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Hemos estado haciendo un estudio de la iglesia llamado la anatomía de la iglesia, y hemos estado hablando de actitudes espirituales que encajan en la analogía de la anatomía en cierta manera como los sistemas internos. Hemos tomado la metáfora del cuerpo de Cristo, la hemos extendido un poco y hemos entrado en mayor profundidad en la metáfora que presenta para nosotros. Hemos hablado del esqueleto. Hay cosas en la iglesia que son la estructura, en cierta manera lo no negociable, lo medular, las cosas de cimiento que le dan la forma a la iglesia, cosas sin las cuales la iglesia no podría ponerse de pie y moverse, los asuntos del esqueleto. Y hablamos de eso.

Y después dijimos, simplemente, así como en un cuerpo humano usted tiene que colgar los órganos en ese esqueleto para que la vida fluya, hay sistemas internos en la iglesia. Están constituidos de actitudes espirituales que fluyen y llevan la vida de la iglesia. Y hemos estado hablando de esas diferentes actitudes. Y hay muchas de ellas en las Escrituras y en cierta manera hemos estado tomándolas una a la vez. Actitudes espirituales como la fe, la cual, claro, es un punto inicial, la obediencia, cosas como la humildad y amor y unidad y perdón. Y la semana pasada hablamos de dos actitudes espirituales muy importantes, gozo y gratitud. Muy, muy esenciales en la vida de una iglesia que su congregación esté llena de gozo y gratitud.

Y esta mañana, y tenemos un tiempo abreviado esta mañana, y entonces no voy a tener tanto tiempo para hablar de este asunto como me gustaría tener. Pero está bien; vamos a abordarlo desde otros ángulos más adelante en días venideros. Pero quiero hablar de otro componente absolutamente esencial que tiene que ser parte de la iglesia para que su vida fluya y sea lo que Dios quiere que sea. Y esa es la actitud espiritual de la compasión, la compasión. 

Y cuando una iglesia está tan comprometida con la sana doctrina como nosotros, tan comprometida con el cristianismo bíblico como nosotros, tan preocupada por la precisión no solo en su doctrina sino precisión en su enseñanza y precisión en su vida, cuando una iglesia está preocupada por apegarse al estándar más alto posible de virtud y santidad, cuando somos tan sensibles al pecado como lo somos como una iglesia madura, es fácil para nosotros errar del lado de emitir juicios y condenar a la gente que está luchando. Y entonces es importante que entendamos el equilibrio maravilloso de la compasión en la vida de la iglesia y cuán absolutamente crítico es. 

La iglesia, por cierto, no es una galería para exhibir a cristianos eminentes. Más bien es un hospital para curar a aquellos que son imperfectos. Entendemos eso. La iglesia está llena de personas que fallan. Está llena de pecadores. Como Carlos Morrison escribió en una ocasión, “La iglesia cristiana es una sociedad de pecadores. Es la única sociedad en el mundo en donde la membresía está disponible solo para aquellos que no están calificados”. No estamos calificados para nombrar el nombre de Jesucristo. No estamos calificados para ser parte de Su iglesia, y eso nos califica para estar en ella, el reconocimiento de eso y la dependencia de Él para que Él haga por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos.

Pero la iglesia tiene problemas. Como uno de mis amigos solía decir: “La luz atrae a los insectos”. Y creo que hay algo de verdad en eso, me imagino. Los insectos son los pecadores y la luz es la Palabra y la Palabra atrae a pecadores, y somos una sociedad de esos pecadores y tenemos nuestros problemas. Me acuerdo de un joven que estaba hablando conmigo un día. Estaba listo para irse de aquí y dijo: “Voy a pastorear una iglesia, quiero entrar en un ministerio de iglesia local. Quiero pastorear una iglesia, pero no me estoy apurando porque quiero encontrar una iglesia que no tenga problemas”. Hombre. Le dije: “Mira, si encuentras una, no vayas ahí o van a tenerlos”. 

No existe una iglesia sin problemas a menos de que sea una iglesia sin gente. La gente tiene problemas y la iglesia tiene problemas. Luchamos con problemas todo el tiempo aquí. Ciertamente no afirmamos ser perfectos en ningún nivel. Es la dirección de nuestras vidas lo que el Señor, por lo que el Señor se preocupa, obviamente no la perfección. Tenemos que esperar hasta nuestra resurrección para eso, hasta que nos vayamos a casa con el Señor. Hasta ese entonces, tenemos problemas. Y la iglesia tiene personas con problemas. Y con toda honestidad, pasamos mucho tiempo tratando con personas con problemas. 

Pueden quitar la energía de un pastor; pueden quitar la energía de un personal, continuar tratando de ayudar a estas personas con problemas. Muy parecido a las familias, creo, en donde podrá tener a varios hijos, uno o dos que sobresalen como más demandantes que el resto. Usted sabe, dicen que existen esas personalidades Tipo A que ya están programadas genéticamente cuando llegan, y desde el principio colocan grandes demandas en el proceso de crianza de los hijos. Hay otros hijos que se someten y no demandan tanto tiempo y energía. Eso es verdad en cualquier serie de relaciones, así es la vida. Van a haber esas personas que colocan demandas tremendas en el liderazgo, demandas tremendas en el pueblo de Dios para trabajar con ellos porque luchan tanto.

Ahora, si fuera a dividir a esas personas en cinco categorías, serían estas categorías. Número uno son los desviados, los desviados. Son las personas que usted en cierta manera siempre está tratando de quitarlos de las orillas. Siempre corren hasta la orilla. Quieren subirse por la reja; quieren estar afuera de los límites. Quieren cruzar la línea, violar la ley. Nunca están en línea a donde usted va. Siempre están en el borde, nunca están con el programa, nunca realmente están involucrados continuamente cumpliendo con su deber, nunca son fieles en el servicio o en la ofrenda. Tienden algunas veces a ser flojos, apáticos, pueden ser desordenados.

Pueden ser apáticos e indiferentes y, algunas veces, incluso pueden ser contenciosos, todo desde no estar involucrados a ser rebeldes. Simplemente están empujando hasta el borde todo el tiempo. Quizás no llegan al lugar en el que usted quiere disciplinarlos; pero están en el borde todo el tiempo. En el borde del compromiso, en el borde de la fidelidad, en el borde del servicio al usar su don, en el borde de contribuir positivamente al desarrollo de la iglesia. Son esas personas que están en la orilla ahí de todo, nunca realmente preocupadas y comprometidas de corazón con el flujo de la vida de la iglesia.

La segunda categoría de personas llamaría los preocupados. Estas son las personas que no toman riesgos que básicamente operan debido al temor. Temor porque alguien no los va a amar, temor porque pueden fracasar, porque los problemas podrían surgir que los van a abrumar. Si el grupo uno prueba los límites de todo, este grupo se queda en medio. Nunca se acercan a la orilla. Son motivados por el temor. Son motivados por una falta de valentía. Pueden pensar en diez razones por las que algo nunca podría tener éxito. No tienen sentido de aventura. Odian el cambio. Temen lo desconocido. Se preocupan por las consecuencias de todo. Todos los problemas de la vida realmente son más de lo que pueden soportar y, entonces, generalmente viven asustados y ocasionalmente deprimidos.

Después, en tercer lugar, están los débiles. No solo los débiles si no los que son espiritualmente débiles. No solo los preocupados, sino los débiles. Estas son personas que espiritualmente simplemente son débiles. Han cedido a la tentación. Han caído en pecado. Tratan de levantarse, quitarse el polvo, entrar de nuevo al flujo. Pero parecen ser tan vulnerables debido a hábitos largos, debido a influencias malas, debido a su propia debilidad espiritual. 

Quieren hacer lo que es correcto, tienen un deseo por hacer lo correcto, pero en cierta manera van tropezando en la vida cristiana, se levantan, en cierta manera avanzan tres, retroceden dos pasos y quizás a veces dos pasos hacia adelante, tres hacia atrás. Se avergüenzan a sí mismos. Avergüenzan a la iglesia. Echan a perder su testimonio y ocasionalmente son una deshonra real al Señor. Simplemente son débiles y susceptibles a la tentación y a patrones pecaminosos.

Y, en cuarto lugar, están los que llamaría los que son cansados. Simplemente lo frustran a usted. Son las personas que nunca lo entienden. Nunca nos alcanzan. No se pueden concentrar. Arrastran sus pies, no entienden el punto o se olvidan del punto, o ignoran el punto. Nunca parecen acelerar, alcanzar al grupo y mover al paso que el resto de la gente se está moviendo. Lo exasperan a usted porque nunca parecen cambiar. Y usted trata esto y trata aquello y trata esto, y nunca parecen cambiar. 

En cierta manera son las personas de quien con frecuencia he hablado y decimos: “Bueno, ¿por qué no haces eso?” “Lo hice. No funcionó”. “Bueno, ¿por qué no tratas de hacer esto? Toma un poco de tiempo y lee cinco Salmos cada…” “Traté eso. Y no funciona”. Digo: “Bueno, aquí hay una serie de cintas. Quizás podrás escuchar esas”. Regresan: “Escuché esas, no ayudaron”. Oh, simplemente lo exasperan a usted. Agotan sus alternativas, y usted sigue tratando y tratando y tratando y nunca parece llevarlos usted a donde necesitan estar. Esas son las personas cansadas.

Y después, finalmente, están los que realmente son impíos. Estas son personas que simplemente cometen maldad en la iglesia. Dañan a otros cristianos mediante la calumnia o el chisme. Rompen relaciones. Fracturan la unidad del Espíritu. Violan el vínculo de la paz. No son amorosos. Dividen matrimonios. Se divorcian de sus cónyuges. No son amables con sus hijos, o son hijos que son desobedientes a los padres. Contaminan a sus hijas e hijos. Simplemente pecan. 

Y como iglesia tratamos con todas estas personas. Digo, el estándar de entrar es que usted tiene que ser un pecador para entrar y usted tiene que ser un pecador indigno para entrar. Entonces asumimos que tenemos este problema. Los rebeldes, los preocupados, los débiles, los que cansan ​​y los impíos. Y no nos sorprende que hacer que un rebaño saludable crezca es algo desafiante, ¿no es cierto? Todas estas personas necesitan ayuda. 

Y con todo lo que se está siendo escrito en la actualidad de la iglesia y el crecimiento de la iglesia, y todo lo sofisticado, y la homogeneidad de principios, la demografía cultural, y las estrategias sutiles, todos los métodos de entretenimiento y toda la promoción y técnicas de mercadotecnia para edificar a la iglesia. Poco o nada jamás se dice de la salud espiritual del rebaño, cómo hace que la gente crezca en la semejanza a Cristo. Y ese es el desafío grande. 

Conseguir una multitud no es tan difícil como edificar un discípulo semejante a Cristo, esa es una situación muy difícil porque usted tiene a personas en todas estas categorías en diferentes puntos de su vida personal, y está tratando de moverlos para llegar a la meta singular de la semejanza a Jesucristo. Las iglesias están gastando todo tipo de dinero en cosas que puramente son externas, superficiales, que no van a cambiar el interior. Y cuando la iglesia es cambiada en el interior, realmente se vuelve una fuerza para el evangelismo y la justicia en el mundo.

El apóstol Pablo, usted debe saberlo, conforme lee a lo largo del Nuevo Testamento, invirtió toda su energía y sus oraciones para hacer que creciera un rebaño espiritualmente saludable. Y esa es la verdadera tarea de la iglesia. No es solo mi trabajo; también es su trabajo. De hecho, vea Colosenses si es tan amable por un momento. Y hay una actitud que lo permea todo que vamos a explicar el día de hoy que es esencial para que esto funcione, y se encuentra en Colosenses capítulo 3, versículo 12. 

Y usted va a ver aquí que él se está refiriendo a todos nosotros, porque él dice en el versículo 12, “Vestíos pues como escogidos de Dios, santos y amados,” — Esos son todos los cristianos. Todos nosotros somos escogidos. Hemos sido hechos santos por la justicia de Cristo, y somos los amados de Dios. Todos nosotros, todos nosotros en la iglesia, — “debemos vestirnos de entrañable misericordia”. Debemos tratarnos el uno al otro de manera compasiva, con amabilidad, él dice. Más adelante en el versículo, “de benignidad, paciencia”, versículo 13, “soportándonos unos a otros”. 

En otras palabras, necesita haber un tipo de compasión amable, paciente, gentil, humilde hacia la gente conforme luchan enfrentando todos los problemas que los debilitan, sea rebeldía, preocupación, debilidad, sean cansados o simplemente impíos. Todos nosotros que pertenecemos al Señor, todos nosotros que somos los escogidos, los santos en Cristo, los amados de Dios, somos llamados a la compasión, no solo compasión hacia la gente perdida. Y algunas veces las iglesias tienen más compasión hacia los no regenerados de lo que lo tienen hacia los suyos. Pero debemos mostrarles amor a todos los hombres, pero especialmente a los de la familia de la fe. Entonces debemos ser compasivos.

Veamos este asunto mediante la pluma del apóstol Pablo en 1ª de Tesalonicenses capítulo 5. Primera de Tesalonicenses 5, como se ha dado cuenta en las últimas semanas, es un pasaje muy importante porque da instrucción para la vida en la iglesia. Es un capítulo muy, muy importante. Habla de cómo los pastores actúan hacia las ovejas en los versículos 12 y 13 de 1ª de Tesalonicenses, cómo los pastores actúan hacia las ovejas. También habla de cómo las ovejas actúan hacia sus pastores. Entonces, en los versículos 12 y 13 usted tiene la relación oveja a pastor y pastor a oveja. 

Pero cuando usted llega al versículo 14, ahora usted tiene la relación oveja a oveja. Cómo debemos conducirnos entre nosotros mismos. En el versículo 14 él dice: “También os rogamos hermanos — Ahora, estamos de oveja a oveja, ahora estamos hablando de cómo vive usted en la iglesia. Os rogamos hermanos que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos, mirad que ninguno pague a otro mal por mal, antes seguid siempre lo bueno unos para otros y para con todos”.

Ahora, en los versículos 14 y 15, Pablo da instrucciones a estas cinco categorías de personas que le he mencionado. Las cinco categorías son presentadas aquí. Observe cómo comienza el versículo 14. “También os rogamos hermanos.” También os rogamos. Este es el tono de la sección entera. Hay una urgencia aquí hay un mandato aquí a las ovejas para que se conduzcan de cierta manera entre sí mismas. Y de eso indica compasión. 

Debemos tratarnos el uno al otro con amabilidad, y compasión y paciencia, soportándonos unos a otros, conforme luchamos con nuestras debilidades y preocupaciones y temores, conforme luchamos con nuestra tendencia a ser rebelde, sin piedad. En todas esas cosas debemos enfrentarnos de manera amorosa y compasiva. Conforme he estado estudiando en el Antiguo Testamento, me parece sorprendente al cubrir el Antiguo Testamento con qué coherencia la justicia y la rectitud de Dios se presenta y, al mismo tiempo, con qué coherencia Él es tan misericordioso y lleno de gracia con aquellos que pecan.

Por un lado, siempre está el estándar de que Él es perfecto y santo. Por otro lado, Dios es tan paciente, y tan tierno de corazón y tan misericordioso conforme trata con su pueblo pecaminoso y no los consume hasta que ha agotado su compasión y rogar con ellos para que ellos vuelvan de sus iniquidades. Por muy santo y justo y recto que Él es, Él también es así de compasivo. Y así debemos ser. Podemos mantener el estándar alto, y lo vamos a hacer. Podemos llamar a la gente a una vida justa y santa, lo haremos. Pero eso debe ser igualmente equilibrado con un corazón de compasión, entendiendo la lucha en la que todos nosotros estamos debido a nuestra carne.

En primer lugar, hablemos de los rebeldes, la gente que se acerca al borde y simplemente prueba todo. Viven en el borde. Él se dirige a ellos en el versículo 14. Él dice esto. “Os rogamos hermanos que amonestéis a los ociosos”. La palabra “ociosos” ataktos, usado únicamente aquí, aunque tiene formas cognadas usadas en otros lugares en 2ª de Tesalonicenses. La palabra, básicamente, tenía la idea de estar fuera de línea en una columna militar. 

Cuando todas las tropas se alineaban como lo hacían en todo ejército, cuando era el momento de marchar, se alineaban y se ponían en su lugar apropiado en orden perfecto porque ese es el diseño, había un soldado fuera de línea, y esa era la palabra que lo describía. Alguien que tiene una conducta desordenada. Alguien que no se alinea, alguien que no encuentra su lugar apropiado en la columna. Podría ser alguien que es demasiado flojo para hacerlo, o alguien que simplemente en su corazón es algo rebelde. No quiere conformarse. Él simplemente no quiere involucrarse.

Por cierto, en 2ª de Tesalonicenses, en donde usted tiene otras formas de la misma palabra en su raíz, es usada para describir a alguien que es un flojo, alguien que se entromete. La flojera puede hacer que alguien no esté ahí alineado conformándose al grupo conforme avanzan. Puede referirse a pereza, indiferencia, una actitud perezosa. Simplemente en cierta manera ahí en el borde porque no tiene usted un interés en involucrarse, cierto tipo de apatía. Pero también puede referirse a una insubordinación general a un líder, insubordinación general a alguien que está a cargo, está fuera de línea. 

Y ciertamente eso es verdad en la iglesia. Hay personas que simplemente están en los límites todo el tiempo. Simplemente son rebeldes. Usted no parece poder alinearlos; no poder hacer que ellos hagan lo que necesita ser hecho. No llegan, a veces llegan a los servicios de adoración el domingo por la mañana, a veces sí, a veces no, el domingo por la noche, nunca se involucran en un grupo de comunión, nunca se involucran en un ministerio.

Realmente nunca se comprometen con una vida piadosa y una vida santa. En cierta manera se aferran a las orillas con cierta cantidad de apatía y cierta cantidad de rebelión en sus corazones. Pueden ser contenciosos. Normalmente, no apoyan ni en sus actividades ni en su ofrenda. Es simplemente una actividad que tienen. Simplemente son rebeldes. Simplemente no tienen el compromiso de corazón con lo que está pasando.

Me gusta pensar en ellos como los que calientan la banca, usted sabe, nunca se involucran. Simplemente no se involucran porque no tienen un compromiso y no han afilado sus habilidades para entrar en el juego. No están muy comprometidos. No les importa la causa. En mi juicio, los que calientan la banca normalmente se vuelven críticos, negativos. Normalmente, resultan ser críticos de lo que usted está haciendo.

En el mejor de los casos, tienen una mentalidad de audiencia y simplemente no entran al flujo. Con frecuencia, estas personas se sientan en la parte de atrás, a menos de que el lugar esté lleno y no haya otros lugares. Como puede ver, ya lo dejé en paz a usted. Que no se sienta incómodo. Ciertamente no se sientan en frente porque no quieren que nadie asuma que podrían ser responsables por lo que oyeron. Se acercan lo más que pueden a la puerta, normalmente y de tal manera que nadie sabe si están ahí, y no son responsables por nada de lo que pudieron haber oído. Quieren ver y, normalmente, critican.

¿Cómo enfrenta usted a estas personas? Le dice a usted ahí en el versículo 14. “Amonestéis”. ¿Qué significa amonestéis? En cierta manera ha sido transliterada en español con la palabra noutético, cuando usted habla de consejería noutética. Es una palabra maravillosa. Significa aconsejar a la luz de consecuencias futuras. Significa advertir a la luz de lo que viene. En ese sentido, es una instrucción.

A.T Robertson tiene una forma maravillosa de expresarlo. Él dice que significa darle un sentido a algo, darle a alguien algo de sentido de lo que están haciendo y a dónde va. Demanda cierta cercanía y cierta intimidad, acercarse lo suficiente a alguien para colocar a darle algo de sentido a su cabeza acerca de su conducta. Es un reconocimiento de que la conducta de alguien necesita ser alterada, no por castigo, sino al influenciarlos. Es una palabra positiva. Y lo que usted debe hacer, según la definición de Kramer, es que usted debe influenciar su mente.

Usted debe enseñarles que el camino por el que van es un camino a la disciplina o al castigo, y ciertamente es un camino que los aleja de la bendición. No tiene elemento de ser un juez; no tiene un elemento de actuar como un fariseo; no tiene un elemento de un sentido de superioridad, de condenación. Pero tiene la idea de venir al lado de la persona para advertirles, para advertirles.

Colocando eso en una especie de paradigma que usted podría entender, Pablo usa la imagen del padre en 1ª de Corintios 4 en donde él usa la misma palabra. Él le dice a los corintios en el versículo 14: “No os escribo esto para avergonzaros”. En otras palabras, mi meta no es solo para aplastarlos, y no para amontonar vergüenza sobre ustedes, sino para amonestarlos a ustedes como mis hijos amados. 

Entonces el paradigma es el de un padre. Es la especie de advertencia; la especie de instrucción que usted le da a un hijo a quien usted ama mucho. A veces, el niño no entiende que usted le dice: “No te voy a permitir hacer eso. No te voy a permitir quedarte en ese camino. No te voy a permitir que continúes con ese tipo de actitud o ese tipo de conducta o ese tipo de relación porque te amo demasiado como para permitir que tú te expongas a las consecuencias de eso”. Y un padre hace eso. Hacemos eso todo el tiempo. 

Hay consecuencias en ciertos caminos. Y cuando usted sabe eso, usted advierte y advierte motivado por el amor. Y a veces, la persona a quien usted está advirtiendo no valora eso. A veces, los hijos no valoran eso. A veces, los cristianos que son rebeldes, que están jugando ahí en el borde todo el tiempo, no entienden las implicaciones de ese tipo de vida. Y usted los puede advertir motivado por el amor y ellos pueden verlo como que usted los está juzgando y pueden tratar de definirlo como eso, pero la realidad no es así.

La actitud con la que usted lo hace es muy importante. La actitud con la que usted lo hace es esencial. Y para tener un retrato de esa actitud, Hechos 20:31, en donde la misma palabra es usada, muy importante. Hechos 20:31 Pablo usa esta palabra, y esto es lo que dice. “No he dejado por tres años, no he cesado de amonestaros” — misma palabra — “de amonestar a cada uno de vosotros con lágrimas”. Esa no es una actitud de juez. Esa es una actitud de compasión, eso es ternura de corazón, eso es bondad. Ese es un corazón quebrantado que dice me entristezco por el lugar a donde esto te está llevando.

Así es como usted enfrenta a los rebeldes. Usted no los golpea como juez; no los condena; usted no abusa de ellos, y los aísla y los destroza. Usted viene a su lado como un padre amoroso con un hijo entendiendo a dónde va ese hijo, llamándolos de regreso y usted lo hace con lágrimas de compasión, compasión, una actitud hermosa, hermosa que Dios demuestra hacia los pecadores y que Cristo nos demuestra.

En segundo lugar, hablemos de los preocupados. Estas no son las personas que prueban las orillas; estas son las personas que están en medio, en cierta manera es el grupo que no tiene fe. Dice: “Que alentéis a los de poco ánimo”. Poco ánimo describe a los preocupados. Poco ánimo literalmente en el griego, es una traducción algo interesante porque supongo que llega al punto, pero la palabra griega es un alma pequeña. Alma, psuchos de la cual obtenemos psique, psicología, psiquiatría. Esa es la palabra griega alma. Y esta palabra oligopsuchos significa un alma pequeña, un alma pequeña. Eso es lo opuesto de megalopsuchos, una persona de alma grande. Aristóteles, él definió al hombre ideal como uno de alma grande.

En otras palabras, él podría abrazar todo tipo de cosas. Él era aventurero, valiente. Tenía lugar en su corazón para muchas cosas. Él podía alcanzar a otros. El equivalente en sánscrito para esa palabra es mahatma, esa es palabra antigua sánscrita. Y Gandhi, el líder de la India, tomó esa palabra mahatma y la usó como si fuera su nombre porque él quería identificarse como un hombre con un alma grande, con una causa grande y una gran capacidad para abrazar a una gran nación con todas sus necesidades.

Esa es la persona con gran valentía, denuedo, dispuesta a arriesgar por la causa noble, que tiene un sentido de aventura, que está dispuesto a jugarse la vida y que está dispuesto a confrontar desafíos, quien no tiene temor frente a dificultad, que no tiene temor de la persecución, que tiene una gran visión, que puede mover a la gente a una gran causa y motivar sus corazones para esa causa. Esa es la persona de alma grande.

Pero en la iglesia hay personas de alma pequeña que odian el cambio, temen lo desconocido, se preocupan por todo. Son las personas negativas. Ven lo peor de todo. Ven la desventaja de todo. El ay de mí. Carecen de valentía; no quieren intentar nada. Y si usted cambia su rutina, entran en pánico. Son los tradicionalistas. Quieren lo que es seguro. Quieren lo que está libre de riesgos. No están seguros de que quieren asociarse con los incrédulos porque de alguna manera podrían corromperse, y entonces su evangelismo es mínimo, si es que existe. Se meten en medio y en cierta manera contemplan sus ombligos santificados juntos y se sienten seguros en su pequeño grupo.

Se desaniman fácilmente, son derrotados fácilmente, carecen de la fortaleza para salir, carecen de la fortaleza para guiar, incluso carecen de la fortaleza para seguir a los líderes, en cierta manera viven la Ley de Murphy. Lo que puede salir mal, va a salir mal. Todas las crisis de la vida son más de las que pueden soportar. Y pueden encontrar una razón por la que nada debería cambiar jamás. Estas son personas difíciles con que tratar. Y cuando todo mundo está listo para avanzar, están listos para detenerlos. Carecen de visión. Temen el fracaso. Carecen de la valentía para dar testimonio. Y en secreto, su héroe probablemente es Indiana Jones o Rambo, pero nunca pueden llegar ellos a ese modo, ¿entiende usted?

Ahora, ¿qué hace usted con estas personas? ¿Qué hace usted con estas personas? Dice en el versículo 14, alentéis, aliéntelos. Qué enfoque tan positivo. El significado básico del verbo es hablarle a alguien de cerca a su lado. Usted se acerca a estas personas y les habla. De nuevo, usted tiene una responsabilidad de enseñanza en base a una amistad. Fomente una relación con ellos, una amistad. Tiene que estar ahí a su lado para consolar, fortalecer, reafirmar, animar, refrescar, renovar, revivir. Usted simplemente está ahí para motivarlos, para alentarlos, para edificarlos. 

¡Qué ministerio tan tremendo y maravilloso de aliento es ese! Y la iglesia necesita estar ocupada haciendo esto todo el tiempo. No menosprecio a la gente así. Probablemente hay algunas razones por las que son así. Podría ser algunas cosas en su pasado, algunos fracasos, algunas inseguridades que llevan, algunas dificultades en su niñez y, sobre todo, un entendimiento inmaduro de la bondad y la grandeza de nuestro Dios. Ese tipo de cosas podrían combinarse para hacerlos débiles. 

Necesitan ser animados tiernamente. Necesita colocarse usted a su lado y usted necesita llevarlos al lugar de fortaleza. Usted debe darles el consuelo de su comunión, el aliento de la oración. Les dice que está orando por su fortaleza y por el hecho de que se van a volver valientes y dar un paso hacia adelante. Usted les da el consuelo de la esperanza y lo que Dios ha planeado para ellos en el futuro, y que el Señor está edificando Su iglesia y son parte de esto. Usted les da el aliento de una salvación segura que nunca puede cambiar jamás.

Usted les da el aliento del propósito soberano de Dios y la providencia, desarrollándose en todo para Su buena voluntad y para el bien de ellos. Usted les da el aliento del amor inmortal, que no disminuye de Cristo. Usted les da el aliento de la resurrección gloriosa final, el aliento del privilegio de compartir en los padecimientos de Cristo y el aliento de vivir por la fe y ver a Dios demostrar Su poder cuando usted arriesga todo para hacer lo que usted sabe que Su Palabra dice y le ha mandado que usted haga. Usted viene a su lado, y de manera compasiva y amable, y con ternura, nutre a esas personas para que crezcan en fortaleza.

En tercer lugar, están los débiles. Y supongo que en cierta manera todas estas son formas de debilidad, pero específicamente se mencionan aquí “los débiles”. Él dice a la mitad del versículo: “Que sostengáis a los débiles”. Estas son las personas que carecen de fortaleza moral y, como consecuencia, carecen de fortaleza espiritual. Estos no son los que son temerosos y se preocupan. Estos son los que siempre son derribados por la tentación. Este es el tipo de personas que con frecuencia se me acercan, de manera repetida, a lo largo de los años y dicen: “No sé si realmente soy cristiano, todavía me pregunto si soy un cristiano”.

Con algunas personas en nuestra iglesia he tenido esa plática, ¿lo creería usted por siete u ocho años? ¿Por qué? Porque se siguen por un momento y caen en patrones de pecado y tentación y la espiral es descendiente. Y cuando usted está operando en la carne, y usted ha perdido la victoria y cae en patrones de pecado, una de las cosas que se va es su confianza y su certeza. 

Y después está esa lucha. La gente que espiritualmente — tenemos muchas razones para esto. La tentación, claro, es una razón muy obvia. Literalmente han caído en patrones de impiedad y, como consecuencia, como Pedro dice, “Han olvidado que sus pecados son perdonados”. No pueden aferrarse a nada porque lo han perdido por su desobediencia, han perdido la confianza y la certeza que el Espíritu de Dios le da a un creyente obediente. 

Algunos de ellos podrían ser débiles porque continuamente pierden ante la misma tentación. Regresa y caen. Regresa y caen. Regresa y vuelven a caer. Y simplemente son golpeados por ese ataque continuo. Nunca parecen poder superarlo. Quizás son espiritualmente inmaduros, quizás tienen patrones de largo plazo que son difíciles de romper, sea lo que sea, o están en posiciones en donde son influenciados con cosas malas, y no pueden enfrentar eso muy bien. 

Hay otros que simplemente son cristianos nuevos y quizás son como esos hermanos más débiles en 1ª de Corintios 8 y 9, y Romanos 14, salen de un trasfondo que está tan lleno de iniquidad o tan lleno de algún tipo de conducta. En el caso de un gentil, por ejemplo, en Romanos, en 1ª de Corintios 8, Pablo dice que hay algunos gentiles que han salido de la idolatría y estaban involucrados en toda su inmoralidad y la impiedad, y pecado y prostitución, y toda la inmundicia de los sistemas paganos. 

Y ahora, han venido a Cristo, y usted tiene que tener mucho cuidado porque no les de la carne que era vendida en la carnicería de los ídolos, porque no pueden comer eso porque trae de regreso toda la inmundicia pasada de la que fueron salvadas y entristece su conciencia que reacciona a eso. Y todavía son débiles en la fe. No entienden que un ídolo no es nada. No entienden que pueden comer esa carne, no importa. Pero su conciencia no les va a permitir eso por cómo solían ser.

Me acuerdo de una plática con un joven que dijo que nunca podía escuchar música de rock porque estuvo involucrado en drogas y sexo y él estuvo metido en la cultura de eso. Y representaba todo lo que era sucio, y malo e inmundo. Y cuando él vino a Cristo, él fue totalmente limpiado y lavado y transformado, y cada vez que oía eso, simplemente volvía a traer a su mente toda la basura que el Señor había lavado. Eso era demasiado, demasiado cercano a su pasado. Y necesitaba pasar algo de tiempo para que él pudiera tratar eso con un nivel de indiferencia que muchos de nosotros podemos enfrentar.

Está la historia típica del judío que viene a Cristo y no puede comer puerco. Aunque ya no es una ley ceremonial, su conciencia va a tomar algo de tiempo que acepte esa libertad porque él vivió bajo las restricciones mosaicas por mucho tiempo. Entonces, están aquellos que son débiles porque son nuevos en la fe y no entienden sus libertades. Hay aquellos que son débiles porque no parecen poder superar la tentación. No son fieles en las disciplinas, disciplinas espirituales de la Palabra y la oración, discipulado, la adoración y todo eso, y entonces luchan.

¿Qué hacemos con esas personas? Simplemente dice en el versículo 14 ayúdales. Ayúdalos. Literalmente, el verbo aquí significa aferrarte firmemente ahí, coloca tus brazos sobre ellos y detenlos. Son demasiado débiles. Necesita abrazarlos usted a ellos y necesitan su fortaleza. Aquí es en donde llamamos a relaciones íntimas. La compasión es dada uno a uno. 

Hay una ilustración de esto que creo que es útil en Santiago 5. No quiero excederme en esto porque se acabó nuestro tiempo, pero quiero tomar unos minutos para señalárselo. En Santiago 5, hay una porción muy interesante de la Escritura. Y si usted quiere todo claro, prediqué de esto en el pasado. Los creyentes a quienes Santiago escribe estaban siendo perseguidos, seriamente perseguidos por los ricos. Los ricos son condenados comenzando en el capítulo 5, “Vengan ahora, ricos, llorad y aullad, por las miserias que vendrán sobre vosotros”.

Y él dice: “Sus riquezas han echado a perder sus atuendos están comidos por la polilla; su oro y su plata están enmohecidos”. Y la razón de esto fue por la manera en que la que trataron a los justos. Versículo 6, “Han condenado y han matado al justo, y él no los resiste a ustedes”. Lo que estaban haciendo era perseguir a los creyentes al punto de la muerte. Y entonces, Santiago está escribiéndoles a estos creyentes que están bajo esta terrible persecución. 

Ahora él les dice en el versículo 7: “Sean pacientes, simplemente sean pacientes, aférrense, acepten esta persecución”. Versículo 8, “Sean pacientes, fortalezcan sus corazones”. No es fácil. Es fácil debilitarse bajo la presión terrible de la persecución. Se vuelve una tentación no confiar en Dios, incluso enojarse contra Dios, perder la confianza y perder la fe y perder el gozo.

Y él les recuerda en el versículo 10 que escuchen, que vean el ejemplo de sufrimiento y paciencia de los profetas. Y después, en el versículo 11, que vean la paciencia de Job y el resultado de cómo el Señor trató con él, cómo el Señor es muy misericordioso y compasivo. Dios entiende que usted sufre. Él entendió el sufrimiento de Job y todos los profetas, Isaías que fue aserrado por la mitad y Jeremías que fue arrojado a un foso. Necesita ser paciente. No se enoje.

En el versículo 13 él dice: “¿Alguno de vosotros está sufriendo? Ore. ¿Alguno está gozoso? No está sufriendo, cante alabanza”. Y después en el versículo 14, “¿Hay alguno entre vosotros que esté enfermo?” Una mejor traducción, creo, sería débil. Esa es la traducción primordial que encuentro en la mayoría de los léxicos. Él está hablando de alguien que literalmente se ha colapsado bajo este ataque, esta dificultad, esta tentación, sufrimiento, o persecución, lo que sea. Y si ese es usted, entonces esto es lo que usted hace: “Llame a los ancianos de la iglesia”. Aquí hay una persona que es débil, una persona que ha cometido pecado en debilidad. Vaya a los ancianos y que oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.

Ahora, ¿qué significa eso? Bueno, hay dos palabras para unción en el griego. Esta tiene que ver con darle a alguien, frotarlo con aceite, no alguna unción ceremonial. Él no está hablando de alguna ceremonia aquí. Él está hablando ve con los ancianos y que los ancianos lo masajeen. Podría ser metafórico que simplemente va a masajear sus heridas por la debilidad. Incluso podría ser que él había sido golpeado y flagelado, abusado por los ricos, y quizás necesitaba una unción física en sí para curar algunas de las heridas. 

Pero la idea es que los ancianos se vuelven para él una fuente de fortaleza y aliento. Y la oración, versículo 15, ofrecida en fe por aquellos que son espiritualmente fuertes va a restaurar, revivir al que es débil y el Señor lo va a levantar, y si ha cometido pecados, le serán perdonados. Creo que está hablando esto no de una curación, sino de una persona espiritualmente débil que acude a los espiritualmente fuertes para que lo puedan sostener, para que puedan masajearlo, y ayudarle, darle un masaje y ayudarle con sus heridas y alentarlo, y consolarlo y orar por él. Él está apoyándose en la fortaleza espiritual de ellos.

Con frecuencia le he dicho a los alumnos en la universidad que, si mi puerta está abierta, pueden entrar y orar conmigo cuando estoy ahí. Y un día estaba en mi oficina y un joven vino que estaba en su último año, un joven sobresaliente de una maravillosa familia cristiana que estaba comprometido con servir al Señor en su futuro. Él entró y él dijo: “Simplemente necesito orar contigo”. Y yo le dije: “Bueno, ¿por qué, Steve?” Y él dijo: “Bueno”, él dice, “solo estoy débil, realmente débil. He perdido mi interés en la oración y no parezco poder estudiar la Palabra y estoy siendo golpeado por la tentación, y es lo mismo y sigo fallando y simplemente necesito a alguien quien me pueda apoyar. ¿Orarías conmigo?” Y yo le dije: “Seguro”.

Y nunca lo olvidaré, coloqué las dos sillas juntas y yo le dije: “Vamos a arrodillarnos” Y él quería apoyarse como lo que él percibía ser espiritualmente fuerte en el tiempo de la debilidad, y yo me arrodillé y coloqué mis manos y mi cabeza ahí en la silla, coloqué la silla a mi lado para él. Nada más que él no la usó. Él se arrodilló y colocó su cuerpo entero en mi espalda. Y su lenguaje corporal estaba diciendo lo que su corazón estaba diciendo. “Soy débil y necesito apoyarme en alguien que es fuerte”. Y con lágrimas en sus ojos él se quedó así mientras que yo oraba porque Dios perdonara algún pecado que él había cometido en este proceso y que Dios lo fortaleciera y lo renovara, y lo reviviera y lo refrescara. Y oramos por un rato, ambos.

Y cuando acabamos, me acuerdo que me puse de pie y me abrazó y pensé en ese verbo aquí, aférrate firmemente ahí y él simplemente se aferró a mí por un tiempo largo. Y, finalmente, él me se soltó y nos despedimos y en unos dos días regresó para decirme que su corazón estaba tan animado y renovado y que Dios había respondido nuestras oraciones y él iba bien; había terminado su año iba a seguir para servir al Señor.

Creo que ese es el espíritu de esto. Cuando usted encuentra a alguien que ha sido atrapado en algún tipo de debilidad en su vida, este es un ministerio absolutamente crucial, personal que debe estar disponible para que los espiritualmente fuertes los levanten. Gálatas 6 dice lo mismo. Vosotros que sois espirituales restauradle a uno así en amor. Cuando alguien ha caído, ha tropezado en algún pecado, los espiritualmente fuertes colocan sus brazos en ellos y los levantan.

Y después, en cuarto lugar, están los cansados. Y simplemente los vamos a mencionar brevemente. Los cansados ​​son descritos al final del versículo 14, en donde dice: “Que seáis pacientes para con todos”. Va a haber todo tipo de personas que van a probar su paciencia. Eso es lo que está diciendo. Los cansados, simplemente lo vuelven a usted loco. Simplemente lo exasperan a usted. Usted trata con ellos y vuelve a tratar con ellos y vuelve a tratar con ellos, una y otra, y otra, y otra vez. Y se someten de manera marginal o no se someten.

Y simplemente regresan y continúan a exasperar, frustrar, decepcionar, desanimar e incluso lo provocan a ira a usted porque nunca parece que ellos se ponen al día. Nunca parecen alinearse. Resisten todos los esfuerzos por enseñarles, prepararlos, disciplinarlos, exhortarlos, fortalecerlos, inspirarlos, motivarlos, alentarlos. Simplemente lo exasperan a usted. Nunca parecen entenderlo. Nunca parecen ponerse al día, siempre parecen correr la carrera con las pesas encima, siempre llevan todos los estorbos, carecen de la capacidad para enfocarse, son indisciplinados en asuntos, asuntos espirituales. Y estas queridas personas prueban la paciencia de todo mundo.

¿Cómo tratamos con ellos? Él dice, sean pacientes. La palabra es sufrir a largo plazo. Prepárate para algo a largo plazo. Usted no los puede arreglar rápidamente. Demandan mucho trabajo. Y Dios es paciente, ¿no es cierto? Esa es una cualidad semejante a Dios, la paciencia con la gente, y nos prueba. Creo que a veces el Señor está diciendo este hombre es tu prueba para ver si tienes paciencia como la de Cristo. 

Pienso en eso a veces cuando tiendo a exasperarme y a decir: “Hombre, no otra vez. Esta persona, no ella otra vez, por favor. ¿Qué más puedo decirle? ¿Qué más puedo hacer?” Y usted recuerda que esto es una prueba de su paciencia como la de Cristo. Usted se acuerda de su paciencia mostrada con sus discípulos quienes nunca parecían entenderlo, incluso hasta el final. ¿Qué hacemos con ellos? Simplemente sea paciente, así como el Señor es paciente, y lo soporta a usted por mucho tiempo.

Y finalmente los impíos. Son el sujeto del versículo 15. “Mirad que ninguno pague a otro mal por mal, antes seguid siempre lo bueno unos para con otros y para con todos”. Aquí tiene usted a los malos kakos, la gente que simplemente hace cosas impías. Y este es el problema más difícil, el problema más severo de todos, porque estas personas hacen mal. Dañan directamente con palabras impías y atacan a la iglesia y atacan a la gente. Dañan indirectamente mediante calumnias y chismes, y al hablar mal, dañan al sacar a alguien de la comunión, al ser celosos, al odiar, al amargarse, al ser envidiosos, al estar enojados. 

Dicen cosas que no son verdad. Siembran la discordia. Roban la virtud. Llevan a la gente al pecado. Cometen iniquidades que contaminan a la iglesia. Dañan de manera mala. ¿Qué hace usted con ellos? Dice: “No les pague usted mal por mal, antes seguid siempre lo...” ¿qué? — “bueno unos para con otros.” Busque lo que es bueno para ellos. No se vuelva usted a la venganza, a la venganza personal, no se demanda, no se permite. ¿Qué hace usted? Usted busca lo que es bueno. 

¿Qué es bueno? “Llevarlos a…” — ¿qué? — “al arrepentimiento”. Entonces usted los busca para llevarlos al arrepentimiento. El único que tiene un derecho para vengarse es Dios. Usted simplemente busca su restauración. Usted busca su pureza siempre. Siempre, véalo. “Seguid siempre lo bueno”. Es el verbo “seguid”. Siempre siga lo que es bueno, noble, hermoso. Usted les da actos de amor frente a su hostilidad.

Usted encuentra el camino de la bondad, no el camino de la venganza. Aprender a hacer esto es algo muy, muy importante. Cuando alguien está maltratándolo a usted y alguien que está causando problemas, alguien que es inicuo, usted trate de encontrar el camino de la bondad. Ahora, si ellos continúan en ese pecado, hay un patrón de disciplina en el Nuevo Testamento que es presentado. Pero al abordar esto, usted hace lo que puede para llevarlos al lugar de arrepentimiento para que puedan disfrutar de la bondad de Dios en su obediencia.

Bueno, así es. Un rebaño que está creciendo necesita mucho cuidado porque la iglesia está llena de personas con problemas. Y la actitud que debemos tener hacia ellos es una actitud de compasión, ternura de corazón, bondad. Que Dios nos conceda esto para que podamos disfrutar de Su bendición como congregación. Oremos.

Padre, hemos cubierto tanto tan rápido, sin embargo, realmente solo una gran verdad. Y es que tenemos que tratar con la gente de manera compasiva, así como Tú tratas con nosotros que te fallamos constantemente, que violamos tu estándar perfecto de manera tan frecuente. Y Tú eres tan compasivo. Tu compasión no tiene medida, es interminable, incesante y grande.

Te damos gracias por ello, y que seamos tan compasivos con aquellos que nos rodean, que son rebeldes, y están preocupados, y son débiles, y cansados, impíos. Y que nuestra iglesia sea conocida no solo como una iglesia de doctrina sana, sino como una iglesia de gran compasión conforme juntos luchamos con la carne por ganar la victoria que nos va a conformar más y más a la semejanza de Cristo en cuyo nombre oramos. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
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