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Hay un sermón anunciado en el boletín, pero puede no prestarle atención a eso porque ese no es el tema para el día de hoy. He llegado a la convicción de que necesitamos recibir algo de ánimo como el pueblo de Dios. Este es un tiempo triste. Y puedo hablar en nombre de ustedes porque sé que ustedes llevan las mismas cargas que yo como iglesia. Este es un tiempo muy difícil para la iglesia.

La iglesia, por lo menos en nombre, está llena de falsos maestros, pastores que se han desviado, líderes inmorales, arrogantes, soberbios, el poder siendo usurpado por mujeres, división, odio racial y enemistad, teología mala, mundanalidad. Es un momento muy triste y se ha multiplicado por el hecho de que nos sentimos como si estamos siendo perseguidos, porque se nos dice que no podemos reunirnos. Hay algunas personas que se podrían preguntar cuál es el futuro de la iglesia. Algunas iglesias simplemente han cerrado, pero eso es porque temen la autoridad gubernamental o porque básicamente están tratando de agradar a la sociedad y no pueden encontrar una manera de hacer eso en esta situación.

Es un tiempo muy difícil para los pastores fieles, no pueden pastorear a sus rebaños, no pueden estar al lado de los débiles, los que están luchando, los ociosos, los necesitados. He tenido que hacer llamadas telefónicas a personas que están muriendo en un hospital, en lugar de estar a su lado cuando se fueron a la gloria. Ese fue el caso con Jackie Owens, cuyo servicio se llevó a cabo ayer. No podemos tener bodas, no podemos tener servicios memoriales, funerales, y más allá de eso tiene usted una sociedad de personas que tienen miedo, tienen miedo en el sentido definitivo, tienen miedo de que pueden morir porque se les dice eso todo el tiempo. Y, ¿adónde acuden? Las iglesias no están ahí.

Pienso en otros asuntos que han sucedido en nuestra sociedad, protestas y terremotos y cosas así. Inevitablemente resultan en un incremento en la asistencia en el domingo, porque la gente despierta a la realidad de la muerte, y se apuran a asistir a la iglesia para encontrar esperanza. Me acuerdo del 11 de Septiembre, como estaba llena esta iglesia el domingo después del martes del 11 de Septiembre. Pero parece como si no hay lugares a los que pueden acudir. El pueblo de Dios que necesita el uno al otro, que necesita la oración, el apoyo, la comunión unos con otros están aislados en gran parte los unos de los otros. Este podría ser un tiempo de desánimo serio.

Y en cierta manera te da la idea de que no parece ver un fin. Nos estamos dando cuenta de que los hombres malos van de mal en peor, conforme pasa el tiempo, eso es lo que dice la Biblia. Podríamos haber pensado que la iglesia se fortalecería conforme avanzara el tiempo, sabemos quizás más que en cualquier otro momento en la historia de la iglesia, de la debilidad de la iglesia debido a los medios masivos de comunicaciones. Las iglesias débiles, los líderes inmorales no se pueden esconder, nadie se puede esconder, no en esta sociedad. La internet lo va a exhibir a usted.

Entonces, todo lo que está mal ahí afuera, todos llevamos el peso de eso. Entonces, quizás nos estamos preguntando exactamente adónde va todo esto. Para ayudarle con esto quiero que abra su Biblia en 2 Corintios capítulo 2. 2 Corintios capítulo 2. Y quiero entrar en un tiempo en la vida de mi héroe de ministerio, el apóstol Pablo. Un tiempo triste para él también, un tiempo en el que la iglesia que él fundó y amaba, habían falsos maestros, doctrina mala, pecado, división, hostilidad, en muchos niveles y persecución. Fue suficiente para desanimarlo incluso a él. Oiga sus palabras en 2 Corintios 2, versículos 12 al 17.

“Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito; así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia. Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.”

Realmente nunca ha habido un tiempo cuando el pueblo de Dios no ha tenido enemigos. De hecho, cuando Satanás mismo, el archienemigo de Dios no ha atacado el reino de Dios. Pienso en Deuteronomio y en el consejo final de Moisés conforme él entregaba la estafeta a Josué. Escuche Deuteronomio 31: “Fue Moisés y habló estas palabras a todo Israel, y les dijo: Este día soy de edad de ciento veinte años, no puedo más salir ni entrar. Además de esto Jehová me ha dicho: No pasarás este Jordán a la Tierra Prometida. Jehová tu Dios él pasa delante de ti, él destruirá a estas naciones delante de ti, y las heredarás. Josué será el que pasará delante de ti, como Jehová ha dicho.

“Y hará Jehová con ellos como hizo con Sehón y con Og, reyes de los amorreos, y con su tierra, a quienes destruyó. Y los entregará Jehová delante de vosotros, y haréis con ellos conforme a todo lo que os he mandado. Esforzaos y cobrad ánimo, no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará. Y llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás con este pueblo a la tierra que juró Jehová a sus padres que les daría, y tú se las harás heredar. Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.”  

Capítulo 1 de Josué. Capítulo 1, versículo 1: “Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Yo os he entregado, como lo había dicho Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio. Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.

“Esfuérzate y se valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y se muy valiente; para cuidar y hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.”

En 2 Crónicas, capítulo 32, al borde de una invasión de un rey pagano a la tierra de Israel, leemos: “Después de estas cosas y de esta fidelidad, vino Senaquerib rey de los asirios e invadió a Judá, y acampó contra las ciudades fortificadas, con la intención de conquistarlas. Viendo, pues, Ezequías la venida de Senaquerib, y su intención de combatir a Jerusalén, tuvo consejo con sus príncipes y con sus hombres valientes, para cegar las fuentes de agua que estaban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron.

“Entonces se reunió mucho pueblo, y cegaron todas las fuentes, y el arroyo que corría a través del territorio, diciendo: ¿Por qué han de hallar los reyes de Asiria muchas aguas cuando vengan? Después con ánimo resuelto edificó Ezequías todos los muros caídos, e hizo alzar las torres, y otro muro por fuera; fortificó además a Milo en la ciudad de David, y también hizo muchas espadas y escudos. Y puso capitanes de guerra sobre el pueblo, y los hizo reunir en la plaza de la puerta de la ciudad, y habló al corazón de ellos, diciendo: Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él.”

El profeta Isaías en el capítulo 41, da un mensaje parecido en términos de aliento, de la fidelidad de Dios al sustentar a Su pueblo. Isaías 41, versículo 8: “Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien escogí, descendencia de Abraham mi amigo. Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

“He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. No temas, gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel; yo soy tu socorro, dice Jehová; el Santo de Israel es tu Redentor.”

Una y otra vez Dios le declaró a Su pueblo que Él estaría ahí, que Él sería su Liberador, su Protector. No importa cuán fuerte es el enemigo, no importa cuán fuerte sean sus fuerzas, Él siempre sería el protector de Su pueblo. Cuando usted llega al Nuevo Testamento, en ese primer sermón magnifico en Mateo, el primer sermón registrado del evangelio de Mateo, en el capítulo 5, usted oye estas palabras en el versículo 10, de los labios del Señor Jesucristo: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos, y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos. Porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.”

Y después, en el evangelio de Juan, en fin de su ministerio, reunido con sus discípulos en el Aposento Alto, Juan 15, versículo 18, Él les dice en esa noche final: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.

“Más todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. Si yo no hubiese entre ellos obras que ninguno ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí, y a mi Padre. Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.” Y Él cita del Salmo 35, Salmo 69, y Salmo 109; “Sin causa me aborrecieron.”

Y sigue en el capítulo 16: “Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí.” Y al final de ese capítulo 16, versículo 33: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Ninguno de nosotros debe sorprenderse por la hostilidad, pero para nosotros que vivimos en este país en particular, en este tiempo de la historia, la persecución ha sido quizás personal, la gente en su propia familia que lo resiente a usted, la gente que usted conoce que resiente su compromiso con Cristo. Pero primordialmente hemos vivido en una era en la que la iglesia no ha conocido persecución colectiva. No en este país.

Entonces, nuestro entendimiento de estas grandes promesas de Dios por proteger a Su pueblo, en cierta manera han sido algo teóricas e históricas. La iglesia no ha sido perseguida en nuestro país, no ha sido afligida por el gobierno, por lo menos no hasta ahora. Y estamos comenzando a sentir hostilidad, estamos comenzando a sentir como si estuviéramos siendo señalados. Entendemos que la persecución existe alrededor del mundo, según aquellos que rastrean la persecución de cristianos, hay por lo menos doscientos sesenta millones de cristianos viviendo en lugares dónde hay persecución abierta.

No conozco los números exactos, pero se estima que alrededor de tres mil cristianos fueron matados por ser cristianos, el año pasado. Diez mil iglesias fueron quemadas o atacadas y destruidas, cuatro mil personas fueron arrestadas y encarceladas por ser cristianas. Y siempre la persecución viene a dos niveles. Viene, número uno, por parte de gobiernos autoritarios y número dos, por parte de autoridades religiosas falsas, influyentes, primordialmente el islam.

Entonces, parece que los grandes perseguidores de la iglesia siempre han sido aquellos que están en la autoridad. Autoridad civil, o autoridad religiosa. Por primera vez en la historia de nuestra nación los gobernantes del gobierno han decidido cerrar las iglesias, pero no las protestas o las manifestaciones; en base a un temor algo engañoso de una enfermedad, de la cual 99 por ciento de la gente se recupera, y la mayoría de ellos, sin síntomas. ¿Cómo se ve el futuro de la iglesia? Seguimos oyendo palabras como: “Esta restricción es indefinida.” Hemos experimentado algo que es algo muy nuevo para nosotros. Se están presentando preguntas acerca del futuro de la iglesia.

Y es fácil desanimarse cuando la comunión en nuestra vida, y es atacada, y es desmembrada. Esta semana va a haber niños pequeños aquí, por primera vez en meses. Se han perdido meses de ser instruidos los domingos, de Generaciones en Gracia, y Club de Aventuras, en doctrina sana. Jóvenes se han perdido meses y meses de comunión con sus amigos, y todos nos hemos extrañados unos a otros. ¿Por qué está pasando esto? Yo me encuentro exactamente en dónde Job estaba, no conozco el consejo de Dios, pero esto sé, sé que históricamente cuando los tiempos se vuelven difíciles para la iglesia, tienden a purgar a la iglesia. He estado leyendo de algunas iglesias que han cerrado hasta el fin de año, y las que están haciendo eso, hasta ahora van a producir una bendición inmediata al no reunirse.

La persecución siempre purga a la iglesia, y lo que es más importante es, ¿qué hace una iglesia fiel? Bueno, ustedes lo están experimentando en este momento. Pablo, de regreso a 2 Corintios, Pablo conocía la decepción profunda por la iglesia corintia, que llegaba hasta su corazón. De hecho, estaba desanimado. De hecho, en el capítulo 7, del versículo 6 dice que él estaba deprimido. Es difícil para mí imaginarme a Pablo deprimido por algo, pero la superficialidad de esa iglesia, la pecaminosidad de esa iglesia, los falsos maestros que habían sido exitosos en esa iglesia, la iglesia volviéndose en contra de él, porque se les habían dicho mentiras acerca de él, la iglesia volviéndose tan parecida al mundo que en algunos casos no se podían distinguir el uno del otro, y de esta manera perdieron el impacto de su testimonio, fue una tristeza enorme para él.

Un pecado, y desastre espiritual siguiendo a otro, a tal grado que conforme él concluye esta carta, él dice en el capítulo 12 del versículo 20: “Pues me temo que cuando llegue, no os hallé tal y como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no queréis; que haya entre vosotros contienda, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desordenes.” Después, en el versículo 21, “Que cuando vuelva me temo que me humille Dios entre vosotros, y quizás tenga que llorar por muchos de los que antes han pecado, y no se han arrepentido de la inmundicia y fornicación, y lascivia que han cometido.” Incluso tengo miedo de ir.

En el capítulo 2, él comienza el capítulo: “Esto pues determiné para conmigo, no ir otra vez a vosotros con tristeza.” No quiero ir porque tengo miedo de lo que voy a encontrar, comienza el capítulo: “Esto pues determiné para conmigo, no ir otra vez a vosotros con tristeza.” No quiero ir, porque me temo lo que me voy a encontrar. No sé si puedo enfrentar más. En el capítulo 11, en una porción muy conocida él dice: “He sufrido mucho,”

Él habla del versículo 23, de “estar en cárceles, en peligros de muerte, muchas veces. De los judíos muchas veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como naufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.” Lo peor, es que mi corazón está tan entristecido por la iglesia. “¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar y yo no me indigno?” Las cosas físicas son una cosa que soportar y algo mucho peor que eso es la condición espiritual trágica de la iglesia.

Entonces, usted podría decir que el desánimo y la ansiedad por la iglesia corintia estaba carcomiendo su alma. Él sabía que tenían todos los dones, estaban divididos, llenos de enemistad entre sí, eran desordenados, eran mundanos, el caos reinaba en su supuesta adoración, el pecado manchaba su reunión en torno a la mesa del Señor, peleaban, se demandaban unos a otros, estaban involucrados en pecado sexual, y eran soberbios. Las condiciones estaban tan mal, que Apolos no se quiso quedar ahí, ni quería regresar. Y Pablo le instó a que fuera.

Además de eso, los falsos maestros habían entrado y habían infiltrado con éxito, y habían podido engañar a los líderes y a los miembros de la iglesia en una revuelta en contra de Pablo, el fiel. La virtud de Pablo estaba siendo atacada, su controversia con Pedro, que se presenta en Gálatas 2 estaba siendo calumniado, asuntos doctrinales, el uso de los dones espirituales estaban todos mezclados con celos y soberbia. Y coqueteaban con el incesto, abusaban de sus matrimonios, estaban en fiestas demoniacas, no ofrendaban como debían, incluso cuestionaban la resurrección.

Y esa es una congregación que le puede traer tristeza a cualquier persona que se preocupa por la iglesia. Él ni siquiera podía ir ahí, no quería ir ahí. Encima de esto, en Éfeso, aquellos que lo odiaban y el evangelio iniciaron una revuelta que se registra en Hechos 19, que le pudo haber costado la vida, alrededor del tiempo en el que está preocupado por esta iglesia. Algunos piensan que él pudo haber tenido una enfermedad fatal, potencial. Él necesitaba ser consolado. No es difícil entender su tristeza. 

Entonces, en cierta manera él se convierte para nosotros, un modelo de cómo responder en un tiempo en el que la iglesia está en una condición desastrosa. ¿Cómo enfrenta usted esta situación? Y, especialmente difícil fue su dilema debido al amor que tenía por ellos. De regreso al capítulo 2, versículo 4, él dice: “Porque por la mucha tribulación y angustia de corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande es el amor que os tengo.” El amor siempre intensifica la decepción, ¿no es cierto? El amor siempre intensifica el desánimo. Su corazón realmente está al borde de ser quebrantado. Él presenta palabras parecidas al final de la epístola, en el capítulo 12, versículo 15: “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos.” Esto es lo que recibo de ustedes, menos amor por amarlos.

Entonces, él envió a Tito, él envió a Tito para saber cómo habían respondido a su primera carta, 1 Corintios. Incluso una segunda carta que él les envió que no está incluida en el Nuevo Testamento, pero él se refiere a ella. Él quería saber cómo habían respondido a los ruegos, y a los dieciséis capítulos de 1 Corintios y a la primera carta. Y aquí es dónde retomamos la historia, en el capítulo 2 versículo 12. Él había venido a Troas, y él había venido a Troas con mucha tristeza. Troas era un puerto marítimo en el mar Egeo, al occidente de Asia Menor, ubicado en la provincia de Nisia. Fundada en el 330 a. C. aproximadamente a 16 kilómetros de Troya, Augusto le había concedido el estatus de colonia romana. Su partida había sido causada por las revueltas en Éfeso que le habrían costado la vida.

Entonces para hacer las cosas aún más difíciles él está quebrantado de corazón y él está huyendo de enemigos mortales. Él llegó a Troas, él había estado antes, según Hechos 16 pero aparentemente no fundó una iglesia. Una iglesia está ahí en Hechos 20, entonces quizás, la fundó en esta visita tan corta, mencionada aquí en el versículo 12. Él vino por esa razón. “Cuando llegué a Troas, para predicar el evangelio de Cristo,” para evangelizar la ciudad. Para hacer lo que siempre hacía ir a la sinagoga judía, y predicar el evangelio, predicar el evangelio a los judíos, para aquellos que creían, establecer una iglesia.

Y de manera maravillosa, y debería haber sido alentador, “se me abrió puerta en el Señor.” Una oportunidad para evangelizar se abrió en el Señor. En otras palabras, no fue estratégicamente diseñada por él, como alguna metodología eficaz. No, el Señor le había dado favor. El Señor había ido antes de él. El Señor había operado mediante su tiempo breve ahí. Él debió haber predicado como para saber que la puerta estaba abierta. Él sabía de puertas abiertas, él habla de Hechos 14:27, de una puerta abierta de la fe. Él habla en Colosenses 4:3 de una puerta abierta para la Palabra.

Entonces, aquí una puerta se abrió para el evangelismo, no significa que no hay adversarios, pero la puerta está abierta, y la única manera en la que él podía saber que la puerta estaba abierta es predicar el evangelio, es ver la respuesta. Y fue obviamente el Señor, porque algunos debieron haber creído, y esto es lo más probable, y aquí es lo más probable, que comenzó esta iglesia que más tarde aparece en el libro de los Hechos. Esta habría sido la mejor de las situaciones más alentadoras, ¿no es cierto? para alguien desanimado, evangelizar. Encontró lugar dónde el Señor abrió la puerta. Usted pensaría, que él diría: Aquí es en dónde voy a estar. Aquí es dónde me voy a quedar, pero no fue así. Observe el versículo 13.

“No tuve reposo en mí espíritu.” Esa es una afirmación tan interesante. No tuve reposo en mi espíritu. No tuve reposo, como dije antes, él define aun eso con mayor detalle en el capítulo 7 versículo 6, como estando entristecido, deprimido. Él no podía ir más allá de su dolor por la iglesia corintia. ¿Lo amarían? ¿Lo escucharían? ¿Se arrepentirían? ¿Dejarían su mundanalidad, su carnalidad, sus divisiones? ¿Se arrepentirían de incesto? ¿Terminarían las peleas? ¿Irían más allá de la confusión por el matrimonio y el divorcio? ¿Dejarían los ídolos? ¿Purgarían la cena del Señor, la mesa del Señor? ¿Abandonarían la inmoralidad sexual? ¿Disciplinarían a aquellos que pecaban y expulsarían a los falsos maestros?

Y esto estaba a tal grado en su corazón porque los amaba tanto que incluso con una puerta abierta en Troas, él no tuvo reposo en su espíritu. ¿Por qué? “Por no haber hallado a mi hermano Tito.” Tito iba camino de regreso a Pablo, él venía de Éfeso, y Tito iba a darle el reporte para que supiera como habían respondido a las cartas que había escrito. Pero todavía tenía la pregunta que le dolía, porque no había visto aun a Tito. Esta es una hora peligrosa para el predicador. Su corazón está en peligro de rebelión. Cuando la puerta está abierta, ni siquiera puede entrar por ella.

Él perdió su celo por la obra. Él está en tristeza, él está quebrantado de corazón. Todo parece haber salido mal. Sin gozo, simplemente un corazón de decepción, inquieto, triste. Cuando el predicador llega a este punto todo se vuelve una carga, el brillo del oro no brilla en el ministerio, parece como un trabajo que rompe el corazón. Y la tentación viene a muchos, de ceder, de darse por vencido en el ministerio e irse en la dirección opuesta. Las dificultades reales son exageradas, incluso comienza a actuar sin confiar en Dios.

Aparentemente Tito debería haberse encontrado con Pablo en Troas para reportarle acerca de los corintios, pero de alguna manera se retrasó. Entonces Pablo no iba a esperarse ahí aun con una puerta abierta no tenía el deseo de hacerlo, entonces las cargas lo habían abrumado tanto que él se fue. Él estaba tan abrumado que se fue. ¿Sabe una cosa? Es un peligro en el ministerio el tiempo pasado en pensar en los sentimientos de un corazón quebrantado, pueden quitar la energía de un siervo del Señor y ese es tiempo y energía perdidos para la eternidad.

Entonces, se fue de la puerta abierta. Versículo 3, “Despidiéndome de ellos.” Sin duda hubieron algunos creyentes ahí que están incrustados en el ellos, y otros que estaban ansiosos por oír la verdad. “Partí para Macedonia,” él sabía que ruta tomaría Tito. Entonces él se fue en un viaje sombrío para encontrarse con Tito. Probablemente cinco días por barco, en la esquina noreste del Mar Egeo, y después a pie por un camino conocido en dónde él esperaba encontrarse con Tito. Es simplemente tan difícil imaginarse esto, yo imaginarme un hombre de la fortaleza de Pablo pudiera llegar a este punto. Él estaba cerca del borde, cerca de la orilla, muy cerca de la orilla. Este es el lado oscuro de la vida del predicador, esto es lo que la decepción puede hacerles a los mejores hombres.

Estaba derrotado, ¿adónde se volvió para encontrar ánimo? Vea el siguiente versículo, versículo 14. “Más,” eso es importante, ¿no es cierto? Ese es un adversativo, algo viene, diferente. “Más, a Dios gracias,” él se mueve en la dirección del aliento, al dejar sus problemas y acercarse a su Dios. Él está encontrando su camino a las cosas mismas que Dios le dijo a Josué, y a Moisés, Israel, las mismas cosas de las que escribió Isaías; “Esfuérzate y se valiente, el Señor está contigo.” No sé si él llegó a encontrarse con Tito antes de que el aliento comenzara a regresar.

Él se encontró con Tito, capítulo 7, “Pero Dios que consuela a los afligidos, nos consoló por la venida de Tito. Y no solo por su venida, sino también por el consuelo con el cual fui consolado por vosotros conforme él nos reportó su anhelo y celo por mí.” Entonces él se regocijó aún más, oh wow, una buena palabra de Tito. Me gustaría pensar que él llegó al, “más a Dios gracias,” antes de que se encontró con Tito. Tito vino y trajo un buen reporte, eso consoló a Pablo mucho. Pero realmente no creo que el reporte fue la fuente de su gozo y ciertamente tuvo una parte en aliviar su ansiedad en el momento, pero él sabía que quizás incluso con oír por parte de Tito todavía había una minoría que se resistía y la superficialidad que habían mostrado los corintios en el pasado regresaría otra vez.

Entonces, ¿adónde acudió para encontrar gozo duradero? No sería en tan solo el reporte acerca de los corintios, porque eso podría solo ser una realidad temporal. ¿Adónde acude? “Más a Dios gracias,” ¿por el reporte de Tito? No Me encanta esto, “el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús.” ¿Ve usted eso? Él recordó lo que Dios le había dicho a Moisés, a Josué, y a Judá, lo que Isaías había dicho, “Sé fuerte y valiente. No temas, Dios está contigo.” “Más a Dios gracias,” gracias sean dadas a Dios.

De manera específica, ¿qué quiere decir? Bueno, me gustaría tener tiempo de explicarlo todo, pero permítame ver si puedo darle lo suficiente para cautivar su corazón. Hay una palabra ahí, triunfo, ¿la ve? triunfo. Ese es un término técnico. En la mente de Pablo él está viendo un triunfo, un triunfo romano. El honor más grande que podía dársele a un general romano era tener un triunfo. Antes de que un general romano pudiera recibir de su rey y de su pueblo un triunfo, él tenía que haber sido el comandante en jefe de un ejército en batalla, la campaña debió haber sido terminada en contra de un enemigo, la región apaciguada, las tropas victoriosas traídas de regreso a casa. Cinco mil del enemigo por lo menos, debían haber caído en una batalla. Una extensión positiva del territorio debió haber sido adquirida, y realmente no debió haber sido un ataque rechazado. La victoria debe haber sido ganada sobre un enemigo extranjero y no una guerra civil. Eso es lo que calificaba a un general para recibir un triunfo.

En el triunfo en sí la procesión del general victorioso marchaba por las calles de Roma hasta llegar al Capitolio, en el siguiente orden: primero pasaban los funcionarios del estado y del senado, siempre los políticos primero; luego los trompetistas; después estaba el botín obtenido en el campo conquistado. Cuando Tito conquistó Jerusalén, en el 70 d. C. por ejemplo, él trajo en el triunfo el candelabro de siete brazos, la mesa de oro, el pan de la proposición y las trompetas de oro del templo, desfilándola por las calles de Roma. Esto se volvió simbólico para la conquista.

Seguía el toro blanco que debía ofrecerse en sacrificio a los dioses por darle la victoria, después había un desfile de príncipes, líderes y generales cautivos, encadenados que serían encarcelados en breve, y con muchas posibilidades de que fueran ejecutados casi inmediatamente. Después pasaban los ministros de justicia cargando sus varas, seguidos por los músicos tocando música de triunfo. Después venían los sacerdotes moviendo los portadores de incienso, de los cuales emanaba un olor dulce, después venía el general mismo, de pie en un carro tirado por cuatro caballos, vestido con una túnica púrpura adornada con hojas de palma doradas, y en su mano tenía un cetro de marfil con el águila romana. Y después venía el ejército usando todos sus arreglos y gritando: Triunfo, triunfo, triunfo. Esto es lo que Pablo en su mente, un retrato magnifico.

“Más a Dios gracias el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús.” Un retrato magnífico.

Pablo recuerda que Cristo gana. Tres aspectos de esto se vuelven claro. Él agradece a Dios por el privilegio de estar en el ejército del Cristo triunfal. “Más a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús.” Sea lo que sea que esté pasando en el ministerio, sean los que sean los éxitos o fracasos, ánimo o desánimo, estar arriba o abajo en la vida y el ministerio, Cristo triunfa.

“Él siempre nos lleva.” El sentido de la guía soberana del Señor es el cimiento de nuestro gozo. Pablo habla de esto al final de su vida en 2 Timoteo capítulo 4, palabras conocidas para nosotros. Versículo 16: “En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon, no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial, a Él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.” 

Esa es su canción de cisnes, esa es su despedida. Es suficiente dice, el usar el uniforme y marchar detrás del victorioso. Cristo gana, Él guía a Su pueblo al triunfo. En 1 Timoteo capítulo 1, Pablo dice: “Doy gracias al que me fortaleció, Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel poniéndome en el ministerio, (o en el servicio) habiendo siendo yo antes blasfemo, perseguidor, injuriador; más fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna. Ahora, al rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios sea gloria y honra por los siglos de los siglos. Amén.”

Pablo terminó su vida con claridad acerca del triunfo. Gracias Padre por colocarme en el uniforme, como parte del ejército del Cristo triunfal. Sería como Romanos lo dice: hupernikium, súper conquistador. Seguimos a nuestro héroe conquistador en el desfile de victoria, no como cautivo, no como prisioneros que nos dirigimos al juicio, sino como colegas triunfales, sobre el gran triunfo sobre el pecado y la muerte, el infierno. Jesucristo va a ganar. Apocalipsis dice que Él va a regresar, Él es Rey de reyes y Señor de señores; y Él va a reinar. Cristo gana, y nosotros ganamos con Él. Nosotros estamos en el triunfo. Estamos en ese desfile de victoria.

En ese desfile de victoria, como mencioné, habían algunos sacerdotes que llevaban incensarios que estaban ardiendo con un aroma fuerte, habían mujeres que estaban arrojando flores en frente del general y sus tropas. Eso creaba una fragancia que subía al aire, un aroma dulce, un olor de victoria. Pablo aplica eso: “Más a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.” Manifiesta por medio de nosotros en todo lugar el olor de Su conocimiento.

Eso nos lleva a una segunda razón por la cual estar agradecidos, no solo porque estaba marchando en el triunfo de Cristo, sino que en segundo lugar él da gracias a Dios por el privilegio de tener una influencia eterna por el privilegio de tener influencia eterna de ser un olor agradable del conocimiento de Él en todo lugar. Y versículo 15, “Porque para Dios somos grato olor de Cristo a los que se salvan y en los que se pierden; a estos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?”

¿Quién puede esperar que su vida importe tanto? No solo estar en el ejército del Cristo triunfal, sino tener influencia eterna, ser uno de quien emana el olor dulce del evangelio en todo lugar, Romanos capítulo 10: “Todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo. ¿Cómo pues invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquél en quien no han oído? ¿Y, cómo oirán sin haber quien les predique? !!Cuán hermosos! ¡!!Cuán hermosos son los pies de los que anuncian buenas nuevas!”

A la mayoría de la gente le gustaría que sus vidas tengan algo de significado, este es el significado más grande que cualquier vida puede tener. Es incomparable tener una vida que importa eternamente, cuando el evangelio sale de la vida de usted en palabra y en obra, es un aroma dulce. Y quiero que se dé cuenta de que es un olor dulce, en primer lugar, para Dios. Versículo 15: “Porque para Dios somos grato olor de Cristo.”

Antes de que usted llegue a pensar en cómo afecta a la gente, usted tiene que entender que la fidelidad de la proclamación del evangelio, en vida y palabra, produce fragancia a Aquel que está sentado en el trono. Así como el emperador, al fin del desfile, sin duda alguna en el Capitolio, en Roma, en los tiempos antiguos podía oler el grato aroma, así también la fragancia de una vida virtuosa, fiel al evangelio, se levanta para el placer mismo de Dios. Debe ser nuestra ambición, Pablo le dice a los corintios, “ser agradables a Él,” 2 Corintios capítulo 5, versículo 9.

Entonces, “Gracias a Dios,” estar en el triunfo, sean cuales sean las victorias y fracasos que mi vida contribución pudo haber tenido, estar en el desfile del Conquistador es suficiente para mí, tener el uniforme de mi Rey. Y, en segundo lugar, tener una vida que emite un aroma que agrada a Dios, para estas cosas ¿quién es suficiente? Pero más allá que tan solo agradar a Dios, tener una vida que tiene un impacto eterno en la gente que nos rodea, no solo grato olor de Cristo para Dios, sino olor entre aquellos que se salvan; y en los que se pierden, a estos ciertamente olor de muerte para muerte, y aquellos, olor de vida para vida. En otras palabras, escuche, esto es vital que lo entendamos, hay aquellos que están siendo salvados, y hay aquellos que están pereciendo.

Pablo usa ese tipo de palabras ahí atrás en 1 Corintios capítulo 1: “La predicación de la cruz es para aquellos que se pierden, locura. Pero para los que están siendo salvados es poder de Dios.” Hay dos categorías de personas en el mundo, aquellos que están siendo salvados y aquellas que se están perdiendo. Y conforme el triunfo marchaba, junto con el incienso y las flores, emitían su olor. Para los cautivos miserables serían un olor para muerte, un perfume de muerte; para los victoriosos era un perfume de vida. Su vida importa como cristiano, multiplica a aquellos que vienen bajo su influencia. Esta es en cierta manera una manera hebraica de pensar. Estos son superlativos. Su vida, predicar el evangelio, añade a aquellos que están pereciendo una condenación más grande. Para aquellos que están siendo salvados, una mayor recompensa. Esa es una realidad sorprendente.

Creo que la mayoría de los cristianos suponen que el único momento en el que su vida importa es cuando alguien cree. No, escuche 1 Pedro 2:6, “He aquí pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo; y piedra de tropiezo y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.” Recibir a Cristo, vida para vida; rechazar a Cristo, muerte para muerte. El mismo olor trae vida, o trae muerte.

Los judíos en tiempos antiguos escribieron acerca de la Torá estas palabras: “Así como la abeja guarda su miel para su dueño, y su aguijón para otros; así las palabras de la Torá son algunas hayyim, un elixir de vida, para Israel, y algunas ha-moeth, un veneno mortal, para las naciones del mundo. O el sol, brillando sobre un árbol, trae vida a algunas ramas y muerte para otras. Si una rama está conectada de manera vital al árbol, y el árbol está arraigado firmemente y de manera apropiada en la tierra, y trae vida; por otro lado, si una rama está rota, el sol la va a secar, y la va a llevar a la muerte. Así es el evangelio. El mismo sol que derrite la cera, endurece la arcilla. Cada vez que usted proclama el evangelio, cada vez que yo predico el evangelio, dos cosas están pasando, un olor del evangelio está saliendo o para producir muerte para muerte, o vida para vida. ¡Qué privilegio! ¿Para eso quien es suficiente? ¿La vida de quien podría importar tanto fuera del propósito divino?

Gracias por estar en el ejército del Rey, del Rey triunfal. Gracias por una vida de influencia, y finalmente, gracias por el privilegio de predicar la verdad. Versículo 17: “No somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios.” ¿No somos como muchos que medran falsificando la Palabra de Dios? ¿Qué es eso? Kapēlos, es el término. Kapēlûo significa corromper. Incluso en ese entonces habían muchos que corrompían la Palabra de Dios, que manipulaban la Palabra de Dios, que malinterpretaban la Palabra de Dios de manera deliberada, por ignorancia o lo que fuera. Pero, un kapelos era un vendedor ambulante, un charlatán, alguien que establecía ahí su operación en la calle para engañar a la gente. Un kapelos era un charlatán, un estafador que se preocupaba con hacer trampa y lucrar a expensas del comprador para ganancia personal. Normalmente diluían el vino y lo vendían a un precio elevado, y podían venderlo por las meras estrategias inteligentes que usaban.

Estaban abaratando la verdad, estaban adulterando la Palabra de Dios, adulterándola con sus propias ideas, fuera con judaísmo o paganismo o lo que sea, así como la gente lo hace en la actualidad, torciendo y pervirtiendo la Escritura para sus propios fines. ¿Por qué? Por popularidad, fama, dinero, adúlteros, fraudulentos de la Palabra de Dios. Predicando un evangelio barato, predicadores del evangelio de la prosperidad, de la salud y prosperidad, sacramentalistas, pragmatistas, manipuladores de la Escritura y de la gente.

Pablo está diciendo: “No somos así. No somos así.” Y hay muchos así. “Pero, con sinceridad” –alacranea- “no por inteligencia humana, no usando técnicas, sino que, con sinceridad, como de parte de Dios venimos a ustedes con integridad. La fuente singular de nuestro mensaje es Dios. Hablamos en Cristo, a partir de Él, por Su poder, delante de Dios.” Pablo está diciendo: “Dios sabe que yo estoy hablando de parte de Él con respecto a Su Hijo.”

Cualquiera puede predicar un mensaje trunco, cualquiera puede torcer y pervertir la verdad y mezclarla con sabiduría humana y contaminarla con todo tipo de inteligencia. Pablo dice: “Nunca haría eso, es un privilegio tan elevado y alto, y santo, ser un soldado marchando detrás del General triunfal. Es un privilegio tan grande tener una vida que importa cada vez que el evangelio es proclamado de mi boca. Es un aroma, de olor de vida para vida, y de muerte para muerte. Y el meollo es, lo que hace que esto sea significativo es que yo soy fiel en hablar la Palabra de Dios.”

Pablo encontró su camino para salir de su desanimo, conforme pensó en el privilegio de estar asociado como un colega conquistador del Rey de reyes, como por tener el privilegio de estar en el triunfo, de influenciar a la gente para la eternidad, de agradar a Dios, el gran privilegio de ser capacitado para proclamar la verdad. Y eso es lo que llevó a su gratitud.

No sé cómo se va a ver el futuro para la iglesia, pero sé quién gana, ¿verdad? Cristo gana, y estamos en Su triunfo. Y nuestras vidas importan más que la de cualquiera en el mundo, nadie tiene una vida que importa eternamente, al menos de que esté en Cristo. Y solo necesitamos ser fieles al privilegio de proclamar la verdad con integridad, y después veremos lo que el Señor hará. No teman, sean fuertes, sean valientes, porque el Señor está con nosotros. Amén.

Padre, te agradecemos por, de nuevo el, la claridad de la Palabra y el poder de ella, conforme habla la verdad a nuestros corazones. Danos sabiduría y oportunidad para proclamar el evangelio glorioso conforme Tú has diseñado que nosotros lo hagamos. No saber nada más que Él, ha Cristo crucificado, como el apóstol Pablo. Usa a todos nosotros para Tú honor y gloria en estos días. Sé exaltado, Oh Señor, oramos. Esa es nuestra oración. Amén.

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