle.

Entonces estaban actuando de una manera en la que no vemos actuar a los centuriones. Cuando llegaron a la crucifixión todavía estaban a cargo, lo cual significó que clavaron a Jesús a la cruz acostada sobre el suelo, y después la dejaron caer en el agujero profundo. Esa era su responsabilidad.

Ahora ¿cómo es que este centurión llega al punto en el que dice, “Verdaderamente éste era Hijo de Dios?” Bueno en primer lugar, un poco de trasfondo. En el 42 antes de Cristo, Julio César, póstumamente, después de su homicidio, fue deificado, y declararon que Julio Cesar era un dios. Como consecuencia, su hijo adoptivo que gobernó después de él, llamado Octaviano, también llamado Augusto, recibió el título “el hijo de dios”, el hijo de dios.

Habría sido comprensible si un centurión romano hubiera llamado a Octaviano, o a Augusto César, el hijo de dios. Pero llamar a este hombre judío, siendo ofrecido como un criminal, el Hijo de Dios, era esencialmente decir, yo renuncio a mi adoración entera de César. Él estaba determinado a ser lo que llaman divi filuis, hijo divino, César lo era y todo César después de él. Pero para este hombre, Jesús era el Hijo de Dios.

¿Cómo es que pasó esto? Bueno veamos su confesión. Veamos su confesión. Verdaderamente, versículo 54, éste era el Hijo de Dios. ¿Por qué dice él esto? ¿Acaso él solo está partiendo de la idea de que Augusto era “el hijo de dios”? ¿Acaso él solo está cambiando religiones, o hay más que esto?

Regrese al capítulo 26 y versículo 63. Cuando Jesús estaba siendo juzgado con el sumo sacerdote, versículo 63, El sumo sacerdote le dijo, el sumo sacerdote le dijo: “Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo, Tú lo has dicho; y además os digo, que dese ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo, un día será revelado que soy el Hijo de Dios, pero lo que dices es correcto.”

“Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo, ha blasfemado, qué más necesidad tenemos de testigos he aquí ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? y respondiendo ellos, dijeron, es reo de muerte. Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban, diciendo Profetízanos Cristo, quien es el que te golpeó.” ¿Cuál fue la blasfemia? Qué Él dijo ser el Hijo de Dios.

Allá en el capítulo 27, ahí en el versículo 43, o versículo 40 en primer lugar, si eres Hijo de Dios desciende de la cruz. Después versículo 43, Él dijo Soy Hijo de Dios. Entonces no es que está partiendo de la idea de que Augusto César es el hijo de dios, él está declarando este es el Hijo de Dios, en términos judíos porque de esto ha tratado este juicio entero. El crimen que Jesús cometió era decir que era el Hijo de Dios. Esa fue la blasfemia por la que lo querían ejecutado.

El apóstol Juan nos ayuda a entender esto. Escuche lo que é \l escribe en Juan 19. “Entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó. Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza,” tal como leímos en Mateo, “le vistieron con un manto de púrpura, y le decían salva Rey de los judíos, y le daban de bofetadas. Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él.” Jesús entonces salió, usando la corona de espinas, el manto púrpura, y Pilato dijo: “He aquí el hombre”.

Entonces, cuando los principales sacerdotes y los oficiales lo vieron y dijeron: Crucificadle, crucificadles, Pilato dijo: Tomadlo, y vosotros crucificarle, porque ningún delito hallo en él.”  Versículo 7, “los judíos le respondieron, nosotros tenemos una ley y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a si mismo Hijo de Dios.” Créame, el centurión oyó eso. Él no está hablando hijo de dios en términos romanos, él está hablando Hijo de Dios en términos bíblicos.

Hubieron personas que sabían que Él era el Hijo de Dios. Juan el Bautista lo supo, capítulo 1 de Juan. Natanael lo sabía, también capítulo 1 de Juan. Marta lo sabía, ella lo declara en Juan 11. Marcos lo sabía; él comienza su evangelio declarando que Jesús es el Hijo de Dios, capítulo 1, versículo 1. Los discípulos sabían, ellos dijeron, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Satanás sabía; en su tentación, Satanás dice, debido a que Tú eres el Hijo de Dios, debido a que Tú eres el Hijo de Dios, y después ofreció la tentación. Los demonios sabían, los demonios en terror clamaron a Él como el Hijo de Dios, Marcos 3, Marcos 5, Mateo 8. María sabía, porque el ángel había dicho en el nacimiento, Lucas 1, que Él es el Hijo del Dios Altísimo.

Habían otros judíos creyentes que sabían, y estaba este centurión que también sabía. Él conocía la verdad, y él la confiesa. Y Marcos dice cuando él la confesó, él estaba de pie enfrente de Jesús, enfrente de Él, y él comenzó a alabar a Dios y a declarar que Jesús era justo. Esto es tan increíble. Este es el hombre a cargo de la ejecución, y él está viendo el rostro de Jesús y diciendo: Este era el Hijo de Dios.

¿Qué quiso decir él con eso? ¿Qué significa, el Hijo de Dios? ¿Y por qué los judíos estaban tan molestos por eso? Bueno usted va a Juan 5, y usted lo descubre. Usted podría ir a muchos lugares, pero este lo explicará. Juan 5:18, Por esto, este es el versículo 18, Juan 5, Por esto los judíos aún más procuraban matarle, ¿por qué? Porque no sólo quebrantaba el día de reposo, parecía más bien insignificante, no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.

Ahora escuche, no tenemos que tomar la declaración de Jesús de ser igual a Dios, por parte de los discípulos. Alguien podría decir, ese no es testimonio objetivo, ¿verdad? Ellos siguen a Jesús, ellos aman a Jesús, claro, ellos dirán el Hijo de Dios. Muy bien, tomemos el testimonio de Sus enemigos. Sus enemigos dijeron, Él dice ser igual a Dios, no había duda al respecto de lo que Él estaba diciendo.

“Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre,” lo cual significa, sí, Soy igual a Dios, solo hago lo que el Dios hace. Solo puedo hacer lo que Dios hace. Todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Yo actúo exactamente de la manera en la que el Padre actúa. Versículo 20, el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. El Padre no retiene nada del Hijo, el Padre le da todo al Hijo, el Hijo hace todo lo que el Padre hace de la manera en la que el Padre lo hace.

Un par de ilustraciones, versículo 21, como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida, él tiene el mismo poder creador para levantar a los muertos y darles vida. Versículo 23, o versículo 22, más bien, Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo. El Hijo tiene juicio por igual al del Padre, igual poder de resucitar a los muertos, igual autoridad, igual en naturaleza. De tal manera que, el resumen de esto, versículo 23, todos honran al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió”

Usted no puede decir que cree en el Dios verdadero y no creer que Jesús es igual a Dios. Jesús es Dios. Él es el Hijo de Dios, lo cual es decir que Él posee la misma naturaleza que Dios, eternamente. Los judíos sabían exactamente que Jesús estaba afirmando esto, y esa es la razón por la que lo vieron como blasfemia. Pero el centurión no lo vio como blasfemia, él lo creyó.

¿Cómo? ¿Qué causó que él creyera? ¿Cómo llega él a esa conclusión? Regrese al capítulo 27 de Mateo. ¿Cómo llega él a esa conclusión? Atrás en Juan 8:18 Jesús había dicho, el Padre que me envió da testimonio de mí. ¿Cómo testifica Dios de la deidad de Cristo? Bueno aquí vamos a ver. ¿Qué estaba pasando? Regresemos al versículo 54, “El centurión y los que estaban con él, el resto de los soldados, guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.” Llegaron a esta conclusión por lo que estaba pasando en la cruz.

¿Y qué estaba pasando? Regrese al versículo 45, y veamos solo rápidamente, Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. De pronto, de las 9 a las 12, había habido luz, pero a las 12, el mundo entero se oscurece, a mediodía. Él fue crucificado a las 9 de la mañana, y hubieron tres horas de luz, y hubieron tres cosas que Jesús dijo en esas tres horas, y fuera de eso, hubo silencio. Con respecto a los soldados, Él había dicho, Padre, perdónalos, no saben lo que están haciendo. Con respecto al ladrón que creyó, Él dijo, hoy estarás conmigo en el paraíso. Y con respecto a María Su madre y Juan el apóstol, Él dijo María ve a tu hijo, Juan, vea a tu madre, y Él estaba entregando a Su madre al cuidado de Juan.

Entonces en la luz, Él estaba mostrando gracia y compasión. Tres horas de luz, Él solo dijo tres cosas. Llegan las doce cuando el sol debería estar en su cenit, y toda la tierra, la palabra griega es , lo cual significa la tierra. la tierra se pone negra. Y creo que es toda la tierra, porque Dios literalmente bloquea el sol. Los historiadores romanos, por cierto, escribieron de esto. Incluso hay una carta de Pilato a Tiberio, un documento que habla de la oscuridad sobre el mundo. Y la palabra usada aquí es ekleipō, de la cual obtenemos eclipse.

Esta es la razón por la que es tan aterrador, es mediodía. No existe una explicación natural para esta oscuridad. Es, por cierto, luna llena en la Pascua, lo cual significa sol lleno, la luna llena reflejando al sol. Pero el sol se apagó, y entonces la luna se apaga. Dice usted, ¿cómo puede pasar esto? Bueno ha pasado antes. En Josué capítulo 10, el sol se detuvo. En Segundo de Reyes capítulo 20, los relojes de sol fueron hacia atrás. Dios puede mover milagrosamente cualquiera de los cuerpos que Él creó.

Pero ¿por qué en este tiempo? ¿Por qué la oscuridad? ¿Acaso Dios estaba tratando de esconder el sufrimiento de Su Hijo? ¿Acaso Dios estaba tratando de mostrarle algo de empatía a Él? ¿Acaso esto fue algún tipo de protesta divina por lo que los judíos y los romanos le estaban haciendo? No. Lo que usted debe saber acerca de la oscuridad es bastante claro. Si usted lee las palabras de Isaías, escuche esto, “He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira…el sol se oscurecerá…y la luna no dará su resplandor. Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad.” Cuando se oscurece, es un evento, el Día del Señor. Y un evento del Día del Señor, como vimos la semana pasada, es un juicio divino.

En la profecía de Joel, capítulo 2, viene el día de Jehová…día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra…el sol y la luna se oscurecerán, los terremotos serán grandes y muy terribles, ¿quién podrá soportarlo?” Joel 3, “Cercano está el día de Jehová…el sol y la luna se oscurecerán…Jehová rugirá…temblarán los cielos y la tierra.” Amós 5, “El día de Jehová será tinieblas y no luz…porque son muchas sus rebeliones y vuestros pecados son grandes.” Usted encuentra lo mismo en Sofonías, tinieblas y oscuridad, “Porque han pecado contra el Señor, es el día de ira divina.” La oscuridad simboliza ira divina. ¿Qué quieres decir con ira divina? Ira divina derramada sobre el Hijo de Dios en nuestro lugar.

La oscuridad declara que la ira divina sea liberada a una escala masiva, una escala masiva, afectando a todo el planeta, castigo por el pecado, transgresión, e iniquidad. Es un día del Señor, y el Hijo de Dios está siendo castigado por todos los pecados de todas las personas que creerán a lo largo de toda la historia humana. El que está en la cruz está recibiendo la ira divina que merecemos. Es castigo de Dios; esa es la razón de la oscuridad.

En el versículo 46, la oscuridad termina en la hora novena, y Jesús clamó a gran voz, diciendo: “Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Esta es otra cosa sorprendente que debió haber encajado en la confesión del centurión. Este es un clamor de inocencia. Este es un grito de inocencia.

Al final de esta explosión masiva, cósmica de ira sobre Cristo, Él grita, literalmente. Él grita con una voz fuerte, llena de poder, aunque Él acaba de ser castigado por todos los pecados de toda la gente que creería a lo largo de la historia humana; Él ha absorbido ese castigo en tres horas. ¿Cómo es posible? Porque Él es una persona infinita. Y después con una voz fuerte él clama a partir de Su inocencia.

Ahora recuerde, los otros escritores de los evangelios dijeron que el centurión dijo, “Este hombre es un hombre justo.” Pilato dijo eso una y otra vez, no halló mal en Él, este es un hombre justo. ¿Por qué sufriría un hombre recto, justo? Eso es lo que el clamor de Jesús significaba, ¿Por qué, por qué, por qué? Él está sintiendo la separación de Su Padre por primera vez en toda la eternidad.

Entonces el soldado está viendo la ira de Dios derramada en un hombre inocente. Y después él ve algo incluso más sorprendente, inexplicable a nivel humano, versículo 50, “Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.” Esto es sorprendente. Los otros escritores dijeron, “Cuando exhaló por última vez, él dijo: Verdaderamente este era el Hijo de Dios.”

¿Qué hay en la manera en la que Él murió? El hecho de que Él literalmente entregó Su vida. ¿Se acuerda de que Él dijo, nadie me quita la vida, yo de mí mismo la pongo? Juan 10:18. En fuerza completa, voz completa, Él dijo: “Consumado es,” Juan 19, “En tus manos encomiendo Mi espíritu,” Lucas 23, y entregó Su vida para partir. Sorprendente. Absolutamente impresionante. El hombre tenía poder sobre la vida y poder sobre la muerte.

El centurión y sus soldados están viendo todo esto. Y después algo más sorprendente, versículo 51, “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló y las rocas se partieron.” Simplemente tome el velo del Templo. ¿Qué es eso, unos 76 por 76, 10 centímetros de grueso? El velo separaba el Lugar santo del lugar santísimo adentro del lugar santísimo; solo un sumo sacerdote podía ir una vez al año. Esa era la presencia de Dios.

No había acceso a la presencia de Dios; únicamente el sumo sacerdote podía entrar ahí, porque ningún sacrificio jamás ofrecía acceso—ninguno de los sacrificios animales. Y, por cierto, decenas de miles de ellos se estaban ofreciendo este día mismo en esta hora misma en el templo, más sacrificios que en cualquier otro momento del año. Y en medio de todos esos sacrificios, de pronto el Templo es azotado por el poder de Dios; y de arriba abajo, esta cortina es rasgada y abierta, y el lugar santísimo es abierto, y eso simbolizaba el sanctum interior, la presencia de Dios. Y debido al sacrificio de Cristo, Dios está diciendo, el camino a Mí está abierto. Imagínese, son las tres de la tarde en la Pascua, decenas de miles de corderos están siendo matados, lo cual no podía abrir el camino a Dios, solo podía simbolizarlo.

Entonces estos soldados romanos están recibiendo una lección profunda en testimonio divino de quien es el Hijo de Dios, y Dios ni siquiera dice una palabra. El camino a Él está abierto mediante el sacrificio de Cristo. Y después, la tierra tembló y las rocas se partieron. Eso también siempre iba con el Día del Señor. La tierra tembló y las rocas se partieron, este es Dios sacudiendo el mundo en un anticipo de juicio final. El temblor es severo, y está derribando el Antiguo Pacto. Es el desmoronamiento y el colapso del sacerdocio antiguo, del sistema de sacrificios. Es el comienzo del Nuevo Testamento y el Nuevo pacto en la sangre de Cristo. ¡Qué escena!

Y eso no es todo. En los versículos 52 y 53, se abrieron los sepulcros, “Y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.” ¿Qué es esto? Este es un adelanto de lo que fue logrado por la muerte de Cristo. ¿Qué fue logrado por Su muerte? Nuestra resurrección.

En el siguiente capítulo, en el capítulo 28, Él es resucitado de los muertos. Pero aquí, este es un adelanto de nuestra resurrección. ¿Qué está pasando en la cruz? Este soldado está recibiendo una lección sorprendente en teología: la teología de la cruz, la gloria del Nuevo pacto. Este es uno muriendo en su lugar por el pecado. él confiesa que es el Hijo de Dios.

Él estaba asustado, todos estaban asustados, dice. Usted también habría estado asustado: oscuridad en medio del día, terremotos, el velo del templo rompiéndose, un hombre controlando Su propia muerte. Pero la conclusión fue correcta: Verdaderamente éste era el Hijo de Dios.

Ahora aquí está el punto: ¿es importante decir eso? ¿Es importante creer eso? Escuche a Juan. Probablemente en las palabras más conocidas que Juan jamás escribió, el tercer capítulo de su evangelio. Simplemente escuche, conocido, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su,” ¿qué? “hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado, pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” La salvación, el perdón, la vida eterna viene por creer lo que ese centurión creyó, que Jesús es Señor.

Y palabras finales de Juan en su epístola, Primera de Juan. Escuche esas palabras, 1 de juan 5, versículo 5, “¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” Versículo 10, “El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo, el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de Su Hijo.” Si usted no cree que Dios ha declarado que Jesús es Su Hijo, si usted rechaza eso, usted está llamando a Dios un ¿qué? un mentiroso.

“Y este es el testimonio,” 1 de Juan 5:11, “que dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida, el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” Esa es la confesión más importante que usted puede llegar a hacer. ¿Puede usted decir con el centurión, verdaderamente este era el Hijo de Dios? Oremos.

Padre nuestro, estamos tan agradecidos por la claridad con la que las Escrituras nos hablan. Tan profundamente agradecidos porque no nos has dejado en la oscuridad, sino que nos has dado una revelación completa de la gloria de Cristo, una revelación tan clara de Su gloria que incluso un soldado romano pagano, el más rudo de los hombres, tuvo su corazón ampliamente abierto, y confesó que Jesús es el Hijo de Dios. Esa confesión nos trae perdón y vida eterna.

Señor, simplemente oro porque nadie aquí rechace a Cristo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo no tiene la vida, y estamos hablando de vida eterna en la gloria y gozo de Tu presencia. Que muchos hagan esa confesión, incluso hoy, oramos. Amén.

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